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Tomado de:

· A. NEUROSIS TRAUMATICAS
FENICHEL, Otto (1945)
Teoría psicoanalítica de las neurosis,
Buenos Aires: Paidos, 5è ed: 1973, 814p.

CAPÍTULO VII

NEUROSIS TRAUMA TICAS

EL CONCEPTO DE TRAUMA

La función básica del aparato psíquico es la de restablecer la estabili-


dad, una vez que ésta ha sido perturbada por estímulos externos. Esto
se logra primeramente mediante la descarga de la excitación provocada, y
luego mediante la "ligazón" * de ésta ylas combinaciones de "descarga y
ligazón". Todas las veces que el objetivo de mantener un (relativo) equi-
librio fracasa, se crea un estado de emergencia. La Íncidencia de una exci-
tación demasiado intensa para una d~terminada unidad de tiempo, repre-
senta el caso más simple de emergencia de esa índole.
Pero esta calificación de "demasiado intensa" es relativa. Significa
"más allá de la capacidad de control". Esta capacidad depende de factores
constitucionales, así como de todas las experiencias previas del individuo.
Hay estímulos de intensidad tan abrumadora que tienen un efecto traumá-
tico sobre cualquier persona. Otros estímulos, inocuos para la mayoría de
las personas, son traumáticos para ciertas personas que tienen una pro-
pensión especial a ser arrolladas traumáticamente. Esta "debilidad" puede
tener una raíz d~ carácter constitucional. Depende, además de la economía
m_~ntalde la persona: para un niño, la desaparición de una per;QIJ:ii- -que--
-rida puede constituir un trauma, porque las pulsiones libidinosas dirigi-
das hacia esa persona, habiendo perdido su fin, abruman al nifío. El adulto
está más expuesto a las experiencias traumáticas cuando se halla cansado,
exhausto o enfermo. Otra diferencia importante es si, en el momento del
trauma, son posibles o 110 las reacciones motrices. El blQ.<li!~O- _de la activi-
dad_ ~otriz externa aumenta la probabilidad de un derrumbe, y una espera
expectante es más peligrosa que una guerra activa. Pero el factor más
importante está representado por las represiones previas. Resultan "débiles"
aquellas personas cuya ~paci?_ad -de "ligar" fas excitaciones está íntegra·
~!!_te cubierta por el marittmimiento de l!!s represiones anteri_ores. El con-
cepto de trauma, por lo tanto, es relativo. Son factores de la economÍa
mental, que dependen tanto de la constitución como de las experiencias
previas y de las condiciones imperantes antes y durante el trauma, los que
'-·--· - -

• Véase nota de la pág. 53. (T.)


142 OTTO FENICHEL

determinan cuál es el grado a que debe llegar la excitación para sobre-


pasar la capacidad del individuo.
Podría decirse que el yo ha sido creado para la finalidad de evitar los
estados traumáticos. Su función de tamizar y organizar (descargar y li-
gar) las nuevas cantidades de excitación es facilitada por su capacidad
de anticipar en la fantasía los hechos que pueden ocurrir, y prepararse de
este modo para el futuro. Desde el punto de vista económico, ~ta prepa-
ración consiste en ir habilitando las cantidades de contracatexis necesa-
riosc··p~ra_ !ig~r, las excitaciones a producirse. Los hechos que no han sido
anticipaaos son experimentados de una manera más violenta que aquéllos
para los cuales hubo una preparación previa. Es por esto que ~s prob¡¡~i_l!­
dades que tiene un incidente determinado de producir un efecto traumá-
}ico se hallan en razón directa de su carácter de hecho imprevisto.
Cantidades de excitación no controlada, originadas ya sea en abru-
madores acontecimientos repentinos o en una tensión crónica,- -crean sensa-
ciones de tensión sumamente dolorosas y ponen en marcha· intentos patoló-
gicos y arcaicos de controlar lo que no pudo ser controlado en la forma
habitual. Se crea una especie de lig_Í!llen de descarga de emergencia (1292),
en parte como una función automáticil.- contra -1il . voluntad del yo, y sin
ninguna participación de éste, y en parte por las fuerzas remanentes (y las
restauradas) del yo.
Lo_s síntomas de las neurosis tram:náticas son: a) bloqueo o disminu-
ción de diversas funciones del yo; b) accesos de emoción incontrolables,
especialmente de ansiedad y frecuentemente de rabia, e incluso, ocasional-
mente, ataques convulsivos; e) insomnio o perturbaciones graves en el dor-
mir, con sueños típicos en los que el trauma es experimentado una y otra
vez; también repeticiones, en horas del día, de la situación traumática, ya
sea en conjunto o en parte, bajo la forma de fantasías, pensamientos o
sensaciones; d) complicaciones psiconeurótícás secundarias.

BLOQUEO O DISMINUCION DE LAS FUNCIONES DEL YO

El . bloqueo de las funciones del yo puede explicarse como la con-


centración de toda la energía psíquica disponible en una sola tarea: la
estructuración de las contracatexis destinadas a controlar la abrumadora ex-
citación invasora. La urgencia de esta tarea hace que todas las demás fun-
ciones del yo resulten relativamente sin importancia. Estas otras funciones
tienen que ceder su respectiva energía a la tarea de emergencia, que domina
completamente a la per&ana.
El bloqueo de algunas de las f~nciones, especialmente de las Jlel:__
~tiva~_ X_ ~~_hr_as, actúa simultáneamente en el sentido de impedir el
aflujo- de nuevas . excitaciones. La excitación que ya está actuando debe
ser controlada antes de que puedan ser aceptados nuevos estímulos. El
organismo crea diferentes formas de protección contra cantidades de estimu-
Iación demasiado grandes (R~izschutz) (605). La negativa a aceptar nue-
TEORÍA PSICOANALÍTICA DE LAS NEUROSIS 143

va estimulación constituye un recurso primitivo para el restablecimiento de


esta protección, una vez que ha sido destruida por el trauma.
Entre las funciones que pueden ser debilitadas o bloqueadas -por
haber perdida relativamente su importancia después del trauma- figura la
sexualidad. El interés sexual de los neuróticos traumáticos decrece general-
mente";-y--en los pacientes masculinos es muy frecuente la impotencia (340,
1616). Si bien este síntoma puede deberse, a menudo, a complicaciones
psiconeuróticas, puede ser también un síntoma enteramente inespecífico.
La energía sexual, como toda otra energía psíquica, es movilizada al efecto
de controlar la excitación invasora, y deja de estar a disposición de la sexua-
lidad. Del mismo modo que el interés sexual disminuye generalmente en
las personas enfermas, a causa de que éstas se hacen narcisistas, la energía
sexual puede perder su carácter específico después de un trauma ( 340).
'[oda__~la§e _de ienóme_n_o.s regresivas, en la (lf!fera de': los instintos. __JIJ!Í
como en _la deLy(), han sido descri~os er1 la!Lne,urosistr-aumáticas. Se los
-aebe- considerar como el resultado de una pérdida general de diferencia-
ción de las funciones superiores, una vez más en aras de la tarea que
domina todo lo demás, el control "inespecífico". Esta "primitivización" pue-
de servir, además, a otro propósito : las personas desvalidas tienden a regre-
sar a los tiempos de su infancia, a causa de que en esa época fueron
realmente ayudadas por los "omnipotentes" adultos. Los neuróticos traumá-
ticos presentan, a veces, una especie de actitud ostensiva de desvalimiento
~ª-pasiva, y man!f_!~stan_ ciertos rasgos -orales. Esto consti-
tuye una regresión al tipO· de control pasivo-receptivo (más primitivo) del
mundo externo,. que sigue al fracaso de su intento de control activo. Esta
reacción será más fuerte en las personas que se hallaban inclinadas a este
tipo de control ya antes del trauma: limitadas desde un comienzo en sus
aptitud_es de tipo activo, caerán en un estado traumático más rápidamente
que las personas que poseen un yo más activo.
El bloqueo del yo, representado por -~ -~~Va!J.ecin:tien_t~ como respuesta
a un trauma, constituye el más arcaico y primitivo de los "mecanismos
de· defensa". En el desvanecimiento, el organismo, arrollado por el efecto
de estímulos demasiado intensos, se cierra al aflujo de núevos estimulas.
Los complicados mecanismos de defensa _de las psiconeurosis pueden ser
considerados como desvanecimientos parciales. En el desvanecimiento queda
bloqueada toda percepción; en la represión, hay un bloqueo selectivo de
determinadas percepciones.

ATAQUES EMOCIONALES

También en los diversos casos de ataque emocional, se trata de des-


cargas de emergencia más arcaicas e involuntarias. Hasta cierto punto
son enteramente inespecíficas. Después de sufrir un trauma, la persona pue-
de ~ostrarse inquieta, hiperkinética, con tendencia a .llorar o a gritir. Estas
reacciones son, en parte, específicas y su carácter puede .explicarse ya sea
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por la situación motora y sensorial en el momento del trauma o por la histo-


ria pretraumática de la persona. El hecho de que la cualidad emocional de
estos accesos es experimentada, la mayor parte de las veces, como ansiedad
o rabia, es importante, y no deberá perderse de vista. El estudio del des-
arrollo de la ansiedad demuestra que todos los accesos (posteriores) de
ansiedad son repetición de estados traumáticos de una época más temprana.
A la situación objetiva de hallarse inundado de excitación incontrolada
corresponde un sentimiento subjetivo de sentirse sumamente dolorido, y la
cualidad de este dolor es muy similar a la ansiedad. Esto es producido en
parte por la misma tensión interna incontrolada, y en parte por "descargas
de emergencia" involuntarias, de carácter vegetativo ( 618). Las situaciones
ulteriores de rabia tienen también su raíz en situaciones de frustración, es
decir, en estados en que la urgente necesidad de descarga queda insatis-
fecha y las descargas accesibles son inadecuadas. La ansiedad y la rabia, en
las neurosis traumáticas, representan, por lo tanto, descargas de excitaciones
que fueron provocadas en la situación traumática, y que no pudieron ser
descargadas en forma suficiente. Sin embargo, su carácter ~specífico puede
explicarse a veces por las emociones experimentadas (o provocadas, pero
no sentidas), durante el trauma. En este sentido, los ataques emocionales
corresponden a la categoría de "síntomas de repetición" de los neuróticos
traumáticos de que trataremos luego.
El arcaico síndrome epiléptico tiene probablemente la función de un
desahogo de emergencia en ciertos individuos constitucionalmente predis-
puestos (917).

PERTURBACIONES DEL DORMIR Y SINTOMAS DE REPETICION

El sueño presupone un estado de relajación. Un organismo inundado


de excitación es incapaz de relajación. Es comprensible que, a causa de
las cantidades de excitación no controlada, uno de los síntomas capitales
en los neuróticos traumáticos sea el insomnio.
La repetición activa del trauma en los sueños, de efecto tan tortu-
rante para el paciente, representa para éste, sin embargo -desde el punto
de vista económico- un alivio. El yo arcaico, antes de ser capaz de anti-
cipar el futuro, controla el mundo externo mediante la repetición activa
de aquello que antes fue experimentado en forma pasiva. Los sueños· de
repetición de los neuróticos traumáticos representan una regresión a esta
forma primitiva de control. Experimentando una y otra vez todo aquello
que le tocó pasar en el trauma, el control puede ser lentamente recuperado.
Estas repeticiones traen consigo una tardía descarga, y ayudan, por consi-
guiente, a liberarse de las tensiones (605). Además, gracias a estos sueños
es posible dormir, a pesar de la tensión interna.
Las repeticiones del trauma no se limitan a los sueños. Se producen
también en el estado de vigilia. En parte son conscientes: el paciente no
puede liberarse de la necesidad de pensar una y otra vez sobre lo ocurrido.
TEORÍA PSICOANALÍTICA DE LAS NEUROSIS 145
En parte son inconscientes: el paciente experimenta accesos, o bien realiza
ciertos movimientos semejantes al tic, que en apariencia carecen de todo
sentido, pero que en el análisis revelan ser una repetición de movimientos
realizados en la situación traumática, o de movimientos que hubieran sido
apropiados dentro de esa situación, pero que no fueron realizados. Puede
suceder que los movimientos no encajen dentro de la situación traumática
precipitante, sino dentro de una situación aiín más antigua, olvidada, y que
fue nuevamente reactivada por el trauma (1434).
Mientras la cavilación obsesiva sobre el trama representa un intento
tardío de ligar la excitación invasora, la repetición activa de aquello que
fue experimentado en forma pasiva -tal como los accesos de emoción y
los movimientos de la misma índole-- representan intentos tardíos de des-
carga. Si comparamos esta repetición activa con la reactivación de una
actitud pasivo-receptiva, antes citada, se echa de ver cómo una misma
finalidad puede ser perseguida por medios diametralmente opuestos.
Un trauma es una situación en la cual las formas habituales de adap·
tación de una persona han fracasado. La persona busca entonces formas de
adaptación muevas y mejores. Esta afirmación no difiere de lo que llevamos
dicho hasta aquí. La adaptación es nada más que un complicado sistema de
"ligazones" y de descargas primitivas. Cierto es que, cuando se usa el término
adaptación, se quiere destacar un aspecto especial, y éste es el papel activo
del yo. Dos cosas suceden, en realidad, cuando fracasan el yo y sus formas
de adaptación: 1) el yo es arrollado, y más allá del yo, se producen síntomas
que son experimentados pasivamente; 2) tan pronto como es posible, el yo
trata de restablecer su control, llegando incluso al extremo de aplicar princi-
pios más arcaicos de control, y aún de recurrir a la regresión, si--es ne-
cesario (922).
Dado que el yo ha surgido gradualmente como una diferenciación del
ello, y que existen capas profundas del yo que se hallan todavía muy próximas
al ello, no es fácil establecer si un determinado síntoma, en una neurosis
traumática, se produce a causa de haber sido arrollado el yo, o porque
· éste intenta un tipo nuevo, arcaico e indiferenciado de control. La palabra
adaptación hace resaltar el segundo punto de vista; el concepto de neurosis
traumática, en realidad, incluye y justifica el primero: que no solamente
se produce una "adaptación" del yo, sino que ha sucedido algo a lo cual
el organismo no estaba "adaptado".

COMPLICACIONES PSICONEUROTICAS

No es posible describir las complicaciones psiconeuróticas que se pro·


ducen en las neurosis traumáticas antes de haber estudiado detalladamente
las psiconeurosis mismas. Después de ~cuparnos de estas últimas, dedicaremos
un capítulo especial a las neurosis que representan una ·combinación de ele-
mentos traumáticos y psicogenéticos a la vez (véase págs. pa'{ y sigs.). Para fc,c':.
completar el cuadro de las neurosis traumáticas será necesario, sin embargo,
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delinear ahora mismo ciertos rasgos psiconeuróticos que nunca faltan del
todo en las neurosis traumáticas.
Hay en toda persona cierta cantidad de energías instintivas rechazadas,
mantenidas, por obra de las fuerzas de defensa, al margen de toda descarga,
y que procuran, a pesar de todo, abrirse paso. Mientras se mantiene cierto
equilibrio entre los impulsos reprimidos que pujan por una descarga y las
fuerzas defensivas que se oponen a la descarga, la persona puede sufrir cierto
empobrecimiento de la personalidad, pero en todo lo demás se mantiene rela-
tivamente bien. Pero tQ_d_¡¡ perturbación de este equilibrio acarrea el peligro
<!..~!l!la irrupción de los impulsos reprimidos.._y la ll~$e_sidad_ c!e crear nuevos
y mejores métodos de d~f~~ en otras palabras; el peligro de una neurosis
(43[)~ -Las ex-per~ precipitantes de una neurosis representan siempre
una alteración del relativo equilibrio primitivo entre impulsos rechazados y
fuerzas rechazantes.
Freud señaló que en la etiología de la neurosis la causa precipitante
y la predisposición neurótica (es decir, la constitución más las experiencias
infantiles) son complementarias. Un individuo que, a consecuencia de su
constitución y su fijación infantil, tiene predisposición a la neurosis, reaccio-
nará incluso a una dificultad pequeña con una reactivación de los conflictos
infantiles, y por consiguiente, con una neurosis. Un individuo menos predis-
puesto puede hacer también una neurosis, siempre que sus experiencias al-
cancen a ser bastante graves para ello. Desde el punto de vista etiológico,
los casos forman una serie: en un extremo de_ ~sta están los casos en que
eTTaaorpredpitante efectivo -c-arece prácticalllente de importancia, y en el
otro extremo los casos en que el factor ·-precipilante específico desempeñá
un PªI!~Lpreª()_minante ( 596) . · ·--
---- No hay duda de-que ciC!t()J>~rcentaje de las neurosis que se describen
como traumáticas son, en realidad, pslconeurosis que fueron precipitadas por
~~ a_c.~!_?en~. Esto puede ser corroborado por la grotesca desproporción que
a veces existe entre la relativa insignificancia del "trauma" y la neurosis
bastante grave que se supone haber sido precipitada por el mismo. Cuanto
más intensas son las represiones previas y más inestable el equilibrio en los
conflictos defensivos, más rápidamente sucederá que una determi"nada expe-
riencia tenga carácter traumático. Todo individuo tiene un "umbral de rup-
tura". Pero la facilidad con que puede ser alcanzado ese umbral varía gran-
demente de una persona a otra.
En las personas con disposición neurótica no existe solamente un empo-
brecimiento cuantitativo del yo, que permite que los ___estimulos--provoqueri
situaciones traumáticas. Hay también una ~e11sibilización cualitativa en ciertos
_puntos de existencia __ d~_ ''c~IIlP!~ios". Las experiencias p;oducidas en--el
ámbito de los complejos tienden a producir efectos traumáticos. (Esto se
verá con más claridad cuando nos ocupemos de las psiconeurosis.)
Sería una tarea de la mayor importancia para la psiquiatría aplicada a las tareds
del reclutamiento, •el descubrir las personalidades para las cuales la situación militar
por sí sola constituye un "punto de complejo" de esta índole. Las ideas referentes al
hecho de "pertenecer a una gran unidad", así como la provisión asegurada de alimento
TEORÍA PSICOANALÍTICA DE LAS NEURO~IS 147

y techo, la limitación de la responsabilidad personal y un ambiente del que queda ex-


cluido casi en .absoluto el otro sexo, tienen cierta significación, por supuesto, para
todos. Lo que varía enormemente es el caráctér específico de esta significación. A
menudo la--·sliuáción- militar implica ciert& grado de "infantilización" mental: el ejér-
cito y los superiores jerárquicos asumen el papel de los padres, como sinónimos de
refugio y de amenaza a la vez. Algunas personas pueden aceptar esto sin mayor con-
flicto, y aun encontrar en ello una ayuda. Pero otros, para quienes la infantilización
representa una reactivación de los conflictos infantiles, pueden resultar sensibilizados
y debilitados en su capacidad de resistencia. Y están también los que, de acuerdo
con sus experiencias de la infancia, se sienten fortalecidos y debilitados simultánea o
sucesivamente, o se sienten más protegidos en circunstancias y menos protegidos en
otras. Así, por ejemplo, más protegidos mientras no hay combate, y menos en el COII\ba·
te, o viceversa; o más protegidos en la victoria, yl, menos en la derrota. Simmel explicó
la actitud típica del soldado como una expectación de protección parental. Esta expec-
tación puede ceder' su lugar a un repentino y grave desengaño (1434).

Los traumas graves que trastornan toda la economía de la energía


~iquica trastornan también, ñecesariamente, el equiliBrio entre impulsos
o

reprimidos y fuerzas represoras. El primer tipo de perturbación de esta


índole es de carácter general e inespecífico. Todas las funcione!! _psíquicas
~iferenciadas, incluso la sexualidad, pueden verse despoja das de __sus 'catexis
1
específicas, á los efectos del cumplimiento de la tarea primordial de pro'curar
~1 co~i¡-¿f'tardío de la excitación invasora. Esto es válido también para las
catexis ligadas por los conflictos de la represión. Las catexis de las fuerzas
defensivas pueden ser las primeras en ser movilizadas. ·Éste es é1 riiófivogene-
ral por ·~ cual las fuerzas reprimidas hacen su reaparición a contiquación
de un trauma. El cuadro creado es, de este modo, el de ~nadesint~g!Jlfi§n
inespecífica de la personQlilfad, en la que predominan la abolición de las
diferenciaciones y la regresión a una dependencia de carácter infantil.
De una manera más específica, la disposición neurótica latente puede
ser movl.liZai:Tapor un trauma, ya sea: a) por ull incrementó de la arisieita1t, 2a
que-da·'Tiigar ~·la represion, oo· o) pgr un iílcréní,ento de las fuerzas iñstín-
tivas reprimidas. - .. . . o •
2b
Cuando una persona ha desarrollado cierta cantidad de angustia de
castración, o de angustia de pérdida de amor, superándola luego gracias a
ciertos reaseguramientos internos ("Esto no es tan malo, después de todo,
y probablemente no hay tal castración verdadera, y no seré abandonado
para siempre"), la incidencia de un trauma puede desbaratar estos reasegu-
ramientos y reac'fivár las viejas angustias. Así, por ejemplo, las personas que
hasta ese momento· han negado sus temores mediante una regresión parcial
a la seguridad del narcisismo y la omnipotencia· primitivos, son obligadas
por el trauma a admitir que, después de todo, no son omnipotentes, dando
lugar así a la reaparición de las viejas angustias. Esto es ··especialmente
válido para un tipo particular de angustia de pérdida de amor. Algunas
persona_s tienen la aptitud de aferrarse a la creencia de que· el destino los
ha de proteger, así como fueron protegidos por los padres durante la infancia.
Estas personas perciben el trauma como una traición del destino, que se
148 OTTO FENICHEL

niega a seguir dispensándoles su protección. La idea atemorizante de haber


perdido la protección de una persona pode~::Q§!a, con cualidades de superyó,
varía en intensidad según el grado de sumisión a una actitud pasiva-receptiva,
~alcanzada por el sujeto con antelación al trauma. Esta sumisión puede haber
sido aguda, como es el caso .del soldado o del marino en combate, o bien
crónica, como en las personas cuya autoestima sigue dependiendo de un
constante reaseguramiento de protección o de amor. Estas últimas no sólo
se hallan especialmente inclinadas a sufrir neurosis traumáticas,' sino que
las neurosis traumáticas en este tipo de personas estarán más regidas por
cuadros clínicos de depresión ( 1244).

Ya hemos dicho que el "stress" crónico puede tener el mismo efecto que un
Jrauma. Existe un tipo especial de recargo crónico de tensión qué tiene- ~n resultado
específico. Las frustraciones extremas, las que hacen que una persona se sienta real-
mente abandonada, y sienta que nadie ni nada cuida de él, precipitan en las personas
adultas estados de apatía comparables a las "depresiones primarias" de los niños
(véase pág. 516), o incluso comparables a la forma en que los niños pequeños hos-
pitalizados, lejos del amor materno, quedan en cierto modo "sometidos".

El efecto de la angtJstia de castración resulta especialmente claro en los


caso;~eñ que el trauma ha traído con§igo un intenso peligro de daño físiéo.
(Sin embargo, es bien conocido el hecho de que las neurosis traumáticas
se producen más a menudo en los casos en que no ha habido verdaderas
lesiones.) Hay un buen número de neurosis traumáticas postoperatorias en
las que, por ejemplo, el paciente no había sido preparado mentalmente y
la operación fue sentida, en consecuencia, como una castración. Esto ocurre
con más frecuencia, en realidad, a continuación de operaciones génito-
urinarias que después de operaciones que interesan a otras partes del
cuerpo (514).

El hecho de que el temor a la castración creado por la intervención quuurg1ca


aumente en proporción al ef<'cto traumático que tiene la intervención, hace necesaria
una preparación higiénica mental de los pacientes antes de la intervención. Los niños,
especialmente, deben ser preparados mediante una dilucidación de lo que va a ocurrir,
antes de ser operados, a objeto c'e evitar serios shocks.

JH ¡:;rado en que un trauma es sentido como una pérdida de protección


de parte dei destiñ:ó o como una castración, .depeñae, naturalmente, de la
historia pretraumática del pacii';!IJ!I';!- Tienen carácter decisivo, en esto·;-~a·
intensidad de la predisposición in~onsciente a crear angustias y la forma
en que las personas han aprendido a enfrentarlas.
Lo_..~~~ característico en la reacción a un trauma es el hecho de que
inmediatamente se establecen, por vía de asociación, ..vin4;uláciones entre el
trauma y los conflictos . i~fantiles. _qy~ .h¡¡n_§idL!!.!I~!h~.!!!f9s. ~~~:s ame11a~as
__Y._.!ill~s_!ja§ de la infancia reaparecen súbitamente y asumen un carár:ter ae
gravedad. El trauma puede ser sentido como una mera repetición de otros
traumas más antiguos de la infancia. Ya hemos señalado que algunas veces
TEORÍA PSICOANALÍTICA DE LAS NEUROSIS 149

los síntomas de los ataques en las neurosis traumáticas pueden revelar un


origen que no corresponde a la situación física de la situación traumática
real sino a una situación física correspondiente a algún hecho olvidado de
la infancia. El "trauma" puede tener enteramente una función de encubri-
__rok!l_t_o ( 686) .

Staudacher estudió un caso de neurosis de guerra precipitado por la explosión


de una granada, en el que la reacción del paciente estaba determinada, en todos sus
detalles, por una experiencia infantil que tuvo lugar a la edad de tres años (1472).

En cuanto se refiere a la acentuación de los impulsos reprimidos, no


parece probable que un trauma grave sea sentido también como una especie 2b
de tentación. Es cierto que, en general, un .trauma es atemorizante y no
acarrea ninguna satisfacción instintiva ni una tentación. Pero hay, de hecho,
personas cuyo instinto sexual ha sufrido una deformación sado-masoquística,
y que tienen un enorme interés (consciente o inconsciente) en toda clase de
acontecimientos peligrosos, extraordinarios, crueles y sensacionales. Cuanto
más haya sido reprimido un interés de esta índole, más probable será que
el trauma produzca la sensación de que "ahora mis fantasías sexuales, final-
mente, se convierten en realidad". En este sentido, el trauma puede ser
percibido como una tentación sado-masoquista. Lo más probable, sin embargo,
es que se percibe como una mezcla de tentación y castigo: "Lo que he
deseado está sucediendo ahora, y está sucediendo en una forma terrible, de
modo que voy a ser castigado por haberlo deseado". El trauma puede repre-
sentar el derrumbe de una actitud contrafóbica.
Una tercera forma de reactívación de conflictos latentes por acción de
uh trauma consiste en provocar el despertar de viejos conflictos entre el yo
..Y_ el superyó. Aun sin habernos ocupado todavía dé la naturaleza de estos 2c
conflictos, será fácil comprender que en el momento de experimentar un
trauma, lo que el yo siente puede ser no solamente esto: "el destino, sucesor
de mis padres, me está abandonando y castrando", sino también esto otro:
"y me lo tengo merecido, porque soy culpable". Esta actitqd, que repite
en el plano interno conflíctos que originariamente existieron entre el mundo
externo y el yo, hªc_e que ciertas neurosis traumáticas se transformen en
una aflicción de índole narcisista.

Todos los psiquiatras militares conocen las características depresivas de las neu-
rosi~ traumáticas de aquellos soldados cuyo camarada fue muerto mientras ellos se
salvaron. Esto no significa necesariamente que hayan tenido sentimientos especialmente
ambivalentes hacia el' camarada perdido. Lo que motiva su sentillliento de culpa es
más bien la esperanza que habían abrigado de que si "el número de alguien es dado
de baja", será el de algún compañero y no el propio.

Al ocuparse de las neurosis de guerra, Freud llamó la atención sobre


un hecho que complica el papel desempeñado por el superyó en las neurosis
traumáticas ( 603) : el representante intrapsíquico del destino puede estar
constituido no solamente por el auténtico sup.eryó, adquirido durante la
150 O'fTO F·ENICHEL

infancia, sino incluir también identificaciones posteriores y más superficiales


con otras autoridades de diversa índole. Estas identificaciones superficiales
y pasajeras pueden ser de gran influencia y entrar en conflicto con el
superyó auténtico. Freud habló de estas formaciones como "dobles parasi-
tarios del superyó", que pueden usurpar, por ciertos períodos, el poder del
superyó. Rado ha demostrado que la representación intrapsíquica de un
'hipnotizador puede ser considerada como un _superyó parasitario. (Es, incluso,
un "doble parasitario del yo") (1234). Freud dijo que las condiciones de
guerra pueden crear un "superyó de guerra"· de esta índole, que no sólo
permite la expresión de impulsos que en otra forma estarían prohibidos,
sino que incluso plantea exigencias que son tentadoras para el yo porque
el superyó auténtico de éste nunca permitió la realización efectiva de tales
impulsos. De· acuerdo con Freud, en muchas neurosis de guerra es dado
encontrar un "yo de paz", que surge con función de defensa contra un
"superyó de guerra" (603) .
El h~echo de que el aflujo inesperado de estimulación ·tenga o no un
efecto traumático depende de la personalidad sobre la cual incide el suceso
en cuestión. Esto se refiere tanto a la situación real en el momento del
trauma como a la historia infantil en su conjunto. P_Qr C\Janto. a la sit1Jación
actual se refiere, tiene carácter decisivo, ante todo, el grado de preparación
para el acontecimient.Q:..a mayor preparación, menos probabilidad de trauma.
Las neurosis traumáticas ·son más intensas cuando el trauma incide sobre
un ·yo. exhausto por un "stress" largamente soportado (suponiendo que el
"stress" no haya sido una especie de "expectación" del suceso, ya que en
este caso habría sido una circunstancia favorable ( 1244) .
En cuanto a la estructura específica de la personalidad en el momento
del trauma, Simmel y Rado señalaron que no es sólo un "superyó de guerra"
lo que en los soldados aumenta los peligros de un "colapso neurótico". Toda
la situación de guerra se caracteriza psicológicamente por dos rasgos contra-
dictorios: por un lado, exige actos que representan desahogos instintivos
prohibidos hasta ese momento, pero por otro lado libera de re~ponsabilidad
a la personalidad y provoca una cierta restitución de las viejas formas de
control receptivo-oral del mundo externo. La responsabilidad y el poder
pertenecen al oficial de mando, a quien .se atribuye también el deber y la
capacidad de otorgar la suficiente protección. El desempeño es tanto mayor
cuando fracasa esta expectación (1244, 1434).

No sólo son diferentes las órdenes y prohibiciones del superyó en tiempos de


guerra comparadas con las que rigen en tiempos de paz, sino que la "infantilización"
que se produce en la situación militar impÚca que muehas de las funciones del su-
peryó sean re-proyectadas sobre los superiores. Si los superiores dejan de cumplir su
función de protectores y dispensadores de recompensas, ha ocurrido lo peor, ya que el
soldado ya no está habituado a actuar como su propio superyó. El odio que entonces
es movilizado contra el sustituto paterno "que no protege" puede ser condenado por el
superyó aún existente, y crear en esa forma sentimientos de culpa y nuevos y graves
conflictos.
TEORÍA PSICOANALÍTICA DE LAS NEUROSIS 151

La historia infantil es lo 'lue de«ide el grado de estabilidad de la


persónalidad, --e;;-- dec1i,--la cantidad _J_e conflictos_ late~tes .Jíitos-.. R~ta -ser
· _m(iyjl_!~ild~s. En términos- generales: a mayor represión, menos energías libres,
disponil)les para el control de nuevas excitaciónes, y mayor predisposición
para los efectos traumáticos. El hecho de que el desarrollo de una neurosis
traumática depende de la historia infantil justifica los intentos de excluir
· de las fuerzas armadas las víctimas potenciales de neurosis traumáticas.
El hecho de que la personalidad pretraumática se refleja en la neurosis
traumática se delata en la multiplicidad de los cuadros clínicos, así como
también en la diferencia que se observa en los cuadro·s clínicos correspon-
dientes a diferentes culturas y épocas, análogamente a las diferencias observa-
bles en los cuadros clínicos de los psiconeuróticos de culturas y épocas
diferentes.

En los informes correspondientes a la segunda guerra mundial, el número de epi-


sodios esquizofrénicos y esquizoides de corta duración y de curación espontánea, re-
sulta mucho mayor que en la primera guerra mundial. Cuando la realidad se hace
insoportable, el paciente se aparta de la realidad. Pero queda suficiente atención pre-
consciente como para restablecer el contacto con la realidad tan pronto como ésta se
hace nuevamente soportable. Es posible que el predominio reciente de mecanismos
psicóticos en los neuróticos traumáticos esté en correspondencia con el predominio de
los "trastornos del carácter" en los psiconeuróticos. ?

BENEFICIOS SECUNDARIOS

En los neuróticos traumáticos los beneficws securula.rios desempeñan


un papel aún más importante que en los psiconeuróticos. Consisten en ciertos
usos que el paciente puede hacer de su enfermedad, que nada tienen que
ver con el origen de la neurosis, pero que pueden alcanzar la más grande
importancia práctica. Los síntomas pueden adquirir secundariamente el sig-
nificado de una demostración de la propia situación de desvalimiento, a
objeto de asegurarse una ayuda externa semejante a la que se tuvo durante
la infancia. El problema acerca de la manah de combatir o de prevenir
los beneficios secundarios se convierte, a menudo, en el problema principal
del tratamiento. En los casos en que la neurosis ha sido precipitada por un
incidente relativamente pequeño, este incidente es colocado a menudo en
primer plano por el paciente, con lo que éste logra reprimir nuevamente los
conflictos mentales· movilizados por el mismo. El hecho de lograr una com-
pensación monetaria o de estar luchando por conseguirla, crea una atmósfera
pobre para la psicoterapia, y más aún si tal compensación no reporta tan
sólo una ventaja racional, sino que ha adquirido al mismo tiempo el signi-
ficado inconsciente de amor y de seguridad protectora. Así y todo, quien
tenga una comprensión psicoanalítica de los procesos neuróticos no llegará
al extremo de equiparar la neurosis a la simulación, y no rechazará en forma
indiscriminada la compensación. Es posible que no exista, en rigor, una
solución básica para el problema de. la conducta a seguir en este asunto
152 OTTO FENICHEL

de las compensaciones, que pueda servir para todos los casos. La mejor
solución quizá sea la de conceder una sola compensación y a su debido tiempo.
Dado que la evolución y el carácter especial de la sintomatología de las
neurosis traumáticas depende en gran parte de las "complicaciones paico-
neuróticas" implicadas, muchos de los problemas correspondientes serán
más fáciles de abordar luego del estudio de las psiconeurosis.

EL PSICOANALISIS EN LA TERAPIA DE LAS NEUROSIS TRAUMATICAS

Encontramos, en las neurosis traumáticas, dos grupos, al parecer real-


mente contradictorios entre sí, de intentos espontáneos de recuperación:
a.) intentos de procurar álejamiento y descanso, de reunir energías, por
decir así, para la tarea del control tardío: la detención o disminución de
las funciones del yo y la anulación de las diferenciaciones, la retirada en
procura de un nuevo punto de partida para la reconstrucción del equibrio
roto; b) intentos de descarga tardía: fenómenos motores, ·accesos emocio-
nales, fenómenos de repetición. Al primer grupo de intentos podría lla-
mársele "método del apaciguamiento"; al segundo, "método tempestuoso".
Los dos tienden a un mismo fin: el control tardío.
La terapia puede, y debería, imitar ambos métodos. Por un lado,
el terapeuta puede ofrecer al paciente descanso, reaseguramiento, la satis-
facción de los deseos de pasividad y dependencia, sugestiones en el sentido
de tomar las cosas con calma. Por otro lado, puede procurar catarsis,
oportunidades de descarga "tempestuosa" y de volver a experimentar repe-
tidas veces el trauma, y la verbalización y dilucidación de los conflictos
implicados. El segundo método, donde es factible· de aplicar, proporciona
una ayuda más directa. El primero resulta necesario .allí donde el yo se
halla muy atemorizado, cuando una elaboración analítica * del suceso trau-
mático es todavía insoportable y aún tendría mucho de repetición del
carácter traumático del suceso. El objetivo de la terapia, en las neurosis
traumáticas, consiste, al parecer, en encontrar el tipo de combinación de
ambos métodos que resulte apropiado para cada caso. El objetivo principal
de la terapia consiste en determinar correctamente la proporción respec·
~~~'a de catarsis y reaseguramiento, quedando relegada a segundo plano la
P.lu:ción de uno u otro método para lograr la catarsis y el reaseguramiento.
Si bien resulta preferible, en general, estimular al paciente a hablar lo
más posible sobre el tra~ma y a relatar sus experiencias una y otra vez,
algunos pacientes necesitan descanso y un mayor distanciamiento con res·
pecto a las experiencias traumáticas antes de hallarse en condiciones de
abreacción.

• Aun cuando working through constituye (como el equivalente alemán durchar·


beiten), una expresión de carácter general, tiene, en el lenguaje psicoanalítico, un sentido
específico y delimitado. En vez de elaboración a secas hemos preferido elaboración
analítica, por la razón expuesta y porque la segunda palabra, además, nos aproxima
más al working through y al durcharbeiten, cuyo sentido literal es elaboración (o
manipulación) detallada, circunstanciada, total o exhaustiva. (T.)
TEORÍA PSICOANALÍTICA DE LAS NEUROSIS 153

Cuanto más haya avanzado una neurosis traumática en el sentido


de crear psiconeurosis traumáticas, más necesidad habrá de otras medidas
terapéuticas. Éstos son los casos que requieren el psicoanálisis, cuyo pro-
nóstico dependerá de la naturaleza de las psiconeurosis inducidas. Los
casos en los cuales la alteración "traumática" representa una reacción
histérica, responden al psicoanálisis en la misma medida que la histeria.
Frecuentemente, como ya dijimos, es evidente la superposición de marca-
dos elementos narcisísticos, lo que hace que el pronóstko del psicoanálisis
resulte más dudoso.
KB.rdiner ha d.escrito ~en que la neurosis traumática, en vez de
mostrar una tendencia a la _¡:uración espontánea,. tendía 1!. crear de(ecfo·s
·aurad~ros _en la personalid~g- (922). En estos casos, el bloqueo o la di~i­
nución de las funciones del yo, hecho característico en toda neurosis trau-
mática, creaban un decrecimiento persistente en la percepción, el juicio y
el interés por el mundo externo, una inclinación a retraerse de todo contacto
con la realidad, en relación, probablemente, con un temor a la repetición
del trauma. El cuadro resultante es el de una personalidad muy restringida,
viviendo una vida sencilla, de nivel bajo, comparable a ciertos psicóticos o
a personalidades que han superado una psicosis, pero con escaras en el
yo. Varios casos han sido descritos de este tipo irreparable de enfermedad
(ll49). Esta evolución desfavorable se debe probablemente a complicacio-
nes de carácter constitucional, o a complicaciones psiconeuróticas, de índole
narcisística. Por esta razón, en estos casos, también el psicoanálisis puede
resultar dificultoso. Está indicado el tratamiento precoz, antes de que las
alteraciones creadas por el trauma arraiguen demasiado profundamente en
la personalidad.
Las neurosis traumáticas ofrecen una oportunidad única sin igual
para el estudio del hecho de que el yo es un aparato desarrollado con el
objeto de superar traumas pasados y evitar traumas futuros. Las neurosis
traumáticas representan una insuficiencia de esta función básica del yo.
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