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ISSN: 1909-8391
tesispsicologica@libertadores.edu.co
Fundación Universitaria Los Libertadores
Colombia
Cardaci, Gabriela
Lo grupal como intervención crítica: Sobre la publicación Lo Grupal en la Argentina
(1983-1993)
Tesis Psicológica, vol. 11, núm. 1, enero-junio, 2016, pp. 134-149
Fundación Universitaria Los Libertadores
Bogotá, Colombia
Gabriela Cardaci*
Gabriela Cardaci
Preguntas disparadas hacia un lector que fabula, que desea y fabrica sus propios
modos de desciframiento, de provocación a que cualquier cierre sea un imposible.
Porque toda respuesta cierta, entraña la muerte del asombro y la curiosidad.
enero - junio / 16
Prólogo. Lo Grupal 6 (1988)
Vol. 11 - Nº 1
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ABSTRACT RESUMEN
This paper presents results of research dedicated to El presente artículo expone resultados de una inves-
the intellectual current which promoted as a collec- tigación dedicada a la corriente intelectual que pro-
tive research project of investigation and writing, movió, como proyecto colectivo de investigación y
publishing “Lo Grupal en la Argentina”, published escritura, la publicación Lo Grupal en la Argentina,
in ten volumes between 1983 and 1993. As eld of editada en diez volúmenes entre 1983 y 1993. En el
this movement, the notion of the group (in dis- marco de este movimiento, la noción de lo grupal
cussion with the views of the group as an object (en discusión con las concepciones del grupo como
of study and intervention) expressed a conceptual objeto de estudio y de intervención) expresó una in-
intervention of relevance in three dimensions that tervención conceptual de relevancia en tres dimen-
connecting problems of the disciplinary eld with siones que conectaban problemas del campo disci-
emergencies and concerns that originate from the plinar con urgencias y preocupaciones que emergían
social scene. These dimensions can be summarized de la escena social. Esas dimensiones pueden sin-
as follows: 1) The problem of violence, authoritaria- tetizarse en: 1) La problemática de la violencia, el
nism and power in the analysis of the production of autoritarismo y el poder en el análisis de la produc-
subjectivity and its relation to social practices, 2) cri- ción de subjetividad y su relación con las prácticas
tical review (in dialogue with a previous tradition of sociales. 2) La revisión crítica (en diálogo con una
Argentine psychoanalysis) models and concepts for tradición previa del psicoanálisis argentino) de los
addressing groups, 3) The recovery and renewal of modelos y conceptualizaciones para el abordaje de
a privileged re ection of the intellectual eld of the los grupos. 3) La recuperación y renovación de una
previous two decades: the problem of the relation- re exión privilegiada del campo intelectual de las
ship between the professional and intellectual prac- dos décadas previas: el problema de la relación entre
tice (including practices in group situations) and the la práctica profesional e intelectual (en particular las
political dimension. The article shows how involved prácticas en situaciones colectivas) y la dimensión
the notion of the group in formulating problems política. El artículo muestra de qué modo interviene
and in the treatment of these dimensions. la noción de lo grupal en el planteo de problemas y
en el tratamiento de esas dimensiones.
Palabras clave: The group, psychoanalysis, politics,
Argentina, pos dictatorship. Palabras clave: Lo grupal, psicoanálisis, política,
Argentina, posdictadura.
o grupal como inter ención cr tica: o re la pu licación o rupal en la rgentina 1 83-1 3
Los volúmenes de Lo Grupal, editados en su cología con el marxismo y otras ciencias sociales
totalidad por Ediciones Búsqueda1, tuvieron su (Vezzetti, 1998ab; Terán 2008, Dagfal, 2009).
mayor circulación fuera del ámbito académico, En la coyuntura de los 80, posteriores a la últi-
en espacios alternativos como escuelas de psi- ma dictadura, el proyecto nucleado alrededor de
cología social, de psicodrama y también de psi- Lo Grupal retoma los antecedentes y tradiciones
coanálisis. En lo relativo a la difusión interna- más signi cativas de esa historia, situándose de
cional, facilitada por las vías de comunicación ese modo en continuidad con lo que esas expe-
e intercambio abiertas durante las experiencias riencias habían autorizado y habilitado. Hay que
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de exilio de las que regresaban recientemente destacar además que Eduardo Pavlovsky y Juan
algunos de sus autores, Lo Grupal llegó a cir- Carlos De Brasi, compiladores de la colección, y
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136 cular también en otros países como Uruguay, algunos de sus colaboradores más signi cativos
México y España.2 como Baremblitt, Bauleo y Kesselman habían
formado parte de aquellos movimientos de crí-
1 Si bien no está especi cada la cantidad de ejemplares tica (los grupos Documento y Plataforma) que
impresos, Juan Carlos De Brasi estima que se impri-
derivaron en la ruptura con la institución o cial
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Gabriela Cardaci
fecundos para un análisis crítico de sus aportes. tradición previa del psicoanálisis argentino) de
Por un lado, salta a la vista, desde el prólogo del los modelos y conceptualizaciones para el abor-
primer volumen, que la signi cación de esas ex- daje de los grupos. Segundo. 2) La recuperación
periencias de rupturas, desvíos y disidencias de y renovación de una re exión privilegiada del
los psicoanalistas de izquierda es exaltada, sobre campo intelectual de las dos décadas previas: el
todo en una dimensión de liación y en la recu- problema de la relación entre la práctica profe-
peración de los tópicos más generales, como el sional e intelectual y la dimensión política. 3) La
rol del intelectual en el mundo social y la relación problemática de la violencia, el autoritarismo y
entre la práctica clínica y la dimensión política. el poder en el análisis de la producción de sub- enero - junio / 16
Pero lo más destacable es que ese rescate, efec- jetividad y su relación con las prácticas sociales.
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tuado en la coyuntura socio-política y disciplinar El artículo aborda de qué modo la noción de lo 137
de los 80, fomenta al mismo tiempo una serie de grupal interviene en el planteo de problemas y
revisiones y desplazamientos que señalan cier- en el tratamiento de esas dimensiones.
tos límites en aquellos planteos e inspira un des-
pliegue de formulaciones renovadas por otros Lo grupal como micropolítica:
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apertura hacia la sociedad y la cultura, una re- dictatorial y sociedad civil. Para Nicolás Casullo
exión que involucraba la interrogación sobre (1997), el acto político más importante del pe-
las relaciones entre dictadura y sociedad civil: ríodo posdictatorial, el juicio y condena de lo
entre formas de poder y prácticas sociales, en- actuado por los responsables mayores de la dic-
tre formas de violencia simbólica, autoritaris- tadura, había llevado también a la absolución y
mo y vida cotidiana. el descompromiso de la sociedad en su conjun-
to respecto de ese pasado. Desde su perspec-
Algunos análisis de historia y crítica cultural tiva una “visión judicial hegemonizadora de la
han señalado, respecto de los primeros años cuestión histórica” obturó en esos años la dis-
de “transición democrática”, cierta escasez de cusión sobre políticas de la historia, enmudeció
estudios que hayan aportado a una re exión so- las narraciones sobre violencias, autoritarismos
bre las vinculaciones generales de la dictadura e intolerancias y promovió ideologías del olvido
con la sociedad civil; sobre los efectos particu- (Casullo, 1997). Kaufman (1997, 2012a) llamó
lares del proceso dictatorial en las formas de la atención sobre el mismo problema al señalar
convivencia social en los espacios cotidianos.3 la insu ciencia, para la experiencia política, ciudada-
Este diagnóstico sobre el ejercicio de la críti- na, vital, de la gura de la punición como único
ca en los primeros años de posdictadura otor- modelo de interpretación y de acción frente a
ga mayor relevancia a las intervenciones que, lo acontecido.
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desde Lo Grupal (Pavlovsky, 1986; De Brasi,
1986b, 1989; Percia, Herrera & Szyniak, 1986), Si en los años de transición democrática se si-
se expresaron en ese sentido, así como a los de- túan entonces el resurgimiento de las libertades
sarrollos conceptuales que apuntaron a proble- públicas y la resigni cación del acontecimiento
matizar esa dimensión cotidiana de la violencia. democrático en la sociedad civil, ese tiempo
Dichos análisis subrayaron la preponderancia fue también de emergencia, en ciertos sectores
Gabriela Cardaci
que adquirió, respecto de la memoria colectiva del campo intelectual -entre los que hay que
sobre lo acontecido en la historia reciente, la ubicar al núcleo de autores de Lo Grupal-, de
dimensión de la justicia por los crímenes co- una serie de preocupaciones vinculadas a la
metidos y la condena de los ejecutores (Casullo, memoria y elaboración de lo acontecido. Como
1997; Kaufman, 1997, 2012abc, Vezzetti, lo planteaba Kaminsky (1990) se advertía, en el
2002). Alejandro Kaufman (1997, 2012b) pun- mismo movimiento de retorno democrático, la
tualizó que la dimensión que involucraba los profundidad y alcances de estrategias autorita-
espacios y las acciones de la vida cotidiana se rias diseminadas en los espacios de la vida co-
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había sustraído, en gran medida por la comple- tidiana, en las instituciones, en los imaginarios
jidad de su abordaje, de los análisis relativos a la sociales y profesionales.
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primeros años de posdictadura se encuentran entre las en las instituciones y los grupos. Esta re exión
más signi cativas. Además, hay que considerar también
1
los trabajos de Alejandro Kaufman desde comienzos conectó la interrogación sobre las formas de
de la década del 90 y los de Gregorio Kaminsky. Su concebir las prácticas (clínicas, comunitarias, pe-
libro Dispositivos institucionales. Democracia y autoritarismo dagógicas, de formación) y la revisión de los mo-
en los problemas institucionales, publicado en 1990 reúne
delos grupales heredados, con la preocupación
artículos y ensayos escritos entre 1985 y 1988.
o grupal como inter ención cr tica: o re la pu licación o rupal en la rgentina 1 83-1 3
por pensar las condiciones subjetivas de ese impensadas. Segundo, los dispositivos de
tiempo: las formas de vida en los espacios coti- violencia psicosocial se tramaban también
dianos, en la familia y en los ámbitos comunita- en micrológicas: en el lenguaje, los gestos, los
rios de la salud, la educación y el trabajo. La vo- rituales, las ceremonias cotidianas, las ilu-
luntad de recuperar un horizonte político habla de una siones y los deseos. Tercero, era tarea de los
insistencia que apuntaba no solo a recuperar las profesionales y de los intelectuales proble-
coordenadas de un debate que, en las dos déca- matizar los modos de pensar las prácticas
das anteriores, habían tenido en su horizonte las sociales y diseñar estrategias orientadas a
ideas de compromiso, responsabilidad social y visibilizar y desmontar esos dispositivos.
una transformación social como posible (Percia
& Herrera, 1987). Esa intención se proponía En ese marco, la crítica de la tendencia hacia el
también problematizar las condiciones de vida profesionalismo y la especialización es uno de
en el nuevo escenario social y diseñar, en conse- los tópicos que mejor re eja la apuesta de este
cuencia, modos posibles de trabajo colectivo. Se grupo por intervenir en las formas de violencia
requería construir lugares de pertenencia, apelar en los espacios cotidianos de las prácticas so-
a la construcción de nuevos lectores, volver a ciales. De Brasi (1986b) se re rió a los modelos
pensar las instituciones y diseñar espacios mi- normativos que conformaban las identidades
cropolíticos, replantear el lugar del compromiso, e idealizaciones profesionales -los imaginarios
revisar los modelos conceptuales e instrumenta- profesionales- como formas condensadas de Pp. 13 - 1
les disponibles. De Brasi se re ere, en el prólogo violencia simbólica. Lejos de la gura del intelec-
del tercer volumen, a lo grupal como “metáfora tual como crítico de la sociedad, lo que parecía
vigente de lo reprimido”. “Erradicados de los ganar cada vez más terreno en esos años era una
usos terapéuticos y servicios sociales durante un gura del profesional comandada por lógicas
período genocida (…) la embestida contra los propietarias de éxito personal. Percia (1989) ob-
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grupos formó parte de un ataque programado a servaba una escisión creciente, durante la década
la solidaridad, al tejido conjuntivo de la sociedad del 80, entre el territorio de las prácticas psi y la
civil” (De Brasi, 1986a, p. 9). tarea crítica. Desde su perspectiva esos ámbitos
parecían ajenos a las conexiones que, en las dos
Es claro entonces que si el tratamiento de décadas anteriores, se habían tramado entre el
la problemática de lo grupal se orientó en deseo de transformación social y las prácticas en
esta publicación hacia el desarrollo de as- salud. Advertía en ese sentido el predominio de
pectos teóricos, clínicos y disciplinares, esas una actitud profesionalista que vinculaba a “la
elaboraciones eran impulsadas por preo- pérdida de una intención transformadora y el enero - junio / 16
cupaciones y urgencias que emergían de la desencanto con una perspectiva del intelectual
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escena social. Es este aspecto del proyecto como crítico de la sociedad” (p. 81). 139
editorial de Lo Grupal lo que lleva a situar-
lo como un gesto de resistencia cultural De las grupologías a lo grupal
en esos años: la referencia a lo grupal y el
abordaje de las condiciones históricas de La noción de lo grupal, propuesta en este mar-
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señalar: primero, lo acontecido en términos formas más habituales de las psicologías y del
de violencia física, secuestros y desaparicio- psicoanálisis de concebir los grupos desde los
nes de personas evidentemente había afec- años 50. Esa intervención crítica, que postulaba
tado la trama del tejido social de formas un giro desde el estudio de los grupos hacia el
o grupal como inter ención cr tica: o re la pu licación o rupal en la rgentina 1 83-1 3
la práctica del psicoanálisis desde una posición cia teórica fue el psicoanálisis inglés de matriz
crítica frente a todo reduccionismo de “escue- kleiniana. No sólo los desarrollos de Melanie
la”. Participó de los movimientos de ruptura Klein sino también las experiencias de grupos
con la APA desde el Grupo Documento y con- realizadas por W. R. Bion. Hay que recordar
tribuyó, junto a Gilberto Simoes, Julio Marotta que Emilio Rodrigué había observado el traba-
y Santiago Dubcovsky, a la creación del Centro jo del psicoanalista inglés en Londres en 1949.
de Docencia e Investigación (CDI) de los tra- Unos años después, en 1957, publica junto con
bajadores en Salud Mental en 1973.4 En los Marie Langer y León Grimberg Psicoterapia del
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años cercanos a la conformación del grupo que grupo. La otra línea es la inaugurada por Enrique
participó en Cuestionamos, la formación de mu- Pichon Rivière que, si bien se desprende tam-
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140 chos psicoanalistas alrededor del marxismo y el bién de la APA, altera el esquema kleiniano
psicoanálisis se realizó en grupos de estudio, re- predominante en esa institución al incorporar
unidos por fuera tanto de la universidad como herramientas conceptuales de las ciencias socia-
de la Asociación Psicoanalítica Argentina, que les. Entre sus principales referencias se sitúan
dictaron Juan Carlos De Brasi, Raúl Sciarreta y los tópicos kleinianos de las fantasías, ansieda-
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producción de subjetividad. Introducir la dimensión histórico-social en los
procesos de producción de subjetividad incluía
Las críticas hacia esos enfoques pueden sinte- pensar también las referencias teóricas y las
tizarse en dos aspectos centrales: por un lado, prácticas sociales como producciones históri-
la naturalización del grupo como objeto empí- cas. De Brasi (1988) hacía notar en ese senti-
rico, es decir, la confusión entre grupo y agru- do que los grupos y las instituciones tienden
pamiento o conjunto de personas reunidas para a considerarse como existiendo naturalmente y
una tarea especí ca. Se trataba de señalar, en los que por ello era “necesaria una tarea crítica que
enfoques basados en el pequeño grupo, centra- enero - junio / 16
dad de fenómenos -institucionales y sociohistó- 6 Por mencionar uno de los enfoques más difundidos,
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este tipo de a rmaciones se encuentran, por ejemplo,
ricos- que transversalizan un grupo. La crítica a en los desarrollos de Fernando Ulloa (1977) sobre el
esa reducción, a la que De Brasi llamó grupismo, “grupo de re exión”, pensado como una modalidad
alcanzaba no sólo a los discursos que no consi- de grupo operativo y presentado explícitamente por el
autor como una técnica o como un instrumento para
deraban la dimensión política en la tarea clínica,
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5 La a rmación, presentada por De Brasi como fórmu- nía del pensamiento de De Brasi con los planteos
la-advertencia, fue planteada en una entrevista publi- que Sartre realizara en su Crítica de la razón dialéctica
cada por la revista porteña La Nave, en forma incom- (1960/2011) sobre los grupos como mediaciones y
pleta, entre 1996 y 1997. Se incluyó en La Problemática sobre la distinción entre grupo y colectivo. Cfr. Sartre
de la Subjetividad. Un ensayo, una conversación (2007). (1960/2011, pp. 41-79 y 431 y ss.).
o grupal como inter ención cr tica: o re la pu licación o rupal en la rgentina 1 83-1 3
discrimine y señale a ambos fenómenos como expresaba la vida interior del grupo. Al respecto,
producciones histórica y subjetivamente acota- cabe recordar que J.-B. Pontalis (1968) ya ha-
das, lo cual incluye a los mismos aparatos críti- bía señalado, a propósito de las psicoterapias
cos usados en cada momento” (p. 100). de grupo, la noción misma de grupo como un
problema. Observaba que lo que se compro-
La distinción entre los grupos (y las grupolo- baba como efectos de grupo estaba apoyado por
gías) y lo grupal ponía en cuestión uno de los as- la concepción del grupo como individualidad.
pectos más problemáticos -y tal vez más arrai- Pontalis (1968) hacía notar la insistencia de los
gados en el sentido común psicológico hasta la psicoterapeutas de grupo “en llamar siempre
actualidad- de los modelos de trabajo en grupo sobre el grupo la atención de los participantes;
desde los años 50. Se trata de los enfoques que, el grupo como unidad, toma tal decisión, abor-
al considerar el concepto de grupo como uni- da tal tema, sufre tal fracaso. Se halla todo él
dad y como totalidad, tendieron a orientar la implícito, íntegramente, en todo lo que sucede”
interpretación en la búsqueda de representacio- (p. 224). Desde su perspectiva, el problema de
nes uni cadas (“el grupo siente…” “el grupo estas concepciones es el postulado que las sos-
piensa…”, etc.). El grupo queda de ese modo tiene: el grupo es encarado como una existencia
equiparado con una especie de individuo am- absoluta, centrado en sí mismo y no en su de-
pli cado. Lo grupal señalaba una dimensión de pendencia del universo social.
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exterioridad que desbarataba esa reducción del
grupo a una individualidad y, en la misma direc- La noción de singularidad ligada a lo grupal, lo
ción, cuestionaba la idea de grupo como fenó- singularmente colectivo, permitía un desplazamien-
meno intermediario entre individuo y sociedad. to desde referencias totalizadoras como indivi-
duo, grupo o sociedad hacia una concepción
En relación con este problema y retomando la que ponía en juego la multiplicidad de formas
Gabriela Cardaci
142 una totalidad era un pilar de la función inter- es un afuera ni una extensión o posterioridad tempo-
pretativa del terapeuta; la totalidad del grupo ral de una sustancia subjetiva, sino aquello con lo que
era considerado como “un solo yo dividido en está tramado el mismo inconsciente (De Brasi, 1990,
‘yos’ parciales, puesto que cada integrante actúa pp. 19-20).
en función de los demás” (Grinberg, Langer &
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Rodrigué, 1957, p. 50). Los autores sostenían Lo neutro de la expresión lo grupal sugería una
1
que “los problemas expresados por cualquier doble imposibilidad: la de de nir lo que un gru-
integrante contienen, en forma latente o mani- po es como la de sostener, en cualquiera de sus
esta, los del resto de los participantes” (p. 72). versiones, algún ser de grupo. Así, lo grupal po-
Lo que se interpretaba, la fantasía inconsciente, nía en cuestión no sólo la concepción de grupo
o grupal como inter ención cr tica: o re la pu licación o rupal en la rgentina 1 83-1 3
como una individualidad (unidad, totalidad) los aportes de Lacan para la conformación de un
cerrada en sí misma sino también la idea de in- psicoanálisis cientí co.8 En la década de 1980,
dividuo, indiviso, propio, idéntico a sí mismo. esa corriente de pensamiento encontró difusión
Escribe de Brasi: “Somos un acontecer grupal principalmente a través de las cátedras clínicas
diseminado en nosotros mismos, como lengua- de las universidades públicas de Buenos Aires,
je y gesto, como signatura socio-histórica y sin- Rosario y la Plata, y en espacios de formación
gularidad inconsciente, como destino e inven- privada vinculados a ellas (Dagfal, 2013) y ad-
ción del azar” (De Brasi, 2001, p. 8). quirió cierta masividad. El historiador Alejandro
Dagfal destaca un rasgo particular de esa filiación
Clínica, crítica y política: lo lacaniana tan extendida a partir del 83. Mientras
grupal como invención que las primeras lecturas de Lacan en nuestro
medio, en los años 60, tuvieron lugar en el mar-
En la misma dirección, otros autores de Lo co de la recepción del estructuralismo y forma-
Grupal problematizaron, en el marco de una ron parte de un clima de ideas caracterizado por
revisión crítica de los discursos predominantes la interrogación por el lugar de la política en la
en el campo psi en los años de posdictadura, las práctica intelectual y se combinaron con refe-
concepciones de lo socio-histórico en las prác- rencias a la fenomenología, el existencialismo y
ticas clínicas. Percia et al. (1986) distinguieron, el marxismo; en los años 80 predominaron las
en un artículo incluido en Lo Grupal 3, tres ten- lecturas de Lacan alejadas de referencias al mar- Pp. 13 - 1
Gabriela Cardaci
previa del psicoanálisis argentino, en proximi- producción. Para el sociólogo francés, el des-
dad con los discursos críticos. conocimiento de la problemática sociopolítica
por el psicoanálisis es condición constitutiva de
Con respecto a las dos primeras tendencias, su conformación. Y más aún interesa destacar,
señalaron una actitud técnico-profesional que en este caso, que Castel había explicitado que
desconoce la relación que toda práctica social no excluía de su crítica sobre la extraterritoriali-
(entre ellas la práctica clínica) tiene con la pro- dad social del psicoanálisis ni siquiera a aquellos que
blemática del poder. En particular, dirigieron reconocían la dimensión sociopolítica para darle
hacia la denominada tendencia formalista -de al psicoanálisis un sesgo político y subversivo. enero - junio / 16
inspiración lacaniana- la crítica que había reali- El autor consideró esas tentativas como misti-
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zado Robert Castel (1973/1980) al psicoanálisis caciones; desde su perspectiva el psicoanálisis 143
en Francia, para subrayar el riesgo de desvincu- encubre siempre la dimensión sociopolítica. Por
lar el deseo de su relación con el mundo social.
8 En la década de 1970, en el marco de un problema
Esta tendencia, que cobraba importancia en el que afectaba a los grupos de la izquierda no comunis-
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campo disciplinar en los primeros años de pos- ta: establecer la cienti cidad del socialismo luego de la
caída del “comunismo real”, las lecturas de Althusser
1
su parte, los autores argentinos no dejaban de junto al retorno del uso de otras técnicas (como
explicitar que se a rmaban en el psicoanálisis -en el electroshock en el Centro de Salud Mental
rigor, en cierta tradición argentina del mismo- y N°1 de la Ciudad de Buenos Aires), limitación
orientaban las críticas de Castel hacia la tenden- de las tareas de los psicólogos (prohibiciones de
cia caracterizada como formalista. El problema realizar psicoterapia y en algunos casos reduc-
que señalaban era el efecto de autonomía que ción de sus actividades a la aplicación de test)
podía adquirir una supuesta verdad de la estructura (pp. 324-393).
del deseo del sujeto en relación con las condiciones
histórico-sociales de producción de subjetivida- Respecto de los discursos críticos, los autores de
des. Retomaron en este sentido uno de los aspec- Lo Grupal realizaron una relectura de ciertos
tos más interesantes de la crítica de Castel: el que antecedentes de la tradición del psicoanáli-
a rma que su reproche no se dirigía tanto a la sis argentino vinculada al pensamiento de las
complicidad del psicoanálisis con el poder, como izquierdas de los años 60 y principios de los
a su pretensión de haberse librado del problema 70 (Pichon-Rivière, Bleger, Marie Langer, los
del poder. Lo que interesa destacar aquí es el uso grupos Plataforma y Documento y los libros
especí co que adquiría este argumento en el ám- Cuestionamos). Retomaron, por un lado, los
bito local. Se trataba, en Lo Grupal, de visibilizar problemas que habían estado en el centro de
las implicancias, en la situación socio-política ar- los debates del campo intelectual en las dos
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gentina y en la situación más amplia de los países décadas previas, como la noción de ideología,
latinoamericanos, de esa posición de idealización la crítica de la neutralidad y el formalismo, la
de un purismo teórico y del consecuente rechazo o cuestión del poder y la violencia simbólica en
descali cación de cualquier intento de invención las prácticas terapéuticas, el saber como forma
en el trabajo psicoterapéutico. Para los autores, de poder, la familia como institución social y
esas actitudes de ceguera social y política contri- el papel de los intelectuales en la política. Pero
Gabriela Cardaci
buían a sostener e incluso a profundizar, ya en esa recuperación estuvo orientada hacia una
tiempos democráticos, un esquema implantado revisión y renovación de la concepción de lo
durante la dictadura: la escisión entre teoricismo político en la tarea clínica. Esto se advierte no
y acción clínica como refugio de amplios círcu- sólo porque no dejaron de señalar ciertos lími-
los profesionales frente al vaciamiento del siste- tes que encontraban en los planteos de aque-
ma de salud. Hay que recordar en este punto lo llos años -fundamentalmente la confusión en-
que Carpintero y Vainer (2005) mostraron sobre tre la dimensión política en la práctica clínica
el proceso de desmantelamiento del campo de y la militancia política- sino también porque
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la Salud Mental en la Argentina, que comenzó incorporaron, para el tratamiento de esos pro-
en el año 1974 y que se profundizó durante los blemas, herramientas conceptuales y analíticas
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144 años de la dictadura, a través de la represión de novedosas (Castel, Foucault, Deleuze, Guattari,
planes reformistas y de sus principales actores. Bourdieu & Passeron) (Cardaci, 2015).
Además del secuestro, la detención y la desapari-
ción de profesionales y trabajadores, los autores En ese marco, la referencia a la invención ad-
detallan las medidas llevadas a cabo durante esos quiere en Lo Grupal un lugar privilegiado. Por
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en distintos organismos, allanamientos, cierre crítica de los modelos empleados en las prácti-
de servicios de salud mental, prohibición de de- cas (Percia & Herrera, 1987; Fernández, 1989).
terminadas prácticas (especialmente grupales), Pero la idea de invención era también uno de
suspensión de diversas actividades de formación los sentidos que adquiría la noción misma de
o grupal como inter ención cr tica: o re la pu licación o rupal en la rgentina 1 83-1 3
lo grupal, pensada como espacio de producción En Lo Grupal, la urgencia de revisión de los mo-
colectiva. Este segundo sentido retoma tópicos dos de abordaje en situaciones de grupo cobra
centrales de la tradición de los grupos operativos un sentido particular en relación con la situación
de Pichon-Rivière: las ideas de invención, descu- de las prácticas asistenciales en los espacios pú-
brimiento y aprendizaje, vinculadas a la de trans- blicos en los años de posdictadura. Si los grupos
formación social. En el prólogo de Lo Grupal 5 se y las instituciones como objetos privilegiados de
leen los dos sentidos aludidos. Primero, se se- interés habían estado, desde nes de los años 50
ñala (hacia el interior de la tradición grupalista) y durante los años 60, en el centro de un proyec-
el riesgo de la repetición de modelos teóricos to renovador y reformista, esa tradición parecía
sin problematización. Segundo, se marca, desde ahora haber quedado reducida, en el ámbito pú-
el proyecto de esta publicación, una posición y blico, a un uso utilitario desvinculada de su po-
una intención: el pensamiento de lo grupal preten- tencialidad transformadora. Se advertían ciertos
día rescatar la potencia de las prácticas grupales, equívocos extendidos en esos años en los mo-
es decir, la capacidad productiva y de ruptura de dog- dos de pensar las relaciones entre psicoanálisis
mas que las acciones colectivas podrían realizar, y problemática grupal e institucional. Se quería
sin evitar la interrogación acerca de sus moda- señalar que esos equívocos, con que se aludía
lidades de trabajo teórico y clínico (Percia & tanto a posturas que se a rmaban como espe-
Herrera, 1987). Habría que situar esta referen- cialistas grupalistas como a los que se a rmaban
cia a la “ruptura de dogmas” como potencia de lo como psicoanalistas, redundaban en la pérdida Pp. 13 - 1
colectivo en cercanía con la idea de estereotipo y del interés por la investigación acerca de la pro-
su relación con el problema de la ideología y el blemática grupal y su relación con las prácticas
sentido común en Pichon-Rivière. A propósito en el ámbito público. Respecto de las posiciones
de la experiencia de grupos operativos realizada en sostenidas por grupalistas se hace referencia a
la ciudad de Rosario en 1958, Pichon situaba un problema heredado de las primeras tentati-
Gabriela Cardaci
una orientación de esa modalidad de trabajo vas de abordaje del grupo desde perspectivas del
en la capacidad que el proceso grupal podía tener psicoanálisis, en los años 50: la exigencia de legi-
de movilizar actitudes estereotipadas. Estas acti- timar la tarea clínica con grupos desde certezas
tudes -agregaban los autores del escrito- eran del psicoanálisis. Una tendencia que también fue
“mantenidas en vigencia como guardianes de nombrada en Lo Grupal como tendencia de apli-
determinadas ideologías o instituciones” y fun- cación (Percia, 1989)10. Respecto de las segundas
cionaban como barreras a nuevas soluciones posiciones, se ubica el rechazo de la problemá-
(emergentes) como descubrimientos o invenciones tica grupal por ser considerada, en nombre de
(Pichon Rivière, Bleger, Liberman & Rolla, una supuesta “pureza” del psicoanálisis, como enero - junio / 16
aprendizaje, descubrimiento e invención, esbozados por de rendimiento y e cacia institucional (la idea
Pichon-Rivière alrededor de los grupos operativos. El
1
trabajo de elaboración de De Brasi restituye una com- de “hacer grupos” para satisfacer la demanda de
plejidad presente en los problemas abordados por Pi-
chon-Rivière y, en el mismo movimiento, produce una
apertura y un despliegue renovado de esas referencias 10 Sobre este aspecto, se puede consultar también Dagfal
(Cardaci, 2013). (2009).
o grupal como inter ención cr tica: o re la pu licación o rupal en la rgentina 1 83-1 3
146 tual como en el de las prácticas. Lo novedoso de munitarios. Dicha contribución se vinculó a una
esa apertura se condensa en el giro enunciado voluntad de restablecer una dimensión política
por Juan Carlos De Brasi en el prólogo de Lo del psicoanálisis, a través de la recuperación de
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