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Nos habla también de la “arquitectura” que
encuentra en las composiciones musicales de Juan
Sebastian Bach, Mozart y el saxofonista
afroamericano John Coltrane (1926-1967).
Para Zumthor, el pintor estadounidense
Edward Hopper (1882-1967) nos muestra en sus pinturas una
de las características que le es importante: la presencia
imperturbable de la arquitectura “más allá de los signos y los
símbolos”.
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construye para un fin determinado, en un lugar determinado y para una
sociedad determinada.”
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La dura pepita de la belleza 1991
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Para lograr esto, Zumthor vuelve a Peter Handke y de lo que se trata es
de encontrar “la verdad” que se esconde en las propias cosas, esto es para
Handke “un estado de cosas en el que no ocurra nada ahí accesorio, sino un
conocimiento de los detalles y su anudamiento en un todo.” Es así que
Zumthor toma de la teoría literaria de Handke, o comparte con él ese punto de
vista de totalidad en lo que nada sobra ni falta.
Este razonamiento lleva a Zumthor a expresar su disgusto “que a menudo me asalta
cuando contemplo arquitectura reciente. Una y otra vez, me encuentro con edificios
configurados ostentosamente.”
Y se pregunta:
“¿Por qué en arquitecturas recientes encuentra uno tan poca confianza en las cosas
primigenias que constituyen la arquitectura?”
Y se contesta:
“Cosas tales como el material, la construcción, lo portante (de sostén o apoyo)
y lo portado (de lo sostenido), la tierra y el cielo, con poca confianza en los
espacios libres para que sean tales; espacios en los que se procura su
envolvente como configurador espacial que lo define, la forma que lo excava,
su vacío, su luz, su aire, su olor, su capacidad de recepción y de resonancia.”
Es aquí donde aparece la poesía de Wallace Stevens en el que aprecia
esa capacidad de “mirar largo y tendido”, es decir, con profundidad y sin
prisas. Y va más allá: logra fundir en una sola imagen lo que comparte con
Williams, Peter Handke y Edward Hopper:
“sólo entre la realidad de las cosas y la imaginación se enciende la chispa de la
obra de arte”.
Para lograr esa chispa que es un edificio logrado hay que llegar a esa
concepción que le recuerda al filósofo alemán Martin Heidegger y tiene que ver
con el lugar y el fin y lo cita: “La relación del hombre con los lugares y, a
través de ellos, con los espacios se basa en el habitar.”
Y concluye:
“La realidad de la arquitectura es lo concreto (materiales de construcción:
piedra, paño, acero, cuero, etc.), lo convertido en forma, masa y espacio. No
hay ninguna idea fuera de las cosas.”
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nos da a conocer aquello que él llama el conocimiento del espacio desde los
sentidos, el recuerdo y las evocaciones de películas, artes plásticas, etc.
Aquí son quince relampagueantes reflexiones que inician con una aparente
anécdota en el que habla del cineasta finlandés Aki Kaurismäki (1957). Nos
dice, literalmente que sería hermoso poder construir casas como este director
de cine, es decir, una película que exprese calidez.
Para iniciar:
“La fuerza de un buen proyecto reside en nosotros mismos y en nuestra
capacidad de percibir el mundo con sentimiento y razón.”
Contundente remata:
“Un buen proyecto arquitectónico es sensorial. Un buen proyecto
arquitectónico es racional.”
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Esta es una conferencia que se dirige a maestros y alumnos que estudian
arquitectura. Es corto y conciso.
“Mi función como creador de formas sigue siendo difícil. Tiene que ver con el
arte y con los resultados, la intuición y el artesanado; y con la hondura, la
objetividad y la autenticidad.”
FIN