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Decano
Claudio Lizárraga
Vicedecana
Ana María Mántica
Departamento de Historia
Directora
Carina Giletta
Junta Departamental
Marcelino Maina, José Larker y Mariné Nicola
Presentación
Teoría y metodología
Santa Fe, Ciudad real ̶ Ciudad imaginada. El rol de las revistas culturales y técnicas
en la configuración de los imaginarios urbanos de modernidad
Claudia Andrea Montoro
Pax romana y representación ecuménica del espacio social y simbólico del imperio.
Una aproximación a través del análisis de ―Geografía‖ de Estrabón
María Florencia Lacorte
Claves para pensar el rol del ejército romano en las transformaciones políticas y
sociales en los tiempos de la República
Paula Daniela Madeo Ale
Una historia negada: interpretaciones y debates en torno a las cerámicas del Arroyo
Leyes. 1930-2017
Ibis Ángeles Bondaz
Africanos en Santa Fe en la primera mitad del siglo XIX. Apuntes sobre la diá s-
pora
Gonzalo Cáceres, Magdalena Candioti y Francisco Sosa
Africanos en Santa Fe en la primera mitad del siglo XIX. Trabajos, amos y estructu-
ra familiar
Ma. Florencia Rittiner Basaez, Andrés Miguez y Martín Combet
Estudio sobre el abordaje del Estado en las obras de Raúl Prebisch ―y algunos de
sus principales problemas‖ (1949-1963)
Víctor Ramiro Fernández y Emilia Ormaechea
La prudencia ante los espíritus inquietos. La actuación del Obispo Martínez Com-
pañón en la diócesis trujillana. (Norte del Perú, Siglo XVIII)
Patricia Siri y María Juliana Szczech
Argentina moderna
Dimensiones políticas de la fiscalidad local hacia fines del siglo XIX y comienzos del
siglo XX en la Argentina: aportes y debates historiográficos
Luz Irene Pyke
¿Qué ocurre con la enseñanza de la historia en nuestras aulas cuando el pasado aún no
ha pasado? El problema de la conciencia histórica cuando enseñamos historia reciente
Juanita Bertinat y Adriana Rubio
Luces y sombras sobre uso de la fotografía uruguaya del siglo XIX en el aula de
Historia. Entre tensiones y posibilidades
Ximena Cabrera y Andrea Fernández
―¿En serio vivían así?‖ Una experiencia en el aula sobre la astucia y brevedad de la
vida
Lucia González
El e-book que tienen frente a ustedes reúne la mayoría de los trabajos expuestos
en el VII Congreso Regional de Historia e Historiografía, y están organizados según
los ejes correspondientes, antecedidos por una breve presentación elaborada por la
coordinación de cada mesa temática.Tanto en la concreción de este libro digital como
en la organización del Congreso, han participado diversas áreas de la Facultad y la
totalidad de los integrantes del Departamento de Historia. Agradecemos a las/los
coordinadores de cada eje y, en particular a José Larker, Marcelino Maina y Mariné
Nicola, integrantes de la Junta Departamental.
1 Vernant, Jean Pierre “Atravesar fronteras” Entre Mito y Política II; Fondo de Cultura económica, 2008,
Buenos Aires.
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aproximación a la vida cotidiana de las mujeres en Atenas Clásica (500-323 a.C) a
través de su representación literaria en el teatro antiguo, en las obras de Esquilo,
Sófocles, Eurípides y Aristófanes.
Los trabajos sobre Roma abarcan un amplio marco temporal que va desde
tiempos republicanos de (II, I a. C) a los del Bajo Imperio (III, IV), atravesando
importantes núcleos temáticos como la Romanización y el Cristianismo. Asimismo
se consideran desde variables políticas los usos del pasado como herramienta de
legitimación del poder, la dominación militar y cultural mediante los mecanismos
hegemónicos como la Pax Romana y la organización del Ejército como elemento
clave para la conquista territorial y el monopolio del poder político.
El uso de diversas fuentes tales como Estabón, Salustio y Cicerón, le otorgan a
estos trabajos una riqueza conceptual y analítica de carácter interdisciplinario, por
ser éstos exponentes y herederos de una compleja y rica tradición cultural que
marca líneas de continuidad en el mundo antiguo grecorromano y por sus preocu-
paciones diversas en el campo de la historia, la geografía, la política y la cultura.
Desde otra perspectiva podemos destacar el análisis de la película española
Ágora, de 2009, dirigida por Alejandro Amenábar, cuya trama se desarrolla a par-
tir de un hecho histórico sucedido en el año 391 en la ciudad de Alejandría, actual
Egipto, donde la principal protagonista es la emblemática filosofa y maestra Hipa-
tia quien fuera asesinada por una multitud de seguidores del Obispo Cirilo. Se des-
taca aquí, la preocupación por considerar al cine como herramienta para la ense-
ñanza de la historia y la divulgación de temáticas de historia antigua.
Entendemos que el Mundo Antiguo Mediterráneo es una encrucijada de cultu-
ras, de lenguas, de representaciones, de mensajes simbólicos y expresiones mate-
riales, cuyos elementos distintivos podemos aún reconocer en nuestro presente, a la
vez complejo y diverso como aquel pasado. Su análisis y estudio nos parecen fun-
damentales, ya que como expresa Vernant ― (…) uno se conoce, se construye por el
contacto, el intercambio, el comercio con el otro. Entre las riberas de lo mismo y de
lo otro, el hombre es un puente‖
Resumen
Este trabajo tiene la intención de recuperar la problemática que encierra la noción de ―bella
muerte‖ y que encuentra en Jean Pierre Vernant y en Nicole Loraux a sus exponentes máxi-
mos. Fueron ellos quienes profundizaron y problematizaron dicha noción dando lugar a dos
interpretaciones de kalós thánatos que, si bien tienen puntos de contacto, difieren en el con-
texto histórico para el cual el concepto puede utilizarse.
La propuesta de Vernant nos ofrece una interpretación de la ―bella muerte‖ como ideal épico;
la muerte homérica como el acto que culmina y exalta la excelencia y la belleza física del
héroe. En cambio, la concepción de Loraux sostiene que la noción está relacionada con la
muerte cívica, es decir, que la ―bella muerte‖ se encuentra ligada al sacrificio que el ciudadano
hace en pos de la comunidad cívica.
El análisis tanto del concepto, como del debate entre los autores nos permite redimensionar
el alcance explicativo que kálos thánatos puede ofrecernos. Para ello nos proponemos distin-
guir los aspectos centrales del enfoque de los autores –Vernant y Loraux – para luego dar lu-
gar a las componentes de un posible diálogo entre ambas miradas.
Introducción
Nicole Loraux utiliza por primera vez el concepto de kálos thántos en ―La in-
vención de Atenas‖ para analizar la oración fúnebre ateniense. Es de esta obra de la
que Vernant toma el concepto y lo traslada hacia el mundo épico, en donde lo ubica
en un sentido de sinonimia con la noción de muerte heroica. Sin embargo, Loraux
no está de acuerdo con esta propuesta de Vernant, y así lo manifiesta en el prefacio
a la segunda edición de La invención de Atenas, donde podemos ubicar el inicio de
este debate:
―no hay ni puede haber un kálos thánatos de tipo épico. Por elocuentes que sean las páginas
de Jean-Pierre Vernant referidas a la belleza del muerto homérico, situado bajo la férula de la
bella muerte, no se trata de bella muerte cuando en la Ilíada caen Patrocolo y Sarpedón, sino
de hermosos muertos cuyos cuerpos inmóviles, magnificados por la vibración de la última
hazaña, se oponen rigurosamente al cadáver ultrajado, mutilado por los hombres y devorado
por los perros.‖1
―Ahora sí que tengo próxima la muerte cruel; ni está lejos ni es eludible (…) ¡Que al menos no
perezca sin esfuerzo y sin gloria, sino tras una proeza cuya fama llegue a los hombres del fu-
turo!‖2
Con estas palabras, Héctor, hijo de Príamo, advierte de que los dioses lo han
abandonado y que su suerte ya ha sido decidida. Pero aún sabiendo esto se dice a sí
mismo que peleará para lograr lo que será la hazaña que lo hará inolvidable, para
obtener esa gloria imperecedera que sólo la muerte heroica puede otorgarle. Desde
este episodio, Jean-Pierre Vernant comienza su escrito titulado ―La bella muerte y
1 Loraux, N. (2012). La invención de Atenas. Historia de la oración fúnebre en la „ciudad clásica‟. Buenos
Aires: Katz.
2 Ilíada, XXII, 300-305.
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―Para aquellos a quienes en la Ilíada se denomina anéres (ándres), los hombres en la pleni-
tud de su naturaleza viril, tan varoniles como valientes, morir en combate en la flor de la edad
de su vida confiere al guerrero difunto (…) cierto conjunto de cualidades, virtudes y valores
por los cuales, a lo largo de su existencia, compite la élite de los áristoi, los mejores. Esta ‗be-
lla muerte‘, para llamarla del mismo modo en que lo hacen las oraciones fúnebres atenienses
(citando a Nicole Loraux en La invención de Atenas), confiere a la figura del guerrero caído
en la batalla (…) la ilustre cualidad de anér agathós, de hombre valeroso, osado. Aquellos que
hayan pagado con la vida su desprecio al deshonor en el combate, a la vergonzosa cobardía,
tiene de seguro garantizado un renombre. La bella muerte implica a la vez la muerte gloriosa.
Mientras el tiempo sea tiempo, persistirá la gloria del desaparecido guerrero; y el resplandor
de su fama, kléos, que en lo sucesivo adornará su nombre y su figura, representa el último
grado del honor, su punto más álgido, la consecución de la areté.‖3
Este párrafo manifiesta el alcance que el autor pretende darle a kálos thánatos,
exaltando el componente de excelencia que representa como punto en el que cul-
mina la areté. La bella muerte es el modo en el que el héroe logra trascender a su
propia muerte. Esto es ―vencer la muerte por la muerte misma‖4.
Aceptando que deben morir, los mortales convertirán ese fenómeno inevitable
en la posibilidad de lograr la inmortalidad. Esa inmortalidad, que a los dioses les
viene dada, los hombres han de ganársela, y encuentran la manera de obtenerla
mediante la perpetuación de su fama en la memoria de los vivos. Ese renombre sólo
se obtiene en virtud de las hazañas y proezas militares por las que el joven guerrero
expone el único medio para lograr la inmortalidad: su vida. Así pues, la muerte
heroica o bella muerte, sólo puede ser alcanzada por aquellos que han arriesgado
todo por lograr hacerse de la fama que lo trascienda. Con respecto a esto, Vernant
manifiesta lo siguiente:
―…existe una rígida frontera que separa al verdadero héroe del resto de los hombres, inde-
pendiente de cualquier otra cuestión relativa al estatuto y al rango, al cargo y a la preeminen-
cia social. Agamenón quizá sea un rey ilustre donde los haya. Pero, no obstante, no ha fran-
queado la frontera del mundo heroico. (…) El héroe es aquel individuo que elige,
3 Vernant, J.-P. (2001). El individuo, la muerte y el amor en la Antigua Grecia. Barcelona: Paidós.
4 Vernant, J. P. (2008). Atravesar Fronteras: Entre mito y política II. Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica.
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combatiendo en primera fila, arriesgar su vida en cada enfrentamiento (…), esa psykhé que,
contrariamente a cualquier otra posesión de este mundo (…) no se puede recuperar una vez
se ha perdido. (…) La vida no tiene para él ningún otro horizonte salvo la muerte y el comba-
te. Sólo gracias a esta forma de muerte puede tener pleno acceso a la gloria.‖5
Hasta aquí la bella muerte de Vernant se nos revela como elemento de ingreso a
la inmortalidad. Esa muerte es bella en tanto y en cuanto sea la de un guerrero, jo-
ven y vigoroso quien -en defensa de su honor- y en alimento de su excelencia y de
su virtud, perece persiguiendo las hazañas que lo perpetuarán en los cantos de los
aedos y, por lo tanto, de la memoria colectiva. Este es el horizonte del verdadero
héroe. Pero tiene un complemento más que ha estado implícito en lo hemos visto
hasta el momento: la bella muerte es bella porque sus muertos son bellos, y son
bellos porque son jóvenes.
Hablar de bella muerte es hacer referencia a la vida breve, a la corta vida del
héroe. La preferencia de la muerte joven sobre la larga vida es un elemento predo-
minante en la Ilíada. ¿Cuál es la razón por la que el ideal épico sobresalte la prefe-
rencia de la vida breve? Para graficar este punto recurriremos al diálogo que Ver-
nant recupera entre dos héroes licios, Glauco y Sarpedón, en donde debaten por
qué deben marchar en primera fila. Sarpedón expone lo siguiente:
―Si nosotros, pobres humanos, mortales y efímeros, también pudiésemos vivir como los dio-
ses, eternamente, sin conocer la muerte, y siempre jóvenes, la corva y los brazos siempre en
forma, entonces no debería incitarte a arriesgar tu vida en la primera fila. ¡Pero no! ¡La vejez,
la edad, la fatiga, la muerte al final del camino; no escaparemos de todo eso! Es la verdadera
razón por la cual te pido que vayas.‖6
moria de los vivos, es importante pensar también cómo queremos ser recordados.
Este es el problema de Príamo. El rey de Troya preferiría ser recordado no como un
hombre que llegó a viejo, sino como el guerrero bello y extraordinario que fue en su
juventud. La muerte no lo encontró en el campo de batalla y la vejez se encargó de
apagar su brillo heroico. Aquiles y Héctor serán recordados eternamente jóvenes,
vigorosos, vivos. Pero no así Príamo. Al joven todo le sienta bien dice el viejo rey
troyano, como añorando su juventud perdida y lamentando su ancianidad, pues
¿quién admira una flor marchita?
Morir joven y bello es la clave. Esto es para Vernant kálos thánatos, una bella
muerte como una muerte heroica. La muerte del héroe en batalla es bella pues ad-
quiere la gloria imperecedera de permanecer en la memoria de los mortales, siendo
recordado por sus hazañas, su valor, su defensa del honor propio. Con su muerte en
la guerra logra la completa excelencia, la areté. Pero la muerte es bella también en
un sentido estético, porque inmortaliza la belleza del cuerpo joven que ya no enve-
jecerá, pues así permanecerá en la memoria, eternamente joven.
―en la falange el escudo del compañero protegía el flanco de su vecino y mantener la posición
en la fila era esencial para el avance ordenado (…). La areté guerrera ya no exige el furor exal-
tado del héroe, el menos, sino la disciplina y el ánimo para marchar en la fila junto a los ca-
maradas‖7.
En cuanto a los ritos funerarios, hay una tendencia a reemplazar el thrénos (la
lamentación por un muerto) por el egkómion (el elogio). La ciudad elogia al ciuda-
dano-soldado que ha muerto en batalla por la comunidad en un discurso público;
pero no lo lamenta; pues el lamento está reservado a lo privado, al ámbito familiar.
7 García Gual, C. (2005). Patria y guerra en el mundo Griego Antiguo. Patria, Nación, Estado, 11-32
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cebible para los lacedemonios. Así pues, para ciudadano espartano, la ―bella muer-
te‖ no es simplemente un ideal, sino que es un modo de vida.
Según Loraux, esta situación genera una consecuencia directa en la vida del
ciudadano, puesto que
―el código espartano prevé para el valor victorioso de los supervivientes toda una serie de re-
compensas que abarca desde el placer que siente el joven cuando es admirado por los hom-
bres y deseado por las mujeres, hasta las delicias innumerables del adulto y los honores que
rodean al anciano‖12.
Es decir, no sólo glorifica a los ciudadanos que han sacrificado todo, sino tam-
bién recompensa a los que han conseguido la gloria para la ciudad en batalla y han
regresado con vida, mientras que a los cobardes los reducen a la humillación y el
deshonor. Vencer o morir: ambas opciones conllevan honor y gloria, ya que, así
como existe una bella muerte, también puede concebirse una vida bella, algo que se
encuentra ausente en el discurso ateniense13. Esta forma de concepción del mundo,
de la vida, que hace de la bella muerte un nomos, ya sea que se entienda como ley o
costumbre, que el soldado-ciudadano hijo de Esparta respeta y obedece, es a lo que
Loraux llama el pragmatismo del código espartano:
―la exaltación de la bella muerte resulta útil, puesto que conduce a los espartanos a la victoria
y les causa un menor número de pérdidas humanas que a aquellos que, por temor, prefieren
huir (…); si es preciso aceptar la muerte, es porque las consecuencias de una derrota serían
peores aún que la muerte; en cambio aceptar la muerte es cuando uno tiene más posibilida-
des de escapar de ella (…) Al igual que la areté, de la que es culminación, la bella muerte, bien
común de la colectividad, salvan de la muerte de la mayoría de los combatientes‖14.
Es por ello que se concibe como un error romper la falange para atacar en
desmedida, así como la actitud de huir del campo de batalla, considerada de co-
bardía, pues pone en peligro la vida de sus compañeros, comprometiendo el triun-
fo del combate y, por lo tanto, arriesgando la seguridad de la comunidad. Tal es el
caso de Aristodemo, quién fue enviado de vuelta a Esparta junto a Éurito por p a-
decer una infección en uno de sus ojos. Pero sólo Aristodemo regresó, ya que Éu-
rito decidió quedarse junto a sus camaradas en las Termópilas y murió comba-
tiendo junto a ellos. Por este acto, Aristodemo recibió la condena social, por haber
tenido una actitud cobarde y huir de la muerte, abandonando a sus conciudada-
nos. Más allá de que la orden le fue dada por el mismo Leónidas, es la decisión de
Éurito la que ha condenado a Aristodemo. Perseguido por la vergüenza, el des-
honor y el desprestigio, el personaje quiso redimirse en Platea pero más bien con-
siguió lo contrario. Su antecedente en las Termópilas lo persiguió hasta que,
tiempo después, encontró lo que podría haber sido la oportunidad para limpiar su
nombre y recobrar su honor. Se lanzó sobre el enemigo con una furia enceguecida
encontrando la muerte en batalla, pero no la ―bella muerte‖. Su accionar fue más
bien semejante al de los héroes homéricos que al de un hoplita. La proeza indivi-
dual era asunto de otro tiempo. El mundo de Aristodemo es el mundo de la polis,
donde la comunidad está por encima de lo particular. El ciudadano-soldado es un
guerrero que no pelea sólo sino que lo hace en compañía y solidaridad de sus pa-
res. Al romper la común unión de la falange, Aristodemo ha puesto en riesgo a sus
conciudadanos, descartando la idea de protegerse los unos a los otros. Ha sucum-
bido en un estado de imprudencia que lo ha llevado a la muerte, despreciando la
vida. El soldado de la comunidad no debe dejarse matar o buscar que lo maten en
el campo de batalla para alcanzar la ―bella muerte‖. Por ello es una exigencia
hoplítica el autodominio: el ciudadano no debe caer en un estado de locura tem-
poral que lo tome de rehén en una acción suicida; a la muerte hay que aceptarla,
no buscarla15. Las tendencias suicidas no es un contenido de la excelencia y el
honor hoplítico, sino más bien del mundo épico. Si la muerte ha de venir en la
batalla, lo hará en compañía de sus camaradas.
En síntesis, sólo logra obtener una ―bella muerte‖ aquel espartano que, pelean-
do junto a sus camaradas, pone al todo por encima de lo individual; no persigue la
muerte sino que la acepta. Lo racional ha de estar por encima de lo emocional, lo
que deviene en prudencia. Esa prudencia es lo que evita que el hoplita se arriesgue
inútilmente y, por añadidura, arriesgue a sus pares. He aquí el pragmatismo espar-
tano.
Conclusión
Nicole Loraux ha pensado a kálos thánatos desde una perspectiva cívica, mien-
tras que Jean-Pierre Vernant tomó el concepto y lo utilizó para pensar a la muerte
15 ídem
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del héroe homérico, haciendo de la bella muerte la acción que completa al ideal
heroico.
Loraux deja en claro que la bella muerte es un concepto que aparece en el mun-
do político, en el universo de la polis, propio de los siglos V y IV a.C., y refiere a la
muerte cívica. En cambio Vernant, que no niega el significado político de la ―bella
muerte‖, traslada el concepto para pensar la muerte del héroe como algo bello. El
adjetivo de belleza está direccionado en cuanto a estética, la estética de los cuerpos
que encierran en sí mismos la juventud, elemento claramente sobresaliente en
Homero.
A diferencia de Vernant, Loraux distingue entre la muerte heroica y la ―bella
muerte‖, y aquí ubicamos el punto que diferencia a ambos autores:
―toda concepción de una muerte heroica centrada en la belleza del cuerpo muerto debe dis-
tinguirse de la bella muerte‖16.
―el héroe épico va a la muerte porque la vida es todo para él. La oración fúnebre, por el con-
trario, invita a los ciudadanos a arriesgar una vida que no es nada para servir a la ciudad que
lo es todo.‖17
Bibliografía
García Gual, C. (2005). Patria y guerra en el mundo Griego Antiguo. Patria, Nación,
Estado, 11-32.
Loraux, N. (1982). Mourir devant Torie, tomber pour Athenes: de la gloire du héros a
l'idée de la cité. En G. y. (ed.), Le mort, les morts dans les sociétés anciennes (pág. 33).
New York: Cambridge University Press.
Loraux, N. (2004). Las experiencias de Tiresias. Barcelona: Acantilado.
Loraux, N. (2012). La invención de Atenas. Historia de la oración fúnebre en la ‗ciudad
clásica‘. Buenos Aires: Katz.
Vernant, J. P. (2008). Atravesar Fronteras: Entre mito y política II. Buenos Aires:
Fondo de Cultura Económica.
Vernant, J.-P. (2001). El individuo, la muerte y el amor en la Antigua Grecia. Barcelona:
Paidós.
Vernant, J.-P. (2001). El individuo, la muerte y el amor en la Antigua Grecia. Barcelona:
Paidós.
Fuente
Homero (2006), Ilíada, Biblioteca Clásica Gredos, Barcelona, traducción de ed. Crespo.