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31. LA C O N D U C T A , U N F E N O M E N O M O L A R ( 1 9 3 2 )

por E d w a r d C. T a i m a n

El conductismo de Edward Chace Taiman (1886-1959) es un conduc-


tismo prepositivo o intenciona! caracterizado por su énfasis en la conducta
molar, por la introducción de las variables intermedias en el esquema del
estimulo y respuesta, y por una teoría del «aprendizaje del signe» basada en
la adquisición de mapas cognitivos del medio ambiente. Tolman estudió inge-
niería en el Instituto Tecnológico de Alassacbusseits y psicología en la Univer-
sidad de Harvard, en donde se doctoró en 1915, Después de pasar tres años
en la Universidad de Northwestern (1915-1918), Tolman marchó a la Univer-
sidad de California, Berkeley, en donde prácticamente pasó el resto de su vida.
Tolman se puso en contacto con el conductismo de Watson a través de
un curso de Y erkes, y también en su época de estudiante contactó con la
psicología de la Cestalt. En 1922 propuso una «nueva fórmula de conduc-
tismo» (1922 a), según la cual la unidad básica no es el movimiento muscular
y glandular de Watson sino la conducta molar o acto de conducta. Además,
este conductismo intenta experimentar en términos objetivos conceptos tradi-
cionales de la psicología tales como ideas y apercepciones. En 1925, Tolman
defiende el concepto de propósito como concepto puramente descriptivo
(1925 a) y como determinante de le conducta (1925 b). Además Tolman
inició una serie de experimentos con ratas (TOLMAN y EONZIK, 1930 a,
b, c) en los que éstas parecían adquirir una serie de expectativas y cogniciones
del lugar.
«Conducta prepositiva en los animales y en el hombre» (1932) es una
exposición sistemática de este conductismo propositivo. El libro comienza con
una delimitación del nuevo concepto de conducía molar, y a continuación
interpreta ios fenómenos del aprendizaje en términos de prestezas y expecta-
tivas cognitivas, gestalt-signos, etc., para concluir con una enumeración de
las principales determinantes de la conducta. Al año siguiente de la publica-
ción de este libro, Tolman se adhirió al operacionismo, y comenzó a formular
sus conceptos anteriores en términos operativos. Tolman introdujo en psico-
logía el concepto de variable intermedia en una serie de artículos (TOLMAN,
1935, 1936 y 1938) en los que después de proponer y formular en términos
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de relaciones funcionales ¡os antiguos «determinantes», trata de relacionarlos es inferir estos «sucesos internos» de la conducta externa; reduce la psicología
con todos los aspectos del aprendizaje y conducta. La última sistematización animal a una serie de argumentos por analogía.
de estas variables fue publicada el año de la muerte de Tólman (1959). La tesis del conductismo es totalmente la contraria. Para el conduct is ta,
El presente texto, tomado del Capítulo 1 de «Conducta prepositiva en los «procesos mentales» han de ser identificados y definidos en términos de
los animales y el hombre», Taiman se aparta del concepto molecular Watso- las conductas a las cuales nos llevan. Para el conductista ¡os «procesos men-
niano y sostiene el de una conducta molar, que, en cuanto tal, posee caracte- tales» no son más que determinantes de la conducta inferidos, que en último
rísticas y propiedades irreductibles a las de sus componentes fisiológicos. término pueden ser deducidos de la misma. La conducta y estos determinan-
Desde una perspectiva fenoménica, estas. características son las siguientes: tes inferidos son entidades definidas objetivamente. En ellos, dirá el conduc-
a) ir a o salir de un objetivo¡ b) uso de instrumentos; c) selectividad o tista, no hay nada privado o «interior». Los organismos, humanos y subhuma-
elección de vías breves. La explicación de esías propiedades descriptivas radica nos, son entidades biológicas inmersas en sus medios ambientes. A ellos tienen
en el propósito y ¡a cognición. Tanto el propósito como la cognición se objeti- que ajustarse en virtud de sus necesidades fisiológicas. Sus «procesos menta-
vizan en el aprendizaje. En estas afirmaciones Tolmo» sigue a Perry y a les» son aspectos funcionalmeme definidos que determinan esos ajustes. Para
McDougall, como puede verse en sus alusiones del texto y en las notas al el conductista todas las cosas son abiertas y patentes; para él, la psicología
pie de página. Por último, y una vez establecido el carácter molar de la animal facilita la psicología humana (2).
conducta, Tolman trata ¿e los determinantes inmanentes de la misma. Entre
el estímulo y estados fisiológicos y en la respuesta final hay una serie de
variables internas que en realidad son los determinantes inmediatos de la
conducta. Estas son, además del propósito y la cognición, las capacidades 2. CONDUCTISMO Y CONDUCTISMOS
y los «ajustes de conducta», siendo estos últimos les equivalentes de las
«ideas». La posición general adoptada en este ensayo será la del conductismo,
pero un conductismo de una clase especial, porque hay conductismos y con-
BIBLIOGRAFIA: Además de las obras mencionadas, Tolman escribió ductismos. Watson el archiconductista propuso una rama. Pero otros, en
'S otro libro, Impulsos hacia la guerra» (1942) y una serie de artículos que particular Holt, Perry, Singer, de Laguna, Hunter, Weiss, Lashley v Frost,
; fueron recogidos en «Los artículos selectos de Tolman» (1951a). En este han ofrecido otras variedades diferentes (3). No podemos intentar un análisis
i libro hay una bibliografía completa de las obras ¿e Tolman basta 1949 y comparación completos de todos estos conductismos. Unicamente presenta-
j ,, (TOLMAN, 1951 a, pp. 265-269). Para las obras más recientes, véase la remos ciertas características distintivas z título de introducción a lo que ha
í;f . revista American Psychologist, 1955, 18, pp. 155-158. Para una introducción de ser nuestra propia variedad.
,rí i a Tolman, consúltese AMUNDSON (1983), BLANCO (1972), HILGAKD
^ i (1975), NíacCORQUODALE y MEEHL (1954) y T7LQUIN (1935).

!N (2^ Es obvio que hemos simplificado exageradamente las opiniones del «mentalista»
!i i i 1. MENTALISMO CONTRA CQNDUCTISMO (1)
i.; y del «conduaista». Se debería evitar todo intento de considerar al progreso como una
í!-i ; lucha demasiado simple entre «movimientos» <Cí. E. Boring, «Psychology for eclectics»,
jj ! El mentalista es una persona que supone que las «mentes» son esencisl- Psychologies of 1930 [Worcester, Mas., Clark Univ. Press, 1930], pp. 115-127). Fero la
tentación es demasiado grande.
!¡ ; mente flujos de «sucesos internos». Los seres humanos, dice «miran hacia (3) W. McDougall («Men or robots», Psychologies of 1925 [Worcester, Mas., Clark
ii ; dentro» y observan estos «sucesos internos». Y aunque los organismos sub- Univ. 1926], p. 277) declara que é¡ fue el primero que definió la psicología como estudio
humanos no pueden «mirar hacia adentro», o al menos no pueden decirnos de la conducts. Dice: «Ya en 1905 comencé a intentar remediar este estado de cosas tes
• los resultados de tal introspección, el mentalista supone que ellos también decir, las insuficiencias de una psicología de la 'idea') proponiendo definir la psicología
como la ciencia positiva de la conducta, empleando la palabra 'positiva' para distinguirla
tienen «sucesos internos». El mentalista cree que la tarea del psicólogo animal de la ética, la ciencia normativa de la conducta». Cf también su Psychology, the study of
Behavior (New York, Henry Holt and Co., 1912), p. 19, «Entonces podemos definir a la
psicología como ciencia positiva de la conducta de los seres vivos». Pero el mérito o de-
•I mérito por haber convertido a esta definición de 1a psicología en un ismo, ha de ser atri-
I ¡ • .i (1) Muchos de los argumentos de todo este capítulo han sido publicados en los si- buido a Watson («Psychology as the behaviorist views it», Psychol. Rev., 1S13, 20, pági-
guientes ail<ruios: nas 158-177; «Image and affection in behavior», }. Philos. Psychol. Set. Meth., 1913, 10,
E. C. Tolman, «A new formula for behaviorism», Psychol. Rev., 1922, 29, pp. 44-53. pp. 4 2 1 4 2 8 ) . Para el mejor análisis y bibliografía de las diferentes variedades de conduc-
«Behaviorism and purpose», / . Phi!., 1925, 22, pp. 36-41. tismo hasta el año 1923, véase A. A. Roback, Behaviorism and Psychology, Cambridge, Ma.,
<.A behavioristic theory of ideas», Psychol. Rev., 1S26, 5, pp. 352-369. Sci.-Art., 1923, pp. 231-242.
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3. WATSON: LA D E F I N I C I O N MOLECULAR «Es perfectamente posible para un estudioso de la conducta totalmente ignorante del
sistema nervioso simpático y de las glándulas y músculos lisos, o incluso del sistema ner-
vioso central en cuanto totalidad, escribir un estudio totalmente comprensivo y exacto dt
Watson parece describir casi siempre la conducta en términos de simples las emociones, sus tipos, sus interrelacicnes con los hábitos, su papel, etc.» (6).
i conexiones estímulo-respuesta. Y estos estímulos y respuestas parecen conce-
; bidos en términos físicos y fisiológicos relativamente inmediatos. Así, en su Pero esta última frase parece más bien contradecir a las anteriores. Por-
¡' primera exposición doctrinal completa, Watson escribió lo siguiente: que si, como pretendía en las citas precedentes, el estudio de la conducta no
«Utilizamos el término estímulo en psicología, de la misma manera que es empleado trata más que de «estímulos tal como los define el físico», y de «contracciones
; en física. Solo que er, psicología tenemos que ampliar un poco el uso del término. En el musculares y secreciones glandulares tal como el fisiólogo las describe», cierta-
laboratorio psicológico, cuando estamos tratando con factores relativamente simples, tales mente no le sería posible «a un estudioso de la conducía totalmente ignorante
I como el efecto de ondas de éter de diferentes longitudes, el efecto de las ondas sónicas, del sistema nervioso simpático y de las glándulas y músculos lisos, o incluso
; etcétera, e intentamos aislar sus efectos sobre el ajuste de los hombres, hablamos de estí-
mulos. Por otra parte, cuando los factores conducentes a las reacciones sor mas complejos, del sistema nervioso central en cuanto totalidad, escribir un estudio total-
como, por ejemplo, en el mundo social, hablamos de situaciones. Una situación, por supues- mente comprensivo y exacto de k s emociones».
to, puede descomponerse, en un análisis último, en un grupo complejo de estímulos. Como También en su manifiesto más reciente (7), le vemos hacer afirmaciones
* ejemplos de estímulos podemos citar cosas tales como los rayos de luz de distintas longi- como la siguiente:
:¡ tudes de onda; las ondas sónicas de distinta amplitud, longitud, fase y combinación; las
i partículas gaseosas emitidas cuyos diámetros son tan pequeños que pueden afectar a la «Algunos psicólogos parecen tener la noción de que el conductista sólo se interesa por
¡ membrana de la nariz; las soluciones que contienen partículas materiales de ur. tamaño el registro de respuestas musculares diminutas. Nada podría estar más lejos de la verdad.
tal que ¡as papilas gustativas son puestas en acción; íos objetos sólidos que afectan a la Permítaseme insistir de nuevo er. que el conductismo se interesa primariamente por in-
piel y a' la membrana mucosa; los estímulos radiantes que producen la respuesta de la conducta de todo el hombrt. D e la mañana a la noche le observa ejecutar su rondi diaria
| temperatura; los estímulos nocivos, tales como el cortarse, pincharse y hacerse daño en de obligaciones. Si está poniendo ladrillos, desearía medir el número de ladrillos que
general en los tejidos. Finalmente, los movimientos de los músculos y actividad de las puede colocar en condiciones diferentes, cuánto aguanta sin hundirse en la fatiga, cuánto
,j glándulas sirven de estímulos actuando sobre las terminaciones nerviosas aferentes de los le cuesta aprender su profesión, si puede mejorar su eficacia, o permitirle realizar la misma
músculos en movimiento...» tarea en menos tiempo. Con otras palabras, a! conductista le interesa responder a la pre-
.¡ «De un modo similar empleamos en psicología el término fisiológico 'respuesta', pero gunta de sentido común: «¿qué está haciendo y por qué lo está haciendo?». Ciertamente
' nuevamente tenemos que ampliar un poco su uso. Los movimientos que resultan de un con esta afirmación general, nadie puede distorsionar la plataforma del conductista hasta
; goipecito en el tendón psteiar, o en las plantas del pie, son 'simples' respuestas que son el punto de decir que el conductista es un mero fisiólogo muscular» (8).
j estudiadas en fisiología y en medicina. En psicología nuestro estudio también versa en
; ocasiones sobre estos tipos simples de respuestas, pero más frecuentemente tratamos de
i : varias respuestas complejas que ocurren al mismo tiempo» (4). Estas frases insisten en la respuesta global, en contraposición a los
elementos fisiológicos de la misma. En breve, hemos de concluir que Watson
:¡ Sin embargo, hemos de señalar que al mismo tiempo que da esta defini- en realidad se ha entretenido con dos nociones diferentes de conducía, aunque
ción de conducta en términos de las contracciones musculares estrictamente no haya visto claramente ia enorme diferencia existente entre ellas. Por una
i t físicas y fisiológicas que la componen, Watson tiende a incidir en otra noción parte, ha definido a la conducta estrictamente en términos de sus componentes
j J diferente y hasta cierto punto contraria. Asi, por ejemplo, al final de la cita físicos y fisiológicos, es decir, en términos de procesos-receptores, procesos-
!' que acabamos de mencionar, sigue diciendo: conductores. y procesos-efectores per se. Llamaremos a esta definición, defini-
ción molecular de la conducta. Y por otra parte, ha llegado a reconocer, aun-
1
: «En el último caso (esto es, cuando la psicología estudia varías respuestas complejas que quizá sólo de un modo oscuro, que la conducta, en cuanto tal, es algo más,
1
que ocurren simultáneamente) utilizamos a veces el término popular de 'acto' o ajuste,
' I indicando con ello que todo grupo de respuestas se integra de tai modo íinstinto o hábito)
v difiere de la suma de sus partes fisiológicas. La conducta en cuanto tal es
¡ ¡ que el individuo hace algo a lo cual nosotros le damos un nombre, esto es 'toma alimento', un fenómeno «emergente» que tiene sus propias propiedades descriptivas y
'construye una casa', 'nada', 'escribe una letra', 'habla'» (5).

Ahora bien, estas «respuestas integradas» quizá tengan cualidades dire-


rentes de ¡as de los elementos fisiológicos que las componen. Es más, el
! ; mismo Watson parece sugerir esta posibilidad cuando en una nota al pie de
[ I página en su capítulo sobre las «emociones» dice lo siguiente:

(4) J. B. Watson, Psychology from the Standpoint of a Behaviorist (Philadelphia, (6) Op. cit., p. 195 (referencia para la Ed. de 1929, p. 225).
J. B. Lippincott, 1919), p. 10 ss. (La misma referencia para la edición de 1929). (7) J. B. Watson, Behaviorism (New York, Norton, Ed. Rev., 1930).
(5) Op- cit., p. 11 ss. (8) Op. cit., p. 15.
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definitorias (9). Y nosotros designaremos a esta última como definición molar se quiere dependen de las nociones fisiológicas. Pero descriptivamente y per se
de la conducta (10). son algo distinto de estas nociones.
Una rata corriendo por un laberinto: un gato saliendo de una caja-
problema; un hombre conduciendo su coche camino de casa para comer, un
4. LA DEFINICION MOLAR niño ocultándose de un extraño; una mujer lavando la ropa o hablando por
teléfono; un alumno escribiendo en una hoja de un test mental; un psicólogo
recitando una lista de sílabas sin sentido; mi amigo y yo comunicándonos
Esta segunda concepción de la conducta, ¡a concepción molar, es la que
nuestros pensamientos y sentimientos, éstas son conductas (en cuanto mola-
vamos a defender en el presente tratado. Nosotros defenderemos (si no lo
res). Y debo insistir en que al mencionar estas conductas no hemos hecho
hace Watson) que los «actos-de-conducta», aunque indudablemente en una
ninguna referencia, ni hemos tenido un conocimiento detallado —io cual me
total correspondencia puntual con los hechos moleculares subyacentes de la
da rubor confesarlo— de la mayor parte de Sos músculos y glándulas, nervios
física y fisiología, tienen, en cuanto totalidades «molares», ciertas propiedades
sensitivos y motores implicados. Porque estas respuestas tenían otras propie-
emergentes propias. Y son éstas, las propiedades molares de los actos-áe-
dades propias, suficientes para identificarlas.
conducta las que primariamente nos interesan en cuanto psicólogos. Más aún,
estas propiedades molares de los actos-de-conducta, en el presente estadio
* * *
de nuestros conocimientos, es decir, antes de haber elaborado muchas correla-
ciones empíricas entre la conducta y sus correlatos fisiológicos, no pueden
ser conocidas ni siquiera iníerencialmente a partir del mero conocimiento de
les hechos subyacentes, moleculares, de la física y de la fisiología. Porque,
así, como a priori las propiedades de un vaso de agua no son en absoluto 5. LAS PROPIEDADES DESCRIPTIVAS DE LA CONDUCTA
imaginables a partir de las propiedades de las moléculas de agua individuales, E N CUANTO MOLAR
de la misma manera tampoco pueden deducirse directamente las propiedades
de un «acto-de-conducta» de las propiedades de los procesos físicos y fisioló- Por tanto, admitiendo que la conducta qua conducta tiene propiedades
gicos que las constituyen. La conducta en cuanto tal, al menos en la actuali- descriptivas propias, hemos de preguntamos más detalladamente cuáles son
dad, no puede ser deducida de una mera enumeración de las contracciones esas propiedades que la identifican.
musculares, los meros movimientos qua movimientos, que la componen. Prime- Para responder a esta pregunta primero tenemos que atender al hecho
ramente tiene que ser estudiada en lo que es. de que la conducía, tal y como la hemos definido, siempre parece tener el
Un acto qua «conducta» tiene propiedades distintivas. Estas tienen que carácter de ir-a c salir-de un objeto-meta, o situación-meta específicos (11).
ser identificadas y descritas independientemente de los procesos musculares, La identificación plena de un acto-de-conducta exige primero una referencia
glandulares o nerviosos subyacentes. Estas nuevas propiedades, características a un objeto u objetos-meta particulares, hacia el cue va o quizá se aleja el
de la conducta molar, presumiblemente guardan una correlación estricta, y si acto, o qui2.á hace ambas cosas. Así por ejemplo, la conducta ce «correr por
el laberinto» de la rata, tiene como primera, y quizá más importante, caracte-
rística la de ¡r hacia el alimento. De modo similar, la primera característica
que identificaría a la conducta de abrir la caja-problema del gato de Thorndike
(9) Para un resumen muy claro de tes diversas nociones diferentes de «emergencia» sería la de ser una salida del confinamiento de la jaula, o si se quiere, la de
que ahora están siendo tan populares entre los filósofos, véase V , McDougall, Modern
Materialism and Emergent Evolution (New York, D. Van Nostrand, 1929). Sin embargo, ir a la libertad. O, de nuevo, la primera característica descriptiva de la
debería insistirse en que al decir que la conducta tiene propiedades «-emergentes», nosotros conducta del psicólogo que recita en el laboratorio unas sílabas sin sentido
utilizamos el término solamente en un sentido descriptivo. N o nos alineamos aquí con es la de ser un ir a «una oferta de otra universidad». O, por último, la
ninguna interpretación filosófica relativa al «status» filosófico último de tales emergentes. característica principal que distingue a las observaciones chismosas mías y
Los fenómenos de conducta «emergentes» se correlacionan con fenómenos fisiológicos
del músculo y glándulas y órganos sensoriales. Pero descriptivamente son ciferentes. Nos- de mi amigo es la de ser un conjunto de idas a tales y tales disposiciones
otros no intentamos decir aquí que estos fenómenos sean o no sean, en cierto sentido que nos preparan para conductas ulteriores.
último metafísico, reductibles a la fisiología. La segunda característica descriptiva de un acto-de-conducta es la de que
(10) La distinción entre conductismo molar y molecular tiene sus orígenes en C. D. este «ir a» o «salir de» no sólo se caracteriza por el carácter del objeto-meta
Broad (The mind and Its place in Nature [ N e w York, Harcourt Brace and Co., 2. a reim-
presión, 1929], p. 616 ss.), v nos fue sugerida por el Dr. D. C. Williams (Una interpreta-
ción metafísica del conductismo, Tesis doctoral de Harvard, 1928). Broad intenta primaria-
mente distinguir el conductismo que sólo apela a cierta actividad observable y glande, del (11) Por conveniencia utilizaremos los términos meta y fin para expresar situaciones
conductismo que debe apelar a procesos hipotéticos entre las moléculas del cerebro y del de las que uno parte y a las que uno llega, es decir, para los términos a quo, así como para
sistema nervioso. los términos ad quern.
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EDWARD C. TOLMAN 569

y la persistencia del «ir a» o del «salir de», sino también porque siempre 6. DETERMINANTES PROPGSITIVOS Y COGNITIVOS
implica una pauta específica de comercio-intercarobio-ocupación-comunión,
con tales y tales objetos-instrumentales intermedios, en cuanto medios para
llegar al objeto o salir de éi (12). Pero seguramente el lector pertinaz habrá alzado sus brazos sorprendido.
Por ejemplo, la carrera de la rata es un ir al alimento que se expresa Porque está claro que esta identificación de las conductas en términos de
en términos de una pauta específica de marcha, y de una marcha por unas objetos-meta y pautas de comercio-con-instrumentos, v de preferencias por
galerías y no por otras. Asimismo, la conducta dei gato de Thomdike no es el camino más breve para ir o escapar de ¡os objetos-meta, es lo mismo que
un mero salir del confinamiento de la caja, sino además exhibe una pauta suponer peligrosamente algo así como propósitos v cogniciones. Y cierta-
específica, de mordiscos, lamidos y arañazos de la caja que tiene unas caracte- mente esto ofenderá a todo psicólogo bien formado y que se precie de tal
rísticas concretas. O la conducta del hombre no es sólo la de salir de su en nuestros días.
oficina para ser-atendido-por su-mujer v comer-en-casa; además es un hacer Y sin embargo, no parece haber otra salida. La conducta en cuanto
eso con unas pautas específicas de comercio con los objetos-medio, automóvil, conducta, es decir, en cuanto molar, es propcsitiva y cognitiva. Los propó-
carreteras, etc. O, finalmente, la conducta del psicólogo no sólo es la de ir sitos y cogniciones pertenecen a su textura descriptiva inmediata. No hay
a la oferta de otra universidad; además se caracteriza por expresarse en forma duda de que la conducta en cuanto conducta tiene una dependencia estricta
de una pauta específica de actividades instrumentales o comercios con objetos- y total de multitud de causas físicas y químicas subyacentes, pero inicial-
medios; a saber, se vale de la lectura en voz alta y la recitación de sílabas mente, y como primera identificación, rezuma propósito y cognición. Y,
sin sentido; registra los resultados y otros datos en un Protocolo y después como veremos después, éstos son igualmente evidentes en la conducta de
en un manuscrito mecanografiado, etc. la rata y también en la del ser humano (13).
La tercera característica descriptiva de los actos-de-conducta es que éstos,
Finalmente, sin embargo, hay que insistir en que estos propósitos y
además de estas idas y salidas de objetos-metas específicos, a través del
cogniciones que están en la conducta de un modo inmediato e inmanente
comercio con tales y tales objetos-medios, han de ser caracterizados en térmi-
(14), son completamente objetivos en lo que a definición se refiere. Son
nos de disposiciones selectivas hacia las actividades instrumentales más breves
definidos por caracteres y relaciones, que observamos en la conducta.
(es decir, fáciles), en lugar de tender a las más largas. Así por ejemplo, si a
Nosotros, ios observadores, observamos la conducta de la rata, el gato o el
una rata le presentamos dos rutas espaciales instrumentales para llegar a un
hombre, y tomamos nota de su carácter de ir a tal y tal objeto, por medio
determinado objeto-meta, una más larga y otra más breve, el animal escogerá
de tal y tal pauta seleccionada de comercios-con. Somos nosotros, los observa-
la más breve dentro de ciertos límites. Y de la misma manera, el animal
dores neutrales independientes, quienes decimos que estos caracteres perfec-
preferirá las rutas instrumentales que sean más breves tanto temporal como
tamente objetivos son inmanentes a la conducta, y quienes hemos llegado
gravitoriamente. Y lo que es válido para las ratas, es indudable que también
a adoptar los términos propósito y cognición como nombres genéricos para
lo será para los animales superiores y para el hombre, y esto de un modo
tales caracteres.
más claro. Pero esto es lo mismo que decir que dicha preferencia por objetos-
medios y rutas-medios está relacionada con la «dirección» medios-fin v la
«distancia» del objeto-meta. Cuando tropieza con varias alternativas, eí animal
antes o después seleccionará únicamente las que lleven a, o le saquen del (13) McDo'jgail en su conferencia titulada <• Hombres o robots» (Psychologies of
1925 [Worcester, MES., Clark Univ. Press, 1926]) dividía a todos los conductistas en «con-
objeto o situación querido o virando, y aquellas que impliquen un comercio ductistas estrictos», «cuasi-conductistas» y «conductistas propositivos». En este último grupo
más breve con rutas. nos colocaba a mí y al Profesor P.. B. Perry. Por tanto, es al Protesor MacDougali a quien
Resumiendo, toda identificación descriptiva completa de un acto-ae- debemos el título de «conducta prepositiva», mientras que fundamentalmente debemos ai
profesor Perry (ver después) las nociones originales c e la intencionalidad (propositivíóad)
conducta en cuanto tal, requiere describir: a) eí objeto y objetos de meta, inmediata y de la cognitividad inmediata de la conducta.
a los que uno tiene que ir o de los que es preciso escapar; b) la pauta Finalmente, hay que señalar que is propositividac. v la cognitividad parecen ir juntas,
específica de comercios con los medios implicados en este ir a o salir de; de modo que si concebimos como propcsitiva a la conducta, pari passu la concebimos como
c) aquellos hechos relacionados con la identificación selectiva de las rutas cognitiva. Este carácter complementario de propósito y cognición ha sido acentuado tam-
bién por McDougalI (Modern Materialism and Emergent Evolution [ N e w York, Van Nos-
u objetos-medios que suponen comercios breves (fáciles) con objetos-medios. trand, 1S29], capítulo III); v por Perry, quien también señala con cierto detalle que «no
hay propósito sin cognición» («The cognitive interest and its refinements», .?• Philos., 1921,
18, pp. 365-375). Y que «todas las formas de conducta proposítiva dependen de las creen-
cias relativas a esa cuestión» («The independent variability of purpose and belief», J. Pbilos.,
(12) Estos términos, comercio—, intercambio—, ocupación—, comunión-con, son 1921, 18, pp. 169-180).
intentos de describir una dase peculiar de mutuo intercambio entre un acto-de-conducta Ver también R. B. Perry, «The appeal to reason», Pbilos. Rev., 1921, 30, pp. 131-169.
y el medio, que nosotros tenemos en mente. Pero por conveniencia utilizaremos casi (14) Utilizamos el término inmanente en un sentido puramente incoloro para dar a
siempre el término comercio-can. entender únicamente algo que está directamente en la conducta.
570 LA CONDUCTA, UN FENOMENO MOLAR EDWARD C. TOLMAN 571

7. D E F I N I C I O N OBJETIVA DE LOS PROPOSITOS la posición horizontal; y si los esfuerzos casuales deben ser reemplazados entonces por una
propensión estable a ejecutar el acto adecuado, entonces podemos decir que el gato estaba
COMPORTAMENTALES
intentando girar el botón...» (es decir, proponiendo el giro del botón). «Para que pueda
decirse que un organismo actúa de una determinada manera pot causa de (en virtud ae
Consideremos con más detalle a estos caracteres dinámicos inmediatos proponerse) un cierto resultado, es necesario que los actos, que demuestran tener un
cierto resultado, deriven de este hecho una tendencia a ocurrir; v que otros actos, ¡os
que llamamos propósito y cognición; empecemos por el propósito. A modo cuales no tienen el resultado, deriven de ese hecho una tendencia a ser excluidos. Es
de ilustración, tornemos el caso del gato de Thorndike. Su propósito de necesario que los actos del tipo elegible y ios del tipo no elegible ocurran de un modo
salir al exterior, acabando con el confinamiento de la caja, es el nombre tentativo, y después tomen un carácter estable o disposiciona! de acuerdo con el resuda-
que nosotros damos a un determinante de la conducta del gato que, como do» (17).
se verá ahora, es definido en último análisis por ciertos hechos del aprendi- Finalmente, hay que señalar que también McDougall ha defendido una
zaje. La descripción de la conducta real dada por Thorndike es la siguiente: doctrina aparentemente similar. Porque él, al igual que Perrv (y nosotros),
«Al ser puesto en la caja, e! gato dará signos evidentes de incomodidad y de un im- halla que la conducta, en cuanto tal, tiene características distintivas propias,
pulso de escapar de! encierro. Trata de escapar introduciéndose por cualquier abertura; las cuales son seis:
araña y muerde los barrotes o el alambre; mete sus patas por cualquier abertura v araña
todo lo que le llega a sus pstas: prosigue sus esfuerzos cuando se tops con sigo fioio
1) «Una cierta espontaneidad de movimiento»; 2) «la persistencia de la actividad inde-
movedizo: puede arañar cosas situadas dentro de la caja... el vigor con que lucha es extra-
pendientemente de la continuación de la impresión que ia había iniciado»; 3] <los cam-
ordinario. Durante 8 ó 10 minutos se agitará, arañará y morderá incesantemente... v gra-
bios de dirección de los movimientos persistentes»; 4) (la) «terminación de los movimien-
dualmente todos los demás impulsos inútiles serán borrados, v el impulso particular con-
ducente ai acto exitoso será grabado por el placer íes-altante, hasta que, tras muchos tos del animal tan pronto como ellos han producido un tipo particular de cambio en su
situación»; 5) «preparación para la nueva situación a cuya producción contrib-jve ia
ensayos, ei gato, una vez colocado en la caja, arañará inmediatamente el tirador o anillo
acción»; 6) «cierto grado de mejoría en la eficacia de la conducta, cuando es repetida por
de un modo característico/ (15).
el animal en circunstancias similares» (18).

En esta descripción observamos dos características importantes: a) el Y McDougall dice que las cinco primeras indican propósito. Por tanto,
hecho de la disposición del organismo a persistir en el ensayo y error, y la doctrina de McDougall también parece, al menos en h superficie, muy
b) el hecho de su tendencia, en ocasiones sucesivas, a escoger siempre el similar a la nuestra.
acto que le saca fácil y rápidamente de la jaula, es decir, el hecho de la Pero debe observarse que él no insiste particularmente en la sexta
docilidad (16). Y estas dos características correlativas son las que definen característica «cierto grado de mejoría», es decir, la «docilidad» de la con-
a esa característica inmediata que nosotros llamamos propósito de salir a la ducta que, como hemos visto, según Perry, es ia corona y el significado de
libertad exterior, presente en el gato. La doctrina que defendemos aquí es, las cinco restantes (19).
dicho brevemente, que siempre que una respuesta muestre una docilidad con
respecto a algún fin —siempre que una respuesta esté presta: a) a plasmarse
en ensayo y error, v b) a seleccionar gradual, o repentinamente, e! más (17) R. B. Perry, «Docility and Purposiveness», Psychol. Rep., 1918, 25, 1-20, p. 13 s.
eficaz de estos ensayos y errores para llegar a ese fin—, dicha respuesta Este énfasis en 1a docilidad de la conducta como definición de su propositividad (v tam-
expresa y define algo que, por conveniencia, designamos con el nombre de bién de su carácter cognitive) ha sido tratado ampliamente por Perry en otras partes: «Pur-
propósito. Allí donde aparece este conjunto de hechos (¿ y dónde no aparece, pose as systematic unity», Monis!, 1917, 27, pp. 352-375; v «Purpose as tendency and
adaptation», Pkilos. Rev., 1917, 26. pp. 477-495; «A behavioristic view of purpose», I.
salvo en el más simple y más rígido de los tropismos y reflejos?), tenemos Philos., 192!, 18, pp. 85-105; «The independent variability of purpose and belief». ]. Pbt-
manifestado y definido objetivamente eso que nosotros por conveniencia ios., IS, pp. 169-180; «The cognitive interest and its refinements». / . Pbi'ios., 1921, 18.
llamamos propósito. pp. 365-375; The appeal to reason», Philos. Rev., 1921. 30, pp. 131-169; y Genesai theory
of Value (New York, Longmans, Green and Co., 1526} pp. 288 s.
El primer reconocimiento y anuncio claro de este hecho de que la
(18) W. McDougall, Outline of Psychology (New York. Charles Scribnev's Sons,
docilidad de conducta es una definición objetiva de algo que con toda 1923), Capítulo II, pp. 44-46; ver también su «Purposive or mechanical psvcholcgv». Psy-
propiedad puede ser llamado su intencionalidad, se lo debemos a Perry. chol. Rev. 1923, 30, pp. 273-288.
En un artículo publicado en 1918 escribía: (19) En esta conexión puede observarse, dicho sea entre paréntesis, que anteriormente
nosotros tendimos a ponernos dei lado de Me Dougall (E. C. Tolman, «instinct and purpo-
«Si eí gato debe ser excitado a! esfuerzo por h mera aparición de un botón en una se», Psychol. Rev., 1920, 27, pp. 217-233; «Behaviorism and purpose», J. Tbilos., 1925, 22,
posición vertical; si estos esfuerzos deben continuar hasta encontrar un modo de pasarlo a pp. 36-41). Esto es, entonces sostuvimos que podía decirse que el propósito era inherente
a! mero ensayo y error y a la mera persisíencia-hasta, independientemente de si estos ten-
diesen o no a producir un aprendizaje resultante. Pero ahora esto nos parece un error.
(15) E. L. Thorndike, Animal Intelligence (New York, MacMillan, 191 í), p. 35 ss. Hemos llegado a aceptar el dictum dei profesor Perry sobre la necesidad de la docilidad
(16) Webster define la ¿calidad como: a) enseñabilidad, maleabilidad; b) disposi- para una verdadera definición de propósito. Ensayo y error y persisíencia-hasta significan
ción a ser enseñado o entrenado; sumisión, tratabiíidad. Lo utilizamos en el sentido de lo que significan únicamente porque en estas categorías está implícita la categoría ulterior
«enseñabilidad». de una docilidad resultante. Una mera variabilidad de respuestas que n o implicara ninguna
572 LA CONDUCTA, UN FENOMENO MOLAR EDWARD C. TOLMAN 573

Y además es preciso acentuar otra diferencia. Porque mientras que para El hecho de estos aspectos cognitivos es ilustrado fácilmente con el
el profesor Perry y para nosotros, el propósito es una variable definida de ejemplo de la conducta de la rata en el laberinto. Una vez que una rata ha
un modo puramente objetivo por los hechos del ensayo y error, y la docili- aprendido un determinado laberinto, su conducta es un lanzarse muy especí-
dad resultante; para el profesor McDougalI el proposite parece ser un «algo» fico por él. Pero experimentalmente puede demostrarse que, en ocasiones
subjetivo definido introspectivamente, distinto al modo como aparece en la sucesivas, el continuo desencadenamiento de esa acción tan específica depende
conducta y superior a éste; es un algo «mentalista», «psíquico», situado de que los hechos ambientales resulten realmente ser así y así. Es contingente
detrás de estas apariencias objetivas y que, en último análisis, sólo puede de que realmente el alimento en la caja-meta haya tenido tal y tal carácter.
ser conocido a través de la introspección. Esta diferencia entre nuestro punto También es contingente de que tales v tales galerías realmente resulten ser
de vista y el de McDougalI es fundamental e implica un Bouleversemet el camino mejor y más breve para llegar al alimento. Y finalmente, este
complet (20). lanzarse por el laberinto depende del hecho de que estas galerías estén real-
mente configuradas de la manera en que lo están. Porque, si de repente
cambiara uno de estos hechos ambientales, es decir, si ya no resultara ser así
y así, esta conducta determinada, este preciso lanzarse, se romperá y quebran-
S. LA D E F I N I C I O N OBTETIVA DE LAS COGNICIONES tará. Mostrará quebrantamiento. Por tanto, el continuo salir del animal, tal
COMPORTAMENTALES y como lo hace afirma que las características ambientales tienen aquellos
caracteres gracias a los cuales dicha conducta no se rompe. Y para designar
Consideremos ahora e! hecho de la cognición. La característica de la estas contingencias (afirmaciones) parece apropiado el nombre genérico de
docilidad, típica de la conducta, define también objetivamente ciertas carac- cogniciones.
terísticas inmanentes, inmediatas, para las que es adecuado el nombre genérico
de cogniciones o procesos-ae-ccgnición. Más específicamente, creemos que es
posible demostrar que las pautas características de rutas preferidas y de
comercios-con. que identifican a todo acto-de-conducía, son dóciles con rela- 9. E L ORGANISMO EN CUANTO T O T A L I D A D
ción a, y, pari passu, puede decirse que cognitivaroeníe afirman: a) el carácter
de un objeto-meta; b) la «posición» inicial de este objeto-meta (es decir, La doctrina precedente de que la conducta es dócil, y en cuanto dócil,
dirección y distancia) con respecto a objetos-medios reales y posibles, y c) los prepositiva y cognitiva, implica también, que la conducta es siempre asunto
caracteres del objeto-medio específicamente presente, en cuanto capaz de de la totalidad del organismo y no de los segmentos individuales sensoriales
apoyar tales y tales comercios-con. Forque, si ¿resulta que una de estas enti- y motores que se dan in situ, exclusivamente y por sí solos. Porque tales
dades ambientales no es tal v tai, el acto-de-conducta se romperá y quebrará docilidades, como lo hemos ilustrado, implican cambios y selecciones y sustitu-
e irá seguido por los cambios subsiguientes. Por tanto, estas contingencias de ciones entre las respuestas motoras y entre las actividades sensoriales, ios
continuidad de un determinado acto-de-conducta, las cuales dependen de que cuales suelen estar ampliamente distribuidos por todas las partes del orga-
ciertos caracteres ambientales sean realmente así y así, son las que definen nismo. La presteza a persistir puede implicar grandes cambios de un segmento
esos aspectos del acto cognitivo. sensoria! y motor a otro segmento. La conducta en cuanto tipo de comercio
con eí medio sólo puede darse en un organismo total. No se da en segmentos
sensoriales y motores específicos, que están aislados y son independientes. !
selección entre ios «intentos», no serís nuestra ordinaria noción de «ensaye y error». Ni
tampoco parece que la mera cualidad de seguir sea una verdadera «persistencia-hasta». Además, este hecho de que la conducta es un ajuste de todo el organis-
Unicamente cuando estas variaciones y persistencias tienen implícito dentro de ellas el mo y no una respuesta de segmentos sensoriales y motores aislados ,, la cus!
carácter de una selección resultante de ios más eficaces de los intentos (es decir, docilidad), se produce cuando cada uno de ellos está en solitario aislamiento, p'uede ser
puede decirse que reciben su significado ordinario y pueden definir al propósito.
inmediatamente demostrado incluso con organismos en una posición de la
Debería señalarse que también Singer parece sostener la misma noción de conducta
en cuanto tal, y de propósito corno una de sus características más fundamentales. Dice, escala inferior a la de las ratas. Así por ejemplo, la conducta del cangrejo de
por citar a! azar: ' L a historia de mi conducta corpórea revela un propósito que corre a río en un simple laberinto en T llevó a Gilhousen a la siguiente conclusión:
través de sus diversos actos, un propósito similar al que caracteriza a mi vecino, mi perro,
la polilla que se agita por mí». E. A. Smger, «Miad as behavior», Studies in empirical « N o hallamos ninguna evidencia definitiva que diera consistencia a toda doctrina del
idealism (Columbus, Ohio, R. G. Adams, 1924), p. 59. Véase también E. A. Singer, «On aprendizaje que concibiera a éste, incluso en e! caso de estos animales relativamente
the conscious mind», J. Philos., 1929, 26, pp. 561-575. bajos, fundamentalmente como un refuerzo o inhibición de una reacción particular a un
(20) Esto fue escrito antes de la aparición del capítulo de McDougalI titulado «La estímulo determinado. Como ha sido ilustrado... en el análisis de los recorridos, el apren-
psicología hórmica» en Psychologies of 19)0 (Worcester, Mas. Clark Univ. Press, 1530). dizaje se caracterizaba por reacciones continuamente diferentes a la situación de! laberinto.
Aquí McDougalI parece negar toda conexión necesaria entre su doctrina del propósito y Un pez intacto que tuvo una ejecución extraordinaria, hizo esto, no reaccionando invaria-
el animismo. blemente e las mismas señales específicas con alguna reacción invariable, sino, al menos
574 LA CONDUCTA, UN FENOMENO MOLAR EDWARD C. TOLMAN 575

en la medida en cue lo pudimos observar, reaccionando ¿e modos adecuadamente modifi- son variables definidas de un modo funcional, v son el último paso en h
cados a les diferentes señales en los distintos ensayos» (21). ecuación causal que determina la conducta. Deben ser descubiertos y definidos
mediante instrumentos experimentales adecuados. Son objetivos, y somos
A este respecto hay que señaiar que ciertos conductistas han considerado nosotros los observadores externos quienes los descubrimos —o, si se prefiere,
a este hecho de que la conducta sea patrimonio de todo organismo, como la inferimos o inventamos— como inmanentes y determinantes de ia conducta.
característica fundamentalmente distintiva de la conducía, en cuanto molar. Son las causas más cercanas y más inmediatas de la conducta. Por consiguien-
Por ejemplo, Perry, a quien debemos el énfasis original en la docilidad de te, podemos llamarlas «determinantes inmanentes».
la conducta, suele insistir mucho en que lo único distintivo de la conducta Pero estos determinantes inmanentes, dicho sea de paso, son a su vez
es el hecho de que es de la totalidad del organismo. Perry escribe So siguiente: causados por estímulos ambientales y estados fisiológicos iniciantes. Designa-
«La psicología (es decir, el conductismo) trata de los hechos más gruesos de la conducta mos a estos estímulos ambientales y a estos estados orgánicos como las causas
orgánica, y particularmente de aquellos ajustes externos e internos medíante los cuales e!
últimas o «iniciantes» de la conducta. Los determinantes inmanentes están
organismo actúa a modo de unidad, mientras que la fisiología trata de les procesos consti-
tutivos más elementales, tales como el metabolismo o el impulso nervioso. Pero en la situados en la ecuación causal entre las causas iniciantes y la conducía final
medida en que divide a! organismo, la psicología se aproxima a la fisiología, y en la medida resultante.
en que ésta íntegra ai organismo, la fisiología se acerca a la psicología» (22;. Pero también hemos de dejar bien claro que, además de los determinan-
tes inmanentes intermedios, se dan realmente otras dos ciases de determi-
Sigue diciendo: nantes-de-la-conducta que intervienen entre los estímulos (y estados fisiológicos
«La característica central de esta concepción de la conducta humana es ese estado iniciantes) y la conducta. Los designaremos como «capacidades» y «ajustes-de-
general del organismo que ha sido llamado tendencia determinante. El organismo en cuanto
totalidad está durante algún tiempo preocupado con una cierta tarea que absorbe su energía conducta». Trataremos de ellos en varías partes ulteriores del libro. Por e!
y se apropia de sus mecanismos» (23). presente baste con llamar la atención al hecho de su existencia y sugerir unas
pocas notas preliminares.
Y nuevamente: Primero, trataremos de las capacidades. En estos días de los tests men-
«En la proporción en que el organismo esté unificado y funcione como una totalidad, tales y de la insistencia en las diferencias individuales y genéticas, es evidente
su conducta es incapaz de verse traducida a simples reacciones altamente correlacionadas que, en una determinada ocasión, la naturaleza ce los determinantes inmanen-
con eventos externos (24). tes finalmente activados dependerá no sólo de las características de las causas
iniciantes —estímulos y estados fisiológicos— operantes en dicha ocasión,
Weiss y de Laguna también insisten en este mismo punto (25).
sino también de las capacidades del organismo individual, o de la especie de
Pero es preciso señalar, para terminar, que, desde nuestro punto de
organismos en cuestión. Los estímulos y los estados iniciantes actúan a través
vista, el hecho de que la conducta pertenezca a la totalidad del organismo
de las capacidades para producir los determinantes inmanentes prepositivos
parece ser algo derivativo más que primario. Es un mero corolario del hecho
y cognitivos, y de esta manera la conducta resultante final.
más fundamental de que la conducta qua conducta, en cuanto molar, es dócil,
Segundo, los ajustes de conducta. También hay que señalar que, en ciertas
y la docilidad fructífera exige interconexiones mutuas entre todas las partes
situaciones especiales, aparecerá que los propósitos y cogniciones inmanentes
de un organismo.
en última instancia funcionantes pueden depender, en lo que respecta a sus
caracteres, de una activación preliminar en el organismo de algo que podría
ser llamado ajustes-de-conducta. Los ajustes de conducta constituyen nuestro
10. LAS CAUSAS INICIANTES Y LAS TRES VARIEDADES DE equivalente conaportamental, o nuestra definición de lo que los mentalistas
DETERMINANTES DE LA CONDUCTA llamarían conciencia e ideas conscientes (véanse los Capítulos X I I I y XIV).
Se trata de hechos orgánicos únicos que pueden darse en ciertos organismos
Hemos intentado mostrar que, inmanentes en toda conducta, hay ciertos como sustitutos o suplentes de la conducta real. Y funcionan para producir
propósitos y cogniciones «metidos en ella». Estos propósitos y cogniciones ciertas ciases de modificaciones o mejoría en ¡os determinantes inmanentes
Gel organismo inicialmente activados, de forma que su conducta final, que
(21) K. C. Gilhousen, «The use of vision and of the antennae in the learning of corresponde a estos nuevos determinantes inmanentes modificados, es distinta
crav fish», Univ. Calif. Publ. PbisioL, 1929, 7, pp. 73-89. Las itálicas del final son nuestras. de la que habría resultado de no haberse dado estos ajustes de conducta.
(22) ' R. B. Perry, «A behavioristic view of purpose», J. Philos., 1921, 18, pp. 85-105,
Resumiendo, las primeras causas iniciantes de la conducía son los estímu-
página 85.
(23) R. B. Perry, «A behavioristic view of purpose», ]• Philos., 1921, 18, 85-105, p. 97- los ambientales y los estados fisiológicos iniciantes. Estos operan sobre, c a
(24) Op. cit., p. 102. través de, los determinantes de la conducta. Estos determinantes de la
(25) A. P. Weiss. A theoretical basis of human behavior (Columbus, Ohio R. G. conducta pueden dividirse en tres clases: a) Propósitos y cogniciones que
Adams, 1925), p. 346. G. A. de Laguna, Speech its function and development (New Haven.
Yale Univ. Press, 1927), especialmente capítulo VI. «subyacen en» de un modo inmediato, y son definidos de un modo objetivo,

ilJ <i 1 Li.


576 LA CONDUCTA, UN FENOMENO MOLAR

es decir, 'os «determinantes inmanentes»; b) las «capacidades» prepositivas


y cognitivas de un individuo o especie determinados, que hacen de interme-
diarios con los determinantes inmanentes específicos, una vez dados los
estímulos y estados iniciantes; c) los «ajustes de conducta», que en ciertas
condiciones especiales, son producidos por los determinantes inmanentes en
lugar de la conducta patente real, y a su vez actúan nuevamente sobre estos
determinantes inmanentes, para volver a moldearlos y «corregirlos», y, de
este modo, producir finalmente una conducta externa nueva y diferente de
lo que habría sido en caso de no haberse dado estos ajustes de conducta (26).
f :

11. RECAPITULACION
T
La conducta, en cuanto tal, es un fenómeno molar, contrapuesto a los '<:•
fenómenos moleculares que constituyen su fisiología subyacente. Y en cuanto
fenómeno .molar, sus propiedades descriptivas inmediatas parecen ser las de: ;v
ir a, o salir de, objetos-meta, seleccionar ciertas rutas-objetos-medios con r

preferencia sobre otras, y exhibir ciertas pautas específicas de comercios con y


estos objetos-medios seleccionados. Pero estas descripciones en términos de
idas a, o venidas de, selecciones de rutas y pautas de comercios-con, implican
y definen aspectos de conducta. Ahora bien, estos dos aspectos de la conducta HÍ
son entidades definidas objetiva y íuncionalmente. Se hallan implícitos en los
hechos de la docilidad de la conducta. No son definidos, ni en un análisis v-
último, ni en una primera instancia, por la introspección. Son contemplados
tanto en los actos-de-conducta del gato y de la rata como en las más refinadas K
reacciones lingüísticas del hombre. Tales propósitos y cogniciones, tal docili-
dad, son, como es obvio, funciones del organismo en cuanto totalidad. Final-
mente, hemos señalado también que hay otras dos clases de determinantes de
la conducta además de los inmanentes, a saber, las capacidades y los ajustes
de conducta. Estos intervienen también en la ecuación entre los estímulos
y estados fisiológicos iniciantes por una parte, y ¡a conducta por otra.

(26) Hev que tener en cuenta que ambos, Koffka (The growth of the Mind, 2. a Ed.
[ N e w York, Harcourt Brace, 1928]) y Mead («A Abehavioristic account of the significant
symbol», )• Philos., 1922, 19, pp. 157-163) han sugerido el término conducta (conduct)
para la misma cosa, parece, que nosotros designamos como conducta qua conducta, esto
es, conducta en cuanto fenómeno melar.

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