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04028116 - Antigua I (Campagno) - 16 copias

COMPRENDIENDO HARAPPA
La civilización en el gran valle del Indo
Shereen Ratnagar

Cap. 8. La formación social de la Edad del Bronce

En este capítulo se presenta un panorama general de la economía y sociedad


harappense, y se hace un intento por indicar la lógica de la estructura socio-económica.
Nos hemos referido ya a las percepciones occidentales de la sociedad “oriental”/india.
Por mucho tiempo prevaleció en Europa la creencia (y lo hace aún hoy) de que las primeras
culturas y civilizaciones se desarrollaron en Egipto y Asia occidental, pero que en el período
clásico de Grecia y Roma (del 400 a.C. en adelante), Europa se constituyó como tal. Desde
entonces, se cree, Europa experimentó un paulatino pero dinámico desarrollo hacia el período
medieval y luego hacia la era capitalista. Estudiosos como Karl Marx, preguntándose acerca
de la ausencia de capitalismo en Asia en el siglo XIX, pensaban que esto se explicaba por el
estancamiento de las sociedades “orientales” tras el primer florecimiento de la civilización,1
así como por la particular importancia de la tradición y la religión en estas sociedades. Es en
este contexto intelectual que podemos comprender la tendencia a caracterizar la sociedad
harappense como un ámbito de control religioso y de dominio sacerdotal. Gordon Childe, por
ejemplo, encontraba que la civilización harappense era única en su ausencia de atención a las
armas de guerra. Otros estudiosos llevaron este razonamiento más allá, cuestionando la
existencia de cualquier tipo de estado en la civilización harappense.
La sociedades estatales están controladas por grupos gobernantes que organizan el
trabajo de la población y tienen privilegios especiales en relación con los recursos (tierra,
recursos minerales o trabajo, así como la producción de los artesanos calificados) y su
distribución, lo que los diferencia del resto de la sociedad, los gobernados. Frecuentemente se
señala que cuanto menor sea el poder económico efectivo de los gobernantes, mayores serán
sus recubrimientos ceremoniales y de estatus. Deben ser vistos como por encima de la
población e imbuidos con autoridad religiosa y eficacia ritual. Las elites gobernantes
mantienen sus privilegios económicos porque ejercen el monopolio del uso legítimo de la
fuerza o coerción.
No podemos pretender, sin embargo, que los primeros estados hayan contado con
instituciones altamente desarrolladas para el ejercicio del poder de la elite. Por ejemplo, la
institución del ejército permanente en un desarrollo tardío, contingente respecto de la
aparición de la acuñación y la institución de pagos o salarios para los soldados. Asimismo, los
impuestos a la producción agraria solo puede ser ventajosa para los gobernantes una vez que
se desarrollan mecanismos para transportar grano a largas distancias con un costo razonable (a
menos que hubiera un impuesto a la tierra en dinero), y para registrar por medio de prácticas
1
Gordon Childe, por ejemplo, consideraba al control sobre el intercambio, las manufacturas, el calendario y la
tecnología de la Edad del Bronce como el factor que impidió los descubrimientos, la invención y la flexibilidad
entre los artesanos y escribas, y, consecuentemente , el crecimiento intelectual y el cambio social.

1
de archivo la información que posibilita el cálculo del impuesto y el registro de la propiedad
de la tierra. En Mesopotamia hay centenares de tablillas de arcilla que registran la
movilización del trabajo de la población para la construcción de templos, la erección de
murallas urbanas, y trabajos como hilar y tejer en los talleres de los templos, pero ninguna
tablilla menciona que los reyes demandaran una parte de lo recolectado en la cosecha. En el
Egipto temprano, los faraones otorgaban exenciones del trabajo compulsivo a determinados
receptores de tierras, lo que difería del impuesto a la tierra.
De este modo, es un error asumir que con la llegada del estado aparece una burocracia
en el verdadero sentido de la palabra. La burocracias son estructuras (jerarquías) de
responsabilidad y comando, que implican la delegación de tareas particulares a personas
particulares (esto es, la especialización de los deberes), el mantenimiento de archivos, y una
estructura de pagos diferenciales, impracticable en la Edad del Bronce, cuando las sociedades
habían superado demasiado recientemente las limitaciones de la organización tribal.
Aun así, la existencia del estado (o de varios estados) en tiempos de Harappa es
indisputable, por más básica que sea la administración y personal el gobierno de la elite. En
primer lugar, hay evidencia de un urbanismo desarrollado en el área de Harappa. No
solamente nos referimos al gran tamaño de algunos asentamientos, sino también al hecho de
que en un lugar como Mojenho-daro hay estructuras de una variedad de plantas, y por lo tanto
de funciones, así como un amplio rango de piedras y conchas exóticas, así como de metales
provenientes tanto de las cercanías como de lejos, además de cientos de sellos que dan
testimonio de asuntos entre no-parientes y, lo más importante, de una variedad de
especializaciones artesanales (alfarería, trabajo en metal y en piedra, loza, manufacturas de
cuentas y conchas). En segundo lugar, hay testimonios de los planos de calles a partir de los
que se construyeron centros como Mohenjo-daro, Chanhu-daro, Kalibagan o Banawali. Los
asentamientos sólo pueden disponerse en planos coherentes si fueron concebidos así desde el
inicio. Ningún asentamiento que comienza como una aldea puede adquirir gradualmente una
forma planificada. Por lo tanto, las ciudades planificadas harappenses nos hablan de una
relocalización de asentamientos y, consecuentemente, de la movilización de sus poblaciones.
Además, el urbanismo sostenido (Mohenjo-daro habría florecido por algunos siglos) no es
posible en el contexto de una economía tribal tal como la hemos definido en las primeras
páginas.
En cuanto al armamento harappense, ciertas armas de metal como puntas de flecha,
hachas y puntas de lanza no son particularmente sofisticadas si se las compara con sus
contrapartes contemporáneas de Irán y Mesopotamia. Pero también había cabezas de maza de
piedra para el combate cuerpo a cuerpo, así como misiles de arcilla cocida.2 Incluso si,
tomándolo como un todo, el armamento harappense fuera de un estándar inferior, esto no
excluye la eficacia harappense en el combate: mucho depende de la disciplina, la velocidad de
reclutamiento y movimiento, y la eficacia del comando y la obediencia. Tampoco podemos

2
Que ésta última era utilizada regularmente para la guerra en la Edad del Bronce es indicado en un poema
mesopotámico. En un pasaje que describe el asedio de una ciudad extranjera y distante, el poema dice que
“Desde la ciudad los dardos llovían como lluvia” y que desde sus fortificaciones “piedras arrojadizas de arcilla
venían ruidosamente como granizo en primavera”.

2
esperar la existencia de un ejército profesional o permanente, como indicamos más arriba, así
como los cuarteles que acompañan a tal institución. Los “cuarteles” que identificó Mortimer
Wheeler en Harappa son un reducido grupo de pequeñas viviendas, demasiado escaso en
número como para ser asociado a un batallón, y mucho menos a un ejército.
Si bien todos los gobernantes de la Edad del Bronce habrían sido “reyes-sacerdotes”,
en el sentido de que ejercían el poder bajo los ropajes de una autoridad religiosa, esto no
significa que la religión haya sido la fuente del poder: para efectivizar sus decisiones, un
gobernante debe apelar a la amenaza del uso de la fuerza o, si es necesario, a su uso concreto.
Sin embargo, los estudiosos suelen estar preocupados por la ausencia de palacios harappenses.
El punto es que carecemos de una fórmula para identificar las características arquitectónicas
de un palacio antiguo.3 Mientras que los palacios mesopotámicos eran estructuras enormes,
con defensas imponentes, salas del trono de acceso indirecto y depósitos, posiblemente fue la
ciudadela de Mohenjo-daro la que funcionaba como una entidad de tipo palatino, al estar en
una posición elevada y separada del resto de la ciudad, y presentando residencias (“el colegio
de los sacerdotes”), espacios de almacenamiento, un lugar para el ceremonial público (el
Baño) y otro para peticionar ante el gobernante o para resolver disputas (¿la sala de los
pilares?), al tiempo que funcionaba como un nodo defensivo.
Podemos sostener que la uniformidad, a lo largo de los sitios harappenses, del tamaño
y la forma de los ladrillos, la alfarería, las cuchillas de pedernal, o las herramientas bronce o
cobre, no se debió al ‘comercio’ de dichos artículos. La alfarería y los ladrillos implican un
alto costo de transporte; su intercambio no hubiera sido lucrativo. Además, si dichos artículos
hubieran estado destinados al comercio, habría variedades de acuerdo al origen y los gustos
de los consumidores. De hecho, en una economía de la Edad del Bronce esperaríamos que el
trueque haya tenido un rol minoritario.
La uniformidad de estos artefactos tampoco se puede explicar por la propuesta de que
había múltiples jefaturas tribales que interactuaban entre sí. De haber sido así, habría mayor
similitud en artículos decorados de marfil u oro, o cuentas gravadas de cornalina –es decir,
artículos propios del intercambio de dones o del intercambio diplomático de elite– que en
artefactos de uso cotidiano. La uniformidad artefactual podría ser el resultado, al menos en
parte, de la movilización de trabajo característica de las entidades sociopolíticas de la Edad
del Bronce.4

3
Aquellos que hayan visto el antiguo palacio junto al templo de Padmanabhaswami en Thiruvananthapuram
habrán notado que es un complejo extendido cuyas diversas edificaciones están casi escondidas entre los árboles.
No se encuentra en un lugar elevado ni es imponente visualmente. Es el uso de diferentes maderas y técnicas de
decoración, así como la producción artística, la que le otorga su estampa real. No hay nada que podamos dar por
asumido con respecto a la forma de los palacios tempranos.
4
En Mesopotamia, durante la Edad del Bronce las comunidades rurales debían al estado prestaciones laborales
periódicas, y el estado recompensaba a aquellos que trabajaban en los templos y los palacios con raciones de
comida y, ocasionalmente, vestimenta. Algunas fuentes de China de la Edad del Bronce mencionan grupos
enviados a trabajar en los campos, y en un centro real, un pozo de almacenamiento contenía alrededor de 3500
hoces de piedra, usadas y sin usar. Los gobernantes Shang de China también usaban el trabajo en gran escala de
prisioneros de guerra. En el Egipto faraónico, se enviaban expediciones al desierto oriental para practicar la
minería de piedras particulares como la amatista. Miles de individuos serían enviados, y se construyó un
asentamiento que era ocupado hasta que se obtenía suficiente cantidad de material.

3
Además de esto, a causa de la unificación política se desarrolló una economía
regional. Se hizo posible que la producción de algunos centros (por ejemplo, las pesas de
ágata creadas en Chanhu-daro, o los brazaletes de piedra de Mohenjo-daro) fuera utilizada en
otros. El sistema harappense de pesos es, de hecho, un excelente testimonio de las
consecuencias de la unificación política en la regulación de las actividades de intercambio. Un
comercio abundante no conduce por sí mismo al surgimiento de una uniformización de la
medición del peso –en las numerosas ciudades-estado de Mesopotamia surgieron distintos
sistemas de peso hasta el momento en el que la región fue puesta bajo el control de Ur– a
menos que una autoridad administrativa refuerce el establecimiento de dicho sistema. Cuando
hay una unificación política, algunos asentamientos anteriormente tribales pueden lograr
especializarse en sus recursos locales, dado que la administración estatal atiende la circulación
de bienes incluso si no se encuentra desarrollada la institución del comerciante especialista.
Fue este tipo de economía estatal la que debió haber posibilitado la producción de
brazaletes de concha en el pequeño sitio de Nageswar en una escala aparentemente mayor que
en Mohenjo-daro. Inversamente, las leyes de las economías de mercado convencionales no
pueden explicar por qué una prolífica producción de conchas se debería llevar a cabo en
Nageswar, a una gran distancia de los mayores centros poblacionales (es decir, los centros de
consumo). Los principios de las economías de mercado tampoco pueden explicar por qué el
depósito de Lothal en el Kathiawad oriental, en donde sólo se conocen unos pocos
asentamientos harappenses, era más grande que su equivalente de Mohenjo-daro, que era por
lejos el sitio más extenso y se situaba en el medio de un área célebre por su productividad
agraria.
Por otra parte, la división del trabajo en la sociedad de la Edad del Bronce no puede
ser considerada como una especialización en el sentido moderno. Más aún, comparando el
rango de artefactos y materiales de Mohenjo-daro como aquellos provenientes de sitios más
pequeños, pareciera que gran parte de la economía por fuera del nivel de subsistencia se
sustentaba en la demanda de la elite. Tanto esto como el hecho de que numerosas actividades
productivas no-agrarias dependían de herramientas de cobre y/o bronce, los cuales debían
obtenerse, por medio de la iniciativa estatal, desde zonas lejanas, implica además que la
economía de la Edad del Bronce era inherentemente frágil.
Habiendo dicho bastante acerca del estado, no debemos olvidar que este estado se
construyó a partir de una base tribal. Resulta razonable imaginar que muchas instituciones
tribales sobrevivieron durante el período harappense y que de hecho tuvieron un rol
importante. Posiblemente las comunidades rurales continuaron reconociendo las distinciones
de clan y linaje, como sucedía en la Mesopotamia contemporánea, donde los propios
gobernantes escriben que reclutaban guerreros y constructores de templos según clan y linaje.
En la China de la Edad del Bronce, el rey podía enviar grupos parentales enteros a fundar
nuevos asentamientos y cultivar la tierra. Con la supervivencia de las distinciones clánicas y
de linaje se relaciona la ausencia de propiedad privada de la tierra rural agraria en la Edad del
Bronce. Además, no es posible pensar que la red que unificaba toda el área de Harappa era
únicamente una cuestión de coerción y de instituciones estatales/administrativas. Los

4
gobernantes habrían establecido y cimentado vínculos con diversas comunidades aldeanas a
través de casamientos, la entrega de regalos o el envío de miembros de sus propias parentelas
a residir entre las diversas comunidades rurales. Este fenómeno podría explicar por qué es el
unicornio (posiblemente un emblema real) la imagen más recurrente (más del 65 por ciento)
en el conjunto de los sellos harappenses.
Los símbolos de los sellos son mayoritariamente animales solos, y no hay una
regularidad geográfica en sus apariciones. De hecho, la mayor parte de ellos aparece en los
sitios más grandes. De este modo, no podemos sugerir que los animales representen a
diferentes aldeas/ciudades o diferentes profesiones/guildas (existen demasiadas clases de
símbolos para representar guildas). Una interpretación probable es que los animales sean
emblemas honoríficos, totémicos, de diversos grupos sociales, anteriormente organizados
sobre bases tribales, en la sociedad harappense. Más allá de esto, permanece el hecho de que,
en ausencia de una verdadera burocracia, el sistema harappense habría tenido que depender,
en una gran medida, de las relaciones interpersonales.

***
Cap. 9. Los orígenes

En el capítulo anterior se señaló que las primeras civilizaciones, que de un modo u


otro experimentaron el surgimiento de estados, no podrían haber funcionado sin la
dominación o el ejercicio de la fuerza por parte de un pequeño sector de la sociedad por
sobre el resto. De este modo, cuando examinamos el desarrollo de la civilización
harappense, no podemos esperar que todos sus elementos se hayan puesto gradualmente en
su lugar, o que la cultura haya adquirido su forma a través de los siglos por acumulación.
Eso significaría, por ejemplo, que los sistemas de subsistencia o de producción artesanal se
desarrollaron autónomamente o por su propio impulso. Yo preferiría pensar que hubo
cortes o disyunciones, esperando indicios de cambio total en algunos aspectos de la vida
comunitaria, e incuso alguna evidencia de hechos de violencia, por más que mucho haya
permanecido inalterado por siglos desde el período pre-urbano. La evidencia arqueológica
corresponde al largo plazo. Tomamos grandes períodos de tiempo como unidades; además,
elementos de cultura material como la alfarería no necesariamente cambian con la llegada
de una nueva dinastía o con un cambio político profundo, o incluso con un cambio radical
en las relaciones humanas. Por medio de la secuencia vertical de los estratos que
corresponden a sucesivos períodos de ocupación en los sitios, podemos observar el modo
de cambio en los artefactos, y esto conlleva un paradigma implícito de cambio gradual e
inexorable en los materiales, las técnicas y la tecnología –pero que no deja espacio para la
gente, las motivaciones, los cálculos, o el advenimiento de dinastías gobernantes.
Si consideramos la cuestión cuidadosamente, no es en absoluto seguro que todo
‘evolucione’ a lo largo de las generaciones. Pensemos, por ejemplo, en la escritura.
Tradicionalmente, dhobis, albañiles y alfareros usan marcas similares a la escritura para
identificar a sus clientes o a sus productos, y sin embargo ningún sistema de escritura ha

5
evolucionado a partir de tal uso. En Rahman Dheri, cerca del paso de Gomal, en la fase pre-
urbana, se hallaron varios cuencos con marcas como , , , y . Estas marcas
se asemejan un poco a signos de la escritura del Indo, y se ha sugerido que podría tratarse
de un estadio temprano de su evolución. No obstante, muchos lingüistas argumentan que la
escritura, o bien existe, o bien no; es decir que no puede constituirse parte por parte.
Además, estos graffiti sobre piezas de alfarería siempre aparecen solo una vez (en Harappa
también, al parecer, hay un solo caso de tres signos sobre un mismo cuenco), mientras que
la escritura implica el uso de múltiples signos en combinaciones cambiantes.
En nuestro contexto, la mayor evidencia para una secuencia de desarrollo desde la
vida aldeana más temprana hasta el comienzo del período urbano harappense proviene de
un único sitio, Mehrgarh, excavado en varias temporadas y de modo extraordinariamente
comprehensivo. Cualquiera haya sido la importancia de Mehrgarh, ¿es posible adjudicar los
‘orígenes’ de un fenómeno cultural panregional a los cambios que detectamos en la
secuencia de estratos de sólo un sitio? En cualquier caso, si para un excavador es Mehrgarh
el que presenta las etapas de desarrollo de la cultura harappense, para otro arqueólogo es en
Rahman Dheri donde pueden verse las etapas de desarrollo, mientras que para otro es la
más temprana cultura kotdijiense la que desarrolló los elementos ancestrales. Por
consiguiente, resulta dudoso que ítems individuales de cultura material (tales como pozos
de agua, ladrillos de determinada proporción o el uso de materiales particulares para el
trabajo artesanal) puedan, por su presencia o ausencia, proporcionar la clave para la
comprensión de los ‘orígenes’ de la civilización tal como la hemos definido.
Pasemos ahora a considerar el desarrollo cultural temprano de la región del Indo (ver
mapa 1). En este capítulo vamos a esbozar el modo en el que se constituyeron los distintos
elementos de la economía, pero también mencionaremos el impacto de las interacciones
agro-pastoriles, las migraciones desde el Asia Central occidental, el temprano flujo de
piedras semi-preciosas, pero al mismo tiempo las transformaciones en las rutas por las que
viajaban, así como los cambios de rutas. También encontraremos indicios de guerra inter-
comunidades y evidencia de interrupciones en la ocupación. El rol de la metalurgia y del
control sobre la producción metalúrgica, no obstante, permanece inexplorado.
Mehrgarh se sitúa en la frontera entre el Sind y el Beluchistán. La llanura del bajo
Indo es principalmente agraria, pero en la mayor parte del terreno montañoso y accidentado
del Beluchistán la cría de animales ha prevalecido por sobre el cultivo, el cual
posteriormente quedó confinado a los estrechos valles del Beluchistán. De este modo, el
Sind y el Beluchistán han siempre contrastado en términos de densidad poblacional. La
llanura de Kacchi es una ‘frontera permeable’, en el sentido de que los pastoralistas de las
montañas que rodean Kalat, Quetta y Loralai, que necesitan trasladar sus ovejas desde las
laderas montañosas nevadas, descienden a la llanura de Kacchi en noviembre con sus
tiendas y sus animales, y permanecen entre los agricultores sedentarios locales hasta
febrero. Su regreso a las montañas es en la época más cálida. 5 Puede hallarse un

5
Los pastores que acampan sus tiendas sucesivamente en distintos lugares, no dejan tras de sí paredes de barro y
pisos que ulteriormente se conviertan en montículos, como sí hacen los agricultores sedentarios. Fogatas

6
paralelismo en el nodo de Dera Ismail Kahn en el Indo. Algunos pastores toman el paso de
Gomal desde Loralai y Zhob hacia la llanura del Indo, para poder cruzar el Indo en Dera
Ismail Khan y acceder a lugares como Multan en el sudeste o Lahore hacia el noreste. Se
sabe, asimismo, que otros pastores toman el paso de Tochi hacia la cuenca de Bannu, para
luego descender al Indo en Isa Khel y cruzar el río hacia Mianwali. Por lo tanto, Mehrgarh
y los conjuntos de sitios entorno a Dera Ismail Khan (Gumla y Rahman Dheri) y la llanura
de Bannu (Lewan, Tarakai Qila, Sheri Khan Tarakai, etc.) cobran especial relevancia.
La llanura de Kacchi es una frontera también en otro sentido. Ella se sitúa en el
extremo este de una de las principales rutas mundiales, que conecta Kandahar, Quetta y la
llanura del Indo. Las plantas y animales domesticados por los habitantes de las aldeas de
Mehrgarh desde el 6500 a.C. en adelante, son especies menos propias de la India
monsónica con sus veranos húmedos, que de las tierras altas de Asia occidental, Afganistán
y la Provincia de la Frontera del Noroeste, y el Beluchistán septentrional, con sus inviernos
húmedos. Probablemente, la cebada salvaje no haya crecido mucho más al este que Quetta.
En Afganistán, la domesticación del trigo, la cebada, las ovejas y las cabras parece haber
comenzado tempranamente, poco después del 8000 a.C. Acaso algunos pastores antiguos,
en sus migraciones anuales con su ganado, encontraron que la llanura de Kacchi era un
buen lugar para pasar el invierno (tal como lo hacen los pastores modernos) y comenzaron
a experimentar con el cultivo de la cebada (que parece haber sido el foco de la agricultura
temprana). El ganado fue domesticado posteriormente en Kacchi. Un testimonio adicional
de la importancia de la ubicación de Mehrgarh es su lapislázuli, su turquesa y sus conchas
marinas. La turquesa provenía de Kyzyl Kum, del otro lado del Oxus, o bien del noreste de
Irán. El lapislázuli, por su parte, se encuentra en Badakhsan y en Chagai. La primera es una
región montañosa muy elevada, mientras que el segundo, un desierto muy árido que
además posee minerales de cobre. En el primer período de Mehrgarh (VII milenio a.C.)
estas piedras azules eran ocasionalmente enterradas (junto a canastas cubiertas de betumen
–todavía no había alfarería–, ocre rojo, trozos de carne y bifaces de piedra) con los muertos,
entre los cuales se incluían niños. Esto indica que las piedras poseían un significado
simbólico.
Cabe mencionar, además, que Mehrgarh no se sitúa en el valle aluvial de Indo sino
en una llanura en la que varios arroyos de montaña, como el río Bolan, se dividen en
múltiples brazos y se disipan en el suelo, posibilitando una suerte de agricultura de parcelas
húmedas. Además, pueden haberse construido pequeños diques entre los brazos para
permitir el acceso al agua cuando fuera necesario. Posiblemente, esta aldea temprana se
benefició además de su ubicación en un ‘ecotono’, que daba acceso a sus habitantes a los
contrastantes nichos ecológicos de las tierras altas y bajas.
La más antigua aldea agraria de Mehrgarh estaba compuesta por pequeñas casas de
ladrillos de adobe de dos o tres habitaciones, con hogares, herramientas de piedra laminada

dispersas alrededor de casas de ladrillo o de barro en Mehrgarh II podrían ser, de acuerdo a su excavador, restos
de campamentos estacionales de pastores. Lo mismo podría sugerirse para unos grandes pozos hallados en
Gumla, que serán mencionados más adelante.

7
de gran variedad de formas y sunciones fabricados con piedras locales, hachas de piedra,
morteros y piedras de molienda, y herramientas de hueso de diverso tipo. Otros
asentamientos aparecerían en Beluchistán en el quinto milenio, en los que se comenzaría a
utilizar alfarería. Parte de la alfarería temprana roja y bien cocida es similar a la de Kile Gul
Muhammad en el valle cercano a Quetta. En el río Gomal, en la ruta pastoralista de
invierno hacia el Indo cerca de Dera Ismail Khan, se estableció una aldea en Gumla. Había
allí grandes pozos, de cinco pies de diámetro, llenos de ceniza, carbón y huesos de
animales. Y la aldea de Mundigak, al noroeste de Kandahar, de acuerdo con el excavador
de Mehrgarh, fue establecida por gente proveniente de Beluchistán.
Las técnicas de construcción de casas se desarrollaron en los períodos tempranos de
Mehrgarh. Las estructuras más antiguas fueron construidas con ladrillos largos con
hendiduras de dedos. Posteriormente, los ladrillos elaborados con paja se preparaban en
moldes rectangulares. Podía usarse grava mezclada en arcilla para construir los basamentos
de las casas, pero los ladrillos, fabricados con arcilla fresca y secados al sol en moldes,
poseen un particular valor ya que son objetos de pequeño tamaño que pueden ser utilizados
para distintos propósitos de construcción en diferentes combinaciones. La gente del lugar
aprendió a construir, aparte de las paredes comunes para casas rectangulares, muros de
contención, terrazas en pendientes y contrafuertes para sostener paredes. Comenzaron,
además, a sostener los techos con vigas de sección rectangular. En los períodos segundo y
tercero de Mehrgarh se construían grupos de pequeños cuartos, en los que no se han hallado
rastros de desechos cotidianos o de cocina. Dada la ocasional presencia de punzones de
hueso pulidos, que indican el trabajo del cuero,6 y al estar rodeados por espacios abiertos de
trabajo, probablemente eran usados como depósitos o talleres para la comunidad tribal. Los
cuartos son muy pequeños (algunos miden un metro en uno de sus lados), y difícilmente
pueden ser considerados como los precursores de los grandes depósitos de Harappa y
Mohenjo-daro (una sola sala del granero de Harappa ocupaba 82 metros cuadrados), los
cuales, en cualquier caso, fueron luego construidos sobre basamentos altos para mantener
seco los pisos.
El tercer período de ocupación de Mehrgarh comienza en torno o antes del 4000 a.C.,
y en él se hallaron pedazos dispersos de cobre, artefactos tales como algunos sellos, y
crisoles bañados en cobre. Una cantidad de cuencos había sido apilada junto a un horno, lo
que sugiere la presencia de alfareros locales. La aldea ya medía por entonces más de
cincuenta hectáreas, mucho más que sus contemporáneas situadas en el valle de Quetta,
alrededor y al sur de Kalat, más al norte en Sarai Khola en la meseta de Potwar cerca de
Taxila, en Loralai y en el valle de Zhob, al sur de Bannu (el sitio de Sheri Khan Tarakai), y
en Gumla. Que Mehrgarh sea la aldea de mayor tamaño no se explica por su producción
artesanal, porque no todos los objetos artesanales implican necesariamente trabajo
especializado. Tampoco se puede afirmar que la llanura de Kacchi poseyera la mayor
productividad de trigo y cebada de todas las regiones ocupadas. Tal vez sí fue esta llanura
la que contaba con el mayor ingreso de pastores durante el invierno, de modo que fueron

6
Tal vez todavía no se utilizaba el algodón.

8
las relaciones entre los trashumantes móviles y los agricultores sedentarios las que
posibilitaron el máximo rango de desarrollo para las nuevas instituciones sociales. Una de
dichas instituciones sociales puede haber sido el oficio de jefe, que se ocuparía de las
relaciones entre los residentes aldeanos y los pastores que descendían desde las colinas con
sus animales para pasar el invierno. La sede de una jefatura tribal en desarrollo pudo haber
atraído a un número importante de habitantes.
Por entonces varias pequeñas aldeas se habían establecido también en la llanura del
Indo, por ejemplo en Amri, al sur sobre la rivera derecha del Indo, y alrededor de cuarenta
sitios en la zona en torno del fuerte medieval en Derawar junto al río Hakra (hoy en día
seco). Numerosos montículos en el Hakra exhiben en sus superficies una variedad de tipos
de cerámica, con impresiones de cestería, de engobado rojo, aplicada, etc. Las formas
cerámicas incluyen vasijas bajas de tipo handi. La alfarería de Hakra también aparece en
Amri en la región de Bannu, en Sarai Khola, y en el sitio de Jalilpur, unos 5 km al sur de
Ravi y 65 km río abajo desde Harappa. En su conjunto, la cultura material incluía alfarería
fina y tosca, a veces fabricada con torno, herramientas de pedernal y de hueso, figurillas de
arcilla cocida, y casas de adobe o de ladrillos de adobe con espacios para la cocina. En este
período también se ha hallado lapislázuli en algunos sitios.

El preludio al urbanismo

El siguiente período, que comienza hacia el 3300 a.C., es de desarrollos


significativos. En los valles altos había en la época aldeas con casas de adobe o de ladrillos
de adobe, ocasionalmente sobre basamentos de piedra, grandes vasijas de almacenamiento,
piedras de moler, hachas de piedra, una rica variedad de herramientas de piedra laminada, y
proyectiles de honda de arcilla para la caza o la guerra. Además, comenzaron a usarse
sellos de piedra. La cantidad de aldeas era, por lo menos, cuatro veces mayor que en el
período precedente. De muchos sitios, incluyendo Mehrgarh, se han extraído artefactos de
lapislázuli y de concha shankha. La alfarería gris de textura fina hecha en torno y con
motivos naturalistas pintadas en un estilo naturalista, era cocida a temperaturas muy altas
(950º C) bajo condiciones oxidantes y reductoras. Esto se constata en Mundigak, en el valle
de Quetta, en Zhob y en Loralai, en Beluchistán central, y también en Mehrgarh.
Probablemente se fabricaba en más de uno de dichos lugares, lo que a su vez habla de una
intensificación de la interacción entre varios grupos aldeanos que posibilitó la transmisión
de técnicas avanzadas de alfarería. Había además alfarería de tipo ‘Quetta’, de coloración
clara, de beige a rojo, pintada con motivos geométricos. Para situar en contexto esta
alfarería debemos ahora trasladarnos a Turkmenia.
En los pequeños valles fluviales a lo largo del piedemonte de la cadena del Kopet
Dag, y posteriormente más al este, en el delta mediterráneo del río Tedzen o Hari Rud (que
forma un oasis en medio de una zona árida), luego del establecimiento de aldeas agrarias
(7000-6000 a.C.) hubo un desarrollo gradual hasta la Edad del Bronce (2500-2000 a.C.),
cuando floreció la ciudad fortificada de Altyn-depe. La economía de subsistencia se basaba

9
en el trigo, la cebada, ganado vacuno, ovino, caprino y porcino, y más tarde fueron
domesticados el camello, el garbanzo y la vid. Desde alrededor del 4000 a.C. se utilizó
lapislázuli y turquesa en estos sitios. La concha shanka procedente de aguas indias
comenzó a utilizarse más adelante. La metalurgia incluía una amplia variedad de aleaciones
experimentales. El camello bactriano se usaba para tirar carros de dos ruedas. Había
también una producción artesanal de terracotas y de cuentas.
En uno de los estadios de la secuencia, en el período calcolítico Namazga III7 (3500-
3000 a.C.), aparecieron nuevas formas de disponer a los muertos (sepulcros colectivos en
estructuras redondas de ladrillo, parcialmente bajo el suelo) y una nueva alfarería
policromada. Los excavadores comenzaron a pensar que hubo un influjo de tribus desde el
norte de Irán. (Allí, el valle de Gurgan posee varios sitios prehistóricos; está situado en la
frontera entre la estepa euroasiática al norte, con sus pastores nómadas, la región agraria de
Turkmenia al este, y la meseta de Irán hacia el sudoeste, y sus aldeas habían quedado
absorbidas por migraciones pastoralistas provenientes de la estepa).
Sea o no correcta dicha inferencia, en este período se produjeron migraciones desde
Turkmenia. Con dos excepciones, todos los sitios del período Namazga III en el delta del
Hari Rud fueron abandonados. El delta estaba desplazándose hacia el este. Entonces los
arqueólogos descubrieron el sitio de Shahr-i Sokhta, que constituye el más antiguo
asentamiento del Seistan, hacia el 3200 a.C. Este sitio se sitúa en las márgenes occidentales
de otra –mucho mayor– cuenca de drenaje mediterráneo, la de Hanun-i Helmand. El 40%
de la alfarería pintada de la época más temprana de Shahr-i Sokhta posee una afinidad
innegable con la alfarería pintada de los sitios de Namazga III del delta abandonado de Hari
Rud. Además, algunos sellos compartimentados hallados allí también poseían fuertes
afinidades con los sellos turkmenos. (Una ruta que va de norte a sur a lo largo de la
moderna frontera internacional entre Irán y Afganistán fue preferida por los pastores por
siglos dada la excelente pastura disponible en ella). Según parece, los migrantes de Asia
Central llevaron consigo el camello bactriano de dos jorobas, ya que el excremento de un
espécimen joven fue identificado en Shahr-i Sokhta. Incidentalmente, en su tercer período
de ocupación también llegó a Mundigak, al noroeste de Kandahar, esta nueva alfarería de
derivación centroasiática, así como los sellos distintivos.
Los dos sitios adoptaron posteriormente características urbanas; Shahr-i Sokhta se
expandió hasta ocupar 150 hectáreas. Ambos centros desarrollarían industrias de
fabricación de cuentas de gran envergadura, orientadas sobre todo al lapislázuli. El mapa 2
muestra que el lapislázuli de Chagai era el más accesible desde Mundigak y Shahr-i Sokhta.
Existen viejas rutas de pastoreo que conectan estas colinas (las cuales además poseen
cobre) con la región en torno a Kandahar.
Se ha llegado a la conclusión de que la alfarería pintada con engobado suave llamada
‘Quetta’ en el norte de Beluchistán es la misma que las cerámicas de las regiones de
Turkmenia, Seistán y Kandahar, y, como hemos señalado, en esta época se cuadruplicó el
número de sitios aldeanos del Beluchistán central y septentrional. Por lo tanto, puede

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Namazga-depe es el sitio tipo para la secuencia turkmena.

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inferirse que hubo migraciones hacia la zona de colinas desde regiones del noroeste y oeste.
¿Pudo esta migración afectar el frágil balance entre tierra y población del área, el cual
requiere una combinación sensata de agricultura y ganadería, sedentarismo y movilidad?
¿Fueron alteradas algunas rutas de pastoreo? Esta es una conjetura razonable.
En el período 3000-2600 a.C. también se produjeron interacciones significativas en
las llanuras, entre las distintas culturas que, por entonces, ya se habían conformado: la de
Kot Diji, la de Amri y la de Sothi-Siswal. Tan sólo unos pocos arqueólogos han trabajado
tanto con material de Kot Diji como con el de Sothi-Siswal –sitios que se sitúan en lados
diferentes de la frontera internacional–, de modo que desconozco hasta qué punto divergen
o se superponen entre sí. Para ese momento, todas las regiones del gran valle del Indo
estaban ocupadas, desde la meseta de Potwar en el norte hasta Amri en el sur. En este
período, además, la más grande aglomeración de sitios conocidos se sitúa en el río Hakra –
hoy en día seco–, contándose un total de treinta y siete a lo largo de la frontera entre
Pakistán e India. La alfarería kotdijiense era la de mayor distribución, desde Sarai Khola y
Manda hasta la llanura de Hakra y el propio sitio de Kot Diji, y al oeste hasta Makran. Se
está excavando, además, alfarería kotdijiense en Harappa, y también se conoce su presencia
en la cuenca del Bannu (Tarakai Kila) y en los sitios de Gumla y Rahman Dheri en el valle
de Gomal.
Para esta época ya se habían establecido las bases de subsistencia de la civilización
del Indo. Se cultivaba trigo, cebada, lenteja, arveja, sésamo, lino, palma datilera y vid. Se
atestigua, además, la cría de ovejas, cabras y dos tipos de ganado vacuno. Más importante
aún, la superficie de un terreno arado quedó sellada bajo las capas de ocupación del Período
del Indo temprano en Kalibangan. Dado que se observa la presencia de surcos cruzados en
la superficie, se puede inferir que se realizaban dos cosechas en el terreno, lo que evidencia
una agricultura intensiva. El temprano Kalibangan atestigua una apreciable utilización del
cobre en la cultura de Sothi-Siswal, hasta donde podemos conocer a partir de los reportes
preliminares (el reporte de excavación definitivo no se ha publicado). Esta cultura
probablemente anticipó las normas harappenses de fabricación y disposición de ladrillos.
No obstante, el ladrillo cocido sólo se utilizaba ocasionalmente, y las paredes no eran tan
gruesas como las de Mohenjo-daro. Unos pozos de almacenamiento recubiertos de yeso
con paja son característicos de los sitios de la cultura de Sothi-Siswal, así como brazaletes
de arcilla cocida que aparecen unidos, y cuentas de terracota de forma bicónica truncada.
En otras culturas tempranas se atestiguan ruedas de juguete de arcilla cocida, y se
identificaron surcos de ruedas de carros en Harappa en sus niveles antiguos, que exhiben
cerámica kotdijiense. En cambio, no existen para este período representaciones de
embarcaciones de río o de mar. Sí se usaban sellos en sitios como Mehrgarh, Harappa,
Lewan (en el distrito de Bannu) y Rahman Dheri, y en el valle de Quetta, pero no sabemos
si se usaban para sellar mercancías; en el Asia occidental temprana muchos pueblos
tempranos utilizaban sellos para asegurar las puertas de sus casas. De las últimas dos fases
de Mehrgarh procede una importante cantidad de figurillas de terracota de mujeres con
piernas que se estrechan en su parte inferior, peinados elaborados y senos exagerados. En

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sitios de la cultura kotdijiense, unas ánforas bajas y anchas de color marrón rojizo con
cuellos muy cortos a veces portan una cabeza pintada con cuernos. Las figurillas de una
serpiente-mujer son características de Gumla, mientras que en Sheri Khan Tarakai, las
figurillas son, otra vez, de un estilo diferente.
En lo que respecta al trabajo artesanal, antes del período urbano hubo,
aparentemente, tan sólo un uso modesto del cobre y el bronce en asentamientos como
Mehrgarh. El metal se utilizaba para fabricar brazaletes, rodillos o punzones, así como un
extraño cincel. Estos eran forjados en frío o preparados en moldes abiertos; hay escasa
evidencia para la época de moldes cerrados (de dos piezas), de fundición a la cera perdida o
de soldaduras. Unos pocos fragmentos de oro se identificaron en uno o dos sitios del
período temprano, en los que, según mi conocimiento, tampoco se utilizaba la plata. Unos
posibles brazaletes de marfil en las fases tempranas de Mari, un ‘sello’ tallado de marfil de
Rahman Dheri, y un colmillo de elefante con surcos en Mehrgarh, no constituyen evidencia
adecuada del desarrollo del trabajo en marfil.
La esteatita era utilizada en este período y se dieron los primeros pasos en la cocción
y vidriado, así como en el uso de la pasta de esteatita. La concha era ciertamente utilizada,
pero no en la escala del período posterior, ni en su variedad de ornamentos (brazaletes,
cuentas, pendientes) e incrustaciones. Comenzó la fabricación de cuentas, así como el uso
de piedras azules y del taladro de piedra para perforar las cuentas. Posiblemente se
atestigua la presencia de loza en Sarai Khola, de la cultura kotdijiense. Según parece, sólo
en el Período Harappense Maduro se fabricaban cuentas largas de cornalina –la piedra más
dura en uso– con formas de barril, un hoyo a lo largo y gravadas como diseños
geométricos. Con respecto a la vestimenta de algodón, se atestigua en algunos sitios del
Período Harappense Maduro y hay variedades de husos espiralados en la mayoría de los
sitios. Pero, a pesar de la abundancia de semillas de algodón carbonizadas, no se constatan
husos espiralados en Merhgarh, sino solamente punzones de hueso para coser el cuero. En
Sheri Khan Tarakai se atestigua un único huso espiralado de arcilla cocida,8 mientras que
de Tarakai Qila proviene una impronta de sello con la impresión de un tejido, no
necesariamente de algodón.
Por lo tanto, hasta donde se puede afirmar con la evidencia actual, hubo un
considerable incremento en la escala y habilidad de la producción artesanal en la Edad del
Bronce (el Período Harappense Maduro), mientras que en la esfera de la subsistencia y en
algunos métodos de construcción de casas,9 y en el uso de bloques de terracota y misiles de
piedra y terracota, ya habían aparecido algunos elementos de la cultura Harappense.
También se pueden percibir discontinuidades de otros tipos. Tal vez en las épocas
más tempranas habían surgido sedes de jefaturas tribales, señaladas por la presencia de
fortificaciones de piedra o ladrillo. El Kalibangan temprano (más de cuatro hectáreas),
Banawali y Rahman Dheri (veintidós hectáreas) eran los lugares fortificados más grandes.
8
En contraste, en el Mundigak contemporáneo hay cientos de husos espiralados de arcilla cocida con forma de
disco.
9
En el período temprano, sin embargo, no había ni patios con claristorio, ni estructuras de dos pisos con muros
gruesos, ni salas con pilares.

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(Obviamente, Mohenjo-daro y Harappa eran de otra escala). También Kot Diji estaba
rodeado por una muralla. Se conoce una estructura no-doméstica con contrafuertes en el
Mehrgarh temprano. Resulta intrigante que Mehrgarh y Rahman Dheri, los sitios más
grandes y ricos, no posean una ocupación harappense subsiguiente. Parece como si la elite
harappense hubiera evitado los antiguos centros de eminencia e influencia tribal, buscando
nuevos centros de poder.
Significativamente, el estrato superior de Rahman Dheri, en el que se evidencia
concha, metal, lapislázuli y cornalina, data de 2500 al 1900 a.C. aprox., pero continúa
siendo kotdijiense en su cultura material. Además, en Nausharo (cerca de Mehrgarh), el
nivel I, kotdijiense, está cubierto por un estrato quemado que contiene ceniza, escombros,
carbón y ladrillos rotos o enrojecidos. Durante este período, se construyeron estructuras en
plataformas de gran tamaño, así como series de terrazas. La aldea kotdijiense tardía de
Gumla, con una inusual pesa harappense y cuentas grabadas de cornalina, se encuentra
cubierta por una masa de material quemado, paredes derrumbadas y alfarería rota. También
en Kot Diji el asentamiento Harappense Temprano parece haberse incendiado por
completo. Ciertamente, no todos los incendios necesariamente se debieron a destrucciones
militares, pero la recurrencia de niveles incendiados en los períodos de ocupación
kotdijiense tardíos es tal vez significativa. Entretanto, en Sarai Khola los estratos
kotdijienses se ubican entre capas estériles sin ocupación. No sabemos qué fue lo que
provocó estas discontinuidades, pero por lo menos podemos descartar que tradiciones de
estabilidad rural y poblamiento continuado hayan contribuido al desarrollo de las
instituciones del la Edad del Bronce.
En Amri, Kot Diji, Gumla y Kalibagan, donde el material Harappense Temprano se
sitúa estratigráficamente debajo del Harappense Maduro, el cambio se marca además con la
‘superposición’ de cerámicas del tipo precedente (es decir, locales) y de tipo harappense,
tanto allí donde hay signos de destrucción de violencia/destrucción o abandono previos al
Harappense Maduro, como allí donde no los hay. Esto significa que ninguna de las culturas
tempranas se transformó para dar como resultado el Harappense Maduro. Esto mismo
puede decirse, por cierto, de las culturas aldeanas locales de Gujarat, las que posiblemente
preceden al florecimiento de la cultura harappense.
La secuencia de la llanura de Hakra también exhibe discontinuidades. Los sitios del
Harappense Temprano se ubican entre Fort Abbas y Yazman. Cinco de ellos se extendían
por más de diez hectáreas (Jalwali superaba las veintidós, y Gamanwala las veintisiete).
Pero de los treinta y siete sitios sólo tres continuaron estando habitados en el período
Harappense Maduro –Sandhanwala (diez hectáreas) y otros dos sitios de pequeño tamaño.
En esta zona, en el Harappense Maduro hubo 83 sitios habitados (así como algunos
campamentos y varios lugares de manufacturación de ladrillos y cerámica). El área total de
ocupación de ambos períodos muestra un gran contraste, 210 del anterior contra 450
hectáreas del posterior; es decir, un incremento de más del doble.
Varios sitios kotdijienses, como Rahman Dheri, no cuentan con ocupación
Harappense Madura y continuaron habitados hasta después del 2600 a.C. Por lo tanto, no es

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imposible que hubiera una motivación política para que la ocupación Harappense Madura
no proliferara en las llanuras del norte del Punjab.
Al igual que en Mehrgarh y Rahman Dheri, en las aldeas del Beluchistán
septentrional y central no hubo ocupación harappense subsiguiente. Asimismo, las
comunicaciones a través de la ruta de Bolán hacia Kandahar parecen haber cesado, no
apreciándose vínculos entre Mundigak y los sitios harappenses. Tal como hemos
argumentado más arriba, parece como si una frontera se hubiera cerrado. Mientras que en
los períodos tempranos había industrias de cuentas de piedra en Shahr-i Sokhta y
Mundigak, estas cesaron posteriormente (en el período contemporáneo al Harappense
Maduro). En su último período de ocupación, Shahr-i Sokhta se contrajo en tamaño.
Mientras tanto, en el período Harappense Maduro, Shortugai fue establecida río abajo de la
confluencia del Kokcha y el Oxus, no muy lejos de la garganta del Kokcha, rica en
lapislázuli.
En resumen, nos encontramos con algunas continuidades en aspectos económicos y
tecnológicos básicos, junto a un nuevo rango de especialidades artesanales, tal vez
posibilitado por el acceso regular al bronce como material para la fabricación de
herramientas de trabajo. La historia del poblamiento no careció de irregularidades a lo largo
de ambos períodos. Además, encontramos que el rango de extensión de los sitios del
Harappense Maduro iba de las 125 hectáreas a menos de una, la mayoría de los cuales
medía seis hectáreas o menos. La media se ubicaba entre las siete y las diez hectáreas. Esto
constituye una verdadera jerarquía de asentamientos de acuerdo al tamaño y refleja el juego
de fuerzas económicas y políticas complejas, más allá del potencial agrario. También
vemos que las rutas mundiales que entraban en el valle del Indo desde regiones del oeste y
noroeste cambiaron radicalmente al pasar del Harappense Temprano al Tardío. Asimismo,
posiblemente se modificó la ubicación de las industrias de la piedra, mientras que se
comenzaron utilizar nuevas fuentes de las piedras azules. Y fue solamente en el último de
estos períodos que surgió la vida urbana, la escritura, un sistema de pesos uniforme, la
especialización regional en la producción artesanal (p.ej., la fabricación de cuchillas largas
de pedernal, pesas o brazaletes de concha), así como expediciones marítimas al Golfo y a
Mesopotamia. En el período Harappense Maduro, las tradiciones culturales locales y
regionales perdieron su especificidad en la medida en que las diversas regiones fueron
absorbidas por la cultura material metropolitana.

***

Por más cuidadosamente que se rastree el desarrollo de la cultura material a través de


los estratos de los sitios particulares, los ‘orígenes’ suelen escapar a una interpretación
arqueológica directa. En primer lugar, el arqueólogo debe definir el fenómeno cuyos
orígenes busca. La civilización no puede reducirse a estilos cerámicos, métodos de
perforación de cuentas, tamaños de ladrillos, cosechas o brazaletes de concha. Del mismo
modo, nunca podremos identificar los orígenes o afiliaciones étnicas de la elite gobernante

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harappense ni de los diversos grupos que constituían su población. No es válido
preguntarse si ‘los harappenses’ eran población local o foránea. Fue la transformación
económica, y las instituciones políticas y sociales que se desarrollaron, las que
constituyeron el surgimiento de la civilización. Por consiguiente, al interpretar los procesos
de surgimiento de la civilización debemos hacer un salto conceptual y analítico desde los
restos de la cultura material a las instituciones sociales. Esta es una tarea que está lejos de
ser fácil, y en este contexto los arqueólogos todavía no han explicitado las limitaciones del
registro arqueológico.
Algunos sugerirían que la producción de un excedente de subsistencia fue la clave
para la aparición de la estratificación social, pero esto resulta difícil de sostener. No
podemos presentar aquí una discusión comprehensiva, pero si el ‘excedente’ se concibe
como el producto que se halla por encima y más allá de lo que puede consumirse –lo que es
una definición defectuosa–, surge la pregunta de por qué una sociedad produciría
cantidades innecesarias de comida. Por el contrario, el ‘excedente’ es un aspecto de la
distribución, y el problema es qué dio a un grupo de gente el derecho a la producción ajena.
Está también la cuestión del metal, cuya importancia hemos enfatizado en nuestra
concepción de la Edad del Bronce y cuya presencia hemos rastreado en los estadios
formativos de sitios como Mehrgarh. ¿De qué modo la metalurgia es una ‘causa’ o un
‘punto de partida’? La cultura Kayatha en Malwa y la cultura de Ganeswar-Jhodpura del
norte del Rajastán poseían respetables industrias del metal, pero nunca se desarrollaron
hasta un estadio cultural urbano y escritural. Si, por lo tanto, la tecnología no es el ‘motor’
de la evolución social, la identificación de avances tecnológicos en la secuencia
arqueológica no equivale a describir el desarrollo de la civilización. La tecnología, lejos de
ser una variable independiente, se encuentra enraizada a la sociedad y la economía, y el
desarrollo de las especialidades artesanales debe haber ocurrido a la par del surgimiento de
la elite, el desarrollo de sus capacidades organizativas y los modos en los que manifestaban
su poder y estatus social. Del mismo modo, la división del trabajo no sería consecuencia de
un crecimiento económico autónomo. No tenemos modo de saber si ciertos grupos
parentales o dinastías lograron ejercer poder sobre otros porque de algún modo controlaban,
en términos organizativos y capacidades tecnológicas, la circulación y el uso del cobre y el
estaño. Tal control les habría otorgado una ventaja en la guerra y en la producción de
bienes artesanales de prestigio o para la exportación, además de posibilitar nuevos
estándares en la construcción de carros y embarcaciones.
La civilización harappense tenía contactos ultramarinos con regiones lejanas, como el
sur de la Mesopotamia. Aunque se conoce mucho acerca de los estratos secuenciales de
agricultura, construcción de casas, alfarería y trabajo del marfil que han sido descubiertos,
no se han excavado adecuadamente los sitios costeros del período antecedente, excepto
Balakot, y allí los recursos marítimos no parecen haberse utilizado tan extensivamente en el
período inicial de asentamiento como en el período harappense. Está pendiente una
investigación completa de las culturas de Kutch y Kathiawad, anteriores al Harappense
Maduro, así como de la de Gujarat en la región interior. Estas culturas se manifiestan en la

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época temprana de Dholavira, en enterramientos en Nagwada, en la fase más antigua de
Padri (al sur de Bhavnagar), y en algunos otros sitios. Pero no hemos desenterrado todavía
comunidades costeras o de pescadores en la línea costera de Kathiawad para los siglos
anteriores al 2600 a.C. Sólo hay sitios aislados, como Prabhas Patan. (Padri se situaba a
unos pocos kilómetros de la costa, pero, aparte de un anzuelo de cobre/bronce inusualmente
grande y de algunos huesos de pez, no se evidencia una economía de orientación marítima).
Lo mismo puede decirse de la costa en torno a Karachi, y de Makran. ¿De dónde, entonces,
derivó el complejo cultural harappense su tecnología de construcción de botes y sus
capacidades y tradiciones de navegación y avistaje de tierras?

Traducido de: Ratnagar, Sh., Understanding Harappa. Civilization in the Greater Indus Valley.
New Delhi, Tulika, 2001. Traducción: Alejandro Mizzoni. Revisión: Marcelo Campagno.

MAPA 1: Sitios Pre-Urbanos; Culturas Post-Urbanas MAPA 2: Algunos sitios del período Harappense Maduro

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