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dice del volumen, el texto de su parti- MICHELLE PERROT*


cipación en el coloquio de Beaubourg, EL FEMINISMO CRITICA:
en junio de 1997, sobre las investiga- “LAMENTAMOS
ciones universitarias a propósito de las SU IGNORANCIA” 1
culturas gays y lesbianas. Bourdieu de-
muestra allí muy bien las antinomias Bourdieu, Pierre.
del “movimiento homosexual” que sólo La domination masculine,
puede movilizar reuniendo una cate- Seuil, París, 1998
goría particular de individuos, al mis-
mo tiempo que debería denunciar la Pierre Bourdieu también hace su ingre-
arbitrariedad histórica y sexual de esta so en la arena del tema del género, al
categorización social. Uno simplemen- que el College de France con Georges
te lamentará que Bourdieu se haya de- Duby, Michel Foucault, Paul Veyne y
jado llevar, al final del texto, por ciertas Franç
çoise Héritier hizo un aporte va-
consideraciones utópicas sobre el mo- lioso. Motivo para alegrarse, sobre
vimiento gay y lésbico como “vanguar- todo las mujeres, que no reivindican
dia posible” del movimiento social. ningún “monopolio” en este sentido,
Este tipo de llamamientos proféticos contrariamente a lo que insinúa el au-
se contradicen con el impresionante ri- tor quien, si bien le acredita un “in-
gor científico de su obra. menso trabajo crítico” al “movimiento
feminista” en general, desconfía de las
feministas en particular.

* Michelle Perrot es historiadora y compiló Historia de


las mujeres junto con Georges Duby.
1
Artículo aparecido en Libération y traducido por Claudia
Martínez, para Clarín y Tertulia, Buenos Aires, 20 de sep-
tiembre de 1998.
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La dominación masculina, cierta- der este fenómeno, habría que enca-


mente, no le resulta extraña. Ya la ha- rar también de otra manera la historia
bía abordado en sus primeros trabajos de las mujeres: no sólo describir los
como etnólogo en Cabilia, adonde re- cambios de la “condición” femenina,
gresa como al arquetipo de una cultu- sea cual fuere en efecto su importan-
ra mediterránea matricial en la que se cia, sino ajustarse más bien a eso que
arraiga el pensamiento más antiguo de los rechaza con tanta firmeza. Habría
la diferencia de los sexos. La domina- que emprender “un trabajo histórico
ción masculina allí se lee con eviden- de deshistorización” del “habitus”, ese
cia. Constituye el principio de una viejo compañero de Bourdieu, hacer “la
organización matricial y simbólica don- historia de las combinaciones sucesi-
de la virilidad exaltada se opone a la vas de los mecanismos estructurales”,
feminidad oculta con la belleza de un en particular de las “instituciones en-
dibujo. cargadas de asegurar la perpetuación
¿Cómo se perpetúa la dominación del orden de los géneros”, como la es-
masculina? ¿Cómo adhieren hombres cuela y el Estado que, más que lo do-
y mujeres a estas identidades sexua- méstico, demasiado privilegiado por
les, más tiránicas, por cierto, para las los estudios feministas, organizan el
mujeres sometidas a su violencia, pero “patriarcado público”. ¿Cómo se ins-
también apremiantes para los hombres, criben estos poderes en el juego de
obligados a ajustarse a las normas de apariencias y comportamientos ínti-
una virilidad muchas veces irrisoria? mos, en esta “economía de los cuer-
Este último interrogante, en pleno auge pos” a la que, como Foucault, Bourdieu
en los Estados Unidos, todavía otorga demasiado peso? Estas propo-
balbuceante en Francia, alimenta aquí siciones de método no sorprenderán
desarrollos interesantes. Para compren- a quienes están familiarizados con la
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trayectoria de Pierre Bourdieu. El inte- (escuela, Estado) que él quería que se


rés consiste en verlas formuladas aquí exploraran. Algunos lo considerarán
y ahora, con firmeza, en una coyun- una “negación de existencia”, que for-
tura intelectual donde la diferencia de ma parte, precisamente, de la domina-
los sexos es vista como una ruptura ción en causa. Es cierto que los
evidente hasta por la filosofía, y don- estudios históricos a menudo pecan de
de la “política del sexo” —familia, pa- empirismo y que es útil recordarlos.
reja, matrimonio— es objeto Algunas nociones plantean proble-
justamente de debate público. Uno mas (¿qué es un “inconsciente his-
también puede adherir plenamente a tórico”?). ¿No se puede, sobre todo,
las posturas de Pierre Bourdieu en este desconfiar de los efectos unifor-
terreno, como la necesidad, si quere- mizantes y demostrativos de la
mos cambiar las cosas en las relacio- “deshistorización” tal como la pro-
nes de sexos (ya se trate de relaciones pone Pierre Bourdieu? ¿Qué descubri-
entre hombres y mujeres o de la miento se puede esperar de esta
heterosexualidad/homosexualidad) de investigación sistemática de lo mis-
dedicarse a los fundamentos simbóli- mo? ¿Qué lugar les queda al azar, la
cos donde se arraiga la dominación, contingencia, las variaciones, los cam-
considerada como algo natural, uni- bios y el rol de los propios actores/
versal, ineluctable. actrices? ¿No es, acaso, prematuro
Y hacer, al mismo tiempo, un cierto asignarle a la escuela y al Estado (por
número de objeciones. Uno puede, ejemplo) una función que muchas ve-
ante todo, lamentar su ignorancia (o su ces demostró ser mucho más compleja
poca consideración) del trabajo efectua- que la de agente de reproducción del
do desde hace unos veinte años, inclu- patriarcado, siendo estos mismos
sive en Francia, y hasta en los campos motivo de lucha marcados por las re-
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laciones de sexos? Las mujeres no sólo tos del orden simbólico que es la do-
demandan educación y, por sobre minación masculina? En realidad, los
todo, instrucción. También reclaman homosexuales más que las mujeres, de
leyes que reconozcan sus derechos. las que, en el fondo, Pierre Bourdieu
¿Su reformismo es condenable? Pierre no espera gran cosa, ya que sabemos
Bourdieu les advierte, en materia de que la noción de vanguardia, militar y
paridad por ejemplo, contra el riesgo viril está alejada de un movimiento que
de extender sólo a algunas privilegia- reivindica el acceso al derecho común.
das las ventajas de la dominación mas- ¿Qué es la política si no el arte de la
culina. De la misma manera que se elección? ¿El radicalismo del pensa-
asombra (después de haberlos respal- miento debe —puede— engendrar ne-
dado, por cierto) al ver a los homo- cesariamente el radicalismo de la
sexuales reivindicar la condición acción? ¿Pero hay que olvidarlo por eso
normalizadora del matrimonio. ¿Aca- en aras del compromiso? ¿Qué es el
so unos y otros no deberían consti- filósofo en la ciudad de los hombres
tuir, más bien, una “vanguardia” donde las mujeres golpean con tanta
susceptible de cambiar los fundamen- fuerza?

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