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Iván Meini
Profesor de Derecho Penal
Universidad Católica del Perú
I. INTRODUCCIÓN
1 Algunas de las ideas que aquí desarrollo han sido ya planteadas en mis artículos
“La comisión por omisión. Una interpretación alternativa del art. 13 CP”, en Hurtado
(dir.)/Meni (coord.), Cuestiones fundamentales de la Parte general del Código
Penal, Anuario de Derecho Penal, Lima, 2003; “Comisión por omisión e intervención
omisiva”, Sistemas Penales Iberoamericanos, Libro Homenaje al Profesor Dr. Enrique
Bacigalupo en su 65 aniversario, Ara, Lima, 2003; “Comentario al artículo 13
(Comisión por omisión)”, Código Penal Comentado, Gaceta Jurídica, Lima, 2004 y
“La comisión por omisión”, XVI Congreso Latinoamericano VIII Iberoamericano y I
Nacional de Derecho Penal y Criminología, Universidad Nacional de San Marcos,
Lima, 2004 y, en tal sentido, deben ser vistas como la continuación de lo allí
expresado.
2 Idea que ya goza del respaldo de un cualificado sector de la doctrina. En vez de
muchos, véase sólo las referencias bibliográficas en Gracia Martín, ”Los delitos de
comisión por omisión”, en Modernas tendencias en la ciencia del Derecho penal y
Criminología, UNED, Madrid, 2001, p. 411 ss.
1
Según el legislador de 19913 los antecedentes históricos del art. 13 CP
son el § 12 del Proyecto Alternativo Alemán de 1966 y el 13 StGB. Sin
embargo, en Alemania la cuestión de la comisión por omisión, y en
especial la de la atenuación facultativa de la pena para el omiso4,
carece de consenso o de algo que se le parezca.
1. Planteamiento
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planteamiento queda claro en Armin Kaufmann, quien precisó que si la
posición de garante no es un elemento del tipo en los delitos comisivos6
y que si la causalidad en la comisión por omisión no puede integrarse en
un único concepto junto con la causalidad en los delitos comisivos7, ello
significa que dos formas de comportamiento (como son el activo y
omisivo) serán típicos en la medida en que concurran presupuestos
distintos para cada uno de ellos. De ahí que comisión y omisión son tipos
distintos8. En otras palabras y con un ejemplo: cuando la madre no
alimenta a su menor hijo y éste muere de inanición, responde como
autora del delito de parricidio en comisión por omisión, pues tiene un
deber de garante de velar por la salud e integridad de su menor hijo en
virtud de “una estrecha vinculación familiar”. Mientras que si la misma
madre dispara contra su hijo y le causa la muerte, aquella “posición de
garante” que sigue detentando no tiene importancia alguna para
considerarla autora del mismo delito de parricidio, cometido ahora por
un comportamiento activo. En suma, y según esta concepción, para
poder imputar un resultado a una persona que omite, éste tiene que
detentar una posición de garante (protección de un bien jurídico o
control de una fuente de peligro) que le obligue a actuar para evitar el
resultado. Y como las posiciones de garante no se encuentran previstas
en los tipos de la Parte especial, pues, según se dice, los tipos de la Parte
especial que podrían ser perpetrados en comisión por omisión se
encuentran redactados sólo de manera comisiva, resulta necesario
incorporar una cláusula en los Códigos Penales -ya sea en la Parte
general, ya en la especial- que indique cuáles son las posiciones de
garante que permiten afirmar que una persona debió evitar un
resultado, y con ello conceder tipicidad a las omisiones que se
equiparan a una realización activa de un delito de resultado de la Parte
especial. Sin dicha cláusula la comisión por omisión sería atípica.
3
posición de garante. La función de este segundo numeral es la de
declarar, luego de verificada la infracción del deber de garante, que la
producción de un resultado a consecuencia de la omisión se
corresponde con la producción del mismo resultado mediante un
comportamiento activo. Dicho con un ejemplo: una vez comprobado
que la madre tiene un deber de garante frente a su hijo de 6 meses que
le obliga a cuidar de él (art. 13.1 CP), el que el niño haya muerto de
inanición porque la madre omitió darle de lactar se corresponde con la
realización activa del delito de parricidio del art. 107 CP (art. 13.2 CP).
4
activo tenga una posición de garante y haya hecho caso omiso del
deber de evitar el resultado que le impone dicha posición de garante.
De todo esto se concluye que si no existiera una cláusula como la del
art. 13 CP no sería posible, por ser contrario al nulla poena sine lege,
sancionar en comisión por omisión.
2. Crítica
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injusto, y otra cosa distinta las formas en que dicha norma penal puede
transgredirse. Para decirlo con el ejemplo de la madre que omite darle
de lactar a su menor hijo y éste muere de inanición: ella desobedece la
norma penal “no matar”. El que lo haya hecho mediante un
comportamiento omisivo (no darle de lactar) o mediante uno activo
(clavándole un puñal, por ejemplo) no impide reconocer que ello en
nada afecta a la tipicidad del delito de parricidio. La tipicidad de este
delito, al igual que la del homicidio, se agota, como se dijo, con la
producción del resultado muerte. Otra vez: que la muerte del hijo se
produzca a consecuencia de un comportamiento activo o de uno
omisivo de su madre, nada tiene que ver con al tipicidad del delito tal
como se encuentra previsto en la Parte especial.
6
Ocurre lo mismo en el delito de falso testimonio (art. 411 CP), que
precisa que se efectúe una falsa declaración en un procedimiento
administrativo. Y lo mismo sucede en el delito de prevaricato (art. 418
CP), donde el Juez o el Fiscal han de dictar una resolución o emitir un
dictamen contrarios a texto expreso y claro de la ley. En segundo lugar,
según la Ley, existen también delitos que únicamente pueden
cometerse mediante comportamientos omisivos. Ejemplos de esta
segunda categoría lo constituyen la omisión de auxilio (art. 127 CP), en
mérito a la cual se reprime a quien encuentra a un herido o a cualquier
otra persona en estado de grave e inminente peligro y omite prestarle
auxilio, y la omisión de denuncia contemplada (art. 407 CP), que
sanciona a quien omite denunciar a la autoridad las noticias que tenga
acerca de la comisión de un delito. En tercer lugar, la Ley reconoce
delitos que pueden realizarse indistintamente mediante
comportamientos activos u omisivos. Dentro de esta categoría se
pueden incluir, por ejemplo, a la mayoría de las modalidades de los
delitos contra la vida independiente y lesiones12. De ahí que haya dicho
anteriormente que la posibilidad de establecer si un determinado delito
de resultado puede ser perpetrado a título de autoría tanto en comisión
por omisión como a través de un comportamiento activo, es una
cuestión que se determina con arreglo a si el texto del precepto legal,
según una interpretación normativo-social de la palabras, lo permite.
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una realidad social concreta, propia de un contexto y de un momento
socio-cultural determinado. En suma, hay supuestos en que la
realización de un delito a través de un comportamiento omisivo es ya la
realización directa del delito (por ejemplo, el homicidio, las lesiones,
etc.), tan igual como lo es cuando se realiza mediante un
comportamiento activo. En estos casos es inexacto decir que opera una
equivalencia, pues ello sólo es predicable de dos situaciones que no son
iguales. La perpetración mediante una omisión de un delito que puede
ser realizado tanto por comisión como por omisión no puede
corresponderse a su perpetración activa, ni viceversa. Simplemente son
lo mismo, son idénticas.
8
comúnmente se afirma; y, que la posición de garante -al menos en la
acepción que la doctrina tradicional le otorga a tal vocablo- es
irrelevante para la comisión por omisión15.
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alemana afirmando que cuando el esposo mata a su cónyuge
sumergiéndola en agua, el injusto de este comportamiento activo es
mayor que si simplemente no la rescata21. Se argumenta también que la
reducción de la pena en los casos de comisión por omisión encuentra
un ámbito de aplicación en los delitos de omisión en virtud de
responsabilidad institucional22. Aunque esto conllevaría a aceptar que la
atenuación facultativa de la pena sería aplicable a todos los delitos en
virtud de responsabilidad institucional, tanto omisivos como omisivos23,
algo que, de lege lata, es imposible24. Se señala, igualmente, que la
reducción de la pena en los casos de comisión por omisión sería
compatible con aquella corriente de opinión que no distingue entre
autoría y participación en las omisiones, toda vez que en estos casos se
podría reducir la pena a los partícipes25 (¡aunque si no se distingue entre
autores y partícipes omisivos, tampoco se podría distinguir cuándo
disminuir la pena!). Se dice, también, que la atenuación facultativa de
la pena para el omiso tendría un campo de aplicación en aquellos
supuestos en los que no sea claro si el sujeto ha actuado como autor o
partícipe26.
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antijurídico en comisión por omisión disminuyéndole la pena, frente a
quien lo comete de manera activa y no se le reduce la pena. La norma
penal es siempre la misma, independientemente de si el hecho
antijurídico se perpetra por activa o por pasiva. De hecho, las causales
de inimputabilidad, las de no exigibilidad de otra conducta y la
regulación del error de prohibición, no distinguen entre omisión y
comisión. Dicho con algunos ejemplos: según el art. 14 CP in fine la pena
se disminuye siempre que el sujeto actúa en error de prohibición
vencible, con independencia de que su creencia errónea de que la
eutanasia está permitida lo haya llevado a no suministrar medicamentos
al enfermo terminal que si lo envenena. Quien actúa -por citar sólo en
ejemplo de causa de no exigibilidad- bajo miedo insuperable, queda
exonerado de pena, al margen de que el miedo le haya llevado a
causar daños en la propiedad ajena o a no impedir, a pesar de ser
garante, que otra persona dañe la misma propiedad ajena. Por último,
es siempre inimputable quien no posee la facultad de comprender el
carácter delictuoso del acto o no puede determinarse de acuerdo a
esa comprensión, sin tener en cuenta si su inimputabilidad está referida
a un comportamiento activo o a uno omisivo. De todo ello se deduce
que la capacidad para motivarse por la norma penal en nada influye
para que el sujeto ejecute el delito por activa o por pasiva. Formulado
con otras palabras, la (in)culpabilidad no condiciona al sujeto a que
actúe u omita, sino sólo a que no pueda comprender el mensaje de la
norma o no pueda comportarse de acuerdo a esa comprensión.
30 Y ello con independencia de si este caso puede ser uno en que concurra gran
crueldad (art. 108.3 CP)
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Queda claro entonces que la justificación de la atenuación
facultativa de la pena para el omiso del art. 13 CP in fine no se
encuentra ni en la culpabilidad del sujeto ni en el injusto de la comisión
por omisión. ¿Dónde sino? Antes de ensayar una respuesta, retomo lo
dicho ya varias veces, en el sentido de que entre la comisión por
omisión y la realización activa del mismo delito hay una plena identidad
valorativa. Y agrego ahora que si para la comisión por omisión se
faculta al juez que atenúe la pena, parecería lógico que para los casos
de perpetración activa del delito –habida cuenta la identidad
valorativa- debería permitirse lo mismo. Lo contrario sería lesivo del
principio de igualdad. Pues bien, mi respuesta es: la atenuación
facultativa de la pena del art. 13 CP no se aplica a la comisión por
omisión, sino a otra forma de omisión a la que llamaré “no evitación de
resultado por el garante”. En las siguientes líneas intentaré desarrollar
brevemente esta tesis31.
1. Introducción
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2. La solución que propongo parte de que para sancionar por
la perpetración de un delito de resultado en comisión por omisión se
precisa que con el comportamiento omisivo se haya creado el riesgo
típico, y consiste en que es necesario determinar quién y porqué tenía la
obligación de actuar de manera tal que intentara evitar el resultado.
Las posiciones de garante, cualquiera que sea la teoría que sobre ellas
se asuma, cumplen con responder esta pregunta. Así, y siempre según
el razonamiento aquí expuesto, determinar quién y porqué tenía el
deber de actuar para evitar el resultado es una cuestión que puede
solventarse con arreglo al criterio de “la incorporación voluntaria del
control de la fuente de peligro al ámbito de dominio personal”. A
fundamentar esta tesis dedicaré las próximas líneas.
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tampoco se ha de exigir para su comisión por omisión32. Pero si fuera así:
¿cómo separar el trigo de la paja en la comisión por omisión, es decir,
como diferenciar quiénes, de los que pueden, tienen la obligación de
actuar? La respuesta a esta interrogante, creo, se puede ya vislumbrar
de lo dicho hasta el momento. En todo caso, me seguiré valiendo del
paralelismo entre comisión por omisión y realización activa de un delito.
Cuando alguien, a través de un comportamiento activo, crea un riesgo
típico y éste se realiza en el resultado, responde penalmente. Detrás de
esta afirmación descansa un valioso principio normativo, en cuya virtud
no se trata ya –sólo- de establecer quién causa (en términos
estrictamente causal-naturalísticos) un resultado, sino de a quién se le
puede imputar el resultado. En otras palabras, la persona responsable
que con su comportamiento activo (por ejemplo, disparar contra el
enemigo) crea un riesgo y produce un resultado lesivo (muerte del
enemigo), responde por el resultado porque asume las consecuencias
de su comportamiento. Lo mismo vale para la comisión por omisión: el
responsable que con su comportamiento omisivo crea un riesgo típico,
responde por el resultado porque asume las consecuencias de su
comportamiento. De hecho, el omitente asume las consecuencias de su
comportamiento con anterioridad al momento en que omite, pero
también lo hace quien comete, pues, por ejemplo, quien compra una
pistola asume las consecuencias lesivas que se puedan producir
cuando, por ejemplo, se equivoca sobre la identidad de la víctima a la
cual dispara, o cuando simplemente dispara a matar contra su
enemigo, pero también cuando, por ejemplo, deja el arma en la mesa
del comedor a disposición de sus hijos a sabiendas de que será utilizada
ellos para jugar.
32 Así, por ejemplo, Gracia Martín, en Modernas tendencias, p. 411 ss.; Sánchez-Vera
Gómez-Trelles, ADPCP (1995), p. 191 ss.
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4. Me interesa por último dejan constancia de algunas
disfunciones que puede generar el que se exija que el sujeto activo
detente una posición de garante según la clasificación tradicional. Se
dice que la adecuación de la cláusula que equipara comisión con
omisión a la Constitución, obliga a descartar que haya una comisión por
omisión ahí donde existan dudas de si el sujeto detenta una posición de
garante33. Ello es así sólo si se acepta que las posiciones de garante son
un número cerrado de posibilidades. Pero se dice además que una
interpretación restrictiva impone que se descarte la comisión por
omisión cuando haya dudas acerca de que el comportamiento omisivo
se corresponde con el activo34. Pero todo esto, en realidad, no es sino
una carga con la que se grava a la comisión por omisión frente a la
realización activa de un delito. Estas dudas no se pueden presentar en
la comisión por el simple hecho de que ahí no se exige una posición de
garante en los términos en que se demanda para la comisión por
omisión.
33 NK-Seelmann, § 13 n.n. 10
34 Stratenwerth, AT § 13 n.m. 13; NK-Seelmann, § 13 n.m. 10.
15
está obligada a procurarle alimentos y protección para evitar que no
muera o se enferme (comportamiento humano propio); y los padres de
un menor, que si bien puede valerse por sí mismo, están obligados a
cuidar de él y evitar que realice actividades de riesgo que le puedan
producir lesiones a él mismo, o el encargado de vigilar a un
energúmeno mental está en la obligación de hacerlo para evitar que
éste lesione a terceros o se lesione a sí mismo (comportamientos
humanos de terceros).
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formalidades que lo rodeen, sino que efectivamente se asuma. Resulta
entonces intrascendente si es el propio agente quien configura su esfera
de organización y los deberes que de ella surgen36, o si ésta se
encuentra previamente configurada y el sujeto simplemente la asume37.
Relevante es la incorporación voluntaria del deber de controlar la causa
del resultado en la esfera de organización. Así, por ejemplo, el
fundamento último de la responsabilidad penal del empresario en
comisión por omisión no hay que ubicarlo en que haya infringido un
deber “institucional” o “institucionalizado”, sino en que el sujeto aceptó
voluntariamente ocupar el cargo de funcionario público y con ello
cumplir todos los deberes que dicho cargo conlleva. Cada uno de los
deberes que se incumplen y que dan lugar a responsabilidad en
comisión por omisión encuentran su génesis en la misma idea: a nadie
se le obliga asumir, por ejemplo, el cargo de funcionario público; a
nadie se le obliga, por ejemplo, comprar un arma. Dicho con otras
palabras, cuando un ciudadano actúa voluntariamente asume las
consecuencias de su comportamiento. Por lo mismo, cuando un sujeto,
voluntariamente, asume el control de una fuente de peligro, responde
por las consecuencias que se derivan de mala explotación de dicha
fuente de peligro, con independencia de si el resultado se imputa a un
comportamiento activo o a uno omisivo.
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responsable del control del reactor. Lo mismo sucede en el ámbito
empresarial cuando opera la delegación de funciones, pues el
empresario que originalmente organiza la actividad no puede
encargarse personalmente de controlar todos los riesgos que ella
desencadena, y tiene que recurrir a terceras personas para confiarles
dicha función. Ellos asumen voluntariamente unos deberes previamente
configurados.
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el sujeto tuviera el deber (que al final incumple) de controlar la fuente
de peligro cuya inestabilidad es la que origina el proceso causal que
termina en la lesión del bien jurídico.
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propongo, el comportamiento precedente no es más que la asunción
del deber de mantener estable una fuente de peligro. De ahí se deduce
que sólo podrá incurrirse en responsabilidad penal en comisión por
omisión cuando, habiendo asumido previamente el deber de controlar
la fuente de peligro, se haga caso omiso de tal obligación y la fuente se
desestabilice lesionando un bien jurídico. Ejemplo, no se puede decir
que quien atropella a un peatón y lo deja herido en la calle, muriendo
éste luego, haya cometido un homicidio en comisión por omisión
porque asumió, por su comportamiento precedente (el atropellar), la
obligación de evitar tal resultado de muerte del peatón.
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esto con independencia de que se pueda decir que el producto era,
objetivamente, uno de riesgo, tanto así que causó lesiones y muertes y
en las segundas pruebas se descubre su capacidad lesiva. Pues al
momento en que el producto se introduce en el mercado no fue posible
(ni exigible) admitir que existía un riesgo. Se trata pues de un
comportamiento permitido. Las consecuencias del comportamiento
(introducción del producto en el mercado) que se asumen, o mejor
dicho, que es obligatorio asumir, se encuentran limitadas cuando se
trata de un comportamiento permitido. Dicho con otras palabras, si las
pruebas químicas hubieran demostrado que el producto era nocivo y
no obstante se hubiera introducido el producto en el mercado, los
directores hubieras asumido con su comportamiento (siempre activo) las
consecuencias (lesiones, muertes)45
21
un resultado si, agregado mentalmente, el resultado desaparece. Las
variantes más importantes que se pueden distinguir son las siguientes47:
1. La cuasi-causalidad
22
afirmar relación de causalidad alguna, ni tampoco sancionar por
tentativa. O cuando los padres del niño a quien afecta una
enfermedad con altos índices de mortandad nada hacen para que sea
tratado, no podrían ser hechos responsables, porque la acción omitida
no hubiera evitado con una probabilidad rayana a la certeza52.
23
3. La disminución del riesgo
58 En esta línea, SK-Rudolphi, previo al § 13 n.m. 16; Stratenwerth, AT, § 13 n.m. 54 ss;
Gómez Benítez, Teoría jurídica del delito, Derecho Penal, Parte General, 1ª reimp.,
Madrid, 1988, p. 602; Torío López, «Límites político-criminales del delito de comisión
por omisión», ADPCP (1984), p. 701; Otto, Grundkurs, § 9 n.m. 9. Con indicaciones
bibliográficas véase Gimbernat Ordeig, ADPCP (2000), p. 66 s.
59 NK-Seelmann, § 13 n.m. 61, Gimbernat Ordeig, «Artículo 11» en Cobo del Rosal
(dir.), Comentarios al Código Penal, I, Madrid, 1999, p. 426; el mismo, ADPCP (2000),
p. 68 s.; Jakobs, PG, 29/20; Schönke/Schröder-Stree, StGB § 13 n.m. 61.
60 Schünemann, «Moderne Tendenzen in der Dogmatik der Fahrlässigkeits- und
Gefährdungsdelikte” JA (1975), p. 655; Baumann/Weber/Mitsch, Strafrecht,
Allgemeiner Teil [= AT], 10. Aufl., Bielfeld, 1995, § 15 n.m. 23; Jakobs, PG, 29/20; NK-
Seelmann, § 13 n.m. 61; Gimbernat Ordeig, en Cobo del Rosal (dir.), Comentarios, I,
p. 426; el mismo, ADPCP (2000), p. 69;
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cuando el médico le hubiera operado, sino sólo que se hubiera
reducido el margen de posibilidades de que ello ocurra, de lo único de
lo que se puede estar seguro es de que al no haber intervenido al
paciente su vida fue puesta en peligro.
4. Toma de postura
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ella, en los delitos de resultado que se comenten en comisión por
omisión se ha de exigir la seguridad de que a consecuencia de la
desestabilización de un foco de peligro por inactividad, éste haya
producido el resultado. En esta línea de argumentación, en la comisión
por omisión habrá que establecerse, en un primer momento, si se ha
creado el riesgo típico a través de la no adopción de las medidas de
control que se requieren para mantener estable el foco de peligro62. Ello
sería el desvalor de acción. En un segundo momento habrá que imputar
objetivamente el resultado; y no se trata de que éste sea imputado al
omitente por el mero hecho de haber elevado el riesgo, o si se quiere,
por haber aumentado las probabilidades de producción del resultado,
Al contrario, se le imputa porque con su omisión ha desestabilizado con
seguridad el foco de peligro cuya estabilidad asumió, y a consecuencia
de dicha desestabilización la actividad de riesgo del foco de peligro ha
superado la frontera del riego permitido, encontrándose en relación
causal con el resultado. De todo esto se deduce que la omisión causa,
con seguridad, el resultado63.
62 Silva Sánchez, El delito de omisión, Barcelona, 1986, p. 371 ss. habla aquí de actuar
a modo de barrera de contención del riesgo.
63 Gimbernat Ordeig, RDPC 4 (1999), p. 539; el mismo, en Cobo del Rosal (dir.),
Comentarios, I, p. 423; Luzón Peña, «Ingerencia, comisión por omisión y omisión de
socorro. (Comentario a la Sentencia TS 24-4-1974), Estudios de Derecho penal, 2ª
ed., Barcelona, 1990», p. 175; Díaz y García Colledo, «Omisión de impedir delitos no
constitutiva de participación por omisión. ¿Un caso de dolo alternativo?», Poder
Judicial 24 (1991), p. 206; Silva Sánchez, «La regulación de la comisión por omisión»,
El nuevo Código Penal: cinco cuestiones fundamentales, Barcelona, 1997, págs. 51
a 78, p. 77.
26
determinado bien jurídico cuya lesión no era previsible, porque nadie
estaba encargado de vigilar un ex ante inexistente foco de peligro. De
ahí se sigue que en los delitos de comisión por omisión la asunción del
control de la causa del resultado habrá de ser, por lo pronto, posterior a
la situación de riesgo o, en otras palabras, ulterior a al existencia del
foco de peligro. No sólo porque aquél está referido a ésta, sino porque
la omisión de control sobre la causa del resultado es predicable
únicamente respecto a quien tiene el dominio para poder mantener
estable el foco de peligro. De ahí que se haya afirmado con certeza
que en la comisión por omisión la situación de peligro se encuentra
perfectamente controlada hasta que la comienza la omisión64. Esta
idea es perfectamente compatible con aquella otra anteriormente
afirmada65, en virtud de la cual el comportamiento omisivo, al igual que
el comportamiento activo, ha de ser el que aumenta el riesgo.
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