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Salud Mental

María de Jesús Morales Cruz*

Análisis conceptual de la salud


mental en sus diferentes
dimensiones

*Profesor del ENEO-UNAM. e-mail: majesucruz@hotmail.com


Asesoría Pedagógica: Mtra. Artemisa Espinosa Olivares. e-mail: aespinos@hotmail.com
Salud Mental

Introducción

El ideal de los seres humanos que conforman las sociedades es encontrar las oportunidades para
desarrollar al máximo sus potencialidades creativas, intelectuales, emocionales y su capacidad de
relación solidaria y constructiva con su entorno; sin embargo, es el medio sociocultural donde el hombre
y la mujer, el niño, el adolescente, el adulto y el anciano pueden presentar sufrimiento emocional o
sufrimiento psíquico individual o familiar, independientemente de los estratos de la sociedad en que se
ubiquen. Esta dicotomía —presente en nuestro país— debe guiar a los profesionales de la salud para
planear estrategias integrales no sólo preventivas y terapéuticas, sino de promoción de la salud mental,
dirigidas a construir una sociedad mexicana con ambientes y estilos de vida saludables, considerando
que la salud mental se encuentra ligada a las condiciones socioeconómicas, políticas y culturales del
entorno donde viva la persona.

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¿Te has encontrado en estas situaciones?

Para analizar el concepto de salud mental es importante hacer referencia primero al concepto de salud
propiamente dicha. Posteriormente, para la comprensión del concepto de salud mental, desde la
perspectiva social, se presentan los conceptos teóricos que desde los puntos de vista histórico,
cualitativo, etiológico, político y científico epistemológico se han venido desarrollando a través del
análisis de los procesos de transformación en el campo de salud mental producidos en Argentina y en el
sur de Brasil —a partir de la experiencia Argentina en 1983, año en que la salud mental fue primordial en
la agenda política y técnico-sanitaria de ese país— y otros conceptos que han sido desarrollados y
discutidos por Malvárez, Silvina1 en encuentros regionales e internacionales de salud mental, que desde
su punto de vista sirven de fundamento para la comprensión y explicación social de la enfermería en
salud mental.2

• Definición de salud y salud mental

Los conocimientos que se generan en todas las disciplinas, particularmente en las ciencias de la salud,
aumentan rápidamente y el análisis utilizado para definir conceptos como salud y enfermedad, normal y
patológico demuestra la existencia de un campo lleno de contradicciones, que pone en relieve el hecho
de que los criterios de salud y enfermedad dependen, en las diversas culturas, del desarrollo dialéctico
entre dos fenómenos: por un lado, el conocimiento científico, por otro, el grado de desarrollo humano y
social, ambos estrechamente relacionados y, con ello, las relaciones interpersonales de los profesionales
del equipo de salud que se establecen con las personas “normales” o que pueden presentar sufrimiento
emocional o sufrimiento psíquico.

Actualmente existe un interés profesional para centrarse en la salud y no en la enfermedad, en recuperar


las capacidades y potencialidades de las personas para conservarla, dejando lentamente los esquemas
de control en las personas, y en establecer la intervención profesional que permita la promoción de

1
Dra. Silvina Malvárez Master en Salud Materno Infantil. Directora y Profesora Titular de Investigación en Enfermería y de
Enfermería en Salud Mental y Psiquiatría, Asesora Regional de Recursos Humanos de Enfermería y Técnicos en Salud:
Organización Panamericana de la Salud. Miembro del Panel de Expertos de Enfermería en Salud Mental de la OMS. Miembro del
Grupo de Líderes de Enfermería en Salud Mental y Psiquiatría. SERPNfUSA y Rockefeller Foundation
2
Malvárez, S. “Una perspectiva crítica para la comprensión del uso indebido de drogas”. Ponencia presentada en la Primera
Reunión Técnica del Programa de Enfermería para la Promoción de la Salud y la Prevención del Uso Indebido de Drogas.
Comisión Interamericana de Control del Abuso de Drogas. Organización de los Estados Americanos. Washington, D.C. Octubre
de 1997.

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hábitos, conductas y entornos propicios para mantener y fomentar la salud, así como la prevención de
daños.

La relación profesional que se establece con una persona ante un suceso que pone en riesgo su salud
resulta terapéutica cuando es vivida como una situación de aprendizaje que contribuya a que la persona
desarrolle una autonomía superior.

¿Qué es la salud?

En la “Carta de Ottawa” (1986) se define a la salud como un recurso para la vida cotidiana… un concepto
positivo que enfatiza los recursos personales y sociales, así como las capacidades físicas, mencionando
que las condiciones fundamentales y los recursos para la salud son la paz, la vivienda, la educación, los
alimentos, el ingreso, un ecosistema estable, los recursos sostenibles, la justicia social y la equidad. Esta
definición incluye los estilos de vida, comprendiéndolos como formas de vida que se basan en patrones
de comportamientos individuales y colectivos identificables, los cuales definen el qué hacer o no hacer
para vivir más o menos años, independientemente de cómo se viven, determinados por la interacción
entre las características personales individuales, las interacciones sociales y las condiciones de vida
socioeconómica, política-cultural y ambiental, que orientados hacia la satisfacción de las necesidades
humanas permitan lograr una mejor calidad de vida y mantener la dignidad de una persona en la
sociedad.

Almirón Lila M. (2008) considera que los estilos de vida:

a) No son independientes entre sí. Por ello se puede hablar de un estilo de vida sedentario o de un estilo
de vida orientado al logro laboral o un estilo de vida protestante.

b) No son un asunto individual, sino que están determinados por el sistema de valores preponderante en
una clase social determinada y en un contexto sociocultural concreto, así como por las condiciones de
vida a las cuales los sujetos tienen que hacer frente; por ejemplo, la lactancia natural es un
argumento de estética en países desarrollados, mientras que en los países en desarrollo es
argumento de vida o muerte, en la que puede prevenir la muerte de al menos 1 millón de niños.

c) Varían a lo largo de una serie de dimensiones, por ejemplo, cuando se habla del comportamiento
relacionado con la alimentación se puede referir a una conducta específica (comer alimentos grasos o
“picar” entre comidas) o a partir un complejo de comportamientos que van desde el número de veces
que se alimentan al día, hasta el cepillado de dientes después de cada comida.

Asimismo, esta autora considera también que los factores determinantes de los comportamientos de
salud de origen social son:

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a) La socialización. Algunos comportamientos de salud están determinados por las primeras experiencias
de socialización, generalmente vinculadas al contexto familiar.

b) Los valores asociados a una cultura particular o a un grupo socioeconómico. Cierto tipo de normas
incluyen desde valores estéticos hasta definiciones del papel que deben jugar los diferentes
miembros de la comunidad.

c) Las influencias del grupo, por ejemplo, la presión del grupo de iguales es uno de los factores más
significativos en la adquisición del hábito de fumar en los adolescentes

d) El modelo y tipo de asistencia sanitaria a la que el individuo puede acceder es lo que determina su
participación en campañas de vacunación y exámenes periódicos.

e) El género y la clase social. Ambos son determinantes de los estilos de vida relacionados con la salud
porque en función del sexo o de la posición socioeconómica, las personas crecen en entornos
culturales diferentes, con distintos valores y oportunidades.

Esta concepción pone de manifiesto que los estilos de vida no son conductas individuales, sino que
dependen del entorno de la persona.

Otra definición de salud propuesta por el X Congreso Catalán de Médicos y Biólogos, (1988) expresa: “La
salud es la manera de vivir libre, solidaria, responsable y feliz. Es un bien ser y no un bien-estar”. Esta
definición considera a la salud como un proceso social que incorpora las características interpersonales,
los procesos de aprendizaje y el desarrollo de la persona y su familia como unidades dinámicas
interrelacionadas con su entorno; proceso que les permitirá obtener satisfacción en la vida, por lo que la
salud es también una manera de vivir y desarrollarse, es un derecho humano y como tal es universal,
igualitario, innegociable y un deber del Estado asegurar su acceso a toda la población. (Almirón, Lila M.
2008)

En el sentido holístico, la salud es plenitud en todos los niveles; es interacción consciente consigo mismo
y con el entorno. Una vida saludable es una vida en armonía y coherencia, la búsqueda de equilibrio; el
encuentro con la propia conciencia: visceral, emocional e intelectual; permite la satisfacción de las
necesidades físicas, psicológicas sociales y espirituales de la persona en su ambiente familiar, laboral y
social para el mantenimiento de la vida, la recreación y el ocio; el desarrollo intelectual, social y
espiritual; tener sentimientos de pertenencia y aceptación en un grupo determinado de convivencia, y
desarrollar la capacidad de aceptar y decidir lo que uno quiere para sí mismo y cumplirlo.

Malvárez (1997) menciona: “La salud es una cuestión social y en cuanto social, también política. El
concepto de salud se sustenta en dos presupuestos fundamentales: sobre la sociedad y los procesos

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sociales. La sociedad no es un todo uniforme, homogéneo y


armónico —donde las ‘disarmonías’ representan
disfunciones sociales—, sino que se caracteriza por
desigualdades de diferentes categorías. Existen grupos
sociales con calidad de vida, intereses, ideas, capacidades y
poder distintos, dichas diferencias producen contradicciones
y conflictos, los cuales son partes estructurantes de la
dinámica social. Los procesos sociales son históricos,
complejos, discontinuos, inciertos, ambiguos, conflictivos,
multi e interdeterminados y están dinamizados por las
relaciones de poder”

En este marco, la salud es un proceso histórico-social culturalmente determinado por las condiciones
económico-políticas que les permiten a las personas tener acceso a los diferentes tipos de “riqueza”
(cultural, económica, política, geográfica, espiritual, etcétera), consideradas como relaciones de poder
que están estrechamente relacionadas con el estilo y la calidad de vida que tienen las personas, lo cual
se expresa en las situaciones de riesgo, problemas de enfermedad y en las formas cotidianas e
institucionalizadas de interacción social, es decir, el estado de salud de la persona, grupo o población
específica es la expresión social de las relaciones de poder que pueden entenderse como “causas” y
expresiones del proceso de salud.

¿Qué es la salud mental?

Muchos expertos en ciencias de la salud postulan que la salud mental no debe considerarse como algo
independiente de la salud general. En la actualidad, los estados miembros de la OPS indican la
importancia de incorporarla como parte de ésta y elaborar un concepto más completo e integral de la
salud. Esta perspectiva, sustentada también por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1948),
implica una concepción global e integral de la persona, que contempla los aspectos físicos, psicológicos y
sociales en compleja interacción, donde la salud mental no es algo estático y definitivo del todo o nada,
por el contrario, es un estado variable resultante de un proceso dinámico, interactivo y cambiante.

La salud mental no es algo estático y definitivo del todo o nada, por el contrario, es un estado variable
resultante de un proceso dinámico, interactivo y cambiante

Desde la perspectiva de género, la salud mental es la capacidad del individuo, grupo y ambiente de
interactuar entre sí, de forma que promueva el bienestar subjetivo, el óptimo desarrollo y el uso de
habilidades mentales (cognitivas, afectivas y relacionales), la adquisición de metas colectivas e

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individuales consistentes con la justicia, adquisición y preservación de condiciones de equidad


fundamental. (Dennerstein, 1993)

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud mental es el “bienestar que una persona
experimenta como resultado de su buen funcionamiento en los aspectos
cognoscitivos, afectivos y conductuales, y en última instancia el despliegue
óptimo de sus potencialidades individuales para la convivencia, el trabajo
y la recreación” (Escandón Carrillo, Roberto, 2000); mientras que para la
Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS, 2001) “la salud mental
es el núcleo de un desarrollo equilibrado de toda la vida, que desempeña
una función importante en las relaciones interpersonales, la vida familiar y
la integración social. Es un factor clave para la inclusión social y la plena
participación en la comunidad y la economía. La salud mental es mucho
más que la mera ausencia de enfermedades mentales, es una parte indivisible de la salud y la base de
bienestar y el funcionamiento eficaz de las personas. Se refiere a la capacidad de adaptarse al cambio,
hacer frente a la crisis, establecer relaciones satisfactorias y encontrar un sentido a la vida”.

Con base en estos conceptos, se considera que la persona con salud mental tendrá sentimientos de paz,
alegría y armonía interna como producto de una personalidad bien integrada, la cual logra el equilibrio
entre las necesidades humanas y las exigencias y limitaciones del ambiente provocado por los factores
socioculturales, políticos y económicos. La salud mental se manifiesta por las relaciones interpersonales
empáticas y adaptación flexible y constructiva a su medio, que ante circunstancias que juzgue negativas,
tendrá una aceptación temporal de la situación mientras no pueda modificarlas en el sentido que
considere adecuado.

Tener buena salud mental se refleja en nuestra persona

Al definir la salud como un proceso social supone un primer cuestionamiento del modelo biológico y, por
consiguiente, un primer paso hacia el modelo biopsicosocial, el cual se define como un acercamiento
sistémico a la enfermedad que enfatiza la interdependencia de los factores físicos, psíquicos y sociales
que intervienen en ella, así como la importancia de abordar la enfermedad en todos sus niveles (Almirón,
2008), es decir, el modelo biopsicosocial considera que la salud es un problema social y político, el cual
requiere la participación activa y solidaria de la comunidad. El análisis sociológico de la salud exhorta la
necesidad de profundizar en la interacción de los factores sociales para el análisis de la salud y de las
formas que asume en promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación.

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Desde la perspectiva social se presenta la definición de la salud mental desde las siguientes dimensiones:
histórica, cualitativa, etiológica, política y científico-epistemológica, producidos inicialmente a mediados
de los 80 en Argentina y en el sur de Brasil, y reconstruidos en encuentros regionales e internacionales
de salud mental.

Dimensiones de la salud mental

• Dimensión histórica

Desde el punto de vista histórico, Malvárez (1998) menciona que la salud mental ha sido definida por la
ausencia de enfermedad mental; la salud mental constituye un campo teórico-político en construcción,
del cual poco se sabe y que supone tanto el desarrollo de nuevos conceptos, como la invención y
evaluación de nuevos modos de acción social, política, técnica y administrativa en salud, ajustada a las
realidades de los países latinoamericanos.

Los criterios de salud-enfermedad llevan implícita una concepción del sujeto, del mundo y de la historia.
La diversidad de modelos explicativos (organicista, psicosomáticos, psicodinámicos, psicoanalíticos,
conductistas, cognitivos, socio-genéticos, comunitarios, etcétera) y la persistencia de diferentes
representaciones sociales de la enfermedad mental que se realiza en todos los países hacen inviable un
modelo integrativo o un criterio de definición único de salud o enfermedad mental. Además, ambos
conceptos tienen una carga valorativa que explica por qué las definiciones de lo que es normal y lo que
es patológico varían de una sociedad a otra y de un grupo social a otro. Por lo tanto, tal como afirma
Almirón (2008), los conceptos de salud y de enfermedad mental incluyen tanto la expresión de
problemas de tipo emocional, cognitivo y comportamental, como las realidades simbólicas construidas
cultural e históricamente en la propia interacción social.

• Dimensión cualitativa

Desde el punto de vista cualitativo, la salud mental puede ser definida como un proceso histórico y
socialmente determinado por los elementos conflictivos, constitutivos del sujeto de la cultura y de los
grupos, con crisis previsibles e imprevisibles, registrables subjetiva y objetivamente, en el que las
personas y los grupos participan activamente de sus propios cambios y los de su entorno social
(adaptado de Galli, 1985) (Malvárez, 2000). En otras palabras, la salud mental, desde el punto de vista
cualitativo, hace énfasis en todas las cualidades (habilidades, aptitudes, actitudes y mecanismos de
afrontamiento etcétera) naturales o adquiridas que tiene la persona, las cuales hacen a un ser humano
único e irrepetible; estas características se manifiestan a través de la actitud que presentan ante las
situaciones de la vida que se le presentan, para afrontar todas las situaciones de crisis que le pueden
generar conflictos y lograr la adaptación a la nueva situación de vida. Las cualidades se adquieren a

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través de las experiencias vividas, las modifica por el medio ambiente sociocultural, político y económico
en que se desenvuelve y las expresa a través de su conducta, estableciendo una interacción única con su
medio ambiente familiar y social.

La crisis es una reacción emocional provocada por un suceso estresante o por una situación de amenaza
en la que las habilidades de resolución de problemas y los mecanismos de afrontamiento normales dejan
de ser eficaces para manejar la amenaza y mantener el equilibrio emocional, produciéndose ansiedad.
Las crisis pueden ser:

a) Crisis del desarrollo madurativas: El nacimiento de un hijo, el comienzo de la escolarización, la


pubertad, la vejez.

b) Crisis del desarrollo transicionales: El nacimiento de un hermano, el matrimonio, la muerte de un ser


querido, el divorcio.

c) Crisis situacionales: Pérdida del empleo; fracaso escolar, accidentes o enfermedades.

d) Crisis adventicias (desastres): Desastres naturales (inundaciones, terremotos), desastres nacionales


(guerras, motines), delitos violentos (asesinatos, violaciones).

Estas crisis pueden ser previsibles e imprevisibles, registrables objetivamente tal y como sucedieron o
subjetivamente, aminorando o incrementando su trascendencia. Las personas y los grupos participan
activamente de sus propios cambios y los de su entorno social.

• Dimensión etiológica

Desde el punto de vista etiológico, la salud mental puede ser definida como un proceso de vida
determinado y condicionado por un conjunto de otros procesos naturales, histórico-culturales,
económico-sociales, jurídico-políticos, científico-técnicos y de organización de los servicios de salud, los
cuales se dan interrelacionados y movilizados por relaciones de poder. (Malvárez, S. 2000)

Para comprender esta dimensión es importante conocer que ante los graves problemas de sufrimiento
psíquico de la humanidad ha surgido la línea de pensamiento estratégico en salud que se elaboró como
un nuevo enfoque en el análisis de la situación de la salud mental en los países de la región
iberoamericana y que incluyen tres aspectos: sociedad, salud-enfermedad y estado de salud.

Testa (1987) sostiene: “La sociedad no es un todo homogéneo, sino que en ella se presentan
desigualdades en las condiciones de vida y participación, que diferentes grupos sociales con
percepciones, capacidades (poder) e intereses distintos buscan imponer sus concepciones y aspiraciones,
y que en estas diferencias estriba la complejidad, el conflicto, la incertidumbre y la discontinuidad de los
procesos sociales, siendo ellos multideterminados y consecuencia de la historia y la cultura”.

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Malvárez (1994) afirma: “La salud-enfermedad debe comprenderse como un proceso histórico y
socialmente determinado, resultante de la cultura, los estilos, las condiciones de vida y los modos de
organización social en determinado espacio y tiempo, y que como tal requiere de nuevas categorías de
análisis para su estudio y abordaje”, es decir, no solamente los virus, las bacterias, las cargas genéticas y
congénitas, el medio ambiente físico y las relaciones familiares e interpersonales son las causas por las
que las personas enferman o mantienen su salud. Existen otros factores determinantes y condicionantes
de predominio social que se combinan para determinar la situación de salud en general y de salud
mental en particular. Por lo tanto, “se requiere tomar en cuenta el estado de salud de las poblaciones en
sus cualidades de distribución, así como la distinción de las causas bioecológicas y sociales”.

Por otra parte, Ferro (s/f) considera que las dimensiones que dan como resultado un determinado
estado de salud están determinadas por las relaciones de poder, en sus formas cotidiana, política,
técnica y administrativa, en función de las cuales determinada situación de salud es como es y tienen
representantes en la sociedad que se organizan, consciente o inconscientemente, de maneras múltiples
para sostener o transformar la situación de salud de una población; pensar de esta manera significa
posicionarse para la acción sanitaria de un modo distinto y esencialmente pro-activo.

• Dimensión política

Tal como afirma Malvárez (1997), “desde el punto de vista político, la salud mental se entiende como
una cuestión social y en consecuencia política, que es determinada y se expresa en las relaciones entre
Estado y sociedad. La salud mental es un derecho humano inalienable e indisolublemente ligado a los
conceptos y procesos de ciudadanía, libertad, democracia y solidaridad; en consecuencia precisa de un
sistema jurídico-legal que lo promueva, lo ampare y lo defienda de la discriminación, la exclusión y la
violación a los derechos humanos y de un conjunto de políticas sociosanitarias que garanticen su
desarrollo social y subjetivo plenos”.

Caldas de Almeida (2005) declara que el objetivo de las iniciativas de cooperación técnica de la OPS en
materia de salud mental es fortalecer la capacidad de los países para implementar políticas correctas y
ofrecer servicios adecuados. Para ello, la Unidad de Salud Mental de la OPS ha llevado a cabo las
siguientes acciones:

 Diseminación de guías y materiales de entrenamiento.


 Promoción de las buenas prácticas en los servicios de salud mental.
 Entrenamiento de los profesionales de salud mental.
 Promoción de iniciativas subregionales y de cooperación entre países, dirigida a desarrollar
políticas y servicios de salud mental.

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 Asistencia directa a los países para la formulación y puesta en marcha de políticas y servicios.

En los últimos años se ha brindado apoyo técnico para la reforma de los servicios de salud mental a 17
países de América Latina y el Caribe. En México, se han iniciado proyectos de reforma en varios estados
del país a partir de la evaluación de sus servicios realizada por la OPS y el gobierno federal decidió que el
Seguro Popular de salud cubriera el tratamiento de los trastornos mentales.

• Dimensión científica-epistemológica

En el análisis de esta dimensión, desde el punto de vista científico-epistemológico, Malvárez (1997)


afirma que la salud mental se relaciona con el cruce de disciplinas y prácticas ligadas a todos los campos
del conocimiento y las actividades humanas, como campo interdisciplinario incluye: los problemas
conceptuales y prácticas de la salud mental, sus alteraciones, y de la enfermedad mental sus modos de
organización, regulación y efectos de los distintos poderes sobre los mismos.

Breilh (s/f) realiza la definición de la salud y la salud mental en tres niveles de análisis: primero, como
problema ontológico (la cuestión del “ser”); segundo, como problema epistemológico (la cuestión del
“conocer”); tercero, como praxis (la cuestión del “hacer”). La dimensión ontológica propuesta sobrepasa
los límites en que la puso el modelo biomédico -el del dominio estricto de la salud- incorporando el
dominio de lo social como parte constitutiva del ser de la salud. La dimensión epistemológica establece
tareas para la construcción del objeto de la salud, de la práctica en salud y también respecto de las
formas de construcción: uni o interculturales. Finalmente, la dimensión práxica, inherente al sentido y
espacio de la acción, extiende el campo terapéutico y rehabilitatorio, propio del modelo médico clásico,
hacia la prevención y promoción efectivas en salud (incluyendo el concepto de “prevención primordial”
orientado al estudio de las condiciones estructurales de la sociedad que producen riesgos para la salud).

El cuidado de la salud mental

La atención integral de la salud mental incluye medidas sanitarias, socioculturales, científico–técnicas,


económico–políticas, éticas y estéticas que suponen una visión compleja del sujeto y de la dinámica
social. La atención consiste en promover, proteger y restablecer la salud mental de las personas y grupos
humanos a través de conocimientos culturales y científicos adquiridos en la formación profesional y en la
práctica; debe ser orientada hacia el establecimiento de redes de servicios que sustituyan el modelo
asilar de la psiquiatría, que se caracterice por la diversificación y calificación de las prestaciones y que
incluya a los distintos sectores de la comunidad, mientras que los servicios de salud mental han de
organizarse en centros de producción de salud, de vida y de ciudadanía.

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Las instituciones de salud deben ser revisadas, buscándose sistemas de servicios


que den respuesta integral a los problemas de la salud mental, servicios
predominantemente comunitarios que se ocupen de manera principal de la
promoción de la salud mental y de la intervención en la crisis en sus distintos
ámbitos (familiar, escolar, recreativo, hospitalario, cultural, religioso, etcétera),
de la identificación y atención de grupos de riesgo y también de inclusión social.
Los hospitales generales proporcionarán la atención a las situaciones que
superen las posibilidades comunitarias, mientras que los hospitales psiquiátricos convencionales deben
constituirse en focos de preocupación sanitaria para su sustitución progresiva.

La formación y capacitación de personal de salud mental debe estar orientada a la transformación de


conceptos y prácticas, servicios, políticas y legislación en salud mental.

El personal de enfermería debe estar continuamente capacitado para promover, proteger y restablecer
la salud mental de las personas y grupos humanos a través de conocimientos culturales y científicos
adquiridos en la formación profesional y en la práctica.
La atención de enfermería en salud mental es el conjunto de
intervenciones interpersonales, educativas, asistenciales, terapéuticas
e institucionales que se realizan para la promoción, protección y
recuperación de la salud y de inclusión social de las personas y los
grupos. Estas intervenciones son producto de las transformaciones en
los procesos de trabajo, en las teorías, en las prácticas y en las
políticas sanitarias, y se actualizan en la educación permanente y la investigación. Las enfermeras deben
participar con el equipo de salud y otros representantes sociales en el rescate y afirmación de la
identidad, la integralidad, las potencialidades y los derechos humanos y civiles de las personas y los
grupos.

Te recomendamos consultar las siguientes paginas:

Conclusiones

En conclusión, de lo anterior se desprende que el desarrollo de la salud no es un problema individual,


sino una condición y consecuencia de la acción social, pero que a su vez tiene una respuesta individual

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que depende del tipo de afección, la personalidad y el funcionamiento de las mediaciones sociales ante
la enfermedad para lograr el bienestar, aspecto subjetivo de la salud, que no sólo es consecuencia de los
factores antes mencionados, sino que influye en ellos; por ello, se considera como otro factor que
interactúa en el problema y que por su trascendencia fue incluido en la definición aceptada por la
Organización Mundial de la Salud.

Asimismo, se puede afirmar que los conceptos de salud y de enfermedad mental son tanto la expresión
de problemas de tipo emocional, cognitivo y de comportamiento, como realidades simbólicas,
construidas cultural e históricamente en la propia interacción social. Las concepciones de la salud y de la
enfermedad varían según los enfoques teóricos y criterios de diagnóstico utilizados, las concepciones
filosóficas, morales y psicológicas vigentes y los modelos médicos predominantes. Además, ambos
conceptos tienen una carga valorativa que explica por qué las definiciones de lo que es normal y lo que
es patológico varían de una sociedad a otra y de un grupo social a otro.

Reconocer la unidad dialéctica de lo biológico y lo social en el desarrollo humano implica que los
esfuerzos de conocimiento y de acción deben recurrir a los métodos, las categorías y las técnicas de
ambos niveles de la realidad y para lograrlo se requiere de disciplinas científicas específicas.

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Referencias

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