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La discusión acerca del carácter autónomo o derivado del injusto sigue abierta. A los efectos
de este trabajo, interesa destacar siguiendo a ROBLES PLANAS15 que algunas de estas teorías
no han logrado armonizar la idea de la autonomía con aquella otra, innegable de que el
partícipe interviene en un hecho, y el mismo debe ser típico. Esto es claro, si se considera que
el partícipe puede contribuir en el delito con conductas previas a la fase de ejecución. En otros
términos, nos atrevemos a formular una idea bastante sencilla: no hay partícipe sin autor,
ello no precisamente debido a una “relación de accesoriedad” entre el injusto del partícipe
y del autor, sino fundamentalmente debido a la exigencia del carácter típico del hecho. El
partícipe solo responderá como tal, cuando estamos frente a un hecho típico, y ello no puede
lograrse sin la intervención del autor.
La Sala Penal Permanente de la Corte Suprema en la casación bajo análisis, acoge la teoría
del injusto único de intervención, teoría que consideramos más adecuada. A partir de esa
premisa, la Sala continúa: “Debido a que la autoría y la participación no son relevantes
a efectos de la configuración del injusto, el criterio de diferenciación entre ambas no es
de carácter cualitativo, sino que es cuantitativo. En este sentido, será autor, aquel sujeto
cuyas contribuciones hubieran sido más importantes para la realización del hecho delictivo;
13 Vid. GARCÍA CAVERO, PERCY. Derecho penal. Parte general. Segunda edición, Jurista Editores, Lima, 2012, p.
701.
14 Vid. GARCÍA CAVERO, PERCY. Derecho penal. Parte general. Segunda edición, Jurista Editores, Lima, 2012, p.
700.
15 Vid. ROBLES PLANAS, RICARDO. La participación en el delito: fundamento y límites. Marcial Pons, Madrid,
2003, p. 139.
16 Vid. ROBLES PLANAS, RICARDO. La participación en el delito: fundamento y límites. Marcial Pons, Ediciones
Jurídicas, Madrid, 2003, p. 267 y ss.
asimismo, por contraposición, aquella persona que hubiera realizado aportes menos
relevantes será considerado partícipe (FJ 3.5)”.
Sin embargo, la sentencia incurre en una grave contradicción al señalar que se adopta la
teoría restrictiva la cual ha sido acogida por el Supremo Tribunal y por el TC; es decir, se
acoge la teoría del dominio del hecho, según la cual es autor quien tiene dominio del hecho,
y partícipe quien contribuye con el actuar del denominado autor sin tener dominio del hecho.
Así -se afirma en la casación- será partícipe quien brinda un aporte accesorio al autor (F.J
3.7).
La contradicción reside precisamente en acoger de forma expresa la teoría del injusto único
de intervención, e incluso señalar que la distinción entre autores y partícipes no es de carácter
cualitativo, sino cuantitativo; y luego, afirmar que “sólo el autor tiene dominio del hecho”.
Cabe recordar que conforme a la teoría del injusto único de intervención todos los que
intervienen en el delito tienen un grado de dominio normativo sobre el hecho, precisamente
la diferencia entre autor y cómplice se encuentra en el grado o cantidad de dominio. Ello
desde luego, no significa que el cómplice carezca de dominio o que la obra no sea suya.
Recordemos que la teoría del dominio del hecho formulada por ROXIN y que sigue teniendo
gran acogida, ha sido formulada con base únicamente a la figura del autor o coautor, a tal
punto que constituye un criterio de distinción entre el autor y partícipe. Según esta teoría
será autor quien tenga el dominio del suceso delictivo y el partícipe será aquel que ayude a
la realización del tipo, sin tener el dominio del hecho.
Es cómplice quien contribuye a la realización del delito, de tal forma que la conducta del
tercero tenga cierta eficacia causal -aunque sea mínima- respecto al comportamiento del
autor y reunir además cierta peligrosidad para el bien jurídico, conforme a los criterios de
la imputación objetiva17. En este sentido, es cómplice quien acelera, facilita o asegura la
ejecución del hecho delictivo.
17 Vid. MUÑOZ CONDE, FRANCISCO; GARCÍA ARÁN, MERCEDES. Derecho penal. Parte General. Tirant lo Blanch,
5ta edición, Valencia, 2002, p. 465.
La complicidad puede tener lugar tanto por acción como por omisión. Carece de relevancia
una diferencia de corte naturalista. El factor determinante para calificar una determinada
conducta como complicidad por el delito es la competencia por el riesgo, con independencia
de si los medios utilizados son materiales o psíquicos. En cualquier caso, para que esa
contribución a la creación del riesgo penalmente prohibido le sea atribuibles al sujeto en
cuestión, es preciso aplicar las reglas de la imputación objetiva18.
En sentido similar, la Sala Penal Permanente mediante R.N. N° 648-2009 estableció: “(…) que
la complicidad se fundamenta en el favorecimiento de la comisión de un delito, que según
su magnitud puede ser primaria o secundaria; que la objetivización del favorecimiento debe
estar referida al comportamiento típico, esto es, a la conducta del cómplice, quien en esa
virtud favorece la creación del riesgo no permitido para los bienes jurídicos; por tanto, la
materialización del riesgo es imputable también al cómplice que ayudó a su creación.”
Así, en esta sentencia desde la perspectiva de este Supremo Tribunal la diferencia entre ambas
radica en el tipo de aporte prestado por el cómplice. Serán susceptibles de ser considerados
actos de complicidad primaria19 aquellos actos que sean esenciales para que el autor pueda
cometer el delito. Es el caso de aquella persona que proporciona las armas a una banda de
asaltantes de bancos20.
Así pues, según lo señalado por la Sala Penal Permanente en esta sentencia, la determinación
de la esencialidad o no del aporte sirve para distinguir la complicidad primaria de la
secundaria.
Ahora bien, se establece que el aporte ha de ser valorado a través de los filtros de la
imputación objetiva, para determinar si el mismo constituye o no un riesgo típico. Luego,
habrá de abalizarse si la conducta -objetivamente típica- también puede ser imputada
subjetivamente22.
18 Vid. GARCÍA CAVERO, PERCY. Derecho penal. Parte general. Segunda edición, Jurista Editores, Lima, 2012, p. 713
y ss.
19 Vid. HURTADO POZO, José; PRADO SALDARRIAGA, Víctor, Derecho Penal, PG, II, Lima, 2005
20 FJ 3.10
21 FJ 3.11.
22 FJ 3.12
De tal suerte, que será necesario determinar si el tipo legal ha sido realizado u es obra de
un sujeto determinado. Es decir, a partir de criterios de imputación objetiva determinar
previamente si una persona ha realizado un comportamiento típico24. No obstante, conforme
a la postura aquí defendida este primer nivel de análisis aún no introduce ninguna distinción
en autor y partícipe. Únicamente nos sirve para establecer si la conducta desplegada por
determinado sujeto es jurídico-penalmente relevante.
23 Vid. ROBLES PLANAS, RICARDO. “Los dos niveles del sistema de intervención en el delito (El ejemplo de la
intervención por omisión) en InDret. 2/2012, p. 3
24 Vid. HURTADO POZO, JOSÉ; PRADO SALDARRIAGA, VÍCTOR. Manual de Derecho penal. Parte General. Tomo I,
4ta edición, p. 432.
25 Vid. GARCIA CAVERO, PERCY. Derecho penal. Parte General. Segunda edición, Jurista Editores, p. 706.
26 Vid. GARCIA CAVERO, PERCY. Derecho penal. Parte General. Segunda edición, Jurista Editores, p. 707
27 BRAMONT ARIAS/BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis A., Código Penal Anotado, San Marcos, Lima, 1995, p. 77.
punible28. Los actos posteriores no son ya actos de participación, sino otras conductas que
pueden configurar, según el caso, otros delitos, como el de receptación29.
En el caso de autos, se atribuyó a la acusada ser cómplice primario del delito de violación
sexual, ya que -según la tesis fiscal- la menor fue ultrajada por el acusado en varias
oportunidades, entre ellas en su domicilio. En primera instancia se le condenó a treinta años
de pena privativa de libertad. La Sala Superior determinó que la conducta de la acusada era
de cómplice secundario y no primario. En consecuencia, se reformó el extremo de la pena,
imponiéndole una sanción de 10 años de pena privativa de libertad.
La Sala considera que desde una perspectiva subjetiva de la conducta, la procesada no actuó
dolosamente. No existe prueba suficiente para determinar que la encausada habría prestado
su vivienda con el conocimiento de que iba a producirse el acceso carnal entre el encausado
y la agraviada. La versión de la menor acredita que dos de las siete ocasiones donde sostuvo
relaciones sexuales fueron en la casa de la encausada, más no que ella tenía conocimiento
de que su vivienda sería utilizada por el encausado para tener relaciones sexuales con la
menor agraviada32.
Con ello, concluye en el F.J. 4.12 en el caso concreto se efectuó una errónea aplicación del
artículo 25 del Código Penal, relativo a que tanto el Juzgado Unipersonal como las Salas
Superiores, únicamente deben aplicar el artículo veinticinco del Código Penal, siempre
y cuando de la conducta desplegada por el procesado se establezca no sólo que prestó
algún tipo de auxilio o asistencia para la realización de un hecho ilícito, sino además que
se logre acreditar que aquella contenga como elemento subjetivo el dolo (conocimiento de
que la acción realizada era ilícita).
28 BACIGALUPO ZAPTER, Enrique, Derecho Penal, PG, Ara Editores, Lima, 2004, p. 46.
29 GARCÍA CAVERO, Percy, Derecho Penal, PG, Jurista Editores, Lima, 2012, p. 713.
30 FJ 4.1 y ss.
31 FJ 4.5.
32 Vid. F.J 4.11
Al analizar la tipicidad subjetiva, se concluye que no existe prueba suficiente para concluir
que la procesada no actuó dolosamente. En este sentido, el Ministerio Público no habría
logrado acreditar que la acusada conocía que prestó su vivienda sabiendo que en su interior
iba a producirse el acceso carnal entre el acusado y la agraviada.
09
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 253-2013
PUNO
VISTOS; el recurso de casación interpuesto por el representante del Ministerio Público contra
la sentencia de vista del veintinueve de abril de dos mil trece -fojas doscientos cincuenta-.
Interviene como ponente el señor Juez Supremo Pariona Pastrana.
I. ANTECEDENTES:
1.1.1. Según imputación fiscal el once de marzo de dos mil once, en la carretera Acora –
Puno, se produjo un accidente de tránsito, colisión de dos vehículos, en uno de los cuales
estuvo la ciudadana Ruth Condorena Gonzales, quien fue trasladada a la clínica “Pro
Salud”, siendo que las investigaciones de dicho accidente estuvieron a cargo del Mayor PNP
Guillermo Luis Cahuana Moreyra. El trece de marzo de dos mil once, dos días después, el
citado efectivo policial se apersonó a dicha clínica y solicitó entrevistarse personalmente
con Ruth Condonera Gonzales y le exigió diez mil nuevos soles para no comprenderla en
las investigaciones por el referido accidente de tránsito, indicándole que en la medida que
postulaba al Congreso, no le convendría mermar su imagen y perjudicar su candidatura.
1.1.2. Por sentencia del cuatro de enero de dos mil trece -fojas doscientos veinticuatro-,
se condenó a Guillermo Luis Cahuana Moreyra por la comisión del delito contra la
administración pública, en la modalidad de cohecho pasivo propio, en agravio del Estado
y complementariamente en agravio de Ruth Condorena Gonzales, a nueve años de pena
privativa de libertad.
1.1.3. Elevados los autos a la Sala Penal de Apelaciones de Puno, por resolución del
veintinueve de abril de dos mil trece -fojas doscientos cincuenta- se revocó la resolución del
cuatro de enero de dos mil trece -fojas doscientos veinticuatro-, que condenó a Guillermo
Luis Cahuana Moreyra por la comisión del delito contra la administración pública, en la
modalidad de cohecho pasivo propio, en agravio del Estado y complementariamente en
agravio de Ruth Condorena Gonzales, a nueve años de pena privativa de libertad; reformando
la citada sentencia, absolvió a dicho procesado de la acusación fiscal por el referido delito y
citado agraviado.
1.1.4. Emitida la sentencia de vista, el representante del Ministerio Público interpuso recurso
de casación -fojas doscientos sesenta y nueve- previsto en el inciso 4 del artículo 427 del Código
Procesal Penal, precisando la necesidad de desarrollar doctrina jurisprudencial “respecto
al momento en que debe realizarse el registro personal en una intervención en flagrancia delictiva”;
además, invocó el inciso 3 del artículo 429 del Código Procesal Penal “si la sentencia o auto
importa una indebida aplicación, una errónea interpretación o una falta de aplicación de la Ley penal
o de otras normas jurídicas necesarias para su aplicación”, pues considera que la Sala Penal de
Apelaciones interpretó de manera errónea del inciso 1 del artículo 210 del Código Procesal
Penal, respecto a la inmediatez del registro personal.
1.1.5. Por resolución del diecisiete de mayo de dos mil doce -fojas trescientos ochenta y dos-
la Sala Penal de Apelaciones concedió recurso de casación al representante del Ministerio
Público y ordenó se eleven los actuados a esta Suprema Sala. Mediante resolución del
trece de diciembre de dos mil trece -fojas ciento treinta y cinco del cuaderno de casación- este
Supremo Tribunal declaró bien concedido el recurso de casación para desarrollo de doctrina
jurisprudencial respecto a la inmediatez del registro personal -referente al inciso 1 del artículo
210 del Código Procesal Penal-, vinculado a la causal 3 del artículo 429 del Código Procesal
Penal: “errónea interpretación o una falta de aplicación de la ley penal o de otras normas jurídicas
necesarias para su aplicación”.
2.1.1. Se encomienda al Tribunal de Casación, como cabeza del Poder Judicial, dos misiones
fundamentales en orden a la creación de la doctrina legal en el ámbito de la aplicación e
interpretación de las normas jurídicas: (a) la depuración y control de la aplicación del Derecho
por los Tribunales de instancia, asegurando el indispensable sometimiento de sus decisiones
a la Ley (función nomofiláctica); y, (b) la unificación de la jurisprudencia, garantizando el
valor de la seguridad jurídica y la igualdad en la interpretación y aplicación judicial de las
normas jurídicas (defensa del ius constitutionis); bajo ese tenor, en sede casacional dichas
misiones se estatuyen como fundamento esencial de la misma, en consecuencia, las normas
que regulan el procedimiento del recurso de casación deben ser interpretadas bajo dicha
dirección.
2.2.1. El registro de personas está regulado en el artículo 210 del Código Procesal Penal,
normatividad que presenta los supuestos requeridos para su procedencia; así, el inciso 1 del
referido artículo precisa: “La Policía, por sí -dando cuenta al Fiscal- o por orden de aquél, cuando
existan fundadas razones para considerar que una persona oculta en su cuerpo o ámbito personal bienes
relacionados con el delito, procederá a registrarla. Antes de su realización se invitará a la persona a
que exhiba y entregue el bien buscado. Si el bien se presenta no se procederá al registro, salvo que
se considere útil proceder a fin de completar las investigaciones”. En esa línea, siempre que se dé
cuenta al representante del Ministerio Público, no podrá posponerse o dilatarse el registro
personal cuando haya razón fundada para considerar que el intervenido oculta en su cuerpo
o ámbito personal bienes relacionados al delito.
2.2.2. La referida restricción encuentra sustento, en primer lugar, en que la prolongación del
registro puede contribuir a la desvinculación del citado bien de parte del intervenido, ya
sea por destrucción, ocultamiento o alejamiento, mermando con ello la actividad previa
a dicho registro y el registro mismo. En segundo lugar en que la prolongación del registro
personal puede traer a colación argumentos referentes a que pudo ser un tercero quien puso
el bien registrado al intervenido, en lenguaje sub estándar: “siembra”, mermando la fuerza
probatoria del registro.
2.2.3. La prolongación del citado registro puede ser viable solo si se omite dar cuenta al
representante del Ministerio Público -a excepción de los casos de flagrancia-. No obstante, puede
ocurrir que aun cuando se dé cuenta al representante del Ministerio Público, no concurran
garantías necesarias para practicar el registro, pues éste debe ser realizado en un contexto
de respeto a la dignidad y pudor de la persona, ello en concordancia con el numeral 2 del
artículo 210 del Código Procesal Penal, el cual precisa “El registro se efectuará respetando
la dignidad y, dentro de los límites posibles, el pudor de la persona. Corresponderá
realizarlo a una persona del mismo sexo del intervenido, salvo que ello importe demora
en perjuicio de la investigación”.
2.2.4. Además, existen situaciones, no previstas por la norma, pero que de manera razonada
posibilitan la prolongación del registro personal:
a. Cuando no existan garantías para la integridad del representante del Ministerio Público
y de los efectivos policiales que participan en el registro.
b. Cuando exista exacerbación de parte de un grupo de personas que presencia e impide el
registro, poniendo en riesgo la finalidad del mismo.
c. Cuando existan otras razones suficientes que se sustenten en mantener y conseguir el
objetivo del registro.
2.2.5. Ahora bien, cuando concurra alguno de los supuestos referidos en el considerando
precedente y se efectivice la prolongación del registro personal, el representante del
Ministerio Público garantizará la cadena de custodia hasta el momento en que sea posible
la realización del registro, siendo de aplicación extensiva lo previsto en el artículo 240 del
Código Procesal Penal. Además, el mismo no podrá prolongarse en demasía, sino que el
tiempo debe ser razonado y, tener como fin encontrar el lugar con las garantías necesarias
para su realización.
2.3.1. La Sala Penal de La Corte Suprema no está limitada al conocimiento del proceso sólo
respecto a las causales de casación expresamente invocadas por el recurrente, sino también
puede conocer las cuestiones que sean declarables de oficio en cualquier etapa del proceso,
conforme lo previsto en el inciso 2 del artículo 432 del Código Procesal Penal. En ese sentido,
se advierte que la Sala Penal de Apelaciones incurrió en serias afectaciones al debido proceso,
que se detallan a continuación.
2.3.2. El artículo 425, inciso 2, del Código Procesal Penal, establece que “...Sala Penal Superior
no podrá otorgar diferente valor probatorio a la prueba personal que fue objeto de inmediación por el
Juez de primera instancia, salvo que su valor probatorio sea cuestionado por una prueba en segunda
instancia”. En esa línea, la Sala Penal de Apelaciones, contrario a lo prescrito por dicho
artículo, otorga valor distinto a la prueba personal actuada en juicio, sin que en sede de
apelación se la haya cuestionado con prueba alguna. En principio porque el representante
del Ministerio Público transcribió el video donde se aprecia al encausado Guillermo Luis
Cahuana Moreyra recibiendo dinero de parte de la agraviada -fojas treinta y ocho- y el Juzgado
Unipersonal observando el citado video -fue visualizado en audiencia de juicio oral-, refiere que
dicho video ubica al encausado recibiendo dinero de la agraviada -ver fundamento número 6
de la sentencia de primera instancia a fojas doscientos ochenta-; además, el perito Infante Zapata,
quien analizó dicho video, en juicio oral -conforme precisa la sentencia de primera instancia,
véase fojas doscientos setenta, examen a perito acústico forense Infantes Zapata-, al ser interrogado
por el Juez Unipersonal, refirió que solo el audio no es aprovechable; sin embargo la Sala
Penal de apelaciones refirió que dicho perito sostuvo que tanto imágenes y video no son
aprovechables -véase fojas doscientos catorce, considerando 2.9, numeral tercero-, concluyendo que
nada de lo precisado en dicho video vincula al encausado Cahuana Moreyra con el delito
imputado. En ese sentido, se aprecia que la Sala Penal de Apelaciones, sin haber interrogado
al citado perito ni haber visualizado el citado video, otorga, a la declaración del referido
perito, un valor distinto al otorgado por el Juzgado Unipersonal, variando incluso lo referido
por éste, trasgrediendo el principio de inmediación.
2.3.3. En la misma línea, el Juzgado Unipersonal cita la declaración del testigo Julio Ernesto
Carrera Meza, quien refirió haberse sentado junto a la Fiscal Yesid en el asiento delantero del
vehículo en que fue trasladado el encausado Cahuana Moreyra -véase sentencia de primera
instancia, fojas doscientos sesenta y ocho, apartado examen del testigo Julio Ernesto Carrera Meza-. Sin
embargo, la Sala de Apelaciones otorga un sentido distinto a la citada testimonial y refiere
que quedó acreditado que quien se sentó delante fue la ciudadana Ruth Condorena Gonzales,
conforme refirió el citado encausado, dando por acreditado ello porque nadie se opuso.
2.3.4. En ese sentido, se advierte que la Sala Penal de Apelaciones brindo un valor distinto
a la prueba personal actuada en juicio y afectó el principio de inmediación -causal prevista
en el inciso 1 del artículo 429 del Código Procesal Penal-, por ello, deberá casarse la sentencia de
segunda instancia y ordenarse la emisión de nueva sentencia, la cual deberá respetar los
parámetros establecidos en el inciso 2 del artículo 425 del Código Procesal Penal.
2.4.1. La configuración del delito de cohecho pasivo propio se configura con la sola exigencia
de la ventaja o beneficio y no se requiere para ello la concretización de la entrega de lo
solicitado. Debe precisarse que la acusación se sustenta en el segundo párrafo del artículo
393 del Código Penal, el cual precisa “El funcionario o servidor público que solicita, directa
o indirectamente, donativo, promesa o cualquier otra ventaja o beneficio, para realizar u
omitir un acto en violación de sus obligaciones o a consecuencia de haber faltado a ellas,
será reprimido con pena privativa de libertad no menor de seis ni mayor de ocho años e
inhabilitación conforme a los incisos 1 y 2 del artículo 36 del Código Penal”.
2.4.2. En ese sentido, el delito de cohecho pasivo propio no exige para su configuración la
entrega de la ventaja o beneficio, sino que basta su exigencia, de parte del funcionario público,
para realizar u omitir un acto en violación de sus obligaciones o aceptarlas a consecuencia
de haber faltado a ellas. Por ende, no hay justificación lógica, en la sentencia de vista, de las
constantes llamadas del encausado Cahuana Moreyra, en su condición de efectivo policial
encargado de investigar el accidente de tránsito, a la ciudadana Ruth Condorena Gonzales,
mucho menos de su apersonamiento al domicilio de dicha ciudadana, pues ya la había
visitado en la Clínica y referido se apersonara a la dependencia policial.
2.4.3. En esa línea, la sentencia de vista carece de debida motivación -causal prevista en el inciso
1 del artículo 429 del Código Procesal Penal- y brinda connotación distinta de la configuración
del delito de cohecho pasivo propio, pues sustenta la absolución en que la representante
del Ministerio Público debió realizar el registro personal al momento de la intervención y
no realizarlo en la dependencia del Ministerio Público, pues fue tiempo suficiente para
contaminar la escena del delito, dando a entender, con dicho argumento, que es necesario,
para la configuración del delito de cohecho pasivo propio, que el encausado debía haber sido
intervenido con el dinero recibido. En consecuencia, debe declararse fundado el recurso de
casación, por las causales previstas en los incisos 1 -de oficio- y 3 del artículo 429 del Código
Procesal Penal.
DECISIÓN
S.S.
VILLA STEIN
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
MORALES PARRAGUEZ
CEVALLOS VEGAS
1. SUMILLA:
Palabras claves: Registro Personal, Cacheo policial, Stop and Frisk, Sospecha Razonable.
2. ANÁLISIS Y COMENTARIO
2.1. Caso
El 11 de marzo del 2011, se produjo en la ciudad de Puno, un accidente de tránsito que ocasionó
la muerte de una persona. El efectivo policial a cargo de las investigaciones se presentó ante
la causante, entonces candidata al Congreso de la República y le solicitó dinero a cambio de
no comprenderla en las investigaciones1.
Posteriormente dicha persona fue condenada en primera instancia por delito de cohecho,
pero al interponerse la apelación, fue absuelta en segunda instancia, entre los fundamentos
de esta última decisión se señaló que el registro personal practicado no fue inmediato. Ante
1 Noticia publicada en la edición regional de La República del 05.05.2013 <http://larepublica.pe/05-05-2013/
cuestionan-sentencia-que-libera-de-cargos-mayor-pnp-acusado-de-soborno> Consultado el 05.05.2017.
esta decisión, el Ministerio Público interpuso recurso de casación ante la Corte Suprema que
mediante Casación Nº 253-2013-Puno estableció doctrina jurisprudencial vinculante en
relación al momento en que debe realizarse el registro personal.
En los hechos materia del caso que originó la casación bajo comentario, se puede señalar
claramente que existió fundadas razones que originaron el consiguiente operativo que
permitió revelar la comisión del delito, produciéndose la detención del efectivo policial en
flagrancia, al encontrársele con los efectos del delito. Sin embargo, no en todos los casos
tenemos claro lo que se requiere para proceder a un registro en casos no flagrantes.
Un ejemplo de ello es cuando se producen las llamadas redadas policiales, donde diversas
personas son interceptadas por la policía sin sospecha previa, la cual realiza registros
personales y encuentra droga en su poder, por lo que se produce la detención justificada en
este hallazgo.
Sin embargo ¿Este registro respondió a una corazonada de la policía o respondió a una
sospecha razonable? La respuesta a esta pregunta es pertinente para el futuro proceso
penal que se instaure a efectos de evitar futuras exclusiones probatorias de lo obtenido en
el registro, pues es la sospecha previa lo que debe originar que una persona sea intervenida
y posteriormente registrada y no sólo lo encontrado en una intervención al azar. En nuestro
país existe una marcada tendencia a sustentar detenciones en flagrancia en este tipo de
registros que no comportan una sospecha previa2.
Recordemos que en la década de 1990 en Nueva York y ante la gran cantidad de crímenes en
dicha ciudad, el jefe de policía William J. Bratton3, aplicó la estrategia de las ventanas rotas,
que responde a la idea de que si una ventana de un edificio está rota y se deja sin reparar,
el resto de las ventanas pronto también estarán rotas4, por lo que esta estrategia brinda
2 Vid. QUISPE, Fany. “El registro personal y las intervenciones corporales”. El Proceso Penal, Estudios
Fundamentales, Lima, Palestra editores, 2006 p. 374
3 Vid KELLING George L. y Catherine M. COLES. No más ventanas Rotas. Cómo restaurar el orden y reducir
la delincuencia en nuestras comunidades En <http://www.cubc.mx/biblioteca/libros/Kelling,%20George%20
y%20Coles,%20Catherine%20-%20No%20mas%20ventanas%20rotas.pdf>
4 Vid. WILSON, James Q y George L. Kelling “Ventanas rotas: policía y seguridad en los barrios” En: <http://www.
ucipfg.com/Repositorio/MCSH/MCSH-09/Unidad-04/lecturas/2.pdf>
Sin embargo también con esta forma de actuaciones policiales inmediatas conocida como
stop and frisk se produjeron un gran número de arrestos ciudadanos que incluso conllevó a
una demanda colectiva sobre la constitucionalidad de estas prácticas policiales sosteniendo
que se estaban llevando a cabo sin sospecha razonable y con un sesgo racial.
En 2013, el Juez Shira A. Scheindlin, resolvió que la policía de Nueva York violó la Constitución
de los Estados Unidos por la manera en que llevó a cabo su programa stop and frisk,
señalando que era “una forma de discriminación racial” pues se encontraba dirigida contra
la comunidad afroamericana e hispana5.
Actualmente, la práctica del registro personal sólo puede ser aceptada en un Estado
Constitucional si es que existe sospecha previa, lo que excede de la subjetividad o prejuicios
del agente policial.
La facultad policial de proceder al registro personal o vehicular es conocida como “stop and
frisk”, esto es “parar y registrar” y se fundamenta en la existencia de una sospecha previa
razonable.
Esta sospecha razonable es la misma que faculta a la policía para realizar actuaciones
urgentes.
“Cuando la policía actúa en estos supuestos de urgencia, es claro, que no por ello
desaparecen los recaudos de motivo previo para actuar y de límites a la actuación
policial, la cual debe estar razonablemente relacionada con dicho motivo previo”6.
La sospecha que la origina no puede ser solo subjetiva, sino que debe sustentarse en datos
concretos y objetivos. A fin de determinar si nos encontramos ante una sospecha razonable
se ha desarrollado además lo que se conoce como doctrina del “wholepicture”, esto es la
necesidad de tener en cuenta las circunstancias y el contexto en el que se realiza el registro.
5 Vid. LARKIN, Paul J. “Stops and Frisks, Race, and the Constitution”
<http://www.gwlr.org/wp-content/uploads/2013/09/Larkin_Final.pdf>
6 CARRIÓ, Alejandro. “Requisas policiales, interceptaciones en la vía pública y la era de los standards light”.
Revista Jurídica de la Universidad de Palermo, Año 5, N°1, agosto 2000, Buenos Aires, Recuperado de <http://
www.palermo.edu/derecho/publicaciones/pdfs/revista_juridica/n5N1-2000/051Juridica02.pdf> p. 19 última
consulta 05.06.2017
El estándar de esta sospecha razonable es menor al que se exige para emitir órdenes judiciales
que limitan derechos fundamentales y el que posteriormente se exige para procesar a una
persona, según se estableció en el caso Alabama vs. White7.
En este caso, una llamada telefónica anónima alertaba a la policía que Vanessa White
saldría de su departamento en su vehículo transportando drogas, por lo que la policía
procedió a su intervención y registro, encontrándosele efectivamente la droga. El tribunal
de apelaciones de Alabama revocó su condena por cargos de tenencia, sosteniendo que el
tribunal de primera instancia debió haber suprimido lo incautado pues los oficiales no tenían
la sospecha razonable necesaria y que la llamada telefónica no era suficiente para justificar
el registro personal y vehicular. La Corte Suprema de los Estados Unidos señaló que si bien
este aviso telefónico puede ser insuficiente para una orden de detención, la información
brindaba suficientes “indicios de fiabilidad” que justificó la intervención policial.
De ese modo, quedó establecido que la sospecha razonable es un estándar menos exigente
que la causa probable, pues la sospecha razonable puede establecerse con la información o
datos que son diferentes en cantidad o contenido que la requerida para establecer la causa
probable, lo que nuestra legislación se conoce también como “suficientes elementos de
convicción”.
Nuestro Código Procesal Penal exige “suficientes elementos de convicción” para la orden
judicial que limita derechos fundamentales8 y en caso de restricción de libertad, como en
el registro personal se acude al término “fundadas razones”, tal como se establece en los
Artículos 210º y 250.3º del Código Procesal Penal.
Si bien existe la facultad policial de practicar el registro de las personas (Art. 68.1. C), éste no
puede ser arbitraria menos aún se puede proceder al registro superficial si es que no existe
una sospecha razonable previa y sólo se realizará el registro personal conforme a dicha
norma, si es que existen fundadas razones.
El registro personal es la búsqueda, por parte del personal policial, de los elementos que
se encuentre dentro de ámbito personal del sospechoso de encontrarse relacionado con un
delito.
El concepto de ámbito personal, comprende los elementos que tengan alguna importancia
en la investigación criminal, ya sea que se encuentre en la indumentaria, que la persona
lo porte o que esté en su inmediato alcance o disponibilidad física. El registro personal
comprende tanto la relación de objetos de su propiedad como todo aquello que tiene en
custodia9.
En el sistema legal del commow law se diferencia entre parar (stop), registrar superficialmente
(frisk) y el registro en las pertenencias (search) que plantean diversos niveles de exigencias
para el personal policial.
El stop, se justifica cuando la policía tiene una sospecha razonable de que un crimen ha
ocurrido o está ocurriendo. Para proceder al frisk, se requiere una sospecha razonable de que
la persona está armada lo que representa un peligro para el personal policial y las personas
cercanas, según se estableció en el caso Terry vs. Ohio10.
Básicamente lo que se señala es que se debe permitir a la policía parar brevemente una
persona ante la sospecha de que puede estar relacionado con una actividad delictiva (stop)
y si existe la sospecha de que la persona esté armada se puede proceder, la policía debe tener
el poder de realizar un cacheo (frisk). Si el ‘stop’ y el ‘frisk’ dan lugar a causa probable que el
sospechoso ha cometido un delito, entonces la policía está facultado para hacer un “arresto”
formal y una búsqueda completa (search)11.
El registro superficial frisk es también conocido como “cacheo superficial” que consiste en
una búsqueda de superficial de armas u otros objetos peligrosos que permitan desarmar y
neutralizar al intervenido, lo que permite dotar de seguridad a la diligencia.
9 Vid. ROXIN, Claus Derecho Procesal Penal, Buenos Aires Editores del Puerto. 2003, p. 319
10 Terry Vs. Ohio (1968) consultado en www.law.cornell.edu/supremecourt/text/392/1> fecha 11.05.2017
11 Terry Vs. Ohio (1968): “If the “stop” and the “frisk” give rise to probable cause to believe that the suspect has
committed a crime, then the police should be empowered to make a formal “arrest,” and a full incident “search”
of the person. This scheme is justified in part upon the notion that a “stop” and a “frisk” amount to a mere “minor
inconvenience and petty indignity. Por su parte en Samson v. California, 547 U.S. 843 (2006), La Suprema Corte
estableció las circunstancias en que la sospecha razonable no es necesaria.
Para realizar search esto es una búsqueda o registro de una persona y sus pertenencias,
el funcionario policial debe ser capaz de demostrar que tenía una sospecha razonable que
permitió el stop and frisk, por ejemplo mientras formula el cacheo ha palpado la presencia
de un arma, o como el caso de Alabama vs. White haber recibido una llamada telefónica al
respecto.
“Se podría entender que el cacheo es sólo la palpación externa (registro personal
en definición restringida), mientras que el registro es la búsqueda concienzuda en
la indumentaria, objetos que porta o lo que está a su alcance (registro personal en
definición extendida)”12.
“la policía (…) cuando existan fundadas razones para considerar que una persona
oculta en su cuerpo o ámbito personal bienes relacionados con el delito, procedará a
registrarla”
En nuestro Código Procesal Penal no aparece la diferenciación entre frisk y search, sin
embargo dado que la regulación del art. 210º del Código Procesal Penal señala que se
requiere “fundadas razones” es que podemos afirmar que se encuentra regulado en nuestra
legislación el registro personal extendido o “search”.
Más aun cuando se establece que “antes de su realización se invitará a la persona a que
exhiba y entregue el bien buscado, lo que implica necesariamente que se haya realizado
anteriormente el registro superficial o frisk, más aun de tratarse de sospecha de porte de
armas u objetos peligrosos, sostener que no existe diferencia entre el frisk y el search, pondría
en riesgo la actividad policial.
Por lo que se presume que una vez que se ordena el registro personal extendido es porque
existen fundadas razones para ello, esto es que un estándar mayor que una sospecha
razonable previa.
La práctica policial en nuestro país tiende a señalar que se hizo el registro personal en el
lugar de la intervención, en clara falta de distinción entre el registro personal superficial
(stop and frisk) y el search (registro personal extendido) al que hemos hecho referencia
anteriormente, a pesar de que la realidad del caso exige muchas veces que el sospechoso sea
trasladado a otro espacio para realizar el registro.
De esta manera en la casación 253-2013-Puno se señala que el registro personal debe ser
realizado en un contexto de respeto a la dignidad y pudor de la persona, en concordancia con
el artículo 210.2 del Código Procesal Penal, el cual precisa “el registro se efectuará respetando
la dignidad y, dentro de los límites posibles, el pudor de la persona. Corresponderá realizarlo
a una persona del mismo sexo del intervenido, salvo que ello importe demora en perjuicio
de la investigación”.
Si tal como hemos anunciado la necesidad de un espacio físico privado para realizar un
registro personal extendido, es claro que la mayor parte de ellos, no se podrá realizar en el
mismo lugar de la intervención, si es que este es público, salvo que lo buscado se encuentre al
alcance de la vista o en bolsillos. Lo usual entonces en los casos de una búsqueda extendida
debiera ser el traslado a un espacio físico que permita realizar el registro.
En este caso, el registro personal tiene por objetivo buscar la suma de dinero entregada, esto
es billetes previamente marcados o que contienen los reactivos químicos con los que ha sido
preparados, estos casos no requieren que la persona se desnude o se proceda a la revisión de
cavidades humanas, pues al tratarse de una entrega supervisada de dinero, lo lógico es que
el dinero esté inmediatamente en las manos o en los bolsillos del intervenido.
Según la sentencia casatoria, el artículo 210º del Código Procesal Penal establece que el
registro personal que realiza la Policía Nacional debe ser inmediato, señalando que “siempre
que se dé cuenta al representante del Ministerio Público, no podrá posponerse o dilatarse el
registro personal cuando haya razón fundada para considerar que el intervenido oculta en
su cuerpo o ámbito personal bienes relacionados al delito”.
De ese modo, se presume que el registro personal debió realizarse de manera inmediata,
lo cual no sucedió en este caso. La citada Casación señala que la prolongación del citado
registro puede ser viable si se omite dar cuenta al representante del Ministerio Público -lo
cual no es el caso atendiendo a que todo el operativo fue supervisado por la fiscalía- y
también cuando no se cuenta con garantías para su realización inmediata.
b) Presunción de juridicidad
Asimismo debemos dejar establecido que se presume la juridicidad de los actos realizados
por el funcionario policial que realiza el registro personal o vehicular, sin embargo ante el
cuestionamiento de su accionar corresponderá a los entes persecutores acreditar que existió
una sospecha razonable relacionado a un acto ilícito.
“Por ello se genera “una presunción” a favor de las acciones estatales por el valor
funcional que representa la legitimidad de sus actos, existiendo un interés en mantener
el principio de que el poder público se ejerce conforme a derecho”13.
13 ECHEVARRIA, Marcelo, Aplicación de los principios de “causa probable” y “sospecha razonable” ante la inminente
detención de un sospechoso sin orden judicial.
<http://www.terragnijurista.com.ar/doctrina/detencion_sospechoso.htm> Ultima consulta el 05.06.2017
Esta es entonces una presunción iure tantum, puesto que las actas realizadas gozan de
esta presunción de licitud. Si bien es cierto, que en la sentencia bajo comentario se señala
que posponer el registro conlleva a cuestionamientos de que los bienes no se encontraban
en posesión del registrado, ello no es tal, si es que existe inmediatez y continuidad en la
realización del registro y nos encontramos ante un simple traslado cuando resulte necesario.
La Casación señala que en casos de que se tenga que posponer el registro, el fiscal “garantizará
la cadena de custodia” hasta que sea posible la realización del registro. Este es un supuesto
poco convencional, dado que la cadena de custodia se inicia con el objeto hallado y no
antes, por lo que debemos entender que lo que se quiere con la utilización de esta expresión
es que se garantice el traslado del intervenido al ambiente adecuado bajo supervisión, sin
interrupciones, ni contacto con terceros que hagan presumir que se puede haber deshecho
de los bienes que porta o evitar la exclusión probatoria de lo obtenido en el registro por las
demoras incurridas que cuestionen que los bienes se encontraban en su poder.
3. PARTE RESOLUTIVA
c) Cuando existan otras razones suficientes que se sustenten (que impidan) mantener
y conseguir el objetivo registro.
10
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
SALA PENAL PERMANENTE
CASACIÓN Nº 626-2013
MOQUEGUA
SUMILLA:
Establecen doctrina jurisprudencial sobre la audiencia,
motivación y elementos (fumus delicti comisi, pena
probable, peligro procesal -peligro de fuga-) de la medida
de prisión preventiva.
Interviene como ponente el señor Juez Supremo José Antonio Neyra Flores.
ANTECEDENTES
Primero: Por disposición de veintiséis de septiembre de dos mil trece, de fojas dos, la Fiscalía
Provincial Penal Corporativa de Mariscal Nieto dispone formalizar y continuar con la
investigación preparatoria contra Marco Antonio Gutiérrez Mamani por la presunta comisión
del delito contra la Vida, el Cuerpo y la Salud - homicidio calificado, previsto en el inciso tres
del artículo ciento ocho de Código Penal, en agravio de Mirian Erika Aucatinco López.
Segundo: Mediante requerimiento del veintiséis de septiembre de dos mil trece, de fojas ciento
cincuenta y tres, también solicitó se declare fundado su requerimiento de prisión preventiva
contra Marco Antonio Gutiérrez Mamani por el plazo de nueve meses.
Tercero: El Segundo Juzgado de Investigación Preparatoria señaló como fecha para audiencia
el veintisiete de septiembre de dos mil trece, a las ocho horas. Producida y registrada a
fojas doscientos veinticuatro, por resolución de fojas doscientos veintiséis, resolvió declarar
fundada la prisión preventiva por el plazo de nueve meses en contra de Marco Antonio
Gutiérrez Mamani.
Sexto: Cumplido el trámite de traslados a los sujetos procesales por el plazo de diez días, se
emitió la Ejecutoria Suprema de calificación de casación del cinco de septiembre de dos mil
catorce, que declaró bien concedido el recurso de casación para el desarrollo de doctrina
jurisprudencial, por la causal de inobservancia de garantías constitucionales de carácter
procesal.
CONSIDERANDOS:
1. Aspectos generales
Primero: Conforme a la Ejecutoria Suprema del cinco de septiembre de dos mil catorce
-calificación de casación-, obrante a fojas setenta y siente del cuadernillo formado en
esta instancia, el motivo de casación admitido está referido al desarrollo de doctrina
jurisprudencial, por la causal de inobservancia de garantías constitucionales de carácter
procesal: sobre el tratamiento que debe dársele a los artículos doscientos sesenta y ocho y
doscientos sesenta y nueve del Código Procesal Penal, modificados y puestos en vigencia en
todo el territorio nacional, el diecinueve de agosto de dos mil trece, por la Ley número treinta
mil sesenta y seis, sobre la configuración del peligro procesal, y que se debe considerar para
calificar el peligro de fuga, además del arraigo en el país del imputado, su comportamiento
durante el procedimiento u otro anterior, la gravedad de la pena y magnitud del daño
causado, aspectos que se presentarían en el presente caso. ii) Para la debida evaluación y
concatenación de los elementos que configuran los presupuestos para el dictado de prisión
preventiva, a efectos de evitar la arbitrariedad en las decisiones judiciales, más si en el
presente caso el Colegiado Superior se sustentaría en argumentaciones no planteadas por
las partes durante la audiencia de apelación de prisión preventiva, lo que vulneraría los
principios de contradicción e imparcialidad judicial.
Segundo: Se imputa al investigado que: i) Entre las veintiún horas del dieciséis de septiembre
de dos mil once y las dos horas con veintinueve minutos del diecisiete del mismo mes y año,
encontrándose la agraviada al interior de un lugar cerrado y privado, desnuda, confiada en
el agresor, a quien le dio la espalda, es tomada por sorpresa por atrás, no dándole tiempo a
defenderse y estando premunido el agresor de un instrumento punzo cortante, compatible con
un cuchillo, procedió a seccionarle la arteria externa, vena yugular externa y vena tiroidea
superior, desgarrando parcialmente la yugular interna. Cortes que fueron ejecutados con
gran fuerza que lograron la sección completa a nivel de cartílago tiroideo, hasta generar una
luxofractura en la columna cervical y fragmentación a nivel del cuerpo vertebral izquierdo,
generándose un shock hipovolémico, a consecuencia de la hemorragia masiva por la lesión
de vasos de gran calibre. ii) Después, el victimario procedió a lavar completamente el
cadáver, lo vistió y una vez colocado el cuerpo en posición de cúbito dorsal, se colocó al lado
izquierdo y premunido de un instrumento procedió a inferirle las heridas punzopenetrantes
que presenta el cadáver en el tórax y abdomen. iii) Finalmente, procedió a abandonar el
cadáver en el fundo de propiedad de Lidia Colque Calisaya -extensión agrícola-, ubicada
en la avenida Paisajista s/n del sector El Rayo del Centro Poblado Los Ángeles, del cercado
de Moquegua, provincia de Mariscal Nieto, departamento de Moquegua (a doscientos
metros del Puente El Rayo). Antes de abandonar el lugar procedió a deslizar el pantalón y
ropa interior de la agraviada hasta la altura del muslo. El agresor dejó la silueta de dedos
de manos reflejadas en el cuerpo de la agraviada con el objeto de simular una supuesta
violación, llevándose consigo su celular. iv) Los hechos son atribuidos al investigado, pues
en su condición de ex enamorado de la agraviada -siendo ella quien habría terminado la relación
sentimental el día catorce de septiembre de dos mil once, por haber iniciado otra relación sentimental
con Julio André Alva Flores-; se negaba a terminar la relación bajo amenazas de “quitarse la
vida” y de “contar a los padres de la agraviada de las relaciones sexuales sostenidas con
Julio André Alva Flores” y la propia presión de seguir frecuentándolo como amigos.
B) Sobre la prognosis de pena, que la sanción para el delito de homicidio calificado superará
los cuatro años de pena privativa de libertad, pues la pena básica es de quince años de pena
privativa de libertad, hasta la cadena perpetua.
C) Sobre el peligro procesal, que no cuenta con arraigo laboral, familiar, ni domiciliario, al
no existir evidencia documental que advierta lo contrario, la gravedad de la pena privativa
de la libertad que se espera, es de quince a treinta y cinco años efectiva, la personalidad y
circunstancias en la intervención policial, la forma como se condujo para desaparecer las
evidencias y esconder la escena primaria del delito, con fines de no ser identificado, la gran
magnitud de daño causado, pues quitó la vida a la agraviada, lo que se magnifica por la
forma como se realizó no mostrando actitud alguna tendiente a reparar el daño ocasionado.
recibió llamadas telefónicas de ella, pero en realidad era el imputado que le obligaba a
decirle “a ti no te amo, amo a Marco Gutiérrez Mamani”. Cuando se vieron y la quiso abrazar
ella le dijo que mientras esto ocurriera quería mantener una distancia, también que el
imputado le había quitado los celulares, la tenía amenazada porque sabía que había
mantenido relaciones con el deponente, por lo que hacía lo que él quería. El día dieciséis ella
le contó que el día anterior, cuando llegó a su casa, encontró al imputado conversando con
su hermana. viii) Octavo, declaración de Ruth Mariela Escobar Masco, quien refiere que el
imputado el día quince había ido al Instituto a recoger a la agraviada, pero esta le comentó
que no quería saber de él, habían terminado la relación el día catorce, pero este no lo
aceptaba y la condicionó para frecuentarse como amigos. El día dieciséis la agraviada estuvo
en clases hasta las veintiún horas con quince minutos, cuando escuchó que el teléfono sonó
y salió de clases para atender la llamada y se retiró, ese mismo día el imputado la había
llamado insistentemente al celular, pero la agraviada no le contestaba. ix) Noveno, la
declaración de Carlos Tumbalobos Reaño, quien indicó que el día dieciséis, a las veintitrés
horas con treinta minutos, vio a la agraviada y al imputado en la esquina de la avenida La
Paz, frente a la empresa Cruz del Sur, ella se encontraba seria con los brazo cruzados y él
trataba de hablarle. x) Décimo, la declaración de Sara Milagros Alfaro Flores, quien señaló
que vio a la agraviada el dieciséis de septiembre al promediar las veintiún horas, subiendo a
un transporte público desde el Instituto hasta la intersección formada de la avenida Balta y
calle Ancash. xi) Décimo primero, el acta de levantamiento de cadáver que señala que la
muerte probablemente ocurrió entre quince a veinte horas. xii) Décimo segundo, el informe
pericial de necropsia médico legal, que advierte que la causa de la muerte es shock
hipovolémico, laceración cardiaca, diecinueve heridas punzocortantes. xiii) Décimo tercero, el
informe pericial ampliatorio de necropsia médico legal, que señala que el shock es a causa
de pérdida del veinte por ciento de volumen normal de sangre. xiv) Décimo cuarto, el informe
pericial ampliatorio de necropsia médico legal, que señala que no puede precisarse la
posición del agresor cuando infiere las lesiones del cuello. xv) Décimo quinto, tomas
fotográficas del levantamiento de cadáver. xvi) Décimo sexto, el informe de inspección
técnico criminal, sobre la ubicación de las manchas de sangre, apreciándose que los hechos
no ocurrieron en el lugar donde se produce el levantamiento de cadáver. xvii) Décimo
séptimo, la pericia de biología forense. xviii) Décimo octavo, la pericia física, sobre los cortes
de la ropa de la víctima. xix) Décimo noveno, el acta de recojo de evidencias. xx) Vigésimo, el
informe de inspección técnico criminal, sobre el lugar donde fue hallado el cadáver, se señala
que una vez posicionado el cadáver, el presunto victimario deslizó el pantalón hacia la parte
inferior para simular una violación. xxi) Vigésimo primero, la declaración de Julio César
Briceño López, quien encontró a Diana Pamela Aucatinco López alterada y a Marco Antonio
Gutiérrez Mamani cansado, con ojos rojos, como si no hubiera dormido. xxii) Vigésimo
segundo, la declaración de Janet Ángela Mamanchura Cuela, vecina de la víctima, señala
que le preguntó al imputado por la víctima y dijo no saber nada, estaba nervioso, con voz
ronca, decaído, tenía ojeras, ojos rojizos, no decía nada. xxiii) Vigésimo tercero, el informe
número doscientos noventa y siete- dos mil once-XI-DIRTEPOL, efectuada a la habitación del
imputado. xxiv) Vigésimo cuarto, el acta de aplicación de reactivo de luminol en el domicilio
del imputado. xxv) Vigésimo quinto, reporte de llamadas telefónicas del celular del imputado.
xxvi) Vigésimo sexto, reporte de llamadas telefónicas del celular de la agraviada. xxvii)
Vigésimo séptimo, el acta de intervención policial de fojas ochenta y cinco. xxviii) Vigésimo
octavo, el informe policial número cero cero ocho-dos mil trece- RPS-DIRTEARE. xxix)
Vigésimo noveno, el informe policial número ciento veinticuatro -dos mil trece- REGPOSUR-
DIRTE-MOQ/DIVICAJ. xxx) Trigésimo, el perfil criminológico contenido en la evaluación
psicológica que señala que el lugar de los hechos es cerrado y se pueden manipular pruebas,
agredió a la víctima en un lugar donde se sentía seguro, protegió su identidad, se apoyó de
terceros para transportar el cuerpo, la víctima se sintió confiada en el agresor, el agresor usó
el factor sorpresa, actuó con brutalidad, sadismo y furor homicida, es celoso, controlador y
manipulador. El relato del imputado no reúne los criterios de credibilidad y posee una
personalidad mixta obsesivo-compulsivo. xxxi) Trigésimo primero, el acta de inspección
técnico policial. xxxii) Trigésimo segundo, el informe número ciento ochenta y seis-dos mil
trece-REGPOSUR-DIRTEPOL-M/OFRICRI. xxxiii) Trigésimo tercero, la declaración testimonial
de Crystian Raúl Valdez Flores. xxxiv) Trigésimo cuarto, la declaración testimonial de Henry
Erickson Cruz Gallegos. xxxv) Trigésimo quinto, la declaración de Marco Antonio Gutiérrez
Mamani. xxxvi) Trigésimo sexto, la ampliación de declaración del imputado.
B) Sobre la prognosis de pena, esta no será menor de quince años de pena privativa de
libertad, al no existir circunstancias que hagan prever una atenuación inferior a cuatro años.
C) Sobre el peligro procesal, luego de resumir lo que dice la Fiscalía y defensa señala que
“por todo ello se tiene la gravedad de la pena, cuyo extremo mínimo es de quince años, lo que
permite establecer que el procesado podría interferir y obstaculizar la investigación judicial y
Fiscal, debiendo restringirse su libertad locomotora por el plazo de nueve meses”.
Quinto: En su recurso de apelación la defensa del imputado alegó que: i) Solo existen indicios
y presunciones sobre su responsabilidad. ii) Las testimoniales no guardan legalidad o firmeza
como medios de prueba. iii) El juez solo se limitó a efectuar una repetición de la exposición
literaria de hechos imaginados por el Ministerio Público, basadas en testimoniales sin valor
y contradictorias; sin considerar la prueba directa e incuestionable, como los resultados
de las pericias biológicas, las muestras de luminol. Por lo que no existe elemento grave de
convicción que determine la responsabilidad penal. iv) Quienes crían gallos en Moquegua
son varias personas, no sólo él, por lo que la “teoría del gallo” no tendría mayor valor. v) No
se tomó en cuenta los documentos adjuntados que acreditan su arraigo familiar, domiciliario
y laboral.
previas, por lo que se concluye que el imputado fue la última persona que vio a la víctima
antes de su desaparición, aún cuando dijo que estuvo en otro lugar, lo que es un indicio
de mala justificación. Como indicio de móvil delictivo se tiene el rompimiento de relaciones
sentimentales, así el propio acusado refirió que estas terminaron porque la encontró con
Julio Alva Flores y descubrió, a leer su celular, que estos mantenían relaciones sexuales. El
padre de la agraviada refirió que su hija Pamela mencionó que el imputado habría dicho que
si terminaban se iba a suicidar. Por su parte Julio André Alva Flores confirmó el encuentro
que tuvieron los tres el ocho de septiembre de dos mil once. Como indicios de personalidad,
la hermana de la víctima resaltó la personalidad posesiva y dominante del investigado con
su hermana, lo que corrobora Alva Flores, pues el imputado le había quitado dos celulares y
“se puso como loco diciendo que se quería matar”, asimismo, los resultados de la evaluación
psicológica concluye que el imputado presenta personalidad mixta obsesivo, compulsivo,
paranoide y que el relato brindado por este no reúne los criterios de credibilidad, es poco
consistente, sin descripción episódica y es contradictoria, lo que es evidente en relación a
la negativa de haber visto a la víctima el día anterior. v) Estos actos vinculan al imputado
con los hechos, pues fue la última persona con la que estuvo la víctima, tiene personalidad
dominante y agresiva con su enamorada, generándole dependencia emocional, que se
tradujeron en rupturas y reconciliaciones, no desprovistas de rencores por la nueva relación
sentimental de la víctima, lo que hacen inclinar la balanza frente a su negativa expresa
de cualquier encuentro previo a la desaparición de la víctima. vi) En cambio, no resulta de
recibo la versión de la defensa respecto a la prueba científica (luminol, ausencia de fluidos
corporales), pues la teoría del Fiscal sugiere que el delito se realizó en lugar distinto donde
esta fue hallada. vii) Las circunstancias previas y el motivo suficiente concurren para poder
vincular al imputado con la comisión del delito con un alto grado de probabilidad estando
en etapa de investigación.
C) En cuanto al peligro procesal señaló que: i) El a quo estimó que existe peligro de
obstaculización por la gravedad de la pena y porque el imputado puede influenciar en
los testigos para que informen falsamente. ii) Las afirmaciones del peligro procesal no
se sustentan en datos objetivos obtenidos en actos iniciales de la investigación, solo en
presunciones, en cambio, la penalidad alta debe estar vinculada a algún dato objetivo.
iii) El arraigo no fue material de pronunciamiento por el a quo, pese a que se presentaron
documentales, de las cuales se obtiene que el imputado vive en el Fundo Quebrada Onda,
en compañía de sus padres y abuelo, actualmente no tiene trabajo, pero con anterioridad
sí, en Angloamerican, Inco Servicios e IST José Carlos Mariátegui. iv) La investigación data
del diecisiete de septiembre de dos mil once, formalizándose el veintiséis de septiembre de
dos mil trece. El diecinueve de septiembre de dos mil once el imputado declaró, a dos días
de ocurrido los hechos, su habitación fue sometida a pericias de aplicación del reactivo
de luminol en la misma fecha. El seis de marzo de dos mil doce se le extrajeron muestras
sanguíneas e hisopado bucal para análisis de perfiles genéticos y cromosomas sexuales, su
secreto telefónico fue levantado el mes de octubre de dos mil once, sin desdén ni negativa
de su parte, lo cual valorado conjuntamente permite inferir una sumisión a la investigación
que ha durado más de dos años, si en este plazo no hubo peligro de fuga, ¿cómo se puede
materializar en ésta oportunidad? v) Sobre la posibilidad de obstrucción en relación a los
testigos, no se cuenta con información de la existencia de amenazas, agresiones o coacciones
que haya realizado el imputado para impedir que declaren con verdad.
Décimo: La libertad ambulatoria puede ser limitada dentro del proceso penal a efectos de
asegurar sus fines. Esta es la justificación de la imposición de una medida cautelar personal
como la prisión preventiva.
Décimo segundo: La prisión preventiva solo se decreta cuando existe peligro que el imputado
se pueda sustraer del proceso y no se llegue a una sentencia de fondo, así como cuando existe
afectación a la actividad probatoria, son los llamados peligro de fuga y de obstaculización
probatoria.
Décimo tercero: El artículo doscientos sesenta y ocho del Código Procesal Penal
regula los requisitos para adoptar esta medida, al señalar que el Juez, a solicitud del
Ministerio Público, podrá dictar mandato de prisión preventiva, si atendiendo a los
primeros recaudos sea posible determinar la concurrencia de los siguientes presupuestos:
A) Que existen fundados y graves elementos de convicción para estimar razonablemente la comisión de
un delito que vincule al imputado como autor o partícipe del mismo.
B) Que la sanción a imponerse sea superior a cuatro años de pena privativa de libertad.
C) Que el imputado, en razón a sus antecedentes y otras circunstancias del caso particular, permita
colegir razonablemente que tratará de eludir la acción de la justicia (peligro de fuga) u obstaculizar la
averiguación de la verdad (peligro de obstaculización).
Décimo cuarto: Los artículos doscientos sesenta y ocho al doscientos setenta y uno del
Código Procesal Penal, desde el veinte de agosto de dos mil trece, se encuentran vigentes
en todo el país por la Ley número treinta mil setenta y seis y traslada la circunstancia de
pertenecer a una organización criminal, ubicándola correctamente como un elemento de
peligro procesal.
Décimo sexto: Es importante la audiencia para tomar una decisión, pues durante la
investigación preparatoria o etapa intermedia las partes sustentan sus pretensiones a
través de los principios citados, y el Juez debe cumplir una función activa en busca de la
mayor información y de la mejor calidad, que le permita la resolución, lo que se aplica en
la audiencia de prisión preventiva, previsto en el inciso uno del artículo doscientos setenta y
uno del Código Procesal Penal.
Décimo octavo: Lo primero que se tratará será sobre los graves y fundados elementos
de convicción. El Fiscal relatará los hechos y argumentará la intervención del imputado,
sobre la base de los elementos materiales obtenidos, que sustentaran sus dichos. El Juez
dará la palabra a la defensa para que exponga lo necesario. Siendo la función del Órgano
Jurisdiccional hacer la audiencia, captar la información y expedir resoluciones orales y
escritas, su labor de dirección es central evitando desvíos en la discusión de derechos que
no corresponden a la naturaleza de la audiencia, proveyendo garantías, pero también
Décimo noveno: Así controlará los tiempos, focalizará que las partes se refieran a un tema
específico, haya la mayor contradicción porque la contraparte recordará íntegramente lo
que se acaba de argumentar y podrá refutarlo y el Juez hacer las preguntas aclaratorias que
estime.
Vigésimo: Una vez agotada la discusión del primer requisito, habiendo el Juez logrado la
información que requiere, dará la palabra al Fiscal para continuar con la prognosis de pena
a imponer, bajo los mismos términos.
solo así es posible evaluar si el Juez Penal ha obrado de conformidad con la naturaleza
excepcional, subsidiaria y proporcional de la medida (sentencias recaídas en los expedientes
números mil noventa y uno-dos mil dos-HC/TC y recientemente en el número mil ciento
treinta y tres-dos mil catorce-PHC/TC), lo que debe cumplirse en todos los actos antes
señalados. iii) En el estudio independencia judicial insuficiente, prisión preventiva deformada.
Los casos de Argentina, Colombia, Ecuador y Perú, que recoge estudios coordinados por Due
Process of Law Foundation, se señala como una recomendación hecho en el marco del
estudio comparativo, que el uso arbitrario o inmotivado de la prisión preventiva debe ser
perseguido y sancionado mediante procesos disciplinarios y, en su caso, procesos penales1.
1 PÁSARA, Luis. “La prisión preventiva y el ejercicio de la independencia judicial. Análisis comparativo”. En: Due
Process of Law Foundation. Independencia judicial insuficiente, prisión preventiva deformada. Los casos de
Argentina, Colombia, Ecuador y Perú. Due Process of Law Foundation, Washington, D.C., 2013, p. 27. Disponible
en: <http://www.dplf.org/es/resources/independencia-judicial-insuficiente-prisión-preventiva-deformada-los-
casos-de-argentina>.
2 Conforme al artículo 122 del Código Procesal Penal, que establece que se deben fundamentar las disposiciones
y requerimientos y el artículo cuatro de la Directiva número dos- dos mil trece- MP-FN (Actuación Fiscal en
la prisión preventiva conforme al Código Procesal Penal del dos mil cuatro, puesto en vigencia mediante
ley número 30076), que indica que el requerimiento de prisión preventiva constará en un documento aparte
debidamente fundamentado.
3 En ese sentido, la Comisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha referido en el informe 2/97, que
la presunción de culpabilidad de una persona no solo es un elemento importante, sino una condición sine qua
non para continuar la medida restrictiva de libertad. LLOBET RODRÍGUEZ, Javier. La prisión preventiva. Límites
constitucionales. Tercera edición. Editorial Jurídica Continental, San José, 2010, pp. 155 y 156.
probatoria, para poder adoptarla es necesario que exista un grado de confirmación sobre la
realidad del delito y la vinculación del imputado.
Vigésimo séptimo: Para la adopción de la prisión preventiva no se exige que se tenga la certeza
sobre la imputación, solo que exista un alto grado de probabilidad4 de la ocurrencia de los
hechos, mayor al que se obtendría al formalizar la investigación preparatoria5; valiéndose de
toda la información oralizada y acopiada hasta ese momento (primeros recaudos).
Vigésimo octavo: Sobre los actos de investigación se debe realizar un análisis de suficiencia
similar al que se hace en la etapa intermedia del nuevo proceso penal6, se deben evaluar
individualmente y en su conjunto, extrayendo su fiabilidad y aporte, a efectos de concluir
si es que la probabilidad sobre el hecho es positiva. En caso que el Fiscal se base en prueba
indiciaria, deben cumplirse los criterios contenidos en la Ejecutoria Vinculante recaída en el
Recurso de Nulidad número mil novecientos doce-dos mil nueve-Piura, de seis de septiembre
de dos mil cinco7.
4 La probabilidad significa un acercamiento plausible al éxito de la acción emprendida, esto es, el juicio de sujeto
cognoscente quien estima haberse acercado al resultado buscado, el conocimiento de la verdad, aunque
reconoce no haberlo alcanzado totalmente; en otras palabras, no está convencido de estar en posesión de la
verdad, pero cree que se ha aproximado bastante a ella. La probabilidad, conforme a su grado es positiva o
negativa, según que los elementos de prueba que confirman la hipótesis superen a aquellos que la rechazan,
aunque sin descartar absolutamente la solución contraria y viceversa. Intuitivamente, certeza o certidumbre
se diferencia cualitativamente de probabilidad, pero la diferencia no es tan notable si exigimos una gran
probabilidad. MAIER, Julio. Derecho Procesal Penal. Fundamentos. Tomo I. Segunda edición, Editores del Puerto,
Buenos Aires, 2004, pp. 843-847.
5 ORE GUARDIA, Arsenio. Manual de Derecho Procesal Penal. Las medidas de coerción en el proceso penal. Tomo
II. Editorial Reforma, Lima, 2014, p. 145.
6 Como señala Asencio Mellado, el fumus boni iuris hace referencia a una apariencia jurídica de responsabilidad
del imputado (…) No basta, pues, aunque la dificultad de concreción de estos criterios subjetivos de valoración
es elevada, la concurrencia en el caso de meros indicios escasamente contrastados o de sospechas genéricas;
se exigen, pues, elementos de convicción, pruebas directas o indirectas que sean plurales, coincidentes en un
mismo resultado y fundadas. Esto tampoco significa que haya de concurrir la misma certeza y datos objetivos
que los necesarios para producir una condena, entre otras cosas porque, en un momento inicial del proceso
no existen pruebas en sentido estricto. Pero si, en definitiva, un juicio de probabilidad razonable y asentado
en criterios objetivos suficientes. ASENCIO MELLADO, José María. “La regulación de la prisión preventiva en el
Código Procesal Penal del Perú”. En: Cubas Villanueva, Víctor; Doig Díaz, Yolanda y Quispe Farfán, Fany Soledad
(coordinadores). El nuevo proceso penal. Estudios fundamentales. Palestra, Lima, 2005, p. 513.
7 La Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República en el citado Recurso de Nulidad,
emitió Ejecutoria Vinculante respecto a la prueba indiciaria señalando que los elementos de esta son las referidas
al indicio y la inferencia lógica, debiendo cumplirse las siguientes reglas: i) Ha de estar plenamente probado por
Trigésimo primero: El artículo cuarenta y cinco-A del Código Procesal Penal, adicionado
por la Ley número treinta mil setenta y seis, establece que la pena se aplica por tercios,
inferior, intermedio y superior; será sobre la base de tres factores: a) Circunstancia generales
atenuantes y agravantes, establecidos en el artículo cuarenta y seis, incisos uno y dos,
incorporado por la Ley citada. b) Causales de disminución o agravación de la punición,
siendo las primeras el error de prohibición vencible (artículo catorce del Código Penal), error de
prohibición culturalmente condicionada vencible (artículo quince del Código Penal), tentativa
(artículo dieciséis del Código Penal), responsabilidad restringida de eximentes imperfecta de
responsabilidad penal (artículo veintiuno del Código Penal), responsabilidad restringida por
la edad (artículo veintidós del Código Penal), complicidad secundaria (artículo veinticinco del
Código Penal), y los segundos agravante por condición del sujeto activo (artículo cuarenta y
seis-A del Código Penal), reincidencia (artículo cuarenta y seis-B del Código Penal), habitualidad
(artículo cuarenta y seis-C del Código Penal)9, uso de inimputables para cometer delitos (artículo
cuarenta y seis-D del Código Penal), concurso ideal de delitos (artículo cuarenta y ocho del Código
Penal), delito masa (artículo cuarenta y nueve del Código Penal), concurso real de delitos (artículo
cincuenta del Código Penal), concurso real retrospectivo (artículo cincuenta y uno del Código Penal).
Asimismo, se debe tener en cuenta la regla establecida en el artículo cuarenta y cinco del
Código Penal y las fórmulas de derecho premial, como confesión, terminación anticipada
los diversos medios de prueba que autoriza la Ley, pues de lo contrario sería una mera sospecha sin sustento real
alguno. ii) Deben ser plurales, o excepcionalmente únicos pero de una singular fuerza acreditativa. iii) Deben ser
concomitantes al hecho que se trata de probar. iv) Deben estar interrelacionados, cuando sean varios, de modo
que se refuercen entre sí y que no excluyan el hecho consecuencia.
8 DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo. La prisión preventiva en el Nuevo Código Procesal Penal. Ara, Lima, 2008, p. 47.
9 Estos últimos (reincidencia y habitualidad), solo pueden valorarse para este elemento, pues en otro supondría un
anticipo de pena o responsabilidad de autor.
del proceso, conformidad del acusado con la acusación y colaboración eficaz. Este listado no
es taxativo, por lo que el Juez puede fundarse en otra circunstancia que modifique la pena,
siempre que lo justifique en la resolución.
Trigésimo segundo: Será desproporcional dictar una medida de prisión preventiva a quien
sería sancionado con una pena privativa de libertad suspendida, estableciendo el artículo
cincuenta y siete del Código Penal que podría ser cuando la pena sea menor de cuatro años
y no hay proclividad a la comisión de delitos.
7.1. Arraigo
Trigésimo sexto: El primer inciso del referido artículo, establece una serie de situaciones de
las que se debe extraer la presencia o no de arraigo. Este elemento exige establecerse de
manera permanente en un lugar, vinculándose a personas y cosas10. El Código Procesal Penal
señala que el arraigo en el país del imputado está determinado por el domicilio, residencia
habitual, asiento de la familia y de sus negocios o trabajo y las facilidades para abandonar
definitivamente el país o permanecer oculto.
Trigésimo séptimo: Toda vez que los criterios para establecer peligro procesal no son
taxativos, tampoco los del arraigo. El Tribunal Constitucional en la sentencia recaída en el
expediente número mil noventa y uno-dos mil dos-HC/TC11, señaló que la posesión de bienes
generaba arraigo12, de ahí que el Juez pueda considerar otro elemento para considerarlo,
siempre que lo justifique en su resolución.
Trigésimo octavo: Como señala del Río Labarthe13 estas especies de arraigo (familiar, laboral,
posesión y titularidad de bienes) son criterios que antes que justificar la prisión preventiva,
en realidad desincentivan la fuga del imputado; sin embargo, su ausencia también permite
valorar, con otros factores, el riesgo de fuga.
10 GUTIÉRREZ DE CABIEDES, Pablo. La prisión provisional. Thomson- Aranzadi, Navarra, 2004, p. 151.
11 STC EXP. Nº 1091-2002-HC/TC, caso Silva Checa, del 12.08.02.
12 La STC EXP. Nº 5490-2007-HC/TC, caso Rodríguez Domínguez, de 27.11.07, expresó que el Juez emplazado no tuvo
en consideración distintos elementos significativos para determinar el grado de coerción personal que debió
imponérsele al recurrente, como fueron sus valores como hombre de Derecho, su producción intelectual, su
ocupación profesional en el campo legal, su manifiesto arraigo familiar y otros que, razonablemente, le hubiesen
permitido al demandado descartar la más mínima intención del actor de ocultarse o salir del país.
13 DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo. “La prisión preventiva en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional”. En
HURTADO POZO, José (Director). Anuario de Derecho Penal. Temas penales en la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2008, p. 112.
Cuadragésimo sexto: La ley citada modifica este criterio, ahora lo que se debe valorar es:
La magnitud del daño causado y la ausencia de una actitud voluntaria del imputado para
repararlo. El contenido de la primera parte de este criterio sigue siendo confuso, pues se
14 DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo. La prisión preventiva en el nuevo Código Procesal Penal. Ob. Cit., p. 58.
podría entender como un referencia a la forma de realización del ilícito penal, a la especial
violencia o gravedad con que se ha cometido, lo que directamente supondría un criterio que
quiere evitar el riesgo de una posible reiteración delictiva15, lo que es inaceptable en una
medida cautelar, que no se orienta en fines preventivos propios de la pena, sino en el peligro
procesal. Esto se agravaría si se considerara que a lo que hace referencia es a la reacción que
el delito produce en la sociedad, la repulsa ante la comisión de ciertos hechos, pues en este
caso la prisión preventiva constituiría una sanción que satisface a la sociedad, a la par de
una medida de seguridad de carácter preventivo16.
Quincuagésimo: La reparación del agraviado poco tiene que ver con el peligro procesal,
sin embargo, atendiendo a una correcta interpretación, la actitud del imputado luego de
cometido el delito ayudará a acreditar su buena conducta en el proceso penal.
15 ASENCIO MELLADO, José María. La prisión provisional. Tesis presentada a la Universitat d’ Alacant, para
optar el grado académico de Doctor. Alicante, 1986, pp. 111 y 112. Disponible en: <http://rua.ua.es/dspace/
handle/10045/3483>
16 Criticando la STC 0791-2002-PHC/TC, vide: DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo. “La prisión preventiva en la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional”. Ob. Cit., p. 115. También: ASENCIO MELLADO, José María. La prisión
provisional. Ob. Cit., p. 113.
Quincuagésimo segundo: También se deben analizar las conductas que fuera del tipo penal
ocurren con inmediatez al hecho, por ejemplo, la persona que luego de cometer el delito,
consciente de ellos fuga del lugar de los hechos.
Quincuagésimo cuarto: La segunda parte de este criterio (en otro procedimiento anterior),
debe ser analizado con mayor rigurosidad, pues se hace la prognosis sobre un comportamiento
anterior y lejano, que debe ser evaluado de conformidad con otros presupuestos del peligro
de fuga. Asimismo, el hecho que en un anterior proceso se le impuso una prisión preventiva
(o mandato de detención), no autoriza al Juez a imponer, por su mérito, una en el actual
proceso.
Quincuagésimo quinto: En el caso de autos, se advierte como hecho imputado por el Fiscal
que el investigado, luego de cometer el delito, procedió a lavar completamente el cadáver,
para luego vestirlo y una vez colocado el cuerpo en posición de cúbito dorsal, se puso al
lado izquierdo y premunido de un instrumento punzocortante procedió a inferirle las heridas
punzopenetrantes que presenta el cadáver en el tórax y abdomen. Finalmente, abandonó el
17 Vide: DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo. La prisión preventiva en el nuevo Código Procesal Penal. OB. Cit., pp. 59
y 60; y, PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rául. Exégesis del Nuevo Código Procesal Penal. Rhodas, Lima, p.
716, citado por PÉREZ LÓPEZ, Jorge. “El peligro procesal como presupuesto de la medida coercitiva personal
de prisión preventiva”. En: Urquizo Videla, Gustavo y Peña Suasnabar, Jony (coordinadores). Estudios sobre
medidas limitativas de derechos y medidas cautelares en el proceso penal. Gaceta Jurídica, Lima, 2011, p. 368
y 369. El Tribunal Constitucional en la STC recaída en el Exp. Nº 03075-2010-PHC/TC señaló que el imputado,
en razón de sus antecedentes y otras circunstancias del caso particular, permite colegir razonablemente que
tratará de eludir la acción de la justicia (peligro de fuga) u obstaculizar la averiguación de la verdad (peligro
de obstaculización), pues el recurrente no ha concurrido a la audiencia de prisión preventiva programada
con fecha 7 de mayo de 2010 a horas 08:30 am, pretendiendo frustrar dicha diligencia impostergable con la
presentación por mesa de partes de un certificado médico particular suscrito por un Gineco Obstetra (especialista
en enfermedades femeninas) mediante escrito firmado por su abogado defensor, el mismo día de la diligencia
a horas 08:45 am, dejando constancia la Sala que dicho escrito ha sido firmado por el recurrente quien habría
tenido tiempo para acudir tanto donde su abogado así como al consultorio médico, siendo descartada su
supuesta enfermedad (infección urinaria) por el médico legista, todo ello aunado a que el recurrente no asiste
a las diligencias como son la visualización de video y tampoco ha pagado la caución impuesta en primera
instancia, así como ha pretendido devolver la cédula de citación de audiencia, lo que evidencia un claro
propósito de entorpecer el curso normal del proceso, constituyendo ello un claro peligro procesal.
18 ORÉ GUARDIA, Arsenio. Ob. cit; p. 59.
Quincuagésimo octavo: Para fundamentar este extremo no basta con indicar que existe una
organización criminal, sino sus componentes (organización, permanencia, pluralidad de
imputados e intención criminal), así como la vinculación del procesado. Asimismo, motivar
qué peligro procesal se configuraría al pertenecer a esta organización.
Sexagésimo primero: El otro agravio del Fiscal se sustenta en que el imputable señaló “haber
sido citado en varios oportunidades”, por lo que la Sala consideró que no habría peligro de
obstaculización probatoria, pero esto no fue alegado por la defensa del imputado, de ahí que
oficiosamente obtuvo información del expediente judicial.
Sexagésimo quinto: Como señala el artículo ciento cincuenta y cuatro del Código Procesal
Penal la nulidad de un acto anula los efectos o actos consecutivos que dependen de él. En ese
sentido, los vicios hallados en las resoluciones cuestionadas tienen directa vinculación con el
requerimiento del Fiscal, por lo que deben acarrear tal consecuencia para ambos y emitirse
un nuevo pedido Fiscal y sustentarse en una nueva audiencia, puesto que la estimación
del recurso de casación solo trae consigo un juicio rescindente -inciso primero del artículo
cuatrocientos treinta y tres del Código Procesal Penal-.
Sexagésimo séptimo: La Sala Penal no valoró toda la información que se desprendía del
caso, como la actitud del imputado de modificar la escena del crimen, tratando de confundir
un caso de homicidio calificado con uno de violación sexual, que, como se indicó, implica
un peligro de obstaculización probatoria que debe ser evaluada con otros elementos
configuradores del peligro de fuga como la gravedad de la pena.
Sexagésimo noveno: Esto implica una motivación aparente de la resolución (que se presenta
cuanto la resolución no da cuenta de las razones mínimas que sustentan la decisión, intentando dar un
cumplimiento formal al mandato de motivación, amparándose en frases sin ningún sustento fáctico o
jurídico), toda vez que no se puede afirmar por el solo mérito de la gravedad de la pena que
el imputado se dispondrá a realizar actos en contra de la investigación, y por ello el Juez de
la investigación Preparatoria no indicó en qué consistiría la posible obstrucción probatoria;
vulnerando de esta forma la motivación de las resoluciones señalado en los considerandos
anteriores, específicamente, lo previsto en el artículo doscientos setenta y uno, inciso tres,
del Código Procesal Penal que señala: “El auto de prisión preventiva será especialmente
motivado, con expresión sucinta de la imputación, de los fundamentos de hecho y de derecho
que lo sustente, y la invocación de las citas legales correspondientes”.
Septuagésimo primero: Esta medida cautelar exige una especial fundamentación, que
justifique pormenorizadamente su adopción, lo que se logra con el método de audiencia
desarrollado.
DECISIÓN
II. ORDENARON que otro Juzgado de Investigación Preparatoria cumpla con dictar nueva
resolución previa audiencia con las garantías conforme a la parte considerativa.
III. DISPUSIERON que la presente sentencia casatoria se lea en audiencia pública por
intermedio de la Secretaria de esta Suprema Sala Penal; y, acto seguido, se notifique a todas
las partes apersonadas a la instancia, incluso a las no recurrentes.
V. ORDENAR se transcriba la presente Ejecutoria a las Cortes Superiores de Justicia del Perú,
para su conocimiento y fines, y se publique en el diario oficial “El Peruano”.
VI. MANDARON que cumplidos estos trámites se devuelvan los autos al órgano jurisdiccional
de origen, y se archive el cuaderno de casación en esta Corte Suprema.
S.S.
VILLA STEIN
RODRIGUEZ TINEO
PARIONA PASTRANA
NEYRA FLORES
LOLI BONILLA
SUMILLA:
Las medidas de coerción procesal y, sobre todo, la referida a la prisión preventiva ocupa
un lugar especial en la mesa de discusiones del Derecho Procesal Penal. Tan es así que
el magistrado del Tribunal Supremo español ANDRÉS IBÁÑEZ ha calificado a la prisión
preventiva como el verdadero “problema” por antonomasia del proceso penal1. No hay que
olvidar, pues, que, por un lado, los efectos de su imposición son semejantes a los efectos
propios de la pena, ya que produce una innegable afectación del derecho a la libertad del
justiciable que deviene justamente en irreparable –a diferencia de lo que sucede con la
imposición de medidas de coerción procesal de carácter real–; mientras que, por el otro, la
prisión preventiva constituye una medida necesaria para garantizar la consecución de los
fines del proceso2. A razón de esto último, PASTOR considera a la prisión preventiva como
una “amarga necesidad”3.
Esta breve descripción no hace otra cosa que evidenciar la situación de diálogo tensional
entre la prisión preventiva y la presunción de inocencia como regla de tratamiento que asiste
al imputado. Desde hace mucho se escucha la denuncia del uso inadecuado y antojadizo
1 ANDRÉS IBÁÑEZ, Perfecto, “Presunción de inocencia y prisión sin condena”, Cuadernos de Derecho Judicial:
Detención y prisión provisional, 1996/XVIII, p. 17.
2 ORÉ GUARDIA, Arsenio. Op. cit., p. 121.
3 PASTOR, Daniel, “La prisión preventiva. Problemas actuales y soluciones”, en AA.VV., La prueba, reforma del
proceso penal y derechos fundamentales, Lima, Jurista, 2007, p. 166.