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S U R

DIRIGIDA PO R

V l CTORI A O C A MP O


DIRECCIÓN Y A D M IN ISTR A CIÓ N
SUR
San M artín 689
U. T. 31 Retiro 3220 se ha m udado a la calle
B c te n o s A i r u

☆ SA N M A R T IN 689
COMITE DE COLABORACION

AM AD O A LO N SO
Rogamos a usted que tome nota de
E R N E S T A N SE R M E T
JO SE B IANC O
nuestra nueva dirección.
ADOLFO B lO Y C A SA R E S
JORGE L U IS BORGES
E N R IQ U E BULLR1CH
CAR LO S A L B E R T O ERRO
W ALD O F R A N K
ALFREDO G O N ZA LEZ G ARAÑO S U R publicará en sus próximos núm eros:
PEDRO H EN RJQ U EZ UREÑA
"L a reconstrucción de E uropa” ( I I ) , por N . P. Lenoir.
EDU ARD O M A LLE A
"Las cartas” (cu ento), p o r E duardo Mallea.
SILV 1N A OCAMPO
M A R IA R O SA O L IV E R
"L a previsión en V aléry” , por Pierre G uédennet.
ALFO N SO R E Y E S "M otivos de M ira Celi” (poem as), por Jorge de Lima.
FRAN C ISC O ROM ERO "V ersos de la penum bra” , por F ernández M oreno.
JU LES SU P E R V IE LL E "Filosofía y poesía en el canto espiritual de M aragall” , por José
Ferrater M ora.
"E legía” , por B ernardo O rtiz de M ontellano.
CONDICIONES DE VENTA Y SUSCRIPCION "Españoles de tres m undos” (D ulce M aría Loynaz, Tom ás M eabe,
N úraero suelto . .................................... $ ^• Eugenio F lo rit), p o r Ju an Ram ón Jim énez.
"N o ch e de m uelle” (cuento), por Jo rg e Amado.
SUSCRIPCION ANUAL
"Letanías ejem plares” (poem as), p o r Vicente Barbieri.
Argentina, América Latina y España. . „ 11.
" E n el río” (cuento), p o r Estela Canto.
(Por semestre $ 5,50)
"B reve ensayo tem poralista” , por M . G, Casas.
l Año ................................. » • "P oem as” , p o r José M oreno Villa.
■tros países } .................................... 7._
"L a serpiente” y "E l corzo” (p o em as), por Salvador de M adariaga.
" E l tem a am oroso en T hom as M a n n ” , p o r M arcel W einreich.
So reciben suscripciones en la Administración de SUR
Igualmente paia todo pedido de librería
dirigirse a :
r t f 'c u r " - » i r i t i t v t j? n r \ T )TT T71"NTM C A TT?T7 C
V ie n t de paraître le numéro 4 de

LETTRES FRANÇAISES
Cahiers trimestriels de littérature française, édités par les soins de la
revue S u r avec la collaboration des écrivains français résidant en
France et à VEtranger.

S O M M A IR E :
ROGER C a i l l o i s : L a P am p a.
JACQUES M a r ITAIN: P o litiq u e et R eligion.
V ic t o r S e r g e : Poèm es.
LOUIS G iLLET: Joyce V iv a n t ( f in ) .
MAURICE-EDGAR CoiNDREAU : V ie et m o rt d ’u n poète.

TEXTES À RELIRE:
MONTESQUIEU : C o n d u ite des R o m a in s p o u r so u m ettre tous le peuples.

L ’ACTUALITÉ LITTÉRAIRE
R evu e des R e v u e s : F o n ta in e , C ahiers du S ud, L a F rance L ibre, la N ouvelle
R elève; R evues N o r d -A m éricaines, etc. — R e v u e des L iv r e s : Y v e s SIMON:
L a g rande crise de la R é p u b liq u e Française; J . V . DUCATTILLON O . P .: L a
guerre, cette ré v o lu tio n ; R a ÏSSA MARITAIN: Les grandes am itiés; JACQUES
MARITAIN: L a pensée de S a in t P a u l; ANDRÉ MAUROIS: É tu d es littéraires;
FoRTUNAT STROWSKY: France endorm ie; JULES ROMAINS: Grâce encore p o u r
la te rre . . . ; GEORGES LAKHOVSKY: L a civ ilisatio n et la folie raciste; ANTOINE
BON: In tro d u c tio n générale à l ’h isto ire de l ’art. — B ibliographie.

BULLETIN DE SOUSCRIPTION
(à re to u rn e r à la R e v u e S u r , V iam onte 548)

Nom __

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Abonnement à la serie de 4 cahiers 1:


S i m p l e ................................................................... A rg en tin e $ 5 ,— É tran g er $ 1?50 (d o llars)
D e soutien (exem plaires d e lu x e ) .... „ $ 20,— ,, $ 6,— „
D e F o n d atio n (exem plaires sur p a p ie r
p u r fil, en nom bre s tric te m en t lim ité,
n u m é ro té s d e A a Z ) .......................... „ $ 100,— „ $ 30,— „

Les so u sc rip tio n s so n t re ç u e s à la rev u e S U S (V iam o n te 5 4 8 ; U . T .: 31 - 3 2 2 0 ). B u en o s A ires.


R ep. A rg e n tin s. — Les p ay e m en ts p e u v e n t ê tr e effectu és p a r chèque ou m a n d a t p o sta l, n a tio n a l
ou in te rn a tio n a l, a u nom de la rev u e SU B.

1 R ay e r les form ulée in u tile s.


REVISTA M EN SU AL

PUBLICADA BAJO LA DIRECCION DE

VICTORIA OCAMPO

MAYO 1942 AÑO X II

BUENOS AIRES
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de la hum anidad estuviera loca y enferma, si careciera de am or y de salud ¿p o r
qué n o ’ De ser ello cierto, los escritores que renuncian a la acción y adoptan
bound, Religión et religions; están en la m ejor tradición de la filosofía y en las
una anarquía negativa y abstracta, estarían justificados. novelas policiales.
En el punto de m ira de Sir H ugh W alpole había cierto matiz de indiferencia
Tal vez el género policial no haya producido un libro. Pero ha producido
hacia el escritor revolucionario y el escritor individualista. No podem os decir
un ideal: un ideal de invención, de rigor, de elegancia (en el sentido que se da
con seguridad cómo o cuándo surgirán los poderosos novelistas del futuro, pero
a la palabra en las m atem áticas) p ara los argum entos. Destacar la im portancia
si deben describir la realidad íntim a y hablar en un lenguaje m ás adecuado a la
de la construcción: éste es, quizá, el significado del género en la historia de la
nueva m oral y a los nuevos valores intelectuales, todo hace suponer que tomen
literatura. H ay otra razón p ara hablar aquí de obras policiales —la exciting
un camino análogo al de los reek n tcs precursores de la actual novela, que lian
quaiity (and a very excellent quality it is ) — que siem pre buscan los autores de
tratado d e revelar ^ -en lrc otras cosas— la realidad de lo. irreal, especialmente
este género, que los de otros géneros (en el afán de producir obras m eritorias,
en el caso de K afka, la inleinporalidad del tiem po, la form a que yace enterrada
aunque sea de lectura m eritoria) suelen olvidar, y que Borges consigue ple­
baja la aparente inform idad de la experiencia hum ana, y los medios de in terp re­ namente.
ta r el presente a través del pasado y el mundo exterior a través del mundo
No hay duda que H enry James ha escrito lúcidos cuentos sobre la vida de
subjetivo.
los escritores; que las pesadillas de K afka, sobre las postergaciones infinitas y
HUGO M A N N IN G
las jerarquías, no se olvidarán; que Paul V aléry inventó a M. Teste, héroe de
los problem as de la creación poética. Pero los problem as nunca habían sido el
interés principal .de un cuento. P o r sus temas, p o r la m anera de tratarlos, este
libro inicia un nuevo género en la literatura, o, por lo menos, renueva y am plía
el género narrativo.
Los L ib ro s Tres de su producciones son fantásticas 1, una es policial y las cuatro restantes
tienen form a de notas críticas a libros y autores im aginarios. Podem os señalar
J o r g e L ü is Borc.es: El jardín de senderos que se bifurcan. ( S u r , Buenos inm ediatam ente algunas virtudes generales de estas notas. Comparten con los
Aires, 1941). — Borges, como los filósofos de Tlon, h á descubierto las posibi­ cuentos una superioridad sobre las novelas: p ara el autor, la de no dem orar su
lidades literarias de la m etafísica; sin duda el lector recordará el momento en espíritu ( y olvidarse de inventar) a lo largo de quinientas o mil páginas ju sti­
que tam bién él, sobrecogido, las presintió en una página de Leibnitz, de Condi- ficadas p o r “ una idea cuya exposición oral cabe en pocos m inutos” ; para el
llac o de Hume. La literatura, sin embargo, sigue dedicada a un público, absorto lector, la de exigir un: más variado ejercicio de la atención, la de evitar que la
en la m era realidad; a m ultiplicarle su com partido mundo de acciones y de pasio­ lectura degeneie en un hábito necesario p ara el sueño. Además dan al autor la
nes. Pero las necesidades suelen sentirse retrospectivam ente, cuando existe lo libertad (difícil en novelas o en cuentos) de considerar muchos aspectos de sus
que ha de satisfacerlas. El Jardín de senderos que se bifurcan crea y satisface ideas, de criticarlas, de proponer variantes, de refutarlas.
la necesidad de una literatura de la literatura y del pensamiento. En conversaciones con amigos he sorprendido errores sobre lo que en esas
Es verdad que el pensam iento — que es más inventivo que la realidad, pues notas es real o es inventado. Más aú n : conozco a una persona que había dis-
ha inventado varias p ara explicar una sola— tiene antecedentes literarios capa­
ces de preocupar. Pero los antecedentes de estos ejercicios de Borges no están
7 7 « - n d Tpró!°®°> ®orSes ™cluye entre los cuentos fa n tá stico s a Pierre M enard, autor
en la tradición de poemas como De rerum natura, The recluse, P ro m eth w s un- del Q uijote. L a intención de M en a rd es fa n tá stica , pero ta m b ié n son fantásticos T lon y E l
acercam iento de A lm otasim . N o reo razones p a ra in c lu ir uno y excluir los otros. Lo clasi­
fico entre las n otas porque, evidentem ente, es el com entario de u n a obra lite ra ria irrea l.
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cutido con Borges El acercamiento de A lm otásim y que después de leerlo pidió que el lector lo ha com prendido. Hay una sabia y delicada diligencia: las citas,
a su librero la novela T he approach to Al-M útasim, de M ir B ahadur Alí. La *las sim etrías, los nombres, los catálogos de obras, las notas al pie de las páginas'
persona no era particularm ente vaga y entre la discusión y la lectura no había las asociaciones, las alusiones, la combinación de personajes, de países, de libros,
transcurrido un mes. Esta increíble verosim ilitud, que tra b a ja con m ateriales reales e im aginarios, están aprovechados en su m ás aguda eficacia. El catálogo
d e las obras de Pierre M enard no es una enum eración caprichosa, o sim plem ente
fantásticos y que se afirm a contra lo que sabe el lector, en p arte se debe a que
satírica; no es una brom a con sentido p a ra un grupo de literatos; es la historia
Borges no sólo propone un nuevo tipo de cuentos, sino que ha cambiado las con­
de las preferencias de M enard; la biografía esencial del escritor, su retrato más
venciones del género, y, en parte, a la irreprim ible seducción de los lib ro s inven­
económico y fiel. La com binación de personajes reales e irreales, de M artínez —
tados, al deseo justo, secreto, de que esos libros existan.
Estrada, p o r un lado, y de H erbert Ashe o Bioy Casares, por otro, de lugares
Algunas convenciones se han form ado por inercia: es habitual (y, en gene­ como U qbar y A drogué, de libros como The A nglo Am erican Encyclopedía y
ral, reconfortante) que en las novelas no haya aparato crítico; es habitual que La Prim era Enciclopedia de Tlon, favorecen la form ación de ese país en donde
todos los personajes sean ficticios (si no se tra ta de novelas h istó ricas). Otras los argum entos de Berkeley h u b iera adm itido réplica, pero no duda, y de su
convenciones — la historia contada por un personaje, o p o r varios, el d iario encon­ creída im agen en la m ente de los lectores.
trado en la isla desierta— tal vez fueron un deliberado recurso p a ra aum entar
Estos ejercicios de Borges p roducirán tal vez algún comentador que los ca­
la verosim ilitud; hoy sirven para que el lector sepa, inm ediatamente, que está
lifique de juegos. ¿Q uerrá expresar que son difíciles, que están escritos con
leyendo una novela y p ara que el autor introduzca el punto de vista en el relato.
prem editación y habilidad, que en ellos se tra ta con pudor los efectos sintácticos
Borges emplea en estos cuentos recursos que nunca, o casi nunca, se em plearon
y los sentim ientos hum anos, que no apelan a la retórica de m alar niños, denun­
en cuentos" o en novelas. No faltará quien, desesperado de tener que hacer
ciada por Ruskin, o de m atar perros, practicada por Steinlieck? ¿O sugerirá
un cambio en su mente, invoque la división d e los géneros contra este cam­
que hay otra literatura m ás dig n a? Cabría, tal vez, preguntar si las operacio­
bio en las historias im aginarias. L a división de los géneros es indefendible co­
nes del intelecto son menos dignas que las operaciones del azar, o si la in terp re­
mo verdad absoluta: presupone la existencia de géneros naturales y definitivos,
tación de la realidad es menos grave que la interpretación de los deseos y de las
y el descubrimiento certero, por hom bres de u n breve capitulo del tiem po, de
cacofonías de una p areja de enam orados. ¿ 0 clam ará contra la herejía de tra ­
las form as en que deberá expresarse el interm inable porvenir. Pero como verdad
ta r literariam ente problem as tan graves? Quizá todo acabe en una condena ge­
pragm ática es atendible: si los poetas escriben m eros sonetos, y no sonetos que
neral, y sentida, del arte.
sean tam bién diccionarios de ideas afines, h ab rá algunas probabilidades más de
que desacierten menos. Puede agregarse a esto que la invención, o modificación, El cuento más narrativo de esta serie (y uno de los más poéticos), el de es­
de un género y la subsiguiente experiencia indispensable p a ra p racticarlo bien, tilo más llano, es el últim o que Borges ha escrito: E l jardín de senderos: que s*e
no son la múltiple tarea, o suerte, de un solo escritor, sino de varias generaciones bifurcan. Se trata de una historia policial, sin detectives, ni W atson, ni otros
de escritores. El principiante no se propone inventar una tram a; se propone inconvenientes del género, pero con el enigma, la sorpresa, la solución justa, que
inventar una literatu ra; los escritores que siem pre buscan nuevas form as suelen en particular puede exigirse, y no obtenerse, de los cuentos policiales. Creo
ser infatigables principiantes. Pero Borges ha cumplido con serena m aestría esa tam bién que Las ruinas circulares sobresale por el esplendor de su fo rm a; que
labor propia de varias generaciones de escritores. En sus nuevos cuentos nada Pierre M enard, autor del Quijote, es el m ás perfecto y que Tlon, Uqbar, Orbis
sobra (ni fa lta ), todo está subordinado a las necesidades del tem a (no hay esas Tertius es el más rico. Ser,ía interesante hacer un censo de la fecundidad de
valientes insubordinaciones que hacen m oderno cualquier escrito, y lo envejecen). este libro, de los problemas que plantea, de los argum entos de libros, de las bases
— No hay una línea ociosa. Nunca el autor sigue explicando un concepto despues de idiomas, de las interpretaciones de la realidad y del tiempo, que propone.
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creyeron Rivadavia, Sarm iento, y todos los que organizaron la República. P o ­
En cuanto al estilo — elogiarlo sería superfluo— convendría razonar su demos ser ecuánimes y lógicos: un pasado breve no perm ite una gran acum ula­
evolución y, más aún, (siguiendo a M enard) intentar un estudio de las actuales ción de errores que después haya que defender. Podem os prescindir de cierto
costumbres sintácticas de Borges. Pero son teínas que exceden esta nota. provincialism o de que adolecen algunos europeos. Es natural que p ara un fran ­
T al vez algún turista, o algún distraído aborigen, inquiera si este libro es cés la literatura sea la literatura francesa. P ara un argentino es n atu ral que su
“representativo” . Los investigadores que esgrimen esta palabra no se resignan literatura sea toda la buena literatura del m undo. De esa cultura, en la que tra ­
a que toda obra esté contam inada por la época y el lugar en que aparece, y p o r bajan, o trabajaron, W illiam Jam es, B em ard Shaw, Wells, E Sa de Queiroz, Rus-
la personalidad del au to r; esc deterninism o los alegra; registrarle, es el motivo sell, Croce, Alfonso Reyes, P aul V aléry, Julien Benda, Jorge Luis Borges, y de
que tienen para leer. En algunos casos no cometen la ingenuidad de interesarse la A rgentina posible y quizá venidera que le corresponde, este libro es rep re­
sentativo.
por lo que dice un libro; se interesan por lo que, pese a las intenciones del autor,
refleja: si consultan una tabla de logaritm os obtienen la visión de un alma. En ADOLFO B IO Y C A SA R E S
general se interesan por los hechos políticos, sociales, sentim entales; saben que
una noticia vale por todas las invenciones y tienen una efectiva aversión p or la
literatura y el pensamiento. Confunden los estudios literarios con el turism o:
todo libro debe tender al Baedeker. Pero ¡qué Baedekers! En versos a rrítm i­ E d u a r d o M a l l e a : Todo verdor perecerá. (Espasa-Calpe A rgentina. Bue­
cos y a través de la observada norm a de que un artista que se respeta jam ás con­ nos Aires, 1941). ¡Que replicaran ahora los nacionalistas literarios de “tro ­
desciende a explicarse, y a través de las aspiraciones del autor, de ser W lntm an, cha angosta” ante esta nueva novela de E duardo Mallea! Porque tam bién el
do ser Guillaume Apollinaire, de ser Lorca, y de reflejar una vigorosa perso­ autor de Todo verdor perecerá hubo de sufrir la embestida directa o el reproche
nalidad. Y ¡qué novelas! Con personajes que son instituciones y con M r. Do- insidioso de los simplificadores, por no llamarles simples. De quienes no con­
Hard, que ventajosam ente alude al capitalism o extranjero. Colaboran en la ten­ ciben que el acento genuino se logre precisam ente p o r el camino de la universalidad.
dencia las ideas fascistas (pero más antiguas que ese p artid o ) de que deben ate­ Pero ya M allea demostró, desde el N octurno Europeo, que la m ejor m anera de
sorarse localismos, porque en ellos descansa la sabiduría, de que la gente de una encontrarse uno a sí mismo es salir de sus bardas nativas, corroborándolo acto
aldea es m ejor, m ás feliz, más genuina que la gente de las ciudades, de la superio­ seguido en La ciudad junto al río inm óvil. Hizo patente — sin argum entos, con
ridad de la ignorancia sobre la educación, de lo natu ral sobre lo artificial, de lo 3a plástica ejem plificación del creador novelístico— que quien solo m ira el
simple sobre lo complejo, de las pasiones sobre la inteligencia; la idea de que m undo desde las tapias de su país, corre el riesgo de no entender ni éste. Y
todo literato debe ser un lab rad o r, o, m ejor todavía, i¿n producto de la tierra (la vuelve a evidenciarlo por la mism a vía tácita, pero elocuente, de su más reciente
iniciación y el perfeccionam iento en la carrera de las letras exigen duros sacri­ novela, toda ella surgida de un mundo provinciano argentino, embebida de
ficios: descubrir un pueblo que no esté ocupado por ningún escritor, nacer allí realidad cotidiana y habitada por personajes que parecen emanaciones de esa
y dom iciliarse tenazm ente). Son tam bién estímulos de esa tendencia la fortuna m ism a atm ósfera. No es, sin em bargo — triunfo excepcional— , una novela
literaria que han logrado algunas selvas del Continente y el exagerado prestigio ru ral ni cosa parecida. El libro no necesita tom ar tal disfraz, ni sus personajes
que nuestro campo alcanzó en nuestra ciudad y en el extranjero (donde se le co­ abundar en tipismos, ni abusar del “voseo”, p ara que nos llegue desde todas
noce por pam pa y, aun, p o r p a m p a s ). D e la pam pa nos quedan los viajes la r­ sus páginas un vaho de autoctonía y de veracidad telúricas. Porque aquí la
gos y algunas incomodidades. Estamos en la periferia de los grandes bosques genuinidad es de alm as y no de anécdotas, es profunda y no cortical, es de
y de la arqueología de América. Creo, sin vanagloria, que podemos decepcio­ dentro a fuera y no al revés.
narnos de nuestro folklore. N uestra m ejor tradición es un país futuro. E n él

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