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ENSAYO

VIDA Y PENSAMIENTOS DE DENIS DIDEROT

PRESENTADO POR:
SEBASTIÁN PINZÓN RODRÍGUEZ

FUNDACÓN UNIVERSITARIA AGRARIA DE COLOMBIA

FACULTAD DE DERECHO

BOGOTÁ D.C

2018
INTRODUCCIÓN

Al hablar de Diderot, resulta inevitable pensar en la ilustración y, más


concretamente, en ese proyecto ambicioso llamado Encyclopédie. Como pocos
hombres, trabajó en nombre de la libertad y el desarrollo del espíritu crítico en una
época en la que, a pesar de sus evidentes transformaciones, todavía se castigaba
con severidad cualquier vislumbre revolucionario. Diderot fue una especie de faro
que iluminó todo su siglo, sirviéndole de guía para orientar la lucha levantada contra
el clero y la nobleza, y estimulando el crecimiento conjunto de todos los medios del
conocimiento humano: la ciencia, la filosofía y el arte, de allí que si existe una
característica que describa con más propiedad su obra tiene que ver con la amplitud
de sus horizontes.
Diderot nació en el seno de una familia modesta, pero, gracias a su padre, pudo

estudiar en el colegio de los jesuitas de su ciudad natal Langres y, luego, en el Louis-

le-Grand y el D’Harcourt de París. A los 19 años ya era doctor en Artes y, desde esa

edad, trabajó como profesor y traductor, entablando relaciones con Rousseau y con

quien sería su futura esposa, Antoniette Champion. Mas, es sólo hasta 1746 cuando

Diderot empieza a ser reconocido más ampliamente, primero, por la publicación de

sus Pensamientos Filosóficos (obra que fue condenada a la hoguera por el

Parlamento de París semanas después de editarse) y segundo, porque ese mismo

año recibió el encargo de traducir la Encyclopaedia de Chambers, lo que, a la larga,

significó para él y D’Alembert la dirección de L’Encyclopédie francesa.

Ambos hechos comparten un carácter crítico y vibrante puesto que sus

Pensamientos, muestran una gran audacia, una voluntad de emancipación que

apunta directamente a la autonomía moral del sujeto, a la razón, en definitiva, como

guía de conducta y, esto en otras palabras, significa el desprecio de la religión

positiva. Por su parte, L’Encyclopédie nunca fue concebida por Diderot como un

simple compendio de información, para él este proyecto debía contribuir a enardecer

las mentes de los hombres, a dotarlos de una voluntad férrea y congruente con los

tiempos revolucionarios de su país. Así puede deducirse de estas palabras suyas

escritas en 1771:

“Cada siglo tiene su propio espíritu característico. El espíritu del nuestro

parece ser la libertad. El primer ataque contra la superstición fue violento,

desenfrenado. Una vez el pueblo se ha atrevido de alguna manera a atacar la

barrera de la religión, esta misma barrera que es tan impresionante y a la vez


la más respetada, ya es imposible detenerlo. Desde el momento en que

lanzaron miradas amenazadoras contra la celestial majestad, no dudaron en

dirigirlas a continuación contra el poder terrenal. La cuerda que sujeta y

reprime a la humanidad está formada por dos ramales: uno de ellos no puede

ceder sin que el otro se rompa”

Denis Diderot fue un ilustrado, alguien que a través de sus obras literarias y

filosóficas buscó que los hombres se apropiaran de ese principio kantiano del

“sapere aude” tener el valor de servirnos de nuestro propio entendimiento. Rechaza

así las especulaciones de la religión, la fe ciega, y atacar las instituciones que

mantienen maniatado al hombre, fue uno de los objetivos que persiguió en su vida

Diderot y quien obviamente enfrentó siempre al peligro de la cárcel, la censura y el

exilio.

Los sectores más ortodoxos de la sociedad francesa vieron en Diderot un riesgo

para el mantenimiento de sus instituciones y dogmas ya que si se tiene en cuenta

para los tiempos en que escribió los Pensamientos Filosóficos él se asociaba con el

deísmo (es decir, la convicción de que las personas deben llegar a dios por medio

de la razón, no apelando a revelaciones o a las enseñanzas de la iglesia), pronto se

descubrió que la línea de sus disertaciones estaba más cercana al ateísmo que a

cualquier cosa. En su madurez intelectual se alejó así del entusiasmo que antes

mostrara por Shaftesbury –a quien tradujo al francés-, identificándose más con el

ateísmo materialista de D’Holbach.


En sus Pensamientos Filosóficos, Diderot intentó mostrar que una creencia sólo

puede fundamentarse en la razón puesto que el campo de acción se encuentra en

las ciencias de la naturaleza, era posible explicar a dios siguiendo el método de

estas, o sea, el entendimiento. Por tal motivo, en aquella época Diderot se alejaba

tanto de la religión tradicional (apegada a la fe como única vía de lo divino) como

del ateísmo (atrincherado en una negación digna de consuelo); creía todavía en la

posibilidad de un dios racional.

Los Pensamientos Filosóficos son una colección de 62 aforismos de diferente

extensión en los que Denis Diderot habla sobre dios, el escepticismo y la necesidad

de una creencia racional que supere las prácticas tradicionales de la religión. El libro

abre con un epígrafe en latín “quis legat haec” (¿quién leerá esto?), una proposición

que permite a Diderot precisar su duda sobre la suerte que seguirían sus

Pensamientos, de acuerdo con la persona que los leyese. Acto seguido, el autor se

expresa así: “Escribo sobre dios; cuento con pocos lectores y sólo aspiro a ciertas

adhesiones. Si estos pensamientos no complacen a nadie, no podrán ser sino

malos; pero los consideraría detestables si complacen a todo el mundo” el ya sabia

que contaría con pocos lectores en ese entonces, pero aun así sus palabras no

dejarían de ser duras en contra de la iglesia.

Uno de los primeros planteamientos que hace en el libro es acerca de las pasiones,

un tema que se venía discutiendo desde los tiempos de Descartes. Diderot plantea

que la sociedad imputa las pasiones con demasiada frecuencia, olvidándose de que

“son también la fuente de todos los placeres” y las únicas que “pueden elevar el
alma a las grandes cosas”. Dice que las pasiones sobrias son propias de los

hombres corrientes y, por tanto, siempre es preferible estar dotado de pasiones

fuertes estas no deben atemperarse ni eliminarse, porque mientras que entre ellas

exista una armonía adecuada, podrá disfrutárselas sin miedo a caer en el libertinaje

o la temeridad.

La intención que tenía era que con este asunto se diera a conocer lo dañina que

resulta la religión a la hora de censurar y condenar las pasiones que son naturales

en los hombres.

También da entender que los religiosos que se “golpean sus pechos con piedras”,

o que viven aquejados por los remordimientos y la culpa, no son dignos de

admiración, puesto que solo conservan un pequeño rastro de su humanidad.

Aquellos que “se despojan, por religión, de los sentimientos de la naturaleza, dejan

de ser hombres y se convierten en estatuas para ser verdaderos cristianos” con esto

hace referencia a que son como figuras que solo están creados con un objetivo el

cual este impuesto por alguien.

El piensa que la imposibilidad que tiene el religioso para sentir y vivir como un

hombre libre tiene su origen en el temor a dios. “Habría bastante tranquilidad en

este mundo si tuviéramos la completa seguridad de que nada hay que temer en el

otro”, en dios. Sin embargo, la iglesia y la fe sostienen obstinadamente que el

camino hacia la “salvación” implica alejarse de los afectos de nuestro mundo. Y este

es el punto en el que empieza a percibirse el deísmo de Diderot, pues entonces

afirma que “no hay que imaginar a dios ni demasiado bueno ni demasiado malo”, y
que toda esa superstición sobre las pasiones es más ofensiva para dios que el

propio ateísmo.

Diderot piensa que el deísta pertenece a un género particular de los ateos y

distingue, el pensamiento dice que son tres tipos de ateos: los verdaderos ateos,

cuya negación de dios es absoluta; los ateos escépticos, que permanecen indecisos

ante la cuestión; y los ateos fanfarrones de partido, que sólo simulan estar

convencidos de lo que dicen. Como de los tres, el único que vive en un dilema

trágico es el escéptico, él es el único que puede asumir el trabajo de razonar sobre

dios, del mismo modo, mientras el religioso es un creyente que no aceptará nunca

otro camino que el de la fe, y el ateo negará siempre cualquier proposición, sólo la

duda del escéptico puede convertirlo en deísta pues solo es aquel que cree en dios,

porque conoce las razones para hacerlo.


CONCLUSIÓN

Se puede concluir que, Los Pensamientos Filosóficos son una muestra formidable

del pensamiento ilustrado de DIDEROT. Curiosamente en el mismo año de la

muerte de Diderot 1784, Kant publicaba en Alemania su Respuesta a la Pregunta:

¿Qué es la Ilustración?, en cuyo apartado VII se encuentran unas líneas que podrían

describir el contraste entre el ánimo racional de Diderot y sus dificultades de

realización. Según Kant (1996) “Falta mucho todavía para que la totalidad de los

hombres, en su actual condición, sean capaces de servirse bien y seguramente del

entendimiento propio sin la dirección de un extraño en cuestiones religiosas”. Sin

embargo, se abre campo para trabajar autónomamente hacia ese fin, en cuanto a

los obstáculos para una ilustración general o la salida de su culpable minoría de

edad, ya que cada vez son menores. Desde entonces han pasado dos siglos y

medio, y se podría decir que no ha cambiado mucho ya que se sigue viendo a la

religión como un dogma que sigue teniendo un fuerte vínculo con el estado ya que

muchas de las decisiones que este toma se ven basas en el permiso de la iglesia.
REFERENCIAS

COLLISON, R. & PREECE, W. (1997) Enciclopaedias and Dictionaries; en The New

Encyclopædia Britannica (Vol. 18). U.S.A.: Encyclopædia Britannica. p. 274.

MCPHEE, Peter (2003) La Revolución Francesa, 1789-1799. Barcelona: Editorial

Crítica. p. 38.

MANUEL, Frank et al (1997) Systems of Religious and Spiritual Belief; en The New

Encyclopædia Britannica (Vol. 26). U.S.A.: Encyclopædia Britannica. p. 567-568.

GARCÍA-PELAYO, Manuel (1981) Los Mitos Políticos. Madrid: Alianza Editorial. p.

376.

KANT, Immanuel (1986) Respuesta a la Pregunta: ¿Qué es la Ilustración?; en

Revista Argumentos No. 14-15/16-17. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

p. 39-41.

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