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¿CUÁNTO LE CUESTA LA PAZ A COLOMBIA?

El Conflicto Armado interno que se desarrolla en Colombia desde principios de la


década de 1960 y que ha pasado por varias etapas en especial desde los años
ochenta cuando algunos de los actores se comenzaron a financiar con el
narcotráfico ha dado un gran paso con el acuerdo final del proceso de paz llamada
la Paz Estable y Duradera, que fue consolidada en la Habana Cuba con delegados
del Gobierno Nacional y representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia, FARC-EP, con el apoyo de las organizaciones internacionales y
países acompañantes donde se estableció los compromisos y deberes de ambas
partes, fijando seis puntos en los que se identifican y se plantean las principales
necesidades, problemáticas, desarrollo de proyectos, ejecución de un plan de
trabajo en conjunto y la verificación del cumplimiento del mismo.
La sociedad colombiana tendrá que enfrentar impactos económicos, sociales y
políticos a partir del acuerdo de paz y de su aprobación.
Desde el inicio y en el transcurso de las mesas de negociación para la paz estable
y duradera el Gobierno Nacional ha incurrido en gastos para los comisionados y
delegados de ambas partes, mientras que las FARC seguían asesinando,
secuestrando y cometiendo delitos de lesa humanidad el gobierno tenía sus
cabecillas en La Habana Cuba, disfrutando de comodidades y pagándoles por
negociar la paz pero estos son gastos menores a comparación de lo que cuesta el
posconflicto. Partiendo de los puntos a tratar se debe invertir en la calidad de vida
como lo es la educación, vivienda y salud para las personas que están en el campo
y se quieren reintegrar a la vida que alguna vez les fue arrebatada, además de poner
en marcha la Reforma Rural Integral, programa que está diseñado para mejorar las
condiciones de bienestar de la población rural, la idea es fomentar la agricultura y
con esto la exportación de productos de calidad. Para contribuir a esto se efectuara
el Sistema General de Información Catastral, integral y multipropósito, que en un
plazo máximo de 7 años concrete la formación y actualización del catastro rural,
esto será financiado por el gobierno nacional y, a su vez el municipio debe crear un
sistema para que liquide, cobre y recaude efectivamente el impuesto predial, como
también la apertura de partidos políticos.
Posterior a esto, cada uno los miembros de las FARC a partir de la terminación de
las Zonas Veredales y durante 24 meses, recibirán una renta básica mensual
equivalente a 90% del Salario Mínimo Mensual Legal Vigente, como parte de su
reincorporación y proyectos productivos sostenibles, de igual manera cada
integrante de las FARC en proceso de reintegro a la vida civil, tendrá derecho por
una vez, a un apoyo económico para emprender un proyecto productivo individual
o colectivo, por la suma de 8 millones de pesos ($8.000.000).
Los costos de esta normalización de las FARC se asumirán a través del aumento
de impuestos y recursos de la nación, para beneficiar a personas que toda la vida
se han dedicado a delinquir y que adicional a eso hay que pagarles por violar los
Derechos Humanos a todo un país, ¿Cuánto le cuesta la paz a Colombia? Es la
gran incógnita pero al leer este tratado y con todo el compromiso que se adquirió
son muchos millones que saldrá del bolsillo de los colombianos con el aumento del
IVA, aumento de impuestos, incremento de valor en los peajes entre otros.
Este conflicto armado que padece Colombia ha tenido un impacto significativo en la
salud pública de los colombianos y colombianas y una repercusión directa en el
funcionamiento del propio sistema de salud.
En el ámbito de la salud en Colombia, no es casualidad, que las disfuncionalidades
administrativas y de gestión, la brechas en términos de indicadores básicos de salud
pública, la debilidad en la prestación de servicios y la dificultad para desarrollar los
programas de promoción y prevención de la salud, entre otros temas, sean
elementos comunes en las áreas más afectadas por la violencia. Un costo más que
el conflicto armado imputa a los más desfavorecidos en un país de profundos
contrastes e inequidades.

Las restricciones a la movilidad en las áreas rurales que impone el conflicto debido
a la presencia de grupos armados ilegales y de minas antipersona, siendo Colombia
el segundo país después de Afganistán con mayor número de minas, tienen un
impacto directo en el normal funcionamiento del sistema de salud, sobre todo en las
áreas rurales.
La escasa información disponible en salud pública, las limitaciones existentes en la
red de primer nivel de atención y la escasez de insumos y de personal sanitario
dispuesto a ejercer en esas áreas de riesgo, son elementos comunes en los
sistemas de salud que conviven en el medio de una situación de conflicto armado o
en escenarios de postconflicto.

En lo inmediato, hay que defender que la salud no puede ser parte del conflicto
armado y que no debe ser objeto recurrente de la violencia y la intimidación. La
infracción a la Misión Medica debe ser erradicada como modus operandi del
conflicto y la confrontación social y el respeto al personal sanitario, a los
establecimientos de salud y a las actividades de salud pública deben ser
garantizados en cualquier lugar y momento. No hay motivo para no hacerlo y es una
obligación de todos.
Cualquier país que conviva con los rigores de un conflicto armado es siempre un
país convaleciente en diversos ámbitos de su vida política, social y económica,
dependiendo evidentemente de la intensidad de este.

Para toda la población colombiana no es fácil perdonar y olvidar tantos años


viviendo el conflicto interno, perder su vivienda, sus tierras, ver morir a manos de
los guerrilleros sus seres queridos o no volverlos a ver nunca más porque al día de
hoy hay muchas víctimas que no conocen el paradero de sus familiares.
Lo más contradictorio es que después de 50 años de violación de los derechos
humanos a millones de personas, ahora se les brinda beneficios únicos, a los cuales
cualquier ciudadano le cuesta muchos años de trabajo honesto llegar a conseguir.
Independiente de esto, todos los colombianos sueñan con un país tranquilo, libre y
en paz, eso no es un secreto para nadie, pero el gran temor es que toca arriesgar
mucho y confiar en personas que por décadas le hicieron un gran daño a todo un
país.
Luego de ser aprobado el plebiscito se implementarán proyectos que aporten el
desarrollo social en base a la educación, salud, recuperación de tierras,
resarcimiento a víctimas y óptimo acompañamiento del Gobierno Nacional y de las
Entidades Internacionales que se encargaran de verificar si todo lo Acordado desde
las mesas de negociación en la Habana se cumplan.
Del compromiso por parte de las FARC dependerá el buen desarrollo de la Reforma
Rural Integral que beneficiara al campo y por ende a la población urbana por los
buenos productos agrícolas generados que ayudan erradicar la pobreza; cabe
anotar que para la comunidad rural no es fácil regresar al campo con confianza
como si nada hubiese ocurrido, por todo lo que han vivido y porque hasta ahora se
pronuncia ante estas injusticias el Gobierno Nacional con la exposición de
soluciones.
El Gobierno Nacional luego de la firma del proceso de Paz ha comenzado a
erradicar los cultivos ilícitos y mejorar las condiciones de vida de hombres y mujeres
que son consumidores, productores y victimas de toda esta ola de crímenes; lo
anterior, enfocado a la protección de la salud pública y la de los derechos humanos.
Para ello se utilizará el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de
Uso Ilícito, que consiste en recuperar territorio nacional con estos cultivos y
reutilizarlos producción agrícola beneficiando a la población rural, además si se es
realista no se van a acabar los consumidores y el negocio de lavado de activos,
narcotráfico y cultivos ilícitos es todo un imperio en el cual se ven beneficiados
desde productores, grandes capos, militares y miembros del gobierno, se puede
decir que es todo un monopolio.
Con todo expuesto en la mesa, solo se espera la tan anhelada Paz Estable y
Duradera para todo un país.

Alejandra Ballestas Cervantes


Valledupar, 18 de noviembre de 2017

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