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Introducción
Los métodos y técnicas de evaluación dependen del sentido y la forma que le demos a
la evaluación. No obstante, necesitamos instrumentos, estrategias y sugerencias
prácticas sobre las formas y situaciones en que se puede realizar la evaluación en
este ámbito, para el que no contamos con una tradición y un cuerpo de conocimientos
ni con unas técnicas de evaluación. Como reconocía Tyler (1986: 79), «la mayor parte
del trabajo sistemático en evaluación educativa se ha dirigido a la evaluación del
aspecto cognitivo de los alumnos en información, conocimientos, o más sencillamente,
en habilidades académicas». En efecto, en general, no existen manuales o artículos
dedicados y estructurados específicamente para lo que pretendemos en cuanto a
actitudes y valores en el currículo de la Reforma educativa. Lo que se ha hecho en
evaluación hasta este momento proviene de estas fuentes principales: a) técnicas
derivadas de la psicología, sobre todo de la Psicología Social (por ejemplo', escalas de
medida de actitudes o valores); b) algunos métodos y técnicas -escasos- procedentes de
la evaluación de objetivos del ámbito afectivo, que por su procedencia conductista ne-
cesitan ser revisados; c) métodos específicos de programas de educación moral (por
ejemplo, educación moral evolutiva de Kohlberg), pero -por eso mismo- poco
transferibles fuera del contexto específico o sin asumir sus presupuestos o
metodología (Mestre, Pérez-Delgado y Motto, 1991); d)
Conjunto de técnicas derivadas de la evaluación educativa naturalista o cualitativa,
como metodología observacional, de gran utilidad, debidamente contextualizadas.
Entendemos como evaluación naturalista las observaciones de los fenómenos dentro y
en relación con los contextos naturales en que ocurren.
El tercer principio prima la labor conjunta del centro como el verdadero contexto
formativo en actitudes y valores.
El horizonte último de la evaluación en este ámbito apunta a examinar/revisar
críticamente, de modo colegiado en el centro, los aspectos organizativos, de
relaciones sociales y contextos en el aula-centro que están favoreciendo una de-
terminada educación en valores. Comprometerse en una educación crítica, sin dejar
al arbitrio del azar la reproducción de los valores dominantes, significa plantearse,
conjuntamente a nivel de centro, a qué tipo de sociedad, modelo de hombre e
intereses-ideología está sirviendo el tipo de relaciones sociales y educativas que se
están dando en el centro, y en qué medida debemos introducir cambios orientados a la
mejora. El Proyecto de Centro debe establecer vías, consensos y ulteriores
compromisos para que no haya contradicción entre lo que se hace en clase y lo que se
vive en el centro. El tema del «currículo oculto» puede servir así a fines críticos:
reflexionar en los efectos sutiles y en la dimensión educativa que corre paralela a las
experiencias escolares que le ofrece al alumnado la vida escolar. Entonces es cuando
estaremos planteándonos la educación en su dimensión más global y profunda:
contribuir a edificar la conciencia de personas libres y autónomas.
Las actitudes que un alumno muestra hada sus profesores, compañeros, asignaturas, etc.,
el grado de interés que los objetivos del curso o la unidad y las actividades programadas, así
como los recursos, etc., despiertan en él, la satisfacción que se puede sentir por asistir y
permanecer en el centro, etc., son ámbitos del comportamiento que se escapan a la evaluación
dentro de una situación formalizada, pues en la misma el alumno tiende a ofrecer más la
imagen que quiere que tengan los demás de él que la que en realidad él tiene o desearía tener.
Nadie mejor que el profesor, que convive a diario varias horas con los alumnos, para practicar
este método general de recogida de datos que es la observación.
No sólo se trata de observar pasivamente, de modo sistemático, actitudes o valores
manifestados, sino sobre todo de crear situaciones (debates, asambleas, trabajos
cooperativos en grupos, salidas en grupo, dramatizaciones, etc.) que sean educativas en
sí mismas para los valores que deseamos promover, al tiempo que den lugar a
manifestaciones susceptibles de observación. En todos estos casos, intentamos observar
a los alumnos desde una mirada externa que está inmersa en el grupo (observación
participante) y, al tiempo, como observadores que están incluidos en la descripción
(auto observación). Más que describir como antropólogos los sucesos del aula-centro,
se trata de observar como miembros de la propia situación. En este sentido, aprender a
ver es saber cómo actuar; el profesor, como observador, es al mismo tiempo un actor.
• Observación sistemática:
- Escalas de observación.
- Listas de control.
- Registro anecdótico.
- Diarios de clase. « Análisis de las producciones de los alumnos:
- Producciones plásticas o musicales.
- Investigaciones.
-Juegos de simulación y dramáticos.
• Intercambios orales con los alumnos:
- Entrevistas.
- Debates. - Asambleas.
• Cuestionarios o escalas de actitudes.
• Grabaciones en magnetófono o vídeo y análisis posterior.
• Observador externo.
La cuestión es: ¿se pueden inferir las actitudes a partir de las conductas manifiestas?
De hecho, toda observación es inferencial, es decir, atribuye un determinado
significado a lo observado, pero para que pueda hacerse con cierta base objetiva,
minimizando los prejuicios, conviene que la observación sea planificada, que se realice
a lo largo de la enseñanza y no en un momento ocasional o puntual, y que sea
registrada, para poder seguir la evolución o contraste con otra persona. El profesor,
como perteneciente al contexto observado, diríamos, en analogía con la
antropología, es «un nativo», y suele dar como obvios los hechos que suceden. Es
necesario, cual si fuera un «extraño», que aprenda a observar los acontecimientos, a
registrar las acciones y a analizarlas posteriormente.
La conducta comporta un aspecto externo (la parte observable) , una dimensión
interna (la parte no directamente observable) y una dimensión temporal
(antecedentes, concomitantes y consecuentes). Justamente, la dimensión temporal y
la dimensión interna permiten dar una significación a las acciones observadas (De
Ketele, 1984: 13). Para interpretar y evaluar adecuadamente los datos observados
conviene utilizar procedimientos sencillos que posibiliten acumular, de modo
sistematizado, un número suficiente de informaciones. Los datos observacionales
pueden ser, según el modo y la forma en que se han recogido, principalmente de tres
tipos (McKernan, 1991: 59): narrativos (como, por ejemplo, los diarios), protocolos
estructurados (como son las listas de control o las categorías de observación) y
escalas de observación. A su vez, las observaciones pueden adoptar la forma de
estructuradas o no estructuradas. Por cierto que, por ahora, no establezco una
diferencia clara entre técnicas de recogida de datos y su posterior análisis y
evaluación, considerando en muchos casos que ambos procesos o momentos se
solapan.
c) Numérica: 5, 4, 3, 2, 1.
Registro de observación
Fecha: 8-III-91 Curso: 4a de Primaria Hora: 3.30 - 4.30 Observador:
Profesora: Milagros García José Luis Torres
«El aula se encuentra organizada en grupos, cuyo número de componentes oscila entre 6 y 8. Milagros indica, en voz alta, a todas las
alumnos que saquen el libro de lectura y busquen la página por la que se quedaron leyendo la última vez. I^es sugiere que comiencen a leer
en voz baja, hasta que ella vuelva de recoger las plantillas que le son necesarias para la próxima hora de clase.
Al salir, las alumnos se alborotan, lo que hace que Milagros vuelva y las reprenda, haciéndolas conscientes de que no son niñas
pequeñas que deban estar al cuidado de la profesora todo el tiempo. Las alumnas quedan en silencio y se ponen a leer en voz baja.
Después comienza la lectura por grupos, donde todas leen en voz alta. Al finalizar la lectura del libro, varias alumnas comentan a
Milagros que no parece un final claro; da la sensación de que debía continuar. La profesora pregunta a todas las alumnas si ellas elegirían un
final claro o uno confuso. Hay un animado debate con diferentes respuestas.
Acabado el debate, Milagros propone a las alumnas que salga Sandra a leer su redacción, ya que va a ser enviada al periódico
para que sea publicada, pues tiene gran calidad. De este modo anima a las alumnas a que escriban textos, poesía o redacciones.»
La descripción por medio de viñetas narrativas es una representación vivida del
desarrollo de los acontecimientos del aula, que refleja los hechos en la misma
secuencia en que se produjeron (Erickson, 1989). No obstante, el modo como se
redactan implica ya una determinada interpretación, seleccionando y ordenando la
riqueza y multidimensionalidad de lo real. Por eso, el relato de un observador externo
no es una mera descripción; suele entrañar un cierto análisis por el significado que se
les está otorgando a los acontecimientos descritos. La combinación entre descripción
detallada y primera interpretación del observador externo debe servir como contraste
a la profesora o profesor respectivo, que incremente su visión de los sucesos del aula.
Otros instrumentos de observación pueden ser tanto el vídeo como la grabación en
audio (cásete). El principal inconveniente del primero, aparte de que tal vez no se dis-
ponga de él o de una persona que lo maneje si no está fijo, es que puede ser percibido
como un elemento distorsionador del desarrollo normal, provocando conductas
reactivas. Más interés puede tener emplear, en determinados momentos, como medio
de autorrevisión del desarrollo de la clase, la grabación en casete
3.4. Diarios de clase
Elaborar un diario que sea útil para lo que pretendemos es un proceso en el que se
debe ir recogiendo lo que nos interesa: desde un primer momento, en que se suelen
reflejar hechos sueltos, el recuento de las actividades realizadas, o anécdotas, a veces
superficiales, hasta ir categorizando nuestra observación de la realidad, promoviendo la
reflexión, la interpretación y la evaluación de la acción docente.
•<La principal dificultad "La reunión del claustro «En los debates siempre
que se me está presentando de esta semana me ha intervienen los mismos
a estas alturas del curso dejado completamente alumnos y otros quedan
Negativa/ es la falta de motivación desanimada; aquí se han desplazados, sin importarles
frustrante e interés de los alumnos perdido Indas las ilusiones nadat ni intervenir en las
y alumnas. Me cuesta por hacer algo. De esta puestas en común. He de
trabajo (mancarles una fonna cabe intentar hacer variar el procedimiento para
respuesta positiva y la pocas tusas. Cada uno va forzarles a que tomen parte
apatía se generaliza. a lo suyo... ». en el diálogo».
Voy a intentar, a partir de
la semana que viene,
proponerles otra forma de
trabajo».
30 de marzo
«Hay estoy preocupada por haber reñido con mi hermano, y por el castigo que nos ha puesto mi padre. Por eso he estado distraída en la
lectura y en los ejercicios de comunicación que se han hecho en clase. En el recreo, además, no he tenido ganas de juntarme con las amigas.
Lo que menos he entendido del inglés en el ejercicio de traducción de hoy ha sido... Debo preguntar mañana a la profesora cómo
se conjuga...» (Isabel; 11 años).