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Erosión en Guatemala
Introducción
La problemática de los suelos en Guatemala es muy amplia, ya que se podrían hacer estudios
enfocados en áreas muy pequeñas. Pero para fines del curso, se ha delimitado el problema en
toda la República, y se ha sistematizado el problema por departamentos.
Objetivos
Generales
• Exponer la problemática de los suelos del país, en forma clara y sistematizada por regiones.
• Exponer la problemática intrínseca en el tipo de suelo y sus posibles soluciones
Específicos
Según algunos datos, el 51.2% del territorio guatemalteco es estrictamente forestal; es decir
que los suelos en estas áreas pierden su fertilidad al ser utilizada para la agricultura o
ganadería.
Los 33,900 km2 de bosque se dividen en:
Latifoliados
Latifoliados
Coníferas
Mixtos
Manglares
Tipos de bosque
Latifoliados
Son los bosques a los que comúnmente llamamos selvas, son los bosques característicos de
aquellas regiones que tienen baja altitud (Izabal, Petén, Quiché, Huehuetenango y el norte de
Alta Verapaz), habitados por especies de hoja ancha, como el cedro, caoba, zapote, pimienta,
etc. Estos bosques representan el 88.6% del área boscosa del país.
Coníferas
Formados por especies como el pinabete, ciprés, y varias especies de pinos (género Pinus,
Cupresus y Abies), cubren cerca del 6.9% del área boscosa del país. Una característica común
de los árboles de estos bosques, es la forma de aguja de sus hojas.
Mixtos
Constituidos esencialmente por especies de pinos mezclados con encinos, robles y alisos.
Estos bosques representan el 4% del área boscosa del país y se encuentran en las zonas de
transición entre los bosques latifoliados y las coníferas.
Manglares
Constituidos por especies de hoja ancha denominados “mangles” se hallan sobre las zonas
costeras en relación con el agua salada. Los bosques manglares ocupan alrededor de 17,400
hectáreas, lo que constituye cerca de un 0.5% del total del área boscosa del país.
Análisis de Suelos de Guatemala Seccionado por Departamentos
Guatemala
Vegetación
Antes de que se utilizasen las tierras para el cultivo del maíz, en las tierras del Declive
Pacífico dominaban las especies deciduas y en la altiplanicie central los pinos, cipreses y
robles, es decir un bosque de tipo latifoliado de mediana altura.
Agricultura
Ahora en el departamento de Guatemala, la agricultura no ha tenido tanta extensión como en
el resto del país, debido al hecho que en éste departamento, el desarrollo urbano es el mayor
en la república, no obstante, existen, en el departamento, cultivos de maíz. La técnica de su
cultivo, depende de la disponibilidad de tierra, el declive y la densidad de población. En
algunas localidades se trabaja de modo que se evite la erosión, mas en la mayor parte del
departamento se, rotan las tierras cada 2 o 3 años, quemando toda la vegetación del área y así
produciendo graves problemas de erosión.
Suelos del Departamento de Guatemala su uso y manejo
Suelos de la Altiplanicie Central
Ocupando más del 90% de la región, éstos son suelos escarpados, con pocas o escasas
planicies, lo que no propicia los cultivos limpios, aunque aún así se ha cultivado el maíz
produciendo una erosión seria.
Con una extensión menor al 10% del área del departamento, tiene una importancia económica
grande, al menos la tenía con la producción del café del departamento de Guatemala. Ésta
sección se caracteriza por pendientes escarpadas y suelos pedregosos.
Coníferas
Mixtos
Manglares
Tipos de bosque
Latifoliados
Son los bosques a los que comúnmente llamamos selvas, son los bosques característicos de
aquellas regiones que tienen baja altitud (Izabal, Petén, Quiché, Huehuetenango y el norte de
Alta Verapaz), habitados por especies de hoja ancha, como el cedro, caoba, zapote, pimienta,
etc. Estos bosques representan el 88.6% del área boscosa del país.
Coníferas
Formados por especies como el pinabete, ciprés, y varias especies de pinos (género Pinus,
Cupresus y Abies), cubren cerca del 6.9% del área boscosa del país. Una característica común
de los árboles de estos bosques, es la forma de aguja de sus hojas.
Mixtos
Constituidos esencialmente por especies de pinos mezclados con encinos, robles y alisos.
Estos bosques representan el 4% del área boscosa del país y se encuentran en las zonas de
transición entre los bosques latifoliados y las coníferas.
Manglares
Constituidos por especies de hoja ancha denominados “mangles” se hallan sobre las zonas
costeras en relación con el agua salada. Los bosques manglares ocupan alrededor de 17,400
hectáreas, lo que constituye cerca de un 0.5% del total del área boscosa del país.
Análisis de Suelos de Guatemala Seccionado por Departamentos
Guatemala
Vegetación
Antes de que se utilizasen las tierras para el cultivo del maíz, en las tierras del Declive
Pacífico dominaban las especies deciduas y en la altiplanicie central los pinos, cipreses y
robles, es decir un bosque de tipo latifoliado de mediana altura.
La erosión del suelo y la desertización
La erosión del suelo puede provocar una pérdida de suelo fértil y llegar a degradarse hasta
convertirse en un desierto. Por eso es muy importante tomar medidas de prevención y de
recuperación de los suelos erosionados.
La erosión del suelo se produce cuando el viento o el agua se lavan fuera de la capa superficial
del suelo de una zona de la tierra. La vida vegetal protege la capa superficial del suelo en sus
muchas formas. Impide que las fuertes lluvias de golpes sobre su tierra y golpeando la tierra
vegetal a granel. Se impide que el suelo se seque tan rápido, así que lo protege de ser soplado
lejos por los fuertes vientos. Las raíces de las plantas mantener el suelo en el lugar, por lo
que no fuera como lavarse fácilmente. Elcontorno de la agricultura es otro método útil en la
prevención y el control de la erosión de los suelos por el agua de escorrentía. Es realizada
por la plantación a lo largo de la ladera de una colina, a raíz de los contornos naturales de la
tierra, en lugar de hacia arriba y hacia abajo o de ancho. Si usted tiene un problema con la
erosión eólica, intente plantar una protección contra el viento. Un viento puede ser una fila
de árboles. Mantenimiento de su suelo saludable es un paso muy importante para tener en la
prevención de la erosión del suelo. Un suelo rico en materia orgánica tiene una mejor
estructura y es menos susceptible de ser lavado o soplado lejos. El de mantener el suelo
saludable, añadir un montón de composta cada año y no más hasta cuando se siembra.
+ Cubrir con pajote las áreas que no se plantan para prevenir la erosión superficial.
+ Regar solamente cuando es necesario para apoyar sus plantas.
+ Cerciorarse de que su sistema de regadera no esté erosionando su suelo. Cuando el índice
de agua aplicado excede la capacidad de su suelo de absorberla, la salida ocurre y así que
hace la erosión.
1. Introducción Aunque la erosión del suelo es un fenómeno natural, que ocurre desde
que la Tierra se formó, la actividad humana lo ha acelerado, convirtiéndolo en el
principal problema agrícola y medioambiental a nivel mundial. Según la Agencia
Europea de Medioambiente (AEMA, 2003a), la erosión en Europa es un problema
grave que afecta a más de un 17% de su superficie (114 millones de hectáreas
excluyendo la Federación Rusa) y de forma muy severa a un 4%. La región
Mediterránea es la más amenazada, con áreas en las que la erosión ha conducido a un
estado irreversible de degradación y en algunos casos a una desaparición total del
suelo (AEMA, 2003b). En el caso de España, las pérdidas de suelo por erosión son
muy elevadas. Según cifras provenientes del Ministerio de Medio Ambiente (MMA,
2005), un 30% de la superficie de nuestro país se ve afectada por tasas de erosión que
son calificadas como medias (pérdidas de suelo de 10-50 T ha-1 año-1) y más de un
10% por tasas altas (>50 T ha-1 año-1). La agricultura ha sido la actividad humana
que mayor incidencia ha tenido sobre el suelo a lo largo de la historia y especialmente
durante la segunda mitad del siglo XX con la intensificación de las prácticas
agrícolas. Los avances en el manejo del suelo, como fueron el desarrollo de
maquinaria agrícola, la aparición de productos agroquímicos, la mejora genética
vegetal, etc., permitieron un espectacular desarrollo de la producción agrícola pero a
costa de un elevado coste económico y medioambiental (Martín de Santa Olalla,
2001). La deforestación, el sobrepastoreo, las prácticas agrícolas inadecuadas
(laboreo excesivo, eliminación de la cubierta de residuos vegetales,…) han
ocasionado graves pérdidas de suelo por erosión. Así, según un estudio publicado por
la prestigiosa revista Science, en los últimos 40 años casi una tercera parte del suelo
agrícola mundial se ha perdido por erosión (hídrica y eólica) y sigue perdiéndose a
una velocidad de más de 10 millones de hectáreas por año (Pimentel et al., 1995). No
hay duda alguna de que la erosión, tanto hídrica como eólica, es un grave problema
que amenaza la integridad de los suelos y la sostenibilidad de los sistemas agrícolas.
Sin embargo, mientras que la erosión hídrica ha sido extensivamente estudiada y bien
documentada, la erosión eólica sólo ha adquirido importancia recientemente y, por
tanto, son escasos los datos sobre su magnitud y efectos. En este capítulo vamos a
tratar la erosión eólica en suelos agrícolas, analizando los mecanismos y efectos de
este proceso de degradación y revisando las diferentes medidas planteadas para su
prevención y control. Finalmente, evaluaremos la eficiencia de un sistema de laboreo
de conservación (laboreo reducido con chisel) para frenar las pérdidas de suelo por
erosión eólica en campos de secano en el centro de Aragón. 2 2. Extensión y
naturaleza de la erosión eólica La erosión eólica ha recibido mucha menos atención
que la erosión hídrica, entre otros motivos, por ser un problema menos extendido. Sin
embargo, aunque muy seguida por la erosión hídrica, la erosión eólica es el principal
proceso de degradación del suelo en las regiones áridas y semiáridas del planeta (513
y 478 millones de hectáreas afectadas por erosión eólica e hídrica, respectivamente)
(Oldeman y van Lynden, 1998). Aunque en Europa la erosión eólica no es un proceso
tan generalizado e intenso como en otras regiones del mundo, en determinadas áreas
puede causar graves daños. Este es el caso del sur y el este europeo debido a la
confluencia de varios factores: alta erosionabilidad de los suelos, condiciones de
escasez de lluvias y de altas temperaturas y prácticas agrícolas intensivas. En las
llanuras del norte de Europa, donde la erosión hídrica es poco relevante, la eólica
ocasiona pérdidas de suelo que pueden llegar a ser de hasta varias toneladas por
hectárea durante un único episodio de erosión (Warren, 2003). En estas zonas, el
riesgo de erosión ha aumentado en las últimas décadas debido, además de a la
intensificación de la agricultura, al aumento del tamaño de los campos y al incremento
de cultivos como el maíz y la remolacha que contribuyen a crear condiciones
favorables para la acción erosiva del viento. Los principales problemas asociados a
la erosión eólica en Europa son: pérdida de cultivos, contaminación (por polvo y
pesticidas) y amenaza a la sostenibilidad con consecuencias económicas y
medioambientales muy serias y en algunos casos irreversibles (Warren, 2003). Y, aún
así, ¿por qué se le ha prestado poca atención a este proceso de degradación?. La
erosión eólica es frecuentemente ignorada. Por ejemplo, nos podemos quejar de la
presencia de polvo en el aire sin preguntarnos sobre el origen del mismo. En general,
la percepción que tenemos de los problemas derivados de la erosión eólica es baja,
incluida la apreciación del propio agricultor. Esto es debido a que, a excepción de las
grandes tormentas de polvo, la pérdida de suelo por la acción del viento no es tan
perceptible a corto plazo como en el caso de la erosión hídrica. Mientras que el agua
siempre produce un desplazamiento de suelo hacia abajo y, por tanto, cualquier
episodio de erosión hídrica continuará con el trabajo hecho por el episodio anterior,
en el caso de la erosión eólica no es así necesariamente debido a los cambios en la
dirección del viento. Esto significa que los efectos a largo plazo causados por el viento
son generalmente más difíciles de evaluar y predecir que en el caso del agua (Govers
et al., 2004). Otro factor que ha contribuido al menor conocimiento de la naturaleza
y efectos de la erosión eólica ha sido la dificultad para poder medir y caracterizar los
procesos involucrados 3 en dicho proceso de degradación. De hecho, no fue hasta
finales de los años 1980 y principios de los 1990 cuando se produjo un importante
avance en el desarrollo de métodos y equipos que permiten cuantificar la erosión
eólica in situ, en condiciones de campo y viento natural. Estas técnicas han
progresado hasta tal punto que hoy en día es posible detectar el momento exacto en
el que comienza un episodio de erosión y cuantificar la cantidad de partículas del
suelo arrastradas y transportadas en suspensión por el viento (Foto 1). Las grandes
tormentas de polvo, como las que en los años 1930 causaron grandes pérdidas
agrícolas en las llanuras centrales de EEUU (fenómeno conocido como “Dust Bowl”),
no son un fenómeno del pasado. Cabe recordar los episodios de erosión que
ocurrieron en Kansas (EEUU) durante el invierno de 1995-1996 con pérdidas de suelo
agrícola de aproximadamente 65 T ha-1. Asimismo, en China se ha calculado que,
entre 1950 y 1995, la frecuencia media de tormentas de polvo fue de 1,73 tormentas
por año (Zhibao et al., 2000). Algunas de estas tormentas, como la que ocurrió en
1993 en el noroeste del país, ocasionaron pérdidas económicas que superaron los 50
millones de euros. Recientes fotografías de la NASA muestran que en diferentes
zonas del planeta se producen tormentas de polvo que transportan inmensas
cantidades de partículas a grandes distancias. Sin embargo, en nuestro entorno
próximo, en las zonas agrícolas del sur, este y norte de Europa, la naturaleza de los
procesos erosivos no es la misma que en las grandes tormentas de polvo. De hecho,
la erosión eólica en nuestras condiciones de suelo y clima generalmente ocurre muy
lentamente y su impacto sobre la calidad y productividad de los suelos no llega a
detectarse hasta varios años después. Además, las prácticas de la agricultura
convencional pueden enmascarar los efectos que tiene la erosión eólica sobre la
productividad a largo plazo por el laboreo intenso y profundo del suelo y por una
mayor utilización de fertilizantes y otros insumos agrícolas (den Biggelaar et al.,
2001). Es cierto que en estos últimos años se ha avanzado en el conocimiento de la
distribución de la erosión eólica en Europa, comprobándose que en determinadas
áreas las tasas de erosión por viento son tan altas como las de la erosión hídrica. Ya
se ha constatado, además, que en el caso concreto de EEUU, mientras el riesgo de
erosión hídrica va disminuyendo, el de erosión eólica aumenta con el problema
añadido de que los costes por daños y los costes de prevención son más elevados en
este último caso (30% superiores) (Pimentel et al., 1995). Todo esto nos alerta de la
necesidad de prevenir y combatir el problema y, para ello, es esencial un mayor
conocimiento de los mecanismos de producción y emisión del polvo generado por las
prácticas agrícolas, el desarrollo y mejora de equipos de muestreo, más 4
investigación en modelización y medidas de control así como el avance en temas de
legislación y política medioambiental. 3. Mecanismos y efectos de la erosión eólica
Para que la erosión eólica ocurra deben producirse necesariamente tres condiciones:
viento fuerte, superficie del suelo erosionable, es decir, susceptible a la acción del
viento, y suelo desprotegido, sin cubierta de cultivo, de rastrojo, etc. La
susceptibilidad del suelo a la erosión eólica o erosionabilidad viene determinada por:
la textura: suelos de textura gruesa (arenosos) son más erosionables por crear
estructuras edáficas inestables (débiles uniones entre partículas y agregados) y por
secarse más rápidamente tras lluvia o riego, el contenido en materia orgánica: factor
responsable de la agregación y régimen de humedad: influye en la tasa de
desecación del suelo y, por tanto, en la duración de la susceptibilidad a la erosión. El
clima y las condiciones de la superficie del suelo influyen en la capacidad erosiva del
viento o erosividad. Por encima de los 50 m de altura la velocidad del viento depende
de las condiciones climáticas (temperatura y diferencias de presión atmosférica) pero
cerca de la superficie el viento es frenado por la rugosidad del suelo. La rugosidad es
función de tres factores: el estado de agregación del suelo: los grandes agregados
protegen a los agregados erosionables (500 µm de diámetro) ruedan o se deslizan
sobre la superficie sin perder el contacto con el suelo en un proceso que se conoce
como reptación (Fig. 1). Partículas más pequeñas, entre 100 y 500 µm de diámetro,
son transportadas por saltación: saltan y rebotan sobre la superficie alcanzando una
altura máxima de 1 m. Estas partículas al caer se rompen y desintegran otras partículas
y agregados de suelo contr 5 conoce como suspensión (Fig. 1). Las partículas en
suspensión más pequeñas (< 10 mm) o nula 11 (McAneney y Arrúe, 1993). Además,
el Cierzo, viento frío y seco de dirección ONO, es habitual a lo largo de todo el año
y no son raras rachas de 30 m s-1 (Biel y García de Pedraza, 1962). En cuanto a los
suelos, éstos son principalmente alcalinos (pH >8), con un bajo contenido en materia
orgánica (30%) y una textura dominante entre franca y franco arenosa (Montañés et
al., 1991). El uso de la tierra en Aragón (47.642 km2) se distribuye de la siguiente
forma: 40% dedicada a cultivo, 8% a prados y pastizales, 27% a bosques y 25% a
otros usos, incluyendo las tierras marginales (Gobierno de Aragón, 2007). Del total
de la superficie ocupada por la agricultura de secano (1,49 millones de hectáreas),
691.000 ha corresponden a cultivos herbáceos (80% con trigo y cebada).
Aproximadamente la mitad de la superficie de secano se sitúa en el centro de Aragón
y, más concretamente, en áreas con una precipitación media anual.
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
La gran demanda y contaminación de agua potable para la zona metropolitana del Valle de
México (ZMVM) ha mermado la calidad y cantidad del recurso tanto en sus fuentes
superficiales como subterráneas. Actualmente, dentro de la ZMVM la presa Madín y el río
Magdalena son las únicas fuentes de aprovechamiento de agua superficial. La microcuenca
aportadora a la presa Madín muestra signos de deterioro en el agua, suelo y vegetación, los
cuales se reflejan en la presa Madín, ya que se han reportado problemas de algas y lirio
acuático, además de residuos sólidos y partículas suspendidas que llegan a través de los
arroyos provocando contaminación y azolvamiento del agua almacenada en la presa.
Para determinar la degradación de una cuenca o subárea, se evalúa la calidad del suelo, agua,
aire y cobertura vegetal. El suelo es un factor determinante y se considera un recurso básico,
es decir, de él se derivan otros, como la vegetación. Existen distintas metodologías y
parámetros que cuantifican la degradación del suelo, una de ellas es la metodología ASSOD
propuesta por Van Lynden and Oldeman (1997).
Esta metodología considera como una forma de degradación del suelo a la erosión hídrica, y
para determinar la tasa media anual de pérdida de suelo existen varios modelos. La primera
ecuación para calcular la pérdida de suelo la publicó Zingg (1940) estableciendo solamente
la importancia de la pendiente y su longitud. Posteriormente se incorporaron los factores de
manejo de cultivo, prácticas de conservación, erodabilidad del suelo. Hasta 1965 con la
ecuación desarrollada por Wischmeier and Smith (1965), se dieron una serie de propuestas
de ecuaciones que llegaron a incluir hasta nueve factores.
La Ecuación Universal de Pérdida de Suelo (EUPS), USLE por sus siglas en inglés, se diseñó
como una herramienta de trabajo para los conservacionistas (Figueroa et al. 1991) y es un
modelo empírico o indirecto. Se buscaba con esta ecuación que el cálculo de la pérdida de
suelo se estandarizara a la vez que resultara más sencillo; sin embargo existen limitaciones
en su uso ya que la ecuación se desarrolló con datos de parcelas experimentales en
condiciones de longitud y pendiente controladas, además que considera lluvias, cobertura
vegetal y tipo de suelo uniformes y todo en el contexto de Estados Unidos. También es de
señalar que la EUPS está basada en la capacidad de las gotas de lluvia para desprender
partículas de suelo y no brinda información certera acerca de la producción de sedimentos ni
su deposición dentro de la cuenca (McKay 2008).
En 1975, Figueroa desarrolló trabajos en la cuenca del río Texcoco, a modo de validación de
la EUPS en México y desde entonces esta herramienta se ha convertido en una de las
principales, en México, para determinar el proceso de pérdida de suelo. Pandoet al. (2003)
menciona que a través de métodos directos se han estimado valores de erosión para la cuenca
alta del río San Marcos en Tamaulipas de 13,5 ton/ha/año mientras que por métodos
indirectos, como la EUPS, la erosión ronda los 492 ton/ha/año. En zonas de Veracruz se han
estimado valores de erosión de hasta 568 ton/ha/año con métodos empíricos para zonas donde
la pendiente aproximada es de 25 %. Sin embargo existen otros trabajos en donde se
obtuvieron valores de erosión menores a través de métodos empíricos que por medición
directa. En general, la medición directa siempre será lo más recomendable para determinar
el comportamiento de una variable, sin embargo esto implica grandes sumas de dinero y
aumenta el tiempo de ejecución de un estudio. Para la obtención de resultados más certeros
a través de métodos empíricos es de importancia la calidad de las bases de datos que
alimentarán el modelo.
Este trabajo calcula la erosión hídrica como uno de los principales pasos para determinar la
degradación. Se basa en el método empírico de la EUPS para el cálculo de la erosión hídrica
actual y potencial, utilizando bases de datos nacionales para alimentar el modelo. Los
cálculos se efectúan en la plataforma ArcGis 10 con base en el
móduloRasterCalculatory Slope, mientras que el procesamiento de la imagen satelital para
determinar la cobertura vegetal se realiza con el módulo Basic Tools-Preprocessing-
CalibrationUtilities-LandSatCalibration de la paquetería ENVI 4.7.
(figura 1).
Se definió un polígono con coordenada extrema superior izquierda 452790x, 2162584y UTM
14N WGS84 para extraer del Continuo Digital de Elevación, generado por el Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), los valores de altitud del área de
estudio. El raster, o modelo digital de elevación (MDE) extraído tiene un total de 2 159
columnas y 1514 filas para una resolución de 10 m por pixel. Se consultaron los shapes
vectoriales temáticos de edafología e hidrología superficial escala 1:250 000 de INEGI.
La EUPS es un modelo empírico, en el que la pérdida de suelo está expresada como masa
por unidad de área por unidad de tiempo y es una función del efecto combinado de seis
factores: Factor de erosividad de la lluvia (R); Factor de erosionabilidad del suelo (K); Factor
longitud de pendiente (L); Factor grado de la pendiente (S); Factor manejo del cultivo (C) y
Factor prácticas de conservación (P). EUPS ayuda a predecir las variaciones en la erosión en
función de los cambios en el uso y manejo del suelo y vegetación, a la vez que auxilia en la
selección de éstos.
donde:
Cuando se consideran todos los factores de la EUPS, se dice que se ha calculado la erosión
hídrica actual, en cambio cuando no se incluyen los factores C y P, se ha calculado la erosión
hídrica potencial, es decir, una estimación de cuánto suelo se perdería si no hubiera ninguna
cobertura vegetal y no se realizaran prácticas de conservación. En la
figura 2 se observa la metodología general para determinar cada uno de los factores según la
EUPS.
La erosividad es la capacidad potencial que tienen las gotas de agua de lluvia para causar
erosión. Existen muchas formas de determinarla, una de ellas es a través del índice EI30 el
cual fue propuesto por Wischmeier and Smith (1965). Se define como el producto de la
energía cinética total de la lluvia (E) por la intensidad máxima en 30 minutos (I30). Se enfoca
en el desprendimiento de partículas de suelo por erosión laminar (Figueroa et al. 1991). En
México, Cortés (1991), a través del análisis de 53 estaciones meteorológicas determinó un
mapa de isoerosividad con el cual formó 14 regiones delimitadas por la erosividad de la
lluvia.
De acuerdo con dicha zonificación, la microcuenca de la presa Madín se ubica en la región
número VIII y le corresponde la ecuación (2) para el cálculo del factor R (Figueroa et al.
1991):
donde:
Con base en las unidades edafológicas identificadas dentro de la microcuenca presa Madín
(INEGI) se obtienen los valores estimados para el tipo de suelo y su textura conforme datos
generados por la FAO en 1979 (Figueroa et al. 1991) y se muestran en la
tabla1.
La topografía del terreno afecta el proceso de erosión y se representa por el factor LS. La
relación entre erosión y factor LS es directamente proporcional, es decir, la erosión aumenta
conforme la longitud del terreno en el sentido de la pendiente aumenta (factor L) y la
inclinación del terreno se hace mayor (factor S).
A partir del MDE, se generó el raster de la pendiente (θ) del terreno, con el módulo Slope de
la paquetería ArcGis 10.
donde:
m = Exponente adimensional
Esta es válida cuando se tienen parcelas de 22,13 m de largo con pendientes uniformes de 9
%, sin embargo, existen adecuaciones para las condiciones en campo donde estos factores
son altamente variables. Por lo anterior, se utiliza para el cálculo del factor LS la ecuación
(4) en función de las características de la microcuenca.
donde:
λ = Longitud del tramo de pendiente en metros, en este caso de 10 m (tamaño de pixel y por
lo tanto la unidad de análisis).
m = 0,59 es un exponente que depende del grado de pendiente y se define en la ecuación (5):
donde:
θ = Pendiente en grados
Se genera una capa raster con valor único de 0,59 al cual se denomina «m», con iguales
especificaciones espaciales que el de la pendiente, es decir, con coordenada extrema superior
izquierda 452790x, 2162584y UTM 14N WGS84 con un total de 2159 columnas y 1514 filas
a una resolución de pixel de 10 m. A través del módulo RasterCalculator, se introduce la
ecuación (4) para determinar los valores del factor LS.
Para determinar la cobertura vegetal se analiza una imagen satelital LandSat 7 ETM+ de
febrero, correspondiente a la temporada de secas para el año 2008. Con el módulo Basic
Tools-Preprocessing-CalibrationUtilities-LandSatCalibration de de la paquetería ENVI 4.7
se realiza la corrección radiométrica con base en las ecuaciones de Chávez (Chander et al.
2009), ecuaciones (7) y (8), y las especificaciones para cada imagen y tipo de sensor (Chander
et al. 2009) como se muestra en la
tabla 2.
donde:
donde:
ρλ = Reflectancia [adimensional]
Los valores de ESUN λ utilizados para cada tipo de sensor y banda se muestran en la
tabla 3.
En el caso de la imagen del año 2008, se cuenta con la máscara (Gap Mask) de las líneas
producidas por la desestabilización del sensor como se muestra en USGS (2009). Con dicha
máscara se genera un recorte de los píxeles faltantes de la imagen más cercana con
información, correspondiente al año 2000, los cuales son extraídos sin corrección
radiométrica para posteriormente ser corregidos con los parámetros del año 2008
figura 3).
Debido a que en el área se presenta una baja intensidad de uso agrícola, la determinación del
factor C se realiza a base de la imagen satelital LandSat 7 ETM+, corregida del año 2008.
Se analizaron las áreas basales de vegetación forestal y otros usos de suelo. Para ello se aplicó
el índice de vegetación de diferencia normalizada conocido por sus siglas en inglés
como NDVI y el cual se calcula conforme a la ecuación (9).
donde:
tabla 4.
Cuando P toma valores cercanos a cero indica que el suelo no está siendo erosionado debido
a las prácticas mecánicas de conservación; y cuando tiende al valor de 1, indica que se tiene
la erosión máxima debido a que el tipo de prácticas agrícolas que se emplean en el área
estudiada no mitiga los efectos de la agricultura en pendiente. Este último sería el caso de la
microcuenca de la presa Madín.
En la figura 4
se muestran las capas raster obtenidas de cada uno de los factores de la EUPS.
Para calcular la erosión hídrica potencial y la actual se efectúa el álgebra de mapas con el
módulo RasterCalculatorde la paquetería ArcGis 10 introduciendo las capas raster de todos
los factores conforme a la EUPS (ecuación 1).
Como se puede ver, el efecto del factor C es considerable, ya que prácticamente desaparece
la erosión en su condición de severa, y su tasa promedio anual es de 7,58 ton/ha/año ubicado
en erosión hídrica incipiente.
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
Chander G., MarkhamB. L., Helder D.L. «Summary of current radiometric calibration
coefficients for Landsat MSS, TM, ETM+ and EO-1 ALI sensors». Remote Sensing of
Environment, 2009, USA, vol. 2009, No. 113, pp. 893903.
Figueroa S. B., Amante A., Cortés H. G., Pimentel J., Osuna E.S., Rodríguez J. M., Morales
J. F. «Manual de predicción de pérdidas de suelo por erosión». Secretaría de Agricultura y
de Recursos Hidráulicos. Colegio de Postgraduados (CREZAS). México, 1991.
McKay R. «A GIS analysis of the impact of soil erosion on archaeological visibility on the
island of Antyhythera, Greece». Tren University, pp 186, Canada, 2008.
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métodos en la estimación de erosión hídrica». Investigaciones Geográficas, Boletín del
Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 2003, vol.
2003, No. 51, pp 23-36.
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Van Lynden G.W.J. and Oldeman L.R. «The assessment of the status of human-induced soil
degradation in south and south-east Asia (ASSOD)». United Nations Environment
Programme (UNEP), Food and Agricultural Organization of the United Nations (FAO)».
International Soil Reference and Information Centre (ISRIC), Wageningen, 1997.
Zingg A.W. «Degree and length of land slope as it affect soil loss in runoff». Agricultural
Engineering, 1940, USA, No. 21, pp 59-64.