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V.

LOS SUEÑOS DE GLORIA DE


FRANCISCO

Francisco descubre el deseo de su corazón a partir de un sueño.

Los caminos del autoconocimiento no pasan únicamente por lo consciente, sino también
por el inconsciente. Una de las maneras de ponerse en contacto con el inconsciente es
mediante los sueños. Durante los sueños el consciente se desactiva y se activa el
inconsciente.

ELEMENTOS DE LOS SUEÑOS DE FRANCISCO

Primer sueño

El castillo, un símbolo utilizado por bastantes místicos, incluso Santa Teresa de Ávila,
quien lo interpreta como el sitio del Rey. En el sueño de Francisco, el castillo representa
a sí mismo.

Los escudos y las armas simbolizan los conflictos que sacudían los adentros de
Francisco.

La presencia del símbolo de Caballero en sus sueños, representa su deseo aún presente
en el inconsciente de ser caballero.

La cruz es símbolo e invitación a seguir las huellas de Jesucristo por el camino de la


cruz.

La novia es el ánima de Francisco buscando integración.


(Cuadro para definir el animus y anima)

El sueño refleja un conjunto de elementos, deseos y procesos en marcha en el


inconsciente de Francisco. En todo eso, Dios va con su mano sanando, integrando e
invitando.

Conviene recordar que Él no siempre se acerca e invita como esperamos y queremos,


por ende reprimimos su voluntad. Con frecuencia nuestra infelicidad es signo de nuestra
necesidad de Dios; cuando esa infelicidad es reprimida, permanece sin posibilidades de
ser transformada.

La represión es la otra cara de la obsesión. Cuando una persona está obsesionada por
algo, por lo general está reprimiendo algo. A veces nuestros sueños no coinciden con los
sueños que Dios tiene para nosotros. Nuestros sueños son apenas parte del gran sueño
de Dios, por eso no es el fin del mundo cuando nuestros sueños no se realizan. Lo
importante es que descubramos y vivamos los deseos y sueños de Dios para nosotros.
Lentamente, Francisco va entrando en esta intuición.
En su caso, su obsesión por ser caballero aparece reprimida en sus sueños. Francisco
sigue huyendo y reprimiendo su ser frágil, proyectándose como caballero y huyendo de
la invitación a la integración de su ánima.

Así pues, impulsivamente va forzando una interpretación de sus sueños a conveniencia


de sus proyectos. La meta en su vida no es darle sentido a ella, cuanto encontrar sentido
en ella; dejar a la vida revelar sus secretos y la voluntad de Dios que se esconde en
ellos. Pero para eso se requiere una mirada y una escucha contemplativa respetuosa de
la misma vida, cosa que aún le falta a Francisco en su proceso. Durante toda su vida,
vivió luchando contra su propia impulsividad.

Segundo sueño

El acontecimiento sucedió camino hacia Pulla, donde Francisco quería retomar las
armas. Una voz insistió en preguntarle: —¿Quién puede favorecerte más el siervo o el
señor? —El señor, respondió Francisco. Y la voz añadió: ¿Entonces por qué buscas al
siervo en lugar del señor? Replicó Francisco: ¿Qué quieres que haga señor? Y la voz le
respondió: —Vuelve a tu tierra porque yo haré que tu visión se cumpla espiritualmente.

Las preguntas esenciales son:


¿Cuál es el deseo de Dios para mí? Y,
¿qué estoy dispuesto a hacer para vivir este deseo plenamente?

El querer o el deseo se ubica en la voluntad más que en el intelecto. La voluntad es la


sede y el motor de la mística y la espiritualidad franciscanas, porque el querer de Dios
en uno es poder de Dios en uno. Es impresionante cómo podemos responder a las cosas
a pesar de grandes dificultades cuando el querer en nosotros es fuerte, y si ese querer es
el mismo de Dios, entonces nada es imposible.

Ahora bien, tenemos que discernir nuestros deseos. Tenemos que poner mucho cuidado
en nuestras motivaciones, lo que nos llama la atención porque estas cosas, por las
buenas o por las malas, va formando y dando dirección a nuestras vidas. Los deseos van
construyendo el horizonte de nuestra vida.

El hombre moderno se encuentra sofocado con mil deseos. Intenta responder a todos,
sin embargo no logra ninguno y por eso vive superficialmente. El mal espíritu trata de
mantener a la persona lejos de su fuente y deseo esencial. Hay que pedir iluminación del
espíritu para despojarse de los mil deseos superficiales y poder vivir el deseo esencial.

Francisco tenía su deseo: quería ser grande. Para conseguirlo quería ser caballero, e
incluso en la cárcel anhelaba la grandeza. En su primer sueño vemos su deseo de ser
caballero.

Pero ser caballero tiene como costo matar muchos inocentes: mujeres, niños y pobres.
Tiene como costo acallar muchas preguntas esenciales. ¿Cuántas personas han dejado
de ser grandes seres humanos por la fama y la grandeza en el mundo?

Ser caballero, o en términos modernos ser militar, es perder la humanidad matando para
conquistar la gloria mundana.
En la noche de Espoleto, Francisco comprendió que al querer ser grande se frustraba su
destino de ser un gran ser humano.

Veamos ahora el texto.

La voz vino cuando Francisco estaba medio dormido en la noche.

“¿Quién puede favorecerte más?”. Lenguaje del discernimiento. Discernimiento no


tanto entre el bien y el mal, cuanto entre el bien y el mejor.

La respuesta de Francisco: “¿Qué quieres que haga, Señor?”. Aquí vemos cómo a
Francisco le falta todavía captar la dinámica del Señor. No es tanto lo que quiero hacer
por el Señor, sino lo que el Señor quiere hacer en mí. Y lo que estoy dispuesto a dejar al
Señor hacer en mí y a través de mi persona. Aquí el ejemplo de María en su Magnificat
es pertinente: “El Señor ha hecho grandes cosas en mí, su nombre es santo y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.

Una vez más, el enfoque no es sobre el hacer sino sobre el ser. La voz cuestiona a
Francisco no solamente sobre sus metas, también sobre sus medios.

La respuesta del Señor es interesante: “Francisco, vuelva a su tierra”. Un mandato


salido directamente de Gen 32, 12, que refiere a la lucha de Jacob con el ángel. La
invitación a Francisco es volver a su ser esencial por medio de una larga lucha
espiritual, como la de Jacob con el ángel.

Para volver a nuestro ser esencial tenemos que despojarnos de nuestra imagen
superficial, ir más hondo para descubrir nuestro ser imagen de Dios.

La voz de Espoleto apagó su deseo de ser caballero, pero no su deseo de vivir la verdad.

Fuentes franciscanas para consultar sobre este tema:


1Cel 4,5 y 6. 2Cel 6 LM 2,3 TC 5,6 AP 5,6.

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