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Cultura y sociedad - Garcia Canclini, N

Antropología (Universidad Nacional de Mar del Plata)

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CULTURA Y SOCIEDAD
GARCÍA CANCLINI, N.

Introducción

El objetivo del escrito es situar el término de cultura en los espacios que han ido
configurando su sentido, en la historia social de su uso, y en los sistemas
conceptuales de relaciones y oposiciones con otros conceptos. El autor expone
el concepto de cultura de los usos en 3 sistemas: la filosofía idealista, la
antropología social y el marxismo.

Concepción idealista de la cultura

Hay una manera de entender a la cultura como el cumulo de conocimientos y


aptitudes intelectuales y estéticas que se adquieren individualmente (el ser
culto y por tanto su diferencia con la cultura popular). Esta definición se basa
histórica y conceptualmente en las teorías que oponen cultura y civilización.
Para el idealismo alemán la cultura abarca el mundo de los valores, las
creaciones espirituales, el perfeccionamiento moral, intelectual y estético, la
civilización es el campo de las actividades técnicas y económicas. Se juzga
entonces a la cultura como la esfera más elevada del desarrollo social y la
civilización es vista como bienes y actitudes inferiores necesarias, pero no
dignifican al hombre.

El concepto idealista de cultura merece dos críticas:

o Al oponerlo de civilización ofrece una visión “maquillada” de la oposición


entre lo material y espiritual, el cuerpo y el alma, el trabajo y la
conciencia, la división de las sociedades en clases (trabajo manual e
intelectual). Esta separación reproduce la división de sociedades en
clases; por un lado, la actividad -material- de apropiación y
transformación de la naturaleza, y por otro la traducción simbólica -ideal
de esas operaciones concretas. Surge una metodología dualista que ve
los hechos culturales como si no se tratara de fenómenos puros del
espíritu y que es incapaz de entender su conexión orgánica, necesaria
con la base material.
o Presupone que la cultura abarca los conocimientos estéticos e
intelectuales consagrados por las clases dominantes. Se naturaliza la
división entre clases y entre sociedades, se oculta su origen histórico y
se excluye la producción simbólica de los países no occidentales y de las
clases subalternas de occidente. Esta concepción idealista y etnocéntrica
sirvió para justificar el imperialismo de la metrópolis, y la imposición de

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modelo capitalista y el sometimiento de las clases trabajadoras y las


comunidades indígenas.

Concepción relativista de la cultura

Este uso tiene que ver con la antropología del segundo momento por su
concepto de cultura ligada al relativismo cultural. Al descentrarse de la propia
cultura los antropólogos descubrieron otras formas de vida, advirtieron que
culturas no occidentales habían resuelto quizá mejor que nosotros la
organización de la familia y la educación. A partir de tales descubrimientos fue
levantándose una concepción distinta de occidente sobre los otros pueblos y
sobre sí mismo. En el relativismo se debe atender a esta diversidad concreta, y
más que preocuparse por comparar las culturas examinará sus particularidades.
Todo etnocentrismo queda descalificado y se pasa a admitir el relativismo
cultural: cada sociedad tiene derecho a desenvolverse en forma autónoma sin
ningún tipo de superioridad sobre otras. No hay cultura superior o inferior, no
hay grados de cultura, sino que todo es cultura.

Toda creación humana (incluidas las más aberrantes) son consideradas


culturas. Esta definición rompe con la visión elitista de que la cultura es
solamente de algunos, en este sentido la cultura es de todos, es una capacidad
humana. Sin embargo, una problemática que presenta es: ¿Hasta dónde el
relativismo cultural si se hace muy extremo no termina justificando aquello que
queremos cambiar? Por ej. una dominación o una injusticia que se pueda
sostener de una cultura. (Ej.: El trabajo infantil). Al adherirnos al relativismo
cultural terminaríamos justificando lo injustificable.

Esta visión de cultura ligada al relativismo cultural puede presentar dos


grandes limitaciones.

o Una de carácter científico: ¿Cómo construyo un saber de validez


universal que exceda las particularidades de cada cultura sin llegar a una
imposición de los patrones de una a las demás?
o Otro de carácter político: ¿Cómo establecer en un mundo cada vez más
(conflictivamente) interrelacionado, criterios de convivencia e
interacción?

¿Cómo podríamos hacer si no se puede comparar (si ninguna costumbre es


mejor que otra) para establecer un saber universal? ¿Cómo hacemos para
establecer normas de convivencia? Es decir, el relativismo cultural puede tener
limitaciones en ciertas situaciones, por ejemplo, para impedir una injusticia
tenemos que crear saberes, normas que digan que esto es mejor que esto otro.

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Es acá donde el relativismo cultural no nos permitiría cambiar ciertas cosas que
queremos cambiar. Porque si establecemos un saber o una norma universal
caería una oposición metodológica propia del saber occidental negando el
proclamado respeto a lo que cada cultura juzga valioso para sí. Si bien es
importante la mirada hacia la diversidad, la limitación sería ¿hasta dónde
justifico? Con el relativismo cultural puedo comprender la diversidad, pero
comprender no siempre significa justificar. No se responde a la justificación
cuando hay una dominación o una injusticia.

El relativismo cultural superó el etnocentrismo y su tratamiento llevó a igualar a


todas las culturas, pero no da elementos para pensar sus desigualdades. El
relativismo cultural es como decir, "Usted es diferente, pero yo lo perdono".
Esto solo podemos modificarlo cuando nos planteamos que las diferencias
generan muchas veces, desigualdad García Canclini entones dirá que
necesitamos otro concepto de cultura que no esté tan ligado al relativismo
cultural, sino que nos permita entender las cuestiones de poder, es decir, las
cuestiones que generan la desigualdad. La cuestión más difícil en época de
capitalismo no es diseñar cordones benéficos entre las culturas sino averiguar
qué ocurre.

Concepción neomarxista de la cultura

La transnacionalización del capital, acompañada por la transnacionalización de


la cultura, impone un intercambio desigual de los bienes económicos y
culturales. Se crea la ilusión de que todos pueden disfrutar de las
superioridades de la cultura dominante y a las culturas subalternas se les
impide su desarrollo autónomo o alternativo, para adaptarlas al desarrollo
capitalista. A la luz de esta situación resultan muy poco creíbles las apelaciones
a respetar las particularidades de cada cultura y a la vez renunciar al
etnocentrismo. Existen dos tipos de etnocentrismo en el proceso de intercambio
desigual capitalista:

o El que tiende a anular toda organización que le resulte disfuncional.


o El de las naciones clases y etnias oprimidas que solo pueden liberarse
mediante la autoafirmación de su soberanía económica e identidad
cultural.

Gracias a esto nace este tercer concepto de cultura que se relaciona con el
tercer modelo de antropología (del neomarxismo) este modelo va a entender a
la cultura como la producción simbólica.

La cultura sería según este uso la producción de fenómenos (significados) que


contribuyen mediante la representación o reelaboración simbólica de las
estructuras materiales a reproducir o transformar el sistema social. La cultura
se produce colectivamente, producimos significados, sentidos que se elaboran
en base a lo material. (Ej.: Instituciones, las prácticas, la familia, la salud) sobre
todo lo que existe materialmente se construyen significados. En este uso, al

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igual que en el relativismo, la cultura va a estar en todo, pero se va a poner el


acento principalmente en esa producción de significados, es una producción de
significados que tiene un poder, un poder de transformar o reproducir la
sociedad. En este uso la cultura además de representar las relaciones de
producción contribuye a reproducirlas, transformarlas e inventar otras. Es
decir, toda producción significante es susceptible de ser explicada en relación
con sus determinaciones sociales. La cultura no sólo representa la sociedad:
también cumple la función de reelaborar las estructuras sociales e imaginar
nuevas. Se opone a las concepciones de la cultura como acto espiritual.
Predomina una concepción materialista en dónde la cultura no es básicamente
expresión creación o representación, sino un proceso social de producción. La
producción cultural surge de las necesidades globales de un sistema social y
está determinada por él.

Hay una organización material propia para cada producción cultural (las
universidades para el conocimiento, las editoriales para los libros, etc) que
hacen posible su existencia. Estudiar la cultura como proceso de producción
supone considerar no sólo el acto de producir sino todos los pasos de un
proceso productivo, la producción, la circulación y la recepción. La cultura
entonces está determinada por lo social y está presente en todo hecho
socioeconómico. Cualquier práctica es simultáneamente económica y simbólica.

Concluimos entonces que la cultura es un lugar en donde los sujetos


representan lo que sucede en la sociedad, es decir, todos nos representamos,
elaboramos significados sobre lo que sucede en la sociedad, pero no somos
sujetos pasivos, también podemos transformar esos significados, no solo
absorbemos y recibimos los significados ya construidos, sino que también
somos activos y podemos transformarlos.

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