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Autor: Juan Cruz Margueliche (UNLP-Dto Geografía- Cátedra Asia, África y Oceanía).
Correo: jcruzmargueliche@gmail.com
Para algunas étnias la inmigración forma parte de sus estrategias de vida. Para existir, para ser
hombre hay que irse como inmigrante. Es un factor de emancipación. Uno se hace hombre porque se
convierte en inmigrante (…). Desde que ya no funciona el campo, están obligados a buscarse la vida
en la ciudad (…)
Papa Demba Fall, 2007.
Introducción
La región de África Subsahariana se encuentra ubicada en el Continente Africano. La región limita al
norte con el mar Rojo; al sur, la confluencia de las aguas del Océano Indico y el Atlántico; al este con
el Océano índico y al oeste con el Océano atlántico. Ocupa la mayor extensión del continente. De los
30.000.000 km2 que posee África, 24.521.000 Km 2 pertenecen a la región. África Subsahariana se
refiere a los países que se encuentran ubicados al sur del Desierto de Sahara, que son los siguientes:
Angola, Benín, Bostwana, Burkina Faso, Burundi, Cabo Verde, Camerún, Costa de Marfil, Chad,
Eritrea, Etiopía, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea Ecuatorial, Guinea Bissau, Islas Comoras,
Islas Seychelles, Kenia, Lesoto, Liberia, Madagascar, Malawi, Malí, Mauricio, Mozambique,
Namibia, Níger, Nigeria, República Centroafricana, República del Congo, República democrática del
Congo, Ruanda, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Sierra Leona, Somalia, Suazilandia, Sudáfrica,
Sudán, Tanzania, Togo, Uganda, Yibouti, Zambia y Zimbawe.
Presenta un relieve bastante uniforme, con grandes mesetas surcadas por depresiones y escasas
formaciones montañosas. Se destacan los Montes Drakensberg en Sudáfrica, la gran depresión del
Rift, con cumbres como el Kilimanjaro, volcán extinguido de 5.895 metros. En cuanto a las mesetas se
encuentran la gran meseta africana, la meseta de Darfur, entre el río Nilo y el lago Chad. Estas mesetas
están formadas por rocas antiguas (precámbricas). Lo más importante de este zócalo son las
mineralizaciones. Esto ha permitido la valoración y puesta en producción de gran cantidad de recursos
mineros (hierro, diamantes, cobre, oro, bauxita, estaño, uranio y coltán). Las llanuras se encuentran a
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lo largo de las costas. Estas son alteradas por depresiones como el lago Chad, o las cuencas de los ríos
Níger y Congo. En el este, el valle de Rift se extiende de norte a sur a lo largo de más de 4.800 km2,
en los que hay profundos lagos, valles, mesetas y cumbres volcánicas.
En cuanto a su hidrografía, se destacan los ríos Níger y Congo. De ellos se obtienen agua para regadío,
son sistemas de transporte esenciales y fueron las principales vías de penetración durante el
descubrimiento y colonialismo. Los ríos con vertiente hacia el índico son cortos, como el Limpopo y
el Zambeze, donde se encuentran las cataratas Victoria. Se destacan lagos tectónicos de gran
profundidad como el Tanganica o el lago Turkana. El lago Chad o el Victoria se sitúan en depresiones
entre las mesetas.
La mayor parte de la región se encuentra entre los trópicos, lo que determina su temperatura cálida con
escasa variación térmica excepto en los desiertos. Presenta un marcado grado de aridez. El desierto de
Sahara tiene una extensión equivalente a Europa y hacia el sur se encuentra el desierto de Kalahari. En
contraposición se ubican zonas ecuatoriales y subecuatoriales que se caracterizan por exceso de agua.
En síntesis, dominan los ambientes áridos, semiáridos y húmedos. En las áreas más secas, el
nomadismo pastoril, es una forma de aprovechamiento del espacio, pero ha llevado a un
sobrepastoreo, lo que unido a sequías, a hecho disminuir considerablemente la actividad ganadera.
Otra respuesta ha sido la agricultura de tipo tradicional con regadío, aunque este ha facilitado la
propagación de insectos y salinización de suelos. En el área húmeda, la actividad agrícola, ligada a la
deforestación, facilita la obtención de tubérculos y cereales para subsistencia, o de cultivos industriales
para exportación (café, cacao, aceite de palma). La fertilidad de los suelos es temporal, con utilización
del sistema de rozas. La alternativa más rentable se ha encontrado en la agricultura de plantación,
especialmente en la costa del Golfo de Guinea.
• África Central: Rep. Democrática del Congo, Rep. Del congo, Rep. Centroafricana, Ruanda,
Burundi, Chad, Camerún, Gabón, Guinea Ecuatorial
• África Oriental: Kenia, Tanzania, Uganda, Yibouti, Eritrea, Etiopía, Somalia, Sudán del sur,
Islas Comoras y Seychelles
• África Austral: Angola, Botswana, Lesoto, Malawi, Mozambique, Namibia, Sudáfrica,
Suazilandia, Zambia, Zimbawe; islas Madagascar y Mauricio.
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• África Occidental: Benín, Burkina Faso, Camerún, Chad, Costa de Marfil, Gabón, Gambia,
Ghana, Guinea, Guinea Bissau, Liberia, Mali, Mauritania, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra
Leona, Sudán, Togo, las islas de Cabo Verde y Santo tomé y Príncipe.
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especialmente en lo que respecta a la trata de esclavos. Era fácil para los europeos enfrentar un grupo
con oto y de esa guerra interna obtener el botín (los cautivos) para su venta (transformando en
mercadería el cautivo pasa a ser esclavo). Se inició de ese modo una particular articulación del
comercio internacional con la organización existente en la sociedad africana.
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ello, Samir Amin no habla de transición hacia la modernidad sino utiliza el concepto de bloqueada. No
hay sociedades tradicionales en África contemporánea: sólo hay sociedades periféricas dependientes.
Según Bernard Founou-Tchuigoua (1995), África subsahariana:
No tienen unidad económica, y jamás formó una unidad política antes, durante o después de la
colonización (…) el despedazamiento de África en la Conferencia de Berlín en 1884, se guió por la
tesis hegeliana de la no-historicidad de las sociedades africanas (…)
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Estados fallidos. Carecen de soberanía nacional por su incapacidad de controlar la población que vive en su
territorio. Su soberanía es más teórica que real y las grandes decisiones provienen del exterior. El Estado
africano, sigue siendo la extensión y continuación del Estado colonial: el Serkali.
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económica continuará, las ideas neoliberales, son los que hoy ejercen su acción en el contexto de la
globalización. Desde la última década del siglo XX, se intensificó la transformación del poder político
y económico a escala mundial. Esta transformación incide directamente en las relaciones que se
articulan entre los espacios geográficos, los mercados y la población.
El problema
Ningún territorio, puede mantenerse al margen de las transformaciones del proceso de globalización, y
por supuesto, tampoco los diferentes actores sociales que forman parte del mismo. Por ello, es
importante tratar de reconocer y explicar las diferentes estrategias que encabezan tanto los territorios
como los diferentes actores sociales involucrados, en relación a las transformaciones producidas por el
proceso antes mencionado. La migración es un fenómeno antiguo en la historia de la humanidad. Pero
la política de migración empezó a cambiar en la era del Imperialismo moderno, en la que varios
Estados – Nación europeos pretendieron poner en práctica la Democracia en el interior y el
Imperialismo en el exterior. En la era de la Globalización, esta contradicción adquiere más fuerza ya
que los movimientos de población interaccionan con las nuevas ideologías de fronteras abiertas y
libre comercio. Por una parte la integración creciente de los mercados mundiales y el aumento de las
presiones sobre todo las economías nacionales y para que sean competitivas a nivel mundial ha
supuesto nuevos incentivos para importar población (huéspedes). Estos flujos laborales han dado lugar
a todo un mundo nuevo de emigrantes y de ciudadanos parciales. Esto trae aparejado varios
conflictos, como el problema de las minorías culturales, las cuales están cada vez más capacitadas
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para articular sus derechos culturales como derechos humanos; como también así los problemas que
trae aparejado el pluralismo cultural. Una de las teorías para este contexto, es aquella que nace como
producto de lo insatisfactorio de las teorías predominantes en los estudios de migración hasta la
década del ’80, pues ponían énfasis excesivo en los aspectos económicos y en el hecho de que luego
de un par de generaciones se marchaba inexorablemente hacia la asimilación a la sociedad receptora.
Los orígenes de esta perspectiva suelen situarse en el trabajo de Nina Glick Schiller (1992) en un
estudio de migrantes centroamericanos en Nueva York. En dicho trabajo, observaron que los
migrantes lejos de asimilarse a la sociedad huésped, mantenían relaciones económicas políticas y
sociales con sus lugares de origen. En el centro, de estas nuevas relaciones descansa la propuesta de
que éstas llegan a constituirse Comunidades Transnacionales (CT). Además, las transformaciones
tecnológicas, han dado una resignificación al concepto de migración ¿Qué es la migración? ¿Cuándo
se produce la migración? ¿Qué elementos nos permiten definirla? ¿Cómo impactan las nuevas
tecnologías en las migraciones? ¿Cuál es la diferencia entre migración y movilidad territorial? Todos
estos interrogantes, ya no son explicados desde el simple marco analítico de factores de expulsión y
factores de atracción. Por ello, debemos contextualizar, a estas nuevas migraciones y partir desde
preguntas como las antes mencionadas, para poder posicionarnos nuevamente en la problemática a
analizar.
El territorio tiene a la vez una importancia material y una simbólica como productor de significados
culturales y de territorialidades explícitos, como fuente de implicación para dimensiones rituales. La
CT, entendida como una comunidad que se extiende y se consolida más allá (o a pesar) de la frontera.
Los trabajos de Rouse (1988), Kearney y Nagengast (1988) y Glick Schiller et al (1992), fueron los
primeros que trascendieron los estudios de migración y plantearon que las CT tenían un carácter
diferente. Estos estudios buscaron alternativas a las estrategias localizados de investigación de
comunidades desterritorializadas y a sus problemáticas singulares. Glick Schiller et al (1992), por
ejemplo, sostuvieron que una de las características fundamentales de estas comunidades es que la
migración de tipo transnacional fomenta y sostiene relaciones multívocas que enlazan a las sociedades
de origen con los asentamientos en su lugar de destino en vez de que, como propone la teoría de la
modernización, los transmigrantes se deslinden finalmente de las comunidades y lugares de origen.
Desde esta teoría y el concepto d CT, podemos observar varias cuestiones a destacar, en el marco de
este trabajo. Por un lado, estrategias y prácticas de resistencia ya no unidireccional, sino bi-
direccional. Además, dejar de lado, la idea asimilacionista (tanto aquella dada desde la llegada del
colonizador), como la generada en suelos extranjeros. El concepto de barrios étnicos, el rol de los
medios masivos de comunicación, que llevan a repensar las producciones material e imaginario del
colectivo migrante. Como lo expresa, Arjun Appadurai, bajo su concepto de espectador
desterritorializado. Bajo este concepto, contextualiza a cualquier migrante que se conecte desde el
país receptor con cualquier elemento tecnológico, con el país emisor; y como en este puente, se
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empiezan a desarrollar, no solo muchas líneas de trabajo a repensar, sino identidades y resistencias,
que juegan un papel importante en la permanencia del migrante.
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Al interior de los reinos e imperios, el arreglo del espacio se sometía a los efectos de una doble relación:
1-Descansaba en la articulación entre el Centro y la Periferia. Dependía de la capacidad del Rey (Centro) sobre
comunidades (Periferia).
2- Fijaba la relación entre el hombre y la tierra en el interior de cada aldea. El territorio no como un factor de
control o dominación, sino de promoción, la cual permitía establecer los derechos y obligaciones.
La geometría fronteriza en África: santuario de los Hors la-loi (los que no están regidos por ninguna ley).
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países desarrollados las materia primas y la mano de obra barata que estos necesitan, al tiempo que la
competencia de estos impide que pueda darse un desarrollo industrial endógeno.
Identidad
La identidad es el mecanismo utilizado para la auto-localización en relación con el mundo social. La
identidad une al yo con el contexto social y está relacionada con la cuestión de los límites. Wilmer
(2000) indica, en este sentido, es el espacio cerrado que ocupa el yo por lo que los límites también son
parte de la respuesta a la pregunta: ¿Quiénes somos? Esta se relaciona con la existencia de una
necesidad humana de posibilidad de localizarse en el esquema más grande de las cosas, de trascender
el yo a partir de un proyecto más grande (1997:4). Camacho, retomando a Bromberger, señala que la
identidad es un dato primario de existencia individual, una especie de arquetipo de la existencia del
grupo que no puede reconocerse y reindicarse como tal más que por medio de un principio de
unificación identitaria que se elabora a lo largo del tiempo. Por ello, la identidad aparece como un
elemento indisociable de la formación social. Sin embargo, la identidad no es un objeto social acabado
que se puede describir a manera de inventario aunque así aparece en su uso social (Camacho, 1996:2).
La identidad representa un acto creativo y no una realidad objetiva que se ha de aprehender. A
diferencia de tiempos pasados, el individuo de la sociedad posmoderna no posee. Bauman (2005:68)
afirma Se ha dado plena libertad a las identidades y ahora son los hechos y mujeres concretos quienes
tienen que cazarlos al vuelo, usando sus propios medios e inteligencia. Tener una identidad y sentir
que es reconocida por los otros no da orden interno y neutraliza el miedo que despierta la sensación
de caos y las comunidades pueden necesitar de individuos ordenados, expulsando disidentes
portadores de otras formas de identidad.
La resistencia
El principio de dominio territorial impone a los habitantes de un lugar la necesidad de defenderla por
todos los medios, pacíficos o violentos. Cuando se habla de dominación cultural, se refiere a los
variados mecanismos que el grupo dominante impuso para socavar las bases culturales de la sociedad
dominada. La dominación cultural se constituyó en un elemento central del imperialismo. África
subsahariana ha luchado en contra de la imposición de las estructuras socioeconómicas europeas, a
través de métodos pacíficos o violentos y también en defensa y pervivencia de lo propio. Aquí cobra
importancia el concepto de identidad. Europa representaba la civilización y África la barbarie. El otro
para Europa era bárbaro, porque la civilizada era ella. El concepto de identidad no es estático sino que
se trata de una relación que se establece en tensión, en puja con el otro que es diferente. En un
contexto de dominación, la construcción de la propia identidad de los dominantes comportó la
negación de la identidad del otro grupo. El imperialismo europeo negó la realidad social de la cultura
africana. A pesar de la explotación y sometimiento de los pueblos, África ha resistido. Álvarez Acosta
María Elena, en su libro África Subsahariana: sistema capitalista y relaciones internacionales, habla
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sobre el concepto de cultura de la resistencia. El eje de dicha resistencia pasa por una revalorización de
la propia cultura (abarca el universo espiritual, valores, ética y costumbres) que la sociedad posea para
adaptarla a esas estructuras impuestas por el imperialismo europeo. En tanto proceso histórico, los
movimientos de resistencia llevados a cabo por el pueblo de África subsahariana, presentan múltiples
características. La génesis de la resistencia se relaciona con la aparición del nacionalismo africano. El
primer período del nacionalismo africano se caracterizó por el desarrollo de dos corrientes de protesta:
la popular, referida a una serie de revueltas, a veces violenta, de orden cultural o económica,
relacionadas con imposiciones tributarias, el trabajo o la tierra. Este tipo de reacción surge de la
dominación económica y administrativa. Aparecen las sectas, siendo la más conocida el kimbanguismo
donde se aseguraba la salvación del pueblo, a través de Kimbangu que era el mesías de los negros, en
oposición a Jesucristo. La otra corriente de protesta fue la intelectual. Aparece el panafricanismo,
ideal a favor de la independencia y unidad de todos los pueblos africanos. Fue formulado en una
conferencia celebrada en 1900 en Londres. Hasta el final de la segunda Guerra Mundial, este
movimiento estuvo dirigido por líderes negros norteamericanos, como Garvey y Du Bois, que hicieron
hincapié en el origen africano de los negros de América, reivindicando su propia identidad y herencia
cultural. Durante la sexta conferencia panafricana, en 1945, el movimiento dio un cambio rotundo.
Aparecieron Nkrumah y Kenyatta, nueva generación de líderes nacionalistas africanos. La
preocupación pasó a ser África y su unidad. Dicho movimiento no consiguió el objetivo de la unidad
africana, ya que las fronteras diseñadas por las potencias coloniales resultaron ser más resistentes. Las
rivalidades entre los pueblos también fueron determinantes. Igualmente los escritos de Nkrumah y
Kenyatta se convirtieron en referencias fundamentales para el proceso de descolonización e
independencia de los años sesenta y setenta. Este movimiento contribuyó a la creación de OUA
(organización para la unidad africana). Dentro de las protestas intelectuales también se caracterizó la
negritud. Esta simboliza la lucha contra la asimilación cultural. Ambas protestas convergieron en la
formación de nacionalismos territoriales. La acción de estas protestas se organizó a través de la
formación de grupos políticos y sindicales. Dentro de ellos se destacaron: RDA (Rassemblent
Democratique Africain) y la UGTAN (Unión Genérale Des Travailleurs d’ Afrique Noire). El objetivo
de ambos grupos era unificar a los trabajadores, coordinar la acción del conjunto de las organizaciones
en su lucha contra el colonialismo. De 1957 a 1960 es un período de transición, los dirigentes y
partidos deciden en función de la responsabilidad gubernamental y construcción nacional.
El neocolonialismo y el imperialismo son desde 1960 las causas de la resistencia africana.
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de la producción, diversificación, aumento explosivo de la institucionalidad intelectual y
consolidación de agentes étnicos, genéricos, disciplinarios que generan pensamiento. Entendemos el
pensamiento subsahariana como parte del pensamiento periférico. Se entiende por el pensamiento
periférico el que se produce en parte de intelectualidades que piensan con relación al centro, y que
grosso modo se mueven en la disyuntiva SER-COMO-EL-CENTRO Vs SER-NOSOTROS-MISMOS.
Una de las tareas más importantes emprendidas por los intelectuales periféricos ha sido su
reivindicación respecto de las descalificaciones sufridas como consecuencia del discurso del centro. El
primer libro, publicado por un africano con el explícito propósito de reivindicar a la raza negra fue el
de Jaimes A. Horton, Países y pueblos del África Occidental. Una reivindicación de la raza africana
en 1968. Horton apuntaba a mostrar que una serie de características atribuidas a la raza negra, de tipo
biológico o cultural, no son reales. Arma su discurso para refutar a los antropológicos que no son
capaces de ver África con calma, quietud y mente desprejuiciada (Horton, 196 9:21). Empieza su libro
señalando que pretende probar la capacidad del africano para tener un gobierno político real e
independencia nacional, afirmación que lo ubica como uno de los primeros en poner también la
cuestión del Estado-Nación.
El surgimiento y el desarrollo del concepto negritud son inseparables del medio ambiente afroparisino,
aunque ello no baste para explicarlo. Fue sin duda el senegalés quien más desarrolló el concepto, que
quedó asociado permanentemente a su persona (pasando desde breves y elípticas dimensiones en su
poseía hacia formulaciones conceptuales). Recién en la década de 1950 la negritud alcanza precisión
suficiente para ser considerada una ideología. En 1956, Senghor planteó que el negro por tradición no
está desprovisto de razón. Para ello, el autor debió renunciar a su autoimagen de francés asumirse
como nuevo negro. Hacia fin de siglo, una de las últimas mutaciones que se han producido es la
aparición de un discurso donde convergen las ideas feministas con las posetructuralistas y los
posmodernos. Este discurso se ha desarrollado particularmente en una intelectualidad joven, de alta
formación académica, que se ha instalado o pasado largos períodos en los medios académicos del
primer mundo. Allí se han constituidos reductos donde coexisten personas, provenientes de África,
India y América Latina y el Caribe. Estos espacios se encuentran prioritariamente en las grandes
ciudades de USA, Inglaterra, Francia y Canadá. La intelectualidad de origen periférico inserta en estos
espacios, conectadas además con ONG, partidos y agrupaciones, se encuentran más internacionalizada
que aquella ha permanecido en los países de origen, posee condiciones laborales y de vida
notoriamente superiores. Hacia 1970 Steve Biko (1998ª, 1998b) postuló la noción negro (Black) como
forma de englobar a todos los segregados por el apartheid: africanos, gente de color y asiáticos. Ser
negro es haber iniciado el camino hacia la emancipación, pues la gente negra es la que se levanta
contra la dominación del hombre blanco. El racismo blanco y la explotación de los negros en
Sudáfrica y en todo el continente tiene una sola antítesis: la sólida unidad negra. Sólo de esta dialéctica
puede emerger una síntesis viable. En la medida en que los negros continúen concibiéndose como
apéndices de la sociedad blanca no podrá haber una verdadera integración en la sociedad (Biko,
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1998b:362). Para superar esta condición de apéndices los negros, deben ser capaces de interponerse a
sí mismas y no continuar aceptando una educación y una religión que los conduce a una falsa
comprensión de lo que son.
La diversidad o diversificación del continente africano, nos lleva al siguiente interrogante: ¿Existe
algo que se pueda llamarse pensamiento africano subsahariano en tal diversidad? Sin duda que sí. En
primer lugar una preocupación por la propia región. En el caso de Asia no se piensa con esa
preocupación continental y, en el espacio islámico, se piensa teniendo en cuenta una identidad
religiosa-cultural y no neohistórica por citar dos casos diferentes al afrosudsahariano. El pensamiento
subsahariano termina el siglo completamente enmarcado en la disyuntiva periférica. El problema de
ser como el centro o bien ser si mismos.
Concepto de hibridez
Homi K. Bhabha (1994): el colonizador asumía un sentimiento de conflicto hacia el colonizado, entre
el deseo y la repulsa, ocurriendo lo mismo con el colonizado. El aspecto interesante del pensamiento
de este autor, es la forma en que analiza estas relaciones conflictivas yendo más allá del análisis
dicotómico entre colonizador y colonizado, dando lugar a un tercer espacio al que llama space in
between. Algunos autores postcoloniales como E. Said (1990) Frantz Fanon (1961) y Robert Young
(1990), entre otros, reclaman es tercer espacio como forma de resistencia al poder y hegemonía
colonial (Omar, 2007). Por otra parte el autor analiza el concepto de imitación y ambivalencia del
colonizador por parte colonizado, dando espacio para cuestionar el poder y el discurso colonial
dominante. Según el autor el sentimiento de conflicto surge del mismo discurso colonial un discurso
dual que presenta un carácter opresivo y al mismo tiempo paternalista. Había una voluntad de que el
colonizado imitase al colonizador en su forma de ser, de hablar y de actuar. Es decir, esa
identificación se conseguiría hasta cierto punto, hasta garantizarse que el colonizado aprehendiese la
cultura colonial. Era esa la manera de colonizador de colonizar la cultura del otro, pero manteniendo
una cierta distancia para que la copia no se confundiera con el original. Con todo, esa vertiente
conflictiva del discurso colonial condujo a un discurso ambivalente. El concepto de ambivalencia fue
desarrollado en la teoría psicoanalítica para describir la repulsa y al mismo tiempo la atracción por una
persona, acción u objeto (Young, 1995). Proliferan en los últimos años teorías de la negrofobia y de
afrocatastrofismo o teorías de los designios o infortunios de los africanos. Estos planteamientos
ignoran consciente o inconscientemente las responsabilidades de la colonización y en la actualidad de
la globalización en las crisis africanas atribuyéndolas a los principios africanos o a su incapacidad
congénita. En este mismo sentido, la literatura norteamericana académica habla de failed state (Estado
Fallido), collapsed state (Estado colapsado) y rouge state (estado canalla) para insistir en la crisis del
Estado y del desarrollo en África. Frebte a estos enfoques exclusivamente internista han nacido nuevas
teorías que recomiendan el abandono del afropesimismo y de la definición negativa de África a partir
de las frías estadísticas de los organismos internacionales, que no toman en cuenta ni la amplitud de la
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economía popular en la producción y el comercio, ni las redes de solidaridad propias a la historia y a la
cultura de los africanos. Estas nuevas corrientes explicativas de la situación africana son la teoría de
África pasajeros clandestino de la globalización (Sylvie Brunel) y la teoría de África al socorro de
Europa (Anne – Cécile Robert). La primera considera que África no es un continente condenado al
subdesarrollo, sino un continente en reserva del desarrollo que, además, ayuda al norte, ayer con sus
materias primas y en la actualidad con la exportación de sus brazos, cerebros y deportistas. África
tiene interés en eludir las reglas actuales de la globalización que les son desfavorables, haciendo jugar
las ventajas comparativas a su manera (economía popular, porosidad de las fronteras, actividades
paralelas que explican el éxito del África no oficial). Es decir, su estrategia de secesión del resto del
mundo o del viajero clandestino en el tren de la mundialización. La segunda teoría relativiza el fracaso
de África, que se ha de interpretar como la resistencia de los africanos, con gran capacidad de
adaptación y de supervivencia, al modelo económico y social dominante o al modelo económico y
social dominante o al modelo de desarrollo occidental. El fracaso económico y social de África es ante
todo el de Occidente: la versión capitalista y colonial occidental y de sus modelos de desarrollo con la
complicidad y colaboración de las élites africanas occidentalizadas, la imposición de la política liberal.
Se aboga por una redefinición del desarrollo que no debe ser unilineal, sino basado en las
innovaciones sociales, y por un África sujeta y no objeto, apoyándose en su fecundo pluralismo y
diversidad cultural, que es su fuerza. Bayart (2011), acuña el concepto de Estrategias de extroversión
para designar al conjunto de prácticas por medio de las cuales las sociedades africanas compensan
muchos déficit movilizando recursos derivados de su (posiblemente desigual) relación con el
ambiente externo. Se le puede reprochar al autor que no ofrezca una definición mínimamente
elaborada de ese concepto. Pero queda claro, que con esta hipótesis, nos ofrece un universo de
prácticas, que a través de ellos, se (re) producen tanto las características del campo político en cada
sociedad como su articulación con el mundo a su alrededor. Entre las estrategias de extroversión (son
cinco que plantea el autor) propuestas por Bayart ameritan una discusión a fondo. Entre los
planteados, estos incluyen desde el uso oportunista de los recursos de los países centrales (y de los
organismos financieros internacionales) hasta la adopción de los modelos culturales de occidente.
Como así, también, el uso engañosos que frecuentemente se hace de los créditos de los organismos
financieros internacionales.
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- Una dimensión interna que significó una lucha civilizatoria que terminó por imponer la hegemonía
del proyecto liberal.
Hay dos supuestos destacados, desde el origen de las ciencias sociales. Uno es la idea de que todas las
culturas y todos los pueblos evolucionan linealmente desde lo primitivo a lo moderno. Así, la sociedad
industrial liberal es la expresión más avanzada de ese proceso, se define como la sociedad moderna.
Por lo tanto, la sociedad liberal es el único futuro posible de todos los pueblos. El otro supuesto se
basa en el carácter universal de la experiencia histórica europea, donde las formas de conocimientos
alcanzados se constituyen en las únicas formas válidas objetivas y universales de conocimientos. Se
transforman en proposiciones normativos que definen el debe ser para todos los pueblos del planeta.
En las últimas décadas, se han originado profundas críticas y propuestas alternativas al conocimiento
de las ciencias sociales cuestionándose particularmente, el carácter colonial/eurocéntrico de los
saberes sociales. Es necesario poner nuevos enfoques para superar la mirada eurocentrismo.
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Cuando los europeos llegaron a África subsahariana, los habitantes de esa región no tenían ni
maquinaria ni estructura. Cuando los europeos se fueron, la mayoría en el decenio de 1960, dejaron
tras de sí, centrales eléctricas, teléfonos, telégrafos, ferrocarriles, minas, plantaciones, escuelas, etc
(Buchanan, 1998).
Estas afirmaciones de Buchanan, forman parte de la visión eurocéntrica de África: un continente
salvaje que fue bendecido con el don de la civilización europea. Sin embargo, los primeros viajeros
europeos que llegaron a África encontraron sociedades que, en muchos sentidos, no eran muy
diferentes de los que había en su tierra natal. En el siglo XIII antes del surgimiento de la energía
producida por la rueda hidráulica, la fundición de hierro y acero en el África occidental era similar
en calidad al de Toledo (Hugh Thomas citado en French: 1998). La mayoría de los expertos coinciden
en que las fuerzas desatadas por la demanda europea de esclavos, oro y otros bienes africanos
desestabilizaron en forma radical las sociedades, cuando ya se estaban embarcando en su propio
camino de desarrollo.
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En el caso del otro movimiento migratorio, el de los senegaleses, podemos compararlo bajo las
mismas estructuras que la de los caboverdianos, y así identificar mismas estrategias en diferentes
espacios. El origen de la migración senegalesa, surge inicialmente por causas internas, como la de la
crisis en el sistema-tradicional del cultivo del maní de la década del ´60 (migración rural-urbana). A
esta se les sumó la migración a otros países del continente africano. En la década de los ’90 se produce
una orientación de los flujos migratorios hacia Europa primero y luego a EE UU. Producto de las
condiciones restricciones en el marco internacional, los senegaleses empiezan a migrar hacia destinos
no convencionales (migración Sur-Sur). Además por la posibilidad de obtener fácilmente el visado
para Brasil y desde allí ingresar hacia la Argentina. Su migración se debe a falta de trabajo, búsqueda
de mejores condiciones de vida, etc. El asentamiento de las primeras organizaciones espaciales: en el
caso de Argentina se asentaron colectivamente de la mano de la estructura religiosa y fueron
instalándose en ciudad de Buenos Aires, La Plata, Avellaneda, etc. Se organizaron en pensiones y más
adelante colectivamente en espacios sociales como clubes para reorganizarse desde lo social y
religioso. En Argentina la mayoría de lo senegaleses son de la étnia wolof de la región norte de
Diourbel y pertenecen a la cofradía islámica mouride. Ya existe lo que se conoce como redes y
cadenas migratorias, que actúan como estrategias de solidaridad comunitaria (Lacomba, 1996). Es
importante la dahira, que es el lugar de reunión, un cuadro de solidaridad y cohesión social (le dan
sentido al lugar al que redefinen simbólicamente, reafirmando su pertenencia). La estructura laboral a
diferencia de sus actividades y prácticas laborales desempeñadas en Senegal (agrícolas), al llegar a
Argentina, se incorporan a un mercado informal callejero. Lo cuales les dificulta su estabilidad en el
país receptor, por la precariedad del trabajo, como así también su estructura de pensamiento laboral.
Su presencia, se sostiene por la solicitud de trámites iniciados por el Comité de Elegibilidad para los
Refugiados, dependencia del ámbito de la Dirección Nacional de Migraciones de Argentina.
Conclusiones
Bayart, Jean Francois, en su libro África en el espejo 2011, quiere superar la visión africana a la cual
se la ve como víctima y una cultura inferior. El autor crítica a la teoría de la dependencia. Según
argumenta dicha teoría, la pobreza de los países del sur se debe a condiciones históricas que han
estructurado el mercado global de tal manera que favorece a los países del norte y mantiene a los
países del sur en un estado de constante pobreza. Desde sus inicios, los países del sur han servido
como proveedores de materias primas a los países del norte, y a cambio, han sido receptores de
aquellos productos que ya han saturado los mercados del norte. Se crea un vínculo de dependencia en
que las economías del sur dependen de la voluntad de compra de los países del norte. Las bases de esta
teoría surgieron en la década del 50`como resultado de las investigaciones de la CEPAL (Comisión
económica para América Latina y el Caribe). En resumen la teoría de la dependencia sostiene que:
- el subdesarrollo está directamente ligado a la expansión de los países industrializados;
- desarrollo y subdesarrollo son dos aspectos distintos del mismo proceso;
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- la dependencia no se limita a relaciones entre países, sino que también crea estructuras en las
sociedades;
Bayart, rompe con esta mirada estructuralista de dicha teoría. La dependencia de África subsahariana
es un proceso histórico, una matriz de acción, más que de estructura. Desde lo sociológico, quiere
explicar que no hay la esencia africana. Los países son el resultado de procesos sociales inteligibles:
son estructuras sociales coproducidas por actores sociales ubicados en diferentes posiciones. El autor
propone las llamadas estrategias de extroversión, referidas a un conjunto de prácticas por medio de las
cuales las sociedades africanas compensan mucho de sus déficits movilizando recursos de su relación
con el ambiente externo. Estas estrategias incluyen desde el uso oportunista de recursos de los países
centrales (y organismos internacionales) hasta la adopción de los modelos culturales occidentales.
Dentro del contexto del sistema económico mundial, las relaciones sociales de producción, están
vinculadas con circunstancias locales. La operación de un régimen colonial fue acompañado por la
movilización de las sociedades a las que mantenía sometidas, ya fuese porque la política de gobierno
coincidía con las estrategias de diferentes actores y fuera adoptada por estos o porque iba en contra de
los intereses de dichos factores locales, dando origen a la resistencia. Estas respuestas frente a la
colonización difirieron de un lugar a otro y de un grupo social a otro según los intereses y como se
desarrollaban los acontecimientos. La política de Europa es tanto una respuesta a las iniciativas
africanas como una resistencia o adaptación africana lo es a la intervención colonial. La experiencia
social de la colonización fue compartida por sus actores, por ejemplo mediante la creación de nuevas
tendencias en artes y ciencias, desarrollo de nuevas técnicas pastorales de conversión o reconversión
cristiana, la introducción de la raza como factor entre ciudadanía e inmigración y desarrollo de la
planificación de ciudades. La oleada prodemocrática de 1989-1991 fue menos causada por los
acontecimientos externos o presión de los organismos internacionales y más por el resurgimiento de
antiguos movimientos sociales. Igualmente estos fueron contrarrestados por las estrategias adoptadas
por quienes detectaban el poder (fuerzas de seguridad y recursos financieros). Estas estrategias de
extroversión no han podido incorporar a los jóvenes y comunidades rurales (a pesar de que constituyen
la mayoría de la población). Es incorrecta, según el autor, lo que expresa la teoría de la dependencia en
cuanto a que la falta de legitimidad del estado en África se basa en una falta de base social y cultural,
al origen importado de sus instituciones y al supuesto fracaso a su adaptación. Las guerras políticas
contemporáneas en África son consecuencia no de una ruptura con la colonización sino por prácticas
de extroversión, o sea, a la acción de los grupos sociales en la formación de los estados. Pedreño
Cánovas (2005), plantea que la condición migrante contemporánea debe ser entendida en el marco de
la fragmentación de las sociedades del capitalismo avanzado. Fragmentación social que se caracteriza
por una cada vez menor cantidad de personas integradas y un aumento de los sectores vulnerables y
excluidos. Dicha fragmentación está crecientemente estructurada por la etnicidad como marcador de
las poblaciones que quedan ubicados en posiciones inferiores con respecto a la distribución de
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recursos sociales y cuya posibilidad de elección y acceso a dichos recursos se encuentra limitados por
su asignación diferencial a posiciones sociales, en base criterios étnico-raciales.
Las identidades y las resistencias, para el colectivo migrante o para los que se quedan (causas de
inmovilidad, que deben ser también una variable a ser estudiada), son prácticas desplegadas, como
hemos venido analizando, desde lo discursivo, territorial y cultural. Un caso interesante, es el del rol
de las darías mouride en Buenos Aires. La dahira, es el lugar de reunión, un cuadro de solidaridad, y
cohesión del grupo en palabras de Moreno Maestro (2005) que permite reencontrarse regularmente
para discutir, rezar, hablar, etc. Los migrantes le dan sentido al lugar al que llegan, con sus actividades
redefinen el espacio, en términos simbólicos, a través principalmente, de los rituales, los que les
permite reafirmar la pertenencia a una misma comunidad de origen, la senegalesa y la partencia a una
misma comunidad creyentes, el Islam (Moreno Maestro, 2006). Este es un interesante ejemplo de
identidad y a su vez, de resistencia. Donde, las prácticas colectivas y religiosas, hacen del migrante un
espacio y escenario de anclaje local. El recorrido, desde los diferentes discursos sobre la resistencia,
es interesante para poder analizarlos desde las prácticas. El discurso, se construye desde lo académico,
pero no se separa de las realidades sociales. El actual contexto de la globalización, y el creciente
desarrollo económico, ha generado procesos de desterritorialización, a diferentes escalas; como así
también, puesto en riesgo las identidades que viajan de la mano de flujos migratorios alrededor del
planeta. La identidad, podríamos plantearla desde una resistencia (barrios étnicos, dahíras, etc), que se
despliega en diferentes esferas. En el caso de la región presentada en este trabajo, la identidad y la
resistencia han sido una necesidad obligada para poder reivindicarse en los diferentes espacios
intelectuales, como así también socio-culturales. Por eso, conocer la propia historia de la región, sus
discursos (construidos y deconstruídos, según el sector de creación), como la observación de las
propias prácticas espaciales, son bases para poder analizar estos conceptos que van de la mano. No hay
que caer en errores como considerar a las sociedades africanos, no como exóticas e invariables en sus
rasgos culturales, sino como las demás, con dinámicas que responden a principios explicables desde
las ciencias sociales. Como así no tomar en cuenta la especificidad de la historia de esas sociedades
distinta, como toda historia a la de otros lugares del planeta, que nos obliga a un esfuerzo de
comprensión. Preguntas habituales como ¿Por qué no funciona el estado en África como en otros
lugares? Debemos recordar las constantes interrelaciones y conexiones de las sociedades africana
entre sí y con el resto del mundo, que impiden concebir un espacio esencialmente africano. Es
importante, comprenden las relaciones entre la población africano y europeos es fundamental para
entender la realidad actual del continente. Como así también, reconocer la acción de los africanos en
su propia historia. Como en cualquier parte del mundo los africanos son sociedades en transformación,
si bien también como en otras partes las dinámicas de permanencia y repetición, y las visiones cíclicas
del tiempo, son poderosas. La tesis hegeliana del continente sin historia fue contestada enérgicamente
por los intelectuales anticoloniales de los años 1940 a 1950 como Ki-Zerbo o Cheik Anta Diop. Junto
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a ello, es razonable asumir que la colonización europea, asumiendo un impacto a menudo dramático,
no supuso una total ruptura de los procesos sociales anteriore (Ajayi, 1969).
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