Revista de psicología y neurociencias

Mayo / Junio 2019 · N.º 96 · 6,90 € · menteycerebro.es

Mente&Cerebro
Huellas
digitales
del yo
Algoritmos que descifran
los gustos y la personalidad
de los humanos

SUEÑO
Efectos
cerebrales
de no dormir

Turismo oscuro Memoria Corporización

Atracción por La importancia La consciencia
los lugares trágicos de poder olvidar unida al cuerpo
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14
Psicología social
10  Turismo oscuro:
viaje al horror
Auschwitz, Verdún, la Zona Cero. En
la lista de destinos turísticos no solo
aparecen lugares de ocio o descanso.
Encontramos también escenarios de
genocidio, guerra y catástrofes
naturales. Existen razones por las
que los sitios marcados por la muerte,
el dolor y la tragedia nos atraen.
Por Kerstin Schumacher
Emociones
14  El sentimiento
de la ­vergüenza
En ciertas circunstancias, desearíamos
que la tierra nos engullera. ¿Por qué
nos avergonzamos? ¿A qué se debe
que algunas personas sean más
propensas a pasar por el mal trago
de la vergüenza? Por Annette
Kämmerer
Sueño
46  Efectos cerebrales
de la falta de sueño
Pasar dos noches sin dormir bien no
supone grandes desajustes para
algunas personas. Para otras, en
cambio, significa estar de mal humor
y tener dificultades para concentrase
durante el día. Por David Elmenhorst
y Eva Maria Elmenhorst
MENTE Y CEREBRO
EN ESTE NÚMERO
56
Cognición
56  ¿Somos solo
­cerebro?
Durante mucho tiempo, los
neurocientíficos consideraron
que la consciencia era producto
exclusivo del cerebro. Los
conocimientos en el ámbito de
la corporización sugieren que
todo el organismo, incluidos
el corazón y el intestino, crea
vivencias conscientes.
Por Christian Wolf
Memoria
62  El olvido,
un aliado
del aprendizaje
Muchas personas consideran
que el olvido constituye un fallo
en el rendimiento del cerebro.
Sin embargo, se trata de un
proceso necesario: sin esta
capacidad, el pensamiento
abstracto nos resultaría
imposible. Por Martin Korte
2 N.O 96 - 2019
70
Epilepsia
70  Estímulos visuales
peligrosos
Algunos patrones visuales ­estáticos
pueden desencadenar ataques de
epilepsia. El porqué de este efecto
no solo interesa a los ­médicos,
sino también a ­arquitectos y
planificadores urbanos. Por
Gianluca Liva y Marcello Turconi
Syllabus: Psicología
76  Neuropsicología,
entre la mente
y el cerebro
Los neuropsicólogos investigan
las capacidades humanas que
se encuentran alteradas en las
personas con daño cerebral
y desarrollan terapias para mejorar
su bienestar y calidad de vida.
Por Therese Halder, Johanna Funk
y Thomas Schenk
Retrospectiva: Neurología
86  Neuronas
de Von Economo
El psiquiatra y neurólogo
Constantin Freiherr von Economo
logró dos descubrimientos
fundamentales para la neurología
contemporánea: la encefalitis
letárgica y las neuronas en huso.
Por José María Valderas
 Encefaloscopio  4
Fanatismo / Memoria / Autismo
/ Atención / Reconocimiento /
Párkinson / Inteligencia animal /
Maternidad / Desarrollo y
­violencia / Autocompasión
Preguntas con respuesta 18
¿Consumir droga una vez
puede causar adicción?
Por Wolfgang Sommer
Avances  20
Resistencia al trastorno mental:
el papel de la reserva cognitiva.
Por Sílvia Amoretti y Miquel
­Bernardo
Cómo se transmiten las tensiones­
del padre a la descendencia.
Por Esther Landhuis
Caso clínico 40
El hombre que ya no sabía
­calcular. Por Laurent Cohen
Sinopsis44
Entender el alzhéimer.
Por Anna von Hopffgarten
Ilusiones82
La ciencia de los sonidos
­apacibles. Por Susana Martinez-
GETTY IMAGES / PIXELFIT / ISTOCK

Conde y Stephen L. Macknik

Libros  93
Psiquiatría infantil en tiempos
de eugenesia. Por Luis Alonso
Cerebro social. Por Luis Alonso

Identidad en línea
Personalidad

26  Rastros digitales del yo

Las huellas que dejamos en la Red a través del correo electrónico o los «me gusta» revelan
características sobre nuestras preferencias y particularidades. Los algoritmos informáticos son capaces
de estimar nuestro carácter incluso con mayor acierto que nuestra pareja. Por Frank Luerweg

Inteligencia artificial

34  El complejo ­aprendizaje de los programas ­inteligentes

Los neuroinformáticos se inspiran en el funcionamiento del cerebro humano para crear redes
neuronales ­artificiales capaces de efectuar tareas cada vez más exigentes. En cierto modo, son más
eficientes que las personas, pero, por el momento, p ­ resentan un inconveniente: son terriblemente
olvidadizas. Por Christian Wolf

IMAGEN DE PORTADA:
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MENTE Y CEREBRO 3 N.O 96 - 2019

 ENCEFALOSC OPIO
La frontera entre la pasión (por coleccionar)
y la obsesión es a menudo difusa. Los investi-
gadores han estudiado qué rasgos distinguen
a un fan de un fanático.
Personalidad
¿Fan o fanático?
C
oleccionar discos, cultivar cactus o practicar
deportes extremos. Toda pasión puede conver-
tirse en una obsesión si el impulso de realizarla
domina nuestra vida. Un grupo de la Universidad de
Quebec, dirigido por Julien Dalpé, ha estudiado cómo
puede influir la personalidad en ello. Para su estudio
preguntaron, a través de una encuesta en línea, a unos
300 adultos de entre 19 y 70 años por su afición prefe-
rida: una actividad que les gustara, que consideraran
importante para ellos y a la que dedicaran mucho
tiempo. ¿Era compatible con otros aspectos de su vida?
¿Les resultaba difícil controlar las ganas de llevar a
cabo esa actividad? Mediante otro cuestionario, los
científicos recopilaron datos sobre las distintas facetas
de la personalidad de los participantes.
Entre las personas apasionadas destacaba una dili-
gencia elevada, es decir, un marcado sentido de res-
ponsabilidad, autodisciplina, prudencia y gusto por el
orden. Solo el quinto aspecto de la diligencia, el afán
por el rendimiento, no dependía de la pasión por algo.
La diligencia implicaba solo pasión, no obsesión. Lle-
garon a la misma conclusión con respecto al grado de
apertura a nuevas experiencias, el cual no interfería
con tener imaginación ni sentido estético. Como rasgo
típico de las personas con obsesiones, los experimen-
MENTE Y CEREBRO
GETT Y IMAGES / PIDJOE / ISTOCK
tadores hallaron la inestabilidad emocional. Por otra
parte, en ambos perfiles, fanes y fanáticos, se observó
una ligera tendencia a la extraversión.
Por tanto, los caracteres obsesivos no son solo el
lado negativo de las personas con pasiones moderadas.
Una excepción es la afabilidad: cuanto más afable es
una persona, más cultiva una pasión «sana»; y cuanto
más difícil es, más tiende a las obsesiones. «Determi-
nados rasgos de la personalidad favorecen que desa-
rrollemos uno tipo u otro de pasión», sugieren los in-
vestigadores. Estudios anteriores han demostrado que
la educación influye en ello: los niños tienen más faci-
lidad para desarrollar una pasión cuanto más autono-
mía les otorgan sus padres.
Personality and Individual Differences, vol. 138, págs. 280-285, 2019
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4 N.O 96 - 2019
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Memoria
Caminar hacia atrás para recordar

C
uando nos desplazamos ha-
cia atrás, podemos recordar
con mayor facilidad expe-
riencias pasadas, señala un grupo
de investigadores de la Universi-
dad de Roehampton. A menudo
hablamos de que un acontecimien-
to futuro está «a la vuelta de la
esquina» o que «dejamos atrás» el
pasado. Aleksandar Aksentijevic
y sus compañeros han investigado
si esas asociaciones implican un
«viaje mental» al pasado y, de esta
manera, fomentan la memoria. En
primer lugar, mostraron a más de
100 voluntarios un vídeo de un
robo, o bien les pidieron que recor-
manecer sentados durante el mismo chan que existe una asociación es-
tiempo. En otra ocasión les pidieron pecial en las escenas dinámicas en-
que se imaginaran ese movimiento tre el movimiento imaginado y la
de retroceso o que vieran el vídeo memoria: ambos podrían seguir
de un tren en marcha para tener la una topografía simétrica. De esa
sensación de que estaban avanzan- manera, los desplazamientos imagi-
do o retrocediendo. A continuación, nados facilitarían el recuerdo de ex-
debían recordar tantas palabras o periencias.
imágenes como pudieran o respon-
Cognition, vol. 182, págs. 242-250, 2019
der preguntas sobre las escenas de
la filmación.
Las personas que se habían des-
plazado hacia atrás físicamente o en
su imaginación, de promedio, die-
ron dos respuestas correctas más
que las que las que no se habían mo-
vido o habían caminado hacia de-

GETT Y IMAGES / FREEDOMMASTER / ISTOCK

daran 20 palabras o 18 fotografías
en color. Para distraer un poco su
atención, los científicos dejaron
que resolvieran sudokus durante
10 minutos.
Después, unos participantes de-
bían caminar 10 metros hacia atrás
o hacia delante; otros debían per-
lante. Se observaron los mismos
efectos cuando se les pidió que re-
cordaran las palabras o las imágenes.
Los investigadores concluyen que
la memoria ordena los recuerdos
según un índice cronológico que se
sucede a lo largo de una línea del
tiempo subjetiva. Además, sospe-

Psiquiatría
Diagnóstico del autismo a través de la saliva

N
i siquiera para los especialistas es sencillo
diagnosticar un trastorno del espectro autista
(TEA). En su búsqueda de biomarcadores,
investigadores de Estados Unidos han encontrado
perfiles de ARN característicos de este trastorno en
muestras de saliva.
El pediatra Steven Hicks y su equipo de la Facultad
de Medicina de la Universidad de Pensilvania analiza-
ron muestras de saliva de 450 niños con edades com-
prendidas entre 1 año y 6 meses y 7 años. En concreto,
evaluaron el ARN de cada una de ellas. Estas molécu-
las constituyen un paso intermedio en la traducción
de la secuencia genética del ADN en proteínas. Los
científicos dividieron las muestras de saliva en dos gru-
pos. Con el primero desarrollaron un modelo de clasi-
ficación para diferenciar a los niños con TEA, a los que
padecían otro trastorno del desarrollo y a los que care-
cían de este tipo de diagnóstico. Comprobaron la vali-
dez del modelo en el resto de los voluntarios.
Según hallaron, en el 85 por ciento de los casos fue-
ron capaces de emitir el diagnóstico correcto basándo-
se en el perfil de ARN. Así, gracias al modelo, identifi-
caron a 41 de los 50 niños con TEA, a 12 de los 13
participantes con un trastorno del desarrollo y a 18 de
los 21 niños sanos. En conjunto, se incluyeron en la
clasificación 32 ARN distintos, muchos de los cuales
determinan funciones orgánicas que los autores aso-
cian a características neurobiológicas y genéticas del
TEA ya identificadas.
A pesar del éxito del estudio, los científicos no pre-
tenden que el análisis de ARN se emplee para el diag-
nóstico ni para sustituir los listados de síntomas psi-
quiátricos existentes. El modelo se ha concebido para
complementar y mejorar el diagnóstico, sobre todo
porque ayuda a distinguir entre el TEA y otros tras-
tornos del desarrollo.
Frontiers in Genetics, 10.3389/fgene.2018.00534, 2018

MENTE Y CEREBRO 5 N.O 96 - 2019

Atención
Más concentrados gracias a la luz azul

GETT Y IMAGES / FATCAMERA / ISTOCK

S
egún un grupo de médicos de la Universidad de
Erlangen-Núremberg, la luz azul hace que los
estudiantes estén más despiertos por la mañana. El
equipo dirigido por la psiquiatra infantil y juvenil Petra
Studer invitó al laboratorio, a primera hora de la mañana
y por dos días, a 30 escolares de entre 11 y 17 años. Tras
descansar durante un cuarto de hora a oscuras, los inves-
tigadores expusieron a los adolescentes a la luz que des-
prendían unos tubos fluorescentes de 1000 luxes. Un día
iluminaron a los participantes con una luz azul oscura de
longitud de onda corta; el otro, con luz rojizoamarillenta.
Tras 20 minutos de exposición, los sujetos resolvieron
una serie de pruebas de comprensión lectora y atención.
Las diferentes longitudes de onda no influyeron en
la comprensión lectora de los adolescentes, pero con la
luz azul obtuvieron una mejor puntuación en dos o
tres pruebas de atención, tanto en número de respues-
tas correctas como en la rapidez al contestar.
Con todo, el resultado no supuso una gran sorpre-
sa para los investigadores: «La luz sincroniza nuestro
reloj biológico con los ciclos naturales del día y la
­noche», señalan. A través de esos mecanismos, el
­organismo regula cuándo nos sentimos despiertos o
somnolientos. El hecho de que, gracias a la gran in­
tensidad de la luz, los efectos se percibieran tras un
­período breve de exposición, a diferencia de lo que
­demuestra la mayoría de los estudios previos, podría
ser relevante para las personas con un trastorno por
déficit de atención.
Physiology & Behavior, vol. 199, pág. 11-19, 2019

Percepción
Disculpe, ¿nos conocemos?

P
erdone, no me acuerdo de
« su nombre.» No es extraño
que admitamos este olvido
cuando, poco después del apretón de
manos, ya no recordamos el nombre
de la persona. ¿Nos falla la memoria
selectiva para los nombres? Es posi-
ble, pero se nos dan peor las caras.
El psicólogo Mike Burton y su
equipo de la Universidad de York
mostraron a cerca de 70 estudian-
tes caras y nombres de 20 mujeres
y hombres. En otra prueba de me-
moria, los sujetos vieron fotogra-
fías de las mismas personas retra-
tadas de otra manera. También
vieron los respectivos nombres
­escritos con una letra de distinto
tipo y tamaño. La mitad de los ros-
tros y los nombres que, en teoría,
los participantes ya conocían apa-
recieron de nuevo en la pantalla,
pero mezclados con caras y nom-
bres que no habían visto todavía.

MENTE Y CEREBRO 6 N.O 96 - 2019

 ENCEFALOSC OPIO

Neurodegeneración
El café como prevención frente al párkinson

C
uanto más café bebemos, menor es el ries-
go de que padezcamos la enfermedad de
Parkinson, revelan diversos estudios. El
motivo sigue sin estar claro. Con todo, un grupo
de investigadores ha hallado en ratones que el
efecto protector del café no depende solo de su
contenido en cafeína.
El equipo dirigido por la neuróloga Maria Ma-
ral Mouradian, de la Facultad de Medicina Robert
Wood Johnson de Rutgers, evaluó a varios roedo-
res que presentaban una enfermedad similar al
párkinson. La intensidad de los síntomas de esta
dolencia se asocia con el número de los llamados
cuerpos de Lewy en el encéfalo. Estos depósitos de
proteínas se sitúan en determinadas neuronas en-
cefálicas y, principalmente, se encuentran com-
puestos por la proteína alfa sinucleína. Si se acu-
mulan, provocan la muerte de las células afectadas.
La potente fosforilación de las proteínas acelera el
proceso. Por el contrario, si el proceso se retarda,
tanto los pacientes como los animales con la enfer-
medad de Parkinson mejoran.
Sin embargo, los investigadores han demostrado

UNSPLASH / THOM HOLMES (UNSPLASH.COM/PHOTOS/UC2PNERDJCC)

que una dosis baja de cafeína, por sí sola, no consi-
gue causar ese efecto. Es necesario que el café con-
tenga pequeñas cantidades de la molécula eicosa-
noil-5-hidroxitriptamida (EHT), la cual, si se
administra durante varios meses, incrementa la ac-
tividad de la fosfatasa PP2A. Esta elimina grupos
fosfato de la sinucleína. Por tanto, evita la forma-
ción de cuerpos de Lewy en el encéfalo. No obstan-
te, la EHT debe actuar junto con la cafeína, pues
por sí solas ninguna de estas sustancias que contie-
ne el café altera la fosforilación de la sinucleína.
PNAS, 10.1073/pnas.1813365115, 2018

¿Cuántos de ellos iban a ser capa-
ces de reconocer?
Los científicos registraron más
aciertos en relación con los nom-
bres que con los rostros. En con-
creto, los participantes recordaron
entre un 83 y un 86 por ciento de
los nombres (con distinto tipo
de letra), pero solo identificaron
de un 64 a un 67 por ciento de las
caras (en imágenes diferentes).
Con la misma foto y tipo de letra,
la diferencia en los resultados era
menor, aunque también se mos-
traron más diestros para recordar
los nombres que las caras. Ahora
bien, el hallazgo funcionaba solo
con sujetos anónimos, pues los
probandos reconocían sin proble-
ma el nombre y el rostro de los
personajes populares.
¿Por qué mucha gente conside-
ra que se le da mal recordar los
nombres? Los autores sospechan
que la mayoría de las personas no
perciben su dificultad para reco-
nocer caras en el día a día. Si por
la calle nos cruzamos, de manera
fugaz, con alguien conocido pero
que en ese momento no reconoce-
mos, no solemos ser conscientes
de ello. En cambio, si lo que no
recordamos es su nombre, sí nos
damos cuenta de ello.
The Quarterly Journal of Experimental
­Psychology, 10.1177/1747021818813081, 2018

MENTE Y CEREBRO 7 N.O 96 - 2019

Etología
Los perros no son tan listos como parece
¿S on los canes más inteli-
gentes que otros anima-
les? No necesariamente,
afirma un equipo que ha analiza-
científicos la falta de objetividad:
«Nos parece que muchos estudios
sobre cognición canina están
orientados a “demostrar” lo astutos
cés, por ejemplo, y si en las pruebas
obtienen mejores resultados, se
afirma que son especialmente inte-
ligentes.
do más de 300 estudios sobre el que son los perros», señala Lea. Se Learning & Behavior, vol. 46, n.o 4,
tema. Según sus hallazgos, en per- compara a los canes con chimpan- págs. 335-363, 2018
cepción espacial, autopercepción
y cognición social, otras especies
animales obtienen resultados
igual de buenos.
Stephen Lea y otros científicos
de la Universidad de Exeter com-
pararon perros con otros verte-
brados, entre ellos, chimpancés,
lobos, gatos, delfines y caballos.
«No les hacemos ningún favor a
los perros cuando esperamos de
ellos demasiado», indica Britta

GETT Y IMAGES / THEDOGPHOTOGRAPHER / ISTOCK

Osthaus, de la Universidad de
Canterbury Christ Church y
coautora del estudio. «Los perros
son perros, y para saber cómo
­podemos cuidarlos mejor, deben
considerarse sus necesidades y
­c apacidades.»
En un comunicado de prensa,
los autores reprochan a algunos

Psicología infantil
La voz materna es la mejor alarma contra incendios

E
n un incendio a altas horas de la madrugada,
unos minutos o segundos pueden resultar de-
cisivos para ponerse a salvo. En esos casos, una
alarma de incendios puede salvar vidas; eso sí, si se
oye a tiempo. Varios estudios demuestran que el pitido
de tales dispositivos no suele arrancar del sueño pro-
fundo a las personas, sobre todo a los niños pequeños.
O, como mucho, se despiertan pasados unos minutos.
Según los investigadores, existe una alternativa muy
eficaz: la voz de la madre.
Mark Splaingard y otros científicos de la Facultad
de Medicina de la Universidad Estatal de Ohio com-
probaron en su laboratorio del sueño que del 80 al
90 por ciento de los niños de entre 5 y 12 años que se
encontraban profundamente dormidos se desperta-
ban casi de inmediato cuando oían la voz de su ma-
dre. En cambio, una alarma contra incendios usual
solo lograba interrumpir el sueño de uno de cada
dos niños. Ello sucedía, además, cuando ya habían
transcurrido, de media, dos minutos y medio. Por
otra parte, los investigadores analizaron si la pro-
porción de niños que despertaban aumentaba cuan-
do la madre pronunciaba el nombre de su pequeño.
No fue así.
Si bien los 176 niños que participaron en las prue-
bas no necesitaban, por su edad, ayuda para ponerse a
salvo, eran lo bastante jóvenes para el característico
sueño profundo inquebrantable. En cambio, los niños
de más de 12 años reaccionaban ante el aviso de la
alarma tradicional con la suficiente rapidez.
Futuras pruebas deberían esclarecer si la voz de los
padres es la única que produce el efecto de «avisador»
deseado o si cualquier voz serviría para ello.
The Journal of Pediatrics, vol. 205, págs. 250-256, 2018

MENTE Y CEREBRO 8 N.O 96 - 2019

 ENCEFALOSC OPIO
Psicología del desarrollo
La violencia hace madurar más rápido a los niños
E
l maltrato y los abusos sexuales o emociona-
les en los primeros años de vida hacen que los
niños maduren y lleguen a la pubertad antes. Si
sufren carencias o abandono, en cambio, su proceso de
desarrollo se ralentiza. A esta conclusión han llegado
la psicóloga Jennifer Sumner y su equipo de la Univer-
sidad de Columbia en Nueva York.
Los investigadores encuestaron a 247 participantes
de edades comprendidas entre los 8 y los 16 años, así
GETT Y IMAGES / PARKERDEEN / ISTOCK
Autocompasión
Quien se perdona a sí mismo padece menos dolor
L
os mortales que, además de compadecer a otras
personas, se perdonan a sí mismos, padecen
menos dolor. Sérgio A. Carvalho y su equipo de
la Universidad de Coimbra investigaron los factores
que influyen en la aceptación del dolor en pacientes
con dolor crónico. Si una persona, durante mucho
tiempo, padece dolores que ningún tratamiento logra
aliviar, a menudo le ayuda modificar su punto de vista:
en vez de luchar contra el suplicio y distanciarse de él,
puede ser útil aceptarlo como parte de la vida y buscar
nuevos caminos para seguir realizando sus activida-
des a pesar de él. Además, quien lo consigue está más
protegido ante el riesgo de padecer algún trastorno
psíquico como la depresión.
Para averiguar los beneficios de esta actitud, los in-
vestigadores encuestaron a más de 200 pacientes con
dolor crónico; la mayoría de ellos padecía fibromial-
gia. Los primeros hallazgos no sorprendieron en de-
masía a los científicos: los participantes más activos
presentaban menos síntomas de depresión y dolor. En
cambio, otro dato les llamó más la atención, pues su-
MENTE Y CEREBRO
como a sus padres o tutores. Los niños que en sus pri-
meros años de vida habían padecido experiencias
amenazantes (palizas, abusos sexuales, humillación o
intimidación) por lo general presentaban un desarro-
llo físico mayor de lo que se esperaba para su edad.
Asimismo, su edad biológica, calculada a partir de la
metilación de su genoma, se encontraba en una fase
más avanzada. Ambos hallazgos pueden facilitar la
detección de futuros problemas psíquicos.
Por el contrario, vivir privaciones iba asociado a un
desarrollo más lento. Para comprobarlo, los psicólogos
relacionaron este fenómeno, entre otras característi-
cas, con una estimulación cognitiva reducida, un trato
emocional deficiente e, incluso, una atención alimen-
taria inestable.
Según los científicos, las diferentes reacciones ante
distintos tipos de estrés representan una estrategia
evolutiva de adaptación. En un entorno adverso y pe-
ligroso, es útil crecer lo antes posible; a la inversa,
cuando los recursos son escasos (no disponer de ali-
mento con regularidad) es ventajosa una maduración
lenta.
Biological Psychiatry, 10.1016/­j.biopsych­.2018.09.008, 2018
gería que el fenómeno se encontraba relacionado, so-
bre todo, con el sentimiento de autocompasión. Los
sujetos que se mostraban benevolentes consigo mis-
mos eran más activos y menos depresivos, caracterís-
ticas que, por otra parte, no dependían de la intensi-
dad del dolor.
Los autores entienden por autocompasión la capaci-
dad de ser comprensivo y amable con uno mismo a
pesar de los propios errores y fracasos. De esta mane-
ra, las personas que piensan: «Intento ver los errores
que cometo como parte de mi naturaleza humana»
muestran más autocompasión que las que se atribuyen
cualidades desagradables. De hecho, varios estudios
han mostrado que las personas que pueden perdonar-
se a sí mismas disfrutan de una mayor tolerancia al es-
trés y a las responsabilidades. Por ese motivo, los in-
vestigadores consideran que fomentar la capacidad de
ser comprensivo con uno mismo podría beneficiar a
los pacientes con dolor crónico. Sin embargo, el estu-
dio no explica las causas de este fenómeno.
Journal of Clinical Psychology, vol. 74, n.o 12, págs. 2094-2106, 2018
9 N.O 96 - 2019
 PSIC OLO GÍA SO CIAL

TURISMO Auschwitz, Verdún, la Zona Cero. En la lista de destinos turís-

ticos no solo aparecen lugares de ocio o descanso. Encontramos también
escenarios de genocidio, guerra y catástrofes naturales. ¿Por qué atraen
tanto los sitios marcados por la muerte, el dolor y la tragedia?

Turismo oscuro:
viaje al horror
KERSTIN SCHUMACHER
GETTY IMAGES / MARTIN-DM / ISTOCK

En síntesis: Memento mori

1
El turismo oscuro, negro o mórbido, describe las expe-
riencias turísticas que tienen como atractivo escenarios
relacionados con la muerte, el sufrimiento, los desastres
o la violencia.

2
Entre los motivos más habituales para visitar estos lu-
gares se encuentran aprender historia, reflexionar so-
bre preguntas existenciales o recordar el propio pasado.

3
Aunque a algunas personas les mueve la curiosidad
mórbida o la conducta de voyeurismo, estos suelen ser
casos contados.

MENTE Y CEREBRO 10 N.O 96 - 2019

U
n hotel lujoso a pocos metros de la
playa, con un sol radiante y a los pies de
un mar cristalino. Así se imaginan mu-
chas personas las vacaciones perfectas.
Otras, en cambio, planean visitar lugares
marcados por la muerte, las catástrofes,
el sufrimiento, la violencia y las vivencias terribles. Los
campos de concentración de Auschwitz o Buchenwald, el
reactor atómico de Chernóbil o el campo de batalla de
Verdún son algunos de esos destinos. Los expertos deno-
minan este tipo de experiencias «turismo oscuro». Existen
otros términos, como «turismo negro», «turismo mórbido»
o «turismo de tristeza», pero son menos usuales. Ahora
bien, ¿por qué algunas personas deciden visitar lugares
que recuerdan sufrimiento y muerte? ¿Lo hacen por cu-
riosidad, por ganas de pasar miedo o sin pensar realmente
en ello? ¿ O es posible que exista algo más detrás?
Peter Hohenhaus es un experimentado «turista oscu-
ro». Su página en Internet dark-tourism.com reúne in-
formación de más de 700 destinos «oscuros» de 90 países
del mundo. Él ha visitado muchos de ellos. Entre estos
se cuentan los «campos de la muerte» de los Jemeres rojos
en Camboya, la zona de exclusión alrededor de los reac-
tores de Chernóbil, y Ruanda, país en el que miembros
MENTE Y CEREBRO 11
de la mayoría Hutu asesinaron a tres cuartas partes de la
minoría Tutsi y a Hutus moderados. Fue en 1994. Se
estima que en ese genocidio murieron hasta un millón
de personas. Calaveras aplastadas y montones de ropa
empapada de sangre recuerdan el horror al visitante. «Los
monumentos conmemorativos son muy dramáticos»,
explica Hohenhaus. La idea de que alguien acuda a estos
lugares con la intención de experimentar horror le pare-
ce absurda, e incluso ofensiva para los turistas.
En el caso de Hohenhaus, la explicación de su interés
por el turismo oscuro se arraiga en su biografía. Nació
en 1963 en una familia de desplazados. De niño visitó
con sus padres los vestigios de la Segunda Guerra Mun-
dial en el puerto de Hamburgo, y a los 11 años se plantó
ante el muro de Berlín y viajó por las estaciones fantasma
de la ciudad dividida. Los lugares relacionados con la
Guerra Fría son los que todavía hoy le atraen más. La
necesidad de «ampliar los propios horizontes» continúa
alimentando ese interés por lugares «auténticos».
Aunque en la actualidad se ofrecen visitas guiadas en
lugares como Chernóbil, por ahora el turismo oscuro no
constituye una práctica de masas. Las cifras actuales no
revelan una demanda creciente de este tipo de destinos,
afirman desde la Asociación Alemana de Viajes. En Es-
El campo de concentración de
Auschwitz, del mismo modo
que la Zona Cero en Nueva
York, es uno de los lugares con-
memorativos más visitados.
N.O 96 - 2019
Entre búnkeres, nichos y monstruos
En España, el turismo oscuro se enmarca, so-
bre todo, dentro del turismo cultural y de pa- El refugio antiaéreo

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trimonio relacionado con la Guerra Civil 307 fue c­ onstruido en

(HTTPS://CREATIVECOMMONS.ORG/LICENSES/BY/4.0/LEGALCODE.ES)
(1936-1939). Desde la época de la Transición, Barcelona durante la
diversas asociaciones surgidas de la iniciativa Guerra Civil para
ciudadana (como el Grupo de Estudios del ­proteger a la p ­ oblación
Frente de Madrid y la Asociación Valenciana de los b ­ ombardeos.
para la Protección del Patrimonio de la ­Recorriéndolo pueden
Guerra, entre otros) se han encargado de man- ­revivirse las angustias
tener y transmitir esa parte bélica de la histo- a las que se enfrenta-
ria. Las comunidades autónomas en las que el ron los habitantes
turismo de guerra ha experimentado un ma- ­durante los ataques.
yor auge son Aragón, Cataluña, Andalucía y la
Comunidad de Madrid.
En este contexto, las actividades que más
atraen a los turistas son las visitas, en muchos casos toja reductiva en este caso, puesto que los cementerios
guiadas, a refugios antiaéreos y búnkeres de la guerra. encajan a la perfección en la categoría de «turismo de
Así, los búnkeres del Carmel, en el Turó de la Rovira, en patrimonio».
Barcelona, reciben cada año a miles de turistas. (Aun- Por otro lado, un factor que ha contribuido al
que esa afluencia de visitantes no se debe solo a que re- aumento del turismo o ­ scuro en los países europeos es la
presentan un testimonio del paso de la guerra por la creciente popularidad de la fiesta de H ­ alloween de Esta-
ciudad, sino porque su situación en la cima de la colina dos Unidos. Cada vez es mayor la oferta de ocio noc­
ofrece una panorámica espectacular de la urbe y de sus turno para pasar una noche entre fantasmas, brujas y
alrededores.) monstruos.
España, además, es el país europeo que más cemente- En definitiva, ¿qué perfil presenta el «turista oscu-
rios incluye como lugares de interés turístisco. Estos ro»? Es un cruce entre el turista cultural y de patrimo-
destinos reúnen arte, historia y antropología, por lo que nio y el turista experiencial y de aventura.
atraen sobre todo al visitante con inquietudes cultura- «Turismo oscuro: Perfiles, nichos, motivaciones y experiencias
les. De esta manera, la etiqueta «turismo oscuro» se an- a nivel mundial». Elsa Soro. Escuela de Turismo Ostelea, 2017.

paña, Elsa Soro, profesora en la Universidad Autónoma John Lennon y Malcolm Foley, investigadores de turismo,
de Barcelona, señala en un estudio para la Escuela de acuñaron el término «turismo oscuro». Tres años antes,
Turismo Ostelea, que, si bien el turismo oscuro se en- el sociólogo Chris Rojek, de la Escuela Universitaria de
cuentra en pleno desarrollo, adolece de un problema de Londres, compiló «puntos oscuros» (black spots) histó-
comercialización por motivos éticos, ya que dificultan ricos, lugares en los que habían muerto de forma violen-
que algunos lugares relacionados con acontecimientos ta personajes populares. Entre estos se encontraba el
trágicos se conviertan en destino turístico. presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, asesina-
do en Dallas en 1963.
Escenarios con víctimas famosas La Universidad de Central Lancashire dispone, desde
Todavía no se ha hallado la respuesta definitiva al porqué 2012, de un instituto destinado a la investigación del
una persona se convierte en un «turista oscuro». De turismo oscuro. Philip Stone, director del centro, define
hecho, la comunidad científica ha puesto su atención en esta práctica turística como «la visita a sitios, atracciones
este fenómeno hasta hace relativamente poco. En 1996, y exposiciones donde la muerte, el sufrimiento o lo ma-
cabro son el tema central». Pero este fenómeno cuenta,
en realidad, con una larga tradición. Lo encontramos,
por ejemplo, en los juegos de gladiadores en la época del
imperio romano o en las ejecuciones públicas durante la
Edad Media.
En cambio en la sociedad occidental secular actual,
L A AU TO R A explica Stone, la muerte solo se presenta de manera
Kerstin Schumacher es historiadora discreta, tras la fachada médica o profesional o en suce-
y periodista. sos escenificados de la cultura popular, como las series

MENTE Y CEREBRO 12 N.O 96 - 2019

 PSIC OLO GÍA SO CIAL / TURISMO
criminales de televisión. El turismo oscuro devuelve la
muerte a la vida y ofrece la posibilidad de tratar el tema
desde la aceptación social. Estos lugares recuerdan a los
visitantes su propia efimeridad y ofrecen un sitio para la
reflexión sobre cuestiones morales y existenciales. Stone
y Richard Sharpley, también de la Universidad de Central
Lancashire, concluyeron en 2012 que esta experiencia
contribuye a reducir el miedo ante el inevitable final y,
de ese modo, fomenta también una sensación de seguri-
dad y bienestar.
Duncan Light, investigador de turismo en la Univer-
sidad Bournemouth, no ha encontrado ningún indicio
de que este fenómeno oculte una tendencia al voyeurismo.
En un estudio de revisión de 2017, en el que abarcó dos
décadas de investigación sobre el turismo oscuro, cons-
tató: «La mayoría de los visitantes de los lugares sombríos
explican que quieren aprender sobre la cara oscura de la
historia y comprender el pasado». Además, algunos se
sienten moralmente obligados a expresar sus condolencias,
situación que no ocurre cuando visitan otras atracciones
turísticas o monumentos. A veces, un lugar conmemo-
rativo se convierte en una parada «obligatoria» dentro de
un viaje más largo en el que predominan el descanso y el
placer, apunta Light.
Romper con el pensamiento habitual
Ya que resulta difícil conocer los motivos de las personas,
algunos estudios recopilan información sobre lo que
piensan, sienten y realizan cuando acuden a los «destinos
oscuros». Algunos visitantes depositan flores o mensajes.
La mayoría siente, según revelan sus propias declaracio-
nes, una profunda conmoción; describen el lugar como
un sitio de conexión y reflexionan sobre cuestiones
morales, sus propios valores y acciones. La excepciona-
lidad de un sitio de estas características rompe con el
pensamiento y el sentir habitual, y ofrece un espacio para
las experiencias profundas.
Pero existe algo más que lleva a las personas a visitar
los lugares con historias dolorosas, señala Duncan. Pue-
den ayudar a consolidar la propia identidad, a confirmar
la autoimagen o, incluso, a proporcionar la imagen que
se desea proyectar; por ejemplo, la de una persona culta
y participativa. Además, visitar un escenario como la
Zona Cero de Nueva York puede preservar la identidad
y la memoria colectiva.
Hohenhaus cree que la mayoría de las personas no son mortality mediation. P. R. Stone en Annals of Tourism Research,
conscientes de que practican el turismo oscuro ni de que
exista tal concepto. Hasta la fecha, el fenómeno no ha
recibido demasiada atención por parte de los investiga-
dores alemanes, por ejemplo. Entre los pocos estudios
destaca el trabajo de Katalina Ketschau, psicóloga de la Turismo oscuro: Perfiles, nichos, motivaciones y experiencias a nivel
Escuela Superior de Economía de Berlín, quien analizó mundial. Elsa Soro, Escuela de Turismo Ostelea, noviembre de 2017.
los motivos psicológicos de los turistas que acuden a este
tipo de destinos. Durante su investigación, se encontró
a menudo con el rechazo y la incomprensión ante este
fenómeno, explica. «Quien lo practica, está psíquicamen-
MENTE Y CEREBRO
La excepcionalidad de un sitio
así rompe con el pensamiento
y las sensaciones habituales
te trastornado», oía decir cada dos por tres. Ketschau
mantuvo con seis personas una entrevista profunda, es
decir, sin una estructura fija y dejando que el entrevista-
do se sienta cómodo y exprese lo que siente y piensa con
total libertad. Estos participantes habían visitado lugares
fúnebres el año anterior. La investigadora llegó a la con-
clusión de que este tipo de turismo integra la parte oscu-
ra de la existencia humana. Según expone, el fenómeno
refleja «la incapacidad de la sociedad occidental posmo-
derna de percibir sus miedos y penas, así como su anhe-
lo de lograrlo».
Quizás ello explique también por qué algunas personas
no se comportan de manera adecuada en estos lugares.
Hohenhaus considera una falta de respeto «que las per-
sonas tomen fotos en lugares turísticos oscuros como si
estuvieran en Disneylandia». Esta conducta resulta espe-
cialmente problemática en catástrofes recientes como el
incendio que afectó en junio de 2017 la torre Grenfell de
Londres, un edificio de viviendas sociales, y en el que
murieron 71 personas. Los selfis con los teléfonos móvi-
les de algunos curiosos despertaron muchas críticas.
Hohenhaus califica estas acciones de «voyeurismo».
También mete en el mismo saco el llamado «turismo de
la pobreza» o «turismo de las chabolas».
Pero el comportamiento irrespetuoso que muestran
algunos visitantes no debe atribuirse a la mayoría de los
usuarios del turismo oscuro: «Por lo general, están bien
informados y se comportan correctamente». Los próximos
destinos que Hohenhaus tiene en mente son la prisión
colonial de la Guayana francesa y el museo del terror rojo
de Addis Abeba, en Etiopía. Aunque, probablemente,
estos viajes tengan que esperar un poco.  H
PA R A S A B E R M Á S
Dark tourism and significant other death: Towards a model of
vol.39, págs. 1565-1587, 2012.
Progress in dark tourism and thanatourism research:
An uneasy relationship with heritage tourism. D. Light
en Tourism Management, vol.61, págs. 275-301, 2017.
EN NUESTRO ARCHIVO
La psicología ante la muerte. Christoph Uhlhaas
en MyC n.o 34, 2009.
13 N.O 96 - 2019
 PSIC OLO GÍA SO CIAL
EMOCIONES En ciertas circunstancias, desearíamos que la tierra nos
engullera. ¿Por qué nos avergonzamos? ¿A qué se debe que algunas
personas sean más propensas a pasar por el mal trago de la vergüenza?
El sentimiento
de la vergüenza
ANNETTE KÄMMERER
C
ada uno de nosotros experimenta vergüen-
za alguna vez. Puede ser que sea a causa
de una actitud desacertada, como vestir
de manera inapropiada para la ocasión o
hacer un comentario fuera de lugar; por
alguna característica física, como ser
dientimellado, o por transgredir, sin querer, una norma
moral, situación que nos hace sentir en evidencia frente
a los demás. La vergüenza es una sensación que nos re-
vuelve por dentro, ya que nos hace transparentes y per-
ceptibles hacia el exterior. El sociólogo Sighard Neckel,
de la Universidad de Hamburgo, la describió en 1993
como «una herida en el propio yo».
La sensación de vergüenza surge, principalmente,
cuando incumplimos reglas sociales. Sin embargo, no
todas las ocasiones en las que se infringe una norma nos
resultan vergonzosas. A veces solo nos lamentamos o
arrepentimos; en otros casos, lo que ha ocurrido no nos
afecta. ¿Qué diferencia estas últimas situaciones de otros
momentos en que preferiríamos que nos tragara la tierra?
Según la filósofa Hilge Landweer, de la Universidad Libre
de Berlín, deben cumplirse varios requisitos para que
una persona se avergüence. Primero, debe reconocer que
existe una norma para la situación en la que se encuentra
en esos momentos. Además, debe aceptarla y considerarla
una norma de comportamiento vinculante. Solo entonces,
algo le podrá resultar realmente incómodo.
Cuando nos avergonzamos atentamos, por así decirlo,
contra nuestra propia imagen ideal. Y nos sentimos ex-
MENTE Y CEREBRO 14
puestos a las miradas reprobatorias de los otros. Pero esas
miradas no tienen por qué estar dirigidas hacia nosotros:
basta con que nos imaginemos a la persona frente a la
que nos sentimos avergonzados. Un ejemplo típico es la
cara de desaprobación y los «¡Qué vergüenza!» del padre
o la madre. Con frecuencia, interiorizamos esos comen-
tarios de forma tan marcada que las normas y órdenes
que nos han inculcado nuestros padres continúan afec-
tándonos incluso de adultos.
Cuando sentimos la mirada crítica de los demás, solemos
dirigir la nuestra hacia el suelo. Se trata de una reacción
corporal típica que acompaña a la vergüenza. En esos
momentos, también nos sentimos pequeños y deseamos
que nos engulla la tierra para escapar de la atención de los
otros. En 1872, Charles Darwin comprobó que las perso-
nas que se avergüenzan hunden los ojos, desvían la mira-
da y ladean la cabeza. Pero no observó este comportamiento
solo en humanos, sino también en animales, entre ellos,
los perros. Además, destacó sobre todo un fenómeno: el
rubor de la vergüenza. No obstante, nuevos estudios han
L A AU TO R A
Annette Kämmerer, psicóloga, imparte
clases en el Instituto de Psicología de la
Universidad de Heidelberg. Además,
ejerce de psicoterapeuta y forma a
futuros psicoterapeutas.
N.O 96 - 2019
 En síntesis: Penoso, muy penoso

1 2
Las personas experimentamos
vergüenza cuando incumpli-
mos las normas sociales que
consideramos obligatorias. En
esos momentos, nos sentimos en
evidencia y pequeños, no pode-
mos mirar a los ojos a los otros y
nos gustaría que nos tragara la
tierra.
GETTY IMAGES / SERTS / ISTOCK
La vergüenza hace que dirija-
mos la atención a nuestro in-
terior y nos contemplemos de
manera negativa. Los sentimientos
de culpa, en cambio, se dirigen a
una acción de la que asumimos la
responsabilidad. Estos agudizan
nuestra atención a los sentimientos
de los demás.
3
Las mujeres se avergüenzan
más y con mayor intensidad
que los hombres. Los jóvenes,
más que los adultos. Por ello, sufren
con mayor frecuencia los efectos
que conlleva la tendencia a aver-
gonzarse, como es una baja autoes-
tima o una mayor predisposición a
padecer depresión.

MENTE Y CEREBRO 15 N.O 96 - 2019

demostrado que no se trata de un indicio de que una También parece que la tendencia a avergonzarse se pue-
persona se avergüence por algo. El hecho de que alguien de asociar con el trastorno de ansiedad, según descubrie-
se ruborice, de manera más o menos notable, depende de ron investigadores de la Universidad del Norte de Illinois
varios parámetros del sistema nervioso vegetativo. liderados por Thomas A. Fergus.
Para la psicóloga clínica June Tangney, de la Univer- Pero ¿por qué nos avergonzamos? Desde el punto de
sidad George Mason, quien ha estudiado el tema a fondo, vista de la biología evolutiva y la psicología emocional, la
los sentimientos de vergüenza constituyen un fenómeno razón de la vergüenza se encuentra, sobre todo, en su
emocional concomitante a la autoinculpación. Estrechan función adaptativa: nos conciencia de las normas y opinio-
nuestra mirada y se encargan de que atendamos, princi- nes de los demás y, de esa manera, funciona como una
palmente, nuestra vida interior. Como consecuencia, suerte de «cemento social». Es posible que también sea
percibimos lo que sucede a nuestro alrededor con un uno de los motivos por el que las mujeres, de media, se
prisma negativo. Si caemos a menudo en situaciones que avergüenzan con mayor frecuencia e intensidad que los
nos abochornan, con el tiempo tenderemos a reaccionar hombres, según demuestran los estudios. A ellas se les
con vergüenza ante las valoraciones que nos resultan inculca a temprana edad que presten atención a «lo que es
negativas. Los investigadores estadounidenses hablan de correcto». Además, los sentimientos de vergüenza respec-
«tendencia a la vergüenza» (shame­proneness). Esta pro- to a características corporales desempeñan un papel más
pensión podría tener consecuencias para la autoestima. importante para el sexo femenino que para el masculino,
Junto con Ronda Dearing, de la Universidad de Houston, ya que las mujeres se encuentran más expuestas a las exi-
Tangney constató que una mayor tendencia a avergon- gencias sociales en relación con el cuerpo. De esta manera,
zarse se relacionaba con una menor autoestima. Por el muchas rechazan su apariencia física y se sienten avergon-
contrario, un cierto grado de autoestima podría prote- zadas si no se corresponde con el ideal de belleza.
gernos de sentir demasiada vergüenza. Un equipo dirigido por el psicólogo Ulrich Orth, de
la Universidad de Berna, investigó en 2010 el sentimien-
Cuando el bochorno afecta a la salud to de vergüenza de más de 2600 personas de entre 13 y
Una vivencia vergonzosa muy intensa puede originar 89 años y que vivían, en su mayoría, en Estados Unidos.
algún trastorno psicológico. A través de la exploración Los científicos descubrieron que no solo existen diferen-
de casi 150 participantes de edades comprendidas entre cias entre sexos, sino que la edad también parece influir
los 11 y los 16 años, Sera De Rubeis, de la Universidad en la intensidad con la que nos avergonzamos. Los suje-
de Toronto, y Tom Hollenstein, de la Universidad Queen, tos más propensos a sentir vergüenza son los jóvenes.
comprobaron que los adolescentes que presentaban una Hacia la mitad de la edad adulta, ese sentimiento dismi-
mayor tendencia a avergonzarse también manifestaban nuye hasta alrededor de los 50 años, cuando se experi-
más síntomas depresivos. Además, a partir de la manera menta menos vergüenza. Pero en la tercera edad, vuelve
en que gestionaban las situaciones embarazosas, pudieron a incrementarse la sensación de bochorno. Los autores
predecir si la salud mental de esos jóvenes mejoraría o consideran que el motivo de ese proceso se encuentra en
empeoraría durante el año siguiente. Un metanálisis a el desarrollo de la personalidad. Durante la adolescencia
gran escala en el que se examinaron 108 estudios con y la adultez temprana, la personalidad no está del todo
más de 22.000 sujetos reveló, asimismo, que existe una formada. Además, en esas etapas de la vida estamos ex-
relación entre la depresión y la tendencia a avergonzarse. puestos a muchos requisitos sociales que definen nuestro
lugar dentro de la sociedad. No saber manejarlos de
forma correcta puede hacer que nos avergoncemos con
mayor rapidez. En cambio, en la edad adulta media
Vergüenza ajena nuestro carácter se halla formado, por lo que las normas
tienen una menor influencia en nuestro comportamiento.
En algunas ocasiones, no nos avergonzamos solo de no- A medida que nos hacemos mayores, vuelve a aumentar
sotros mismos, sino también de otras personas. En estos la preocupación de incumplir las reglas sociales, así como
casos, los científicos distinguen dos formas de vergüenza: el miedo al declive físico y a llamar la atención.
cuando sentimos «vergüenza compartida», desearíamos Los sentimientos de culpa se hallan estrechamente re-
que nos tragara la tierra con alguien que también siente lacionados con la vergüenza. También aparecen cuando
bochorno. En cambio, la «vergüenza ajena» se refiere a infringimos normas morales, éticas o religiosas y nos cri-
una persona a quien no le afecta su comportamiento ticamos internamente por ello. Si bien en el momento de
­social incorrecto. Los estudios han demostrado que los sentir vergüenza nos contemplamos a nosotros mismos de
percances ajenos solo nos resultan embarazosos cuando manera negativa («yo he hecho algo mal»), los sentimientos
nos sentimos unidos a la persona en cuestión (por ejem- de culpa se centran sobre una acción concreta («yo he hecho
plo, amigos o familiares, pero también miembros de un algo mal»). Cuando nos sentimos culpables, casi siempre
grupo en común). Así, un ciudadano de nuestra misma aparecen ligadas consecuencias negativas para otras per-
nacionalidad puede hacernos sentir vergüenza. sonas de quienes nos consideramos responsables.

MENTE Y CEREBRO 16 N.O 96 - 2019

 PSIC OLO GÍA SO CIAL / EMO CIONES
Perseguidos por el pecado original
Junto a la «vergüenza social» existe una forma de ver-
güenza relacionada con la protección instintiva de la cor-
poralidad y la intimidad. En las culturas occidentales, se
encuentra muy extendida la vergüenza a la desnudez, la
cual ya se menciona en la tradición cristiana al principio
del Génesis. En el primer libro de la Biblia se habla de
Adán y Eva como sigue: «Y estaban ambos desnudos, el
hombre y su mujer, y no se avergonzaban». Esto cambia
cuando ambos incumplen la prohibición divina y comen
del árbol del conocimiento. En ese momento, se aver-
güenzan el uno del otro, ya que se hacen conscientes de
su desnudez, y se cubren con hojas de higuera.
Con todo, la premisa para que eso suceda es que exis-
ta cierta empatía. Solo cuando podemos ponernos en la
piel del otros y entender que nuestro comportamiento
erróneo le ha resultado doloroso u ofensivo, es cuando
aparecen los sentimientos de culpa. Las personas que
carecen de capacidad empática tampoco tienen concien-
cia de culpabilidad; es lo que sucede, por ejemplo, en el
caso de los niños pequeños. Ese sentimiento nos impide
que perjudiquemos a otros y nos motiva a que nos com-
portemos de forma que no pongamos en peligro nuestra
relación y unión con los demás.
Cuando nos sentimos culpables, solemos buscar estra-
tegias para subsanar los daños que hemos causado. Mien-
tras que las personas que se avergüenzan dirigen la atención
hacia su interior, las que son conscientes de su culpabilidad
no pierden de vista el mundo que las rodea. Investigadores
liderados por Matt Treeby, de la Universidad La Trobe en
Melbourne, evaluaron la tendencia a avergonzarse o a
sentirse culpables de 336 sujetos. A continuación, pidieron
a los participantes que indicasen si otra persona se sentía
furiosa, triste, feliz, recelosa, asqueada o avergonzada a
partir de su expresión facial. Los probandos que, según
la evaluación previa, tendían a sentirse culpables eran
mejores observadores, pues reconocían con mayor cer-
teza las emociones de los rostros que se les presentaban
que los individuos que manifestaban un sentimiento
intenso de vergüenza. Los resultados, señalan los autores,
confirman que la empatía y los sentimientos de culpa
actúan, por lo general, de manera simultánea.
Pero la culpa y la vergüenza también van a menudo de
la mano. Sentirse culpable genera en muchas personas
un sentimiento de vergüenza concomitante, porque pue-
de haber una gran discrepancia entre lo que se quiere
mostrar de uno mismo y lo que se ha demostrado. La
relación entre culpa y vergüenza se acrecienta cuanto más
intencionado ha sido el comportamiento erróneo, cuan-
tas más personas se hayan visto afectadas, y cuanto más
importantes sean estas para nosotros. Deseamos que nos
trague la tierra, sobre todo, si los individuos que se han
MENTE Y CEREBRO 17
Este ejemplo que refleja la desnudez como un estado
bochornoso ha marcado la relación de la corporalidad
en la tradición occidental de manera permanente, por
lo que continúa vigente hoy en día. Para evitar momen-
tos vergonzosos, nos comportamos de una manera de-
terminada con el cuerpo, la desnudez y la sexualidad,
conducta que se halla fijada a través de normas y con-
venciones sociales. Aunque los criterios de cómo, quién
y frente a quién nos debemos cubrir han cambiado con
el paso de los siglo, todavía permanece el sentimiento
de vergüenza que nos asalta cuando no seguimos las
normas sociales pertinentes.
visto perjudicados por nuestra conducta reaccionan de
manera negativa o incomprensiva, o nos lo reprochan. Un
ejemplo: un hombre casado mantiene una relación con
una compañera de trabajo. Un mal día, el jefe los sorpren-
de besándose y le pide explicaciones al empleado: «¡Ese
tipo de comportamiento no es el apropiado en el lugar de
trabajo, y mucho menos viniendo de un hombre casado!».
La probabilidad de que el aludido se avergüence de su
aventura es muy alta. Si el jefe se enfurece o se enfada, es
más probable que sienta miedo que vergüenza.
Con todo, a menudo nos resulta más fácil deshacernos
de los sentimientos de culpa que de los de vergüenza. Ello
se debe a que en nuestra sociedad existen numerosos
métodos para expiar la culpa: pedir perdón, pagar una
multa o, en el peor de los casos, pasar una temporada en
prisión. Las convenciones religiosas también nos ayudan
a liberarnos del sentimiento de culpabilidad, por ejemplo,
mediante el peregrinaje o la confesión. En cambio, la
vergüenza suele perseguirnos durante más tiempo. Si hay
algo más difícil que disculparse, es aceptarse a uno mis-
mo tal y como se es. H
PA R A S A B E R M Á S
Zur Intensität des Erlebens von Schamgefühlen bei psychischen
Störungen. A. Kämmerer en Psychotherapie, Psychosomatik und
medizinische Psychologie, vol. 60, n.o 7, págs. 262-270, 2010.
Tracking the trajectory of shame, guilt, and pride across the life
span. U. Orth en Journal of Personality & Social Psychology,
vol. 99, págs. 1061-1077, 2010.
Shame, guilt and facial emotional processing: Initital evidence
for a positive relationshipbetween guilt­proneness and facial
emotional recognition ability. M. S. Treeby en Cognition and
Emotion, vol. 30, págs. 1504-1511, 2016.
EN NUESTRO ARCHIVO
Vergüenza y violencia. Till Bastian en MyC n.o 32, 2008.
N.O 96 - 2019
 PREGUNTAS C ON RESPUESTA

¿Consumir droga
una vez puede
causar adicción?

GETTY IMAGES / EMER1940 / ISTOCK

MENTE Y CEREBRO 18 N.O 96 - 2019

E
sa misma pregunta se la planteé hace unos días a
uno de mis pacientes, quien después de muchos
años ha conseguido superar su adicción a los opiá-
ceos. En la actualidad, incluso se involucra en proyectos
para la prevención del consumo de drogas. Su respuesta
a mi pregunta fue clara y contundente: «Sí.» Según ex-
plicó, la primera experiencia de «colocón» que tuvo le
hizo perder el control.
Pero esa es la sensación subjetiva que tienen los afec-
tados. Desde la perspectiva médica, hay que contradecir
ese supuesto. Una adicción se caracteriza por que la
persona que consume no es capaz de abandonar su con-
ducta autodestructiva. Para llegar a tal punto, son nece-
sarios algunos pasos intermedios. La experiencia que
describía mi paciente consiste en un proceso de apren-
dizaje evolutivamente muy antiguo y capaz de allanar el
camino hacia la adicción. Este aprendizaje de la recom-
pensa, también conocido como condicionamiento ope-
rante, es fundamental para el desarrollo de patrones
conductuales básicos, como la búsqueda de alimento o
la reproducción. También influyen en él la evitación del
dolor y peligro: tendemos a repetir aquello que alguna
vez nos ha proporcionado placer y, por el contrario, re-
chazamos lo que nos causa daño.
El sistema de recompensa neuronal vuelve a activarse
cuando experimentamos sensaciones de felicidad. En
dicho proceso se implican neurotransmisores, como la
dopamina, y opiáceos endógenos, entre ellos, las endor-
finas. Las sustancias con potencial adictivo también
atacan allí. Cuando se consume cocaína por primera vez,
la droga puede alterar determinadas sinapsis del sistema
de recompensa. No obstante, esas modificaciones celu-
lares no son las desencadenantes de la conducta adictiva;
antes bien, representan una reacción adaptativa temporal.
En otras palabras, si no se continúa consumiendo, esas
alteraciones retroceden antes o después.
La primera experiencia de «colocón» determina si se
volverá a tomar la droga en un futuro o si se procurará
mantener las manos alejadas de ella. Cuando la «prime-
ra vez» ha sido positiva, pueden producirse patrones de
consumo estables. En esa fase, el empleo de las sustancias
psicoactivas suele perseguir un objetivo intencionado: se
desea alterar el estado emocional y mental para, por
ejemplo, aumentar la capacidad de concentración o la
autoconfianza, o, simplemente, proporcionarse un «su-
bidón».
Pero, con el tiempo, puede desarrollarse un hábito. La
búsqueda de la droga ya no es intencionada, sino que se
desencadena de manera inconsciente como un reflejo
aprendido. Ello no difiere mucho del comportamiento
que mostraba el famoso perro de Pavlov, que empezaba
a salivar con solo oír el sonido de una campana [véase
«Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936)», por J. M. López
Piñero; Mente y Cerebro n.o 8, 2004]. A menudo bas-
ta una situación determinada para desatar el deseo de
consumir. Muchos fumadores recurren automáticamente
MENTE Y CEREBRO 19
E L AU TO R
Wolfgang Sommer es profesor de psiquiatría
en la Universidad de Heidelberg y médico
jefe del Instituto Central de Salud Mental
en Mannheim. Investiga los fundamentos
neurobiológicos, genéticos y psicológicos
de las adicciones.
a su cigarrillo si se hallan en una reunión social o después
de comer.
El tiempo que se necesita para que se establezca un
hábito de consumo estable depende de diversos factores.
Junto al efecto de una droga determinada, la frecuencia
y las circunstancias en las que se hace uso de la sustancia
y los rasgos de personalidad del sujeto también desem-
peñan un papel. La acción de fumar se convierte con
rapidez en un hábito, puesto que el efecto de la nicotina
se experimenta de inmediato con la inhalación, y el ritual
de fumar se repite con mucha frecuencia. Diez caladas
por pitillo y diez cigarrillos al día suponen un total de
cien oportunidades.
Tanto la intencionalidad como la regularidad del
consumo se diferencian de una drogodependencia. Al
adicto le cuesta dejar su hábito, incluso cuando es cons-
ciente de que drogándose se perjudica a sí mismo A su
vez, sufre un estado de ánimo negativo crónico y un
deseo compulsivo. La adicción se encuentra en el extre-
mo de un proceso de aprendizaje patológico, en el cual
ocurren desequilibrios moleculares y psicológicos a
largo plazo. Se estima que entre los fumadores habitua-
les, uno de cada tres sufre este tipo de dependencia. En
los consumidores de alcohol, la proporción ronda el
cinco por ciento.
A pesar de la opinión general, tampoco las drogas
duras han de conducir forzosamente a la adicción. La
mayoría de los veteranos estadounidenses de la guerra
de Vietnam que consumieron heroína con regularidad
durante el combate en la jungla, cuando regresaron a casa,
fueron capaces de dejarla sin grandes dificultades. Con
todo, el motivo por el que algunas personas caen en la
adicción mientras que otras son capaces de controlar el
consumo de la droga continúa siendo una incógnita para
los investigadores. H
PA R A S A B E R M Á S
Pathophysiology of alcohol addiction. W. H. Sommer en
Alcohol: Science, Policy, and Public Health. Dirigido por
P. Boyle et al., págs. 84-96, 2013.
EN NUESTRO ARCHIVO
Adicción al tabaco. Joseph R. Difranza en IyC, julio de 2008.
La trampa de la adicción. Christian Lüscher en MyC n.o 48, 2011.
N.O 96 - 2019
 AVANCES

NEUROPSICOLOGÍA

Resistencia al trastorno mental:

el papel de la reserva cognitiva
La evaluación de la reserva cognitiva podría facilitar el pronóstico
y el tratamiento de las personas que han sufrido un primer
episodio psicótico
Sílvia Amoretti y Miquel Bernardo

GETT Y IMAGES / ESEMELWE / ISTOCK

D
elirios, alucinaciones, conducta extravagante.
Pero también problemas de memoria, depresión
y ansiedad. Los primeros episodios psicóticos se
caracterizan por una gran hetereogeneidad de síntomas
(negativos, positivos, cognitivos y afectivos) que se pre­
sentan y desarrollan en cada persona de una manera
particular. Se estima que un 3 por ciento de la población
sufrirá un episodio psicótico a lo largo de su vida. Y
hasta un 80 por ciento presentará una recaída a los cinco
años siguientes de ese primer episodio psicótico. Pero,
según hemos descubierto, la reserva cognitiva puede
contribuir a minimizar esos síntomas, además de ayudar
a pronosticar la evolución del trastorno y a optimizar y
personalizar el tratamiento de los afectados. Pero ¿qué
es la reserva cognitiva?
El concepto de reserva cognitiva tiene sus orígenes en
el ámbito de las demencias, en concreto, de la enfermedad
de Alzheimer. Se buscaba una explicación al porqué al­
gunas personas que presentaban una degeneración cere­
bral notable no manifestaban síntomas de demencia
(entre ellos, déficits cognitivos o funcionales) y, en
cambio, otras sí. En 1988, científicos dirigidos por Robert
Katzman, de la Universidad de California en San Diego,
hallaron que el cerebro post mortem de 10 ancianos sin
mermas cognitivas en vida presentaba alteraciones com­
patibles con el alzhéimer. ¿Cómo era posible? Al parecer,
la reserva cognitiva había preservado su estado mental.
En fecha más reciente, se ha empezado a estudiar el
papel de la reserva cognitiva en los trastornos psiquiá­
tricos.

MENTE Y CEREBRO 20 N.O 96 - 2019

Intervenciones terapéuticas más efectivas
La evaluación de la reserva cognitiva da en mejorar o compensar las alte- con una reserva cognitiva elevada no
contribuye a la optimización e indi- raciones en capacidades como la necesitan un tratamiento específico.
vidualización del tratamiento en los atención, la memoria, el lenguaje o Su alto grado de reserva cognitiva
primeros episodios psicóticos. Se- los procesos ejecutivos. Las personas ejerce de factor protector.
gún el tipo de psicosis, afectiva o no
afectiva, se deberá optar por una te-
rapia de rehabilitación funcional Alta reserva Baja reserva
que tendría como objetivo mejorar cognitiva cognitiva
el funcionamiento psicosocial me- 1er episodio Tratamiento Rehabilitación
diante el aprendizaje de estrategias psicótico no afectivo habitual cognitiva
neurocognitivas para su aplicación
1er episodio Tratamiento Rehabilitación
en el funcionamiento cotidiano, o
psicótico afectivo habitual funcional
una rehabilitación cognitiva centra-

Un efecto protector en la psicosis en el funcionamiento ejecutivo, la capacidad de atención,

Poseer una mayor reserva cognitiva es un factor protec­
tor para el cerebro; por el contrario, una reserva cogni­
tiva reducida supone un factor de vulnerabilidad. Así, el
cerebro con una reserva cognitiva abundante hace fren­
te a los efectos de la enfermedad mental mediante un uso
más eficiente de la red neuronal, ya que pone en marcha
estrategias cognitivas y redes neuronales alternativas,
según definió Yaakov Stern, de la Universidad de Colum­
bia, en 2002.
Nuestro equipo del Hospital Clínico de Barcelona ha
hallado, además, que la reserva cognitiva puede ser un
elemento útil para optimizar y personalizar el tratamiento
de pacientes que han sufrido un primer episodio psicó­
tico. Así, hemos constatado que permite determinar, de
forma más precisa, la funcionalidad y el rendimiento
neurocognitivo de estas personas.
Para nuestro estudio, publicado a finales de 2018 en
la revista Acta Psychiatrica Scandinavica, analizamos 247
pacientes que habían sufrido un episodio psicótico y los
clasificamos en dos grupos según si presentaban un nivel
alto o bajo de reserva cognitiva. También dividimos a los
sujetos por tipo de episodio psicótico: no afectivo (211
participantes) o afectivo (36 sujetos).
En el grupo con un primer episodio no afectivo desta­
caban los síntomas psicóticos positivos (alucinaciones, de­
lirios, trastornos del pensamiento, entre otros), ne­gativos
(depresión, apatía, anhedonia) y cognitivos (deficiencias
la memoria operativa, y otras). El diagnóstico predomi­
nante era la esquizofrenia.
En el grupo con un primer episodio psicótico afectivo,
los síntomas estaban vinculados, sobre todo, al estado de
ánimo. Entre estos sujetos predominaba el diagnóstico
de trastorno bipolar. De esta manera, junto con los epi­
sodios maníacos (estado de ánimo anormalmente eleva­
do, expansivo o irritable) o depresivos característicos de
dicho trastorno, manifestaban síntomas psicóticos (sín­
tomas positivos y negativos).
Según comprobamos, una alta reserva cognitiva en
ambos grupos suponía un factor protector de las capaci­
dades cognitivas en general; en los dos casos no se halla­
ron dificultades en la cognición. Por tanto, estos pacien­
tes pueden seguir la terapia habitual, es decir, un tratamiento
farmacológico y psicoeducación (se proporciona al
afectado información sobre la enfermedad y se le ayuda
a identificar los factores estresantes y los síntomas que
avisan de una recaída, entre otros factores). En cambio,
en los sujetos con una baja reserva cognitiva, se obser­
varon diferencias en función de si el paciente había su­
frido un primer episodio afectivo o no afectivo. En el
primer caso, los pacientes mostraban una alteración
cognitiva general, mientras que el grupo de psicosis
afectivas solo manifestaba alteraciones en la memoria
verbal y la funcionalidad. Por ello, la intervención nece­
saria para su rehabilitación difería según el tipo de psi­
cosis que habían sufrido.

L O S AU TO R E S
Sílvia Amoretti es psicóloga e investigadora predoctoral en la
Unidad de Esquizofrenia del Hospital Clínico de Barcelona,
dirigida por Miquel Bernardo, catedrático de la Universidad de
Barcelona e investigador principal del Centro de Investigación
Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM).
Tratamiento personalizado
Nuestros hallazgos sugieren que una persona con un
primer episodio psicótico no afectivo y baja reserva
cognitiva debería recibir una intervención orientada
hacia la rehabilitación centrada en mejorar o compensar
los déficits neurocognitivos (como la atención, la memo­
ria o la planificación mediante un programa de entre­

MENTE Y CEREBRO 21 N.O 96 - 2019

Cómo medir la reserva cognitiva
Al principio, los investigadores se centraban en el cociente intelectual (CI) premórbido de los sujetos para estimar
su grado de reserva cognitiva. En la actualidad también se tienen en cuenta determinados factores ambientales que
ayudan a desarrollar las capacidades mentales: la educación, la ocupación laboral y las actividades intelectuales y
de ocio. Todos ellos son factores necesarios y fundamentales para el desarrollo y el mantenimiento de la reserva
cognitiva. Veámoslos con más detalle.
CI premórbido: Refleja una capacidad de reserva inna-
ta. Un CI más bajo en la infancia se ha asociado a un
mayor riesgo de padecer esquizofrenia, depresión gra-
ve y trastorno de ansiedad. Para evaluarlo suele utili-
zarse la prueba de vocabulario de la Escala Wechs-
ler de Inteligencia para Adultos (WAIS).
Educación: Se evalúa a partir de diferentes variables
según la edad del sujeto. En la población infanto-
juvenil puede definirse a partir de la formación aca-
démica de los padres, el rendimiento escolar del
niño o su desarrollo en distintas capacidades cogni-
tivas (lenguaje, lectura, escritura, funciones moto-
ras, etcétera). En los adultos suele cuantificarse a
namiento y, de esta forma, lograr una mayor integración
social). En cambio, en el caso de los individuos con un
primer episodio afectivo y baja reserva cognitiva, debería
aplicarse una terapia de rehabilitación funcional, es decir,
enseñar al paciente estrategias que contribuyan a su
funcionalidad en el día a día. Dichas estrategias están
enfocadas a potenciar la memoria, la organización y la
planificación de las actividades diarias del afectado, así
como a mejorar la gestión del tiempo y la resolución de
problemas, entre otros aspectos.
Estudios anteriores, como el de Kevin J. Willis y An­
toine M. Hakim, investigadores de la organización sin
ánimo de lucro Red Canadiense de Accidentes Cerebro­
vasculares, han demostrado que la estimulación física
(nadar, correr, bailar, etcétera) y cognitiva (ejercicios de
lectura y cálculo, por ejemplo), además del entrenamiento
en habilidades sociales, pueden incrementar la reserva
cognitiva y, de esta manera, minimizar su impacto. Tam­
bién se ha sugerido que en las enfermedades mentales
graves, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, una
reserva cognitiva elevada ejerce de factor protector, ya
que podría retardar el inicio de la psicosis y favorecer un
mejor pronóstico, de modo que se fomenta una mayor
calidad de vida.
Una reserva muy útil
Nuestros hallazgos apuntan, sin duda, a que medir la
reserva cognitiva en las personas que han sufrido un
primer episodio psicótico podría contribuir a pronosticar
la evolución del trastorno mental y a diseñar tratamien­
MENTE Y CEREBRO 22
partir de los años de escolarización o la formación
académica.
Ocupación laboral: Se determina mediante escalas di-
señadas para evaluar el estatus ocupacional y profesio-
nal. En los casos en los que el individuo se encuentra
en paro, suelen valorarse los trabajos previos.
Actividades intelectuales y de ocio: Se valora la ejecución
de actividades cognitivas (como leer, tocar un instru-
mento musical o aprender idiomas, entre otras mu-
chas), físicas (ir al gimnasio, nadar, jugar a futbol,
practicar yoga, etcétera) y sociales (estable­cimiento y
mantenimiento de relaciones interperso­nales).
tos personalizados más efectivos. Por otro lado, la es­
timulación de ese «recurso mental» en las primeras etapas
de una enfermedad psiquiátrica, como la esquizofrenia
o el trastorno bipolar, o incluso en personas con un alto
riesgo de sufrir psicosis, podría resultar beneficiosa para
prevenir o reducir su impacto a nivel cerebral, cognitivo
y conductual.
Con todo, se requiere más investigación en torno a los
mecanismos subyacentes en la reserva cognitiva. Esta
información podría contribuir a elaborar patrones evo­
lutivos de las enfermedades mentales y de su respuesta
terapéutica. H
PA R A S A B E R M Á S
Cognitive reserve as an outcome predictor: First‐episode
affective versus non‐affective psychosis. S. Amoretti et al.
en Acta Psychiatrica Scandinavica, vol. 138, n.o 5,
págs. 441-455, 2018.
EN NUESTRO ARCHIVO
Detección precoz y tratamiento de la psicosis. Tecelli
­Domínguez Martínez en MyC n.o 59, 2013.
Nuevas claves para el diagnóstico de la psicosis. Vanessa
Lozano Gutiérrez et al. en MyC n.o 77, 2016.
Biomarcadores para diagnosticar la psicosis. Thomas R. Insel
en MyC n.o 79, 2016.
N.O 96 - 2019
 AVANCES

NEUROCIENCIA

Cómo se transmiten las tensiones

del padre a la descendencia
Los estudios con ratones revelan que unas minúsculas vesículas intercelula-
res en el esperma constituyen un legado de las experiencias estresantes que
ha sufrido un padre a lo largo de su vida
Esther Landhuis

GET T Y IMAGES / EDUARDSV / ISTOCK

U
n padre estresado y traumatizado puede dejar
secuelas en sus hijos. Según se ha descubierto,
los espermatozoides «aprenden» de las experien-
cias paternas a través de una vía de comunicación inter-
celular misteriosa, por la que se forman pequeñas ampo-
llas en una célula, que luego se rompen y se fusionan con
otra célula.
Estas partículas que transportan proteínas, lípidos
y ácidos nucleicos son expulsadas por la célula y actúan
cual servicio de correos, propagándose a todas las
regiones del cuerpo y liberando pequeños paquetes
conocidos como vesículas extracelulares, cuyo conte-
nido parece que ha sido seleccionado cuidadosamente.
«El contenido de la vesícula no determina solo su
procedencia, sino también su destino y su acción
cuando llega al destino», explica Tracy Bale, neurobió-
loga de la Facultad de Medicina de la Universidad de
Maryland.
La investigación preliminar de Bale y otros científicos,
que anunciaron en noviembre de 2018 en la reunión anual
de la Sociedad para la Neurociencia en San Diego, mues-
tra cómo esas vesículas extracelulares regulan los circui-
tos cerebrales y contribuyen al diagnóstico de enferme-
dades neurodegenerativas; también modifican el esperma,

MENTE Y CEREBRO 23 N.O 96 - 2019

La primera gran
pregunta es cómo
llega al útero esa
información del
entorno paterno
con la consiguiente alteración en la salud cerebral de la
descendencia.
Pruebas de que las duras condiciones de vida de un
padre afectan a sus hijos se pueden encontrar en épocas
de malas cosechas o en la guerra que asoló Europa hace
más de un siglo. En esos «experimentos humanos» no
planificados, la hambruna prolongada pareció desen-
cadenar cambios en la salud de las generaciones poste-
riores, como valores de colesterol elevados y un incre-
mento de las tasas de obesidad y diabetes. Para
demostrar la herencia de esas alteraciones a nivel celu-
lar, los investigadores llevaron a cabo una serie de en-
sayos con ratones.
Resulta bastante fácil estresar a un ratón. Introduzca
al animal en un tubo sin escapatoria, moje su lecho o
emita una explosión de ruido blanco en su presencia, y
los valores de las hormonas del estrés del roedor se dis-
pararán, como también sucede en las personas preocu-
padas por sus finanzas o sometidas a una agobiante
presión laboral. Pero es curioso que la respuesta fisioló-
gica del ratón al estrés sea notablemente distinta si meses
antes de su concepción, su padre se vio expuesto a cir-
cunstancias estresantes durante un tiempo. «De alguna
manera, su cerebro se desarrolla de un modo diferente a
como habría ocurrido si su progenitor no hubiera expe-
rimentado estrés», afirma Chris Morgan, estudiante
posdoctoral del laboratorio de Bale, quien ayudó a crear
el modelo de ratón para el experimento.
La primera gran pregunta que surge en todo esto es:
¿cómo llega al útero la información del entorno paterno?
A fin de cuentas, «papá solo está ahí una noche y a veces
unas pocas horas», apunta Morgan. ¿Podría transmitir
su esperma recuerdos de un trauma previo? La idea se
antojaba razonable, pero suscitaba controversia. Como
el ADN se halla muy bien empaquetado en el núcleo de
la célula espermática, «la idea de que [la célula] respon-
de a cualquier elemento del ambiente se recibió con
asombro», explica Jennifer Chan, estudiante predoctoral
en el laboratorio de Bale y en la actualidad investigadora
de la Facultad de Medicina Icahn del Monte Sinaí en la
ciudad de Nueva York.
Más bien, debe haber otro tipo de célula, cuyo ADN Esther Landhuis, doctora en inmunología por la Universidad
reaccione a los cambios ambientales, y esa célula, según Harvard, es periodista científica especializada en biomedicina.
MENTE Y CEREBRO
explica Chan, podría pasar la información a los esper-
matozoides para que estos la transmitan en el momento
de la fecundación. La investigadora se centró en el estu-
dio de una población de células que interactúan con es-
permatozoides que se encuentran en fase de desarrollo
a partir de la liberación de moléculas que impulsan el
crecimiento y la maduración de estos. Además, estas
células segregan vesículas extracelulares. Chan constató
que estas últimas, cuyo contenido se fusiona con los es-
permatozoides, son las que inculcan el recuerdo del estrés
paterno.
Chan estresó a un grupo de ratones macho, dejó que
se apareasen y observó las respuestas de las crías nacidas
ante situaciones estresantes. La clave del estudio residía
en un conjunto de experimentos similares a la fecunda-
ción in vitro, para los que la investigadora recolectó es-
permatozoides de un ratón macho que no había experi-
mentado condiciones de estrés. La mitad de su esperma
se depositó en una placa de laboratorio que contenía
vesículas previamente expuestas a hormonas del estrés.
La otra mitad se cultivó con vesículas que no habían
estado en contacto con ese tipo de hormonas.
Chan inyectó espermatozoides de cada lote a los ovo-
citos de una hembra no estresada. A continuación, im-
plantó los óvulos fecundados (cigotos) a ese mismo
ejemplar. Observó que las crías de los cigotos no estre-
sados se desarrollaban con normalidad; en cambio, las
que procedían de los cigotos expuestos al estrés mostra-
ban las mismas respuestas anómalas a las situaciones
estresantes que los padres que habían sufrido esas con-
diciones antes de aparearse. Ello demuestra que las vesí-
culas extracelulares actúan como un vehículo que trans-
mite las señales del estrés paterno a la descendencia,
concluye Chan.
Los hallazgos son «novedosos y de enorme impacto,
en particular si consideramos el impacto del servicio
militar o de otros ambientes laborales con un alto gra-
do de estrés», afirma Robert Rissman, neurocientífico
de la Universidad de California en San Diego y quien
no participó en la investigación. «Convendría entender
mejor la especificidad del efecto y el modo en que los
diferentes tipos o la fuerza de los estresores modulan
ese sistema».
Como primer paso para extrapolar los hallazgos en
roedores a los humanos, Morgan y el psiquiatra Neill
Epperson, de la Universidad de Pensilvania, rastrean los
cambios de las proteínas y del ARN en las muestras de
esperma humano. En la reunión de noviembre pasado,
Morgan presentó los datos que habían obtenido en un
L A AU TO R A
24 N.O 96 - 2019
 AVANCES

estudio de seis meses de duración y que habían llevado
a cabo con una veintena de estudiantes de pre y posgra-
do. Cada mes, los participantes acudían al laboratorio
para donar esperma. El mismo día de la donación debían
responder un cuestionario sobre el estrés que sentían en
ese momento. De acuerdo con los datos preliminares del
estudio, unos meses después de que un estudiante refi-
riera estrés, su esperma mostraba cambios en los «pe-
queños ARN no codificantes», es decir, ARN que no se
traducen en proteínas, sino que controla los genes que
se activan o se inactivan.
El análisis de los espermatozoides de este grupo de
hombres jóvenes sanos permitirá entender la base de los
cambios moleculares relacionados con el estrés leve, por
ejemplo, el que se siente en los exámenes finales. En el
futuro, Bale y sus colaboradores confían comparar esas
fluctuaciones iniciales con los cambios inducidos por
estresores vitales más prolongados, como el trastorno
por estrés postraumático o enfermedades neurológicas
como el autismo y la esquizofrenia.
Las improntas moleculares de las vesículas extracelu-
lares también podrían ayudar a descubrir métodos no
invasivos para el diagnóstico o el pronóstico de situacio-
nes adversas para la salud de la descendencia, afirma
Gerlinde Metz, investigadora de la herencia transgene-
racional de las respuestas al estrés en la Universidad de
Lethbridge en Alberta y ajena a la investigación. De ser
así, estas vesículas podrían constituir la base de una
prueba del estrés pionera. H
© Scientific American Mind

PA R A S A B E R M Á S

Paternal stress exposure alters sperm microRNA content and reprograms offspring HPA stress axis regulation. A. B. Rodgers et al.
en The Journal of Neuroscience, vol. 33, n.o 21, págs. 9003-9012, 2013.
Transgenerational epigenetic programming via sperm microRNA recapitulates effects of paternal stress. A.B. Rodgers et al. en
Proceedings of the National Academy of Sciences, vol. 112, n.o 44, págs. 13.699-13.704, 2015.
Driving the next generation: Paternal lifetime experiences transmitted via extracellular vesicles and their small RNA cargo.
C. P. Morgan, J. C. Chan, T. L. Bale en Biological Psychiatry, vol. 85, n.o 2, págs. 164-171, 2019.

EN NUESTRO ARCHIVO

Herencia y psicología. Joachim Bauer en MyC n.o 29, 2008.

Entre la herencia y la experiencia. Christian Wolf en MyC n.o 47, 2011.

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MENTE Y CEREBRO 25 N. O
96 - 2019
 INTELIGENCIA ARTIFICIAL

PERSONALIDAD Las huellas que dejamos en la Red a través del

correo electrónico o los «me gusta» revelan características sobre
nuestras preferencias y particularidades. Los algoritmos informáticos
son capaces de estimar nuestro carácter incluso con mayor acierto
que nuestra pareja

Rastros digitales
del yo
F R A N K LU E RW E G

En síntesis:El yo transparente

1 2 3
La huella digital de un Las empresas están muy interesa- Aunque estos programas albergan
usuario revela determi- das en ese tipo de datos. Los análi- riesgos para la esfera privada, tam-
nadas preferencias y sis del lenguaje automatizados ya bién ofrecen oportunidades. En el
características personales. se utilizan en la selección de personal. futuro, las aplicaciones para los móviles
También delata los rasgos Por otra parte, parece que la publicidad inteligentes podrían reconocer cuándo
de personalidad y el estado tiene más éxito si el mensaje se ajusta a un paciente está a punto de caer en una
de ánimo. la personalidad del cliente. depresión y alertar al médico.

MENTE Y CEREBRO 26 N.O 96 - 2019

MENTE Y CEREBRO
27
N.O 96 - 2019
GETTY IMAGES / MIHAISURDU / ISTOCK
Q
uien quiera saber qué tipo de persona es
solo necesita visitar la página de Internet
Apply Magic Sauce (applymagicsauce.com),
de la Universidad de Cambridge, intro-
ducir en ella un texto que haya escrito
(fragmentos de un mensaje electrónico,
un tuit o la presentación de su página web) y clicar la
pestaña predict («predecir»). En la pantalla aparecerá un
estudio psicológico y personal pormenorizado: edad y
sexo, capacidad de soportar el estrés, grado de impulsi-
vidad y tendencia política, entre otros datos.
El algoritmo informático tan solo necesita analizar
200 palabras; esto es, más o menos el tercio de un folio
de tamaño DIN A4. Hasta hace unos meses, la página
también podía acceder, si se daba el consentimiento, al
perfil en Facebook del usuario. A partir de los «me gus-
ta» y las entradas redactadas, el software creaba un aná-
lisis detallado de la personalidad del interesado. Esta
opción, por ahora, se encuentra desactivada.
Al parecer, los «me gusta» proporcionan una muy
buena información sobre el estado mental. En 2015, un
equipo dirigido por David Stillwell, de la Universidad de
Cambridge, expuso el modo en que unos algoritmos
podían evaluar a partir de los «me gusta» de una perso-
na los «cinco grandes» de su personalidad (extraversión,
apertura a nuevas experiencias, responsabilidad, amabi-
lidad y neuroticismo). Estos cinco rasgos sirven de base
para describir la naturaleza humana. La proporción de
cada uno en un individuo ayuda a determinar su forma
de ser.
Los psicólogos «entrenaron» al algoritmo, primero,
con datos de más de 70.000 personas que disponían de
un perfil en Facebook. Previamente, todas habían cum-
plimentado un cuestionario de personalidad. De esta
manera, los experimentadores conocían sus «cinco
grandes». El ordenador analizó los «me gusta» de los
sujetos en las cuentas de Facebook, los cuales suelen
estar asociados a determinados rasgos de la personalidad.
Se encontró, por ejemplo, que los usuarios extravertidos
solían levantar los pulgares digitales con mayor frecuen-
cia para actividades como «festejar» o «bailar». En cam-
bio, los participantes en los que destacaba la apertura a
las nuevas experiencias manifestaban predilección por
el pintor Salvador Dalí (1904-1989) con una frecuencia
por encima de la media.
Pero ¿son apropiadas estas relaciones transversales
para determinar la personalidad de cualquier usuario de
Facebook? Sí, incluso sorprendentemente bien: con 10
«me gusta», el programa valoraba la manera de ser de una
persona, en promedio, tan acertadamente como un
compañero de trabajo; con 70, afinaba en la evaluación
tanto como un amigo, y con 300, superaba incluso a la
pareja. A los investigadores les desconcertó todavía más
que, a partir de las muestras de agrado, el programa
pudiese determinar si una persona padecía depresión,
consumía drogas o los estudios que había realizado.
MENTE Y CEREBRO 28
Sandra Matz, en la actualidad en la Escuela de Nego-
cios de Columbia, en Nueva York, publicó en 2017 un
estudio sobre la utilidad de este tipo de análisis. Para su
investigación empleó uno de los servicios que Facebook
ofrece a las empresas, para que estas puedan dirigir los
anuncios a usuarios concretos según los «me gusta» que
estos otorgan. Matz creó dos campañas publicitarias para
un mismo producto de cosmética. En uno de los anuncios
una joven bailaba en una discoteca de forma desenfada-
da. El otro mostraba a una mujer de edad similar que se
maquillaba delante de un espejo. Bajo esa imagen apare-
cía el lema: «La belleza no debe llamar la atención».
Las dos campañas duraron una semana. Las visionaron
alrededor de tres millones de usuarias de Facebook. La
publicidad de la discoteca se mostró solo a las mujeres
con un perfil extrovertido, mientras que la de la joven
que se maquillaba la vieron las participantes que, según
se desprendía de sus «me gusta», eran más introvertidas.
En un tercer grupo (grupo de control) se utilizó la estra-
tegia contraria. ¿Resultado? Si el anuncio se ajustaba a la
personalidad de la destinataria, las ventas aumentaban
hasta un 50 por ciento.
Hasta ahora, los publicistas siguen otro principio:
dirigen sus campañas a los clientes que en el pasado ya
han comprado un producto determinado o que lo han
marcado con un «me gusta». De esta manera, pretenden
asegurarse de que solo llegan a los que realmente se in-
teresan por su oferta. Para delimitar el grupo destinatario,
lo sensato sería orientarse a partir de la conducta de la
compra anterior. «Pero mi estudio trata otra cuestión: el
ajuste del mensaje publicitario, es decir, el modo en que
se debe comunicar», subraya Matz.
El poder de los macrodatos
Stillwell fue uno de los pioneros en ahondar en la interre-
lación entre los «me gusta» y los «cinco grandes» de la
personalidad. En 2007, desarrolló una aplicación para
Facebook mediante la que los usuarios podían comprobar
su manera de ser. Más de cuatro millones de personas
aprovecharon la oportunidad en los años siguientes. El
40 por ciento de estas permitió que el software, además
de registrar los resultados, accediese a sus conductas en
Facebook; entre ellas, la concesión de «me gusta».
Investigadores de todo el mundo han mostrado un
gran interés por esta información. Hasta la fecha se han
publicado unos 50 artículos y tesis doctorales sobre el
E L AU TO R
Frank Luerweg, es periodista científico.
Ha dejado que el progama de applyma-
gicsauce.com analice este artículo. Según
el algoritmo, el texto corresponde a una
mujer de 23 años. Él tiene 49 años y es
varón.
N.O 96 - 2019
 INTELIGENCIA ARTIFICIAL / PERSONALIDAD

tema. Los datos recogidos por la aplicación ofrecen una
enorme ventaja: registran el modo en que se comportan
las personas sin que ellas tengan conocimiento de que se
investiga su conducta. Por esa razón, presentan una gran
validez y son codiciados tanto por los investigadores
como por las empresas [véase «Investigación a través
de Facebook», por Hanna Drimalla; Mente y Cerebro
n.o 81, 2016]. Un ejemplo de este interés creciente es la
compañía Cambridge Analytica. En marzo del año pa-
sado se conoció que en 2014 la empresa había comprado
a gran escala datos personales de usuarios de Facebook.
Se habló de más de 80 millones de perfiles.
Entre los ámbitos de negocio de Cambridge Analytica,
actualmente insolvente, se encontraba la publicidad
electoral personalizada. En otras palabras, el envío de
mensajes políticos de forma individualizada, lo que
aumenta el efecto potencial de la propaganda. En 2016,
Alexander Nix, director de la empresa, explicó durante
una presentación en Nueva York el modo en que puede
funcionar este método. Para su charla eligió como ejem-
plo una petición controvertida: la vigencia del derecho
de posesión de armas en Estados Unidos (puede encon-
trarse un vídeo de la presentación en YouTube bajo el
título «Cambridge Analytica: The power of big data and
psychographics»). Para los votantes menos convencidos,
Nix propuso una campaña en la que se podía ver la ima-
gen de un robo. Para los más tradicionalistas, sugirió
dirigirse a ellos con la fotografía de un padre y un hijo
que iban de caza. En el fondo, se trataba de la misma
estrategia que Matz había empleado para su estudio con
productos cosméticos.
Unas semanas después de la conferencia de Nix, Donald
Trump fue elegido presidente de Estados Unidos. Cam-
bridge Analytica reclamó para sí una parte del éxito:
gracias a los datos recogidos por la empresa, el equipo
de campaña electoral de Trump supo cómo debía diri-
girse a los electores. No obstante, muchos científicos
consideraron esa conclusión exagerada. «El hecho de que
un director de empresa poco convincente se jacte de lo
mucho que puede influir en la gente no debe considerarse
de buenas a primeras una verdad absoluta», señala Philipp
Hübl, filósofo e investigador del poder del inconsciente,
entre otros temas. «Al fin y al cabo, el producto que
Cambridge Analytica quiere vender no es otro que la
influencia.» Conocedor del estudio de Matz, Hübl con-
sidera que comprar cosmética a 15 euros y decidir un
voto son cosas completamente distintas. «En esa situación
sopesamos mucho más. Incluso resultaría difícil conven-
cer a los electores que no suelen votar siempre al mismo
partido con tan solo banners o noticias falsas.»
«Es indiscutible que Cambridge Analytica exagera
sobre lo que se puede conseguir», subraya también Matz.
«Pero considero extremadamente improbable que la
mercadotecnia psicológica no tenga efecto alguno en
unas elecciones. Los indecisos son los más propensos a
decantarse por una u otra posición, aunque seguramen-
te no es posible convertir a un seguidor de Clinton en un
votante de Trump.»
La psicóloga está convencida de que el marketing
psicológico todavía se encuentra en pañales. Hoy en día,
los ordenadores pueden determinar, hasta cierto punto,
el estado anímico de una persona a partir de su voz o
expresión facial. En el futuro, posiblemente también
nuestro teléfono inteligente sabrá cómo nos sentimos,
augura Matz. Un desarrollo que podría resultar de sumo
interés para el sector, ya que, según los estudios, las per-
sonas que están de buen humor se dejan llevar antes por
los impulsos de compra. Dentro de unos años es posible
que en la pantalla de nuestro móvil aparezca publicidad
solo cuando estemos de buen humor.
¿Se trata de ciencia ficción? Quizá. Pero a comienzos
de 2018, cuatro programadores presentaron en la confe-

A B
GETTY IMAGES / CAIAIMAGE / PAUL BRADBURY

GETTY IMAGES / HYBRID IMAGES

«Baila como si nadie mirara (aunque lo hagan).» «La belleza no tiene que llamar la atención.»

En el marco de un estudio, se crearon dos campañas publicitarias para un mismo producto cosmético dirigidas
a usuarias de Facebook. A las mujeres que, a través de sus «me gusta», mostraban un perfil extrovertido, se les
­presentaba la versión A; a las más introvertidas, la B. Esta estrategia de ajustar el anuncio a la personalidad del
­destinatario hizo que las ventas aumentaran hasta en un 50 por ciento.

MENTE Y CEREBRO 29 N.O 96 - 2019

Seguimiento de los pacientes a través del teléfono móvil
Si Ventura*, de 25 años, se saltase
la primera clase y se quedase en la
cama hasta mediodía, su compor-
tamiento no pasaría inadvertido.
Este universitario cuenta con un
compañero de piso virtual que re-
gistra su rutina diaria e informa so-
bre ella. El domingo por la mañana
salió a correr, regresó a casa para
comer y, por la tarde, dio un paseo
por el parque. El compañero de piso
también sabe con qué frecuencia
y cuánto tiempo ha telefoneado en
los últimos tres días, y que la ma-
drugada de ayer envió cuatro men-
sajes de WhatsApp y dos correos
electrónicos, uno de ellos de más
de 2000 caracteres.
Ventura padece un trastorno
afectivo bipolar, una enfermedad
mental en la que el estado de ánimo
y la conducta de la persona oscilan
una y otra vez entre dos extremos.
En ocasiones, los afectados se en-
cuentran tan deprimidos que ape-
nas consiguen superar el día a día a
lo largo de la semana. Luego vuel-
ven a experimentar fases en las que
están eufóricos, se sienten llenos de
energía y persiguen sus proyectos de
manera incansable.
Un programa instalado en el telé-
fono inteligente de Ventura registra
todas sus actividades: el comienzo
y la duración de sus llamadas telefó-
nicas, los datos del GPS y podóme-
tro, cuándo y qué aplicaciones del
móvil utiliza, etcétera. Cada seis ho-
ras, la información se transmite a
un servidor. Ventura participa en
BipoLife, un proyecto que coordina
la Clínica Universitaria de Dresde
con el objetivo de mejorar el diag-
nóstico y la terapia de las personas
con trastorno bipolar en Alemania.
Los investigadores prevén supervi-
sar los móviles de 180 pacientes du-
rante dos años. La idea es que los
datos que registren aporten infor-
mación sobre el estado psicológico
de los pacientes en cada momento.
Las personas con trastorno bipo-
lar no suelen percibir cuándo van a
caer en un episodio depresivo o ma-
níaco. Eso mismo le sucedía a Ven-
tura. «En las fases de euforia me
abandonaba al trabajo. Dormía solo
tres o cuatro horas y escribía
correos electrónicos a los profesores
de madrugada. No era normal, pero
en esos momentos no me daba
cuenta. Todos me admiraban por
mi energía», explica. En casos como
el suyo, la aplicación del teléfono
móvil podría ayudar. «Un algoritmo
informático se encarga de evaluar
esos datos», indica Esther Mühl-
bauer, de la Clínica de Psiquiatría
y Psicoterapia de Dresde. Este algo-
ritmo reconoce si un paciente tele-
fonea menos de lo normal o si ya no
sale de casa. O, por el contrario,
si está activo las 24 horas del día
y apenas duerme. «En esas situacio-
nes, se informa por mensaje electró-
nico al psiquiatra que lo trata», con-
tinúa Mühlbauer. «Este se pone
en contacto con el paciente.»
Todo ello funciona de manera
automática. Para conseguirlo, los
investigadores deben registrar pri-
mero el uso que los pacientes hacen
del móvil cuando están psicológica-
mente estables. El programa solo
activará la alarma si su conducta se
desvía de un patrón sano. El objeti-
vo es que el médico registre la señal
de aviso a tiempo para actuar de in-
mediato. Ventura considra este ser-
vicio tranquilizador: «Siempre ten-
go a alguien que observa el curso de
la enfermedad. Para los solteros,
esto puede ser una valiosa ayuda».

* Nombre alterado por la redacción.

rencia nwHacks, en Canadá, una aplicación que se ajus- aprendió la mímica que muestra el rostro humano según
ta bastante a esa idea. Su miniprograma Loki, que se el estado emocional: por ejemplo, cuando nos reímos se
aplica en el iPhone X, evalúa las imágenes de la cámara elevan las comisuras de los labios. Este tipo de algoritmos
frontal para identificar al usuario y reconoce en tiempo se emplean con frecuencia para el reconocimiento de
real las expresiones faciales de alegría, tristeza, rabia y
imágenes.
sorpresa. Los desarrolladores emplearon esa técnica para, El psicólogo de la Escuela de Posgrado de Negocios
por ejemplo, adaptar el contenido de un servicio de Stanford, Michal Kosinski, ha comprobado hasta qué
noticias al estado de ánimo del propietario del móvil. No punto este tipo de programas pueden ofrecer buenos
obstante, advierten que las empresas podrían utilizar esteresultados. Junto con Yilun Wang, de la Universidad
tipo de «detector de emociones» para difundir su publi- Stanford, llevó a cabo un experimento que provocó
cidad de manera selectiva. Además, su instalación no sensación. Los investigadores «alimentaron» a un orde-
requiere grandes esfuerzos: el equipo necesitó escasa- nador con cientos de miles de fotografías de un portal
mente 24 horas para programar la aplicación. de citas, cada una de ellas con información sobre la
orientación sexual de la persona retratada. A continua-
Amenazas de muerte ción, pusieron a prueba el programa con dos caras a las
El programa Loki se basa en un proceso de autoaprendi- que no había sido expuesto con anterioridad: una era de
zaje. Al principio, los desarrolladores lo entrenaron con un hombre homosexual; la otra, de uno heterosexual. El
unas 100 expresiones faciales en las que se indicaba la software acertó las preferencias sexuales de los sujetos
correspondiente emoción. De esta manera, la aplicación en cuatro de cada cinco casos. Los humanos, en cambio,

MENTE Y CEREBRO 30 N.O 96 - 2019

 INTELIGENCIA ARTIFICIAL / PERSONALIDAD

Homosexual
Heterosexual

Mediante el análisis de 83 puntos y sirviéndose de una imagen de un portal de citas, un algoritmo reconoció en
cuatro de cada cinco casos la orientación sexual de los varones. Además, el programa generó un rostro prototipo
«heterosexual» (izquierda) y uno homosexual (derecha) a partir de los datos. También calculó el promedio de las
diferencias en los rasgos faciales.

se equivocan con mayor frecuencia en este tipo de esti-
maciones.
Todavía hoy en día existen países en los que los ho-
mosexuales deben temer por su vida, por lo que se en-
tiende que muchas personas vean con miedo este tipo de
programas. Después de publicar los resultados en 2017,
Kosinski recibió amenazas de muerte. «Pero no trataba
de demostrar lo estupendo que es predecir la orientación
sexual. El estudio es, de hecho, una advertencia y un
llamamiento al respeto de la esfera privada», aclara el
investigador.
La mayoría de las personas no es consciente de que las
fotografías revelan detalles íntimos sobre ellos. A finales
de 2016, informáticos de la Escuela Politécnica Federal
de Zúrich demostraron que la personalidad de los usuarios
de Facebook puede predecirse con más exactitud si, ade-
más de los «me gusta», se recurre a la imagen del perfil
como fuente de información. Los investigadores desco-
nocen cuáles son los detalles en los que se fija el algoritmo
para ello (si en el corte de pelo o en la indumentaria del
retratado). A menudo, las reglas que siguen los procesos
de autoaprendizaje son un enigma [véase «El problema
de la caja negra», por Davide Castelvecchi; Investigación
y Ciencia, abril de 2017].
Posiblemente, esa sea una de las características que con-
vierten a estos algoritmos en fascinantes a la vez que en
alarmantes. ¿Cómo sabe la máquina que el hombre de la
fotografía es homosexual? ¿Qué rasgos del mensaje de
correo electrónico le revelan que un usuario es meticu­loso
e introvertido? «La predicción de la personalidad de alguien
siempre se plantea como algo casi mágico», señala Rasmus
Rothe, investigador que participó en el estudio de la Es-
cuela Politécnica Federal de Zúrich. «Pero los modelos
informáticos no hacen más que detectar correlaciones. Eso
no es nuevo y, menos aún, revolucionario.»
A Rothe le molestan las exageraciones que estos pro-
cedimientos provocan y que algunos alimentan de ma-
nera intencionada. Numerosas empresas han descubier-
to el análisis de la personalidad automático como
modelo de negocio y se vanaglorian del poder de este
procedimiento.
Cambridge Analytica no es el único ejemplo en este
sector. La compañía israelí Faception afirma que puede
determinar si el cociente intelectual de una persona es
alto, si tiene inclinaciones pedófilas o si se trata de un
terrorista en potencia a partir de su fotografía. Los exper-
tos albergan dudas sobre la fiabilidad de este tipo de
programas. «Al fin y al cabo, los algoritmos solo permiten
enunciados estadísticos», subraya Rothe. De esta manera,
no es posible reconocer con seguridad si una persona es
más inteligente que la media. «El programa predice que
quien tiene la misma apariencia que tú presenta, desde
un punto de vista estadístico, un cociente intelectual
elevado.» Eso también podría significar que el programa
esté equivocado en cuatro de cada diez casos.
Resulta problemático sacar conclusiones sobre un
individuo a partir de relaciones estadísticas. Una y otra
vez se producen valoraciones erróneas. En algunos
casos, seguramente esos fallos pueden asumirse. Que
la evaluación del texto según applymagicsauce.com
conduzca a un resultado falso tiene pocas consecuencias.
Sin embargo, en otros ámbitos, el impacto resulta más
espinoso, sobre todo porque se acumula un mayor
número de estimaciones erróneas cuanto menos común
es el rasgo que se busca. Incluso si los algoritmos infor-
máticos de Faception pudieran reconocer el 90 por
ciento de terroristas en Alemania, el número de estas
personas en el país es reducido, por lo que por cada
acierto podrían darse miles de sospechosos equivocados.
La propia empresa no ha contestado a las preguntas
sobre la exactitud de sus análisis y el manejo de los
falsos positivos.
Junto a los «me gusta» y las fotografías, el movimiento
de los ojos también revela mucha información sobre

MENTE Y CEREBRO 31 N.O 96 - 2019

 INTELIGENCIA ARTIFICIAL / PERSONALIDAD
nosotros. Sabrina Hoppe, informática de la Universidad
de Stuttgart y otros científicos equiparon a estudiantes
con un dispositivo de seguimiento de ojos (eye tracker).
Pidieron a los participantes que pasearan durante 10
minutos por el campus y que compraran algo en una
tienda. A partir del movimiento de los ojos, los inves-
tigadores determinaron los «cinco grandes» de los
sujetos.
Asimismo, la forma de hablar de cada persona per-
mite obtener una visión bastante acertada sobre su
personalidad. La empresa alemana Precire se ha espe-
cializado en el análisis del texto hablado y escrito. Para
ello, ha desarrollado una especie de entrevista personal
automatizada: los candidatos a un puesto de trabajo
conversan por teléfono con un ordenador que, a partir
de sus respuestas, elabora un perfil psicológico detalla-
do. Entre los clientes de Precire se encuentran la gestora
del aeropuerto de Fráncfort, Fraport, y la empresa de
recursos humanos internacional Randstad. Esta última
utiliza el programa para la selección de trabajadores
desde 2014.
El software de Precire analiza la selección de palabras
y determinadas combinaciones de vocablos, la cons-
trucción de frases, las influencias dialectales, los errores,
las partículas expletivas, la pronunciación y la ento­nación,
entre otras características del habla del individuo. La
base de datos del algoritmo contiene 5200 entrevistas
con personas que han cumplimentado un test de per-
sonalidad. La empresa de recursos humanos combina
este método con otros procedimientos de selección,
como es la entrevista personal. Andreas Bolder, jefe de
personal de Randstad en Alemania, explica: «La aplica-
ción del programa es más eficiente, rápida y barata que
los procesos tan costosos en tiempo como las entrevis-
tas de evaluación situacional. Se obtienen resultados
muy similares y es más rentable para los candidatos y
los reclutadores».
Prevención del suicidio
Facebook utiliza las posibilidades del análisis automático
del lenguaje escrito con un fin distinto: identificar a las
personas que presentan riesgo de suicidio, según infor- Predicting the big 5 personality traits from digital footprints on
mó la empresa en marzo de 2017 a través de un comu- social media: A meta-analysis. D. Azucar et al. en Personality
nicado de prensa. En años anteriores, la red social había
detectado frecuentes casos de usuarios que anunciaban
que se iban a suicidar. Algunos, incluso, llegaron a re- at detecting sexual orientation from facial images. M. Kosinski
transmitir el acto por la plataforma Livestream. Un
algoritmo podría detectar esas situaciones de riesgo, lo
que permitiría que los colaboradores de la red social
contactaran con él.
Este enfoque podría funcionar. En 2016, los colabo-
radores del programador Glen Coppersmith informaron
que habían encontrado indicios de riesgo de suicidio
tan marcados en los tuiteos que deberían llevar a pen-
sar en la conveniencia de emplear el programa como
método de evaluación preventiva. Mas, con frecuencia,
MENTE Y CEREBRO
no se necesita analizar el contenido del texto. Una de-
presión grave suele acompañarse de cambios en el
comportamiento característicos, los cuales se pueden
medir con ayuda de un teléfono inteligente. La Clínica
Universitaria de Dresde utiliza este método para detec-
tar en pacientes con un trastorno afectivo bipolar si van
a sufrir una fase maníaca o una depresiva. Estos usua-
rios permiten, de manera voluntaria, que el móvil les
controle.
En cambio, si se evalúa a los usuarios sin que estos
hayan dado explícitamente su consentimiento ni tengan
conocimiento de ello, se vulnera la esfera de la privacidad.
Y no todo el mundo está dispuesto a aceptarlo, por muy
buenas que sean las intenciones. La organización Sama-
ritans, entidad sin ánimo de lucro que funciona en Gran
Bretaña e Irlanda para ayudar a las personas en riesgo de
suicidio, vivió una situación de este tipo. En 2014, pre-
sentó una aplicación creada para detectar los mensajes
en Twitter que revelaban un estado emocional de crisis
(«Estoy harto de estar solo» o «Me odio a mí mismo»).
Sin embargo, no se pidió ni contó con el consentimiento
o el conocimiento previo de los usuarios, cuyos escritos
se recopilaban. En cambio, la aplicación informaba a las
personas que usaban la aplicación que el sujeto al que
seguía se encontraba anímicamente mal. Las críticas
resultaron abrumadoras. Nueve días después de estre-
narse, se suspendió la aplicación. H
PA R A S A B E R M Á S
Computer-based personality judgments are more accurate than
those made by humans. W. Youyou et al. en PNAS, vol. 112,
págs. 1036-1040, 2015.
Language-based personality: A new approach to personality
in a digital world. R. L. Boyd y J. W. Pennebaker en Current
Opinion in Behavioral Sciences, vol. 18, págs. 63-68, 2017.
Psychological targeting as an effective approach to digital mass
persuasion. S. C. Matz et al. en PNAS, vol. 114,
págs. 12.714-12.719, 2017.
and Individual Differences, vol. 124, págs. 150-159, 2018.
Deep neural networks are more accurate than humans
e Y. Wang en Journal of Personality and Social Psychology,
vol. 114, págs. 246-257, 2018.
Natural language processing of social media as screening for
suicide risk. Glen Coppersmith et al. en Biomedical Informatics
Insights, vol. 10, págs. 1-11, 2018.
EN NUESTRO ARCHIVO
Perfil profesional en las redes sociales. Tomás Chamorro-­
Premuzic y Christopher Steinmetz en MyC n.o 70, 2015.
¿Somos solo cerebro? Christian Wolf, en este mismo número.
32 N.O 96 - 2019
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 NEURO CIENCIA

INTELIGENCIA ARTIFICIAL Los neuroinformáticos se inspiran en el

funcionamiento del cerebro humano para crear redes neuronales
­artificiales capaces de efectuar tareas cada vez más exigentes. En cierto
modo, son más eficientes que las personas, pero, por el momento,
­presentan un inconveniente: son terriblemente olvidadizas

El complejo
­aprendizaje
de los programas
­inteligentes
CHRISTIAN WOLF

En síntesis:
Objetivo: optimizar la memoria

1
Las redes neuronales artificiales asumen tareas exi-
gentes, como reconocer caras, jugar al ajedrez y
poner por escrito lenguaje hablado.

2
A diferencia de las personas, hasta ahora solo
pueden aprender una actividad en cada momento,
lo que les exige mucho tiempo y una gran canti-
dad de datos. Ello se debe, entre otros factores, a la falta
de memoria.
GETTY IMAGES / MF3D / ISTOCK

3
Los neuroinformáticos dotan a los nuevos algorit-
mos de un «componente de memoria». Este dis-
positivo impide que la red sobrescriba lo ya
a­ prendido.

MENTE Y CEREBRO 34 N.O 96 - 2019

MENTE Y CEREBRO 35 N.O 96 - 2019
E
n los últimos años, la investigación en in-
teligencia artificial (IA) ha experimentado
un progreso extraordinario. Cada vez con
mayor frecuencia, los impulsos proceden
de la neurociencia. A través de redes neu-
ronales artificiales se intenta simular el
funcionamiento del cerebro humano. En la actualidad,
el llamado «aprendizaje profundo» ocupa el interés de
muchos neuroinformáticos.
Con el aprendizaje profundo se ha logrado que los
dispositivos digitales consigan reconocer caras y voces
humanas. Y no solo eso. También ha propiciado la idea
de que los programas inteligentes revelen la personalidad
e incluso el estado de ánimo de una persona. Pero ¿cómo
consigue un programa alcanzar tales logros? A grandes
rasgos, el aprendizaje profundo se guía por la estructura
del cerebro humano, de manera que simula una red muy
tupida de neuronas. Al igual que nuestro cerebro, apren-
de a partir de la experiencia, modificando los pesos re-
lativos de las conexiones nerviosas artificiales hasta que
produce los datos de salida deseados (por ejemplo, reco-
nocer la cara de una persona en una fotografía).
Las redes artificiales se hallan dispuestas en capas o
niveles que procesan características con un grado de
complejidad cada vez más elevado. Por ejemplo, si se
trata de identificar una cara en una imagen, las «neu-
ronas» del primer nivel registran, igual que la retina
del ojo, solo los valores de luminosidad de cada uno
de los píxeles. La siguiente capa «observa» que algunos
píxeles se encuentran relacionados con los contornos,
mientras que la siguiente diferencia entre líneas hori-
E L AU TO R
Christian Wolf es doctor en filosofía
y periodista científico.
zontales y verticales, y así sucesivamente, hasta la últi-
ma capa. En ese momento, el algoritmo reconoce una
cara; distingue una nariz y dos ojos que se hallan a la
distancia adecuada.
Para que una red neuronal artificial aprenda a identi-
ficar a personas en una imagen, se la expone a decenas
de miles de fotografías. Mediante el llamado proceso de
entrenamiento controlado, se le proporciona una infor-
mación adicional importante: si aparece una persona en
la imagen o no. Con cada foto que «visualiza», el progra-
ma mejora su capacidad de reconocimiento facial hasta
que, tras un entrenamiento exhaustivo, reconoce si
aparecen personas en las imágenes.
Enseñar a aprender
«El método del aprendizaje profundo ha mostrado que,
con grandes cantidades de datos, las redes neuronales
artificiales pueden aprender cosas muy interesantes»,
apunta Helge Ritter, neuroinformático de la Universidad
de Bielefeld. Entre ellas se cuentan, además de la capaci-
dad de identificar caras, la de transcribir el lenguaje ha-
blado o determinar los rasgos de personalidad de un

Entrenamiento Datos de entrada

Cómo reconocen a los gatos Durante la fase de entrenamiento, Después, el algo-
la red aprende, gracias a miles de ritmo recibe una
imágenes, a clasificar distintas imagen desconoci-
Los informáticos utilizan los procesos de aprendi- especies animales. da con un gato.
zaje profundo para que el ordenador pueda identi-
ficar objetos, signos o caras en las fotografías. Para
ello, organizan las redes neuronales artificiales en
niveles que procesan características cada vez más
complejas. En primer lugar, el algoritmo se entrena
con un conjunto de datos de gran volumen. Si tiene
que aprender, por ejemplo, a reconocer gatos en las
imágenes, se le expone a miles de fotografías de fe-
linos, pero también de otras cosas, con la informa-
ción adicional, en cada caso, de lo que aparece en la
imagen. Cuando el entrenamiento ha finalizado, se
somete al programa a la auténtica prueba: unos da-
tos de entrada, por ejemplo, la foto de un animal.
El programa analiza las distintas características
capa a capa. En los niveles inferiores, las formas
simples; en los siguientes, las estructuras comple-
jas, y en los superiores, los conceptos abstractos.
Al final, los datos de salida revelan si el animal es
o no un gato.

MENTE Y CEREBRO 36 N.O 96 - 2019

 NEURO CIENCIA / INTELIGENCIA ARTIFICIAL
sujeto. «Con un gran volumen de datos son capaces de
alcanzar rendimientos humanos», sostiene Ritter.
Pero ¿por qué las personas aprenden más rápido y
necesitan menos ejemplos? «Suponemos que, entre otros
motivos, se debe a nuestra memoria», explica. «Contamos
con distintas formas de memoria que nos permiten
aprender. De momento, los investigadores intentan co-
piarlas de manera artificial.»
Los informáticos se interesan, sobre todo, por la me-
moria episódica, que retiene determinados aspectos de
experiencias pasadas. En este proceso destaca el papel
del hipocampo, a través del cual se «introducen» las
nuevas experiencias en el cerebro. Después, estas viven-
cias se consolidan y se archivan en la corteza cerebral o,
para ser más exactos, en la neocorteza, sobre todo du-
rante el sueño y en las fases de inactividad. Para que las
experiencias entren a formar parte de la memoria a largo
plazo, mientras dormimos el cerebro vuelve a poner en
marcha en el hipocampo los patrones de actividad que
habían estado en funcionamiento durante la vivencia en
cuestión.
Los investigadores observaron este fenómeno por
primera vez en roedores: cuando las ratas caminaban
por un laberinto, se activaban en su hipocampo las
llamadas neuronas reticulares, las cuales representan
una ubicación determinada. Mientras los animales
dormían, ese mismo patrón de actividad neuronal se
repetía, como si los múridos pasaran revista a la excur-
sión diurna con los ojos de la mente [véase «Memoria
cartográfica», James A. Knierim; Mente y Cerebro
n.o 30, 2008]. Si los científicos interferían en ese proce-
Capas inferiores Capas intermedias
Las neuronas artificia- La red reconoce es-
les identifican formas tructuras complejas,
simples, como los con- como las patas, la
tornos y las esquinas. cara o la cola.
MENTE Y CEREBRO
so nocturno, las ratas se orientaban peor en las pruebas
de orientación siguientes.
El equipo del informático y neurocientífico Demis
Hassabis, de DeepMind, una empresa de Google dedica-
da a la IA, aprovechó estos hallazgos. En 2015, su red
neuronal computacional aprendió a manejar los juegos
clásicos de Atari. Como datos de entrada se utilizaron
solo los píxeles de colores de la pantalla y el tanteo. A
partir de esa información, la red indicó los movimientos
que debía realizar la palanca de mando. El entrenamiento
se basó en el principio del aprendizaje mediante refuerzo.
En este tipo de procesos, las decisiones correctas se pre-
mian con una recompensa posterior, en este caso, me-
diante puntos de victoria. El algoritmo aprendió de
manera progresiva mediante el aprendizaje por ensayo y
error.
Uno de los componentes esenciales de la red era una
suerte de tecla de repetición. La red almacenaba parte de
los datos del entrenamiento y los repetía «fuera de línea»
para, de esta manera, volver a aprender de sus aciertos y
errores. Como se demostró, el algoritmo de Hassabis era
superior a otros. No solo comprendía mejor; también lo
hacía más rápido.
En la actualidad, se están desarrollando varios pro-
yectos para incorporar una especie de memoria episódi-
ca en las redes neuronales artificiales, informa Ritter. El
objetivo es siempre el mismo: acortar el tiempo de
aprendizaje y reducir la cantidad de ejemplos necesarios
para entrenar al programa. En 2016, el informático Oriol
Vinyals y su equipo de DeepMind demostraron una
forma de lograrlo: dotaron a una red con un «compo-
Capas superiores Datos de salida
Las neuronas registran La red neuronal
conceptos abstractos, evalúa de qué
como las distintas animal se trata.
especies animales.
YOUSUN KOH, SEGÚN «WHY DEEP LEARNING IS SUDDENLY CHANGING YOUR LIFE».
R. PARLOFF EN FORTUNE.COM, 28 DE SEPTIEMBRE DE 2016
10 % perro
90 % gato
37 N.O 96 - 2019
 1 2 3

Tarea A Tarea A
Protección para las sinapsis

YOUSUN KOH, SEGÚN DEEPMIND BLOG

Los investigadores han desarrollado 4 5
una red neuronal artificial que protege
la información ya aprendida (tarea A),
de manera que no se sobrescriban con
los nuevos contenidos (tarea B). Per-
mite aprovechar las capacidades adqui-
ridas para aprender cosas nuevas.
Tarea B Tarea B

nente de memoria» que almacenaba informaciones útiles minante: las espinas dendríticas se conservan en el curso
para la tarea que debía llevar a cabo. de nuevos procesos de aprendizaje, de manera que la
Bien es verdad que seguía siendo necesario recurrir a transmisión sináptica se intensifica de forma duradera.
un conjunto grande de datos (60.000 imágenes) para su De este modo se consolida y se fija la experiencia.
entrenamiento. Estos datos incluían objetos y seres vivos A este «truco» del modelo biológico recurrieron los
de 100 categorías (como coches o gatos), con 600 imáge- investigadores de DeepMind y los del Colegio Imperial
nes de ejemplo para cada una de ellas. Tras 80 categorías, de Londres en un estudio de 2017, en el que volvieron a
el algoritmo ya había «comprendido» el principio. A centrarse en la red neuronal artificial que había conse-
partir de ese momento, todo fue muy rápido: en las guido dominar los juegos de Atari dos años antes. Esta
20 categorías restantes, el algoritmo reconocía animales vez la dotaron de un algoritmo que trabajaba siguiendo
nuevos (como un perro) después de una sola imagen el modelo de la consolidación sináptica. En otras palabras,
como ejemplo. Más o menos, igual que los humanos. debía «bloquear» las interconexiones simuladas que ya
Nosotros también aprendemos con mayor rapidez cuan- se habían reforzado para una tarea anterior con el fin de
do podemos aplicar conocimientos ya disponibles a los evitar su sobrescritura.
contenidos novedosos. El invento funcionó. Con el nuevo algoritmo, el pro-
grama podía estudiar varios juegos de forma sucesiva sin
Fallo fatal de la memoria experimentar «olvidos catastróficos». De este modo, con-
Pero ¿qué ocurre con los conocimientos adquiridos? siguió algo que a las personas nos resulta natural: aprender
¿Pueden aumentar hasta el infinito? Durante mucho de manera continua. Sin embargo, los resultados en cada
tiempo, la investigación en IA se enfrentó a un problema juego por separado de esta red «polivalente» eran peores
conocido entre los expertos como «olvido catastrófico», que los que obtenían sistemas especializados en un solo
un auténtico horror para los informáticos. En cuanto un juego. Con todo, el algoritmo no solo demostró su par-
algoritmo ha aprendido una tarea después de un trabajo ticular modo de aprendizaje con los videojuegos, sino
exhaustivo, las interconexiones ponderadas de la red también en el reconocimiento de cifras escritas a mano.
neuronal que son adecuadas para esa actividad se opti- «Hasta ahora, todos los pasos del aprendizaje profundo
mizan en relación con una segunda tarea, de manera que, repercuten en toda la red de neuronas», señala Ritter. En
al final, este proceso hace que las interconexiones para el futuro, los sistemas deberían decidir por sí mismos qué
la primera tarea se sobrescriban. Por ese motivo, la red contenidos de aprendizaje acumulan y les protegen de la
de DeepMind no podía ensayar más de un juego de sobrescritura, sostiene el neuroinformático. Nuestro cere-
Atari cada vez. bro ha resuelto esta cuestión en parte gracias a los sistemas
Para solventar este obstáculo, los investigadores de IA de memoria especializados. Así, las experiencias sensiti-
también pueden inspirarse en el cerebro. Cuando un vomotoras llegan a un sistema de memoria, las impresio-
roedor aprende algo nuevo, ese aprendizaje refuerza las nes visuales, a otro, y los sonidos, a un tercero.
sinapsis entre las neuronas implicadas. A la vez, crecen
las espinas dendríticas, pequeñas prolongaciones sobre Una mirada a lo esencial
las dendritas ramificadas que contienen el componente Cuando las redes neuronales artificiales rastrean objetos
receptor de las sinapsis. Y ahora viene la cuestión deter- o personas en una fotografía, tienen mucho trabajo por

MENTE Y CEREBRO 38 N.O 96 - 2019

 NEURO CIENCIA / INTELIGENCIA ARTIFICIAL
delante. En las capas del primer nivel de procesamiento
dedican la misma atención a todos los píxeles de la ima-
gen. El sistema visual de los primates obra de manera
más eficiente, puesto que no apunta a todas las zonas de
la imagen al mismo tiempo, sino que elige fragmentos a
los que dedica una especial atención. De manera similar,
los humanos dejamos que nuestra mirada se centre y
vague de acá para allá con el objetivo de registrar lo más
importante. Para lograrlo, movemos los ojos entre tres y
cinco veces por segundo en una serie de saltos cortos y
bruscos. Son las llamadas sacadas oculares, las cuales
controlan el área visual frontal del lóbulo frontal. Cuan-
do leemos, la fóvea, la región de máxima agudeza visual
de la retina, se mueve de una palabra a otra.
En 2015, el informático Jimmy Lei Ba y su equipo de
la Universidad de Toronto dotaron a una red neuronal
artificial de un mecanismo parecido al de los movimien-
tos sacádicos de los humanos. El programa debía apren-
der a dirigir la «atención visual» a un objetivo determi-
nado para examinar solo las partes relevantes de la
imagen. Cada sacada pone una parte nueva de la foto en
el «punto de mira» del algoritmo. Gracias a estos frag-
mentos, actualiza paso a paso su copia interna de la
imagen. En este proceso, determina la longitud y dirección
necesarias de los saltos de atención para que las partes
analizadas de la imagen no se solapen. «Esto tiene nu-
merosas ventajas», destaca Ritter. «Entre otras, ayuda a
reducir la carga computacional.»
La red neuronal artificial consiguió reconocer los
números de las calles que aparecían en las imágenes que
ofrece el servicio de representación virtual del entorno
Street View de Google Maps con mayor fiabilidad y más
rápido que los algoritmos antiguos sin esa función de
movimientos sacádicos. Esto sucedía, sobre todo, cuan-
do los investigadores aumentaban previamente la parte
de la imagen alrededor del número de la casa, por lo que
existían más fragmentos no relevantes para la tarea. Un
programa similar logró reconocer, tras un corto período
de entrenamiento, cifras escritas a mano a partir del
análisis sucesivo de pequeños fragmentos de escritura en
lugar de registrar todas las partes al mismo tiempo.
Sin embargo, el rápido progreso de la investigación en
materia de IA no debe hacernos olvidar las enormes
diferencias con respecto al modelo biológico. Estas ya se
aprecian en los elementos estructurales básicos. «Las
redes neuronales artificiales se componen de unidades
muy simples que se limitan a sumar con distintas pon-
deraciones los datos de entrada», explica el físico y neu-
roinformático Laurenz Wiskott, de la Universidad de
Bochum. En cambio, las neuronas disponen de árboles
dendríticos muy ramificados. En función del lugar al que
llegue la información en ese árbol, sus repercusiones
diferirán. De esta manera, si las señales de dos células se
encuentran al mismo tiempo en la siguiente neurona,
pueden intensificarse mutuamente. «Esto no suele suce-
der en una red artificial», explica Wiskott. Pero eso no es
MENTE Y CEREBRO 39
todo. «En los algoritmos actuales, todas las neuronas se
mantienen activas de manera continuada», apunta Ritter.
Las neuronas cerebrales, en cambio, siguen patrones de
actividad temporales mucho más complejos. «La mayor
parte del tiempo permanecen inactivas y solo emiten un
impulso de vez en cuando.»
Todavía queda un largo camino para que las redes
neuronales artificiales logren reproducir muchas carac-
terísticas cerebrales. Entre otras, la capacidad para ima-
ginar. Hoy en día, una cuestión que produce muchos
dolores de cabeza a los investigadores de IA es la trans-
ferencia del aprendizaje, es decir, la capacidad de aplicar
las soluciones de un problema a otras situaciones com-
parables. Para las personas, este don supone una gran
suerte: podemos aprender una lengua extranjera con
mayor rapidez cuando ya dominamos otra.
En una primera fase, los investigadores intentan imi-
tar dicha habilidad mediante las llamadas redes neuro-
nales progresivas. El proceso consiste en enlazar varias
redes artificiales entre sí para que compartan los cono-
cimientos adquiridos y, en cierta medida, los apliquen a
tareas nuevas.
«Aunque las redes del aprendizaje profundo causan
furor, son estructuras muy simples en comparación con
nuestro cerebro», afirma Wiskott. «Por lo general, se
entrenan para realizar una tarea determinada, como
reconocer caras.» Con todo, los programas informáticos
llevan a cabo esta actividad incluso mejor que la mayoría
de las personas. Pero para la transferencia del aprendi-
zaje, les falta flexibilidad. Por una parte, porque la ma-
yoría no disponen de una memoria; por otra, porque no
pueden reflexionar. «Aunque su rendimiento ya es
enorme, en el fondo siguen siendo bastante tontos.» En
cierto modo, eso resulta tranquilizador. H
PA R A S A B E R M Á S
Human-level control through deep reinforcement learning.
V. Mnih et al. en Nature, vol. 518, págs. 529-533, 2015.
Multiple object recognition with visual attention. J. L. Ba et al.
en arXiv 1412.7755, 2015.
Progressive neural networks for transfer learning in emotion
recognition. J. Gideon et al. en arXiv 1706.03256, 2017.
Neuroscience-inspired artificial intelligence. D. Hassabis et al.
en Neuron, vol. 95, págs. 245-258, 2017.
Overcoming catastrophic forgetting in neural networks.
J. Kirkpatrick et al, en PNAS, vol. 114, págs. 3521-3526, 2017.
EN NUESTRO ARCHIVO
Máquinas capaces de aprender. Nicola Jones en MyC n.o 70, 2015.
Talento sin consiciencia. Cristof Koch en MyC n.o 85, 2017.
Rastros digitales del yo. Frank Luerweg, en este mismo número.
N.O 96 - 2019
 CASO CLÍNIC O

El hombre que ya
no sabía calcular
Tras un accidente de tráfico, el paciente N. pierde la capacidad
de sumar. Pero todavía sabe estimar cantidades. ¿Cómo es posible?
L AU R E N T C O H E N
GETTY IMAGES / DNY59 / ISTOCK

MENTE Y CEREBRO 40 N.O 96 - 2019

E
sta historia empieza con un suceso trágico,
de esos que rompen el curso de una vida.
Un mal día, el señor N., un agente de segu- E L AU TO R
ros de 40 años, sufre un accidente de tráfico
Laurent Cohen es profesor de neurología
mientras conduce en dirección a su casa. Se
en el Hospital La Pitié-Salpêtrière,
golpea el lado izquierdo de la cabeza contra en París.
el parabrisas y pierde la consciencia. En el hospital, los
cirujanos drenan el hematoma que oprime su hemisferio
izquierdo. Pero, desgraciadamente, por debajo de ese
hematoma, el cerebro sufre un daño irreversible. Se pro-
ducen secuelas importantes: pierde parcialmente la firmaron nuestras sospechas: el hombre no sabía operar
movilidad de la mitad derecha del cuerpo y deja de ver de manera precisa con los números, pero era capaz de
la parte derecha de su campo visual. Además, presenta acercase a las respuestas correctas. Por ejemplo, cuando
dificultades para hablar, escribir, comprender las palabras
se le planteaban preguntas en las que debía dar respues-
y leer. Como en la inmensa mayoría de las personas tas numéricas, se equivocaba una de cada dos veces, pero
diestras, los mecanismos del lenguaje del señor N. residen
por muy poco. De esta manera, afirmaba que el mes de
en su hemisferio cerebral izquierdo, por lo que la lesión
enero tiene 15 o 20 días, que un cuarto de hora compren-
cerebral le causa una afasia, es decir, una pérdida de la
de 10 o 20 minutos, que un año consta de 350 días, que
capacidad de producir o comprender el lenguaje. en una mano hay 4 dedos y que una docena se compone
Conocí al señor N. tres años después del accidente. de 6 o 10 unidades.
Acudió al hospital para hacerse una revisión. En esas Aunque esas respuestas erróneas sorprendían, en
fechas, me encontraba investigando, junto con el neuro-términos cuantitativos eran aceptables, pues el señor
cietífico Stanislas Dehaene, los mecanismos psicológicos
N. nunca habría respondido, por ejemplo, que una mano
y cerebrales de la capacidad de calcular, ya que conside-
tiene 45 dedos. En otra actividad, le mostramos tres
rábamos que los números ofrecen una vía simplificada cifras (7, 6 y 8), las cuales tapábamos unos segundos
del lenguaje. De hecho, implican un vocabulario (1, 2, 3,
después. A continuación, le enseñábamos una sola cifra:
7, etcétera), un significado (10 representa una cantidad
podía pertenecer al trío numérico inicial (6), ser próxi-
un poco más alta que 9) y unas reglas de combinación ma a las mostradas (5) o tratarse de un número menos
(por ejemplo, (10 + 2) × 3 = 36), pero de una manera afín (2). El paciente debía indicar si la cifra había salido
menos compleja que en el caso del lenguaje. en el grupo inicial. El señor N. no tuvo inconveniente en
Los descubrimientos científicos surgen, a menudo, del
rechazar el número 2, pero aceptaba fácilmente tanto
encuentro entre mentes preparadas y fenómenos, en el 5 (ausente en la serie mostrada) como el 6. En otras
apariencia, inexplicables. Los resultados de la exploración
palabras, no había memorizado los números del inicio
de este paciente eran, cuando menos, curiosos. Al pare-de la prueba, pero sí su magnitud aproximada, lo que
cer, manejaba los números mejor de lo que esperábamos le llevaba a confundir valores muy próximos entre sí
a tenor del grado de afasia que presentaba. Escribía cifras
(5 y 6).
al dictado, aunque era incapaz de repetirlas con palabras.En el cálculo mental también manifestó errores. Le
Por ejemplo, le dictábamos «7, 42, 193, 1865» y escribía
presentamos sumas simples con sus resultados. Unos
«7, 43, 198, 1985». La respuesta era casi perfecta, muyeran correctos (2 + 2 = 4), otros aberrantes (2 + 2 = 9) y
cerca de ser exacta. Intrigados por ese hecho, investigamos
algunos solo «ligeramente» erróneos (2 + 2 = 5). Tenía
de forma más detallada la capacidad de este paciente para
que decidir si la suma era correcta o incorrecta. Una vez
utilizar los números. más, el señor N. mostró su tendencia a la aproximación:
casi siempre rechazaba los resultados que se diferencia-
Manos con cuatro dedos ban de forma clara del resultado correcto, pero no era
A lo largo de varios meses, llevamos a cabo diversas capaz de distinguir entre los cálculos exactos y los mí-
pruebas de cálculo con el señor N. Los resultados con- nimamente erróneos.

En síntesis: Estimar cantidades frente a calcular

1 2 3
Como consecuencia de un En esas áreas se halla, además, Otro sistema cerebral se encarga
accidente de tráfico, el pa- la capacidad de manejar sím- de evaluar las cantidades. Gracias
ciente N. sufre lesiones en bolos, en particular, los núme- a su actividad, el señor N. todavía
las áreas cerebrales responsables ros. Sin ellas, resulta imposible puede manejar mentalmente los nú-
del lenguaje. efectuar cálculos exactos. meros, aunque de forma aproximada.

MENTE Y CEREBRO 41 N.O 96 - 2019

 ¿Cómo era posible que conservarse cierta capacidad
para utilizar los números, pero perdiera la precisión en
el cálculo? Para entenderlo, hay que empezar por pre-
guntarse qué es un número. Imaginemos tres manzanas
sobre una mesa, tres pájaros en una rama, tres notas
musicales escritas en un pentagrama, tres ideas geniales
y tres días de vacaciones. Todos estos conjuntos no tienen
nada en común; hasta nuestra forma de percibirlos es
diferente, ya que unos se ven, otros se entienden y otros
se piensan. Pero se asemejan en una cosa: todos están
compuestos por tres elementos. Así pues, el número es
una propiedad extremadamente abstracta de un grupo
de objetos que representan una cantidad, con indepen-
dencia de su aspecto.
Contrariamente a lo que se ha creído durante mucho
tiempo por influencia del psicólogo Jean Piaget (1896-
1980), los niños tienen esa noción de número desde su
más temprana edad, incluso desde su nacimiento. Para
demostrarlo, se requiere cierto ingenio experimental. Un
grupo de científicos dirigido por Véronique Izard y Eli-
zabeth Spelke, de la Universidad Harvard, presentaron a
neonatos con solo dos días de vida series de tonos que
incluían un número fijo de sonidos. Por ejemplo, series
de cuatro sonidos (ta-ta-ta-ta, fi-fi-fi-fi, gu-gu-gu-gu), las
cuales repetían durante diez minutos con el objetivo de
acostumbrar a los bebés al número cuatro. A continuación,
les mostraron diversas imágenes que representaban, cada
una, un número determinado de puntos. En algunos
casos, el número de puntos se correspondía con el de
sonidos (4), mientras que en otros era diferente (12).
Comprobaron que los bebés que se habían acostumbra-
do a escuchar cuatro sonidos miraban las imágenes de
cuatro puntos durante más tiempo que las que presenta-
ban doce puntos. Los investigadores concluyeron que los
neonatos sabían que los cuatro sonidos y los cuatro
puntos compartían una misma propiedad: su número,
ese concepto abstracto.
El lenguaje, necesario para el cálculo exacto
Para que los neonatos pudieran distinguir dos números
en esta prueba, era necesario que los números se diferen-
ciaran en el triple (como 4 y 12). El estudio revelaba, pues,
otro dato importante: en los bebés, la noción de número
es aproximativa. Esta capacidad va perfeccionándose

Dos sistemas cerebrales para el cálculo

El cerebro dispone de dos sistemas
para manejar los números. El pri-
mero, activo desde el nacimiento,
valora las cantidades a las que nos
vemos expuestos. Este sistema se
halla en el surco intraparietal de
ambos hemisferios. Ahora bien,
ciertas áreas cerebrales se activan
de manera más intensa cuando se
trata de grupos que comprenden
una cantidad dada de objetos: por
ejemplo 1, 2, 3, etcétera (recua-
dro). El segundo sistema cerebral
afina el cálculo gracias al manejo
de símbolos numéricos que permi-
ten distinguir cantidades muy
próximas. Reside en regiones del
hemisferio izquierdo del cerebro,
responsables, por lo general, de
que entendamos y combinemos las
palabras (rosa). Este sistema se en-
cuentra afectado en el paciente N.,
de ahí su incapacidad para efec-
tuar cálculos exactos.

Sistema de evaluación de cantidades NUMEROSITY IN THE HUMAN PARIETAL CORTEX. IN: SCIENCE 341,
S.1123-1126, 2013, FIG. 2; ABDRUCK GENEHMIGT VON AAAS / CCC
(surco intraparietal)
HARVEY, B.M. ET AL.: TOPOGRAPHIC REPRESENTATION OF
YOUSUN KOH, SEGÚN CERVEAU & PSYCHO

1 cm

Sistema de manejo
de símbolos 1 2 3 4 5 6 7
(áreas del lenguaje) Número de objetos percibidos

MENTE Y CEREBRO 42 N.O 96 - 2019

 CASO CLÍNIC O

Dictamos al señor N. Esta última capacidad radica, en gran parte, en una

región del cerebro que se aloja en el interior de los lóbu-
los parietales, en el seno de un profundo repliegue de la
los números 7, 42, 193. corteza conocido con el nombre de surco intraparietal.
Los pacientes que sufren una lesión en esta área presen-
Él escribió: 7, 43, 198. tan un trastorno inverso al del señor N. Si bien pueden
recitar sin ningún error la tabla de multiplicar pronun-

La respuesta no era la ciando las combinaciones de símbolos numéricos, algo

así como cuando se recita el alfabeto, muestran dificul-

correcta, pero se tades para estimar las cantidades abstractas. Cuando

acercaba bastante
poco a poco. A la edad de seis meses, los pequeños dis-
tinguen un número de su doble. Pero, y este dato es
crucial para entender el caso del señor N., solo después
de aprender a contar poniendo nombre a los números
son capaces de responder sin equivocarse. Para lograrlo,
resultan necesarias las áreas cerebrales responsables del
lenguaje y aquellas que tienen conexión con ellas. De este
modo, los niños son capaces de diferenciar números muy
próximos entre sí, como el 5677 del 5678, que simbolizan
cantidades casi idénticas.
En los adultos ambos sistemas continúan cohabitando:
el sistema antiguo, que progresivamente va perfeccionán-
dose, sigue siendo aproximativo. El sistema asociado al
lenguaje, en cambio, permite realizar cálculos exactos
mediante el nombre de los números.
Recordemos: en el paciente N., las áreas cerebrales del
lenguaje han resultado afectadas. Por ello, todo compo-
nente simbólico y, en consecuencia, exacto, de sus capa-
cidades de cálculo se halla alterado: ya no sabe que 2 + 2 = 4.
Por el contrario, es capaz de estimar mentalmente las
cantidades, lo cual le soluciona, en cierto modo, el pro-
blema: reconoce a la perfección que 2 + 2 no es igual a 9.
preguntamos a uno de ellos qué número se encuentra a
mitad de camino del 4 y del 8, indicó que el 3 (la respues-
ta correcta es el 6).
Las neuroimágenes han confirmado que ciertas neu-
ronas del surco intraparietal se activan en el momento
en que se estiman mentalmente las cantidades. Ben
Harvey y otros investigadores de la Universidad de Utrecht
han descubierto, incluso, áreas asociadas a cantidades
concretas. Una de ellas se activa cuando se percibe un
solo objeto (o se piensa en él); la otra lo hace cuando se
trata de un grupo de dos, tres, cuatro, o más objetos.
Estas regiones están organizadas siguiendo un plan sis-
temático: la actividad cerebral se va desplazando desde
el centro del cerebro hacia otras regiones a medida que
las cantidades son cada vez mayores.
Al contrario de lo que ocurre con el lenguaje, la
capacidad de estimar cantidades no constituye un
patrimonio exclusivo de la especie humana, pues
también los animales muestran esa habilidad: desde
las cucarachas y las salamandras hasta las palomas, los
leones o los monos. No resulta extraño, ya que, al fin
y al cabo, se trata de una capacidad importante para
la supervivencia. Permite elegir el árbol que contiene
más frutos o evitar a un grupo de adversarios dema-
siado numeroso. H
© Cerveau & Psycho

PA R A S A B E R M Á S

Two mental calculation systems: a case study of severe acalculia with preserved approximation. S. Dehaene y L. Cohen
en N
­ europsychologia, vol. 29, págs. 1045-1074, 1991.
Newborn infants percive abstract numbers. V. Izard et al. en PNAS, vol. 106, págs. 10.382-10.385, 2009.
La basse des maths. S. Dehaene. Odil Jacob, 2010.
Topographic representation of numerosity in the human parietal cortex. B.M. Harvey et al. en Science. vol. 341, págs. 1123-1126, 2013.

EN NUESTRO ARCHIVO

Bases biológicas de la aritmética elemental. Stanislas Dehaene en MyC n.o 25, 2007.
Neuronas para calcular. Andreas Nieder en MyC n.o 56, 2012.
¿Calcular nos hace humanos? Bartolo Luque en IyC, noviembre de 2018.
El origen cultural de la cognición numérica. Rafael E. Núñez en MyC n.o 94, 2019.

MENTE Y CEREBRO 43 N.O 96 - 2019

 SI NOPSI S

Entender el alzhéimer
Dos tercios de las personas con demencia sufren la enfermedad de Alzheimer. Pero, pese a los
esfuerzos científicos, todavía no están claras sus causas y se carece de un tratamiento eficaz.
Veamos qué sabemos hasta ahora de este trastorno neurodegenerativo

Texto: Anna von Hopffgarten | Gráficos: Yousun Koh

DETERIORO PROGRESIVO
Las pérdidas sutiles de memoria o los cambios en la conducta son los primeros signos externos de la enfermedad de Alzheimer.
Lentamente pero sin pausa, la cognición disminuye, el lenguaje se altera y los cambios en el comportamiento se acumulan, lo
que provoca que se reduzca la capacidad de independencia de la persona afectada. Estas alteraciones se apoyan en cambios tan-
to estructurales como microscópicos en el cerebro.
CAMBIOS ­ESTRUCTURALES CAMBIOS MICROSCÓPICOS
El alzhéimer se propaga por el Solo dos señales de la enfermedad
cerebro, de manera que ocasiona de Alzheimer resultan visibles
la pérdida progresiva de las co- bajo el microscopio. Por un lado,
nexiones neuronales (sinapsis), en los espacios entre una neurona
e incluso la destrucción de las y otra se acumula el péptido ami-
Corteza cerebral neuronas. Así, el volumen de la loide beta, las llamadas «placas».
corteza cerebral se reduce a me- Por otro, dentro de las células se
Ventrículo cerebral dida que avanza la enfermedad. depositan ovillos de proteína tau
(lleno de líquido Al mismo tiempo, los ventrícu- o haces de neurofibrillas.
cefalorraquídeo) los cerebrales, llenos de líquido
cefalorraquídeo, aumentan de
tamaño.

Hipocampo

El hipocampo, área cerebral

importante para la memoria,
suele ser la primera estructu-
ra afectada por estos cam-
bios. Presenta una notable Haces de Placa
Cerebro sano Cerebro con alzhéimer pérdida de tejido. neurofibrillas amiloide­ beta

DECLIVE DE LA CAPACIDAD COGNITIVA

Las placas amiloides beta se depositan en el cerebro con bastante anterioridad a la aparición de los primeros síntomas cognitivos.
Por lo general, entre 10 y 15 años antes. En cambio, la acumulación de los ovillos de la proteína tau acontece más tarde, cuando
se inicia el proceso neurodegenerativo.
Placas amiloides beta

Daño celular a causa de los depósitos de tau

Cambios en la estructura cerebral

Intensidad de los síntomas

Alteraciones de la memoria

Dependencia en las actividades de la vida diaria

Capacidad cognitiva normal Deterioro
­cognitivo leve
Evolución de la enfermedad
DE 8 A 10 AÑOS ...
es la esperanza media de vida de una
persona con la enfermedad de Alzheimer
después del diagnóstico.
Demencia

MENTE Y CEREBRO 44 N.O 96 - 2019


Amiloide beta
¿QUÉ FÁRMACOS SE HAN
­ENSAYADO HASTA AHORA?
A Inhibidores de las enzimas que
«cortan» las proteínas precursoras
del amiloide.
Sin éxito.
B Anticuerpos sintéticos que
se unen a varias formas de
amiloide beta.
Sin éxito.
2 2 FUSIÓN DE PÉPTIDOS
C Terapias inmunitarias
que inhiben la agrega-
ción y propagación de
la proteína tau.
En fase de desarrollo.
D Antiinflamatorios.
Sin éxito.
Vaso sanguíneo
YOUSUN KOH, SEGÚN: «AN AGE-OLD STORY». L. DREW, M. ASHOUR EN NATURE, VOL. 559, PÁGS. S2-S3, JULIO DE 2018
FACTORES DE RIESGO
GENÉTICA
Alrededor de un 1 por cien-
to de los casos de alzhéimer
se debe a mutaciones en los
genes APP, PSEN1 o PSEN2,
que producen la acumula-
ción anómala de amiloide
beta. Se trata de una forma
familiar rara de la enferme-
dad. Ciertas mutaciones en
APOE y TREM2 aumentan
el riesgo de padecer una for-
ma más común de la enfer-
medad de Alzheimer.
1 A B
Sinapsis
Oligómero
Mitocondria
Núcleo
4
D
Célula
Haces de
de la microglía
neurofibrillas
Sustancias
­inflamatorias
Depósito de amiloide beta
SEXO
El alzhéimer es más
frecuente en las muje-
res que en los hombres.
Esta diferencia no pue-
de explicarse a partir de
la mayor esperanza de
vida, pues el riesgo ya
casi se duplica a los 65
años. Es posible que la
causa se halle en las
hormonas sexuales
­femeninas.
MENTE Y CEREBRO
Placa amiloide
beta
DIANAS DE LOS
­TRATAMIENTOS
Hasta ahora, ningún medicamento ha
logrado detener o curar la enfermedad.
Sin embargo, los investigadores están
intentando desarrollar sustancias que
interfieran en su aparición.
3
1 SÍNTESIS DE AMILOIDE BETA
El péptido se produce por una división
de la proteína precursora del amiloide en
la membrana de las neuronas.
En el espacio interneuronal, los fragmentos
de amiloide beta se unen para formar oligó-
meros. Estos impiden el funcionamiento de
las sinapsis.
3 FORMACIÓN DE PLACAS
Los oligómeros de amiloide beta se agregan
en placas que interfieren en la función de las
5 C neuronas.
4 REACCIÓN INFLAMATORIA
El amiloide beta se deposita en el exterior
Proteína tau
de las neuronas y en los vasos sanguíneos del
cerebro, donde activa las células de la micro-
glía. Estas liberan sustancias inflamatorias
que contribuyen a la pérdida de sinapsis.
5 FORMACIÓN DE HACES
DE ­NEUROFIBRILLAS
Las proteínas tau mal plegadas forman ovi-
llos que desplazan los orgánulos c­ elulares.
6 TRANSMISIÓN A LAS
ESTILO DE VIDA ­CÉLULAS VECINAS
Unos hábitos de vida Las proteínas tau deformadas lle-
poco saludables pue- gan a las neuronas vecinas a tra-
den aumentar el ries- vés de las sinapsis y fomentan la
go de alzhéimer: una formación de nuevos haces de
dieta inadecuada, el neurofibrillas.
sedentarismo, el con-
sumo de tabaco y la
falta de sueño pue-
den influir. Se ha
­relacionado, además,
con enfermedades
como la diabetes o la
obesidad.
6
45 N.O 96 - 2019
 NEURO CIENCIA

LABORATORIO DEL SUEÑO Pasar dos noches sin dormir bien

no supone grandes desajustes para algunas personas.
Para otras, en cambio, significa estar de mal humor y tener
dificultades para concentrase durante el día. ¿Qué consecuencias
produce en el cerebro la privación del sueño? ¿Por qué
reaccionamos de formas tan diferentes?

Efectos cerebrales
de la falta de sueño
D AV I D E L M E N H O R S T
Y E VA M A R I A E L M E N H O R S T
GETTY IMAGES / ALMAAGAMI / ISTOCK

MENTE Y CEREBRO 46 N.O 96 - 2019

 Todos los vecinos duermen, excepto
uno. La capacidad de resistencia a
caer en los brazos de Morfeo puede
­variar mucho de una persona a otra.

MENTE Y CEREBRO 47 N.O 96 - 2019

 En síntesis: Como un beodo

1 2 3
Cuanto más tiempo se permane- Una sola noche de sueño escaso Un tercio de los participan-
ce despierto, más aumenta la ­disminuye la capacidad cognitiva. Si tes de las pruebas de labora-
concentración de adenosina. Este se duerme poco durante varios días torio se muestran relativa-
neuromodulador intensifica la sen- seguidos, las mermas suelen agravarse. mente resistentes a la privación
sación de somnolencia y, junto con La mayoría de las personas reaccionan del sueño. Es probable que ello
el ritmo circadiano, influye para que como si tuviera una tasa de alcoholemia se deba a diferencias genéticas
nos despertemos o nos durmamos. de 0,6 gramos por litro de sangre. en el sistema de adenosina.

T
odavía es temprano por la mañana cuan-
do cruzamos la puerta del laboratorio del
sueño. Fuera está alboreando. Dentro no
hay mucha más la luz. La iluminación del
recinto es de apenas 100 luxes, lo que no
deja ninguna opción para deshacerse de
la sensación de cansancio. Enseguida despertaremos a
Sarah*, nuestra voluntaria. Mediante electroencefalogra-
fía (EEG) hemos registrado sus ondas cerebrales duran-
te la noche. Solo ha podido dormir cinco horas en las
últimas cinco noches consecutivas. Se muestra cansada
y poco locuaz. Antes de que se levante, le colocamos una
vía intravenosa para extraerle una muestra de sangre. Hoy
desayuna un vaso de solución azucarada.
A continuación nos describe cómo ha dormido. «Des-
pués de cuatro cortas noches de sueño, me dormí rápido»,
explica Sarah. «Pero no sé nada más hasta que me he
despertado. Creo que no me he desvelado ni una sola vez
en toda la noche.» Esta estudiante participa en la inves-
tigación que llevamos a cabo en el laboratorio del sueño
:envihab (acrónimo en inglés de «hábitat ambiental»), del
Centro Aeroespacial Alemán en Colonia. Junto con el
Centro de Investigación de Jülich, indagamos las conse-
cuencias de la privación crónica del sueño.
Sarah manifiesta los síntomas típicos de una elevada
presión del sueño. Su mayor deseo es acostarse y seguir
durmiendo. Su humor también ha vivido momentos
mejores, según revelan las respuestas que marca en el
cuestionario para evaluar el estado anímico. El registro
de las ondas cerebrales sugiere que las primeras cuatro
noches en las que ha dormido poco han alterado su
descanso nocturno. El porcentaje de sueño profundo

¿Cómo modifica la priva-

ción de sueño la regula-
ción de la glucemia? Para
averiguarlo, en las dos
horas posteriores al
«desayuno» (agua
azucarada), se extrae
una muestra de san-
gre de la voluntaria
cada 30 minutos.
CENTRO AEROESPACIAL ALEMÁN (DLR)

* Nombre alterado por la redacción.

MENTE Y CEREBRO 48 N.O 96 - 2019

 NEURO CIENCIA / L AB OR ATORIO DEL SUEÑO
(fase que en el EEG corresponde a las ondas delta) ha
aumentado. Parece como si el cerebro quisiera compen-
sar la limitada duración del reposo nocturno. Pero ¿cómo
reconoce el encéfalo la falta de horas de sueño? ¿Existen
regiones cerebrales que elaboran una suerte de cuaderno
de bitácora del descanso? ¿Por qué algunas personas se
sienten cansadas y tienen dificultades para concentrarse
después de una o dos noches de poco dormir, mientras
que a otras parece no afectarles?
Responder a esas preguntas no resulta sencillo. A
pesar de décadas de investigación, todavía no se sabe con
certeza por qué los humanos necesitamos dormir. Aun-
que son numerosas las investigaciones que destacan la
importante función del sueño en los procesos de recu-
peración, reparación, aprendizaje y memoria, hasta
ahora ninguna de esas muchas teorías ha conseguido
explicar de manera satisfactoria todas las observaciones
registradas durante la privación del sueño.
En los años ochenta del siglo pasado, Alexander A.
Borbély, de la Universidad de Zúrich, y Serge Daan, de la
Universidad de Groninga, propusieron que el cambio
regular del sueño y de la vigilia en los humanos dependía
de dos mecanismos neuronales que interactuaban entre
sí. Según el modelo de los dos procesos, la presión del
sueño crece cuanto más tiempo se pasa despierto para que
caigamos con rapidez de nuevo en los brazos de Morfeo.
Pero para evitar que nos cansemos demasiado rápido
durante el día, un segundo proceso entra en acción. El
núcleo supraquiasmático, el «reloj interno» más impor-
CENTRO AEROESPACIAL ALEMÁN (DLR)
MENTE Y CEREBRO 49
tante del cerebro humano, influye en las señales de alerta
que, en un principio, contrarrestan la presión del sueño,
que va en aumento a lo largo de la jornada. Al terminar
la tarde, estas señales se van debilitando, de modo que, al
final, podemos quedarnos dormidos y, en el mejor de los
casos, no despertarnos en toda la noche.
Por la mañana, casi nadie está despierto del todo
justo después de levantarse. Se necesitan unos 90 minu-
tos para recuperar plenamente la capacidad cognitiva
tras las horas de descanso. Esta fase se conoce como
inercia del sueño. En nuestro estudio, dejamos dos horas
a Sarah para que se despierte. Luego, le solicitamos que
resuelva una serie de tareas cada tres horas. En una
prueba de memoria operativa debe indicar, bajo la presión
del tiempo, si en la sucesión de letras que se le muestran
y que dura tres minutos aparece alguna de las que ha
visto en pantalla en tres visualizaciones anteriores.
Durante los primeros días de privación del sueño, la
propia Sarah se describía como bastante cansada y des-
concentrada, pero ahora ya no percibe que su estado de
alerta y su capacidad cognitiva disminuyen a medida que
van pasando los días. Solo cuando lleva a cabo nuestras
monótonas pruebas se da cuenta de que su cerebro se
desconecta una y otra vez sin que lo pueda evitar.
Mediante la prueba de vigilancia psicomotora (PVP)
registramos de forma cuantitativa estos fallos atenciona-
les. Se trata de un test de reacción sencillo en el que el
sujeto debe apretar un botón en cuanto aparece un cro-
nómetro en la pantalla. Medimos el tiempo de reacción,
Cada día, la participante
resuelve diversas prue-
bas cognitivas (sobre ca-
pacidad atencional,
tiempo de reacción
y memoria operativa)
en el laboratorio.
N.O 96 - 2019
¿Para qué dormimos?
Todavía se carece de una explicación global sobre el motivo por el que necesitamos dormir. Con todo, existen múl-
tiples hallazgos independientes en torno a este tema. Parece que el sueño mejora numerosos procesos biológicos.
Veamos algunos de los supuestos.

Ahorro de energía: Mientras dormi-
mos, consumimos menos energía
que cuando estamos despiertos. El
cerebro también reduce su actividad
durante la mayor parte de las fases
del sueño.
Desintoxicación: Por la noche, los
intersticios celulares del cerebro se
dilatan para depurar las sustancias
innecesarias o nocivas a través de la
médula espinal. Es posible que este
proceso se altere en los pacientes
con alzhéimer.
Plasticidad neuronal: Probablemen-
te se debiliten muchas conexiones
sinápticas para evitar la ramifica-
ción reticular excesiva. De esta ma-
nera, se mantienen las sinapsis que
se usan con frecuencia. Los recuer-
dos relevantes y, sobre todo, con una
connotación emocional positiva se
consolidan durante el sueño, mien-
tras que los datos poco importantes
se eliminan.
Reestructuración de lo aprendido:
Con frecuencia logramos compren-
der relaciones complicadas que he-
mos aprendido durante la noche.
Tal vez, el cerebro consolida la in-
formación durante el sueño.

pero también la frecuencia con la que la participante nohoras. Las personas que suelen dormir menos son más
reacciona. A pesar de la corta duración de la prueba propensas a padecer sobrepeso, hipertensión arterial,
(10 minutos), en las últimas décadas se ha demostrado depresión o diabetes, revela una gran encuesta sobre la
que es un instrumento de medición riguroso para evaluar salud realizada entre la población de Estados Unidos.
los déficits de rendimiento a causa de la falta de sueño Los investigadores analizaron la causa en el laborato-
sin que la valoración subjetiva de cansancio del propio rio, para lo cual variaron la duración del sueño de los
sujeto influya en los resultados. participantes. Observaron que la privación de sueño al-
teraba la regulación de la glucemia, ya que la tolerancia
Siete horas de reposo como mínimo a la glucosa y la sensibilidad a la insulina se reducía.
Está demostrado: para que el rendimiento mental sea Ambos factores se consideran precursores de la diabetes
satisfactorio se necesita dormir lo suficiente y que el de tipo 2. También en el caso de Sarah, después de que
sueño sea de calidad. Este último requisito se evalúa a se ha bebido la solución azucarada, la glucemia se ha
través de la duración del sueño profundo. Sin embargo, mantenido un poco elevada durante más tiempo en
por lo general, este dato lo desconocemos. ¿Cuántas comparación con hace unos días. Otros estudios revelan
horas de sueño bastan para mantenerse sano física y que la falta de sueño altera la regulación hormonal de la
mentalmente a largo plazo? Desde 2016, la Academia saciedad. Además, merma el sistema inmunitario. En
Estadounidense de Medicina del Sueño y la Sociedad de 2015, el equipo del neuroinmunólogo Aric Prather, de la
Investigación del Sueño recomiendan un mínimo de siete Universidad de California en San Francisco, administró

El modelo de los dos procesos

El ciclo sueño-vigilia se encuentra regulado por dos
procesos que interactúan entre sí: la presión del sueño
(P) y la influencia del reloj circadiano del organismo
(C). Al parecer, se influyen el uno al otro constantemen- P
te. Si la distancia entre P y C supera un valor límite, nos C
quedamos dormidos. Pero si disminuye por debajo de
un valor determinado, nos despertamos. El ciclo sueño-
7 23 7 23 7 Hora
vigilia de las personas depresivas suele encontrarse de­ z
zz
z
zz

sacompasado, tal vez porque P aumenta con lentitud.

Vigilia Sueño Vigilia Sueño
Ello explicaría por qué la privación del sueño puede
­tener un efecto antidepresivo.
«The two-process model of sleep regulation: A reappraisal».
A. A. Borbély et al. en Journal Sleep Research, vol. 25, n.o 2, YOUSUN KOH, SEGÚN «SLEEP HOMEOSTASIS AND MODELS OF
págs. 131-143, 2016. SLEEP REGULATION». A. BORBÉLY Y P. ACHERMANN EN JOURNAL
OF BIOLOGICAL RHYTHMS, PÁGS. 557-568, 1999

MENTE Y CEREBRO 50 N.O 96 - 2019

 NEURO CIENCIA / L AB OR ATORIO DEL SUEÑO

Hemisferio derecho
YOUSUN KOH SEGÚN «THE SLEEPDEPRIVED HUMAN BRAIN». A. J. KRAUSE
ET AL. EN NATURE REVIEWS NEUROSCIENCE, VOL. 18, PÁGS. 404-418, 2017

Vista interior

Corteza
cingulada
posterior
Hemisferio izquierdo
Corteza Vista exterior
prefrontal
Tálamo
medial
Cuerpo Corteza
Corteza estriado intraparietal
Corteza
orbitofrontal prefrontal
dorsolateral

Amígdala
Hipocampo

Soñar despierto

Conducta emocional

Conducta de riesgo

Señal de vigilia

Atención y memoria
operativa

Memoria inmediata

Cuando el cerebro está agotado

La falta de sueño reduce la función cerebral en múltiples aspectos:

Problemas de atención y de memoria: Al llevar a cabo
tareas que requieren concentración, la actividad dismi-
nuye en las regiones cerebrales que controlan la aten-
ción (rojo) y en el tálamo, la «puerta a la consciencia»
(amarillo). Es probable que ello sea la causa de que re-
sulte difícil ignorar las señales perturbadoras. La activi-
dad en el hipocampo (morado) también se reduce, lo
que podría entorpecer la consolidación de nuevos re-
cuerdos.
Deterioro de la sincronización neuronal: La privación
de sueño debilita la cooperación (líneas discontinuas)
entre las distintas redes neuronales. Los investigadores
llegaron a esta conclusión después de explorar median-
te tomografía por resonancia magnética funcional
(RMf) el cerebro de probandos a los que se había priva-
do del sueño y se les había pedido que dieran rienda
suelta a sus pensamientos. En estas condiciones es posi-
ble evaluar, mediante RMf, la interacción entre dos re-
giones cerebrales: cuanto más se sincroniza su activi-
dad, más estrecha es su cooperación; es decir, su
conectividad funcional. Se observa una reducción de la
conectividad no solo en las regiones del sistema de aten-
ción (rojo), sino también en las redes auditiva, visual y
motora (no señaladas).
Más tiempo soñando despierto: La llamada «red por de-
fecto» (azul) se activa, sobre todo, cuando se sueña des-
pierto. Pero si se está ejecutando una tarea con un obje-
tivo, esa red suele mantenerse en un segundo plano.
Cuando no se duerme lo suficiente, ese mecanismo de
desacoplamiento deja de funcionar de manera fiable.
En lugar de ceñirse al tema que le ocupa, activa una y
otra vez y de forma breve el modo por defecto.
Comportamiento más arriesgado: La falta de sueño da
lugar a modificaciones en la conducta alimentaria y de
riesgo. Es probable que el neuromodulador adenosina
desequilibre la transmisión excitatoria en el sistema de
recompensa (naranja). En el cuerpo estriado, la adenosi-
na se fija a los receptores de adenosina A2, numerosos en
esa región, lo que a su vez infrarregula un subtipo de re-
ceptores dopaminérgicos concreto. En consecuencia, se
modifica la valoración de los estímulos de recompensa.
Labilidad emocional: Si se duerme poco, se da preferen-
cia al procesamiento de los estímulos negativos y se
produce una hiperreacción de la amígdala (verde). Al
mismo tiempo, la coordinación de la amígdala con la
corteza prefrontal medial (azul) se debilita.
«The sleep-deprived human brain». A. J. Krause et al. en Nature
Reviews Neuroscience, vol. 18, n.o 7, págs. 404-418, 2017.

MENTE Y CEREBRO 51 N.O 96 - 2019

CENTRO DE INVESTIGACIÓN JÜLICH / RALF-UWE LIMBACH
CORTESÍA DE DAVID ELMENHORST
a los participantes una dosis de rinovirus mediante aero-
sol. Se halló que la incidencia de resfriados entre las
personas que habían dormido menos de seis horas cada
noche en las dos semanas anteriores cuadruplicó la que
se registró entre los demás sujetos.
Dormir poco no solo conlleva riesgos para la salud: al
cabo de poco, las personas empiezan a cometer fallos
debido a las alteraciones en la capacidad de concentración
y memoria, a la ralentización de los tiempos de reacción,
a breves pérdidas de la percepción y la atención, o inclu-
so, a episodios de microsueño. Es probable que estos
cambios acontezcan, en parte, porque la colaboración
entre las distintas redes neuronales empeora.
Las malas decisiones a causa del cansancio pueden
tener consecuencias nefastas. Contamos con ejemplos
tristemente célebres, como el accidente del reactor de la
central nuclear Three Mile Island, en Pensilvania, y la
avería del petrolero Exxon Valdez frente a las costas de
MENTE Y CEREBRO 52
Durante la exploración mediante un tomógrafo, el
sujeto debe permanecer tranquilo, pero sin quedarse
dormido (arriba). La tomografía por emisión de po-
sitrones (TEP) permite visualizar los receptores de
adenosina del cerebro. Tras 52 horas de privación del
sueño, la cantidad de receptores aumenta en algunas
regiones del cerebro (izquierda; áreas amarillas y
­rojas en los cortes cerebrales superiores). Al cabo de
14 horas de recuperación de sueño (cortes cerebrales
inferiores), los valores vuelven a estabilizarse. Los
­resultados se han obtenido a partir de la exploración
de 14 personas.
Alaska. En ambos casos, la comisión de investigación
determinó la falta de sueño como uno de los motivos del
suceso. Asimismo, el riesgo de accidentes laborales o de
tráfico se incrementa de forma drástica por esa causa.
Minusvaloración de la pérdida de rendimiento
En trabajos anteriores, nuestro equipo del Centro Aero­
espacial Alemán comprobó que bastan cuatro noches
con un máximo de cinco horas de sueño para que se
produzcan pérdidas en el rendimiento de las personas.
La capacidad de atención y coordinación oculomanual
de los sujetos era similar a la que manifiesta un indivi-
duo con una tasa de alcoholemia de 0,6 gramos de al-
cohol por litro de sangre. A ello hay que añadir que, en
situaciones de privación del sueño crónica, los proban-
dos se sienten más despiertos y agudos de lo que en
realidad están. Como Sarah, la mayoría infravalora su
detrimento.
N.O 96 - 2019
 NEURO CIENCIA / L AB OR ATORIO DEL SUEÑO
Las razones de la falta de horas de sueño en la pobla-
ción general son diversas. Los viajes de larga distancia
por zonas horarias distintas causan el archiconocido jet
lag; el trabajo a turnos y el horario laboral nocturno
también aumentan el riesgo de equivocarse a causa del
cansancio. En la mayoría de los casos, dormir en diso-
nancia con el ritmo circadiano reduce las horas de sueño
y disminuye su calidad. Si no se dan las fases de recupe-
ración necesarias para restablecer lo perdido, el riesgo
aumenta. Un gran porcentaje de los trabajadores con ese
tipo de horario refieren trastornos del sueño e intentan
paliar las consecuencias mediante una «automedicación»
a base de cafeína, nicotina o alcohol.
Existen otros grupos de la población que también
padecen una privación del sueño crónica. A menudo, se
trata de una consecuencia de nuestro estilo de vida.
Queremos comprar y ver la televisión las 24 horas del día,
o hacer por la noche lo que no hemos podido efectuar
por el día, como chatear con los amigos o jugar a video-
juegos durante horas. Además, a consecuencia del tele-
trabajo, no es raro que la jornada laboral se extienda
hasta horas nocturnas; sobre todo, si se sufre la presión
de los jefes. Till Roenneberg, de la Universidad Ludwig-
Maximilians de Múnich, y sus colaboradores analizaron
datos referentes a los hábitos de descanso 65.000 ciuda-
danos europeos. Según esta información, las personas
con edades comprendidas entre los 40 y los 55 años
duermen una media de algo menos de siete horas en los
días laborables. Ese tiempo resulta insuficiente para el
organismo, a tenor de los datos sobre las horas que des-
CENTRO AEROESPACIAL ALEMÁN (DLR)
MENTE Y CEREBRO 53
tinan al dormir los mismos sujetos durante el fin de se-
mana, que revelan que alargan el sueño una hora más.
En cambio, los niños en edad preescolar y los jubilados
no presentan esa modificación horaria. Ya que este fenó-
meno acontece como consecuencia del desajuste del ciclo
biológico de sueño y vigilia con respecto a las horas
de «sueño y vigilia sociales», los investigadores hablan de
«jet lag social».
¿Qué sucede en un cerebro que no ha descansado y se
encuentra agotado? Los mecanismos celulares relaciona-
dos con la presión del sueño, como la que experimenta
Sarah, todavía no se conocen con detalle. Pero una
aproximación la ofrece la «teoría del factor del sueño».
Según esta, una o varias sustancias se acumulan en el
cerebro mientras nos hallamos despiertos, e inducen
el sueño una vez que se supera un umbral. Hace más de
100 años se hallaron los primeros indicios de que existía
un «veneno del sueño» que se acumulaba y causaba fati-
ga. En aquella época, se extraía líquido cefalorraquídeo
de perros que habían sido sometidos a largos períodos de
privación del sueño y se inyectaba en el espacio subarac-
noideo de animales que habían descansado. Estos se
quedaban dormidos de inmediato.
Por una parte, esa sustancia misteriosa inhibe la acti-
vidad neuronal; por otra, su concentración aumenta
durante la vigilia y desciende en la fase de sueño. Estos
hallazgos llevan a pensar en una sustancia que se produ-
ce en grandes cantidades durante el día como consecuen-
cia de la actividad neuronal. Una buena candidata a la
que adjudicar ese papel es la adenosina, una base nitro-
La falta de sueño
también se refleja
durante el día a través
de las alteraciones de
las ondas cerebrales.
Mediante una
electroencefalografía
se registran esas
modificaciones.
N.O 96 - 2019
genada unida a un azúcar. El suministro de energía al
cerebro se produce fundamentalmente mediante la apor-
tación constante de glucosa. La oxidación de la glucosa
da lugar al adenosín trifosfato (ATP), la fuente de energía
principal de los procesos celulares. Cuando las neuronas
se hallan activas, consumen ATP, con lo que queda la
adenosina y su cantidad aumenta con el paso del tiempo.
Este neuromodulador se une a distintos tipos de recep-
tores de adenosina. El más habitual es el A1. En cuanto
la adenosina se acopla a dicho receptor, se activa una
cadena de señales que reduce la excitabilidad de las neu-
ronas. Por tanto, la retroalimentación negativa protege a
su vez a las neuronas frente al consumo excesivo de
energía.
De los animales a las personas
Hace algunos años, el experto en trastornos del sueño y
esquizofrenia, Robert McCarley (1937–2017), junto con
su equipo de la Escuela de Medicina de Harvard, identi-
ficó en animales la adenosina como una sustancia esen-
cial que se acumula localmente en el cerebro durante
períodos de privación del sueño. En los gatos que habían
permanecido despiertos seis horas, la concentración de
adenosina aumentaba en el prosencéfalo basal y en la
corteza, pero volvía a descender a los valores originales
cuando dormían. En roedores despiertos, la concentración
de adenosina en regiones cerebrales distintas superaba
en un 20 por ciento los valores que presentaban mientras
dormían. Tras varias horas de privación del sueño, lo
hacía en alrededor del 40 por ciento.
Pero, a diferencia de los humanos, los animales que
se han estudiado son de actividad nocturna y tienen un
patrón de sueño polifásico, es decir, reparten el sueño en
diferentes momentos del día. ¿Qué ocurre en las personas?
Para estudiar el sistema de adenosina utilizamos la to-
mografía por emisión de positrones (TEP).
Son las 10:30 horas. La tensión en el laboratorio aumenta.
Llevamos ocho días preparando a Sarah para la medición
de hoy. Desde muy temprano, los investigadores del
Centro de Investigación de Jülich están fabricando un
ligando radiactivo, una sustancia que se fija a los recep-
tores de adenosina libres en el cerebro para hacerlos vi-
sibles con la tomografía por emisión de positrones. Es-
peramos que la síntesis se haya llevado a cabo con éxito
y que no se formen atascos en la autopista de camino al
laboratorio para que el material llegue a nuestras manos
a tiempo. A las 11:00 horas podemos respirar con alivio:
L O S AU TO R E S
David Elmenhorst investiga el sueño con métodos de neuroimagen molecular en el Instituto
de Neurociencias y Medicina del Centro de Investigación de Jülich. Eva María Elmenhorst
estudia en el Centro Aeroespacial Alemán (DLR) de Colonia el sueño y los factores humanos
relevantes, para el trabajo de operadores aeronáuticos, aeroespaciales y de tráfico.
MENTE Y CEREBRO 54
El neuromodulador adenosina
La adenosina es un nucleósido que se une a recepto-
res concretos del cerebro. La cantidad de ese neuro-
modulador aumenta en distintas regiones cerebrales
durante la fase de vigilia. Su efecto sobre la actividad
neuronal depende de los subtipos de receptores
de los que se disponga.
NEUROTIKER / DOMINIO PÚBLICO
todo ha salido según lo previsto. Sarah se tumbará en el
escáner durante dos horas, tranquila a ser posible, y re-
solverá algunas pruebas cognitivas. Lo que ahora mismo
le resulta más difícil es no hacer nada, pues los párpados
empiezan a pesarle como una losa. Podrá dormir, pero
todavía debe aguantar despierta un poco.
Con qué placer se tomaría un café ahora. Durante los
12 días que ha durado la investigación, Sarah ha tenido
que renunciar a los estimulantes. Hace ya un tiempo que
los estudios con animales demostraron que la cafeína
actúa como estimulador neuronal, ya que aleja la adeno-
sina de sus receptores. En 2012, investigamos en 15
personas el efecto de la cafeína en el cerebro humano de
manera más precisa. Descubrimos que, como en los
animales, bloquea los receptores de adenosina. Si la ca-
feína «ocupa» más o menos la mitad de los receptores,
nos encontramos con una dosis eficaz y pocos efectos
secundarios. Por ello, la mayoría «ajustamos» el consumo
de cafeína en el transcurso del día a nuestras necesidades.
Según comprobamos, esa dosis efectiva para una perso-
na de 70 kilos ronda los 450 miligramos de cafeína, unas
cuatro tazas de café. Para conciliar el sueño, el uso del
alcohol está muy extendido. No solo potencia la produc-
N.O 96 - 2019
 NEURO CIENCIA / L AB OR ATORIO DEL SUEÑO

ción de adenosina, sino que también inhibe su transpor- SI TE INTERESA

te y salida, de manera se que intensifica su efecto. ESTE TEMA...

Descubre El sueño, nuestro

¿Tiene que ser tan complicado?
La influencia de la adenosina en la actividad neuronal
es compleja. Los subtipos de receptor A1, A2a, A2b y
A3 se hallan distribuidos de manera desigual por el ce-
rebro y son, respectivamente, componentes esenciales
de distintas cadenas de señalización con efectos en
parte opuestos: algunos activan las neuronas in situ y
otros las inhiben. Por tanto, el efecto de la adenosina
depende de su concentración (distinta en función de la
localización) y de la distribución de cada subtipo de
receptor en las regiones cerebrales. Además, no todas
las neuronas reaccionan igual ante la activación del
mismo subtipo de receptor. Al parecer, para ajustar la
excitabilidad de las neuronas, el cerebro tuvo que de-
sarrollar mecanismos de autorregulación extraordina-
riamente complicados.
No obstante, hemos obtenido algunos conocimientos
esenciales sobre el sistema de adenosina. Nuestros resul-
tados actuales con ligandos radiactivos nos permiten
concluir que, en el caso de las personas, la cantidad de
receptores A1 disponibles aumenta tras 28 horas de pri-
vación de sueño. A las 28 horas se incrementa alrededor
del 10 por ciento y la tendencia parece mantenerse tras
52 horas de privación del sueño. Es probable que en estas
condiciones se preparen más receptores A1 de adenosina,
lo que intensificaría el efecto de la adenosina y, en con-
secuencia, también la presión del sueño.
Pero la falta de sueño no perjudica a todas las perso-
nas de la misma forma, como han observado, entre otros,
investigadores de la Universidad de Pensilvania. Alre-
dedor de un tercio de los sujetos muestran, incluso
después de varios días de privación del sueño, limita-
ciones cognitivas mínimas en tareas de atención. Esta
capacidad es estable, replicable mediante mediciones y
parece deberse a factores hereditarios, de acuerdo con
monográfico de la colección
CUADERNOS sobre las funciones,
los mecanismos neuronales y los
trastornos del dormir.
www.investigacionyciencia.es/
revistas/cuadernos/numero/19
estudios llevados a cabo con gemelos. Otro tercio de
individuos, sin embargo, reacciona de manera sensible
a la falta de sueño. Estas personas deberían evitar, a toda
costa, dormir poco, sobre todo si tienen un empleo que
les exige atención constante en un entorno con pocos
estímulos.
De acuerdo con nuestras observaciones, las diferencias
individuales podrían deberse, al menos en parte, al sis-
tema de adenosina. En el caso de las personas menos
afectadas tras la privación de sueño, detectamos una
cantidad elevada de receptores de adenosina no ocupados
a los que pudo unirse nuestro «radioligando». Esto nos
ha permitido deducir que, aunque esos sujetos fabrican
más receptores cuando duermen poco, producen menos
adenosina que los participantes más sensibles a la falta
de horas de descanso.
Son las 22:55 horas. Dejamos que Sarah se vaya a la
cama. Entre su melena castaña se distinguen cables de
varios colores que terminan en pequeños electrodos
sobre su cuero cabelludo. También hoy registraremos
la actividad de su cerebro mientras duerme. Después
de las cinco noches en las que le hemos permitido
pocas horas de sueño, a partir de las 23:00 horas podrá
dormir durante ocho horas. Tenemos curiosidad por
saber a qué velocidad se regenerará su cerebro. Buenas
noches, Sarah. H

PA R A S A B E R M Á S

Performance impairment during four days partial sleep deprivation compared with the acute effects of alcohol and hypoxia.
D. Elmenhorst et al. en Sleep Medicine, vol. 10, págs. 189-197, 2009.
Caffeine occupancy of human cerebral A1 adenosine receptors: In vivo quantification with 18F-CPFPX and PET.
D. Elmenhorst et al. Journal of Nuclear Medicine, vol, 53, págs. 1723-1729, 2012.
Recovery sleep after extended wakefulness restores elevated A1 adenosine receptor availability in the human brain.
D. Elmenhorst et al. en Proceedings of the National Academy of Science USA, vol. 114, págs. 4243-4248, 2017.

EN NUESTRO ARCHIVO

Reloj desacompasado. Thomas Kantermann en MyC n.o 50, 2011.

Nuestros relojes internos. Keith C. Summa y Fred W. Turek en IyC, septiembre de 2015.
Relojes internos desajustados. Oster Henrik en MyC n.o 86, 2017.

MENTE Y CEREBRO 55 N.O 96 - 2019

 NEURO CIENCIA

COGNICIÓN Durante mucho tiempo, los neurocientíficos

consideraron que la consciencia era producto exclusivo
del cerebro. Los conocimientos en el ámbito de la corpo­
rización sugieren que todo el organismo, incluidos el
corazón y el intestino, crea vivencias conscientes

¿Somos solo
­cerebro? CHRISTIAN WOLF

E L AU TO R

Christian Wolf es doctor en filosofía

y periodista científico.

MENTE Y CEREBRO 56 N.O 96 - 2019

MENTE Y CEREBRO
57
N.O 96 - 2019
GETTY IMAGES / VIZERSKAYA / ISTOCK
En síntesis: Más que cerebros
1 2
Según la tesis de la corpo­ Los hallazgos neurocientíficos respal­
rización que propone la dan este punto de vista. Además,
ciencia cognitiva, las per­ existen indicios de que las señales del
cepciones conscientes y la inte­ interior de nuestro cuerpo, por ejemplo,
racción con el entorno se con­ del corazón o del intestino, activan la sen­
dicionan mutuamente. sación del yo.
E
s un día caluroso de primavera. Imagine
que se encuentra tumbado sobre la hierba
y que siente los cálidos rayos de sol en la
cara. Al estirar el brazo, roza las flores que
se mecen suavemente con el viento. No
parece que exista nada más importante que
este prado y sus propias sensaciones. Pero la verdad es
otra: hace unos días, un científico loco irrumpió en su
casa, lo anestesió, le serró el cráneo y le extirpó el cerebro,
que ahora está sumergido en un tarro con un medio de
cultivo líquido para que las células de la sustancia gris
no mueran. Un superordenador conectado a los extremos
de los nervios estimula al órgano como si recibiera es­
tímulos del entorno, de manera que usted crea que
continúa vivo.
A principios de los años setenta del siglo pasado cir­
culaban múltiples versiones de este experimento mental
filosófico (la que acaba de leer está inspirada en «Cerebros
en una cubeta», de Hilary Putnam y publicada en Razón,
verdad e historia en 1981). De acuerdo con la teoría exten­
dida entre los científicos cognitivos de aquellos tiempos,
el cerebro funciona como un ordenador. Este órgano de
unos 1300 gramos de peso produce la consciencia, de ma­
nera que todos nuestros deseos, sentimientos o pensa­
mientos constituyen representaciones simbólicas. En
principio, por tanto, serían algo así como los algoritmos
de un software ridículamente complicado. Algunos pen­
sadores argumentan que, sencillamente, no podríamos
saber si existimos como personas o si no somos más que
cerebros en un tarro.
¿Vivimos la realidad
como un organismo
completo o somos
meros cerebros en
un cuerpo?
MENTE Y CEREBRO 58
3
Muchos científicos han de­
jado de considerar el cere­
bro como el «origen» de la
consciencia. Este se alimenta en
todo momento del cuerpo en su
conjunto.
En las últimas décadas ha surgido un creciente recha­
zo al «modelo computacional de la mente» —y, por
cierto, entre sus propias filas—. Algunos defensores de
la cognición corporizada hacen hincapié en un hecho
que quizá los neurocientíficos pasan por alto, particular­
mente cuando exploran a sujetos que yacen inmóviles en
el tomógrafo: las personas son seres vivos con un cuerpo
que durante la mayor parte de su existencia se mueve en
el mundo e interactúa con él. Por esa razón, para los
seguidores de la tesis de la corporización, la consciencia
se halla indisolublemente unida a un cuerpo en acción.
Hace tiempo que el concepto de corporización forma
parte de las ciencias de la vida, como la psicología, la
psiquiatría, la psicoterapia y, por supuesto, las neurocien­
cias. Por lo general, este término se emplea cuando se
demuestra que la influencia del cuerpo sobre la mente es
mayor de lo que se pensaba. Ahora, los neurocientíficos
deben lidiar con la pregunta de si no han estado buscan­
do la consciencia en el sitio equivocado.
La sensación corporal del sí mismo
La importancia del cuerpo para las vivencias subjetivas
se manifiesta en planos muy elementales, indica Thomas
Fuchs, del Hospital Clínico de Heidelberg. Según este
psiquiatra y filósofo, la consciencia no solo abarca pro­
cesos cognitivos de nivel superior, como el pensamiento:
«A ellos se suma una especie de consciencia nuclear; una
autosensación corporal, un sentirse vivo, que está pre­
sente en todo momento en un segundo plano y ligado a
nuestro cuerpo». Desde un punto de vista neurobiológi­
co, esta sensación básica se origina a partir del intercam­
bio continuo del tronco encefálico y del diencéfalo con
el conjunto del organismo a través de la médula espinal,
los nervios craneales y el sistema nervioso autónomo.
«La consciencia nuclear proporciona, por así decirlo, in­
formación sobre nuestro estado vital», explica Fuchs. El
cerebro influye en todos los procesos reguladores del
organismo, igual que sucede en sentido inverso: estos
procesos repercuten en el cerebro. Así, la consciencia
basal es el resultado de los acontecimientos en el conjun­
to del cuerpo y, por tanto de ninguna manera producto
únicamente del cerebro, sostiene Fuchs.
Si ascendemos los peldaños desde la sensación básica
hasta la vivencia consciente, salta a la vista: emociones
N.O 96 - 2019
 NEURO CIENCIA / C O GNICIÓN

YOUSUN KOH SEGÚN «MOVEMENT-PRODUCED STIMULATION IN THE DEVELOPMENT OF VISUALLY GUIDED BEHAVIOR». R. HELD Y

a c
A. HEIN EN JOURNAL OF COMPARATIVE AND PHYSIOLOGICAL PSYCHOLOGY, VOL. 56, PÁGS. 872-876, 1963, FIG. 1

a c

A principios de la década de 1960, los investigadores Richard Held y Alan Hein, de la Universidad Brandeis, colo-
caron en una especie de tiovivo durante tres horas cada día y por parejas a crías de gato que habían crecido en la
oscuridad. Uno de los animales podía andar siguiendo el movimiento del círculo giratorio (ejes a, b y c), mientras
que el otro, que se hallaba en una suerte de caja, estaba obligado a hacer las rotaciones de manera pasiva (imagen).
Solo los gatos activos aprendieron a percibir la profundidad espacial.

como la alegría o el miedo son estados anímicos que
implican a casi todo el organismo y a sus distintos órga­
nos. Ante una situación peligrosa, la sensación de miedo
activa en el cerebro las estructuras límbicas, como la
amígdala. Aunque, desde hace tiempo, se sabe que eso es
solo la mitad de la historia. A través del sistema nervioso
autónomo, el organismo al completo se pone a trabajar a
toda máquina. El corazón late con más energía, respiramos
más rápido, empezamos a sudar y, quizás, también sen­
timos un nudo en la garganta o nos tiemblan las piernas.
En resumen, percibimos el miedo en nuestro cuerpo. En
opinión del neurocientífico Antonio Damasio, todas las
emociones contienen una sensación dinámica del estado
corporal general, el cual cambia bajo la influencia de
vivencias determinadas. Las sensaciones «nos permiten
echar un vistazo a lo que sucede en nuestra carne», resu­
me Damasio en su libro El error de Descartes.
El cerebro recibe señales continuas del estómago y del
intestino, destaca el neurogastroenterólogo Peter Holzer,
de la Facultad de Medicina de Graz, en una revisión de
2016. La información no se utiliza solo en la regulación
de funciones corporales básicas, sino que parte de esta
información llega, como se ha comprobado, a las estruc­
turas límbicas corticales y, por tanto, es probable que
influya en nuestra manera de pensar y sentir, señala
Holzer. Como resultado de la «interocepción», es decir,
de la capacidad de percibir señales del interior de nuestro
organismo, existe una especie de sensación visceral. Esta
se origina en el centro de nuestro cuerpo.
El cuerpo ayuda a comprender
Existen numerosos ejemplos de cómo el cuerpo respalda
nuestro pensamiento. En 2010, los investigadores demos­
traron que si se impedía que los sujetos frunciesen el ceño
mediante una inyección de bótox en los músculos de la
frente, les resultaba más difícil comprender los textos que
contenían un matiz negativo. Pero cuando leían un pa­
saje que trataba sobre la despedida para siempre de un
amigo, lo entendían más rápido. Al parecer, una reacción
del cuerpo, como fruncir el ceño, favorece la comprensión
lectora.
Las células grises, por sí solas, tendrían grandes pro­
blemas para generar percepciones conscientes (de un
prado, por ejemplo) o interpretar las informaciones
ópticas de forma correcta. La experiencia visual se halla
relacionada desde un principio (desde el primer rayo de
luz que ve un ser vivo) con la acción motora. Hace dece­
nios, concretamente en 1963, los biólogos del desarrollo

MENTE Y CEREBRO 59 N.O 96 - 2019

 EN BREVE:
INTEROCEPCIÓN
Se trata de las percepciones que emergen del interior
de nuestro propio cuerpo. Se distingue entre propiocep­
ción, que proporciona información sobre las posturas
y los movimientos corporales en el espacio, y la viscero­
cepción, que registra la actividad de los órganos.
Richard Held y Alan Hein, de la Universidad Brandeis,
comprobaron este fenómeno mediante un experimento
todavía hoy en día muy citado. Los investigadores criaron
gatos recién nacidos en condiciones de oscuridad total.
Más tarde, colocaron a diario y durante dos horas a una
pareja de estos felinos en un pequeño carrusel con dos
soportes e iluminación. Uno de los animales podía poner
el tiovivo en marcha al andar en círculos (llevaba un
armazón que le obligaba a desplazarse de esa manera),
mientras que el otro iba sentado en una suerte de cabina,
por lo que seguía los movimientos de forma pasiva. Tras
varias semanas observaron que, a diferencia de los gatos
activos, los pasivos carecían de la capacidad de reconocer
la profundidad espacial, aunque habían estado expuestos
a los mismos estímulos ópticos. Al parecer, no disponían
de la conexión entre la acción motora y la vivencia visual,
y con ello la experiencia de cómo cambian las percepcio­
nes según el movimiento del cuerpo.
Toda percepción se encuentra indisolublemente liga­
da a las acciones del cuerpo en movimiento. «La visión
de objetos cotidianos, por ejemplo, está relacionada
desde un principio con impulsos de la corteza premoto­
ra», afirma Fuchs. Y añade: «Cuando veo unas tenazas,
la corteza concibe los posibles movimientos que puedo
llevar a cabo con ese instrumento». La consciencia re­
quiere la interacción con el entorno. De hecho, si esa
interacción no se produce, el organismo no necesita
consciencia. «Si investigásemos en Marte un objeto que
no se mueve», explica el neurobio­psicólogo Peter König,
de la Universidad de Osnabrück, «en principio, como
neurocientífico, no podría indicar ningún criterio para
determinar si el objeto tiene experiencias conscientes.
Así, apostaría por presumir que si ese objeto no interac­
túa con el mundo, probablemente no tenga consciencia».
Aunque las técnicas de neuroimagen proporcionaron
perspectivas revolucionarias en el pasado, la mayor par­
te de los neurocientíficos lo tienen claro: explorar la ac­
tividad del cerebro es importante para comprender el
pensamiento, las emociones y la conducta, pero no sufi­
ciente. König lo ilustra con el siguiente ejemplo: desde la
vivencia subjetiva, no tenemos ningún problema para
diferenciar lo que vemos de lo que oímos. Sin embargo,
no resulta fácil determinarlo a partir de la actividad
neuronal en el cerebro. «Las neuronas de la cortezas visual
y auditiva se parecen mucho, por esa razón no puedo
MENTE Y CEREBRO
decir “cuando se presenta esta característica en una región
cerebral es que estamos escuchando, y cuando aparece
esta otra significa que estamos viendo”. Pero si me incli­
no hacia delante, los objetos que tengo ante mí se vuelven
más grandes. Al escuchar, en cambio, se dan otras regu­
laridades. Por ejemplo, el eco acústico cambia con el
movimiento.» El filósofo Alva Noë, de la Universidad de
California en Berkeley, y el psicólogo emérito J. Kevin
O’Reagan, de la Universidad Descartes de París, consi­
deraron que para la percepción sensorial subjetiva se
requiere un conocimiento implícito de las regularidades
sensomotoras.
El neurocientífico Paul Bach-y-Rita (1934-2006) de­
mostró que esa idea podía ser cierta mediante sus pio­
neros experimentos con personas invidentes. Sobre la
cabeza de estos probandos colocó una cámara que esca­
neaba el entorno y transmitía la información visual a la
lengua o a la espalda de los sujetos a través de vibraciones
de distinta intensidad. Si un objeto se acercaba, las vibra­
ciones aumentaban, de manera similar a cuando vemos
que el tamaño de un objeto se agranda si se aproxima a
nosotros. Lo extraordinario del experimento, señala
König, era que aunque los participantes no habían de­
sarrollado el sentido de la vista después de una práctica
de varias horas, dejaban de percibir los estímulos como
meras vibraciones en la lengua. Y solo los invidentes que
habían podido moverse e interactuar con el entorno
durante el ejercicio describían, tras varias horas, percep­
ciones conscientes, casi visuales. Por ejemplo, explicaban
que algo les bloqueaba «la vista» de un objeto cuando,
efectivamente, un objeto tapaba a otro.
König observó algo similar en un estudio en el que
equipó a sus probandos con un cinturón provisto de una
brújula. En función de la rotación de su cuerpo vibraban
unos motores para indicar el norte. Tras varias semanas
de entrenamiento, los participantes afirmaban que dis­
frutaban de una percepción espacial totalmente «nueva»,
en cierto modo, aumentada.
Señales del corazón
La filosofía de la mente sostiene que las vivencias cons­
cientes no solo poseen un contenido referente a un ob­
jeto (por ejemplo, sobre la mesa hay una taza de café que
desprende un buen aroma), sino que también están
siempre vinculadas a la perspectiva de la primera perso­
na. Es necesario un yo que vea, oiga y huela de manera
consciente y lo experimente de forma subjetiva. Los in­
vestigadores del equipo de Catherine Tallon-Baudry, del
Laboratorio de Neurociencia Cognitiva de la Escuela
Superior de París, sospechan que esta sensación del yo
tampoco se origina solo en el cerebro. Según su tesis, es
probable que las señales del corazón sean fundamentales
para la experiencia de la perspectiva subjetiva.
Los investigadores analizaron la actividad cerebral de
una serie de sujetos mediante magnetoencefalografía,
técnica que ofrece una buena resolución no solo espacial,
60 N.O 96 - 2019
 NEURO CIENCIA / C O GNICIÓN

sino también temporal (de menos de un milisegundo).
Los voluntarios tenían que dar rienda suelta a sus pensa­
mientos, pero en determinados momentos se les solici­
taba que indicasen con qué intensidad habían adoptado
la perspectiva del yo. Por ejemplo, si alguien piensa
«tengo hambre», el yo se encuentra en primer plano más
que en el pensamiento «fuera está lloviendo». Los inves­
tigadores exploraron la intensidad con la que el cerebro
registraba los latidos del corazón en ese momento. Los
llamados potenciales evocados sincronizados con el lati­
do cardíaco (HEP, por sus siglas en inglés) pueden me­
dirse unos cientos de milisegundos tras cada contracción
de los músculos del corazón en áreas cerebrales concretas,
entre ellas, la corteza prefrontal ventromedial.
Todavía no existen
mente otros órganos, como el intestino, podrían consti­
tuir una fuente estable de señales dirigidas al cerebro que
proporcionan un «marco de referencia subjetivo» para
las vivencias conscientes. El cuerpo, en el que se halla
integrado el cerebro, tendría importancia incluso en las
percepciones en las que no existe una gran implicación
emocional.
En conclusión, a la imagen del cerebro como centro
de control supremo le han salido grietas. Es posible que
en cierto sentido sea el ordenador central, pero no es el
único que recopila y analiza la información sensorial. La
periferia del organismo también realiza cálculos compli­
cados, como los que se conocen de la corteza cerebral,
sostienen Andrew Pruszynski y Roland Johansson, de la
Universidad de Umeå. Cuando tocamos un objeto con
las manos, las yemas de los dedos no se limitan a informar
al cerebro de meros tocamientos. Como explicaron estos
fisiólogos en 2014, las células nerviosas de las yemas de

pruebas de que el los dedos ya evalúan la forma del objeto que tocan. Al
hacerlo, codifican la orientación de los ángulos del obje­

latido del corazón to a través de la intensidad y la generación temporal de

los impulsos eléctricos que ellas mismas producen. Asi­

active la consciencia mismo, desde hace tiempo se sabe que cuando miramos,
la retina calcula las esquinas y los contornos de los obje­

del yo
Los resultados fueron sorprendentes: la respuesta
cerebral al latido del corazón resultó más intensa cuanto
más presente estaba la perspectiva del yo en el pensamiento
del sujeto. Algo similar sucedía cuando los probandos
tenían que registrar una señal óptica difícil de reconocer.
Cuanto más intensos eran los HEP, antes indicaban que
habían visto la señal. Con todo, los investigadores ad­
vierten que hasta ahora solo se han encontrado correla­
ciones, es decir, todavía no tienen pruebas de que el la­
tido del corazón active la consciencia del yo. Pero ello no
impide establecer conjeturas. Así, el corazón, y segura­
tos. Tampoco en este caso se deja todo el trabajo a las
células grises.
El cerebro es una condición necesaria para la expe­
riencia subjetiva, pero ni mucho menos suficiente. Ver,
oír, tocar y pensar de manera consciente es, casi en todo
momento, una capacidad del ser vivo en su conjunto. Para
que el cerebro metido en un tarro dispusiera de una
consciencia humana, el científico loco de nuestra historia
tendría que simular en su superordenador toda la relación
dinámica del cerebro con el entorno. Pero, según Noë,
ello supondría poner a disposición del cerebro, al menos
virtualmente, un cuerpo, o en palabras de los investiga­
dores de la cognición, un «agente completo». Y este
agente debería ser capaz de reaccionar de tantas maneras
diferentes como una persona real. H

PA R A S A B E R M Á S

Das Gehirn: ein Beziehungsorgan. Eine phänomenologisch-ökologische Konzeption. T. Fuchs. Ediciones Kohlhammer,
Stuttgart, 2016.
Learning new sensorimotor contingencies: Effects of long-term use of sensory augmentation on the brain and conscious
­perception. S. U. Koenig et al. en PLOS One , vol. 11, n.o 12, págs. 1-35, 2016.
Interoception and gut feelings: Unconscious body signals’ impact on brain function, behavior and belief processes. P. Holzer
en Processes of Believing: The Acquisition, Maintenance, and Change in Creditions, págs. 435-442, Springer, Heidelberg, 2017.
The neural monitoring of visceral inputs, rather than attention, accounts for first-person perspective in conscious vision.
C. Tallon-Baudry et al. en Cortex vol. 102, págs. 139-149, 2018.

EN NUESTRO ARCHIVO

Cognición corporizada. Siri Carpenter en MyC n.0 73, 2015.

Las pulsaciones cardíacas contribuyen al sentimiento del «yo». Guillaume Jacquemont en MyC n.0 88, 2018.

MENTE Y CEREBRO 61 N.O 96 - 2019

 NEURO CIENCIA

MEMORIA Muchas personas consideran que el olvido constituye

un fallo en el rendimiento del cerebro. Sin embargo, se trata de un
proceso necesario: sin esta capacidad, el pensamiento abstracto
nos resultaría imposible

El olvido, un aliado
del aprendizaje
MARTIN KORTE

MENTE Y CEREBRO 62 N.O 96 - 2019

 Las neuronas del hipocampo son decisivas tanto
para recordar como para olvidar. En la imagen se
muestra el hipocampo de una rata. Los núcleos ce-
lulares se han teñido de amarillo y ciertas proteínas
de los axones (los neurofilamentos), de azul.
AGE FOTOSTOCK / THOMAS DEERINCK / NCMIR / SCIENCE PHOTO LIBRARY

MENTE Y CEREBRO 63 N.O 96 - 2019

En síntesis: Algo más que una l­aguna en la memoria

1 2 3
Olvidar no es siempre un fallo El mecanismo celular del olvi­ Nuestros recuerdos cambian
de memoria. Con frecuencia, do se parece al del aprendizaje cada vez que los evocamos. En
se trata de un proceso esencial y se produce en las mismas si­ el caso de las personas con
y activo. Solo las personas que olvi­ napsis del hipocampo y de otras trastorno por estrés postraumático
dan pueden distinguir lo relevante áreas cerebrales. Sin embargo, no parece que la experiencia traumáti­
de lo irrelevante, pensar de forma está claro si eliminamos contenidos ca se almacena sin que pueda mo­
abstracta y resolver problemas. de la memoria o si es que estos se dificarse. Los investigadores buscan
Además, el olvido ayuda a recordar. vuelven más inaccesibles. medios para conseguirlo.

A
pocas personas, por no decir a ninguna,
les gusta admitir que han olvidado dónde
han dejado las gafas o que la cita que habían
acordado para esta tarde se les ha pasado
completamente por alto. En pocas palabras,
a nadie le gusta olvidar. También los in­
vestigadores de la memoria consideran que olvidar es el
polo opuesto de recordar. Pero el olvido es mucho más
que una laguna en la memoria: se trata de un componen­
te esencial de esta última. Lo que notamos, experimen­
tamos o planeamos para el futuro no depende solo de
nuestros recuerdos presentes, sino también de todo lo
que ya no sabemos. El proceso se asemeja al de una es­
cultura de mármol, la cual se forma a partir de la roca
que se elimina.
Nuestra vida es una sucesión de modificaciones, por
lo que olvidar es decisivo para el cerebro. Para adaptarnos
a las condiciones ambientales cambiantes necesitamos
aprender información nueva, pero también olvidar y
reciclar la que ya sabemos. El proceso de percepción
resulta muy ilustrativo en este sentido: debemos conser­
var en la memoria aquello que vemos, tocamos, oímos,
saboreamos u olemos durante un tiempo corto, solo
hasta que recibimos la siguiente sensación.
Por ejemplo, ya que el procesamiento de la impresión
visual en la retina tarda más tiempo que el de un soni­
do en el oído interno, almacenamos cada entrada en un
sistema sensorial durante más o menos un cuarto de
segundo. Si no sucediese de este modo, no podríamos
asociar la voz con el movimiento de labios correspondien­
te. Pero, en cuanto llega el siguiente estímulo sensorial,
el antiguo ha de eliminarse para que no se solapen. Por
tanto, la eliminación y el olvido de información no
representan fallos ni interrupciones de la percepción,
sino elementos importantes de los procesos necesarios
para que se produzca dicha percepción. El almacena­
miento y los recuerdos a más largo plazo, por el contra­
rio, solo nos sirven para una minúscula parte de nues­
tras experiencias.
Cuando almacenamos información nueva, suelen
sobrescribirse acontecimientos anteriores. Así, no nos
resulta relevante dónde aparcamos el coche hace una
semana ni dónde lo estacionamos con más frecuencia;
en lugar de eso, tenemos que acordarnos de dónde lo
hemos dejado por última vez. Practicamos esa forma de
olvido selectivo continuamente, por ejemplo, con las
contraseñas que ya son viejas o están caducadas.
Los recuerdos conscientes de nuestros primeros años
de vida, durante los que aprendemos una cantidad in­
creíble de cosas, también los acabamos olvidando [véase
«El olvido de los primeros recuerdos», por Nele Langosch;
Mente y Cerebro n.o 95, 2019]. Del mismo modo, cada
noche nos sumergimos en una fase amnésica de varias
horas. Durante el sueño faltan requisitos determinantes
para la formación de memoria, ya que las regiones cere­
brales que proporcionan una consciencia del yo se en­
cuentran en reposo. Esta consciencia es necesaria para
poder almacenar información en la memoria autobio­
gráfica. Además, el grado de actividad de los neurotrans­
misores necesarios para almacenar lo aprendido median­
te la intensificación de la comunicación interneuronal,
como la acetilcolina, la dopamina y la noradrenalina, es
bajo. Lo que consideramos un fallo es más bien una
cuestión práctica: para consolidar lo vivido durante el
día no debe añadirse ningún elemento más que pueda
interferir. De la misma manera que cerramos los ojos

E L AU TO R

Martin Korte es catedrático de neurobiología celular en la Universidad

Técnica de Brunswick. Lleva muchos años investigando los mecanismos
celulares del aprendizaje, el recuerdo y el olvido.

MENTE Y CEREBRO 64 N.O 96 - 2019

 NEURO CIENCIA / MEMORIA

para concentrarnos, el cerebro deja fuera el presente

mientras dormimos para almacenar datos de forma más
eficaz. Por eso, el sueño es fundamental para la formación
de la memoria [véase «Efectos cerebrales de la falta de
sueño», por David y Eva Maria Elmenhorst; en este mis-
mo número].

DMADEO (COMMONS.WIKIMEDIA.ORG/WIKI/FILE:KIM_PEEK_ON_JAN_16,_2007.PNG) / CC BY-SA 3.0

El olvido no se produce de forma pasiva en el cerebro,
como si las conexiones sinápticas que no se han usado
en mucho tiempo simplemente se debilitasen. Antes bien,
es un proceso similar al de un filtro de correo no desea­
do bien programado, innato e inherente a nuestra me­
moria. Si no funciona, quedamos abrumados por una

cantidad ingente de información irrelevante. Asimismo,
el pensamiento abstracto solo funciona cuando dejamos
pasar, ignoramos y olvidamos mucha información. Al­
gunas personas con una memoria extraordinaria no
pueden hacerlo. Se les considera celebridades porque
conservan en su memoria todas las palabras de los libros
que leen. Sin embargo, no son capaces de utilizar ese
conocimiento para resolver problemas de forma creativa
ni para descubrir nada nuevo.
Olvidar permite al cerebro centrarse en información
esencial en cada momento y suprimir los datos menos
relevantes, de manera que evita, por ejemplo, que acu­
dan palabras de sonido parecido durante una conver­
sación o que emerjan datos irrelevantes en la conscien­
cia. Gracias a ello, el procesamiento de información es
rápido y preciso. Sin embargo, a veces el filtro de correo
no deseado comete fallos, por lo que no nos vienen a
la memoria cosas que nos gustaría tener a mano en un
momento determinado. Olvidar no siempre es un pro­
ceso útil y adaptativo; igual que el aprendizaje, también
puede ser contrario a la adaptación, por ejemplo en las
personas que desarrollan una adicción. Cuando se
producen los llamados lapsus linguae (error o tropiezo
involuntario al hablar), el mecanismo tampoco funcio­
na de forma correcta. Pero, a diferencia de lo que
suele pensarse, estos lapsus no evidencian un deseo
oculto, sino que se producen cuando nos vienen a la
memoria palabras relacionadas pero no adecuadas para
la situación.
Fundamentos moleculares del olvido
Nuestra capacidad de recordar depende, entre otros
factores, de la facultad para olvidar. Así pues, el olvido
no es el enemigo del aprendizaje, sino su aliado. Además,
se basa en un mecanismo celular llamado depresión a
largo plazo (DLP), el cual tiene lugar en los mismos
puntos de conexión (sinapsis) entre las neuronas del
hipocampo y en otras regiones cerebrales, como la amíg­
dala, que intervienen en el almacenamiento de informa­
ción nueva. En este caso se habla de potenciación a largo
plazo (PLP). El hipocampo desempeña un papel impor­
tante en la transferencia de datos y recuerdos autobio­
gráficos desde la memoria a corto plazo hasta la memo­
ria a largo plazo. En la actualidad, los investigadores no
(CREATIVECOMMONS.ORG/LICENSES/BY-SA/3.0/LEGALCODE)
Kim Peek (1941-2009) se sabía de memoria miles de li-
bros. Su historia inspiró al productor cinematográfico
Barry Morrow para el guion de Rain Man. Sin embargo,
a este virtuoso de la memoria le resultaba difícil
­abstraer conocimientos.
se limitan a observar la depresión a largo plazo, sino que
pueden desencadenarla a través de la estimulación de
fibras nerviosas del hipocampo durante un período de
tiempo más largo con una frecuencia baja (entre 1 y
5 hercios), o al estimular neuronas que se comunican
entre sí de manera diferida.
Los fundamentos moleculares de la DLP y de la PLP
se parecen mucho: es determinante la cantidad de calcio
(Ca2+) que llega a la célula postsináptica. La entrada de
cantidades importantes de Ca2+ a través de un receptor
de glutamato (el receptor NMDA) genera la PLP, mientras
que si llegan cantidades más bajas se produce la DLP. Si
la concentración de calcio aumenta, los grupos fosfato
se unen a los receptores sinápticos correspondientes para
incrementar su eficacia, y cuando la concentración dis­
minuye vuelven a separarse, lo que desencadena sucesio­
nes de señales en sentido inverso. Así se produce la in­
tensificación o el debilitamiento de los mecanismos de
transmisión sináptica.
Los niños tienen muchas más sinapsis que los adultos.
Con el paso del tiempo se concreta qué nexos son rele­
vantes y cuáles resultan prescindibles. Estos últimos se
van debilitando para que aumente la eficacia del proce­
samiento. Por ejemplo, cuanto más dominemos una
lengua, menos neuronas se activarán cuando la hablemos.

MENTE Y CEREBRO 65 N.O 96 - 2019

 Así aprendemos y olvidamos
Transmisión sináptica normal Actividad simultánea en la neurona Transmisión sináptica potenciada
presináptica y en la postsináptica

Neurona
presináptica
Glutamato

Calcio Hendidura sináptica

Sodio

Receptor Receptor

YOUSUN KOH
NMDA AMPA
Magnesio Neurona Despolarización
postsináptica

Potenciación a largo plazo

Los recuerdos se almacenan en el cerebro porque cambia la transmisión de estímulos entre las neuronas. Una neu-
rona que suele activar a otra lo hace cada vez mejor con el paso del tiempo. Los investigadores llaman a este proce-
so potenciación a largo plazo (PLP). En la transmisión sináptica normal (izquierda), la llegada de un potencial de
acción a la neurona presináptica causa la liberación de neurotransmisores (glutamato) a la hendidura sináptica.
El glutamato activa los receptores AMPA de la membrana postsináptica. En consecuencia, los iones de sodio en-
tran en la célula, de manera que esta se despolariza y se genera un nuevo potencial de acción. La despolarización
hace que los iones de magnesio salgan de los receptores NMDA (imagen central). Al mismo tiempo, llega otro po-
tencial de acción a la neurona presináptica y se vuelve a liberar glutamato, que activa los receptores AMPA y los
­receptores NMDA. De esta manera, una gran cantidad de calcio penetra en la célula. Esto hace que más recepto-
res AMPA se inserten en la membrana postsináptica (derecha). De esta manera aumenta, a la larga, la intensidad
de transmisión de la sinapsis.

Transmisión sináptica potenciada Transmisión sináptica atenuada

Neurona
presináptica

Glutamato

Hendidura Calcio
sináptica Sodio
Receptor
AMPA
Receptor
NMDA
YOUSUN KOH

Neurona Magnesio
postsináptica

Depresión a largo plazo

El mecanismo que nos permite olvidar se llama depresión a largo plazo (DLP). Se desencadena cuando las fibras
nerviosas del hipocampo reciben estimulación durante un período largo con una frecuencia baja (entre 1 y 5 her-
cios) o cuando neuronas que se comunican entre sí reciben estímulos diferidos. Así fluyen menos neurotransmiso-
res (en este caso, glutamato) a la hendidura sináptica y llega menos calcio a la neurona postsináptica (derecha).
Como consecuencia de ello, disminuye la cantidad de receptores AMPA en la neurona postsináptica y se reduce el
tamaño tanto de la célula presináptica como de la postsináptica. A partir de entonces es menos probable que las
dos neuronas reciban estimulación al mismo tiempo.

MENTE Y CEREBRO 66 N.O 96 - 2019

 NEURO CIENCIA / MEMORIA

En la edad adulta dejamos de oír algunos fonemas que

sí percibíamos de niños.
Una neurona está en contacto con otras 100.000 neu­
ronas. Y sus sinapsis compiten entre sí. A menudo, los
puntos de contacto que se comunican cambian tanto
desde el punto de vista estructural como funcional, y les
quitan factores de crecimiento a las sinapsis vecinas
menos activas. Esos factores de crecimiento son proteínas
endógenas que regulan funciones neuronales importan­
tes, como el crecimiento y la supervivencia de las neuro­
nas. Este mecanismo, que descubrí junto con otros dos
colegas en una investigación que publicamos en 2014,
debilita las sinapsis que menos se utilizan e intensifica Amígdala
las más activas. De esta forma, evita que se acumulen

YOUSUN KOH
grandes cantidades de información inútil y permite eli­ Hipocampo
minar datos almacenados a corto plazo. Porque, si todos
los contactos sinápticos de una neurona se intensificaran
al máximo mediante la potenciación a largo plazo, la El hipocampo es muy importante para transferir expe-
célula no podría almacenar ninguna otra información. riencias a la memoria a largo plazo. La amígdala, en
Además, se hiperexcitaría con facilidad, lo que podría cambio, parece esencial para determinar si una expe-
causar epilepsia. riencia traumática se graba en la memoria.
No obstante, los científicos siguen debatiendo si real­
mente olvidamos o si, simplemente, se dificulta el acce­
so al recuerdo. Es posible que el cerebro, mediante el
llamado aprendizaje de extinción, sustituya una asocia­ olvide una situación de peligro para su vida corre el
ción entre dos acontecimientos adquirida con anteriori­ riesgo de acabar en las mismas circunstancias que esa
dad por otra nueva. Sin embargo, también podría ser que vez anterior.
una información que se haya consolidado en el sistema En una situación como esta, la amígdala coordina
nervioso nunca desaparezca del todo. En tal caso, el re­ todas las reacciones fisiológicas necesarias. Se ocupa
cuerdo podría volver a emerger. En el origen de este tanto de la respuesta de estrés del organismo como de
debate se encuentran, entre otros, los resultados obteni­la memoria del miedo. Todo lo relacionado con estas
dos por científicos del Instituto Max Planck de Neuro­ circunstancias se almacena allí y es más probable que
biología en Martinsried, que han demostrado que las vuelva a evocarse que los demás contenidos de la me­
conexiones nerviosas estructurales ya establecidas que moria. En el plano celular, la potenciación a largo plazo
acompañan a la capacidad de recordar se mantienen intensifica de tal modo las conexiones sinápticas en la
durante más tiempo que las modificaciones funcionales, amígdala que se crea un patrón de actividad sináptica
como la potenciación a largo plazo y la depresión a largointenso y estable, una especie de cicatriz en la memoria.
plazo. Esto apunta a la hipótesis de que en realidad nun­En el futuro, la presencia de un único elemento de esta
ca olvidamos. red de actividad neuronal bastará para activar todo el
patrón con la misma intensidad. El color de un coche
Cuando una persona no puede olvidar que circule en sentido contrario es suficiente para evo­
Los médicos están familiarizados con trastornos menta­ car el recuerdo de un accidente de tráfico; un fuerte
les en los que las personas no son capaces de olvidar: estallido basta para despertar las experiencias de la
cuando nos encontramos en una situación que supone guerra.
un riesgo para nuestra vida o de emergencia emocional, Pero ¿por qué las sinapsis de la amígdala se muestran
el organismo libera hormonas del estrés para disponer tan resistentes al olvido cuando se ha sufrido una ex­
de los máximos niveles de energía posibles y reducir al periencia traumática? ¿Y por qué motivo esta región
mínimo los procesos corporales que no sean necesarios cerebral se activa de forma duradera e intensa cuando
para la supervivencia inmediata. Además, los centros de algún elemento recuerda a la situación traumática? El
memoria de nuestro cerebro funcionan a toda máquina. grupo de Andreas Lüthi, del Instituto Friedrich Miescher
Todo lo relacionado con esta circunstancia debe almace­ para la Investigación Biomédica, descubrió un posible
narse de manera tan exacta y duradera como sea posible mecanismo en animales: mientras tiene lugar un suce­
(mientras que el intento de recuperación de otros datos so amenazante, se crean alrededor de las sinapsis in­
ya almacenados no funciona bien). El recuerdo, por así tensificadas las llamadas redes perineuronales. Estos
decirlo, se graba a fuego en la memoria. Esto tiene sen­ complejos de azúcares y proteínas son una especie de
tido desde el punto de vista evolutivo: un ser vivo que hormigón biológico e inmunizan las conexiones neu­

MENTE Y CEREBRO 67 N.O 96 - 2019

 NEURO CIENCIA / MEMORIA

ronales frente a cualquier tipo de modificación o ate­
nuación.
La pérdida de memoria, por ejemplo en casos de de­
mencia, es objeto de estudio de científicos de todo el
mundo. En cambio, un número reducido de investiga­
dores se centra en la investigación de la hipermnesia, un
trastorno en el que el afectado presenta una memoria
extraordinaria, porque el olvido no funciona como con­
secuencia de un trauma. En la actualidad se desconoce
la razón por la que algunas personas sufren un trastorno
por estrés postraumático (TEPT) tras una experiencia
dramática y otras no. De acuerdo con los hallazgos de la
investigadora especializada en traumas Katie McLaughlin,
la amígdala parece desempeñar una función fundamen­
tal en este proceso. En uno de sus estudios, McLaughlin
registró la reacción y la actividad cerebral de adolescen­
tes ante imágenes de aspecto positivo, negativo y amena­
zante. Tras el atentado con bomba en la maratón de
Boston de 2013, repitió el experimento con los mismos
jóvenes. Los datos le permitieron predecir quién sería
capaz de gestionar el horrible suceso y quién desarrolla­
ría TEPT. Los probandos cuya amígdala reaccionaba con
más intensidad a las imágenes negativas corrían un
mayor riesgo de padecer el trastorno.
Nuestros recuerdos no están ni mucho menos graba­
dos en una roca. Cambian cada vez que los evocamos y
se ajustan a las emociones que experimentamos en ese
momento. Pero parece que no es así en las personas que
han sufrido un trauma. En 2015, el equipo de Ronald S.
Duman, de la Universidad Yale, demostró que las perso­
nas con TEPT producían un 80 por ciento menos de la
proteína SGK1 en la corteza prefrontal que las personas
sanas. Al parecer, esta enzima es importante para la
creación de recuerdos a largo plazo. Si su producción
disminuye, es menos probable que las experiencias nue­
vas compensen una huella antigua de la memoria; esta
huella se encuentra prácticamente protegida contra la
«sobrescritura». Por eso, a los afectados les resulta difícil
reasignar un estallido o un olor, aunque estos estímulos
aparezcan de forma repetida en un entorno seguro. Así,
olvidar es casi imposible.
Si el trastorno por estrés postraumático se basa en un
problema de la memoria, ¿podemos modificarla de forma
selectiva para ayudar a los afectados? En este contexto,
resultan interesantes los experimentos de Karim Nader
en la Universidad McGill. Mediante ensayos con ratas, el
neurocientífico demostró, por una parte, que la huella
de la memoria cambia cada vez que se recuerda un hecho.
Además, halló que, tras la evocación, el recuerdo debe
volver a almacenarse de nuevo por completo. Si se inter­
fiere en ese proceso de reconsolidación, el recuerdo de­
saparece. Nader y su equipo consiguieron eliminar el
recuerdo de una corriente eléctrica de la mente de los
animales paralizando toda la producción de proteínas en
el cerebro de las ratas. En el caso de las personas, queda
totalmente descartado llevar a cabo un procedimiento
tan drástico. La eliminación de recuerdos debe conse­
guirse de otra manera.
El equipo de Daniela Schiller, Elizabeth Phelps y Joseph
LeDoux, de la Universidad de Nueva York, señaló otra
posibilidad. Los neurocientíficos administraron a los
probandos una corriente eléctrica dolorosa pero inofen­
siva cada vez que veían en la pantalla un cuadrado de
color amarillo. Al poco tiempo, los participantes mostra­
ban síntomas de estrés y miedo en cuanto veían algo
amarillo o cuadrado. Esta asociación aprendida tenía que
eliminarse en un ejercicio posterior de extinción. Si dicho
ejercicio se iniciaba en los diez minutos posteriores a la
última corriente, su éxito era duradero, probablemente
porque el proceso de reconsolidación todavía no había
concluido y el ejercicio interfería en dicho proceso. Sin
embargo, si el tratamiento se iniciaba a las seis horas de
la última corriente, no surtía ningún efecto. Estos resul­
tados ponen de manifiesto la importancia de que los
afectados reciban ayuda inmediata tras vivir un aconte­
cimiento traumático. Los mismos mecanismos de la
memoria que a veces adulteran nuestros recuerdos podrían
ayudar a combatir el miedo y a aprender a olvidar. H

PA R A S A B E R M Á S

Amygdala response to negative stimuli predicts PTSD symptom onset following a terrorist attack. K. A. McLaughlin et al.
en Depression and Anxiety, vol 31, págs. 834-842, 2014.
Competition between recently potentiated synaptic inputs reveals a winner-take-all phase of synaptic tagging and capture.
S. Sajikumar et al. en PNAS, vol. 111, págs. 12.217-12.221, 2014.
Translational approaches targeting reconsolidation. M. C. Kroes et al. en Current Topics in Behavioral Neurosciences,
vol. 28, págs. 197-230, 2016.

EN NUESTRO ARCHIVO

Interior de una mente genial. Darold A. Treffert y D. D. Christensen en MyC n.o 21, 2006.
Recuerdos bloqueados. Christoph Böhmert en MyC n.o 66, 2014.
Los mecanismos del olvido. Udo Rüb en MyC n.o 80, 2016.

MENTE Y CEREBRO 68 N.O 96 - 2019

 ESPECIAL
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Descubre los monográficos digitales que reúnen nuestros
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 VISIÓN

EPILEPSIA Algunos patrones visuales

­estáticos pueden desencadenar ataques de
epilepsia. El porqué de este efecto no solo
interesa a los m
­ édicos, sino también a
­arquitectos y planificadores urbanos

Estímulos
visuales
peligrosos
G I A N L U C A L I VA Y M A R C E L L O T U R C O N I

U
nos 50 millones, ese es el número de humanos que
sufren epilepsia en el mundo, según estima la Orga-
nización Mundial de la Salud. Decenas de grupos de
investigación en diversos países concentran sus es-
fuerzos para identificar los estímulos o factores ex-
ternos que pueden desencadenar una crisis de epi-
lepsia. Entre ellos, un equipo del Centro Médico Universitario de Utrecht
dirigido por Dora Hermes. En un estudio publicado en la revista Current
Biology, el equipo informa sobre un estímulo visual que puede aumen-
tar el riesgo de ataques epilépticos: los patrones visuales estáticos.
El cerebro humano constituye una de las estructuras biológicas más
complejas del mundo: miles de millones de células se activan con es-
quemas regulados de manera precisa en un baile frenético e ininterrum-
pido, del que somos totalmente inconscientes hasta que algo se atasca
en ese mecanismo de precisión. Esto último sucede en la epilepsia. Así,
una activación incontrolada de poblaciones neuronales provoca que
los cables del sistema nervioso central se crucen. Este «apagón» genera
GETTY IMAGES / MASTAKA / ISTOCK

en la persona que lo experimenta una serie de síntomas, que varían

Con frecuencia, los patrones de líneas ricos en contrastes nos

resultan desagradables. Este tipo de imágenes incluso pueden
desencadenar ­ataques epilépticos en ciertas personas.

MENTE Y CEREBRO 70 N.O 96 - 2019

MENTE Y CEREBRO 71 N.O 96 - 2019
 Ondas gamma
Cuando las personas fo-
tosensibles observan
imágenes con ciertas ca-
racterísticas, como una
secuencia de determina-
das líneas blancas y ne-
gras parecidas a un códi-
go de barras, en su
cerebro se genera un im-
pulso repetido de ondas
cerebrales gamma. Son
el resultado de la activa-
ción sincronizada de po-
blaciones neuronales
GETTY IMAGES / SYLVERARTS / ISTOCK

que se alojan en la corte-

za visual y que se propa-
gan a otras áreas de la
corteza cerebral, de for-
ma que desencadenan
ataques epilépticos.

desde la pérdida del conocimiento hasta las convulsiones,
según la intensidad de hiperactivación en la región cere-
bral alterada (foco epiléptico).
Son numerosas las causas que contribuyen a la apari-
ción de una crisis epiléptica. Una de las más conocidas
se da en un 4 por ciento de los afectados; se trata de la fo-
tosensibilidad, es decir, una sensibilidad particular a los
estímulos visuales, como un destello de luz con una
frecuencia determinada. En 1997, una secuencia de un
capítulo de la serie televisiva de animación Pokémon
causó en Japón el ingreso hospitalario de 685 personas.
Todas presentaban síntomas, más o menos graves, de un
ataque epiléptico.
Quince años después, durante los Juegos Olímpicos
de Londres de 2012, un anuncio de la cadena de televisión
BBC en el que aparecía un juguete de colores en mo-
vimiento produjo consecuencias similares, pero menos
alarmantes. En esa ocasión, solo ocho personas ingresa-
ron en algún centro sanitario, aunque los hospitales
británicos recibieron un centenar de llamadas.
El riesgo que ocultan las luces intermitentes ya se
conocía; incluso se recomienda, como medida de pre-
vención, que los pacientes con epilepsia eviten ambientes
donde se emitan luces de forma intermitente (por ejem-
plo, las discotecas). En cambio, la posibilidad de que el
ataque epiléptico pueda desencadenarse a consecuencia
de una imagen estática con un patrón cromático deter-
minado es bastante menos conocida.
Impulso repetido
A partir de un metanálisis, Hermes y sus colaboradores
han constatado que, cuando las personas más fotosensi-

En síntesis: Imágenes de riesgo

1 2 3
Ciertos estímulos visuales favore- Estas imágenes pueden provo- Los efectos en la salud de pa-
cen la generación de ondas car ataques epilépticos en las trones espaciales y visuales en
gamma en la corteza visual. Estas personas que sufren epilepsia el entorno también resultan de
surgen por la actividad sincroniza- fotosensible o con una dotación ge- interés para los arquitectos y los
da de conjuntos de neuronas. nética determinada. planificadores urbanos.

MENTE Y CEREBRO 72 N.O 96 - 2019

 VISIÓN / EPILEPSIA
bles observan imágenes que presentan unas característi-
cas determinadas (entre ellas, una secuencia de líneas
blancas y negras parecida a un código de barras), en su
cerebro se genera un impulso repetido de ondas gamma.
Estas ondas, que son el resultado de la activación sincro-
nizada de poblaciones neuronales de la corteza visual, se
propagan hacia otras regiones de la corteza del cerebro,
de manera que desencadenan los episodios de la deno-
minada epilepsia fotosensible (pero también de otras
alteraciones más leves, como la migraña que afecta a las
personas sensibles a los estímulos luminosos).
Las ondas cerebrales presentan una naturaleza diversa
y se dividen según su frecuencia (entre 25 y 100 hercios,
en el caso de la onda gamma). Por lo común, se miden
con el electroencefalograma, técnica que registra la acti-
vidad eléctrica del cerebro a través de unos sensores que
se colocan en la cabeza del paciente. Aunque hace decenios
que los neurocientíficos estudian las ondas cerebrales,
todavía no han alcanzado un consenso sobre la importan-
cia de ciertas oscilaciones en los procesos neurales, entre
estas, las ondas gamma de la corteza visual. «Algunos
científicos consideran que estas oscilaciones son de gran
importancia y esenciales para el estado de consciencia, la
atención y la comunicación neural, mientras que otros
sostienen que solo constituyen un subproducto de los
procesos neuronales normales», comenta Hermes.
Una respuesta fisiológica
Para entender cómo los estímulos visuales estáticos
pueden alterar los ritmos cerebrales, el grupo dirigido
por Hermes ha investigado la respuesta fisiológica a ca-
racterísticas visuales cocretas (dimensión, contraste lu-
minoso, frecuencia espacial, orientación). Observaron
que los estímulos que originaban una epilepsia fotosen-
sible en la población de riesgo coincidían con los que
producen un aumento de las ondas gamma, pero no
ocurría un incremento general de la actividad neuronal.
En concreto, las ondas gamma aumentaban con imá-
genes que presentaban retículas grandes con contrastes
cromáticos intensos. Por el contrario, el efecto disminuía
si se reducía el contraste de ese patrón o se superponía
otra retícula (lo que propicia un ruido o una interferen-
cia visual). (Véase el recuadro «Respuesta fisiológica a los
patrones visuales estáticos».) ¿Por qué se produce esta
relación entre las ondas gamma y la epilepsia fotosensible?
Las ondas gamma que generan estos estímulos implican
a células de un tipo específico y circuitos neuronales de
la corteza visual. Los científicos sospechan que estos
últimos no logran autoestabilizarse en los pacientes fo-
tosensibles, por lo que aumenta el riesgo de crisis epilép-
ticas.
Con todo, los conocimientos sobre los mecanismos
fisiopatológicos de la epilepsia fotosensible resultan aún
limitados. Ello se debe, en esencia, a dos motivos: en
primer lugar, no existe ningún modelo animal cuyos
resultados puedan reflejar y aplicarse de forma satisfac-
MENTE Y CEREBRO 73
Fotosensibilidad y genética
«La fotosensibilidad puede causar molestias a muchas
personas, pero no debemos pensar que un determinado
estímulo generará una crisis epiléptica indiscriminada.
Para que la fotoestimulación o, en cualquier caso, la es-
timulación externa genere una crisis epiléptica se re-
quiere una predisposición genética», advierte Ettore
Beghi, del Instituto de Investigación Farmacológica
Mario Negri. El estudio de familias en las que la epilep-
sia afectaba a varios de sus miembros ha permitido de-
tectar una predisposición de este tipo. Merced a las mo-
dernas técnicas de estudio genético, los investigadores
han aislado mutaciones de genes concretos que deter-
minan una producción alterada de las proteínas codifi-
cadas. La transmisión sináptica, es decir, el método de
comunicación bioquímica que utilizan las neuronas,
puede verse afectada en distintos planos: los síntomas
epilépticos benignos (no son síntomas de otra enferme-
dad ni se asocian a anomalías de la estructura cerebral)
dependen, a veces, de alteraciones en los genes que co-
difican las proteínas de los canales iónicos, en los recep-
tores de neurotransmisores (como los receptores de
GABA) o incluso que afectan a otro tipo de proteínas
reguladoras.
toria en la especie humana; en segundo lugar, no hay un
paradigma experimental para el estudio de los factores
de riesgo de esta enfermedad. Por fortuna, el estudio de
las ondas gamma no presenta estas limitaciones: los
circuitos neuronales implicados se investigan hoy tanto
en animales como en personas sanas; también a través
de modelos computacionales. La esperanza del grupo
dirigido por Hermes es que estos instrumentos de inves-
tigación permitan conocer la correlación entre las ondas
gamma y la epilepsia fotosensible.
Diversos grupos de todo el mundo, entre ellos el de
Utrecht, investigan, además, el uso de la fotosensibilidad
de algunos sujetos como instrumento para examinar los
procesos fisiopatológicos que producen un ataque epi-
léptico, pero también otras condiciones externas. «Poder
trabajar con pacientes fotosensibles», comenta Dorothée
Kasteleijn, una de las autoras del estudio, «nos ha permi-
tido estudiar las funciones cerebrales en un ambiente
controlado, donde las acciones y las respuestas se prevén
L O S AU TO R E S
Gianluca Liva es historiador
y periodista científico.
Marcello Turconi es doctor
en neurociencias y ciencias
cognitivas y divulgador
científico.
N.O 96 - 2019
con facilidad». Y, pese a su reducido tamaño, este subgru-
po de pacientes epilépticos resulta bastante variado: «La
fotosensibilidad se da tanto en recién nacidos de un año
como en pacientes de sesenta años, aunque la franja de
edad de la población con mayor riesgo parece ser la
adolescencia».
Influencia de la arquitectura
¿Manifiestan todas las personas fotosensibles esa respues-
ta a los patrones visuales estáticos? «Aproximadamente,
la mitad de ellas son sensibles a este patrón. Entre los
niños más pequeños, con las formas más graves de epi-
lepsia, la sensibilidad a esos patrones puede resultar in-
cluso más impactante que a los estímulos luminosos
intermitentes, traduciéndose en crisis epilépticas gene-
ralizadas, en ocasiones peligrosas desde un punto de
vista clínico.»
La fotosensibilidad no solo se confina a los laboratorios.
Si se observan las hileras de árboles dispuestas geomé-
tricamente a los lados de la autopista o la verja de una
valla que se va moviendo cuando se mira desde la ven-
tana de un tren en marcha, pueden experimentarse
sensaciones desagradables sin padecer epilepsia. El pai-
saje que contemplamos ejerce numerosos efectos sobre
nosotros, los cuales se amplifican en los pacientes epilép-
ticos fotosensibles. Proyectar el paisaje urbano teniendo
en cuenta el modo en que puede influir en nuestras
También los objetos rea-
les del entorno, como las
formas arquitectónicas,
pueden resultar estímu-
los de riesgo para los
epilépticos.
MENTE Y CEREBRO 74
reacciones cerebrales es un terreno de encuentro entre
la arquitectura y las neurociencias. «Hoy existen varias
líneas para incentivar el uso de patrones arquitectónicos
más seguros y rechazar los peligrosos», afirma Kasteleijn,
quien ha participado en la investigación. Con esta fina-
lidad, el grupo está examinando más a fondo el fenóme-
no. Uno de los campos a los que se aplicará el nuevo
hallazgo, según auguran los autores del estudio, es el
urbanístico.
Las neurociencias han demostrado que la planificación
rigurosa de los espacios influye de manera positiva en el
estado mental. Nuestra experiencia no solo se conforma
en el contexto en el que se desarrolla, sino que también
el ambiente puede provocar sensaciones que ni siquiera
conseguimos racionalizar. El ingeniero e inventor italia-
no Ettore Bellini (1876-1943) ya recogía en la introduc-
ción de su obra Lo spazio terapeutico. Un metodo per il
progetto di umanizzazione degli spazi ospedalieri, cómo
el uso minucioso de los colores influye en la curación de
un paciente y en el mantenimiento de su equilibrio psi-
cosomático.
La investigación neuroarquitectónica abre las puertas
a nuevas reflexiones que constituirán la base para la
planificación de los espacios existenciales de los humanos.
En 2003 se fundó la Academia de Neurociencias para la
Arquitectura (ANFA) en San Diego, con el objeto de
examinar las reacciones del sistema nervioso ante las
GETTY IMAGES / SIMON HADLEIGH-SPARKS / ISTOCK
N.O 96 - 2019
 VISIÓN / EPILEPSIA

Respuestas fisiológicas a los patrones visuales estáticos

Para analizar la respuesta fisio- Patrón EEG Ondas Actividad
lógica de las personas a los pa- Ejemplos de epilepsia gamma cerebral general
trones visuales estáticos se pre-
sentan los estímulos por
1Tamaño
parejas y con diferentes carac-
terísticas, entre ellas, distinto
tamaño, contraste u orienta-
ción de las líneas. Mediante 2Contraste
electroencefalografía (EEG) se
registra la actividad cerebral 3Espacial
del sujeto. La EEG permite (frecuencia
media)
identificar patrones tìpicos de
una crisis epiléptica. 4Espacial
Estas características se corres- (frecuencia
alta)
ponden con una determinada
producción de ondas gamma en
la corteza visual del cerebro. Se- 5Orientación
gún comprobaron Dora Hermes, poco
significativa
del Centro Médico Universitario
de Utrecht, y su equipo, las ondas 6Color
gamma aumentan con imágenes
que presentan retículas grandes
con contrastres cromáticos in- Las flechas indican un aumento (rojo) o
tensos (1 y 2), de manera que las líneas presentan orientacio- un descenso (azul); si la variación de la
pueden causar una crisis epilép- nes distintas (5), si se pasa del actividad cerebral es poco significativa,
tica en personas con epilepsia contraste claroscuro al contraste el color aparece atenuado.
fotosensible. Lo mismo sucede cromático (6) o si se superpone Fuente: Hermes et al., 2017
con una frecuencia espacial me- otra retícula, lo que propicia un
dia (3), pero no si es alta (4). En ruido o interferencia visual (no
cambio, el efecto disminuye si aparece en la gráfica).

formas y la geometría del ambiente. El fundador, John P.
Eberhard, publicó en 2009 el libro Brain landscape: The
coexistence of neuroscience and architecture, la primera
tentativa para incentivar una colaboración interdiscipli-
nar entre las neurociencias, la arquitectura y el diseño.
En la actualidad, la ANFA reúne a cientos de arqui-
tectos y neurocientíficos estadounidenses para fomentar
la investigación multidisciplinar y profundizar en el tema
de la respuesta cerebral al ambiente y prevenir fenómenos
minoritarios pero, al mismo tiempo, relevantes, como el
de los patrones visuales involuntarios que, en el mejor de
los casos, provocan sensaciones desagradables. Al mismo
tiempo, la Universidad Clemson ha activado el programa
Diseño Basado en la Evidencia de la Efectividad (EDAC,
por sus siglas en inglés), coordinado por el arquitecto
David Allison, un banco de datos sobre los efectos de la
arquitectura en la salud.
Ya en 1570, el arquitecto veneciano Andrea Palladio
(1508-1580) describió un modelo hasta ahora no supe-
rado para el diseño de un edificio o de un espacio. Se
basaba en las reglas de las proporciones precisas y con-
ciliaba la majestuosidad con la integración de la natura-
leza. Hoy, las neurociencias ofrecen su colaboración para
la creación y realización de una arquitectura al servicio
de todos, incluso de las personas fotosensibles. H
PA R A S A B E R M Á S
Lo spazio terapeutico. Un metodo per il progetto di umanizza­
zione degli spazi ospedalieri. R. Fossati, F. Spinelli, E. Bellini
y P. Bocci. Alinea, Florencia, 1994.
Brain landscape: The coexistence of neuroscience and architec-
ture. J. P. Eberhard. Oxford University Press, 2009.
Gamma oscillations and photosensitive epilepsy. D. Hermes
et al. en Current Biology, vol. 27, n.o 9, págs. 3336-338, 2017.
EN NUESTRO ARCHIVO
Ilusión de movimiento. Vilayanur S. Ramachandran y Diane
Rogers-Ramachandran en MyC n.o 30, 2008.
Sincronización y epilepsia: el bueno, el malo y el patológico.
Liset Menéndez de la Prida en MyC n.o 33, 2008.

MENTE Y CEREBRO 75 N.O 96 - 2019

 SYLL ABUS
Neuropsicología,
entre la mente
y el cerebro
Los neuropsicólogos investigan las capacidades humanas que
se encuentran alteradas en las personas con daño cerebral
y desarrollan terapias para mejorar su bienestar y calidad de vida
THERESE HALDER , JOHANNA FUNK Y THOMAS SCHENK
P
or contradictorio que parezca, los pacientes
con lesiones cerebrales proporcionan a los
neuropsicólogos información de gran valor
sobre cómo funciona el cerebro en condi-
ciones normales. Si conocen el lugar donde
se ha producido el daño y basándose en los
síntomas que presentan los afectados, pueden deducir
las funciones que las estructuras cerebrales dañadas
desempeñan en condiciones normales.
Así, las principales cuestiones que se plantean los
neuropsicologos clínicos son dos: ¿cómo funciona el
1664
El médico británico Thomas Wi-
llis (1621-1875) publicó su obra
Cerebri anatome. Se considera la
piedra fundacional de la neurolo-
gía. Willis descubrió la relación
entre el lugar de una lesión cere-
bral y las alteraciones de conducta
que presentaban los pacientes. En
ello basó su teoría de la localiza-
ción de las funciones cerebrales.
MENTE Y CEREBRO 76
cerebro? ¿De qué modo puede utilizarse este conocimiento
para ayudar a las personas con una lesión cerebral ad-
quirida o congénita?
La neuropsicología clínica es una parte relativamente
moderna de la psicología. Quien indague sus raíces se
topará con una trama de disciplinas que forman parte de
la medicina, la neuroanatomía, la psicología y la psiquia-
tría. El médico Thomas Willis (1621-1675), pionero en
la investigación neuroanatómica, aportó una contribución
decisiva para perfilar la neuro­psicología. En 1664 propu-
so la teoría según la cual las diferentes estructuras del
1800
La teoría de la localización sufrió
un revés: el médico y anatomista
Franz Joseph Gall (1758-1828) pro-
GEORGE VERTUE, 1742 / DOMINIO PÚBLICO
puso la doctrina de la frenología y
relacionó diferentes cualidades psí-
quicas con determinadas áreas ce-
rebrales. Su teoría no se confirmó,
por lo que la idea de unas funcio-
nes cerebrales localizadas volvió a
rechazarse.
N.O 96 - 2019
 Vía dorsal
YOUSUN KOH

Corteza visual Después de una lesión bilateral en el lóbulo temporal, la

Vía ventral paciente D. F. dejó de reconocer objetos. En cambio, las
personas con ataxia óptica, que presentan una lesión en
Lesión de la paciente D. F.
la vía dorsal, no consiguen utilizar de manera correcta
los objetos. A partir de estas observaciones, los neuro­
psicólogos desarrollaron el modelo de las dos vías de la
percepción visual.

cerebro (que ya habían descrito anteriormente los ana-
tomistas) permiten delimitar también sus distintas fun-
ciones. A lo largo de varios siglos, las afirmaciones de
Willis desencadenaron ardientes debates entre los espe-
cialistas. Gracias a las investigaciones con animales y a
estudios en personas sanas y pacientes con lesiones ce-
rebrales, así como a las técnicas de neuroimagen, hoy
se sabe que el cerebro funciona de forma especializada.
Así, si movemos nuestro brazo se activan unas áreas ce-
rebrales distintas a las que se ponen en marcha cuando
leemos un texto.
El caso de la paciente D. F. ilustra el modo en que las
investigaciones en pacientes neurológicos amplían los
conocimientos del funcionamiento normal del cerebro.
Hoy en día, los investigadores nos ofrecen muchos de­
talles sobre cómo percibimos visualmente los objetos.
D. F., una mujer de 47 años, sufrió una grave intoxicación
por monóxido de carbono. Una vez despertó del coma,
no podía reconocer objetos, como el vaso de agua que se
hallaba sobre la mesita de noche o el bolígrafo del médi-
co. Parecía como si, para ella, las diversas líneas y ángu-
los dejaran de formar figuras coherentes. Cuando los
FUENTE: VERGLEICHENDE LOKALISATIONSLEHRE DER GROSSHIRNRINDE

DES ZELLENBAUES. KORBINIAN BRODMANN JOHANN AMBROSIUS

1861 1909
Se recuperó la teoría de la locali- A partir de su estructura celular,
zación. El médico y anatomista el neuroanatomista alemán Kor-
IN IHREN PRINZIPIEN DARGESTELLT AUF GRUND

BARTH VERLAG, LEIPZIG, 1909 / PUBLIC DOMAIN

Paul Broca (1824-1880) identificó binian Brodmann (1868-1918)

en su paciente Tan una pequeña
área en el lóbulo frontal izquierdo
como sede de la capacidad moto-
ra del habla. Todavía hoy se la co-
noce como área de Broca.
dividió la corteza del cerebro hu-
mano en 52 regiones. Las áreas de
Brodmann siguen aplicándose en
la anatomía del cerebro.

MENTE Y CEREBRO 77 N.O 96 - 2019

¿Qué es? La neuropsicología es una subdisciplina de la psicología que estudia la
relación entre el funcionamiento del cerebro y la conducta, los procesos
cognitivos, psicológicos y emocionales. Los neuropsicólogos clínicos realizan tareas de evaluación
y rehabilitación de los pacientes.
investigadores le pidieron que reprodujera la imagen de
una manzana, no fue capaz. En cambio, de memoria sí
lograba dibujar los objetos. Ello demostraba que todavía
comprendía conceptos como «manzana».
Aunque D. F. se equivocaba al estimar el tamaño de
las cosas, cuando los neuropsicólogos le pedían que to-
mase un dado con la mano, movía correctamente la ex-
tremidad y ajustaba la disposición de los dedos al tama-
ño de la pieza. Por lo demás, tenía pocas dificultades para
utilizar de manera adecuada los objetos (podía beber de
un vaso o abrir una puerta).
Pero existen personas a las que después de una lesión
cerebral les ocurre lo contrario: pueden reconocer que
el objeto cilíndrico es un vaso, pero cuando tratan de
utilizarlo, es decir, de aplicar informaciones visuales para
L O S AU TO R E S
 a neuropsicóloga Theresa Halder (izquierda) y la doctora en
L del cerebro humano.
psicología Johanna Funk trabajan como colaboradoras científi-
cas en el Departamento de Neuropsicología Clínica de la
Universidad Ludwig Maximilian de Múnich. Thomas Schenk es
catedrático. En equipo estudian, entre otros temas, los procesos
de percepción y las bases neuronales del movimiento y de la
atención.
1924
El neurólogo Hans Berger
(1873-1941), de la Universi-
dad de Jena, después de mu-
chos fracasos, consiguió el
primer registro de la activi-
dad cerebral mediante el uso
de electrodos. Hoy en día se
sigue utilizando el electroen-
cefalograma como método
diagnóstico en neurología.
MENTE Y CEREBRO
dirigir sus movimientos, manifiestan problemas. Sobre
todo si los elementos se encuentran en los límites de su
campo visual. Los especialistas hablan en esos casos de
ataxia óptica. El cuadro clínico de D. F. se conoce, en
cambio, como agnosia.
Así, pues, parece que en el reconocimiento y la utili-
zación de objetos intervienen regiones cerebrales dife-
rentes. D. F. y los pacientes con ataxia óptica presentaban
lesiones en áreas del cerebro distintas. Basándose en
estas observaciones, los neuropsicólogos David Milner
y Melvyn A. Goodale desarrollaron en 1992 el «modelo
de las dos vías» de la percepción visual. Según este mo-
delo, el cerebro procesa las informaciones visuales a
través de vías anatómicas diferentes según si la misión
es percibir objetos o asirlos.
Las dos vías de la visión
El modelo de Milner y Goodale ponía en tela de juicio
las ideas mantenidas hasta entonces acerca de la percep-
ción y el gobierno de la conducta. Según sostiene, la
percepción consciente del mundo y la interacción moto-
ra con él transcurren por vías independientes. Aunque
algunos investigadores, como uno de nosotros (Schenk),
han criticado algunos aspectos de ese supuesto, el caso
de D. F. demuestra que una detenida exploración neu-
ropsicológica de los pacientes puede llevar a nuevos y
sorprendentes descubrimientos sobre el funcionamiento
Desde su descubrimiento, son centenares las publica-
ciones científicas que se han ocupado del modelo de las
dos vías y del caso de la paciente D. F. La neuropsicología
ha convertido en famosos a toda una serie de pacientes
que estaban dispuestos a participar en evaluaciones al
1953
Después de una intervención
quirúrgica que se le practicó
34 HANS BERGER / DOMINIO PÚBLICO
con intención de curarle la
epilepsia, el paciente H. M. se
despertó de la anestesia con
importantes déficits de me-
moria. Su caso aportó a los
neurocientíficos conocimien-
tos fundamentales sobre la
capacidad de la memoria.
78 N.O 96 - 2019

¿Cuál es el objetivo?
que origina una lesión en el sistema nervioso central y relaciona la localización anatómica del daño
con las funciones cognitivas psicológicas y emocionales afectadas.
servicio de la ciencia. El más conocido de ellos es indu-
dablemente H. M. (1926-2008), a quien a la edad de 27
años se le extirpó parte del lóbulo temporal con el pro-
pósito de curarle una epilepsia [véase «El caso H. M., un
hito en el estudio de la memoria», por Donald G. MacKay;
Mente y Cerebro n.o 72, 2015]. Después de la interven-
ción disminuyeron los ataques epilépticos, pero el pa-
ciente perdió la facultad de retener nuevos recuerdos. Al
cabo de varias décadas, seguía creyendo que vivía en el
año 1953 y que tenía 27 años. Los investigadores le pro-
pusieron un juego, con el que consiguieron que por un
momento se diera cuenta de que tenía más edad, pero lo
olvidó al cabo de poco tiempo.
A través del estudio de H. M., los neurocientíficos
conocieron el importante papel que desempeña el hipo-
campo en la transmisión de vivencias, además de fenó-
menos como la memoria a corto y largo plazo, y que
nuestra memoria se halla formada por diversos módulos.
Pasado el tiempo, H.M. mejoró en sus destrezas, por
ejemplo, cuando tenía que dibujar objetos reflejados en
un espejo, a pesar de que nunca podía recordar que ya
lo había hecho en alguna ocasión.
Los neuropsicólogos investigan el modo en que el
funcionamiento de nuestro cerebro influye en las viven-
cias y en la conducta. Pero estos científicos no se dedican
solo a la investigación. En los consultorios especializados,
hospitales, centros de rehabilitación, clínicas o consultas
privadas trabajan en el diagnóstico y tratamiento de los
trastornos cognitivos y conductuales que pueden apare-
cer en el marco de una enfermedad neurológica o psí-
quica. Entre estos se encuentran las consecuencias de un
ictus, de tumores cerebrales, depresiones y trastornos
neurodegenerativos, como el párkinson, la esclerosis
1965
El neurobiólogo Joseph Altman
(1925-2016) descubrió la neuro-
génesis del adulto en el hipocam-
po, con lo que demostraba la
formación de nuevas neuronas
35 SIEMENS AG PRESS PHOTO
en personas adultas. El desarrollo
de tratamientos para pacientes
con lesiones cerebrales recibió
un gran impulso.
MENTE Y CEREBRO
SYLL ABUS
Por lo general, la neuropsicología se
centra en el estudio de las dificultades
múltiple o el alzhéimer. Por regla general, estas lesiones
del sistema nervioso central repercuten en funciones
cerebrales superiores, entre ellas, el habla, la atención, la
percepción, la orientación y la memoria.
Aunque los trastornos de las funciones cognitivas no
siempre pueden reconocerse directamente, pueden ser
un indicio de una enfermedad degenerativa incipiente.
Por ello, resulta imprescindible efectuar un diagnóstico
neuropsicológico completo y minucioso.
Las herramientas de las que se valen los neuropsicó-
logos son, principalmente, los tests estandarizados me-
diante los que evalúan capacidades cognitivas como la
atención, la percepción o la memoria. Para ello piden a
sus pacientes que repitan ciertos movimientos (como
gestos), miden los tiempos de respuesta, les piden que
recuerden palabras o les proponen ejercicios de planifi-
cación complejos. Los resultados se comparan con los
parámetros normales para cada edad, de manera que
pueden determinar si la merma de memoria de un pa-
ciente es síntoma del envejecimiento normal o indicio
de una demencia. Junto a estas pruebas, los neuropsicó-
logos se sirven de la experiencia y de unas buenas dotes
de observación para reconocer anomalías cognitivas y
sus causas.
Para el diagnóstico clínico y la investigación, los neu-
ropsicólogos utilizan también técnicas de neuroimagen
como la electroencefalografía y la tomografía por reso-
nancia magnética funcional (MRf). No obstante, existen
enfermedades cerebrales que, si bien se manifiestan a
través de la conducta, no pueden objetivarse de forma
fehaciente mediante métodos de neuroimagen. Un ejem-
plo clásico son las demencias. Por el contrario, algunas
imágenes obtenidas mediante RMf permiten reconocer
1971
En su búsqueda de métodos para
­visualizar el interior del cuerpo
­humano, el físico Godfrey Hounsfield
(1919-2004) ideó la tomografía axial
computarizada (TAC). El proce­dimien­
to posibilitó, por primera vez, anali-
zar el cerebro y sus alteraciones en
personas vivas. Ello permitió relacio-
nar los síntomas neurológicos con
lesiones cerebrales.
79 N.O 96 - 2019
 ¿Qué enfermedades trata? La neuropsicología abarca el
­estudio y tratamiento de múlti-
ples enfermedades neurológicas: desde lesiones cerebrales adquiridas (traumatismos craneoncefálicos, ictus,
tumores cerebrales, etcétera) hasta enfermedades neurodegenerativas (el alzhéimer y la esclerosis múltiple,
­entre otras), pasando por trastornos del neurodesarrollo (el autismo, por ejemplo).

lesiones cerebrales, pero el sujeto puede que no presente
alteraciones cognitivas ni conductuales. Este fenómeno
ocurre en el llamado infarto silencioso. Por ese motivo
resulta indispensable realizar un diagnóstico meticuloso
mediante los más diversos procedimientos.
Hoy en día, los neurocientíficos saben que en muchas
capacidades cognitivas no participa una sola región, sino
toda una red neuronal en la que, con frecuencia, parti-
cipan estructuras cerebrales alejadas entre sí. Cuando
una persona, después de un grave traumatismo craneoen-
cefálico, presenta problemas para articular palabras, la
causa pueden ser lesiones en diferentes regiones cerebra-
les, como el área de Broca (planificación del habla) o
áreas motoras (procesamiento del habla). Los neuropsi-
cólogos registran de manera precisa qué habilidades del
lenguaje se encuentran afectadas (por ejemplo, si el pa-
ciente tiene dificultades para encontrar la palabra ade-
cuada o si no reacciona a la pregunta que se le formula).
De esta forma, pueden delimitar el lugar de la lesión en
el cerebro y planificar un tratamiento adecuado.
Esperanza de curación
Otra misión de los neuropsicólogos es la rehabilitación
de personas que han sufrido daños cerebrales. Como
consecuencia de una lesión de la corteza visual primaria
pueden presentarse trastornos de la visión, ya que a esa
área llegan informaciones procedentes de la retina. De
allí, parten hacia otras áreas cerebrales, dependiendo del
contenido, su interpretación y valoración. Durante mucho
tiempo, los neurólogos supusieron que la vía a través de
la corteza visual primaria era la única mediante la cual
el cerebro procesaba señales procedentes del ojo. Esta
idea se mantuvo hasta que las observaciones de un pa-
ciente aportaron datos novedosos.
Después de una operación en la corteza visual prima-
ria del paciente D. B. para extirparle un tumor, el hombre
dejó de ver una parte de su campo visual; tampoco per-
cibía los estímulos luminosos que llegaban a esa zona
ciega. Pero si los investigadores le pedían que indicase si
un estímulo luminoso en su campo visual ciego se movía,
el resultado de aciertos superaba la media. Este fenóme-
no, denominado visión ciega, demuestra que el cerebro
procesa estímulos sensoriales procedentes del ojo inde-
pendientemente de la corteza visual primaria [véase
«Ciegos con visión», por Beatrice de Gelder; Investiga-
ción y Ciencia, julio de 2010].
Este descubrimiento despertó en muchos neurocien-
tíficos la esperanza de curar algún día la ceguera por
lesiones cerebrales mediante el entrenamiento del pa-
ciente. Hasta ahora no se ha conseguido, a pesar de los
intensos esfuerzos. La terapia actual de los trastornos de
la visión se centra en reducir las dificultades que el pa-
ciente puede encontrar en su vida diaria a través de es-
trategias compensatorias (por ejemplo, enseñarle a
buscar estímulos concretos en su campo visual ciego).
Entrenamiento para la lectura
Un tipo frecuente de ceguera cortical es la llamada he-
mianopsia, trastorno en el que no se percibe la mitad del
campo visual. Los afectados se quejan de que chocan
contra el marco de las puertas, se sienten inseguros al
cruzar la calle o tienen problemas para leer. Si el hemis-
ferio dañado es el izquierdo, presentan sobre todo difi-
cultades para encontrar el principio de una línea. En una

1991
Gracias al descubrimiento de la
tomografía por resonancia mag-
nética funcional fue posible ob-
servar cómo el cerebro llevaba a
cabo funciones cognitivas. Este
35 SIEMENS AG PRESS PHOTO
2013
Nació el Proyecto Cerebro Humano
con el objetivo desarrollar un modelo
cerebral completo basado en la com-
putarización. Más de cien institucio-
nes y firmas internacionales dedica-

método dio lugar a un creciente das a la investigación participan en

número de estudios sobre la loca- este caro y controvertido proyecto.
lización de funciones cerebrales.

MENTE Y CEREBRO 80 N.O 96 - 2019

 SYLL ABUS

Modelo Copia Dibujo desarrollado un programa de rehabilitación visual por

del modelo de memoria ordenador de uso domiciliario. Con una graduación de
dificultad flexible, el paciente puede entrenar por sí mis-
mo la capacidad de lectura. En un estudio llevado a cabo
en 2014 con 35 personas que padecían hemianopsia,
VISION«. OXFORD UNIVERSITY PRESS, M. GOODALE Y D. MILNER. OXFORD 2004;
DE: «SIGHT UNSEEN: AN EXPLORATION OF CONSCIOUS AND UNCONSCIOUS

demostramos que si se llevaba a cabo un entrenamiento

de 60 minutos diarios mejoraba la capacidad visual y la
REIMPRESO CON PERMISO DE LA OXFORD UNIVERSITY PRESS / CCC

velocidad de lectura de estos pacientes.

Después de una intervención quirúrgica en el cerebro,
se presentaron a la paciente D. F. una serie de objetos
(izquierda) que fue incapaz de reconocer y de copiar
(central). No obstante, logró reproducirlos a partir de
su representación en la memoria (derecha).
hemianopsia del hemisferio derecho, en cambio, la lec-
tura solo es lenta, porque los movimientos oculares rá-
pidos (sacadas) no alcanzan la zona de ceguera. Según
el neuropsicólogo Georg Kerkhoff, de la Universidad del
Sarre, y su equipo, con un entrenamiento de cuatro se-
manas se consigue duplicar el ritmo de lectura y reducir
los fallos al leer de estos pacientes.
Sin embargo, el entrenamiento neuropsicológico re-
quiere, con frecuencia, tiempo y dinero, por lo que uno
de nosotros (Schenk), junto con otros investigadores, ha
Por desgracia para los casos de agnosia visual, como
la que padecía la paciente D. F., hasta la fecha no dispo-
nemos de un método terapéutico exitoso. En ocasiones,
los síntomas mejoran de manera espontánea, pero con
frecuencia son permanentes. Esta mujer no recibió nun-
ca tratamiento, pero no se consideraba a sí misma una
enferma, sino una persona que vivía con ciertas limita-
ciones y que las afrontaba con éxito. Aprendió a realizar
las tareas domésticas sin ayuda, cuidaba con gran satis-
facción de su jardín, cultivaba sus propias verduras y
escuchaba audiolibros con entusiasmo. D. F. se ha con-
vertido en una experta en su propio trastorno y ha apren-
dido con humor e inteligencia a adecuarse a sus condi-
ciones de vida alteradas.
Los avances en medicina han conseguido que cada vez
más personas sobrevivan a enfermedades graves y lesio-
nes cerebrales. Ello plantea a los neuropsicólogos el reto
de posibilitar que los pacientes vuelvan a disfrutar de una
vida autónoma mediante métodos terapéuticos adecuados.
En ese sentido, nuestro cerebro es un maestro en apren-
der nuevas estrategias para compensar déficits o apoyar-
se en los órganos sensoriales que se mantienen sanos y
activos. De ello se aprovecha la neuropsicología. A lo
largo de toda la vida, podemos adecuarnos a los cambios,
ya que nuestro cerebro sigue creando nuevas sinapsis
hasta una avanzada edad y, de ese modo, cambia estruc-
tural y funcionalmente. La llamada plasticidad neuronal
facilita que podamos aprender cosas nuevas y aporta
esperanzas para los pacientes con daño cerebral. H

PA R A S A B E R M Á S

A neurological dissociation between perceiving objects and grasping them. M. A. Goodale et al. en Nature,
vol. 349, págs. 154-156, 1991.
Do we have independent visual streams for perception and action? T. Schenk y R. D. McIntosh en Cognitive Neuroscience,
vol. 1, págs. 52-62, 2010.
Efficacy and feasibility of home-based training for individuals with homonymous visual defects. L. Aimola et al.
en Neurorehabilitation and Neural Repair, vol. 28, págs. 207-218, 2014.

EN NUESTRO ARCHIVO

Fijación de la memoria. R. Douglas Fields en IyC, abril de 2005.

Descubrimiento del área de Broca. Serge Nicolas en MyC n.o 22, 2007.
Tras los bastidores de la mente. Lutz Jänke en MyC n.o 33, 2008.
Brodmann y la cartografía cerebral. José María Valderas en MyC n.o 69, 2014.

MENTE Y CEREBRO 81 N.O 96 - 2019

 ILUSIONES

La ciencia de los
sonidos apacibles
Los científicos han empezado a estudiar los mecanismos n
­ euronales
de la Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma, o RSMA,
un fenómeno que ya lleva unos años en Youtube

SUSANA MARTÍNEZ-CONDE Y STEPHEN L. MACKNIK

GETTY IMAGES / AARONAMAT (jersey); BARCIN (mano); SERGEICHEKMAN (mano con cartera)/ ISTOCK

MENTE Y CEREBRO 82 N.O 96 - 2019

U
na mujer joven se encuentra frente a la cámara.
Es difícil adivinar su edad exacta, porque solo se
puede ver el tercio inferior de su cara, la camisa
a rayas moradas y negras que viste y sus manos. Sostiene
una cartera de piel marrón y la frota, lenta y metódica-
mente, produciendo leves chasquidos. Después de un
minuto o dos, deja de friccionar la billetera y la sacude,
cerrada, delante de la cámara. La cabeza deslizante de la
cremallera de la cartera tiembla contra las hileras de
dientes de unión con un sonido metálico, y la mujer
susurra suavemente al espectador: «Apuesto a que no te
esperabas ese sonido, ¿a que no?, pensaste que solo iba
a estar frotando esta pequeña cartera y, de repente, te
enfrento a otro sonido». Más tarde, frota y da golpecitos
repetidamente a un mando a distancia. Después, repi-
quetea las uñas de sus dos manos entre sí repetidas veces.
La estrafalaria secuencia de eventos persigue un objetivo
concreto: provocar que la cabeza y el cuello de los espec-
tadores se «estremezcan». En otras palabras, que tengan
una experiencia RSMA.
¿De qué se trata?
Las siglas RSMA corresponden a la expresión «Respues-
ta Sensorial Meridiana Autónoma», una sensación que
quien la siente la describe, por lo general, como una es-
pecie de hormigueo electrostático que viaja desde el
cuero cabelludo hasta la parte posterior del cuello (en
ocasiones, se extiende incluso a otras áreas del cuerpo)
en respuesta a ciertos sonidos e imágenes, o «desencade-
nantes». Aunque el término RSMA lo acuñó Jennifer
Allen, creadora del primer grupo de RSMA en Facebook
en 2010, existen anécdotas que indican que la RSMA
viene de muy atrás. Así, se puede encontrar incluso una
descripción de este fenómeno en un pasaje en el libro La
señora Dalloway, de Virgina Woolf.
Otros términos que comúnmente se emplean para
referirse a la RSMA son «hormigueo en la cabeza», «hor-
migueo cerebral» y «orgasmo cerebral». La experiencia
se describe como placentera, sin ser sexual, y se acom-
paña de sensaciones de relajación y bienestar.
«Mi forma favorita de describirla», explica una «RS-
MAtista» en un popular vídeo de Youtube, «es cuando
tienes esa horrible y negativa sensación de uñas arañan-
do una pizarra, pues el RSMA es justo lo opuesto. Es una
encantadora reacción física a un sonido o una acción,
como pasar páginas, la visita a la consulta del médico o
L O S AU TO R E S
Susana Martinez-Conde y Stephen L. Macknik son catedráticos de oftalmología,
neurología, fisiología y farmacología en el Centro Médico Downstate de la
Universidad Estatal de Nueva York.
MENTE Y CEREBRO 83
dentista, los suaves crujidos del papel, los sonidos al
comer, la lluvia de fondo o el agua corriendo».
¿Quién experimenta esta sensación?
No todo el mundo experimenta RSMA, y entre quienes
lo hacen muchos no tienen un nombre para referirse a
ella. No conocer qué provoca estas sensaciones inusuales
hace que muchos individuos capaces de sentir RSMA
hayan recurrido a Internet y a las redes sociales en busca
de información y camaradería. En ocasiones, han forma-
do comunidades que exceden los 100.000 miembros. La
experiencia de Erin, una de las participantes en las inves-
tigaciones sobre RSMA que la Universidad de Winnipeg
ha llevado a cabo, resulta característica: «Un día estaba
navegando por YouTube y me topé con [...] una chica
cuchicheando sobre comics [...]. Sentí una especie de
estremecimiento que descendía por mi espina dorsal y
subía de vuelta a mi cabeza. Me resultó raro. Así que lo
busqué en Google para entender qué era. Fui consciente
de que había tenido experiencias similares en el pasado,
pero no tenía un nombre para referirme a ello».
En la actualidad, se desconoce el porcentaje de gente
capaz de experimentar RSMA, mas la investigación ha
comenzado a proporcionar algunas pistas prometedoras
sobre el tipo de personas que poseen esta habilidad. Un
estudio de 2017 concluyó que la RSMA es más común
en individuos con unos rasgos de personalidad concretos.
Según constataron los investigadores, en las personas que
experimentaban la RSMA destacaban la apertura a las
nuevas experiencias y el neuroticismo en comparación
con los sujetos que no sentían esa sensación. Los datos
mostraron, además, que existía una relación entre una
RSMA intensa y valores más altos en dichos rasgos de la
personalidad.
También en 2017 se investigaron las diferencias que
podía presentar el cerebro de las personas que experi-
mentan RSMA. Mediante resonancia magnética fun-
cional, se escaneó el cerebro de once participantes con
capacidad de RSMA y otras tantas personas sin esa
característica (grupo de control). Hallaron que los su-
jetos con RSMA presentaban una menor conectividad
funcional entre los lóbulos frontales y las regiones
sensoriales del cerebro; en cambio, mostraban una
mayor conexión en algunas áreas corticales que parti-
cipan en el control ejecutivo y en las redes neuronales
relacionadas con el estado de reposo. Los científicos
N.O 96 - 2019

GETTY IMAGES / TBA / ISTOCK
sugieren que dicha «mezcla» de redes neuronales podría
ocasionar las sensaciones que se experimentan durante
la RSMA.
¿Qué la provoca?
Es probable que los desencadenantes de la RSMA sean
tan variados como los propios sujetos que experimentan
ese «cosquilleo». No obstante, existen factores recurren-
tes. El susurro suave y tranquilizador y los movimientos
lentos de las manos son detonantes frecuentes de esta
experiencia. Otro desencadenante es la atención personal
y cercana: algunos de los vídeos de RSMA más vistos en
Youtube incluyen situaciones de juego de rol en las que
los autores simulan cortar el pelo, aplicar un tratamiento
de belleza o realizar un chequeo médico al espectador.
Beverly Fredbor, investigadora de la Universidad de
Winnipeg y autora de dos estudios clave sobre RSMA,
señala que son las situaciones sociales íntimas, más que
las sexuales, las que desencadenan dicha experiencia.
Otros vídeos se centran en la manipulación deliberada y
minuciosa de objetos por parte de una persona. Entre
ellos, los favoritos muestran el plegamiento pausado de
toallas, la apertura de cartas y la clasificación de cromos
de jugadores de béisbol. Los sonidos bucales (chasquidos,
besos e, incluso, mascar la comida) son algunos de los
desencadenantes más controvertidos, puesto que en al-
gunas personas pueden inducir una fuerte RSMA, pero
en otras provocan una intensa misofonía (enfado y
aversión ante ciertos sonidos).
MENTE Y CEREBRO 84
Determinados sonidos, como
el crujido de un aperitivo al
mascarlo o romperlo, causan
una sensación de placer y rela-
jación en ciertas personas.
Una investigación reciente sobre los desencadenantes
de RSMA reveló que los sonidos que efectúan los objetos
que activan esta respuesta sensorial importan más que
su aspecto visual. Los datos revelaron, además, que la
música de fondo no interviene en la experiencia de RSMA;
por el contrario, en muchos casos impide que los espec-
tadores experimenten ese cosquilleo.
¿Es un fenómeno nuevo?
Mientras que las comunidades en la Red han ido cre-
ciendo fascinadas con la RSMA durante alrededor de
una década, la curiosidad de los científicos apenas ha
comenzado a despertarse en fechas recientes. Un mo-
tivo de esta falta de atención estriba en que la RSMA no
estaba reconocida como una experiencia atípica defini-
da. Parte del problema ha consistido en que el fenóme-
no comparte algunas características con otras formas
de experiencias humanas, como los escalofríos (o estre-
mecimientos que algunas personas sienten al escuchar
música emotiva), el estado del fluir (la total inmersión
en una actividad, de manera que el rendimiento es
máximo y se tiene una sensación alterada del transcurrir
del tiempo) o la sinestesia (condición en la que la es-
timulación de una modalidad sensorial produce la
percepción en otra, como escuchar formas o saborear
colores).
Otros investigadores han propuesto que la RSMA y la
misofonía son dos extremos del mismo continuo senso-
rial. Un estudio de 2018 demostró que el 50 por ciento
N.O 96 - 2019
 ILUSIONES

Algunos internatuas
buscan en Youtube ví-
deos que provoquen
experiencias RSMA
con el objetivo de ali-
viar su estado de es-
GETTY IMAGES / 4KODIAK / ISTOCK

trés. El sonido que

producen los fideos en
salsa cuando se re-
mueven puede ayudar.

de las personas que sufren misofonía también experi-
mentan RSMA. El debate todavía no se ha zanjado, pero
las pruebas de que la RSMA constituye un fenómeno en
sí mismo van acumulándose poco a poco.
El futuro de la RSMA
Muchos consumidores de experiencias RSMA buscan
ese material por la Red con el objetivo de aliviar su
estado de ánimo negativo o mitigar el insomnio que
padecen. Los científicos han señalado que, en el futu-
ro, podrían desarrollarse novedosas terapias basadas
en RSMA. El fenómeno también ha comenzado a in-
trigar a anunciantes de alimentos y refrescos; algunos
están empezando a usar técnicas de grabación que
permiten acentuar los sonidos, por ejemplo, de los
envoltorios o el ruido al mascar de los actores, carac-
terística que hasta ahora solía suprimirse en los anun-
cios comerciales.
También existe un espacio para la RSMA en la indus-
tria del entretenimiento. En la película Batalla de sexos,
de 2017, los directores Valerie Faris y Jonathan Dayton
diseñaron una de las escenas ambientada en un salón
de peluquería para provocar RSMA. «Se trabajaba para
crear vídeos que provoquen esa respuesta», afirmó
Dayton el año pasado en una entrevista para la revista
de negocios Fast Company. «Así que nos preguntamos:
“¿podríamos conseguir esa reacción en un cine lleno de
espectadores?”.» H

PA R A S A B E R M Á S

An examination of personality traits associated with Autonomous Sensory Meridian Response (RSMA).
B. Fredborg, J. Clark y S. D. Smith en Front Psychology, vol. 8, n.o 247, 2017.
An examination of the default mode network in individuals with Autonomous Sensory Meridian Response (RSMA).
S. D. Smith, K. Fredborg, J. Kornelsen en Society Neuroscience, vol. 12, n.o 4, págs. 361-365, 2017.
Sensory determinants of the Autonomous Sensory Meridian Response (RSMA): Understanding the triggers.
E. L. Barratt, C. Spence y N. J. Davis en PeerJ, vol. 5, 2017.

WEBS DE INTERÉS

Página web de la Universidad de RSMA, dedicada a la investigación de la Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma (RSMA):
https://RSMAuniversity.com/

MENTE Y CEREBRO 85 N.O 96 - 2019

 RETROSPECTIVA

Neuronas
de Von Economo
El psiquiatra y neurólogo Constantin Freiherr von Economo logró dos
descubrimientos fundamentales para la neurología contemporánea:
la encefalitis letárgica y las neuronas en huso
J O S É M A R Í A VA L D E R A S
WILHELM HLOSTA / BIBLIOTECA NACIONAL DE AUSTRIA / DOMINIO PÚBLICO

A pesar de su corta vida

(murió a los 55 años),
Constantin von Economo
aportó a la ciencia impor-
tantes conocimientos sobre
la estructura y el funcio-
namiento del cerebro.

MENTE Y CEREBRO 86 N.O 96 - 2019

H
asta en tres ocasiones fue nominado Constantin
Freiherr von Economo (1876-1931) para el Nobel
de fisiología o medicina por el descubrimiento
de la encefalitis letárgica. Sus estudios resultaron deter-
minantes para desentrañar la naturaleza, los mecanismos
de acción, los síntomas y la histología de una enfermedad
que arrasó en Europa y América del Norte entre 1916 y
1926. La dolencia recibió su nombre, enfermedad de Von
Economo y, en fecha más reciente, centró el argumento
del libro Despertares, escrito por el neurólogo Oliver
Sacks (1933-2015). La obra se llevó al cine con gran
éxito: la película ganó tres Oscar en 1990.
Pero Von Economo aportó muchos hallazgos más a la
ciencia. En particular, descubrió las neuronas en huso,
denominadas muy pronto neuronas de Von Economo.
Tenía talento para el dibujo; sus representaciones de
trabajos neurológicos se han considerado incluso genui-
nas obras de arte. Ahora bien, ¿quién fue Von Economo?
Constantin Alexander Economo von San Serff nació
el 21 de agosto de 1876 en Braila, Rumanía. Sus padres
pertenecían a la aristocracia griega: su progenitor, Johan-
nes Economo, era un rico industrial ennoblecido con una
baronía imperial. En 1866, contrajo matrimonio con
Helena Economo, de soltera Murati, en Budapest. Las
dos familias tenían sus raíces en Edessa y Serres, en la
región helena de Macedonia, respectivamente. En 1877,
se mudaron a Trieste, donde Constantin pasó su infancia
y juventud. Alumno excelente, cursó con brillantez los
estudios de secundaria. Hablaba griego con su padre,
alemán con su madre, francés con sus hermanos Sofía y
Demetrio, e italiano con su otro hermano, Leo.
En 1893, se trasladó a Viena. Por consejo paterno,
empezó a cursar ingeniería mecánica en la Escuela Poli-
técnica Superior de Viena, que venía funcionando desde
1815. Esos primeros estudios técnicos, junto con su no-
table talento para la matemática y el dibujo, le resultarían
más tarde de gran utilidad en su trabajo neuroanatómico
y sus aficiones aeronáuticas. Dos años después se cambió
a la facultad de medicina, influido por la lectura de Genio
e follia («Genio y locura», del criminólogo italiano Ce-
sare Lombroso y publicado en 1864). Durante la forma-
ción en la facultad de medicina trabajó en los institutos
de histología y fisiología. Sus primeros maestros en his-
tología y embriología fueron Viktor von Ebner y Josef
Schaffer (1861-1939), y en fisiología, Siegmund Exner
(1846-1926).
La holgada posición económica familiar permitió a
Von Economo financiarse los viajes y la publicación de
sus trabajos científicos, además de cultivar dos grandes
aficiones: el ascenso en globo y la aviación. A mitad de
carrera, durante las vacaciones de 1898 o 1899, se dedicó,
con su hermano Demetrio, a recorrer mundo. Visitaron
Estados Unidos, Canadá, Japón, China y la India. Esa
primera experiencia amplió su visión cosmopolita e in-
ternacional.
Formación académica con los mejores
En 1899, apareció su primera obra científica, Zur Entwic-
klung der Vogelhypophyse («Sobre el desarrollo de la
glándula pituitaria en las aves»). De 1900 a 1903, trabajó
como ayudante de Exner. Y el 31 de enero de 1901, se
graduó en medicina. Pasó un año en la Clínica de Medi-
cina Interna del Hospital de Viena dirigida por el médi-
co internista y neurólogo Hermann Nothnagel. Justo
después, en 1904, emprendió un viaje de dos años con el
objetivo de ahondar en distintas disciplinas con los
maestros del momento. Así, en París, estudió psiquiatría
con Alexis Joffroy y Valentin Magnan; también visitó el
servicio neurológico de La Salpêtrière, en el que trabaja-
ban los neurólogos Pierre Marie y Fulgence Raymond.
Tras un breve lapso de tiempo en Nancy, para aprender
sugestión hipnótica con el psiquiatra, neurólogo e inves-
tigador de la hipnosis Hippolyte Bernheim, pasó tres
meses en Estrasburgo, período en el que practicó fisio-
logía con Julius R. Ewald, y anatomía microscópica del
sistema nervioso con Albrecht von Bethe. Se trasladó
luego a Múnich, donde estuvo seis meses en la clínica de
Emil Kraepelin, investigando bajo la supervisión directa
de Alois Alzheimer.
Durante su estancia en Múnich, escribió un artículo:
«Contribución a la anatomía normal de la célula ganglio-
nar». De la capital de Baviera se trasladó a Berlín, donde
trabajó con el psiquiatra Theodor Ziehen y en neurología
ambulatoria con Hermann Oppenheim. Terminó su

En síntesis: Pasión por la neurología y la aviación

1 2 3
A Constantin Freiherr Durante su formación académi- La producción literaria de Von
von Economo (1876- ca y profesional coincidió con Economo fue fructífera: publicó
1931) se le conoce, so- importantes figuras del mundo más de 150 trabajos, entre libros y
bre todo, por el hallazgo de de la neurología y la psiquiatría, entre artículos. Escribió sobre anatomía cere-
la encefalitis letárgica, las ellos, Alois Alzheimer y Emil Krae- bral, histología y citoarquitectura, pa-
neuronas Von Economo y plin. Su pertenencia a la clase aristo- tología nerviosa y mental, evolución
el atlas citoarquitectónico crática le permitió cultivar una de sus del cerebro y de la inteligencia y sobre
del cerebro humano. grandes aficiones: la aviación. encefalitis letárgica, entre otros temas.

MENTE Y CEREBRO 87 N.O 96 - 2019

El hallazgo de las neuronas de Von Economo
Las neuronas de Von Economo, de magnitud notable,
ahusadas y bipolares, se alojan en las cortezas frontal
insular y cingulada anterior y presentan una dendrita
basal muy poderosa. Estas células, que emergen tras el
nacimiento, adquieren su concentración adulta a los
cuatro años de edad. Aunque reconocidas desde la se-
gunda mitad del siglo xix, no se reparó en ellas hasta
que fueron descritas por Constantin von Economo. De
esta manera introducía su descubri­miento:
«Hace años, descubrí un tipo peculiar de célula en la
capa V del giro cingulado rostral anterior que, por lo
que pude encontrar en la bibliografía, no había sido
descubierto todavía por nadie. Pensé erróneamente que
era una formación patológica. [...] Desde entonces, he
viaje con una visita a la Estación Zoológica Experimental,
aplicándose en anatomía comparada con Carl Isidor Cori.
En el otoño de 1906, volvió a Viena y ejerció de ayudan-
te de Julius Wagner-Jauregg en la Clínica de Psiquiatría
y Enfermedades Nerviosas del Hospital General. En la
capital austríaca transcurrirían los últimos 25 años de su
vida.
En 1907, Von Economo entró en el mundo de la avia-
ción y la aerostática, su otra pasión. Recibió el certificado
número uno de piloto militar austro-húngaro en 1912, y
presidió el Aeroclub Austríaco. También estuvo al frente
del comité de aviación del Ministerio de Comercio y
Transporte austríaco. Durante la Primera Guerra Mundial,
sirvió, al principio, en el frente ruso con el segundo
cuerpo automovilístico y, en 1916, como piloto en el
frente del Tirol Sur. Ese mismo año, a ruego de sus padres,
volvió a Viena para ocupar una plaza de médico militar
de pacientes con lesiones cerebrales. Allí observó los
primeros casos de encefalitis letárgica.
El 10 de junio de 1919, a la edad de 43 años, se casó
con la princesa Karoline von Schonburg-Hartenstein, de
27 años. En esa época recibió numerosos ofrecimientos
de cátedra: desde Atenas, Fráncfort (para suceder a
Edinger), Múnich (con Kraepelin) y Zúrich (para suceder
a Constantin von Monakow en el Instituto de Investiga-
ción Cerebral). Sin embargo, declinó todas las invitacio-
nes. Nunca abandonó la Clínica de Psiquiatría y Enfer-
medades Neurológicas de Viena, de la que la fue nombrado
E L AU TO R
José María Valderas es doctor en filosofía
y fundador de Mente y Cerebro.
MENTE Y CEREBRO
realizado un análisis completo de la citoarquitectura de
la corteza cerebral entera de un gran número de cere-
bros adultos»
«[...]Es difícil determinar con precisión el tamaño de
estas células, pues resulta arduo acotar dónde termina
el soma celular y dónde comienzan las dendritas. El
soma celular se sitúa en el rango de los 60-80 micróme-
tros, y un espesor de 7-10 micrómetros. Las dendritas
fácilmente alcanzan los 60 micrómetros de longitud,
por lo que la longitud total de la célula viene a ser de
160-200 micrómetros».
«Eine neue Art Spezialzellen des Lobus cinguli und Lobus
insulae». C. Von Economo en Zeitschrift für die gesamte
Neurologie und Psychiatrie, vol. 100, págs. 706-712, 1926
profesor en 1921. Diez años después fue elegido jefe de
un departamento recién erigido sobre la investigación
cerebral. Murió cinco meses más tarde.
Poco antes de su muerte, con ocasión del trigésimo
aniversario del Aeroclub Austríaco, impartió una confe-
rencia en la que expresaba su convicción de que, en el
siglo xx, la humanidad vencería las leyes de la gravedad
y conquistaría el espacio exterior.
Amplitud de horizontes
Von Economo publicó unos 150 trabajos, entre artículos
y libros. En sus primeras inquisiciones, se centró en la
neuroanatomía y fisiología del mesencéfalo, pons y ner-
vio trigémino. Pero sus intereses se abrirían hasta tal
punto que no hubo parte de la neurología que le fuera
ajena: desde la hemiplejía coreica, los tumores pontinos,
la masticación o deglución hasta los aspectos cruciales
de la estructura cerebral, evolución o inteligencia. Pre-
sentó una síntesis de sus ideas en una serie de conferen-
cias en Nueva York en 1929 y en el Primer Congreso
Internacional de Neurología. Su carrera investigadora
había empezado con el estudio de la histogénesis de la
hipófisis de paloma y pollo, pero culminó con propuestas
atrevidas sobre neuroanatomía del talento y de la evolu-
ción futura del cerebro humano, pasando por la consti-
tución del cerebro y de la inteligencia.
A partir del estudio anatómico experimental sobre las
vías centrales de las funciones de masticación y deglución,
reconoció el papel importante de la substantia nigra y del
mesencéfalo para los mecanismos motores activados por
la corteza cerebral, que serían luego confirmados a través
del análisis de las lesiones inducidas por la encefalitis
letárgica.
Para su tercera publicación se apoyó en el trabajo que
había elaborado en la clínica de Kraepelin en Múnich y
bajo la supervisión de Alzheimer. Apareció en 1905, con
el título «Contribuciones a la anatomía normal de las
88 N.O 96 - 2019
 RETROSPECTIVA

células ganglionares», con 53 figuras dispuestas en cinco fermedad, a saber, somnolento-oftalmopléjica, hiperci-
láminas. En ese estudio, Von Economo mostró un domi- nética y amiostática-cinética, aunque los síntomas a veces
nio maestro de los métodos de impregnación argéntica se solapaban incluso en el mismo paciente.
y respaldó la teoría cajaliana de la neurona. Von Economo publicó 26 artículos y un libro sobre
También fue autor o coautor de numerosos artículos; encefalitis letárgica. Además, el estudio tenaz de la ence-
entre ellos, «Demostración de preparaciones microscó- falitis letárgica le llevó a consideraciones teóricas sobre
picas a partir de un caso de esclerosis múltiple con psi- la regulación del sueño y el estado de alerta, así como a
cosis», «El cuidado sostenido de las heridas de cabeza» y reconocer la verosimilitud de la existencia de centros
«Una enfermedad presenil parecida a la pseudoesclerosis». para la inducción del sueño y de la excitación.
Consagró tres trabajos al problema de la heredabilidad
de las enfermedades mentales, entre ellas «la paranoia Atlas cerebral, otra obra maestra
querulante» o la «dipsomanía». También produjo, junto con Georg N. Koskinas (1885-
1975), neurólogo y psiquiatra, una de las piezas maestras
La singularidad de la encefalitis letárgica de la ciencia del cerebro: «Citoarquitectura de la corteza
Caracterizada por una inflamación aguda de la materia cerebral del humano adulto». En este trabajo definieron
gris y graves lesiones en la sustancia negra, la encefalitis 107 áreas cerebrales de acuerdo con criterios citoarqui-
letárgica se presentó en Europa en forma de epidemia en tectónicos a partir de un análisis de material patoanató-
1915. El flagelo duró hasta 1924. Era una enfermedad mico procedente de pacientes con encefalitis letárgica
misteriosa y compleja que coincidió en el tiempo con la que manifestaban insomnio o somnolencia. Von Econo-
pandemia de gripe española de 1918. De ese trastorno
neuropsiquiátrico Von Economo aportó la primera
prueba en abril de 1917 ante la Sociedad Psiquiátrica de
Viena. Un mes más tarde, el 10 de mayo, le consagró un
artículo en la revista Wiener Klinische Wochenschrift, con
un título sobrio: «Encephalitis lethargica». Exponía siete
casos singulares que se habían producido en la capital
austríaca en el invierno de 1916. Incluidos dentro de
diagnósticos muy dispares, de la meningitis al delirium,
los pacientes mostraban una pauta reconocible y cohe-
rente de síntomas que movieron a Von Economo a
conceptuarla como una entidad morbosa novedosa, que
denominó encefalitis letárgica.
La relación de contemporaneidad entre la encefalitis
y la gripe llevó a especular sobre un vínculo causal, sobre
un agente etiológico común de ambas. Los científicos
conjeturaban que el virus de la gripe, responsable direc-
to de la muerte de más de 20 millones de personas, in-
ducía la encefalitis. No todo el mundo aceptaba esta hi-
LAZAROS C. TRIARHOU / VIA WIKIMEDIA COMMONS; CREATIVE COMMONS CC BY 3.0
pótesis. El propio Von Economo cuestionó dicha
etiología. De hecho, ninguno de los casos de encefalitis
letárgica que había analizado durante 1916 y 1917 reve-
ló que los pacientes sufrieran síntomas gripales. Junto
con el fitosociólogo y taxólogo Julius von Wiesner (1838-
1916) logró transferir la enfermedad a primates median-
te la incubación de tejido subdural que habían extraído
de un paciente fallecido. No supieron determinar el
agente etiológico. (En 2001, la introducción de estudios
moleculares en el diagnóstico médico permitió verificar
la hipótesis del factor etiológico común de la gripe y
de la encefalitis letárgica.)
Tras el brote, la enfermedad desapareció de la capital
austríaca, pero se registró su presencia en Francia y Es-
tados Unidos durante 1918. Von Economo, quien definió El neurólogo y psiquiatra Georg N. Koskinas
la encefalitis letárgica como una inflamación aguda no (1885-1975) colaboró con Constantin Von Economo
hemorrágica de la materia gris con hallazgos macroscó- en una de sus obras magnas: la citoarquitectura
picos negativos, identificó tres formas clínicas de la en- de la corteza cerebral humana.

MENTE Y CEREBRO 89 N.O 96 - 2019

mo dedujo, asimismo, la existencia de centros peculiares
del cerebro cuya función era regular el sueño y la vigilia.
Koskinas había llegado a Viena procedente de Grecia
en 1916, para completar su formación en neurología. Allí
permaneció hasta 1927. En la confección del atlas, su-
pervisó la preparación de los bloques de tejido cerebral,
los cortes y las tinciones, así como las fotografías y el
marcado de las placas.
Tres cerebros constituyeron la base del atlas; las foto-
grafías procedían de dos de ellos. Se dividieron en 350 sec-
ciones, de 4 milímetros de espesor, en un plano perpen-
dicular al eje de un giro o surco. El interés se centró en
la división por áreas de la corteza cerebral como guía
potencial para la localización de una función o una en-
fermedad.
La denominación de las áreas fue sistemática: cada
una se designaba por el lóbulo donde residía, la parte
lobular que ocupaba y sus características celulares. Hoy
seguimos utilizando su denominación de los tipos celu-
lares principales, de acuerdo con su apariencia en prepa-
raciones con tinción de Nissl: piramidales, fusiformes y
granulares, con algunas formas especiales descubiertas
en determinadas áreas, como las células grandes en for-
ma de sacacorchos o huso: las neuronas de Von Economo.
Células nerviosas intrigantes
Aunque Von Economo fue el primero en aportar una
descripción exhaustiva de la morfología, distribución y
posible significado funcional de las células que llevan su
nombre, estas habían sido observadas con anterioridad

Atlas de la corteza cerebral según Von Economo y Koskinas

Constantin von Economo y Georg N. Koskinas dividieron la corteza cerebral humana en siete lóbulos, con parti-
ciones ulteriores. Indicaron los lóbulos por sus iniciales: frontal (F), límbico superior (L), parietal (P), temporal
(T), insular (I), occipital (O), límbico inferior e hipocámpico (H). Asimismo, distribuyeron la corteza en cinco ti-
pos: agranular, frontal, parietal, polar y granular. Por su apariencia polvorienta, acuñaron el cultismo koniocórtex
para el tipo granular. Propusieron 107 áreas (35 frontales, 13 límbicas superiores, 6 insulares, 18 parietales, 7 occi-
pitales, 14 temporales y 14 límbicas inferiores o hipocámpicas). Para ello, seccionaron el cerebro de manera seria-
da y perpendicular a su eje frontoccipital.

Vista lateral
Lobus frontalis (F): 35 Areae
 Regio praerolandica: 10 Areae

 Regio frontalis: 9 Areae

 Regio orbitomedialis: 16 Areae

Lobus limbicus superior (L): 13 Areae

 Regio limbica superior anterior: 5 Areae

 Regio limbica superior posterior: 3 Areae

 Subregio retrosplenialis: 5 Areae

Lobus insulae (I): 6 Areae

Lobus parietalis (P): 18 Areae
 Regio postcentralis: 6 Areae

 Regio parietalis superior: 4 Areae

 Regio parietalis inferior: 5 Areae

 Regio parietalis basalis: 3 Areae

Lobus occipitalis (O): 7 Areae

Lobus temporalis (T): 14 Areae
 Regio supratemporalis: 5 Areae

 Regio temporalis propria: 2 Areae

 Regio fusiformis: 3 Areae

 Regio temporopolaris: 4 Areae

Vista medial Lobus limbicus inferior / lobus hippocampi (H):

14 Areae

MENTE Y CEREBRO 90 N.O 96 - 2019

 RETROSPECTIVA
Fechas clave en la vida de Constantin von Economo
1876 Nace Constantin Freiherr von Economo,
en una familia de la aristocracia griega.
1899 Escribe su primera obra científica, Zur Entwic­ 1912 Se convierte en el primer piloto de aviación
klung der Vogelhypophyse («Sobre el desarrollo
de la glándula pituitaria en las aves»).
1901 Se gradúa en medicina en la Universidad de
Viena.
1903 Trabaja como residente en la Clínica de
­Medicina Interna de Viena bajo la dirección
del médico internista y neurólogo Hermann
Nothnagel.
1904 Santiago Ramón y Cajal describe las células
fusiformes gigantes.
1904-1906 Von Economo viaja por Europa. Es- 1919-1926 Preside el Aeroclub Austríaco.
tudia neurología, histología y psiquiatría en
París. En Nancy se adentra en la hipnosis
1921 Ejerce de profesor de psiquiatría y neurología
con Hippolyte Bernheim. En Estrasburgo se
familiariza con los métodos de la investiga-
ción microscópica del sistema nervioso. En
Múnich investiga junto con Emil Kraepelin
y Alois Alzheimer. Allí escribe el artículo
Contribución a la anatomía normal de la
­célula ganglionar. En Berlín trabaja en psi-
quiatría con Theodor Ziehen, y en neurolo-
gía ambulatoria, con Hermann Oppenheim.
Realiza trabajos de investigación experi-
mental en Trieste.
1906 Trabaja como ayudante del médico y catedrá-
tico Julius Wagner Jauregg en la clínica de psi-
quiatría y enfermedades nerviosas del Hospi-
tal General de Viena.
por otros. En 1881, el médico e histólogo Vladímir A.
Betz describió su morfología como sigue: «Estas células
en forma de huso del giro cingulado son bastante mayo-
res (el doble o el triple) que las demás neuronas de la capa
V». En 1895, el médico anatomista Carl Hammarberg,
primero en diferenciar desde una perspectiva histológi-
ca las áreas motoras de las sensoriales de la corteza cere-
bral, mencionaba la presencia de células en huso en la
capa V del giro central anterior del lóbulo frontal (giro
frontal). La denominó «capa de células en huso» (Spin-
delzellenschicht). Santiago Ramón y Cajal expuso en 1904
la presencia de esas células fusiformes en el cingulado
anterior y en la ínsula. Dibujó su proyección de largos
axones hacia la materia blanca y anotó su ausencia en el
cingulado anterior de roedores y gato. En concreto, Cajal
MENTE Y CEREBRO 91
1909-1922 Escribe como autor o coautor
­numerosos artículos y libros.
militar austro-húngaro.
1913 Consigue la habilitación académica.
1914-1917 Participa en la Primera Guerra
­Mundial en el frente y en la retaguardia.
1917 Publica en la revista Wiener Klinische
­ ochenschrift el artículo «Encephalitis
W
­lethargica».
1919 Contrae matrimonio con la princesa Karoline
von Schonburg-Hartenstein.
en la Clínica de Psiquiatría y Enfermedades
Neurológicas de Viena.
1925 Publica con George Koskinas su trabajo sobre
la citoarquitectura del cerebro humano (Die
Cytoarchitektonik der Hirnrinde des erwachse­
nen Menschen).
1926 Aparece en Zeitschrift für die Gesamte Neu­
rologie und Psychiatrie el artículo sobre las
neuronas de Von Economo: Eine neue Art
Spezialzellen des Lobus cinguli und Lobus
­insulae («Un nuevo tipo de células especiales
del lóbulo cingulado y de la ínsula»).
1931 Muere a la edad de 55 años.
y Von Economo señalaron una neurona grande, intri-
gante, en la capa V de la corteza cerebral. (Hoy se sabe
que la corteza cingulada anterior y la frontoinsular ca-
racterizan dos morfotipos neuronales de la capa V: las
células de Von Economo y las células en horquilla.)
En su estudio de la citoarquitectura de la corteza ce-
rebral humana, Von Economo y Koskinas describieron
unas neuronas bipolares y grandes en la corteza frontoin-
sular y en el área límbica anterior. La exposición detalla-
da de la morfología y distribución cortical de dichas
neuronas la ofreció Von Economo en 1926, en el artículo
Eine neue Art Spezialzellen des Lobus cinguli und Lobus
insulae («Un nuevo tipo de células especiales del lóbulo
cingulado y de la ínsula»), publicado en Zeitschrift für
die Gesamte Neurologie und Psychiatrie. Describía neu-
N.O 96 - 2019
 RETROSPECTIVA

ronas que exhibían una forma ahusada y una longitud
insólita, con unas dendritas de diámetro parecido al del
soma. Distinguía entre células bastones (Stäbchenzellen)
y células sacacorchos (Korkzieherzellen). No se trataba,
para Von Economo, de células piramidales, sino fusifor-
mes. Advirtió, además, los cambios progresivos en su
morfología durante el desarrollo. Y especuló sobre la
filogenia y función de tales neuronas. En particular, su
restricción al antiguo «cerebro olfativo» avalaba la hipó-
tesis de la adopción de nuevas funciones en los humanos.
Hipótesis que muy pronto se confirmaron.
Asimismo, Von Economo propuso que la corteza
frontal insular podría contener representaciones del
sistema nervioso autónomo, lo mismo que la corteza
cingulada anterior. Las técnicas de neuroimagen funcio-
nal han confirmado esa idea. La existencia de neuronas
de Von Economo en áreas corticales donde la información
sobre los estados fisiológicos del cuerpo se emplean para
guiar opciones de conducta, y su ubicación en una capa
que envía proyecciones subcorticales, entre otras carac-
terísticas, sugieren que se trata de neuronas motoras que
apoyan y expanden la idea original de unas neuronas
implicadas en la función autónoma.
Implicación en las emociones y los trastornos
Se ha comprobado el importante papel que desempeñan
las neuronas de Von Economo en diferentes procesos y
enfermedades mentales. Así, se sugiere que en la ínsula
anterior, estas neuronas servirían de transmisor o relé de
la información hacia otras partes del cerebro, en procesos
de la percepción y la cognición.
También se ha constatado la incidencia de las neuronas
de von Economo en los estadios iniciales de la demencia
frontotemporal, donde la empatía, la consciencia social
y el autocontrol quedan gravemente restringidos. La
población de estas neuronas en la corteza cingulada
anterior se reduce, en promedio, un 74 por ciento en estos
pacientes. Además, en diversas investigaciones se ha
observado su menor densidad en individuos con autismo,
esquizofrenia, enfermedad de Alzheimer, demencia
frontosensorial, agenesia del cuerpo calloso e, incluso, en
la tendencia suicida.
Estas alteraciones, aunque de índole heterogénea,
comparten un mismo rasgo: los individuos afectados
manifiestan profundas dificultades en simpatizar con
otros y presentan una caída notable en la actividad de la
corteza cingulada anterior y la ínsula anterior. Tales re-
giones se relacionan con experiencias subjetivas de culpa,
vergüenza, humillación, autoderogación y exclusión
social, todos ellos rasgos del comportamiento suicida. De
hecho, las neuronas de Von Economo expresan recepto-
res de dopamina, serotonina y vasopresina, neurotrans-
misores implicados en la regulación de las emociones.
En los últimos cuatro años de su vida, Von Economo
se sintió cada vez más atraído por la neuroanatomía
evolutiva y su relación con el sustrato de facultades inte-
lectuales y culturales. En los dos últimos años, de mane-
ra particular, su mente no cesaba de crear. Postuló un
principio general que denominó «encefalización progre-
siva» y publicó 11 trabajos sobre temas relacionados con
la evolución del cerebro y la neuronatomía de la inteli-
gencia.
Por cerebración o encefalización, Von Economo en-
tendía la evolución constante de la mente a través de
generaciones sucesivas, el proceso del aumento de la masa
cerebral en una tendencia ascendente de la especie y la
adquisición futura de nuevos órganos cerebrales del
pensamiento a través de la diferenciación progresiva de
estructuras corticales arquitectónicamente específicas.
Quizás un término como la telencefalización sería hoy
más exacto.
El 8 de septiembre de 1931, Von Economo sufrió, en
un período de seis años, un segundo ataque de angina.
Cuando parecía remitir, se produjo una trombosis cere-
bral. El 21 de octubre murió en su domicilio de Viena.
Tenía 55 años. H

PA R A S A B E R M Á S

Die Cytoarchitektonik der Hirnrinde des erwachsenen Menschen. Atlas mit 112 mikrophotographischen Tafeln in besonderer
Mappe. C. von Economo y G. N. Koskinas. Verlag von Julius Springer, Viena, 1925.
Eine neue Art spezialzellen des Lobus cinguli und Lobus insulae. C. von Economo en Zeitschrift für die gesamte Neurologie
und Psychiatrie, vol. 100, págs. 706-712. Berlín. 1926. doi: 10.1007/BF02970950.
Zellaufbau der Rosshirnrinde des Menschen: Zehn Vorlesungen. C. von Economo.
Verlag von Julius Springer, Berlín, 1927.
Encephalitis lethargica: Its sequelae and treatment. C. von Economo.
Oxford University Press, Londres, 1931.
Baron Constantin von Economo: His life and work. K. F. Schonburg-Hartenstein von Economo y J. von Wagner-Jauregg.
Free Press Interstate Printing Corp, Burlington, 1937.
The Von Economo neurons: From cell to behavior. K. K. Watson. California Institute of Technology, Pasadena, 2006.
The Von Economo neurons in the frontoinsular and anterior cingulate cortex. J. M. Allman et al. en Annals of the New York
Academy of Sciences, vol. 1225, págs. 59-71, 2011.

MENTE Y CEREBRO 92 N.O 96 - 2019

 LIBROS
ASPERGER’S CHILDREN
The Origins of Autism in Nazi
Vienna
Por Edith Sheffer
W. W. Norton & Company,
New York, 2018
Psiquiatría infantil
en tiempos de eugenesia
Asperger y el autismo
A
l acometer el estudio del autismo, partimos del
conocimiento de que las interacciones prosociales
positivas contribuyen al desarrollo y mantenimiento
de conductas adaptativas y cooperadoras. Por el contra-
rio, las interacciones sociales anormales son síntomas
debilitantes en diversas enfermedades psiquiátricas
graves, en especial, en el trastorno del espectro autista
(TEA). La disfunción en las interacciones prosociales
constituye, sin duda, el síntoma nuclear del TEA. Pero
ignoramos los mecanismos neurales precisos que sub-
yacen bajo la sociabilidad, lo que impide el desarrollo
de terapias racionales para tratar tales déficits, aunque
esa situación podría comenzar a cambiar. Se están rea-
lizando investigaciones experimentales que atribuyen
un papel central a la modulación de la liberación de
serotonina.
El trastorno del espectro autista, sostiene la ciencia, es
en muy alta medida hereditario. Lo que no significa
minusvalorar la aportación de los factores ambientales
que perturban el neurodesarrollo. Algunos casos del TEA
son formas sindrómicas causadas por anomalías cromo-
sómicas o por mutaciones de un solo gen, formas que a
menudo se caracterizan por discapacidad intelectual,
epilepsia y dismorfología craneofacial. La mayoría de los
casos, sin embargo, son idiopáticos, con muchos genes
implicados. ¿Cómo hemos llegado a ese estado de cono-
cimientos?
El término autismo fue introducido en 1911 por Eugen
Bleuler. Cobró carta de naturaleza en la cultura contem-
poránea en 1981, cuando Lorna Wing emprendió el es-
tudio de la obra de Hans Asperger (1906-1980) y su tesis
sobre los comportamientos autistas de los niños, apare-
cida en 1944. En 1938, en el transcurso de una conferen-
cia, Asperger llamó psicópatas autistas a los niños con
determinadas carencias mentales, cinco años antes de
que apareciera el artículo de Leo Kanner, el cual se con-
sidera el origen del concepto moderno de autismo. En
palabras de Erwin Schrödinger, Kanner pensó lo que
MENTE Y CEREBRO 93
nadie había pensado sobre lo que todo el mundo ve. Wing
acuñó la expresión «síndrome de Asperger» para designar
la psicopatía autista. A mediados de los noventa del siglo
pasado, había adquirido estatuto de condición patológi-
ca. Detrás del epónimo había un psiquiatra austríaco hoy
controvertido.
Nacido en Viena, en cuya universidad estudió medi-
cina, se formó profesionalmente en el Servicio de Vigi-
lancia Terapéutica (Heilpädagogisch Station), centro que
había fundado en 1911 Erwin Lazar, y alcanzó renombre
internacional bajo la dirección de Clemens von Pirquet
(1874-1929). Pertenecía a la Clínica Pediátrica de la
Universidad de Viena. Lazar consideraba la pedagogía
terapéutica (Heilpädagogik) descendiente directa de la
psiquiatría, aunque las enfermedades psiquiátricas clá-
sicas, como las psicosis, no solían diagnosticarse en los
niños. Para él se trataba de psicopatías o desequilibrios
mentales. Los niños se enviaban a instituciones asisten-
ciales, a la policía o al juzgado. Con Lazar, la pedagogía
terapéutica se inspiró en la biología criminal de Cesare
Lombroso, los tipos constitucionales de Ernst Kretschmer
y el psicoanálisis de Sigmund Freud.
Asperger entró en la Clínica Pediátrica en mayo de 1931,
con Franz Hamburger (1874-1954), el sucesor de Pir-
quet. En 1935, se hizo cargo del Servicio de Vigilancia,
pese a no haber obtenido todavía el doctorado. La pla­
za le correspondía, por méritos, a George Frankl, nueve­
años mayor y activo allí desde 1927, pero era judío. Dos
años después de la promoción de Asperger, Frankl
emigró a Estados Unidos, donde entró a trabajar con
Leo Kanner en la Universidad Johns Hopkins. Otro
empleado judío altamente cualificado fue la psicóloga
Anni Weiss (1887-1991), quien más tarde se casó con
Frankl. Abandonó Austria en 1935. Viena se había
vuelto irrespirable para los médicos judíos. Asperger
logró sobrevivir al nazismo y crearse una aureola de
resistente opositor y contrario a la medicina racista que
esa ideología impulsaba, ayudado por el creciente reco-
nocimiento del síndrome. Pero su fama comenzó a
declinar en 2016 con el libro de John Donvan y Caren
Zucker, In a different key: The story of autism.
Se abrieron archivos y apareció un Asperger menos
heroico y más contradictorio. En esa corriente desmiti-
ficadora se inscribe Asperger´s children: The origins of
autism in nazi Vienna, de Edith Sheffer. La tesis propues-
ta puede sintetizarse en la recuperación del informe de
Asperger sobre la niña Herta Schreiber. El 27 de junio de
1941, dos meses antes de su tercer aniversario, la niña fue
examinada por Asperger; había sufrido difteria y menin-
gitis, dejándola con una discapacidad grave. La menor
de nueve hermanos mostraba signos de trastorno de
personalidad y retraso motor graves, además de idiocia
y convulsiones. En su informe sobre Herta, agregaba que
la pequeña constituiría una carga insoportable para la
N.O 96 - 2019
madre, que debía cuidarse de cinco niños sanos y, por
tanto, era absolutamente necesario su internamiento
permanente en Spiegelgrund, un hospicio de enfermos
mentales en los arrabales de Viena. El director médico
de Spiegelgrund, Erwin Jekelius, antiguo colega de As-
perger en la Clínica Universitaria, notificó, el ocho de
agosto, la situación de Herta al Comité del Reich de
Registro Científico de Enfermedades Hereditarias y
Congénitas Graves, la organización secreta responsable
de la eutanasia. En el escrito enviado a Berlín, Jekelius
señalaba que Herta no tenía posibilidad de recuperarse,
pero que su condición no limitaba su esperanza de vida,
una combinación inaceptable a ojos de los expertos en
eutanasia. El dos de septiembre, un día después de su
tercer aniversario, murió de neumonía, la causa de falle-
cimiento más común en Spiegelgrund, inducida por
administración de barbitúricos durante un período largo
de tiempo. Allí, los nazis habrían de matar unos 800 niños
entre 1940 y 1945.
El caso revela la contradicción que vivió Asperger. Por
un lado, él declaraba que a los pequeños con discapacidad
mental había que prestarles el mejor cuidado disponible,
sin explicitar, por otro, qué hacer ante casos irrecupera-
bles, a los que envía al centro de eutanasia. Y contrasta
con su responsabilidad en la clasificación de los niños, a
los que no duda en mandar a ese centro para su elimina-
ción. A diferencia de los millones que murieron en las
cámaras de gas, los asesinatos de niños en Spiegelgrund
eran prolongados e íntimos. Los médicos examinaban
Novedades Una selección de los editores de Mente y Cerebro
SOMOS LO QUE
­HABLAMOS
El poder terapéutico de hablar
y hablarnos
Luis Rojas Marcos
Grijalbo, 2019
ISBN: 9788425357619
Págs. 272 (18,90 €)
LA NUEVA BIOLOGÍA
DE LA MENTE
Qué nos dicen los trastornos
­cerebrales sobre nosotros mismos
Eric R. Kandel
Ediciones Paidós, 2019
ISBN: 9788449335655
Págs. 304 (24 €)
MENTE Y CEREBRO 94
personalmente a los niños que condenaban. Las enfer-
meras los alimentaban y les cambiaban la ropa. La muer-
te se producía lenta y dolorosamente. Los niños morían
de hambre o por sobredosis de barbitúricos.
Pudo Asperger medrar porque había abandonado su
militancia en círculos confesionales y la asociación
Lukas Guild de médicos católicos para contemporizar
con las tesis nazis, lo que acabó con las posibles reticen-
cias de las autoridades académicas. De esta manera
logró en 1943 la habilitación que lo facultaba para entrar
en el claustro universitario. Para la doctrina nazi, la
medicina debía basarse en la ciencia y en la ideología
del nacionalsocialismo. Sus tesis sobre los psicópatas
autistas tuvieron, pues, que pasar el filtro de la liga de
profesores nacionalsocialistas alemanes (nationalsozia­
listicher Deutscher Dozentenbund), que no puso objeción
alguna.
Pasó en la Werhmacht («Fuerza de Defensa») los dos
últimos años de la guerra. Fue destinado a Croacia en
diciembre de 1943. Tras la capitulación, Asperger volvió
a la Clínica Pediátrica de la Universidad de Viena. Al no
estar afiliado al partido nacionalsocialista no vio inte-
rrumpida su actividad académica. De hecho, de julio de
1946 a mayo de 1949 fue director provisional de la clíni-
ca pediátrica. En 1957 se trasladó a Innsbruck para diri-
gir la clínica pediátrica universitaria hasta 1962, cuando
fue designado formalmente catedrático de la Clínica
Pediátrica de Viena, el cargo más prestigioso de la pedia-
tría austríaca.
THE CAMBRIDGE
HANDBOOK OF COGNITION
AND ­EDUCATION
John Dunlosky y Katherine
A. Rawson (editores)
Cambridge University Press, 2019
ISBN: 9781108401302
Págs. 748 (56,99 $)
TERAPIA METACOGNITIVA
PARA LA ANSIEDAD
Y LA DEPRESIÓN
Adrian Wells
Desclée De Brouwer, 2019
ISBN: 9788433030238
Págs. 480 (33,25 €)
N.O 96 - 2019
 LIBROS
Aunque Asperger publicó al menos una docena de
ensayos durante el período nazi, la atención ha recaído
sobre todo en dos: El niño mentalmente anormal, de 1938
y Psicópatas autistas en la infancia, de 1944. En numerosas
ocasiones defiende allí postulados de la medicina e higie-
ne racional nazis, contribuyendo a su legitimación. El
trabajo de 1938 comienza con una loa al Reich, en la que
se lee que el todo es más que las partes, que el pueblo es
más importante que los individuos; defiende la salud
hereditaria, eufemismo de esterilización de los discapaci-
tados, en cuya labor los médicos, dice, tienen que parti-
cipar. Y ofrece el retrato del prototipo de niño autista:
intelectualmente por debajo de la media, debilidad men-
tal, que se conjuga con un mayor desarrollo de la parte
instintiva o inteligencia práctica. En su trabajo de 1944,
Asperger reiteró su creencia en que las posibilidades de
desarrollo mental de todo individuo se encontraban pri-
mariamente determinadas por la constitución genética.
Los estados psicopatológicos se anclaban en la constitución
humana y eran heredables. Pero reconocía, lo que ha
MINDS MAKE SOCIETIES
How Cognition Explains the
World Humans Create
Por Pascal Boyer
Yale University Press, New Haven, 2018
Cerebro social
Bases biológicas de la sociedad
E
l hombre es un mamífero social. Los penalistas
saben que hasta los encarcelados más obstinados
y endurecidos temen el confinamiento solitario.
Los psiquiatras reconocen, por su parte, que un aislamiento
social prolongado puede llevarnos a patologías fisiológi-
cas y neurológicas muy dispares (depresión y cardiopatías,
entre otras) e incremento de la tasa de mortalidad. Pese
a ello, los expertos en política sanitaria avisan de que nos
enfrentamos a una epidemia de soledad.
No es el único aspecto que está cuestionando las bases
de la antropología social. Todo se ha puesto a revisión
merced a los avances en paleontología, que reescriben
con mayor detalle el origen africano del ser humano, en
demografía y sociología, que hablan de una tendencia
urbanita de los grupos humanos, o en el propio método,
que ahora se pretende científico y busca en la biología las
bases de una conducta que se creían dominio exclusivo
de la psicología. El avance de la paleontología y de la ge-
MENTE Y CEREBRO
servido en su descargo posteriormente, que los individuos
con discapacidad tenían un lugar en la comunidad social,
con unas habilidades que quizá no posean otros.
No abandonó su determinismo genético de la enfer-
medad mental. En 1952 publicó Psicopatología de ado­
lescentes criminales, manual donde distinguía tres grupos
de niños con defectos constitucionales u orgánicos como
propensos a cometer crímenes: el tipo de los «inestables»
o «desorganizados», el tipo de los que sufren lesión ce-
rebral inducida por encefalitis y el tipo autista, con
trastorno de los instintos, en particular los que poseen
una inteligencia normal o por encima de la media. Pese
a su énfasis en la herencia, omitiría cualquier alusión a
la eugenesia. Si bien, para él, una inferioridad general
heredada del sistema nervioso constituía la base etioló-
gica común de la mayoría de los trastornos en la infancia.
En algunos pasajes, ello se vinculaba a los estigmas de-
generativos, unas anomalías corporales que reflejarían
una constitución degenerativa de sus pacientes.
—Luis Alonso
nética devalúa los modelos recibidos sobre la evolución
humana. A lo largo de los últimos 30 años, el conocimiento
de precursores y primeros pasos de Homo sapiens ha ex-
perimentado un progreso muy notable. Aunque la inves-
tigación ha venido respaldando la tesis de que los humanos
modernos se originaron en África hace unos 200.000 años,
las conclusiones son ahora más matizadas, desentrañada
la complejidad del proceso. Los últimos descubrimientos,
como el de Marruecos de hace 300.000 años, nos revelan
que Homo sapiens se cruzó con otras especies de homini-
nos y atestiguan una intensificación de la capacidad cra-
neana de Homo sapiens.
Por lo que se refiere a las tendencias sociales recien-
tes del hombre, la demografía muestra que nos estamos
convirtiendo en especie urbana, alejándonos de lo que
fuimos durante decenios de miles de años, una especie
rural. La tendencia sigue imparable. En 1950, no llega-
ba a un tercio de la población el que vivía en las ciuda-
des. Ahora lo hace más de un 50 por ciento y la proyec-
ción es que en 2050 se alcance el 70 por ciento. Cada
semana, la población urbana crece en torno a 1,5 mi-
llones de personas. Se da por cierto ahora que en ade-
lante tendremos que estudiar la ciudad como un eco-
sistema, si queremos unas ciudades mejores para los
individuos y para el planeta. El hombre sigue, pues,
evolucionando.
Por tanto, no existe razón alguna para no aplicar a su
estudio el método científico, que nos ofrece una explica-
ción precisa y exacta; exactamente igual que el resto de
la naturaleza. Tal es la tesis aquí defendida por Pascal
Boyer, psicólogo evolutivo y profesor Henry Luce de
antropología de la Universidad de Washington en Saint
95 N.O 96 - 2019
 LIBROS
Louis. Al integrar conclusiones recientes del ámbito de
la biología evolutiva, la genética, la psicología, la econo-
mía y otros campos, el autor ofrece modelos sobre la
implicación de los humanos en la formación y desenvol-
vimiento de familias, tribus y naciones.
Por su peculiar historia evolutiva, la humanidad pre-
senta rasgos únicos entre los organismos. Aquí nos im-
porta, sobre todo, su construcción de sociedades com-
plejas, trabadas jerárquicamente, basadas en familias y
con funciones dispares para el varón y la mujer, en
donde hallamos sistemas económicos, conflictos grupa-
les, normas morales, etcétera. La nueva perspectiva no
es un momento «ajá», la revelación de una nueva teoría
de la sociedad. Lo que el autor presenta aquí es una acu-
mulación de hallazgos científicos en diversos campos de
la biología evolutiva, psicología cognitiva, arqueología,
antropología, economía y otros. Huye de teorías genera-
les de la sociedad para aportar respuestas específicas a
cuestiones específicas, del tenor siguiente: ¿por qué las
personas desean una sociedad justa? ¿Existe una forma
natural de la familia? ¿Qué determina que hombres y
mujeres se comporten de manera distinta? ¿Por qué
existen religiones? ¿Por qué las personas se enzarzan en
rivalidades grupales?
Sea por caso la solidaridad e insolidaridad entre los
humanos. La especie humana invierte una gran cantidad
de energía en conflictos entre individuos y entre grupos.
La frecuencia, intensidad y naturaleza de los enfrenta-
mientos varían de un lugar a otro. Ninguna población es
inmune a la rivalidad y conflicto étnico, que puede ele-
varse de tono hasta la guerra civil y el genocidio. Recuér-
dese el antagonismo racial en Estados Unidos, la historia
de los pogroms en Europa, el conflicto cruel subsiguien-
te a la disolución de Yugoslavia, las innumerables guerras
étnicas de África y su culminación en las masacres racia-
les de Ruanda para hacerse una idea del alcance y cruel-
dad de tales conflictos. Tenemos nombres para esas
conductas: nacionalismo y tribalismo, entre otras deno-
minaciones, que nos hablan de una pulsión de los huma-
nos por situarse, en el enfrentamiento, junto a su comu-
nidad, su pueblo, su clan o su nación. Se supone que las
personas nacen con cierto grado de impulso agresivo que
hemos de liberar.
Pero somos también cooperadores, extraordinaria-
mente hábiles en la formación de grupos. Ninguna otra
especie hace tanto cuando suma esfuerzos. Esa tendencia
al agrupamiento tiene una base evolutiva. Vivir en grupo
resulta beneficioso para los individuos, razón por la cual
esa inclinación ha sido seleccionada en el curso de la
evolución, fenómeno que se denomina sesgo de perte-
nencia a un grupo, que no se limita a preferir a los miem-
bros del grupo sobre otros, sino que redunda también en
muchos aspectos del conocimiento. No recibimos de la
misma manera la información que nos viene de fuera del
grupo que la que viene del interior del grupo, lo que re-
fuerza vínculos e interacciones.
MENTE Y CEREBRO
Vinculado a los roles de varón y mujer, y a la función
de la sexualidad, no cabe duda de que el concepto de
familia está sufriendo cambios profundos en nuestra
sociedad. Antes, no se ponía en cuestión la existencia de
la unidad familiar, de la familia natural, como consti­tuida
por los progenitores y su descendencia. Antes y ahora,
los hijos demandan la asistencia de sus progenitores;
cuántos progenitores se necesitan y qué tipo de asistencia
es otro asunto. ¿Qué dice la ciencia de las relaciones fa-
miliares?
Importa no confundir lo natural con lo cultural. Para
evitar disputas terminológicas, lo mejor es considerar la
forma en que la selección natural privilegió tendencias y
capacidades. El énfasis puesto en el parentesco como
principio de organización, que se manifiesta con nitidez
en las sociedades tribales, que se componen de diferentes
clanes o linajes originados a partir de un antepasado
común. El tipo más frecuente es el sistema patrilineal, en
el que la progenie pertenece al grupo del padre o de los
hermanos del padre, mientras que la madre y sus parien-
tes constituyen otro grupo. Estos sistemas patrilineales
van acompañados a menudo de residencia patrilocal, la
forma más común de organización social. Hay otros
sistemas más complejos, como los sistemas bilaterales,
donde cada individuo pertenece a los dos grupos. Estas
personas no tienen familia, pero el parentesco organiza
su existencia. Desde los recolectores hasta las civilizacio-
nes agrarias e imperios, pasando por sociedades de pe-
queños agrícolas, los humanos vivieron en un mundo
social organizado en torno a lazos de parentesco.
A lo largo de los dos últimos millones de años, el lina-
je humano ha cambiado en su forma de gestionar la re-
producción, el cuidado de la progenie y los grupos socia-
les. El desarrollo gradual de la caza tuvo un impacto
enorme en la evolución humana, por cuanto aportaba
acceso a una mejor nutrición, produciendo no solo más
calorías, sino también lípidos y proteínas, que abundan
menos en los vegetales. El acceso a una dieta más rica
permitió la evolución de un cerebro mayor, con mayores
capacidades cognitivas, de suerte que el tamaño del cere-
bro de Homo habilis se dobló en Homo sapiens. La nutri-
ción es importante, porque el cerebro es el mayor consu-
midor de energía. Y evolucionó porque del mismo
depende la gestión de las relaciones sociales. Al disponer
de un cerebro más complejo, podían trabar relaciones
sociales y de colaboración con otros, permitiendo una
cooperación más eficiente. Ese hito evolutivo se combinó
con la emergencia de parejas estables, una estrecha alian-
za entre varón y mujer comprometidos en la reproducción
y el cuidado de la prole. En todas las sociedades humanas
encontramos tales lazos estables entre parejas con exclu-
sividad sexual, inversión conjunta en la crianza de los
hijos, cooperación de los recursos. Ese ha sido el curso
evolutivo, lo que dicta la biología. Otra cosa es la consi-
deración cultural, dependiente de la ideología.
—Luis Alonso
96 N.O 96 - 2019
 PRÓXIMAMENTE

Mente y Cerebro n.o 97, julio de 2019

Neurociencia Trastornos del movimiento

Caos Distonía del músico

Algunos músicos pierden el control
en el cerebro motor fino sobre la parte del cuerpo
Alcohol, música, drogas. ¿Qué que utilizan para tocar. Cuanto más se
­sucede en el cerebro cuando esfuerzan, más difíciles les resultan los
se está ­embriagado? Robin movimientos complejos. Aunque no
­Carhart-Harris, ­experto en suelen experimentar dolor, su ejecución
­drogas, ha observado que se musical queda deteriorada. Los genes
produce un gran caos neuronal. podrían tener algo que ver en ello.
Por Eckart Altenmüller
GETTY IMAGES / AGSANDREW / ISTOCK

También considera que este

­fenómeno puede ayudar a
­conocer cómo funciona la

GETTY IMAGES / HULTON ARCHIVE / MICHAEL PUTLAND

­consciencia humana.
Por Theodor Schaarschmidt

Psicoterapia
Fin a las pesadillas recurrentes
La terapia de ensayo por imágenes sirve de gran ayuda para terminar
con las pesadillas recurrentes. A grandes rasgos, este tratamiento
consiste en escribir el contenido de un sueño angustioso e imaginarse
una nueva versión del mismo. Por Joachim Retzbach

Filosofía
El dilema de la inacción
GETTY IMAGES / MUMEMORIES / ISTOCK

¿Podemos provocar un efecto por

no actuar? La cuestión de si la
omisión de una acción puede tener
un efecto causal ocupa a filósofos
y juristas desde hace tiempo.
Por David Hommen

Mente y Cerebro DISTRIBUCIÓN Colaboradores de este número

Directora general: Pilar Bronchal Garfella para España: Asesoramiento y traducción:
Directora editorial: Laia Torres Casas LOGISTA, S. A. Mónica Herrero: Encefaloscopio; Núria Comas: Turismo oscuro: viaje
Ediciones: Yvonne Buchholz, Pol. Ind. Polvoranca - Trigo, 39, edificio B al horror; Raquel Madrid: El sentimiento de la vergüenza; Noelia de
Anna Ferran Cabeza, Ernesto Lozano Tellechea 28914 Leganés (Madrid) la Torre: ¿Consumir droga una vez puede causar adicción?; Ignacio
Director de márquetin y ventas: Antoni Jiménez Arnay Teléfono 916 657 158 Navascués: Cómo se transmiten las tensiones del padre a la descen-
Desarrollo digital: Bruna Espar Gasset para los restantes países: dencia, Entender el alzhéimer, Efectos cerebrales de la falta de sueño,
Producción: M.a Cruz Iglesias Capón, Albert Marín Garau Prensa Científica, S. A. El olvido, un aliado del aprendizaje, Estímulos visuales peligrosos;
Secretaría: Eva Rodríguez Veiga Muntaner, 339 pral. 1.a - 08021 Barcelona Federico Fernández Gil: Rastros digitales del yo, La ciencia de los
Administración: Victoria Andrés Laiglesia sonidos apacibles; Ignacio Navascués y Laura Carasusán: El comple-
Suscripciones: Concepción Orenes Delgado, Olga Blanco Romero jo aprendizaje de los programas inteligentes, ¿Somos solo cerebro?;
PUBLICIDAD Francesc Asensi: El hombre que ya no sabía calcular, Neuropsicología,
EDITA
Prensa Científica S. A. entre la mente y el cerebro
Prensa Científica, S.A.
Muntaner, 339 pral. 1.a Teléfono 934 143 344
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