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ASILO LIRA

Durante mi visita al asilo, “Lira”, viví una experiencia muy agradable compartiendo con los
ancianitos, escuchando sus anécdotas y compartiendo las mías. Desde el momento que
entré al lugar todo me parecía diferente, estaba lleno de objetos católicos y artículos que
usaban los adultos mayores. Se veía como un enorme lugar, casi como una pequeña ciudad
o una vecindad de personas mayores. Al momento que entramos a la sala llena de
ancianitos, pude sentir el abandono que algunos sufrían y lo alegres que estaban de
recibirnos. Eso me llegó a conmover mucho. Después conocí a “María”, una de las abuelitas
más cariñosa y tierna de todas, me pareció una persona muy sabia y trabajadora; ya que
me contaba que su familia era muy pobre,
ella tuvo tres trabajos a la vez para poder
mantener a su familia y en especial a sus
hermanos menores, quienes murieron en
un accidente. Además de trabajar, le
gustaba y le sigue gustando el catolicismo;
contaba que, si pudiera, fuera profesora
de catolicismo, ya que es algo que la
motiva a superarse y a seguir adelante.
Fue muy divertido platicar con ella
mientras coloreaba sus imaginaciones, además de eso hice un gran amigo tal vez muy
mayor, pero seguramente, hice un gran amigo.
En la segunda oportunidad de visita en el asilo, visitamos a diferentes ancianitos, los cuales
parecían ser de mayor cuidado; esta vez, cuidamos y hablamos con un ancianito que parecía
muy alegre de vernos ahí. El ancianito no podía hablar
muy bien, no tenía dentadura, así que no logramos
entenderle varias cosas que decía; pero sí podíamos ver
lo feliz que estaba de tener gente a su alrededor. Después
de haberlo escuchado sus experiencias, y de leerle
nuestros cuentos favoritos, la ayudamos a comer y me
pareció algo muy tierno.
Mientras que se realizaba la visita, visitamos la sala de
abuelitos donde entregamos alegrías y sonrisas y
conocimos a varios ancianitos. Uno de ellos había sido
conductor de helicóptero, contaba que estuvo en la guerra con chile y que salvo muchas
vidas desenvolviéndose con éxito, lo cual lo hace sentir como un héroe y a mí también me
parece un héroe al haber arriesgado su vida por la de otros.
También conocí a un ancianito que había sido payaso de circo, contaba que desde
pequeñito le gustaba hacer reír a la gente y contar chistes; y que, aunque varios le decían
que ser payaso no era una profesión, él salió adelante
y logró cumplir su sueño de ser payaso de circo.
Después de visitar a los ancianitos, fuimos a la sala de
abuelitas e hicimos bailo terapia con ellas, les encantó
que las saquemos a bailar y también les gustó vernos
bailar, ya que decían sentirse rodeadas de felicidad
joven.
Al terminar la bailo terapia, realizamos presentaciones
musicales a la mayoría de ancianitos, pero lo más
importante es que les entregamos felicidad. Como ya
era tarde, decidí despedirme de las abuelitas y
abuelitos que llegué a conocer. Algunas abuelitas me
pidieron que las vuelva a visitar pronto y decían que
nunca las olvide, ya que ellas nunca lo harán. Esta
experiencia de compartir con los adultos mayores me pareció muy buena ya que es una
forma de darnos cuenta de cómo serán nuestros padres en un futuro y también nosotros.
Sentí mucho amor y cariño de parte de las ancianitas y ancianitos. Espero volverlos a ver
pronto y poder compartir con ellos otra vez.

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