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LA COMPRENSIÓN DE JESÚS DESDE EL

HORIZONTE HISTÓRICO –DOCUMENTAL

DATOS HISTÓRICOS DE LA VIDA DE JESÚS

Sobre Jesús se han escrito muchas cosas, algunas de ellas contradictorias y


fantasiosas (negar su existencia, afirmar que fue un extraterrestre...). Sin
embargo, en los últimos tiempos, diversas investigaciones arqueológicas y
científicas demuestran la falsedad de estas fantasías y ayudan a conocer más
objetivamente su vida.

Jesús de Nazaret es sin duda una de las figuras más importantes de la historia.
Conocido como Cristo, Jesucristo o El Mesías, es considerado el Hijo de Dios
por los cristianos, la encarnación en la Tierra de Dios. Al margen de las fuentes
bíblicas y cristianas que relatan su vida y obra y que por motivos evidentes no
pueden ser consideradas objetivas, durante siglos, numerosos historiadores e
investigadores se han dedicado al estudio del Jesús histórico buscando
evidencias de su existencia en otras fuentes no cristianas.

Estos estudiosos ponen en duda buena parte de los textos bíblicos y numerosos
detalles de la vida de Jesús en los relatos evangélicos, considerando que los
hechos sobrenaturales que se narran o los milagros pertenecen al terreno de la
Fe y no pueden ser considerados desde un punto de vista histórico.

Sin embargo, la mayoría de eruditos, historiadores clásicos e investigadores


llegan a la misma conclusión: Jesús de Nazaret fue un personaje histórico que
realmente existió, estando incluso documentado en textos no cristianos que
Jesús fue crucificado por orden del prefecto romano Poncio Pilato.

Uno de los aspectos más llamativos sobre la existencia del Jesús histórico es
que no hay constancia de que ningún escritor de la antigüedad, incluidos los que
se oponían al cristianismo, dudara de su existencia. La referencia más antigua a
Jesús de Nazaret en un texto no cristiano la encontramos en la obra
"Antigüedades judías", una compilación de veinte libros que narran la historia del
pueblo judío escrita en Roma por el historiador Tito Flavio Josefo entre los años
93 y 94. En libro XVIII aparece lo que se conoce como el Fragmento Flaviano,
un pasaje del libro en el que el autor menciona directamente a Jesús.
Existen varias interpretaciones de este pasaje y traducciones en las que también
se hace mención a Cristo en el texto que han creado mucha controversia entre
los investigadores. Sin embargo la mayoría de historiadores coinciden en que el
texto original es auténtico y se hace mención en él a un histórico Jesús de
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Nazaret. En la obra Historia Universal, se recoge la versión árabe, una traducción


al árabe de las obras de Flavio Josefo realizada en el siglo X y que no se hizo
pública hasta 1971. Su importancia radica en que confirmaría la veracidad del
texto.

DOCUMENTOS SOBRE JESÚS

Los documentos históricos que se refieren a la vida y obra de Cristo pueden


dividirse en tres clases: fuentes paganas, fuentes judías y fuentes cristianas.

Los siguientes documentos, escritos tanto por sus seguidores como por sus
enemigos, hablan sobre Jesús. Todos coinciden en que existió históricamente.
Estas fuentes aportan lo que hoy conocemos sobre su vida y mensaje.

FUENTES PAGANAS

Las fuentes no cristianas sobre la verdad histórica de los Evangelios son escasas
y están contaminadas de odio y prejuicio. Existe un número de razones que se
han propuesto para explicar esta condición en las fuentes paganas:

 El campo en donde se desarrolla la historia de los Evangelios fue la


remota Galilea; Los judíos eran percibidos como una raza supersticiosa,
si damos crédito a Horacio (Credat Judoeus Apella, I, Sat., v, 100);
 El Dios de los judíos era desconocido e incomprensible para la mayoría
de los paganos de ese período;
 Los judíos en cuyo seno la cristiandad tomó sus orígenes estaban
dispersos y eran odiados por todas las naciones paganas;
 La religión cristiana era a menudo confundida con una de las tantas
sectas que habían surgido del judaísmo, y que no podría despertar el
interés del espectador pagano.

Es por lo menos cierto que ni los judíos ni los gentiles sospechaban en lo más
mínimo la importancia monumental de la religión de cuyo crecimiento eran
testigos. Estas consideraciones dan razón de la escasez y aspereza con la que
los eventos cristianos son mencionados por los autores paganos. Pero aunque
los autores gentiles no nos dan ninguna información sobre Cristo y los primeros
estadios de la cristiandad que no tenemos en los Evangelios, y aunque sus
afirmaciones son hechas con un odio y desprecio sin disimulo, de todas formas,
y sin quererlo, prueban el valor histórico de los hechos relatados por los
Evangelistas.
TÁCITO
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Poseemos al menos el testimonio de Tácito (A.D. 54-119) para la


aseveración que el Fundador de la religión cristiana, una superstición
mortífera a los ojos de los romanos, había sido ejecutado por el procurador
Poncio Pilato bajo el reinado de Tiberio.; que Su religión, aunque
suprimida por un tiempo, renació nuevamente no solo en toda Judea
donde se había originado, pero hasta en Roma, el nudo de convergencia
de todas las corrientes de maldad y desvergüenza; lo que es más, que
Nerón había desviado de sí mismo las sospechas de la quema de Roma
acusando a los cristianos de este crimen; que estos últimos no eran
culpables del incendio, aunque merecían su destino en razón de su
misantropía universal. Tácito, además, describe algunos de los horribles
tormentos a los que Nerón sometía a los cristianos (Ann., XV, xliv). El
escritor romano confunde a los cristianos con los judíos, considerándolos
una secta judía particularmente abyecta; se puede inferir lo poco que
había investigado la verdad histórica de los documentos judíos por la
credulidad con la que aceptaba las absurdas leyendas y calumnias sobre
los orígenes del pueblo Hebreo. (Hist., V, iii, iv).
SUETONIO

Otro escritor romano que muestra su conocimiento de Cristo y los


cristianos es Suetonio. Debe notarse que Suetonio consideraba a Cristo
(Chrestus) como un insurgente romano que incitó sediciones bajo el reino
de Claudio. En su vida de Nerón, considera a este emperador como un
benefactor público por su severo tratamiento hacia los cristianos.

El escritor romano no comprende que los problemas con los judíos surgían
del antagonismo de los mismos hacia el carácter mesiánico de Jesucristo
y hacia los derechos de la Iglesia Cristiana.

PLINIO EL JOVEN

De gran importancia es la carta de Plinio el Joven al Emperador Trajano


(cerca del A.D. 61-115), en la cual el Gobernador de Bithynia consulta a
su majestad imperial sobre cómo manejar a los cristianos que vivían en
su jurisdicción. Por una parte, sus vidas eran confesamente inocentes, no
podía probarse ningún crimen contra ellos excepto su creencia cristiana,
que le parecía al romano una superstición extravagante y perversa. Por
otra parte, a los cristianos no se los podía desvincular de su alianza con
Cristo, a Quien celebraban como su Dios en las reuniones temprano a la
mañana (Ep., X, 97, 98). La cristiandad aparece aquí ya no como una
religión de criminales, como lo hacía en los textos de Tácito y Suetonio;
Plinio reconoce los altos principios morales de los cristianos, admira su
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constancia en la fe (pervicacia et inflexibilis obstinatio), que parece


remontarse a su culto de Cristo (carmenque Christo, quasi Deo, dicere).
OTROS ESCRITORES PAGANOS

Los testigos paganos restantes son de menor importancia: en el segundo


siglo Luciano desprecia a Cristo y a los cristianos de la misma forma que
se mofa de los dioses paganos. Hace alusión a la muerte de Cristo en la
cruz, a Sus milagros, al amor mutuo que prevalecía entre los cristianos
("Philopseudes", nn. 13, 16; "De Morte Pereg"). Hay también supuestas
alusiones a Cristo en Numenius (Origen, "Contra Cels", IV, 51), a sus
Parábolas en Galerius, al terremoto en la Crucifixión en Phlegon ( Origen,
"Contra Cels.", II, 14). Antes de finalizar el siglo II el logos alethes de
Celsus, citado por Orígenes (Contra Cels., passim), testifica que para esa
época los hechos relatados en los Evangelios estaban generalmente
aceptados como verdaderos históricamente. Sin importar cuan escasas
sean las fuentes paganas sobre la vida de Cristo, dan por lo menos
testimonio de Su existencia, de Sus milagros, Sus parábolas, Su
testimonio de ser de carácter divino, Su muerte en la Cruz, y de las
características más sobresalientes de Su religión.
FUENTES JUDÍAS
FILO

Filo, que murió luego del A.D. 40, es importante principalmente por la luz
que arroja en ciertos modos de pensar y fraseología que encontramos en
algunos de los Apóstoles. Eusebio (Hist. Eccl., II, iv) incluso preserva una
leyenda en la que cuenta que Filo conoció a San Pedro en Roma durante
sus misiones con el emperador Cayo; lo que es más, que en su trabajo
sobre la vida contemplativa describe la vida de la Iglesia Cristiana en
Alejandría fundada por San Marcos, más que aquella de los Espesenos y
Terapeutas. Pero es poco probable que Filo haya escuchado lo suficiente
acerca de los cristianos como para darle un asidero histórico a estas
leyendas.

JOSEFUS

El primer escritor no cristiano que se refiere a Cristo es el historiador judío


Flavio Josefus, nacido en A.D. 37, fue contemporáneo de los Apóstoles y
murió en Roma en A.D. 94. Dos pasajes en su "Antiquities" que confirman
dos hechos de las crónicas cristianas inspiradas no tienen disputa. En uno
reporta el asesinato de "Juan llamado el Bautista" en manos de Herodes,
(Ant., XVIII, v, 2), en el que describe además el carácter y trabajo de Juan;
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en el otro, (Ant., XX, ix, 1) desaprueba la sentencia pronunciada por el


sumo sacerdote Ananus contra "Santiago, hermano de Jesús, Quien era
llamado Cristo." Es probable por antecedente que un escritor tan bien
informado como Josefus debe haber tenido una familiaridad además con
la doctrina y la historia de Jesucristo. Viendo, además, que registra
eventos de importancia menor en la historia de los judíos, sería
sorprendente si se mantuviese en silencio acerca de Jesucristo. La
consideración por los sacerdotes y fariseos no le impidió mencionar los
asesinatos judiciales de Juan el Bautista y el Apóstol Santiago; su intento
de encontrar la realización de las profecías Mesiánicas en Vespasiano no
lo indujeron a callar sobre varias sectas judías, aún cuando sus principios
parecían ser inconsistentes con las aseveraciones de Vespasiano. Uno
espera, naturalmente, una mención sobre Jesucristo en Josefus.
Antiquities XVIII, iii, 3, parece satisfacer esta expectativa.

Por este tiempo apareció Jesús, un hombre sabio (si es que es correcto
llamarlo hombre, ya que fue un hacedor de milagros impactantes, un
maestro para los hombres que reciben la verdad con gozo), y atrajo hacia
Él a muchos judíos (muchos griegos además. Era el Cristo). Y cuando
Pilatos, frente a la denuncia de aquellos que son los principales entre
nosotros, lo había condenado a la Cruz, aquellos que lo habían amado
primero no abandonaron (ya que se les apareció vivo nuevamente al
tercer día, habiendo predicho esto y otras tantas maravillas sobre Él los
santos profetas) La tribu de los cristianos llamados así por El no han
cesado hasta este día.

Un testimonio tan importante como el mencionado arriba no podía


escaparse del trabajo de los críticos. Sus conclusiones pueden reducirse
a tres titulares: aquellos que consideran el pasaje como totalmente falso;
aquellos que lo consideran completamente auténtico; y aquellos que lo
consideran un poco de cada cosa.

Todo esto no implica necesariamente que Josefus considerase a Jesús


como el Mesías judío; pero, aun si hubiese estado convencido de su
mesianismo, no se sigue por esto que se haya convertido al cristianismo.
Un número de posibles subterfugios pueden haberle brindado al
historiador judío razones aparentemente suficientes como para no abrazar
el cristianismo.

OTRAS FUENTES JUDÍAS


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El carácter histórico de Jesucristo también es afirmado por la literatura


judía hostil de los siglos subsiguientes. Su nacimiento se considera unido
a una unión ilícita ("Acta Pilati" en Thilo, "Codex apocryph. N.T., I, 526; cf.
Justin, "Apol.", I, 35), o hasta adúltera de sus padres (Orígenes, "Contra
Cels.," I, 28, 32). El nombre de su padre era Pantera, un soldado común
(Gemara "Sanhedrin", viii; "Schabbath", xii, cf. Eisenmenger, "Entdecktes
Judenthum", I, 109; Schottgen, "Horae Hebraicae", II, 696; Buxtorf, "Lex.
Chald.", Basle, 1639, 1459, Huldreich, "Sepher toledhoth yeshua
hannaceri", Leyden, 1705). Este último trabajo en su edición final no
apareció hasta el siglo trece, por lo que brinda un relato del mito de
Pantera en su forma más avanzada. Rosch es de la opinión de que el mito
no comenzó antes de los fines del siglo I.

Los escritos judíos posteriores muestran trazos de familiaridad con el


asesinato de los Santos Inocentes (Wagenseil, "Confut. Libr.Toldoth", 15;
Eisenmenger op. cit., I, 116; Schottgen, op. cit., II, 667), con la huída a
Egipto (cf. Josefus, "Ant." XIII, xiii), con la estadía de Jesús en el templo a
la edad de doce años (Schottgen, op. cit., II, 696), con la llamada a los
discípulos ("Sanhedrin", 43a; Wagenseil, op. cit., 17; Schottgen, loc. cit.,
713), con Sus milagros (Origenes, "Contra Cels", II, 48; Wagenseil, op.
cit., 150; Gemara "Sanhedrin" fol. 17); "Schabbath", fol. 104b; Wagenseil,
op.cit., 6, 7, 17), con su afirmación de ser Dios (Origenes, "Contra Cels.",
I, 28; cf. Eisenmenger, op. cit., I, 152; Schottgen, loc. cit., 699) con la
traición de Judas y con Su Muerte (Origenes, "Contra cels.", II, 9, 45, 68,
70; Buxtorf, op. cit., 1458; Lightfoot, "Hor. Heb.", 458, 490, 498;
Eisenmenger, loc. cit., 185; Schottgen, loc. cit.,699 700; cf."Sanhedrin", vi,
vii). Celsus (Origen, "Contra Cels.", II, 55) trata de arrojar dudas sobre la
Resurrección, mientras que Toldoth (cf. Wagenseil, 19) repite la ficción
judía que el cuerpo de Jesús fue robado del sepulcro.

FUENTES CRISTIANAS

Entre las fuentes cristianas de la vida de Jesús existe muy poca necesidad de
mencionar la así llamada Agrafa y Apócrifa. Porque si bien el Agrafa contiene
una Logia de Jesús, o se refiere a incidentes de su Vida, son o altamente
improbables o presentados sólo como variaciones de la historia de los
Evangelios. El principal valor de la Apócrifa consiste en mostrar la superioridad
infinita de los Escritos Inspirados contrastando las toscas y erróneas
producciones de la mente humana comparadas con las verdades simples y
sublimes escritas bajo la inspiración del Espíritu Santo.
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Entre los libros Sagrados del Nuevo Testamento, los que tienen especial
importancia con respecto a la construcción de la vida de Jesús son los cuatro
Evangelios y las cuatro grandes Cartas de San Pablo.

Las cuatro grandes Epístolas Paulinas (Romanos, Gálatas, y Primera y Segunda


Carta a los Corintios) no serán jamás sobre estimadas por los que estudian la
vida de Cristo; han sido llamadas a veces el "quinto evangelio"; su autenticidad
jamás ha sido atacada por asiduos críticos; su testimonio es aún más antiguo
que el de los Evangelios, al menos que la mayoría de ellos; es de gran valor
porque es incidental y sin ningún diseño previo; es el testimonio de un escritor
altamente intelectual y culto, que había sido uno de los mayores enemigos de
Jesús, y que escribe dentro de los 25 años posteriores a los hechos que relata.
Al mismo tiempo, estas cuatro grandes encíclicas dan testimonio de los hechos
más importantes de la vida de Cristo: su linaje de David, Su pobreza, su
Mesianismo, sus enseñanzas morales, su predicación sobre el Reino de Dios,
su llamado a los Apóstoles, sus poderes milagrosos, su afirmación acerca de ser
Dios, la traición, la institución de la Sagrada Eucaristía, Su Pasión, crucifixión,
sepultura y resurrección, sus repetidas apariciones (Rom., i, 3, 4; v, 11; viii, 2, 3,
32; ix, 5; xv, 8; Gal., ii, 17; iii, 13; iv, 4; v, 21; I Cor., vi, 9; vii, 10; xi, 25; xv, passim;
II Cor., iii, 17; iv, 4; xii, 12; xiii, 4; etc.).

Sin importar cuan importantes sean las cuatro grandes epístolas, los evangelios
son aún más importantes. No porque alguno de ellos ofrezca una biografía
completa de Jesús, sino porque dan razón del origen de la cristiandad por medio
de la vida de su Fundador. Las cuestiones tales como la autenticidad de los
Evangelios, la relación entre los Evangelios Sinópticos y el Cuarto, el problema
Sinóptico deben estudiarse en los artículos referidos a estos temas respectivos.

DATOS SOBRE LA VIDA DE JESÚS

La investigación actual demuestra que los datos de los evangelios canónicos


sobre Jesús están basados en breves recopilaciones de sus dichos y de sus
hechos, en los testimonios de sus discípulos y en las experiencias de testigos
que lo conocieron personalmente. A través de estos textos, de los testimonios
y del conocimiento del contexto geográfico, social, político y religioso de su
tiempo, se pueden afirmar los siguientes datos sobre Jesús de Nazaret.
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Jesús nació durante el reinado del rey Herodes. Era hijo de José y de
María.

Era judío procedente de Galilea (Nazaret). Según la tradición de la Iglesia,


nació en Belén. Su lengua materna era el arameo.

Fue bautizado por Juan Bautista en el río Jordán.

Conocía bien las tradiciones religiosas de su pueblo, enseñó en


sinagogas y fue distinguido con el tratamiento de rabí (maestro) durante
su actividad pública.

Proclamó con palabras (parábolas, Bienaventuranzas...) y con hechos


(milagros, curaciones...) la llegada del Reino de Dios. Para Jesús el
mensaje del Reino procedía de Dios.

Predicó en Galilea, en Judea y en su capital, Jerusalén, acompañado por


un grupo de discípulos: los doce apóstoles y algunas mujeres.

Para expresar su mensaje del amor de Dios Padre a la humanidad,


convivió con publicanos, pecadores y prostitutas; se enfrentó a las leyes
injustas y a los dirigentes del templo de Jerusalén. Esto le hizo
enemistarse en los poderosos de su tiempo.

Fue un hombre de profunda oración y tenía una especial relación con


Dios, a quien llamaba padre.

La noche en que celebró la Última Cena con sus discípulos, fue


traicionado y entregado.

El Sanedrín lo presentó ante Pilato como rey de los judíos. Se le juzgó y


condenó a muerte por revolucionario y por blasfemar (insultar a Dios).
Quedo abandonado y negado incluso por sus propios discípulos.

Murió crucificado, entre dos bandidos, antes de empezar la fiesta de la


Pascua. Posiblemente fue el viernes 14 de abril del año 30 d. C.

Sus discípulos predicaron que resucitó al tercer día y se apareció a


algunas mujeres, a los apóstoles y a muchos discípulos más.
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EL MENSAJE DE JESÚS

Para poder conocer mejor el mensaje de Jesús, es necesario conocer la


sociedad en que vivió y los grupos con los que más se relacionó. Palestina, en
tiempos de Jesús, estaba dominada por los romanos, y la sociedad judía tenía
problemas económicos, sociales, políticos y religiosos..., y una gran diversidad
de mensajes para liberarse de estas dificultades. Ante estos problemas, los
principales grupos sociales defendían las siguientes soluciones:
 Los zelotas eran partidarios de la lucha armada contra los romanos;

 Los fariseos creían que la salvación vendría del cumplimiento riguroso de


la ley;

 Los esenios, viviendo en comunidad en el desierto dedicados al trabajo y


a la oración;

 Los saduceos, sacerdotes y levitas, dedicándose al culto y a la


organización religiosa del templo;

 y los marginados se conformaban con su suerte o confiando en Dios. En


general, la mayor parte de ellos esperaba la llegada inminente de un
Mesías de tipo político o de tipo espiritual.

LA BUENA NOTICIA DE JESÚS

Jesús se presentó como el Mesías prometido por Dios para comunicar su


mensaje: «Marchó Jesús a Galilea, proclamando la buena noticia de Dios. Decía:
El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está llegando. Convertíos y creed en
el evangelio» (Mc 1, 14-15).
El ideal y sueño de Jesús fue anunciar y llevar a la práctica el Reino de Dios.
Este mensaje lo dio a conocer con sus palabras y con sus hechos: los milagros,
las parábolas, los anuncios sobre el fin de los tiempos (Mt 25. 31-46), la Última
Cena Jn 13, 17) y, sobre todo, con las Bienaventuranzas. Para la Iglesia, Jesús
es el Mesías, el Cristo qué anuncia el mensaje de Dios para la salvación
completa.
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¿QUÉ ES EL REINO DE DIOS?

El Reino de Dios es un mensaje religioso de salvación definitiva. Es un regalo de


Dios y una tarea que hay que construir día a día por medio de la conversión y
del compromiso personal.
El Reino de Dios no es un reino político o un lugar geográfico. Está dentro del
corazón de la persona que acoge la palabra de Dios, la acepta y la pone en
práctica.
Es un proyecto voluntario por el que cada hombre y cada mujer cambian su forma
de vida. Está abierto a todos. Para formar parte de él, es necesario ayudar a los
pobres, defender la verdad, promover la justicia, y amar a los demás, a Dios y a
uno mismo.
El Reino de Dios es la presencia de Dios en la tierra en la persona de Jesús de
Nazaret y en su mensaje de salvación. El Reino de Dios debe ir creciendo por
obra de los cristianos y de la iglesia hasta que se complete con la venida de
Jesucristo al final de los tiempos.

LAS BIENAVENTURANZAS

Las Bienaventuranzas son las promesas de Dios y una síntesis de las


enseñanzas de Jesús. Se dirigen tanto a los cristianos como a quienes no lo son,
y anuncian que Dios está al lado de los pobres. Son los valores y
comportamientos necesarios para hacer crecer el Reino de Dios aquí en la tierra
y un camino para encontrar la auténtica felicidad.
«Dichosos los pobres en el espíritu, porque suyo es el reino de los cielos.
Dichosos los que están tristes, porque Dios los consolará.
Dichosos los humildes, porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque Dios los saciará.
Dichosos los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos. Dichosos
los que tienen un corazón limpio, porque verán a Dios. Dichosos los que
construyen la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por hacer la voluntad de Dios, porque de ellos es el
reino de los cielos.
Dichosos seréis cuando os injurien y persigan y digan contra vosotros toda clase
de calumnias por causa mía. Alegraos y regocijaos, porque será grande vuestra
recompensa en los cielos, pues así persiguieron a los profetas anteriores a
vosotros» (Mt 5,3-11).
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LOS MILAGROS DE JESÚS

Las historias de milagros aparecen en casi todas las religiones. El cristianismo,


por la influencia de Jesús, es la religión que más atención ha prestado a los
milagros. Tanto los seguidores de Jesús como sus adversarios reconocieron su
capacidad para hacer exorcismos y como médico sanador.

LA CREENCIA EN LOS MILAGROS EN PALESTINA

En tiempos de Jesús, el pueblo judío creía que la enfermedad era un castigo de


Dios a causa de los pecados cometidos por el enfermo o su familia. Muchos
creían que la enfermedad tenía su origen en los malos espíritus y que el único
que podía curar era Dios. En general, se creía más en los milagros que en la
actualidad, ya que casi todo se explicaba por medio de intervenciones directas
de Dios.

LOS MILAGROS EN LA VIDA DE JESÚS

Los evangelios atribuyen numerosos hechos extraordinarios a Jesús de Nazaret.


Los milagros y la predicación del Reino de Dios ocupan un lugar central en su
actividad pública. A Jesús se le atribuyen treinta y dos milagros, veinticinco de
los cuales fueron de curaciones. Esta actividad de Jesús impresionó a sus
seguidores y molestó a quienes le criticaban.
Tras aplicar un método científico a los milagros de Jesús narrados en los
evangelios y en documentos romanos y judíos, se deduce que los milagros se
basan en unos hechos reales y no en la fantasía de sus autores.
Jesús conocía las enseñanzas de la Biblia sobre el cuerpo humano como
creación y bendición de Dios (Gén 1, 27). También sabía cómo cuidado gracias
al breve manual de medicina incluido en el Levítico (Lev 11-15), donde se
describe la lepra, las quemaduras e incluso la calvicie. Pero lo más importante
es que tenía una inexplicable capacidad para curar y realizar prodigios.
Durante su vida pública, Jesús fue sanador de enfermedades corporales y
mentales. Su compasión por los que sufrían le llevaba a liberar a las personas
del hambre, de la injusticia, de la enfermedad y de la muerte. De esta forma,
demostraba también con hechos su mensaje sobre el Reino de Dios. Pero
algunos solo le seguían por sus poderes para curar (Mc 6, 56).
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TIPOS DE MILAGROS DE JESÚS


Los milagros de Jesús no hay que interpretados solo literalmente o como lechos
históricos, sino también con un significado simbólico y religioso por ejemplo, la
curación de la ceguera del mendigo Bartimeo representa también la curación de
la incapacidad para ver o sentir la fe en Dios).
Los evangelistas señalan diversos tipos de milagros realizados por Jesús. Los
más importantes son: Curación de enfermos: leprosos, ciegos, paralíticos,
epilépticos... Curación de posesos: enfermos mentales, poseídos por
demonios... Dar de comer a multitudes: la multiplicación inexplicable de os panes
y los peces... Dominio de la naturaleza: cambiar el agua en vino, caminar sobre
las aguas del lago, calmar la tempestad, realizar la pesca milagrosa... Devolver
la vida a los muertos: la hija de Jairo, Lázaro, el hijo de a viuda de Naín.

EL MENSAJE DE LOS MILAGROS DE JESÚS


Jesús, por medio de los milagros, hace descubrir y sentir la presencia de Dios
en la vida de las personas. Sus milagros son signos eficaces de Dios que curan
y liberan a la persona, y sirven para acreditar el mensaje de Jesús. Aunque no
despiertan la fe en sí mismos, son uno de los muchos caninos que conducen
hacia la fe. También son signos de que Jesús tiene el mismo poder de Dios y
una invitación a reconocer en Él al enviado del Padre, al Mesías prometido. La
principal enseñanza de los milagros es mostrar una señal de la presencia del
Reino de Dios en la tierra.

LA MORAL DE JESÚS
En el relato anterior hemos comprobado que las personas, puesto que son libres,
pueden hacer el bien o el mal. Para diferenciar el bien del mal, son necesarias
unas buenas reglas y normas de comportamiento. Sin moral o ética las personas
se deshumanizan y la convivencia en sociedad se hace muy difícil.
Muchas enseñanzas de Jesús fueron de tipo moral. Sus propuestas y formas de
comportamiento causaron tal impacto, que desde entonces influyen en la mejora
de la convivencia humana.

LA MORAL EN TIEMPOS DE JESÚS


En tiempos de Jesús, las leyes que enseñaban a diferenciar el bien del mal
estaban incluidas en la Torá (los cinco primeros libros del Antiguo Testamento).
Los israelitas consideraban estas leyes reveladas por Dios y la manifestación
más importante de su voluntad. Aparecen escritas en Éx 20-24, y organizaban la
vida en todos sus aspectos personales y sociales: comporta- miento en el templo,
con los esclavos, ante el homicidio, el robo de animales, los golpes o heridas...
También regulaban la conducta de los israelitas durante el descanso del sábado
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(se prohibía subirse a un árbol, dar palmadas, nadar, curar...). Lo esencial de


este código de leyes era el Decálogo (los Diez Mandamientos).
El mal y el pecado se castigaban según la ley del tali6n: «El que maltrate a su
prójimo será tratado de la misma manera; fractura por fractura, ojo por ojo y
diente por diente, recibirá lo mismo que él ha hecho al prójimo» (Lev 24, 19-20).

JESÚS Y LA MORAL DE SU PUEBLO


Jesús, como buen judío, no rechazaba la Torá ni quería que desapareciera;
solo deseaba perfeccionarla para que fuese más justa (Mt 23, 13-26). Por eso
denunciaba la hipocresía de algunos escribas y fariseos, porque cumplían lo
legal pero olvidaban los buenos sentimientos: amar, perdonar, hacer el bien sin
ser vistos, ser compasivos con los más necesitados... Y decía:
«Haced y guardad lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque
dicen y no hacen» (Mt 23,3).
Para Jesús, las personas estaban por encima de las leyes (Mc 2, 23-28) Y
enseñó que Dios era el modelo perfecto que las personas deben imitar (Mt 5,
48), e invitó a un cambio radical en los comportamientos: compartirlas riquezas,
perdonar, ayudar a los necesitados...

ORIGINALIDAD DE LA MORAL DE JESÚS


Jesús estableció como norma principal el mandamiento del amor. Para Él era
más importante la actitud que el cumplimiento rutinario de los preceptos de la
Torá. Las normas y los principios éticos que predicó completaron la ley de
Moisés. Lo más importantes de su moral es el amor a Dios, el amor a los demás
y el amor a uno mismo:
“Cuando los fariseos oyeron que había tapado la boca a los saduceos, se
reunieron, y uno de ellos, doctor en la ley, le preguntó para tentarlo: "Maestro,
¿cuál es el mandamiento principal de la ley?". Él le dijo: "Amarás al Señor, tu
Dios, con todo tu corazón, con roda tu alma y con toda tu mente. Este es el
principal y primer mandamiento. El segundo es semejante a este: Amarás a Tu
prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se resume toda la Ley y
los profetas"» (Mt 22, 34-40).
Lo más original de la moral de Jesús es el amor a los enemigos, extranjeros y
marginados y pecadores. Este amor debe ser universal, sin importar la raza y el
lugar de origen, sea amigo o enemigo. Su preferencia por los marginados servía
para criticar la idea de que la salvación les estaba negada por no acudir al templo
ni seguir el culto.
Con esta actitud, Jesús no defiende la pobreza ni la superioridad de las personas
que la sufren, sino que intenta mostrar la bondad de Dios con los más
13 | P á g i n a

necesitados. Estas ideas y comportamientos tan originales y revolucionarios


provocaron que los grupos dirigentes de la sociedad de Israel promovieran la
muerte de Jesús.

LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
A la pregunta ¿hay vida después de la muerte? se dan actualmente diversas
respuestas. Los ateos, los agnósticos y los materialistas responden: «La muerte
es un problema sin solución y la vida acaba con la muerte». Por el contrario, las
religiones y diversas filosofías responden: «La muerte es un paso hacia otra vida
más completa y definitiva». Los cristianos descubren la vida eterna en la muerte
y resurrección de Jesús. Para la Iglesia, la resurrección de Jesús es el
fundamento y centro de la fe cristiana.

MUERTE Y RESURRECCIÓN DE JESÚS


Jesús murió cruelmente, como un fracasado y en medio de una gran soledad:
«Todos lo abandonaron y huyeron» (Mc 14, 50). Incluso Pedro, su discípulo más
querido y más fiel, lo negó tres veces: «Él se puso a maldecir ya perjurar: "No
conozco a ese hombre que decís"». Se sintió tan solo, que en el momento de su
muerte gritó: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mc 15, 34).
Después de muerto, su amigo José de Arimatea pidió a Poncio Pilato su cadáver
para darle sepultura. Pilato se lo concedió, y envolvió a Jesús en una sábana y
lo colocó en un sepulcro cercano. Pasado el sábado, María Magdalena y otras
mujeres compraron perfumes para ir a embalsamarlo, pero encontraron el
sepulcro abierto y vacío. Un ángel les anunció que había resucitado. Más tarde,
Jesús, ya resucitado, se apareció por primera vez a María Magdalena (Mc 16, 9-
11. y luego a sus apóstoles y amigos.
La resurrección de Cristo no fue una revivificación, como fueron las
resurrecciones de la hija de Jairo, la del hijo de la viuda de Naín y la de Lázaro.
Estos hechos eran acontecimientos milagrosos, pero estas personas volvieron a
morir. La resurrección de Cristo es completamente diferente porque Jesús pasa
del estado de muerte a una vida eterna más allá del tiempo y del espacio:
«Sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, no vuelve a
morir, la muerte no tiene ya dominio sobre Él» (Rom 6,9).
La resurrección de Jesús es la completa transformación de todas sus
posibilidades humanas y divinas. Es el acto supremo del poder y del amor de
Dios.
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ENCUENTROS CON CRISTO RESUCITADO


Poco a poco, sus apóstoles y seguidores vivieron la experiencia de que Jesús
había resucitado y estaba presente en medio de ellos. El Nuevo Testamento
narra con diferentes formas literarias los testimonios de los testigos que se
encontraron de forma real con Jesús resucitado. Algunas de ellas son las
confesiones de fe o frases breves que testimonian la resurrección de Jesús (Rom
10, 9), y los himnos a Cristo o composiciones poéticas que la Iglesia primitiva
recitaba en las celebraciones de la Eucaristía y en otras ceremonias (Col 1, 20-
23). Los testigos de la resurrección de Jesús expresan cómo se relacionó con
ellos de forma real, compartiendo la comida y presentándose ante ellos (Lc
24,36-49).
San Pablo presenta esta diversidad de testigos de la resurrección en uno de los
textos más antiguos del Nuevo Testamento: «Cristo murió por nuestros pecados
según las Escrituras; que fue sepultado y resucitó al tercer día según las
Escrituras; que se apareció a Pedro y luego a los doce. Después se apareció a
más de quinientos hermanos a la vez, de los que la mayor parte viven todavía,
si bien algunos han muerto. Luego se apareció a Santiago, y más tarde a todos
los apóstoles. Y después de todos se me apareció a mí» (1 Cor 15, 3-8).

JESUCRISTO EN LA FE DE LA IGLESIA
Los cristianos celebran su fe por medio de los sacramentos, la practican a través
de sus buenos comportamientos y la expresan públicamente por medio del
Credo. Las verdades de fe sobre Jesucristo están formuladas en el Nuevo
Testamento y en el Credo. Las más importantes son la confesión de fe en Jesús
corno verdadero Dios y verdadero Hombre, la Encarnación, Redención y
Resurrección. Estas verdades forman parte de lo más profundo y original de la
fe cristiana.

LA ENCARNACIÓN
La Encarnación es el misterio y el hecho por el cual Dios se hace hombre en
Jesús para salvar a la humanidad. Así lo proclama el evangelio: «Se hizo carne
y habitó entre nosotros» Jn 1, 14) y el Credo: «y se encarnó».
De esta forma, se profesa que Jesucristo, por su encarnación en el seno de
María por obra del Espíritu Santo, es verdadero Hombre y verdadero Dios en
una única persona. Es verdadero Hombre porque es una persona igual que las
demás, menos en el pecado: llora, sufre, se alegra, ama... Y es verdadero Hijo
de Dios porque es igual a Dios: fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo, hace milagros, resucita...
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LA REDENCIÓN
Durante la historia de Israel, Dios anunció y prometió la redención y la salvación.
Los profetas revelaron que llegaría un Mesías que traería la salvación completa.
Cuando murió Jesús, sus discípulos se llenaron de dolor y desesperanza.
Después de la resurrección, descubrieron quién era realmente Jesús y el sentido
de su muerte: Jesucristo es el Mesías y el redentor prometido por Dios que
entregó y sacrificó libremente su vida para la salvación de todas las personas.
En esto consiste la redención. La Iglesia recuerda este sacrificio y lo actualiza en
la Eucaristía:
“Jesús, el Señor, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, después de
dar gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo entregado por vosotros;
haced esto en memoria mía". Igualmente, después de cenar, tomó el cáliz y
dijo: "Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; cuantas veces bebáis
de él, hacedlo en

JESÚS, VERDADERO HOMBRE Y VERDADERO DIOS


Para la fe de la Iglesia, Jesús es verdadero Hombre y verdadero Dios. Dios se
hace hombre en Jesús para que el hombre se haga Dios. La humanidad y la
divinidad están tan estrechamente unidas en Jesucristo, que no se pueden
separar. Se le llama Jesús de Nazaret cuando se hace referencia a su dimensión
histórica y humana (perfecta y ejemplar), y Jesucristo, para resaltar su dimensión
divina. En el Nuevo Testamento, a Jesús se le dan diferentes nombres para
expresar su misterio más profundo: Cristo, el Hijo de Dios, el Mesías, el Señor...

LA RESURRECCIÓN
Para la Iglesia, la resurrección de Jesús es el fundamento y el centro de la fe
cristiana porque es la mayor revelación de Dios Padre y el máximo
acontecimiento de la salvación: «Mi Padre quiere que todos los que vean al Hijo
y crean en Él, tengan la vida eterna, y yo los resucitaré en el último día» Jn 6,
40). La fe en la resurrección se profesa en el Credo: «resucitó al tercer día...
Esperó la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro». Por medio de
la resurrección, Dios revela que Él es Amor y Señor de la vida. Cumple su
promesa de liberar del pecado y de la muerte, y ofrece la salvación completa:
vivir para siempre en completa felicidad con Dios, con los demás y con uno
mismo.

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