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El ICANH y la Minga indígena: ¿la ciencia al

servicio de Duque?

El director del Instituto Colombiano de Antropología e Historia


olvidó que su función es dirigir un organismo científico, no
sumarle popularidad al Presidente.
Elías Sevilla Casas*

¿Burócrata o científico?
El director general del Instituto Colombiano de Antropología e Historia
(ICANH), Ernesto Montenegro Pérez, no ha logrado decidir si es un
científico o un burócrata.
El ICANH, según es definido por su misión y marco normativo, es una
entidad cuyos investigadores deben “establecer criterios científicos y
técnicos y planificar el desarrollo de la investigación en los campos de la
antropología social, arqueología, bioantropología, lingüística aborigen,
historia colonial, etnohistoria y patrimonio arqueológico y etnográfico
colombiano”. Pero aunque la entidad sea científica, el director no escapa a
la política.
Ernesto Montenegro fue nombrado director general del ICANH en 2015,
bajo el gobierno de Juan Manuel Santos. A pesar de algunas protestas en
su contra, fue ratificado en su cargo por la administración Duque.
Montenegro ha aparecido recientemente en la prensa por varios motivos:
unos personales como la duda sobre su calificación académica para el
cargo, y otros —que son los que aquí interesan— por las implicaciones de
sus actos para el patrimonio cultural colombiano y, en el presente caso,
para las ciencias sociales y las humanidades.
Por desgracia, ya han ocurrido dos episodios cuando Montenegro se inclinó
por su papel de burócrata, con serias implicaciones para la misión científico-
técnica de la entidad estatal que está bajo su mando.
El ICANH es un organismo científico del Estado, no un brazo
dependiente del gobierno de turno.
El primero y más sonado fue el del Galeón San José. Según el
exsubdirector científico del ICANH, Emilio Piazzini, Montenegro le hizo poco
caso a la opinión de la comunidad arqueológica colombiana a la hora de
tomar decisiones sobre el Galeón.

Foto: Varona y Sevilla 2009


Interior de un hipogeo en el Alto de San Andrés, Parque Arquelógico de Tierradentro

Con la asesoría de Montenegro, quien entonces era subdirector técnico del


ICANH, el Congreso promulgó la Ley 1675 de 2013, que reguló lo relativo al
Patrimonio Cultural Sumergido en Colombia. Y aunque la ley llenó un vacío
jurídico en la materia, también abrió la puerta para que los bienes
encontrados en los objetos arqueológicos sumergidos —que son patrimonio
cultural— se pudiera convertir en vulgar plata negociable, contante y
sonante. Por eso Piazzini la llama "una ley infame"
Según su relato, muchos académicos colombianos recomendaron archivar
el proyecto de ley, para proteger el valor simbólico del Galeón,
independientemente de su valor de cambio. El escándalo sigue vivo, con el
ICANH y su director aún involucrados, con implicaciones más amplias que
se exponen enseguida.
Lea en Razón Pública: Patrimonio cultural sumergido: una ley
infame.

El caso de la Minga indígena


El segundo episodio donde Montenegro mostró que su faceta de funcionario
pesa más que la de científico tal vez no sea tan reluciente como el oro y la
plata del Galeón San José. Sin embargo, es igual de preocupante para la
comunidad antropológica nacional y, en general, para la comunidad
científica en Colombia.
En cumplimiento de sus funciones misionales, el actual Grupo de
Antropología Social del ICANH publicó en Facebook un
pronunciamiento sobre la Minga indígena, que por esos días tenía
bloqueada la carretera Panamericana entre Popayán y Cali.
Desde la investigación científica, los antropólogos buscaban salir al paso de
la cantidad de información descontextualizada, falsa o cargada de prejuicios
que sobre la Minga circulaba en la prensa y en las redes sociales. Este
pronunciamiento fue uno más entre todos los emitidos por grupos de
investigadores antropólogos, quienes consideraron pertinente ofrecer
criterios para discutir acerca de la Minga ante la opinión pública.
El hecho insólito consistió en que el director del ICANH, Ernesto
Montenegro, desautorizó públicamente el pronunciamiento de los
investigadores desde el portal oficial de la entidad, argumentando que no
había sido debidamente tramitado. Fue una desviación, con argumentos
burocráticos, de la práctica de respeto que el ICANH y las entidades que le
antecedieron han tenido frente a la libertad de expresión de sus
investigadores.

Comunicado 2 de 2019. Fuente: ICANH.


En respuesta a ese comunicado, cuatro exdirectoras del ICANH enviaron a
Montenegro una carta donde le manifestaron su “profunda preocupación por
el acto de censura”. La comunicación fue compartida entre antropólogos e
investigadores colombianos y colombianistas, y en cuestión de días, 303
colegas de Colombia, América y Europa nos adherimos a la carta.
Montenegro respondió, por paradoja o cinismo, con un recuento de la
tradición de investigación seria y con responsabilidad social que las
generaciones de investigadores del ICANH han mostrado en sus ochenta
años de existencia. Quien esté interesado en los detalles puede consultar
los pronunciamientos y las referidas en el enlace preparatorio del XVII
Congreso de Antropología en Colombia que se realizará en Cali el próximo
mes de junio.
La interpretación más benigna de la respuesta de Montenegro es que el
director del ICANH no ha entendido las implicaciones de fondo de su
pronunciamiento. El ICANH es un organismo científico del Estado, no un
brazo al servicio del gobierno de turno. En virtud de esa condición superior,
el Instituto se ha ganado el respeto que hoy tiene y que le permite actuar
con altura y consideración en el panorama nacional e internacional.
La desautorización de Montenegro convierte al ICANH en una herramienta
para los intereses coyunturales de la administración Duque. No se trata aquí
del contenido de los textos sobre la Minga, que pueden ser debatidos y
controvertidos. La razón de ser de las comunidades científicas es debatir las
diferentes posiciones que existen sobre un mismo tema. De hecho, hay
múltiples posiciones sobre la Minga en las comunicaciones de los
antropólogos.
Por ejemplo, los profesores de la Universidad del Cauca, reconocieron que
“las reivindicaciones y demandas de los pueblos indígenas, campesinos y
afros tienen alcances y limitaciones, y de eso se trata justamente la
negociación y el diálogo”. A ellos, por actuar en el escenario de los hechos,
se les facilita superar las imágenes falsas de los “indios buenos” o los
“indios salvajes” de quienes miran la Minga desde lejos.
Le recomendamos: Las razones de la Minga Indígena en el Cauca.

Ciencia, política y economía


El incidente del ICANH y de su director muestra el peligro de poner la
ciencia al servicio del capitalismo financiero transnacional.
Un libro reciente de Alain Touraine nos advierte que los macro agentes
económico-políticos buscan unificar el pensamiento y agotar las fuentes de
la crítica. En palabras del poeta portugués Alfonso Cruz, “los autoritarismos
tiemblan cuando el pueblo es capaz de pensar, de tener opiniones, porque
todo eso amenaza el pensamiento único”.
La razón de ser de las comunidades científicas es debatir las diferentes
posiciones que existen.
Para asegurar el control político y financiero, los gobernantes buscan
“clientes” genéricos y partidarios obedientes. Necesitan funcionarios que
cumplan tareas bien precisas dentro de los planes estratégicos.

Foto: RTVC
¿Iván Duque pretende que las instituciones dedicadas a la ciencia repliquen la
forma de pensar de su gobierno?

Como lo muestra el columnista Arturo Guerrero, la historia del ministro de


educación colombiano en Brasil es muestra de esa instrumentalidad de los
funcionarios públicos. En ese país, Bolsonaro propuso reducir la inversión
en filosofía y sociología porque son disciplinas que “no dan plata”.
Finalmente, el ministro colombiano no satisfizo las expectativas y fue
destituido.
En Colombia, el gobierno Duque está interesado, sobre todo, en el “jugo”
comerciable de la naranja cultural. Todo el resto de nuestra diversidad
cultural parece contar poco o nada para el gobierno. En la prensa nacional
se han ventilado preocupaciones similares referentes a otros institutos
científicos como son el Archivo Nacional, el Museo Nacional, y el Centro de
Memoria Histórica.
Y, para colmo de males, una de las principales entidades cuya tarea es
salvaguardar el patrimonio cultural está dirigida por un funcionario cuyas
actuaciones hemos comentado.
*Antropólogo Ph.D., profesor titular jubilado de la Universidad del
Valle, Cali.
https://www.razonpublica.com/index.php/econom-y-sociedad-temas-29/11957-el-icanh-y-
la-minga-indigena-la-ciencia-al-servicio-de-duque.html

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