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El anarquismo español
y sus tradiciones culturales
Vcrvuert • Iberoamericana
1995
D ie D e d i c h e R iM icthck • CIP*F.nH e:U4iilRiNine
In d ic e
Mechshiid Alben
Ricardo Mella y la tradición francesa • En to n » a las fuentes de
sus Breves apuntes sobre tes pasiones humanas ........ ........................ I
Jasé Alvares Junco
Un anarquista español a comienzos del siglo XX. Pedro Vallina
en Parts ............. 15
Raque! Alvares Peláis
Eugenesia y darwúusnx) social en el pensamiento anarquista ..................29
Angeles Barro Alonso
Anarquistas, republicanos y Socialistas er. Astunas (1890*1917)............... 4)
Demetrio Castro Aljin
De la clandestinidad republicana a la clandestinidad anarquista ............ 5?
Lucienne DomergueMarie Lqffranque
SI Casrisio Maldito de Fedenco Urales Cultura libertaria y
creación teatral .................................................................. 69
Antonio Eterna
Utopia y revolución en el movimiento anarquista español ........................... 79
Andrés G o lfa Gómez
La antropología criminal ¿rente al anarquismo español ............................ 109
Rogelio Garete Mateo
Uruawno y el pensamiento anarquista......... .............................. 121
Wotfga/tg Karí G lo c b tf
Sean nos versos bombas que estallen a ¡os pies dei ídolo.
La poesía como forma de »acción d i r e c t a ....................................................129
ReinholdGOrling
El anarquismo como cultura proletaria en Andalucía
acercamiento al proceso de Conservación y reforma de una
cultura p o p u la r...................................................................................................139
B e l Hofmaw.
R udolfR eckery el anarquismo h ispano ................................ 151
17
Carlos Serrano
Acracia, los anarquistas y la cultura .............................................................347
Pere Solà
La base societaria de la cultura y de la acción libertaria en la
Cataluña de los años tre in ta ............................................................................361
Susanna Pavera i G arda
Revolucionarios, publicistas y bohemios: los periodistas
anarquistas (1918-1936) ......................... 377
María Teresa Vicente Mosquete
La aportación de la geografía al pensamiento anarquista:
Elíseo Reclus y E sp añ a.....................................................................................393
Iris M. Zavala
Espejos, reflejos: Anarquismo y literatura......................................................409
Prólogo
y de revitalizar una búsqueda que no puede ser sino interdisciplinaría. Las po
nencias ahora impresas, desde las perspectivas más varías, estudian diversas
dimensiones del discurso anarquista, dando buena fe de esta riqueza y compleji
dad.
Como hispanistas • y como hispanistas afincados en Alemania - nos movía una
tnple ambición En primer lugar nos interesaba subrayar, como aportación nues
tra, la perspectiva de lo que aqui denominamos "Geistesgcschichte". Ello deter
minó el que eligiéramos como tema general del congreso el estudio de las tradi
ciones culturales del anarquismo español hasta 1939 como presupuesto
"arqueológico" que, a modo de palimpsesto, subyace en la cultura anarquista en
sus vanas sincromas históricas. Como hispanistas alemanes, nos cabe confesarlo,
también nos interesaba contranestar una visión tan extendida en los países de
habla alemana y que ya ha logrado canonizarse en los manuales, según la cual el
movimiento anarquista español ha sido "un movimiento de gente pobre - obreros
agrícolas sin tierra propia, pequeños campesinos, obreros industríales pero no
de intelectuales que escriben."23 Basta un repaso somero de los artículos aquí
incluidos, basta recordar, entre tantos otros posibles, los nombres de Ricardo
Mella y Federico Urales, para sorprenderse de tan desventurada afirmación. Por
ultimo, más allá de nuestros propios intereses de investigadores dedicados a la
literatura y al arte anarquistas, lo que nos movía a los organizadores, era la espe
ranza de testimoniar los nuevos cauces que el hispanismo alemán se ha ido
abriendo en los últimos lustros. Además de abandonar su casi exclusivismo filo
lógico, ha sobre todo revisado su vocación decimonónica, ésta que privilegiaba la
"España Sagrada" y la cultura aureosccular en detrimento de otros discursos por
disidentes y amordazados no menos imprescindibles a la comprensión de lo que
ha sido España en su compleja realidad histórica, o de lo que hubiera podido
llegar a ser. N o sorprenderá, pues, que esta revisión haya llevado al hispanismo
alemán a interesarse por unas tradiciones que confluyeron en la cultura de la
disidencia anarquista, sumando asi nuestros esfuerzos todavía individuales a unos
estudios que, dada la relevancia de su objeto, cuenta ya en otras latitudes aca
démicas con aguerridos equipos de investigación e imprescindibles obras de
referencia. El coloquio de Amsterdam pretendió, en este sentido, ser un comien
zo.
Agradecemos, como no, a los participantes, que acudieron a nuestra convoca
toria y que, con el rigor intelectual de sus ponencias testimoniaron la relevancia
2 Véase Peter Lósche, Anarchismus, Darmstadt: Wisseoschaftliche Buchgesellschaft 1987, p.
71.
Pr ó lo g o A7
del tema. Ni estas actas ni las mismas jomadas de Amsterdam hubieran sido sin
embargo posibles sin el patrocinio y, a todos los niveles, sin el apoyo del Inter•
nationaai Instituut voor Sociale Geschiedenis (IISG) y muy especialmente sin el
generoso compromiso de su director, el sr. Dr. E. J. Fischer. Igualmente agrade*
cemos la colaboración de los colegas Heiner Becker y Marcel van der Linden.
Aquellas jomadas tampoco hubieran sido tan agradables ni su desarrollo tan efi*
cíente y armonioso sin la ayuda de Els Heye e Irma Smit. A todos ellos va dirigí*
da la expresión de nuestro agradecimiento. También constituye para nosotros un
agradable deber el dejar constancia de nuestra deuda de gratitud para con nuestra
colega Lucienne Domergue, con la que compartimos el interés por la ilustración
española y que nos alentó en nuestro asedio de otro momento histórico en ese
proceso secularizador: aquel que se-radicaliza y quizás culmina en los postulados
anarquistas.
Agradecemos sinceramente a Caries Fontseré el que nos haya permitido ilus
trar nuestra portada con su cartel "Llibertat!", emblema de toda una época.
Habíamos pensado invitar a Federica Montseny para que nos leyera, desde su
propia biografía, la conferencia de apertura. Su estado de salud no le permitió
trasladarse a Amsterdam, como hubiera sido su deseo expreso.
Federica Montseny falleció el día 14 de enero de 1994. Que nos sea permitido
dedicar estas actas a su memoria y a sus esperanzas.
Queremos dar las más cordiales gracias a Nicole-Tanja Baucb y Mecbtild Evers por su
colaboración mecanográfica.
La revisión de los textos ha sido efectuada por Pilar Amau i Segaría y Katharina Sche-
de. Gero Aniscbeidt y Claudia-Caren Wolpers han realizado la composición del libro y
el índice onomástico. Que todos ellos también reciban nuestras gracias por haber te*
nido la paciencia y el saber de superar todas las dificultades inherentes a este tipo de
tarea.
Mechthild Albert
R i c a r d o M e lla y la tr a d ic ió n f r a n c e s a
En torno a las fuentes de sus
Breves apuntes sobre las pasiones humanas
1 Para datos biográficos véase J.J. Morato, Lideres del movimiento obrero español ( i 86b-
1921), Madrid: Edicusa, 1972; D . Abad de Samillán, “Septiembre de 1861: Nacimiento d<
R. Mella”, en: Reconstruir n ú n ü 4 , septiembre/octubre 1 9 6 1 ,pp. 16*24; V. Muñoz, "Una
cronología de Ricardo Mella", en: Reconstruir núm. 61, junlogulio 1969; R. Mella. Breve.-
apuntes sobre las pasiones humanas, Barcelona Tusquets, 1976, pp.l71*180.
2 Alvarez Junco. La ideología política del anarquismo español (J&68-J9I0), Madrid: Siglc
X X I, 1976, p. 8.
3 Ibíd, p. 141; sin embargo, su adjudicación al individualismo queda necesariamente matizada
por su colectivism o y por su creencia en la "sociabilidad natural de! ser humano", véase
tbid.pp. 21/22.
4 V éase ib id ,p . 141.
5 Véase Abad d e SanriOán, op.cn, p. 17.
6 Alvarez Junco, op.cit., p. 17.
7 V éase M. Nenian, Geschichte der Anarchit, vola. III y IV. reprint Güshütten 1972.
2 MECHTHZLO ALBERT
lar su suegro, Juan Serrano y Oteiza, redactor de la Revista Social y cuya postura
ideológica se situaba más cerca de Proudhon que de Bakunin.* El mismo Mella
resume asi su trayectoria ideológica:
Era federal a los veintiún años, la Revista Social m e decidió por el anarquismo, y , el 82,
fui a Sevilla como t a l Proudhon influyó entonces grandemente sobre nñs ideas. M is tarde
Spcocer. C o n se n o siempre cariño por los escritos de Pi i MargaH8910
las pasiones humanas son los movimientos más o menos acentuados que el hombre ejecuta
en virtud de la atracción o repulsión de las cosas que pueden causarle placer o dolor (M,
que parece haber tomado del capítulo V, titulado "Des Passions, des Désirs, des
Besoins", donde reza:
L es passions, dans l'homme, sont des mouvements plus ou moins vifs d'amour pour tes
objets qu'il croit propres à lui fournir des impressions, des sensations, des idées agréables;
ou bien c e sont des mouvements de haine pour les objets qu'il trouve ou qu'il suppose ca
pables de l'affecter d'une façon douloureuse. [...] Rien n'est donc plus naturel à rhomme
que d'avoir des p a sso n s & des désirs; ces mouvements d'attraction qu'il éprouve pour
certains objets, & de répulsion pour d'autres, [...] (H, p. 17) 29
117.
16 Ibid, p. 9.
17 V éase L Domergue y M. Laflranque, "La Revista Blanca et les philosophes français du
X V m * siècle. Anarchisme et Lumières", en: Pensée hispanique et philosophie française
des Lumières, Toulouse 1980, p. 102.
18 Véase ibid , p. 10$.
19 Las indicaciones entre paréntesis (M, p ...) se refieren a la edición de lo s Apuntes citada en
nota 1.
20 Las indicadones entre paréntesis (H, p...) se refieren a P.H.TH. Baron d’Holbach, La Mo
rale universelle ou les Devoirs de l’Hommefondés sur sa Nature, Amsterdam 1776, reprim
Stuttgan-Bad Cannstatt 1970.
4 MECHTHILD ALBERT
Tout homme étant né avec des besoins, ríen de plus naturel en lui que le désir de le s satis
faire; susceptible de sentir le plaisir & la douleur, rien de plus naturel que d'aimer h m & de
haïr l’autre. D'où il suit que les passions & les désirs sool essentiels à l'homme, inhérents à
sa nature, inséparables de son être, nécessaires i sa conservation (H, p. 18/19).
En este contexto, e) rechazo de las doctrinas que consideran las pasiones como
enfermedades del alma
Les Stoïciens. & beaucoup d'autres Moralistes comme eux, ont pris les passions pour des
fnalodus de ¡'âme, qu'il falloit totalement déraciner: n u it les passions des hommes ne sont
pas plus des maladies que la faim (H, p. 1$),
viene ampliado por Mella con vistas a la fuerza persuasiva y al efecto emocional
de su texto: añade una diatriba antirreligiosa y algunas preguntas retóricas que,
siempre entre comillas, dan la falsa unpresión de provenir también de la autoridad
francesa
Considerar las pasiones, según las ideas de los estoicos, com o enfermedades del alma; re
chazarlas y pretender destruirlas com o un gran mal de la vida, según hacen los creyentes
de todas las religiones, vale tanto como proclamar el aniquilamiento del hombre mismo,
En el fondo, no otra oosa suponen las tétricas teologías y las filosofías místicas que niegan
la vida en aras del más allá ignoto.
oQué sería el hombre sin esos movimientos de atracción o de repulsión por los objetos
queridos o aborrecidos? ¿Qué sería el hombre sin el amor, sin el deseo de bienestar, sm el
anhelo del placer (M. p. 18)?
R ic a r d o m e l l a y l a t r a d ic ió n fran cesa 5
La colère & la haine, si funestes quelquefois par leurs effets terribles, étant contenues dans
de justes bornes, sont de passions utiles & necessaires pour écarter de nous & de U Sodé*
té les choses capables de nuire, La colère, ! indignation, la haine, sont des mouvements
légitimes que la Morale, 1a venu, l'amour du bien pubbe, doivent exciter dans les coeurs
honnêtes cootre l'injustice et 1a méchanceté ( R p, 34),
Después de insistir en el papel decisivo que todos los afectos desempeñan en fa
vor del progreso humano, Mella vuelve a proclamar el carácter esencial y nece
sario de las pasiones:
Inútil declamar contra las pasiones; m is inútil pretender aniquilarlas. A sí com o se dice del
escritor 'el estilo es el hombre', así se puede decir del ser humano que la s pasiones son el
hombre'. Sin ellas sería un teño o una estarna, según la expresión del filósofo. Y com o el
hombre no es por naturaleza ni lo uno ni lo o u o , se deduce en buena lógica que sus
pasiones son necesarias v útiles a su propio desenvolvimiento y al desenvolvimiento social
(M ,p . 19) ■
(7) Quelqu'un, entendant parler des maximes d Epictete, dit que c'étoh un homme de bois.
(H , p. 33)
L'homme de bien n’est pas celui qui n'a point de passions, c'est celui qui n'a que des
passions conformes à son bonheur constant, qu‘3 ne peut séparer d e celui des ¿eres faits
pour concourir avec lui à sa propre félicité (H . p. 36)
Una vez sentados los principios fundamentales de esta ética materialista, Mella
parece despegarse del teórico francés. D'Holbach sólo reaparece una vez como
autor de la sentencia “la necesidad carece de ley" (M, p. 20) - "la nécessité ne
connoît point de loix" (FL p. 144) -, adagio que parece corroborar la funcionali
dad de la Ilustración francesa como "répertoire de formules célèbres qu'on utilise
pour les besoins de la démonstration"** y que han pasado a formar parte de la
"culture collective’’2324 del anarquismo español. Sin embargo, en el caso de Mella
no se trata de florilegio, sino de un conocimiento fundado, integral y directo. Y
no por callar el nombre de la 'autoridad1, por servirse de un tono más coloquial y
por expresarse "en buen castellano" (M. p. 20) deja Mella de inspirarse en la
Moral universal del ilustrado francés. Pues, el entero apartado consagrado a las
"viciosas desviaciones" de las pasiones bajo el influjo determinante por parte de
la moral social y de las instituciones públicas proviene de algunos capítulos bien
precisos de la misma obra, a saber *'De l'Habitude, de l'Instruction, de l'Educa
tion” (capitulo XTÏ), "De la Conscience“ (XIII) y de los dos primeros capítulos de
)u sección tercera titulada "Du Mal moral, ou des Crimes, des Vices & des
Défauts des Hommes" Asi cuando afirma que
el vicio es fruto de nuestras costumbres sociales, d e ouestras leyes, de nuestras
preocupaciones y errores, de nuestras, más que inútiles, dañosas instituciones. Cambiad
todo esto y el vicio desaparecerá (M, p. 21),
Tales coincidencias - entre las que cuenta también la "équité naturelle", precur
sora de la Justicia proudhoniana- sustentan la perspectiva de una filiación ideo
lógica establecida entre el Siglo de las Luces y el socialismo francés.
Vista la fuente inmediata, resulta que el sistema pasional y moral presentado
por Mella constituye, tanto en su base teórica cuanto en sus ejemplos prácticos,
un préstamo tomado de d'Holbach.
La contribución de los filósofos materialistas y racionalistas de la Ilustración
francesa a la concepción de la naturaleza humana propia del anarquismo español,
es notoria29*. Con posterioridad al ensayo de Mella, el nombre de d'Holbach se
destacará en la Revista Blanca, apreciado por Urales y Kropotkin en cuanto a su
método materialista-racionalista, su evolucionismo naturalista y la "volonté totali
sante" patente en su ejemplar Système de la nature.*0 De su creciente significa
ción ideológica, sobre todo en cuanto a ateísmo y propaganda anticlerical se re
fiere, dan testimonio algunas ediciones de finales de siglo, entre ellas un Suple
mento a la Revista Blanca, el ensayo "Dios y la Naturaleza" publicado en El Por
venir del Obrero asi como el ensayo Moisés, Jesús, Mahomay editado por la
Biblioteca El Productor en 1905 Por otra parte, con anterioridad a los Apuntes
3 9 Las indicaciones entre paréntesis (P . p...) se refieren a P.-J. Proudhon, Œuvrer complètes,
Paris 1923* 1959, v o l VXD, reprint Genève/Paris 1982.
4 0 Alvarez Junco, cp.cit., p. 58, basándose en MeQa.
41 M , pp. 25/26; compárese P, pp. 223/224; eu Mella falta, causando un smsentido, el trozo
té d in c e des intérêts" así como la frase “Devant l'éclat du droit, la certitude mathématique
pâlit.“
IO MECWnflLD ALBERT
La ecuación entre Naturaleza y Justicia que aquí se efectúa, representa por una
parte cierta prolongación del ideario ilustrado, pues concreta la exigencia ética
implicada en la visión racionalista del hombre; por otra parte hace resaltar el
nuevo esencialismo de índole materialista que caracteriza la ideología anarquista.
Este idealismo sui generis se manifiesta igualmente en otro tema propuesto al
Segundo Certamen, tratado en un estudio premiado de Tórrida del Mármol, muy
similar, en definitiva, al ensayo de Mella.
En la pregunta misma del tema "se escondían los nuevos dogmas, las excep
ciones a la 'desacralizacióri: la Naturaleza, la Ciencia y la Justicia''43; rezaba asi;
"Entre las teorías revolucionarias que pretenden garantizar la completa emanci
pación social, ¿cuál puede considerarse lo más conforme con la Naturaleza, la
Ciencia y la Justicia?" Mella se muestra tributario del mismo esencialismo here
dado de Proudhon44 cuando, partiendo de la idea de Justicia conforme al concep
to de Naturaleza, pedirá precisamente Ciencia, Igualidad y Libertad - con mayús
culas • como condiciones mterdependientes, elementares a la realización de un
sistema libertario Antes de llegar a estas exigencias concretas, ia apología del
principio de Justicia inmanente culmina en aquella sentencia clásica que,
"recibida de Feuerbach y Proudhon, consagró Pi i Margall"45:
Que el hombre sea su Dios, su ley, su legislador, su todo, esto es lo que quiere la revolu
ción. y so lo dudéis, la revolución triunfará, so pena de extinción de la raza Lunaria por
falla de ideal para su imaginación, de justificación para su conciencia, de salud y bienestar
para su cuerpo (M, p. 20).
cencía sucha y a la cha extensa presentando una definición doctrinal. Estos diver
sos modos referenciales corresponden a la general heterogeneidad del texto de
Mella, 'defecto' causado por motivos ideológicos de orden práctico y teórico. A
un nivel pragmático, la heterogeneidad del ensayo, justamente titulado Apuntes,
se explica por las varias intenciones didácticas que quiere cumplir Mella y que le
obligan a actitudes retórico-estilísticas muy diversas. Pues dentro del interés per
suasivo que implican las "Cartas a un adversario", Mella se propone transmitir
unos principios filosóficos, encuadrarlos en un cor\junto ideológico e histórico,
vulgarizarlos aplicándolos a unos registros sociológicos más concretos y, por fin,
incitar a realizar los postulados políticos que de ahi resultan mediante la acción
revolucionaría. En el plano teórico, el carácter algo abigarrado del texto que osci
la entre dos niveles muy complejos (que son el orden intencional del autor y el
orden referencia! de los préstamos) refleja de manera patente un esfuerzo de
construcción.
La misma variedad de las piezas compiladas por el autor traduce cierta volun
tad unificadora, demuestra su intento de establecer una tradición filosófica y de
construir un conjunto ideológico relativamente coherente. De esta manera, el es
bozo ótico presentado por Mella constituye, por sus características formales e
ideológicas, una empresa apreciable, acorde con la "escasa originalidad doctrinal
del anarquismo español".
Si para concluir intentamos precisar el lugar que los Apuntes ocupan dentro de
la moral anarquista de la época, encontramos al joven Mella en una posición in
termedia, más teórico que pragmático, más tradicionalista que innovador.
Refiriéndose al materialismo ilustrado. Mella reconoce las pasiones humanas
como un elemento básico de los derechos naturales sin atribuirles empero aquella
componente gozosa gue subrayan sus concursantes en el Certamen.*3 De esta
manera, esceptico ame las comentes modernas, representaría el polo conservador
frente al naciente impulso del vitalismo, teniendo sin embargo el mérito de desta
car los lejanos orígenes filosóficos del nuevo auge que e! hombre pasional en
contrará bajo la influencia de Nietzsche. De modo parecido, cuando explica el
concepto proudhoniano de Justicia, Mella sólo da mayor difusión a una idea ya
muy generalizada remontándola a su fuente y concretándola en pocos rasgos,
aunque más tarde de mayor relieve a las implicaciones sociales que resultan de la
idea de Justicia.5354 En consecuencia (y limitándonos al caso concreto de los Apun
tes), por su fidelidad a los clásicos pensadores franceses Mella se nos presenta
53 V é a s e p p 122/123.
54 Véase ibid, pp 59/60.
R ic a r d o M e l l a y l a t r a d ic ió n fr a n c e s a 13
de las bombas del Liceo y de Cambios Nuevos Tan evidente era el reconocí*
miento de la superioridad francesa, que el gobierno español consintió la presencia
permanente de un comisario "especial" o "delegado" en Barcelona, al menos a
partir de 1894’, cuyo objetivo exclusivo era vigilar a los anarquistas.
Dadas estas circunstancias, no es de extrañar que, entre los años setenta y los
noventa, hubiese muy pocos anarquistas españoles que emigrasen a Francia; más
bien prefirieron la América hispanohablante, e incluso los Estados Unidos. En los
Archivos Nacionales de París se guardan listas de varios miles de anarquistas re
sidentes en territorio francés al iniciarse el último decenio del siglo, con el apén
dice de unos centenares de franceses residentes en el extranjero (pretexto, estos
últimos, para el envío de comisarios al exterior). Hasta bien entrado 1893 no en
contramos entre estos nombres ningún español, pese a figurar ya 133 extranjeros,
casi todos italianos; y del número más elevado, los 4772 registrados en julio de
1894 (345 extranjeros) sólo 18 son españoles12. Es sintomático también que en las
listas de abonados a periódicos como Le Libertairet que se guardan en el mismo
legajo, sólo figure un español3. Da la impresión de que el movimiento que en los
años 1930 iba a ser considerado prototipo del anarquismo mundial era muy débil,
o se encontraba ignorado o aislado, al finalizar el siglo XDC.
La situación, sin embargo, parece cambiar después de 1898, cuando se dejan
sentir en ta república francesa las consecuencias del "affaire Dreyfús", al que en
España correspondió, de forma un tanto mimètica, el escándalo por los torturados
y ejecutados en los "procesos de Montjuich". La oleada de atentados había, por
entonces, remitido en Francia, y la orientación política de la Tercera República
era más anticlerical y tolerante con las fuerzas izquierdistas de los países cerca
nos Se comprende, por eso, que cuando sobre los anarquistas absueltos en Mont-
juich se decretó el "¿xtrañamiento" gubernativo, la mayor parte eligiera Francia
(aunque algunos, en vez de la metrópolis, optaron por las zonas coloniales del
Norte de Africa Argel u Oran) y sólo una minoría se dirigiese a Sudaméríca o
Inglaterra. Fueron varías oleadas sucesivas de anarquistas que pasaron legalmente
los Pirineos, entre 1897 y 1900, y de los datos que nos ofrece la policía francesa
1 Thiellemeat, comisario de Cervére; sustituido, desde 1900 y al m eaos hasta 1904, por
Boonecarrére. Archives Nationales, París (desde ahora, A N P ), F7 12630 y 12640, listas de
los 'commissaires spéciaux1, donde no aparecen lo s dos citados; pero ellos firman los infor
mes a que nos referiremos en el resto de esta ponencia.
2 ANP, F7 12506 y 12507.
3 ANP, F7 12506 y 12507. S e trata de José Prat, que vivía por entonces en B uenos Aires. En
otras listas, de 1897 y 1898, n o hay ningún espafioL
P e d r o V a l l in a en P a r ís 17
sobre eUa$ podemos extraer alguna pequeña indicación de interés, en relación con
$u edad, profesión y lugar de procedencia:
Edad: más de 50 años 1
entre
« 46 y 50 1
41 y 45 4
m 36 y 40 5
31 y 35 9
26 y 30 2
menos de 25 1
4 P. Vallina, Mis memorias, M éxico y Caracas, 1968, pp. 49 y 73; dato de U edad en Archivo
General de la Administración, Alcalá de Henares (desde ahora A.Q.A.), AE, 3884, Leg.
747, fecha sobre Vallina, hecha por la Embajada Española en París, 1904; también sabemos
que media 1.61 m , y hay foto suya de la ¿poca.
P e d r o V a llin a en P a r ís l*
En los tres años que pasó en Madrid, Vallina asistió a algunos acontecimientos
sonados, como el estreno de la Electro de Oaldós o el entierro de Pi i Margal! Es
importante, en relación con el primero de estos hechos, el testimonio que aporta
en sus Memorias y que modifica sensiblemente la versión más extendida sobre
aquel escándalo. No hubo, en realidad, jesuítas ni bandas pagadas por ellos para
gritar "¡Abajo la libertad!" o "¡Muera Galdós!” durante la representación. Fueron
el propio Vallina y el médico federal Rosendo Castell los que, estando en un ca
sino federal cercano, se inventaron la agresión jesuítica y arengaron a los asisten
tes al casino para ir a repelerla. Al llegar al Teatro Español y encontrar que la
función seguía desarrollándose con normalidad. Vallina y Castell sobornaron a
unos vendedores de periódicos para que, a la salida del público, lanzasen los gri
tos provocadores. Así ocurrió, en efecto, y los federales que esperaban en la
plaza de Santa Ana y los asistentes a la función que salían con los ánimos caldea
dos replicaron, a su vez, los "¡Viva la libertad!'* o "¡Viva Galdós!" y "¡Mueran los
jesuítas!" que cuentan las crónicas. La policía cargó entonces, con la desmesura
característica, y se sucedieron los empujones, caídas, gritos y pedradas; la cosa
terminó con la dispersión en varios grupos que se dirigieron, ora a las redacciones
de los periódicos liberales para narrar la agresión sufrida, ora a las comisarías de
policía para reclamar la libertad de los detenidos, ora a apedrear algún convento o
iglesia.5
Hasta tres veces terminó Vallina en la cárcel durante sus años madrileños. Bien
es verdad que conspiraba sin cesar y que era un ardiente partidario de los explo
sivos. Según su propia confesión, preparó por entonces atentados contra el
teniente Portas, oficial que había dirigido las torturas de los anarquistas en el
castillo de Montjuich, contra el rey, e incluso contra el conjunto de la familia
real6. La tercera de sus detenciones fue con motivo del llamado "complot de la
coronación", supuesto atentado contra Alfonso XHI el día 17 de mayo de 1902,
en que juraba la Constitución y pasaba a convertirse en rey efectivo. Vallina atri
"recogieron todos los libros, revistas, periódicos y cartas que encontraron, ha
ciendo varios paquetes". Expulsado, en principio, del país, sin más explicaciones,
pudo lograr la anulación de esta orden gracias a sus relaciones con los medios
radicales, que le sirvieron para llegar a un diputado, llamado de Pressencé. quien
intercedió ante el Presidente del Consejo, M. Combes. Pero los papeles "se nega
ron resueltamente a devolvérmelos"11.
Estos son los papeles que se encuentran hoy en los Archives Nationales de Pa
rís. Sea mayor o menor su interés intrínseco, lo cierto es que se trata del único
caso, que yo sepa, en el que disponemos de toda la documentación de un anar
quista de aquella época: sus reflexiones sobre París, sus poemas y escritos en
prosa - completos o inacabados • sus cartas de amor, su libreta de direcciones,
sus lecturas, su correspondencia política con el interior de España y otros círculos
anarquistas internacionales...
No podemos hacer aquí un análisis mínimamente exhaustivo de todo este ma
teria). Se trata de 83 cartas y varios centenares de manuscritos, 31 ejemplares de
prensa española12, otros 40 de prensa francesa o italiana13, 26 folletos, todos
ellos franceses14, y tres libros15. Además de todo esto, hay una libreta de direc
ciones, donde figuran, apane de los personajes hasta ahora citados, una veintena
de direcciones de periódicos libertarios o radicales, tanto españoles como france
ses. Este último fue, sin duda, el conjunto de datos que más interesó a los servi
cios policiales del momento. Nosotros intentaremos centrar nuestra atención, más
bien, en el primer bloque citado * cartas y manuscritos - y esbozar, a partir de él,
la figura prototípica de anarquista que Vallina proporciona.
Lo que aparece, en primer lugar, ante nuestra vista es un personaje típicamente
romántico, cosa que podía esperarse conociendo las Memorias y la leyenda que
rodeó a Vallina en vida. Dominan los viajes, las conspiraciones, la inconstancia
en las relaciones afectivas. Sus poemas tienen como temas recurrentes la soledad
del poeta, la rebeldía contra las convenciones, la nostalgia, la imposibilidad de
lograr la felicidad. Valga como muestra el titulado "Libertaria":
analizó todas las caitas y papeles de Vallina y redactó un largo informe sobro su contenido
Se conserva en A .G .A , 5884/747.
11 Memorias, 97.
12 Tierra y Libertad y L a Revista Blanca, de Madrid, E l Porvenir del Obrero , de Mahón, E l
Obrero Moderno, de Murcia, y L a Huelga General, de Barcelona.
13 Régénération, L'Ere Nouvelle, L e Réveil de l'Esclave, Les Temps Nouveaux, Le Libertaire,
La Protesta Ùmarta.
14 Los títulos clásicos de la Bibliothèque des Temps Nouveaux, en general: Malatesta, Paraf-
Javal, Ch. Alben, J. G n v e , S. Faure. P. Kiopotlan, Reclus, D. Nieuwenhuis..
15 L'Unique, de M. Stímer; los Fragmentos de mis memorias, de N. Estévanez - dedicado por
el autor; y De Ravachoi à C oseno, de R Varenees.
22 Jo se Alv a rez Junco
El nuevo tipo de héroe romántico encama ahora, como se puede ver» en et li*
bertario que se inmola en el acto terrorista contra un gobernante tiránico. La vida
del inadaptado culmina en este supremo acto de protesta. Y todo, incluido el
amor, debe relegarse ante el activismo revolucionario. Son conmovedoras, entre
las cartas que Vallina recibe, las que proceden de la novia dejada en Guadalcanal,
que no comprende lo que él busca, le reprocha su despego afectivo y, a la vez,
admira su vida Reproduciremos, con su propia ortografía, algunos párrafos:
Dice que sí as sentido tu viaje ha sido por los deseos que tenias de pasar aqui algún tieni*
po, más no lo comprendo has (...] veo que esas cosas para ti son primero que todas las
cosas del mundo".
El no haberte escrito antes ha sido por haber estado algo mala; [...] m e estrada que tu no
me hayas escrito para saver que ocurría También deseada saber porque arido el no
haverme felicitado este ado. d e lo que estoy muy resentida (...) Quiero que m e digas por
que me haces esta advertencia de) egoism o y el interés.17
Esa carta que dices que mesas escrito Hasta nunca' no la e recibido (...) ri y o la hubiera
recibido, puedes estar en la completa seguridad, que yo no te hubiera escrito, pues yo tan
poco é bajado nunca mi caveza a ti ni a nadie.
He recibido las estampas que en tu cana me indicabas; por ellas v e o lo bonito que eso
deve de ser [...] aunque por lo que tu dices están muy mal pintadas, pero sm embargo, se
conoce que serán unos edificios muy hermosos y de mucho merito. E ste sera el m otivo de
que no te acuerdes de nada de este pueblo (...) Cuando tengas un periodico com o el pri
mero que me eeviastes, desearía hicieras el favor de enviármelo, p u es tiene unas letras
para bordarlas muy bonitas (...].18
Una carta del hermano aclara, quizás, algo sobre el hecho que iluminó los
abismos mentales que se abrían entre un estudiante revolucionario y su novia
tradicional.
Tengo interés por saber si acabó tu noviazgo con motivo del supuesto regicidio, pues
verdaderamente que esto es algo fuerte para pensar con serenidad, dado el atraso de la
mayoría de las mujeres espadóles.19
16ANP, F7 12510 (com o todo el resto de los poem as y cartas que citem os a continuación).
Otra versión de este poema tiene ligeras vanantes, salvo el úium e verso, que difiere total
mente: "(...] ¿Qué importa, por lo tanto, ri me hundo?”
17 Concha, de Guadalcanal, 15-11-1902 y tO-1*1903.
\%IbkL, 28-2*1903 y 8*5*1903.
19 José Antonio (Vallina), Guadalcanal, 1M -1903.
Pe d r o V a l l in a en P a r ís 23
Que esta veneración por la ciencia no era sólo teórica se demuestra en algunas
de las cartas que Vallina recibe, como en las de Francisco Sena, de Guadaicanal,
un personaje que no parece ser demasiado letrado y sin embargo especula sobre
la aplicación de las teorías de Lombroso al manicomio de Miraflores, donde se
"raartírisa despiadadamente a desgraciados*1 que sólo padecen defectos físicos y
cun os bienes son codiciados por la familia; u otra del mismo autor en que le dice:
Tengo muchos deseos de berte (sic) paja que m e enteres de los adelantos de las Cieodas,
pues según leo en Rebista Blanca sean echo (sic) muchos descubrimientos asombrosos,
tales como la te leer afia sin ilos (sic) Desearía m e dieses algunas esplicaciones desto y
de los Rayos X.2^
23 Aunque entre sus papeles parisienses, com o tod o lo aquí d u d o , el poema está fechado e s
Madrid. 1900
24 F. Serra Gordoa, 21*4*1903 y 3 -3 -1901
2 5 D iego G óm ez del Valle, Cádiz* S-2-1903.
P e d r o V a l l in a en P a r ís 25
Algo semejante se detecta en los últimos versos del poema "La Recompensa".
El "poeta estudiante" vive en "mísera habitación" de un barrio distante del centro
de la ciudad. Pero no siente envidia de que:
Mientras los demás pasaban
En el vicio la existencia,
Penetrando, en su demencia,
En los burdeles que hallaban,
Y alü la noche se estaban
Tan degenerados seres,
Olvidando sus deberes
Y su cerebro atrofiando
De tanto como abusando
Van del vino y las mujeres.
En cuanto a los escritos del propio Vallina, no parece sentir especial debilidad
por las imágenes y valores nobiliarios, pero sí por los bíblicos. "La siega roja" o
"La última siega", son títulos suficientemente expresivos de algunos de sus poe
mas, que, por supuesto, desarrollan luego, casi literalmente, la imagen del Apo
calipsis sobre el gran acto de justicia final como siega de cabezas de los explota
dores injustos; un sueño que había ejercido gran atractivo durante cerca de dos
milenios y, sin duda, seguía ejerciéndolo sobre el campesinado mediterráneo
Hay otras enseñanzas, aparte de las doctrinales, que, en este rápido repaso,
sugieren los papeles de Pedro Vallina. Se comprueba, por ejemplo, la importancia
inmensa, casi exclusiva, que en ese momento tienen los periódicos como red bá-
sica de las relaciones internas entre los libertarios españoles. Vallina mantiene
correspondencia fundamentalmente con redacciones de órganos Libertarios. Qui
zás éste no sea un rasgo característico de todo el anarquismo español, sino propio
del momento inmediatamente siguiente al "affaire Dreyfús", que había
demostrado el enorme poder de la prensa como palanca de la opinión pública. Lo
cierto es que, en 1902-1903, los anarquistas españoles pedían sistemáticamente al
compañero exilado en París ayuda para sacar adelante un periódico:
colaboraciones, textos para traducir, crónicas semanales sobre la actualidad
pansina. Especialmente curiosa es la petición de taijetas postales redactadas por
"celebridades parisinas" que le hace una sociedad obrera de Cádiz, con la
intención de publicarlas y venderlas luego como colección, según idea que ha
llevado a la práctica la asociación de caridad local30. Lo que parece insinuarse
aquí es un ascendiente de los intelectuales sobre el movimiento obrero mayor que
en otros momentos de su historia.
Hemos sugerido ya, en páginas anteriores, otra de las conclusiones que se de
ducen de esta fuente documenta), al referimos a las buenas relaciones entre anar
quistas y republicanos exilados. En efecto, Vallina colaboró estrechamente con
Nicolás Estévanez, republicano en quien el gran santón anarquista Salvochea te
ma tanta confianza que le recomendaba:
oo dejes de consultar coo él sobre cualquier asusto difícil, porque e s un buen amigo y no
le laltan entendimiento y experiencia.31
Urna le escnben sociedades obreras del campo andaluz, artesanos que le piden
ayuda para conseguir trabajo en París32, estudiantes de Madrid o Valencia33, pe
riodistas o intelectuales de diversas capitales (Bonafoux, por ejemplo), y decimos
que se relacionaba con políticos y parlamentarios como Lerroux.
Se diversifican también, y se agilizan, los planteamientos estratégicos del mo
vimiento. Por supuesto, sigue primando la base sindical y huelguística, de la que
son buena prueba los conflictos laborales de 1901-1903, pero a ella se añade la
creación de periódicos, escuelas laicas (especialmente a partir de la fundación de
la Escuela Moderna por Ferrer), la propaganda antimilitarista34, las campañas en
favor de la libertad de presos sociales (sobre el modelo Dreyfus y Montjuich). Y,
en el caso de Vallina y su grupo, algo tan clásico como el terrorismo.
De que estuvo implicado en actos terroristas, hay pocas dudas. Desde luego,
no tenía objeciones políticas ni morales, según expresa de manera abierta y repe
tida en sus escritos:
Algunos - leem os en uno de sus Pensamientos - aconsejan a los anarquistas que vayan al
parlamento, pues su v o z se oiría desde todas partes y la propaganda sería más eficaz
Tienen razón, pero sólo se puede ir de una manera: com o fiie VaiUant en Francia.35
Tan poco se recataba de declarar sus preferencias por esta línea de acción que
incluso en escritos publicados se leen cosas como estas:
E l día en que el pueblo llegue a convencerse de que la química le proporciona medios ba
ratísimos y con lo s cuales un par de docenas de hombres pueden vencer a una mmunda
trailla de miles de soldados (...f entonces se cambiarán las tom as 36
1 Par« más información sobre el origen y desarrollo de la eugenesia a lo largo del siglo XIX,
puede consultarse el libro de R. Alvarez Peláez, Sir Francis Gaiion, padre de la eugenesia.
Madrid: C.S.I.C, 1987.
30 Ra quel Alvarez pbláez
verse libre de estas discusiones, de estos temas, que realmente debatió amplia'
mente en sus publicaciones3. Ideas sobre el amor y la sexualidad, asi como sobre
la situación de la mujer y sobre la procreación aparecieron frecuentemente en la
publicación más rica y prestigiosa del anarquismo de ñn de siglo. La Revista
Blanca, dirigida y realizada por Federica Montseny, Federico Urales y Soledad
Gustavo. Para Urales no era necesario en absoluto un control de la natalidad, y su
búsqueda sólo hacía el juego a los burgueses que querían ver disminuir el número
de enemigos de la clase. Defendía el derecho de todos a tener hijos y a criarlos en
las condiciones adecuadas. Se enfrentaba así a tas posturas antipoblacionistas
defendidas por el grupo catalán que por esas mismas fechas comienza a editar
Salud y Fuerza, sección de la Liga para la Regeneración humana conducida por
el francés Paul Robín. Este grupo, encabezado en España entre otros por Luis
Bulffi, defendía el "biith control", achacando gran pane de los males de la actual
sociedad a la superpoblación, en postura claramente malthusiana. No todos los
defensores del control de natalidad eran directamente m altusianos en el sentido
de considerar que, la escasez de alimentos, en proporción a la población, era la
causante de las grandes tensiones sociales.
Los problemas, los temas centrales eran, pues, los mismos que los de la clase
media inglesa, la burguesía económica pero también profesional e intelectual
quería enfrentar con sus ideas eugénicas. En España estas ideas eugémeas, que
hemos explicado al comienzo, se fueron introduciendo muy lentamente a lo largo
de los primeros veinte años del siglo XX. La eugenesia fue introducida por pro
fesionales, fundamentalmente de la medicina, como Ignacio Valenti y Vivó, mé
dico catalán que participa en el Primer Congreso Internacional de Eugenesia rea
lizado en Londres en 1912, Nicolás Amador, que en los años veinte escribirá en
la revísta "ecléctica" Eugenia, dedicada al naturismo, anarquismo y eugenesia,
autor de varios artículos en que hace una directa y mecanicista transposición de la
biología a la sociología, defiende el determinismo hereditario y las más ortodoxas
medidas eugénicas; el pedagogo Luis Huerta, que también publicará después en
Eugenia así como en Estudios, y otros médicos como Madrazo, considerado el
padre de la eugenesia española.
En este sentido, comienzan a coincidir con las ideas de los eugenistas, no quizás
con las posturas más ortodoxas, que hacían hincapié en lo inevitable de la heren
cia, pero si con las de los profesionales liberales españoles, que harán de las ideas
eugénicas arma para luchar contra la famosa doble moral sexual, y las cenadas
posturas de la Iglesia y de los sectores más conservadores con respecto a este
tipo de problemas.
La penetración, la influencia de las ideas eugénicas y médicas en general en el
anarquismo, se evidencia claramente en algunas de sus publicaciones, fundamen
talmente en Generación Consciente - después Estudio - en Eugenia, de Barce
lona, y en algunos libros que después citaremos. En estas publicaciones encon
tramos ya plenamente imbricados los planteamientos anarquistas sobre amor, se
xualidad, procreación y, curiosamente, matrimonio, con los planteamientos eu-
génicos (defendidos, como hemos dicho, por profesionales de clase media, libera
les, socialistas, republicanos en general), y las soluciones que esta doctrina, lla
mada ciencia, propone.
La revisión de Estudios nos permite constatar el gran peso que en ella tiene la
medicina5. Escriben múltiples médicos naturistas, como Remartinez y Puente, eu
genistas como los médicos Félix Marti Ibáñez y Nicolás Amador (éste último
había sido socio de la Eugenios Education Society de Londres en sus primeros
años), y el pedagogo y quizás más consecuente eugenista entre los españoles,
Luis Huerta. La revista trata ampliamente temas de higiene, tiene secciones fijas
sobre medicina y eugenesia y, aunque publica opiniones diversas, manifiesta una
postura bastante clara con respecto a los temas claves de la eugenesia del mo
mento: el certificado médico prenupcial obligatorio, el control de natalidad y los
métodos anticonceptivos - o anticoncepcionales, como se decía en esos años -, la
esterilización forzosa de anormales y el aborto. Se manifiesta en contra del certi
ficado médico prenupcial obligatorio, por su inutilidad si la gente no se casa. Sin
embargo está a favor de dar todas las facilidades médicas para que las parejas,
D ice Isaac Puente: "Manuel Devaldés, en un notable libro La Matemité Consciente, cita los
trabajos e ideas de Alfredo Nicéfora, profesor de Antropología en la Universidad de
Génova, que confirman plenamente la realidad de esta raza de lo s pobres" (p. 1) Y dice
además: "Y lo peor, es que estas causas de entequez de ruindad, de miseria fisiológica, re
petidas en varias generaciones, llegan a adquirir estado constitucional, y a fijarse en el plas
ma germinal. La herencia los perpetúa y una parte de humanos aparecen marcados con el
sello de la nutrición deficiente, modelados orgánicamente por la miseria* (p. 2).
5 La "medicalización" que creo se produce en el pensamiento anarquista, es, evidentemente,
común a toda la sociedad española del momento, y puede comprobarse en publicaciones y
diversas fb n n is de manifestaciones en las que no podemos entrar. Puede consultarse para
ello, de R. A lvirez, "Introducción ai estudio la eugenesia española, (1900-1936)", publicado
en Quipu, v o l 2, Núm. 1 ,1 9 8 $ , pp. 9S-122.
34 Ra quel Alva rez Peláez
6 Eugra Rclgis, en un folleto publicado en 1950, propone esta explicación para las dos
terribles guerras pasadas También en este folleto aparece un apartado titulado La *rosa de
tas pobres", inspirado, como el articulo de Puente antes citado, en el libro de Manuel
Devaldés, obra que, indudablemente tuvo mucha repercusión sobre el pensamiento anar
quista en lo que a estos temas se reñere. El folleto de Relgis se titula Humanitarismo y eu-
gemsmo. N úm 27 de Cahiers Mensuets de cu¡iuret 'E l mundo al Día".
7 El articulo se titula "Importante debate sobre eugcuisroo y esterilización”, en Estudias,
Núm. 66, 1929, pp. 22-29, y en Estudios, Núm. 6 8 , 1929, pp. 29*33.
8 La ley llamada Ley para prevenir la descendencia patológica fue promulgada eo Alemania
e) 14* de julio de 1933. Tanto su contenido como su aplicación fueron muy criticados, y
sembraron el desprestigio sobre la eugenesia. La ley, aunque n o ron las mismas característi
cas coercitivas, había sido preparada durante la República de Wehnar con la colaboración
de un especialista en genética como Goldschmidt.
E u g e n e s ia y d a r v in is m o s o c ia l e n e l p e n s a m ie n t o a n a r q u is t a 35
del republicanismo.1 Los socialistas tuvieron que disputar el espacio político a los
republicanos y en la rivalidad chocaron en Gijón con federales y con anarquistas.
Ahora bien, m anarquistas ni federales constituyeron por sí mismos un freno al
avance de los socialistas aunque estos asi lo considerasen en repetidas ocasiones
al tratar de justificar su fracaso inicial en Gijón. En los primeros años 90 eran
muy pocos los anarquistas en Gijón • según sus propias fuentes no llegaban a
media docena2 • y ese pequeño grupo que formaba la llamada 'primera genera
ción' y que procedía del federalismo se mantuvo, por otro lado, al margen de ac
tividades públicas, más interesados en el descubrimiento de los textos clásicos del
anarquismo, retirados de las tertulias de los círculos republicanos a las trastiendas
de comercios y talleres de algunos antiguos federales conversos al anarquismo en
un proceso en el que los principios proudhonianos del federalismo de Pi y Mar
gal) frieron progresivamente reemplazados por los de Kropotkin, Fabbri o Mala-
testa.
El distanciamiento gradual del federalismo de esa 'primera generación' supuso
la ruptura con las referencias políticas del republicanismo pero no supuso, al me
nos, en la misma medida, el abandono de sus referencias culturales si por ello se
entiende una cultura de izquierda, latea racionalista desde el positivismo hasta el
krausismo. Porque en los ateneos y en los casinos, donde eran frecuentes las ve
ladas literarias, las charlas y conferencias sobre higienismo, teosofía o librepen
samiento, los obreros recibían no sólo introducción - en el Ateneo Casino Obrero
de Gijón las ciases de álgebra y de química eran las que contaban siempre con
más alumnos • sino que también disponían de la literatura más representativa de
la comente científicohumanista de la España de fui de siglo y había sido en esos
ambientes donde los obreros más ilustrados se habían familiarizado con todo
aquello que se oponía a la cultura conservadora impregnada de religiosidad y re
ñida con el racionalismo. No es casualidad que friera L a Revista Social la más
leída en el Ateneo Casino Obrero de Gijón, como tampoco lo parece el hecho de
que en el ambiente creado en esos círculos se desarrollara un tipo de anarquismo
más acorde con lo que representaba en aquellos momentos, entre otros de su
misma generación, Ricardo Mella, - cuya influencia terminó siendo decisiva para
1 Véase Reformas Sociales. Información oral y escrita publicada de 1889 a 1893. Edición al
cuidado de Santiago Castillo. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Madrid 1985. To
mo V Memoria de la Comisión realizada en Oviedo en 1885, pág 372.
2 Suplemento a la Revista Blanca. Madrid, 28-V -1901. R ogelio Fernández, presidente del
gremio de »p ateros y anarquista de 1* 'primera generación' escribía en unas crónicas retros
pectivas de los primeros años; "los obreros de Gijón eran tod os federales [...1 y por aquella
época" • se reitere a los primeros ados 90 - "sólo había d o s individuos que empezaban a
interesarse por la idea anárquica."
A n a r q u is t a s , r e p u b l ic a n o s y s o c ia l is t a s 45
los anarquistas asturianos, como veremos - que con la movilización intensa, con
las campañas de agitación o, incluso, con la violencia3.
En cualquier caso, aún siendo muy pocos los anarquistas, la rivalidad existió
entre federales y socialistas como se puso de manifiesto en las controversias que
enfrentaba en ocasiones a republicanos y socialistas en algunos mitines obreris
tas4; del mismo modo, no puede negarse que entre anarquistas y socialistas hu
biera algo más que simples diferencias de matiz en la propaganda; pero, con todo,
la hipótesis de un enfrentamiento sistemático por la imposición de las ideas o de
las tácticas organizativas no se sostiene, al menos, durante los primeros 90 e, in
cluso, hasta muy al final de siglo. Entre otras razones, porque frente a la intensa
actividad propagandística de los socialistas por toda la provincia, los anarquistas
de la ’primera generación' dejaron de lado la vida societaria "guiados por un in
dividualismo que en nada favoreció su causa"- como dicen fuentes anarquistas
posteriores5 • y alejándose de las masas dejaron a los socialistas el campo libre
para desarrollar las sociedades de resistencia, allí donde les fue posible hacerlo.
Hasta los dos últimos años del siglo, sin embargo, no puede hablarse de mo
vimiento societario, aunque se hubiesen constituido las Agrupaciones Socialistas
de Oviedo y de Gijón en 1892, respectivamente, y que en lomo suyo viviesen en
precario algunas sociedades de resistencia6 porque no fue sino hasta 1899 y
1900, cuando, por el impacto que supuso para los negocios y las inversiones la
repatriación de los capitales antillanos, apareció en una coyuntura alcista el mo
vimiento asociativo. La creación de nuevas sociedades de oficios y de resistencia
con la ampliación del número de socios en las que ya existían pero, sobre todo,
con una actividad, si bien muy corporativa aún, militante y combativa, supuso la
ruptura definitiva con los federales estimulada ahora por la aceptación del com
promiso de solidaridad y organización implícitas al anarquismo de fin de siglo y
se produjo, en consecuencia, una rivalidad sistemática entre anarquistas y socia
listas en las sociedades que a partir de entonces se disputaron el control del mo
vimiento.
Para los socialistas la conversión societaria de los anarquistas que durante años
habían permanecido pasivos ante los problemas de la organización obrera y, pro
bablemente, también el aumento de su número, resultaba una amenaza para sus
intereses en las sociedades78.Para los anarquistas, sin embargo, el descubrimiento
de las teorías de la solidaridad y de la militancia activa abría un campo infinito de
posibilidades en cuanto que la indefinición ideológica de gran parte de la base
societaria apuntaba a un tipo de organización corporativa, autónoma y asamblea-
ría, más proclive, por tanto, a la acción directa que al reglamentansmo de los so
cialistas. Los temores de los socialistas no eran infundados porque el descubri
miento de la organización por parte de los anarquistas coincidía con una intensifi
cación de su propaganda, con un refuerzo de sus contactos con otros grupos, in
cluidos ya en los circuitos habituales de los focos de propaganda anarquista de
Madrid y de Barcelona. La visita de Federico Urales en el verano de 1898 a Gi
jón no fue sino el primer contacto para una relación estable con algunos de sus
grupos anarquistas*.
No fueron meras rivalidades, por otro lado, los enfrentamientos y las peleas
continuas entre socialistas y anarquistas en los centros obreros por cuestiones de
cuentas, dineros, y en general, por aspectos de gestión de las sociedades, porque
detrás de ello había un verdadero duelo por lograr la confianza de la base socie
taria, por definirse como los más honrados, los más comprometidos con la causa
obrera y en esa batalla de moralidad y honradez en la que los anarquistas denigra
ron cuanto pudieron a los socialistas tratándolos de profesionales de la organiza
ción y de la propaganda, se jugaron el control del movimiento societario de allí al
futuro. A principios de siglo, en 1901 y más claramente aún en 1910, estaban ya
perfectamente delimitadas las áreas de influencia de socialistas y de anarquistas
en el mapa de Asturias- Gijón y La Felguera eran anarquistas mientras que la
zona central, incluidas las cuencas mineras y Oviedo, era de los socialistas. Para
entonces el programa social de los federales ya había entrado en crisis y la pro
paganda anarquista difundía el mito de la huelga general entre las sociedades
obreras de Gijón que se lanzaron en pos de aquella promesa, sin contar con una
organización que respaldara mínimamente su entusiasmo.
La reflexión que ofrece el republicano Valdés Prida en un artículo publicado en
7 Ibid Madrid 12-IV* 1901. "Notas para la historia del movimiento obrero" por Manuel VigiL
8 Ei Noroeste. Gijóu S-VII1-1898.
A n a r q u is t a s , r e p u b l ic a n o s y s o c ia l is t a s 47
11 Segarra. A ., Federico Urales y Ricardo Mella, teóricos del anarquismo español. Barcelona
12 Ibid., págs. 29 y 30
A n a r q u is t a s , r e p u b l ic a n o s y s o c ia l is t a s 49
La hora mortal a que aludía Quintaniila era una síntesis, según parece farragosa
y pésimamente expuesta, de "Las grandes obras de la civilización", publicada
después por la revista Natura, en donde Mella expone alguna de sus concepcio
nes acerca de la libertad individual y la sociedad, sobre las consecuencias de au
toridad y de influencia implícitas a esa relación y que también desarrolla en "La
ley del número", pero que no evitó que cundiera la decepción entre los jóvenes
anarquistas 'de los últimos bancos', a los que había sorprendido su voz tenue de
marcado acento gallego, su poca presencia y sus limitaciones oratorias enfatiza-13
13 Cuando Mella llegó a G^ón con su compañera Esperanza Serrano, hija de Serrano Oteiza,
tenían doce hijos. Durante los años que vivieron en Gijón, Mella apenas participó en actos
públicos a juzgar por las pocas noticias que hay de sus actividades.
MAJtvarez Palomo, R-, EUuterio Quintaniila Vida y obra del maestro. M éxico 1973, pág.
50 An oeles Ba r r io Alo nso
das, en este caso por Quintanilla que, a diferencia de Mella, sería un orador bri
llante, incluso en discursos improvisados. Pese a todo, parece que Mella con su
trato amistoso y con sus contactos continuados, incluso después de abandonar
Asturias, y no sólo con la profundidad de sus ideas, debió compensarles alta
mente la decepción inicial. Porque Mella terminó integrando en la escala de sus
predilectos a aquel grupo, haciéndoles confidencias y poniendo bajo su respon
sabilidad diversas empresas publicistas, como Acción Libertaria en sus diferentes
épocas y El Libertario. Desde entonces hasta su muerte en 1925, Siena y Quin
tanilla mantuvieron los vínculos personales c ideológicos con el maestro, se ocu
paron de buscar datos para su biografía, aceptaron, más tarde, los encargos de
prologar sus obras y manifestaron siempre por Mella un profundo respeto y no
menor satisfacción cuando eran considerados sus continuadores.
De Mella habían aprendido a aborrecer el sectarismo y a practicar un elitismo
que les hizo ganar enemigos dentro del anarquismo doctrinario, en donde no se
aceptaban sus ideas sobre las minorías por hallarlas en franca contradicción con
el valor que el anarquismo radical daba a las masas, ni su concepción individua
lista de la revolución, ni su visión de) mundo en el desafío del nuevo siglo ni sus
ideas sobre el papel que debía cumplir el anarquismo en la nueva sociedad. Todo
ello sirvió de base ideológica a la ‘segunda generación' y se traspasa a la organi
zación a través del liderazgo de Sierra y de Qumtanilla que, entre otros, trabaja
ron denodadamente en el proceso de articulación orgánica en Asturias, al tiempo
que participaban muy acrivamente en el proceso constitutivo de la CNT. Su for
mación sindicalista revolucionaria les hacía creer en la organización, a diferencia
de Mella que la aceptaba sólo como mal menor, y en las posibilidades que e)
sindicalismo podría ofrecer al movimiento anarquista. Su liderazgo se produjo en
una militancia muy activa con una organización de dimensiones reducidas y en
constante estado de crisis, pero en la que la ¿tica 'política' de sus dirigentes fue
tan importante como la ideología. Sus actividades trascendieron ampliamente los
limites de la actividad sindical muy cerca de los instítucionistas e, incluso, muy
cerca de ios reformistas de Melquíades Alvarez con quienes Quintanilla, espe
cialmente, mantenía excelentes relaciones: Qumtanilla que en su juventud había
sido chocolatero llegó a ser profesor de francés en la Escuela Neutra de Gijón,
creada bajo el patrocinio de Melquíades Alvarez y en 1917 ingresó en la Logia
Jovellanos estrechamente vinculada al reformismo gijonés*15. El compromiso cul
Libertaria que apareció a finales de 1910 y que fue un verdadero periódico doc
trinal detrás del que se advierte a Ricardo Mella que dio al semanario, además de
un tono razonadamente crítico, el carácter de verdadera producción de ideas.
Desde sus primeros números Acción Libertaria dedicó un espacio práctica
mente fijo para la reflexión sobre la política española que en aquellos momentos
estaba centrada en la Conjunción Republicano-Socialista y que fue uno de los te
mas tratados con mayor asiduidad Ciertamente que no había publicación anar
quista que no arremetiese, con tono más o menos incendiario, contra los republi
canos y los socialistas con el pretexto de la Conjunción para hacer manifestacio
nes de antipoliticismo; pero, en este caso, Mella partía de la Conjunción para re
flexionar sobre las expectativas frustradas de una izquierda antaño representada
por el republicanismo y el socialismo que había perdido ya su antigua orientación.
Para Mella, los socialistas alejados de los principios de la internacional, com
prometidos más allá de su programa con la lucha electoral, habían sustituido de
finitivamente la actividad social por la política: la Conjunción, desde ese punto de
vista, era un hito más en un proceso que los socialistas habían iniciado años an
tes, y del que, en consecuencia, no había que sorprenderse. Pero Mella no era
menos incisivo con los republicanos, especialmente con los federales, quienes,
desde su punto de vista, agotaban con la Conjunción toda esperanza de recuperar
ei carácter social de su viejo programa al comprometer e) voto obrero en un pro
yecto exclusivamente político, poniendo, como decía Mella "a la organización
obrera al servicio del republicanismo"lí, esto es, al servicio de la Conjunción. Si
a ello habian llegado los federales rompiendo con los principios 'pimargallianos'
de 1894. nada quedaba por fiar al republicanismo.
De las reflexiones esperanzadas sobre !a responsabilidad de una izquierda en la
que Mella había incluido a federales, socialistas y anarquistas apenas quedaba
más que la afirmación, por exclusión, del anarquismo, tal y como expresaba en
Las dos Españas, en donde la fe en la regeneración de una "España ajena al ofi
cialismo, distinta y opuesta al estado, contraría a la fraüocracia" - como escribía
Mella en uno de los pánafos más vigorosos del texto • que se redimía a costa de
' un federalismo insurgente, de un socialismo y anarquismo activos", había sido
sustituida por la fe en el compromiso social del anarquismo porque era "la gran
obra de educación y cultura que revela la existencia de un pueblo capaz de todas
las empresas, lleno de energía, de constancia y de firmeza", la que estaba pen
diente de "los centenares de escuelas por abrir, de los centros políticos, sociales y*
Es bien sabido que el anarquismo español hubo de vivir una buena parte de su
historia decimonónica en situación de clandestinidad. Casi desde sus orígenes, y
pese a intermitentes períodos de tolerancia, las organizaciones hubieron de adap
tarse a unas condiciones de ilegalidad y persecución que muchas veces apenas
permitían otra cosa que subsistir en espera de tiempos mejores. De tal manera, la
clandestinidad no fue para el anarquismo español una situación anómala y ex
traordinaria sino algo que pudiera considerarse habitual; una circunstancia casi
permanente y a la que hubo de adaptarse, lo que por fuerza había de dejar alguna
huella en sus características doctrínales y organizativas, sin contar con el hecho
de que para algún grupo la clandestinidad fuese, no un estado forzosamente im
puesto por el poder, sino una situación deliberadamente buscada, entendiéndola
como más adecuada para, desde ella, trabajar en el logro de los ideales de la
anarquía. Aún más, durante los años que median entre 1888 y 19101a cuestión de
la legalidad pudo llegar a ser algo inelevante o accesorio para determinados nú
cleos. No me reñero, por supuesto, a los embarcados o atraídos por la táctica del
terror, sino a los que preconizaban la conv eniencia de reducir la organización a
algo esporádico, informal y tenue, prácticamente inexistente. Quienes asi pensa
ban, reuniéndose de tiempo en vez en algún domicilio, taller o establecimiento
público no tenían necesidad de acatar ninguna de las formalidades establecidas
para la regulación de los derechos de reunión o asociación, y sólo en el caso de
que quisieran tener alguna proyección pública, como por ejemplo la edición de un
periódico, habrían de observar los requisitos legales propios del caso.
El establecimiento de los primeros núcleos intemacionalistas en España coin
cidió, y se vió favorecido por ello, con un indudable afán de implantar y hacer
respetar el derecho de asociación por parte de las fuerzas que habían apoyado la
Revolución de Septiembre, y uno de los primeros decretos del Gobierno Provi
sional, convalidado como ley por las Cortes el 20 de noviembre de 1868, se de
dicó a tal cuestión, estando vigente hasta la disolución de las Cortes republicanas.
Según lo allí dispuesto y lo después contenido en la Constitución de 1869, el de
recho de formar asociaciones no tenia otro límite que el derivado del objeto de las
mismas, por cuanto la ley no ampararía a las contrarías a la seguridad del Estado
5$ D e m e t r io C astro A l f ín
dad e importancia3. Aunque sean numerosos los puntos obscuros sobre el particu
lar, no se puede dejar de reconocer con Hobsbawm que entre 1789 y 1848, 'la
hermandad revolucionaria secreta fue con mucho la forma de organización más
importante al servicio de las miras modificadoras de la sociedad existente en
Europa Occidental"4, y, por tanto, también en España, aunque la datación que
apunta pueda resultar algo corta por lo que hace a nuestro caso.
No cabe aquí detenerse a pormenorizar el alcance de esas sociedades para el
desarrollo de los movimientos sociales decimonónicos pero no estará de más re
cordar algunos de sus rasgos. Por un lado seria erróneo, y quizá simple reflejo de
lo hondo que llegó a calar la interpretación reaccionaria y paranoica del fenóme
no, ver en tales sociedades manifestaciones o instrumentos de ideologías bien
elaboradas y netamente opuestas al orden existente. En efecto, entre los carbona
rios los rituales de iniciación de los aprendices tendían a inculcar, como norma de
conducta del neófito, la obediencia, la caridad y la virtud en una concepción ple
namente cristiana, mientras que el de los maestros era un remedo - que nada que
ría tener de blasfemo - de la pasión de Jesús5. Así, una secta que pasó y pasa por
instrumento de la impiedad resultaría en fondo y forma de una religiosidad no tan
lejana de la ortodoxia.
En España se considera a los comuneros del Trienio como una de las más
avanzadas y resueltas fuerzas propulsoras de la revolución liberal, dotada, por
tanto, de un bagaje ideológico integrado por principios y conceptos "burgueses" e
incluso con tendencias democratizadoras y populares. Sin embargo, los elementos
constitutivos de sus estructuras • o al menos denominación de las mismas - res
ponden a las de un universo aristocratizante y arcaizante: los afiliados son
''caballeros’' (y no ciudadanos); sus centros son "torres" de un castillo; sus reu
niones se celebran en una "plaza de armas", etc. En la fórmula del juramento de
iniciación el neófito se dirige a la "reunión de caballeros", comprometiéndose a
defender "fueros, usos, costumbres, privilegios y cartas de seguridad", es decir,
todo cuanto supone negar la igualdad ante la ley y la unidad de jurisdicciones, y a
hacerlo con su "espada", instrumento cuya mención podría deberse a) crecido
Por no alargar una historia aun muy llena de lagunas, baste recordar que desde
la fundación del Partido Demócrata sus integrantes • o al menos los elementos
más avanzados - recurrieron en distintas ocasiones a la creación de sociedades
secretas, además de a complots insurreccionales de alcance más concreto y
pragmático en los que sin demasiado acierto se destacaría Sixto Cámara. Las so
ciedades secretas podían ser parte de esas tramas insurreccionales, pero su acti
vidad resultaba más amplia sirviendo como instrumento de captación y recluta
miento o difusión de propaganda.
A mediados de 1849, ocupando la presidencia del Consejo un Narváez forta
lecido por su doble victoria frente a las sublevaciones y las partidas aplastadas a
lo largo de 1848 y frente a las intrigas palaciegas, debió constituirse la sociedad
secreta "Los Hijos del Pueblo”. No parece aventurado suponer que su origen
pudo verse influido por el elevado número de refugiados políticos venidos a
España tras el fracaso de los movimientos del Cuarenta y ocho. Estos emigrados,
frecuentemente con larga experiencia en la lucha clandestina, introducirían pro
bablemente las técnicas blanquistas y reforzarían el interés y vínculos del revolu
cionario nizardo con España, relegando algo la hasta entonces predominante in
fluencia mazziniana. Al menos hubo una sociedad secreta de claro cuño blan-
quista, la "Sociedad del Mortero", organizada desde Valencia por Cyrille
Lacambre.
Por lo que hace a "Los Hijos de) Pueblo" parece haber sido más bien algo asi
como una estructura clandestina del Partido Demócrata, o secciones especializa
das del mismo. Se trataba de una organización no excesivamente compleja con
tres niveles: un Directorio pentárquico, un Gran Consejo o Junta Auxiliar inte
grada por catorce individuos y dividido en secciones especializadas para la pro
paganda la Organizadora, la Asociación y la Joven España; y la base que formaba
una estructura de cierto abolengo carbonario integrándose en decurias, centurias
y millares, todas dirigidas o coordinadas por un "Ayudante General"9. La
sociedad envió agentes o emisarios a las provincias y fraguaba un complot re
volucionario que tendría por centro Zaragoza, pero una gran parte de su actividad
parece centrada en la propaganda editorial, de la que formaban parte, además de
distintos folletos de buena parte de los cuales eran autores Garrido y Cámara, el
periódico L a Asociación. Pese a todo el habitual aparato de juramentos y contra
señas, la policía contaba con amplia información sobre las actividades del grupo
y sus integrantes, incluyendo la relación de los suschptores del periódico, asi
como la identidad de algunos militares involucrados, de forma que no debió tener
excesivas dificultades para desarticularlo o neutralizar su actividad.
Unos años más tarde, ya tras el Bienio que quizá implicara una cierta atenua
ción del interés o necesidad del partido por esta modalidad de actuación política,
vohteron los demócratas, o buen número de sus dirigentes, a valerse de ella. En
efecto, hacia 1857 o 1858, por tanto nuevamente bajo un gobierno de Narváez o
quizá con los de Armero o Isturiz que le siguieron y continuaron con no menor
empeño la política de revisión de la legislación progresista, comenzó a desarro
llarse una nueva sociedad clandestina, innominada o cuyo nombre no es al menos
conocido. No parece haber, que yo sepa, información documental sobre este epi
sodio, y la existente procede de testimonios, memorias o referencias historiográ-
íícas. Para algunos autores el iniciador de esta nueva experiencia clandestina fue
Tressena quien la habría madarado en Italia, iniciando su actividad en Madrid a
la vuelta del exilio10. Otras informaciones permiten pensar que su origen no es
tuve en Madrid, sino que el núcleo capitalino lo formaron Enrique Alcalde
Espejo, corregidor de Loja, y Morera, dirigentes de Andalucía y Cataluña res
pectivamente, quienes tomaron contacto con el grupo de redacción de La Dis
cusión e integraron a todas las grandes figuras del Partido Demócrata: Orense,
Rivero, Barcia, Figueras, Pi, etc., asi como a Cámara y Garrido pese a hallarse
ambos fuera de España11.
La jefatura de esta asociación radicaba en un "Falansterio" o "Direciorio* del
que dependían las diferentes chozas. Debió ser realmente importante (Garrido da
la poco verosímil cifra de 80.000 comprometidos), y en ella debió tener una de
sus raíces la sublevación de Loja y quizá también el núcleo procesado en Boija
por las mismas fechas. No fue sin embargo invulnerable: a poco de constituido el
grupo de Madrid fue descubierta una de sus chozas y la investigación llevó hasta
el local de La Discusión, objeto predilecto de la represión moderada desde los
días de Nocedal en el ministerio de Gobernación, si bien sólo Roberto Robert
pudo ser objeto de una acusación firme que le supuso un *ar¿;o período de cárcel.
No mucho después, en 1859, se crearía la "Legión Ibérica", cuyo propósito era
trasladar una fuerza voluntaria española a Italia para combatir junto a Mazzim
10 Así, Eiras, El Partido, sobre datos de Garrido, quien no pudo participar directamente en los
beckos por hallarse entonces exiliado.
11 E Vera y González, Pi i Margal! y la política contemporánea. Tipografía La Academia.
Barcelona, 1 8 S 6 .1, pp. 599-600
De la CLANDESTINIDAD REPUBLICANA A La c l a n d e s t i n a a d a n a r q u is t a 63
por la unidad de aquella península, y que quizá por ello, temó una estructura ne
tamente militar. Parece dudoso, en todo caso, que lo que se pretendía fuese una
fuerza militar numerosa y casi convencional pudiera desarrollarse y estructurarse
en la clandestinidad.
La continuación por parte de los republicanos en este tipo de organismos llega
hasta las vísperas de la Revolución de Septiembre12, caracterizándose los años
inmediatamente precedentes a la misma por una multiplicación de contactos con
distintas sociedades secretas europeas de lo que fue protagonista activísimo
Garrido, y entre las que no faltaron las bakuninistas. No hay sin embargo datos
concretos sobre las que por las mismas fechas actuaban dentro de España,
confundiéndose a veces con los grupos de acción que los republicanos pusieron a
punto en Madrid y otros lugares. Su persistencia no puede, en todo caso, recha
zarse y posiblemente gracias a ellas pudieron ios demócratas tomar una pane más
activa en los acontecimientos de lo que progresistas y unionistas hubieran que
rido; gracias a ellas estuvieron en condiciones de movilizar hombres, repartir ar
mas, difundir consignas Las sociedades - que por entonces parece haberse pre
ferido denominar clubs, como e! madrileño de "Los Amigos del Pueblo"-, pres
cindirían muy posiblemente de casi todo el lastre ritual e histríónico,
decantándose por una linea de mayor pragmatismo y efectividad, pero los ele
mentos estructurales básicos (secretismo, jerarquización, segmentación interna)
hubieron de mantenerse. En este sentido habría tenido lugar una transformación
ajustada al esquema del tamas veces mencionado Hobsbawm13.
En suma, no cabe duda de la importancia de la organización y la acción políti
ca clandestina antes de 1S6S, y del interés por la misma entre los grupos más ra
dicales que encontraban ahí casi el único medio de manifestarse y actuar. Aunque
cabe suponer un eslabonamiento de estas asociaciones con etapas de mayor ato
nía, las de más vitalidad parecen coincidir, o mejor, seguir a los momentos de
mayor represión y endurecimiento político: 1849-50; 1857-59; 1867-68 Entonces
proliferaron las sociedades y nutrieron sus efectivos hasta cifras, difícilmente
admisibles pero reiteradamente aducidas, de varías decenas de miles de adheri
dos. Si hubiera habido implicados en tan alto número las sociedades secretas hu
bieran perdido toda su virtualidad, convirtiéndose a lo sumo en estructuras de
partido atipicas y complejas y, además, de partido de masas en una fase histórica
12 C la n U da, Anarquismo y revolución en la España deI siglo XIX. Siglo XX L Madrid,
1972; pp. 99 y ss.
13Para este autor, "la forma conspirttiva de orgacizacióo (...) siguió dando buen resultado.
desprovista ya de sus elementos rituales en aquellas situaciones en que e n necesaria una
entrega absoluta y una peligrosa actividad clandestina". Hobsbawm, Rebeldes, p. 261.
64 Dem e t r io C a s t r o A l f ín
14 Puso de relieve este hecho la profesora Uda, Anarquismo y revolución, pp. 245-46 y La
Mano Negra (,Anarquismo agrario en Andalucía). Zero-Zyx, Madrid, 1972; p. 35. "La in
fluencia de las organizaciones de tipo carbonario y de las ideas republicanas se mantuvo
basta bien entrada la segunda mitad del siglo".
15 Nettlau, Miguel Bakunm. la Internacional y la Alianza en España (1868-1873;. La
Piqueta, Madrid, 1977; p. 40. También A. Lorenzo, E l Proletariado militante, ed. de José
Alvarez Junco, Alianza Editorial, Madrid, 1974; p.59, habla de que "habia algunos iniciados
es el carbonarismo andaluz, que a todo trance querían fundar una organización autoritaria y
secreta [...]”, frente a los cuales estarían los jóvenes sin experiencia política previa, pero en
el núcleo Ucgó a discutirse "la proposición de afiliamos todos al carbonarismo" (p.60), para
pasar seguidamente a explicar sus propias conexiones con la masonería y com o no hubo
nunca incompatibilidad entre ésta y la Internacional (pp. 63*64). Al describir la fotografía
del grupo fundador de la AIT en España (La Huelga General, 25 Diciembre, 1901 • citado
por Nettlau. M iguel Bakunm, la Internacional, p. 3 8 ) dice Lorenzo de los componentes,
"varios iniciados en Us ventas carbonarias”.
DE LA CLANDESTINIDAD REPUBLICANA A LA CLANDESTINIDAD ANARQUISTA 65
16Puede verse una buena síntesis en Lida, Anarquismo y revolución, pp. 129-35.
11 tíecúui, Miguel Bakunm, la Internacional, pp. 5 2 .6 0 -6 1 . Su continuación, p 65.
18 Lida, Anarquismo y revolución-, pp. 245-46 y La Mano Negra, pp. 35-38.
66 Dem e t r io Ca s t r o A u t n
19 Un resumen claro de la cuestión en D a\id Ntiller, Anarchism, J.M. Dent & Sons, London
and M elboume, 1984; pp. 94*99. Un desarrollo más elaborado en Alvarez Junco, L a ideo -
logia política del anarquismo español, Siglo X X I, Madrid, 1976;pp. 377 y ss.
20 Las citas proceden todas de la antología de M . Máximo£L Aíijail Bokutun Escritos de
filosofía política. Alianza Editorial, Madrid, 1978; 2, pp. 89, 1 64,165.
De la CLANDESTINIDAD r e p u b l i c a n a a l a c l a n d e s t in id a d a n a r q u is t a 67
21K . D . Tdnaesson, "The Babouvistes: From Utopias to practicel SocUlism". Past and
Presen!, 22, 1962, p. 73. James HL Bfflingtoa, Fire m the Minds o f Men. Ongins o f tke
Revoiutionary Faith. B a s e B ooks, Inc. Publishers, Nueva York, 1980; pp. 87-99.
68 D e m e t r io Ca stro Au ín
22 Me limito aquí a apuntar simplemente una idea. Un desarrollo más amplio de estos aspectos
puede verse en G. Simmel “El secreto y la sociedad secreta’*, en Las formas de social^
zación. Revista de Occidente. Madrid, 1977; pp. 357-424, y S. Bok, Secrete. On tht Eihics
of Concealment andRexelatian, Oxford, U.P., 1984; pp.45-46,
Lúdeme Domergue/Marte Lqffranque
/ - Lisia de cuadros
Cuadros d tl ocio primero.
1° • La calle d e Cambios N u evos después de explotar la bomba. 2° • El Gobierno civil de
Barcelona. 3®- Una cuerda d e presos airan d o en el cuartel de Atarazanas.
Cuadros dei acto segundo.
1° > La detención de un obrero. 2® * Hacia Barcelona. 3® - Un calabozo del cuartel de
Atarazanas. 4® • La cuerda d e lo s 16 subiendo la montaña de Montjuicfc, S® • La entrada en el
Castillo Maldito.
Cuadros del acto tercero
1® • El dormitorio núm. I del Puente. 2® • E l pabellón núm. 12 de la Plaza de Ancas. 3® -
Gana y OUé en loa tormentos.
Cuadros del acto cuarto.
1° - Las habitaciones de) genera) del Castillo. 2® * El despacho de) juez. 3® • Aschery,
N ogués y M olas en el tormento.
L u c ie n n e D o m e r g u e / M a r i e L a f f r a n q u e
/ / - Lectura de la obra
I - Perspectiva dramática.
N ace la tragedia El atentado; la estrategia represiva; detenciones en masa. H echos básicos,
trama socio-politica, dimensión popular de la tragedia.
// - Preliminares.
Itinerario y mundo de los presos. Detención y conducción; concentración; llegada al
Castillo. Separaciones, compañerismo, solidaridades ante el terror estatal
/ / / - Vivir en el Castillo.
Fuerzas es lucha cotidiana. Encierro y resistencia; ejes y engranajes de la represión; toterro*
gatorios y tormentos. Una red de lugares, relaciones y tratamientos conflictivos.
IV • Evolución en tres planos.
Crescendo dramático. El ejército: oposición callada; el iuez; presiones y chantaje; la policía:
trampas y torturas div ersificadas. Desconcierto y encono de los verdugos
I‘• Tensión interminable.
Por los círculos del infierno. Militares solidarios, otras torturas; m is presos; confesiones y
denuncias prefabricadas. Táctica progresiva de aniquilación, física y mental.
J 7 - El proceso.
Primera aclaración pública. Preparativos: último grado de la tortura; amenazas y consignas
de silencio; el Consejo de Guerra: los acusados denuncian a los acusadores; escándalo aho
gado; sentencia.
17/ • Final y proyección de la tragedia.
Las ejecuciones Justicia y policía: borrar las huellas; últimas coacciones y torturas morales:
los Jesuítas; autoafirmación ética y social de los condenados. Disconformidad vehemente y ac
tiva del autor
"He creído mejor que no se representase mi obra, que no se llevara a las tablas
menguando su horrible grandeza". Así habla Urales aludiendo a la obligación de
supeditarla "a los recursos económicos" del empresario. Descartada esta clase de
autocensura, al verse "nuevamente sobre las cuartillas sin los ojos inquisidores
de! empresario o del editor" (prólogo de E l Ultimo Q uijote, Revista Blanca 2a
sene, 1928), no uene por qué atenerse a ningún impedimento exterior al fin y a la
E l C a s t il l o X U l & t o d e Fe d e r ic o U r a l e s 73
calidad del C astillo M aldito, y se permite todos "los llamados atrevimientos" que
le parezcan expresiva y estéticamente necesarios.
Para empezar, una obra larga, "siete actos divididos en 36 cuadros" que cons
tan a su vez de una a diez escenas: tamaño fuera de lo común pero no úruco en su
tiempo - desde las óperas de Ricardo Wagner hasta ios frescos teatrales de la
'Gran Revolución' francesa. La obra requiere además un centenar, casi mitad-mi
tad, de personajes y "gente que no habla”. Lo pide la dimensión del asunto y la
pretensión del autor a escenificar las numerosas facetas de sus implicaciones po
lítico-sociales y personales: a nivel de poder político, militar, policiaco, judicial y
eclesiástico; de ejecutantes más o menos activos o reacios; y también al esencial
de los torturados, con sus familiares y compañeros (véanse actos n y VE), así
como en el ámbito fundamental de la población obrera. De ahí los episodios
multitudinarios de calle y caminos, y el largo cuadro del fusilamiento público de
los mártires de Montjuich, Esos cuadros visualmente impresionantes son de esca
so diálogo, a veces limitado a exclamaciones y rumores. Representan las etapas
más colectivas de la tragedia, enmarcándola cuidadosamente (I, c. Io y 5°; II, 4o
y 5o; V, 4o - en la "noche horrible" de! destrozo moral de los torturados, culmi
nación significativa de su "vía crucis"; VII, 8o).
De ahi la estructura general de la obra, concebida como un tríptico. Ocupan la
parte central los tres actos directamente relativos a ese núcleo candente de intri
gas de alto y bajo vuelo, tormentos dosificados y solidaridades próximas o leja
nas: una lucha continua, como inmovilizada por el enfrentamiento con evolución
y desenlace de todos conocidos. El relieve de dicha evolución queda supeditado a
la diversidad de lugares y perspectivas humanas, asi como al calculado crescendo
de la emoción dramática. Las etapas anteriores se conciben y presentan como una
especie de subida hacia los lugares y momentos del 'interminable' momento cen
tral. El proceso y las ejecuciones se viven y representan como una bajada a los
inflemos: ruindad de responsables, verdugos y confesores, dolor y esfuerzo vital
de los condenados. Sirven más bien de epilogo que de clásico desenlace. El equi
librio estructura] del conjunto, lejos de obedecer a una preceptiva, se establece en
armonía con la realidad espacio temporal y psicológica de los hechos teatraliza-
dos, y de acuerdo con su sentido profundo.
La caracterización declarada desde el subtitulo es bien cierta. Estamos ame
una tragedia, no ame un drama Ni drama romántico, claro está, ni drama histó
rico, aunque sea por la prioridad que otorgan a la acción y a la imaginación o
fantasía. Tampoco pertenece al teatro de tesis este Castillo M aldito tan respe
tuoso de la verdad concreta de hechos y personas. Ni cabe en la casilla del teatro
LL 'C IE N N E dom ergue / M a iu e L a tfra n q u e
Montjuich por ios mismos días". Lo mismo en la etapa de ia conducción (acto II),
donde aparece Urales en persona con unos guardias civiles también personaliza
dos y en compañía de su nunca olvidada madre. Las escoge, añade el prólogo, a)
mismo tiempo que por representativas, como más capaces de vehicular la emo
ción estética junto con la humana. Las prefiere a sabiendas, "con méritos y su
frimientos para ello": consciente de la distanciación imprescindible respecto a la
realidad, a sus propios recuerdos y a si mismo, siendo a la vez testigo, protago
nista y artista. Es lo primero que se le advierte al espectador: "Autor de la obra y
personaje real, si bien secundario en la tragedia, el hombre y el artista han de
completarse sin merma para ninguno de los dos". La explicación subsiguiente
ocupa la mitad del texto introductivo, aun sin meterse en especulaciones teóricas
más propias de nuestro final de siglo.
En el habla de los personajes es donde más fácilmente se puede ver la tradición
ligada con el ideario - si no la ideología - de los ácratas y el estilo de relaciones
humanas que mantienen con familiares, amigos y adversarios. Huelga mencionar
la sencillez apasionada de la madre de "Juan". También se expresan con estili
zada naturalidad, según su procedencia y función social, verdugos y poderosos,
militares y jesuítas, obreros e intelectuales anarquistas (Anselmo Lorenzo.
Tañida, el propio Montseny). Esta cantera filológica aun por explotar requiere
por sí sola un largo y polifacético estudio. Podemos adelantar que la lúcida fle
xibilidad en la presentación de personajes y circunstancias, y por otra pane la ex
periencia y ia calidad del autor como maestro, militante y escritor, le permiten
este acuerdo entre 'arte y naturaleza1en el lenguaje del teatro. La sencillez innata
de Urales y su don de gente - consciente, confesado y deliberadamente cultivado
• le ayudaría a pasar de la prosa llana, tantas veces dialogada, a la expresión dra
mática. Su comportamiento relacional se refleja en este aspecto más que en cual
quier otro, capacitándolo sin esfuerzo para la circulación e intercambio de pala
bras y expresiones corporales que caracteriza el ’arte de hacer comedias'.
Pero la inventiva del autor se manifiesta menos en el lenguaje hablado que en
lo visual y sobre todo en el tratamiento de otro elemento escencial: el espacio. Un
espacio genuinamente teatral por ligado con la misma acción, los movimientos y
evoluciones escénicas, y la propia palabra; y por consiguiente, con el tiempo. El
decorado, más que telón pintado, suele ser espacio significante y practicable. Su
importancia y, a veces, su complejidad justifican las largas y exactas acotaciones
que encabezan cada cuadro. Ciertas panes del fuene de Montjuich, ocupadas por
el juego escénico, se presentan ora en su perspectiva clásica, ora conadas en
sentido perpendicular, como un proyecto de arquitecto. En muchas ocasiones el
76 LUCIENNE DOMERCUE / M a JUE lAFFRANQUE
Un bastión bakuninista
La valoración de Max Nettlau no ofrece espacio para la duda: "De toutes les
sections de l'Association Internationale des Travailleurs, la Fédération espagnole
a été la plus large, la plus solidement organisée, la plus homogène et celle de plus
longue durée [...y.* Es un juicio, casi una recompensa, que la historiografía anar
quista concede lógicamente a la que fuera una de las secciones fíeles a Bakunin
en el momento de escisión de la AIT, prolongando además esa fidelidad por es
pacio de varías décadas. De esta forma, preguntarse por el papel jugado por el
internacionalismo en España conduce inmediatamente a formular el tema de las
razones de esa pronta hegemonja bakuniniana.
Desde luego, las explicaciones basadas en el azar o en el desinterés de Marx
por España, aunque puedan proporcionar datos accidentales, no suponen una res
puesta adecuada456.Aun cuando pudiera jugar en un primer momento la confusión
entre los documentos de la Internacional y los de la Alianza, y hubiese sido de
desear una mayor preocupación de Marx hacia un país al que despreciaba pro
fundamente5, no parece que esa primera orientación hubiera podido consolidarse
de no existir causas de fondo. En este sentido, un breve trabajo monográfico, el
de J. Maurice sobre la difusión en España de la primera versión castellana del
Inaugural Address arroja una luz considerable: el texto de Marx resulta desvir
tuado en lo que tiene de reconocimiento de las reformas, trazado de una óptica de
clase y articulación de lucha económica con acción política.7 No cabe pensar en
maquiavelismo, sino en una lectura simplificadora del traductor, que conecta con
los planteamientos ideológicos de la Alianza bakuniniana, con un ideal igualitario
que traduce la lucha de clases en confrontación de pobres contra ricos. Otro
ejemplo: la gran influencia de Proudhon sobre los lectores de capas populares.
No es casual que Mesa y Engels piensen años después en La miseria de ¡a filo
sofía como el texto de Marx que con mayor urgencia es preciso ofrecer a los
Tenemos asi un segundo dato: Proudhon como puente para la penetración del
bakuninismo en la conciencia obrera, a través de la acción difusora de la
'intelligentsia' radical.
¿Por qué esa visión reductiva de Marx y ese papel decisivo de la obra
proudhoniana? En la respuesta se encuentra, indudablemente, la clave para enten
der esa peculiar situación de subdesarrollo teórico, el "desierto de declamaciones
abstractas que reina entre los españoles", por utilizar la conocida frase de
E ngels10 El primer elemento explicativo se deriva de lo anterior: el predominio
del bakuninismo, y con él la marginación de Marx entre los intemacionalistas es
pañoles, se encuentra estrechamente ligado a la dependencia ideológica respecto
al republicanismo federal • ahí está la labor de Pi y Margall en relación a
Proudhon - en los cuadros intemacionalistas de España. Un hecho que parece en
trar en contradicción con la radicalidad de la ruptura antipolítica que esos mismos
intemacionalistas protagonizan en 1870. Quizás una lectura atenta de los textos
de esos mismos intemacionalistas nos permita dar cuenta de esa aparente contra
dicción Así, al convocarse en 1881 un Congreso amplio de sociedades obreras
en Barcelona y nacer la Federación de Trabajadores de la Región Española, ésta
se autodefine sin reservas como "distinta y opuesta a todos los partidos políticos
burgueses y obreros"' Pero por dentro el contenido ideológico no sólo no revela
corte con el pasado ptmargalüano, sino incluso una estricta continuidad. Se tra
tará de alcanzar "el pacto sinalagmático, conmutativo y bilateral como única
forma para establecer la Gran Federación del Trabajo"11. Es decir, hay una ruptu
ra táctica irreversible con el republicanismo federal, pero once años después del
congreso de Barcelona, reunión que consagra la hegemonía de Bakunin en el seno
8 M Nenlau, op. cit., pp. 28-29.
9 Cit. apud J íenmiti, ' La correspondencia de Engels e o s José Mesa y Pablo Iglesias (1887.
\Z9$)', Estudias de Historia Social, IS, 1980, p. 275.
lOFriedrich Engels, Paul y Laura Lafargue, Correspondance, I, 1868-1886, (Paris, 1956), p.
28. ,
1 1 Cil. apud J. Díaz del Moral, Historia de las agitaciones campesinas andaluzas • Córdoba,
(Madrid. 1973), p. 128.
UTOPÍA Y REVOLUCIÓN EN EL MOVIMIENTO ANARQUISTA ESPAÑOL 83
del movimiento obrero organizado español, las ideas de fondo siguen respon
diendo a la cosmovisión republicana. Simplemente se había registrado la trasla
ción del contenido político de la federación al económico, algo que por otra parte
también puede rastrearse en los escritos de Pi y Margall. i*
Nuestra hipótesis explicativa es que el corte de 1869-70, descnto en su her
moso libro por Anselmo Lorenzo y juego cien veces narrado, supone una diviso
ria decisiva en ios planos táctico y orgánico, pero encubre la continuidad de
fondo de unos planteamientos ideológicos sobre los que planea el atraso capita
lista del país. Del mismo modo que en Francia la ideología de la burguesía pro
gresiva, el positivismo, gravita sobre pensadores obreros como Lafargue, en
España la ausencia de ese proceso de modernización se refleja en los plantea
mientos de la “intelligentsia" pequeño burguesa, y a través de ella en las van
guardias intemacionalistas. Para hombres como Garrido o Pi y Margall, la revo
lución capitalista no es un proceso en curso, sino un referente ideológico extemo,
europeo, mientras en España puede aun soñarse un 'orden natural' donde se
conciben los intereses de las clases en eventual conñicto. El federalismo es a un
tiempo fórmula de la futura revolución burguesa y expresión de tas aspiraciones
igualitarias de las capas populares: el atraso capitalista constituye el dato esencial
a la hora de determinar la implantación de las organizaciones, actitudes e ideolo
gías. Engels lo precisó en el primero de sus artículos para D er V olhstaat (1873):
España e$ un país muy atrasado industrialmeote y por lo tanto no puede hablarse aun de
una emancipación inmediata y completa de la clase obrera. Antes d e esto, España tiene
que pasar por varias etapas previas de desarrollo y quitar de en m edio toda una serie de
obstáculos. La República brindaba la ocasión para acoitar en lo posible estas etapas y para
barrer e sto s obstáculos. Pero esta acdón solo podía aprovecharse mediante la intervención
política activa de la clase obrera española.1213
17M ichel Ralle, "Acción v utopia en la Primera Internacional española". Estudios de Historia
Social, 8 -9 ,1 9 7 9 , pp. 75-87.
18 Véase el estudio d e Michel Ralle, "*La Emancipación y el primer grupo ’marasta' español:
rupturas y permanencias", Estudios de Historia Social, 8-9, 1979, pp. 93-128. También
Manuel Pérez Ledesma, "La Unión General de Trabajadores: socialism o y reformisnxT.
Estudios de Historia Social, 8 -9 ,1 9 7 9 , p. 223.
19Fem aado Garrido, La República democrática, federal, universal (Madrid, 1856), cap. ITI.
$6 An t o n io Elorza
24 V éase Aldo A gosti, " 0 m ondo della III Intem azionale: gli stati m aggiori", e a E.J.
H obsbawm , G. H aupt, F. M arek, E. Ragionieri, C. V iv im i (e d s.) Storta dèi marxismo, QL
1 (T orino, 1980), p. 381.
25 D iego A bad de Santillán, "España y el mundo", Tiempos Nuevos, D. 2, 1 -V I-1935, eh. apud
D. Abad d e Santillán, Et anarquismo y la revolución en España. Escritos 1930-1938,
(M adrid, 1976), p. 233.
2 6 Y i en 1937 la C N T codificò esta interpretación en el folleto Colectivizaciones La obra
constatano de ¡a resolución española (Barcelona, 1937). F ue, según subraya un clásico de
U propaganda anarquista, G astón Levai, "une revolution sociale m com parablem ent plus
profonde que to u te s celles qu i fo n i précédée" (Espagne fíbertaire, 36-39, Paris, 1971, p.
9). U na reciente revisión del tem a en J. C asanova, ed.. El sueño igualitario: campesinado r
colectivizaciones en la España republicana, 1936-1939 (Z aragoza. 1988)
88 An t o n io Elorza
E) mismo Nin evocara más tarde la intensidad con que anarquistas y sindica
listas revolucionaros saludaron la revolución m sa entre 1917 y 1920:
La prensa de U CN'T dedicó extensos artículos a la revolución de octubre y al bolche
vismo. Los corresponsales o b rero s firmaban 'm iem bros del soviet oúm. X o ’bolchevique'.
El periódico de ios grupos anarquistas se llamó, ea honor al Spartakusbund alemán. Ban
dera roja. F.I tem a favorito de los agitadores y propagandistas fue la revolución bolchevi
que. El ejército rojo fiie objeto de simpatías especiales. E stando el autor del presente artí
culo a principios c e 1920 en la c á rc e l le fue pasado clandestinam ente el proyecto de un
'ército rojo español, elaborado por grupos anarquistas. Se produjo una situación para-
S jjica. M ientras que los lideres socialistas aparecían com o contrarios a la Revolución de
octubre y al bolchevism o, los anarquistas, que disponían de una organización d e un millón
de miembros (sic) defendían la dictadura del proletariado y el partido com unista.3*
36 Una exposición m ás amplia en nu estro artículo "C ontexto histórico d e la form ación del
PCE" en W .A A . Sesenta añas en ¡a historia del Partido Comunista de España (M adrid,
s.a ).p p . 10-16.
37 Juan Gajcia O iiver, E l eco de los pasos, (Paris-Barcelona, 1978), p. 28.
38 La colección d e España Sueva d e M adrid, conservada en la H em eroteca M unicipal madri
leña ofrece abundantes m u estras d e esa fascinación, confirm ada en conversación con viejos
militantes, co m o Sebastián C lara, en los prim eros tiem pos de la dem ocracia.
U t o p ía y r e v o l u c ió n e n e l m o v im ie n t o a n a r q u is t a e s p a ñ o l 91
>12 "M anifestaciones de Salvador Seguí", Vida Sueva, 13-X Ü-1921, en Artículos madrileños
de Salvador Segui (M adrid. 1976), p 105.
43 Artículos madrileños de Salvador Seguí, p 138.
44 E s muy significativo que cuando la propia Federica M ontseny vuelve la mirada al pasad o y
evoca la fundación de la nueva A .l.T de Berlín, se limita a anotar que la C N T acordó
adherirse a ella y pasar de inm ediato a otro tem a con m ás contenido histórico. V éase Agustí
1*00«. Co>i\erses amb Federica híotuseiry, (Barcelona, 1977), p. 73.
U T O P ÍA Y R E V O L U C IÓ N E K EL M O V IM IE N T O A N A R Q U IS TA ESPA Ñ O L 93
traduce en un incremento de los salarios reales, por lo que la clase obrera catala
na tiene buenas razones para sentir la nostalgia del sindicalismo que les permi
tiera resistir a la carrera de los precios inducida por la coyuntura de guerra. En
fin, no cabe olvidar las peculiares condiciones de la ilegalidad cenetista bajo la
dictadura de Pruno de Rivera: se trata de presión casi agobiante sobre los sindica
tos, sin ilegalización general y con fuertes diferencias provinciales, medidas de
excepción (prisiones gubernativas, destierros) sobre militantes individuales y,
sorprendentemente, una cierta tolerancia para las publicaciones, las cuales, dentro
de la censura previa, sirven para mantener encendida la antorcha de las ideas
anarcosindicalistas. Los sindicatos, salvo excepciones, estuvieron clausurados
pero, como yo mismo tuve ocasión de comprobar medio siglo después, los hom
bres de la CNT seguían recordando las polémicas desarrolladas en los semanarios
del periodo: E l Productor (anarquista ortodoxo), Vida Sindical, Solidaridad
Proletaria (sindicalistas), Acción Social Obrera, de San Feliu de Guixols,
Despertad de Vigo (donde se cruzan las posturas). Y eso que el diario oficial de
la CNT catalana, Solidaridad Obrera, hubo de cesar su publicación en mayo de
1924. Pero también se recibían algunos números, y tenían gran impacto, de La
Protesta de Buenos Aires, ccn su suplemento doctrinal. Fueron, pues, años de
ideas sin acción.4* Tal vez lo que necesitaba el anarcosindicalismo español para
salvar el cabo de la posguerra.
Porque, más allá de las cuestiones inmediatas de actuar o no dentro de la ile
galidad difícil de la Dictadura, o de implicarse en las conspiraciones para derri
barla, había mar de fondo. Entre 1919 y 1922 el peligro de una sovietización de
la CNT había sido lo suficientemente fuerte como para levantar en lo sucesivo
demandas crecientes de ortodoxia anarquista contra todo desviacionismo. Hay
que tener asimismo en cuenta que, en los tiempos de ilegalidad, la vida sindical
regular era imposible, resultando sustituida por las asambleas o reuniones de mili
tantes, reuniones informales en las que prevalecían los representantes de los gru
pos. Finalmente, estaba la oscura línea de contacto entre grupo de afinidad anar
quista y grupo de acción tenonsta, fundidos en el más famoso, los 'Solídanos'
(con Dumiti, García Oliver, Ascaso, Ricardo Sanz: una auténtica vanguardia en
la acción anarquista de 1920 a 1936).4546 La ilegalidad favorecía, en consecuencia,
la pretensión anarquista de asegurar la propia hegemonía en el seno de la CNT,
Cabe pensar que esta opción radical por la revolución anarquista a corto plazo,
utilizando a la CNT, como instrumento, surgía del cruce de dos procesos de sig-
ruñcación muy diferente. De un lado, la vocación de ruptura con el orden social
propia de los grupos de acción anarquistas en el período 1919-1923, que los
'Solidarios' asumían emblemáticamente y encamaban a modo de vanguardia de la
ortodoxia revolucionaría anarquista en el seno de la CNT. En este orden de cosas,
la fragilidad orgánica de la FAI se veia sobradamente compensada por su valor
como referencia ideológica. "Si la FAI era prácticamente inexistente - ha
recordado en sus memorias el mismo García Oliver, entonces su secretario
peninsular * cobraba diariamente resonancia el ser faista, o sea, partidario de rea*
lizar la revolución social enseguida, sin esperar a mañana ni a después"53. Pero
para que tal propósito tuviera visos de realización, había que contar con un se*
gundo proceso, más reciente y causa inmediata de) espejismo revolucionario: el
aluvión de ingresos en la CNT durante los meses que siguen a su legalización de
abril de 1930. El encuentro se va a producir en el marco de coyuntura histórica
que, desde la perspectiva del apoliticismo anarquista, contempla la llegada de la
República, tras el período de agitación en apariencia prenevolucionaría que dis
curre hasta el cambio de régimen, como repliegue y la consolidación de una de
mocracia burguesa. En sus artículos de Tierra y Libertad en 1932, García Oliver
será claro: la República es el fascismo y contra ella sólo cabe ia revolución so*
ctal.545La forma que ésta ha de asumir enlaza con la tradición insurreccionalista
del siglo XIX. También en este punto el anarquismo faista constituye la culmina
ción del republicanismo radical. Las "multitudes proletarias" han de acabar me
diante un acto puntual con los privilegiados, la burguesía, y su principal mtru-
mentó, eí Estado. La dinámica acción-represión-acción puesta en marcha desde el
verano del 31 con la contribución de los responsables del orden público, Miguel
Maura y Oriol Anguera de Sojo, fundamentará esta opción frente a la traición
"treintista". Los modos y las tácticas podían variar de unos anarquistas revolucio
narios a otros, de García Oliver a Federica Montseny, pero no se da en absoluto
la divisoria a que ha apuntado recientemente Pere Gabriel al prologar una anto
logía de escritos de la segunda.** Para ambos, hechos como los del Alto
Llobregat son vistos como "la experimentación comunista libertaría", el paso ini
cial de la gimnasia revolucionaria y la primera prueba del valor científico del pro
yecto de transformación social sustentado en el esencia revolucionaria del pueblo
español.
Las frases son intercambiables entre lo que García Oliver escribe en Tierra y
Libertad tras el levantamiento citando:
O lo que. con tonos más trágicos, pues acaba de tener lugar la matanza de Casas
Viejas, proclama Federica .Vlontseny de los "pueblos que proclaman el Comu
nismo libertario": "nos dais la pauta a seguir'157 Es e1 mismo tipo de discurso que
emplean las declaraciones del CN de la CNT y los periódicos anarcosindicalis
tas. La revolución parecía algo tan inminente para los portavoces faístas - y em
pleamos el término conforme propone García Oliver - que podia prepararse
abiertamente a lo largo de 1933 y anunciarse desde la Soli el 2 de diciembre de
1933, declarando "la inminencia de un fatal estallido revolucionario": "Vamos a
la implantación del comunismo libertario a base de las comunas libres organiza
das en cada pueblo, sustituyendo la organización estatal burguesa por los princi
pios de unión y solidaridad que han inspirado siempre la acción de la clase traba
jadora y que son hoy la base de la organización obrera." Al día siguiente la Solí
era suspendida y cinco días después estallaba la última intentona revolucionaria
de la CNT faista en Zaragoza
Ese estado de ánimo prerrevolucionario era fomentado desde el diario de la
C.R.T. catalana, desde semanarios como Tierra y Libertad y El Luchador, de la
familia Urales, y a través de folletos y publicaciones tradicionales. Como advertía
a Urales su informador de Sanlúcar de Barrameda: "Se siente un hambre voraz de
pan espiritual. Se reparte profusamente El Luchador, Tierra y Libertad, El
Libertario. La Soli. La Revista Blanca, Estudios, La Novela Ideal, folletos y li
bros anarquistas"*5758, Ciertamente, los golpes represivos eran más eficaces que los
razonamientos sobre la revolución y las descripciones del orden posrevoluciona
rio, pero éstos conferian sentido a la respuesta insurreccional que se buscaba De
ahí ia proliferación de lo que yo he llamado en alguna ocasión "pequeñas uto
5 6 1 García Oliver. “D esde la Ucea 4 e fuego*, Tierras Libertad, 8-JV -1932,
57 E l L u ch a d o r, 3-IM933.
58 Federico Urales. E sp a ñ a J93S (Barcelona. 1933). p, 181.
U t o p ía y r e v o l u c ió n *e n e l m o v im ie n t o a n a r q u is t a e s p a ñ o l 99
59 ’‘Folletos y papeles utópicos del anarcosindicalismo esp añ o l', Revista de Trabajo, 56, 1976,
pp. 217-448.
60 José Villaverde, "Posibilidades para hacer realidad al com unism o libertario". CAT, 17-X1-
1932.
6 1 J. García Oliver, "D esde la linea d e luego", cit,
62 "La FAI ante el m om ento español“, La Tierra, 3 -X -1931; reproducido p o r nosotros en El
movimiento libertario español (Suplem ento de Cuadernos de Ruedo /ó fric o ), (París,
1974), p. 314.
100 An t o n io Eìo s z a
66 Isaac Puente, "L as dos interpretaciones fundamentales del socialismo*. Tiempos Nuevos,
1935, pp. 210-213.
61 Federico Urales, E l ideal y la revolución (Barcelona, 1933), p. 22.
102 A N T O N IO E L O R Z A
Desde este ángulo, la revolución violenta era eliminada como vía de emanci
pación, pero si cabía destacar la solidaridad con quienes heroicamente se enfren
taban a la represión del poder. Puede ayudamos a entender esta actitud el comen
tario editorial de diciembre de 1933, al comentar un mitin antielectoralista de la
FA1. Lo primero que les preocupa es el exceso de tabaquismo en medios anar
quistas, puesto de relieve en el acto, para concluir desechando la solución ofre
cida por Durruti de la revolución social, que les parece un nuevo engaño, similar
al de "los curas y los políticos"686970. Los anarquistas individualistas debían aprender
a desconfiar de todo proyecto ofrecido en nombre de la colectividad.
Claro que con la CNT como referente cabía la reflexión opuesta, incluso
integrando los aspectos de rechazo de la política y la moral capitalistas, asi como
las preocupaciones por la renovación de las formas de vida individuales. Es lo
que entre 1932 y 1934 expresa la revista Orto, de Valencia, donde Marín Civera
reúne un amplio espectro de colaboradores, desde propagandistas del naturismo y
anarquistas tipo Isaac Puente a admiradores confesos de la revolución soviética,
como el artista Renau. En este caso, el referente inicial anarcosindicalista se jus
tifica sin duda por ser la CNT el único protagonista posible de un proceso revolu
cionario en el cuadro de fuerzas obreras que presenta el primer bienio republi
cano. Orto es minoritaria y su orientación prosoviética - por lo menos en algunos
colaboradores - y prioritariamente antifascista le atraerá las iras de sus lectores
libertarios, que acabarán abandonando la revista y provocando su cieñe. Desde
este ángulo, su publicación parece testimonial y acaba integrándose en ese mo
saico de piezas sueltas que es la formación de la mentalidad frentepopulista de
71 M ario Civera,"El sentido hum ano de ia econotnia". Orlo, 1, 1932, pp. 4-5.
7 2 /ó á ¿ ,p . 5
U t o p ía y r e v o l u c ió n e n e l m o v im ie n t o a n a r q u is t a e s p a ñ o l 105
por otro el control social de un grupo que al trasgredir las leyes que rigen una
sociedad que los margina dejan de ser revolucionarios para convertirse en rebel
des criminales
5 Ibidem, p. 55.
6 ibidem, p . $9.
7 La revolución corresponde a un esquem a de transform ación social lento, progresivo, sin
violencia, y está siem pre prom ovido p o r hom bres geniales y apasionados, y no p o r crimina
les n a to s V éase G li Anarchici, pp. 56-57 y 66-67.
112 An drés Galera Góm ez
por otro el control socia! de un grupo que al trasgredir las leyes que rigen una
sociedad que los margina dejan de ser revolucionarios para convertirse en rebel
des criminales.
M a d o v e Q debito político á coafonde co l debito com uae, ¿ quaodo codestri n o v ito ri dal
cam po teórico, libero a s p a s a re d a chhm que abbia la m ente sana, preteodono sceodere
aba pratica, voleado com o vklim o. ragghm gere la m eta con ogni m ezzo, anche col furto e
colTassassinio;
5 Jbidem , p. 55.
6 Jbidem , p. 59.
? La revolución corresponde a un esquem a de transform ación social lento, progresivo, sin
violencia, y esta siem pre prom ovido p o r hom bres geniales y apasionados, y no p o r crimina
les natos. V éase Gii Anarchtci, pp. 56-57 y (6 -6 7
112 An d rés Ga lepa Góm ez
violenta abandonó la Federación. Sin embargo, no será hasta la década de los no*
venta cuando se pueda hablar con propiedad de anarcoterrorísmo17189. De 1892 a
1897 va a tener lugar la primera gran oleada de atentados anarquistas: a los suce
sos jerezanos de 1892 seguirán el atentado de Pallás contra el general Martínez
Campos y el de Santiago Salvador contra el Liceo barcelonés, ambos en 1893, el
atentado de Ramón Murall contra el gobernador civil de Barcelona en 1894, el
atentado contra la procesión del Corpus en 1896, preludio del célebre proceso de
Montjuich, el asesinato de Cánovas por Angiolillo en 1897, y el atentado de
Ramón Serapau contra el teniente Portas en ese mismo año, son los principales
acontecimientos de la propaganda por el hecho en la última década del siglo XIX.
En nuestro análisis el vinculo entre la antropología y el anarquismo no surge
hasta 1892, con motivo de los sucesos de Jerez, momento en que las páginas de
El Liberal sacarán a la luz pública las primeras criticas de Rafael Salillas a la
ideología y metodología ácrata.
En última instancia se está definiendo una masa humana agonizante en sus penu
rias económicas, a la que se castiga por su tendencia a la neofilia lombrosiana2223,
por su rebeldía contra unas condiciones injustas, vejatorias, que se pretende com
batir mediante "la fuerza de la represión, de la ley, y de la defensa social, que es
la garantía del derecho, las lecciones experimentales del verdugo y las enseñan
zas del patíbulo"22.
No le faltaba razón a Ricardo Mella cuando afumaba, en respuesta a su con
trincante, que "en verdad confesamos que es un arma terrible la Manada de locos;
es un ramillete de frases escogidas y de efectos cautivadores para desacreditar las
ideas emancipadoras que abren brecha."24 La argumentación de Salillas, lejos de
su pretendido positivismo, está dictada más con el corazón que con la cabeza, en
defensa de unos intereses particulares, en aras de una justicia burguesa opuesta a
toda igualdad social, que olvida cuando convierte la victima en victimario y busca
en el patíbulo la expiación de los sufrimientos del campesinado que no de su
culpabilidad.
Hasta el momento no se ha manifestado aún un tipo anarco-crimina!, sino que
se ha definido un comportamiento antisocial promovido por la insurrección de un
grupo de ciudadanos soñadores. La antropología criminal española todavía no
había manifestado un posicionamiento definido sobre la tipología criminal, y me
nos aún sobre la tipología anarquista, ante la multiplicidad de tipos criminales
promovidos por Lombroso, particularmente para los delitos políticos habiendo
20 Salillas, R. (1892a).
IXlbidem.
22 Lombroso en su tratado sobre los anarquistas va a definir la neofilia, tendencia a lo nuevo,
com o una peculiaridad de toda ideología revolucionaria.
23 SalOlas, R. (1892a).
24 Mella, R. (1892).
116 a n d res Ga lera Góm ez
dejado en el olvido el nihilismo ruso que el maestro de Turín redime bajo el ale
gato de su carácter revolucionario25.
Contrapunto del manifiesto burgués redactado por Rafael Salillas fue la res
puesta que el anarquismo español dio, a través de Ricardo Mella, en las páginas
de El Productor de Barcelona algunas fechas después26, litigio del que ya hemos
ofrecido algunos fragmentos. En ella, tratando de probar “la falta de razón y de
justicia de la sociedad presente y, de consiguiente, la necesidad de una transfor
mación social"27, se esgrimen hábilmente las injusticias padecidas por el obrero
en genera] y el campesinado en particular, reproduciendo un panorama desolador,
perentorio, situación a la que se responde con los grilletes, las bayonetas, el cala
bozo y el verdugo.
La palpitante cuestión social de Sa España de finales del siglo XIX será un
pretexto adecuado para que el positivismo decimonónico ataque de nuevo a las
huestes proletarias, ahora desde la veniente doctrinal. Lombroso y Garofalo, son
reclamados desde las paginas de El lib e ra l para que con su ortodoxia ejemplari
cen a una sociedad en combustión ante el cercano primero de mayo de 1892a*.
Rafael Salillas pone en boca de Lombroso un socialismo teórico, sobre un estado
social injusto en el que, siguiendo su concepto de atavismo, se repiten estructuras
sociales pretéritas;
El mundo marcha con una desigualdad inconcebible. Sus avanzados siguen en el agio
XEX; su grueso queda atrás en la Edad Media, en la Edad Antigua y en la primera época
de los imperios asiáticos; sus rezagados no acaban de salir de las sombras y de la inercia
de la vida primitiva2*.
25 Véase Salillas, R. (1892a), “El tipo criminal'', El Liberal, Madrid, 14 de abril. Lombroso en
su tratado sobre los anarquistas establece que los nihilistas en su mayor parte presentan un
riño normal, de cierta belleza (p 59).
26 El conocido dirigente anarquista Ricardo Mella asumió la ardu» tarea de refutar los plan
teamientos argumentados por los antropólogos criminales para definir la tipología criminal
anarquía. Fruto de esta tarea será la referida obra Lombroso y los anarquistas, que tendrá
su preludio en el citado artículo de El Productor, “Manada de locos", en confrontación con
Rata«) Salillas
27 Mella, R. (1982),
28 Salillas, R. (1892c), '‘Interview'' con Lombroso, E l Liberal, Madrid 22 de abril; Salillas, R.
La a n t r o p o l o g ía c r im in a l f r e n t e a l a n a r q u is m o 117
E l tipo anarco-criminal
La obra de Rafael Salillas acoge la propaganda por el hecho desde dos puntos de
vista diferentes: por una parte se define el tipo psicosomático del crimina) anar
quista, y por otra parte se analiza e) acto terrorista desde una perspectiva crítica.
Hasta ahora hemos asistido a una breve etapa de transición, en la que uno y
otro bando han mantenido un tendencioso juego dialéctico, recordemos que la
violencia revolucionaría no ha ejercido aún su faceta vengadora, que la va a dotar
de su carácter sangriento, limitándose a actos propagandísticos y de protesta
junto a frecuentes pero irrelevantes atentados con explosivos. No han surgido aún
los primeros mártires de la causa y la colectividad ha impedido la definición tipo
lógica de los activistas, que no se va a producir hasta que la propaganda por el
hecho adquiera una dimensión individual. Es por ello que el positivismo antropo
lógico criminal no se manifestará hasta la aparición de los primeros raagnicidios,
que en España tuvo lugar en 1893 con el fallido atentado de Paulino Pallas contra
el general Martínez Campos.
1893 y la figura de Pallas, a la que seguirán la de Murull, Angiolillo, Arta! y
MorTal, es el punto de partida tanto de la propaganda por el hecho como de la
actividad sistematizadora promovida por la antropología criminal española a era-
1 13 An d rés G a l e r a G ó n íe z
E l acto terrorista
Siguiendo los planteamientos del sueco Frederick Lindholm3*, Rafael Salillas es
tablece una geografía anarquista española • el nacionalismo es una de las princi
pales coordenadas de su obra antropológico criminal en la que se diferencian
dos zonas de influencia revolucionaría, Andalucía y Cataluña, con personalidad
propia, respondiendo cada una a diferentes connotaciones sociales19. En el sur de
la peninsula se manifiesta un movimiento libertario cuyas raíces se sumergen en
su ya lejana tradición bandolera, antecedente inmediato del vigente anarquismo
como respuesta a las injusticias sociales. Al bandolerismo le sucedería una pro
funda y generalizada agitación social que culminaría en la constitución de una
poderosa asociación agraria, que, fuera de los sucesos de Jerez y de los actos
promovidos por la Mano Negra, se había mantenido dentro de una actividad pro
pagandística pacifica.
Frente a ella se diferencia, en el norte de España, el anarquismo catalán carac
terizado por su afrancesamiento, fruto de su situación fronteriza con el país galo.
Esta influencia francesa, generalizada en )a sociedad catalana, se testimonia en el
modelo de propaganda por el hecho seguido: ataque directo a la victima, en opo
sición al modelo italiano de uso indiscriminado de explosivos. Los atentados
promovidos por la acracia catalana son a su vez sistematizados, atendiendo a su
significado, en dos grupos genéricos según que su finalidad responda a un ataque
directo bien contra el poder establecido, que tendría un sentido de venganza, bien 37*9
CorrecionaUsmo
Estudiada la tipología anarquista sólo nos resta referir unas últimas consideracio
nes sobre el modelo correccionalista propuesto para la criminalidad ácrata. En
este punto además de las consabidas mejoras sociales, económicas y culturales, al
considerar al regicida como un enajenado mental Saltllas se manifiesta contrarío a
la pena de muerte, abogando por su reclusión en instituciones análogas a la
"Criminal lunatic Asilum" inglesa, y en cualquier caso se reclama una profunda
reforma penitenciaría destinada a aplicar una metodología correccionalista mo
derna que convierta las prisiones en centros destinados a la regeneración social y
no a la simple privación de libertad. "La función penitenciaría ha de consistir,
como toda obra pacificadora social, en aplacar, moderar o derivar las rebeldías de
los hombres agitados, por la causa que fuere (...J"40, afirma utópicamente nuestro
antropólogo en línea con sus planteamientos reformistas iniciados en 188641. La
prisión no debería tener como primera y única finalidad la reclusión de los delin
cuentes, y si la de constituirse en una institución destinada a la recuperación de la
salud social, en la que el anarquista, como cualquier otro delincuente, encontraría
el tratamiento adecuado para su recuperación y posterior integración social.
tuvo, claro está, manifestaciones violentas y agresivas, pero que no se puede re*
ducir a ellas5 Unqmuno estaba, pues, psicológicamente dotado de modo extraor-
dinano para las doctrinas anarquistas. Se podría decir con toda la razón que
Unamuno era un anarquista nato. Esta predisposición natural por lo libertario se
concretiza ya en sus años jóvenes en el entusiasmo que él siente por Pi i Margal!.
El hombre público, a quien poc entonces iban mis simpatías todas, el que m e atraía, y a
quien acudí a oir siempre que pude, era Pi i M a rg a l Y nunca, sin embargo, crucé dospa*
labras con é l M i simpada a Pi i Margall y sus doctrinas, arrancaba de antes d e mi de
mi tíerra natal vasca. Siendo todavía estudiante del Instituto, en Bilbao, había leído su
bbro Las Nacionalidades • acaso el primer libro de política que leí, que era una especie de
escritura sagrada en el grupo de amigos [...].
Seguidamente especifica Unamuno cuáles fueron las ideas que más le interesa*
ron. No fueron los entusiasmos nacionalistas."[...] todos esos cantos no signifi
caban para nosotros nada jumo a la doctrina del pacto sinalagmático, conmutativo
y bilateral, verdadero principio anárquico."6
La concepción pactista del anarquismo que considera a la autoridad no como
poder de coacción, sino como consentimiento forma al menos un primer eslabón
en ia idea orgánico-social que él desarrollará posteriormente. C. París ha estu
diado algunos aspectos de )a concepción unamuniana:
Entonces la realidad entera n o s aparece organizada en sociedades crecientemente comple
jas, en que lo uno y lo múltiple escalonados se alian en estructuras integrativas. Y entre las
cuales podemos distinguir grados diversos de integración, desde el nivel que Unamuno
designa en v arias ocasiones con el término de federación', grado tnánmo realizado en los
organismos inferiores, hasta la constitución de unidades orgánicas superiores. Sociedad y
organismo se hacen conceptos intercambiables y consecuentemente la superación d e la
antinomia individuo-totalidad se posibilita una vez más, abora sobre este m odelo bioló*
gico-social.7
uno pueda rendir culto en su conciencia a lo que quiera o com o quiera. No m is poderes ni
m is privilegios, no m is autoridad constituida, no más monopolio de la riqueza, no más
poder religioso. Que la libertad, en toda su extensión, sea nuestro constante ideal.'1*
También para Unamuno el liberalismo es algo más que una simple idea política
para la organización de un Estado. Es una concepción de la vida y del mundo
familiarmente arraigada en su persona.
Nací y me crié en la invicta villa liberal de Bilbao £1 liberalismo del glorioso siglo
XIX era tradición en mi familia (...]. Cuando repaso las memorias de mi abolengo liberal •
de origen doceañista y ai sentir que se destruyen los caminos • los métodos - para levantar
barreras (dogmas o dictaduras, unas u otras), que se niegan el libre examen para asentar
esta Inquisición o su contraria, ahora es (enero de 1936) cuando siento afirmarse en mí
aquella tradición familiar de liberalismo ] 1314
señalaba en 1909. en la sociedad El Sitio, que había en Espada dos clases de liberales: los
verdaderos y los de engañifa, Tos liberales de burla'. O sea, por una parte los liberales
como él • los liberales de pensamiento - y por otra, los plutócratas bilbaínos y la oligarquía
agraria, los liberales, que podríamos llamar de 'mantenimiento'. En una palabra, diríamos
uc Unamuno finalmente aspiraba a recuperar el liberalismo sacándolo ante todo d e los
3ominios de la banca vasca y del romanoaisroo.1*
16 / b k , 17
UNAMUNO y e l p e n s a m ie n t o a n a r q u is t a 125
correr el viaje sin fin y sin posada última. Y el idealismo es método, es un estilo
espiritual."17
La similitud libertaria entre Unamuno y el anarquismo halla una nueva corres
pondencia en la acentuación del valor del individuo. El conocido egocentrismo,
mejor dicho, "egotismo" unamuniano - presentado muchas veces por la crítica
como deseo patológico de supervivencia en la fama - entraña elementos básicos
de defensa de la individualidad como base de la libertad y de la sociabilidad:
Ha sido mi cantinela de siempre. Quien defiende y exaha su propia personalidad, su yo.
defiende y exalta las personalidades, los y o s de los demás. Y lo s que tienen p o c o yo, poca
Íiersonalidad, c o es que no sean egoístas, es que son apocados, bajamente egoístas. Son
os peores de los egoístas... Pero le llaman así al que lleva su y o en la mano para que
viéndolo los demás piensen en los suyos pro p io s18
Hasta el punto que la afirmación del "yo" es verdadero camino para llegar al
"nosotros".
Y eso que y o o s digo, que vengo peleando toda mi vida por el respeto a la individualidad
del hombre aislado - seguro d e que al defender eso defiendo la individualidad d e cada uno
de vosotros - se dice que es egoísm o. E l que defiende el Yo', defiende todos lo s Vos*; no
es el yo, es el ’nosotros'.19
21 ibid.. 232.
22 C. París, op. en., 288 s.
23 Obras completas, Madrid 1958, vol. III. 8-14.
Un a m u n o y e l p e n s a m ie n t o ANARQUISTA 127
Sean mis versos bombas que estallen a los pies del ídolo
La poesía como forma de >accióo directa<
/
Lo que ha de llamar la atención de cada uno que hojea la cantidad considerable
de periódicos y revistas anarquistas que aparecen en la España de fines de! siglo
XIX hasta la guerra civil es el sinnúmero de poemas que por lo visto desempeñan
un papel importante dentro del impacto doctrinal-ideológico de dichas publica*
ciones. Generalmente se encuentran en secciones fijas dedicadas a la publicación
de producciones literarias de cualquier compañero que quiera colaborar con ver*
sos más o menos elaborados, pero que nunca echan de menos un entusiasmo re*
volucionario.
En la lucha por la emancipación social entablada por un proletariado militante
a partir de la 'Gloriosa', los anarquistas atribuyen mucha más importancia al arte y
a la literatura que por ejemplo sus rivales, los marxistas. A nuestro parecer un
motivo de tal actitud revolucionaria y artística al mismo tiempo puede ser el
"antipoliticismo" de los ácratas que opone la "acción directa" a la "acción políti
ca", i
Ya el lema de la Primera Internacional, "la emancipación de los trabajadores
ha de ser obra de los trabajadores mismos", expresa la acritud antipolítica que no
quiere decir más que el pueblo * término abstracto que pasa a significar específi
camente todos los explotados y marginados, es decir, el proletariado y
"Lumpenproletariat", * actúe espontáneamente por sí mismo, que se enfrente in
mediatamente a sus explotadores y que conquiste la libertad y la igualdad, sin
confiar en políticos profesionales • aunque sean elegidos democráticamente • o en
reformas sociales desde arriba. Entre los modos de la "acción directa" caben el
terrorismo, la insurrección y la huelga, pero también el robo de alimentos, la
huelga de inquilinos y - lo que para nosotros es de interés especial - la propa
ganda y la agitación a través de la palabra poética.
1 V é a « JotóA frarez Junco, La ideología política del anarquismo español (Madrid 1976),
i3 0 W o lfg a n g K a r l G lö c k n e r
//
En el año 1886 en A cra cia se declara lo siguiente:
( toda rev olución, así com o tiene una filosofía y una ciencia del Derecho, debe tener su
ane y su literatura. A l m eoos asi ha sucedido siempre. ¿Por qué, pues, nuestra revolución
social no ha d e tener su literatura y su ane correspondientes?*
Esto indica que ya en los años ochenta los problemas estéticos y literarios son
discutidos en la prensa libertaría. Los anarquistas reaccionan muchas veces po
lémicamente ante los debates contemporáneos sobre arte y literatura - por ejem
plo en tomo al naturalismo, esteticismo y modernismo - y desarrollan de modo
fragmentario algunos principios de "estética anarquista”4, estética que no forma
un sistema lógico o "científico", sino que se caracteriza por su estado provisional
y por un pluralismo de opiniones, a veces tan contradictorias, que resultada difícil
querer armonizarlas. Sin embargo hay algunas constantes más o menos aceptadas
generalmente.
Asi, casi todas las consideraciones de los ácratas referentes al arte y a la litera
tura parten de la distinción rígida de "ane decadente" y "ane verdadero".
Federico Urales define "decadencia" de manera siguiente: "[...] perder condicio
nes de fortaleza moral, física e intelectual; dar importancia a lo puramente exter
no en perjuicio de lo interno, supeditarlo todo a la forma, a la linea, a la técnica."*
En vez de estimar a las obras literarias según crítenos estético-formales, se apli
can cntcnos sociales y éticos Para los anarquistas, la encamación de todo "ane
decadente" son las comentes literarias modernas, que bajo el pretexto de la
"autonomía" y de la "pureza" de la poesía, legitiman teorías aristocráticas de élite
cultural y finalmente la explotación de las masas obreras. Los anarquistas conde
nan todo esteticismo que se incline a la evasión de la realidad social para dedi*
carse a un arte puramente contemplativo que no represente el trabajo y las luchas
cotidianas por la vida. Tampoco tardan en adoptar el vocabulario inquisitorial de
Tolstoi y Max Nordau al hablar de "aberración", "perversión" o de "degenera
ción".
La crítica anarquista del "arte por el arte", del modernismo y de las vanguar
dias literarias - muchas veces poco diferenciada y alimentada por una buena dosis
de ‘moralina* • la podemos resumir como sigue: individualismo exagerado,
superhombría, nihilismo, amoralismo, falta de ideal social, exotismo, ocultismo,
lenguaje oscuro, palabrería insustancial, culto estéril de la belleza formal etc.6
Sin duda los anarquistas saben apreciar la revolución artística de los vanguar
distas, pero nunca dejan de señalar que esa "rebeldía de gesto", si no es acompa
ñada por la rebeldía social, ya muere al nacer:
A nosotros n o n os inspiran respeto esos escritores de vanguardia que sólo se propocen
revolucionar las formas. [...1 esa rebeldía no es de elevada estirpe si no rompe también con
todo lo caduco que ofrecen la sociedad y U vida.78
6 Respecto a la crítica antimoderusta véase El Productor, VI, 280, Barcelona (7- 1*1892), p.
2; Enrique V ives, "Inmoralidad del arte", Ciencia Social, 1 2, Barcelona (noviembre 1895),
p. 54; Carlos Letouraeau, "El porvenir de la literatura", Natura, I, 19, Barcelona <1*7.
1904), pp. 298-299; Manuel U g a n e, "Literatura de droguería". Natura, D, 43 (15*9*1905),
p. 380; Antonio M om as, "La anarquía y lo s artistas". Natura, D, H 33 (1*2*1905), p. 142;
Angel CuniHeia, "¿Qué es el arte?". La Revista Blanca, VI, 102, Madrid (15*9*1902),
pp. 161*163.
7 Libre Studio, DI, 8 , Valencia (enero 1938), p. 21.
8 Para la poesía militante de esto s movimientos véase Clara E. Lida, Antecedentes y
desarrollo del movimiento obrero español (J8SS*J899j (Madrid, I973X pp. 4 9 1 ss. >• Joscp
Termes, Anarquismo y sindicalismo en España (Barcelona 1977), pp. 385 ss.
9 Véase L. Litvak, Musa libertaria, p. 326 ss.
132 w o lfo an o Ka r l G l ö c k n e r
En fía toda poesia revolucionaría, creada para dirigirse a los demás hombres,
debe "tender a elevarles su nivel moral e intelectual, procurando su perfecciona*
iruemo. despertando su espíritu y su conciencia para orientarles hacia un ideal de
amor y bondad humana."12 Además, la poesia ha de tener una función propagan*
dística Es portadora de una ideología cuya misión consiste en despertar en los
hombres los instintos de rebeldía para transformar asi las estructuras vigentes. Se
trata de "electrizar muchedumbres" e "inyectar ideas a golpes de pluma”, por eso
se subordina la forma y la técnica al contenido. Sin olvidar el fin comunicativo de
la palabra poética, los poetas libértanos contraponen al lenguaje hermético y su-
//;
Para destacar la función revolucionaria de sus versos, los poetas libertarios, que
recurren tanto a la exageración utilizan de vez en cuando la metáfora de la
bomba. Así, Alberto Ghiraldo, el "dandy rojo" y representante del primer anar
quismo poético en Argentina, quien consigue cierta notoriedad en círculos obre
ros españoles, quiere que sus versos "sean bombas que estallen a los pies del
ídolo: llámese Religión, Patria o Dinero."*5
En otro poema - dedicado a Francisco Fener - se habla de las "bombas de su
pensamiento", con que hará "polvo de las guaridas / donde los lobeznos / del po
der afilan / la garra en acecho."131451617
En una canción revolucionaria la confianza de los libertarios en la fuerza
demoledora de la palabra se expresa en versos como:
e su caución derribará los tronos,
y los baluanes de la explotación.37
13 Véase F. Alba, “El arte creador", Etica, I, 2, Valencia (15-10-193$), p. 37: pane
técnica es en todo de orden secundario; la parte filosófica constituye u base primordial*
También Ciencia Social, D, 4, Barcelona (eoero 1896), p. 118: “Nadie deja de conmoverse
ante la contemplación de la verdadera obra artística, entendiendo por tal la en que la idea
predomina sobre la ejecución.“
14 Aragonés, "Arte revolucionario“, Solidaridad Obrera, DI, 101, Valencia (25-3-1933), p. 4.
15 Alfonso Solá González, “La primera poesía anarquista argentina: Alberto Ghiraldo“, Acias
de las Terceras Jomadas de Investigación de la Historia y ¡a Literatura Rtoplatense y de
los Estados Unidos (Mendoza 1968), pp. 303-310.
16 "A Francisco Ferrer", Almanaque de ¡ierra y Libertad' (Barcelona 1911), p. 177.
17 "La canción sonora". Cancionero revolucionario ( s Ls.a ), pp. 21-22.
i
134 WOLFOANO K a RL GLÓCXNER
Sobre todo poemas que critican la injusticia social desde un punto de vista
moral suelen basarse*cn una estructura antitética. Mediante la utilización estereo
tipada de antónimos como pobre / rico, obrero / burgués, choza / palacio, sombra
/ lu2, blanco / negro etc. se amplifica el tema de la desigualdad social llenándolo
al mismo tiempo de toques melodramáticos y sentimentales:
Cuando liega» las noches heladas,
los palacios de luces se llenan.
> lo s pobres se mueren de penas
en sus chozas $m lumbre y sin pan.20
18 José Llunas, "Literatura obrerista", prólogo para Anselmo Lorenzo, Justo Vives (Barceloaa
lS93X p . 9.
19 Femando Salazar, Tomás Camacbo. A ios hijas del pueblo (Madrid 1885), p. 43.
2 0 "Quejas rojas". Cancionero revolucionario (s i s a ), p. 25.
La p o e s ía c o m o f o r m a d e »a c c i ó n d ir e c t a « 135
Arriba se respira
ambiente perfumado,
y se oyen alegres carcajadas,
y en las facciones brilla el entusiasmo.
Otro ejemplo para el uso de la antítesis son los versos apasionados que apa
recieron en plena guerTa civil:
L os tesoros eran suyos;
nuestros, las desesperanzas.
Suyo era el Poder, y suya
la fuerza que lo amparaba.
Suya la ley y los jueces
encargados de aplicarla.
Nuestro, el dolor de la cárcel
y el martirio de la ergástula.*22
Desde los primeros versos rebeldes de militantes anarquistas del siglo XIX
hasta el romancero de la guerra civil abundan los ejemplos del uso continuo de la
antítesis y del contraste para caracterizar la realidad social española. Parece que
e) radicalismo moral, que nunca permite ambigüedades y compromisos en tomo a
la cuestión social, y el entusiasmo revolucionario, que rechaza todas las
"soluciones políticas", hayan encontrado en la antítesis la forma adecuada de ex
2 1 F. Salazar, T. Camacho, A los hijos, pp. 42-44.
22 Antonio Agraz, "El penúltimo", en Serge Salaün, Romanctro ¡tbtrtario (París 1971),
p. 119.
136 W o lfg a n g Karl Glöckner
presión. Según el postulado del "realismo idealista", los poetas libertarios esbo
zan mediante la antítesis un cuadro de la sociedad burguesa que sirva para ñnes
ideológicos determinados.
Siempre teniendo en cuenta que se dirigen a un público al que a veces una so*
ciedad injusta le ha negado la enseñanza más elemental, la complejidad de las
contradicciones sociales se reduce al contraste simple de pobre / rico y a las cate
gorías morales correspondientes de bueno / malo para subrayar el carácter inmo
ral de la sociedad capitalista.33 En esta realidad estructurada por contrastes abso
lutos, los anarquistas evitan conscientemente diferenciaciones más finas porque
quieren anticipar la confrontación ñnal y violenta del pueblo con sus enemigos en
el lenguaje poético. Contrastes sociales como lujo / miseria, el harto / el ham
briento. los de arriba / los de abajo no carecen de contenido real y se basan en la
experiencia colectiva de las capas sociales cuyo portavoz quieren ser los poetas
anarquistas.
La oposición tajante de dos mundos sociales en la poesía anarquista absorbe la
angustia y el descontento de los trabajadores en la sociedad capitalista. Mediante
la aplicación estereotipada, la antítesis se conviene en un modelo de orientación
social para los 'desheredados' en cuanto mete a martillazos retóricos en la mente
de los 'parias' el conocimiento de que ellos comparten el mismo destino misera
ble, y así fortalece a la vez la fe en la propia fuerza y el sentimiento de solidari
dad: "¡Todo suyo, todo suyo! / ¡Nuestro nada, nuestro nada!"34
Además el pensamiento antitético impide que los obreros se identifiquen con la
sociedad actual como un todo integral, y sugiriendo a los lectores proletarios que
toda armonización pacifica de los contrastes sociales es imposible, Ies empuja
hacia la acción revolucionana. A fin de cuentas, la antítesis social repetida con
machaconería en un sinnúmero de textos despierta en los explotados sentimientos
de odio y venganza Por la amplificación de) ya existente descontento social se
produce una tensión emocional tan explosiva que sólo parece poder desenfrenarse
como una tormenta en el altar de toda rebeldía, en la barricada. No nos sor
prende, pues, que los poetas anarquistas no se limiten a criticar la sociedad capi
talista desde un pumo de vista moral, sino que muchos poemas desembocan en
versos finales cuyo mensaje violento no puede ser formulado más explícito:234
23 Al rendir culto al "paria” como fuente de renovación moral porque é) está a salva de las
corrupciones del poder y del dinero, los anarquistas tratan de fortalecer La dignidad propia
de los obreros.
24 Antonio Agraz, "El penúltimo"
La p o e s ía c o m o f o r m a d e >a c c i ó n derecta « 137
Por lo cual hemos de concluir que los anarquistas españoles, aunque definiesen
la palabra poética como arma eñeaz en la lucha por la emancipación, no eran tan
ingenuos de tener fe ciega en la fuerza revolucionaría de la poesía. Nunca creye
ron que la 'revolución intelectual', impulsada por una poesía combativa, pudiera
ser definitiva, sino que siempre había de acompañarse de la acción enérgica,
"viril" y violenta, para poder establecer sobre las ruinas de la sociedad burguesa
el "jardín de Acracia".
En este sentido terminamos nuestra ponencia con unos versos escritos por
Moisés López en la Cárcel Modelo
Cultura y Acción, siempre, deben marchar unidas,
porque ú se separan son dos fuerzas perdidas,
pues una sin la otra carecen de valor.
Agradezco mucho a Ramón Rodríguez Aguilera por haberme ensenado su natal Andalucía y
cor haberme apoyado en la versión castellana de este texto. Igualmente agradezco al Sr.
sierra Romero Poyato la corrección del manuscrito.
1 José O nega y Gasset, "Teoría de Andalucía". En María Zambrano, Andalucía. Sueño y
realidad (Granada: Biblioteca de la cultura andaluza, 1984), pp. 231-245. La critica men
cionada: Alfonso C. Comin, Noticia de Andalucía (Granada: Biblioteca de la cultura anda
luza, 1985), pp. 39-48.
140 Reenhold Górling
6 Acerca de las tendencias reformistas en la Primera Internacional: José Alvarez Junco, “El
contrato de aparcería: una estrategia posflriKsta del anarquismo decimonónico”. Agricultura
y Sociedad, X D (1979), pp. 299-361. Acerca de ia Mano Negra: Clara E. Lida. La Mano
Negra. Anarquismo agrario en Andalucía (Madrid/Bilbao: Zero-Zyx, 1972). También:
Demetrio Castro Alfin, Hambre en Andalucía. Antecedentes y circunstancias de la Mano
Negra (Córdoba: Ayuntamiento de Córdoba, 1986). Sobre Jerez' Jacques Maurice,
"Campesinos de Jerez (1902-1933)" Estudias de Historia Social, X-XI (1979), pp. 61-114.
Jerome R. Mmtz, The Anarchists q f Casas Vtejas (Chicago: Univ. o f Chicago Pr., 1982).
7 "Congreso Obrero Nacional celebrado el 30 y 31 de octubre y 1 de noviembre de 1910 en
Barcelona" en D íaz del Moral, Historia, pp. 439-490. H e analizado este punto más amplia
mente en mi trabajo: “Dinamita cerebral". Politischer Prozeß uñi ästhetische Prosas m
spanischen Bürgerkrieg (1936-1939) (Frankfim/M.: Vervuert, 1986), pp. 170*174.
142 Relvhold gorukg
1
Giambattista Vico concibe la naturaleza humana como productora de comunida
des Pero la efectiva cooperación no nace automáticamente, sino que es un pro
ducto de toda la historia humana. Los hombres cambian sus formas en penosos y
largos procesos de aprendizaje y consiguen así probablemente un aumento de la
cooperación, aunque este proceso no se desarrolle de una manera lineal. Lo que
ofreció el capitalismo como forma de cooperación seguramente era un retroceso
dramático. Dicho con más exactitud, las relaciones de producción capitalista no
generan ninguna forma nueva de cooperación, sino que utilizan los que hay, mi
nando algunas y marginando otras. Son los hombres quienes inventan nuevas
formas de cooperación para sobrellevar las relaciones de producción capitalista.
E! agro andaluz conoce el trabajo asalariado en gran escala desde hace siglos,
pero !a destrucción de ios espacios productivos independientes del mercado se
produjo dramáticamente forzada en las décadas anteriores al surgimiento del
movimiento social, que aquí nos interesa. Son conocidos los procesos de desa
mortización de las tierras municipales y eclesiásticas y de la capitalización de los
bienes señoriales. Esta expropiación al campesinado de sus derechos tradiciona
les de usufructo de la riqueza natural y social incluyó también la supresión de
costumbres como la del rebusco.
No hay duda de que el movimiento campesino en Andalucía surgió de la resis
tencia contra la destrucción de esta propiedad común o socialmente ligada, de
estas formas de condommium. "El campesinado es" - como escribe Antonio
Miguel Bemal • "menos desmemoriado de lo que la burguesía quisiera."9 Esta
frase se hace eco de la quizá hasta el presente vigente memoria del pueblo de El
10 Antonio Miguel Bem al, "Andalucía occidental: economía n u il, 1590-1765" en Historia de
Andalucía, ? vois, (Barcelona: Planeta, 1981), 5, pp. 224-225.
11 Edward P. Thompson, Plebeísche Kultur und moralische Ökonomie. Aufsätze :ur tngh-
seiten Sozialgeschichte des 18. und 79. Jahrhunderts (FrankfUn/M.: Uhstem, 1980), p. 314.
Una aplicación del concepto moral economy a un movimiento social actual se encuentra en
la investigación de Michael V ester sobre el movimiento cooperativo en Portugal después de
la revolución de 1974: Michael Vester, "Die portugiesische Agrarrevolution als Versuch
einer neuen moralischen Ökonomie" en P.E. Stüdenunn y M. Rector (eds.), Arbeiterbewe
gung und kulturelle Identität. Ein interdisziplinäres Kolloquium (Frankfurt: Materialis.
1983), pp. 136-196.
12 Eric R. Wolf; Peasants. (Eaglew ood Clifís: P redice Hall, 1966), pp. 96*109. Henry
Kamen, "Bauernaufstände und dörfliche Gemeinde in Spanien und Europa im 16. und 17
Jahrhundert" en W. Schulze (ed.), Aufstände, Revolten und Prozesse: Beiträge zu bäuerli
chen Widerstandsbewegungen ¡m frühneuzeiiltchen Europa { Stuttgart: Kleu-Cotta, 1983),
p. 20.
144 RE1NHOLD GÓRLíNG
13 Esta "imposibilidad de una federación campesina*1 ha sido descrita y analizada es: Jacques
Maurice, Recherches sur ¡'anarchisme rural en Andalousie de ¡$68 à ¡936 (Thèse de
Doctorat d'Etat Besançon, 1985). pp. 520-611.
El a n a r q u is m o c o m o c u l t u r a p r o l e t a r ia e n A n d a l u c ía 145
ban las luchas laborales con las formas de cooperación comunitaria • como
ocurrió la última vez durante la transición?
No obstante, podemos distinguir una ulterior tendencia unificadora, que quizá
sea de mayor alcance: Al leer la Teoría de Andalucía orteguiana a contrapelo, se
puede percibir el perfil un poco deformado de una relación con el trabajo orien
tada por las necesidades. Pero no solamente los andaluces permanecen fieles a)
ideal paradisíaco de la vida. Como demuestra PieiTe Bourdieu, también los traba
jadores franceses (y por supuesto alemanes, holandeses etc.) tienen un hábito
marcado por un hedonismo realista (no resignado) y por un materialismo escép
tico (pero no cínico)1415.
Según el hábito proletario, y sus modos y criterios de percepción y valoración,
la contradicción entre los dos principios mencionados nunca es tan honda como
parece desde la perspectiva de los criterios perceptivos y valorativos burgueses.
La no-decisión se puede interpretar, incluso, como una forma de resistencia con
tra los valores económicos del capitalismo. Dicho de otra manera, es posible que
esta conservación de una identidad cultural y social fuera una condición necesaria
para la resistencia, pero su precio era alto, porque imposibilitaba la elaboración
sistemática de programas y estrategias concretas.
No se puede clasificar como típicamente anarquista este sistema incorporado
de esquemas de percepción, valoración y acción, que construye el hábito proleta
rio. Por muy estrechas que sean las coincidencias, la opción política es una
acción mucho más consciente que la adopción de un hábito. Pero antes de conti
nuar la discusión de este problema quiero echar una mirada más atenta a la vida
cotidiana de estos pueblos. En su estudio etnológico realizado a principios de los
años cincuenta en e) pequeño pueblo de Grazalema, Julián Pitt-Rivers demostró
la existencia de dos sociedades paralelas casi completas. Para cada institución
oficial Pitt-Rivers encontró una contra-institución en la cultura popular: al cura te
correspondía la sabia, frente al médico se hallaba el curandero, frente a la escuela
el maestro rural, frente a la Guardia Civil los bandoleros y los contrabandistas, y
frente a la justicia con sus leyes la moral con las suyas. También la economía se
hallaba dividida: junto a los molinos con Ucencia oficial los molinos de contra
bando, y, por tanto, dos tipos de cereales, de harina y de comercio en general1*.
Si bien es verdad que la política económica del franquismo haya reforzado estas
tendencias, hay que admitir que esta problemática se remonta a tiempos ameno-
res al franquismo. Prueba de ello es sin duda la existencia de una economía su
mergida en la España de nuestros días.
Creo que e) anarquismo empezó a reformar este paralelo sistema de institucio
nes sociales, reorientando algunas de ellas explícitamente en contra de las insti
tuciones oficiales. La sabia quedó reemplazada de costumbres, descrito de mane
ra tan viva por Díaz del Moral, el viejo oficio de la Celestina fue suplantado (por
lo menos en parte) por las ideas nuevas del amor libre y los folletos correspon
dientes; el curandero fue sustituido por nuevas ideologías y nuevas prácticas
como el vegetarianismo; la escuela libre y el ateneo ap recian junto al antiguo
maestro rural, que a veces se hizo mensajero del anarquismo; y frente a la
Guardia Civil se sintieron los anarquistas tan "naturalmente" opuestos como los
bandidos y los contrabandistas. Una economía diferente a la "oficia]" existía por
lo menos en la ficción utópica Y finalmente no cabe duda de que el anarquismo
oponía su propia moral a la ley, tanto en las acciones violentas como el amor li
bre. el matrimonio sin acta. Pero el anarquismo español no podía liberarse de la
tendencia inerte de cada contra-moral a enguse como un Estado que quiere sub
sumir tanto la política como la estética y otras esferas vitales.
//
La diferenciación de las clases sociales se refleja, según Pitt-Rivers, en diferentes
conceptos sociales de la sociedad andaluza. Destacamos una contraposición inte
resante el concepto honor de las capas dominantes es diferente del de las capas
bajas, pero ambos conceptos se completan mutuamente. El honor de las capas
dominantes se centra en tomo a los valores viriles de poder, fu erza y potencia. El
honor de las capas bajas, en cambio, se halla en tomo al concepto vergüenza'6.
La literatura española cuenta con numerosos ejemplos de esta contraposición1617.
El anarquismo en Andalucía no alteraba la estructura básica del concepto h0‘
nor-vergiienza. Creo que no existe un solo ejemplo de líder obrero o de otro hé
roe anarquista real o literario al aue la ficción colectiva hubiera concebido como
persona sin vergüenza. El impacto de esta diferencia entre los conceptos de honor
se puede perseguir también en el surgimiento y en el transcurso de muchos con
16 Julias Pitt-Rjvers, The pare o f Shechem or the P oiitics o f Sex. Essays in the Anthropology
o / the Mediterráneo» (Cambridge Univ. Pr., 1977X pp 18*47.
17 Julio Caro Baroja. "Hooour and Shame. A Histórica! Account o f Severa] Conflicts“ en J.G.
Feria íaa\ (e d ). Hottour and Shame. The Values o f Mediterráneo» Society (London:
We*4enfeld and N kholsoo, 1956), pp. 79-138. E a a diferencia de los conceptos morales
entre los clases tiene un papel importante también en la nov ela de Vicente Blasco Ibáflez, La
Bodega. (Agradezco a Haas-JOig Neuscbafer por e a a referencia.)
EL ANARQUISMO COMO CULTURA PROLETARIA EN ANDALUCIA 147
i s El Urente poder violento de U frontera entre U calle y U casa fue investigado por John
Coibin, "Insurrections in Spain: Casas V ig a s 1933 and Madrid 1981" en D. Riches (ed.),
The Anthropology o f Violence (Oxford: BasS BUckwell, 1986), pp. 28-49.
19 Sobre e l cambio de las mentalidades durante un proceso revolucionario escribe Michel
V ovelle, D u Franzósische Revoluiion. Sodale Bewegung und Umbruch der bíemaUUUtn
(Frankfüit/M.: Fischer, 1985), pp. 80-144.
20 Díaz del Moral, Historia , p. 195.
148 R e in h o l d G ö r l ik g
ciones y de los placeres cotidianos es una vía para fortalecer el yo, aumentando el
dominio de si mismo21. En este contexto también se puede mencionar el placer de
leer, que se puede llamar un placer anarquista si se considera la enorme
producción y difusión de periódicos, revistas y folletos por parte de los miembros
de este movimiento social. Una cierta prueba de la fuerza del yo es necesaria mu
chas veces para la constitución de un movimiento social, y se puede constatar en
fenómenos tales como las reivindicaciones claramente fuera de las posibilidades
reales. Asi reivindicaron los jornaleros descritos por Díaz del Moral al principio
de una huelga en mayo de 1903 en Bujalance siete horas y media de descanso al
día.
111
Tal ve2 la probabilidad de realizar esta reivindicación era muy pequeña, pero si
se considera el día de trabajo d e s o l a so l, la reivindicación no era más absurda
que la de un día de ocho horas2-. Pero para Díaz del Moral, que era, como es sa
bido, abogado residente en este pueblo, esta reivindicación era un signo claro de
que el movimiento era milenansta. Este concepto del rrulenarismo o mesianismo a
mi no me convence, ya que en primer lugar marca una distancia cultura) del in
terprete que infravalora muchas veces el contenido simbólico de ciertas manifes
taciones sociales. Creo que es más fecundo aceptar la lección antropológica de
que la separación entre política y religión no es sustancial - como tampoco lo es
en nuestras sociedades actuales.
Dicho esto, no quiero negar que las formas simbólicas y sus relaciones no ha
yan cambiado profundamente durante los últimos siglos. En las sociedades pre
burguesas, el pensamiento era mucho más concreto: los hombres tendían a per
sonificar asuntos sociales y diferenciaban mucho menos entre lo sagrado y lo
profano, lo maravilloso y lo realista23
Sevilla se caracterizaban por una ideología más cerrada que en otras situado*
ncs*7. Posiblemente la dificultad de orientación de parte de ios recién llegados del
campo y la pérdida de muchas de las formas de cooperación que regulaban los
conflictos sociales en los pueblos condujo a esta encapsulación del movimiento
frente a experiencias reflexivas.
Para terminar quisiera tratar brevemente cómo en el anarquismo andaluz era
institucional la relación entre experiencia y teoría. Puede ayudar una pequeña
comparación con las otras tradiciones del movimiento obrero en España: mientras
que la tradición socialista y, de manera aún más acentuada, la tradición comunista
tendían a exigir una Iglesia de creencias comunes, con una autoridad máxima y
una organización jerárquica, el anarquismo permanecía fiel a sus principios
anttautontarios. La personificación de su idea de la historia no era autoridad di*
vmizada sino el mártir. Este no penetra en nuestras vidas por una puerta como el
Mesías; anuncia más bien la posibilidad de otro mundo. En el mártir el hombre
nuevo ya se ha realizado Entre él y quién conoce su historia existe un lazo, má
gico, que incluso otorga a los individuos un margen de independencia frente a la
realidad objetiva. Y en su conmemoración se funda también la idea de Justicia.
La figura de Jesús, a pesar de los fuertes impulsos anticlericales del anar
quismo, permanecía junto a los propios mártires seculares. Por ejemplo, Salvador
Cordón, el conocido líder regional Korkhonief, que asustaba tanto a la burguesía
cordobesa durante el trienio bolchevista, escribió después ¿el fracaso de 1920 un
poema titulado "El cnsto en la cruz", que termina con estos versos:
Cristo no h3 resucitado.
Cristo está siempre triunfante
En su cruz, crucificado.2728
*
La figura de! Cristo es un espacio de recogimiento (Aby Warburg) muy impor
tante en la cultura andaluza La identificación con el mártir permite sentir la pro
pia debilidad sin humillación. Ayuda a sobrellevar los fracasos; y, al mismo tiem
po, establece la autoridad moral del sufrimiento. También en esto era fiel a su
ambiente cultural el anarquismo andaluz
27 Para más información sobre Sevilla: José Manuel Macarro Vera, La utopía revolucionaria.
SevtUa en la Segunda República (Sevilla: M oote de Piedad, 1985).
28 Salvador Cordoo. De mi bohemia revolucionaria (Madrid: Imprenta d e Mario Anguiano,
1921), p. 27.
Bert Hoßnann
Inútil oo$ partee hacer consideraciones sobre R u dolf Rocker: cualquier simpatizante del
movimiento obrero mediocremente informado, amigo o adversario de la te$i$ anárquica en
la obra de reconstrucción social conoce bies y debe, a fuer d e ser sincero, apreciar en su
valor la posición de R udolf Rocker, posición que podríamos decir casi central, no sólo por
lo fundamentada amo también por Lo notoria e influyente eo ese magno debate de tendeo*
cías revolucionarias habido en estos últimos años, que aún com o espectáculo soberbio
sólo tiene parangón con aquellas históricas luchas de sesenta años atrás entre Marx y
Bakunin 1
IX del apéndice, un artículo de una página de extensión con una fotografía suya5;
como reverencia al "genius loci" añadiría que recibe los mismos honores en la
Groie Winkler Prins Encyciopedia de Holanda y alguna que otra venerada insti
tución enciclopédica de otros idiomas6. Por el contrario, aquel que busca una
entrada Rocker1 en una enciclopedia alemana lo hará en vano. Es más: en la bi
blioteca municipal de Maguncia (Mainz en alemán), su ciudad natal, se encuentra
un solo libro suyo, en la biblioteca central de la universidad de dicha ciudad
ninguno, lo que refleja bastante bien el conocimiento de Rocker en Alemania
Occidental y esto, a pesar de una primera edición en alemán en 1974 de una -
muy reducida - parte de su autobiografía.
Aquí no vamos a elucidar el porqué de esta paradoja • ostracismo en el país
natal, resonancia en tierras lejanas - sino tan sólo tratar de situar la posición es
pecifica de Rocker dentro de las tradiciones culturales del anarquismo español o
mejor dicho hispano. A una semblanza somera seguirá una lista de sus contactos
con España, un esbozo de su resonancia en el dominio hispanohablante y un rá
pido esbozo de la visión que Rocker tenía de España.
Rudolf Rocker nació en 1873 en Maguncia, ciudad que había recibido el mote
despreciativo de "arrabal parisiense'' por sus inclinaciones revolucionarias. En
efecto es allí donde se declara la primera república en suelo alemán (1792), es allí
donde en el marco de la - en definitiva fallida - revolución de 1$48/49 se organiza
una resistencia especialmente bien montada contra la reacción militar del ’antiguo
régimen - resistencia sobre todo anti-prusiana - y es también allí donde se con
voca el congreso de la AIT en 1870 - elección de lugar motivada por la impor
tancia del movimiento obrero local, congreso que finalmente no tuvo lugar por
impedirlo el planificado 'estallido' de la guerra franco-prusiana. Rocker respira
esta atmósfera y estas tradiciones vivas y participa muy joven en el auge del par
tido sociaidemócrata, justo en los anos en que este partido fue perseguido por
unas leyes de excepción (1878-1890). Tiene que huir 9 :us veinte años a París
donde su conversión al anarquismo a raíz de la pertenencia a un grupo de oposi
ción dentro del SPD se hace total En los dos años que pasa en París (1892-
1894)7 se vuelve el "leader du pañi anarchiste (allemand)" para citar las actas de
una campaña que evoca aún a cuarenta y tres años de distancia con unos superla
tivos por el resto contados en su obra: "No olvidaré nunca la impresión de aquel
acto"*, dice de una manifestación en Trafalgar Square y la campaña en su conjun
to la califica como ''tempestad de indignación ) como jamás se vio antes ni
después"89. £1 mismo organiza una colecta entre los alemanes de) CABV10 de
Londres y manda el dinero a España, razón per la cual 28 de los presos, entre
ellos Juan Moniseny, vienen a Londres recibidos por él.
Es a través de esta campaña que Roclcer cobra fama entre los pocos españoles
residentes en Londres, llega a conocer a Miguel Angiolillo, y que Rocker - ya
amigo intimo de Malatesta y Kropotkin - se vuelve amigo personal de José Prat y
Femando Tañida del Mármol Son éstos los que le inician en la lectura de
Femando Gañido, Joaquín Costa etc. • caso de Tañida - y, caso de Prat, en la de
Ricardo Mella y de Pi i Margall. Si Rocker luego atribuirá tanta importancia al
federalismo como cimiento del movimiento obrero en general y del anarquista en
especial, seguramente habrá que buscar la razón para esta evaluación de dicho
fenómeno - tan adecuada como relativamente rara entre los observadores extran
jeros - de las cosas de España por parte en la influencia que tuvo el federalismo
también en Alemania y sobre todo en Maguncia, donde en el año 1878 se publicó
un vasto ensayo de Constanrin Frantz sobre el tema11, ensayo que conocía bien
Rocker y que muy fundadamente puede equipararse a los escritos de Pi i Margall.
Es en estos años cuando Rocker empieza a aprender el castellano, movido por
su interés y el descubrimiento de una "afinidad electiva"12. Aparte de Tañida, con
quien mantiene amistad hasta la muerte de aquél en 1915, Rocker consigue
8 Rocker. En la borrasca. A ños de destierro. Buenos Aires 1949, 59. Esta segunda paite de
la autobiografía cubrí los años 1895 a 1918, la citaré en lo subsiguiente por Borrasca. Se
gún Diego Abad de Santilláa (E l pensam iento de R u d o lf R ocker, 28 [vease nota 32]) hay
otra edición de los tres volúmenes en castellano, publicada en Puebla (M éxico) por ú edi
torial Cajica en la Colección Cajica de Cultura Universal N o he podido consultar esta edi
ción. Abad de SantUlán califica las memorias de “[obra] sobre la historia del pensamiento y
de los movimientos sociales de Europa y América, un monumento en donde lo puramente
biográfico aparece casi marginalmente“ para concluir; “Guia preciosa para la interpretación
de la historia moderna, ha de ser para las generaciones por venir una fuente de consulta
insusútuftle" (ib íd im ). Es una pena, dicho sea sin m is, que esta fuente no esté al alcance
del lector de habla alemana
9 Borrasca. 5$
lOCommunisrischer Arbeiter-Bildungs-Verán, fundado en 1845. Unico lugar de encuentro
'pluralista' de la izquierda socialista alemana en Londres, donde Rocker administraba la bi
blioteca.
i 1 Constantin Frantz. O er Fóderabsm us a is das leitende P rtnzip fü r d it soziale, staatliche und
uuentaiionale O rgarusaiiott unier besonderer Bezugttahm e a u f D eutschland. M ainz 1879.
12 Borrasca . 279 Que se me percuta esta alusión a los W ahlvenvandtscha/ten de Goethe para
caracterizar la relacióo intima de Rocker con España.
Rudolf R o c k e r y e l a n a r q u is m o h is p a n o 155
13La noticia de la condena a la pena capital la recibe Rocker leyendo una pooencia sobre
"Francisco Goya com o artista y rebelde."
14 Ver sobre el particular Peter Wieoand, Der "geborene" Rebell - Rudolf Rocker. Liben und
Wtrk, Berlín: Karin Kramer, 1981. Esta por lo demás muy nutrida tesis no trata el aspecto
analizado en el presente artículo.
15 Borrasca, 273.
156 BertHofmann
bargo que el estilo de esta última parte es bastante seco y nada patético y se rige
por lo que anotará Rocker al evocar su presencia en la ejecución de Vaillant:
Los jóvenes nos sentíanlos com o apoderados en aquel entonces por una especie de culto
al mártir Í...J creo que la afirm ados alegre del espíritu humano es m is saludable que el
balo de gloria por encima de las tundías. L os movimientos sociales siempre tendrán sus
mártires, pero no hay que elevar el martirio a un cuho
1bMemoiren, 126 (traducción por mí. B.H .). Luis Buñuel menciona • algo sorprendido • la
existencia de un monumento a Ferrer en Bruselas en sus memorias M on dem ier soupir,
Pans 1982. Es alb donde se reunieron en U Segunda Guerra Mundial lo s trabajadores revo
lucionarios belgas, especialmente el Primero de Mayo. Luego fue escondido a las tropas del
invasor alemán. La estarna de Ferrer ocupa desde 1985 de nuevo su emplazamiento original
en la prestigiosa avenida R ooseveh, justo frente a la entrada de la Universidad Libre de
Bruselas (U .L .B ) y a su biblioteca central, donde había sido colocada • financiada por
suscripción popular - ya en 1909. Hasta el dia de hoy, los libro-pensadores belgas
consideran a Ferrer uñ mártir, víctima del enemigo común, y asi lo celebran: lo s estudiantes
y las autoridades académicas de la U.L.B. ponen allí cada afio en el día d e la Universidad un
gran ramo de flores y n o es nada inusual que se convoquen certámenes sobre la figura de
Ferrer entre lo s alumnos del secundario.
17 Quizás no sea del todo inútil corregir aquí la fecha de publicación aducida por Serge Salaüa
en su artículo "Fermín Salvochea: 'et le verbe n'était que chair'" publicado en Gérard Brey et
a l. Un anarchiste entre la légende et l'htstoire: Fermín Salvochea (JS42~J907j, Saint
Deais. PU V , 1982. donde en la primera nota (103) remite a una edición de 1945, teniendo
que deducir de esto e l lector que fue en aquel año cuando se publicó este escrito por pri
mera vez. El mismo error se encuentra en dos otras aportaciones a este libro, donde se cha
la mencionada edición de 1945. remitiendo rio embargo por lo m ecos a una edición anterior
de 1933; Maur.ce. 20 y Guerefia, 70. o. 2. D e hecho no es así ya que sabemos por las líneas
introductorias ("Zum Geleit". 41 del libro Vom anderen Ufer, Berua: D er Syndikalíst, 1926,
donde se vuelve a publicar el articulo, que Rocker lo había publicado por vez primera en la
te\ista Germinal editada por él en lan d res y esto entre 1903 y 1908. S e trata núes de una
necrología escrita 'á chaud' y no de un intento de m hificición a cuarenta afios o e distancia.
Me parece que Salaun hubiera tenido que ponderar este hecho y la consiguiente diferencia
de T extsone'.
Rudolf R ock e r y e l a n a r q u is m o h is p a n o 157
ISC ho otra v e z por Artistas, donde también este artículo se incluyó: 251. Esta y las demás
publicaciones de los escritos d e Rockcr e a los afios veinte se efectúan antes de trabar amis
tad Rocker y D iego Abad de Santillán, que tanto hará para la divulgación de sus obras en
castellano
19Artistas, 261.
20Gérard Brey et a l , Un anarchiste entre la légende et Vhstotre; Fermín Salvochea (1842-
1907), Saint Denis: PU V , 1982.
21 Serge Salaün, "Fermín Salvochea: 'et le verbe oétait que chair" publicado en Gérard Brey et
a l, Un anarchíste entre la légende et l'histoire. Saint D eais 1982,87.
22 Artistas, 79.
¡58 Bert H ofm a nn
"Aquel mido memorable fue seguramente una de las manifestaciones más vigorosas a las
ue yo asistí en mi vida." (Borrasca, 263.) Desgraciadamente se perdieron todos los papeles
3 e Rocker relativos a este viaje cuando huyó en 1933. Sin embargo es justo asi como las
páginas dedicadas a esta estancia (B om sca, 257-278), escritas a veinte años de distancia,
cobran su valor para elucidar la Imago1 rockeriana de España. Vcase a este respecto p.e, su
descripción de la mirada y de las caras de los españoles.
Por las razones aducidas bago aquí caso omiso de los "Huéspedes españoles en Berlin*
(título de un capitulo de las memorias tratando de ios años veinte y evocando Dujtuü y
muchos otros) y de la intensa actividad • literaria y otra • de Rocker durante la guerra o v il
21 Artistas, 281.
28 El Quijote es así una de las seis figuras literarias • otra es p.e. Don Juan • que Rocker
ensalzará entusiásticamente en el libro Dte Sechs, Berlín: Der Syndikalist, 1928. Quizás sea
este libro, dedicado exclusivamente a estudios literarios, el m is pretencioso desde el punto
de vista estético ya que se trata de una serie de auténticos 'poèmes en prose' largas de mé
trica rigurosa. El primer articulo sobre el Quijote lo publicó Rocker en 1905 en Germinal.
2 9 La primera edición después de la edición española (1935-1937) del 'opus magnum1 de
Rocker se llevó a cabo en 1937 en New York balo el titulo KaUottalism and Culture. Fue
un libro muy leído y encomiado por la emigración alemana en EE.UU. en aquella época,
entre muchos otros por Thomas Mann y Albert Einstein. Probablemente haya influido otra
fundamental obra dedicada al mismo tema, también escrita por un alemán emigrado a
EE.UU., Hans Kuhn, The Idea o f Nationaltsm. Antes de editarse en alemán (Dte Entschei-
160 Bert H ofm a nn
düng des Abendlandes, Hamburg: Octinger, 1949) ya se habías hecho siete ediciones; dos
en castellano, dos en inglés, una en neerlandés, una en portugués y una en sueco. La edición
castellana más reciente es la de la Editorial Piqueta, Madrid 1977.
3 0 L 'E sp a g n e in q u is ito n a le fue el titulo de un periódico publicado en 1903 en París por
Siegfried Nacht y Vallina, L es inquisiteurs a 'E sp a g n e , un libro que escribió Femando
Tarrída del Mármol con ocasión de los sucesos de Montjuich en 1905 y que influyó bastante
la visión de Rocker.
31 Doy seguidamente los tirulos de las obras de Rocker • manejadas por m i - o publicadas en
castellano o tratando de España. Desde luego no se pretende que sea una lista exhaustiva,
alguna que otra indicación complementaria encontrándose en el texto de este articulo:
¿Sov iet o dictadura9, Buenos Abes: Argonauta, 1920; A rtistas y rebeldes. E scritos Über-
ta n a s y sociales , Buenos /Vires: Argonauta, 1922 (Traducción de S. Resoick, 305 págs.);
B o lc h e v ism o y a n a rq u ism o , B uenos Abes: Argonauta, ^1922 ; A narquism o y organización,
Buenos Abes: C. Presos. 1923; ¿ S o v ie t o dictadura ?, M en eo: S.E.L.H., 1923; La
Asociación Internacional de los Trabajadores y las diversas tendencias del m ovim iento
obrero, México: Flores M atón, 1925, Mane y e l anarquism o, México: Flores M agón, 1925;
Germinal, México: Flores M agón, 1925; L a m aldición d e l proeticism o, Buenos Abes: La
Protesta, 1926: Johann M ost. L a vida d e un rebelde, B uenos Abes: Lo protesta, 1927 (2
lom os), Ideología y táctica d e l proletariado moderno. Barcelona 1928; D ie Sechs , Berlin;
Der Syndikalist. 1928; P roblem as actuales d e l anarquism o, Buenos Abes: Asociación
Continental Americana de Trabajadores, 1930; La racionalización de la industria y la clase
obrera . B uenos A b es 1930 (Yiddish); Socialism o constructivo, Buenos A b es 1934
(Traducción por D iego Abad de Santillan), The Tragedy q f Spain, N ew York: Freie
Arbenerstiramc. s.a (1 9 3 7 ) (47 p á g s ); Extranjeros en E spaña, Buenos Abes: Imán 1938
(Traducción directa * del alemán por H. Rüdiger); L a segunda guerra mundial.
Interpretaciones y ensayos de u n hom bre libre , B uenos A b es 1943 (Introducción de Diego
Abad de Saniillán); Las corrientes liberales en los E stados U nidos, Buenos A bes, sa .
(1944 j (Traducción del alemán por D iego Abad d e SantUlám)* La influencia de ¡as ideas
absolutistas en el socialism o. M éxico: D.F. Imprenta Grafos, 1945; Ferm ín Sahochea.
Precursores d e la libertad, $ 1. (Burdeos): Tierra y libertad, 1945 (3 2 págs); Pedro José
Proudhon, Burdeos: Tierra y libertad, 1945; D ie E ntscheidung des Abendlandes, Hamburg
1949 (2 lom os, véase nota 29); £>i la borrasca. A ños de destierro (¡89S-J918), Buenos
A bes 1949 (Traducción del manuscrito alemán por D iego Abad de Santblio; 4 4 6 págs.);
Max Nenlau, E l H erodoto de la anarquía, M éxico 1950 (Traducción del aUmá« por R.
Selke, 317 págs.); R evolución y regresión (1 9 I8-19 S I), B uenos Aires: Tupie, 1952; Las
contentes liberales y anarquistas en los E stados U nidos, M éxico 1966; D ie spanische
Tragödie. Berlin: Karin Kramer. 1976 (el libro tiene una valiosa introducción explicativa
el aborada por Rudolf de Joog).
Sin datación: E l socialism o y e l estado. Incitación a l socialism o. Agrupación anarquista
"En Marcha", s i . Ideología y táctica d el proletariado m oderno, Barcelona (Traducción
castellana por Diego Abad de Saniillán); The Truth A bout Spam , N e w York Freie Arbei
tei stimme.
RUDOLF ROCKER Y EL ANARQUISMO HISPANO 161
32 D iego Abad de Santillán dedica eo esta última publicación suya (Editores M exicanos
Reunidos 1982) un extenso prólogo (p ig s 9-31) a la vida y obra de su amigo. Curiosa
mente (altan en esta recopilación textos de Rocker en tom o a España
33 Borrasca, 279.
34 Caita del 25 d e octubre de 1938, citada por Wienand, op.cit., 407.
35 Afinidades electivas que tuvieron su efecto basta en la vida familiar d e Rocker que, en
homenaje a Salvochea, dio a su hijo el nombre de Fermín.
162 BERT HOFMANN
Stmkmrwandel der Öffentlichkeit que los anarquistas fueron quizás los únicos
que trataron de rescatar el modelo ancho y emancipador de la "Öffentlichkeit"
("publicidad" en su sentido dieciochesco) burguesa en el momento en que la bur
guesía abandona este proyecto, Rocker debe sin duda figurar en el número de
estos indeseados herederos. ¿Cómo es posible que los hispanistas alemanes si
gamos permitiéndonos pasar por alto el coipus rockeriano? ¿Hasta cuándo durará
la "integración negativa" de este "écrivain public" sin público en las universidades
alemanas?
A cien años de la ejecución de los seis anarquistas alemanes en Chicago, ejecu
ción que constituye la base del Primero de Mayo, a veinte años dia por dia36 de la
muerte de Benno Ohnesorg por tiros de un policía que motivó unas nuevas no así
llamadas "lois scélérates" reduciendo más aún la "Öffentlichkeit" ¿cuándo vamos
a llegar a una visión totalizadora de este y otros autores anarquistas alemanes37
que superaría el acercamiento nuestro al anarquismo español como si de otro
exotismo ibero se tratase?
Basta, teologi rossi e neri di rune te chiese, colla promessa astratta e ¿ Isa di un paradiso
d ie non ve n a mai!
Basta, ridicoli salvatori del genere umano, d ie se n e dei vostri 'ritrovati' infallibili
per regalargli la felicità!
Basta, politicanti d i tutte le scuole, colle vostre quenile 'accademie'! Lasciate sgombre il
cammino alle forze elementari degli individui, perché altra realtà umana, alfinfiiori delTin-
dividuo non esiste!
Perché Stiraer non tornerebbe d'attualità?1
1 Opera omnia d i Benito Mussolini, voL X IV , Firenze 1954, p. 194. CC H ans C. Helms: Die
Ideologie der anonymen Gesellschaß. Mac Stimers "Einziger" und der Fortschritt des de
mokratischen Selbstbewußtseins vom Vormärz bis zur Bundesrepublik, Köln 1966, p. 6.
164 Pe r e JoA N i T o u s
2 l.a recepción mesocraúca del stircerianismo ha sido documentada por R G. Helms (obra
citada).
3 Para m is datos sobre la recepción finisecular española, consúltese P. Joan i Tous: “V om
Icb-KuH zur vaterländischen Empörung. Baroja und der individualistische Anarchismus um
die Jahrhuademvendc". e r Romanische Literaturbeziehungen im 19. und 20. Jahrhundert.
Festschrift für F Rauhut zum 85. Gebunstag, sd por A San M igu el R. Schwadercr y M.
Tictz, Tübingen 1985.
Sade y s t u l s e r o l a t r a d ic ió n im p o s ib l e 16$
gaba la capacidad visionaria del autor de Also sprach Zarathustra. Pocas fueron
las excepciones, contados los lectores que intentaron una lectura de Stimer libre
de toda connotación nietzscheana. Cabria citar entre ellos a Pompeu Gener, quien
afirmaba que el individualismo stimeriano era más valioso que el de Nietzsche,
ya que no se había propuesto fundamentar "el reinado tiránico de una casta supe*
ñor“45.
Cabria citar igualmente a Sanz y Escarria uno de los introductores de
Nietzsche en España, quien llegó a ver en Stimer - y no en Nietzsche - el verda
dero apóstol de la corriente individualista dentro del anarquismo, corriente que él
contraponía a otra de talante Memocrático-hurnanitario"*.
Sea como fuere: El anarquismo con veleidades individualistas radicales instru*
mcntaüzo a Stimer, como muy bien observa Alvarez Junco, a modo de refuerzo
para un nietzscheanismo que, durante todo el primer lustro de nuestro siglo, gal
vanizó y polarizó la reflexión anarquista sobre el individualismo.6 Nietzscheanas
y, a la postre, stimerianas fueron • en algunos momentos o en algunos de sus
textos, cuando no en su totalidad - revistas tales como El Rebelde, El Productor
literario, El Porvenir del Obrero, Juventud y la misma Revista Blanca. Sin em
bargo, al aparecer en 1904 la segunda edición del libro de Stimer, puede decirse
que los órganos de expresión con más prestigio dentro del movimiento libertario
ya se están distanciando de un anarquismo de exclusivismo individualista Hacia
1905 Nietzsche y Stimer dejan ya de ser un problema tematizablc para el anar
quismo como no sea en pequeñas revistas efiméncas ancladas en su periferia
ideológica.
Esta conyuntura cronológica impidió que el discurso individualista stimeriano
fuera en sí mismo objeto de debate en el anarquismo hispano. Poquísimos fueron
los que, como Antonio Ras en la Revista Blanca, lograron descubrir "la profunda
concepción filosófica del que ha sido llamado (malamente llamado, como subraya
Ras] el precursor de Nietzsche.'' El articulista va más lejos todavía al afirmar sin
embajes: "(Las ideas de Stimer] constituyen el polo opuesto a las teorías del su
perhombre de Nietzsche. Stimer, en efecto, destruyó y criticó de antemano y de
una manera implacable, antes de que el autor del Zarathustra lo formulara, todo
aquello de que el 'hombre es un tránsito y no un acabamiento1y de que el hombre
es algo que ha de ser superado'. Stimer es el no-cristiano por excelencia, mientras
que Nietzsche era un místico con sus dejos y fundamentos de cristianismo, pese a
su Amicristo "7
De hecho, la concisión misma del Unico y su propiedad propiciaba el que la
obra fuera leída como mero breviario subsanador de la ampulosidad nietzscheana.
Por los textos que he leído, creo poder afirmar que la corriente individualista-ra
dical que creía ampararse en Nietzsche no hacía muchas veces más que descubrir
aquellos momentos del pensamiento ruetzscheano que eran - voluntaria o involun
tariamente - deudores de Stimer. En efecto: si esta corriente se identificaba con
Nietzsche, lo hacia por defender éste "el individualismo y la libertad, los instintos
vitales, la fuerza, la acción, la lucha y la rebeldía", por atacar "las convenciones,
la pasividad, el conformismo, y sobre todo el cristianismo como rebajador de la
dignidad humana''8. Todos estos elementos, empero, no son sino el pálido reflejo
de lo que Heidegger afumó ser los cuatro títulos principales del discurso
metzscheano: "Wille zur Machi", "Umwertung aller W ene", "Nihilismus'’ und
Ewige Wiederkchr'. Ya el mismo rano del eterno retomo falta, que yo sepa,
compítanteme en la recepción anarquista hispana de Nietzsche, con ser esencial
a su doctrina
Un buen ejemplo de ese - inconfeso o inconsciente - redescubrimiento de lo
que Mackav denominó, mentando a Stimer, la pureza diamantina sepultada bajo
la verborrea del superhombre, lo tenemos en muchos de los textos que Julio
Camba escnbió para El Rebelde bajo la advocación expresa de Zarathustra. No
citare más que un breve pasaje, en el que admonesta: "Es en nuestro interior
donde tenemos que edificar la obra anhelada, para que cada uno de nosotros se
haga el hombre único en un mundo único."9 Es siempre difícil separar los ecos de
las voces, sobre todo cuando estas pueden ser ecos a su vez, pero no dudo de que
un análisis detallado ’de los textos demostraría un inconsciente depuramiento
sumenano de la obra de Nietzsche en su lectura anarquista.
En solitario, hubiera ofrecido Stimer menos flancos descubiertos a la critica li
bertaria - cntica que no tardo en formularse cuando la lectura de Nietzsche se
hizo más reflexiva Lo que se criticó entonces al nietzscheanismo file, como muy
bien ha sintetizado Alvarez Junco, su clitismo aristocrático que chocaba abierta
mente con el postulado inalienable de la igualdad, su doctrina del egoísmo que
despreciaba la fraternidad, su asalto a la razón que escandalizaba el cientificismo
Homo sibi Deus, homo homini Deus; Es contra esta nueva religión que polemi
zó Stimer. Como Marx (6a y 7a tesis contra Feuerbach) - y por las mismas fechas
Stimer - se dio cuenta de que siguiendo a Feuerbach, no se hacía sino oponer dos
abstracciones, dos religiones que, por igual, dejaban desamparado al hombre
concreto frente al mundo de las esencias. En El único y su propiedad podemos
leer.
La religión humana no es m is que la última metamorfosis de la religión cristiana. (...) En
efecto, es una religión porque Me separa de Mi esencia y la coloca por encima de Mí,
porque eleva al Hombre como la religjóa eleva a su d ios o a su ídolo.13
Esta critica, la hacia Sumer en nombre de) yo, de lo que él llamaba el "yo fini
to” contrapuesto al "yo absoluto del idealismo"14*17.
Vemos a Feuerbach declarar que el término "Hombre" no debe aplicarse más que al Y o
absoluto, a) género, y no al Y o individual, efímero y caduco. (...) El Hombre e s el último
de los malos espíritus, el último fantasma, y el más fecundo eo imposturas y engaños. (...)
La caída de la Humanidad será la seña) de Mi elevación.13
l S / ó ü . p . 21.
19 Véase ibid. , p. 22.
20 Véase "La riqueza ideal del individualismo". Revista Blanca, 1925 (no. 45, 1-4), p. 24.
21 V éase "El individualismo y la solidaridad humana", Revista Blanca, 1930 (159, 1-1), p.
347.
22 Stimer, e d ctt., p. 154.
170 pekejóakitous
23/¿tf.,p. 220.
2 A Véase Javier Guallar: "La concepción del hombre en Federico Urales", Anthropos. 1987
(78), P 52.
25 La r*¡tpót¡ y ¡a cuestión social, Montevideo 1902, p. !3.
26 Stimer, tcL cu., p. 217.
2 7 2 2 1 .
28 Véase A h arez Junco, e d cít , p. 25.
Sade y St ir n e r o l a t r a d ic ió n im p o s ib l e 171
de lo» hombres, oo quiero ruis que mi poder sobre los hombres, que sein mi propiedád.
gozarlos33
36 Véase José O nega y Gasset: "Una primera vista sobre Baroja", en: Obras complétas,
Madrid 1946/50, H, p. 112 y s.
37 Véase Gilles Deleuze: Présentation de Sacher-Masoch, París 1967.
3S Stimer, «d ci t , p. 32.
39 V éase la interpretación que G ilíes Deleuze propone de este ideologema desarrollado en:
"Histoire de Juliette", Presentation de Sacher-Masoch, pp. 75-79.
40 Ibid.
174 PereJoamitous
£1 discurso sádico no era recuperable por parte del anarquismo. No lo era por
razones obvias, ya que hubiera sido necesario abstraerle su carga patológica. N o
lo era, asimismo, por quedar inserto en un mundo presecularizado. Tampoco re«
sulcó ser recuperable el discurso stimeriano, aunque éste ya se inscribiera en lo
que, siguiendo la moda en curso, podríamos denominar eptstemé humanista,
aquella misma que nace en la ilustración, se institucionaliza en el liberalismo y
culmina en el anarquismo. Conviene empero matizar: Cabe concebir esa inscrip
ción a modo de un negativo fotográfico, que afirma lo que niega. El pensamiento
de Stimer es el reverso del liberalismo y del socialismo, especialmente anar
quista. Sin ellos, no tiene lectura posible.
Tamo el individualismo sádico como el stimeriano son subscancialmente apolí
ticos. Para ambos vale lo que Luigi Fabbn reprochó a los admiradores del Unico:
Los individualistas stiroerianos aplazan indefinidamente las cuestiones sociales en todos
sus aspectos políticos y especialmente económicos. Solidaridad o individualismo son d os
fiierzas de evolución, que, para la sociedad, son lo que las fuerzas centrífuga y centrípeta
para el cosm os. Un stimeriano viene a ser com o un aficionado a la fisica que en sus inves
tigaciones atendiese únicamente a la fuerza centrípeta; del mismo m odo que un socialista
de estado resulta otro de iguales aficiones que atendiera só lo a la fuerza centrífuga.42
fu$o pero apasionado alegato en pro de ia propiedad y del mercado libre - libre,
sobre todo, de todo condicionamiento social:
Si mi prójimo puede serme útil, consiento en entenderme con él, en asociarme con él para
que ese acuerdo aumente mi fuerza, para que nuestras potencias reunidas produzcan más de
lo que una de ellas podría hacerlo aisladamente. (...) En la asociación y sólo en la asociación,
la propiedad toma su verdadero valor y es realmente propiedad, puesto que en ella, yo no
debo a nadie lo que es mío. [...] En la asociación, tú tienes todo tu poder, toda tu riqueza, y
te haces valer en ella. (...) La asociación es tu instrumento, tu arma; ella agudiza y multiplica
tu fuerza natural (...) En la asociación. Yo soy propietario, y no hago mas que entenderme
con otros acerca de mi propiedad.43
1 F.T. Marinem, Teoría e invenzione futurista a cura di Luciano D e María. Milano 1968, j
11. Las citas corresponden a esta edición.
2 Véase Ronald Daus, Der Avantgardismus fa n ó n Gómez de la Sernas, Frankfurt 1971, p-
83-87.
3 Véase Manfred Lentzen, "Marinem und der Futurismus in Spanien", Archivfü r das Studiu
der neueren Sprachen und Literaturen 224 (1987), p. 68.
178 V o l k e r Ka pp
quista español Hilo explica el que hasta ahora este influjo haya sido tan sólo es
tudiado por los historiadores de la literatura.4
La estética literaria del futurismo italiano pierde mucho si no se tienen en
cuenta sus implicaciones políticas. Su originalidad proviene de la ambición de
los futuristas por ordenar la vida política según los principios culturales y estéti
cos de la vanguardia. Esta alianza entre teoria y práctica, cultura y política, arte y
vida, sobrepasa claramente ct reducido dominio de la historia literaria. Es ella la
que merece de manera particular la atención de los investigadores del anarquismo
español porque concierne las bases mismas de la cultura anarquista.
La literatura popular de los anarquistas españoles es sin duda alguna un pro
ducto más típico del movimiento anarquista que las refinadas obras de los futuris
tas. A pesar de ello, no se puede equiparar esa literatura anarquista, de sesgo po
pular y estéticamente defectuosa, con la literatura anarquista en su conjunto. Con
ello se desvinuaría la cultura popular como cultura menor y se postularía u n anta
gonismo irreconciliable entre estética literaria y cultura popular. Los futuristas
italianos han preconizado un arte futuro que favoreciera el desarrollo de la liber
tad creadora en la mejor parte de la juventud. De este modo se proponía liberar la
sociedad de las cadenas de las estructuras escleróticas.
En su obra Democrazia futurista de 1919, Marinetti se dirige al "proletariato
dei geniali" (p, 405 ) y afirma:
0 movimento artístico fiirurisu da noi minato 1 1 anni fa aveva precisamente per scopo di
svecchiare brutalmente fambiente anistico-letterario, esautorarne e distruggerne la ge-
rontocraaa, svalutare i critici e i professori pedanti, incoraggiare tutti gli slanci temerari
deir ingegno giovanile per preparare un' atmosfera veramente ossigenata di salute, in
coraggiamento e aiuto a tutti i giovani geniali d’Italia ( p. 40$).
Pasa después a resumir los fines politicos del futurismo adoptando la perspectiva
de la juventud
Incoraggiarli rutti, centuplícame l'orgoglio, aprire davanti a loro tutti i varchi, diminuire al
più presto, c o s i il numero d ei geniali italiani falliti e stroncati (p. 40$).
Ese gobierno de una juventud genial se rebelará contra la represión y extirpará los
defensores del orden:
La vita italiana di domani altro uon deve essere che una serie di bombe a mano lanciate
selle gambe degli importuni pesantissimi due nemici: il prete e il carabiniere (p. 387).
4 Véase además de lo s trabajos de Daus y Leotzen: Paul Ilie, "Futurism m Spam", Criticism 6
(1964). pp. 201-211 y su libro Documents o f the Spanish Vanguard, Chapel H3I 1969 y
Jaime Brihuega (ed.). Manifestos, proclamas, panfletos y textos doctrinales (Las vanguar
dias artísticas en España: 1910-193ÍJ, Madrid 1979.
A N A R Q U IA Y ES TE TIC A FU T U R IS TA 179
El orden social proyectado por los futuristas será instaurado por la rebelión contra
ia$ rígidas estructuras de la antigua sociedad y a expensas de la generación de los
mayores. Corresponderá a las necesidades de una juventud genial y hambrienta
de independencia. Será inventado por la imaginación creadora de los adeptos a)
futurismo.
Este sueño utópico no entró en los programas politicos de los anarquistas espa
ñoles, a pesar de presentar ciertos puntos de contacto con sus opciones políticas.
Cuenta con la espontaneidad en todos los campos y expresa un ideal que permite
valorar las posibilidades y los límites de la cultura anarquista. Es este punto de
vista sobre el que se concentrarán mis reflexiones en tomo a anarquía y estética
futurista.
Las relaciones entre anarquía y futurismo italiano son muy complejas. Tienen
una dimensión política y otra estética. Las relaciones entre ambas son tan estre
chas que no se puede estudiar la estética futurista sin tener en cuenta sus impli
caciones políticas, como tampoco puede estudiarse la política futurista sin refe
rirse a sus lazos con la estética de este movimiento. La dimensión política del fu
turismo está mucho más desarrollada que en los otros grupos de vanguardia de la
primera mitad del siglo XX, los cuales también se esforzaron en uiur arte y vida.
No se reduce ni a las reflexiones teóricas ni a las acciones culturales en sentido
estricto.
En Democrazia futurista, Maríneui afirma en efecto:
L 'a r t e é p e r n o i m s e p a r a b i l e d e l i a v i t a . D i v e n t a v t e - a a o D c e c o m e ta le é s o la c a p a c e d i
fo r z a p ro fe tic e e d iv in a tric e (p . 3 6 5 ).
5 V éase Federico C h ib o d , D ie E ntstehung des neuen Italien. Von der neuen D iktatur zur
R epublik, Reinbek 1965, pp. 35-36.
6 Marmetti: op.ett., p p . 3 6 4 - 3 6 5 y p. 4 4 8 .
180 V o l k e r Ka p p
Este punto del programa politico futurista se hace eco integral de las ideas del
liberalismo más radical. A cada uno le toca conquistar su situación econòmica
para poder gozar después de los bienes adqueridos según le plazca. No le corres
ponde pues al Estado proteger al débil contra los excesos del más fuerte.
Las afinidades entre el futurismo y el liberalismo se ven confirmadas por el
ataque de Marmetti contra los anarco-sindicalistas. Escribe en Democrazia futu
rista.
Avete visto un' assemblea di giovani rivoluzionari anarchici? Non vi può essere spettacolo
piu scoragguxte.V i noterete infatti la minia urgente, in tutte Quelle anime impetuose e
rosse, di privarsi subito della loro indipendenza e della loro iniziativa per dare U governo
della loro assemblea al più attempato fra loro. Ossia al più opportunista, al più prudente,
insomma a colui che avendo già acquistato una piccola potenza e una piccola autorità sera
fatalmente interessato a conservare lo stato delle cose, a calmare la violenza contrariando
ogni istinto di avventura, di rischio, e di eroismo (p. 417).
exalta e) futurismo. Más allá del liberalismo de Cavour descubre el heroísmo re
volucionario del Risorgimento y se plantea la transformación de la Italia degra
dada gracias al ímpetu revolucionario de la juventud anarquista.
Mazzini es más importante para el programa político-futurista que Cavour. En
Democrazia Juturista Marinetti publica una "Sintesi della concezione di Mazzini
sulla propnetà e la sua trasformazione" (p. 425). En ella se abstiene de toda crí
tica a Mazzini y presenta su concepto de la propiedad como una "síntesis” de la
visión del celebre politico italiano. Este homenaje es tanto más interesante cuanto
que contradice el rechazo futurista del pasado.
El nombre de Mazzim está intimamente ligado al de Garibaldi. Estos dos pro
tagonistas de la historia de la Italia Unida podían inspirar a Marinetti la idea de
regenerar la vida política sobre las bases de la libertad anarquista. Bien lo pmeba
la simpatía de los anarquistas del siglo XIX por el Risorgimento y su decepción
ame la evolución de la Italia Unida.
En octubre de 1869, Bakunin expresa la esperanza que le había inspirado el
patriotismo revolucionario de los promotores de (a unión del país:
Sonie d'une révolution nationale victorieuse, rajeunie, triomphante, ayant d'ailleurs la for
tune de posséder un héros et un grand homme, Garibaldi et M azaai, l'Italie, cette patrie de
l'intelligence et de 1a beauté, devait, paraissait-il, surpasser en peu d'années toutes les au
tres nations en prospérité et en grandeur.11
Esia esperanza se frustró cruelmente Por ello Bakunin completa su retrato por
una crítica violenta de la Italia Unida:
Moins de cinq années d'indépendance avaient suffi pour ruiner se s finances, pour plooger
(out le pays dans une situation économique sans issue, pour tuer son industrie, son com
merce et. qui plus est, pour détruire dans la jeunesse bourgeoise cet esprit d'héroïque dé
vouement que peodant plus d e trente ans avait servi de levier puissant à Mazzini.1213
Ante este fracaso, el anarquista ruso abre una campaña de artículos polémicos
contra Mazztni, cuya ideología combate. Sus escritos crean "un climat favorable à
l'acceptation des idées socialistes et des principes de l'Internationale” y ponen su
sello a las "dix premières années du développement du mouvement italien"14.
En una de las variantes de su libro La rhéologie politique de Mazzini et
VInternationale publicado en 1871 en Neuchâtel, Bakunin polemiza contra la jo
ven democracia italiana cuyo sufragio universal o lleva al pueblo "qu'au droit et
15 Michel Bakounine et l'Italie I87l-J872t Textes établis et annotés par A. Lehning, vol. I,
Leiden 196 l ,p . 174.
16 "L'idéologie marineuieene et le fascisme", Marinent et le futurisme. Etudes, documents,
iconographie réunies et présentées par G. Lista, Lausanne 197*7. pp. 122-129.
184 VOLKER K a p p
Este himno a la juventud que sueña con un porvenir glorioso nos remite a los
orígenes literarios de tal pensamiento politico Del mismo modo, prueba que los
futuristas están mucho más influenciados por el pasado de lo que ellos mismos
admiten, ya que el estado de alma que describe Marinetti corresponde a aquella
vaguedad pasional que el romanticismo francés, siguiendo a Chateaubriand, reía-
17 La primera fiase de Al di là del comunismo afirma: "Noi futuristi abbiamo stroncato tutte le
ideologie imponendo dovunque la nostra nuova concezione della vita, le nostre forinole
d'igiene spirituale, il nostro dinamismo estetico, sociale, espressione sincera dei nostri
temperamenti d'italiani creatori e rivoluzionari" (p. 473).
A n a r q u ía y e s t é t ic a f u t u r is t a 185
ciona con la melancolía. El 'mal del siglo1 romántico proviene del generoso 'élan1
abarcado, y que los futuristas quisieran llevar a buen término. Según Marinetti,
ese movimiento de entusiasmo es particularmente prometedor en los jóvenes pe-
queño-burgueses, ya que éstos no están tan saturados como la burguesía acomo
dada y son más cultos que los proletarios. Es en esta juventud en la que Marinetti
cifra sus esperanzas, ya que constituye "la parte migliore della nostra razza”
(ibid) El concepto de raza nos recuerda la terminologia nazi. El racismo deter
mina, en efecto, sorprendentes desarrollos argumentativos en tomo a la superiori
dad de los italianos. Es uno de los principios fundamentales del partido futurista
cuyo programa afirma:
Dnostro orgoglio italiano è basato sulla superiorità nostra come quantità enorme di indivi
dui geniali. (...) L'Italia rappresenta nel mondo una specie di minoranza genialissima tutta
costituita di individui supenori alla media umana per forza creatrice innovatrice improvvi
satrice (p. 379).
para instaurar el orden politico. Por el contrario, hay que entrelazar autoridad y
anarquía:
Queste libertà individuali, che ingigantiscono nel loro sviluppo verso usa possibile e desi*
der&bile anarchia, debbono coesistere con un principio di autorità (p. 450).
uomini e donne d'ogni classe e d'ogni età, anche se negati a qualsiasi concetto
artistico e letterario" (p. 350). Si bien esta apertura es indispensable para el éxito
politico ¿no supone a la vez una traición de los ideales de la vanguardia futurista?
¿Cómo implantar en la vida los descubrimientos del arte, si este arte es rechazado
por la mayoría que ignora los productos de la vanguardia?
Según Marinetti, el programa político futurista no es una simple prolongación
de la teoría estética. Se trata más bien de su complemento indispensable. Este es
evidente en lo que se refiere a los valores de virilidad y heroísmo en los que se
basa la revolución anarquista:
N o i sognamo un' Italia futurista, libera, virile, elastica, dinamica, inebriata di progresso,
pronta a tun o, cioè improvvisare guerre o rivoluzioni senza eserciti permanenti, ma con la
massima quantità di quelli che noi chiamiamo cittadini eroici (p. 483).
N o i prepariamo questi cittadini con una propaganda assidua di libertà intellettuale, sport,
arte, eroismo e originaba futurista (jbid.).
La politica futurista sueña un ideal utopico capaz de aunar la cultura física con
la intelectual, y de reconciliar el depone con el arte, asi como la fuerza fisica con
la grandeza moral A la estética le corresponde el papel de promotor de innova
ciones permanentes ya que se rebela contra todo pasado.
El dinamismo revolucionario de la estética futurista se halla confirmado por la
alianza entre futurismo y bolchevismo Marinetti se enorgullece de haber sido
acogido con entusiasmo en Rusia. Reconoce incluso "che i futuristi russi sono
tutti bolscevichi e che l’arte futurista fu per qualche tempo, arte di Stato in
Russia” (pp. 480-481). Ello no le impide reducir las divergencias entre Rusia e
Italia a la oposición entre socialismo igualativo y anarquismo individualista.
El futurismo juliano propaga una revolución anarquista. Refiriéndose a) primer
manifiesto futurista, el mismo Marinetti escribe en 1929:
occhi troppo programmatiche e violente, troppo cariche di voluto e di teorico. Ciò è natura
le. (p. 350).
188 V o lk e r Ka p p
riódico mi]anes lì secolo da fe de las protestas que las ideas nacionalistas suscita
ron en su auditorio anarquista23. Desde entonces, se plantea la pregunta de saber
porqué el futurismo quiere unir el anarquismo y el nacionalismo. En Democrazia
futurista, el artículo sobre "D cittadino eroico, l'abolizione delle polizie e le
scuole di coraggio" se enfrenta a este problema. En ¿1, Marinetti recuerda la
costumbre de "considerare il patriottismo e la guerra come assolutamente
contrani alla idea anarchica" (p. 445) y arguye que esta contradicción no es sino
aparente. Rinde homenaje al coraje de los anarquistas24 y explica sus acciones
Molentas por la búsqueda de una justicia utópica.2526
El individuo aislado, como es el anarquista, puede descubrir el atractivo del
patriotismo si se adhiere al futurismo, que magnifica la destrucción del orden es
clerótico en programa político y reúne a los partidarios de la violencia en el seno
de un partido anarquista. Frente a las críticas de Arturo Labriola, insiste en el he
cho de la "novedad" (p. 447) de esta actitud que entronca en los ideales del
Risorgimento:
[...) noi vogliamo risuscitare lo sforzo passionale e temerario della razza che seppe rea
lizzare t'ind.’pendeoza italiana, e faremo ciò senza l'eccitante alcool delle bandiere spiegate
e delle rosse fanfare, noi, poeti ed artisti: senza ricorrere a nuovi sistemi politici, e solo
spargendo il fuoco di un entusiasmo inestinguibile in questa Italia (...) (pp 447-448).
doctrina estética. El entusiasmo del que habla es la fuerza creadora de los poetas
y de los artistas futuristas. Por ello, afirma luego:
D Futurismo proclama così i) necessario interv ento degli aitisti nelle cose pubbliche, p er
fare finalmente de! governo un' arte disinteressata, al posto d i quello che è ora una pedan
tesca scienza del fiuto (p. 448).
E) gobierno del arte y de los artistas futuristas conllevará "la soluzione artistica
de) problema sociale" (p. 487):
n proletariato dei geniali, collaborando collo sviluppo del macchinario industriale,
raggiungerà quel massimo di salario e quel ««««««* di lavoro manuale che, senza diminuire
la produzione, potranno dare a tutte le intelligenze la libertà di pensare, di creare, di
godere artisticamente (p. 486).
Estas afirmaciones prueban que Marinetti posee una intuición justa respecto a
la evolución futura de la sociedad europea y del papel que jugarán en ella la
ctcncta y el progreso técnico27. Según Marinetti, el futurismo se enfrenta a los
problemas reales del mundo futuro porque la sociedad moderna necesita de un
arte anarquista que asocie el cuito del progreso en todos los campos con la rei
vindicación de la libertad individual absoluta.
El programa del partido politico futurista no logró transformar la vida política
italiana. El anarquismo, sin embargo, guarda todo su atractivo para los escritores
italianos. Italo Calvino abre su primer tomo de narraciones (Ultimo viene il
corvo, 1949) con un texto titulado "Un pomeriggio, Adamo", en el que contra
pone al jardinero Libereso28, representante del nuevo orden, a la sirviente
27 Véasc Ulrich Sehulz-Buschhaus. “Der Futurismus als 'grande e forte letteratura scientìfica' -
Betrachtungen Ober die Widersprüche einer Avantgarde", Literatur und Wissenschaft.
Begegnung und Integration. Festschrift für Rudolf Baehr, hrsg. von B. Wixddehner,
Tübingen 1987. pp. 371-382.
28 "E un nome in esperanto, disse lui. Vuol dire libertà, m esperanto" (Torino 1976, p. 10).
A n a r q u ía y e s t ít ic a f u t u r is t a 191
Hasta finales de los años sesenta no resultaba fácil hacerse una idea cabal de lo
que escribieron los poetas de tendencia anarquista durante los años de la guerra
civil. Las fuentes accesibles al estudioso que fuera de España se ocupaba de la
poesía comprometida española eran muy pocas. Concretamente eran las siguien
tes: en primer lugar, la valiosa antología, precedida de un substancioso prólogo,
preparada por nuestro admirado amigo Darío Puccini, Romancero delh
Resistenza spagnola, que vio la luz en la editorial Feltrínelli, de Milán, en 1960;
en 1962 apareció la versión francesa (la antología en presentación bilingüe) en la
editorial François Maspero, de París. Luego se disponía del Romancero General
de la Guerra de España, compilada por Emilio Prados y editada con un prólogo
de Antonio Rodríguez-Moñino; este libro fue editado en plena guerra civil por
Ediciones Españolas, Madrid-Valencia, 1937, y reproducido en reprínt por
Feltrínelli en 1966. Los estudiosos que tenían suerte, pudieron consultar también
los números de Hora de España que habían llegado al extranjero y la revista
Octubre si sabían en qué bibliotecas públicas o particulares se encontraba. Pero
no se trataba, evidentemente, de publicaciones anarquistas. Lo que no había, era
una edición sistemática, ni una antología siquiera, de la poesía de cuño anarquista
y aun menos un estudio, aunque fuera somero, de la misma.
Asi fue la situación al poner nosotros el pumo final, en 1967, a nuestra tesis
sobre el compromiso en la poesía española del siglo XX, cuya primera pane, que
cubre los años que van de 1900 a 1939, se publicó en 196$. Una de las conclu
siones a que llegamos en aquel trabajo, fue que en la poesía comprometida de di
cho período predominaba el campo - es decir, imágenes relacionadas con la vida
del campo - y ia figura, como si dijéramos ejemplar, del campesino, contraria
mente a lo que pasaba en la poesía que apareció durante los primeros cuatro de
cenios del siglo XX en el resto de gran parte de Europa: en Francia, Alemania e
Inglaterra. En la poesía escrita durante la contienda, se añadía a este rasgo la
imagen de los caídos como un mantillo que abonaba la tierra para un mañana es-
peranzador y más justo, para un futuro mejor.
Hubo que esperar hasta el año 1971 para que los que se interesaban por este
terreno pudieran conocer mejor la poesía escrita por el sector anarquista de la
194 Ja n Lechxer
política o religiosa que ñiera. Repetimos que, en efecto, resulta comprensible que
aquí y allá haya alguna que otra resonancia de ese pasado largo que en toda
£uropa había impregnado la vida social y cultural de su savia, pero que la refe«
rencia a este "discurso cristiano" sea "una constante", nos parece altamente sor«
préndente, aun cuando se tiene en cuenta la veta utópica - algunos dirían incluso
escatológica • que recorre el pensamiento anarquista en general y el de España en
particular.
Otra inconsistencia que nos ha llamado la atención en esta poesía es la refe
rencia, en principio también comprensible, a figuras señeras del pasado. ¿Qué
cosa más normal que tratar de inscribir la causa de uno mismo en una trayectoria
que viene de un ayer lejano y cuyos momentos más significativos quedaron mar«
cados por el pensamiento y la acción de hombres y mujeres ejemplares?4 Pero,
los hidalgos, el Cid, el Gran Capitán, Colón, Pizarro, Cortés, Valdivia; los condes
Fernán González, Wifredo y Bcrenguer pertenecían • resulta casi penoso tener
que decirlo « al Antiguo Régimen y eran los más puros representantes de una
mentalidad feudal, asi como lo eran los "porches hidalgos" y los "fijosdalgo”.
Curiosos modelos para un anarquista ...5
Discrepamos también en lo que se refiere al lenguaje de esta poesía. En nues
tro trabajo de 1968 llegamos a la conclusión de que la poesía comprometida es
pañola esenta entre 1900 y 1939 usaba medios de expresión tradicionales y no
aportó innovaciones m apenas experimentó. Salaün conforma este juicio, dicien
do: "Los anarquistas, sobre todo, permanecen prisioneros de sus contradicciones
ideológicas y siguen practicando un lenguaje y una literatura que reflejan una
norma archiconfoimista". De ahi que llame la atención que en otro momento este
mismo especialista afirme que los poetas de la guerra de España "armonizan" di
ferentes facetas del lenguaje, haciendo consonar lo culto con lo diario.6 Creemos
que en el caso concreto de la poesía anarquista abundan los ejemplos que de
muestran a las claras que el lenguaje es todo menos armonioso y que, en general,
lo coloquial y lo callejero (en su sentido más negativo) se insertan de tal forma en
estos romances que constituyen cuerpos extraños en el conjunto del texto. Si lo
que Salaün señala realmente hubiera sido lo novedoso del lenguaje poético de
aquel momento, se habna prolongado sin duda más allá del año 1939, pero no fue
asi. Los verdaderos cambios que se operaron en el lenguaje literario de la España
7 Esta cuestión U tratamos eo la ponencia que leim os en el Congreso Internacional que tuvo
lugar en Valencia, en abril de 1986, con m otivo de la conmemoración de lo s cincuenta años
de "Valencia, capital d e la República". El texto, titulado "Poesía e Historia", ha de publicar
se junto con las demás ponencias que se leyeroo en aquella ocasión, según afirm» doo
Antonio Parido, de la Concejalía de Cultura de! Ayuntamiento de Valencia, en cana del 22
d e febrero de 1988.
198 Jan Lechner
Sólo muy pocos poetas tuvieron la lucidez de no caer en esta trampa: Prados,
Serrano Plaja, OÜ Albert, Aleixandre.
Lo que si es interesante subrayar es la nueva luz que echa el estudio de Salaün
sobre la cuestión del tema de la tiena, tema que tanta importancia cobra en la
poesia republicana durante los años de la guerra, por más que la poesía compro*
metida anterior a 1939 prestara ya cierta atención al tema del campo. Sabemos
que ya desde Proudhon los ácratas se fijaban en las sociedades agrícolas como
modelos de una sociedad ideal.8 Si los anarquistas escribieron, pues, la mayor
pane de la poesia de la guerra civil, quizás se comprenda mejor la omnipresencia
de este tema en esta poesía, conclusión que, curiosamente, no saca el mismo
Salaün.
Queda un problema, que, además, resulta vidrioso: ¿cómo hay que enjuiciar,
cómo hay que valorar esta poesía, qué normas hay que aplicarle? Dos cosas que*
dan patentes con meridiana claridad: esta poesía fue escrita, en su mayor parte, en
circunstancias extraordinarias, y su función era servir de otra arma más en el
combate con el enemigo. Lo lógico seria, pues, optar por uno de los dos modos
de acercamiento siguientes: tratar de averiguar cuál ha sido la efectividad que
tuvo como tal arma de combate, o bien enjuiciar estos textos desde un punto de
vista literario, ya que, como quiera que se mire el asunto, sus autores han querido
valerse de una forma poética inconfundible. Creemos que ninguno de los dos mo
dos debe perder de vista al otro, la otra cara de la medalla, pero que ha de haber
una inequívoca decisión de optar por uno o por otro. Un fusil se valora como tal;
un texto literario puede ser más letal en conseguir el derrumbe de un dictador en
un momento dado, dato que se tendrá muy en cuenta, pero es un texto literario y
hay que enjuiciarlo como tal. Sabemos que no existen normas infalibles para dic*
laminar "esto es literatura, aquello noM , ya que siempre quedan ciertas zonas
donde la incertidurabre permite opiniones divergentes. Sin embargo, la crítica li
teraria * si verdaderamente merece tal nombre • ha tratado siempre de expücitar
las normas que aplica al enjuiciar un texto literario, asi como el propio punto de
partida del crítico, para establecer después, sin dogmatismo y dejando, como en
toda discusión intelectual, cierto margen, por mínimo que sea, de duda y de inse
guridad, el mayor o menor valor del texto que se examina dentro de un sistema de
cánones existentes (que bien pueden cambiar al poco tiempo). Por lo tamo, no es
extraño que estos textos, que se quieren literarios, sean valorados según criterios
literarios.
Si gran parte de esta enorme producción resulta ser de poco valor en cuanto
texto poético, admitámoslo, con todo el respeto y la admiración por las personas
que escribieron estos romances y ofrecieron sus vidas en la lucha por una socie
dad mejor. No podríamos prestarles peor servicio que suspender nuestro sentido
crítico y admirar ciegamente sus textos por haber sido escritos por gente que
consideramos como "los nuestros". Supondría acercarse a los poemas que nos
han llegado con un prejuicio y una actitud demagógica que ellos mismos comba
tieron.
Clara E. Lida
En una extensa caita inédita a vanos “hermanos internacionales”, entre ellos a al'
gunos de España, Fierre Kropotkin escribía pocas semanas antes del Congreso
secreto de Londres, de julio de 1881: "Creo que nos hacen falta dos organizacio
nes, una abierta, amplia, funcionando a la luz del día; la otra secreta, de acción
(p. 5)." La primera estaría activa donde le fuera permitido, pero en vez de ocu
parse de política lo haría de las huelgas: sería una organización de resistencia,
una "Internationale gréviste*. La otra, debía ser intima, fraternal, secreta, formada
por "uno o dos hombres en cada ciudad que sirvieran de núcleo de los grupos
secretos (p. 8)." Estos se encargarían de organizar la "conspiración obrera", es
decir, "volar una fábrica, 'tranquilizar' a un patrón, etc., etc., lo cual remplazaría
ventajosamente la propaganda de cualquier congreso (p. 9)." Para esto - continúa
Kropotkin - se debía recurrir a los grupos secretos que ya existían en países como
Italia, Francia, España y Alemania (p. 5), estrechar los lazos internacionales,
también secretos (p. 10), y reforzar los grupos intemacionalistas clandestinos con
los "jóvenes activos, buenos conspiradores y hombres de acción”, que todos los
dias surgían en esos lugares (p. 11)11.
Este documento casi desconocido de Kropotkin, es algo m ás que el testimonio
casual de una preocupación momentánea. El texto, como tantos otros que forman
un abundante, aunque disperso, Corpus de y sobre la clandestinidad, por una
parte, está surcado por un hilo conductor que enlaza el discurso desarrollado por
los lideres de las organizaciones anarquistas internacionales con el de los anóni
mos militantes de minúsculos grupos locales. Por otra, plantea dos caminos tácti
cos cuya aparente contradicción había que resolver: lucha política frente a resis
tencia económica, violencia revolucionaría o acción sindical, organización públi-
2 Fueros legales de junio de 1870 a cuero del 72, cuando Sagasta los declaró fuera de la ley,
> de septiembre de 1881 a la primavera de 1882, antes de U represión de U Mano Negra.
Permanecieron en la semiclaadestinidad después de la Comuna, de enero de 1872 a enero
del 74. En Andalucía, lo s anarquistas fueron hostigados y reprimidos desde U Mano Negra
hasta la disolución de la FTRE. en 1888
El d is c u r s o d e l a CLANDESTINIDAD ANARQUISTA 203
/
Importa tener presente que la clandestinidad anarquista surgió como una res
puesta premeditada, práctica, racional y efectiva a la violencia y represión lega
lizadas. Frente a una persecución sistemática, el secreto se planteaba de manera
razonada, como la alternativa menos vulnerable a la penetración del poder y de la
fuerza. Es decir, la clandestinidad fue una táctica consciente de resistencia contra
los crecientes mecanismos de coerción del Estado y de quienes lo sostenían. Con
un lenguaje que anticipaba el de la clandestinidad, lo expresaba en septiembre de
pequeñas áreas urbanas y del campo, no sólo carecían de un espacio sindical de»
finido, sino que, por el carácter mismo de sus aspiraciones - colectivización de la
tierra y los talleres, del trabajo y de su producto, abolición de la propiedad y sus
privilegios, defensa de la organización del trabajo - chocaban más directamente
con los intereses económicos de las oligarquías agranas locales y nacionales. En
estos universos desiguales, los pequeños grupos exigían y defendían la autonomía
y la libertad de acción y cumplían con la consigna de la Comisión Federal de re*
organizarse en grupos de diez.
Esta estructura en decurias, cada uno a cargo de un decuria/, no fue original
del anarquismo, sino que se nutria de una tradición organizativa que, en el siglo
XIX, se remonta a las logias masónicas y carbonarias7, pero que ya en el antiguo
régimen, tenia su origen inmediato en las hermandades y los gremios8. Al desapa
recer la Internacional en España y acentuarse la contracción de los espacios pú
blicos, los anarquistas se aprestaron a resistir en secreto, recuperando del pasado
expresiones organizativas cuya vitalidad se había probado al sobrevivir los siglos.
Esta mezcla de modernidad y antiguo régimen quedó plasmada, por ejemplo, en
las pequeñas asociaciones anarquistas andaluzas, como lo he podido comprobar
ahora que estudio en detalle la llamada Mano Negra y su época. En esta minús
cula agrupación clandestina (en la que de los dieciséis acusados de pertenecer a
ella, catorce estaban afiliados a la Federación anarquista de San José del ValleX
uno de sus supuestos jefes tenía, precisamente, la función de "decuriar o “jefe de
grupo", en tanto otros compañeros reconocían pertenecer a un grupo que llama
ban "decuria"9.
Si ahora volvemos a la cita previa: "organizarse en grupos de diez individuos",
vemos cómo la frase recobra su sentido literal al descubrir que la organización
básica, característica de estos pequeños grupos locales, en efecto, tendía a ser en
decurias. A su vez, la imagen "reunirse (...) hasta en las barbas del burgués", no
era solamente una expresión irreverente, sino un uso metafórico que en el discur
so de la clandestinidad adquiere un significado directo. En otras palabras, para
il
Esta táctica de la organización secreta en pequeños núcleos requiere de algo más
que de grupúsculos aislados Para que la clandestinidad no se convierta en un dis
curso cerrado, enrarecido por meros lenguajes tradicionales y por rituales secre
tos, y para que cumpla una función política dinámica, es imprescindible su per-
manente articulación e intercambio con el discurso de grupos externos, tanto
regionales como nacionales e internacionales. Esto lo percibió con claridad la
Federación anarquista española que, a lo largo de sus años de vida subterránea,
mantuvo una actividad permanente para evitar que la Internacional desapareciera
de la Península. La comunicación entre los diversos grupos se aseguró a! sustituir
los congresos federales por conferencias comarcales secretas que mantuvieran el
esuecho contacto entre las provincias de una misma región y de las regiones entre
sí y con el exterior. En el caso particular de Andalucía, por ejemplo, se crearon
dos comarcas, una del Este, y otra del Oeste, para organizar mejor las provincias
más numerosas en militantes, como Cádiz y Sevilla. Esta reordenación no fue
fortuita ni implicó - como han creído algunos - el centrifúgalismo y el debilita
miento. Por el contrario, respondió a una estrategia de lucha basada en la práctica
militante, ajustada a las realidades de cada localidad y de cada comarca y, a la
vez, en el intercambio continuo de información teórica y doctrinal, a través de
una organización bien articulada que posibilitara la difusión del discurso anar
quista.
E ste o b je tiv o s e e x p r e s ó c o n len g u a je c la r o en lo s Estatutos se c r e to s a p r o b a
d o s por la s c o n fe r e n c ia s c o m a r c a le s d e 1875, y r a tific a d o s a n u a lm e n te , h asta
1 8 8 0 10. E n e ll o s se m a n ifie sta la n e c e s id a d d e lo s a n a r q u ista s e s p a ñ o le s d e m a n
tener "una p r o p a g a n d a a c tiv a d e su s principios'* d en tro d e u n a o r g a n iz a c ió n s e c r e
to Cito del todavía inédito original espado) que se encuentra en el IISG: "Asociación [sic]
Internacional de los Trabajadores Federación Regional Espadóla. Estatutos aprobados por
las conferencias comarcales de 1875 y reformados por las de 1876, 1877, 1878, 1879 y
1880';, 11 pp., ms. incompleto. Lo publicó, pero traducido al francés, Renée Lamber« en:
Max Nenlau, La Premier* Internationale en Espagne (1868-1888). Dordrecht: D. Reidel,
p p .318*323
El d is c u r s o d e L A C LA N D E S T IN ID A D A N A RQ U ISTA 207
ta que, además, provea "el refugio de una unión estrechísima", y guarde "una gran
circunspección en la manera de obrar que pueda evitar (...) todo género de vio*
lencias (...) por los bárbaros gobernantes" (pp. 1-2). Algo semejante recogieron
otros Estatutos de 187$ que hasta ahora permanecen inéditos, que la Federación
Regional Española envió a la Oficina Federal de la Asociación Internacional de
los Trabajadores, en Saint-lraier11. En ellos se subraya la intima y continua reía*
ción de la organización internacional con la española secreta (articulo XIX). En
síntesis, se puede decir que desde mediados de los 70, las conferencias comarca*
les clandestinas en España fueron uno de los vehículos que de modo más activo
contribuyeron a desarrollar un discurso que encauzara este intercambio perma*
nente de ideas y prácticas políticas y las expresara en un lenguaje común, aunque,
desde luego, no único.
En esos años abundaron, además, otras formas de comunicación, tales como
folletos, hojas sueltas, manifiestos y circulares, en los que los propios militantes
desempeñaban un papel discursivo central como autores, corresponsales y lecto
res. Algo semejante sucedió con las publicaciones periódicas clandestinas, en su
mayoría efímeras aunque algunas, como El Orden, alcanzaron más de sesenta
números entre 1875 y 78, y como El Municipio Libre, que de 1879 a 1880 lanzó
once números en menos de un año. En ellas, por medio de artículos, cartas y no
ticias, se difundían ideas sobre la propiedad y la organización del trabajo, sobre la
clandestinidad y el movimiento obrero nacional e internacional, sobre la represión
y la lucha revolucionaría, que los obreros de campos, aldeas, pueblos y ciudades
debatían y explicaban. Es decir, a través de la palabra impresa se ampliaron y
precisaron el universo intelectual y el discurso ideológico del anarquismo deci
monónico.
Sin temor a alejamos del tema, importa subrayar que, contra lo que tradicio
nalmente se ha afirmado, lo anterior denota un alto nivel de escritura y, sobre
todo, de lectura individual o colectiva dentro de los grupos anarquistas. Esto, que
suele pasar desapercibido o que, incluso, a menudo es negado, lo he podido veri
ficar muy especialmente al reexaminar la Mano Negra. En este caso, de los dieci
séis hombres del campo jerezano acusados de asesinato, ocho declararon saber
leer y escribir, uno leer pero no escribir y tres no saber leer por lo cual supone
mos que tampoco sabían escribir12. Carecemos de datos precisos sobre los cuatro
restantes, pero todos afirmaban que habían oido a sus compañeros leer textos de
diversa índole (cartas, estatutos, comunicaciones, periódicos). Es decir, más del
11 Se encuentran, en APP, B a/437, ffi 3189-3192 (cf. supra, nota $}.
12 Proceso, pp. 62, 69,passim.
208 Clara E. U D a
50% de esos campesinos andaluces eran alfabetos y solamente menos del 25%
declaradamente analfabetos, aunque todos participaban como escuchas cuando en
las reuniones del grupo se realizaban lecturas en voz alta
Una tendencia semejante, aunque más acentuada, la he observado en el primer
tercio del siglo XX al reseñar un libro reciente sobre los anarquistas de Casas
Viejas. Mientras su propio autor los califica de campesinos iletrados e ignorantes,
los testimonios orales que ¿1 mismo recogió de los sobrevivientes de la masacre
de 1933 desmienten esta visión estereotipada del jornalero anarquista y le reve
lan, al lector atento, otra realidad. De los 37 participantes en esta sublevación que
fueron identificados por los informantes citados en el libro, 25 resultaron alfabe
tos, 3 analfabetos, en tamo que de los otros 9 no se dan datos claros. Es decir,
cerca del 68% era letrado, 8% iletrado y el 24% restante indefinido13. La cercana
coincidencia de estos datos en dos momentos históricos diferentes, nos debiera
obligar a reflexionar senamente sobre cuál era, realmente, la cultura de la clase
que estudiamos Es cierto que en una sociedad como la española del XIX, am
pliamente analfabeta, los trabajadores más o menos letrados eran una verdadera
minoría, pero dentro de ésta, los anarquistas descollaron desde muy temprano,
tanto durante los breves momentos de organización pública, cuanto en los largos
años de la clandestinidad, por su ambición de aprehender - ¡y de aprender! - un
lenguaje cuyos instrumentos - la palabra escrita y la leída • les habían estado tra-
dicionalmente vedados. La conciencia de los anarquistas de que la alfabetización
no debía ser pammonio exclusivo de otros, les permitió oponer al discurso domi
nante su propio discurso y desarrollar instrumentos de comunicación más elabo
rados dentro de su propia clase, más allá del horizonte local.
Para comprender el desanollo ideológico del anarquismo español, también
habrá que reconocer -que el discurso de los grupos anarquistas peninsulares se ar
ticuló continuamente con el de otros grupos fuera de España. Podemos afirmar
que no sólo fueron importantes la organización local y la nacional, sino que lo
fueron, además, la constante conciencia y participación intemacionalistas que
impidieron el aislamiento del anarquismo español frente al resto de Europa,
donde también se desarrollaba un discurso teórico y táctico sobre la clandestini
dad. Claro está que cuando éste llegaba a los grupos locales, era reelaborado por
quienes, al recibirlo, lo «interpretaban y adaptaban según su propio discurso.
13 Véase mi rescia de Jerome R. Mintz, The Anarchists o f Casas Viejas. Chicago: Chicago
Carvers:cy Press. 1982. cu The American Historical Review, 5 (1883), pp. 1276-127? y mi
intercambio con el autor ec la sección “Commuaicalioos" d e la misma revista, en 1 (1985),
pp. 270-271.
e l d is c u r s o d e l a c l a n d e s t in id a d a n a r q u is t a 209
///
Hemos visto hasta ahora que ia existencia secreta exige la comunicación continua
de los pequeños grupos entre sí y de estos, en círculos concéntricos, con organi
zaciones más amplias, hasta llegar a las internacionales. Sin embargo, quiero
subrayar que, a la inversa, esta vida clandestina también requiere una estrecha
cercai\ia a la cultura tradicional de sus miembros, pues sólo esta integración
puede legitimar el discurso clandestino al imbricarlo con el de la comunidad. Las
normas de conducta y de solidaridad que guiaban a los anarquistas rara vez esta
ban esentas, pero su práctica formaba parte de una longeva tradición de herman
dad comunal, traducida ahora a la fraternidad de la clase.
En los documentos que han logrado sobrevivir el secreto de aquellos años, ob
servamos un discurso recurrente sobre la vida municipal, con sus autonomías y
tradiciones comunitarias. Así, en un "Programa" secreto para las conferencias
comarcales, vemos el énfasis en la solidaridad comunal con los "inútiles para el
trabajo” - los viejos, los enfermos, los débiles - en la instrucción y su "aplicación
conveniente en la localidad'; en la responsabilidad mutua y la obligación de re
partir las cargas públicas entre todos los adultos capaces17. Es decir, en éste
como en otros casos, constatamos una continua preocupación por las formas de
mocráticas de participación, expresadas en actos y lenguajes diversos. En fin, en
las múltiples manifestaciones en favor de la solidandad comunal reconocemos un
discurso colectivo cuya base era una idea justiciera de que las obligaciones mu
tuas, el consenso y el bien común debian traducirse a inquebrantables y apasiona
das categorías políticas y morales
En su vinculación con la cultura colectiva, los anarquistas también recurrieron
a los símbolos y formas que habian formado parte de un discurso clandestino
tradicional. En este aspecto, la tradición ritual de oscuras ceremonias de inicia
ción, propias de las corporaciones del antiguo régimen, se eslabonaron con diver
sas asociaciones decimonónicas hasta llegar al anarquismo. Toda una familia de
gestos simbólicos sobrevivió durante el siglo XIX, a fuerza de haber estado om
nipresente en el múltiple universo comunitario de los siglos anteriores, desde las
cofradías de artesanos hasta las congregaciones religiosas, desde las fraternidades
universitarias hasta las órdenes militares1819. Entre los anarquistas de España y del
resto de Europa, uno tras otro testimonio nos permite recoger elementos tradicio
nales tan variados como el uso de apodos, de nombres falsos y de guerra (/
malfattori e Ifarabutti en Italia, Les affarnés, Les révoltés y Les incendiaires en
Francia, Los desheredados y Los pelaos en Andalucía); la utilización de místeno
sos números e iniciales para encubrir la identidad de sus miembros (La Mano
Negra), o crípticos santos y señas que intentaban proteger la seguridad del nú
cleo. En los estremecedores sellos e insignias que he encontrado aquí y allá enca
bezando documentos diversos, como la calavera del cartel de Lyon mMort aux
voleurs!", la antorcha y puñal en cruz de Los Desheredados19 o el puñal solo del
recién descubierto ’’Programa para los grupos revolucionarios"20, desvelamos las
tradicionales representaciones alegóricas de la suerte de todo traidor. En síntesis,
en las prácticas clandestinas de un moderno movimiento revolucionario, recoge
mos la pervivencia del discurso ritual que en siglos anteriores caracterizaba a
grupos cerrados, al margen de las normas.
En el recurso a la tradición del secreto juramentado podemos observar ctra
vinculación entre lo antiguo y lo moderno durante la clandestinidad anarquista.
Ya sabemos que en el antiguo régimen este tipo de ceremonia de iniciación la
practicaron asociaciones de todo tipo, incluyendo los gremios. Con los masones y
18Paia los compagnonnages en Francia en vísperas de la Revolución d e 1789, véase el libro
de Scwell.
19 C£ mi La M am Negra, p . 60.
20 Archivo General Militar, 2* 3 a, Leg 23, con las iniciales C.D.R. sobre el pu&al que, dentro
de un sello ovalado, encabeza el documento.
2J2 Clara E. U d a
otras sociedades secretas conspiradoras de la primera mitad de) XIX, esta tradi
ción de los juramentos secretos se comenzó a transformar en la de juramentos de
secreto, acompañados de severos castigos para quienes los rompieran. Este cam
bio en el discurso juramentado lo recogió el anarquismo. La noción de castigar a
cualquiera que revelara "la existencia (del} grupo o manifieste algunos de sus
acuerdos y deje de realizar el hecho a que se haya comprometido", según reza el
ya mencionado "Programa para los grupos revolucionarios" de España, se con
virtió en una expresión de la necesidad de protección mutua para todos los confa
bulados. Esto, sumado al sello con un puñal, que encabeza el documento, era un
evidente recurso simbólico que refería a un pacto secreto que • al menos raetafó-
ncamente - sólo la muerte debería quebrar.
Esta severidad retórica se relacionaba con otro discurso cuyas constantes eran
la tradición del respeto y del honor en la familia. Comprometer al núcleo era una
afrenta tan grave como la deshonra de tos propios familiares, ya que los miem
bros del grupo también se percibían a sí mismos como hermanos de una sola
familia, aunque en este caso política. Este énfasis en un vínculo fraternal, tan va
lioso para las heimandades del antiguo régimen, a la masonería y a los carbona
rios, entre otros, reaparece en el anarquismo europeo desde los primeros escritos
de Bakunin. España nunca quedó a! margen de esta noción de fraternidad ínter-
nacionalista y entre muchos de sus anarquistas la idea de la familia política se
entretejió con los valores tradicionales de la honra. Los ancestrales códigos socia
les según ios cuales manchar el honor de una familia se podía pagar hasta con la
sida, tan vivos allí como en muchas otras sociedades agrarias, se enlazaron con el
disctuso político anarquista de castigar a los juramentados que traicionaran a sus
hermanos. Asi, lo personal y lo social se integraban en un apretado tejido políti
co.
Este complejo entramado lo he podido verificar al volver ahora sobre la Mano
Negra. En un raro documento relacionado con esta misteriosa asociación que di a
conocer hace varios años, se establecía, al igual que en el "Programa” que acabo
de citar, que el que violara el secreto del grupo podría ser castigado hasta con la
muerte. Algunos han querido ver en testimonios como éste la mano malévola de
la policía para desacreditar a los anarquistas y han cuestionado su autenticidad,
precisamente por este llamado al castigo extremo, que consideraban inverosímil,
sm esforzarse por descifrar el variado discurso simbólico sobre el secreto, la
familia y el honor presente en el anarquismo. Esta visión revela, entre otras cosas,
ignorancia de la larga tradición de castigar 3 los juramentados que rompieran el
secreto, así como de la muy longeva tradición de lavar la deshonra de una familia
E L D IS C U R S O D E L A C L A N D E S T IN ID A D A N A R Q U IS T A 213
con sangre, que tan plasmada ha quedado, entre otras partes, en toda la literatura
española.
La fuerza de esta tradición la encontramos de manera excepcionalmente clara
al leer los procesos celebrados contra los supuestos miembros de la Mano Negra,
acusados de haber matado a uno de sus compañeros juramentados, apodado el
Blanco de Benaocaz. Según uno de los culpados, aquél había mancillado la fami
lia de otro compañero y, con esta conducta deshonrosa, afrentado al grupo cuyos
principios morales había traicionado. Hoy, nuestro discurso moral rechaza cual
quier justificación para matar a un semejante, pero, ¿quién nos asegura que el
nuestro sea el mismo discurso mora) que el de hace cien años, entre los grupos
que estudiamos? L a respuesta se nos aparece al avanzar en la lectura del Proceso.
Cuál no será nuestro estupor cuando el propio padre de la victima, a la par que
llora su probable muerte, declara que si su hijo alguna vez le hubiera faltado al
respeto, él mismo lo habría matado. Así, en un dramático diálogo, responde con
firmeza e indignación al Fiscal que le pregunta si el hijo alguna vez lo deshonró
¿A mí? ¡Cá! N o señor ¡Qué disparate! Y o so y hombre que a m e faltara ua hijo el respeto
le mataba; á señor; porque mi padre me crio a mi muy bien y yo también he educado
com o D ios manda a mis oídos, y antes que m e faltaran, o lo s mataba o ellos me mataban a
mi (Proceso, p. 190).
Para concluir, quisiera retomar algunas de las lineas que hemos trazado hasta
aquí. Ante todo, debe quedar claro que a diferencia de ¿tras organizaciones
secretas anteriores, el éxito de la clandestinidad anarquista no consistió solamente
en sobrevivir los años de persecución, sino en llegar hasta la legalidad de 1881
con su organización a salvo y numéricamente multiplicada, especialmente en
Andalucía. Pienso que, en gran medida, este triunfo se debió, a la capacidad del
anarquismo de ampliar sus espacios de acción a zonas hasta entonces poco aten
didas por otros movimientos politicos, pero que, sobre todo, su logro excepcional
fue desarrollar un discurso original cuya vitalidad y riqueza hemos palpado.
La integración de los anarquistas con la comunidad y con la clase, la imbrica
ción de los grupos locales y regionales entre sí y de éstos con el movimiento in
ternacional, la habilidad para rescatar de la tradición los elementos que formaban
parte de una cultura viva e, incluso • aunque no lo he tratado aquí - el manejo de
la lucha social y la violencia como estrategias de negociación colectiva y la par
ticipación continua y activa en reuniones y conferencias como estimulo a la dis
ciplina militante21, son eslabones significativos de un discurso que le dieron a la
clandestinidad anarquista un perfil excepcional Mientras otros movimientos hi
cieron de! secreto un mero ritual empobrecido de cuya esterilidad no supieron es
capar, el anarquismo, entre 1874 y 1881, en vez de replegarse y languidecer,
desarrolló un discurso de la clandestinidad cuya mayor originalidad fue su
excepcional destreza ¿ imaginación al utilizar y entretejer los lenguajes, símbolos
e imágenes, los instrumentos y las formas de acción que la historia puso en sus
manos. Sólo al iluminar sus sombras alcanzaremos a comprender la trascendencia
de su significado para el estudio cabal del anarquismo español.2
2] Para estos y otros temas, véase mi estudio sobre " lo s mecanismos de la clandestinidad’,
citado en la nota 16,supra.
Lily Litvak
La prensa anarquista
1880-1913
Los periódicos anarquistas fueron una de las armas más efectivas en la sensacio
nal difusión de las teorías ácratas en la España de fin de siglo. Estas publicacio
nes, de poca o larga duración, brotaron en pueblos, ciudades, aldeas, llevando a
las masas proletarias y campesinas españolas noticias de la Buena Nueva.
Muchos anarquistas abrazaron el socialismo libertario inspirados por las lectu
ras de algún periódico. Ricardo Mella se convirtió por influencia de La Revista
Social12, Antonio del Pozo, barbero, promotor del movimiento en Madrid llegó al
ideal libertario leyendo algunos ejemplares de La Anarquía.2 Tierra Libre, de
Barcelona, concreta esta poderosa acción:
El periódico es la accióa más universal, más eficaz para U propaganda, la defensa y aun el
ataque. M ás que la palabra que se lleva el viento, robustece a los débiles, da coraje a lo s
tímidos y arraiga con más fuerza las convicciones y el amor bacía los ideales. La palabra
impresa obra más y mejor en la conciencia del individuo; le sugiere pensamientos propios,
comentarios indinos que avaloran más los conceptos leídos, y en esa conversión periódica
entre é l y la hoja impresa, ve conceptos más dilatados y nuevos horizontes. La sugesdón
ejercida por la prensa, llega hasta vencer la indiferencia o la prevención del que lee; pues
más o m enos tarde, el periódico leído viene a ser para é l un compañero inseparable que
presenta luego a lo s amigos del taller, de la fabrica o del terruño y se identifica coa él
com o carne de su propia carne.3
Este medio era de una eficacia ni siquiera igualada por los viajes de propa
ganda. Algún obrero o campesino se ponía en contacto con compañeros anarquis
tas que hacían apasionados elogios de las nuevas doctrinas, y le daban algunos
ejemplares de la prensa libertaria. Él leía el periódico a sus Íntimos, que conven
cidos en el acto, divulgaban fervientemente el nuevo credo. A las pocas semanas,
nos dice Díaz del Moral, el primitivo núcleo de die2 o doce adeptos se había con
vertido en uno o dos centenares, a los pocos meses la casi totalidad de la pobla
ción obrero campesina del pueblo, presa de ardiente proseütismo, propagaba el
ideano.4 E n ciertos lugares, como en el campo andaluz, donde era grande el por-
ciento de analfabetos, era usual que en las horas de descanso de las labores agrí
colas. un obrero leyese a toda la cuadrilla el texto de un periódico o folleto.
No sólo debemos considerar el número de periódicos vendido, porque un
mismo ejemplar pasaba por varías manos y era conservado y leído repetidas ve
ces. Igualmente en el estudio de la difusión del anarquismo por este medio» no
debemos pasar por alto la lectura colectiva del periódico. El antecedente directo
de este fenómeno se puede encontrar en una escena de Cervantes; la lectura de un
libro de caballería en ''el maravilloso silencio de una venta".
Ramiro de Maeztu evoca en El Im p a rtid en 1901:
Estos libros, folletos, periódicos, oo se leea a la manera de los otros, los burgueses, no
correo igual suerte (...]. El firmante de este artículo ha presenciado la lectura (...) en una
casa obrera. En un cuarto que alumbraba únicamente una vela, se reunían todas las noches
del invierno hasta 14 obreros, leíao unos a otros, trabajosamente escuchando; cuando el
lector hacia el punto ¡sólo el chisporroteo de la vela interrumpía el silencio! *
14 l.oú m . 1 (1903). I.
! 5 Suplemento a Lo Revista Blanca (18 « e r o 1902), 4
16 l.n ú n i 44 (25 <ie noviembre 1883), 3*4.
17 Gustavo La Iglesia, Caracteres del anarquismo en la actualidad, (Madrid, 1907), 217. El
entusiasmo libertario por los periódicos también fue utilizado por los enemigos de los anar
quistas. Los carlinas publicaros dos periódicos pscudoaaarquistas: El Petróleo y Los
Descamisados que llenaban sus columnas coa crudas invocaciones para que La gente se
rebele, "asesine a los burgueses y queme sus propiedades."
LA PR EN SA A N A R Q U IS TA 1880*1913 219
Al estudiar estas publicaciones, surge la pregunta de que secciones son las más
importantes en la labor de difusión del anarquismo. Además de ensayos doctrína
les hay trabajos literarios, grabados, reseñas bibliográficas y teatrales y columnas
especializadas dedicadas a la lucha obrera. Por otra parte, el periódico en su tota
lidad tenia una función muy especifica dentro de la propaganda ácrata. Su tipo
grafía, sus diversos titulares, ensayos, grabados, todo ello creaba un impacto es
tético-doctrinal total. Por eso creo que debemos considerarlo por entero
Podemos hacer un somero estudio de la características y composición de ios
periódicos anarquistas. En genera) se publicaba semana! o quincenalmente, con
un precio de venta o tarifa de suscripción siempre muy reducidos, oscilando entre
5 y 10 céntimos el ejemplar. A veces se indicaba que la suscripción era volunta
ría, o en algunos, como en La Victima del Trabajo, "se reparte gratis, no se admi
ten suscriptores".11 Muchas veces se subrayaba las fluctuaciones de fortuna a que
estaban sometidos. "Este periódico saldrá cuando pueda. Los que quieran contri
buir a su publicación, manden lo que pueden y pidan los ejemplares que necesitan
a Joaquín Pascual, Puerta Nueva, 79, 10", indicaba Rachavol.w
Desde luego que muchos de estos periódicos sólo podían subsistir durante uno
o dos números, tan sólo se contaba con muy poco dinero, y eran además perse
guidos por las autoridades. Algunos daban prueba de persistencia, por ejemplo el
grupo editorial de El Eco del Rebelde de Zaragoza, periódico comunista anár
quico, de suscripción voluntaría que apareció el 11 de mayo de 1895 Encontra
mos más adelante un número de El invencible, también en Zaragoza publicado
por la suspensión gubernamental de El Eco del Rebelde El 23 de septiembre de
1898 aparece como tercera continuación El Rebelde.
Algo similar aconteció con una serie de epígonos de Espartaco de Barcelona.
El Suevo Espartaco, de la misma ciudad, explica irónicamente:
Salió Espartaco, y las autoridades de Barcelona que se han propuesto (¡que ridiculo!)
ahogar las ideas anarquistas, poniéndose por montera a la ley que deben representar y que
debieran hacer respetar, mataron a Espartaco, con el valor que esta empresa requiere. Sa
lió entonces El Mismo, que era el Espanaco y las autoridades d e la capital catalana, siem
pre heroicas, sufrieron dos md peligros para acabar con E l Mismo, i Qué de valeonas y qué
de proezas realizan para conseguir su objeto! Tras d e vicisitudes mil lo consiguieron y El
Nuevo Espartaco fue la consecuencia de tanta proeza gubernam ental^
bien expresiones fuertes, palabras dramáticas y frases enfáticas que eran como
una réplica en miniatura de )a historia o una dramática versión de los hechos: Los
Desheredados, La J íctima del Trabajo, Rachavol, Ei Rebelde. Otras veces eran
consignas positivas y alentadoras: Germinal, El Invencible, Acción Libertaria,
Solidaridad Obrera,
A menudo, el nombre del periódico aparecía orlado primorosamente con un
grabado alcgórtco La orla de El Suevo Espartaco presenta un gigantesco guerre
ro romano, en cuyo escudo se lee "Libertad, Justicia," y en cuya espada "Huelga
General" Juega, como si fuesen trompos, con las pequeñas figuras, insignifican
tes, de los enemigos del pueblo.
Era también frecuente el encuadrar el nombre del periódico entre frases de
proceres del anarquismo o de hombres ilustres. La Voz del Cantero muestra la
sentencia de Montesquieu: "La igualdad natural y las leyes naturales son anterio
res a la propiedad o a las leyes escritas."21 A l Paso de Sevilla, exhibía la célebre
frase proudhomana ''La propiedad es un robo"; al otro lado "La expropiación es
una necesidad", y bajo el nombre, el pensamiento de Faure: "El anarquista, el
verdadero anarquista es el individuo que no tolera ninguna cadena, aunque traten
de ponérsela los propios anarquistas.”22
Es interesante señalar hasta que punto descubrieron y explotaron los anarquis
tas el poder de la frase suelta No sólo la utilizaban al lado del encabezado del
periódico; además, todas las páginas estaban sembradas con estas sentencias. A
menudo se imprimían en cursiva o venían encuadradas entre gruesas lineas, rom
piendo asi la disposición de la página para atraer la atención. A veces venían en
grupos de tres o cuatro, o inclusive formando secciones enteras.
Es evidente que en esta reducción del lenguaje a mensajes a tal punto concen
trados. se eliminaba tpdo carácter informativo, para impregnar la frase de ideolo
gía. de valores ligados a la lucha social. Las frases se instalaban en la mente de
los lectores a fuerza de repeticiones, funcionando como slogans para unir, atraer,
captar la atención, resumir un programa. Eran fórmulas que resumían de manera
concisa, inmediata y fácilmente recordable, toda una ideología.
Tamb:én debemos considerar las frases con que muchas veces se terminaban
los artículos, a manera de divisas se repetían para todo. Eran generalmente cortas,
y altamente especificas. Reposaban a menudo en un símbolo como "¡Germinal!",
a veces en la sonoridad: "¡Salud y Revolución Social!" Lo esencial de ellas es que
Siguen a continuación varios párrafos que detallan las felonías del acusado, y
después de cada párrafo, se vuelve a ver el nombre vergonzante atravesando la
página
Se puede ver aquí que el impacto está fundado en la ruptura gráfica del sintag
ma tipográfico para sobresaltar el nombre. Esa ruptura, lograda a base del aisla
miento espacial de! nombre, rodeado de espacio blanco, de su colocación en la
página y del cambio y la modificación del tamaño de los caracteres tipográficos
que lo destacan, crea una discontinuidad en la lineaiidad del mensaje. EUo con
duce a una geografía tipográfica muy particular, y la vista del lector se din je de
inmediato al nombre; la información clave, para luego completar la información
por medio de la lectura del texto.
Hay otros muchos ejemplos interesantes. En La Tramontana encontramos un
pequeño articulo dispuesto en forma de esquela funeraria. AJlí se nos participa la
muerte de la Sra. D i Burguesía.24 Acracia, en primera página, encierra el texto en
gruesos márgenes negros y cortándola con rectángulos escalonados en diagonal
descendiente. El texto trata sobre la muerte de los mártires de Chicago cuyos
nombres aparecen en cada uno de los rectángulos que lo dividen.25
Como se ve, el mensaje aparece aquí también a dos niveles, el textual y el grá
fico, que en cierta forma simplifica o esquematiza al literario. Con esta disposi
ción tipográfica se construye un código de símbolos visuales que reemplaza a la
iengua escrita. Ésta se dedica a enunciados más complejos, más sutiles y largos,
mientras los significados propuestos por las partes realizadas tipográficamente
proponen una jerarquía visual.
Dentro del esquema visual de los periódicos debemos mencionar los grabados
que decoraban sus páginas. A menudo, aun cuando se trate de un periódico con
pocos fondos económicos, el título aparece decorado con alguna orla o viñeta.
Muchos otros periódicos dedican una sección especial al grabado. Por ejemplo,
La Anarquía, que solía incluir entre esos dibujos el retrato de algún líder anar
quista y su biografía. Es interesante la sección reseñ ada al grabado por Salud y
Fuerza La revista publicaba un grabado y se pedia a los lectores que enviasen un
texto interpretándolo. Se premiaba y publicaba la mejor interpretación en el nú
mero siguiente.26
Podemos detenemos un poco en el análisis de esta sección. En general, los di
bujos destinados a esos periódicos adquieren un carácter y un estilo especial. Son
obras que tienen como soporte el papel impreso, que están destinadas a verse rá
pidamente, no a la contemplación del conocedor. Se busca ahora la percepción "a
primera vista" de la obra artística. No se buscaba el estudiar los cuadros con mi
nuciosidad, sino una aprehensión "impresionista".
Por esa época, los medios tipográficos se perfeccionan. Gracias a la evolución
técnica, fue posible la inclusión de viñetas o dibujos en los periódicos, ya sea in
tegrados al texto, ya sea en placas separadas. Esas nuevas técnicas impresoras,
permitieron la reproducción entre los ácratas de cienos dibujos de artistas cono
cidos. Un favorito fue Graner, el pintor de costumbres obreras. También se re
producían obras de Monet, Camille y Lucien Pissarro, Maximilien Luce, Rodin,
Meunier, tomadas de L'Assiette au Beurre, Le Révolté y Les Temps Ncuveaux.
Eran populares los dibujos de Steinlen, los del anarquista Grandjouan, colabora
dor de Les Temps Nouveauxy Le Libertaire, y de algunos otros colaboradores de
L'Assiette au Beurre: Vallocon, Kupka, Van Dongen, Ibles, y Caran D'Ache.
También había reproducciones de grabados de UAssino de Roma y
Simplicissimus de Munich.
Pero interesa más aun señalar aqui la aponación artística de los anarquistas es
pañoles gracias a la apertura del periódico a todos aquellos que querían expre
sarse artísticamente. Los libértanos creían en la creación artística como derecho
de todos, y desconfiaban primordialmente de museos y galenas "profesionales".
El artista que figura en estas páginas no es un profesional, sino un hombre común,
obrero o campesino, y el carácter y valor de las obras provienen no de la
perfección formal, sino del culto creador espontáneo. Cada individuo es conside
rado como creador en potencia, y el artista que hace un oficio de su arte como un
símbolo de sociedad clasista.
Un ejemplo práctico de la aplicación de estas teorías puede verse en la serie de
grabados de L a Huelga General, quien hace un llamado a todos los dibujantes
grandes y chicos, famosos y desconocidos a que colaboren en sus páginas para
difundir el ideario. Desde entonces empieza a aparecer sistemáticamente en pri
mera plana un dibujo acompañado por un texto que lo explica.
Una de las características de esos grabados es su temática, relativa a la injus
ticia y a la lucha social. Los dibu jos son a veces trazados con torpeza, a menudo
con falta de perspectiva y superposición de planos, o sin proporción en las imá
genes. Pero son eficaces y concisos, su función principal es la propaganda. Son a
menudo expresionistas en su esencia con un expresionismo figurativo en los per
sonajes representados, o alegórico y simbólico cuando se refiere a ideas o entida
des abstractas. Se dibujan los enemigos del pueblo, con lineas abiertamente ten-
224 L lL Y LlTVAJC
dcnciosas: burgueses gordos» curas consumidos por los vicios. Una nariz promi
nente, una enorme barriga o dedos ganchudos» son rasgos físicos a los que va
unida la definición de un carácter y forman parte de una galena de estereotipos
que ordenan la realidad anarquista.
Se retratan también Los Desheredados, con diseños patéticos y denunciando
contrastes injustos. Se presentan escenas donde se ven explotados por el patrón,
desahuciados por el casero, desangrados por ios usureros. El trabajo se dibuja a
menudo en su aspecto penoso y fagocitario del obrero. Por ejemplo, en un gra
bado, un obrero lisiado sale de la fábrica apoyado en sus muletas. Esta figura pa
tética se recorta a la manera de un colage contra el fondo de la fábrica, imponente
y hostil, cuya puerta vigila un soldado con aguda bayoneta. Se destaca a menudo
la dificultad del trabajo, como el dibujo alegórico de La Tramontana, "Carrera
d'obstacles peí obrer," o se infiere a menudo el dominio del explotador, viéndose
a veces al proletariado trabajando mientras e) burgués contempla la escena como
en el dibujo "El Capital y el Trabajo.” En primer plano, un gordo burgués que
mira el trabajo abrumador de los obreros. La gran fábrica se ve al fondo, y él pa
norama se corta por las humeantes chimeneas que se yerguen con dureza.
También entra en la temática anarquista la exaltación de la industria, puesto
que la fe en la tecnología era parte de su ideario, y su optimismo se basa grande
mente en las posibilidades de transformación de las condiciones de vida gracias al
progreso de la maquinaria. Hay grabados que glorifican el trabajo, la potencia de
la industria, ia tecnología como fuente imperecedera de energías y depósito
inagotable de fuerzas para el porvenir. Fábricas, estaciones humeantes, paisajes
bordados con alambres de telégrafo. Todo ello supone la adhesión del arte a la
renovación incesante y cotidiana de las invenciones. La temática industrial per
mitía, no sólo a travéfrde sus elementos figurativos, sino, por su propia naturaleza
cambiante, el ilustrar la complejidad del trabajo, el dinamismo continuado del
esfuerzo humano, Inclusive, a veces, se incluía en los periódicos fotografía de
maquinaria, En La Ilustración Obrera, habia una sección con un título inspirado
en Kropotkin "Fábricas y talleres,Hdonde además de ia imagen aparecían indica
ciones y explicaciones sobre maquinaria. Estas nuevas máquinas llamaban la
atención por sus formas sorprendentes y sus secretos mecánicos, estimulaban la
curiosidad del lector y su creencia en el potencial del progreso humano.
Algunas veces, los grabados integran plásticamente texto y dibujo, A veces, la
pane escrita ocupa tan sólo un par de lineas, pero generalmente se extiende por
toda la página. El grabado, asi, avalado por imágenes y palabras, tenía un papel
especifico La palabra servia para conducir el lector por una vía razonable y ló
La PRENSA A N A R Q U IS T A 1 8 8 0 - 1 9 1 3 225
gica hasta ciertas ideas. La imagen dobla ciertas informaciones del texto por un
fenómeno de redundancia, o el texto aumenta una información inédita en la ima
gen. A nivel de mensaje literal, la palabra responde, de una manera más o menos
directa, más o menos parcial a la pregunta ¿qué es eso? ayuda a identificar pura y
simplemente los elementos de la escena o la escena misma. El texto lingüístico
guia, no ya la identificación, sino la interpretación. Constituye una especie de so
porte que impide a los sentidos el extraviarse hacia regiones demasiado subjeti
vas.
De hecho, una de las técnicas más importantes en el dibujo anarquista, es el
uso de las alegorías. Estas se forman generalmente con conceptos ideológicos
abstractos encamados en figuras humanas. Las que se representan más abundan
temente son la Anarquía, o la Revolución Social, casi siempre con figura de mu
jer, vestida con una túnica, llevando en la mano una antorcha, y al frente de una
masa de obreras o luchando contra los enemigos del pueblo.
Encontramos un ejemplo interesante en "Una Resurrecció que s'acosta" en La
Tramontana27*. Alli, una figura alegórica, la Revolución Social, recortada contra
un so! naciente, hace huir a políticos, burgueses y militares. En el punto de pers
pectiva, intencionadamente adoptado, el ojo del observador se encuentra al
mismo nivel que el plano inferior del cuadro, y provoca la reducción óptica de la
pane superior de los cuerpos y un alargamiento de los miembros inferiores. Gra
cias a ello, el dibujo adquiere una cierta fuerza dinámica, que diríase, arranca del
suelo, creando en esta figura central la impresión de invencibilidad, de potencia
victoriosa. Este punto de observación, desde un nivel inferior, se relaciona con la
iconografía estatuaria, y de ella toma también la alegoría otros elementos, pues no
está concebida como si se encontrara en el interior de una acción real o realiza
ble, sino posa • como en la estatuaria monumental - aislada. Asi se suscita la im
presión de que está triunfante, y no se sujeta a coneccioncs objetivas externas,
sino que es ella quien impone las condiciones.
Vale la pena señalar la técnica bien lograda de una alegoría más. Se trata de
"Avant sempre," en La Tramontana2Í. Allí, un joven ataviado con un gorro jaco
bino, se recorta contra un sol que despunta. Va montado en un carro alado, sos
tiene un libro y una bandera donde se lee: "Llibertat, Igualtat, Fratemitat. Avant
sempre." Ayudado por otros mozos, con escobas, picos y palos, arrojan hacia
abajo por todo el semicírculo inferior del cuadro, pedazos de cadenas, bañas de
oro, gordos burgueses y asquerosas cucarachas, algunas de ellas con rosarios y
27 La Tramontana, 10, cura. 460 (4 abril, 1890), 1.
2 8 / M i , 8, Qúm 345 (2 0 enero, 1888), 1.
226 LtlyLttvak
tocas sacerdotales. Estos seres malignos y repulsivos están dibujados como antí
tesis de las figuras centrales. Se adopta una perspectiva desde aniba>y esta pers
pectiva en contrapicado, confiere al grupo central una impresión de relieve defi
nitiva.
Señalemos ahora uno de los recursos figurativos más empleados por los anar
quistas: los contrastes. Estos sirven fundamentalmente para subrayar dos formas
de vida, dos lineas de conducta, dos partes de la lucha; dos tipos de gente: los
buenos y los malos; los pobres y los ricos. Esta forma de presentación era tan uti
lizada por los ácratas, que a menudo, los dibujos aparecían divididos en dos par
tes contrastantes. "Familia y familia," se llama un dibujo de La Revista Blanca29.
Presenta a una familia burguesa, próspera y feliz, cuatro miembros repartidos en
la parte superior de la escena. En la parte inferior, la otra familia. En primer
plano, una madre proletaria con su hijito llorando y acurrucado a su lado. Al
fondo, un bote que se pierde en la lejanía conduce al marido a un barco. Es un
emigrante. La figura de esta madre, a diferencia de la otra, se yergue sola, ocu
pando todo el tercio lateral izquierdo de la escena. Sobresale y domina con su
soledad este triste acontecer. Se perfila ahora como jefe y único sostén de la fa
milia, y su masiva figura protege al pequeñuelo que se arrima a ella en desam
paro.
La Anarquía solia presentar en cada número y en primera página, un grabado
doble basado en contrastes. En uno de ellos30, se ve a un burgués en la bañera:
"Baño de placer - tres minutos - 37 grados." Al otro lado, un campesino sudando
y trabajando bajo un sol abrumador: "Ducha de dolor • trece horas • 48 grados.”
Estos contrastes señalan a menudo la diferencia que existe entre un trabajo que
produce valores reales y el capital que se los anexiona. Se confiere en ellos al
trabajo un valor en sí, y por ello el obrero o el campesino se ven siempre en el
desempeño de su tarea, mientras la escena contraria muestra a) capitalista, disfru
tando de la plusvalía, contando dinero, acarreando sacos de monedas, disfrutando
del ocio. Podemos detallar "Armonías económicas.” En la primera escena, un
guardagujas, temblando de frío, espera para dar la señal a un tren que avanza en
la distancia. Al pie se lee "Los que hacen subir las acciones". Lo complementa
una escena con una pareja de burgueses, en un cuarto cálido, tomando una taza
de té. Abajo se lee; "Los que cobran los dividendos." Otro par de escenas com
pleta la lección económica. Un campesino penosamente encorvado, ata un haz de
trigo en un campo. La leyenda dice: "Los que siembran". Al lado» la escena com
traría: "Los que recogen" muestra a un gordo cura sentado ante opípara mesa.
Las ideas expresadas por medio de estos contrastes» son avasalladoras en su
pureza y falta de matices. Son modelos visuales que exponen todo. Nada se so*
breenúende, todo se exagera. El mundo queda asi iluminado por una luz nitidí
sima que revela el maniqueísmo que lo divide. El plano de contrastes adquiere asi
gráficamente un valor inigualable al enfocar las críticas de la sociedad, mostrando
las diferencias de clases esencialmente como una descripción de dos tipos de
vida. Por un lado, las orgias, los despilfarres, el vicio, el parasitismo. Por otro, la
miseria, la esclavitud, el hambre, el trabajo agotador.
Pasemos ahora a analizar más brevemente otras secciones del periódico. Para
ello, es escencial el considerar la advertencia de Maeztu donde se señala atina
damente la diferencia primordial que hay entre los periódicos anarquistas y los
burgueses.
Se leen infinitamente mayor número de periódicos burgueses, pero en éstos, la actualidad
lo ocupa todo [...] el interés que despiertan es puramente momentáneo. N o sucede lo
mismo con los periódicos anarquistas. Lo que hay d e actualidad en ellos, referente casi
siempre a constituciones de sociedades obreras, a conflictos entre capital y trabajo, no
ocupa sino la tercera o cuarta parte del número y com o k> restante se dedica a cuestiones
doctrinales, el ejemplar se guarda [...] la influencia de estas publicaciones sobrevivirá a la
muerte. Sé de muchas gentes que conserva la colección íntegra de sus números. ¿De
cuántos semanarios se podrían decir otros casos?31
El Impartial (21 noviembre 1901), ch. por Rafael Pérez de la Dehesa, "Prólogo" a Urales,
Evolución de lafilosofía en España, (Barcelona. 1968).
32 Este periódico bilbaíno apareció el 11 de noviembre de 1891.
228 Lily lttvak
pendió el objetivo que guia nuestros pasos y nos hace aparecer en e! estadio de la
prensa.””
Una parte importante en ios periódicos se refería a la ciencia. La ciencia for
maba parte fundamental del ideario social y estético anarquista, y por ello no es
de asombrarse que apareciese a menudo en secciones llamadas "Arte y ciencia*,
o “Arte y sociología". Estas secciones trataban los temas más heterogéneos y dis
pares, "Los albinos" en El Productor3*, "Tratamiento de los hidrófobos" en La
Federación Igualadína” , "El pulpo de tierra" o "Como respiran las ostras" en La
Revista Blanca33*536.
A veces esas secciones estaban a cargo de firmas fijas, como la de La Revista
Blanca, escrita por Tárrída del Mármol.37 En general eran artículos pequeños,
generalmente de divulgación, bastante y muchas veces mal simplificados. A veces
formaban párrafos más complejos, con un vocabulario técnico y especifico que
debía exigir cierta preparación.
Las simplificaciones a veces pueden hacer sonreír, así como lo peregrino de los
temas, en donde parece que a veces se busca el detalle curioso, pero el interés
por la ciencia no era gratuito, ni responde a un simple cientificismo, sino que
formaba pane básica de la ideología ácrata. La ciencia proporcionaba un cono
cimiento de la verdad, y la verdad era la meta libertaría. Por medio de la ciencia
se podría descubrir la estructura lógica, científica, de la sociedad perfecta: la
anarquista.
La sección literaria y artística estaba presente en casi todos los periódicos. En
algunos se le dedicaba gran pane de la publicación, en otros menos, pero casi no
falta en ninguno.
Llama la atención la abundancia del material literario contenido en los periódi
cos anarquistas. Siempre, aun en los momentos de mayor anti-intelectualismo, los
libertarios consideraron a la cultura como palanca de la revolución. Acracia seña
la su papel: "Por ella las inteligencias y las voluntades dispersas se unen y se
conciertan en un pensamiento y en una acción común y se forma esa entidad po
derosa, el pueblo consciente"38,
poema titulado "Los presos de Medina Sidonia" firmado por F.S. Otro poema, en
el mismo periódico, está firmando por "un taponero" y fechado en Palafrugell,
pide que se incluya esa obra en el periódico y que se corrijan las faltas de orto-
grafía.55
Diaz del Moral hablando del anarquismo en Andalucía, atribuye el éxito de
esta prensa, en comparación a la socialista justamente a su apertura a las masas.
En más o menor grado, todos son oradores y escritores, y son precisamente esas cualida
des las que le atraen la adhesión de las masas. La prensa obrera está llena de artículos de
campesinos cordobeses y no son escasos los folletos escritos por manos encallecidas por la
azada Los periódicos anarquistas y sindicalistas necesitaban un redactor para leer,
interpretar y escribir de nuevo lo s numerosos artículos de estos colaboradores
espontáneos. El socialismo tendría aquí más adeptos si su Prensa publicara los artículos
escritos por letra ininteligible y radicalmente enemigos de todo precepto gramatical56
vergüenzas a aquellos que no escriben todo lo bien que quieren a pesar de tener
ciaras las ideas que desean manifestar.5*
Este concepto colectivo hacia del periódico anarquista una forma de conciencia
de una determinada facción social: el proletariado. Terminaba con el concepto de
la información noticiosa, la apreciación y la práctica de las artes y la literatura
como predominio de la burguesía, haciéndolos patrimonio y producto del prole*
tañado. Significando su oposición al dominio de la burguesía en la cultura y la
información, proponían una cultura y una información alternativas y revoluciona
rias.
Podemos concluir que la difusión de) anarquismo a través de estas publicado*
nes era debida mayormente a la labor ideológica-cultural que llevaban a cabo,
trabajo que podría resumir en tres pumos fundamentales:
L A A I A R Q U I A « 3
SU P COLICA LOS SjOuDOS
Los Desheredados
n e to n s is u n s : « k u u e kwjwsei
m
•«T rtM U I* «MTO V- W»
V lL U R tA llA
ElEcodeRavacho!
P E R IO D IC O A N A R Q U IST A
• A H lL A i » 0
l i m l i i i. H » wIw k i «é I I U
S s p c tr ic tc o PERIÓDICO
j D E F E N S O R D E L ID E A L ANARQUISTA.
Afe I. Wfcvi Ilir.mUr (MI
M UOVO
LA AUTONOMIA
▼SWAP.
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ECO DEL PROLETARIADO____
tU I T tS tit'H I I i i A * »* i t I I :.' i
EL COSMOPOLITA
^ C U C H A »: F m d e m . i t e c o 18 j
EL PORYENIR SOCIAL
B E B IÓ D IC O 3 1 E K N IA I
lili- V*J«trf* 81 de Mfclg 18M. Ma. U.
E L C H O R N A L E R
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LA IDEA LIBRE
Revitta tociofógica.
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( ¿ T M > M M k « a A«*MU». ) « M a u
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la AlâRMA »llW
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H M i a M A i w i u « ’ « rfa ir rViWW •< M
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^•f»ifcunni wnanu . *
m ; » n il* M U »Matita M M
À / tft i »? HHltfim tn tl N H H r
U^ûVxhu. r.mu»«»ii.
»|lu>.l.u
M&miwu» A^.JI**«»U|
T a 5>0 I.
•^T’’ »MU(^>:<»LUMU.t.»AS
UN ACCIDENTE DE TRABAJO
La fábrica, defendida por el guardián, se levanta hostil como fondo al obrero
inválido y despedido.
ifi I ,' it Ml'j
coa « v s «neu»»*» w í ^ c k w w ík
LA ANARQU S E P U S U C A L O S V IERN ES
V«UMIUM-I__ --
D1RUCCI6H: AMPARO. 94 £ r» J í¡jr~ w
NUESTRO ORABAOO la. m. Mtaav ata r ckil a«« Ik tkilu.il 1«iftT»|nkiUim "U t«lkk*U Man.
|M tl|M in kkll I m fa.'lkfllMail «Wkita «b 4b iM i‘* kt Mina «Ik.
«MMtwá.i IM«a ni« ki aimitaI u Iaab*u4>a U» kabl lU llllk k lrtf
Y««Ut. la Cbtiuktt Híf’u V ! Vtf ktiutb. )a 4a¿» af«4««u. ; *Maa |«kki aba-
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Ntaf* pnpi».it. «a* »• a tr- UW« «kt mikif IwaM M a Vikli^H j la uika|¡ »a k«i« |«i «¡aa ackbiu «a
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a |M«: l« A « ln ia - la mu batk, lia k t
4n, M » l « « ft kk* 4 i M b j i k a tilia lk tl»
fcaa Ink, |M "«.l«u pkaukA» f ialakka-
capítulo "Pedagogía, Ciencia y Arte", los autores reafirmar que "los productores,
en la sociedad comunista libertaría, no se dividirán en manuales e intelectuales,
sino todos serán manuales e intelectuales a la vez".
Al mismo tiempo que se niega validez a la nueva intelectualidad, se insiste en
la Revista Blanca sobre la diferencia entre ésta y la del siglo pasado, responsable
y comprometida:
E l siglo pasado fue el siglo de oro de lo s intelectuales, dando a e$u palabra toda su signi
ficación amplia y elevada. El siglo pasado fue el siglo de lo s grandes pensadores, de lo s
revoluciónanos salidos del intelectualismo mundial que compreodieroo el dolor del pueblo
y la injusticia de la sociedad, poniendo su talento al lado d e lo s oprimidos y al servicio de
una sociedad mejor. D e aquella generación d e colosos del pensamiento quedan ya muy
pocos. H oy día, la rebelión contra el orden de cosas actual, la protesta contra las injusti
cias. la lucha por un mañana mejor, es c a á patrimonio exclusivo del proletariado...
Asi pues, incluso en el núcleo duro de los redactores de la Revista Blanca, más
allá del planteamiento de base, que es el rechazo al intelectual profesional, se
abre paso la conciencia de una necesidad: la de renovar la plantilla de los escrito
res anarquistas históricos, apelando a los jóvenes escritores obreros.
Un artículo de mayo de 1936, de Jacinto Toryho, va mucho más lejos en esta
dirección de crítica y de apertura del universo intelectual ácrata. Con un título de
sabor orteguiano "La altura de las circunstancias” (y publicado por mayor inri un
V a n g u a r d ia b u r o u e s a y c u l t u r a a n a r q u is t a 239
k> que otro socialista autoritario cualquiera puede reflejar en Dinamarca, en Australia o en
Honolulú: refritos.
16 DE A G O ST O DE 1V35
242 E v e l y n e L ó p e z C a m p il l o
sino que tienen, o no, sentido aristocrático de la vida, es decir desdén al sentido
materialista de la historia. El aristocratismo del alma seria pues una especie de
anarquismo. El artista, el profesor, el hombre de ciencia, el creador, o transfor
mador, o destructor de alguna cosa, seria el verdadero aristócrata. El proletario
no seria otra cosa que un burgués sin éxito. Si aquél consiguiese apoderarse de
los bienes de producción, aquél sería el "último burgués”. En esta óptica, la lucha
de clases es una antigualla y el comunismo autoritario, el último estertor de la
burguesía.
Hay que confesar que este tipo de osadas disquisiciones es más bien excepcio
nal en la Revista Blanca. Pero nos demuestra que, aparentemente, la revista no
estaba herméticamente cerrada a los efluvios de la vanguardia intelectual de)
momento, a pesar de una ortodoxia bastante rígida de su equipo directoría!.
La necesidad de no aburrir al público, el deseo de establecer puentes con cier
tos aliados intelectuales burgueses que compartan algunos valores libertarios (el
pacifismo o el antimilitarismo, la reforma moral del pueblo, el amor a) estudio
científico de la realidad más allá de partidismos, etc.), todo ello explica esta rela
tiva apertura de la Revista Blanca, especialmente en los años republicanos, y le
permite escapar, en parte, al mamqueismo suicidado bastante común en los me
dios radicales de izquierda. Los limites de esta apertura ton, consecuentemente,
los que impone una visión de la literatura como documento para el conocimiento
de la sociedad, para la elevación del nivel cultural y la reforma moral del pueblo.
José A/. Macarro
3 Maurice. J.: "Remarques sur la poésie dans les journaux anarchistes espagnols à la fin du
XXe siècle", en W .A A .: L'iniralittératurc en Espagne aux X IX e et XX^ aèd es. Grenoble:
Presses Universitaires de Grenoble, 1977, pp. 125-128.
4 "Todo lo que es humano es social, es la expresión misma de ciencias sociales, que revelan
un pleonasmo y eue ha de ser tenida por viciosa", según Levie Strauss, C.: Criterios
científicos en las disciplinas sociales y humanas. Valencia: Universidad, 1978, p. 38.
C o n o c im ie n t o y u t o p ía 24S
5 E laoni, A.: La sociedad acuso. Una teoría de los procesos societales y políticas. Madrid:
Aguilar, 1980, p. 113. Añade que una colectividad no e s una clase, ya que su estructuración
no tiene ñor qué ser horizontal, ni su base económica. Una base pueden ser los valores
compartidos y no lo s intereses.
6 Ibid, además, Linton, R.: Estudios del hombre. México: FCE, 1970, pp. 102*103.
7 Simmel, G.: Sociología. Estudios sobre las formas de socialización. Madrid: Revista de
Occidente, 1977, voL I, pp. 16*17.
8 l b i d , \ oL U ,p . 524 y ss. También Linton, R.: Estudios, op. ci¡., p. 104.
9 Eisenstadt, S.N.: Ensayos sobre el cambio social y la modernización. Madrid: Teca os,
1970, p. 40.
246 J o s É M M acarro
por una sociedad determinada, que incluye valores, normas, finalidades colectivas
y sistemas de status y papeles o roles10.
Ahora bien, como la institucionalización afecta al conjunto de grupos que
constituyen una sociedad, siempre puede haber algunos que no la aceptan; o in
cluso otros que, aceptándolas, se puedan considerar depositarios auténticos de la
norma, por lo que pueden discutir la forma en que se ha institucionalizado. De
aqui que ningún sistema institucional sea plenamente homogéneo, es decir, acep
tado de forma similar por todos los que están participando en él; y todas las dife
rencias posibles pueden convertirse en focos de conflictos y, en potencia, de
cambio institucional11. Máxime cuando "en cualquier sociedad, la distribución de
poder tiene una determinada estructura, y en todas ellas esta distribución no es
igualitaria"; lo que es fuente de conflictos, ya que todo sistema social se articula
en sistema de poder12.
Un movimiento, entonces, seria una exigencia socialmente compartida de
cambio en algún aspecto del orden social, o una resistencia, también socialmente
compartida, al mismo. No sería la suma inadvertida de muchos cambios, sino una
acusación explícita y consciente contra todo o parte del orden social, y una peti
ción consciente de cambio que atrae a ciertos sectores de una sociedad y no a
toda ella. "En otras palabras, está localizado dentro de la estructura social"1*. Por
ello hay que entender a los movimientos como "un tipo especifico de grupos de
acción concertada" con "conciencia de grupo, es decir, [con] el sentimiento de
pertenecer a un grupo y de ser solidario con sus otros miembros [...], aunque en la
práctica se dé en grados diversos"14.
Por tanto, no hay que confundir un movimiento con una tendencia social o con
un fenómeno de agregado, ya que en estos últimos no existe la acción concertada,
y, como muestra Albetoni, "no constituyen una entidad social de orden superior
en la que ellos (sus componentes] se reconocen". Un movimiento supone un fe
10 Mira, J.F. "Cultura', en Campo, S. del: Tratado de sociología. Madrid: Taurus, 1984, p.
123; Johasoo, H M.: Sociología de la insliiuctOnah:ación. Buenos Aires. Paidós, 1973, p.
8; EUenstadt, S.N.: Ensayos, op. cit., p. 24.
11 Eiseostadt, 5.N.: Ensayos, op. c íl, pp. 41-43.
12 Jessop, B.: Orden social, reforma y revolución. Madrid: Tecnos, 1982, p. 72.
13 Gusfieíd, J.R.: 'Estudios de los movimientos sociales". Enciclopedia internacional de las
Ciencias Sociales. Madrid: Aguilar, 1974, pj>, 269-270.
14 Hcberte, R.: "Tipos y funciones de los movimientos sociales”. Enciclopedia Internacional
de ¡as Ciencias Sociales, op. cit., p, 264, Bottomorc, T.: Sociología política. Madrid:
Aguilar. 1982, p. 60, para lo mismo. En p. 201, nota 1, de esta última obra, se cha esta
definición de Heberle: "Un movimiento connota una conmoción, una agnación entre la
gente, una inquietud, un intento colectivo de alcanzar un objetivo visualizado, especialmente
un cambio en determinadas instituciones sociales".
C o n o c im ie n t o y u t o p ía 247
nerales, podemos decir que el estado naciente aparece como una respuesta re
constructiva de una parte del sistema social". Respuesta que crea una solidaridad
entre ios que la comparten, en tanto se contrapone al orden existente.
En el estado naciente • sigue diciendo Alberoni - hay una renuncia a las alter
nativas institucionales dadas, proponiéndose otra distinta, estructural, a la estruc
tura de lo existente, al tiempo que surge una homogeneidad intema entre los
miembros que están en él, puesto que están llevando a cabo las mismas operacio
nes, viven un tipo de experiencia cualitativamente diferente a los que no están en
ese estado y semejante entre ellos. De aquí que los individuos que lo componen
no se reconozcan sobre la base de un programa, "sino de una modalidad de en
tenderse a si mismos y a) mundo, y de una necesidad de realizarse a sí mismos y
al mundo”; y que su "primera exigencia es la de definirse a si mismos en relación
con aquella pane del mundo que no se encuentra en la misma condición: el sis
tema extemo"19. Pero asi como todo sistema institucional está basado en la inte
gración de los medios y los fines, en la adecuación de éstos a los medios de que
se disponen, en el estado naciente sucede al revés: los fines a los que se aspira no
guardan relación con )a previsión de su realización. En el estado naciente existe la
convicción de que se pueden alcanzar valores absolutos y que los individuos que
están en él portan verdades absolutas por si mismas.
Pero si el estado naciente crece, llegando a ser un movimiento, comienza obli
gadamente a diluirse por el número de sus nuevos adherentes, pues ese estado,
por sus propias características, es incompatible con la multitud. Entonces se ve
obligado a precisar sus fines, a concretar sus objetivos. El estado naciente, en
cuanto es ruptura, formación de una nueva solidaridad, experiencia común dife
renciada de lo extemo, y afirmación de lo absoluto, no puede perpetuarse. En un
momento u otro tiene-que concretar sus alternativas a esa realidad, ofrecer un re
cambio a la institución a la que se enfrenta. De lo contrarío, o es sofocado por la
institución o se disuelve por ilusorio e imposible. Por tanto, para seguir existiendo
tiene que institucionalizarse20*.
La institucionalización, por contradictorio que parezca, es la única forma en la
que puede sobrevivir el movimiento. Es recomponer en otro nivel la vida coti
diana, abriendo nuevas vías normativas de acción. El estado naciente tiene que
desaparecer porque está en contradicción total con esa vida cotidiana. No se
extingue por debilidad, sino porque su misión está condenada al fracaso, ya que
19 Alberoni, F.: Movimiento, op. cit., pp. 40-42, 162-163, 185-187 y 192-193.
2 0 Ibid., pp. 266 y 193-195. La extinción es el reconocimiento de la imposibilidad porque no
se puede institucionalizar y porque no se puede mantener el estado naciente.
C o n o c im ie n t o y u t o p ía 249
es una misión imposible. Pero como quiere perpetuarse y no puede, tiene que
transmitir a la institución, al movimiento, su ideal y su objetivo, y, para hacerlo,
tiene que convenirse él mismo en institución. El movimiento, entonces, es "el
proceso histórico que se inicia con el estado naciente y que termina con la re*
constitución del momento cotidiano institucional"21.
Por ello, argumenta Alberoni, la institución es la negación y la herencia de)
estado naciente del movimiento, e interrogando a la institución se encuentra el
mensaje elaborado en el movimiento. Porque todas las instituciones tienen la do
ble función de extinguir el estado naciente y de asegurar, de otro modo, su conti
nuidad, de manera que son su destrucción, pero también la custodia de su prome
sa. De aquí que la institución, "interrogada, repite la promesa del estado naciente,
aunque disminuida, empobrecida porque está encamada en el mundo"22. De
donde también podemos encontrar una institución desvirtuada por su propia
adaptación, que se ve desañada por nuevos movimientos intemos que pretenden
reconstruir esa solidaridad primigenia, y que llegan a provocar un nuevo movi
miento dentro de la institución.
Ahora bien, si antes dijimos que en las sociedades modernas los movimientos
se han vinculado a los procesos políticos centrales, siempre que se trate de mo
vimientos con signiñcación histórica23, no parece que pueda dudarse que éstos,
dado que surgen como quiebra de la solidaridad y negación de la institución, pa
san a tener carácter político. Además, como el medio que tienen para perpetuarse
es la institucionalización, ellos mismos devienen en poder organizado, es decir,
en instituciones con componentes políticos. Mas dentro del movimiento se ela
bora un pensamiento que proviene del estado naciente, pero que surge en indivi
duos concretos, pues nunca es el movimiento en sí un sujeto pensante. De donde
es necesario distinguir los actores que confluyen en el movimiento.
Alberoni distingue tres protagonistas en él: los que participan en el estado na
ciente, que son las élites creadoras; los que no estuvieron en él, pero se le suma
ron, que son las masas; y finalmente, los que estuvieron al margen u oponiéndose,
que son los sometidos. "Son las élites creadoras las que generan el movimiento,
pero la fuerza transformadora es aportada por las masas". De esta obligada con
junción surge un proceso común a todo movimiento, que creo de importancia
2 !/¿ ¿ ¿ ,p p . 3 5 9 y 240-242.
22/¿¿í¿,pp . 290-292,
23 La importancia del movimiento por los grupos reales que agrupa, en Bonom ore, T.: Socio
logía , op. c u p. 64; Landberger, H A : Rebelión campesina y cambio social. Barcelona:
Crítica, 1978, p. 36; Tourame, A : Introducción, op. cit., p. 258; Heberle, R.: "Tipos", op.
ctt., p. 264.
250 Jo séM Macarro
ideas deduce sus programas de acción, al tiempo que ofrece visiones de la reali
dad que aglutinen,a sus componentes mediante un reflejo de la situación de los
sectores sociales de los que provienen.
Aplicando este esquema conceptual al anarcosindicalismo español, lo primero
que se puede afirmar por obvio es que constituyó un verdadero movimiento, pues
significó una exigencia de cambio de un grupo social - no de toda una clase con
permanencia en el tiempo y significación histórica y en el que se autorreconocían
sus miembros. Además este movimiento, en cuanto fue de masas, se incorporó al
proceso politico central español, aunque se definiera como antipolítico, ya que tal
definición no era sino una manera peculiar, en tanto negación, de afrontar dicho
proceso político central. Al mismo tiempo el movimiento tuvo como esencia,
como no podia ser menos, un proceso de organización. Proceso que nos va a lle
var a los protagonistas del mismo.
Según veo las cosas, la institucionalización del movimiento se va a concretar
con el nacimiento de la CNT. Nacimiento que no conforma desde el inicio a la
nueva criatura, sino que ésta va a vivir un proceso de tensión casi constante en
sus aspectos orgánicos. Me estoy refiriendo al pulso continuado que los diversos
sectores de la Confederación mantuvieron en tomo al federalismo local y regio
nal, en contraposición a las primitivas federaciones de oficios y más tarde a las de
industria. El decantamiento de los congresos de 1910, 1911, y 1919 hacia la pri
mera de las concepciones ha sido considerado por Bar como una adaptación sin
dical a las previsiones revolucionarías futuras de la sociedad anarquista; era la
necesidad de consolidar la comuna local como sustento de la futura sociedad
anárquica30. Y todavía en el congreso de 1931 el tema de las federaciones de in
dustria, propuesto por Pestaña como fonna de superar el estrecho y alicorto
marco local, evitando asi las incoherencias del federalismo tradicional, pese a ser
aprobado a regañadientes, no llegó a puerto alguno, pues el progresivo control de
la CNT por los anarquistas puros obturó la aplicación del acuerdo31. Para ellos
solamente las organizaciones regionales garantizaban la lucha de clases constante
y la tensión revolucionaría32. De aqui que uno de los delegados al congreso ar
gumentase que aunque tales federaciones podían ser útiles, no eran revoluciona
rías, puesto que nacían para responder a la economía capitalista y lo que había
que hacer era ir a la economía libertaria*3. Pero lo que se debatía, además, era si
el nacimiento de tales organismos de extensión nacional no iban a reforzar al
Comité Nacional en detrimento del federalismo tradicional anarquizante.
Lo que significa, según veo las cosas, un intento continuado por parte anarco
sindicalista de controlar la necesaria institucionalización del sindicalismo anterior
a 1910, pero salvaguardando su primitiva desestructuración revolucionaria. Cre
cer, organizarse y constituirse como fuerza nacional significaba convertirse en
institución, más allá del reducido ámbito del primer sindicalismo original. En de
finitiva era institucionalizar el movimiento para que pudiese continuar existiendo.
Pero como tal insotucionalización conllevaba el pacto, el compromiso con la rea
lidad, los anarquistas se esforzaron continuamente para que el sindicalismo, aun
que fuese revolucionario, no olvidase su objetivo anárquico. De esta manera el
mensaje original del movimiento quedaba salvaguardado dentro de la institución.
Pero precisamente porque tal mensaje no podía substituir en su pureza revolucio
naria, la CNT conoció bruscas oscilaciones en su afiliación sindical.
Detengámonos en ello
A.M Calero puso de relieve hace tiempo que los trabajadores andaluces se
afiliaban a aquel sindicato que antes hubiera llegado a la escena laboral, portando
un mensaje organizativ o e ideológico que satisficiese sus necesidades3334. Pero los
anarquistas, e incluso los anarcosindicalistas, nunca se quedaban en la respuesta a
esas necesidades. Ello hubiera significado la desvirtuación de su proyecto revo
lucionario. De aquí que Anselmo Lorenzo se opusiese a los llamados sindicatos
de base múltiple, porque eran la puerta abierta a la moderación del reformismo;
de aqui que en el congreso de 1911 se aprobase una resolución contra ellos,
aceptando los argumentos de Lorenzo, porque con esos sindicatos no se vencería
al capital sino que se osería en el "adormiderismo", como dijo un delegado. Por lo
mismo, en el congreso de Sants en 1918, la comente anarquista relativizó el sin
dicalismo en favor de la revolución, limitando la acción sindical reivindicativa; e
igual hizo al defender por encima de todo la acción directa. Y en el congreso de
1919 los anarcosindicalistas hicieron triunfar la función revolucionaria del sindi
cato sobre el puramente sindical. Lo que iba a dividir a la CNT en los años si
guientes35.
¿Qué significa todo esto? Como digo, el mensaje organizativo elaborado por el
anarcosindicalismo llevaba a los sindicatos de la CNT, y por tanto, también a los
afiliados, a unas posiciones políticas que eran previas a las que estos últimos hu
bieran podido decidir. El ejemplo de Sánchez Rosa en Andalucía, enfrentándose
en tomo a 1919 con las tendencias reformistas de los sindicatos, porque las mejo
ras salariales y laborales podian adormecer a los trabajadores • la política del
"perro gordo" la llamaba • es significativa. Como también lo es el boicot que se
produjo a la primera solución victoriosa en la huelga de la Canadiense, y el ata
que que sufrieron Seguí y Pestaña en 1919, justamente porque habían buscado
una salida no revolucionaria al mismo conflicto y a otros. Lo mismo podemos
decir de la conferencia de Zaragoza en 1922, en la que se insistió en que el error
en los años anteriores había sido instar a la elevación de salarios, en vez de pro
curar la desaparición del sistema salarial. Otro tanto puede añadirse acerca del
congreso regional de la CNT de Andalucía y Extremadura en 1935. En él se re
chazaron las Federaciones Provinciales por ser elementos burocráticos que dis
traían a los trabajadores de sus objetivos revolucionarios, al tiempo que se con
denaban las medidas para paliar el paro o mejorar la situación de los trabajadores
- incluso el seguro de maternidad porque debilitaba en ellos el espíritu revolu
cionario36. De esta manera el sindicato para los anarcosindicalistas se convertía
"en el instrumento de realización de las aspiraciones populares cuyo centro de
racionalización es la organización anarquista"37.
Es decir, la organización anarquista devenía en núcleo constitutivo de la acción
sindical, dirigiendo y definiendo lo que interpretaba que tenían que ser las aspi
raciones populares, sin dejar que éstas derivaran, por las conquistas de mejoras
concretas, hacia un fin que no fuera el anárquico. De esta forma, el mensaje ori
ginal elaborado por los anarquistas en el estado naciente quedaba preservado en
su institucionalízación, en el movimiento.
Pero esta política tenía un coste de cara a los afiliados, porque ellos no iban tan
allá como querían sus dirigentes. Los sevillanos, tras la intervención citada de
35 Bar, A.: La CNT, op. cit. pp. 188, 259-262y 366.
36Eloiza, A.: 'Notas sobre cultura y revolución en el anarcosindicalismo español", en García
Delgado, J.L.(ed.): La U República española. Bienio rectificador y Frente Popular, 1934-
1936. Madrid: Siglo XXI, 1988, p. 161.
37Metkcr, G.H.: La izquierda revolucionaria en España (¡914-1923). Barcelona: Ariel,
1978, pp. 308 y ss., 568 y ss.; Macano, J.M.: "La mentalidad anarquista en la educación
popular: los folletos de Sánchez Rosa", en prensa; de este autor, La Utopia, op. c í l . op
313-314.
234 José M. Macarro
Sánchez Rosa, después de que una gran huelga general en febrero de 1919 se
hubiera saldado con una victoria total, se encontraron con que los dirigentes de la
CNT la quisieron convertir en una victoria sobre el propio Estado y los patronos
como clase, planteando nuevas reivindicaciones - multas a la patronal, etc. - una
vez finalizado el conflicto. El resultado fue el retraimiento de los trabajadores, la
crisis en el movimiento sindical y la aparición del terrorismo en los ámbitos con
federales. Lo que es similar a lo que sucedió en Barcelona tras ser desbordado
Segui en la primera solución victoriosa a la huelga de la Canadiense en la misma
fecha**. Y lo mismo podemos decir de los resultados que obtuvo la CNT en
1931-1933, cuando en diciembre de este último año el fracaso de la huelga gene
ra] anunciaba a las claras el agotamiento de unos sindicatos y unos afiliados. La
realidad era que estos fracasos venían precedidos de una desmovilización de los
trabajadores. No es que la huelga de Sevilla o la famosa de la Canadiense en su
primera solución victoriosa, o la general de 1933, fuesen la causa de la desmovi
lización porque al final de estos conflictos se produjese la derrota. No, es que los
trabajadores comenzaron a despegarse de ellos y de los sindicatos porque des
pués de haber obtenido reivindicaciones importantes, pretendían llevarlos más
allá de donde estaban dispuestos a ir, poniendo en peligro las mejoras recién con
quistadas. Las huelgas anarcosindicalistas, en tanto se presentaban como batallas
definitivas entre el capital, o el Estado, y los trabajadores, dentro de la estructura
federativa local de la CNT, terminaban provocando siempre el retraimiento de los
trabajadores. A mi manera de ver, aquí hay que buscar las bruscas oscilaciones
en la afiliación sindical, y no en la frustración de una esperanza milenarista. Esta,
la vamos a encontrar en otro terreno.
Este terreno es en el que se mueven las élites que informaban al anarcosindica
lismo, provenientes del anarquismo. Estas élites configuran el estado naciente del
movimiento. La unidad argumenta! temática que hay entre los pensadores anar
quistas en la ruptura con los valores de un sistema la creo evidente. Y con la
misma evidencia se puede observar como crean un campo solidario alternativo a
lo existente. Los anarquistas españoles tienen unas concordancias obvias en la
manera de entender al mundo y de entenderse a ellos mismos; de realizarse ellos
y de realizar al mundo; en definitiva, de definirse frente a lo exterior al estado
naciente. Alvarcz Junco nos ha explicado en extensión y profundidad los rasgos
de su ideología, y no vamos a repetirlos. Pero sí quiero insistir en cómo esa 38
38 M acano, J.M.: "Los conflictos sociales ea la ciudad de Sevilla en los años 1918-1920", en
Seis estudios sobre et proletariado andatui (¡868~¡9¡0). Córdoba; Ayuntamiento, 1984,
pp. 203-206; Meaker. G R : La izquierda, op. cu., p. 213 y ss.
CONOCIMIENTO Y UTOPÍA 255
39 AJvarez Junco. }.: La ideologia polinca del anarquismo español (1868-1910). Madrid
Siglo XX L 1976.
40 Véase Litvak, L.: Siusa libertaria. Arte, literatura y vida cultural del anarquismo español
(1880*1913). Barcelona: Antoni Bosch, 1981; de la misma, El cuento anarquista. Antolo
gia 0880-1911). Madrid: Taurus, 1982; Siguan, M.: Literatura popular libertaria (1925-
1938). Barcelona: Península, 1981; Brey, G.: "Ideología y acontecimiento en la poesía de un
periódico obrero de C ádir Él Proletario ( 1902-1903)", en Metodologia de la historia de la
rcnsfi española. Madrid: Siglo XXL 1982; Siguan, M.: "Federico Urales: un programa de
S teratura popular libertaria", Anr/ireyw, 78, 1987; W .A A .: Anarquismo y poesia en Cádiz
bajo ¡a Restauración. Córdoba: Ediciones de la Posada, 1986.
256 José M. Macarro
/
El anarquismo hispano presenta la particularidad de haber sido, a la vez, indivi
dualista y asociacionista, en una tensión permanente, desde los orígenes hasta la
guerra civil, entre adeptos de una y otra tendencia. Históricamente, el movimiento
societario de orientación anarquista culmina con la creación y el desarrollo de la
Confederación Nacional del Trabajo. Sin embargo, se observa una clara predi
lección de los estudiosos por la llamada "edad de oro" de! anarquismo español
simada a fines del siglo XDC y principios del XX. Entonces floreció una prensa
que, al no existir organización de ámbito nacional, fue ante todo una prensa "de
ideas" cuyo análisis de contenido ha dado lugar a obras de referencia como las de
José Alvarez Junco y Lily Litvak. Por el contrarío, es una minoría de estudiosos
la que se interesa por el período postrero del anarquismo español, más breve que
los anteriores pero durante el cual éste cobró un protagonismo sin par en la vida
política y social del país. Es de notar, además, que, en la generalidad de los traba
jos sobre el anarcosindicalismo, se consideran más las grandes figuras que los
colectivos de trabajadores, más los escritos que las otras expresiones culturales,
más los discursos sobre la cultura que las actitudes, prácticas y realizaciones
culturales. Parece que el programa del Coloquio corrobora este diagnóstico.
Tal orientación de la historiografía del anarquismo español se debe a causas de
muy diversa índole que no voy a examinar aquí. Sólo quisiera apuntar una, que
me ha sido sugerida por Díaz del Moral, cuya Historia de las agitaciones cam-
pesinas andaluzas es un clásico de la literatura sobre el anarquismo, cuando dice,
de manera algo abrupta, que "el sindicalismo no es una teoría, ni una doctrina,
sino una táctica y un sistema de organización de las fuerzas obreras". Me pregun
to a veces si este juicio, emitido por un intelectual, no refleja la escasa conside
ración que el gremio de historiadores tiene por el anarcosindicalismo tal como lo
encamó, en España, la CNT. Y, puesto que los organizadores del Coloquio nos
invitaron a "comextualizar históricamente el discurso anarquista", creo que mere
ce la pena examinar de cerca el discurso múltiple de los congresos de la CNT
262 Ja cq u es M a u r ic e
11
De entrada creo oportuno recordar que la gran novedad del anarcosindicalismo
respecto al anarcocolectivismo consiste en el paso paulatino de una concepción
defensiva a una concepción ofensiva de la acción colectiva de tos trabajadores, la
llamada acción directa. Ya no se trataba sólo de aunar y acumular fuerzas con la
finalidad de construir una organización lo bastante potente como para subvertir el
orden existente. £1 fortalecimiento de la organización pasaba ya por la integración
de las formas de lucha del sindicalismo - siendo la huelga una de ellas pero no la
única - y la asunción de reivindicaciones materiales, fueran generales como las $
horas, fueran propias de determinados colectivos como el trabajo a destajo o el
trabajo de la mujer. E s lógico que, definiéndose como una organización de obre*
ros manuales, y por lo tanto proletaria, la CNT adoptara el sindicalismo como
' medio de lucha entre los dos antagónicos intereses de clase" (congreso de 1910).
Además era para ella una necesidad táctica si quería competir eficazmente con el
sindicalismo reformista de la Unión General de Trabajadores que, desde princi
pios de siglo, se iba consolidando. Ahora bien: lo que pone de manifiesto el aná
lisis dinámico del discurso cenetista sobre el tema salarial es que esta asunción de
las reivindicaciones de la clase obrera fue muy relativa. Pues, si bien las direccio
nes ya no podían eludú una realidad socio-económica cada vez más apremiante,
seguian condicionadas culturalmente por unos cuantos principios que se conside
raban inalterables, lo que es propio de una doctrina y la distingue fundamental
mente de una teoría.
Esta comunicación se basa en los cinco congresos nacionales que celebró la
CNT entre 1910, año de su fundación, y 1936 que marcó el reingreso de los Sin
dicatos de Oposición. Cabe precisar que sólo dos de ellos, el de 19)1 y el de
1919, discutieron el dictamen sobre el tema salaría! preparado por las respectivas
ponencias. En el congreso fundacional y en el extraordinario de 1931 sólo se leyó
el dictamen correspondiente sin que fuera discutido, lo que en 1931 provocó las
protestas de algunos sindicatos. En fui, en 1936, el salario como tal desapareció
del orden del dia, considerándose sólo las modalidades de pago. Es preciso seña
P r in c ip io s y r e a l id a d e n e l d is c u r s o d e l o s C ongresos de la CNT 263
lar, por otra parte, que el planteamiento habitual del tema salarial se hizo a través
de la noción de salario mínimo, excepto en el congreso de 1911 en que se habló
de "nivelación de los jornales", una diferencia que intentaré aclarar. El punto de
llegada de la larga reflexión confederal en este campo se sitúa en 1931 al acordar
el congreso del Conservatorio el establecimiento de un tipo de salario mínimo
regional. Voy a examinar en adelante los sucesivos congresos.
11!
Es significativo que, inicialmente, en 1910, el saiario'minimo vaya asociado en el
enunciado del tema a los "medios de obtener la jom ada de $ horas". Aun cuando
se subrayan las grandes diferencias de la jomada laboral, según los oficios y las
regiones, las 8 horas siguen siendo la reivindicación prioritaria. En cambio, la po-
ncncia se niega a que el congreso se pronuncie sobre el jornal mínimo, utilizando
a este efecto dos argumentos. El primero, según el cual el aumento de salario no
resolvería nada, no responde, evidentemente, al planteamiento del tema. Aparece
más bien como un reflejo condicionado, el de los obreros a quienes se Ies fue in-
cujeando durante años lo de "la ley de bronce", expresión del determinismo eco*
nóstico vulgar en el que comulgaban socialistas y anarquistas. Más interesante es
el segundo argumento según el cual nada resolvería el jornal mínimo "dadas las
diferentes condiciones en que se produce y consume en las distintas regiones".
Escudándose tras la realidad innegable de los efectos socio*económico$ del
desigual desarrollo del capitalismo en España, el argumento se va a repetir en los
sucesivos congresos para justificar la renuncia a elaborar una plataforma salaria)
unificada.
El tema salarial se plantea en términos distintos en el congreso en que se
constituye formalmente la CNT, a principios de septiembre de 1911. La ponencia
afirma sin ambages la necesidad de Ta nivelación de los jóm ales en general" so*
bre la base de que todos los trabajadores tienen necesidades idénticas. En este
sentido, nivelación viene a ser lo mismo que igualación, lo que confirma uno de
los oradores al llamar la atención sobre lo injusta que es la desnivelación de los
jómales entre obreros del campio y obreros de la ciudad. Pero, tras la afirmación
de principio, vienen inmediatamente unas precisiones que limitan su alcance. El
mismo dictamen supedita la consecución del objetivo a la unificación de todos los
obreros sindicados; y, a continuación, el delegado de la sociedad que hizo la pro
puesta, un tal Herreros, recuerda - una vez más * que lo primero es llegar a la ni
velación de la jomada. La breve discusión que sigue muestra a las claras que hay,
264 Ja cq ues M a u r ic e
jomada a 6 horas. A los dos meses escasos de proclamarse la República, los li
deres sindicalistas de la CNT lograban armonizar en la misma plataforma jom ada
más corta y mínimo salarial, objetivos de acción que anteriormente aparecían
contrapuestos. Sin embargo, debieron aceptar una radicalización de la plataforma
con la adición de que en una fecha determinada los sindicatos tendrían que impo
ner a la vez las 6 horas y el salario mínimo. Seflal de que (a victoria conseguida
por el equipo Pestaña-Peiró no era más que una victoria pírríca.
En efecto, una vez copada la dirección por los faístas, se dará un total cambio
de rumbo. Puesto que se trata ya de derrocar al capitalismo se propugnan reivin
dicaciones totalmente utópicas como el reducir la jom ada a 2 o 3 horas. Estas
estridencias se entienden mejor si se sabe que, mientras tanto, muchos sindicatos
locales, especialmente en el campo, siguen luchando por mejorar el salario y
disminuir la jomada. Pero, pese a los reveses sufridos y a la paralización consi
guiente, se obstinan los dirigentes confederales en mstrumentalizar las reivindi
caciones en pro de una revolución más deseada que preparada. Asi se llega al
congreso de Zaragoza, en mayo de 1936, el cual representa un verdadero
escamoteo del tema salarial cuando los mismos republicanos burgueses habían
reconocido, en el programa del Frente Popular, lo importante que era el envile
cimiento sufrido por los salarios durante el bienio negro y se comprometían ex
plícitamente a corregirlo.
Desde luego, se aprueba un dictamen sobre el paro forzoso que esboza un aná
lisis de las causas del paro en régimen capitalista, análisis que remite fundamen
talmente a la realidad más inmediata, la del capitalismo español puesto que sólo
se tiene en cuenta "el desarrollo creciente del maqumismo y la irrupción de las
mujeres en el mundo de la producción'. Desde luego, la propuesta de luchar por
las 36 horas semanales sin disminución de sueldos enlaza claramente con la
onentación de 1931. Pero no es más que una concesión táctica a los sindicalistas
que acaban de volver at redil.
Lo que la opinión pública recoge de los debates de Zaragoza es el llamado
proyecto de comunismo libertario, modelo anacrónico que tiene, a lo menos, la
ventaja de excluir para siempre jamás los problemas incómodos, uno de los cua
les es precisamente la remuneración de) trabajo: en la Comuna libertana todos los
productores serán iguales e intercambiarán sus productos sin necesidad de que
haya moneda. Suprimida ésta, quedaba abolido ipso facto el salario, qes los anar
quistas consideraron siempre como la forma moderna de la esclavitud.
P r in c ip io s y r e a l id a d e n e l d is c u r s o d e l o s c o n g r e s o s d e l a CNT 267
IV
En definitiva» el único principio que $e invoca en el discurso cenetista sobre el
salario es el principio organizativo, que no doctrinal, de la autonomía de los sin
dicatos. Este constituyó una coartada para las sucesivas direcciones que, si bien
no pudieron ignorar del todo la realidad circundante, evitaron tomar sus respon
sabilidades cuando se trató de defender los intereses vitales del proletanado. De
todas formas, la atención que se concedió a cuestiones como la del salario fue
mínima si se considera en su globalidad el contenido del discurso cenetista. Lo
que siguió condicionándolo, sin la menor duda, fue la cultura propia del anar
quismo originario que era, al fin y al cabo, una cultura del derrotismo revolucio
nario.
Apéndice documental
Dictámenes sobre el tema salarial presentados en los congresos de la CNT.
I. Congreso de constitución de la CNT, 30-31 oct., I®nov. 1910.
Quinta sesión.
Tem a 2: M e d io s d e obtener la jornada de ocho h o r a s - sala r io mínim o
II Primer congreso obrero d éla CNT, 8-10 sept., 1911. • Cuarta sesión.
T ema 2. ¿E l S indicalism o revolucionario sería conveniente qu e emprendiera
UNA LUCHA POR LA NIVELACIÓN DE LOS JORNALES?
Sociedad de oficios varios de Bilbao.
Se lee el siguiente dictamen:
"La ponencia encuentra conveniente y concreto el primer tema en la siguiente
forma: que cree de pura necesidad la nivelación de los jóm ales en general, salvo que
es necesario que antes se unifiquen los obreros sindicados y que propaguen la necesi
dad de hacer una organización fuerte y sólida por medio de las com en tes sindicalistas
y cuando se tengan las fuerzas necesarias se puede poner en práctica la unificación de
los jornales, puesto que todos los trabajadores tenemos las mismas n ecesid ad es..
Pedro Mayol, de Arte Fabril de Tarrassa; Joaquín Feu, del Ceotro Obrero, de
Ayamonte; Angel Capdevila, de C u y hueros, de Zaragoza y Sao Martin; Carlos
Botella, de Pintores, de Alicante, y Rafael Avila, de Arte de Imprimir, de Barcelona."
"Dictamen sobre PARO forzoso - A l abordar el problema del paro forzoso nos en
contramos con que ha sido tratado de muy distintas maneras y con resultados proble
máticos unos, dudosos otros, y nulos, antihumanos e injustos los demás. Por ejemplo:
Inglaterra ha ensayado el recurso de subsidios contra el paro significando este proce
dimiento un fracaso absoluto, ya que paralelamente a la miseria de las masas socorri
das con indignantes subsidios, se produce la mina económica del país al tener que
sostener parasitariamente a sus millones de sin trabajo con cantidades que, aunque no
eran fabulosas por su importancia real significaban la inversión de las reservas eco
nómicas del país en una obra filantrópica, si, pero no reproductiva ni creadora de ri-
ueza. Esta medida que al fin de cuentas puede considerarse como un paliativo de los
3 efectos del paro obrero no aporta ninguna solución al problema.
"El paro obrero, que ha sido ocasionado por el desarrollo de la maquinaria, desa
rrollo tan notable que permite que una mujer cuide hoy veinte telares cuando ayer
solo podía llevar uno o dos, ocasionado también por la irrupción de la mujer en las
actividades de múltiples trabajos que antes estaban reservados a tos hombres; el paro
3ue, en fin, es un producto de múltiples contradicciones capitalistas, no nuede, no
ebe de ser solucionado por ia clase trabajadora imponiendo a ésta el sacrin ció de re
partir el trabajo en las condiciones que hoy se hace. La razón queda perfectamente
explicada si tenemos en cuenta que el paro tiene su determinación en el desarrollo
siempre creciente del maqumismo y en la irrupción cada día m is numerosa de las mu-
26Z Ja cques M a u r ic e
"DICTAMEN SOBRE PARO FORZOSO- A l abordar el problema del paro forzoso nos a
contramos con que ha sido tratado de muy distintas maneras y con resultados probk
m ilic o s unos, dudosos otros, y nulos, antihumanos e injustos lo s demás. Por ejempli
Inglaterra ha ensayado el recurso de subsidios contra e l paro significando este proc<
dimiento un fracaso absoluto, ya que paralelamente a la miseria de las masas socorr
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3
ueza. Esta medida que al fin de cuentas puede considerarse com o un paliativo de le
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explicada si tenemos en cuenta que el paro tiene su determinación en el desirrol
siempre creciente del maqumismo y en la irrupción cada día más numerosa de las m>
270 Ja cq ues M a u r ic e
Después del relativo éxito alcanzado por la F.T.R.E. entre 1881 y 1883, la si
tuación de miseria que vive la clase obrera, la represión gubernamental y la falta
de expectativas reales sobre un cambio social, van a abrir de nuevo la polémica
iegalismo-ilegalismo. Entre finales de 1882 y enero de 1883 tienen lugar los con
trovertidos sucesos de La Siano Negra, de los que la organización anarquista no
duda un solo instante en desvincularse5, y desde esta fecha hasta 1885 los grupos
radicales celebran al menos tres Congresos, pronunciándose en el de Cádiz
(1884) en favor de la via insurreccional y del recurso a la violencia.6
De manera simultánea, cuando no paralela, esta misma falta de expectativas
lleva a otros militantes a cuestionarse los viejos principios colectivistas defendi
dos por el eje Tomás Serrano Otciza Mella Llunás desde la Comisión Federal y
desde las páginas de publicaciones como Revista S o d a i (1881-1884) y La
Tramontana (1881-1893). Los defensores del colectivismo ven en esta doctrina
toda la riqueza del pensamiento de Bakunin, al que añaden las formulaciones
económicas de Proudhon, pero con frecuencia olvidan otros aspectos tales como
el espontaneismo y la acción revolucionaria.
Ya en octubre de 1880 el Congreso celebrado por la Federación Jurasiana
adoptó las tesis del comunismo-anarquista y el recurso a la violencia propugna
das por Kropotkin, Cañero etc. En España la primera disidencia pública se pro
duce en el Congreso de Sevilla en 1882 a cargo de Miguel Rubio, delegado de
Montejaque en la provincia de Málaga. A este se unirán, entre 1884 y 1885, los
grapos de Madrid (Vicente Daza) y Gracia (Emilio Hugás y Martín Borrás).78El
20 de marzo de 1885 en la Revue anarchiste de Bordeaux, aparece el articulo
"Elude sur le développement des idées anarchistes en Espagne" en el que se pro
clama la decadencia de) colectivismo y la crisis de la F.T.R.E. Como respuesta, el
dia 26 Revista Social publica el artículo w¡Colectivi$ia$ a defenderse!*1, posible
mente obra de Serrano Oteiza. En abril el órgano clandestino La Revolución
Social se pronuncia en contra de la Comisión Federal y este mismo año se tradu
ce en Granada el folleto de Kropotkin A los jóvenes*
5 Clan E. Lida, La Mano Negra (Anarquismo agrario en Andalucíaf, (Madrid, Zero, 1972;
Gerard Brey e t a l, “Algunas rebeliones campesinas ec la literatura española: M ano Negra,
Jerez, Casas Viejas y Y este“, en José Luis García D elgado (e d .), La cuestión agraria en la
España Contemporánea. VI Coloauio de Pau (Madrid, Cuadernos para el D iálogo, 1976)
pp. 329-361; y Demetrio Castro Alfin, Hambre en Andalucía. Antecedentes y circunston-
tías de la Mano Negra (Córdoba, 1986).
6 Nenian, La première Internationale, pp. 415-505.
7 Aharez Junco, La ideología política, pp. 359-362. Congreso de la Federación de Traba•
jadores de la Región Española, celebrado en Sevilla los días 24, 25 y 26 de Setiembre de
I8S2 (Barcelona 1882).
8 Httíku, La Premiere Internationale, pp 4 1 7 y 476-477.
C u ltu r a e id e o l o g ía e n e l Ppikier certamen socialista 275
II. El acontecimiento'
Es precisamente en este contexto en el que se va a celebrar el Primer Certamen
Socialista, por lo que no son de extrañar los objetivos fijados, esto es "hacer una
literatura y un arte propio que sirvan a la clase obrera como medio activo de ex
presión y propaganda" y, lo que resulta ya más significativo, el deseo de sus or
ganizadores por fijar la atención de ios obreros "y aún de los hombres de la clase
media ante la nueva fase de nuestra pacifica propaganda".9
¿Quiénes impulsan el Certamen? ¿qué temas abarca? ¿qué rasgos formales pre
sentan? Tal como recoge la Memoria de la Comisión organizadora, el 8 de agosto
de 1884 se publicaba la convocatoria del Certamen, amplia y positivamente aco
gida entre los medios obreros de distintos países europeos y americanos:
Portugal, Francia, Italia, Argentina, Cuba y Estados Unidos. Hay que señalar en
cambio las críticas del órgano anarco-comunista jurasiano Le Révolté, por lo que
comporta de oposición a la linea doctrinal y táctica seguida por la F.T.R.E.
En cuanto a España, entre las sociedades y periódicos que acogieron favora
blemente la idea figuran la Federación Igualadina, La Tramontana que dirigía J.
Llunás, El Cosmopolita de Valladolid o la sección de obreros tipógrafos de
Barcelona, en la que se encuadran militantes como Farga Pellicer, A. Lorenzo y
el mismo Llunás, todos ellos defensores de la vida pública de la organización y
del colectivismo.
Positiva fue también la respuesta de otros militantes y teóricos, demandando de
la Comisión organizadora la prónoga de) plazo fijado para la recepción de traba
jos. En consecuencia, la celebración del acto, previsto inicialmente para el 18 de
marzo» aniversario de la Comuna de París, se posponía hasta el 14 de julio, fecha
de no menor simbolismo al conmemorarse en ella la toma de la Bastilla, "primera
etapa de las revoluciones modernas" (p. XXIX)
lO U ly Lhvak, Musa libertaria. Arte, literatura y \ida cultural del anarquismo español
(¡8$0~J9J3j, (Barcelona, Amoni Bosch. 1981) pp. 285-369.
C U L T U R A E ID E O L O G ÍA E N E L P R IM E R C E R TA M E N SO C IA L ISTA 27?
11 Sobre io s rasgos difcreaciadores de l i cultura anarquista véase José Atvarez Junco, "L¿
subcuhura anarquista en Espada: racionalismo y populismo", Culturas populares. Diferen
cias, divergencias, conflictos (Madrid, 1986), pp. 197-208.
27$ M anuel m orales M uS o 2
mando a la Revolución armada, de cuyas ruinas "corno Fénix de sus cenizas, re
nacerán la Verdad, la Justicia y la Igualdad” (p. 204).
Crítico es también T. Nieva en su discurso sobre el papel de la mujer en la so
ciedad del porvenir al descalificar expresamente las teorías proudhonianas sobre
la inferioridad femenina, como disidente es, por distinto motivo, J. Martrus de
Manresa, al abogar en su "Memoria sobre la organización y aspiraciones de las
federaciones de trabajadores de España" por la participación política de la clase
obrera y por un mayor entendimiento entre las distintas organizaciones que de
fienden sus intereses.
¡V. Conclusiones
¿A qué conclusiones nos lleva lo expuesto? Sin duda alguna estimamos que el
Primer Certamen Socialista constituye el mayor empeño cultural e ideológico del
anarquismo español a la fecha de su celebración. Los mismos temas propuestos y
los trabajos premiados son prueba inequivoca de las inquietudes y preocupacio
nes del anarquismo hispano en materia social, política, económica, artística, etc.
Como lo son algunos de los lemas utilizados en la presentación de trabajos:
'’Avant sempre avant", "La luz matará las tinieblas", y la construcción de nuevas
categorías valorativas, desprovistas de toda significación burguesa, en tomo a
temas y hechos como la Comuna de París, el carácter revolucionario del arte, la
igualdad sexual, la condena de la pena de muerte etc
Testimonio de la vida obrera y de sus aspiraciones en el Certamen se denun
cian las injusticias y la miseria de la sociedad burguesa proponiéndose, al mismo
tiempo, los medios para alcanzar una utópica sociedad más acorde con e) "orden
natural" que con el 'desorden social". Pero, evidentemente, se trata de unas pro
puestas que vienen a sancionar los principios tácticos y doctrínales impuestos por
la línea oficial de la F.T.R.E.: el reformismo posibilista como símbolo de eficacia
y e) colectivismo como forma de organización económica del paraíso prometido.
En la misma medida el Certamen, en el que tienen cabida las más diversas
comentes científicas, filosóficas, artísticas y literarias representa un punto de
partida en ese discurso cultural que cuenta ya con algunos antecedentes en la
Biblioteca del Proletariado, que se proseguirá de manera inmediata con la revista
Acracia (1886-1888) y con las Conferencias de Estudios Sociales celebradas en
Barcelona entre octubre de 1887 y mayo de 1888, y que viene a concluir, en al
guna manera, con el Segundo Certamen Socialista celebrado en 1889 en honor
de los mártires de Chicago.
Mary Nash
La reforma sexual
en el anarquismo español
1 Foucault, M ., Historta de ia sexuaiidad. Madrid: Siglo XXI, 1980, 1987; Martin, £ ., 77*
Woman and the Body. A Cultural Analysis o f Reproduction. Boston: Beacon press, 1987;
Scott, J.W., "Gender: A U seful Category o f Historical Analysis". The American Historical
Review. V ol. 91. Num. 5. Dec. 1986; Shorter, E., A History o f Women's Bodies. Middlesex:
Penguin, 1984; W eeks, J., Sex, Politics and Society. The Regulation o f Sexuality Since
1800. London: Longman, 1981.
2 Foucault, Htstoria de la sexualidad; Gagnon, J.FUSimon, W ., Sexual Conduct: The Social
Sources o f Human Sexuality. London: Hutchinson, 1973; McLaren, A , Birth Control in
Kmeteenth-Century England. London: Croom H elm , 1978; W eeks, Sex. Politics and
Society.
3 Marcus, S., The Other Victorians. A Study o f Sexuality1 and Pornography tn Mid
Nineteenth Century England. N e w York: Basic B ooks, 1966; W eeks, Sex. Politics and
Society, Padgug, R .A ., "Sexual Matters: On Conceptualizing Sexuality in History“, eo
Radical History Review. Num. 2 0 , prunaver&Aerano 1979.
282 M a r y N a sh
4 Término propuesto por el Dr. Félix Marti Ibáñez. Véase: ’'Eugenesia y m oral sexual. Nueva
moral sexual" y "El sexo en la Historia", en E s tu d io s , octubre de 1934 y enero d e 1935 re
spectivamente
5 Glick, Thomas F., "Psicoanálisis, reforma sexual y politica en la España de entregueiras", en
E s tu d io s d e H is to r ia S o c ia l , enero-febrero 1981; Nash, Mary, "El neomahusiamsmo anar
quista y los conocim ientos populares sobre el control de la natalidad", en P r e s e n c ia y p r o
ta g o n is m o : a sp e c to s d e ¡a h is to r ia d e la m ujer. Barcelona: Serbal, 1984; "Aproximación al
movimiento eugènico español: El Primer Curso Eugenico Español y la aportación del Dr.
Sebastián Recasens", en C im b e m a t. R e v is ta C a ta la n a d H i s t ó r i a de la m e d ic in a i de la
C ien cia . V o i IV. 1985; "El control de la natalidad y la difusión de lo s m edios de con-
»acepción: el debate en el M ovimiento Eugènico español", en A c t a s del 1 C o n g r è s Hispano
L u s o I ta lia d e D e m o g r a fìa H is tó r ic a . Barcelona, 1987 y “G enero, cambio social y la pro
blemática del aborto", en H is to r ia S o c ia l. Núm. 2.
La r e f o r m a s e x u a l e n e l a n a r q u is m o e s p a ñ o l 283
Nicolás Amador, Gregorio M aratón, César Juarros, José Sanchis B antis, Juan y
Enrique Noguera, los abogados Luis Jiménez de A súa y Joaquín Noguera, el pe
dagogo e higienista, Luis Huerta y la abogada y reformadora sexual Hildegart
Rodríguez. El análisis del reformismo eugènico desborda el marco de esta po
nencia y únicamente hacemos mención a él en la medida en que se relaciona con
la segunda gran comente: el movimiento de reforma sexual anarquista. Esta se
gunda tendencia tiene una tipología más precisa ya que se defíne e inscribe en
una estrategia global de transformación y de lucha social en el marco de un pro
yecto revolucionario de carácter anarquista.
El desarrollo de la reforma sexual en España no se produjo en un vacio sino
que tuvo como marco de referencia el movimiento internacional6. Es más, pode
mos señalar su relación con la dinámica europea ya que efectivamente se mantu
vo dentro de tales coordenadas si bien con lógica especificidad de contenido y de
periodificación propia. Las dos corrientes españolas tuvieron vínculos personales
e institucionales con los grandes movimientos europeos pero se movieron en cir
cuitos distintos. El movimiento eugènico reformista se insertó en la órbita del
movimiento eugènico británico y algunos de sus miembros estuvieron integrados
en la Liga Internacional de Reforma Sexual. En cambio, el movimiento de re
forma sexual anarquista se circunscribió fundamentalmente al movimiento neo-
maltusiano francés y a la Ligue de Régénération H u m a i n e Mantuvo estrechos
contactos con figuras como Paul Robin, Gabriel Hardy o E. Humbert. Pese al he
cho de funcionar en circuitos diferentes, se produjeron inicialmente contactos
mutuos entre las corrientes españolas, aunque posteriormente la radicalización de
los planteamientos anarquistas a partir de los años treinta produjo un proceso
creciente de impermeabilidad entre ambos movimientos.
De este modo, la concepción más genérica de la sexualidad como una faceta más
en el desarrollo del máximo potencial humano fue completamentada con la sexo-
logia y los fundamentos científicos de la época. Esta nueva perspectiva se tradujo
además en un esfuerza concertado para ofrecer una visión más sistemática de la
sexualidad desde un panorama anarquista. La formulación teórica de la "Nueva
Moral Sexual" y la elaboración práctica de una estrategia específica de reforma
sexual constituyeron los ejes vertebradores de esta reforma sexual.
Pese a las divergencias iniciales en las propias filas anarquistas en tomo a la
22 Humbert, Jeanne, "Li Reforma Sexual', traducido de La Voix des Femmes, en Estudios
agosto 1929. Sobre Marti Ibáñez véase el prólogo de I. Vidal en M aní Ibáñez, Consultorio
psiqutcchStxuQ}. Segunda República. Madrid: A yuso, 1973, 378-387; Paniagua, X ., La
sociedad libertaria. Agrammo e industrialización en el anarquismo español, 1930-1939
Barcelona: Critica, 1982, 104*110; Pectña, M ., "Isaac Puente. (1896-1936)", en Muga
Kúm. 5. 1980.
23 Huerta, Luis, "El maiaúonismo y la iatersexualidad", en Estudias, mayo de 1929. Esta
opinión no representa la de lo s reformadores anarquistas aunque e s significativo que $e
haya publicado en Estudios. H uena fue uno de los máximos impulsadores del movimiento
eugenico reformista y uno de su s escasos dirigentes que no procedió de filas profesionales
de la medicina o la abogacía. Marañón fue una figura clave de este movimiento.
24 Puente. Isaac, "Cana abierta a la Liga Española para la Reforma Sexual sobre Bases
Científicas*, en Estudios, julio d e 1932.
288 Ma r y N a sh
puesto por un grupo muy reducido de personas, muy prolifícas, que utilizaban a la
ve?, seudónimos - el caso más significativo fue el de Isaac Puente que fumaba
bajo la rúbrica "Un Médico Rural" * y llenaban las páginas de G eneración
C onsciente y de Estudios. Sin entrar en un estudio más pormenorizado, queda
claro el extraordinario protagonismo del médico alavés, Isaac Puente (1896-
1936) y, más tarde, del joven médico, psicólogo y sexólogo catalán, Félix Martí
Ibáñez (1913-1974). También podemos mencionar la colaboración de personas
con una incidencia menor como Mariano Gallardo, R.M. Remartínez, A.G.
Llauradó, entre otros. Pese al grado de difusión alcanzado por Estudios, la re
forma sexual resultó poco relevante en el diseño de la estrategia global de trans
formación social anarquista e incluso un tema incómodo para muchos militantes
anarquistas. Es cierto que se dieren algunos indicios de la proyección del interés
por la reforma sexual fuera de los estrictos círculos de reformadores sexuales
pero se trató de incidencias aisladas que tuvieron escasa resonancia en el movi
miento anarquista Así, por ejemplo, se hizo referencia al problema sexual en el
"Dictamen del Sindicato de Profesionales" al Congreso de Zaragoza en mayo de
193631; pero fue mucho más significativo el hecho de que el proyecto de
Comunismo Libertario que sirvió como base de discusión en este Congreso y que
fue elaborado por el propio Isaac Puente ni siquiera reflejara su preocupación por
la reforma sexual32
La iniciativa más importante de cara a la plasmación de la reforma sexual en la
práctica anarquista fue la Reforma Eugenica promovida a partir del invierno de
1936 por parte de los anarquistas con cargos en la Dirección de Sanidad y
Asistencia Social de la Generalität de Cataluña33. Su implantación se debió a la
iniciativa singular de Dr. Félix Marti Ibáñez, por entonces Director General de
Sanidad y Asistencia social de Cataluña y Subsecretario de Sanidad de la
República. Esta medida no puede atribuirse, por lo tanto, a un cambio significa
tivo de orientación política del anarquismo español con respecto a la reforma
sexual. Incluso entonces, ios proyectos de reforma sexual gozaron de poco apoyo
por parte del movimiento libertario que tradicionalmente había calibrado la insis
tencia en esta dimensión como una desviación de aspectos más importantes de la
matrimonio pero si, en cambio, la armonia biológica de dos cuerpos y dos al
mas44.
El matrimonio eugènico con la clara finalidad de la unión de una pareja sana
constituyó otro de los elementos claves d e la reforma sexual anarquista. Aunque
los reformadores anarquistas hicieron mucho hincapié en ei desarrollo de la
sexualidad no rechazaron la importancia de su función reproductora45. El matri
monio eugènico se basaba precisamente en la limitación del número de hijos a
partir de la práctica del control de la natalidad y la elección consciente de su
procreación en los momentos óptimos de salud y de las condiciones de vida de la
madre y del hijo4*. La maternidad consciente constituyó un factor crucial de la
reforma sexual y vía imprescindible para el correcto funcionamiento de ios ma
trimonios eugénicos. La maternidad consciente fue efectivamente la clave para la
realización de la politica eugènica de planificación familiar ya que la fórmula del
certificado prematrimonial para impedir uniones disgénicas tuvo pocos partidarios
en estos medios4748. La maternidad consciente y libre constituyó uno de los ejes
más importantes del neomaltusianismo anarquista y significativamente el
movimiento de reforma sexual dedicó su máximo interés a la divulgación de los
conocimientos en tomo a métodos anticonceptivos41. Unicamente la práctica de
la procreación consciente podía permitir alcanzar su meta del "ideai eugènico que
aspira a una humanidad físicamente fuerte y ampliamente capacitada en el orden
intelectual"49.
Los anarquistas entendieron la sexualidad fundamentalmente como una fuerza
instintiva cuyas características forman parte de la biología humana: "El hecho
sexual constituye un fenómeno biológico de la más excelsa calidad que tiende a
procurar el bienestar orgánico, el equilibrio celular alterado y la armonía espiri
tual conturbada por la desarmonía sexual"50. El impulso sexual fue considerado
como un mandato biológico básico, un instinto natural, una fuerza que requería
dad ya que la percibió, a la vez, como fenómeno que constituye una construcción
social sujeta a los .condicionantes sociales y culturales. Su análisis de la trayecto'
h a histórica de la sexualidad puso de relieve la historicidad de la categoría de
sexualidad y su proceso de transformación, en las diferentes épocas históricas54
Precisamente esta percepción de la incidencia de los factores culturales y sociales
en la expresión de la sexualidad constituyó la fundamentación teórica para legiti
mar su proyecto de reforma sexual. Su idea de la sexualidad partió de la base de
su potencial transformación y de este modo legitimó su articulación de un com
plejo proyecto de reforma sexual. Por esto, la educación sexual, la difusión de los
conocimientos científicos y la modificación de las actitudes culturales con respec
to a la concepción de la sexualidad se convirtieron en elementos básicos para la
consecución de una modificación favorable del comportamiento sexual. Su com
promiso como reformadores sexuales derivó de su convicción de que la transfor
mación de las condiciones culturales, ideológicas, sanitarias, higiénicas y eugéni-
cas de la sexualidad repercutiría positivamente no sólo en la mejora de la expre
sión individual de la sexualidad sino también una "beneficiosa influencia sobre la
tonalidad ética, sobre la bondad''55. En defuiitiva, la retórica anarquista presentó
la reforma sexual como elemento singular del marco proyecto universal de la
"regeneración y redención humana"5*.
Este proceso de regeneración tenía precisamente uno de sus ejes en la correcta
formación de las nuevas generaciones. De allí su gran interés en la educación
sexual infantil. La gran preocupación en tomo al reconocimiento de la sexualidad
infantil en los medios anarquistas constituyó una de las vías de penetración de la
teoría de la sexualidad de Freud en el público español. C on la excepción de César
Juarros5758, existían pocos divulgadores del pensamiento freudiano, la cuestión del
erotismo y la iniciación sexual infantil. Desde los inicios d e la publicación de Ce-
neración C onsciente se discutieron algunos de ios postulados de FreudÍR y, más
tarde, se produjo una creciente conciencia de la importancia de las primeras im
54 Marti Ibáñez, Félix, E nsayos sobre t í amor. Barcelona: C olección Nueva Era, 1937 >
"Eugenesia y mora) sexu al E l sexo eo la historia*, en E studios , enero de 1935; Martínez.
J.M ., "Las relaciones sexuales entre el hombre y la mujer. Su pasado, presente y futuro“, ec
E studios, enero de 1937. También Nash, M ujer y m ovim iento obrero. 37-61.
55 Un M edico Rural, "A m odo d e programa“, en E studios, junio de 1 9 3 ).
56 Un M édico Rural, "Generación Consciente" y "Regeneración humana", eo G enerociót
C onsciente, octubre de 1924 y enero de 1926. También: Puente. H igiene individual o p n -
vado .
57 Glick, Thomas F., "Psicoanálisis, reforma sexual y política".
58 Un M édico Rural, "Cultura sexual", en G eneración C onsciente, 1 d e septiembre de 1924.
296 M a r y N a sh
$9 M aní Ibáficz, Félix, "Eugenesia y moral sexual E l estilo amoroso", en Estudios, julio de
1935.
60 Entrevista con Lola Iturbe, Barcelona, 19 de noviembre de 1981.
Hans-Jörg N euschäfer
Un hecho bastante conocido es, sin duda, que Blasco Ibáñez se ha inspirado en
Zola, que Zola ha tenido mucha aceptación entre los anarquistas españoles, y
también que Zola mismo haya tenido ciertas inclinaciones libertarias (sobre todo
en Los Cuatro Evangelios). Lo que ya no es tan sabido, es que el "Zolaismo" de
Blasco sea un "Zolaismo" anarquizante. De ello voy a tratar a continuación, to
mando como ejemplo La Bodega. En primer lugar voy a exponer, cómo Blasco
sigue en esta novela el esquema de la novela social zoliana, sobre todo el de
G erm inal Después comentaré las diferencias que se deben precisamente a las
tendencias libertarías, que en Blasco son mucho más concretas que en Zola y,
sobre todo, más genuinamente ibéricas. Y haré ver en qué consiste este carácter
genuino. Para terminar hablaré brevemente de Baroja, cuya novela Aurora roja
(última parte de la trilogía L a lucha p o r la vida) pienso aparecerá bajo una nueva
luz, si tenemos en cuenta los resultados obtenidos del análisis de La Bodega.I.
I "Los que aún se emborrachan para demostrar que son u n o s señores usan lo que llaman
M id a s largas (¿no e s eso, tú, que has estado aüí?X porquerías que cuestan p o c o y permi
ten beber y beber antes d e apimplarse; el whisky con soda y otras mixturas asquerosas. La
ordinariez les domina. Y a no piden Xere: com o cuando vienen aquí y lo encuentran gratis."
A sí habla D on Ramón, el jefe d el escritorio de la casa D upont, a Fermín M ontenegro. • Cito
a Blasco Ibáflez según Obras Completas, voL I (Madrid, 1 9 58), p. 1222.
B l a s c o ib á S e z , ¿U n Z o l a l ib e r t a r io ? 299
haber obtenido un aumento salarial de medio real, pierden todo interés en seguir
la lucha.
e) Se observa que en Blasco, igual que en Zola, se produce a lo largo de la
obra un curioso cambio de postura en cuantp a la apreciación de los obreros. Ai
principio, y mientras se describe la situación miserable del proletariado, se nota
una clara simpatía y hasta una especie de solidaridad con el cuarto estado. Esta
actitud desaparece, sin embargo, en el momento en que la masa obrera se pone en
marcha y se convierte en una amenaza. Entonces se comienza a verla con repul
sión y hasta con asco, por su torpeza, su imbecilidad y su incultura, y es compa
rada incluso con un tropel de bestias.
A quellos hombres recordaban lejanos parentescos animales. U n os tenían la faz prolongada
y osea, con grandes ojos bovinos y el gesto dulce y resignado: eran los hombres-bueyes
d eseosos de tenderse en el surco, para rumiar sin la más leve idea de protesta [...]. Otros
mostraban el hocico d ís tic o y bigotudo, lo s ojos de reflejo metálico de lo s feliaos: eran
lo s hombres-fieras, que se estremecían, dilatando sus narices, com o tí percibiesen ya el
olor d e la sangre.2
Concluir a base de esta cita, que un escritor burgués, por muy socializante que
sea, no puede olvidar sus intereses de clase en el momento en que éstas se
encuentran seriamente amenazadas, seria, sin embargo, demasiado simplista y en
todo caso una verdad sólo a medias. Y vamos a ver en la segunda parte cómo en
La Bodega hay todavía algo más.
2 Ibid, p. 1344.
m H a n s -J ó r g K e u s c h Áf e r
la limosna sobre todo, como remedio a los males de los obreros, ya que hay que
aceptar las diferencias de clase como voluntad de Dios (bajo el lema: "caridad si,
igualdad no"). Esta clase de "cristianismo”, el cristianismo al servicio de los ricos
(representado en la obra por Pablo Dupont, e) jefe de la Bodega), esta clase de
cristianismo es combatida por Salvatierra. Para él, aceptar la caridad equivale a
renunciar para siempre a la autonomía. Y así se entiende también, cómo
Salvatierra puede llegar a desprestigiar el sacrificio del mismo Jesucristo como
"un fracaso para la humanidad", ya que encierra la enseñanza, nefasta para los
humildes, de soportar pacientemente todas las injusticias de los pudientes. Por
eso declara que hay que "sepultar" de una vez el "cadáver" de Cristo que "pesa
sobre la tierra", y que el único redentor verdadero "lleva el nombre de la rebe*
lión"3. Salvatierra predica, pues, una nueva fe, una religión “al revés", una fe re*
volucionaria y blasfémica que llega hasta a invertir los conceptos de cielo y de
infierno: Si a los cristianos les hacen creer que la sumisión es el cielo y la rebe*
lión el infiemo, se les enseña - dice Salvatierra - una mentira. La verdad es, según
él, justamente lo contrario: la rebelión es el camino de la salvación y la sumisión
el de la condena de todos los trabajadores.4
c) Una tercera diferencia entre la obra de Zola y la de Blasco está en el desen*
lace de la historia. - En Germ inal la lucha social termina con el fracaso de los
obreros, pero este fracaso no es un fracaso total, porque la lucha les ha traído, al
menos, una nueva toma de conciencia.
En La Bodega el desenlace de la lucha es más desotador: no sólo fracasa la
rebelión • y precisamente a causa de la incultura general, como no deja de subra*
yar Blasco Ibáñez *, sino que acaba con una total despoütización de los obreros
que pierden definitivamente el interés en continuar luchando. Pero en la obra de
Blasco hay, sin embargo, otra acción, una rebelión particular, cuyo final es muy
distinto del de la revolución social. Se trata de una acción de Fermín Montenegro,
que se rebela contra sus amos, especialmente contra Luis Dupont, el hermano de
Pablo. Y esta rebelión no fracasa. Luis había "deshonrado" (es decir violado) a
M ana de la Luz, la hermana de Fermín, en una de las fiestas "desenfrenadas" que
solía dar en su finca, causando asi la ruptura del noviazgo entre María de la Luz y
Rafael. El capataz de Marchámalo, empleado y protegido de los Dupont, un
hombre que ha estudiado y viajado algo, reclama en vano que Pablo repare la
honra de su hermana y que Luis se case con ella. Pablo se niega a ello a causa de
la jerarquía que les separa. Fermín toma entonces el asunto en sus propias manos,
3 Resumo aquí el largo discurso de Salvatierra, relatado por Blasco, /¿ id , pp. 1296-1298,
4 Véanse las palabras de Salvatierra, ibíd.t p. 1315 y, sobre todo, p. 1363, ai final de la obra.
302 Ha n s -J ó r c N e u s c h Af e r
se dmgc a Luis y cuando éste tampoco responde, le mata, poniendo fin así a una
pseudofamiliaridad entre amo y empleado: ét por lo menos se ha hecho
consciente de lo que significa el patemalismo de los Dupont. Y como logra huir a
las lejanias de la Argentina, sin que la policía le dé alcance, en compañía de
María de la Luz y de Rafael, trae a la novela también algo así como una luz espe-
ranzadora, ya que, además, en América piensa realizar todo lo que en España no
le hubiera sido posible.
Es verdad que este segundo desenlace recuerda, a primera vista, las soluciones
del drama de honor en el Siglo de Oro, y por lo tanto, parece un ñnal ibérico
tradicional. Y hay que reconocer también que en este final hay algo de resigna
ción, ya que la esperanza parece no tener cabida en el país propio, sino solamente
en un lugar utópico (y de un lugar utópico se trata, ya que no se menciona ningún
lugar concreto en la Argentina). Pero es verdad también que esa esperanza, aun
que utópica, está puesta de relieve por Blasco con un gran patetismo y que tiene
un carácter claramente libertario Veamos un pasaje del último capitulo en el que
se encuentran todas las ideas y todos los tópicos del anarquismo: el de la libertad,
el del comunismo pacifico y humano, el de la Naturaleza (con N mayúscula), el
de la virginidad de un mundo nuevo después del abandono (o de la destrucción)
del viejo y caduco, el del trabajo ennoblecedor, el del altruismo y el del compa
ñerismo entre hombre y mujer, en el que el amor camal tiene sólo una importan
cia relativa. - Todo ello está en la boca de Rafael, que acaba de reconciliarse con
María de la Luz, lo cual constituye, por cierto, otro aspecto esperanzado^ ya que
la mujer deshonrada queda como "nueva" en los brazos de un hombre que supo al
fui y al cabo tirar por la borda los prejuicios del machismo tradicional y con ello
también las secuelas del drama de honor
Conocía aquel mundo joven, y a ¿I irían su compañera, su padrino y éL Don Fem ando le
había descrito aquel paraíso. Bandas infinitas de caballos salvajes que esperaban las pier
nas educadoras del jinete; extensiones inmensas d e tierra sin dueño, sin tirano, aguardando
h mano del hombre paTa expeler la vida que germinaba en sus entrañas. ¡Qué Edén mejor
para un campesino animoso y fuerte, esclavo hasta entonces en cuerpo y alma d e los que
no trabajan!
Irían a ser libres y felices en plena Naturaleza, allí donde el salvajismo y U soledad habían
guardado un pedazo de mundo limpio de los crímenes de la civilización, del egoísm o de
los hombres; donde tod o era de todos, sin otro privilegio que el del trabajo; donde la tierra
era pura com o el aire y el sol y no había sido deshonrada por el m onopolio, ni despedaza-
da y envilecida por el grito de "¡Esto es mío ... y los dem ás que perezcan de hambre!". Y
e s a vida salvaje, pero libre y dichosa, reharía con el oM d o la virginidad de su$ almas. S e
rían seres nuevos, inocentes y laboriosos, com o $i acabasen de nacer del hmo de la tierra.
Y los dos jóvenes se abrazaron en la entrada de la casucha, juntando sus bocas $m ningún
estremecimiento de pasión camal, manteniéndose largo ralo unidos, com o á despreciasen
BLASCO IBÁÑEZ, ¿UN ZOLA LIBERTARIO? 303
L es pueblos com o A l colea están perdidos, porque el egoísm o (...) n o está repartido equi
tativamente; no lo tienen más que unos cuantos ricos; en cambio, entre lo s pobres n o hay
sentido mdmduaL El día en que cada alcoleano se sienta a d y diga: n o transÿo,
ese día el pueblo marchará hacia delante.6
6 Pío Baroja, O bras C om pletas , v o l II (Madrid, 1946/52), p . 544, citado en Pere Juan i
Tous, "Vom Ich*Kult zur vaterlandischen Empónutg. Baroja uod der mdrvidualistische
Anarchismus um die Jahrhundertwende" en A. San Migue*, K Schwaderer y M . Tietz
(eds.), R om anische L tteraturbeztehungen im 19. u n d 2 0 Jahrhundert, F estsch rifi fb r F rlts
R auhutzum 85. G eburtstag (Tübíngea, 1987), p. 180.
Compárense con el texto d e Baroja las paradojas de Unamuao: “Y esto que yo o s digo, que
vengo peleando toda mi vida por el respeto a la individualidad del hombre aislado - seguro
de que al defender eso defieaao U indhidualhlad de cada uno de vosotros -, se dice que es
egoísm o. E l que defiende el "yo“, defiende todos lo s "yos"; n o e s el "yo"; es el “nosotros".
Y de aquí la confusión cuando o s encontráis con la forma d el sindicalismo anarquista, que
es la cosa m ás verdaderamente íntima." Unamuno, O bras com pletas , ed. M . C arda Blanco,
voL V n (Madrid/Barcelona, 1958), p. 975. A gradezco a R ogelio Garda-M ateo S.J. la indi
cación de este pasaje.
Dieter Reichardí
/. El autor
Alberto Ghiraldo (1875-1946) es considerado "una de las figuras clave del anar
quismo argentino"1 en primer lugar por su labor periodística como fundador y
director de periódicos libertarios23, sobre todo del m ás difundido diario anarquista
La Protesta que dirigió entre 1904 y 1906. Como inevitable corolario de estas
actividades, estuvo encarcelado algunas veces, aunque su prestigio personal le
preservara de peores consecuencias’. Al lado de su labor política, entre cuyos
objetivos concretos figuraban la abolición de la pena de muerte y la derogación
de la represiva 'Ley de residencia' de 1902, coexiste su estrecha vinculación con
la ‘bohemia’ porteña de 190045.
La producción literaria de Ghiraldo - varios libros de poesía, a partir de 1892,
y obras teatrales, después de 1906, junto con diversos libros de crónicas y ensa
yos - se inscribe en esta dualidad de espacios, aprovechándose Ghiraldo del de la
bohemia para articular sus ideas de justicia social y asuntos afines’. £1 énfasis en
esta temática lo distingue rotundamente de Rubén Darío, quien entre 1893 y 98
sería el centro de los jóvenes poetas e intelectuales de Buenos Aires. A pesar de
los diferentes fervores, entre el poeta nicaragüense y Ghiraldo se entabla una re
lación amistosa que se manifiesta en las colaboraciones de Darío para E l Sol de
Ghiraldo y en el hecho de ser éste declarado por Darío, el albacea de sus obras
lucran as
Las discordias entre diferentes grupos de anarquistas impiden en 1914 su asis
tencia al congreso anarquista internacional en Londres como representante de su
país6 En 1916, al asumir en Argentina la presidencia Hipólito Yrigoyen, va a
España donde permanece hasta 1934. Aquí se dedica a la publicación de obras
propias y de Rubén Darío, Pérez Galdós y José Martí. Los últimos años de su
vida los pasa en Chile, viviendo "de la escasa remuneración de sus escritos en la
prensa"78.
II. La recepción
En 1928 aparece en Barcelona su "novela argentina" Humano ardor4, subtitulada
"Aventuras, luchas y amores de Salvador de la Fuente"910. Al parecer, la novela no
tuvo mayor resonancia - ni en España, ni en Argentina - ya que falta en la edición
de 1930, que sería la tercera, el usual apéndice de reseñas y elogios que Ghiraldo,
quizás por meticulosidad filológica, agregaba a otros libros suyos. Así lo hace en
una obra posterior, La novela de ¡a p a m p a ^, donde figuran ai final diez páginas
de opiniones favorables sobre casi todas sus obras anteriores, salvo Humano ar
dor, que ni siquiera se menciona.
Las razones de la falta de enjuiciamientos en alguna forma positivos serán va
nas: el confeso compromiso anarquista del autor, la sustancia 'argentina', de con
notaciones poco exóucas en comparación con México o Peni, y probablemente
también el hecho de que en el contexto literario español esta novela no podía
competir estéticamente ni con los logros novelísticos de la generación del 98, ni
inmediatamente posteriores, como de un Miró o Pérez de Ayala. El desarrollo li
neal de la trama de Humano ardor en combinación con un lenguaje oratorio antes
que épico, d e admonición en lugar de ironía, de patética seriedad en lugar de e$-
Y ese libro, llegado a nuestro poder en forma misteriosa, es el documento de una época.
En realidad, el Obro no es sino una serie de apuntes (...) los que bemos utilizando nosotros
para encerrar en estas páginas la historia de un luchador contemporáneo (...) (p. 80).
I $ Cierto que el lector aludido pertenece al ámbito del anarquismo y le habría perdonado la
verborragia mesíánica también en la primera persona del singular. E l precio bastante aho de
"15 pías en rústica y 20 en pasta espadóla", además el "tiraje especial (...] en gran pape),
numerados de) 1 al 2 0 0 coo la rúbrica del autor", según reza el colofón , indican, no
obstante, que el editor especulaba con compradores acomodados.
16 Con un didactismo, en cierto m odo pedante, se explican, p o r ejemplo, forma y uso de las
"boleadores" (p. 48) o la extensión semántica de la palabra "gaucho" (p . 19), además se
ponen en bastardillas regularmente los argentinismos com o "petizo" (p. 17), "bagual",
"parejero" (p. 49), etc.
P S e pueden percibir alusiooes al texto de Cervantes por ejemplo en sintagmas com o "en
defensa de u justicia bollada, de la virtud escarnecida, de la equidad burlada” (p. 7 8 ) o "el
nuevo caballero del ideal" (p. 3 2 9 ), doode incluso se asom a un toque humorístico. Evea-
tualmente remite el encarcelamiento de Salvador al P rólogo del Quijote. Sin embargo,
Ghiraldo no llega - y quizás se niega - al juego con lo s diferentes planos d e la ficción en la
tradición cervantina com o la continúan Fielding, Diderot o Unamuno.
H U M A S O A R D O R D E A L B E R T O G H IR A L D O 309
Espero, necesito, quiero noticias de allí. ¡Qué hacen todos! ¡No hay una v o z , no hay un
grito! ¡Cómo no surge de ninguna pan e un rayo de juventud fulminando el abuso, incen
diando la iniquidad! (j>. 355).
V. E l lenguaje
Los dos personajes que ejercen una decisiva influencia en la formación política
del protagonista son Almada y el Doctor Ruggero Aicardi, "un hombre extraordi
nario, propagandista de altas ideas sociales"20. La importancia de los dos se des
taca también al nivel formal siendo introducidos en sendos principios de las
Partes III ("Lucha política") y VI ("Apostolado"), que entrañan, junto con la pri
mera ("Salvadorito"), las experiencias dogmáticamente representativas.
En ambos casos, lo que le atrae e impacta a Salvador es el efecto de su oratoria
sobre las "multitudes". Al Doctor Almada • no se olvida el autor nunca de ante
poner el titulo académico • se evoca, a propósito de una "valientísima arenga" (p.
160), en los siguientes términos:
Pocas veces se habrá visto un orador popular tan identificado con su auditorio, vibrando
tan al unisono con la masa, a punto de ser difícil apreciar si el fenómeno de esta amalga
mación consistía en que la asamblea era la sugestionada por el orador o éste el contamina
do por ella la verdad era que aquella palabra, ardiente y tormentosa, repercutía com o
el eco del sentimiento colectivo (...] (p. 160).
20 P. 319. Aicardi puede identificarse com o el anarquista italiano Pietro Gori quien desarrolló
entre,1899 y 1902 en Buenos A ires una intensa actividad. C£ Iaácov Oved, El anarquismo
y t i movimiento obrero en Argentina (M éxico, D .F ., 1978), p. 139a; Campo, Los
anarquistas, pp. 46, 48, 73.
312 CHETCRREICHAJtDT
Frente a este resumen tan escueto como erróneo, por no admitir el carácter so
cial del "tinglado" de un partido politico mayoritarío, está erigido el monumento a
Almada-Alem cuya evocación recuerda temos bíblicos:
(Valiente, noble Aliñada; abnegado campeón!
¿Quien fue más puro, quién fue m ás íntegro,
quién tuvo m ás amplio el gesto del sacrificio
y el martirio dentro de la política sensual,
egoísta y concupiscente de la época? (p. 225).
Enzensberger y Durruti
E l corto verano de la anarquía
Te prometo, Manzanares,
que lo que te falte en agua
lo llenará el rojinegro
de mi sangre libertaria
antes que ver por Madrid
a las turbas africanas.
3 Segua Helmut HeiAenbuttel no se trata de usa novela sino de una "biografia por mformes"
(Deutsche Zeitung/Chnst u n i Welt 19?2, num. 3 9 ,3 1).
4 Hans Magnus Enzensberger: Einzelhetten II. Poesie undPolink, Frankfim/M. 1976, 136.
Enzensberger y duruti. El corto veraso de la asarqvIa 31“
5 Reinhold Grimm: "Poetic An&rchism9 The Case o f Hans M agnus Enzen sbcrger'. En
Texturen. Essays und anderes zu N ew York'3em '7rankfm VM . 1984. IIS.
6 Hanjo Kesting: "Gespräch mit Hans Magnus Enzensberger.” En: R. Grimm (ed.): Han
Magnus Ense/isberger, Frankfurt/M. 1984,132.
7 "Gespräch mit H.M . Enzensberget über Durrutt". En: Peter Nau: "Spanischer Bürgerkrie:
und Film" En: Ftlmkritik, l-X -1 9 7 4 ,479.
8 V éase al respecto Pier Paolo Pasolini: "U M . Enzecsberger, D er kurze Sommer der Anar
chic.“ En: R. Grimm (cd.): HM . Enzensberger, 77: "Visto de e s u manera, Enzensberger b
impartido a lo s historiadores profesionales una lección excepcional."
9 Por ejemplo, e l quinto tom o d e Poetik und Hermeneutik sobre "Geschichte, Ereignis un*
Erzählung' aparece apenas en 1973.
31$ C h r is t o ph R o d ie k
La novela documental sobre Durruti tiene pues poco que ver con la novela
histórica en la tradición de un Walter Scott. ¿Pero qué tipo de protagonista o
■héroe' surge de un tal montaje de citas, meramente aditivo? ¿Puede siquiera tra
tarse en este caso de una figura con carácter homogéneo? No, en el sentido de la
psicología de la novela de aprendizaje burguesa, Durruti continúa siendo "un des
conocido" (259): Lo específico en Duiruti no puede concebirse como una singu
laridad individual. Lo que aparece como detalle anecdótico es un gesto social
hasta en los actos más privados. Las descripciones retienen un perfil proletario
que es inconfundible; manifiestan el perfil de una persona sin completarlo psico
lógicamente. Es decir: la persona de Durruti resulta de un proceso de constitución
colectivo. Durruti no es tanto un individuo psicológicamente desarrollado como
un representante de su clase. En cuanto tal es, sin embargo, el héroe de una le
yenda. Y lo que Enzensberger quiere mostrar, es el 'mito Duiruti', este Durruti
ocasionalmente familiar, ocasionalmente enigmático. Queda pendiente la pregun
ta de si lo ha logrado. Porque a pesar de todo, El corto verano de la anarquía es
la obra de un autor individual.
Enzensberger, de hecho, no sólo escogió y tradujo sus fuentes, sino que tam
bién las adaptó estilísticamente. Su texto adquiere además unidad y una conside
rable coherencia mediante otros recursos y procedimientos creativos. Esto puede
ilustrarse ejemplarmente con el "Prólogo", titulado "Los funerales". Se trata de
extractos del libro C e\ix de Barcelone (París 1937), de H.E. Kaminski, un simpa
tizante de la CNT. El pasaje difiere de los demás testimonios citados por
Enzensberger en su novela-montaje en diversos aspectos: per su posición inicial
en el libro, por su inusual extensión y sus detalladas descripciones, por apartarse
del principio de presentación cronológica, por su marcado simbolismo. En una
introducción programática, y mediante un ejemplo representativo, se expone la
práctica anarquista de Cataluña:
tumba. Era difícil avanzar porque, para colm o, nales de coronas habían vuelto intransita
bles tod os lo s p aseos del cementerio. Cayó la noche. D e nuevo em pezó a llover. Prooto se
desató una tormenta y el cem enterio se convirtió en un pantano, en el que se ahogaron las
coronas. En el último minuto se decidió posponer el sepelio. Los ponedores del féretro
retomaron de la tumba y depositaron su carga en la capilla del camposanto. D u m iti no lúe
sepultado hasta el día siguiente.
Si se compara este texto con el origina] francés10 resulta evidente que Enzensber-
ger reproduce su modelo con suma precisión y sólo lo modifica en un punto al
eliminar una arenga. Mediante un recurso formal, le concede Enzensberger, sin
embargo, un significado 'más profundo' al informe del testigo presencial: al
anteponerse como un epígrafe, la cita de Kaminski cobra una función comparable
a la de la 'inscriptio' de un emblema. En otras palabras: aunque Enzensberger ya
no se ocupa del desarrollo del 'comunismo libertario1 posterior a la muerte de
Durruti1112- y esto significa ame todo: la 'guerra civil en la güeña civil', los san
grientos enfrentamientos entre anarquistas y comunistas mediante el "Prólogo"
simbólico alude claramente a la inevitable derrota del anarquismo español, que
solía tachar toda organización y disciplina de burocratización de la revolución'.
También en la elección y en el ordenamiento de los testimonios se advierte con
claridad el delineamiento de una perspectiva. En el capitulo sobre la muerte de
Durruti, por ejemplo, Enzensberger ciertamente presenta juntas todas las versio
nes usuales - aparentemente con igual relevancia •, pero de las "siete muertes de
Dumiti" ( 267)12 sólo le confiere a la última variante un carácter de credibilidad
histórica al citar en este caso documentos tan extensos como plausibles: de
acuerdo a ellos, Dumiti fue herido de muerte el 19 de noviembre de 1936 en las
inmediaciones de la Ciudad Universitaria por una bala de su propio fusil automá
tico (un 'naranjero*)- Su gente disimuló el accidente para no desmoralizar aún más
a las tropas debido a la calidad catastrófica de las armas. Además, también a ellos
les pareció esta muerte poco heroica13.
10 Impreso eo Abel Paz: Durruti. Le peuple en armes, París (Editions de la T ête de Feuilles)
1972, 439-441. • Paz, quien participo personalmente en la ceremonia, confirma expresa
mente la autenticidad dé la exposición de KamÍQ&ki (véase Paz, 457).
11 Sobre el 'comunismo libertario' véase Walther L Bemecker: Anarchismus und Bürgerkrieg.
Zur Geschichte der Sozialen Revolution in Spanien 1936-1939, Hamburg 1 9 7 8 ,3 6 ss.
12 También Paz titula el capítulo correspondiente de su libro com o "Les m orts d e Dumiti"
(459 ss.).
13 En c a á todas tas investigaciones sobre el anarquismo español se deja abierta la cuestión de
si D u m iti murió a m anos de un franquista, un comunista o un anarquista (véase por ejemplo
James Joli: Die Anarchisten, Frankmrt/M. 1966, 202). A P az (485) rechaza con énfasis la
verá ó n de Hugb Thomas y Pierre Broué'Emíle Témime, según la cuál D um iti fue asesinado
por anarquistas descontem os. Por lo demás, sin embargo, también é l deja abierta la cuestión
de las circunstancias exactas d e la muerte. Mientras tanto la versión favorecida por
Enzensberger (accideote) pasa eo efecto por históricamente comprobada (véase Walter
320 Chkjstoph Rodiek
Haubrich: "Die Legende Durruti ais Legeade einer Epoche." En: Frankfurter Aligtmeine
Zeuung 1972, núm. 2 2 3 , 3L).
14 V éase al respecto e l comentario a propósito de la novela sobre Durruti escrito por
W olfging Abendrotb para el periódico Deutsche Volkszeitung {\912, núm. 4 0 ,2 1 ).
15 Véanse por ejemplo las reseñas d e Remhard Baumgan (Der Spiegel 1972, núm. 4 1 , 194) y
Heíko R. B lum {Frankfurter Rundschau 1972, oúm. 2 3 2 ,3 9 ).
En z e n s b e r g e r y d u r u t i. E l co rto v e m s o d e u asarq v U 321
2 Piénsese en personajes com o Salvochea, F. Urales, los M ootseny, Jules V allès en Francia,
aunque la vinculación d e todos é sto s con el anarquismo do sea tan sencilla.
3 Ver los trabajos del "grupo de Vincennes" sobre iafr¿literatura y sobre poesía anarquista:
Aubert, Brey, Gcercna, Maurice. Salaún, A narquism o y p o esía en C ádiz b a jo ¡a
R estauración, Ediciones La Posada, Córdoba, 1986 y Brey, Guerefla, Maurice, Salaún,
Serrano, Ferm ín Salvochea: un anarchiste entre la légende e t l ’histoire , Presses
Universitaires de Vincennes, Université d e Paris V H 1 ,198?, etc.
Teo r ía y p r á c t ic a d e l l e n g u a je a n a r q u is t a 32$
Si sólo se le quiere* dar a una idea forma por la concisión del cerebro sin antes haber
consultado el corazón, no puede ser una idea completa, puesto que le taha la aprobación
del sentir [...] N o habiendo sentimiento no puede haber energía y no habiendo energía no
puede haber decisión5*910.
5 Serge Salaün, "Les anarchistes aux prises avec le langage, l’expression poétique anarchiste",
Les genres e t l'H istoire, Annales littéraires de l'Université d e Besançon, Les B e lle s Lettres,
Paris, 1982; "Doctrine et signifiant: réflexions sur rénonciatioo anarchiste espagnole", Les
m édiations culturelles, Publications de rUoiversité de la Sorbonne N ouvelle, Paris 10,
1988, y "L’E cole primaire de U République en guerre (1936-39)", L 'E nseignem ent Prim aire
en Espagne e t en A m érique L atine d u X V H r à nas Jours, Publications de l'Université de
Tours, Tours, 1986.
9 Federico Urales. L a evolución d e la filo so fía en España, Eds. Cultura Popular, Barcelona,
1968, pp. 209-210.
10 Femando Gil Mendoza. "Instrucción", Tierra y L ibertad, núm. 306, (2 1 -6 -1 9 1 6 ).
Teo r ía y p r á c t ic a d e l l e n g u a je a n a r q u is t a 329
] 1 Lily Litvak, M usa libertaria, A atooi B osch editor, Barcelona, 1981, p. 54.
330 Sbrob Salaün
Eo bs mismas condiciones hemos de quedar si el salario aumenta una peseta como si dis
minuye, porque de bs mismas manos que sale, el salario arranca12.
12 Dictamen sobre el salario mínimo del Congreso d e b CN T, de 1919. O tros ejem plos saca
d o s de los congresos de U C N T (ver ponencia de Jacques Maurice): "una activa y enérgica
campaña'', "cuestión interesante y primordial", "francamente, brutalmente'’, etc. La binari
dad lo estructura tod o, tanto b s intervenciones individuales com o las ponencias v dictáme
nes. Estos docum entos austeros y • en principio - desprovistos de toda subjetividad, redac
tados según una codificación ritualizada, impersonal, ofrecen un catálogo inagotable de
procedim ientos de sensibilización y de binaridad.
Teo r ía y p r a c t ic a d e l l e n g u a je a n a r q u is t a 331
(que hace lo que dice, por ejemplo con lo$ imperativos), es decir, físico y activo;
de ahí también la afición a un lenguaje ético sobrecargado, sobresignificado (el
énfasis y la gesticulación ya mencionados). Unas palabras como Razón, Justicia,
Verdad, Ideal..., que cimientan su doctrina, cobran su aureola porque son preci
samente "descriptivas y prescríptivas", en un mismo momento14. Complemen
tariamente, los anarquistas creen en los absolutos, en los universales (morales - el
Bien y el Mal • sensibles, y lingüísticos: sus proyectos de lenguas universales
pertenecen al mismo sistema utópico fundado - pero no lo ven - en la tradición
religiosa y burguesa más rancia).
Las estrategias de sensibilización de la comunicación verbal, ingenuas pero no
desprovistas de eficacia, se encuentran así al servicio de un pensamiento mítico,
acientífico, en el que los referentes filosóficos y simbólicos han perdido todo
contacto con la realidad. Quizás estas contradicciones pudieran explicar los vai
venes, los saltos, los cambios políticos y estratégicos, la inestabilidad política y
doctrinal del movimiento anarquista: según lo que predomine en una época, de lo
sensible o de lo abstracto-mítico, en función de la represión o de la situación so
cial, se aplicará una estrategia de acción directa o una política de organización
Para los anarquistas, el sentir individual, la lucha colectiva, la huelga-mito o la
sindicalización son realidades políticas igualmente tangibles.
2) La segunda intuición revolucionaria, dentro de su lógica del signo, es la de
la unidad jim eional d el lenguaje, es decir, la ausencia de ruptura entre los dife
rentes usos del lenguaje. Reconocen la existencia de procedimientos y códigos
variados según la finalidad del mensaje o el género pero esas múltiples modalida
des instrumentales forman parte del funcionamiento general del lenguaje. Concre
tamente, no admiten ruptura lingüística entre expresión doctrinal y expresión
poética, por ejemplo. Dicha intuición hubiera podido representar una brecha im
portante en la dominación burguesa del mercado lingüístico que, para consolidar
una hegemonía amenazada, erige cada vez más su superioridad técnica
(instrumental) en sistema de valores absolutos (por ejemplo, su defensa de una
naturaleza divina del arte). Pero lo fecundo de la intuición se borra en las aplica
ciones, sistemáticamente hechas en nombre de lo Real , de la eficacia inmediata,
v nunca en nombre de) lenguaje. En consecuencia, los anarquistas pasan sin tran
sición de una práctica novadora a una teoría en la que reproducen hasta la carica
tura los principios burgueses: su defensa dogmática de la dicotomía Forma-Fondo
lo ilustra claramente Desposeídos de la conciencia de las formas, hacen de esta
14 P . B o u r d ie u , cp. cit., p . 1S9.
T e o r ía y p r á c t ic a d e l l e n o u a je a n a r q u is t a 333
La obra dramática de Alfonso Sastre (*1926) está plagada de tiranos y, por con
trapartida, ilena también de rebeldes. De las estrategias y las maquinaciones de
coerción que el primer grupo despliega para mantener su poder y de los meca
nismos de defensa y ataque que el segundo grupo emplea contra el primero surge
el conflicto fundamental del teatro sastríano. Unas veces la tiranía encama en
todo un pueblo, como por ejemplo, en En la red (1959) o en Crónicas romanas
(1968), otras en una entidad privada, como en Tierra roja (1954), otras, por fin,
en personajes individuales, como el cabo Gobán en Escuadra hacia la muerte
(1951/52), el apoderado M arcos en La cornada (1959), Isaías Krapo en L a mor
daza (1953/54) o - quizás un ejemplo extremo • ¿alvino en L a sangre y la ceniza
(1965). Los mecanismos de defensa pueden, a su vez, ser colectivos, como en
Crónicas romanas y en Tierra roja, encamar en grupos o células rebeldes, como
en Prólogo patético (1949/50), o en En la red o presentarse en personajes con
cretos. A más tardar en los dos últimos casos estamos frente al problema del
anarquismo en la obra de A. Sastre. Desde el personaje Oscar con sus métodos
de acción independiente y directa en Prólogo patético, pasando por el individua
lismo a ultranza de Adolfo, el cual en Escuadra hacia ¡a m uerte rechaza categó
ricamente todo tipo de autoridad y está dispuesto a formar "un pequeño grupo
armado"1 para hacer - son sus palabras - "lo que me de la gana*23, la gama de per
sonajes anarquistas o anarquizantes es tan rica en la obra de Sastre que su siste
matización exigiría un estudio mucho más amplio que el presente. Mi comunica
ción se limita a presentar, dentro del amplio cuadro del anarquismo sastríano, tres
personajes ácratas, cuya importancia reside ya en el mismo hecho de ser los pro
tagonistas de las obras correspondientes: Se trata de Germán, figura central de El
cubo de la basura (1950/51), Guillermo Tell, protagonista de Guillermo Telt
tiene los ojos tristes (1955) y Miguel Servet, el héroe trágico de La sangre y la
cenizaA
1 A lfonso Sastre: Obras completas. P rólogo de D om ingo Pérez MinJL Madrid: AguiUr,
1967, p. 214.
2 Ibid, p, 182.
3 Las cifras que acompañan a los títulos arriba indicados hacen referencia a los años en que se
escribieron las obras (no a los afios de aparición) y están tomadas de la edición de La taber
na fantástica d e Alfonso Sastre preparada por Mariano de Paco (Cuadernos de la Cátedra
de Teatro de la Universidad de Murcia), Murcia 1983, pp. 31 ss. Para la cronología de las
336 A n cel Sa n M ig u e l
obras de Sastre pueden consultarse, además de las notas previas que el propio autor ante
pone a cada una de sus obras publicadas en O bras com pletas, Madrid: Aguilar, 1967, la
crono-biogra6a de M . Ruggeri Marchetti en su edición de L a sangre y la cerüza/C rónicas
romanas, Madrid. Cátedra, 1979, pp. 11-2$, su libro / / teatro d i A lfo n so Sastre, Roma:
Dulzooi, 1975, pp. 2 6 5 -2 7 2 , así com o la cronología de Sastre en la edición de L a sangre y
¡a ceniza, Pipirijaina Núm. 1, Madrid 1974, pp. 3-29.
4 Obras com pletas, p. 109.
5 Obras com pletas, p. 120.
6 Obras com pletas, p. 120.
7 Obras com pletas. p. 120.
T r e s p r o t a g o n is t a s á c r a t a s 337
no son los celos; Geiraán sabe que sus relaciones con Julia han terminado, "han
muerto"*. Germán, aunque con dolor, había aceptado el que Julia se hubiera mar
chado dos años antes con Pablo. Lo que no puede perdonar a éste, es que aban
done a su antigua novia tras dos años de relaciones íntimas, precisamente en el
momento en que Julia cae enferma. Este acto inmoral, esta falta de responsabili
dad fundamental humana de Pablo es para Germán - un joven que en principio
"no se mete con nadie"89, un buen hijo y un compañero leal -, el verdadero móvil
del crimen.
En una inversión radical del teatro del honor, Germán no dará posibilidad nin
guna de defensa a su victima. Cuando Pablo sale de una fiesta un tanto bebido y
acompañado de otras chicas, Germán, sin previo aviso, le clavará la navaja en la
garganta, explicando más tarde que él (Germán) no había ido allí "a medir mis
fuerzas con Pablo, sino a matarle.''10
Por algunos indicios podría pensarse que Germán da muerte a Pablo no sólo
por motivos personales, sino también de clase social. Pablo, en efecto, parece
pertenecer a una clase superior a la de Germán. Este le califica de "chulo"11 y
ante la policía declara que, al salir Pablo de la fiesta, "venían muchos coches con
otros señores"12, pero no cabe duda que el motivo del crimen no es la diferencia
de clase social, sino los motivos personales que ya conocemos. Sastre explica en
el prólogo a E l cubo de ¡a basura: "El autor del crimen no es m ás que un anar
quista. (...) La actitud del invisible antagonista no provoca en él angustias de or
den social y antagonismos colectivos, de clase a clase. Estamos ante un anti
marxista puro."13 Estas declaraciones del autor permiten y - hasta podría decirse •
fuerzan a interpretar la obra, y en concreto el crimen de Germán, como un acto
moralmente ambiguo, si bien bajo el punto de vista de) autor psicológicamente
explicable. En cualquier caso, A. Sastre, sin ser claro, es más explícito que
Calderón en el M édico de su honra. La dictadura política remante en España en
1951 - al menos esto sí se deja entrever - es, en gran medida, responsable de la
profunda frustración existencial en la que vive una buena parte del proletariado
de los suburbios y, en concreto, Germán o Luis, su buen amigo. A su vez, Pablo -
el seductor de Julia - es un personaje claramente negativo. Sastre lo presenta
como un juerguista, un borracho y un hombre sin sentimientos de responsabili
dad. Germán, por $u parte, no representa desde luego al héroe clásico; pero entre
los teóricamente culpables es él el mejor tratado por el autor. Germán comete un
crimen, sí, pero apoyado en nobles motivos: para hacer justicia en un campo
adonde no llega la justicia oficial, la representada por la legalidad vigente. Sus
cualidades personales, sus relaciones en la vida familiar, con los amigos, etc.
avalan esta interpretación. Todos estos rasgos positivos de su personalidad le
acercan en parte - como aún tendremos ocasión de ver * a los otros dos protago
nistas ácratas de que nos vamos a ocupar enseguida: a Guillermo Tell por un lado
y a Miguel Servet por otro. Sin embargo, ya desde el principio hay algo funda
mental que le separa de ambos, sobre todo del segundo: Germán no es un revo
lucionario. Su crimen ni es de carácter político ni lleva consigo consecuencias
políticas; su anarquismo queda limitado a la esfera individual, existencial.
Cuatro años después de El cubo de la basura - obra todavía de la juventud •
Alfonso Sastre redacta, por encargo del director del Teatro Español, José
Tamayo, su nuevo drama G uillerm o Tell nene los ojos tristes. Tras haberse dedi
cado mientras tanto a temas de carácter tan diverso como Escuadra hacia la
m uerte, La mordaza y Ana K leiber (1955), Sastre vuelve a crear un nuevo perso
naje central de signo anarquista. En la pretensión de romper con el "viejo mito"
creado por Schiller Sastre explica: "Tell deja de ser el protagonista de una proeza
para convertirse en el sujeto de una tragedia."14 ¿U n nuevo Germán?
Aunque en algunos aspectos Guillenno Tell y Germán presenten ciertas seme
janzas, lo cierto es que se trata de dos personajes - y de dos obras - radicalmente
distintos. El Guillermo Tell sastriano no es un hombre de suburbio, no es un pro
letario ni un cualquiera; mucho menos todavía un hombre profundamente frus
trado, como lo es Germán: al contrario: Tell vive feliz con su familia y, al pare
cer, sin mayores problemas económicos: es un hombre del pueblo, un patriota que
sabe dar la cara • como dice uno de los mendigos en el cuadro primero • y nadie
pone en duda que su persona aparece envuelta desde el principio en el mito de su
valentía. Incluso los guardias del gobernador tienen miedo de él; contra su volun
tad la aureola del héroe le persigue por doquier. Por contraposición a Germán,
Guillenno Tell no rechaza la acción política; al contrario, cuando los guardias
matan al ciego que pregona públicamente los crímenes del dictador GeBler,
Guillenno Tell, que por casualidad presencia la escena, se enfrenta valientemente
al sargento, es decir: al responsable del asesinato, amenazándole con darle
muerte. Precisamente en esta escena quedan bien patentes otras diferencias con
Germán. Mientras Germán asesina a Pablo sin darle posibilidad alguna de de
fensa, Guillermo Jell guarda en relación al sargento lo que podríamos llamar las
convenciones caballerescas: "Ese día [...]" • así reza la amenaza de Tell al sargen
to - "habrá dos navajas, una para ti y otra para mí..."15
Ahora bien, tanto en esta escena como en otras, y pese a todas las diferencias
señaladas, se observa un rasgo común fundamental a Germán y a Tell: es la vi
sión individualizada, particularizada y personalizada que ambos tienen del mundo
que les rodea y de si mismos. Uno y otro son el más puro reverso del mundo bu-
rocratizado y anónimo; para ellos sólo existen personas, hombres individuales, no
amorfas colectividades Cuando Guillenno Tell amenaza con dar muerte al sar
gento, lo primero que hace es despojarle de la máscara oficial, tras la que se es
conde como persona pública, para rebajarle - o elevarle - a la simple y escueta
categoría de persona humana individual. Con ello le da a entender que también el
que comete un crimen con el uniforme puesto, es decir por encargo oficial, es tan
responsable del mismo como cualquier otro, es también un verdadero asesino.
Las palabras de Guillermo Tell son éstas: "Porque un día..., un día me gustaría
encontrarme contigo, sargento. Ese día... tú no estarás de servicio... Irás de pai
sano por la calle., y estos que hoy te acompañan estarán lejos... con otro sargen
to... o en sus casas,.. [...] Un día libre se pasa con la mujer y con los hijos,
¿verdad? (...) Se cuida un poco el huerto... Se fuma una pipa... Se lee el periódico
(...) En fin, tú estarás solo... Puede que nos encontremos en un bar (...) y ese d ia ..
¡Te juro que te mataré!"16
Esta visión individualizada del mundo y de los demás es el rasgo distintivo más
saliente de la personalidad de Guillermo Tell. Su problema, su tragedia radica
precisamente en el conflicto entre la esfera privada y la pública, de la que tam
bién se siente miembro.17 Guillermo Tell, por contraposición a Germán, siente la
necesidad intima de hacer algo contra la opresión política reinante en el país,
contra la dictadura de Gefiler (bajo la cual asoma la oreja - como es bien sabido -
la del general Franco). En ello está de acuerdo - o quizás más exactamente - en
ello coincide con el grupo de la oposición que dirige y coordina su suegro Fürst.
La diferencia entre Tell y su suegro es que Tell no es hombre de grupo ni de par
tido, mientras aquél parece haber nacido para ello. Cuando Fürst dice que va a
convocar a "todos los jefes de la resistencia"1* Guillermo Tell se distancia y co
menta: "Si se reúnen harán una tertulia literaria, no una revolución”181920.Justamente
esta postura es la que provoca la réplica de Fürst: "Es un hombre bueno" • dice
por Guillermo Tell "Tiene sentido de la justicia. Pero es un anarquista.-20
La postura distanciada de Guillermo Tell ante las acciones colectivas de Fürst
y los suyos recuerda directamente la de Germán ante los organizadores de la
huelga. Con un desplante parecido a los de Germán, cuando Fürst invita a Tell a
asistir con los otros a una reunión clandestina, éste objeta: "Yo no me meteré en
nada. Estoy harto "21 Tell prefiere marcharse a casa. La dialéctica de su persona
lidad - mejor lograda que el monolitismo de Germán se pone sin embargo bien
pronto en evidencia ya que, llegado el momento, asiste de hecho a la reunión,
aunque una vez allí vuelva a marcharse arguyendo de nuevo: "Yo no sirvo para
estar aquí."22234Mientras Fürst, el clásico hombre de partido, organiza y convoca la
reunión, discute un programa de oposición al gobierno y lo somete a votación,
Tell prefiere la acción personal y directa, acercándose así una vez más al prota
gonista de E l cubo de la basura. Casi con la misma postura ética radicalmente
ácrata que condujo a Germán a asesinar a Pablo, afirma Tell ahora: "Cuando al
guien haga sufrir a un niño, yo le mataré".2? De hecho, sin embargo, la diferencia
esencia] entre Germán y Guillermo Tell - y por consiguiente también entre las dos
obras - es que, mientras la acción directa protagonizada por Germán no traspasa
la esfera individua), la de Guillermo Tell cae de lleno tanto en el ámbito de lo
personal como en el público. Parece como si Alfonso Sastre hubiera pretendido
con ello corregir conscientemente en su G uillerm o Tell la disociación de uno y
otro ámbitos tal y como se presentaban cuatro años antes en E l cubo de la basu•
raM
vido a hacer algo. Si al mismo tiempo se liberó el país eso no es cuenta mía."21
De aquí que la liberación del pais no pueda ser un sustituto de la pérdida de su
hijo. Muy al contrario: "El pais se ha salvado, pero yoH- afirma Tell sin vacilar -
"no puedo ya vivir en él."2829 La dialéctica entre la vida privada y la pública es de
signo trágico. Guillermo Tell sigue siendo - tal vez pese al autor Sastre - el héroe,
sí, pero también la victima trágica de la revolución. La revolución, insinúa en su
obra A Sastre, exige sus víctimas personales, pero sin éstas, aquélla nunca seria
posible. Más claramente que Germán, Guillermo Tell se presenta así como un
anarco-protagonista de cáracter positivo.
Die2 años después de Guillermo Tell tiene los ojos tristes y catorce después
de E l cubo de la basura Alfonso Sastre concluye su obra La sangre y la ceniza
comenzada a escribir en 1962. En ella. Sastre intenta revitalizar una figura his
tórica a la que - entre otros • ya Echegaray había dedicado en 1880 su drama La
muerte en los labios Centro de atención y protagonista de L a sangre y la ceniza
es Miguel Servet, el hereje antitrinitario aragonés, a cuya vida y doctrina
Menéndez y Pelayo habia consagrado un amplio capítulo en su H istoria de los
heterodoxos españoles.
El drama de Sastre, por muchos conceptos nuevos dentro de su producción
teatral - el propio autor señala iniciar con él una "nueva vía” en su carrera dramá
tica30 el drama de Sastre - repito a pesar de encontrarse bastante lejano crono
lógicamente de las dos obras aquí estudiadas • especialmente de E l cubo de la
basura - tiene un punto esencial con ambas: su protagonista, Miguel Servet - ese
aragonés "tozudo“31 - como le califica ya en el primer cuadro Frellón, como es
Germán y como Guillermo Tell* un personaje ácrata, un anarquista y un rebelde.
Tanto por temperamento como en su vida profesional y en sus relaciones con el
antagonista Calvino, uno de los rasgos más señalados de su personalidad consiste
en el rechazo de cualquier tipo de autoridad, cuando ésta repugna a sus intimas
convicciones personales o se opone a la experiencia o al conocimiento científi
cos. Así. cuando Frellón, el anciano librero de Lyon que le acoge generosamente
en su casa en plena noche, se atreve a mencionar a "La Santa M adre Iglesia" y al
nicamente Calvino - Servet reparte mitad por mitad con aquél el dinero que po
see. Más abiertamente, pues, que en Guillermo Tell y - desde luego - que en
Germán, el anarquismo de Servet es de signo social y político. Frente a la abulia
política de Germán y a la impulsividad momentánea de Guillermo Tell, que ne
cesita ser provocado para reaccionar, Miguel Servet - producto de los años 60
tanto o más que reflejo del personaje histórico • es un rebelde activo y, en oca
siones, un auténtico militante convencido. Por contraposición a los protagonistas
de E l cubo de la basura y de G uillerm o TeU tiene los ojos tristes, Servet defien
de no sólo en la práctica sino también teóricamente su derecho a usar de la fuerza
para defender sus reivindicaciones. En su diálogo con el pacifista y humanista
Sebastián Castellión, el aragonés define su postura en los siguientes términos:
"Yo soy más partidario de hacer, si llega el caso, alguna violencia a los violentos
y hasta quizás - y en ello si pueden advertir los moralistas graves vicios morales -
alguna injusticia a los injustos; tal es mi pensamiento que algunos" - añade Servet
- "llaman anarquista o libertario; y yo no me avergüenzo."39
El carácter de rebelde nato y las convicciones personales del Servet sastriano -
rara mezcla de la locura de don Quijote, el altruismo de Cristo, la rebeldía del
personaje histórico Servet y no en último término del propio Alfonso Sastre ♦ si
gue en pie a lo largo de toda la obra, incluidas sus relaciones con el tirano de
Ginebra, Calvino, y sus secuaces. Mientras el anarquismo de Germán y también
el de Guillermo Tell es siempre una reacción, el celo mesiánico de Miguel Servet
hace que no pocas veces sea él quien toma la iniciativa. Así, cuando Servet hu
yendo de la Inquisición francesa llega a Ginebra y entra en la iglesia donde se ha
lla predicando Calvino, el aragonés no vacila en interrumpir al predicador, provo
cando asi también a todos los asistentes o feligreses: "No aguanto la mentira" -
gnta Servet dentro del templo, al que ha entrado cojeando - "y m e da pena este
pueblo."40 Una vez ingresado en cárcel por "agitador'*, Servet defiende con furia
y tenacidad sus propias ideas. Y cuando ante la fuerza de sus adversarios y las
torturas físicas y psíquicas que le aplican se retracta de sus ideas, inmediatamen
te, por contraposición a Galileo Galilei de Brecht, Servet aparece sollozando so
bre las cuartillas en las que ha estampado, por debilidad y por miedo, su retrac
tación.41 El agitador no se doblega tampoco ni siquiera después de su condena a
muerte. AJ subir al lugar de Champlel para ser quemado vivo - la escena es una
parodia no necesariamente satírica o negativa de la subida al Gólgota de Cristo -
L a revista Acracia
En todo lo relativo a las prácticas culturales ácratas en España, se ha solido hasta
ahora razonar en términos yo diría que sincrónicos (esto es, tomando las fuentes
existentes como un conjunto homogéneo en el tiempo) para un período que se
extiende por lo menos hasta la creación de la CNT. E, indudablemente, este en
foque era necesario por cuanto se trataba de constituir un cuerpo de doctrina de
conjunto, en el plano político o ideológico (J. Alvarez Junco1) o más propiamente
cultural y artístico (L. Litvak2). Pero toda vez que está ya establecido el marco
general de desenvolvimiento de las ideas anarquistas en España» parece conve
niente reintroducir el análisis diacrònico, o sea, del proceso en su evolución tem
poral. Este es el fin que en relación con un caso particular, me propongo en la
comunicación que voy a presentar, donde se trata, pues, de examinar el compor
tamiento "culturar anarquista en un momento dado de su historia, para, si acaso,
establecer las posteriores comparaciones que parezcan oportunas.
Entre enero de 1886 y junio de 1888 se editó en Barcelona una revista,
Acracia3 ampliamente citada y utilizada, como no podía ser menos, por los histo
riadores del anarquismo peninsular, pero casi nunca estudiada en sí, a la inversa
de lo ocurrido con la acaso excesivamente famosa Revista Blanca, a la que se
anticipa en más de diez años. De hecho, Michel Ralle, en el estudio que le de
dica4 (y que, hasta donde se me alcanza por lo menos, sigue siendo el único sobre
el tema) la deñne como la primera de un género de publicaciones ácratas con ri
sos más teóricos y culturales que propiamente políticos o de agitación. Acracia
pretende efectivamente dar a conocer los elementos doctrínales a los que se reñe-
1 José A lvarez Junco, La ideología potinca del anarquismo español (1868’19J0), Madrid,
Siglo X X I, 1976.
2 Lfly Litvak, Musa libertaria, Barcelona, A Bosch, 1981.
3 Cito por e l reprint de Leteradura, Barcelona, 1978. Recuerdo que la revista que comenzó
con 8 páginas, pasó a 16 páginas con el nú m 6 (junio 1886) y a 3 2 páginas con el núm 19
(julio 1887).
4 Michel Ralle, "La revue 'Acracia': sur quelques thèm es d'un discours révolutionnaire*,
Hommage des hispanistesfrançais à S o it Salomon, Barcelona, Laia, 1979, pp. 691-702.
uz C arlos Serra no
ren sus redactores (enfrentados a los "colectivistas” desde las posturas del
"comunismo libertario”3, ñeles en esto a su mentor Kropotkin del que publican
vanos textos), y ser un lugar de debate o de polémica en el plano de las ideas,
conforme a lo que proclamaban los redactores en su declaración de principios:
Nuestra misión es d e paz. Venimos a exponer doctrinas, a juzgar q flM iu t y opiniones y a
dar cuenta de los progresos de carácter social que se vayan efectuando sin exclusivism o ni
preocupación de escuela aunque con el propósito de no caer en enervante eclecticismo:
nos proponemos encauzar las com en tes populares al objeto de que socialism o y sociolo
gía con velan en un mismo punto Queremos ilustrado al socialism o militante, y para
lograrlo trataremos de romper la clausura que sufre la ciencia en e l gabinete d el sabio y
llevarla al taller 56
las que esperaban, entre otras misiones, que disolviesen definitivamente los su
puestos errores religiosos: "el supremo pontífice es la Ciencia [...]. La divinidad
(...] está derrumbándose bajo los golpes de ariete del materialismo científico",
léese por ejemplo en A cracia1. Sin embargo, la revista do dedica casi ningún artí
culo específico a las ciencias puras o naturales (por probables limitaciones de sus
redactores, que, curiosamente, sí explican a sus lectores lo que químicamente es
... ¡la dinamita! (núm. 6, junio 1386)), aunque se muestra atenta a las informacio
nes que ocasionalmente le pueden venir de fuera (Francia o Inglaterra principal
mente) sobre tal o cual manifestación científica, y de las que informa entonces en
la sección "Miscelánea" de cada número. Pero la confianza en los progresos
científicos puede ocasionalmente verse empañada por otras consideraciones, de
índole más social. Así, por ejemplo, "el problema de la navegación aérea", de
cuya posibilidad técnica se volvía a discutir en aquellos meses en Francia, sugiere
el siguiente comentario a los redactores de Acracia:
A nosotros n o s interesa en gran masera ver resuelto el problema, por lo que esperamos de
la ciencia en e l porv enir. Pero d e momento, sólo n os toca preguntar: ¿Cóm o se organizará
esta nuev a fase d e la explotación?78
amores de Felipe, núm. 10; E l matrim onio de ¡a aristocracia, núra. 13; E l Conde
Luis de Camors, núm. 14); y unas pocas más de novelistas de menor fuste, como
Jules Claretie (Juan M om as, núm. 10; La Fugitiva, núm. 14), J. Ohmet (Las
Señoras de M ont-Croix, núm. 6) o Adolfo Belot (La Pecadora, núm. 12). En de
finitiva: una producción de origen exclusivamente francés, para una literatura
esencialmente novelística y contemporánea.
Las obras reseñadas lo están desde el supuesto crítico de su mayor o menor
carácter "revolucionario" Así es, por ejemplo, como tal novela de Feuillet, Un
M atrimonio de ¡a aristocracia, es juzgada no sólo como "una tontería literaria y
una aberración moral y filosófica", sino que también como "perfectamente inútil y
antirevolucionana porque tiende a enseñar el error y perpetuar las preocupacio
nes"^) (p. 167). El criterio estético que parece prevalecer en las páginas de
A cracia es, pues, el de la oportunidad moral de la obra o de su eficacia demos
trativa. En este sentido, se puede afirmar, creo yo, que campea aquí la referencia
realista", pero de un realismo mitigado, en el que, en definitiva, la dimensión
propiamente estética es casi lo que menos importaría, frente al supuesto valor in
form ativo de la obra. "Hay en La Confesión de Claudio algo que el arte no puede
dar por si sólo; algo que a la observación sola puede deberse", escriben los auto
res de la reseña de esta obra de Zola, distinguiendo así en la novela una dimen-
sión "artística", inventada, y otra, "observada", calcada de la realidad (p. 167).
De la misma manera, en el artículo de la revista dedicado a G erm inal pueden
leerse estas frases, que tienen casi el valor de un manifiesto antiiiteraho:
Hay dos p an es completamente distintas en el trabajo del gran escritor socialista. U novela
y el estudio sociológico D e U primera sólo diremos que es digna de su autor: el estilo pe
culiar del escritor naturalista no decae ai un instante (...]. E l estudio sociológico ocupa las
cuatro quintas panes.de la obra y están trazados coa tal maestría lo s cuadros más descon
soladores que no hay hombre de corazón que pueda seguir defendiendo a la actual organi
zación de la sociedad después de haber meditado sobre algunas narraciones del autor. (...]
En suma, el autor presenta el problema social urgente e indica las distintas maneras de re
solverlo.
que de menos literario pueda tener, por todo aquello (datos, informaciones, etc.)
que más la aproximaría a los artículos publicados por la revista en sus demás
secciones. La breve reseña de La Fortuna de los Rougon insiste en esta misma
orientación critica. El libro es valorado porque Zola parece proceder en él al
examen de "la ley de la herencia, de tal forma que más bien desarrolla un princi
pio científico - fisiológico, patológico y psicológico - que escribe una novela".
Tras haber recalcado el hecho de que, además, el autor hace alarde de sus
"opiniones materialistas'1, y plantea el "problema de la legitimidad de la familia",
el crítico añade, a modo de coletilla y como por añadidura: "Como obra literaria,
no desmerece nada de las otras del mismo autor". Así mismo, el "lindísimo
cuento, La fiesta de Coqueville" le vale a su autor, como único pero no por eso
menos notable comentario, una mención a su talante "profundamente determi
nista"l0.
El objeto de la literatura - y del arte, en general - según los redactores de la
resista libertaria, sería, pues, de denunciar la sociedad presente, sus injusticias, la
explotación, El comentarista anarquista va a hacer resaltar entonces todo lo que
en una obra más se acerque a este objetivo, apartando todo lo demás. La Fugitiva
de Jules Claretie, dedicada a los "barrios más miserables de Londres" es elogia
da, a pesar de presentar "algunos lunares, restos insignificantes de la preocupa
ción burguesa", en virtud del siguiente criterio:
Cuando una novela llega a nuestras manos y trata siquiera de corregir uno tan sólo de los
mil y mil enores que nos rodean, puede contar seguro con nuestro aplauso, porque damos
al olvido cuanto de este fin se aleje, para alentar al que entra, ya sea tímidamente, ya con
valentía, por el camino recto y franco de la demolición del enor y U mentira.
Esta verdadera línea crítica de los redactores de Acracia les lleva (o lleva a al
guno de ellos, puesto que es difícil determinar en qué medida las posturas son
aquí colectivas o personales) a interesarse por una dimensión más general de la
creación artística. Dicho de otro modo, al lado de reflexiones nacidas de la lec
tura de tal o cual obra concreta de las reseñadas, aparecen en estas páginas unos
pocos artículos que están dedicados a los problemas del aite o de la literatura
como tales, y, sin que puedan considerarse como expresión orgánica de un grupo
o de una corriente, proponen algo asi como el esbozo de una doctrina relativa a
estas materias. Un tal "Hope" - declarado seudónimo de un militante que, no
queriendo darse a conocer, afirma sin embargo ser conocido • publica una serie
de tres artículos, que titula "Excursiones literarias" (publicados en los núm. 8, 10
10 Subrayado en el texto.
354 Carlos serra n o
el 'realismo bueno" sería la forma artística que se opone, por otro lado, a "la es
cuela romántica", a ese romanticismo que "cumplió su misión" pero que se le an
toja al autor de los artículos como ya trasnochado y superado por el movimiento
de la historia gracias a Zola - "a pesar de sus crudezas, agravadas por los traduc
tores", a Galdós - "con su inimitable buen decir" - y, evidentemente, al propio
Clarín. Apoyándose en las lecciones de Proudhon y de Cousin (Lo verdadero, lo
bello y lo bueno), "Hope" aboga entonces por un arte que logre superar el escep
ticismo del momento y la falta de ideal que caracterizan según él el arte de la
"casta dominante", pero sin caer por lo mismo en las falsedades románticas.
Hilando lo más fino que puede, el crítico de Acracia define entonces su concep
ción del realismo del siguiente modo:
No excluye el realismo, como afincan los románticos y se cree por muchos erróneamente,
el ideal: no es el realismo una imitación servil de la naturaleza. El realismo quiere y man
tiene y desenvuelve el ideal ¿Cómo? Pues a la manera que la moderna filosofia lo hace:
sustituyendo a las quimeras religiosas las aspiraciones humanas: de tal modo que existe
entre el idealismo romántico y el de la escuela realista la misma diferencia que hay entre
las predicaciones del misticismo y las innovaciones de la filosofia positivista. El ideal hu
mano suplantando al ideal divino, tal es el realismo.
mente "decorativo" - para emplear la palabra que utiliza el dicho "C." en el pri
mero de sus tres artículos - que contradice la verdadera misión del Arte tal como
lo entienden los teóricos libertarios para quienes la obra digna de este nombre
tiene que remitir a una "idea", cuando no a "La Idea". Esta prioridad otorgada al
significado de la obra, por encima de las eventuales calidades demostradas por el
artista en el manejo de su arte, es lo que conduce el mismo "C." a valorar muy
positivamente el único cuadro que es objeto de discusión en las páginas de
Acracia, Spoliarium de un tal Luna y Novicio13, artista joven del momento que
exponia entonces aquella obra en Barcelona, "C." pone ciertos reparos al cuadro:
éste necesitaría "mayor corrección estética en algunas figuras", "más movi
miento" en otras. Pero, en definitiva, lo que importa es que el joven pintor "pinta
la verdad de la naturaleza y la verdad de la historia", que en el presente caso es
nada menos que la horrible masa de los cadáveres de esclavos muenos en los
combates del circo (!). Frente a ese arte "de idea", que se inspira en un sano rea
lismo, " C " no ve más que vacuidad e insignificancia, como lo demuestra el arti
culo que le dedica a "Los monumentos y la clase media de Barcelona" (núm 5' 14).
Haciendo hincapié en la reciente erección de sendos monumentos a Güell y a
Antonio López, "C." denuncia la "pereza intelectual", "la vanidad" que distingue
la burguesía catalana, de la que afirma entonces:
N o teniendo ideales con que terciar en las hichas del pensamiento, ni coatando con hom
bres de verdadera talla a quien homar, levanta monumentos a individuos que «inffinp este
la bao dejado a su paso por la vida y se preocupa por embellecer catedrales. A quellos
hombres y sus monumentos ya han sido juzgados por la opinión pública, pero ésta aún va
desviada en el asunto de construcción d e la uchada d e la catedraL
13 D esconozco la obra, que debe parecer h oy sumamente académica, a jorgas por la breve
descripción dada por MC ."' “En la época romana, SpoU orium era el ‘lugar de lo s despojos',
donde se amontonaban los cadáveres producidos e s lo s sangrientos espectáculos del circo
(...) tal es el asunto escogido por el joven artista Luna A lgunos esclavos con una ligera
ropa que les cubre algo más que las caderas, arrastran victim as (...]. Y el pintor n o ha olvi
dado muchos detalles que otros hubiesen tal vez suprimido. La multitud n o sólo s e com po
ne de la llamada plebe: también entre aquellas cabezas que buscan aún m ás »«wy-IÓTi, ¡>^ma
la dama romana cubierta de joyas; ¡tal v e z es la ramera que por la noebe asistirá al báquico
banquete!"
14 "La clase medía”. Acracia núm. 13, enero 1887, p. 154: "Al hablar de la clase inedia n os
referimos a esa pequeña burguesía que trabaja mucho y dispone d e p oco, pues los buigue-
A c r a c ia , l o s a n a r q u is t a s y l a c u l t u r a 357
del "movimiento llamado catalanista", esa "única aspiración sería de entre las
modernas a que se haya acogido la clase media barcelonesa", y de dedicarle re
cursos y energías a una tarea tan extemporánea como la conclusión de la fachada
de una catedral. "Las catedrales góticas, la misma arquitectura gótica, no son de
nuestros tiempos. El goticismo no tiene razón de ser en el siglo XIX", comenta
entonces "C.M , que con esta última frase parece salirle ai paso al incipiente mo
dernismo arquitectónico catalán. La estatua a Aribau, por otra parte, no le parece
contradecir su análisis ni constituir prueba convincente de que existen
"monumentos que no son burgueses y sí catalanistas". En definitiva, la única
excepción en tal desastre es, para el redactor de Acracia, el monumento que se
está elaborando en honor a Clavé; pero este es un caso aparte, puesto que es el
producto de una suscripción verdaderamente popular que en toda ocasióa hubiera produ
cid o buenos resultados, pues Clavé e s una excepción entre los liliputienses elevados sobre
pedestaL
$es que poseen el dinero forman hoy la verdadera aristocracia, que be desalojado ya de sus
posiciones a la antigua y nobiliaria (subrayado mió).
358 Ca rlo s Serra no
aeza artística, aplaudían frenéticamente a aquellos trabajadores artistas que les hacían vi
brar las más dedicadas fibras d el sentimiento.
1 Ello conduce & situaciones en las que el pez se muerde la cola: explicar la concepción
cultural o educativa ácrata no e s meramente describirla a partir de los postulados expuestos
en folletos propagandísticos.
362 PERESO LÀ
ros industríales y agrícolas, como por ejemplo el grado de adecuación del men
saje anarquista a una situación social pre-revolucionaría clara. Simplemente pre
tendo proyectar un poco de luz sobre un aspecto • el de la fonna asociativa de la
praxis cultural libertaría * sobre el que apenas se ha incidido hasta ahora. Y no
porque las ciencias sociales no nos hayan prevenido de la importancia de la aso
ciación. de las asociaciones, en la vida social m odcrm . Recordaré, como marco
referencia!, la conocida y clásica distinción que Ferdinand Tónnies estableciera
en su día entre "comunidad" o "Gemeinschaft'* y "asociación" o "Gesellschaft". El
concepto de "comunidad" evoca las formas de agrupación basadas en los lazos
afectivos primordiales, emocionales, y en las lealtades y adhesiones de fidelidad
incondicional. Mientras que la "asociación" se basa principalmente en la voluntad
racional y se caracteriza por las relaciones calculadas, deliberadas, instrumenta
les, que genera. De modo que, mientras que la comunidad se sitúa más cerca de
la naturaleza (uno "nace" formando parte de comunidades, comunidades que no
elige, pero que hasta cierto punto le moldean), en las asociaciones uno entra, en
principio, por decisión propia. En la asociación "los hombres son medios para al
canzar otros fines", fines interesantes para todos los asociados. Un sindicato, una
sociedad anónima o un panido político serían "asociaciones" en este sentido.
Mientras que, para Tónnies, una iribú, una congregación religiosa o la misma
familia serían otros tantos ejemplos de "comunidad" o "Gemeinschaft".2
Profundizando en la dicotomía aludida, otro sociólogo, Hermaim Schmalen-
bach, propuso una tercera categoría sociológica, a medio camino entre la
"comunidad" y la "asociación". Se trata de la "Liga" o "Bund". La diferencia entre
la "liga" (Bund) y la "asociación" radicaría en el hecho de que la "liga" se basaría
en experiencias emoqionales, expresadas y conscientes, que son precisamente su
m atena prima. Y, asi como los sentimientos son productos de la comunidad, y
por lo tanto sin ella no podrían existir, las "ligas" se apoyan en el reconocimiento
cognirivo del sentimiento. De suyo, la "liga" es de carácter lábil, precario e
mestable y tiende a cristalizar o bien en una comunidad o bien en una asociación.
Por ello las "ligas" o "comuniones" son de naturaleza dinámica, movilizadora e
incluso revolucionaria, a diferencia de las comunidades, mucho más tradicionales,
conservadoras y estáticas. Como dice Ll. Flaquer - de quien resumo las ideas
precedentes - "todos los fenómenos de adhesión psíquica (o comuniones), si son
lo suficientemente intensos, son perturbadores potenciales del orden social y pue-
Sindicato
Grupo de afinidad ("grupo especifico")
Grupo de defensa (de barrio o de empresa)
Ateneo
Sobre todos estos aspectos se ha producido en estos últimos años una cierta
cantidad de literatura que no es del caso analizar ahora, pero que en ningún caso
agota los temas, por ejemplo e) de los refugiados de corta edad3 y su asistencia a
través de la red de "solidaridad internacional antifascista".
Uno de los decretos de lrujo, en efecto, establecía que sólo podrían intervenir
en los Tribunales Populares aquellas organizaciones o partidos legalizados antes
del 16 de febrero de 1936. La medida afectaba directamente a la FAI, tildada por
el ministro vasco de clandestina y de inexistente. El ministro, al eliminar a la FAI
de la composición de los Tribunales populares, había sido el primero en poner de
relieve "la irregularidad jurídica que representaba la FAI como organización no
sujeta a las leyes y participe a la vez de los organismos del Estado", según reco
noce Peirats, quien prosigue así:
La medida adoptada por el ministro de Justicia era para ia FAI, y para e l conjunto del
movimiento libertario, de una importancia capital M enos intervenir en el gobierno, la FA1
formaba parte de casi todos los organismos de colaboración. La influencia de lo s liberta*
ríos en e so s organismos dependía del número de puestos que podían exigirse. Ahora bien,
los otros sectores, particularmente el marxiste, se ofrecía bajo el doble a sp e a o d e partido
y de organización filia l La presencia de ia FAJ al lado d e la CN T era m is bien un hecho
consumado, impuesto primero y tolerado después. Pero tal com o se desarrollaban los
acontecimientos, de prosperar el criterio del ministro de Justicia, que era indudablemente
el criterio del Gobierno, la FAJ podía ser de un momento a otro victima del v eto en los
organismos representativos y ser declarada ''organización clandestina o inexistente", según
los argumentos del ministro de Justicia. Y no estaban las cosas para ceder posiciones por
formalidad más o menos. Las circunstancias empujaban, por tamo, a la FAJ, poniéndola en
el trance de aceptar con todas las consecuencias su transformación en una especie de par*
tido político, o prepararse a abandonar parte de las p o á cio n es adquiridas por sus méritos
revolucionarios El valor de estos méritos estaba en franca decadencia desde la última cri
sis de Gobierno y ante la exhumación de la legalidad republicana, del Frente Popular y del
parlamento.10
Los ateneos
Los ateneos libertarios republicanos de las zonas industriales de Cataluña consti
tuyeron sólo una pequeña parte de las instituciones culturales que adoptaron la
denominación de "ateneos" (véase Apéndice). El ateneo popular proviene, en
parte, del ateneo burgués liberal decimonónico. Se sigue con él aquella regla se
gún la cual en tantas ocasiones las ideologías obreristas toman prestados elemen
tos de la ideología dominante. Sería un poco el caso de la "chambrée" provenza]
anterior a la II República francesa, que "copia" hasta cierto punto la función del
club burgués15. Tenían los ateneos libértanos una serie de características defini-
torías:
)3 P e r e S o lí. "Educació popular i comunisme liiberuri a l medí urbá, anys trema. U na mostra
d'atencus de Járea barcelonina", en L'educació al m ón urbá. A ctes de les IX Jomadas
d'H istória de VEducació ais Pafsos Catalans, Barcelona, 1987, pp. 405-424.
14 Pcirats, L a CNT en la revolución española. O, p. 241.
15 M aurice A gulhoo, The Republic In the Village. The People o f the Var fro m the French
Revolution to the Second Republic, Cambridge University Press, Editions d e la M iiso n des
Sciences de PHomme, 1982.
368 P e r e So l a
la red de ateneos a la de la FAI, como las mismas fuentes policiales hacen intere
sadamente.
De todos modos, queda por determinar el margen de autonomía del frente
"cultural" ateneísta.
Por lo menos en un barrio (Can Verdura) la clausura del local no permitió acti
var estos planes. Un informe policial da cuenta el 10 de julio de 1937 de una
asamblea de grupos de 'Mujeres Libres' (Gran Vía 690, pral.):
Se da lectura al plan de trabajo [...] con relación a la movilización que es com o sigue: Ac
tivar la Propaganda oral y escrita para la cual se necesita la colaboración de dos com pule-
ras que e stâ t a disposición de la sección de Propaganda, pedir a lo s sindicatos su concurso
para la enseñanza de ios trabajos mecánicos a las brigadas que esta Agrupación envíe,
ofrecimiento de sus enfermeras y puericultoras al Sindicato de Sanidad, todo lo cual es
aprobado por la asamblea.
Se pasa a asuntos generales y se nombra una comisión de cultura, la cual se compromete a
que se den fijamente cada m es dos conferencias, habiéndose propuesto que se llame a
Comas y S o lí para que dé un cursillo de divulgación científica. Lo que es aprobado por la
asamblea.
Aurea Cuadrado propone que se vaya a la creación de unos consultorios psico-soriales en
los cuales se pueda orientar y apoyarse a sus compañeras que por su situación necesiten
consejos y ayuda moral así com o material y no lo hallen en otros sitios; lo que también es
aprobado por la asamblea. Planteándose por último la cuestión de confianza de su Secre
tariado, habiéndola asamblea d e nuevo ratificado su confianza i...].1716
Consideraciones finales
He tratado diversas formas ("continentes") asociativas del movimiento libertario
de los años 30. No he mencionado la estructura sindical por ser mejor conocida,
pero sí "el ateneo", la célula "faísta" o la acción de las mujeres, como movimiento
sectorial vanguardista. Creo que habría que profundizar este análisis societario,
contrastándolo con el "continente" o forma societaria de otras familias políticas
en otros contextos geográficos y antropológicos.
El denominador común a estas diversas formas societarias es la concepción de
la cultura y de la acción social. He señalado los diversos medios de acción cultu
ra) y propagandística de que se dota el movimiento libertario de los años republi
canos. Todos estos medios contribuyen a mantener una tensión revolucionaría,
una crítica del poder estatal, incluso de izquierdas. Pero lo que pasa es que el
anarcosindicalismo se convierte "de facto" desde 1936 en un poder estatal: por un
lado, muchos militantes de los ateneos de la época republicana o de otras institu
ciones de inspiración ácrata son aspirados por las nuevas estructuras de estado.
De un estado en guerra, en revolución y en reestructuración económica muy
vasta. Ello debilita a estas asociaciones. Piénsese que dentro de las estructuras
nuevas "de estado" hay que incluir a realizaciones anarquistas como las colectivi
zaciones.
Pero además, la sobre-estatÍ2ación (reforzamiento de las estructuras coactivas
de estado, abolición de libertades fundamentales, etc.) implica la inoperancia de
una táctica liberal de persuasión y acción, la cual, en el fondo, presupone unas li
bertades formales en las que operar.
Uno podría preguntarse por la acomodación de las formas asociativas propias
del movimiento anarquista a las condiciones del nuevo estado (me refiero al del
Frente Popular "exhumado"), en el caso de que éste hubiera durado. Claro que
esto sólo es un futuríble, de dudoso interés real. Ni el reforzamiento del estado
controlador policíaco ♦ni el de) estado asistencial iban en el sentido del desarrollo
de la ideología ácrata.
Esta contenía elementos "religiosos" claros, junto a componentes de
'racionalización" democrática no menos importantes.3* En el fondo, la conversión
(malgré elle) de la FAI en un partido político no sólo clarificaba el panorama
político sino que hubiera podido redundar en un claro beneficio para el mismo
movimiento libertario.23
23 Que n o se escandalice nadie cuando hablo d e la religiosidad com o ingrediente del asocia-
ciocism o libertario Por religiosidad entiendo aquí la adhesión pura a un os valores absolu
tos, mediante una d o sis elevada de afectividad. D e ahí a convertir la filiación anarquista en
un rasgo "comunitario'' en el sentido tónnesia&o s ó lo hay un paso. P aso que n o s e puede dar
alegremente, pues, com o digo, n o se pueden pasar por aho lo s elem entos d e "racionalidad
democrática" de) movimiento libertario.
V
La d a s e s o c ie t a r ia d e l a c u l t u r a y d e l a a c c ió n l ib e r t a r ia 373
Apéndice
Ateneu Autonomista
del Dístricte VI 15-06*1932 Político
Ateneu Sindicaliaa
Uibcitari 23-07-1932 Treintista
Atcncu Racionalista 24-08-1932 Libertario
Ateneu República Democrálic
Federal d e l D .I 21-09-1932 Republicano
A teoeu de rExtrema Esquerra
Federa] del Discricte VII 15-06-1932 Federal
Ateneo Instnictiu d'Extrema 15-10-1932 Federal
Esquerra Federal del D . VHI
Ateneu Nacionalista
d'Esquerra del Poblé Nou 26-10-1932 Político
A teoeu República Catalá del
Dístricte IV 08-11-1932 Id.
A teoeu República Federal
d'Esquerra 13-12*1932 Id.
Ateoeu Fraocesc M id i 06*03*1933 Cultural
Ateneu Catalanista Republici
de Sant Marti 07*03*1933 Republicano
Ateneu D’Esquerra de
Catalunya 18-03*1933 Político
Ateneu República Dem ociátic
Federal 11*04*1933 Republicano
Ateneu Nacionalista
d'Esquerra 02-06*1933 Político'
Ateneu de Cultura Ciutadana
d e Barcelona 24-07*1933 Cultural
Ateneu Racionalista La Tonca 08*08-1933 Libertino
Ateneu Cultural Uíbenari
d e Gracia 03-10-1933 Id
A teoeu Llibeitari del D. V 03-10-1933 Id
A teoeu Racionalista de
Verdum * 04-10-1933 Id.
Ateneu Eclectic 19-07-1934 Cultural, U-
beitario?
Ateneu Racionalista del
Poblé Nou 28-10-1933 Libertario
Ateneu Pro-Cultura "A vino" 13-11-1933 Liben ario
Ateneu Azafia 20-02-1934 Político
Ateneu Catalá de la Classe
Obrera 23-02-1934 Cultural
Ateneu d’Esrudis Ferroviaris 28-04-1934 Cultural
Ateneu de Cultura Política
i Social 30-05-1934 Cultura)
Ateneu República Federa)
"La Flama" 05-09-1934 Republicano
Ateneu d'Acció Catalana
La b a s e s o c ie t a r ia d e l a c u l t u r a y d e l a a c c ió n l ib e r t a r ia 375
Republicana
del Canqj d'eo Grassot 19-10-193*} Político
Ateneu Joventut i Vida 22-01-1935 Cultural
"Ateneu Hansa". A ssociació
Cultural Literaria Hispano-
Germánica 06-02-1935 Id.
Ateneu Popular de Gracia 21-02-1935 Político
Ateneu Catalunya D VII 1935 Id.
día?, mes?)
Ateneu Rectitud 07-01-1936 Cultural
Ateneu República F. Layret 28-01-1936 Político
Ateneu Catalanista del C oll 02-03-1936 Político
Ateneu Cultural de la
Barriada 19 de Juliol 05-01-1938 Libertario
Fuente.' Libros y expedientes de asociaciones del Regtsfro de Asociaciones del Gobierno Civil
de Barcelona.
Susanna Tavern i Garcia
1 Jean Maitron, Le Mouvement Anarchiste en France, 2 vols. (Paris, 1983); también, Jean
Maitron y A. Droguet, "La Presse Anarchiste Française de ses origines a n os jours", Le
Mouvement Social, núm. 83 (1973), pp. 9-22.
2 Cfr. Xavier Cuadral, Socialismo y Anarquismo en Cataluña, 1899-1911. Los Orígenes de
la CNT (M adrid, 1976), p. 76.
3 Sobre todo, Juan Díaz del Moral, Historia de las Agitaciones Campesinas Andaluzas.
Córdoba (Materiales para una Reforma Agraria) (Madrid, 1929); Renée Lamberet,
Mouvements Ouvriers et Socialistes. L'Espagne (1750-1936) (Paris, 1953); y Victor
Manuel Arbeloa, “La Prensa Obrera en España (1869-1899)", Revista de Trabajo, núm. 30
(1970), pp. 117-157; "La Prensa Obrera eo Espada (1900-1923) • IT , Revista de Trabajo,
núm 31 (1 9 7 0 ), pp. 71-111; “La Prensa Obrera en Barcelona", Cuadernos de Historia
Económica de Cataluña, VID (1972); y "La Prensa Obrera en España”, Revista de
Fomento Social, nos. 102, 1 0 3 ,1 0 4 ,1 0 7 , 1 0 8 ,1 1 0 y 11 (1971 y 1972).
4 Me refiero aquí al trabajo de Paco Madrid a través de Josep Termes, "La Prensa Obrera
com o Fuente Histórica" en Santiago Castillo y Luis Enrique Otero Carvajal (eds.): Prensa
Obrera en Madrid, ¡855-1936 (Madrid, 1987), pp. 33-46.
3?8 Su sanna Ta ve r a i G a r c ia
por una parte, y aquellos periódicos y revistas que no fueron más que la expre
sión propagandística de grupos basados en la coincidencia ideológica o táctica de
unos cuantos militantes ácratas. También es evidente, sin embargo, que condicio
namientos de todo tipo impusieron serias limitaciones al desarrollo de estas pu
blicaciones y que, muy a menudo, la multiplicidad de títulos también es señal
manifiesta de debilidad. £ n efecto, se ha recordado el funcionamiento espontáneo
y descentralizado de la propaganda anarquista y cómo, gracias a éste, la consti
tución de cualquier nuevo grupo acostumbraba a anunciarse mediante la aparición
de un nuevo periódico o revista en la que los ácratas escribían con lenguaje
"elocuente y apasionado", exteriorizando asi un convencimiento fírme y arraigado
respecto a la urgencia con que "la revolución cultural (debía) preceder a la mate
rial para que ésta [fuera] fuente de bienestar y de adelanto positivo"9. Sin embar
go y salvo algunas excepciones notables, la vida de estos periódicos y revistas no
conseguía superar la aparición de los primeros números. Los títulos se sucedían
unos a otros con relativa rapidez y, a menudo, desaparecían bajo el peso de la es
casez de recursos padecida per la prensa obrera. En otras ocasiones, era el peso
de la represión el que imponía o bien la desaparición del periódico, o bien su
traslado a aquellas ciudades en las que el celo de las autoridades gubernativas era
menor. Como reflejo militante de un movimiento revolucionario, la prensa liber
taria manifestaba así no sólo las consecuencias de las persecuciones políticas,
sino también los altibajos experimentados por el propio anarcosindicalismo mili
tante en su desarrollo10.
Por lo que respecta a la distinción entre periódicos sindicalistas y periódicos
anarquistas, también es evidente que circunstancias de todo tipo difúmmaron con
eñcacia las diferencias entre ellos. En efecto, si la represión impedía el normal
desarrollo de las actividades sindicales y periodísticas, esa misma represión no
hacía sino favorecer o bien su substitución por pequeños periódicos y hojas anar
quistas, de circulación más o menos clandestina, o bien la aparición de publica
ciones con acusado acento cultural que tenían como objeto mantener viva la re
lación entre núcleos militantes más o menos dispersos. Los ejemplos son numero
sos a lo largo de más de cien años de historia, pero, quizás valga la pena recordar
aquí los penódicos publicados en los años de la Dictadura del General Primo de
Rivera y, muy especialmente, La Revista Blanca que, precisamente, inició su
época barcelonesa en 192311. Por otra parte y aunque el tema no haya sido estu
diado todavía, no parece arriesgado suponer que la transformación en 1930 del
semanario anarquista Tierra y Libertad en órgano de la Federación Anarquista
Ibérica pudo haberse realizado teniendo como modelo el funcionamiento de la
propia Solidaridad Obrera, el periódico cenetista de aparición diaria que era ór
gano de la Regional Catalana y portavoz de la Confederación Nacional del
Trabajo
De cualquier forma, es evidente que la distinción entre publicaciones sindica
listas y anarquistas fue propiciada a partir de 1916 por el proceso de instituciona-
lización y progresiva diferenciación experimentado por los periódicos Genetistas.
En efecto, la trayectoria de Solidaridad Obrera, uno de los periódicos anarco
sindicalistas y barceloneses más característicos, experimentó en los años 1918-
1919 cambios importantes12. Empezó en 1907 como órgano de la Federación
Local de Sociedades de Resistencia que llevaba su mismo nombre y en 1910
pasó a ser órgano de la recién nacida CNT. La Soli aparecía entonces semanal
mente, tenia muchas de las características de un boletín sindical y vivía bajo el
peso de las suspensiones gubernativas o de las dificultades económicas. En 1916,
probablemente en el mes de marzo, y gracias al éxito alcanzado por un suple
mento creado para informar puntualmente acerca del desarrollo de los conflictos
mantenidos en los ramos de la metalurgia y de la construcción (se llegaron a tirar
6 y 7.000 copias diarias), Solidaridad Obrera fue transformada en diario13. Sin
embargo, ni la conflictividad social creciente, ni el incremento de la militancia
obrera en los sindicatos cenetistas, ni el fervor revolucionario desatado por la
victoria bolchevique en Rusia consiguieron estabilizar la vida del nuevo diario
obrero. Esta se vio profundamente alterada a lo largo de 1917 por la vertiginosa
subida experimentada por el precio del papel-prensa, por la insuficiencia de un
sistema de financiación que se basaba en subscripciones, ventas, publicidad y
aportaciones irregulares y, en último lugar, por el desprestigio en que el periódico
11 Para todo el periodo en general, Antonio Elorza, "El Anarcosindicalismo Español bajo la
Dictadura. La G énesis de la Federación Anarquista Ibérica (I)My "La C N T bajo la Dictadura
(1923*1930)", Revista de Trabajo nos. 39-40 y 44*45 (1 9 7 2 y 1 9 7 3 -7 4 1 pp. 123*477 y
311*617, respectivamente.
12 Pablo I. de Dalmases, “Introducción al Estudio de la Prensa Anarcosindicalista: E l
Periódico Solidaridad Obrera de Barcelona eo sus inicios (1907*1920)*’ (Tesis de
U cencia tura. Universidad Autónom a de Barcelona, 1982); P aco Madrid, “Solidaridad
Obrera“: Sím bolo y M ito d e un Periódico Legendario (Barcelona, 1987); y, por último,
Susanna Tavera. “Solidaridad Obrera, un Diari Obrer B arcelon f, L'Aveiu;, rum 18 (1979),
pp. 38*40.
13 Manuel Bueoacasa, E l Movimiento Obrero Español. Historia y Critica 0886-1926).
Figuras Ejemplares que Conocí (París, 19661 p. 214.
R e v o l u c io n a r io s , p u b l ic is t a s y b o h e m io s 381
suma. Solidaridad Obrera trataba así de competir con el resto de periódicos dia
rios estableciendo una línea divisoria entre el periodismo militante de la CNT y el
de aquellos sectores más profesionalizados de la prensa diaria que los anarquistas
llamaban "política y burguesa" Con mayor o menor precisión, el periodismo
anarquista no pretendía sino marcar las distancias respecto a aquellos periódicos
cuya "cabecera - decían - [era] rótulo de tienda y [cuyas] columnas armarios
donde se [tarifaban] precios"18.
Por lo que respecta a los periodistas, aquí sólo haremos referencia a aquéllos
que, o bien patrocinaron revistas, o bien desempeñaron cargos de responsabilidad
al frente de los periódicos ccnetistas. Dejamos aparte, por tanto, los numerosos
militantes libertarios que con mayor o menor asiduidad escribieron para la prensa
anarcosindicalista llenando con sus colaboraciones las redacciones de estos pe
riódicos obreros. La delimitación no impide, sin embargo, que las biografías de
los periodistas y publicistas anarquistas más destacados presenten diferencias que
van más allá de lo que es la simple caracterización individual. Atendiendo a esas
diferencias puede hablarse, por una parte, de periodistas obreros Genetistas como
Juan Penó y Angel Pestaña y, por otra, de periodistas anarquistas como Federica
Montseny y Felipe Alaiz.
Los nombres de Juan Peiró y Angel Pestaña son, jum o a otros muchos, ejemp
los claros de un periodismo anarcosindicalista que fue desempeñado por obreros
salidos del tajo, del taller y de la fábrica19. N o asistieron a la escuela y aprendie
ron a leer a copia de esfuerzo y, en algunos casos, en plena juventud20 Fueron
autodidactas que leian desordenadamente cuanto llegaba a su manos: ejemplares
de prensa obrera, libros de historia y textos de sociología o economía, sobre todo.
Sus aulas universitarias fueron las sedes de los sindicatos, las redacciones de los
periódicos obreros e, incluso, las celdas de la prisión21. Y, con facilidad seme
jante a la empleada en el taller de relojero (Pestaña) o en el crisol del homo de
vidno (Peiró), se sentaban ante el papel o la máquina de escribir. Como dice
Peirats (él mismo un publicista obrero que andando el tiempo llegaría a transflor-
22 lo s é M* Huertas Claveria, “Josep Peirats: del Boletín del Ladrillero a las Memorias que
publicará Planeta", Teie-Express (\-XX-\916).
23 P cr c , Gabriel, Escrits Politics de Frederica Montseny (Barcelona, 1979), pp. 5-38;
Francisco Carrasquer, Felipe Alais. Estudio y Antología por el Primer Escritor Anarquista
Español (Madrid, 1981), pp. 14-18.
384 SUSANKA T a VERA I GARCIA
24 M£ ] Pleno d e Sindicatos^ Unicos de Cataluña”, Solidaridad Obrera (14-X -1931). Para esta
etapa resulta muy ilustrativa la colección de canas que Felipe Alaiz dirigió a Federica
M ontseny desde la prisión M odelo de Barcelona en 1932 (Archivo Histórico N acional
Salamanca jen adelante A H K ], Sección Político S o c ia l Legajo B . 831)
25 La condición novelística de A laiz y Montseny será tratada m ás adelante. Para Pestaña,
Salvador Seguí ct a l , Narraciones Anarcosindicalistas de los Años Veinte (Barcelona,
197$), Brigitte Magnicn, La Novela del Pueblo: Analyse d'une collection de nouvelles
publiée so u s la Dictadure de Primo de Rivera” en Victor Carrillo et a l , L'Infra-Litterature
en Espagne aux XIX? e t XX? Siècles. Du Roman Feuilleton au Romancero de la Guerre
d'Espagne (Grenoble, 1978), pp. 249-293.
26 Juan D íaz del M oral Historia de ¡as Agitaciones Campesinas Andaluzas • Córdoba
(Antecedentes para una Reforma Agraria) (Madrid, 1979), p. 179. Ver también Era 80, Els
Amrqutstes Educadors del Poblé: ”La Revista Blanca* (¡S98-1905; (Barcelona, 1975);
Juan M ontseoy, M i Vida, 3 vols. (Barcelona, 1932), Rafael P érez de la Dehesa, "Estudio
Preliminar" en Federico Urales, La Evolución de h Filosofía en España (Barcelona, 1968);
Agustt Segaría. Federico Urales y Ricardo Mello. Teóricos del Anarquismo Español
(Barcelona, 1977); y , por últim o, ’’Federico Urales Una cultura de la Acracia, Ejercicio de
un Proyecto de Libertad Solidaria”, Anthropos, núm. 78 ( 1987).
27 Gabriel Escrits Polines, p. 7.
Rev o l u c io n a r io s , p u b l ic is t a s y b o h e m io s 385
28 Lucienne Dom ergue, "Le Féminisme dans La Revista Blanca, 1898-1905. La Femme vue
par les anarchistes'' en La Femme dans la Pensée Espagnole (Equipe de Philosophie
Ibérique et Américaine, Paris, s,a.), pp. 79-96; Lola Irurbe, La Mujer en la Lucha Social y
en ¡a Guerra Civil de España (M éxico, 1974); y Renée Lamberet, "Soledad Gustavo, sa
place dans la pensée anarchiste espagnole", Convtvium, nos. 44-45 (1975), pp. 17-34.
29 Carmen A kafde, Federica Montseny. Palabra en Rojo y Negro (Barcelona, 1983); Shirley
F. Fredicks, Social and Political fhought o f Federica Montseny, 1937 (T e â s D octorat
Universidad de N u evo M éxico, 1972); Federica M ontseny, Mis Primeros Cuarenta Años
(Barcelona, 1987); M u y Nash, "Dos Intelectuales Aoarquístas frente al problema de la
Mujer: Federica M ontseny y Lucia Sánchez SaoraiT, Comivium, nos. 44-45 (1975); y
A gusú Pons, Converses anib Frederica Montseny : prederica Montseny, "Sindicalisme i
Acracia" ( Barcelona, 1977).
30 Carrasquer, Felipe Alaiz y "Samblancat, Alaiz y Setder: Tres Com promisos en uno".
Papeles de Son Armadans, CCXXVm (1975), pp. 211-246.
31 Felipe Alaiz, Vida y Muerte de Ramón Acin (Barcelona, $.a.), pp. 15-19.
32 Ibid.
33 Ibid.
34 Alcalde, Federica Montseny, pp. 15-16; Carrasquer, Felipe Alaiz, p. 21 y José Peirats,
"Prólogo" en Felipe Alaiz, Quinet (París, 1961), p. 13.
386 Su sanna Ta v era i Ga r c ia
pluma también Kan salido numerosos relatos: tres novelas largas, una de ellas
confesadamente autobiográfica, y una colección de cuentos o narraciones cortas
que suman un total aproximado de más de 40 títulos en los años 1921-1936**.
Después de 1939, Federica Montseny también ha sido la animadora indiscutible
de todas las publicaciones editadas por tos anarquistas españoles exiliados en
Toulouse.
Por su parte, Alaiz se inició como periodista con unos artículos “bakuiúiuanos,
muy modosos", publicados en El Sol de Madnd, a) parecer de la mano de Ortega
y Gasset3536. En 1914 dirigió en Zaragoza La Revista de Aragón, una publicación.
impulsada por un grupo de jóvenes de la Unión Republicana que en aquellos años
reunió "en base a un programa netamente autonomista" a los federales aragoneses
y miembros de la conjunción republicano-socialista37. Y, aunque no existe cer
teza respecto a los orígenes del anarquismo de Felipe Alaiz (puede ser que éstos
estuvieran en su temprana relación con Ramón Acín), lo cierto es que en 1920
Alaiz ya colaboraba en Fructidor, la revista que Hermoso Plaja publicaba en
Tarragona, y que en ese mismo año se hizo cargo junto con Liberto Callejas de
Crisol, la publicación gratuita que patrocinó en Barcelona el grupo de "Los Soli
darios"38. En 1930 fue director de Tierra y Libertad y en 1931 de Solidaridad
Obrera, ambas de Barcelona. En 1937 se responsabilizó de la publicación de
Acracia en Lérida y después de la Guerra Civil dirigió el periódico confederal de
Toulouse39.
En general, el periodismo de Federica Montseny y de Felipe Alaiz, constituye
un claro ejemplo de aquellas visiones modernistas que hacían del intelectual
anarquista un "paradigma de cultura popular"40*. Como tal, fue resumida por Pcrc
Coromines en su novela Prometeu, la última parte de Les Dites i les Facécies de
35 Federica Montseny, La Victoria. N ovela en que se narran los problem as de orden moral
que se le presentan a una m ujer de ideas modernas (Barcelona, 1925); E l H ijo de Clara
(Segunda Parte de “L a Victoria1') (Barcelona. 1927); y La Indom able (Barcelona, 1928).
Para las narraciones cortas, Carlos Serrano, "Relato B reve y Literatura Militante: En T om o
a ''La Novela ideal“ en Formas Breves de Relato (Zaragoza. 1985), pp. 221-241; Marisa
Siguán, Literatura Popular. Trece Años de "La Novela Id ea l" (2925-1938) (Barcelona,
1981), pp. 143-145.
36 Alaiz, V tday Muerte, p. 16.
37 José-Carlo$ Mainer, Regionalismo. Burguesía y Cultura. Los Casos de "Revista de
Aragón" (1900-1905) y ’H erm es" (1917-1922) (Barcelona, 1974), p. 84.
38Buenacasa, M ovimiento Obrero Español, p. 153; Jaume Fabre y Josep María Huertas,
“Conversa amb Hermós Piala. El Pare de dues Acrácies" L'Avenq, núnx 28 (1980), op. 395-
402; Juan García Olivcr, E l E co de ios Pasos (Barcelona, 1978), pp. 630-635; Cesar M,
Lorenzo, ¿ e s Anarchistes Espagnois et le Pouvoir (París. 1969).
3 9 García Oliver, E l Eco, p. 630.
40E nric U. Da Cal, La Catalunya Populista. Imatge, Cultura i Política en V.Etapa
Republicana (1931-1939) (Barcelona, 1982), p. 44.
r e v o l u c io n a r io s , p u b l ic is t a s y b o h e m io s 387
i’Estrenu Filántrop en Tomás de Bajalta, una trilogía escrita en 1934 con el ob
jetivo de interpretar la historia de la Cataluña contemporánea41. Prometeo era el
titán que, según la literatura clásica primero y la romántica después, robó el luego
de la sabiduría a los dioses del Olimpo para entregárselo a los hombres y desha
cer así su indefensión frente a los poderosos. Y Prometeo era también el perso
naje central de la novela de Coromines, un "filántropo humanista y revoluciona-
no", que en la Barcelona de los años 1894-1898 se relacionó con grupos anar
quistas llegando, incluso, a ser encarcelado en el castillo de Montjuich donde más
tarde sería ajusticiado. Ciñiéndose a un supuesto paralelismo entre el mito clásico
y las luchas sociales de la Cataluña finisecular, el Prometeo de Corominas era un
titán empeñado en transmitir a la clase trabajadora el fuego del saber mediante
"revistas", "conferencias", "panfletos", "escuelas", "funciones de teatro" y
"ediciones de libros", para que con ellos, "los obreros (llenasen) las ideas con las
divinas riquezas del espíritu y [el capitalismo) no tardara en hundirse"42.
Es evidente que este Prometeo modernista se inspiraba en la experiencia vivida
por el propio Coromines cuando fue encarcelado en Montjuich y juzgado en el
célebre "Proceso" de 189643. Pero, lo que aquí interesa no es el origen del
Prometeu de Coromines, sino la valoración que en él se hacía de las funciones
revolucionarias de la cultura. La valoración "prometeica" y modernista de la cul
tura coincidía con lo que el colectivismo catalán había manifestado al reclamar la
incorporación de la clase trabajadora al mundo de la literatura y el arte porque
estos eran "verdaderos arietes que podían resquebrajar las murallas más fuer
tes1'44. Y es evidente que, gracias a este sólido enraizamiento anarquista, su hue
lla puede ser encontrada, pasada ya la vigencia del modernismo, en la interpreta
ción "feminista" que Federica Montseny hizo del mito de Prometeo mucho antes,
incluso, de que hubiera sido publicado el Prometeu de Coromines. En La
Victoria (1925) y en El Hijo de Clara (1927), dos novelas escritas a partir de una
diáfana identificación entre la vida de la joven autora y la del personaje central de
los dos relatos, Federica Montseny manifiesta claramente que aquellas mujeres
"emancipadas", "cultas", "equilibradas" y "alegres" que se dedican a la
"propaganda", que escriben para la ’prensa de ideas" y que pronuncian
"conferencias", son "caudillos", ’ guias”, "maestras" y "conductoras de multitu
s u b id
53 Ibid
SAIbid, p. 47.
SSIbid., p. 17.
Sólbíd, pp. 17 y 15.
57 Ibid.
58 Susano» Tavera, ''Soledad G ustavo, Federica M ontseny i el Peno d ia m e Acrata ¿Ofici i
M ilitincu?“, Atvtals del Ptnodtsm t Caíala, núm. 14 (1 9 8 8 ), pp. 8-20.
390 Su sanxa T av era i G a r c ía
59 Pérez de la Dehesa, "Estudio Preliminar", pp. 24 y 32; Era 3 0 , Els Anarquistes Educadors
del Poblé, p. 29.
60 Ver, sobre todo, el excelente trabajo d e Serrano, "Relato Breve", pp. 221-241. También
Siguán, Literatura Popular, pp. 41*138.
61 "Colección Voluntad" La Revista Blanca, núm. 34 (15-X I-1926).
62 Pérez de la Dehesa, "Estudio Preliminar", p. 24; "El Luchador ame las sociedades obreras"
El Luchador (9-1-1931) y "Noticia Impórtame. E l Mundo al Día", La Revista Blanca, núm.
3 1 6 (8 -U -1 9 3 5 ),p . 129.
63 Entrevista personal mantenida con Federica M ontseny (T oulouse, 1 l-V I-76).
64 Federica M ontseny. "Prólogo" en Federico Urales, La anarquía a l alcance de todos
(Toulouse, s.a.), p. 4.
65 Cálculo realizado a partir del listado que aparece en Siguán, Literatura Popular, pp.
Re v o l u c io n a r io s , p u b l ic is t a s y b o h e m io s 391
lo, "Las Efemérides del Pueblo" (1924), las "Monografías Sociales" (1927) o "La
Galería de Hombres Célebres” (1934). De la impresión se encargaban, general
mente, los “Impresos Costa” de la calle Hueva de la Rambla, del traslado de las
sacas un transportista y, por último, el envío de los paquetes se realizaba por
medio de Correos66. El conjunto daba para ir tirando. La venta de revistas y li
bros acostumbraba a proporcionar lo necesario para vivir y, en algunas ocasiones,
incluso, permitió pagar algunas colaboraciones, como por ejemplo las de Max
Nettlau, quien siempre fue incondicional de los Montseny67. Cuando estos ingre
sos no eran suficientes, las traducciones que hacía Soledad Gustavo, la venta de
los productos del huerto familiar y de los animales que ellos mismos criaban,
cubrían necesidades de todo tipo. En vez de disolver el núcleo familiar, las difi
cultades ayudaban a reafirmarlo.
En cambio, los limites de la "profesionalización" periodística fueron en el caso
de Felipe Aiaiz los de la bohemia revolucionaria. Alaiz fue desde su más tempra
na juventud un "anti-dandy" y un "ano-snob", un enemigo de las masas, muy
dado a la vida desordenada. Trabajaba a salto de mata y solía escribir "en la
cama, a ultisima hora", la novelita y el articulo que al día siguiente habrían de
proporcionarle los "duros con que salir del apuro del dia"6*. Cuando era director
de la Soli, siempre llegaba tarde al periódico, solía encerrarse en "su cuarto con
cristaleras, para escribir a toda prisa el editorial que estaba esperando huraño y
entre tacos el linotipista... y despedirse de todos hecho el 'articulo de fondo', de
jando en manos de redactores subalternos y demás personal todo el trabajo... ¡y
eso cuando se presentaba!"6970.Aprovechaba la facilidad de una pluma rápida, ágil,
decidida, llena de intención caricaturesca, incluso. Pero, en general, todos sus
trabajos adolecían de la superficialidad impuesta por la falta de dedicación siste
mática y regular. Ya se ha señalado que Quinet, su novela más larga, no es en
realidad más que un ejercicio de prosa literaria, falto de trama y de argumento, a
medio camino entre el ensayo y el articulo periodístico™. Y que ni tan siquiera
fue bien acogido en ambientes anarquistas. Durante muchos años, antes de la
G üeña Civil, pudieron verse montones de ejemplares en las librerías de lance de
lU bid
72 García Oliver, El eco, pp. 608*609
73 ¡bid
María Teresa Vicente Mosquete
1 Definición de su biógrafo, el historiador del anarquismo Max Nettlau, Elíseo Reclus (¡830-
¡905); la vida de un sabio justo y rebelde, 2 voU., (Barcelona, 1928).
2 Biian Easlea, La liberación social y las objetivos de la ciencia, 1973, (Madrid, traducción
castellana 1977), p. 206.
3 Ver Noam Chomsky, Los intelectuales liberales ame la revolución. Vietnam y España,
1967, (Madrid, 1974, ed. Siglo XXI) y La responsabilidad de ¡os intelectuales y otros en
sayos históricos y políticos. (Los Nuevos Mandarines). 1969, (Barcelona, ed. Ariel).
394 M a r u Te r e s a V ic e n t e M o sq u ete
dado se crea una ortodoxia y una serie de ideas que son asumidas por las perso
nas bienpensantes y aceptadas sin discusión alguna (...) No e s que se prohíba
concretamente decir esto o aquello; es que no está bien decir ciertas cosas. (...) Y
cualquiera que ose desafiar esa ortodoxia se encontrará silenciado con sorpren
dente eficacia"4. Este proceso se ha reflejado también en el campo del pensa
miento geográfico. La geografía que se institucionalizó en la universidad a finales
de! siglo XIX era una geografía pretendidamente "apolítica", académica, cientí
fica, que en Francia originó una tradición difundida hacia otros países como la es
cuela clásica de geografía regional, inspirada en la obra de Paul Vidal de la
Blache, contemporáneo de Reclus. Sin embargo, existieron otras formas más
"comprometidas" de hacer geografía que, precisamente por eso, fueron silencia
das. Massino Quaini ha estudiado esas otras tendencias de la geografía paralelas
a la dominante en geografía humana y las ha englobado en una por él denominada
Geografía Humana subversiva5, Históricamente esta línea ha quedado interrum
pida frente a la "defensa feudal de una cierta geografía" por parte de los que te
nían el poder en los círculos académicos de cada época.
La obra de Elíseo Reclus, el geógrafo francés que nos ocupa, sufrió ese silen
cio al que aludía Orwell y él mismo se vio apartado de la geografía universitaria
por las vicisitudes de su acuvidad política: exilio en 1S51 - hasta 1S57 - tras el
golpe de Estado de Napoleón III, destierro desde 1872 en Suiza, tras la Comuna
de París de 1871; marcha a la Universidad de Bruselas en 1894 hasta su muerte
en 1905. No obstante, pudo divulgar sus ideas a través de la prensa y la publica
ción de grandes libros de geografía entre los que destaca La Tierra. Descripción
de los fenómenos d e ¡a vida en el globo, 2 vols. (1868-69), Historia de un
arroyo (1869), Hueva Geografía Universal, 19 vols. (1876-94), Historia de una
montaña (ISSQ), E l hombre y la tterray 6 vols. (1905-08). Este "historiador de la
naturaleza" como le define G.S. Dunbar en su libro biográfico6 participó desde
1894 en la creación y desarrollo de la Universidad Nueva de Bruselas, nacida
frente a los obstáculos que la Universidad Libre puso a la enseñanza de Reclus en
ella. En la Universidad Nueva, que duraría hasta 1919, Reclus fundó un Instituto
Geográfico en el que la geografía halló por primera vez autonomía propia. Las
voces renovadoras de las universidades europeas proponían seguir ese modelo de
Bruselas para la enseñanza superior de la geografía que en todas ellas era consi
4 Crudo en A. López A ccotto, O rwell y España. 1985, (Madrid, ed. A kal), p. 99.
5 M assmo Quaini, La construcción de ¡a geografía humana. 1975, (Barcelona. 1981 ed.
O ik o s-T a u )
6 G .S. Dinibar. Elisée Reclus, H istorian o f Sature, (A ichons Books, H unden, Connecticul.
1978).
E l is e o rec lu s y E spa S a 395
derada ciencia auxiliar de la historia. Sin embargo, al estar ausente de los puestos
oficiales y quedar, fuera del circulo académico, Reclus ha sido relegado de su
puesto en la historia de la geografía, dominada en este siglo por la geografía re
gional vidaliana, tanto en Francia como en España. Hay que esperar hasta la co
nocida crisis de la geografía de los años setenta de nuestro siglo para volver a oir
hablar de Reclus.
El clima de insatisfacción que se produjo en ese momento en el ámbito geo
gráfico, tras las sucesivas etapas cuantitativistas y marxistas, llevó a echar una
mirada hacia atrás en la historia reciente del pensamiento geográfico. Asi, algu
nos estudiosos encontraron en Reclus una geografía más pertinente con sus preo
cupaciones que la tradicionalmente enseñada. N o es casual que la tendencia en
que se inscribe la recuperación de la obra reclusiana se denomine "Geografía
Radical"7.
La obra de Reclus, al igual que la de Kropotkin, es considerada por estos geó
grafos radicales como una "geografía socialmente relevante"8, puesto que reúne
teoría y praxis en un análisis global y critico sobre el mundo. Como cita el nor
teamericano J. M ac Laughlin en un artículo recientemente aparecido en Antipode,
la convicción de que "la geografía debía ser un medio de disipación de prejuicios
y de creación de otros sentimientos más dignos de la humanidad" llevó a
Kropotkin a animar "a geógrafos y científicos sociales a no separarse de la vida
política y económica del campesinado, sino a introducirse ellos mismos en la
causa de la liberación social preparando la emancipación del pueblo y
convirtiéndose en los defensores de los pobres"9.
Este compromiso social de las obras geográficas ocasionó una reacción con
tradictoria por parte de los científicos de finales del siglo XIX: fíente a la admi
ración que declaraban hacia las aportaciones geomorfológicas, geológicas o físi
cas de las obras de Kropotkin - y lo mismo sirve para Reclus • sus escritos de
geografía social, economía, ciencia social, ecología o antropología no se conside
raban más que "desviaciones ideológicas de la ciencia real"10. La revista
7 Sobre esta co m eó te de los años setenta ver: D.M. Smith, "Radical geography: the next
revohitíoa?", A rea, voL DI, núm. 2 (1971), pp. 153*157. R J. Chorley (dir.), Huevas
tendencias de la Geografía. (Madrid, I.E.A.L., 1975). M .D. García Ramón, "La geografía
radical anglosajona". Documente d ’anahsi, Revista de la Universidad Autónoma de
Barcelona (1 9 7 7 ), pp. 59*69.
8 D.R. Stoddart, "Kropotkin, Reclus and relevant Geography", Area, núm. 7 (1975), p. 188.
Ver el interesante estudio biográfico de Dunbar, Eltsée Reclus, Historian o f Nature (ver
nota 6).
9 J. Mac Laughlin, "State-ccntered social Science and the anarchist critique, ideology in
Í
oUtica) geographyJ',^ w i/>(xk , núm. 18:1 (1986), p. 26.
. Mac Laughlin, "Staie-centered social Science", p. 25.
396 M a r ía Teresa V ic e n t e m o s q u e t e
Antipode (Worcester) publicada en Estados Unidos desde 1976 recoge las re
flexiones de los geógrafos radicales, uno de cuyos grupos analiza las ideas anar
quistas en su intento de hacer una geografía socialmente activa y comprometida,
con el objeto de contribuir a una mayor justicia social con su trabajo de geógra
fos, de ayudar en la tarea de "eliminar la pobreza, acabar con los conflictos de
clase y la opresión y la explotación"11; es lo que Richard Peet, uno de los impul
sores de la revista, denomina "Geografía de la liberación humana"12.
La geografía de Kropotkin y de Reclus se revela como un instrumento cientí
fico para descubrir las desigualdades del mundo. Además de incorporar los méto
dos positivistas al estudio de las relaciones entre el hombre y el espacio, no olvi
dan que los conflictos de poder se apoyan en el conocimiento del territorio sobre
el que se extiende el dominio. El carácter estratégico del saber geográfico que,
antes de la institucionalización de la geografía como materia académica a finales
del siglo pasado, era su principal valor a los ojos de sus usuarios - gobernantes,
militares, comerciantes - perdura en la obra de estos geógrafos, es más, ellos lo
difunden para que sirva a los pueblos en lugar de quedar restringido a los grupos
de poder. En Francia, la revista Hérodote dirigida por Yves Lacoste apareció
desde 1976 como una revista de geografía y de geopolítica, revalorizando ese
carácter estratégico del saber geográfico ya presente en la obra de Reclus, a tra
vés de los artículos sobre todo de Béatrice Giblin13. E n ese sentido, el libro de
Lacoste titulado La geografía, un arma para la guerra (1977) supuso hacer
fíente al miedo que la comunidad geográfica tenía a incluir en sus estudios la
geopolítica, tras la utilización de las teorías deterministas ratzelianas en las doc
trinas pangermanjstas de los anos treinta. Lacoste define la obra de Reclus como
geografía fundamental porque estudia la organización del espacio como un poder:
saber pensar el espació para mejor actuar sobre él es un saber que ha de llegar a
todos los ciudadanos.
Esta geografía al servicio de los pueblos en cuanto que responde a la exigencia
de compromiso social del científico puede finalmente considerarse como una
11 J. Mac Laughlin, "State-centered social science”, p. 26. Ver también: J.S. Campbell,
"Ubertariin reactions to a mardst view: comment oo David Harvey*, Antipode, (1 9 8 5 ), p.
24ss.
12 R. Peet, 'T he geography o f buman libération". Antipode, v o l 10:1 y ! 1:1 (1979), pp. 119«
134.
13 Y. Lacoste. "Géographicité et géopolitique. Elisée Reclus", Hérodote (Paris), X X II (1981),
pp. 14-55. B. Giblin, "Elisée Reclus: géographie, anarchisme", Hérodote , X X D (1 9 7 6 ). pp.
30-49. B. Giblin, Elisée Reclus. Choix de textes de "l'Homme et la Terre", 2 v o ls., (Pans,
ed. Maspero, 1982).
E l is e o rec lu s y Espa ña 397
17P.Y . Pccboux, "Eliséc Reclus au panthéon des libcrtaires", Hérodote, XXII (París, 1981),
pp. 88-94
18M . Zem liak "Reclus. les anarchistcs ct les marxistes", Héroáote, X X U (París, 1981), pp.
98-106.
) 9 E . R e c l u s . E l ho m b re y la ¡ierra, 1 9 0 5 - 1 9 0 8 , 8 v o l s . , ( M a d r i d , E d . D o n c e l , 1 9 7 5 ) , t. I, p.
E l is e o Re c l u s y E spaña 399
2 0 R e c lu s, E l ì t o m b r e y la tierra, 1. 1 , p . 71.
400 M a r ía T e r e s a V ic e n t e M o sq u ete
Ante iodo, lo que los diplomáticos repitea acerca de las fronteras naturales que separan
los £stados en virrud de una especie de predestinación geográfica, carece de razón. No
hay fronteras naturales en el sentido que les dan los patriotas. (...) las líneas de partición
política trazadas sobre las cimas alpinas y sobre las crestas de los Pirineos no son menos
arbitrarias y no respetan más las afinidades naturales27.
oficial, pues según sus palabras "la enfermedad espiritual de España no es la in
cultura de los analfabetos sino la mala calidad de la cultura de los cultos***. En
esta linea aparecen varios libritos39 en la "Sección de Geografía e Historia" de la
colección citada, que versan sobre la historia de España desde sus orígenes, des
tacando los errores históricos que han conducido a la situación del momento. Para
Reparaz, la desviación de la política española respecto a las orientaciones que
proporcionaba su geografía estaba en la base de un desarrollo histórico equivo
cado: la imposición de la unidad política fíente a la federación de diversas nacio
nalidades que aparecen en el suelo español. En los años de la guerra civil
Reparaz colaboró asiduamente en Solidaridad Obrera (Barcelona) con sus co
lumnas sobre "Geografía, Historia y Política' y "Geografía y Política". Las críti
cas a la política española en Africa le ocasionaron la separación de la adminis
tración y la censura de los medios de comunicación a sus esentos, por lo que sus
obras aparecen en editoriales populares y anarquistas40.
La reinteipretación de la historia hispana halla a su vez un paralelo en otra
H istoria p o p u la r d e A m érica que la misma colección valenciana publicó de la
mano de Ramón J. Sender en esa misma época; ofrece una versión crítica de la
colonización española en el Nuevo Mundo a través del análisis comparativo de la
situación anterior y posterior al descubrimiento41.
Otro tema cuyo planteamiento es coincidcnte en Reclus y determinados autores
españoles es el problema de la propiedad de ¡a tierra. La tierra en su relación
con la cuestión social se asocia en España a la liberación de los trabajadores, del
hambre, como objetivo más inmediato, v de la explotación, a más largo plazo. De
la urgencia del problema de la tierra en España trata P. González Blanco en su
publicación de la editorial Sempere42, afumando: "En España vendrá la revolu-
ción social, no por estímulos de disputa ideológica, sino por exigencias de la in
mediata satisfacción fisiológica". Por otra parte, el conocido regeneracionista
castellano Julio Senador reivindica el carácter liberalizador de la posesión colec
tiva de la tierra al concluir su libro en la misma colección que el anterior con es
tas palabras: "La tierra en poder del monopolio no hace más que esclavos. En po
der de los pueblos, les haría plenamente libres"43. El libro comienza con una ex
presiva caricatura del orden social establecido, relacionándola con el sistema im
positivo español y sus desastrosas consecuencias para la economía y la sociedad:
"La soberanía nunca ha pertenecido a la Nación, sino a los grupos oligárquicos
que, como vencedores en la antigua lucha campal o en la moderna lucha social, se
han asegurado, por la fuerza el derecho a exigir e) pago de tributos. Estos grupos
son cuatro: burocracia, dueña del Estado; aristocracia, dueña de las tierras; plu
tocracia, dueña de los monopolios; pulpocracia, explotadora del arancel aduane
ro. El resto somos 'democracia' [...] es decir, proletariado de blusa o levita. No
tenemos nada y, sin embargo, pagamos. Ellos lo tienen todo y, sin embargo, co
bran. Esto se llama en lenguaje político 'el orden social1que todos los gobiernos
procuran mantener imperturbable”4445.
Felipe Alaiz aborda el tema en los años treinta en una obra sobre la expro
piación social de la tierra, aparecida en las ediciones de la Revista Blanca**. Ya
en plena guerra civil, hace un llamamiento a la necesaria solidaridad entre campo
y ciudad46, que se plasmará en la postguerra en un libro publicado por fascículos
entre 1945 y 1947 en el exilio francés de Bordeaux. En esa obra47, Alaiz parece
retomar el enfoque analítico de Reclus, a juzgar por la presentación que la Edito-
nal Tierra y Libertad hace de ella:
43 J. Senador Gómez, E l impuesto y los pobres, Cuadernos de Cultura, vol. XXXV, Sección
Economía, núm 3, (Valencia 1931), p. 49.
44 Ibidem, p. 3. Ver también en este sentido la obra de G. de Reparaz (hijo), Pobreza y atraso
en España, Cuadernos de Cuhura, vol. LXVI, (Valencia 1932), 51 pp.
45 F Alaiz, E l problema de la iierra. Reforma agraria y expropiación social, Colección "El
mundo a] día", núm. 1 (Barcelona, Editorial de la Revista Blanca, 1935), 32 pp.
46 F Alaiz, Por una economía solidaria entre el campo y la ciudad, (s.L, Oficinas de Propa
ganda de CNT-FAL circa 1937), 15 pp
47 F. Alaiz, Hacia una Federación de Autonomías Ibéricas, (Bordeaux, ediciones Tierra y
Libertad, 1945-1947), 20 fascículos.
48 Presentación de la Editorial Tierra y Libertad al fascículo 2, contraportada.
e l ís e o Reclu s y E spaña 407
4 9 El análisis detallado d e esta obra está desabollado en las pp. 411-423 de mi te a s doctoral
citada en la nota 16.
50 F. Alaiz, Las costas de l a Península Ibérica, fascículo VIII, {Bordeaux, 1946), p. 3.
51F. Alaiz, Economíafederable, fascículo X. (Bordeaux, 1946X p. 28.
52 F. Alaiz, La Federación Local es el Municipio, Fascículo IV , (Bordeaux, 1945), p. 20.
53F . A h n ^C ifra y pruebade lavidaloca! española, fascículo XQI, (Bordeaux, 1947), p. 13.
408 M a r ía Teresa V ic e n t e M o squete
Elisio Reclus era im pensador visual Tenia cerebro de sabio, pero al mismo tiempo ojos
de pintor. Siempre será un visual en geografía como lo era al mismo tiempo en la ciencia
social En esta no solamente lo ve todo con mirada de artista, sino que al mismo tiendo
tiene visiones interiores de una fuerza extraordinaria, en razón de su carácter enérgico y de
su dulzura contemplativa.
Y añade él mismo: Reclus no separa jamás al hombre de la evolución de la Naturaleza, Las
humildes hierbas desmoronan los fuertes castillos, y los hombres más miseros derrumban
lentamente el pasado, trabajando por su porvenir que es la libertad y el bienestar5*.
El anarquista so será dueño de sí hasta que esté emancipado de sus pasiones irracionales
Necesita conocerse, desprenderse de su propio capricho, de sus impulsos violentos, de
iodos sus defectos de animal prehistórico, no para matar sus instintos, riño para conci
liarios armoniosamente con sus aspiraciones de hombre. (...] Si el anarquista llega a cono
cerse, con eso mismo conocerá su cuerpo social, lodos los camaradas serán iguales,
dándose mutuamente las mismas pruebas de respeto y los mismos testimonios de solidari
dad. Serán hermanos eo adelante, y las miles de rebeldías aisladas se transformarán en una
reivindicación colectiva que nos dará la sociedad nueva, la de la armonía.56
54V. Blasco Ibáfiez, "Una familia de geógrafos. Los hermanos Reclus”, estudio preliminar en
el voL I, pp. 5-36 de Elíseo y Onésimo Reclus, Novísima Geografía Universal, 6 vols,
(Madrid, La Editorial Española-Americana, 1906).
5$IbkUm,p. 1S.
56Circulo Internacional de Estudios Sociales, Homenaje a Elíseo Reclus, (Montevideo,
1905XP-S1.
Iris Ai. Zavala
decir, cuantos nos inducen a sospechar de aquello que se nos ofrece como verda
dero. Entre otras sospechas, la de las mitologías (si entendemos por 'mitologías1
representaciones ideológicas) En palabras de Marx: "Todas las mitologías do
meñan, dominan, moldean las fuerzas de la naturaleza en la imaginación y por la
imaginación: desaparecen, pues, cuando estas fuerzas son dominadas real
mente".11 Se observará que Marx alude, muy directamente, a problemas de 're
presentación', 'imaginación1 y sujeto representador. Las oposiciones (u oxímoro
nes) a los cuales he aludido, revelan construcciones enunciativas de la lucha de
clases; la metáfora del 'espejo1permite establecer nexos entre ideología, represen
tación e identificación. El espejo (cóncavo para Valle) ayuda al sujeto a recono
cerse pero, a su vez. el sujeto debe romper el espejo que le presenta una realidad
prefabricada, y moverse hacia la verdadera realidad social.
A final de siglo, representantes diversos de un universo gráfico y teatral (los
caricaturistas, los 'modernos1) incorporan todo un lenguaje que se levanta contra
la norma, que pone de relieve los conflictos entre la palabra constativa y la per-
formativa, en juegos especulares. Estos textos (con los cuales en particular dialo
ga Valle-lnclán), revelan la función de disimulo y enmascaramiento de los
lenguajes de la autoridad, en derroche de significantes y confluencia de
inversiones. Son discursos que deconstruyen la supuesta sobriedad', el honor y la
verdad de los mitos (mitologías) nacionales. Redingen sus inversiones. En
particular, importa recuperar la crítica de) teatro burgués; espacios privilegiados
del universo contestatario y anti-burgués de anarquistas y socialistas. Esta critica
se inclina, sobre todo, hacia el ejercicio de) espejo y sus alternativas como
degradación de todo saber anterior, de toda autoridad, como negación final de tos
referentes y con una redefimción de la cultura
Partamos de algunas premisas. El proyecto cultura) anarquista se funda en las
siguientes propiedades: el 'ideal' del arte, que implica a su vez una negación del
concepto burgués del arte por el arte; el arte como fenómeno social, por tanto el
'arte nuevo' habría de expresar las tendencias y aspiraciones de la sociedad con
temporánea; el arte como expresión de la 'vida' fuerte y exuberante; el arte como
expresión de la libertad y de la rebeldía (no sólo ideal revolucionario); un arte
'realista', es decir, en estrecha relación con la realidad, pero real, auténtico, cien
tífico.12 Hasta aquí las categorías de la formación discursiva que proponen los
i 1 KatI Marx. Contribución a ¡a critica de la economía política, en Carlos Marx, Federico
Eogels, Sobre la literatura}- ciarte (Cuba, 1965), pj). 115-116.
12 José AK v e z Junco, La ideología política del anarquismo español (¡861-1910) (Madrid,
1976), pp. 65-92; Jesús Rubio Jiménez, Ideología y teatro en España: 1890-1900
(Zaragoza, 1982), pp. 110-111.
E s p e jo s , r e f l e jo s : a n a r q u is m o y l it e r a t u r a 413
13 Iris M. Zavala, "Lírica y fin de siglo: Rubén Darío bajo el signo del cisne", Utopias 111, i
(1987), pp. 179-196.
14La Rtvtsta Blanca 15. ÏB. 1903.
414 Ir is M Zavala
23 V éase la compilación de textos sobre esta polémica, en Aesthetics and Politics. Debates
bet*een Emst Bloch. Georgy Lukács. Bertolt Brecht. Walter Benjamín. Theodor Adorno
Ronald Taylor (trans, ed.) (L o a d o s, 1979), y la critica antiform alka d el Circulo Bajtio en
Nlikhail Bakhtm (P .N . M cdvedcv), The Formal Method in Literary Scholarship. A Cnrícal
Introductton to SociologicalPoeñcs (Cambridge, 1985)
ESPEJOS, REFLEJOS: ANARQUISMO Y LITERATURA 417
Bar, Antonio 91:41, 251, 251:30, Blasco Ibafiez, Vicente 18, 146:17,
253:35 237, 240, 297-304, 398, 4 0 8 , 408:54.
55
Bark, Ernesto 409,409:2
Bloch, Ernst 416:23
Baroja, Pío 18, 113, 113.w, 121,
121:4, 164:3, 172, 173:36, 174:42. Bloch, Olivier 8:34,35
237,297, 303,304,304:6,306:9 Blum, H eikoR . 320;ii
Barrera, J. 226:29 Bok, Sissela 68:22
Barrio Alonso, Angeles 51:16, 56:24 Boletfn de la Escuela Moderna 397,
Barthes, Roland 172:34 403, 404,407
Colmena, L a 383
Chabod, Federico 179:5,6
Colón, Cristóbal 23, 196
Charbonne!, Paulette 7:29
Comas y Sola 369
Chateaubriand, François R. de 184
Combate, E l 227, 227:32
Chomsky, Noam 393, 393:3
Combes, M . 21
426 I n d ic e
Garrido, Femando 61, 62, 62:io, 63, González Morago, Tomás 20l:i
83, 84, 84;i5, 85, 85:», 154 González Pacheco, Rodolfo 305:$
Gener, Pompeu 165,165:4 Gori, Pietro 311:20
Generación Consciente (después Goya, Franciscode 155:i3,158
Estudios) 33, 102, 284:9, 11, 285, Gramsci, Antonio 180, 180:9, 188,
285:i$, 286, 286:19, 20, 287, 288,
188:20, 418, 418:26
289, 289:29, 290, 291, 291:35,
292:«, 293.45, 295,295:56, 5» Grandjouan 223
Gentelle, Pierre 400:22 Graner y Airufi, Luis 223
George, Pierre 3 97,397: 15 Grave, Jean 2 0 ,2 1 :u , 51,389
Germinal 220, 230 Grimm, Reinhold 3 1 7 ,3 1 7:$. 6. s
Ghiraldo, Alberto 133, 133.15, Grito del Pueblo, E l 45:3,180
305-314 Grossmann, Atina 283:6
Giblin, Béatrice 396, 396: 13, 400, Guallar, Javier 170:24
400:23,24 Guanyabens, Emilio 277
Gil Albert, Juan 198 Guardia, Alfredo de la 305;$
Gil Mendoza, Femando 328:to Güell, Xavier 356
Gil aben, Alejandro J. 366 Guereña, Jean-Louis 324:3
Gilimón, Eduardo G. 313:2) Gusfield, Joseph R. 246 :13
Giménez Caballero, Ernesto 237 Gustavo, Soledad (véase Teresa
Giuliano, William 340:24 Mañé) 2, 157, 216, 216:6, 384,
Glick, Thomas F. 282:5,295:57 385-.M, 389:58,390, 391,391:6$
Glöckner, Wolfgang Karl 137:26 Guzmán, Eduardo de 96
Godoy, J. 20
Godvvin, William 195 Habermas, Jürgen IX, 125, 126, 161,
410,410:6
Goldschmidt, Richard B. 34:s
Hardt, Manfred 180:7
Gómez de Baquero, Eduardo 239
Hardy, Gabriel 283,286,286:20
Gómez de la Sema, Ramón 177,177:2
Hartmann, Eduard von 163
Gómez del Valle, Diego 24:25, 26:30
Harvey, David 396 :11
Gómez Mendoza, Josefina 397 : u
Haubrich, Walter 320 :13
Gomis, Celso 216:$, 277
Haupt, Georges 87:24
González, Fernán 196
Heberle, Rudolf 246: 14 , 247.17,249:23
González Blanco, Pedro 164,405:42
Hegel. Georg W .F . 127
González Media 238
430 I n d ic e
126, 139, I39:i, 140, 145, 172, 365:«, 9, 366:io, u , 12, 367:14, 382,
173:16,237.238, 240,386 383:22, 385:34
Orto 103, 104, 104:71.72,105, 106 Peiró Belis, Juan 89, 89:33, 94, 105,
Orwell, George 393, 394, 394:4 106, 266, 382, 382:19,20, 383, 384,
392
Otero Carvajal, Luis E. 377:4, 378:¡
Pelletier 34
Oved, Iaácov31l:20
Peraán, José María 197
Peña 238
Padgug, R A. 2 8 l:i
Pérez Aricha, J. 238
Palacios, Alfredo 313, 313:22
Pérez de Ayala, Ramón 306
Palacios, F. 25::!
Pérez de la Dehesa, Rafael 216:$,
Pallás, Paulino 114, 117, 118:30
227:31, 384:26, 390:59,62
Panlagua, Xavier 287:22
Pérez Galdós, Benito 19,306,355
Paraf-Javal, Píerre 21
Pérez Ledesma, Manuel 85:is
Pardo Bazán, Emilia 354
Peristiany, Jean G. I46:i? r
Paredes, Félix 194
Persco, Constelación 232
Pancio, Antonio 197:?
Peset, José L. 110:i
París, Carlos 122, 122:7,126,126:22
Pestaña Núñez, Angel 91, 91:41, 94,
Parsons, Talcott 247, 256:41 94:4?, 105, 106, 251, 251:31, 253,
Partido Demócrata 61,61 :9, 62 256, 266, 381, 381:i$.i«, 382,
Partido político futurista 181, 185, 382:19,383, 384, 384:2$, 392
186,190 Petrarca, Francesco 277
Partido Sindicalista 383 Petróleo, E l 218:i7
Pascal, Blaise 410:3 PfandI, Ludwig 158, 158:2$
Paso, Leonardo 314:2$, 26 Pi i Margall. Francisco 1 ,2 , 8 ,1 0 ,1 1 ,
Pastor, Juan J. 2S5:i5,288:2« 19, 44, 52, 62, 6 2 :u , 82, 83, 83:i2,
122,154,168,168:12
Patronal de Gijón 47
Pindy, Louis 201:i
Paz. Abel 93:4$, 319: jo, 12.13
Pissarro, Camille 223
PCE (Partido Comunista de España)
90:j6 Pissarro, Lucien 223
Péchoux, Pierre Yves 398 :17 Pitt-Rivers, Julián 145, 145:i5, 146,
146:i6
Peciña, M. 287:22
Pizarro, Francisco 196
Pect, Richard 39 6 ,3 9 6 :12
Plaja, Hermoso 386, 386:3«
Peuats Valls. José 54, 364:«, 365,
Indice 437
Réélus, Elisée 20, 21:», 191, 378, Ricceur, Paul 411,41 Ino
393-408 Riehes, David 147:is
Rector, M. 143: n Riera, Josep 370, 371
Reforma Eugénica 290,291 Riesz, János 180:7
Reformas Sociales 44:i, 45:3 Rivero, Nicolas M aria 62
Régénération 21:» Robert, Roberto 62
Régnier, Ph. 8:34 Robín, Paul 31, 283, 2 8 6 ,286:is
Relgis, Eugen 34:6, 3 8 ,1 1 8:32 Robles Egea, Antonio 419:29
Remartinez, R.M. 33, 290 Rocker, Rudolf 151-162
Renau 103, 105 Rodin, Auguste 223
Reparaz, Gonzalo de 404, 405, Rodó, José Enrique 413
405:38.3$
Rodríguez 201 :1
Reparaz, Gonzalo de (hijo) 405:39,
406:44 Rodríguez, Hildegart 283
Rodriguez-Moftino, Antonio 193
Resnick, Stephen 100:31
Reus 69 Rodríguez Lafora, Gonzalo 287
216:6, 274, 275, 276, 27«, 278:13, Solidaridad Obrera 51, 51:i?, 86,
279 93,96, 133, 133:w, 216, 216:6,220,
Serrano Plaja 198 380, 380:i2, 381, 382, 383, 384:24,
385, 386, 388, 405
Serrano y Domínguez, Francisco 58
Solidaridad Proletaria 93
Sewell, WiUiam H. 203:3, 205:*,
2 U ;is Solidario, E l 2 1 8 ,2 1 8:16
Shorter, Edward 281 :i Solidarios, Los 386
Sierra, Pedro 4$, 49, 50, 51, 53,56 Sorel, Georges 179,
Sigal, Silvia 314:26 Soriano, Rodrigo 18
Siguan, Marisa 255:40, 386:35, 390:60, Soriano, Trinidad 201 :i
65 Sotelo Vázquez, Adolfo 350:9
Silva 413 Souza, Germinal de 88
Simmel, Georg 68 :22,245:?, * Spencer, Hcrbert 1, 2, 3,357
Simón, WiUiam 281,281:2 Spoliarium 3 5 6 ,3S6:n
Sindicalista. El 383 Steinlen, Théophile Alexandre 223
Sindicato de Profesiones Liberales Steland, Dieter 339 :17
237 Stimer, Max 21:15,163-175,303, 304
Sindicato Mercantil de Barcelona 264 Stoddart, David R. 395:*
Sindicatos Unicos 378, 381, 383, Stildemann, PeterE . 143:n
384:2*
Suárez, Marcelino 230,231, 231:43
Sillín, L. 286:20
Subirats, Eduardo 168:i3
Smith, David M. 395:?
Sux, Alejandro 305:5
Socialista, El 45:4,6.7, 414
Sociedad de Tejedores 65
Taboada Casero 239
Sociedad del Mortero 61
Tamayo, José 338
Sócrates 23
Tárrega 358
Sol, El 8 9 ,237,305,305:2,386
Tárrida del Mármol, Femando 2, 10,
Sola, Perc 367 :13 75, 154, 160:30, 228, 228:37, 238,
Soldcvila y Romero, Juan 316 276, 277, 348
Solí. L a (véase Solidaridad Obrera) Tavera, Susanna 379;io, 380:ia,
98, 380, 381,391 389:5*
Solidaridad, La 231, 231:44, 232, Taylor, Ronald 416:23
2 3 2 :4 7 Témime, Emile 319:13
I n d ic e 441
Wagner, Richard 73
Weber, Dietrich 321 ;i7
Weber, Max 250:26, 409
Weeks, Jeffrey 281, 281: 1, 2,3
Wienand, Peter 155:14,161:34
Wilfredo y Berenguer 196
Willete, Adolphe 223
Winklehner, Brigitte 190:27
Winkler, M ax 284:9
Wolf, Eric R. 143, 143:12
Woodcock, George 198:s