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Fui feliz en la bruma de la ebriedad, pero ahora el cielo sabe que me siento

miserable1
After the euphoria and ecstasy that was experienced during the drunken hour of Renaissance, Baroque appeared as
the invoice that was willing to charge all of the wildness of the fifteenth and sixteenth centuries. Baroque man was a
wrecthed unable to express himself entirely and very often feigned in the making of his art what he didn’t really feel
inside.

“¡Extínguete, extínguete, fugaz antorcha!.... ¡La vida


no es más que una sombra que pasa, un pobre cómico
que se pavonea y agita una hora sobre la escena, y
después no se le oye más….; un cuento narrado por un
idiota con gran aparato, y que nada
significa!”. (Macbeth, Acto V, Escena 5ª).

Sinuoso y efímero. Son estos los calificativos más precisos que se le pueden otorgar al Barroco;

etapa de derroche, fugacidad y pomposidad vana. Muchos historiadores y críticos del arte

distinguen los términos: “lo barroco” y “el Barroco”. El primero lo usan para identificar la última

fase de cualquier estilo artístico en la cual todas las obras lucen sinuosas, las proporciones no son

respetadas y son poseedoras de un gran carácter decadente. Ya Nietzsche aseveró que “el estilo

barroco surge cada vez que muere un gran arte”. Los señores críticos hacen la aclaración de

que la denominación “lo barroco” se origina naturalmente de la época Barroca. La

designación surgió después de analizar los aspectos más importantes de esta era.

De esta manera, puede inferirse que el siglo XVII, especialmente, fue un período de tensiones

y contrastes. Uno de los principales distintivos de esta etapa fue la resignación del hombre

1
Traducción al español de los versos con los que abre la canción “Heaven Knows I’m Miserable Now” de la
agrupación británica de rock alternativo The Smiths.
ante el carácter fugaz de la vida. Ya nada perduraba, el “carpe diem” fue cambiado por el

“memento mori”. Campos del conocimiento humano como la ciencia y la filosofía transformaron

sus bases estructurales y principios, alterando de esta forma, también, la manera en como el hombre

concebía la vida y la naturaleza. El hombre español se vio impositibilitado de practicar con eficacia

los ideales humanistas, por lo que los desecha y, desengañado, toma la vía de las ilusiones, la

confusión y los impactos visuales. Los artistas expresaron su abatimiento ocultamente

mediante majutuosas pinturas y esculturas patrocinadas por la Iglesia y el Estado. Y estas

dos últimas, a su vez, pretendieron matizar (si no es encubrir) la hostil situación por la que pasaba

la región utilizando como recurso a los artistas y exponiendo sus obras como una imagen

propagandística que despedía poderío. Obras que aparentemente representan grandilocuencia y

exuberancia, pero que, el que ve más allá de las luces y sombras, de la distorción de formas, entre

otras cosas, puede darse cuenta de que muchas son una fachada, una simple representación

engañosa que se tambalea y se agita, no perdiendo su donaire vano y gallardía superficial, para no

liberar el verdadero espíritu de desdicha que la carcome por dentro. Es por ello que el objeto del

presente ensayo es demostrar que el Barroco fue una ilusión que simulaba vigor y empuje pero

que, en realidad, era, para la mayoría, una elegía a la esperanza y a la certidumbre que se asemejaba

mucho a un ornamentado jarrón vacío.

René Descartes quería encontrar verdades evidentes que fundamentasen el armazón del

conocimiento, ya que al ver a la sociedad barroca convertida en un completo caos lleno de

suposición y ofuscamiento, se impresionó, se preocupó y en su afán por esclarecer la certeza oculta,

situó a la “duda” como principal componente de su proyecto filosófico y dio paso a la que se

conocería más adelante como la reflexión más importante de la vida moderna: “cogito ergo sum”.

Con este planteamiento, el filósofo francés quería dar a entender que para hallar certezas
universales había que borrar primero todas las antiguas concepciones del mundo, situar a la razón

como punto de partida para lograr este cometido y reconocer que indudablemente debe haber un

ente llamado “yo”. En palabras del propio Descartes:

“El primero precepto consistía en no admitir cosa alguna como verdadera si no se la había
conocido evidentemente como tal. Es decir, con todo cuidado debía evitar la precipitación y la
prevención, admitiendo exclusivamente en mis juicios aquello que se presentara tan clara y
distintamente a mi espíritu que no tuviera motivo alguno para ponerlo en duda.
El segundo exigía que dividiese cada una de las dificultades a examinar en tantas parcelas como
fuera posible y necesario para resolverlas más fácilmente.
El tercero requería conducir por orden mis reflexiones comenzando por los objetos más simples
y más fácilmente cognoscibles, para ascender poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento
de los más complejos, suponiendo un orden entre aquellos que no preceden naturalmente los unos
a los otros.
Según el último de estos preceptos debería realizar recuentos tan completos y revisiones tan
amplias que pudiese estar seguro de no omitir nada”.
Discurso del método. Segunda parte. Trad. G. Quintás. 1981. Madrid. Alfaguara.

Sin duda la exposición cartesiana tuvo una abrumadora influencia en los países que padecían

desgracias existenciales y probó que no todo estaba bien como la Iglesia y el Estado querían

suponer que estaba. No todo consistía en mostrar una cara benevolente llena de esplendor y brío

pero ciertamente en su interior hecha migajas y empapada de desespero hasta el hueso, sino que

era preciso volver a los inicios y poner en cuestión los problemas ontológicos que acechaban al

hombre barroco.

Por otra parte, resulta adecuado tocar los aspectos más relevantes de la Religión ya que fue este

ámbito el que desencadenó la pesadumbre reprimida de las clases desfavorecidas y de los artistas.

La Reforma Protestante fue un movimiento religioso cristiano, iniciado en Alemania en el siglo

XVI que pretendía transformar la unidad de la Iglesia Católica Romana. Estuvo a cargo del teólogo
Martin Lutero, que propuganaba el rechazo a la autoridad del papa y a la devoción de los santos.

Lutero pensaba que la iglesia como institución no tenía ningún tipo de criterio para ejercer

influencia, ni para instruir al pueblo ya que el hombre mismo tenía la capacidad de interpretar a su

manera (individualmente) las Sagradas Escrituras sin intermediarios. “Doy gracias a Dios por mis

opositores, pues ellos me han inclinado a buscar más ardientemente a Cristo en las Escrituras”,

decía Lutero. Esta ideología naciente fue una clase de catalizador, especialmente en Europa

Occidental durante el Renacimiento, para que el ideario humanista se propagara aún más por todo

el hemisferio y las personas se sintiesen más libres.

Sin embargo, llega la etapa del Barroco. Los años dorados en donde todo era renancentista se

esfumaron al instante debido a la elevada preocupación de la Iglesia que se vio altamente reducida

y debilitada en poderío por obvias razones. Esta institución estableció rígidas medidas como el

fortalecimiento de la figura del Papa, y el control de las pasiones humanas. Pero hay más: hubo

guerras de religión, se creó la Inquisición Romana que tuvo como objeto perseguir a

librepensadores, desmantelar organizaciones protestantes, lanzar libros progresistas a la hoguera.

Todas las anteriores modificaciones hechas por la Iglesia estabilizaron el poderío que esta poseyó

durante el Medioevo; y fueron estas mismas las que atenuaron el espíritu vehemente del artista

barroco y lo relegaron a los confines para que expresase de manera pomposa una triste realidad.

Entonces, ya habiendo revisado, no tan profundamente pero sí lo necesario, el contexto

religioso de la época, se puede deducir que en materia artística barroca hubo dos objetivos claros

que se trazaron principalmente y estos fueron: por un lado estuvieron los artistas que quisieron

burlarse disimuladamente de el Estado y la Iglesia por todos los males que habían causado,

utilizando como herramientas la sátira y el ingenio, y por la otra ala, aquellos que tomaron una

postura más radical, dándole a la vida un carácter ficticio y pasajero. Estos últimos quisieron
definitivamente huir del cruel mundo en el que estaban inmersos y lo hicieron mediante la escritura

de tragedias ontológicas y la ejecución de vanitas, evocando, así, otra realidad menos dolorosa.

Un ejemplo de expresiones pertenecientes a cada una de las vertientes que se desarrollaron en

el Barroco podría ser: “…y pues él rompe recatos y ablanda al juez más severo, poderoso cabellero

es Don Dinero” (Quevedo)., y también: “¿Qué es la vida? Un frenesí, ¿Qué es la vida? Una

ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los

sueños, sueños son (Barca, 1636).

De esta manera surgió y se desarrolló el Barroco. Posicionando al artista en la caja de

herramientas para que cumpliese la degradante función de sólo servir a la Iglesia, cohibiendo su

yo interior y ayudando al Estado en su misión absolutista. Los que no tuvieron esa suerte, se

embriagaron tanto de dolor que ya no tuvieron conciencia del mundo en el que vivían y

simplemente huyeron de la realidad. El barroco fue un jarrón vacío. Una laguna de llanto tras un

gesto vehemente. Infortunadamente no hubo muchos poetas, en ese entonces, que expresaran con

tanto fervor, como hoy en día, versos como: “Hearts are burning, we’ll all flee this town; it won’t

drag us down again”2; “Down to earth and down to things like time, ‘cause we are all, we are all

just lovers, born of earth and light like all the others”3; “He drinks and smokes his cares away,

his heart is in the lonely way living in the ruins of a castle built on sand”4 para aquellos que habían

sido felices en la bruma de la ebriedad, pero que ahora el cielo sabía que estaban sintiéndose

miserables.

2
Canción “Bright Young Things” de la agrupación británica de rock independiente The Crookes.
3
Canción “The Sun” de la agrupación norteamericana de rock psicodélico Portugal. The Man.
4
Canción “Tell the King” de la agrupación británica de rock independiente The Libertines.

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