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Introducción
Malaquías fue el último de los profetas y se supone que profetizó en el 420 a. C. el templo
ya se había reconstruido y el servicio sacerdotal estaba activo, es por ello que reprende a
los sacerdotes y al pueblo por las malas costumbres en que habían caído, y le invita al
arrepentimiento y a la reforma, con promesas de bendiciones que serán impartidas cuando
venga el Mesías.
Entre Malaquias y Marcos hay un silencio de mas de cuatro siglos el cual era un tiempo
para la preparación y llegada del mesías.
Oración transicional: En Malaquias 3:6 encontramos directrices para de Dios que quiere
bendecir a los matrimonios y nos muestra sus bendiciones a la fidelidad y la armonía en
el matrimonio.
I. En que nosotros cambiamos
1. En lo físico
2. En nuestras decisiones
- Decidimos amar a Dios y de un día para el otro nos apartamos de cumplir su palabra.
Viene un problema, una dificultad, alguna circunstancia mala y cambiamos.
Si Dios cambiara en algo, las promesas que nos da serian insulsas, le adoramos porque es
un Dios permanente.
Dios conoce tu futuro, tu presente y tu pasado y en estos momentos esta allí. Porque él
está ahí en estos momentos.
- Lo malos para Dios siempre será malo y lo bueno siempre será bueno.
- Los milagros que hizo lo sigue haciendo. Los seres humanos cambiamos y no creemos
en Dios.
En Malaquias dice: Mal 3:10-12 “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi
casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas
de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé
también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en
el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán
bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos”.
Dios ama a su creación, nos ama que dio a su hijo unigénito por nosotros.
Conclusión:
Debemos reflexionar en que hemos cambiado desde el instante en el cual nos entregamos
delante de Dios.
Podemos acercarnos a Dios y reclamar sobre su cuidado con nosotros y nuestra familia y
escucharemos audiblemente a Dios “Yo no Cambio”