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Índice
El Senado bajo la Monarquía (siglos VIII-VI a. C.)
El Senado bajo la República (siglos VI-I a. C.)
Composición
Véase también
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos Roma
En el siglo III a. C. el Senado sufrió las modificaciones propias de la nueva situación. Los asientos senatoriales continuaron en manos
de los censores y todos los magistrados curules que abandonaban su cargo accedían al Senado.
El Senado pasó de ser un cuerpo consultivo de los cónsules, al principio de la República (y subordinado a estos en muchos aspectos),
a ser una corporación de gobernantes, sin dependencia de nadie. El Senado dirigía la guerra a través de los cónsules, y toda la política
de la República. En efecto, José Manual Roldán Hervás nos dice:
"La significación del Senado en la vida pública se elevó muy por encima de su real función jurídica. Como reunión de ex-
magistrados, el Senado personificaba la tradición pública romana y toda la experiencia de gobierno y administración de sus
componentes [···] Frente a los magistrados anuales, el Senado se destaca como el núcleo permanente del Estado, el elemento que
otorgaba a la política romana su solidez y continuidad. No es extraño, por tanto, que, a pesar de su función puramente consultiva,
sobre la magistratura y sobre las asambleas, se superpusiera el Senado como el auténtico gobierno, ante cuya experiencia y
prestigio aquellos se plegaban."5
Con el tiempo el Senado asumió el nombramiento de diversos cargos curules, lo que implicaba la designación de sus propios
miembros, y además influyó cada vez más en los censores. Se mantuvo la distinción entre Senadores patricios y plebeyos.
La desaparición de la figura del dictador permitió al Senado ocupar ciertas funciones en casos graves, en especial el conferir a los
cónsules facultades especiales, similares a la Dictadura, por tiempo limitado.
Sila amplió el número de senadores a 600 y Julio César, después de derrotar a su rival Pompeyo y a sus aliados, la mayor parte de las
familias senatoriales tradicionales, procedió a incrementar el número hasta 900,6 promocionando al orden senatorial a familias
ecuestres, mandos militares, centuriones de origen proletario de su ejército, y provinciales, como su consejero financiero Cornelio
Balbo, natural de Gades (Cádiz, España); a los ojos de la nobilitas senatorial superviviente del bando pompeyano y de muchos
partidarios de César esto era una aberración, y ello fue una de las causas del asesinato de César
.
Augusto volvió a reducir el número de senadores a 600,6 aunque mantuvieron algunos de los nombramientos de César, que tenían la
consideración homines novi, pero las proscripciones por ellos emprendidas vaciaron los bancos del Senado, que fueron llenadas con
la promoción de partidarios de los triunviros extraídos del ordo ecuestre y del ejército.
A partir de Claudio, numerosos provinciales, especialmente hispanos, fueron admitidos en el Senado, aunque a estos nuevos
senadores se les imponía el requisito de invertir el censo mínimo senatorial —1 000 000 de sestercios— en propiedades rústicas en
Italia, culminando el proceso con la elección de un emperador procedente de una familia senatorial provincial hispana:
Trajano.
A lo largo del Alto Imperio, las relaciones entre los emperadores y los senadores fueron las de un tira y afloja continuo, y, si bien es
cierto que muchos colaboradores de los emperadores eran senadores, lo cierto es que estos, aún los más respetuosos, tendían a dejar
de lado las expectativas y deseos de los senadores. Además, los senadores tendían a ignorar que la verdadera fuente de poder del
estado romano era el ejército, por el cual pasaban por cortos períodos
de tiempo. La consecuencia fue que algunos emperadores, como
Tiberio, Calígula, Nerón, Domiciano, Adriano o Cómodo sostuvieron
relaciones muy difíciles con el Senado, y promovieron la persecución
de muchos de sus miembros.
El senado romano desapareció en los turbulentos años del siglo VI en los que las tropas del rey ostrogodo Totila luchaban a la
desesperada contra las tropas imperiales de Justiniano I, dirigidas por Belisario, mientras que en el resto de los reinos bárbaros
nacidos de la ruina de Roma, los senadores fueron fundiéndose progresivamente con la nobleza germánica dirigente.
En las ciudades sometidas por la Antigua Roma se establecía un Consejo de Cien Ancianos (Centumviri), cada uno de los cuales
era el cabeza de diez casas (diez casas = una gens), de donde sur
ge la denominación.
El orden senatorial
La designación de las vacantes del Senado, designadas primero por los cónsules, pasó a los censores. Su funcionamiento fue regulado
por la Ley Ovinia.
Las promociones al Orden Senatorial (Ordo Senatorius) quedaron abiertas a todos los ciudadanos que hubieran sido antes Edil Curul,
Pretor o Cónsul (los cónsules ya tenían derecho a ser Senadores con voto). El censor estaba obligado a incluir en la lista de nuevos
senadores a los cónsules que habían dejado el cargo, salvo que por precepto legal pudieran proclamar su exclusión motivada. Pero
como los ciudadanos que podían ocupar un puesto en el Senado no eran suficientes para cubrir las bajas que se producían por
fallecimiento o exclusión, y el número de senadores no podía bajar de trescientos, los censores podían elegir libremente entre
aquellos que no habían ejercido una magistratura de las citadas, si bien los designados debían haberse distinguido por su valor, haber
matado a un jefe enemigo o salvar a un ciudadano romano; a estos senadores se les llamaba Subalternos (Senatores Pedarii), y tenían
derecho a voto pero no participaban en la discusión.
El Senado era el que dominaba en materia de elección y de gobierno, siendo sobre todo un órgano con poder ejecutivo: en él recaía la
potestad de nombrar y controlar las más altas magistraturas del estado (consulado y pretura), y controlaba al ejército y llevaba a cabo
la política exterior. Contrario a lo que se cree, no era propiamente una cámara legislativa (aunque en algunos casos podía promover
leyes) pues por un lado los tribunos de la plebe tenían el poder de vetar cualquier propuesta del Senado (fuera del tipo que fuera), y
en general eran dichos tribunos los que desarrollaban la función legislativa, redactando los proyectos de ley, que solían ser sometidos
previamente al Senado (procedimiento conocido comosenadoconsulto, de consultar al Senado) para después convocar los plebiscitos
en los que finalmente eran aprobadas las leyes; las
leyes romanas, por tanto, eran promovidas a
propuesta de los tribunos, no del Senado, y
sancionadas directamente por el pueblo. El paso
de las leyes por el Senado no era algo obligatorio,
pero sí fundamental, pues al disponer del poder
ejecutivo, podía poner o no en ejecución un
plebiscito votado, de manera que cualquier
tribuno que deseara ver desarrollado
adecuadamente el programa de leyes que había
promovido se veía forzado a llegar a acuerdos con
el Senado. En “los casos urgentes”, que
generalmente aparecían en un contexto bélico o
de crisis, el Senado podía legislar sin que las leyes
fueran ratificadas por la Asamblea, sin perjuicio
de ulterior ratificación, que para el final de la
República ya casi nunca era solicitada.
El Senado decidía sobre la guerra, la paz, las alianzas, la fundación de colonias, las asignaciones de tierras públicas, los trabajos
públicos, el sistema de rentas, la asignación de departamentos a los magistrados, el contingente del ejército, el presupuesto de los
departamentos, etc. Los cuestores no podían hacer pago alguno sin un senadoconsulto (con algunas excepciones para los cónsules).
El Senado reformado
El Senado varió su composición. Inicialmente estaba formado por trescientos miembros de la nobleza (todos los senadores, salvo
excepción, eran patricios). Más adelante, se reservaron 164 asientos a los plebeyos o nuevos admitidos (Conscripti). Esta distinción
se mantuvo al menos en los formalismos de tal forma que la alocución para dirigirse a la Cámara era Patres et conscripti, aún mucho
después de que tales diferencias dejaran de ser importantes.
Los senadores eran consuetudinariamente vitalicios, pero la costumbre derivó en ley para los patricios. Como el Senado representaba
a la nobleza patricia y había en él miembros plebeyos, se relegó a estos a un papel secundario dentro del Senado. Si alguno se oponía,
en las revisiones cuadrienales de senadores que efectuaban los cónsules, eran o podían ser eliminados. Además, los plebeyos que
entraban en el Senado, no lo hacían por mérito, sino por su riqueza. En estas circunstancias, sus intereses de clase eran coincidentes
con los de la nobleza patricia.
Se distinguían entre los Senadores dos grupos: los provenientes del ejercicio de magistraturas; y los que no las habían desempeñado
(Pedarii).
El nombramiento de los Senadores correspondía desde el
inicio de la República a los cónsules o dictadores. Más
tarde, ésta fue una atribución específica de los censores.
Religiosos.
Elección de magistrados extraordinarios.
Resolución de conflictos entre magistrados.
Cuestiones de policía.
Algunos casos criminales que comportaban pena capital, cuando el acusado era perdonado, o era conmutada su
sentencia, o bien era liberado.
Cuestiones militares.
Cuestiones financieras.
Negociaciones con Estados extranjeros y firma de tratados después de la paz. El Senado debía aprobar los
cambios territoriales pactados por los cónsules u otros magistrados con el enemigo.
El Senado era convocado por cualquiera de los magistrados que podían consultarle (principalmente Dictadores, Cónsules, Prefectos
de la ciudad, Pretores, Tribunos de la plebe y después Tribunos con potestad consular). El convocante presidía la reunión.
La convocatoria se hacía bien públicamente mediante pregones (praecones) o edictos, o bien mediante un aviso a cada senador (era
obligatorio que tuvieran residencia en Roma). A veces, en una reunión se convocaba la siguiente. Los que no asistían sin justa causa
(la asistencia era obligatoria) podían ser sancionados con multa. Las reuniones se celebraban en edificios públicos, generalmente en
el Capitolio (Curia Calabra), el Comitium (Curia Hostilia luego Curia Julia) o el Templo de Júpiter Capitolino. Los Senadores
permanecían sentados y el presidente ocupaba un lugar central sobre una silla elevada.
Las reuniones no podían coincidir con la celebración de comicios y duraban de sol a sol. Las votaciones debían celebrarse antes del
ocaso.
La sesión se abría con unos sacrificios religiosos para consultar a los auspicios. Los asuntos a tratar eran determinados por la
presidencia, pero los religiosos tenían preferencia.
Evolución de la ley
Las leyes fueron evolucionando y así vemos que el ladrón sorprendidoin fragranti podía librarse de una condena pagando el doble de
lo robado.
Si el padre de familia efectuaba tres ventas sucesivas, sin efectuar ninguna compra, el hijo podía emanciparse si tal era su deseo. De
ello derivó la emancipación legal concedida por el padre a un hijo, sin necesidad de la causa que inicialmente debía motivarla.
El establecimiento de un magistrado especial de Policía (cuyo ámbito de actuación se extendió pronto a toda Italia) llamado Edil
curul, traspasó a este la potestad sobre litigios relativos a compras y ventas en mercados públicos (de productos, ganado, esclavos...).
Su jurisdicción se extendía también a otras cuestiones de orden que podían ser sancionadas con multas.
Para las clases más bajas, y para ciertos delitos menores, existían los Triunviri o Jueces Nocturnos (Tres viri nocturni) cuyas
competencias fueron aumentando, y pasaron a ser elegidos en los Comicios tribunados desde el 289 a. C.
Para las causas civiles menores en las ciudades sujetas (civites sine suffragio) se establecieron unos magistrados llamados Jueces
Menores, cuya competencia se extendió después a toda Italia.
Los magistrados definían el punto del derecho (ius) pero su aplicación (judicium) correspondía a otro ciudadano. Pero los juicios
lentos y complicados se limitaban a los casos destacados, y para esclavos y gentes de clase social baja se aplicaba un procedimiento
más corto.
Véase también
Curia
Referencias
ttps://books.google.com/books?id=w7rm6xgVTMYC) .
Librería-Editorial Dykinson. ISBN 9788498490046.
1. Leonardo, Jon (20 de diciembre de 2014). Petronor- Consultado el 12 de noviembre de 2015.
Un estudio histórico-sociológico de la influencia de la
3. Taylor y Scott, 1969, p. 530.
refinería en los municipios de su entorno (https://book
s.google.com/books?id=hvQbBgAAQBAJ). 4. Taylor y Scott, 1969, p. 530, n. 4.
Universidad de Deusto. ISBN 9788415759447. 5. Roldán Hervás, Jose Manuel. «El Orden constitucional
Consultado el 12 de noviembre de 2015. romano en el primera mitad del siglo II a.C.». Gerión,
2. Viñas, Antonio (1 de enero de 2007). Instituciones Revista de la historia antigua.
políticas y sociales de Roma: monarquía y república (h 6. Taylor y Scott, 1969, p. 531.
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Bibliografía
Abbott, Frank Frost (1901), A History and Description of Roman Political Institutions. Elibron Classics, ISBN 0-543-
92749-0.
Hooke, Nathaniel, The Roman History, from the Building of Rome to the Ruin of the Commonwealth, F. Rivington
(Rome). Original in New York Public Library
Taylor, L. R.; Scott, R. T. (1969). «Seating Space in the Roman Senate and the Senatores Pedarii». Transactions
and Proceedings of the American Philological Association(en inglés) 100: pp. 529-582.
Enlaces externos
Cursus honorum I, el orden senatorial- La Red Social de la Arqueología e Historia
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