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Justificación
Una prueba de la existencia de Dios sigue teniendo pertinencia para la teología filosófica actual si tomamos
en cuenta que, al creyente moderno que afirma la existencia no evidente de un ser, se le puede pedir con
justicia que aduzca pruebas de aquello que afirma. Por el contrario, quien se decide a negar la existencia de
un ser el cual no es objetivamente evidente, como lo es Dios, no debe demostrar su inexistencia al no ser
evidente que éste exista. Más bien su tarea podría considerarse negativa y destructiva en el sentido de que le
corresponde desmantelar los argumentos que prueban dicha existencia.
Como sea que las pruebas de Santo Tomás son las más importantes en la historia del pensamiento cristiano, y
en especial la prueba Ex Motu, que fue considerada por el Aquinate como la más sólida, es pertinente tomarla
como base para formular la prueba moderna de la existencia de Dios; para ello, el trabajo del P. Salamucha
—uno de los principales miembros del círculo de Cracovia y de los representantes del tomismo analítico en
la primera mital del siglo XX— nos sirve como referente para la presente investigación y como recurso para
la fundamentación lógica de la prueba. Además, como el tomismo analítico es una de las corrientes más
importantes para la teología filosófica actual, es pertinente también recurrir al tomismo wittgensteiniano para
la crítica conceptual.
Finalmente, si se pregunta por el alcance que dicha prueba pueda tener, es importante también discutir el
estatuto epistémico de la filosofía, pues tal prueba es estrictamente filosófica, y ello conlleva ciertas
consideraciones importantes de aclarar para no caer en confusión o desesperar de la postura del otro. Todas
estas consideraciones son pertinentes para la filosofía actual y esto es evidente por la cantidad de debates
entre teísmo-ateísmo que se han generado en los últimos años, por lo que el tema de la existencia de Dios no
deja de ser importante para teístas y ateístas de distintas corrientes filosóficas.
Problema
Para una teología filosófica actual, ¿es posible formular una prueba de la existencia de Dios moderna
basándonos en la Quinque Viae de Santo Tomás de Aquino y cual sería el alcance de dicha prueba con
respecto al conocimiento?
El principal problema de la investigación tiene dos direcciones: la primera apunta a la posibilidad de contruir
una prueba moderna de la existencia de Dios, tomando en cuenta todas las consideraciones lógicas y
conceptuales del caso, y la segunda apunta al sentido, alcance y pertinencia de dicha prueba para la teología
filosófica. Plantear la posibilidad y éxito de dichas pruebas implica una dificultad doble, si tomamos en
cuenta que debemos adaptar las principales pruebas de Santo Tomas a la filosofía moderna y luego
determinar su alcance. Esta segunda dificultad atiende a la crítica kantiana dirigida a los intentos filosóficos
por demostrar la existencia de Dios. Por esta razón, parece importante determinar cuál puede ser el propósito,
alcance y pertinencia de tal empresa para la filosofía moderna.
Objetivo General
. Formular las bases para una prueba moderna de la existencia de Dios.
Objetivos específicos
. Desarrollar las principales consideraciones lógicas y conceptuales para una prueba moderna de la existencia
de Dios.
. Discutir el alcance que dicha prueba puede tener.
Hipótesis
1
Es posible contruir un argumento moderno de la existencia de Dios tomando en cuenta que, a semejanza del
Aquinate el cual utilizó las herramientas lógicas de su época, la conceptualización filosófica, y el
fundamento científico pertinente de su época (Aristóteles), la prueba actual de la existencia de Dios debe
adoptar la lógica moderna, los conceptos filosóficos actuales, y fundamentarse en las teorías físicas de hoy
en día.
Además su alcance con respecto a la temática teísta-ateísta es siempre persuasivo y argumentativo, mas no
concluyente, teniendo siempre como característica constituyente el desacuerdo, entendido como desacuerdo
entre pares, y no por deficiencia de quien discrepa.
Estado de la Cuestión
Siguiendo a Pouviet (2014), Murawski (2014), y Wolenski (2013) podemos dividir el movimiento
denominado “tomismo analítico” del siglo XX en dos etapas, atendiendo a su enfoque y a sus temáticas. En
primer lugar, la etapa del Círculo de Cracovia, conformada por filósofos polacos en los años treinta, y que
tendría un enfoque orientado al rigorismo lógico; en segundo lugar, la que podemos denominar tomismo
wittgensteiniano, originada en Gran Bretaña en los años cincuenta, en su mayoría por filósofos de habla
inglesa, y más orientada hacia la crítica conceptual, la filosofía de la mente y la epistemología—
reformulando, en el caso de Geach, la teoría de la correspondencia expuesta por Santo Tomás—. Ambas
pueden denominarse tomismo analítico pues buscan sintetizar las principales posturas filosóficas tomistas
desde la lógica moderna y la filosofía analítica.
Para introducir el tomismo analítico del Círculo de Cracovia, es importante mencionar la influencia que tuvo
Jan Łukasiewicz (1970) en relación con las aspiraciones y objetivos a nivel filosófico de sus principales
integrantes. La obra de Łukasiewicz buscó, como uno de sus cometidos principales, darle seriedad,
formalismo y carácter científico a la filosofía a través de la lógica. En efecto, su trabajo estuvo enfocado en
el desarrollolo de la lógica moderna, pues la lógica permite desambiguar el lenguaje filosófico y de esta
forma podemos evitar caer en pseudo problemas que aparecen por falta de precisión del lenguaje que
empleamos para argumentar. De este modo la filosofía puede tener una forma más parecida a la ciencia en
cuanto a exactitud y precisión.
La influencia de Łukasiewicz llevó a sus principales discípulos a adoptar el enfoque del rigorismo lógico en
la filosofía. Cabe mencionar, para la presente investigación, a dos de ellos: Jan Salamucha y Józef M.
Bocheński, ambos miembros importantes del Círculo de Cracovia. Adoptaron el ideal del rigorismo lógico, y
retomando las principales tesis de Santo Tomás de Aquino, fortalecieron las bases del pensamiento cristiano
y le dieron carácter formal y serio.
Bocheński (2000) analiza y reconstruye las Quinque Viae de Santo Tomás haciendo uso de la lógica
moderna; criticando cada una por separado; después de agregar sus observaciones lógicas y su
reconstrucción, concluye que únicamente la segunda vía es válida, y establece así que existe al menos una
causa eficiente para todo lo que existe. En otra de sus obras más relevantes para el tomismo analítico,
Bocheński (2003) analiza las primeras 11 questiones de la Summa Theologiae I del Aquinate, en las cuales,
por medio de la reconstrucción lógica de los argumentos, fortalece el cometido del doctor angélico de
comprender el término sacra doctrina.
Salamucha (1970), por su parte, hace una reconstrucción de la prueba Ex Motu— la cual vamos a desarrollar
en esta investigación para tomarla como base y modelo para la prueba de la existencia de Dios en la teología
filosófica ctual—. Esta obra maestra del Padre Salamucha puede verse como una traducción del argumento
tomista sobre la existencia de Dios en términos de lógica de primer orden. El principal motivo de este
artículo está bien justificado, pues el argumento del aquinate presenta una complejidad tal, que para seguirlo
de forma adecuada y precisa, es necesario hacer uso de la lógica moderna, como veremos más adelante.
Además Salammucha (2003) sienta las bases del pensamiento cristiano moderno desde sus análisis lógicos y
filosóficos sobre cómo hacer filosofía cristiana y la relación entre fe y razón. Este tipo de trabajos lo
convierten, junto con Józef M. Bocheński, en uno de los exponentes más importantes del tomismo analítico
del Círculo de Carcovia.
Por el lado del tomismo wittgensteiniano tenemos como uno de sus principales exponentes a Anthony
Kenny. En efecto, Kenny (1993) retoma al Aquinate en la comprensión filosófica de la naturaleza de la
mente humana, empresa que comenzaron Wittgenstein y Ryle. Kenny explica y presenta las principales tesis
tomistas que son relevantes para la filosofía moderna para la comprensión de los problemas referentes a la
relación entre el intelecto y el deseo, y entre el cuerpo y el alma. También Kenny (1969) presenta un análisis
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de las cinco vías en el cual sostiene que las mismas deben ser consideradas como argumentos deductivos
causales de la existencia de Dios y que por tanto, deben ser tomados seriamente por los filósofos.
Además tenemos a los esposos Peter Geach y Elizabeth Anscombe, ambos considerados grandes filósofos
dentro del tomismo wittgensteiniano— la segunda fue alumna directa de Wittgenstein—, y que desarrollaron,
entre muchas de sus obras y temas, tesis filosóficas que unen el pensamiento de Aristóteles y Santo Tomás
con los autores analíticos más importantes como Wittgenstein y Frege .
Marco Teórico
Conjunto ordenado: supone una relación entre los elementos que les otorga prioridad o anterioridad unos
con otros dentro del conjunto.
Relación transitiva: Una relación es transitiva si, y solamente si, se cumple lo siguiente: [x,y,z]: xRy . yRz .
⊃ . xRz. E.g., la relación de consanguineidad en línea directa es una relación transitiva porque, si x es
pariente de y en línea directa e y es pariente de z en línea directa, entonces x es pariente de z en una línea de
consanguineidad directa.
Relación irreflexiva: Una relación es irreflexiva si, y solamente si, se cumple lo siguiente: [x,y]: xRy. ⊃ . x
≠ y. E.g. la relación de igualdad es, en cualquier respecto, una relación reflexiva, porque en él, cada objeto
es igual a sí mismo. Ahora bien, lo contrario a esto es que ningún elemento del conjunto en el que se da una
relación ordenada sea igual a sí mismo, y en esto consiste su irreflexividad. Por ejemplo, la relación de
paternidad es una relación irreflexiva porque nadie es su propio padre.
Relación conexa:Una relación es conexa (connected) si, y solamente si, se satisfacen las siguientes
condiciones: [x,y] ∴ x ∈ C῾R . y ∈ C῾R . x ≠ y ⊃ xRy V yRx. E.g., la relación “mayor que” en el
conjunto de los números reales es conexa porque, para cada dos números reales distintos x e y, ocurre la
relación x < y V y < x.
Desacuerdo entre pares: Es un desacuerdo en el que ninguna de las dos partes carece de información
relevante o de experiencia importante con respecto al tema en que se difiere.
Programa
La investigación se estructura en tres partes: 1) Presentaré la reconstrucción lógica de la prueba Ex Motu
hecha por el Padre Salamucha. 2) Analizaré las consideraciones conceptuales y filosóficas y presentaré la
estructura de la prueba. 3) Discutiré el alcance que dicha prueba pueda tener.
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suposición de que existen al menos dos primeros elementos en el campo co-ordenado de la
relación R lleva a contradicción. Por lo tanto sólo puede haber un primer elemento.”
Ya que A y B no son idénticos y ambos pertenecen al campo ordenado R, no pueden ambos ser el primer
elemento de dicho conjunto, pues su relación con R implica la disyunción entre ambos, como lo muestra
Salamucha. Por lo tanto, el primer elemento del antecedente necesariamente debe ser uno, debido a la
conexión con R, o de lo contrario se sigue la contradicción.
Vemos que el análisis lógico de Jan Salamucha nos permite ver que: 1) Para fortalecer el argumento tomista
se puede adaptar el mismo al concepto de infinito de la teoría de conjuntos, 2) El campo en el que se da la
relación de movimiento en el argumento tomista es una relación ordenada, 3) Que sea ordenada implica su
irreflexividad, transitividad y conectividad, y 4) La unicidad del primer elemento de la relación ordenada R
puede deducirse del antecedente de la tesis T. Tener esto en cuenta permite ampliar nuestro criterio lógico a
la hora de plantear una prueba de la existencia de Dios.
Las pruebas de la existencia de Dios de Santo Tomás de Aquino conocidas como la quinque viae son las
principales pruebas que se han formulado en la filosofía cristiana. Particularmente, la prueba Ex Motu
analizada por el Padre Salamucha es la que el Aquinate consideró la más consistente, fuerte y sólida con
respecto a las otras. Es por esta razón que ella puede servir de modelo lógico para formular una prueba
actualmente, y de ahí la importancia de hacer su reconstrucción lógica.
La principal crítica que se puede hacer a este esfuerzo del tomismo analítico propio del círculo de Cracovia,
y en este caso, del trabajo que hemos expuesto del Padre Jan Salamucha, es que el rigor lógico que se busca
en las pruebas de la existencia de Dios no necesariamente sea el garante de su éxito a la hora de argumentar
desde la teología filosófica. El propósito del tomismo analítico del círculo de Cracovia busca garantizar el
éxito de las pruebas dándoles rigor por medio de la lógica moderna, no obstante, este rigor puede no
necesariamente identificarse completamente con la forma de una prueba lógico matemática, o al menos no
limitarse a ésta.
Aunque por una parte, el rigor lógico puede fortalecer la argumentación, sin embargo, el problema principal
puede residir en la confusión conceptual de la teología con respecto al sentido ser. En efecto, como señala
Pouviet ( 2014: 239):
El argumento según el cual santo Tomás buscaría el más grande rigor posible deja también
incierto el sentido del término “rigor”. ¿Se trata exactamente de la lógica formal moderna?
¿No se podría pensar que la formalización de las pruebas tomistas cambie en nada la
irremediable confusión conceptual de la teología natural?
En efecto, la estructura interna del ser podría no ser captada por la formalización de la lógica. Plantear, e.g.,
un cuantificador existencial x corre el peligro de no lograr expresar adecuadamente una realidad, y quedarse
únicamente en una demostración lógica. El esse tomista no puede ser reducido a un cuantificador existencial
x si tomamos en cuenta que la estructura interna del ser no es algo acabado ni estático, completamente
constituido, sino que existe en situación también como posibilidad abierta. La pregunta por el ser y por los
conceptos utilizados en la teología filosófica, a saber, “Dios”, “acto”, “potencia”, “movimiento”, “ser” es a
mi parecer completamente válida. El sentido de estos conceptos también va a ser aclarado cuando pasemos a
tratar el alcance de la prueba de la existencia de Dios. Pero además es importante aclarar que no
necesariamente el formalismo lógico y la crítica conceptual deban ser excluyentes, sino todo lo contrario,
ambas pueden ser complementarias.
Aunque los términos empleados en las pruebas de Santo Tomás no son unívocos, y la aclaración conceptual
es necesaria, aún así, la secuencia lógica de una prueba filosófica puede ser elaborada, reconstruida y
trabajada independientemente del significado de los términos empleados en ella. No obstante, a la hora de
reconstruir la prueba con conceptos de la ciencia natural, por ejemplo, de la física contemporánea, y con
conceptos aclarados por la crítica filosófica, es necesario adaptar la prueba lógio-formal con el significado de
dichos términos, pues tal significado le otorga valor cognitivo a lo que se está probando.
Por lo tanto, tomando en cuenta el rigor lógico aportado por los miembros del círculo de Cracovia y la crítica
conceptual de los términos utilizados en las pruebas de Santo Tomás, podemos plantear una prueba de la
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existencia de Dios actual. Tenemos la prueba T: si algo está en movimiento es movido por algo, y si la
relación del movimiento es una relación ordenada (tomando en cuenta todo lo que esto implica, a saber, su
irreflexividad, transitividad y conectividad), y si en el campo ordenado de la relación de movimiento hay un
primer y único elemento, entonces existe un objeto que mueve sin ser movido al cual llamamos Dios.
Aclaramos que la x del cuantificador existencial implica la estructura interna del ser, adaptamos los
conceptos del movimiento a la ciencia actual, y aclaramos el concepto de infinito con el que estamos
tratando y de esta forma, tenemos una prueba filosófica actual para la existencia.
Queda aún un punto por revisar al que Salamucha hace referencia (Cf. 1970:210). Podemos ver el mundo
como un conjunto ordenado de objetos que están en movimiento y unos mueven a otros y que Dios sea el
primer elemento de dicho conjunto. No obstante, una forma más plausible de concebir el mundo puede ser
como un conjunto de series de objetos que están en movimiento y a la vez mueven. Estos objetos se mueven
en líneas rectas y curvas, y se entrelazan unos con otros en varios puntos, pero todos tienen su comienzo en
Dios. Visto así, la prueba puede tener mayor congruencia con respecto a la forma en que concebimos el
universo.
Estos son los puntos a tomar en cuenta que he considerado importantes para construir una prueba de la
existencia de Dios basada en el argumento tomista y adaptada a la lógica actual y a la crítica conceptual; no
obstante, soy consciente de el trabajo es mucho más extenso, pero por el motivo que tiene la presente
investigación, solamente he podido tratar el tema breve y puntualmente. En especial, existe aún la tarea
inmensa de a adoptar la prueba a la luz de la física actual, así como todo lo que se debe hacer en el campo de
la crítica conceptual para aclarar el sentido de los términos empleados en dicha prueba, trabajos que pueden
hacerse desde el enfoque del tomismo wittgensteiniano y desde la filosofía de la ciencia. Queda ahora por
discutir el alcance que la prueba pueda tener.
Habiendo revisado los análsis lógicos propios de la reconstrucción de la prueba Ex Motu de Santo Tomás y
viendo las posibles críticas que se le pueden plantear al rigorismo lógico queda por discutir qué alcance
puede tener una prueba filosófica sobre la existencia de Dios para la teología filosófica actual y la filosofía
de la religión. La repuesta está en lo que se puede afirmar con respecto al estatuto epistémico de la filosofía y
lo que podamos definir como académicamente correcto, actual, pertinente o incluso persuasivo.
Ciertamente, en la época del Aquinate, las pruebas de la existencia de Dios tenían una serie de implicaciones
muy distintas a la que podría tener actualmente. La filosofía representaba para su época lo que podría
representar para nosotros las ciencias positivas hoy en día. Una demostración filosófica representaba un
conocimiento objetivo y verdadero de una realidad específica. Por supuesto que podía ser refutable, pero su
peso epistémico era comparable al que podría tener hoy en día una teoría cosmológica o un sistema físico
explicativo de tipo causal. Las pruebas de Santo Tomás estaban apoyadas en el paradigma aristotélico el cual
era el sistema explicativo más adecuado para describir la realidad física, y por ende, el valor cognitivo de la
prueba estaba garantizado. Sin embargo, aunque actualmente sabemos que es recomendable que la filosofía
tenga siempre un ojo puesto en la ciencia, no obstante, somos conscientes de que, por ejemplo, podemos
presentar una demostración filosófica basada en la ciencia, con las adaptaciones lógicas actuales que hemos
tratado en la primera parte de este trabajo, con la crítica conceptual descrita anteriormente, y aún así, cuando
presentemos nuestra prueba a alguien que además está perfectamente informado científicamente, corrobora
que los datos utilizados en la prueba sean correctos y comprende además perfectamente la demostración
lógica de la prueba y los conceptos utilizados en ella, éste puede estar en completo desacuerdo con lo
pretendido por el argumento.
Este ejemplo sirve para mostrar una característica propia de la filosofía que la distingue esencialmente de las
ciencias naturales más orientadas al consenso. En efecto, siguiendo a Plant, Rescher y Kornblith, (Cf. 2012:
569) la historia de la filosofía es la historia del desacuerdo, y esto queda aún más claro si vemos que incluso
esta postura es ella misma motivo de desacuerdo, pues hay quienes niegan esta carcterística y hasta en este
punto se encuentra presente. La razón de ello, según explica Plant, se debe a que la filosofía no posee una
metodología que sea unificadora y extensamente aceptada por la mayoría de los filósofos, y aunque los
científicos no concuerdan en muchos asuntos, la ciencia natural, a diferencia de la filosofía, posee un cuerpo
de principios y criterios metodológicos ampliamente aceptado por la comunidad de científicos. Este hecho
no se debe a una falta de orden o sistematización, ni a cierto descuido por parte de los filósofos, sino más
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bien al hecho de que la filosofía no posee un objeto específico y su aporte a cualquier disciplina es desde la
crítica conceptual y la argumentación. Por lo tanto, la ausencia de un método unificador de la filosofía como
un todo, así como la carencia de un cuerpo de “verdades” filosóficas aceptado por la mayor parte de la
comunidad filosófica, no es una deficiencia sino más bien una característica constituyente.
El ejemplo expuesto anteriormente entre el creyente que presenta la prueba de la existencia de Dios y el ateo
que la rechaza, es un ejemplo de un desacuerdo entre pares, según los autores citados. Un desacuerdo entre
pares es el ejemplo perfecto para mostrar el alcance que una prueba filosófica puede tener, pues en tal
desacuerdo, ninguna de las dos partes carece de información relevante o de experiencia importante con
respecto al tema en que se difiere. “...where understanding, knowledge and expertise are equally distributed
among conflicting parts.” (2012: 571). Por eso, la raíz del desacuerdo no subyace en una deficiencia
intelectual o académica por parte de alguno de los dos, sino más bien en el estatuto epistémico del argumento
filosófico. Lo demostrado por el argumento no puede alcanzar un consenso tal que podamos definirlo una
verdad filosófica ampliamente aceptada por la comunidad de filósofos y tener un criterio de objetividad y de
corrección que permita refutar l postura contraria de manera concluyente.
Este hecho genera que surgan ciertos cuestionamientos con respecto al quehacer filosófico. Si no podemos
considerar una postura filosófica concluyente y definitoria con respecto al tema que tratamos, pues está en
igualdad de condiciones que la postura contraria, ¿debemos abandonar nuestro compromiso y confianza en
aquello que defendemos? ¿Tenemos razones serias, sólidas y racionales para sostener nuestra postura?
Cuando nos referimos al valor epistémico de la filosofía y vemos que se mueve en un registro en el cual no
existe la objetividad que se da en las ciencias naturales, tampoco estamos afirmando que su valor sea
completamente nulo. La filosofía puede tener sus propios criterios de validez, además de apoyarse distintos
criterios de verdad dependiendo del contexto en el que se encuentra.
Existen temas filosóficos en los cuales es pertienente fundamentar nuestra postura en datos empíricos
tomados de las ciencias naturales, mientras que en otros ámbitos podemos apelar a distintos criterios de
verdad como la demostración lógica, la crítica conceptual o en el caso de la teología filosófica las verdades
de fe. El sentido de los conceptos que utilizamos depende del contexto en el que los empleamos, pero esto no
quiere decir que no existan una serie de usos y reglas que se deban respetar para que sea pertinente una
discusión filosófica, pues de lo contrario nuestras posturas no tendrían ningún valor práctico. No obstante, su
valor epistémico no es mayor al que podría tener, por ejemplo, las reglas de un juego de ajedrez. Al final, lo
que nos motiva a adoptar una determinada postura filosófica no son razones estrictamente racionales y
objetivas, sino más bien volitivas, práticas e incluso estéticas. Abandonarlas por no ser concluyentes o por no
tener carácter consensuado dentro de una comunidad de especialistas no es necesario si tomamos en cuenta
que ese no es su objetivo.
¿Acaso la filosofía, desde esta perspectiva, debe permanecer entonces como Dichtung? Igual que con las
ciencias naturales, existe aquí una diferencia con respecto a su fin. La filosofía tiene una aspiración distinta,
y por ende, una aplicación práctica por la que no se le puede igualar con la narrativa o con una obra de
poesía. La aclaración filosófica permite tener una mejor comprensión del tema en cuestión, y es por eso que
el desacuerdo puede estar presente para enriquecer la perspectiva de lo que se está discutiendo. En este
respecto, la filosofía busca ser explicativa y además persuasiva en mayor grado que la literatura y el arte.
Tiene como prioridad la comprensión y búsqueda de sentido de un tema en específico, mientras que esto no
necesariamente debe ser así en el ámbito estético.
De lo discutido podemos concluir que el alcance de la prueba filosófica de la existencia de Dios no puede ser
concluyente ni definitivo. No obstante, no es ese el cometido que se busca con tal argumentación, pues de ser
así, la prueba bastaría para aceptar la existencia de Dios, y la fe no sería necesaria. El alcance de dicha
prueba busca ser, según hemos visto, únicamente persuasivo y no concluyente, y su utilidad práctica está
presente en el ámbito argumentativo por lo siguiente: es completamente válido que quien discute con un
creyente le pida una demostración de lo que está afirmando, y en ese sentido, es necesario formularla de la
manera más contundente posible. Además, la fe debe ser aclarada y robustecida por la argumentación
filosófica para darle mayor coherencia y así hacer la evangelización más efectiva.
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