Participación política universitaria en tiempos neoliberales
Nombre: José Miguel Santos Chuquillanqui
En la Encuesta Nacional de la Juventud (2012) se mostró que el 47,7% de jóvenes refirió tener interés en la política y ser independiente, el 14% le interesa la política y es simpatizante de algún partido o doctrina, y solo el 1,2% es miembro de algún partido u organización política. Además, el 50,6% del total de jóvenes refirió que tener “ninguna confianza” en los partidos políticos nacionales y el 39%, poca confianza. Como se ha podido ver, La juventud expresa un interés en la política y, al mismo tiempo, una distancia con respecto a las organizaciones políticas tradicionales. En este sentido, Arias-Cardona y Alvarado (2015) resaltan la importancia de trascender una lectura sobre los escenarios formales de participación, ya que la juventud presenta una ruptura significativa con estos modelos políticos tradicionales. Según Rodríguez (2001), el retiro de los jóvenes de la política tradicional podría connotar una fuerte crítica de la productividad misma de la política, de su capacidad para resolver los problemas y demandas de los ciudadanos. Así, Delgado y Arias (2011) señalan que la potencia de transformación de las organizaciones o movilizaciones juveniles está en la generación de nuevas dinámicas de convivencia y relación a través de la intervención a nivel micro. Farthing (2012) define esta relación de los jóvenes con la política contemporánea como “radically unpolitical” y señala que es un signo de un nuevo tipo de sociedad donde se ha reformulado radicalmente la política. Esta nueva forma de hacer política se caracteriza por tener una nueva agenda política que ataca problemas de magnitud global, pero que por su complejidad requieren de soluciones individualizadas. El objetivo de esta nueva agenda transformadora no es el estado, ya que este es percibido como incapaz de realizar un cambio social. En consecuencia, los jóvenes prefieren participar en alguna organización civil, intervenir en marchas o manifestaciones públicas para realizar demandas concretas. Así, el rechazo activo a la política tradicional se ha convertido en una nueva forma de participación política. Por otro lado, la juventud universitaria se ha caracterizado por su rol crítico-reflexivo y su relevancia como actor político. Así, la universidad forma parte de un conjunto de espacios públicos que se erige a su vez como un espacio autónomo y crítico dentro de la esfera estatal. Según esta idea, la universidad es una comunidad autónoma y crítica capaz de acción pública dentro del marco de las instituciones republicanas del estado (Cortés y Kandel, 2002). Cabe señalar que estas afirmaciones descansan en el supuesto que para exista la crítica es necesario que se garantice el ejercicio de la autonomía universitaria. Una encuesta realizada a estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (SENAJU, 2014) mostró que el 66% de los estudiantes refirió tener “mucho o algo de interés” en la política nacional. No obstante, en cuanto al nivel de interés de los estudiantes en la política universitaria, se pudo apreciar una reducción del porcentaje de “mucho o algo de interés” a un 48%. Además, el 63% de encuestados refirieron que sus autoridades universitarias son poco o nada democráticas y el 40% consideró poco o algo democráticas a las organizaciones políticas estudiantiles de su universidad. Así, en concordancia con Cortés y Kandel (2002), podemos considerar que la juventud universitaria, lejos de permanecer despreocupada y apática frente a la política, desarrolla nuevas modalidades de participación e intervención en los asuntos públicos de la universidad que reniegan de las prácticas tradicionales de las agrupaciones políticas. Según Venturo (2001), el movimiento universitario en el Perú ha sido un actor político reactivo que apareció en los momentos de mayor polarización de la sociedad peruana logrando establecer mecanismos de administración de la universidad más democráticos. Sin embargo, estas conquistas fueron desaprovechadas y hasta pervertidas por grupos políticos que controlaron los gremios estudiantiles a partir de formas de acción política sectarias y dogmáticas. Luego de los profundos cambios económicos, sociales, políticos, culturales y tecnológicos que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XX, que terminó con la consolidación de la hegemonía neoliberal y que se expresa claramente en la polémica tesis de Fukuyama: la Historia, como lucha de ideologías, ha terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal que se ha impuesto tras el fin de la Guerra Fría. Entonces aquí cabría preguntarnos qué pasó con ese gran episodio de protagonismo juvenil en la política peruana del siglo pasado. Esos “jóvenes rojos” (Lynch, 1990) con ideas revolucionarias que buscaban la transformación de la estructura socio-económica. Cómo se llegó a este cambio en la participación política universitaria caracterizada actualmente por estar conformado por colectivos espontáneos y fragmentarios que nacen rechazando la acción política tradicional y los discursos de actividad política, cuya preocupación es más académica que gremial o política universitaria y su apuesta está dirigido al emprendedurismo social (Jave y Uchuypoma, 2015). La crisis económica, la violencia vivida durante el conflicto armado interno, las reformas neoliberales, la intervención militar y administrativa de las universidades, el desencanto hacia los partidos políticos y, en particular, la crisis de los partidos de izquierda en el país, llevaron a que los estudiantes planteen una forma más escéptica de vincularse con la política (Jave y Uchuypoma, 2015). Esto tuvo como resultado la estigmatización de la participación política juvenil replegando su actividad política con el silencio y la indiferencia (CVR, 2003). No fue sino hasta el final de este régimen, donde los jóvenes universitarios volvieron a participar activamente en un extenso movimiento social que condujo finalmente a la caída de Fujimori. Si bien el fin del gobierno de Fujimori significó el fin de un gobierno corrupto y autoritario, el restablecimiento de la democracia se encontró enmarcado en lo que Vergara (2012) denomina un “macro-arreglo institucional”, que constituyó el continuismo de un modelo económico neoliberal surgido desde la imposición de la Constitución de 1993. Así, el Estado peruano fue copado por una clase política de tecnócratas garantes de la continuidad de una serie de principios, prácticas y políticas subordinadas a la CONFIEP y los organismos internacionales, que han terminado convirtiéndose en los criterios neutros y correctos de la administración del Estado. Desde mi punto de vista en estos últimos treinta años nos encontramos en un periodo de transición crítica donde las contradicciones de la democracia liberal se exacerban hasta el punto de fracturar el sistema social e institucional por el avance de las fuerzas productivas. En este sentido, la ley universitaria 30220 que entró en vigencia en el 2014 creó la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU) que, con las atribuciones otorgadas, hizo que la potestad autodeterminativa propia de la autonomía de cada universidad, sea mermada, por el criterio de un funcionario administrativo de un órgano externo a cada universidad. Así, esta ley apelando a la “calidad académica” se está privando a la universidad de su esencial autonomía y reduciendo el concepto de universidad a simples escuelas de formación profesional (Rodríguez, 2015). Dicho todo esto, a manera de diagnóstico sobre el problema de la universidad pública y la participación política estudiantil, es hora de emprender estrategias para superar estos obstáculos. En este sentido, la propuesta es la formación de una democracia crítica estudiantil para luchar contra el estigma político, la mediocridad de nuestras autoridades y la defensa de nuestros derechos estudiantiles. De este modo, se busca integrar lo académico con lo político, es decir, comprometernos con la participación estudiantil, formar organizaciones estudiantiles, convertir las labores académicas en procesos de reflexión y acción política, romper la distancia de poder entre estudiante y docente, analizar nuestra sociedad, discutir racionalmente posiciones políticas, ejercer nuestros derechos estudiantiles y desarrollar propuestas políticas concretas. Todo esto nos permitirá comprender y luchar por una universidad pública, científica y democrática. La lucha ahora es combatir la imposición de la lógica del mercado a la vida universitaria. Referencias Arias-Cardona, A. y Alvarado, S. (2015). Jóvenes y política: de la participación formal a la movilización informal. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 13 (2), 581-594. Comisión de la Verdad y Reconciliación (2003). Informe final. Tomo III. Lima: CVR. Cortés, C. y Kandel, V. (2002). Reflexiones en torno a las nuevas formas de participación estudiantil en la vida política de la universidad. Fundamentos en humanidades. 3(5- 6), 23-34. Delgado-Salazar, R. y Arias-Herrera, J. (2008). La acción colectiva de los jóvenes y la construcción de ciudadanía. Revista Argentina de Sociología, 6(11), 272-296. Farthing, R. (2010). The politics of youthful antipolitics: representing the “issue” of youth participation in politics. Journal of Youth Studies, 13(2), 181-195. Lynch, N. (1990). Los jóvenes rojos de San Marcos: el radicalismo universitario de los años setenta. Lima: El Zorro de Abajo. Rodríguez, I. (2015). Universidad y autonomía actual en Perú. Testimonios, 66, 49-59. Rodríguez, J. (2001). Participación juvenil y ciudadanía. En Protagonismo juvenil en proyectos locales. Lecciones del Cono Sur (CEPAL). Santiago de Chile: Organización de las Naciones Unidas. Secretaría Nacional de la Juventud (2012). Primera Encuesta Nacional de la Juventud: Resultados finales. Lima: SENAJU. Secretaría Nacional de la Juventud (2014). Jóvenes, universidad y política: Una aproximación a la cultura política juvenil desde las perspectivas de los estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima: SENAJU. Venturo, S. (2001). Contrajuventud: ensayos sobre juventud y participación política. Lima: Instituto de Estudios Peruanos. Vergara, A. (2012). Alternancia sin alternativa: ¿Un año de Humala o veinte años de un sistema? Revista Argumentos, 6(3), 1-13.