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LOS PARADIGMAS EPISTEMOLÓGICOS EN CIENCIAS SOCIALES: EL CASO

DE LAS CIENCIAS DEL LENGUAJE.

Por: DANIEL BELTRÁN


Magister en Investigación Social, Doctor en Lenguaje y Cultura.

1. FUNDAMENTO DESDE LA PERSPECTIVA DE LA


INTERDISCIPLINARIEDAD.

Un poco a la par del desencanto del proyecto moderno, las ciencias sociales y humanas han
pasado por fuertes debates motivados fundamentalmente por el remezón que implico el
despliegue y deslizamiento del paradigma epistemológico tradicional positivista ante lo
cual devino la urgencia de restituir un nuevo paradigma. El principal aspecto de esta crisis
epistemológica tiene que ver con la reflexión que suscita el concepto de realidad, y
particularmente el de realidad social. En su ya muy conocido texto “la construcción social
de la realidad” de Thomas Luhmann y Peter Berger, los autores ponen en evidencia que la
realidad no es algo dado, sino efectivamente una construcción permanente. Esto va a tener
unas implicaciones profundas para el propio que-hacer de las ciencias sociales pues se ven
comprometidos los objetos de estudio de dichas ciencias, entre otros aspectos que también
se comprometen pero que han de ser motivo de reflexiones posteriores.

En tanto si los objetos de estudio ya no son “abstracciones” ni realidades “cosificadas”, la


pregunta inmediata tiene que ver con la reconfiguración de dichos objetos y todo lo que
esto genera. Efectivamente el entredicho del que-hacer de las ciencias sociales resulta ser
muy amplio. En primera instancia obliga al replanteamiento de las tradiciones de ciencias
positivas heredadas del siglo XIX a raíz del parangón con las ciencias naturales; por
ejemplo, la relación sujeto cognoscente-objeto cognoscible ya no puede ser sostenido; no
existe ya un objeto al que pueda accederse a través de un método científico cuyo origen está
anclado en la presencia de dicho objeto. No hay objeto (es decir, no hay realidad dada), no
hay método. Las propias pretensiones de las ciencias acerca de la universalidad de sus
saberes se ven golpeada duramente en su propia raíz. No existe objeto, no existen
principios o leyes universales que lo expliquen…se adivinará entonces el efecto de dominó
que esta piedra de roque ha generado.

De otro lado el estatus epistemológico del sujeto queda sin sustento; qué sujeto cognoscente
va a encontrar lugar ante la pérdida del objeto que lo sustenta?. La etnografías surgidas, en
medio de este resquebrajadero, no son más que una salida, a veces desesperada, por
sostener el edificio de la ciencia social, pero es una columna débil, en virtud de que se
fundamenta en que la ciencia social ha de ser una ciencia de las descripciones. Los
particularismos que agencian los etnografismos sacrificaran todo poder y pretensión
explicativa de las ciencias sociales.1

De la objetividad de las ciencias sociales pasamos a la intersubjetividad del que hacer de la


ciencia social. La escuela francesa, de Bachelard a Morin, pasando por Bourdieu, Passeron,
entre otros, desde la década de los 60`s y 70`s, van a pasar revista a toda esta serie de
cuestionamientos y van a reedificar una nueva condición epistemológica. Difícil aquí
resumir las reflexiones y los postulados de la escuela francesa.

El primer llamado es a rehacer la conciencia del sujeto de la ciencia; es decir, del tipo de
relaciones que se han de producir con estas nuevas condiciones de la realidad (no que las
realidades sobre las cuales se construyó la ciencia social sean desconocidas) en este caso de
relaciones ínter subjetivas (relación sujeto-sujeto) que implican esta nueva episteme. La
nueva “construcción del objeto”2 propuesto por la escuela francesa va a implicar una
revaloración de la “epistemología empirista” en la cual, como enuncia Max Weber, no son
las relaciones entre “cosas” lo que ha de producir las ciencias y sus interrelaciones, sino el
abordaje de problemas que demanden nuevos métodos y ha de ser esa nueva construcción
la que propicie el verdadero estatuto de las ciencias sociales.

1
Es de recalcar que la etnografía no es una postura subsidiaria de la sociología, sino una búsqueda por
restaurar los estatus epistemológicos. Que surjan en el seno del propio que-hacer de la sociología, eso es otra
cosa. Así mismo se hace ver la condición en que se asumen los “estudios de caso”, tan apetecidos por los
etnografismos.
2
Este es uno de los planteamientos fuertes que Bourdieu, Passeron y Chamboredon van a exponer en su libro:
“Oficio de sociólogo; presupuestos epistemológicos”. Vd. Siglo XXI, Barcelona, 1984.
Desde este postulado la recuperación del sujeto es evidente. No imbuidos por la
omnipotencia del objeto, se restaura la condición del sujeto. Es el sujeto el que ha de ser
capaz, en permanente vigilancia epistemológica, de rehacer los tejidos de los diversos hilos
de la realidad. Es una condición reflexiva.

Si la realidad es una construcción lo es a modo de “conciencia”, la doble condición no es la


de la primera “conciencia”, sino la del ejercicio reflexivo de conciencia sobre la
“conciencia”. La de un saber de segundo orden sobre un primer orden de saber que exige
ser un saber doblemente pensado. En tal sentido la intuición y la experimentación cobran
nuevo sentido: por un lado la intuición puede cobrar función científica, cuando de manera
controlada, sugiere hipótesis y aun contribuye al control epistemológico de las demás
operaciones. Por otro lado la experimentación es un proceso dinámico que no subordina la
teoría de la cual se acompaña. La experimentación no tiene como única función convalidar
la teoría. Ni es por la teoría que se procede a la experimentación. Si las operaciones de la
práctica valen lo que vale la teoría que las fundamenta, es porque la teoría debe su posición
en la jerarquía de las operaciones al hecho de que actualiza el primado de la razón sobre la
experiencia; así la teoría no se hace “en abstracto”, sino en construcción dinámica (en
auténtica praxis) y a su vez la experiencia no se hace tan natural, ingenua y espontánea,
sino que se vuelca en mecanismo epistemológico de vigilancia.

2. LOS GIROS EN LOS ESTUDIOS DEL LENGUAJE.

El lenguaje aparece con el hombre como ser comunicativo, racional y simbólico. De la


facultad del lenguaje se derivan un conjunto de actividades comunicativas, racionales y
simbólicas. “Las conductas de lenguaje se consideran generalmente como la expresión, la
realización de una facultad inherente y específica de la especie humana, el lenguaje. La noción
de lenguaje es puramente teórica. Es la "instancia" o "facultad" que se invoca para explicar que
todos los hombres hablan entre sí"3.

3 Bronkart, J.P: Teorías del lenguaje. Barcelona, E.d. Herder, 1980, Pág. 10.
Son múltiples las funciones que cumple el lenguaje en la vida de los hombres; función
abstractiva de la realidad mediante procesos analíticos y sintéticos de los fenómenos naturales;
una función significativa, da sentido a las acciones y objetos del hombre, una función artística
que permite a los seres humanos crear mundos de ficción con fines estéticos, una función
socializadora, permite la interacción social y cultural; una función de representación de la
realidad a través de los signos y función comunicativa, esta última es una de las primordiales:
"El concepto de comunicación se refiere directamente al carácter social del lenguaje" 4. Pero no
se trata de una comunicación simple y transmisionista la que se da a través del lenguaje, se
trata de la comunicación racional y consensual entre personas que comparten ideas y
emociones.

El lenguaje es una de las facultades de la inteligencia inherente al hombre que le permite como
ya se dijo, abstraer, generalizar, jerarquizar y significar la realidad mediante sistemas de
representación, sistemas sígnicos (códigos verbales, códigos gestuales, proxémicas,
matemáticas, entre otros). Algunos de estos códigos son creados por el hombre, antes que para
comunicar, para satisfacer su creatividad y su imaginación.

Esta facultad se manifiesta en múltiples fenómenos y actividades, "las actividades del lenguaje
constituyen a la vez un objeto y un medio de conocimiento; el lenguaje está por tanto,
estrechamente vinculado a los mecanismos cognitivos (o a la cognición del individuo)"5

Los estudios del lenguaje han estado orientados fundamentalmente a partir de tres teorías: el
subjetivismo idealista, el objetivismo abstracto y el dialogismo bajtiniano. Estas tres
orientaciones teóricas están vinculadas a tres maneras distintas de concebir el objeto de
estudio, en tanto la relación del lenguaje y lo cognitivo, la estructura del lenguaje mismo y el
lenguaje en la esfera de lo social.

Analicemos ahora cada una de las teorías identificando en ellas sus fortalezas y debilidades.

a. subjetivismo individualista.
4 Ibid, Pág. 11.
5 Ibid. Pág. 13.
El representante más importante es William Von Humbolt. Esta escuela concibe el origen del
lenguaje en la psiquis individual, la cual se constituye en fuente del lenguaje. Las leyes del
desarrollo lingüístico son eminentemente de tipo psicológico.

De acuerdo con Voloshinov los principios básicos de dicha corriente serían los siguientes:

1. El lenguaje es actividad, es un proceso constante de creación (energeia) que se lleva a


cabo en actos discursivos individuales.
2. Las leyes de la creatividad del lenguaje son leyes individuales que tienen que ver con la
psique.
3. la creatividad del lenguaje es significativa, análoga a la actividad artística.
4. se concibe a la lengua como un producto terminado (ergon), como un sistema estable
(vocabulario, gramática y fonética).

El problema que presenta esta corriente es la supremacía que asigna al hablante como principio
generador y fundamental de todos los procesos del lenguaje, es en esa medida en que “todos
los hechos del lenguaje, sin excepción, pueden explicarse en función de la psicología
individual sobre una base voluntarista”6

El subjetivismo individualista no percibe las regulaciones sociales al uso de la lengua.

Es claro que en esta teoría los fenómenos del lenguaje se conciben aislados de sus contextos de
génesis, de expresión, entre otros.

En los desarrollos de dicha corriente (Vossler, Benedicto Croce, ) se desconocen los factores
físicos, políticos, culturales, ideológicos, económicos, entre otros, que determinan los hechos
lingüísticos y se reduce la explicación de lo verbal a una concepción puramente esteticista, esto
se puede constatar en las palabras del propio Vossler: “El pensamiento lingüístico es

6 Voloshinov/Bajtin: “Marxismo y Filosofía del lenguaje”, E.d. Alianza, Madrid, 1992, Pág.78.
esencialmente poético; la verdad lingüística es verdad artística, es belleza significativa”
(Vossler citado por Voloshinov, Pág. 80.).

b. 0bjetivismo abstracto

Quien sienta las bases filosóficas y lingüísticas es Rene Descartes y quien las desarrolla
posteriormente es Ferdinand de Saussure.

Los principios básicos de esta teoría pueden ser expresados de la siguiente manera:

1. La lengua es un sistema estable e inmutable de las formas lingüísticas normativamente


idénticas que la conciencia individual encuentra ya elaborada.
2. Las leyes del lenguaje son las leyes específicamente de conexión entre los signos
lingüísticos dentro de un determinado sistema lingüístico cerrado.
3. Las conexiones específicamente lingüísticas no tienen nada en común con los valores
ideológicos (artísticos, cognitivos u otros). Los fenómenos de la lengua no se fundamentan en
motivos ideológicos. Entre la palabra y su significado no existe relación de tipo natural y
comprensible para la conciencia.
4. Los actos individuales del habla, desde el punto de vista de la lengua, son meras
refracciones y variaciones fortuitas o simples distorsiones de las formas normativamente
idénticas; sin embargo estos actos de tipo individual explican la mutabilidad histórica de las
formas lingüísticas, mutabilidad que, desde el punto de vista del sistema de la lengua, es en sí
misma irracional y carente de sentido. No hay relación ni motivos comunes entre el sistema de
la lengua y su historia pues son mutuamente extraños.

Además de lo anterior la corriente objetivista reconoce tres fenómenos principales en los


hechos lingüísticos:

1. El lenguaje como una facultad verbal multiforme y heteróclita que subyace en


diferentes dominios; físicos, fisiológicos y psíquicos y que pertenece a la vez a lo individual y
a lo social. A su vez por ser este un objeto de estudio complejo e inabarcable, el
estructuralismo saussureano considera la imposibilidad de tomarlo como objeto de estudio.
2. La lengua es concebida como totalidad en si misma pues constituye un sistema de
formas normativamente idénticas, siendo social y esencial a la vez; social en cuanto a la norma
y es saber supraindividual en cuanto el conocimiento gramatical. La lengua es considerada
entonces para el estructuralismo como su objeto de estudio.
3. El habla que es el acto individual, accesorio y más o menos accidental, es el acto en
cuanto a la voluntad y la inteligencia, en que es conveniente distinguir: a) las combinaciones
por las que el sujeto hablante utiliza el código de la lengua para expresar su pensamiento y b)
el mecanismo psicofísico que le permite exteriorizar esas combinaciones.

Sin embargo al objetivismo abstracto le caben algunas consideraciones críticas que podrían
formularse de la siguiente forma:
¿En qué medida es real el sistema de normas idénticas a sí mismas, es decir, el sistema de la
lengua tal y como lo entiende el objetivismo?.

Para el objetivismo abstracto el sistema de lengua aparece para cualquier conciencia individual
como un hecho externo y objetivo y que es independiente de esta conciencia.

Por otra parte el sistema sincrónico no corresponde, objetivamente, a ningún momento real de
la generación histórica; es decir, no existiría en un corte sincrónico un tal sistema de normas de
la lengua. El sistema sincrónico existe únicamente desde el punto de vista de una conciencia
subjetiva del individuo hablante que pertenezca al grupo lingüístico dado en cualquier
momento del tiempo histórico.

Otro de los cuestionamientos tiene que ver con la afirmación de que el carácter objetivo del
sistema no está en el sistema mismo sino en la conciencia del hablante. En este sentido se
pregunta si se reconoce que el sistema de lengua no es sino el modo de existencia de la lengua
para la conciencia subjetiva de los hablantes de una lengua dada.
El objetivismo abstracto se inclina a sostener que en la realidad inmediata, la objetividad de la
lengua se refleja en tanto es sistema de formas normativamente idénticas. Pero, ¿acaso la
lengua realmente existe para la conciencia subjetiva del hablante como un sistema objetivo de
incuestionables formas normativamente idénticas?.

En realidad el objetivismo del hablante consiste en producir un cierto enunciado concreto. Para
él se trata de aplicar una forma normativamente adecuada en un determinado contexto
concreto; al hablante no le importa la forma lingüística como una señal estable y siempre igual
a sí misma, sino como un signo siempre mutante y elástico.

“Así pues, la conciencia lingüística tanto del hablante como del receptor (del que oye y
comprende) nada tiene que ver, en la práctica del vivo trabajo discursivo, con el sistema
abstracto de formas normalmente idénticas de la lengua, sino que está relacionada con el
lenguaje en cuanto conjunto de los posibles contexto del uso de una forma lingüística dada
(Voloschinov, Pág. 82)

La conciencia discursiva de los hablantes no tiene que ver, en realidad, con la forma de la
lengua en cuanto tal ni con la lengua en sí.

El objetivismo abstracto comete un error al establecer una ruptura entre la lengua y su


capacidad ideológica (entre el sistema y la conciencia discursiva).

Entonces el sistema sincrónico existe únicamente desde el punto de vista de una conciencia
subjetiva del individuo hablante que pertenezca al grupo lingüístico dado en cualquier
momento del tiempo histórico. Podría señalarse, a manera de síntesis, los siguientes aspectos
significativos en cuanto a las debilidades del objetivismo abstracto:

a) El momento estático e idéntico prevalece sobre la variabilidad de la forma lingüística.


b) Lo abstracto prevalece sobre lo concreto
c) La sistematicidad sobre la historicidad
d) La forma de los elementos sobre la totalidad
e) La sustancialidad del elemento lingüístico aislado sustituye la dinámica del discurso
f) La monosemia y monoacentuabilidad sustituye la polisemia y poliacentualidad de la
lengua.
g) Se presenta la lengua como una cosa acabada que se transmite de una generación a
otra.
h) La incapacidad de comprender la generación de la lengua desde su interior.

Finamente uno de los datos más importantes tanto del objetivismo abstracto como del
subjetivismo individualista es que las dos corrientes lingüísticas han sido hijas de la tradición
filológica que ha tomado (o ha dado primacía) a la palabra ajena (la palabra de las lenguas en
el pasado) y han objetivado dicha palabra pero no han tenido en cuenta el discurso propio de
la propia lengua.

c. círculo bajtiniano.

La escuela bajtiniana, luego de hacer un análisis exhaustivo de los principios y objeto de


estudio del subjetivismo individualista y del objetivismo abstracto, muestra las principales
deficiencias de estas dos teorías en el estudio del lenguaje, de la lengua y del habla pues ellas
conciben dichos fenómenos verbales aislados de los contextos reales de la significación y la
comunicación en su sentido más amplio. A partir de ahí la teoría bajtiniana propone un punto
medio donde la concepción del lenguaje vincula los factores sociales, culturales, ideológicos,
filosóficos y psíquicos en los procesos de evolución y uso del lenguaje en diferentes contextos
reales de la comunicación.

El principio fundamental de la teoría de Bajtin se encuentra en el concepto de dialogismo


aplicado al estudio de la interacción verbal, al análisis del pensamiento y de la conciencia, a la
interpretación de la estética verbal y a la explicación de la estructura y el uso del lenguaje.
Para resolver el problema de la desvinculación de la lengua (en tanto sistema de signos
acabado e inmutable) de los contextos sociales, culturales e ideológicos en que se usa y
adquiere existencia real, el Círculo de Bajtin crea los conceptos de enunciación y enunciado.
Tales conceptos permiten explicar la naturaleza dialógica del lenguaje, la diacronía de la
lengua y la naturaleza social e individual del habla.

De acuerdo con Bajtin el lenguaje no es para el hombre un sistema de signos abstracto y


acabado sino una realidad discursiva inmediata: "La realidad concreta del lenguaje en cuanto
discurso no es el sistema abstracto de formas lingüísticas, ni tampoco una enunciación
monológica y aislada, ni el acto psicofísico de su realización, sino el acontecimiento social de
interacción discursiva, llevada a cabo mediante la enunciación y plasmada en enunciados".7
Desde esta teoría se concibe que la enunciación sea producto de la interacción de individuos
socialmente organizados; en el caso en que la interacción no suponga la presencia real de los
interlocutores, al interlocutor ausente se le puede sustituir representándolo por el grupo social
al cual pertenece. El enunciado por su parte es definido como la unidad real de la
comunicación discursiva, el discurso existe en la realidad tan solo en forma de enunciados
concretos correspondientes a los sujetos del discurso. El enunciado es unidad de análisis. Las
fronteras de cada enunciado se determinan por el cambio de sujetos discursivos.

El enunciado presenta tres propiedades específicas: señala un cambio de sujeto discursivo,


indica la conclusividad de lo dicho y establece la posibilidad de ser contestado, lo cual supone
una relación con enunciados ajenos anteriores y posteriores a él. Como ya se dijo, mientras el
enunciado es unidad de la comunicación, la oración y la palabra son unidades gramaticales y
sus límites se definen únicamente desde un punto de vista gramatical.
En la totalidad del enunciado se relacionan entre sí tres factores:
a) el sentido del objeto del enunciado, agotado (la conclusividad de la oración y de la palabra
no es de sentido sino de significado) b) el enunciado se determina por la intencionalidad
discursiva del hablante (la intención es el momento subjetivo del enunciado) y c) el enunciado
posee formas típicas genéricas y estructurales, de conclusión.

7Ibid, Pág. 132.


El enunciado es de constitución dialógica porque encarna ecos y reflejos de otros enunciados
con los cuales se relaciona a través de la esfera de la comunicación discursiva. El enunciado
como respuesta, confirma, refuta, complementa, presupone y nombra a otros enunciados
anteriores. En este sentido el enunciado esta dirigido a su objeto (tema) y a discursos ajenos
acerca del tema. A diferencia de la oración el enunciado posee un autor; una expresividad
producto de la intencionalidad y la entonación del hablante; y un destinatario (otro) como un
sujeto activo en el proceso de la comunicación discursiva y que define la estructura y el
contenido del discurso.

La escuela de Bajtin no concibe la palabra únicamente como unidad gramatical sino como una
unidad que está relacionada con la enunciación y con el enunciado. Tal unidad le es dada al
hablante en sus tres aspectos: como palabra neutra de la lengua, como palabra ajena y como
palabra propia del yo.

d. El ingreso interdisciplinar:

La gramática generativo-transformacional de Chomsky, siendo esta una perspectiva


eminentemente lingüística, es sin embargo uno de los puntales más importantes del
desarrollo de los estudios interdisciplinarios sobre el lenguaje. El punto de partida tiene que
ver con la doble articulación que impone la propia perspectiva generativa, a saber: un
plano lingüístico, del orden formal del lenguaje, y un plano cognitivo, del orden explicativo
del pensamiento. Podría señalarse cómo las nuevas interrogantes de construcción
problémica son necesariamente abordadas por esta articulación interdisciplinar.

En la revisión posterior que se ha de realizar a la corriente generativo-transformacional se


evidencia nuevamente la imposibilidad de desprender ya la condición interdisciplinar de los
estudios del lenguaje. Para ilustrar lo anterior tratemos de tomar el giro acaecido en la
semántica: de la semántica veritativa a la semántica del texto. La semántica veritativa que
en sus principios busca resolver el problema de la significación a través de los
acercamientos a la verdad por parte de los hablantes a partir de los principios lógicos
subyacentes en la perspectiva de un modelo generativo para hallar la semántica profunda de
las predicaciones de los hablantes8. Dicha semántica se desplazaría luego hacia una
semántica del texto (o del discurso) en virtud del reconocimiento de la ampliación de la
unidad de análisis (la predicación) por ser esta unidad restringida que no da cuenta de la
interacción de los hablantes (de la verdadera situación comunicativa) que obliga a
replantearla y a proponer una unidad amplia como lo sería el texto9. ¿Por qué el texto?, por
que como ya se señaló la realidad comunicativa no es oracional sino discursiva; aún más,
esta realidad comunicativa no es abstracta. Si es real lo es porque se produce bajo la
mediación de los contextos. Del hecho de reconocer que se produce en contextos pone las
realidades discursivas como realidades de la praxis social. Pasamos así de un análisis
semántico de hablantes-oyentes ideales a un análisis semántico de interlocutores sociales.
Lo anterior replantea las preguntas primordiales que la propia semántica debería resolver:
No ya la pregunta sobre cómo producen los hablantes las significaciones que producen,
sino cómo son construidas las significaciones por los hablantes que interactúan; pero
además cómo influyen los contextos en la propia construcción de significaciones. Esto pone
de relieve la necesidad de un análisis no solamente desde la disciplina lingüística sino en el
diálogo interdisciplinar con otros campos de saber: sociología, antropología, psicología,
teorías de la información, teoría informática, lógica, lógica matemática. Así un análisis
sobre la semántica del discurso no es un análisis estrictamente lingüístico; ha de dotarse de
otras categorías conceptuales.

8
Para una ampliación de este aspecto vease: “semántica”, Geoffrey Leech, Ed. Alianza. Madrid, 1977.
9
Para un completo desarrollo de la unidad textolinguistica vease: “La ciencia del texto”, Teun A. Van Dijk.
E.d. Paidos, Madrid, 1984.
Referencias bibliográficas.

Bajtin, M. (1992). Marxismo y Filosofía del lenguaje. Alianza, Madrid.


Berger, P. y Luckmann T. (1986). La construcción social de la realidad. Amorrourtu,
Buenos Aires.
Bourdieu P. (1984). Oficio de sociólogo; presupuestos epistemológicos. Siglo XXI,
Barcelona.
Bronkart, J. (1980). Teorías del lenguaje. Herder, Barcelona.
Leech, G. (1977). Semántica. Alianza, Madrid.
Van Dijk, T. (1984). La ciencia del texto. Paidos, Madrid.

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