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El americanismo en las letras coloniales hispanoamericanas de PAGÉS LARRAYA

El autor comienza afirmando que la literatura de la colonia se caracteriza por el mestizaje espiritual.
Los español supera a lo indígena, pero lo autóctono invade también a lo español. Menciona a varios
escritores, tales como Bartolomé de las Casas, Hernán Cortés, Martín del Barco Centenera, etc. y
afirma que en todo ellos se advierte una impronta de la tierra nueva. Las emociones de una
naturaleza hasta entonces desconocida y de los sucesos verídicos o fantásticos que narraban,
infunden a sus escritos un tono original; de ellos arranca la literatura hispanoamericana.

Afirma que el mestizaje asume un doble signo, y alcanza en algunas ocasiones, como ocurre con las
conmovedoras memorias del Inca Garcilaso, un punto de emocionante tensión. Toda la gama del
sentimiento estimulado por un Nuevo Mundo palpita en estas páginas: emulación y celo, envidias,
tristezas, desengaños, etc.

Larraya dice que no se sintió el español ajeno al mundo que llevaba a sus páginas. Una
comunicación estrecha lo vinculó a una tierra nueva y a las aventuras allí vividas. La sensibilidad
autóctona agregó matices nuevos a lo español. Se produce un intercambio constante, sutilísimo y
enriquecedor. Tal reacción estrecha entre lo indígena y lo europeo, será así nota permanente en el
desarrollo de la literatura hispanoamericana.

La primera página escrita por Cristóbal Colón con sus impresiones americanas debe considerarse
ya, tanto prolongación de la literatura peninsular como comienzo de una nueva escritura asignada
por ideales y contenidos distintos violentamente cargada de revelación autobiográfica.

Esa Carta-relación está sacudida por la fascinación de geografías deslumbradoras y una tensión de
signo romántico idealizadora del salvaje.

El idealismo indigenista de Las casas y Ercilla

Fray Bartolomé de las Casas y Alonso de Ercilla levantaron voces en defensa y encomio del
indígena hispanoamericano. Meléndez ha señalado en ambos autores una tendencia a la idealización
del aborigen que coincide con la actitud de los románticos hispanoamericanos del siglo XIX. Para
Casas, el indio encarnaba la virtud absoluta, el hombre en estado natural.

Muchos de los elementos que aparecerán en los relatos y novelas americanas de diversas épocas
están ya en la Araucana. Encilla no empequeñece ni las virtudes heroicas ni los rasgos morales de
los araucanos, vistos a veces con más benevolencia que sus propios compatriotas. A Ercilla le
apasionó la vida en el Nuevo Mundo y su obra incitó a poetizar los sucesos de la conquista.

Paisaje y costumbre en Bernal Díaz del Castillo

Bernal Díaz del Castillo fue un simple soldado que luchó junto a Hernán Cortés, y que casi en la
ancianidad, se puso a recordar sus andanzas por tierras de Indias y escribió Verdadera historia de la
conquista de la Nueva España.

Puso su natural instinto de la creación artística al servicio de un asombrado amor por la tierra
americana. Lo interesante en su crónica es la vida que circula por sus páginas, donde el ambiente
americano impregna las acciones de los españoles.
Su mayor riqueza la vemos en sus descripciones de sitios, usos y costumbres: allí desde las palabras
al detalle pintoresco todo está impregnado de incipiente americanismo.

Presencias americanas en Juan de Castellanos

Las elegías de varones ilustres de Indias de Juan Castellanos no presentan al indio idealizado. La
figura del conquistador español es la que emociona al poeta. El paisaje de América alcanza color y
animación.

La ciudad de México descripta por Balbuena

El eco profundo que la vida mexicana suscita en Balbuena llega a su Grandeza mexicana. La corte
virreinal y su seductora brillantez aparecen detalladas en amenas enumeraciones. Se adivina un
gusto por el detalle minucioso.

La naturaleza no trasciendo a su elegía. Balbuena se siente atraído por el prestigio de la urbe, y su


obra se encuadra en el barroco literario americano. Este se aparta de la poesía épica y de las
crónicas sobre temas de la conquista, y toma temas tales como: las instituciones, los edificios, las
costumbres, las relaciones sociales y el clima.

La melancolía indiana de Garcilaso

La imperial y legendaria ciudad de Cuzco fue la cuna del primer criollo que se incorporó a la
tradición literaria hispanoamericana. Fue el primer historiador del pasado peruano que no solo
escribió en lengua castellana sino en tierras de la península.

En su obra encontramos una síntesis de lo quechua y de lo occidental. Meléndez, al referirse a la


primera parte de los Cometarios Reales, dice que: “inicia en ella Garcilaso el americanismo
literario, ya que sus páginas revelan un gran amor por la raza vencida incaica, cuyas glorias extintas
describe con un suave tono de elegía. Esto es ya la nostalgia por los pueblos indios desaparecidos.
Hay una suave emoción americana en la escritura renacentista del Inca cuando se entrega a
rememorar el pasado glorioso de su raza.

Lo que realza el valor americano de la obra de Garcilaso no es el asumir cariñosamente su cultura y


pasados temas indígenas sino el hecho de que haya expresado sentimientos nativos en lengua
española. La fusión, ese producto mezclado y nuevo que resulta del asunto y su medio de expresión,
le confiere rango de primicia hispanoamericana.

El barroquismo americano del siglo XVII

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