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La Persona con discapacidad.

Una mirada desde diferentes paradigmas

A lo largo de la Historia la discapacidad se ha tratado desde diferentes posturas, visiones y


modelos de atención.

Al inicio las personas con discapacidad eran consideradas más bien un castigo, una forma que
Dios tenía para ajustar cuenta con sus padres, dándoles el trabajo de atender a estas personas,
eran consideradas además como individuos que no tenían nada que aportar a la sociedad y por
lo tanto su vida no merecía la pena ser vivida, este modelo se ha denominado prescindencia, ya
que la sociedad decide “prescindir” de ellos, viéndolos como personas que necesitan asistencia
permanente y que se tenga con ellos detalles caritativos.

Es así que aparecen dos sub modelos: el eugenésico y el de marginación. En el eugenésico si se


detectan diversidades funcionales congénitas en el embarazo, se puede dar por terminado en
vistas de que ese producto fallido no llegue a la vida. Si por el contrario esa discapacidad ha sido
generada luego del nacimiento el trato cambia, más bien se recurre al asistencialismo, a las
ayudas incluso de manutención obligada, en este modelo las respuestas que se dan son más
bien basadas en el temor, el desconocimiento, la persecución, son personas maltratadas, que
son objeto de burlas y quienes en algunos casos son hasta vistas como peligros para la sociedad.

El submodelo de marginación tenía como base fundamental la exclusión, siendo personas que
no se consideran adecuadas para el trabajo, les quedaba solo recibir la asistencia de la sociedad
e inclusive la mendicidad.

Conforme transcurre el tiempo y dados los diferentes cambios sociales, aparece el modelo
rehabilitador, dando un giro en la visión que la sociedad tiene de la discapacidad, la respuesta a
esta discapacidad deja de ser respuesta a algún castigo divino y comienza a partir de la propia
persona y sus diferentes necesidades, se manifiesta en una mirada más terapéutica, en dónde
la persona necesita ser rehabilitada o normalizada dentro de la que cabe, para que pueda de
alguna manera ajustarse a la sociedad y poder sobrevivir en ella.

Sigue siendo una mirada asistencialista, en la cual el estado debe entregar todas las ayudas,
mediante servicios que permitan la rehabilitación de la persona, es la persona la que debe
ajustarse a la sociedad, no esta a la persona.

Las causas de la discapacidad son netamente científicas, se alude a ellos en cuanto a la salud o
la enfermedad, ya no son consideradas inútiles para la sociedad, sino más bien que pueden
aportar en la medida que sean rehabilitadas, normalizadas o sanadas.

Esta visión genera también en la sociedad el desarrollo de los medios de prevención,


tratamientos de rehabilitación y de alguna manera otra comprensión del significado de lo que
a integración social se refiere.

La educación especial se convierte en una herramienta infalible para la rehabilitación y


recuperación de estas personas pero la mirada de la sociedad sigue siendo paternalista, se
entregan subsidios, ayudas monetarias y hasta empleos protegidos, la ayuda social se vuelve
entonces medio de sustento, pero se mantiene aún la mirada de menosprecio, burla o
condescendencia.

Este modelo sigue centrándose en la persona y su “deficiencia”, que se caracteriza por una
diferencia o anomalía patológica que no le permite realizar actividades “normales” y la
necesidad de que sean normalizados para ajustarse adecuadamente a la sociedad y cumplir las
actividades que les toca cumplir.

Esta práctica se basa además en la sobreprotección que puede observarse al momento que se
trata a estas personas, en muchos casos en el tratamiento que se le da a estas personas también
se evidencia una falta de formación adecuada para tratar con las diferentes discapacidades y las
demandas laborales aún no están al mismo nivel que los demás.

El modelo social se basa en dos fundamentos, primero, en reconocer que la discapacidad no es


castigo divino y no se basa tampoco en lo científico, que más bien ese origen es
preponderantemente social, el problema no se basa en las limitaciones individuales, sino las
limitaciones que a nivel social existen para prestar servicios adecuados que aseguren que las
personas con discapacidad sean tenidas en cuenta dentro de la organización social. El segundo
fundamento se basa en que todas las personas con discapacidad tienen mucho que aportar a la
sociedad. Por lo tanto este modelo no se enmarca solo en los principios fundamentales de los
derechos humanos, nace más de las luchas por los derechos civiles en especial de las personas
con discapacidad, En sus diferentes estructuras y contenidos, esta nueva propuesta encaminada
tanto hacia la investigación social, la actualización de las políticas públicas, como a la
consolidación de los derechos humanos de las personas con discapacidad, se conoce como el
modelo social de la discapacidad.

En este nuevo paradigma, al considerar que las causas que están en el origen de la discapacidad
son sociales, pierde parte de sentido la intervención puramente médica o clínica. Las soluciones
no deben tener cariz individual respecto de cada persona concreta afectada, sino que más bien
deben dirigirse a la sociedad, este modelo de derechos humanos está centrado en la dignidad
del ser humano y después, pero sólo en caso necesario, en las características médicas de la
persona. Sitúa al individuo en el centro de todas las decisiones que le afectan y, lo que es aún
más importante, sitúa el problema principal fuera de la persona, en la sociedad.

En este modelo, el problema de la discapacidad se deriva de la falta de sensibilidad del Estado y


de la sociedad hacia la diferencia que representa esa discapacidad. De ello se deduce que el
Estado tiene la responsabilidad de hacer frente a los obstáculos creados socialmente a fin de
garantizar el pleno respeto de la dignidad y la igualdad de derechos de todas las personas.

Este modelo caracteriza a la persona con discapacidad a partir de tres instancias, la primera a
partir de su propio cuerpo, no basándose en su anatomía (si algo le falta o no) o de que funcione
de acuerdo a la norma, sino más bien centrándose en descubrir las habilidades y capacidades
que esta persona posee, luego en la familia, en cuanto a que el concepto que tengan de familia
facilitará o entorpecerá el desarrollo de habilidades y capacidades que intervendrán de manera
directa en su mayor o menor integración, primero en la familia y luego en los otros entornos, ya
que la socialización facilitará la integración de estas personas y por último el medio en que se
desenvuelve, en el sentido de que es el medio el que aporta con las oportunidades para eliminar
las barreras, generar equidad e incluso aportar los riesgos que permitan gestionar acciones de
prevención y de adecuación para la adecuada inclusión.

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