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1– INTRODUCCIÓN.
2– ARQUITECTURA.
2.1– ITALIA
2.2– FRANCIA.
2.3– ALEMANIA Y AUSTRIA.
2.4– INGLATERRA.
2.5– ESPAÑA
3– PINTURA.
4– ESCULTURA.
5-BIBLIOGRAFÍA.
1– Introducción.
El arte barroco ocupa el siglo XVII y los primeros decenios del XVIII (hasta la
imposición del neoclásico). Su difusión abarca casi toda Europa y América Latina. La
aparición de formas barrocas así como su decadencia acontece en diversos momentos y
grados de intensidad en cada país. El barroco fue el estilo dominante aproximadamente
desde el año 1600 hasta el 1750. Sus características perduraron a lo largo de la primera
mitad del siglo XVIII, si bien dicho periodo se denomina en ocasiones estilo rococó.
Manifestaciones barrocas aparecen en el arte de prácticamente todos los países europeos,
así como en las colonias españolas y portuguesas de América.
Al agotarse las posibilidades expresivas del clasicismo a finales del siglo XVI las
posibilidades expresivas, será de nuevo Italia quien protagonice este nuevo episodio
artístico: forzando la tensión latente en el manierismo (Miguel Ángel), la sensación volverá
a suplir a la razón. En arquitectura aparece un repertorio de infinitas curvas: elipses,
parábolas, hipérbolas, cicloides, sinusoides, hélices, sustituyen al perfecto equilibrio del
medio punto romano. Ahora las columnas se ciñen de fajas o se retuercen en hélices
salomónicas, los frontones son curvos y mixtilíneos, los muros pierden el sentido plano y se
curvan a la búsqueda de perspectivas quebradas y efectos luminosos. Finalmente, la
tradicional planta rectangular, heredada de la escultura grecolatina, cesa en su lógica
cartesiana para dar paso a plantas elípticas, circulares y mixtas.
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El barroco es ante todo una concepción estética. Porque en realidad, a diferencia de
otros estilos, no supone un progreso sustancial en las técnicas y estrategias constructivas: si
el gótico implica una nueva concepción de la disposición de los sistemas de sustento, el
renacimiento una recuperación de elementos clásicos y la aplicación de nuevas relaciones
espaciales racionalizadas, o la arquitectura de los nuevos metales del siglo XIX implica la
inclusión de elementos como el hierro colado y el vidrio que hasta entonces no constituían
materiales constructivos básicos, en cambio el barroco emplea los mismos elementos
renacentistas, dotándoles de un sentido ornamental y un talante sensorial sin embargo
opuesto: el barroco evoca lo desbordante, lo excesivo, lo desequilibrado, frente a la anterior
disposición equilibrada y uso comedido de elementos decorativos.
2– Arquitectura.
–El naturalismo es otra característica esencial del arte barroco; las figuras no se
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representan en los cuadros como simples estereotipos sino de manera individualizada, con
su personalidad propia. Los artistas buscaban la representación de los sentimientos
interiores, las pasiones y los temperamentos, magníficamente reflejados en los rostros de
sus personajes
–frente a los edificios "a la medida del hombre" y su razón propios del
Renacimiento, los edificios barrocos están basados en el convencimiento por la fe, por
conmover más que convencer, y por tanto, apuntan al infinito: no sólo por el tamaño,
demostración de fuerza material de la Iglesia o monarquía, sino por el empleo de formas
infinitas, como la espiral, por formas que suponen un eterno retorno (un movimiento que no
acaba nunca), por una iluminación que no respeta los límites de las paredes, por la
decoración pintada de la bóveda que tiende a provocar el efecto de que el espacio de la
iglesia se prolonga hasta el infinito, y por conducir la mirada de quien está en el interior
hacia el infinito.
–los edificios típicos de la arquitectura barroca siguen siendo la iglesia y el palacio
en sus distintas variaciones, destacando entre estos últimos un género característico de este
tiempo y en consonancia con el apogeo de las monarquías absolutas, como es el palacio
real.
Sin embargo, la arquitectura barroca no se preocupa sólo de los edificios en sí
mismos, sino que extendió su atención al "escenario" donde éstos se sitúan, al entorno, para
lograr una armonía y relaciones mutuas de intercambio de sentido entre todos los edificios.
En este sentido, como innovación puede señalarse el uso y profusión de plazas con sus
correspondientes fuentes, jardines (Versalles), así como el propio factor de que los
arquitectos barrocos fueron los primeros en plantearse el ordenamiento de la ciudad no sólo
de un modo teórico, como durante el Renacimiento, sino también en la práctica.
FRANCIA: el barroco asume caracteres más sobrios que en otros países, con
plantas menos complicadas, fachadas menos severas, más respeto de las proporciones,
renuncia a la violencia de los contrastes. Es un barroco monumental y de severa grandeza.
El Palacio de Versalles es la expresión más completa de este estilo.
2.1– ITALIA
Destacan las fachadas de iglesias de dos cuerpos, con aletones, inspiradas en la del
Gesú pero más movidas y ricas de claroscuro. Se llenan de esculturas, las columnas se
desprenden del muro y el efecto general es de mayor riqueza y movimiento. A la vez, se
empiezan a dibujar fachadas cóncavas y convexas, que se relacionan directamente con el
espacio urbano y se edifican teniendo en cuenta el ángulo con que van a ser contempladas,
buscando efectos de perspectivas fugadas y de ejes diagonales. En los interiores se buscan
también espacios fluyentes y superficies curvas, con una decoración más rica y colorista.
Borromini no dispuso nunca de los recursos económicos de Bernini y sus obras son,
por lo general, más pequeñas y de materiales más modestos, pero su fantasía y su enorme
capacidad hacen de sus obras más reducidas verdaderas obras de arte e inventiva. Tal es el
caso de la famosa San Carlos de las Cuatro fuentes, de planta oval y fachada ondulada, San
Ivo, de forma de estrella mixtilínea y curiosísimo alzado, que remata al exterior en una
cúpula decorada en espiral, y el Oratorio de los Filipenses. Las obras de mayor importancia
que realizó son la decoración interior de la Basílica de San Juan de Letrán, y la iglesia de
Santa Inés en Plaza Navona, cuya fachada cóncava, con dos torres y gran cúpula, se funde
armoniosamente con el espacio urbano.
2.2– FRANCIA.
La creación de Versalles será la obsesión del Rey Sol, que establece allí su Corte
(una "cárcel de oro" para mantener ocupada a su nobleza en una vida de lujo y boato que
les distraiga y les haga deudores del rey). Fue comenzado en 1661 por Louis Le Vau,
André Le Nôtre y Charles Lebrun, es el monumento arquitectónico más importante del
barroco francés. Su estilo consistía en estrictas formas clásicas, vastos y complejos
jardines y los suntuosos interiores, para mostrar la gloria y el poder del rey.
El primer proyecto pareció pequeño, por lo que Luis Hardoun Mansart y Charles Le
Brun realizan unas impresionantes ampliaciones y le dan su carácter definitivo, con la
introducción de muebles, tapices, espejos y porcelanas de la Manufactura de los Gobelinos.
El gran Salón de los Espejos, las salas de la Paz y la Guerra, son lo más significativo del
conjunto, junto con los jardines trazados por Le Notre.
2.4– INGLATERRA
2.5– ESPAÑA
Durante bastante tiempo se mantuvo la sobria austeridad geométrica impuesta por Juan de
Herrera en el monasterio de El Escorial. Los ideales contrarreformistas y el espíritu de la
casa de Austria facilitaron la pervivencia de este modelo arquitectónico, tal como se
aprecia, por ejemplo, en las construcciones de Juan Gómez de Mora. El gusto por formas
cada vez más ricas lleva, a partir de mediados de siglo, a eliminar los vestigios
herrerianos, enriqueciendo la decoración con múltiples elementos naturalistas localizados
en los vanos de las fachadas.
Con el paso del tiempo, las formas se harán cada vez más ricas, olvidando lo
herreriano en favor de la decoración con elementos naturalistas (guirnaldas de frutas,
cartelas vegetales de hojas carnosas, escultura abundante en relieves y frisos o placas
recortadas sobrepuestas, molduras partidas, baquetones quebrados, etc.): Iglesia de las
Comendadoras de Santiago de Madrid, obra de Manuel y José del Olmo. En Andalucía
destaca Alonso Cano, creador de la fachada de la Catedral de Granada.
3– Pintura.
Sus ángeles o Cupidos son golfillos de la calle. Este procedimiento, que reacciona
violentamente contra la exquisitez y la sensualidad refinada y misteriosa del manierismo,
resulta de una gran eficacia piadosa y la Contrarreforma, que pretende impactar en las
conciencias más que nunca, lo asume pronto: los santos son hombres como todos, los
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episodios del Evangelio son así más fáciles de comprender y de identificarse, los pies
sucios de San Pedro (pese al escándalo inicial) son más cercanos al pueblo que las
complejas idealizaciones anteriores. Pero es evidente que la excesiva vulgaridad de los
tipos, puede introducir una sensación de falta de respeto, y algunas de sus obras tendrán por
eso problemas.
El clasicismo boloñés es, desde luego, realista, pero menos que el naturalismo
caravaggista. Este clasicismo se interesa por la naturaleza y crea un tipo de paisaje de
enorme belleza y equilibrio, ordenado en planos, con utilización de motivos de ruinas
clásicas y que expresa la serenidad de la obra de Dios. Aníbal Carracci (quien se inspira en
Rafael, en Miguel Angel, y que a su vez influye en Rubens), es creador de un paisaje
clásico, con figuras pequeñas donde lo importante es la majestuosidad serena de la
naturaleza (Huida a Egipto). Guido Reni es un pintor de una elegancia un tanto fría, de un
dibujo preciosista y un color refinado.
El padre Andrea del Pozzo, jesuita, realiza la decoración de la iglesia de San Ignacio
con un bóveda que, en un alarde de perspectiva, finge arquitecturas que prolongan las
reales, incluso simulando una gran cúpula que en realidad no existe. Este género de pintura,
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que exige grandes conocimientos matemáticos, recibe el nombre de "cuadratura". Lucca de
Giordano, quien deja obras importantes en El Escorial y Toledo, es continuador de este
estilo.
Rubens dibujaba sus composiciones y preparaba bocetos coloreados que eran luego
copiados, en el tamaño definitivo, por sus discípulos y retocados por él. A la vez, una serie
de colaboradores especializados en arquitecturas o paisajes, animales o flores realizaba las
partes correspondientes. Lo admirable es el sentido de unidad total de todas estas obras que
traducen solamente la personalidad y el genio de su inventor, dotado de una fabulosa
imaginación creadora.
Sus dos discípulos más importantes son Van Dyck, de espíritu refinado y selecto,
elegante, especializado en retratos de tipo cortesano. Jordaens, simpatizante del
protestantismo, prefiere temas populares y vitales, con cierto toque grosero algunas veces
(El sátiro y el campesino).
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Se trata de una pintura de género doméstico, en la primera mitad del siglo con una
gran sencillez y contención, y una mayor aparatosidad y barroquismo en la segunda. Hals
es el más intenso retratista de su tiempo, intérprete de la vivacidad y alegría del holandés,
con una técnica extraordinariamente libre y audaz. Fue el precursor del retrato de grupo o
de corporación, que va más allá de la simple reunión de personas, y llega a plasmar en el
conjunto el espíritu común que mueve a esa corporación: Banquete de oficiales de San
Jorge, Las regentes del asilo de ancianos.
Rembrandt van Rynb es la personalidad más compleja del arte holandés. Su estilo
parte del tenebrismo, pero aunque gusta de los contrastes entre luz y sombra, no es tan
exagerado su claroscuro como el de Caravaggio, sino que se complace en unas penumbras
misteriosas y doradas que prestan un enorme atractivo a sus obras.
Cultiva todos los géneros, desde el bíblico, con insistencia en los asuntos del
Antiguo Testamento, hasta algunos paisajes o el bodegón (el Buey desollado). Obsesionado
por su propio rostro, ha dejado infinidad de autorretratos. También hizo retratos de grupo
(La Ronda de Noche, Lección de Anatomía, Los Síndicos de los pañeros de Amsterdam),
así como otras obras más difíciles de clasificar: Muchacha bañándose.
Su discípulo Vermeer es el gran maestro del género típicamente holandés del cuadro
del interior, expresión de la vida burguesa de extraordinaria sencillez en la composición: La
carta.
Sus obras más famosas son precisamente los ciclos monásticos, donde la
simplicidad de los hábitos le permite efectos de severa monumentalidad y los rostros
apasionados de los monjes (casi siempre retratos), dan una vivísima idea de la devoción de
su siglo. Series de frailes mercedarios, dominicos, cartujos o franciscanos son lo más
notorio, dentro de una producción de taller en la que cuenta con múltiples ayudantes y
extiende su influencia hasta América. Es proverbial su capacidad para pintar pliegues,
empleando una amplísima gama de colores (en su San Sebastián, casi 150 matices distintos
componen el color rojo del manto...)
Su estilo se mueve dentro del tenebrismo, utilizando los contrastes de luz y sombra,
muy marcados, para atraer la atención sobre lo que le interesa. Sólo en los últimos años de
su vida, cuando el éxito de los artistas más jóvenes, de estilo nuevo y diferente, le va
desplazando, intenta asimilar algo de la técnica deshecha y el color vaporoso, sin
conseguirlo del todo.
En pleno apogeo del Barroco, en la segunda mitad del siglo, se sitúa Bartolomé
Esteban de Murillo (1617–1682), uno de los artistas más populares de España, aunque su
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fama haya decaído un tanto ante la acusación de un sentimentalismo excesivo que nuestro
tiempo ha lanzado sobre él, a la vez que se supervalora a Zurbarán.
4– Escultura.
La piedad popular de las Cofradías (en Valladolid antes que en otras partes) da lugar
a las procesiones de Semana Santa. El pesimismo de una sociedad en declive va haciendo
que se renuncie a la técnica del estofado renacentista, en aras de un mayor realismo con los
colores enteros en las vestiduras.
5-BIBLIOGRAFÍA.
CHECA, F. y MORÁN, F.: El arte de los sistemas visuales: El Barroco. Madrid, Istmo,
1986.
ARANCIL, A. y RODRÍGUEZ, D.: El arte y los sistemas visuales. El siglo XVII. Madrid,
Istmo, 1982.
FERNÁNDEZ GARCÍA, A.: Los grandes pintores barrocos. Col. "Historia Visual del
BÉRCHEZ, J. y GÓMEZ-FERRER, M.: Arte del Barroco. Ed. Historia 16. 1998.
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