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DESEOS

Los deseos y voliciones de segundo orden como configuración del concepto persona y la libertad de voluntad como
característica de ésta.

El Presente trabajo manejará la siguiente estructura: la primera parte constará de una presentación general de la
teoría de Harry Frankfurt en el ensayo La libertad de la voluntad y el concepto de persona (FWCP)[1], segundo
ensayo de su libro La importancia de lo que nos preocupa; una segunda parte que expondrá los argumentos y
ejemplos que sustentan la teoría del autor y la conceptualización que hace de ciertos términos relevantes para su
exposición ; la tercera parte consistirá en un análisis que presente mi postura frente al ensayo.

1. Presentación de la teoría de Frankfurt

El ensayo FWCP empieza con la objeción del concepto primitivo de persona expuesto por P.F Strawson en
Individuals, para, a partir de este concepto, desarrollar un concepto no primitivo y extenso sobre lo que es persona
(en términos filosóficos[2]). Para esto presentará la diferencia entre los deseos de primer y segundo orden y
posteriormente el problema de la volición (ref. a la voluntad) y caracterizar las voliciones de segundo orden como
condiciones del ser persona.

Siguiendo lo anterior y teniendo en cuenta que Frankfurt se hace partícipe del histórico problema del concepto
libertad (problema que se ha presentado tanto en términos negativos como positivos, como lo hemos evidenciado a
lo largo del seminario) configurando dos ideas, a saber, la libertad de acción y la libertad de voluntad, diferencia
antes propuesta por Ansgar Beckerman, para concluir en una nueva propuesta de criterios para la evaluación de la
histórica pugna filosófica entre los libertarios y los deterministas.

Para Frankfurt los deseos de primer orden son los que refieren al deseo directo de una entidad o agente a un objeto
y se suple obteniendo el objeto, en cambio los deseos de segundo orden refieren al deseo configurado, es decir, al
quiere querer (Frankfurt, p. 32), digo configurado porque estos deseos de segundo orden se refieren a la
satisfacción de un deseo que no se resuelve directamente con un objeto; además, Frankfurt introduce el concepto
de voliciones de segundo orden que refieren a la elección del deseo que se quiere sea más efectivo y este es a su
vez condición de persona.

Frankfurt introduce la posibilidad de que existan deseos y voliciones superiores a las de segundo orden, que
corresponderían a un conflicto del cual no emerge elección alguna, por eso es posible que quien no elija el deseo a
hacer efectivo en una volición de segundo orden, pueda hacer emerger estos casos –superiores- que poco se tratan
en el texto.

Ahora, respecto a la voluntad de libertad se corresponde la necesidad de tener voliciones de segundo orden,
independientemente de que estas voliciones sean las que dirijan la voluntad. Hay un estadio de deliberación en este
ejercicio. Frankfurt planteó de forma importante la diferencia entre la voluntad[3] y lo que el nombra voliciones,
que aunque son referentes a la voluntad, la primera no implica que se lleven a cabo ejercicios de determinación de
los deseos que se quiere sean efectivos.

2. Argumentos y ejemplos de la teoría de H. Frankfurt

La apuesta bidimensional de Frankfurt y la lógica de jerarquización que usa para desarrollar tanto el concepto de
persona como el de la libertad de la voluntad dan cuenta de los criterios en los que se basa para poder hacer su
ejercicio filosófico, a saber, que a la filosofía sólo le concierne los problemas de la condición humana. Acá cabe
aclarar por qué al inicio de este párrafo llamé a la apuesta de Frankfurt bidimensional, y es porque el punto

Juan Carranza Espíritu


desarrollado de su teoría consiste, en poner en evidencia que la discusión de la libertad, si se maneja sólo en
términos de acción, dejando de lado las gamas que corresponden a esa singularidad humana, se vuelve una
discusión que poco o nada refiere a eso que él identifica como “un mayor y más constante interés que el de
comprender lo que somos en esencia” (Frankfurt, p. 26), es decir, si no se reconoce una de las particularidades
humanas, a la cual Frankfurt llama persona, para no caer en el juego que puede resultar el remitir a la especie
humana[4], pues en ese caso la discusión por la libertad se convertiría en algo que traspasa la discusión filosófica, y
esta discusión (la filosófica) por lo problemático en la condición humana, que es para el autor el camino de la
filosofía.

Partir de comparar para llegar a una definición da cuenta de la complejidad de empezar a develar eso de lo cual solo
se tienen nociones, en primer lugar debemos mirar el concepto de persona, que se pretende definir no
primitivamente, esto es, extensamente y aclarando categorías diferentes a las usadas por P.F. Strawson, a saber,
predicados materiales y predicados de conciencia, que al parecer no resultan ser, según Frankfurt, parte de un
análisis profundo. Aunque los defensores de Strawson señalan que si bien el concepto de persona en este autor es
primitivo, él aclara lo que significa estados de conciencia, categoría que se puede empatar con la de propiedades
mentales. Al parecer Strawson al hablar de la identificación, lo que rastrea es cómo se atribuyen los estados de
conciencia en uno y en otro como sujetos de experiencia, pero como éste no es el punto central de la teoría de
Frankfurt, basta con esta enunciación que da cuenta de que hay cosas que omite Frankfurt al empezar su ensayo
con esta objeción.

Como se expuso antes, Frankfurt empieza a desarrollar ideas entorno a los deseos en general de los seres vivos para
llegar a la cima de los deseos que son propios de la singularidad humana.

En cambio los deseos de segundo orden corresponden a los deseos configurados o compuestos, provistos de
gamas, tales como: si decimos un agente W quiere hacer una cosa C u obtener C, en realidad puede pasar que, W
no quiere hacer C, W no sabe que quiere hacer C, W quiere abstenerse de hacer C, etc. (Frankfurt, p.28). Acá
evidenciamos algo y es que estos deseos parecen contemplar más la forma del acto que el objeto; en el ejemplo de
W no sabe que quiere hacer C, se podría preguntar sobre la posibilidad de pensar que un agente no sabe qué
quiere. Para ellos Frankfurt aclara que estos deseos pueden ser conscientes o inconscientes[5].

La explicación de los deseos de segundo orden dan cuenta de un estado complejo que supera al deseo de un animal
no humano, aunque tampoco caracterizan a una persona, es posible que hayan agentes de nuestra especie que
tengan solo deseos de primer orden o que tengan deseos de segundo orden y que aun teniendo estos últimos, al no
tener voliciones de segundo orden, no podrían ser categorizadas como personas (Frankfurt). La diferencia de los
deseos parece comprobarse por medio de una autoobservación o la observación de otros[6].

Posterior a la explicación de deseos del segundo orden, el autor presenta su conceptualización de la voluntad[7],
presentada como la noción del deseo efectivo y la identificación del deseo (o los deseos) que inducen a realizar
alguna acción (Frankfurt, p. 29).

La introducción del concepto voluntad da cuenta claramente de la diferencia entre una persona y otro agente
humano al cual no se le puede llamar persona, porque para ser persona Frankfurt dice que éstas –las personas-
deben tener voliciones de segundo orden (o superiores a ésta), y que para tener una volición de segundo orden se
debe tener deseos de segundo orden, siguiendo esto, procederé a mostrar lo que Frankfurt llama voliciones de
segundo orden.

La volición de segundo orden es la que permite identificar un deseo que se quiere sea efectivo y que sea su
voluntad, esto es que “quiere que este deseo sea efectivo, es decir, que proporcione la motivación de lo que

Juan Carranza Espíritu


realmente hace” (Frankfurt, p.31). Al detectar la voluntad de un agente, se detecta, además, el deseo que se quiere
sea efectivo, y según esto se puede hacer una relación de igualdad entre: voluntad = deseo efectivo = quiere querer.
Por esto Frankfurt aclara que es poco probable que una persona que tenga deseos de segundo orden no tenga a su
vez voliciones de segundo orden, pero como puede darse el caso de un agente que tenga deseos de segundo orden
sin tener voliciones de segundo orden, el autor del ensayo, llamará a estos inconscientes, aunque en los pies de
página Frankfurt admite que ésta es una hipótesis ad hoc ya que la introduce solo porque facilita su construcción
teoríca.

Los agentes inconscientes no se interesan por su voluntad, por eso llevan a cabo acciones sin saber si es realmente
lo que quieren hacer. Por supuesto, al contrario de los inconscientes, se encuentra el agente consciente y a éste le
corresponderá el interesarse por su voluntad. El agente incosciente no es señalado de irracional, ni sus deseos-
acción de irreflexivos pero al no poner en el centro de la deliberación la voluntad y participar de forma conciente y
responsable (por haber decidido) de sus actos, como se dijo antes, no participa del ser persona.

Frankfurt plantea un condicional, que permite ver que se hace posible una transición entre un agente no persona a
una persona;

“al sostener que la esencia de ser una persona reside no en la razón sino en la voluntad, estoy lejos de sugerir que
una criatura sin razón puede ser una persona. Ellos se debe a que sólo en virtud de sus capacidades racionales una
persona es capaz de volverse críticamente consciente de su propia voluntad y de formar voliciones del segundo
orden. La estructura de la voluntad de una persona presupone, en consecuencia, que es un ser racional” (Frankfurt,
p.34)

El ejemplo que Frankfurt coloca para evidenciar la diferencia entre un agente incosciente y uno consciente
(persona) es el de un par de drogadictos, el primero tiene deseos conflictivos, fisiologícamente es adicto, pero
detesta su adicción y lucha contra ella aunque sea en vano. Intenta estrategias para poder detener su deseo de
consumir drogas, pero recae pues esos deseos lo conquistan, “ se trata de un adicto contra su voluntad, indefenso
ante sus propios deseos” (Frankfurt, p.34). Este adicto es una persona porque a pesar de que recae en ese deseo de
consumir decide cuál debe ser su voluntad, aunque este deseo no se vea materializado. En esta parte aparece algo
extraño y es que el deseo que el quiere sea su voluntad no es efectivo y aún así es consciente de ello. Esto puede
deberse al ejercicio deliberativo, sin embargo, el autor dice lo siguiente, “cuando una persona actúa, el deseo por el
cual es inducido a la acción es o bien la voluntad que quiere o bien la voluntad que no quiere tener. Cuando un
agente inconsciente actúa, no se trata de ninguna de las dos” (Frankfurt, p.36).

El segundo adicto, al igual que el primero es fisiologícamente adicto, pero en caso de que llegará a tener conflicto
de deseos del primero orden, como los tiene el primero, no elige cual de ellos quiere que sea su voluntad.

***

Siendo lo anterior lo que constituye a un agente como persona, Frankfurt intenta conciliar el debate sobre la
libertad, diferenciando entre la libertad de acción y la libertad de voluntad. El autor señala que es con base en el
tener o carecer de la libertad de voluntad y el goce que tiene una persona ante esta situación corresponde a que
tiene voliciones de segundo orden, entonces aquellos agentes que entran en conflicto y desean la libertad de
voluntad son aquellos que, son personas; los agentes considerados no personas no aplican a este caso.

La noción de libertad que generalmente se tiene, señala Frankfurt, es la de hacer lo que uno quiere hacer, pero
indudablemente, si nos fijamos en la estructura de esa definición –noción, encontramos que se refiere a los actos, y
siguiendo esto, el hacer es una cuestión de acción, y según Frankfurt se puede llegar a la acción simplemente con un

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deseo de primer orden, es decir, para llevar a cabo una acción deseada no es necesario haber configurado,
deliberado y decidido la voluntad que se desea. Entonces se demuestra que este tipo de libertad es distinta a la
libertad de voluntad, de libre albedrío, la una y la otra son independientes, se puede ser libre en el accionar sin que
esto implique libertad de voluntad y viceversa.

La libertad de voluntad corresponde a la relación “entre lo que se hace y lo que se quiere hacer [y] significa que es
libre de desear lo que quiere querer. Para ser más exacto, significa que es libre de desear lo que quiera desear, o de
tener el deseo que quiera” (Frankfurt, p.38).

Solo aquel que ha experimentado conflictos de deseos y/o deseos del segudo orden puede preguntar por la
libertad, pues quien no ha experimentado esto “desde siempre, por así decirlo,carece de ella” (Frankfurt, p.38).

Hay algo que ha faltado aclarar y ahora se hace pertinente hacerlo, ya que se está mencionando los conflictos de los
deseos, los conflictos de deseos de primer orden son los que permiten el surgimiento de deseos de segundo orden,
por eso cuando no hay claridad de qué se quiere y no hay voliciones de segundo orden no hay posibilidad de
cumplir el deseo de primer orden que se quiere cumplir.

Esto da cuenta de una jerarquía respecto a las libertades. La libertad de voluntad es la Libertad, pues quien tiene
esta no carece en ésta materia, mientras que la otra, no es una ganancia significante en términos de libertad.

3. Posición y conclusión

Según mi lectura puedo evidencia el aporte que hace Frankfurt a la discusión entre libertad y determinismo, pero
también puedo develar el contenido ideologíco, que a mi parecer es problemático, pues partiendo de la concepción
de filosofía que hace el autor y que expusé al principio de este escrito, todo problema filosófico tiene una
correspondencia material evidenciable, aunque no se limite el problema a este aspecto y si el autor concibe una
relación evidenciable, clara con las manifestaciones materiales ¿cuál es la función o por qué la diferencia entre
personas y no personas en nuestro género humano?

Podría responder lo siguiente al respecto, aunque el autor aclara que el sentido de su ensayo no es
fundamentalmente moral, la importancia de ese ser persona se da con base en los acuerdos morales , además de
ecónomicos y sociales en un contexto. Pues de no ser así, es decir, de no necesitar un agente que responda de una
forma consciente[8] a aquello que le acontece, no se daría un división jerarquica presente en la sociedad, no se
podría justifcar las diferencias que se hacen sobre uno u otro agente en un determinado contexto, es decir, no se
vería a alguien apto o no apto para la académia y esto justifica las relaciones materiales de diferencia, como lo son
las clases socio-económicas, entre otras.

Esa brecha que plantea Frankfurt, a mi parecer, es una forma de argumentar la histórica división de trabajo; no
quiero decir que ésta no se evidencie, sino que el hecho de que se le dé a un agente ciertas caracteristicas que
permite ver cómo tácitamente esto se desarrolla en la realidad social de un contexto.

Aparte de esa postura política que asumo frente al texto, y que responde a un método específico, entiendo que no
debo dejar de lado la importancia de este texto filosófico que aboga por la libertad y no se pronuncia respecto al
determinismo mas que para aclarar que en efecto no se dirá nada al respecto; el hecho de que el autor le dé otro
carácter a esta discusión sobre la libertad da cuenta de que a pesar de las soluciones compatibilistas, el problema
puede ser mirado desde una perspectiva que se distancie un poco de los ejemplos sociales para debatir desde eso
que se vive internamente y que parece evidente.

Juan Carranza Espíritu


Bibliografía

Frankfurt, H. (2006). La importancia de lo que nos preocupa. Buenos Aires: Katz editores.

Strawson, P. (1989). Individuos. Ensayo de metafísica descriptiva. Madrid : Taurus.

[1] De aquí en adelante se utilizará las siglas FWCP, aunque no estoy segura de que sea el modo más apropiado, lo
elegí tomando los conceptos principales del título original Freedom of the will and the concept of person.

[2] Acá cabe la aclaración de que es en términos filosóficos pues Frankfurt objeta la forma poco filosófica en que
Strawson trata este concepto.

[3] Que puede ser la que elija un deseo de primer orden y por el querer hacerlo efectivo se desarrolle un acto
electivo en lo referente al hacer, esto no implica que quien lleve a cabo este acto tenga libertad de voluntad, puesto
que carece de las condiciones para ser persona, que implican voliciones de segundo orden.

[4] Ésta, la especie humana, se toma en cuenta para identificar cuáles son los problemas de la especie, pero al
parecer, por lo menos en este texto, es una categoría menor a comparación con el desarrollo de la completa
singularidad humana, es decir, persona.

[5] Este punto me parece importante resaltarlo pero no desarrollarlo dentro del corpus de la ponencia. Lo resalto
pues encuentro una similitud en esta explicación con la conceptualización que hace el psicoanálisis de los deseos,
para el psicoanálisis el lenguaje es la condición y posibilidad que permite hablar de sujeto, y aclara que el lenguaje
no requiere significación a la realidad sino a la satisfacción. El psicoanálisis busca transformar la relación con el goce
y esto se logra mediante el reconocimiento –del sujeto analizado- de sus deseos tanto consientes como los
reprimidos, que el parecer es la diferencia que hace Frankfurt.

[6] “uno puede adscribirse estados de conciencia sólo si puede adscribírselos a otros. Uno puede adscribírselos a
otros sólo si puede identificar a otros sujetos de experiencia. Y uno puede identificar a otros si puede identificarlos
sólo como sujetos de la experiencia, poseedores de estados de conciencia.” (Strawson, 1989)

[7] “la noción de voluntad, según la estoy empleando, no es coextensiva con la noción de deseos del primer orden”
(Frankfurt, p.29); acá muestro lo que decía al principio de este trabajo, a saber, que Frankfurt diferencia la entre el
deseo que induce a un agente a hacer x acción sin que este, al parecer, tenga la posibilidad de cambiar (ref. a
deseos de primer orden) y la posición contraria que es la que contempla la posibilidad de cambio.

[8] Consciente, no solo de saber lo que hace, sino en términos de elegir y deliberar, de tener voluntad.

Juan Carranza Espíritu

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