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Boragno Cristian Edgardo demanda a Dragoun Jorge y otros (Escuelas Milan) por la expedición de
un certificado de estudios de Tecnico Electronico que no es de utilidad para ingresar al mercado
laboral.
2° instancia:
Los jueces sostienen que no hay duda acerca de que le contrato de enseñanza integra la esfera
gobernada por la ley 24.240 y sostiene que la publicidad integra el contrato. Equiparan a la
publicidad con la oferta y sostienen que la información constituye un deber elemental del
oferente, citando el art. 4 de ley 24.240:
La información debe ser siempre gratuita para el consumidor y proporcionada en soporte físico,
con claridad necesaria que permita su comprensión. Solo se podrá suplantar la comunicación en
soporte físico si el consumidor o usuario optase de forma expresa por utilizar cualquier otro medio
alternativo de comunicación que el proveedor ponga a disposición.
Si el educador dio por sabido que la instrucción que reparte no deriva de un titulo oficial, debe
darse crédito la prueba pertinente. Y si en definitiva se ha omitido definir el carácter de enseñanza
no oficial en la publicidad, tal omisión constituye un déficit que afecta a la oferta. Una publicidad
no literalmente falsa, pero irregular por su omisión puede perjudicar claramente a los
consumidores, causando irregulares resultados.
El titulo 1 de la ley 24.840 establece que toda persona y/o institución de propiedad privada
destinada a la enseñanza, que dicte cursos presenciales, semi o a distancia, deberá en la difusión
de sus servicios cumplir con:
Aquí, se advierte que el certificado analítico que el alumno curso en las Escuelas Milán del 1994 a
1997, egresando de dicho establecimiento con el título de Técnico Electrónico, carece de toda
validez oficial.
La parte demandada sostiene que de modo informal el profesor a cargo de la clase hacía
referencias sobre la utilidad del certificado mediante testigos. Las declaraciones testimoniales no
suplen el déficit en el cumplimiento de los recaudos legales.
Rubros indemnizatorios:
a) Daño emergente: El daño debe ser cierto y no hipotético, advirtiéndose que el actor no ha
demostrado con eficacia que la falta de diploma oficial le haya restringido su acceso al
mercado de trabajo, es decir la medida de la chance frustrada.
Si bien es cierto que el título oficial auspicia mayor seguridad en el empleo, no se ha
cuestionado la calidad de la enseñanza recibida. La expresión de agravios en este aspecto
no contiene crítica concreta y razonada. De allí que no corresponde el reintegro de gastos
en matricula, cuotas, indumentaria y material bibliográfico.
b) Daño moral: Se encuentra admisible el daño moral reclamado. Se aplica en materia regida
por la ley del consumidor, aplicándose a su vez el art. 1098 en el cual se establece que los
contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe, de acuerdo con lo que
verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender, obran con cuidado y
previsión.
Resulta evidente que en una época donde la capacitación permanente recrea la idea acerca de
mayor facilidad para obtener empleo, la creencia de obtener un diploma oficial ha generado una
expectativa en el accionante, de allí que la revelación de que no se trataba de un título oficial ha
mortificado al actor.