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Señor:
E.S.D.
PAOLA ANDREA MANTILLA ORTIZ, identificada con cedula de ciudadanía No. 63.548.838
expedida en Bucaramanga (Santander), obrando como AGENTE OFICIOSA de mi hija MARIA
ALEJANDRA CARRASCAL MANTILLA, menor de edad, identificada con tarjeta de identidad No.
1.096.538.742, en calidad de estudiante del instituto educativo JUAN CRISTOBAL MARTINEZ DE
GIRON, domiciliada y residente en la Calle 60ª N°16C-30 Barrio La Esmeralda del municipio de
Girón, acudo ante su despacho en aras de solicitar el amparo constitucional establecido en el Artículo
86 de la Constitución Política denominado ACCION DE TUTELA en contra de la INSTITUCION
EDUCATIVA COLEGIO JUAN CRISTOBAL MARTINEZ DE GIRON SANTANDER, con el objeto de
obtener el amparo judicial del derecho constitucionales y fundamental, A LA EDUCACION, LA
PETICION Y AL DEBIDO PROCESO cuyos hechos y consideraciones expongo a continuación:
I.HECHOS:
SEGUNDO: Mi hija MARIA ALEJANDRA CARRASCAL MANTILLA incurrió en una falta gravísima
tipo II, como reza en el ítem 12 del artículo 23 del manual de convivencia de la INSTITUCIÓN
EDUCATIVA COLEGIO JUAN CRISTOBAL MARTINEZ. “Apropiarse temporal o definitivamente
(hurto) de los bienes, enseres del colegio, de los compañeros, del personal docente y
directivo”.
TERCERO: Tras las autoridades académicas tener conocimiento del delito cometido por mi hija
iniciaron proceso disciplinario, pero omitiendo algunas reglas consagradas en el mismo manual de
convivencia de la institución educativa ya que no se realizó la respectiva audiencia de descargos
ante personal competente en el cometido delictivo de mi hija, pero si se reunió material probatorio
contundente para la acusación de ella. Realizado lo anteriormente escrito, el comité de asuntos
especiales, toma la decisión de cancelar matricula de mi menor hija. Situación que pone en
manifiesta vulneración del derecho fundamental a la educación de la menor.
CUARTO: Cabe resaltar que soy consciente de que mi hija actuó de manera errónea incurriendo en
el cometido de conductas delictivas que afectan la armonía y convivencia de la comunidad
estudiantil, el cuerpo de docentes y administrativo.
QUINTO: Ante dicha situación he pasado por consultas psicológicas con mi hija para tratar de hallar
la verdad de lo ocurrido, donde ella ha manifestado su arrepentimiento y sustenta que fue un error
lo que hizo y así mismo todos los actos de indisciplina en los que se ha visto involucrada.
1. Resarcir la falta. (Mi hija no tenía en su poder el celular, lo tenía la otra compañera y lo
devolvió a la docente sin la respectiva Sim Card y carcaza)
2. Actividades de servicio social y de bienestar al estudiantado de 20 a 40 horas dependiendo
de la gravedad de la falta, circunstancias atenuantes o agravantes, la cual se cumplirá dentro
de la institución en cualquiera de las sedes en jornada contraria o en días distintos a la
jornada académica. (esto no fue propuesto para mi hija)
3. Perder el derecho a de asistir a todo tipo de actividades culturales o recreativas que realice
la institución a partir de la fecha. (no fue propuesto para mi hija)
4. Asignar matricula condicional con firma de compromiso de un cumplimiento de dicha
condicionalidad. A dicha matricula, se le hará un seguimiento de tal manera que si cumple
los compromisos adquiridos le sea levantada si no los cumple el estudiante será excluido del
colegio. (no fue propuesto para mi hija)
5. Suspensión asumiendo responsabilidades académicas desde 3 días hasta una semana,
dependiendo de la gravedad de la falta y el proceso disciplinario. Esta suspensión no podrá
realizarse dentro de las actividades que se programen para el proceso de retroalimentación,
nivelación o superación o evaluaciones finales del periodo. (no fue propuesto para mi hija)
Ninguna de las anteriores acciones correctivas fue propuesta para mi hija sino por todo lo
contrario el comité de asuntos especiales ordeno de manera arbitraria la cancelación de la
matricula sin agotar las otras medidas correctivas pactadas en el manual de convivencia de las
cuales mi hija puede verse beneficiada y puede contribuir en su proceso de formación.
OCTAVO: Según lo que reza el artículo 28 del manual de convivencia de la institución como
estrategias pedagógicas:
Con el fin de propender con el mejoramiento de los desempeños del estudiante y su integración con
la comunidad educativa basados en las políticas, filosofía y perfil esperado del estudiante
JUANCRISMAR, la institución aplicara una o varias de las siguientes estrategias pedagógicas:
NOVENO: tras cada una de las resoluciones que me eran enviadas del departamento
administrativo por la falta cometida por mi hija yo respondía por medio de apelación y reposición,
en la última resolución N° 246 DE 2018 enviada me informan que el cupo escolar de mi hija será
cancelado para el año 2019.
II.PRETENSIONES
SEGUNDO: Teniendo en cuenta que el instituto educativo Colegio Juan Cristóbal Martínez no
agoto todas las medidas correctivas aplicables para mi hija ni nos prestó el servicio de
psicorientadora para ayudar en el proceso de formación de mi hija solicito de manera cordial
ORDENAR, a la INSTITUCIÓN EDUCATIVA COLEGIO JUAN CRISTOBAL MARTINEZ, la
revocación en su integridad de la resolución N° 246 DE 2018 en la cual ordena la cancelación de
matricula para el año 2019.
“(i) cuando quien exige la prestación del servicio es un menor de edad, de acuerdo con lo establecido
en el artículo 44 de la Carta Fundamental, (ii) cuando la amenaza o vulneración del derecho a la
educación apareja la amenaza o vulneración de otro derecho de carácter fundamental, como la
igualdad, el libre desarrollo de la personalidad o el debido proceso.”
“En efecto, desde los primeros pronunciamientos en la materia, se ha afirmado que el derecho a la
educación está revestido por el carácter de funda mentalidad no sólo en lo referente a la educación
de los niños, frente a los cuales la Constitución Política hace un reconocimiento expreso en el artículo
44, sino también en la formación de los adultos, puesto que la educación es inherente y esencial al
ser humano, dignificadora de la persona humana, además de constituir el medio a través del cual se
garantiza el acceso al conocimiento, la ciencia, la técnica y los demás bienes y valores de la cultura
( C.P. Art. 67).” Sentencia T 188 de 2010.
b. Sentencia 188 de 2010 "Como derecho, la educación supone la oportunidad que tiene la persona
humana de acceder a la variedad de valores que depara la cultura, que le permiten adquirir
conocimientos para alcanzar el pleno desarrollo de su personalidad, los cuales la colocan en la
posibilidad real de participar, en igualdad de condiciones, en el ejercicio de otros derechos
fundamentales (…)”
Desde sus primeros años, esta Corte ha resaltado la importancia del derecho a la educación como
instrumento o medio esencial para alcanzar el goce de otros derechos tales como la dignidad
humana, el libre desarrollo de la personalidad, la igualdad, el derecho a escoger profesión u oficio,
el derecho al trabajo, el mínimo vital y, en general, para lograr una ciudadanía plena. Así mismo, el
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, organismo que interpreta y vigila el
cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en su
Observación General No. 13 sobre el derecho a la educación, afirmó que éste derecho “es el principal
medio que permite a adultos y menores marginados económica y socialmente salir de la pobreza y
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participar plenamente en sus comunidades” (sentencia T 306 de 2011), razón por la cual cobra vital
importancia en un país como el nuestro.
“ La obligación de respetar exige que los Estados Partes eviten las medidas que obstaculicen o
impidan el disfrute del derecho a la educación. La obligación de proteger impone a los Estados Partes
adoptar medidas que eviten que el derecho a la educación sea obstaculizado por terceros. La de dar
cumplimiento (facilitar) exige que los Estados adopten medidas positivas que permitan a individuos
y comunidades disfrutar del derecho a la educación y les presten asistencia. (…) Como norma
general, los Estados Partes están obligados a dar cumplimiento a (facilitar) un derecho concreto del
Pacto cada vez que un individuo o grupo no puede, por razones ajenas a su voluntad, poner en
práctica el derecho por sí mismo con los recursos a su disposición”.
d. Sentencia T-163 de 2007 aunque el artículo 67 de la Constitución habla de los niños y niñas entre
los cinco y los quince años, según la jurisprudencia constitucional el límite superior debe ser
entendido hasta los 18 años. Al respecto, en la sentencia (sentencia T-306 de 2011).
e. Sentencia T 306 de 2011“(…) la Corte ha sostenido que una interpretación armónica del artículo
67 de la Carta, con el artículo 44 ibídem y con los tratados internacionales de derechos humanos
suscritos por el Estado Colombiano en la materia, lleva a concluir que la educación es un derecho
fundamental de todos los menores de 18 años.
Lo anterior, por cuanto, de una parte, el artículo 44 superior reconoce que la educación es un derecho
fundamental de todos los niños, y conforme al artículo 1° de la Convención sobre los derechos del
niño - ratificada por Colombia por medio de la Ley 12 de 1991- la niñez se extiende hasta los 18
años, y de otra por que según el principio de interpretación pro infans –contenido también en el
artículo 44-, debe optarse por la interpretación de las disposiciones que menos perjudique el derecho
a la educación de los niños.
En este orden de ideas, ha precisado esta Corporación (…) que (…) el umbral de 15 años previsto
en la disposición aludida corresponde solamente a la edad en la que normalmente los estudiantes
culminan el noveno grado de educación básica, pero no es un criterio que restrinja el derecho a la
educación de los menores de edad, pues de afirmar lo contrario, se excluirían injustificadamente del
sistema educativo menores que por algún percance –de salud, de tipo económico, etc.- no pudieron
terminar su educación básica al cumplir dicha edad”.
2. Con referencia al Debido Proceso vale la pena recordar algunos pronunciamientos de la corte:
Esta Corporación ha señalado que la garantía constitucional al debido proceso (artículo 29 Superior)
tiene aplicación en los procesos disciplinarios adelantados por los centros educativos de naturaleza
pública y privada. En virtud de ello, la imposición de una sanción disciplinaria debe estar precedida
del agotamiento de un procedimiento justo y adecuado, en el cual el implicado haya podido participar,
presentar su defensa y controvertir las pruebas presentadas en su contra. Como
Sentencia C - 420 de 1995 “La presentación del examen de Estado se consagra como un mecanismo
de medición de los niveles mínimos de aptitudes y conocimientos de los estudiantes que han
terminado el nivel secundario de educación y aspiran ingresar al nivel superior; convirtiéndose en un
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instrumento necesario para que el Estado pueda ejercer, con sujeción a los artículos 189 numeral
21 y 150 numeral 23 de la Constitución Política, la inspección y vigilancia sobre la educación
secundaria en cuanto a los niveles de enseñanza que reciben los estudiantes en sus respectivos
planteles.”
En ejercicio de sus facultades, según el artículo 10 del Decreto 2343 de 1980, el Icfes tiene
competencia para sancionar las posibles faltas en que incurran quienes presentan las pruebas
aplicadas por la entidad, de modo tal que “sin perjuicio de las sanciones penales a que hubiere lugar,
cuando en la aplicación de los exámenes de estado se compruebe suplantación, fraude, copia o
sustracción del material de examen, quienes incurran en estas faltas quedarán inhabilitados para
presentar exámenes de estado por un período de uno a cinco años.”
De igual forma, dispone que “corresponde al Director del ICFES, de acuerdo con la gravedad de la
falta, determinar mediante resolución motivada, el período de inhabilidad que hubiere lugar en cada
caso.”
No obstante, si bien la normativa que desarrolló los postulados de la Carta permite al Icfes de forma
autónoma controlar y sancionar conductas irregulares relacionadas con el examen de Estado para
que los resultados sean transparentes y hayan alcanzado el nivel de desarrollo y dominio de los
conocimientos adquiridos en las áreas evaluadas, la Corte considera que dicha facultad, por estar
estrechamente relacionada con la limitación del derecho fundamental a la educación y garantías
conexas, deberá ejercerse bajos los postulados del debido proceso administrativo y como mínimo
bajo los siguientes criterios al momento de interponer las sanciones a que hubiere lugar, los cuales
se ajustarán a la normativa procesal o administrativa vigente al momento de estudiar el respectivo
caso:
(i) La comunicación formal de la apertura del proceso investigativo a la persona a quien se imputa la
conducta irregular, en otras palabras, que el investigado se entere materialmente de la averiguación
que se adelanta en su contra, o que quede constancia de que se intentó hacerlo por un medio eficaz
para el caso concreto.
(ii) La formulación de los cargos imputados, siempre y cuando en ella conste de manera clara y
precisa la conducta, la sanción a que esta conducta podría dar lugar y la indicación de la normativa
que establece la falta;
(iii) La exhibición y fundamentación de todas y cada una de las pruebas que den lugar a los cargos
formulados;
(iv) La delimitación de un término durante el cual el acusado pueda ejercer su defensa, controvertir
las pruebas en su contra y allegar las que considere necesarias para sustentarla;
(v) La ponderación e implementación de una sanción proporcional a los hechos que motivaron la
irregularidad;
(viii) La posibilidad de que el investigado pueda controvertir, mediante los recursos y mecanismos
de defensa pertinentes, todas y cada una de las decisiones del Icfes que lo afecten;
(x) Todo tipo de actuación garantista que en forma efectiva proteja el derecho al debido proceso del
investigado.
constitucionales al momento de imponer la sanción a que hubiere lugar despliegue una conducta en
armonía con el respeto del derecho fundamental al debido proceso de la persona investigada.
Sentencia T 196 de 2011, el debido proceso constitucional protege las garantías esenciales o básicas
de cualquier proceso. Tales garantías esenciales aparecen definidas en el artículo 29 constitucional
y son el derecho al juez natural; el derecho a presentar y controvertir las pruebas; el derecho de
defensa –que incluye el derecho a la defensa técnica-; el derecho a la segunda instancia en el
proceso penal; el principio de predeterminación de las reglas procesales o principio de legalidad; el
derecho a la publicidad de los procesos y decisiones judiciales y la prohibición de juicios secretos.
Se concluye, entonces, que sólo aquellas vulneraciones comprometedoras de contenidos
constitucionalmente protegido de este derecho podrán ser examinadas en sede de tutela.
Los derechos fundamentales de los niños, niñas y adolescentes gozan de una especial protección
tanto en el ámbito internacional como en nuestro Estado Social de Derecho. Ello, dada la situación
de indefensión, vulnerabilidad y debilidad de esta población y la necesidad de garantizar un
desarrollo armónico e integral de la misma. Los niños, en virtud de su falta de madurez física y mental
-que les hace especialmente vulnerables e indefensos frente a todo tipo de riesgos-, necesitan
protección y cuidados especiales, tanto en términos materiales, psicológicos y afectivos, como en
términos jurídicos, para garantizar su desarrollo armónico e integral y proveer las condiciones que
necesitan para convertirse en miembros autónomos de la sociedad. Atendiendo esta norma básica
contenida en el preámbulo de la Convención sobre los Derechos del Niño y en la Declaración de las
Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, el artículo 13 de la Constitución Política de Colombia,
exige la obligación de prodigar una especial protección a aquellos grupos sociales cuya debilidad
sea manifiesta, destacándose entre estos grupos la especial protección de los niños, la cual es
prevalente inclusive en relación con los demás grupos sociales.
Los derechos fundamentales de los niños, niñas y adolescentes gozan de una especial protección
tanto en el ámbito internacional como en nuestro Estado Social de Derecho. Ello, dada la situación
de indefensión, vulnerabilidad y debilidad de esta población y la necesidad de garantizar un
desarrollo armónico e integral de la misma. Entre los instrumentos internacionales en los cuales se
encuentran consagrados los derechos de los menores se destacan los siguientes:
En primer lugar encontramos, la Convención sobre los Derechos del Niño, que dispone en su artículo
3-1 que “en todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o
privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos,
una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño”; y en el artículo 3-
2, establece que “los Estados partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado
que sean necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres,
tutores u otras personas responsables de él ante la ley y, con ese fin, tomarán todas las medidas
legislativas y administrativas adecuadas”.
Por su parte, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos dispone en su artículo 24-1
que “todo niño tiene derecho, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma,
religión, origen nacional o social, posición económica o nacimiento, a las medidas de protección que
su condición de menor requiere, tanto por parte de su familia como de la sociedad y del Estado”, en
el mismo sentido que el artículo 19 de la Convención Americana de Derechos Humanos, según el
cual “todo niño tiene derecho a las medidas de protección que su condición de menor requiere por
parte de su familia, de la sociedad y del Estado”, y que el artículo 10-3 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que ordena: “se deben adoptar medidas especiales de
protección y asistencia a favor de todos los niños y adolescentes, sin discriminación alguna por razón
de filiación o cualquier otra condición”.
También el Principio 2 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño
dispone que los niños gozarán de especial protección, y serán provistos de las oportunidades y
recursos necesarios para desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente de manera
normal y sana, y en condiciones de libertad y dignidad; para ello, precisa la Declaración, las
autoridades tomarán en cuenta al momento de adoptar las medidas pertinentes, el interés superior
de los niños como su principal criterio de orientación. Igualmente, la Declaración Universal de
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Derechos Humanos de 1948, en su artículo 25-2, establece que “la maternidad y la infancia tienen
derecho a cuidados de asistencia especiales”, y que “todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera
de matrimonio, tienen derecho a igual protección social”.
En el ámbito americano, la protección de los derechos de los niños ha sido objeto de un completo
análisis por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a través de sus sentencias y
en especial de la Opinión Consultiva No. OC-17/2002 del 28 de agosto de 2002, solicitada por la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre la interpretación de los artículos 8 y 25 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, con el propósito de determinar si las medidas
especiales establecidas en el artículo 19 (derechos del niño) de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos constituyen “límites al arbitrio o a la discrecionalidad de los Estados” en relación
a niños, y asimismo solicitó la formulación de criterios generales válidos sobre la materia dentro del
marco de la Convención Americana.
Siendo éstos algunos de los parámetros internacionales que fijan las conductas que deben adoptar
los estados frente a la niñez, corresponde al Estado colombiano atenderlas llevando a cabo acciones
en procura del bienestar de este grupo de personas y dando cumplimiento estricto a los compromisos
internacionales a los que se ha obligado.
Los niños, en virtud de su falta de madurez física y mental -que les hace especialmente vulnerables
e indefensos frente a todo tipo de riesgos-, necesitan protección y cuidados especiales, tanto en
términos materiales, psicológicos y afectivos, como en términos jurídicos, para garantizar su
desarrollo armónico e integral y proveer las condiciones que necesitan para convertirse en miembros
autónomos de la sociedad.
Atendiendo esta norma básica contenida en el preámbulo de la Convención sobre los Derechos del
Niño y en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, el artículo 13 de la
Constitución Política de Colombia, exige la obligación de prodigar una especial protección a aquellos
grupos sociales cuya debilidad sea manifiesta, destacándose entre estos grupos la especial
protección de los niños, la cual es prevalente inclusive en relación con los demás grupos sociales.
Nuestra Carta Política en su artículo 44 dispone, que los derechos de los niños prevalecen sobre los
derechos de los demás. Así la jurisprudencia constitucional ha reconocido que los menores de edad
tienen el status de sujetos de protección constitucional reforzada, condición que se hace manifiesta
-entre otros efectos- en el carácter superior y prevaleciente de sus derechos e intereses, cuya
satisfacción debe constituir el objetivo primario de toda actuación que les competa.
Esta regla no excluye, sin embargo, la existencia de parámetros generales que pueden tomarse en
cuenta como criterios orientadores del análisis de casos individuales. En efecto, existen ciertos
lineamientos establecidos por el ordenamiento jurídico para promover el bienestar de los niños, tanto
a nivel general (en la Constitución, la ley y los tratados e instrumentos internacionales que regulan
la situación de los menores de edad) como derivados de la resolución de casos particulares (es decir,
de la jurisprudencia nacional e internacional aplicable), que sirven para guiar el estudio del interés
superior de menores, en atención a las circunstancias de cada caso”.
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La Corte ha señalado que el interés de los niños “debe ser independiente del criterio arbitrario de los
demás y, por tanto, su existencia y protección no dependen de la voluntad o capricho de los padres
o de los funcionarios públicos encargados de protegerlo”[14]; no obstante, ha dicho que igualmente
ello no implica que al momento de determinar cuál es la opción más favorable para los niños, las
niñas y los adolescentes en particular, no se puedan tener en cuenta los derechos e intereses de las
personas vinculadas con ellos, en especial los de sus padres. Por el contrario, el interés superior de
los niños, las niñas y los adolescentes prevalece sobre los intereses de los demás, pero no es de
ninguna manera excluyente ni absoluto frente a ellos.
Igualmente, expresa:
“El sentido mismo del verbo “prevalecer”implica, necesariamente, el establecimiento de una relación
entre dos o más intereses contrapuestos en casos concretos, entre los cuales uno (el del menor)
tiene prioridad en caso de no encontrarse una forma de armonización; por lo mismo, los derechos e
intereses conexos de los padres y demás personas relevantes se deben tomar en cuenta en función
del interés superior del menor. De hecho, sólo así se logra satisfacer plenamente el mandato de
prioridad de los intereses de los niños, ya que éstos son titulares del derecho fundamental a formar
parte de una familia, por lo cual su situación no debe ser estudiada en forma aislada, sino en el
contexto real de sus relaciones con padres, acudientes y demás familiares e interesados. Esta es la
regla que establece el artículo 3-2 de la Convención sobre Derechos del Niño, según el cual ‘los
estados se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para su
bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas
responsables de él ante la ley’”.
“ARTÍCULO 8o. INTERÉS SUPERIOR DE LOS NIÑOS, LAS NIÑAS Y LOS ADOLESCENTES. Se
entiende por interés superior del niño, niña y adolescente, el imperativo que obliga a todas las
personas a garantizar la satisfacción integral y simultánea de todos sus Derechos Humanos, que
son universales, prevalentes e interdependientes.
El interés superior del menor, consagrado como se vio tanto en el ámbito internacional como en el
ordenamiento interno, deberá orientar cualquier actuación que se tome al momento de determinar
las políticas de acceso de los niños, niñas y adolescentes a las sociedad de la información y el
conocimiento, a fin de garantizar
su desarrollo armónico e integral.
En la jurisprudencia constitucional, el derecho al habeas data fue primero interpretado como una
garantía del derecho a la intimidad, de allí que se hablara de la protección de los datos que
pertenecen a la vida privada y familiar, entendida como la esfera individual impenetrable, en la que
cada cual puede realizar su proyecto de vida y en la que ni el Estado ni otros particulares pueden
interferir.
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T- 729-02 como “aquel que otorga la facultad al titular de datos personales, de exigir a las
administradoras de datos personales el acceso, inclusión, exclusión, corrección, adición,
actualización, y certificación de los datos, así como la limitación en la posibilidades de divulgación,
publicación o cesión de los mismos, conforme a los principios que informan el proceso de
administración de bases de datos personales”.
V. ANEXOS:
VI. JURAMENTO:
Bajo la gravedad de juramento, que se entiende prestado con la presentación del presente escrito,
manifiesto que no he interpuesto acción de tutela ante otra autoridad por los mismos hechos.
COMPETENCIA:
Señor juez, usted es competente para conocer de esta acción, de conformidad con lo establecido
por el decreto 2591 de 1991.
NOTIFICACIONES: