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En el transcurso del siglo XIX, la economía chilena logró consolidarse y posicionarse a nivel internacional,
manteniendo el modelo exportador de materias primas. A partir de la Independencia, la confluencia de distintos
factores, –como una buena administración estatal, aplicación de medidas proteccionistas, descubrimiento de nuevos
yacimientos minerales, incorporación de zonas agrícolas y la apertura de atractivos mercados para las exportaciones
nacionales–, permitieron que el país tuviera en la década de 1860 una economía en pleno proceso de expansión.
La aplicación de un modelo exportador de materias primas o de desarrollo hacia fuera provocó, sin embargo, una
permanente dependencia ante el mercado internacional. Prueba de ello fueron las consecuencias que la crisis
económica mundial de la década de 1870 produjo en la economía nacional, producto del descenso del valor de las
materias primas y el cierre de mercados para nuestras exportaciones.
Pese a la evidente restricción provocada por la crisis de 1870, la economía nacional superó prontamente sus efectos
gracias al salitre. A partir de la década de 1880, con la intensificación de la actividad salitrera en la zona del
despoblado de Atacama, nuestra economía inició un nuevo ciclo económico que se extendió hasta la década de 1930
y que tuvo su etapa de máximo esplendor al concluir la Guerra del Pacífico, gracias a la incorporación de las
provincias de Tarapacá y Antofagasta. En esta nueva etapa, denominada también “ciclo salitrero” o economía del
salitre, Chile experimentó una reactivación económica transversal, pues otras áreas productivas como la agricultura,
la minería del carbón y el comercio, se vieron beneficiadas.
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• Reactivación de otras áreas de la economía nacional. La movilización de un gran contingente de personas a
territorios antes escasamente habitados tuvo un efecto dinamizador sobre la agricultura del valle central y el carbón
de la zona sur. Además, la ocupación de estas nuevas zonas hizo necesaria la implementación de servicios públicos y
la presencia de profesionales de distintos rubros en estos territorios.
• Incremento de los recursos fiscales. Con el aumento de la exportación de salitre, el Estado incrementó en forma
significativa la recaudación de dineros provenientes del cobro de impuestos aduaneros, ampliando las posibilidades
de inversión fiscal en obras tendientes a potenciar el desarrollo económico y cultural del país.
• Desarrollo material y cultural. Durante esta etapa, el auge económico se tradujo en un importante mejoramiento de
las comunicaciones y los transportes a lo largo del país, proceso en el que se combinaron capitales privados y
fiscales. La máxima expresión de este desarrollo fue el ferrocarril, que al finalizar este período ya comunicaba la
mayor parte de Chile continental. Además, se construyeron obras viales, como puentes y viaductos, y se potenciaron
otras áreas mediante la construcción de escuelas y hospitales.
• Aceleración de las transformaciones sociales. El desarrollo económico estimuló la movilidad social y provocó el
fortalecimiento de nuevos grupos sociales. La necesidad de profesionales y la expansión de la administración pública
llevó al crecimiento de los sectores medios, y la demanda de trabajadores para las faenas mineras del norte provocó
el surgimiento de un proletariado cada vez más numeroso. Por otra parte, el enriquecimiento de una parte de la
población y la llegada de inversionistas extranjeros originó un sector conocido como burguesía que, al ligarse con la
aristocracia terrateniente local, dieron origen a la oligarquía chilena.
2.1 El cobre
La minería del cobre jugó un rol fundamental en las primeras décadas de nuestra vida independiente. Hacia 1860,
Chile era el mayor productor de este mineral en el mundo, concentrando el 44% de la producción. En el transcurso
de la segunda mitad del siglo XIX, la explotación del cobre mantuvo su importancia gracias al aumento de la
demanda internacional y a la excelente calidad de los yacimientos chilenos, que requerían bajas inversiones de capital
para ser explotados. Además, en estos años se descubrieron nuevos yacimientos y se crearon fundiciones que
aplicaron métodos más efectivos para procesar el mineral. Este impulso estuvo ligado principalmente a la acción de
inversionistas chilenos como José Tomás Urmeneta, Joaquín Edwards Ossandón y Matías Cousiño.
A partir de la década de 1870, el desarrollo de la explotación de cobre en España y Estados Unidos, aumentó la
oferta de metal rojo en el mercado internacional, produciendo una baja progresiva de los precios. Sin embargo, la
producción chilena de cobre se mantuvo estable, aunque dio paso al salitre como producto central de la economía
nacional. Hacia fines de la década de 1890, la difusión de los servicios de alumbrado eléctrico, teléfono y telégrafo
en Europa, provocó una nueva alza en el precio del cobre, la que se tradujo en un gran impulso para la producción
cuprífera nacional. En esos años aumentó la participación de capitales norteamericanos en la industria del cobre,
surgiendo compañías como la Braden Cooper Company (1904) y Chile Exportation Company (1912).
2.2 El salitre
La explotación de este mineral se remonta a la década de 1840, cuando el acelerado crecimiento de la población
europea hizo necesario aumentar la producción de alimentos. Con este objetivo, científicos europeos iniciaron la
búsqueda de abonos más efectivos, que derivaron en el descubrimiento del potencial fertilizante del salitre.
A partir de entonces, los yacimientos salitreros ubicados en el desierto de Atacama comenzaron a ser explotados
principalmente por extranjeros, como el inglés Jorge Smith y el alemán Juan Gildemeister. Asimismo, empresarios
chilenos como Pedro Gamboni y José Santos Ossa descubrieron nuevos yacimientos e instalaron salitreras en la
zona.
A comienzos de la década de 1870, la industria del salitre era una de las más pujantes en América del Sur,
principalmente en Perú, Bolivia y Chile, y concentraba gran cantidad de capitales extranjeros. Este auge permitió la
introducción de nuevas tecnologías, como el sistema Shanks, y la creación de redes ferroviarias particulares que
agilizaron el traslado del mineral hacia los puertos.
Al concluir la Guerra del Pacífico, la zona salitrera fue incorporada a la soberanía chilena; sin embargo, el Estado no
contaba con capitales suficientes para hacerse cargo del total de la explotación, y la postura de los gobiernos
liberales de la época era contraria a la creación de monopolios fiscales. Como consecuencia, la participación de
capitales extranjeros en la industria salitrera aumentó considerablemente. La propiedad del salitre quedó entonces en
manos de inversionistas de distinta procedencia, principalmente ingleses, como fue el caso de John Thomas North
apodado “el rey del salitre”, pues adquirió la mayor parte de los yacimientos ubicados en la provincia de Tarapacá.
Entre 1870 y 1910 la industria del salitre vivió su máximo apogeo gracias al aumento de la demanda internacional
por este producto, lo que se tradujo en la proliferación de oficinas salitreras en el desierto y en un significativo
aumento en el volumen de extracción y exportación de este mineral.
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2.3 El carbón
La extracción del carbón mineral se desarrolló en Chile a partir de la década de 1840. Alcanzó su máximo apogeo
durante la segunda mitad del siglo XIX, gracias al aumento de la demanda interna generada como consecuencia de la
explotación del salitre en el Norte Grande y la expansión de las redes ferroviarias a lo largo del país. Durante esta
etapa, las principales empresas de extracción de carbón mineral fueron la Sociedad Explotadora de Lota y Coronel,
de Luis Cousiño, y la Compañía Carbonífera y Fundición Schwagger, de los hermanos Pablo y Guillermo Délano y
Federico Schwagger. La minería del carbón se concentró principalmente en las cercanías de Concepción, donde se
descubrieron ricas vetas submarinas que permitieron aumentar la producción y responder a la creciente demanda
nacional e internacional. El desarrollo de esta industria provocó un fuerte incremento demográfico en la zona,
surgiendo ciudades mineras como Lota, Coronel y Curanilahue, que albergaron a los trabajadores provenientes de
los campos cercanos.
Al igual que en el mundo salitrero, los obreros del carbón enfrentaron duras condiciones de trabajo, caracterizadas
por largas jornadas, escasas medidas de seguridad y desprotección legal. Asimismo, el salario también se pagó en
fichas o vales que solo tenían validez dentro del campamento minero. La intervención desde el norte de empresarios
mineros resultó de vital importancia para impulsar la minería del carbón, que activó la economía nacional durante el
siglo XIX y primera mitad del siglo XX.
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ITEM I. Análisis de Gráficos.
Propiedad de las empresas salitreras en 1925. 1.- Señala las consecuencias positivas y negativas (dos de
cada una), de la participación de capitales extranjeros en la
Alemanas industria salitrera chilena.
14%
Yugoeslavas
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6%
Chilenas
Inglesas ______________________________________________
53%
27%
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Fuente: Carmen Cariola y Osvaldo Sunkel, Un siglo de historia ______________________________________________
económica de Chile 1830-1930, Universitaria, Santiago, 1990.
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ITEM II. Análisis de Fuentes Iconográficas. ______________________________________________
1.- ¿Qué quiere representar la caricatura?
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ÍTEM III. Desarrollo
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ITEM IV. Cuadro Comparativo.
Criterio/Área Cobre Salitre Carbón Agricultura y
económica ganadería
Factores que
favorecieron su
desarrollo
Propietarios de los
recursos
Transformaciones
experimentadas a
fines del siglo XIX
Situación actual