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Características generales:
El Romanticismo representó una de las valoraciones más importantes en la
historia de la mentalidad occidental y fue consciente de su papel histórico. En él se
profundizan el desarrollo de la sensibilidad y el derecho del artista a seguir la voz de sus
sentimientos; el racionalismo renacentista fue completamente derrotado. Creó un
lenguaje universal comprensible en cualquier país y fue fundamental en el desarrollo del
arte hasta hoy.
El sentimiento de “renacer” no era nuevo pero en el Romanticismo hay conciencia de
ser herederos y descendientes de periodos anteriores y voluntad de despertarlos a una
nueva vida, por eso se buscan recuerdos y analogías en la historia.
La experiencia romántica con la historia expresa un miedo morboso al presente y un
intento de fuga al pasado. Sin la conciencia histórica del Romanticismo, no hubiera sido
posible el historicismo del siglo XIX. Antes, la imagen del mundo era estática y a-
histórica, todo (leyes, sociedad, hombre) habían sido concebidos como unívocos e
inmutables en su significación. Ahora (con la revolución y el Romanticismo), la
naturaleza del hombre y la sociedad son evolucionistas y dinámicos: eterno fluir,
proceso, lucha interminable.
No es que en el siglo XVIII no hubiera interés por el pasado sino que se consideraba al
presente como continuidad rectilínea. El historicismo romántico y su visión dinámica es
usada tanto por las clases conservadoras (fundamentaban sus privilegios en la
longevidad y enraizamiento cultural), como por la burguesía progresista (mantienen la
idea de que las instituciones, las posiciones de clase, etc. no tienen valor absoluto).
La historia es el refugio de todos los que se sentían amenazados en su realidad material
y espiritual.
La Ilustración (s. XVIII) había generado las capacidades y confianzas en el individuo
pero las consecuencias de la revolución cambió todo e hizo responsables a los
intelectuales que se refugian en el pasado donde pueden cumplirse los sueños y anhelos.
Después de la revolución ningún pueblo (mejor dicho sus intelectuales) se siente
cómodo y seguro en su país. Aparece el sentimiento de carencia de patria y soledad que
se expresa en la fuga a lugares remotos, el inconsciente, lo fantástico, el sueño, la
locura, la niñez. Hay soledad y nostalgia, por eso se habla del “caminar” y “la flor azul”,
imposible, inalcanzable. Los románticos añoran la cercanía y sufren por el aislamiento,
pero al mismo tiempo los evitan y buscan la lejanía y lo desconocido.
Se crea la dignidad de lo desconocido. La obra de arte es una visión ensoñada, una
leyenda (no una lectura) de la realidad; el arte coloca una utopía en lugar de existencia
real. (Romanticismo=arte utópico).
La intelectualidad se aisló de la sociedad. Se desarrolló el concepto de filisteo y burgués
en contraste con el “ciudadano”; lo curioso era que los artistas odiaban la misma clase
que los había engendrado: la burguesía, puesto que el Romanticismo fue un movimiento
burgués; toma al burgués como medida natural del hombre.
Los grandes (Byron, Lamartine, Chateaubriand) pertenecen a familias nobles y
defienden hábitos aristocráticos pero la literatura romántica estaba destinada al mercado
libre, o sea al público burgués, al que no se le podía mostrar formas intelectuales
abstractas e impersonales del siglo XVIII.
Se concibe la idea de “autonomía intelectual” que incitaba al individuo a rebelarse con
lo que se oponía entre él y su felicidad; querían encerrarse en una estética aislada del
mundo en la que pudieran gobernar sin restricciones. Por eso se elevan a una especie de
casta sacerdotal superior al resto de los hombres, desprecian a la clase burguesa. El
burgués era hipócrita, avaro y malicioso y se contraponía al artista que era pobre,
honrado, sincero. Para diferenciarse de los burgueses y atacarlos, los románticos
recurren a vestimenta y peinados raros (bohemia/rebeldía) y sus mejores representantes
fueron los jóvenes, a los que se veía como fuerza creadora y progresista.
Los conflictos del hombre romántico: yo-mundo / pasado-presente / instinto-razón se
manifiestan en la figura de “el otro yo”, (autodesdoblamiento) que implica un impulso
retrospectivo, la autoobservación, el yo extraño/desconocido, el intento de fuga, la
busca de refugio contra la realidad ( soluciones irracionales, lo oscuro, lo fantasmal, el
caos, lo demoníaco, lo perverso).
La conquista más importante del Romanticismo fue la renovación del vocabulario
poético: se abandona el convencionalismo, los términos “poéticos”, el lenguaje oscuro,
la metáfora excesiva.
Hay una gran producción de géneros populares, sobre todo “el vaudeville” o comedia
musical con canciones intercaladas y “el melodrama”, forma híbrida con accesorios
musicales más acción seria y hasta trágica.
Bibliografía:
Arnold Hauser (1982) Historia social de la literatura y el arte “El romanticismo alemán
y el de Europa occidental”, Guadarrama, Punto Omega, España.
Ángel del Río (1990) Historia de la literatura española (desde 1700 hasta nuestros
días), Ediciones B, España.