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SURGIMIENTO
Hasta aquí hemos tratado acerca de las narrativas históricas en español y de lo que
hemos denominado los “géneros incas”. Los textos que disponemos corresponden a las
primeras. Ahí se encuentran los reflejos, algo confusos, de los últimos. Hasta aquí
hemos tratado a las fuentes subyacentes incas como textos, pero ¿se puede hacer esto?
Los géneros incas identificados son muy diferentes de las narrativas escritas que se
basaron en ellos. Algunos son productos únicos. Una tradición de representación
dramática estaba asociada a ellos, y nunca conoceremos totalmente hasta qué punto los
aspectos de su contenido estaban ligados a esta representación. Sin embargo, al igual
que las obras teatrales que se representan en nuestros escenarios, había una versión
registrada que podía ser transmitida de forma independiente. Los géneros registrados no
tienen que ser representados para ser transmitidos. Lo que estamos “leyendo” no es una
tradición de representación sino un texto subyacente. Como con todo texto, podemos
asumir que hubo cierta estabilidad en el contenido de los géneros registrados que no
caracterizaría a los productos sólo de la memoria. Los textos también pueden cambiarse,
y sea o no que estos textos reflejen la forma que tenían cuando fueron compuestos por
primera vez, es una pregunta sin respuesta. Cuando fueron transmitidos a los españoles
y traducidos al español, se desarrollaron de otras maneras.
Sin embargo, mientras que el proceso de transmisión estuvo en manos nativas, podemos
considerar a estas fuentes como géneros incas. Ciertos eventos afectaron la
conservación de estos géneros: en algún momento las tablas pintadas fueron retiradas de
su sitio; Polo de Ondegardo juntó los cuerpos de los Incas en 1559 y tal vez retiró los
quipos de las manos de las personas que los guardaban; estos individuos que habían
aprendido las versiones orales de una historia, u otro material genérico, en algún
momento dejaron de transmitirla. Sin embargo, aún si los registros fueron destruidos o
quitados de contexto, todavía quedaba la memoria. Mientras hubiese beneficio que sacar
de los cálculos genealógicos con respecto de la línea de descendencia de Manco Capac,
se transmitió la genealogía. Cuando escribía Cobo, a mediados del siglo XVII, este
autor dijo que aún le fue posible recopilar una relación de los Incas del Cuzco como
aquella narrada en las fuentes de su manuscrito.
En nuestro estudio de los géneros inca privilegiamos las narrativas históricas que se
basaron en fuentes incas del Cusco. Algunos españoles, como Sarmiento y Betanzos,
transmitieron o compilaron material genérico inca, subordinando, hasta cierto grado, sus
propias voces. Sin embargo, no sabemos quiénes fueron sus informantes o cómo ellos
habían aprendido lo que sabían. Cuando escribía Betanzos, los quipos de la historia de
la vida de Pachacuti todavía estaba en manos de su panaca. Cuando Sarmiento llegó,
veinte años después, al Cusco, recopiló una versión de esta relación que era similar en
su esquema. El que pudiera recolectar algo similar en esquema, es una evidencia de
algún tipo de proceso de transmisión formal. Aquí hablamos de una historia de vida
específica, pero ¿y qué del contenido de la historia pintada? Si el registro físico había
sido destruido, ¿se preservó su contenido en otro formato de modo que relaciones
posteriores se pudieran basar en algún tipo de registro, o se trató de un conocimiento
preservado sólo por la memoria?
Hay mensajes encubiertos en las narrativas históricas, algunos de los cuales parecieran
trascender tanto los formatos genealógicos como los de la historia de vida. A veces, la
voz autoral parece tener conocimiento experto del pasado inca, un conocimiento que el
autor español no pudo haber tenido. Por ejemplo, Sarmiento da voz a una narrativa
dominante acerca de la expansión inca que pareciera no entender. Otras veces, una parte
de su narración no puede encuadrarse con otra, y cada una transmite mensajes acerca de
la organización del Cusco que parecería reflejar una racionalidad que no era la propia de
Sarmiento. La narrativa de Sarmiento logra varias tareas, aparte de su propósito
principal de documentar la delgada consistencia temporal del imperio inca, estructurada
por un lazo de sólo doce soberanos. Es la historia acerca de la emergencia de los incas.
Identifica a la gente que descendía de Manco Cápac, así como de los pueblos que
habitaron el Cusco que no eran incas. En resumen, responde las preguntas siguientes:
¿Quiénes son los habitantes del Cusco y cómo llegaron a estar allí? Sarmiento también
describe la expansión del Cusco. A través de la narración del Inti, describe la
emergencia de la agresión inca en términos fundamentalmente simbólicos. Los símbolos
no son europeos, de modo que está prestando su voz a otro sistema interpretativo.
Finalmente, describe un paisaje político poblado por otros pueblos reconocidos como
cápac quienes, como cuenta la historia, constituían obstáculos a la hegemonía inca.
Sarmiento mismo no parece comprender el significado de la palabra cápac, así que la
voz del narrador no es la de él.
Al mismo tiempo, las fuentes incas básicas en las que se fundamentó –si correctamente
hemos penetrado en su naturaleza– son insuficientes como vehículos para estos
mensajes. Sarmiento tuvo acceso a un género genealógico inca. También lo tuvo a otros
materiales, por ejemplo, la historia de vida de Pachacuti y a un quipo que registraba las
conquistas de Topa Inca. Compiló una narrativa a partir de fuentes nativas, añadiendo lo
que se conocía acerca de la recolección de las momias e ídolos de soberanos particulares
y sus descendientes entonces vivos. No podemos tener la certeza de todas las fuentes
que él usó, pero –basados en nuestro entendimiento del género genealógico y los
géneros de historias de vida– ellas no permiten la incorporación de líneas de narrativa
que cubran la secuencia de soberanos o expliquen la transformación del Cusco y el
crecimiento del poder inca. No obstante, el conocimiento que nos permitiría la
incorporación de tales rasgos en la narrativa no provenía de Sarmiento. En efecto,
Sarmiento sabía muy poco acerca de los incas. Sólo había llegado recientemente al
Cusco. Lo que escribe cuando no está representando la historia inca es diferente en tono
de lo que escribió acerca de los incas: sus composiciones –aún sus cartas– muestran una
erudición que crea una muy diferente impresión en el lector que su narración de la
historia inca1.
La historia más generalmente repetida acerca de los orígenes de los incas describe la
emergencia de cuatro hermanos y cuatro hermanas, dos de las cuales fueron los
progenitores del grupo de descendencia dinástico inca, de la ventana central de tres
ventanas en un lugar llamado Tambotoco o Pacaritambo (mapa 1). Sarmiento y Molina
añaden una fase anterior de creación, donde el dios Creador organiza la salida, no sólo
de los incas, sino de otros pueblos andinos (Molina [1576], 1989: 50-55). Una relación
de esta fase anterior de creación universal está ausente en el Discurso y en Las Casas.
Cobo la cuenta después de narrar otras historias del origen: la primera acerca de la
llegada de Manco Cápac procedente del área del Lago Titicaca; la segunda, la historia
del origen en Pacaritambo; y la tercera, la historia de la creación universal por un dios
Creador. Gutiérrez narra la primera de las versiones de Cobo, extendiendo el tiempo que
la dinastía pasó en el área del lago Titicaca.
El mito de origen como mito será analizado en el capítulo 8. Aquí leeremos la narración
del arribo de los hermanos Ayar al Cusco. Aunque versiones del género genealógico que
han sido transmitidos a través de las narrativas españolas difieren en detalles
importantes, la historia –como sea que fuera narrada– incorpora un paisaje que es real.
Gary Urton, en un estudio de Pacaritambo que mira hacia el presente e interpreta la
narración a la luz de la investigación etnográfica en Pacaritambo, la lee con el marco de
referencia de la etnografía contemporánea. En su lectura ve un reflejo del mundo visto
desde Pacaritambo. También relaciona la historia a lugares concretos en el paisaje de la
región de Pacaritambo (1990: 37-39, mapa 2). La historia se refiere a un viaje desde
Pacaritambo al Cusco. Aunque la identidad de algunos lugares es tentativa (por ejemplo,
Matagua, pero ver Rowe 1944: fig. 1 y p. 43), Urton puede claramente trazar el
itinerario de los hermanos y hermanas Ayar desde el área cercana a Pacaritambo hacia el
Cusco (1990: 37-41). Más aún, la narración de los orígenes tiene una estructura de
eventos como la de las historias de vida de soberanos individuales y sería imposible
separarla del material relacionado con Manco Capac si no fuese por claves textuales
(ver capítulo 5). Aunque hay otras versiones de los orígenes, analizaremos aquí la
historia de Pacaritambo.
Se afirmaba que la historia pintada empezaba con el relato de los orígenes. Si esta
historia fue la de Pacaritambo, entonces podemos aplicarle la misma teoría de
composición que para el caso del género genealógico y de las historias de vida de los
soberanos tempranos; esto es, si aceptamos como hipótesis que ambas narrativas fueron
compuestos por Pachacuti después que empezó la expansión inca, entonces este material
se compuso en uno o dos episodios específico alrededor del mismo tiempo. El material
de las historias de vida registrado tras la muerte de Viracocha, Pachacuti, Topa Inca, y,
posiblemente, Huayna Cápac, fue compuesto más tarde, en episodios aislados. Más aún,
el material posterior pudo haber sido más fuertemente influenciado por la memoria en el
momento que las tradiciones históricas incas eran transmitidas a los españoles. Lo que
Pachacuti registró acerca de las anteriores generaciones en la línea dinástica inca pudo
involucrar solo un trabajo de memoria, aunque no se puede descartar la posibilidad de
que haya existido algún tipo de registro formal previo. No obstante, Pachacuti pudo
fácilmente reformular estos materiales en una narración que presagiara el proyecto
imperial inca en su propio tiempo. Cuando leemos las relaciones de los soberanos
tempranos, no deberíamos leerlas como transmisiones prístinas de un remoto pasado
inca, sino como un relato narrado después que la supremacía inca fuera ya un hecho.
A medida que leemos la historia del surgimiento de los incas debemos mantener en
mente esta historia composicional, tratándola como hipótesis. Primero leeremos la
narración de los orígenes por la imagen que contiene de un paisaje histórico. Sarmiento
es nuestra fuente principal y punto de partida; así, tomaremos de él la línea narrativa,
considerando otras fuentes cuando confirmen a Sarmiento o presenten otras
posibilidades.
Sarmiento no comienza con los orígenes de los Ayar sino, más bien, con un capítulo
acerca de los pueblos que residían en el valle del Cusco antes de la llegada de los incas
y luego de otro acerca de la ausencia de señores naturales en la región andina. El
segundo capítulo es claramente una adición motivada por la campaña de Toledo para
probar que los incas no eran los señores naturales y que no hubo ninguno en los Andes.
El primero también puede serlo. Para cuando Sarmiento terminó su trabajo y antes de la
reunión de los miembros de las panacas para autenticarlo, Toledo reunió testimonios de
varios grupos de gente procedentes de los ayllos que, como se señala en el texto de
Sarmiento, habían residido en el valle del Cusco en tiempos de la llegada de Manco
Capac. Se administró un cuestionario estándar a cada uno de los cuatro grupos llamados
el Ayllo Sahuasiray, el de Quisco (o Ayllo Antasayac), el ayllo de Ayarucho (o los
alcabizas), y los huallas (la forma de escribir aparece en el original; Levillier, 1940, vol.
2:182-195). Sarmiento pudo haber usado algunas de las mismas personas que
aparecieron frente a Toledo, pero hay diferencias entre lo que narró y lo que los testigos
respondieron en sus entrevistas. Primero veamos qué decía la narración de Sarmiento.
Sarmiento escribe que los incas emergieron de la ventana central de Tambotoco y que
dos otros linajes, llamados Maras y Sutic, emergieron de las ventanas a cada lado de la
central. La gente que descendió de estos dos linajes todavía vivía en el Cuzco cuando
Sarmiento escribía. La gente de otros linajes en el área de Tambotoco también
acompañó hasta el Cuzco a los hermanos Ayar. Sarmiento enumera una lista de diez de
tales grupos, incluyendo a los descendientes de dos de los hermanos de Manco Capac,
así como a los grupos Maras y Sutic ([1572], cap. 11; 1906:34).
Hanan Cuzco
Hurin Cuzco
Cuando la escena cambia al Cuzco, Sarmiento describe varios grupos que ya estaban
asentados cerca de lo que vendría a ser la ciudad inca. Dos habían estado allí durante
largo tiempo, mientras que otros tres llegaron en el pasado más reciente procedentes de
la misma área de la que los incas habían venido y fueron guiados por tres capitanes. Los
primeros dos grupos eran los sauaseras y los huallas. Los huallas estaban asentados
cerca de Arco Punco, la portada en el camino hacia la región del lago Titicaca (mapa 2).
Los sauaseras estaban asentados en el sitio del moderno Santo Domingo. Obviamente,
eran grupos pequeños. Eran agricultores, y sus chacras estaban adyacentes a sus casas.
Los incas primero atacaron a los huallas, matando a todos. Luego amenazaron a los
sauaseras, quienes habían escogido a uno de los tres capitanes llamado Copalimayta
para defenderlos. Los incas derrotaron a Copalimayta y le quitaron lo que le pertenecía.
Se asentaron permanentemente en el sitio de Copalimayta, donde más tarde se
construyó el templo de Coricancha. Desde entonces hacia adelante, los incas
mantuvieron las tierras entre los ríos Huatanay y Tullumayo, donde se desarrollaría el
Cuzco (Sarmiento de Gamboa [1572], cap. 11; 1906:30; cap.13; 1906:39-40).
Hay detalles en el testimonio recolectado por Toledo que narran una historia diferente.
Por ejemplo, los testigos del ayllo de Sauasiray dijeron que descendían de Sauasiray, un
capitán procedente de Sutic Toco. Cuando este capitán llegó al valle del Cuzco,
encontró sólo a los huallas. En la narración de Sarmiento, los “sauaseras” se representan
como no-incas, o por lo menos no se identifican como originarios de Pacaritambo. De
acuerdo con los testigos, el capitán Sauasiray se asentó en Quinticancha y
Chumbicancha, más tarde renombrado por Pachacuti como Coricancha. Manco Capac
desplazó a Sauasiray y su familia, pero Pachacuti más tarde organizó un grupo de
descendencia con sus descendientes (Levillier 1940, vol. 2: 185).
En la narración de Sarmiento, después que los capitanes los habían guiado al área del
Cuzco, quedaron dos grupos, referidos como los alcabizas y culunchimas. Ambos
grupos ocuparon las tierras al otro lado del Huatanay, los alcabizas cerca a la moderna
Santa Clara y los culunchimas en el área al noreste de Belén en su primera ubicación en
Coripata (mapa 2). Los incas despojaron las tierras a los alcabizas al tomarles las
fuentes del agua de riego. Se les hizo pagar tributo a los culunchimas (Sarmiento de
Gamboa [1572], cap. 14; 1906: 41-42; Rowe 1994: 173-184).
Cuando la narración cambia en las siguientes generaciones a las relaciones con otros
importantes señores locales, comienza a emerger el resto del paisaje político. El valle
del Cuzco está en el límite entre diversos grupos que compiten a nivel regional. Puede
diseñarse un mapa muy provisional con las ubicaciones aproximadas de los grupos
mencionados en la narrativa de Sarmiento y a partir de la documentación colonial
temprana (mapa 3). El diseñar tal mapa es extremadamente problemático porque se basa
en imágenes procedentes de diversas partes de la narración que tal vez no sean
contemporáneas entre sí. No obstante, es un pequeño milagro el tener algún medio de
diseñar, aunque sea una imagen borrosa, el paisaje político de la región del Cuzco en el
período anterior a la expansión inca.
Puede argumentarse que los incas fueron parte de un grupo mayor sobre otras bases. En
el capítulo 3, se citó información procedente de las relaciones de Morúa y Fernández
acerca de quién era “propiamente” inca. Había cuatro grupos de incas: Hanan Cuzco,
Hurin Cuzco, Tambo y Masca2. Esta respuesta sólo pudo haberse dado después de
haberse creado las dos sayas del Cuzco. Lo que interesa aquí son los dos últimos ítems
de la lista. Había dos grupos de gente reconocida como inca a quienes se les conocía
como Tambo Inca en la relación de Guaman Poma: uno en el área de Ollantaytambo y el
otro en Pacaritambo. El apelativo de Mascas aparece como el nombre del corregimiento
en el área inmediatamente al sur del Cuzco, llamado el Corregimiento de Chilques y
Mascas. Los mascas fueron reubicados en Yaurisque durante las reducciones de Toledo
(Julien 1991: mapa 9, p.79; ver también p. 83). Aquí nuevamente hay una pista que
confirma un lazo inca con la región de Pacaritambo.
Aunque la narración acerca de la llegada al poder por los incas no habla directamente
acerca de la temprana subordinación de los incas a otros grupos, sin embargo, codifica
información que nos permite examinar la cambiante posición de los incas dentro de la
región del Cuzco. En el capítulo 2, acerca de la transmisión del estatus de capac, se
sostuvo que los incas se afiliaban a través de la línea masculina. Con toda claridad esta
presente una ideología de descendencia. La línea dinástica se convirtió en un conducto
para este estatus; una vez que la dinastía reconoció su importancia, el estatus se
mantenía por medio del matrimonio con una mujer que también descendiera de Manco
Capac, inclusive una hermana. Hemos reunido la información genealógica en un cuerpo
de narrativas históricas. A excepción de Guaman Poma y partes del texto de Morúa que
documentan el matrimonio con la hermana en tiempos de Manco Capac hacia adelante,
las otras relaciones nombran, para el período anterior al tiempo de la décima pareja, a
las cónyuges que no eran miembros del grupo de descendencia dinástica (tablas 3.1-
3.13). Algunos autores – entre ellos Cieza, Las Casas, Cobo, Sarmiento, Cabello Valboa,
y Morúa (M2) – rutinariamente proveen información acerca de los orígenes de esta
mujer. Una de las posibilidades inherentes en el reconocimiento unilineal de la
descendencia – cuando se definen los grupos discretos – es que emergerán cánones de
alianza matrimonial entre estos grupos, esto es, que las mujeres de ciertos grupos son las
esposas preferidas de los varones de otros grupos. Tales alianzas pueden no ser
simétricas. Como se señaló en el capítulo 2, hay gente en el área del Cuzco hoy día que
reconoce una jerarquía dominante entre los “dadores de esposas” y los “tomadores de
esposas”, aquellos en la primera categoría siendo superior a aquellos de la última
(Webster 1977:36-40). Sarmiento y otros españoles que se basaron en fuentes dinásticas
no estaban conscientes de ninguna diferencia de estatus conferida a través del
matrimonio, aunque hay cierta evidencia de que existían tales diferencias (Guaman
Poma de Ayala [1615], 1987: 301 [303], 847 [861]-848 [862]; Arriaga [1618];
1968:215). Si leemos las narrativas acerca del período anterior a la expansión imperial,
el patrón de matrimonios nos habla tanto de la alianza yde la subordinación como de la
narrativa misma, o quizás más. La narración del ascenso de un poder importante en el
área del Cuzco es una historia tanto de conquista como de alianza.
Manco Capac se casa con su hermana, sea ella identificada como Mama Huaco o Mama
Ocllo. Engendran un hijo en Tamboquiro, que Urton ha identificado como un sitio cerca
a Pallata (1990: mapa 2, p. 38), antes de llegar al sitio del Cuzco (Sarmiento de Gamboa
[1572], cap. 12; 1906: 35). Este hijo, Sinchi Roca, se casa con Mama Coca de Saño, un
lugar en el valle del Cuzco (mapa 1). Sin embargo, uno de los grupos que dijo haber
llegado con Manco Capac es Sañoc Ayllo. La gente de Saño, entonces, pudo tener lazos
con la región de Tambo. Si esto es así, entonces la primera esposa provino de dentro del
grupo más grande de los cuales los incas formaban parte. Su padre es Sutic Guaman. Si
su nombre es una referencia a Sutic Toco, entonces esta mujer puede pertenecer al grupo
que los incas llamaron tambos, ya que Sarmiento señaló que emergieron de Sutic Toco.
Varios autores confirman los orígenes de esta mujer en Saño, y algunos nombran a Sutic
Guaman como su padre (Tabla 3.3).
Sinchi Roca y Mama Coca engendran un hijo, Lloque Yupanqui (tabla 3.3). Este Inca se
casa con Mama Caua o Mama Cagua Pata procedente de Oma, “a dos leguas del
Cuzco”, o aproximadamente a 10 Km. de distancia (tabla 3.4). La distancia es nuestro
único medio para identificar este sitio3. Lloque Yupanqui y Mama Caua tuvieron a
Mayta Capac. No pasó mucho en este período, excepto que el Sol se le apareció a
Lloque Yupanqui bajo la forma humana y le dijo que sus descendientes serían grandes
señores (Sarmiento de Gamboa [1572], cap. 16; 1906: 45).
Desde este período hacia adelante, los Incas comienzan a ser actores a nivel regional,
aunque su versión no nos dice si actuaron independientemente o como subordinados de
otros grupos, más dominantes. Capac Yupanqui se casó con Curi Hilpay, hija de un
importante señor Ayarmacas (tabla 3.6). En todos las relaciones, los ayarmacas eran el
grupo más importante en la región. La cabeza política de los ayarmacas era conocido
como Tocay Capac. El término, tal como aquí se usa, es un título, y el nombre refiere a
otros individuos que en otros tiempos tenían este título. Desde la quinta generación, en
la relación histórica puede leerse información acerca de alianzas matrimoniales con
otros poderes locales, el principal entre ellos, los ayarmacas (Betanzos [1551-1557],
pt.1, cap. 27: 1987: 131-132; Sarmiento de Gamboa [1572], cap. 11; 1987: 33; cap. 48;
1987:18). Si el matrimonio de Capac Yupanqui con una importante mujer ayarmaca se
interpreta a la luz de una diferencia de estatus por matrimonio, entonces los incas eran
aliados de los ayarmacas, aunque subordinados a ellos.
Viracocha se casó con Mama Ronto Caya de Anta (tabla 3.9). Al tiempo de la captura de
su padre, había un señor de Anta que parece haber actuado independientemente de
Tocay Capac ayudando a los incas a recuperar al joven Yahuar Huacac. Tal vez este
matrimonio sirvió para retornar el favor o para pagar una deuda.
OTROS CAPACS
Como las fuentes que basan su presentación de la expansión inca en géneros inca puede
reflejar una imagen de la organización política andina, el enfoque aquí consistirá en
recuperar lo que se registró acerca de los pueblos que resistieron a los incas y,
especialmente, acerca de los señores identificados como capac. La fuente con la
información más abundante acerca de este tema es Sarmiento, aunque Cabello Valboa y
Morúa (M2) se refieran a otros señores andinos identificados como capac, tal vez
debido a que se basaron en una fuente quipo similar (ver capítulo 4).
Desafortunadamente, estos autores no parecen haber comprendido totalmente lo que
significaba la palabra capac. Sarmiento usa el término cuando proporciona cierta
información al final de un lapso de vida. Frecuentemente proporciona el número de años
que una Inca fue “capac”, usando el término como un equivalente a “rey”. Betanzos, la
fuente de nuestra propia comprensión de este concepto, no identifica quien tenía el
estatus de capac más allá de la región del Cuzco. Cuando los otros autores usan el
término capac, aparece como parte de un título, construido por el uso de un nombre
seguido del término capac. Por ejemplo, tanto Chimo Capac como Colla Capac eran
títulos que se usaban para referirse a más de un individuo. En el caso del último,
sabemos que uno de los Colla Capac se llamaba Zapana6.
El primer capac mencionado fue, por supuesto, Tocay Capac. Dos otros en la región del
Cuzco – Chiguay Capac y Pinao Capac – también fueron derrotados en campañas
militares durante el tiempo de Viracocha, pero no figurar prominentemente en la
relación de Sarmiento ([1572], cap. 25; 1906:58). Que Viracocha comenzó a derrotar a
otros pretendientes al estatus de capac es otra indicación de que la expansión imperial
había empezado antes del ascenso de Pachacuti al poder. Sarmiento señala que
Pachacuti realizó una campaña contra Tocay Capac, resultando en su captura y prisión
de por vida. En la relación de Sarmiento, Pachacuti crea Hanan Cuzco y Hurin Cuzco, y
la expansión sigue a partir de esta creación:
[Pachacuti] hizo ayuntamiento de sus gentes y ayllos, y hizo las parcialidades,
que después llamaron Hanancuzcos y Hurincuzcos, y conformolos en un cuerpo,
para que juntos nadie pudiese ni fuese parte contra ellos. Y esto hecho, entraron
en consejo sobre lo que debían hacer. Y acordaron que todos se juntasen y
saliesen á conquistar á todas las naciones del reino, y que á los que de su
voluntad no se les diesen y sirviesen, los destruyesen totalmente; y que ante
todas cosas fuesen contra Tocay Capac, cinche de los Ayarmacas, que era
poderoso y no había venido á hacer reconoscimiento al Cuzco ([1572], cap. 25;
1906: 58; cap. 34; 1906: 71-72).
El siguiente señor con estatus de capac enfrentado por Pachacuti fue Cuyo Capac, señor
que tenía su asiento cerca a Pisac y quien pudo haber tenido las tierras en el valle de
Urumbamba donde Pachacuti y posteriores Incas mantuvieron haciendas privadas. Fue
conquistado en los albores del reino de Pachacuti, inmediatamente después de la
campaña contra Tocay Capac. En Cabello de Valboa, las conquistas de Pinao Capac y
Cuyo Capac ocurren durante el reinado de Viracocha, pero están dirigidos por el joven
Pachacuti. Ocurren con antes de la batalla contra los chancas que vencieron los incas y
que tuvo lugar antes de la invasión chanca del Cuzco. Sarmiento se calla acerca de la
agresión inca contra los chancas antes de su ataque al Cuzco y de la usurpación de
Pachacuti del reino inca. Lo que registran las narrativas pueden no ser rondas sucesivas
de conquistas contra los mismos grupos sino un traslape entre las historias de vida de
Viracocha y Pachacuti nubladas por prejuicios inca.
Betanzos, que parece tener una versión de la historia de vida de Pachacuti y siguió más
cercanamente que Sarmiento un género subyacente inca, resalta la campaña contra los
soras. Esta campaña o está ausente en Sarmiento o es parte de una campaña contra los
chancas liderada por Pachacuti después de haber asumido el poder. Betanzos describe a
la campaña de los soras casi con total exclusión de información acerca de cualesquier
otra ([1551-1557], pt. 1, caps. 18-19; 1987: 87-97). La separación entre Betanzos, por
un lado, y Sarmiento/Cabello Valboa/Morúa, por el otro, es un problema real. Una
explicación de esta diferencia es que Betanzos no se basó en el género genealógico,
mientras que las otras relaciones están alimentadas con la información acerca de las
conquistas procedentes de aquella fuente. De ser así, los problemas de secuencias,
mencionadas arriba, son evidencia de que inclusive el género genealógico se construyó
alrededor de particulares duraciones de vida y que las mismas campañas pudieron ser
reclamadas por dos individuos: el Inca gobernante y un hijo que llevó adelante dicha
campaña durante la vida de su padre7.
Sarmiento resalta una subsecuente campaña contra Colla Capac. Los soras pudieron ser
significativos para los incas en modos que no nos quedan claros, pero un territorio muy
grande se derrumbó cuando los incas conquistaron al Colla Capac de Hatuncolla.
Impusieron su autoridad sobre la totalidad de la región del lago Titicaca y los territorios
al suroeste de la costa del Pacífico (Sarmiento de Gamboa [1572], cap. 37; 1906:75-77).
Desde este momento hacia adelante, su alcance territorial fue más grande que el de
cualquier otro señorío andino. Lo que había sido una competencia entre grupos en el
área del Cuzco y sus vecinos ahora con toda seguridad era un imperio.
Aunque los logros de Pachacuti pudieron haber sido exagerados por sus éxitos, el
intento de sujetar a otros pueblos del área andina a la autoridad del Cuzco era, durante
este tiempo, evidente. Esta conquista también fue un tema en Cieza, que viajó por la
región. En efecto, Cieza introduce sus observaciones con una digresión acerca de cómo
consiguió de fuentes nativas lo que escribió, “de lo que piensan, saben y entienden”.
Comienza su narración de la conquista del territorio colla inmediatamente después con
las palabras “Y así, los orejones dicen ...” (Cieza de León [1553], cap. 52; 1986:150).
Lo que sigue es una narración que incluye elementos de lo que Sarmiento y otros
escritores atribuyen a Topa Inca, excepto de la destrucción de Ayaviri, que es algo que
sólo Cieza describe. Cieza concede el debido reconocimiento a la conquista del
territorio colla: al comienzo del siguiente capítulo señala que, por la fama alcanzada por
Pachacuti con esta conquista, muchos grupos vinieron al Cuzco a reconocerlo y
someterse a la autoridad del Inca ([1553], cap. 53; 1986: 153).
Al mismo tiempo, tanto Cieza como Sarmiento nos dan algunas indicaciones acerca de
que los incas todavía estaban ligados por alianza con los chancas (Cieza de León
[1553], cap. 46; 1986: 136; cap. 47; 1986: 137). El matrimonio pudo estar involucrado.
Cieza señala que Pachacuti dio una mujer inca a Anco Ayllo, un importante capitán
chanca ([1553], cap. 47; 1986: 137)8. Sarmiento menciona que Capac Yupanqui, el
hermano de Pachacuti que lideró esta campaña, se casó con una hermana de Anco Ayllo
([1572], cap. 38; 1906: 78), proveyendo así una indicación indirecta de una alianza.
Anco Ayllo era capitán de los chancas, escogido por los incas para encabezar las tropas
chanca, ya que el Inca “dio a cada nación un capitán de su propia gente”. Había sido
capturado durante las guerras inca contra los chancas y, durante su cautiverio, se había
ganado la confianza del Inca al extremo que lo “tenían como un hermano” (Sarmiento
de Gamboa [1572], cap. 38; 1906:77). Cualesquiera fueran los términos de la relación,
la alianza con los chancas se quebró durante una campaña en Parcos, cerca al moderno
Ayacucho, donde se encontraron con una gran resistencia (Cieza de León [1550], cap.
90; 1984: 254; [1553], caps. 48-50; 1986: 143-145). Los chancas eclipsaron a los
orejones inca en la batalla a tal grado que Pachacuti tramó traicionarlos. Anco Ayllo se
enteró y se retiró con su ejército chanca hacia las partes bajas de Chachapoyas y nunca
más se escuchó de él (Sarmiento de Gamboa [1572], cap. 38; 1906: 78-79).
Apenas Anco Ayllo se retiró llevándose a su ejército, Capac Yupanqui entonces tomó el
ejército inca más hacia el norte de lo que se le había instruido, provocando una
confrontación con Cuzmango Capac y su aliado, Chimo Capac. Cuzmango Capac que
tenía su territorio en el área de la moderna Cajamarca, y Chimo Capac que había
comenzado su propio programa de expansión en el área costeña hacia el oeste de un
centro, en el moderno Trujillo, juntos constituyeron un poder que pudo infligir una seria
derrota a los incas (Sarmiento de Gamboa [1572], cap. 38; 1906: 77-79). Tal vez por un
golpe de suerte, el hermano de Pachacuti derrotó en batalla a aquellos dos señores y los
tomó prisioneros, terminando lo que pudo haber sido un conflicto desastroso casi tan
pronto como había comenzado (Sarmiento de Gamboa [1572], cap. 38; 1906: 77-80;
Rowe 1946: 206). Aunque se pelearon otras campañas, no quedó ningún poder político
de esta magnitud para enfrentarse a los incas.
Mientras que la consolidación de la autoridad inca sobre tan vasto territorio debió
requerir de algún tiempo, los pueblos que habían sido incorporados al imperio inca
nunca lograron reafirmar exitosamente su independencia. Los intentos de rebelión como
la de los collas que brotó muy pronto después de la conquista de Chimo Capac y
Cuzmango Capac, no tuvieron éxito (Sarmiento de Gamboa [1572], caps. 40-41;
1906:80-84).
Después de la muerte de Pachacuti ningún señor identificado como capac figura en las
campañas, y la expansión inca fue considerablemente más lenta. Los collas nuevamente
trataron de afirmar su independencia. Esta vez, ofrecieron resistencia los collas de
Umasuyo, una subdivisión del territorio colla hacia el norte del lago Titicaca. Cuando
los collas fueron conquistados por primera vez, la campaña militar se dirigió contra los
collas de Urcosuyo, una subdivisión adyacente del territorio colla donde residía el Colla
Capac (Julien 1983). En aquel tiempo, los pueblos del vecino Umasuyo se habían
sometido pacíficamente. Tal vez por la resistencia en Umasuyo, Topa Inca reorganizó el
área y creó haciendas privadas allí (Cieza de León [1550], cap. 4; 1984: 149-150; caps.
41-43; 1984: 191-194; caps. 52-55; 1984: 201-205); Sarmiento de Gamboa [1572],
caps. 49-50; 1906: 96-97). Topa Inca llevó la campaña contra los collas más hacia el sur,
anexándose esta vez varios pueblos, incluyendo a la gente de Chile central. La única
otra campaña que lideró Topa Inca fue en el Andesuyo, la región de foresta densa hacia
el este del Cuzco (Sarmiento de Gamboa [1572], cap. 49; 1906:95-96). Huayna Capac
no añadió grandes territorios. Hizo campañas en la frontera ecuatoriana y anexó la
provincia de Atacama, al norte de la región de Chile donde su padre había estado una
vez. También organizó la defensa de la frontera inca en el área hacia el este en lo que
hoy es Sucre, para repeler la incursiones de pueblos independientes que vivían más allá
de las fronteras y eran conocidos por los incas como Chiriguanaes (Sarmiento de
Gamboa [1572], cap. 58; 1906: 104; caps. 60-62; 1906: 105-111; Rowe 1985b: 215).
Aunque hubo señores nombrados en las narrativas de la expansión inca a que no tenían
el apelativo de capac, aquellos que sí eran llamados así fueron los puntos focales de la
narración. Sin embargo, su importancia, o no fue detectada por Sarmiento o fue
ignorada deliberadamente. En un momento, cuando Sarmiento menciona a Chuchi
Capac o a Colla Capac, se refiere a él como un cinche, esto es, como un capitán
escogido cuando se le necesitaba para una inminente defensa.
Tenía Chuchi Capac opresas y subjetas más de ciento y sesenta leguas de norte
sur, porque era cinche, ó como el se nombraba: capac ó Collacapac, desde veinte
leguas del Cuzco hasta los Chichas y todos los términos de Arequipa y la costa
de la mar hacia Atacama [desde Acarí hasta el río Loa en Chile] y las montañas
sobre los Mojos [el área de la parte alta del río Beni] ([1572], cap. 37; 1906:76).
¡Sarmiento equipara el estatus de cinche con capac! Uno de los puntos que quería
probar Sarmiento en su narrativa era que no sólo los incas habían conquistado
tiránicamente en el pasado reciente, sino que tampoco habían sido señores naturales en
los Andes en el período anterior a la expansión inca, de modo que su ecuación de cinche
con capac pudo haber sido un intento deliberado de representar la anterior organización
andina como bárbara, a pesar del hecho de que en otra parte usó el término capac como
equivalente a “rey”. Sarmiento debió haber sabido que estaba deliberadamente mal
utilizando lo que le habían dicho, y regresaremos a su manipulación de la historia inca
en las conclusiones. Sea cual fuere su proyecto, parece no haber entendido qué
significaba el término capac. Su texto fue un canal para conducir mensajes que no
comprendía.
Podemos leer buscando los mensajes contenidos en un texto, fueran parte de un género
inca subyacente o no. En el caso de los señores que eran capac, podemos estar leyendo
una narración que está implícita en las listas de los quipo acerca de las conquistas
efectuadas por soberanos particulares a la luz de lo que Betanzos nos dijo acerca del
estatus de capac. En este caso, la línea narrativa es un producto de nuestra lectura. Otra
narrativa –el relato del Inti- abarca más de una vida y parece sobrepasar los
constreñimientos impuestos por los géneros estructurados alrededor de vidas
particulares. Lo que podemos estar leyendo aquí es una narración inca que Sarmiento
distribuyó en puntos adecuados en la narrativa, de modo que el sentido narrativo del
relato del Inti proviene de un género subyacente. Sin embargo, ambas interpretaciones
de los mensajes contenidos en las narrativas históricas españolas pueden ser válidas.
Estos tipos de preguntas emergen a medida que leemos los temas y mensajes, teniendo
en mente los diferentes géneros subyacentes, incluyendo la narrativa histórica española.