Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Introducción
Dos puntos hay, que comúnmente mueven a los hombres a apreciar mucho una cosa: el primero es,
la excelencia de la cosa en si misma; el segundo, el provecho que recibimos o esperamos de ella. Entre
todos los dones y beneficios que Dios por su misericordia comunica sin cesar a los hombres, es el
principal, y el más excelente y provechoso, el verdadero conocimiento de Dios, y de nuestro Señor
Jesucristo, el cual trae a los hombres una grande alegría y quietud de corazón en esta vida, y la gloria y
felicidad después de esta vida. De manera que en este conocimiento consiste el sumo bien y la
bienaventuranza del hombre, como claramente lo declara la misma verdad Jesucristo.1
Con respecto a Dios, y todas las cosas de él y en él, ni es la mente del hombre capaz de comprender
qué son, cuán grandes son, o de qué clase son, ni puede la elocuencia de la boca del hombre expresarlas
en una manera que corresponde a su majestad. Porque para el pensar y hablar de la majestad de Dios,
toda elocuencia es estupefacta y la mente entera es insuficiente.
Porque la majestad de Dios es mayor que la mente, ni puede la mente entender cuán grande es
Dios. Porque si puede ser comprendido, es necesario que sea menor que la mente del hombre en que
puede ser comprendido. Y también la majestad de Dios es mayor que toda palabra y no puede ser
expresada. Porque si puede ser expresada, es menor que el habla del hombre por el cual puede ser
contenida y comprendida.
Pero todo pensamiento acerca de Dios será menor que Dios. Y toda expresión acerca de Dios, al
ser comparado con Dios, será mucho menos que Dios. Porque en silencio podemos percibirlo
1 Cypriano de Valera, en el prefacio a su traducción de Juan Calvino, La Institución de la Religión Cristiana (Ricardo del
1659), 4-5.
3 Thomas Watson, Tratado de Teología (Carlisle, PA: El Estandarte de la Verdad, 2013), 82.
2
parcialmente. Pero así como es, es imposible expresarlo. Porque si lo llamas luz, entonces nombras
una criatura de Dios, pero no Dios. Si lo llamas virtud, nombras su poder, pero no Dios. O si lo llamas
Majestad, nombras su honor, pero no él mismo.
¿Y por qué prolongo el tiempo, mencionando sus varios títulos? Declararé todo a la vez. Declara
todo lo que puedas de Dios y aun así habrás nombrado algo de él, pero no él mismo. Porque, ¿qué
puedes pensar o decir acertadamente de él quien es mayor y más allá de toda razón y palabra? … ¿Qué
puedes concebir o percibir de él que es más alto que toda altura, más profundo que toda profundidad,
más iluminante que toda luz, más claro que toda claridad, más brillante que todo brillo, más fuerte que
toda fuerza, más virtuoso que toda virtud, más justo que toda justicia, más sabio que toda sabiduría,
más libre que toda libertad, mejor que toda bondad, más benigno que toda benignidad? Porque cada
virtud será menor que él que es Padre de toda virtud. Y así podemos decir verdaderamente que Dios
es el tal ser al que no hay comparación. Porque es más allá de todo lo que podemos decir.4
Dios, considerado en sí mismo, no puede ser comprendido por alguno sino sí mismo, 1 Tim. 6:16,
habitando en luz inaccesible, quién el hombre no ha visto, ni puede ver.
En la manera en que Dios se ha revelado a nosotros, lo vemos, por así decirlo, por las espaldas,
no el rostro, Éxod. 33:23. Verás mis espaldas, pero mi rostro no será visto, y oscuramente, no
claramente, es decir, en una manera y medida humana, 1 Cor. 13:12, por medio de un espejo,
oscuramente.5
Casi todos los nombres de Dios en su palabra son prestados de las criaturas. Sin embargo, en aquellos
nombres debemos considerar dos cosas. Primero, las cosas, o las perfecciones, que los nombres
significan. Segundo, la manera en que los nombres significan esas perfecciones. Con respecto a las
cosas o perfecciones que los nombres significan, ya que son en Dios primero, y en una manera más
perfecto que en las criaturas, y así pertenecen a Dios originalmente, así también los nombre mismos,
en la medida que significan esas perfecciones, son mejor atribuidos a Dios que a las criaturas…[pero]
si contemplamos [segundo] la manera en que los nombres significan esas perfecciones, no pertenecen
tanto a Dios como a las criaturas, porque lo que significan, lo significan en una manera imperfecta. Y
así las atribuiremos a Dios en una manera superior si añadimos ciertas palabras [o expresiones] que
aumentan el significado para distinguir entre Dios y las criaturas, como justísimo, sapientísimo, fuertísimo.
Porque así clarificaremos la diferencia entre la imperfecta justicia del hombre y la perfecta y esencial
justicia de Dios.6
La proposición [que los nombres de Dios lo describen verdaderamente] está claro de sí mismo a todo
él que considera el dador de los nombres mencionados, es decir, Dios, quien hace todo justamente, y
4 Heinrich Bullinger, Fiftie Godlie and Learned Sermons, Divided Into Five Decades, Containing The chiefe and principall points of
Christian Religion, written in three seuerall Tomes or Sections (trad. por H.I., estudiante en divinidad; Londres: Ralph Newberie,
1587), 606-607.
5 Ames, The Marrow of Sacred Divinity (Londres: Edward Griffin, 1642), 10.
6 Girolamo Zanchius, Life euerlasting: Or, The True Knowledge of One Iehovah, Three Elohim, and Iesus Immanvel (ed. Robert
Hill; Cambridge: John Legat, 1601), 10-11. Véase también, William Twisse, The Riches of Gods Love unto the Vessells of Mercy
(Oxford: L.L. and H.H., 1653), 125. “Podemos hablar de los atributos de Dios en tal manera que distinguimos entres los
que son atribuidos a los hombres y otros que no, y todo eso sin decir que las virtudes humanas son de la misma naturaleza
con los atributos divinos. La vida es un atributo divino, pero también se la atribuye al hombre, a una bestia, a una planta.
¿Dirá un hombre sabio que la vida de Dios es de la misma naturaleza con la vida de un hombre, una bestia, o una planta?
¿Qué puede ser más equívoco que la palabra canis [perro] atribuido a una estrella, a un pez, o a una vaca? Digo que mucho
más equívoco es todo lo que atribuimos a Dios y al hombre. Porque todo lo que hay en Dios es su esencia.”
3
nos tendría en reverencia pensar que los nombres que él se atribuye a sí mismo son atribuidos
justamente, y acertadamente, si los entendemos según el sentido que él ha diseñado en ellos.7
a. Por causación
b. Por negación o remoción
Ascendemos de la criatura al Creador, per viam negationis [por la vía de negación], cuando todo lo
imperfecto, desordenado, o defectivo en la criatura, todo esto es negado y removido de Dios, como
la mortalidad, la pasión, la mutabilidad, la finitud, y así decimos que Dios es inmortal, infinito,
impasible, inmutable, etc.8
La vía de negación es más fácil; mejor comprendemos lo que Dios no es, que qué es; y la mayoría de
nuestro conocimiento de Dios es por esa manera…Cuando negamos de él todo lo que no se concuerda
con su ser, más fuertemente declaramos su ser, y conocemos más de él cuando lo elevamos sobre
todo, y sobre nuestra propia comprensión.9
c. Por eminencia
Ascendemos sin peligro de la criatura al Creador, per viam eminentiae, [por la vía de eminencia] cuando
todo lo más eminente en la criatura, y lo más cerca a la perfección, se atribuye por una analogía a Dios,
como la sabiduría, el amor, la misericordia, la justicia, la santidad, y más; pero de tal modo que esas no
se entienden cualidades en Dios, como son en la criatura, sino de su esencia, porque nihil est in Deo, nisi
Deus [nada hay en Dios sino Dios].10
Los teólogos describen tres métodos en que la razón intenta descubrir a Dios. Pero ninguno de ellos
puede descubrir la esencia de Dios completamente. El primero es via causalitatis [la vía de causación],
cuando las criaturas contemplan Dios, quién es la causa suprema y universal, como su causa eficiente,
porque ellos no pueden crearse a sí mismos. Pero así sólo descubren que Dios existe, que hay un Dios
de quien son todas las cosas, pero no qué es Dios. El segundo método es via remotionis [la vía de
remoción o negación], cuando la razón contempla las imperfecciones de las criaturas, y las remueve
de Dios, no concordando con su deidad. Así la razón le considera a Dios inmortal, impasible, e
impecable, porque el morir, el sufrir, y el pecar son imperfecciones. Pero así sólo se describe lo qué
Dios no es. Y la razón tiene que continuar buscando qué es. El tercer método es via eminentiae [la vía de
eminencia], en que la razón contempla las varias perfecciones que se ven aquí y por allá en los seres
creados, y las afirma de Dios en una manera eminente y transcendente. Al contemplar la sabiduría en
los ángeles y los hombres, y la santidad y la fuerza, la razón considera a Dios sapientísimo, santísimo,
y omnipotente. Pero aun esto describe qué clase de ser es Dios, pero no quién es Dios. Para esto, la
razón depende de la revelación.11
7 Zanchius, Life euerlasting, 8-9.
8 Thomas Taylor, The Works of that Faithful Servant of Jesus Christ, Thom. Taylor, Catechistical Exercises (Londres: T.R.,
1653), 52-53.
9 Stephen Charnock, The Works of the late Learned Divine Stephen Charnock, Vol. I. (Londres: Ben. Griffin, 1684), 113-
114.
10 Taylor, Works, 52. Para claridad, la traducción también sería “no existe nada en Dios que no sea Dios.”
11 John Arrowsmith, Armilla Catechetica. A Chain of Principles (Cambridge: John Field, 1659), 129-130. Louis Berkhof es
demasiado crítico en su teología sistemática cuando dice, con referencia a esos tres métodos de conocer a Dios, “no es el
método adecuado para la teología dogmática.” De un lado, los reformadores y los puritanos los usaban directamente. De
4
A Dios le conocemos a través de dos medios. En primer lugar, por la creación, conservación y
gobierno del universo; porque éste es para nuestros ojos como un hermoso libro en el que todas
criaturas, grandes y pequeñas, son cual caracteres que nos dan a contemplar las cosas invisibles de
Dios, a saber, su eterno poder y deidad, como dice el apóstol Pablo; todas las cuales son suficientes
para convencer a los hombres, y privarles de toda excusa. En segundo lugar, Él se nos da a conocer
aún más clara y perfectamente por su santa y divina Palabra, esto es, tanto como nos es necesario en
esta vida, para Su honra y la salvación de los Suyos” (Confesión Bélgica, Artículo 2).
a. La revelación acomodada
Es verdad que Dios, para entretenernos en sobriedad, no habla muy largo de su esencia. Con todo
esto…Dios reprime todo el atrevimiento del entendimiento humano y ciertamente que la infinidad de
su esencia nos debe espantar para que no presumamos medirlo con nuestro sentido. Y su naturaleza
espiritual nos impide que ninguna cosa especulemos en el terrenal o carnal…Porque qué hombre, si
tiene un poco de entendimiento, no entiende, que Dios en cierta manera tartamudea y habla con
nosotros, como las amas con sus niños que crían. Por tanto, tales maneras de hablar no declaran tan
por entero cuál sea Dios en sí, cuando se acomodan con nuestra rudeza para darnos algún
conocimiento de Dios. Lo cual la escritura no puede hacer sin que ella se abaje, y aun muy bien bajo
de lo que es la Majestad de Dios.12
El Señor se acomoda a sí mismo a nuestras palabras y pensamientos; balbutit nobiscum [balbucea con
nosotros]. Él, como un Padre amable, balbucea con los niños balbuceantes, les habla en su propio
dialecto. Sin embargo, no nos tendría pensar que él es así, sino infinitamente distante en su propio ser
de todas esas imperfecciones. Entonces, cuando leen esos términos en las Escrituras, cuídense que no
piensen que Dios es así cómo ustedes. Pero, en esas expresiones, siendo indignas de él, aprendan su
propia ignorancia de su gloriosa majestad, su propia torpeza e incapacidad, de tal forma que el
Santísimo tiene que bajarse, por así decirlo, en una forma física o no entenderán nada de él.13
Y aunque esto se diga conforma a nuestra capacidad, con todo esto ello es muy grande verdad.14
Entre todos los nombres de Dios, aquel es el más excelente que se llama el tetragrámaton,15 Jehovah,
es decir, El Ser, o Yo Soy, para él que es autousia, un ser de sí mismo, teniendo su vida y su ser no de
otro, sino de sí mismo, en necesidad de nadie para hacerlo ser, pero dando el ser a todos seres, es
decir, Dios eterno, sin principio y fin, en quién vivimos, nos movemos y somos.16
otro lado, uno sólo tiene que reconocer las limitaciones de los tres métodos, así como John Arrowsmith en la cita arriba.
Véase Louis Berkhof, Teología Sistemática (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2002), 60.
12 Calvino, La Institución de la Religión Cristiana, 61.
13 Hugh Binning, The Common Principles of Christian Religion (Glasgow: R.S., 1666), 122-123.
14 Calvino, La Institución de la Religión Cristiana, 330.
15 “Tetragrámaton” significa “cuatro letras” en griego. Se refiere al nombre Jehová(h) que se escribe en hebreo sin
quicquid est in Deo, Deus est [todo lo que hay en Dios, es Dios]18
nihil est in Deo, nisi Deus [nada hay en Dios sino Dios]
1. Simplicidad
Cuando decimos que Dios es mero y perfecto acto, el significado es, que Dios es una causa sin causa,
un ser no de otro ser; no compuesto por un acto en virtud del cual él es y una posibilidad, por la cual
podría haber no sido; de quién jamás se podría decir que algo iba a ser en él, que no era; o [que algo
en Dios] puede no ser, que es.19
La esencia de Dios es purus actus, un acto puro, es decir, tal naturaleza que es privado de toda potencia
pasiva, posibilidad, o capacidad de ser diferente, porque es simplísimo, y por eso no puede ser
comunicada con una criatura.20
Llegamos ahora a la simplicidad de Dios. Dios es libre de toda composición, sin partes, no teniendo
un alma y un cuerpo, como nosotros, ni siendo compuesto de sustancia y accidente, como nosotros,
sino él es simple, libre de toda composición. Colecto esto de las palabras YO SOY QUE EL SOY, es
decir, todo lo que hay en mí, es yo mismo. Soy acto puro, ser completo, un entero, simple y uniforme
ser, sin partes, no como la criatura, porque el mejor de ellos es compuesto de acciones, y cualidades,
pero todo lo que hay en mí, es yo mismo.21
La naturaleza de Dios no puede estar en composición con otra cosa; ni combinarse con otro, como
sería necesario si fuera comunicada con las criaturas. Repito, [la esencia divina] es inmutable, de tal
modo que, así como ninguna esencia creada puede convertirse en la esencia de Dios, tampoco puede
su esencia convertirse en otra cosa, o ser combinada con algo creado. Porque si así fuera comunicada,
sería en parte, o en total. No puede ser en parte, porque no puede ser dividido, tampoco en total
porque entonces la criatura sería Dios. 22
Si Dios poseyera en sí mismo el amor, o la justicia, o la sabiduría, o la vida, o cualquiera otra cualidad,
en una manera en que son diferentes de su esencia, en la manera en que las criaturas las poseen, él
sería qué es, no originalmente de sí mismo, sino derivadamente, y por participación, y así
imperfectamente: así como ser calentado es más imperfecto que ser el calor, o ser dorado es más
imperfecto que ser el oro mismo.23
Si Dios es tal ser, simple, primero, puro, y absoluto, entonces así usted puede ver, cuán estable
fundamento tiene nuestra fe en que reposar. Somos establecidos sobre el fundamento más bajo en
todo el mundo, es decir, sobre el primero, el más absoluto, y simple, y puro, y entero ser; el cual digo
es el fundamento más bajo porque no depende de otro, pero todo de él: y esta es la condición feliz de
todos cristianos, y solo ellos.25
2. Eternidad
3. Inmensidad
4. Inmutabilidad e impasibilidad
De la simplicidad de Dios procede su inmutabilidad, que no es otra cosa que tal condición de la esencia
divina y los atributos, que no son susceptibles a ningún cambio. Ahora bien, esta inmutabilidad se
demuestra por las Escrituras, “Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se
arrepienta” (Números 23:19); “¡Porque yo, el SEÑOR, no cambio” (Malaquías 3:6); “En quien no hay
cambio ni sombra de variación” (Santiago 1:17). Además, él que posee toda perfección no puede ser
cambiado. Si Dios cambiara, sería para mejor, o para peor, o para algo igual. Pero no puede cambiar
para mejor, porque Dios es el mejor; tampoco para peor, porque entonces no poseería todas
perfecciones, porque él no tendría aquel en virtud del cual se preserva a sí mismo de empeorarse;
tampoco puede recibir perfecciones adicionales igual a lo que ahora posee, o no poseería toda
perfección.
Y, por lo tanto, no hay mutabilidad en Dios…no en su esencia, porque siendo el primero, no
puede ser suplantado por un ser anterior; siendo todopoderoso; no puede ser herido por alguno;
siendo simplísimo, no puede ser contaminado por ninguno; siendo inmenso, no puede ser aumentado
o disminuido; siendo eterno, no puede fallar. No hay mutabilidad en su eternidad, porque dónde hay
no hay sucesión, tampoco hay mutación; ni [hay mutabilidad] en su entendimiento, porque el
conocimiento de Dios es todo-perfecto; ni [hay mutabilidad] en su voluntad, porque la voluntad de
Dios es todo-sabio, al que nada imprevista puede suceder que lo obligaría a cambiar sus intenciones
para mejor. Repito, nada puede prevenir o resistir su voluntad. Dios, sí, ordena los varios cambios de
las cosas, pero su voluntad misma queda sin cambiar. Esta inmutabilidad de Dios es el fundamento
de nuestra fe y esperanza.26
“Si Dios fuera cambiado en cualquiera manera, sería para mejor o para peor; pero no para peor, porque entonces Dios
pasaría de la perfección a la imperfección, y así dejaría de ser Dios, ni para mejor, porque entonces anteriormente era
imperfecto, y entonces no Dios.” Taylor, Works, 58.
7
a. Agentes y pacientes
b. Afecciones y pasiones
Los atributos de Dios son para siempre, constantes e incambiables, siempre en él, un momento y el
siguiente…esto ministra consuelo al pueblo de Dios; los atributos de Dios no son accidentes27
mutables, sino su propia esencia: su amor y misericordia son cómo él, infinitos, inmutables, y eternos.28
5. Infinidad
1. Creación
2. Providencia
3. Soberanía
4. Benignidad
El amor de Dios no es una pasión causada por un bien que percibe en otro, sino la mera simple esencia
de Dios. La causa del amor de Dios no se encuentra en las criaturas, como si fuera posible que la
criatura le atraiga a Dios a amarla, sino que [el amor] es Dios, quién es bueno de sí mismo, derramando
su bondad sobre sus criaturas.30
5. Misericordia
Hay varias causas que mueven los corazones del hombre a la misericordia. Y cuáles son las causas de
la misericordia de Dios, el hombre puede buscar sin peligro si considera la majestad de Dios, siendo
excelentísimo, justísimo, y felicísimo. Es natural que un hombre tiene compasión de otro hombre
afligido porque los dos tienen la misma naturaleza, la misma debilidad, la misma infelicidad, la misma
condición, toda la vida, y la misma depravación de mente. ¿Pero, qué tiene el hombre en común con
Dios? Ninguna cosa. Dios es el más excelente; nosotros los más viles; él el más justo; nosotros los más
pecaminosos; él está feliz en todo respecto, y nosotros infelices en muchos respectos. Y por eso no
puede haber en Dios una causa para su misericordia que proviene de elementos comunes con nosotros
en naturaleza, condición, vida, o estado, puesto que en todas esas cosas variamos de él más que toda
medida. Y con todo esto, Dios es tan misericordioso que se complace en la misericordia, más que en
el sacrificio.
Y por lo tanto concluimos que, si la misericordia es en Dios más que en el corazón del hombre, y
si las causas de la misericordia del hombre son ausentes en Dios, entonces más manifiesto es, que
Dios no tiene otra causa para su misericordia que la bondad incomparable de su naturaleza.31
Y no apruebo la opinión común [de filósofos que dicen que Dios no puede tener la misericordia
verdaderamente]. Porque basan su argumento en una consideración de la misericordia en nosotros y
luego la atribuyen a Dios, pensando que tal misericordia es la misericordia verdadera, y que,
consecuentemente, no puede existir en Dios, es decir, con pasión, así como es en nosotros…Pero a
mi juicio no es así. Porque el nombre misericordia es primero en Dios, porque era en él primero, y es
eterna en Dios…porque Dios es misericordioso, de su propia y eterna esencia.32
6. Redención
7. Justicia
[Si Dios creara necesariamente] entonces actuaría ad extremum virium [con toda potestad], y así crearía
todos mundos y todas criaturas posibles que residen en la profundidad de su omnipotencia (que serían
una infinidad de seres actuales). Y los crearía todos desde la eternidad misma. Y esa infinidad de seres
actuales, así creados, serían entonces seres necesarios, así como Dios. Y en todo eso hay muchas
contradicciones grandes.”33
5. Omnipotencia
“Es mejor decir que no pueden ser, que decir que Dios no puede hacerlas.”34
“Dios no puede pecar, mentir, o negarse a sí mismo, no por causa de un defecto, sino de la eminencia
de su poder y perfección absoluta que le hacen incapaz de ser tocado por una imperfección.”35
Porque si Dios es omnipotente, debe ser libre de pasión también. Y si puede tener pasiones, no es
omnipotente porque pertenecen solamente a las criaturas, que por causa de ellas no pueden ser
omnipotentes. Si, entonces, leemos en las Escrituras, que Dios se entristeció, o se arrepintió, o
regocijó, etc., no debemos pensar que tales expresiones hablan de Dios en sí mismo, sino que son
31 Wolfgang Musculus, Common Places of Christian Religion (trad. Iohn Man; Londres: Henry Bynnerman, 1578), 982-
983.
Zanchius, Life Everlasting, 375-377.
32
Edward Polhill, The Divine Will Considered in its Eternal Decrees, and Holy Execution of Them (Londres: Thomas
33
prestadas de los hombres que tienen tales afecciones, y por las cuales somos instruidos de la naturaleza
de Dios.36
6. Perfección
La perfección de Dios es su gloria no creada, es decir, todos los atributos es una sola palabra. Y así
como la felicidad es el sumo de todo bien del hombre, así también la gloria es el sumo de todos los
atributos de Dios.37
Y esto es un misterio tan glorioso que solamente se revela a nosotros en su palabra. No podemos
comprenderlo por la razón, pero debemos adorarlo y por la fe descansar en su testimonio de ello.39
Una persona (es decir, una persona no creada) es la esencia divina subsistiendo en una propiedad
relativa.40
3. Propiedades relativas
a. Generación42
b. Filiación
c. Procesión
4. Relaciones personales
a. El Padre
b. El Hijo
c. El Espíritu
La palabra “proceder” significa que el ser de uno es de otro. Ahora bien, aunque no se expresa que el
Espíritu Santo tiene su ser del Hijo con la palabra “procesión,” sin embargo, se expresa por la palabra
“misión” o “enviando,” que tiene el mismo resultado. Todo lo bíblico o se contiene en términos
expresados o se deduce por consecuencias legítimas. Y se llama el Espíritu de Cristo, Romanos 8:9, y
el Espíritu de su Hijo, Gálatas 4:6.43
Cuando hablamos del Hijo sin respecto al Padre, afirmamos verdaderamente y acertadamente que es
de sí mismo, y lo llamamos Dios, porque de sí mismo tiene todo su ser, y todo lo que tiene. Y por eso
lo llamamos uno solo principio. Pero cuando hablamos de la relación que tiene a su Padre,
correctamente decimos que el Padre es el principio del Hijo, y que el Hijo recibió todo del Padre, Juan
3:33. Porque la esencia es una cosa, y la manera de subsistir es otra. Por lo tanto, los escolásticos dicen
que el Hijo es de sí mismo, pero no por sí mismo. Porque la esencia del Hijo es sin principio, pero el
Padre es el principio de su persona.44
La esencia de las tres personas es la misma. 1 Juan 5:7; Juan 10:30. La manera de la existencia, o la
esencia misma, es comunicada con respecto a su origen de una persona a otra. El Padre no es sin el
Hijo, el Hijo es del Padre, el Espíritu Santo es del Padre, y del Hijo. La esencia, considerada
absolutamente, es común a las tres personas, pero no comunicada. Porque el Hijo es Dios de sí mismo,
y el Espíritu Santo es Dios de sí mismo, tanto como el Padre es Dios de sí mismo. Por lo tanto, hay
un origen con respecto a la manera de la esencia, pero no con respecto de la esencia misma.45
2. Pericóresis
3. La Trinidad y la simplicidad de Dios
4. El orden de las operaciones de Dios
La manera en que las obras externas de las tres personas se ejercen sobre la criatura corresponde a la
manera de su subsistencia en la naturaleza divina. El Padre opera de sí mismo, el Hijo opera del Padre,
Juan 5:19, 30; 8:28. El Espíritu Santo opera del Padre, y del Hijo, Juan 16:13. Entonces, aunque todas
las obras de Dios tocante a la criatura son hechas juntamente por las tres personas, no obstante, la
obra se atribuye principalmente a la persona cuya manera de subsistir se revela más eminentemente
en ella. Obras de generación, como la creación, se atribuyen principalmente a la primera Persona,
obras de progreso y cumplimiento, como la redención, a la segunda Persona, y la perfección de las
obras, como la aplicación de la redención, a la tercera Persona.46
Aunque la perfecta manera de discernir cómo es que una subsistencia es de otra es incomprensible e
inefable en esta vida (la perfección de aquel conocimiento siendo reservada para la gloria), sin embargo,
en esta vida hasta esta medida se ha revelado Dios a nosotros en su palabra de tal manera que podamos
y debamos llegar a alguna distinción, sí, tal distinción que se enseña en las escrituras de verdad, las
cuales son la medida de fe. No debemos descansar en una fe implícita tocante este misterio de
misterios. “Las cosas secretas pertenecen al SEÑOR nuestro Dios, pero las reveladas son para
nosotros y para nuestros hijos, para siempre.” Deut. 29:29…Ser más sabio que lo escrito no es
sabiduría, sino pecado peligroso y la necedad. Ser sabio conforme a lo escrito (aunque tenemos gran
causa de clamar, Dios sé misericordioso a todos nosotros en esto) es nuestro deber.47
Y Dios es una esencia, espiritual, incomprensible, todopoderoso, inmortal, infinito, el amor mismo, la
misericordia misma, la justicia misma, la santidad misma, la pureza misma, la bondad misma, la
sabiduría misma, la paciencia misma, y la generosidad misma: que es el Padre quien desde la eternidad
engendró al Hijo, coeterno con él mismo, y de la misma substancia con el Padre: y el Hijo no hecho
o creado, pero engendrado del Padre desde la eternidad: y el Espíritu Santo procediendo de los dos,
el Padre y el Hijo: el Creador y Conservador de todas las cosas, el Redentor y Santificador de los
elegidos—que no es una definición (porque él que es supersubstancial e incomprensible no puede ser
definido) sino tal descripción que suficientemente contiene todas las cosas que en esta vida son
necesarias para nuestro servicio a Dios y salvación de él.48
Los actos de la voluntad de Dios49 son uno con su voluntad; su voluntad es uno con su esencia; su
esencia es un acto puro y simple.50
No debemos pensar o decir que Dios creó el hombre para permitir su pecado, y que permitió su
pecado para condenarlo, Ezequiel 33:11, sino que Dios creó el hombre, permitió su pecado, y lo
condenó por su pecado, todo para manifestar la gloria de su justicia.51
La libertad es la facultad [dada por Dios] en el hombre por medio del cual dentro de su propio ámbito
es capaz de hacer todo lo que quiere, y querer todo lo que su entendimiento considera digno de ser
querido.52
Aunque el decreto sea antecedente al pecado, y el pecado su consecuente, el decreto no es la causa del
pecado. Y el pecado, aunque sea el consecuente infalible del decreto, no es el efecto de ello. El día
precede la noche, y la noche precede el día siguiente. Sin embargo, la noche y el día no son causas el
uno del otro.53
La voluntad de Dios es inmutablemente establecida para amar la justicia y odiar la iniquidad, y de este
odio para castigarla. Y si una criatura contrae la ira de Dios, o si una criatura pecaminosa recibe el
amor de Dios, es por medio de un cambio en ellos. ¿Es cambiado el sol cuando endurece a algo y
ablanda a otro conforme a la disposición de los objetos? ¿O cuando el sol hace a la flor más fragrante,
pero a un cadáver más apestoso? Hay diversos efectos, pero la razón de la diversidad no se encuentra
en el sol, sino en el sujeto…Por lo tanto, si un alma pecaminosa se acerca a Dios, Dios lo considera
con ira. Si un alma santa se le acerca, la misma perfección inmutable en Dios lo considera con amor.55
Dios creó el hombre a su propia imagen, con poder de abstener del pecado y obedecer.
Dios permitió el pecado del hombre.
Dios dejó una cierta cantidad de los hombres en sus pecados.
Dios castiga a cada uno para sus propios pecados.
El hombre es la causa del pecado.
El pecado del hombre es la causa de su castigo.
Dios ni condena ni castiga a los inocentes, el cual sería una contradicción de su justicia, sino a
los impíos.
Dios no tiene una obligación de tener misericordia de todos.56
Comentando sobre Colosenses 1:20, Coxe dijo, “Una reconciliación para los ángeles no tiene sentido
si no han pecado. Es una reconciliación analógica por la cual ellos son confirmados en gracia, y así
son seguros.”57
Los ángeles tienen necesidad de un Mediador, no para redención del pecado (en el sentido que Cristo
es Mediador entre Dios y los hombres) sino para preservación en bondad y gracia, y para reunirlos
bajo una cabeza, es decir, para que sean reunidas con los elegidos bajo una y la misma cabeza, Cristo,
y para que adhieran a Dios inseparablemente, todo sin peligro de caer en el futuro.58
Nosotros tenemos que el hombre puede estar cierto de su salvación, aun en su consciencia en esta
vida, y eso por una ordinaria y especial fe…allende de esto nosotros tenemos, y afirmamos que nuestra
certidumbre por verdadera fe es infalible.59
Porque primeramente, en cuanto a nosotros mismos, y a nuestra disposición, no podemos estar ciertos
en ninguna manera, sino desesperar de la salvación aun hasta la muerte. No podemos estar
suficientemente dispuestos en tanto que vivimos en este mundo, sino decir siempre con Jacob, “Soy
menor que tus misericordias” y con David, “No entres, Señor, en juicio con tu siervo, porque ninguna
carne viviente será justificada delante de tu presencia,” y con el Centurión, “Señor, no soy digno que
entres debajo de mi techumbre.”
Lo segundo, Dios en el hacer la promesa de salvación, no tiene respecto al merecimiento del
hombre. Porque nos escogió para vida eterna cuando aun no éramos; él nos redimió de la muerte
siendo aun enemigos, y nos hace tener título de la promesa de salvación, si nos reconociéremos ser
pecadores (Mateo 9), si trabajamos debajo del peso de ellos (Mateo 11), si tenemos hambre y sed para
alcanzar gracia (Juan 7:37). Y estas cosas podemos cierta y sensiblemente sentir en nosotros. Y cuando
las hallaremos en nosotros, aunque nuestra indignidad sea muy grande, no por eso se debería estorbar
nuestra aseguranza. Porque Dios manifiesta su potencia en nuestra flaqueza (2 Corintios 12) y no
quebrará la caña cascada ni apagará el pábilo que humeare (Isaías 42:3).
Lo tercero, si el hombre ama a Dios por amor de sus misericordias, y tiene verdadera esperanza
de su salvación en Cristo, él está en Cristo y tiene compañía con él. Y él que está en Cristo, tiene todos
sus deméritos y faltas puestas en Cristo, y están cubiertas, y perdonadas en su muerte. Y considerado
esto en respecto de nosotros, en cuanto estamos en Cristo, no tenemos ocasión de vacilar, mas antes
de estar ciertos de nuestra salvación, y esto en respecto de nosotros mismos.60