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MILENIOS DE OCUPACIÓN EN CUNDINAMARCA

MARTHA HERRERA ÁNGEL

LAURA XIMENA CASTAÑEDA GONZÁLEZ


1000224599

PROFESORA
ANA MARÍA GROOT DE MAHECHA

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA


FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA
PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO I
10 DE OCTUBRE DE 2018 - BOGOTÁ D.C.
Martha Herrera Ángel, politóloga, historiadora y geógrafa colombiana, brinda en su
texto “Milenios de ocupación en Cundinamarca” una aproximación a la historia del
departamento enfatizando en la articulación de la geografía, la arqueología y la
historia para el entendimiento de la misma. Tras describir la conformación
geográfica cundinamarquesa, cómo surgió y sus cambios en relación tiempo –
espacio, la autora presenta una breve cronología desde el primer registro que se
tiene sobre actividad humana datado hace dieciséis mil años (pp. 08) y su relación
con el entorno natural, destacando periodos de crecimiento y disminución
demográfica debido a procesos como glaciaciones y erupciones volcánicas, hasta
el siglo XIII, donde destaca la cultura Muisca y sus trabajos de orfebrería, sus
tejidos y la producción salina. Entonces, Herrera se detiene en el siglo XVI para
intentar reconstruir a través de material como textos de cronistas y estudios
históricos, lingüísticos y arqueológicos, el vivir de las comunidades prehispánicas
“en el momento de la invasión” (pp. 14).

Herrera señala las poblaciones que habitaron Cundinamarca en aquel tiempo:


Muiscas, Panches, Tapaces, Muzos, Sutagaos, Chíos y Guapis, y, debido
seguramente a su formación académica como politóloga, enfatiza en la
organización política de las culturas. El estudio de los relatos de cronistas y
fuentes documentales recuperadas en archivos, muestra cómo la cultura Muisca
dominó demográfica y territorialmente en el Departamento, siendo el 90% del total
cundinamarqués, (lo cual podría explicar por qué en la actualidad es una de las
pocas comunidades prehispánicas de las que se enseña, o al menos se menciona,
en la educación básica y media colombiana). Resalta dos cacicazgos que
dividirían a los Muiscas: el Zipazgo, abarcando la mayor parte del Departamento, y
el Zacazgo, tomando parte del norte de Cundinamarca, simultáneos, y no descarta
la existencia de comunidades independientes. Además, destaca que etnias como
los sutasgos, chíos y guapis, sin ser Muiscas, estaban bajo el dominio del Zipazgo.
Zipa y Zaque, reinando lo que hoy conocemos como Bogotá (Cundinamarca) y
Tunja (Boyacá).

Tanto en la época prehispánica como en el momento de la la colonización


española se puede observar que estas dos zonas (Tunja y Bogotá) protagonizan
centros de mandato político, conectándose con comunidades aledañas y
ejerciendo poder sobre ellas. Ambas ciudades se encuentran a una gran altura y
comparten características climáticas parecidas. Para resolver la cuestión sobre por
qué los asentamientos principales políticos coinciden antes y después de 1492
independientemente de los mandatarios, se puede recurrir a la idea de que los
europeos identificaron desde un principio la autoridad Muisca y aprovecharon para
conseguir el control desde lo alto de la organización indígena. ¿Cuál fue el
impacto que tuvo la forma de organización política prehispánica en Cundinamarca
en el momento de la conquista española? Herrera relata que dentro de las mismas
culturas, aunque compartieran muchas características representativas, por
ejemplo la Muisca, se presentaron marcadas diferencias a la hora de la
organización política. Por ejemplo, el Zacazgo poseía simultaneamente dos
dinastías, lo que correspondería a una diarquía; al Zipa se le atribuye un ‘carácter
absoluto’, generando gran controversia con los españoles a la hora de su llegada,
mientras que dentro del Zacazgo se presume que hasta pudieron haber tenido
algún tipo de alianza con los europeos. Los españoles, al ver que los indígenas
estaban entre sí ya divididos (y que con la llegada de ellos se fragmentarían
internamente aún más, como la compleja relación mencionada por Herrera de los
sutagaos y su conexión Panche, pero al mismo tiempo pertenencia al Zipazgo)
pudieron sacar ventaja para ganar (robar) la tierra cundinamarquesa (y en general
la cordillera) con mayor facilidad al no estar enfrentados a una sola fuerza política
sólida, “divide y reinarás”.

Ya teniendo una hipótesis sobre el por qué de la elección española sobre Bogotá y
Tunja, hay que plantear un posible por qué los indígenas eligeron primero tales
zonas. La determinación de dónde fijar estos centros de control político tomada
por los pobladores prehispánicos puede estar relacionada con el entorno natural y
los beneficios que traería asentarse en dichos lugares, además del carácter
simbólico que se les pudo haber dado. Las condiciones climáticas de la cordillera
oriental brindan la capacidad de elegir entre un amplio catálogo de semillas
óptimas en la agricultura, como Herrera menciona en el apartado de la geografía
de Cundinamarca. La altura de los asentamientos puede traer consigo un carácter
simbólico: al estar en lo alto de la montaña, muy probablemente se estaría en lo
alto de la organización política, aunque no va más allá de una interpretación.

Al tratarse de una región amplia y distanciosa, y teniendo en cuenta que la


comunicación en ese entonces estaba limitada por días y meses de caminatas
entre montañas, resulta totalmente lógico que dentro de la cultura Muisca
existieran cacicazgos distintos, correspondiendo a la necesidad de controlar y
gobernar eficientemente en toda la región abarcada, por lo que se dividió en el
Zipa y el Zaque. Curiosamente, ese modelo de articulación entre pueblos (etnias)
como pasó en la Muisca del Zipacazgo integrando a los chíos, sutagaos y guapis,
puede verse reflejado en cierta manera hoy en la articulación entre Bogotá y sus
aledaños como Soacha, Chía, Mosquera, entre otros.

Finalmente, como sugiere Herrera en su texto, sigue siendo un tema de gran


dificultad reconstruir el pasado prehispánico sin recurrir solamente a los relatos de
cronistas españoles marcados en el papel, por lo cual tener la certeza sobre cuál
era el sistema político y por qué se presentan similitudes como los asentamientos
de control político en distintas temporalidades resulta casi imposible, al menos
mientras no se desarrollen los avances necesarios en los métodos de
investigación y la promoción de trabajos (destacado por Herrera) interdisciplinares.
Por lo tanto, como la autora propone, es necesaria la articulación entre la historia,
la arqueología, la antropología, la geografía, la misma ciencia política y demás
disciplinas que permitan la reconstrucción del pasado del hombre y el
entendimiento sobre éste, buscando también consolidar el saber del pasado
prehispánico a través de tales carreras relativamente recientes en el país, y sacar
provecho asímismo para el entendimiento y desarrollo del presente, y lo que
puede venir en un futuro. Y así, abracemos nuestra historia (que dejemos de ser
los hijos de todos y de nadie), porque al fin y al cabo, nos pertenece.

Bibliografía:

Herrera, M (2008), Milenios de ocupación Cundinamarca, en Los Muiscas en los


siglos XVI y XVII: miradas desde la arqueología, la antropología y la historia,
Universidad de los Andes.

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