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Facultad de Psicología
1
PLANTEO DEL PROBLEMA ................................................................................................. 4
HIPÓTESIS ......................................................................................................................... 8
OBJETIVOS ...................................................................................................................... 16
METODOLOGÍA ............................................................................................................... 17
DESARROLLO .................................................................................................................. 18
Energía .............................................................................................................................. 18
Materia ............................................................................................................................. 22
Tiempo............................................................................................................................... 26
CONCLUSIÓN .................................................................................................................. 34
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS........................................................................................ 35
2
Agradecimientos
3
Planteo del problema
4
Marco teórico
5
articulación resulta paradojal ya que ese mismo modelo científico intenta suturar
dicha escisión del sujeto. Por lo tanto Lacan afirma: “el sujeto en cuestión sigue
siendo el correlato de la ciencia, pero un correlato antinómico, puesto que la ciencia
se muestra definida por el no éxito del esfuerzo para suturarlo (1965, p.840).
A su vez ilustra: “el Sujeto sobre el que operamos en psicoanálisis no puede
ser sino el Sujeto de la Ciencia” (Lacan, 1965, p.837). Es decir, aquel sujeto
escindido que intentaría ser suturado por La Ciencia Moderna, coincide con aquel
que en un análisis debería advenir. Esto se debe a que en un espacio analítico se
pregunta por la verdad como causa, aquello que La Ciencia forcluye o rechaza de su
universo simbólico.
Si bien esta conceptualización resulta de gran aporte para reflexionar sobre
las prácticas científicas y sus efectos en la actualidad, puede ocasionar cierta
confusión. Es preciso preguntarse: cuando Lacan menciona a “La Ciencia en el
sentido moderno y absoluto”, ¿la ubica como un conjunto cerrado y universal o
refiere a una versión posible de ciencia histórica y socialmente delimitada? ¿Acaso
toda ciencia forcluye la verdad?
Tanto la organización de las ciencias como la que concierne al psicoanálisis
no depende de la naturaleza sino del orden simbólico (Lacan, 1967). Esta reflexión
permite que la articulación entre ambos términos pueda abordarse desde diferentes
unidades de análisis: los discursos, la noción de campo, la topología, y la lógica de
conjuntos. Si bien las primeras dos no se tomarán en consideración por limitaciones
de presentación, debe destacarse que analizar esta temática desde la noción de
campo o discurso evidencia la posibilidad de situar más de un psicoanálisis y más de
una ciencia.
Este razonamiento puede asociarse a lo conceptualizado por Murillo en La
investigación en psicoanálisis y las versiones de la ciencia (2012). Allí se plantean
dos modos posibles de vincular ciencia y psicoanálisis: desde una lógica de
conjunto cerrado, el psicoanálisis puede concebir a La Ciencia como universal,
admitiendo una delimitación precisa entre lo científico y lo no-científico. Este
conjunto “todo científico” se fundaría a partir de su excepción, la cual sería asignada
al lugar del psicoanálisis, nombrándose como “toda no-científica”. Por el contrario,
mediante una lógica de conjunto abierto, se propondría “la inexistencia del
universal de La Ciencia” (p.137), ignorando la excepción y habilitando al
psicoanálisis como “no-todo científico”.
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Esta propuesta puede articularse con las categorías lógico-formales
planteadas por Lewkowicz. Un universo considerado como completo se
caracterizaría moralmente por una lógica binaria aristotélica A / -A. Cuando no se
admitiera una tercera opción posible y se la rotulara bajo esta dualidad; es decir,
como A o –A, esto constituiría lo que se denomina un particularismo (1998). Por lo
tanto ubicar al psicoanálisis como científico o no científico incidiría en una
consistencia de La Ciencia como conjunto cerrado, ignorando aquello que podría
exceder a esas dos posibilidades lógicas. Por otra parte, analizar lⱥ ciencia como un
conjunto abierto, implicaría el acontecimiento de una paradoja o inconsistencia que
pudiera exceder la lógica “científico/ no científico”, relativizando la noción de
exterior/interior y perteneciente/ajeno. Esta posición podría enlazarse a la noción de
acto ético, definido por Lewkowicz, como aquel que produce existencia a partir del
momento en que un universo moral colapsa (1998).
Por otra parte, desde una perspectiva topológica es posible introducir el
concepto de extimidad, descripto por Lacan, en Seminario XVI (1969), cuando
indica: "lo más íntimo justamente es lo que estoy constreñido a no poder reconocer
más que fuera” (p.246). De este modo, psicoanálisis y ciencia pueden estar
íntimamente relacionados sin dejar de compartir una singular extrañeza. Esta lógica
permite interrogar la visión ontológica y cerrada de los campos que se intentan
vincular, presentado la relación “Psicoanálisis <> Ciencia” (Eidelsztein, 2017), donde
el operador “<>” o “losange” implicaría la posibilidad de una relación inclusiva y
excluyente a la vez. Este símbolo ha sido presentado por Lacan en su
conceptualización sobre el fantasma, en la Clase I del Seminario XIV (1966).
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Hipótesis
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Brevísima historia de la física moderna
Tal como afirman Hawking y Mlodinow, las teorías no son independientes del
concepto de realidad. Desde esta postura, el físico plantea la realidad como
dependiente del modelo, en el cual ninguna de ellas se presenta más “real” que otra,
sino que cada una pertenece a modelos diferentes por los cuales es posible
interpretar el mundo (2010).
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No obstante, durante el siglo XX, se produjo un cambio respecto del modo en
que se concebía el tiempo y el espacio. Comenzó a considerarse al observador en la
medición y, a su vez, se desarrolló la idea de un tiempo y espacio dependientes
entre sí, produciéndose la noción de espacio-tiempo. (Penrose, 2004)
Uno de los más importantes aportes al cambio de paradigma inició a partir de
Maxwell. En 1865, planteó ecuaciones que describirían ciertas perturbaciones
ondulatorias que viajarían a una velocidad fija, como en el caso de la luz. Esta
teorización no resultaba compatible con lo planteado por Newton dado que al no
haber reposo absoluto no debería existir una fijeza en la velocidad de la luz.
Una posible solución ante este obstáculo surgió mediante la propuesta de una
sustancia llamada éter, por donde la luz viajaría, así como lo hacen las ondas de
sonido mediante el aire. Si esto se produjera, velocidad de la luz debería medirse
respecto del éter, lo que explicaría que diferentes observadores perciban la luz
acercándose a velocidades disimiles, manteniéndose la fijeza únicamente respecto
del éter (Hawking & Mlodinow, 2005).
A pesar de esta propuesta, Einstein planteó que no era necesaria la
existencia del éter, mientras que los físicos sean capaces de resignar la idea del
tiempo absoluto. De este modo, en el año 1905 se presentó la Teoría de la
Relatividad Especial. Ésta afirma que las leyes físicas son las mismas para todos los
observadores, independientemente de su velocidad. Esto implica que el observador,
libremente en movimiento, debería medir el mismo valor de velocidad de la luz, más
allá de su acercamiento o alejamiento respecto del objeto. Por lo tanto, la teoría de
la relatividad derrumbó la idea de un tiempo absoluto. Es decir, cada observador
tendría una medida de tiempo diferente respecto del otro. Como afirma Hawking
(2005): “La teoría de la relatividad nos obliga a cambiar fundamentalmente nuestras
ideas de espacio y tiempo” (p.49)
Otro aporte trascendental de la relatividad propuesta por Einstein consistió en
la equivalencia entre masa y energía, distinguida en la ecuación: “E=mc2”, donde la
energía (E) es igual a la masa (m) por la velocidad de la luz al cuadrado (c2). Esta
fórmula implica que “la dificultad para mover un objeto es proporcional a la energía
que este alberga” (Edelstein & Gomberoff, 2017, p.81). Dado que la constante
universal de la velocidad de la luz representa un número de una gran inmensidad, de
un minúsculo fragmento de materia podría hallarse una gran cantidad de energía.
(Edelstein & Gomberoff, 2017).
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Esta reflexión conllevó una pregunta que modificaría el modo en el que se
comprende el universo: “[…] ¿será que la masa de todas las cosas no es más que la
energía almacenada en su estructura microscópica? (Edelstein & Gomberoff, 2017,
p.84).
La masa de la materia se compone, mayormente, por las partículas de los
núcleos atómicos denominadas protones y neutrones, que a su vez, se constituyen
por partículas llamadas quarks. Dado que la masa atómica proviene, en un 99%, de
la energía cinética de los quarks y sus interacciones, la separación diferenciación e
independencia entre masa y energía comienza a relativizarse. (Edelstein &
Gomberoff, 2017)
Por otra parte, La teoría de la Relatividad General, desarrollada por Einstein
entre 1907 y 1915, propone la noción de gravedad como efecto de un espacio-
tiempo no plano sino curvo, afectado por el movimiento de cuerpos o fuerzas, pero al
mismo tiempo incidiendo en éstos por su propia estructura (Hawking & Mlodinow,
2005).
Estas proposiciones condujeron a situar que en algún momento anterior, la
distancia entre las galaxias debiera haber sido nula, de modo tal que el universo se
habría concentrado en un único punto equiparable al de una esfera de radio cero.
Este instante, se lo denominó Big Bang y científicamente, sólo puede conocerse
aquello que ocurrió a partir de tal acontecimiento. Los eventos ocurridos previamente
no tienen relación alguna con lo sucedido luego del estallido. “Así pues, si incluso
antes del Big Bang hubiera habido algo, no lo podríamos utilizar para determinar lo
que podría ocurrir después, porque la predictibilidad se hubiera roto en la gran
explosión” (Hawking & Mlodinow, 2005, p.93).
Paralelamente a estos avances, se encontraba desarrollando una teoría que
cambiaría trascendentalmente la noción de realidad: la mecánica cuántica. Mientras
la teoría general de la relatividad describe la gravedad y la estructura del universo a
escalas de hasta billones de kilómetros, la mecánica cuántica estudia a escalas de
una billonésima de milímetro (Hawking & Mlodinow, 2005).
Durante siglos, en el campo de la física se había presentado un debate
acerca de la naturaleza de la luz y en el que se hallaban dos posiciones. La primera
consistía en concebir a la luz como una onda. Por el contrario, desde la otra
perspectiva se planteaba la radiación electromagnética como una partícula. La
mecánica cuántica demostró que ninguna de las posturas resultaba totalmente
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acertada, ya que la luz portaría una doble naturaleza: como partícula y como onda
(Hawking & Mlodinow, 2010).
Louis de Broglie (1924) expandió esta proposición más allá de la luz,
aplicándola a todo objeto del universo, incluyendo a aquellos que portaban masa.
Esta hipótesis fue criticada porque se justificaba que la materia no se comportaba
como una onda. Pero posteriormente se demostró que efectivamente existía la onda
de materia.
En el año 1925, Erwin Schrödinger recuperó y mejoró el antecedente de
Broglie, asignando una función de onda a cada objeto cuántico que se describiría
bajo la llamada ecuación de Schrödinger, representada por la letra griega “Ψ” (psi).
Esto llevó a diferenciar el macro-mundo del micro-mundo. Hasta el momento se
planteaba que cada objeto portaba una única posición y velocidad. Asimismo, la
física clásica se basó en un determinismo que consistía en un futuro predecible en el
que sólo bastaba tener la información del presente para describir un movimiento
posterior y donde condiciones iguales deberían llevar a los mismos resultados. En
cambio, la mecánica cuántica, a partir del principio de superposición cuántica,
propone que un objeto no observado podría existir en todos sus estados posibles al
mismo tiempo. Es decir, una partícula que no está siendo observada podría tener
diferentes velocidades y posiciones a la vez. Esto implica que las mismas
condiciones pueden llevar a resultados distintos, irrumpiendo con el determinismo
clásico.
En 1927, Werner Heisenberg introdujo el principio de incertidumbre, el cual
consiste en la existencia de pares de propiedades que no pueden ser
simultáneamente conocidos. El caso que obtuvo más relevancia fue el de la posición
y el ímpetu, que equivale a la masa por la velocidad. A mayor precisión de la
posición que una partícula posee, se genera una menor información sobre su ímpetu
y viceversa. Del mismo modo ocurre con la energía y el tiempo, dado que a mayor
certeza sobre la energía que puede portar un fotón, se correspondería a una menor
certeza del tiempo en el que ese fotón pasó por el instrumento de medición.
Este principio suele ser confundido con el efecto observador, el cual enuncia
que si un sistema es observado, este irremediablemente se altera. Resulta
fundamental diferenciar los efectos de la observación, el error humano y el error de
medición de aquello que podría denominarse una imposibilidad de medición. El
principio de incertidumbre lejos está de definirse como una imprecisión instrumental
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o una mera intromisión del observador que modifique una cierta variable; sino que
destaca un límite radical e irreductible de la ciencia para abordar desde su lenguaje
una totalidad del objeto que se desea estudiar. Es decir, se presenta una
imposibilidad lógica que excede la imposibilidad empírica.
Esta noción marca un antes y un después en el modo de concebir la realidad.
Tal como lo sitúa Roger Penrose en El camino a la realidad (2004):
13
Estado del arte
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realizada para el diario El País comentó: “alguien tan decididamente ateo como parece
ser Stephen Hawking y puedo indicarle párrafos en los que el buen Dios, ya sea el de
Newton o el de Einstein, se sigue colando inevitablemente por algunos agujeros de su
universo”. A su vez, Antonio Aguirre Fuentes ubica las conceptualizaciones de Stephen
Hawking como propias del cognitivismo, expulsando toda cuestión y toda elección,
afirmándose en la modalidad del tercero impersonal y borrando la responsabilidad
subjetiva a partir de modelos probabilísticos. A su vez afirma: “La teoría unificada para
Hawking toma la forma de una esfera sin comienzo ni final, y por tanto sin creador, es el
proyecto de un fantasma sin fisura, del tapón que rellena definitivamente el agujero”.
Según este autor, a pesar del rechazo a lo subjetivo, algo retornaría en la pregunta por
el origen que se realizan los físicos constantemente. (2011)
Isidoro Vegh, por su parte, afirma que a excepción de los aportes de la Física
Moderna, que destaca la implicancia del investigador, la ciencia continua dejando por
fuera al sujeto. (2016)
Desde otra postura, Silvia Amigo (2006) propone que aquello que forcluye al
sujeto no es la ciencia, sino “la ilusión totalizante del Discurso de la ciencia” (p.5). No
discernir la diferencia entre lo científico de aquello que se enmascara a partir de un
Discurso podría generar consecuencias fatales: “si el psicoanalista continuara dando la
espalda a un debate franco y abierto con la ciencia, correría el riesgo de contribuir a
borrar de la faz de la tierra un discurso (el analítico) cuya eficacia no conoce par.
Porque, de no asistir a ese debate, se impondrá (…) la fascinación del Discurso de la
ciencia” (p.6).
Por otra parte, se han presentado diversos encuentros en la ciudad de Buenos
Aires, en los cuales se ha propuesto asociar el psicoanálisis con la Física Cuántica.
Entre ellas se puede ubicar los eventos que han aportado a esta investigación:
Nada fascinante. Encuentro entre la Física Cuántica y el Psicoanálisis
(2016), coordinado por Norma Glaubach
Primer Seminario Internacional “Ciencia <> Psicoanálisis” (2017), a cargo
de Alfredo Eidelsztein.
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Objetivos
Objetivo general
Analizar y de-construir algunos aportes de la física moderna que operen como puente
ético-conceptual entre ciencia y psicoanálisis, a fin de clarificar y debatir acerca de su
pertinencia en el siglo XXI.
Objetivos específicos
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Metodología
Junto con las matemáticas, he aprendido que una de las herramientas más
poderosas a la hora de develar los secretos de las ciencias teóricas consiste en
simplificar el sistema y tomar prestada una analogía de una disciplina que a primera
vista no parece guardar ninguna relación. En los límites de estas analogías, donde
se requiere más investigación, es donde encontramos nuevas vías de
descubrimiento. (p.20)
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Desarrollo
Energía
Lo energético en Freud es mencionado desde los inicios de su obra. En “Proyecto
de psicología para neurólogos” (1895) parte del principio de Le Chatelier, el cual consiste
en que, si se produce una alteración sobre un sistema en equilibrio, éste realizaría los
procesos necesarios para cancelar parcialmente tal perturbación a fin de recuperar dicho
estado. (Castellan, A. ., Costas . Rodríguez F., 1998)
Esta teoría fisicoquímica le permitió postular el Principio de Constancia, según el
cual el aparato psíquico posee una tendencia a mantener la menor cantidad de
excitación posible (Q), con el objeto de que ésta permanezca constante. Esto se
obtendría a través del Principio de Inercia Neuronal, basada en la hipótesis de que todo
exceso de energía en el sistema neuronal es percibido como displacentero, por lo que se
requeriría de una de descarga de energía ya existente, o bien una evitación de aquello
que pudiese aumentar esa Q, estableciendo una defensa contra dicho aumento. (Freud,
1895).
Debido a que el displacer está asociado al aumento de Q, y el placer a su
disminución, esta teorización deriva en aquello que definiría como Principio de Placer, ya
que consiste en evitar el displacer y obtener placer a partir de la actividad psíquica.
Posteriormente Freud planteó en Formulaciones sobre los dos principios del acontecer
psíquico (1911) al Principio de Realidad, el cual operaría sobre el Principio de Placer
como regulador frente a la búsqueda de satisfacción. Económicamente, consiste en una
mutación de energía libre a energía ligada, a partir de “rodeos” y postergando el objetivo
de acuerdo a las exigencias del mundo exterior. Está noción de ligadura energética es
una base fundamental para lo que posteriormente se desarrollará respecto al concepto
de pulsión, ya que el aparato psíquico recibe excitaciones de origen externo o interno, y
estas últimas se elaborarán a partir de lo pulsional.
En Pulsiones y sus destinos (1915), Freud define a la pulsión o “Trieb” como un
concepto fronterizo entre lo psíquico y lo somático. Desde el enfoque económico, la
pulsión puede considerarse como un sustrato de transformaciones energéticas respecto
de una serie de elementos: a) una fuente, como aquella parte del cuerpo donde surge la
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excitación, b) una meta que siempre es la satisfacción y c) un objeto de carácter variable
mediante el cual la pulsión alcanza su meta parcialmente.
En cuanto al cuarto elemento de la pulsión, éste se lo denomina esfuerzo (Drang)
y constituye el factor motor o móvil de la pulsión efectuada por un empuje constante.
Está noción se asocia con la distinción entre representación y quantum de afecto o suma
de excitación que Freud plantea en La Represión (1915). Allí introduce a la pulsión a
partir de dos componentes: el monto de afecto y la representación “representante” de la
pulsión. Por lo tanto, lo que se ha desarrollado como ligadura energética, constituirá a la
energía implicada en una representación y lo hará mediante una “exigencia de trabajo”
nominada Trieb, que, mediante un proceso económico, habilita el carácter dinámico de
la pulsión.
Al resultar insuficiente el principio de constancia como respuesta frente a los
fenómenos clínicos, Freud apeló a la termodinámica propia de su época. La primera Ley
de la Termodinámica postula que la energía total del universo se mantiene constante, a
pesar de sus diversas transformaciones posibles. (Castellán, A. B., Costas B. &
Rodríguez F., 1998). Esto es solidario con el principio de constancia. Pero, si bien, la
energía se mantiene constante, está afectada por la entropía. Esto último constituye la
segunda Ley de la Termodinámica que le permitiría a Freud conceptualizar la pulsión de
muerte o Tánatos.
En De la Historia de una Neurosis Infantil (1918), Freud comenta:
19
Sirviéndose de este soporte teórico, Freud (1920) introduce el concepto de
pulsión de muerte. Este último representa la tendencia del ser viviente a retornar al
estado inorgánico e inanimado del que surgió, mediante la reducción de las tensiones y
prevaleciendo la destrucción de lo vivo. Se presenta como un caso particular del
Principio de Nirvana que se define como la tendencia de un sistema a reducir a cero su
quantum de energía.
A partir del desarrollo freudiano, Lacan, en el Seminario XI, se pregunta:
¿Pertenece la pulsión al registro de lo orgánico? ¿Es así como hay que interpretar el
texto de Freud que forma parte de Más allá del principio de placer y que dice que la
pulsión, el Trieb, representa die Äusserung der Trägheit, cierta manifestación de la
inercia en la vida orgánica? (1964, p.169)
Por similares que pueden parecer ambos interrogantes, existe una diferencia sutil
pero radical. La primera pregunta refiere al modo en que Lacan cuestionaría el
organicismo a la hora de conceptualizar la pulsión. En cambio, en la segunda pregunta,
se está cuestionando si debe interpretarse a Freud desde ese paradigma cuestionado
por él. Así mismo, su modo de responder continúa generando una cierta dificultad para
ubicar su posición “No sólo creo que no es así, sino también que un análisis detenido de
la elaboración que hace Freud de la noción de pulsión demuestra lo contrario”. (1964,
p.169)
Por lo tanto, ¿Lacan interpela a Freud en cuanto a su energética o bien a sus
lectores? En el Seminario IV, Clase II, remarca:
La materia, la Staff primitiva, ejerce tal fascinación sobre el espíritu médico que,
cuando afirman de forma totalmente gratuita que nosotros, como los demás
médicos, ponemos una realidad orgánica en el fundamento de lo que se
produce en el análisis, creen estar diciendo algo importante. Freud también lo
dijo, sólo que hay que ver dónde lo dijo y qué función cumple. Él da a esta
realidad un alcance muy distinto. En los analistas, la referencia al fundamento
orgánico responde tan sólo a una especie de necesidad de seguridad que les
lleva a entonar una y otra vez esa cantinela en sus textos, como quien toca
madera […] (Lacan, 1956, p.34)
Del mismo modo, párrafos siguientes enuncia: “Es una especie de secuela del
postulado llamado organicista, que no puede tener literalmente ningún sentido en la
20
perspectiva analítica. Les mostraré que ahí donde aparentemente Freud se sirve de ella,
no tiene ya ningún sentido de este orden”. (1956, p.35)
Tras estas líneas es posible situar una crítica al materialismo en el que Freud se
posicionó, pero con un cierto recaudo. Como sitúa Martin Krymkiewicz (2015), si bien
Lacan presenta un modelo energético diferente y crítico al freudiano, esa misma
distinción se encuentra fundada a partir de aquel, mediante el retorno a Freud, lejos de
ser una simple reproducción o traducción, sino una lectura particular de su obra, que
problematiza.
Ahora bien, ¿Cuál es la energética que introduce Lacan? Su introducción puede
hallarse en el Seminario IV, clases II y III (1956). Allí plantea una situación hipotética en
la que un empleado de una central eléctrica hidráulica imagina la abundancia que el río
portaba cuando la maquinaria no estaba aún instalada. El punto central de este ejemplo
radica en que el error que comete el encargado es desconocer que la energía toma valor
como tal en el momento en el que se la acumula y no antes. Esto no implica que
anteriormente a la central hidroeléctrica no hubiera energía, sino que: “La energía sólo
empieza a contar en cuanto la medimos. Y ni siquiera puede pensarse en contarla antes
de que haya centrales en funcionamiento […] Es preciso que se esté ya en la vía de un
sistema tomado como significante” (p.46)
Del mismo modo, en el Seminario XIII (1965), clase II retoma la conceptualización
de Richard Feynman referente a la conservación de la energía. Este último postula en
Lecturas de Física I:
21
que falta como tal […] debe encontrarse en otra parte en otro modo de falta” (Lacan,
1965, p.23).
Este ejemplo es ubicado por Lacan como soporte conceptual para ubicar la libido
como efecto del discurso y el significante, diferenciándolo del planteo de Freud y
cuestionando el materialismo que persistía en la comunidad médica y analítica de su
época (1956). De este modo, no sólo la distinción en Lacan se presenta respecto de su
energética, sino que implícitamente se produce una alteración de la noción de materia
en psicoanálisis.
Materia
Lo material para Lacan pertenece al orden del significante. De modo que, en la
Conferencia de Ginebra sobre el síntoma, sitúa un “moterialisme” por el cual la realidad
se construiría. Este término es producido a partir de “mot”, “palabra” en francés, para
acentuar el materialismo significante que interviene allí (1975).
Desde este plano, Krymkiewicz (2013) propone que la noción de campo de la
física ha aportado a la conceptualización de Lacan respecto a esta temática:
“entendiendo la palabra como una función sobre la cual se puede operar formalmente y
que se encadena estructuradamente en las coordenadas de un campo de lenguaje […]
en el que se realizan los objetos y las fuerzas que hacen a la realidad humana” (p.1).
Esto supondría diferenciarse del sustancialismo biológico, dado que Lacan en el
Seminario XVII afirma: “Sólo podemos calificar el espacio donde se despliegan las
creaciones de la ciencia como la insubstancia, como la acosa, l’acosa con apóstrofo.
Hecho que cambia completamente el sentido de nuestro materialismo” (1970, p.171).
Si bien el término “sustancia” no ha sido mencionado insistentemente en la obra
de Lacan como el de “materia”, resulta fundamental situar, lo que podría denominarse su
polémica interpretativa, respecto del concepto “sustancia de goce”. Frente a esta
propuesta resulta esperable interrogar: ¿acaso no se afirmaba un materialismo
insubstancial significante? Desde este lugar resulta pertinente no precipitarse ante tal
aparente paradoja y considerar detenidamente a qué llamó Lacan sustancia.
Este concepto ha sido introducido en el Seminario XX, Clase II (1972), en el cual
Lacan se dirige a Jakobson, al momento de interrogar la arbitrariedad de la asignación
de los significantes, extrayendo la lógica de los adjetivos sustantivados.
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Lacan (1972) afirma:
[…] la redondez se extrae de lo redondo, y por qué no, la justicia de lo justo, etc.
Esto nos va a permitir fomentar nuestra necedad para decidir que quizá no es,
como se cree, una categoría semántica sino un modo de colectivizar el
significante. (p.29)
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Si se detuviera el seminario luego de este párrafo, podría entenderse una posible
confusión entre la sustancia gozante de la res extensa. Mas lo que posteriormente se
presentará, marcará la clave de su interpretación: “No se goza sino corporeizándolo de
manera significante. Lo cual implica algo distinto del partes extra partes de la sustancia
extensa” (Lacan, 1972, p.32). Esta afirmación, que se procederá a llamar “Párrafo ”,
implica que aquel cuerpo que distingue, no sólo no es biológico sino que se corporiza
como tal por significantes.
Si bien, una lectura básica de Lacan podría considerar tal afirmación una
obviedad, líneas posteriores sitúa cierto detalle que resulta fundamental y anti-intuitivo.
El “gozar del cuerpo”, consta de un genitivo (1972). Esto significa que el término “del”
puede generar una ambigüedad en el modo de interpretar dicha frase. Un ejemplo
simple podría presentarse a partir de la frase “el estafador de mi tío”. De acuerdo al
modo en el que se objetivase o subjetivase el complemento “mi tío”, puede
considerárselo como objeto de una estafa, “mi tío ha sido estafado por alguien”; o bien
puede interpretarse subjetivamente de modo que “mi tío” sea “el estafador”. En el caso
de la frase “gozar del cuerpo”, podría interpretarse a éste último como objeto de goce; es
decir, “Se goza del cuerpo”. Pero desde una lectura subjetiva, también podría ubicarse al
cuerpo como aquel que goza.
Suponiendo que Lacan tomara esta segunda interpretación para su
conceptualización, debería preguntarse: ¿el cuerpo de quién goza? Esta pregunta lleva
a una segunda ambigüedad, no presentada por Lacan, pero desplegada entre sus
“interpretadores”.
Si se considerara el párrafo B que ha sido destacado en este trabajo, resultaría
posible interpretar cómo allí se presenta el goce del Otro. Es decir, el cuerpo del Otro,
como lugar de los significantes, sería aquel que goza al sujeto en su padecimiento. Dado
que podría situarse: eso habla, eso piensa, y también, eso goza.
Como es posible identificar, detrás de la “sustancia” que produce Lacan para
introducir el supuesto goce del Otro, nuevamente se encuentra implícita la causa
material significante del sujeto, el cual nada posee de sustancialidad clásica, extensa o
pensante. (Lacan, 1972)
Si bien Lacan lo aclaró y lo remarcó, quizás la elección del término sustancia no
resultó del todo acertada, dadas la polisemia y confusión irreductibles que produjo como
consecuencia.
24
Por otra parte, Miller, en Los seis paradigmas del goce (2000) cita lo presentado
aquí, pero se detiene en el párrafo A, sin destacar el párrafo B. Esta sutileza que parece
minúscula, resulta uno de los más importantes factores de escisión del psicoanálisis de
orientación lacaniana. El autor interpreta:
Sólo este punto de partida que privilegia al goce instaura la no relación entre
goce y Otro […] Lo que ocupa a Lacan a lo largo de este Seminario es poner
en evidencia todo lo que del goce es goce Uno, goce sin el Otro.[…] Es
siempre el propio cuerpo que goza a través del medio que sea. (p.175- 177)
25
sustancialidad aristotélica ligada al ser. Eso se vincula a una posición anti-ontológica
situada a partir de la falta de fundamento del ser. 1
No obstante, esta dificultad interpretativa no se limita simplemente a una
dimensión material, sino que se vincula a una dificultad temporal. Si la materialidad
significante es causa de sujeto ¿qué es lógicamente anterior? ¿El goce o el lenguaje?
Tiempo
Según Eidelsztein, si la causa del sujeto remite a una materialidad significante, el
sujeto no es producido sino creado a partir de la nada que se concibe a partir de tres
apreciaciones:
En tanto a que el significante como tal no significa nada
Respecto del intervalo vacío entre los significantes
En cuanto a los agujeros vinculados al bucle significante2.
Eidelsztein (2012) propone una articulación entre la teoría del Big Bang y el
lenguaje en la práctica clínica, para situar una discontinuidad absoluta entre lo biológico
y lo discursivo. Si bien Lacan no asoció sus formulaciones con la teoría del Big Bang,
resulta posible analogar el modelo causal que se plantea en ambos campos.
Desde la propuesta de Hawking (2005), sólo pueden analizarse sucesos
posteriores al Big Bang, ya que lo que resultaría lógicamente anterior a éste es imposible
de determinar. Resulta carente de pertinencia estudiar en un modelo científico del
universo los eventos anteriores al estallido ya que no poseen consecuencias vinculadas
a sus sucesos posteriores. De este modo el tiempo inicia con el Big Bang porque toda la
lógica causal de conformación del universo comienza allí.
Eidelsztein (2012) toma esta teorización para afirmar que, si bien existe lo
biológico con su material genético, éste es olvidado al momento en el que lo discursivo
interviene. Es decir, la sucesión causal del sujeto y su inconsciente comienza con el
lenguaje, donde su espacio-tiempo inicia. Enunciar que la biología es “anterior” al
lenguaje constituiría una falacia, dado que aquello que otorgaría una lógica causal y
temporal entre el sujeto y la realidad psíquica es a partir del lenguaje.
1
Esta propuesta puede generar aportes significativos a lo teorizado pero no se ha explayado en mayor profundidad
por límites formales de extensión.
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Esta noción se desarrolla a continuación, en la página 26
26
Si el origen del sujeto es del orden simbólico, entonces resulta plausible interrogar
cuál es el inicio del lenguaje. Siguiendo la lógica propuesta, los significantes no se
generarían sucesiva y evolutivamente a partir de un significante inicial o primordial, sino
mediante un Big Bang del lenguaje que consistiría en un estallido sincrónico en el que
toda la estructura se presentaría desde el comienzo, incluyendo sus imposibles. Esto se
diferenciaría de lo simultaneo que implicaría a los sucesos que comparten un mismo
instante cronológico (Eidelsztein, 2012)
Por otra parte, en cuanto la temporalidad que se presenta en Lacan se caracteriza
por una lógica circular, mediante una pérdida del presente y un futuro lógicamente
anterior al pasado. En el seminario X, presenta la circularidad temporal de los diferentes
objetos que vincula en este texto: oral, anal, fálico, escópico y superyó. Allí se distingue
de Freud, en el cual se puede ubicar una lógica con fijaciones y regresiones pero
manteniéndose una linealidad en las fases sucesivas del desarrollo libidinal. En este
sentido, Lacan sitúa que en toda regresión debería haber una progresión (1962).
A lo largo de su obra, el autor planteó la circularidad temporal, así como sucede
entre la alienación y la separación3, como la relación entre verdad y causa, y la relación
entre los significantes, rechazando la idea de un significante inicial al cual se le
adicionaría los posteriores. Por lo tanto, si la temporalidad que se planteó en Lacan es
de índole circular, ¿por qué se presenta la insistencia de un tiempo inicial absoluto?
¿Acaso resulta pertinente cuestionar si primero es el goce o lo simbólico? ¿El modo de
posicionar este ordenamiento lógico posee significatividad clínica?
Según Eidelsztein, si bien puede parecer contradictorio con lo presentado
anteriormente, este problema se distingue de dos modos: “el tiempo debe ser
considerado circular, con la lógica del futuro anterior, para toda experiencia del discurso
[…]; pero cuando se hace referencia al origen del lenguaje y del sujeto, posee un
comienzo absoluto, aunque no sea fechable, que se articula al “ya siempre allí” ” (2012,
p.25).
3
Por cuestiones de extensión esto no ha podido ser desarrollado pero puede situarse en el Seminario X, donde se
presentan ambas operaciones dependientes una de la otra, lo que una lógica lineal o evolutiva jamás podría
sostener conceptualmente.
27
El principio de incertidumbre
Si hasta el momento la articulación entre la física del siglo XX y el psicoanálisis no
parecía voluntariamente considerada por Lacan, a continuación puede evidenciarse lo
contrario. En el Seminario II, Clase 19, Lacan destaca: ¡Si supieran hasta qué punto el
movimiento newtoniano es una cosa inconcebible cuando se lo examina con cuidado!
Verán que operar con nociones contradictorias no es privilegio del psicoanálisis (1955,
p.360). De este modo, Lacan no sólo marca su distancia del modelo newtoniano, sino
que implícitamente refiere a la mecánica cuántica. Esto puede situarse párrafos
posteriores, cuando afirma:
Está claro que donde se produce algo extraño es del lado del lenguaje. A
esto se reduce el principio de Heisenberg […] Cuando se habla del lugar de
los electrones, cuando se les ordena quedarse ahí, siempre en el mismo
lugar, ya no se sabe en absoluto dónde acabó lo que ordinariamente
llamamos su velocidad. (p. 360-361)
4
Estos tres imposibles ya estaban desarrollados por Freud.
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las manifestaciones físicas del cerebro pertenezcan a los fenómenos
psíquicos, no podríamos esperar que éstos bastaran a explicarlos. (p.92)
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de recorte inevitablemente siempre dejará algo por fuera frente a la inherente
incapacidad de tomarlo todo en un análisis.
Estos planteos que se sitúan desde el discurso científico, no tan alejados del
psicoanálisis, producen la pregunta que insiste en este trabajo: ¿acaso toda ciencia
forcluye la verdad?
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Cabe destacar que esta “dicotomía” artificial no propone ubicar dos posiciones
complementarias y exhaustivas, y tampoco pretende transformar esta conceptualización
en una lógica binaria. Simplemente son dos posicionamientos que no rechazan la
posibilidad de una tercera, cuarta o quinta alternativa a lo planteado.
Mediante este esquema se había propuesto la siguiente hipótesis de
investigación: “Una lectura ética o moral de los conceptos psicoanalíticos dependerá del
modelo de ciencia con el que se dialogue y de la posición en la que se ubique al
psicoanálisis: sea respecto de La Ciencia como conjunto cerrado o en relación a lⱥ
ciencia como conjunto abierto”.
En este sentido, el realismo dependiente del modelo que proponía Hawking
(2010), puede utilizarse para inaugurar, a partir de esta hipótesis, un psicoanálisis
dependiente del modelo. Esta vinculación ha sido expuesta durante el desarrollo de
este trabajo a partir de la polisemia del psicoanálisis no aislada; es decir, dependiente de
un modelo científico que impacta en el tipo de materialidad, energía, temporalidad e
imposibilidad que se construye en los conceptos psicoanalíticos.
Ignorar los aportes de la física cuántica y relativista como ajenos al psicoanálisis
puede conducir a la idea de Ciencia como conjunto cerrado. Por el contrario,
concibiendo la relación no-todo científica del psicoanálisis se abriría a la posibilidad de
rastrear aquello que Eidelsztein propone en Otro Lacan (2015): “El advenimiento de lo
real con el que nos encontramos los analistas depende de la ciencia, no del analista”
(p.131). Este argumento da consistencia a lo que Lacan ha expuesto en cuanto a que el
sujeto del psicoanálisis coincide con el de lⱥ ciencia, como aquel dividido entre saber y
verdad.
A su vez se vincula con lo presentado al inicio de este trabajo, en el cual el
psicoanálisis portaría una relación de extimidad con lⱥ ciencia, corrompiendo el ideal de
situar el campo analítico como absolutamente externo o interno a un conjunto científico.
La posibilidad de identificar una lectura que exceda la lógica complementaria y
binaria puede ser considerada como acto ético desde el momento en el que se reconoce
una singularidad que exhiba la insuficiencia de lo que comúnmente se denomina
científico o no científico. Tal posicionamiento puede enlazarse a lo que Badiou
conceptualiza como acontecimiento, dado que éste último consistiría en un quiebre en el
campo del saber, como subversión de un orden simbólico pero vinculado a lo no
simbolizado de una situación específica. (1999)
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Desde ese plano, ¿cómo se puede analizar un concepto en psicoanálisis? Una
posibilidad consistiría en ignorar su modelo científico implícito y abordarlo como un ente
aislado y replicable universalmente.
Otro modo posible, se presentaría mediante la lectura de los “interpretadores”.
Esto puede hallarse con precisión al momento de abordar la obra de Lacan, sus
traducciones y lecturas. El riesgo de estas dos modalidades es la constitución de un
particularismo que ignore la posibilidad de una paradoja o una inconsistencia al campo
de saber rechazando cualquier cuestionamiento, dogmatizando los conceptos.
Desde una posición diferente, podría analizarse cada una de las interpretaciones,
incluyendo a los interpretadores de los interpretadores, dirigiéndose a una operatoria
infinita.
Estas situaciones innumerables, podrían conducir a la desesperación, o más bien,
a un momento de detención, en el cual se produjera un fuera de sentido. Desde este
nivel de análisis, en el que se toma en consideración lo inabordable del concepto, allí es
donde quizás pueda generarse un acontecimiento.
33
Conclusión
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