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El amor cortés en el soneto V de Garcilaso de la Vega

Garcilaso es uno de los poetas más emblemáticos de la literatura española del Renacimiento.
Nació en Toledo, aunque no se sabe a ciencia cierta en qué año (algunos apuntan a 1501 y
otros a 1503). Se crio en la cuna de una familia ilustre, y se educó en la corte. A parte de su
matrimonio con Elena Zúñiga, con quien tuvo cinco hijos, tenía una relación platónica con
Isabel Freyre, una cortesana de origen portugués casada con otro individuo. Se sabe que
Freyre murió durante el parto, y fue a ella a quien Garcilaso dedicó la mayoría de sus versos
bajo el nombre de Elisa. Garcilaso muere en Niza en 1536.

Uno de los temas que más apasionó a Garcilaso fue el amor, a diferencia de otros
poetas de la época que trataban temas nacionalistas o religiosos. Su soneto V es una gran
muestra de ello, pues en él se hallan implícitos algunos rasgos de lo que se denomina como
amor cortés1.

Escrito está en mi alma vuestro gesto,


y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;


que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;


mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;


por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
En este soneto el poeta aborda el tema del amor cortés porque nos brinda un retrato
del tormento que el amante sufre, puesto que la fuerza del amor lo hace rendirse por completo

1
El amor cortés consiste en que un joven caballero, la mayoría de veces soltero, se enamora perdidamente de
una “dama”, mujer comprometida que podría tener el mismo o mayor rango social. La dama siempre es descrita
como alguien bella e inteligente, capaz de cautivar a cualquier hombre con una simple mirada. El caballero, por
su parte, se muestra valiente, no egoísta, virtuoso, generoso, cortés, obediente a ella y fiel. Siempre trata de
conquistarla con las cualidades que posee y nunca lo hace por la fuerza. Incluso se humilla ante su amada, quien
siempre toma la decisión de aceptar o rechazar su amor.

1
a su amada. Desde el primer verso, deja en claro que, con su mirada, la dama ha conseguido
cautivarlo, a tal grado que sólo desea escribir sobre ella. Poco a poco, el poeta comienza a
divinizar a su amada, pues al describir su belleza, le parece tan extraordinaria que no alcanza
a comprenderla del todo. Así mismo, deja en claro que esta belleza podría ser igualada a la
de cualquier ser divino, dado que no puede entenderse, sino que basta con creer en ella. Esto
se afirma en el último terceto, pues más allá de constituir una apasionada declaración de
fidelidad a la amada, el poeta la compara con Dios, pues, al igual que este, es capaz de dar la
vida y la muerte.

Tal como apuntan los rasgos de amor cortés, la fidelidad que siente el poeta por su
amada es descrita con un vocabulario religioso que a veces linda con el sacrilegio, pues cree
que la amada posee las mismas características que un ser divino. También el autor da muestra
de sentimientos extremos, como una inmensa alegría en cuanto ve a la dama, quien ya tiene
un lugar asegurado en su corazón; también manifiesta obsesión, pues su imagen funge como
musa y ansía leer cualquier cosa que ella escriba.

Estructuralmente, entra en la categoría de soneto por componerse de dos cuartetos y


dos tercetos, estos a su vez tienen versos endecasílabos, y su métrica se halla de la siguiente
manera: A, B, B, A en los primeros dos cuartetos, y C, D, E en los dos últimos tercetos.

Escrito está en mi alma vuestro gesto,


y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

Como se observa en esta primera estrofa, la sílaba tónica recae en la segunda sílaba
del primer verso, de tal manera que hay una existencia de cinco cláusulas por cada dos sílabas.
Lo mismo ocurre en todo el cuarteto, de modo que podemos afirmar que el esquema rítmico
está compuesto por versos yámbicos.

vos sola lo escribisteis, yo lo leo


tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

2
En los últimos dos versos de esta primera estrofa también hay presencia de un
fenómeno conocido como encabalgamiento2. El que se muestra en este verso es un
encabalgamiento abrupto, pues, aunque la idea del tercer verso continué en el cuarto, la
presencia de la coma que precede a la palabra “solo” quiebra súbitamente la fluidez del verso.

En esto estoy y estaré siempre puesto;


que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

El soneto está compuesto en su mayoría por la figura del asíndeton, pues la aparición
de la conjunción “y” es casi nula, viéndose sustituida por comas. Esta sustitución sirve para
que haya una mayor fluidez verbal, transmitiendo una sensación de dinamismo u
apasionamiento, lo cual intensifica la fuerza expresiva del soneto y el tono del mensaje.

Cuanto tengo confieso yo deberos;


por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

Por último, hablaremos de los tópicos que componen el soneto. En cada estrofa se
pueden hallar determinadas palabras que tienen la función de tópico en el soneto, pues gracias
a ellos la comprensión del poema puede ser mucho más esclarecedora. En este último, por
ejemplo, nos centraremos en las palabras “nací”, “vida” y “morir”. Como ya mencioné
anteriormente, en este último verso el poeta consigue comparar a su amada con la divinidad,
pues ella es capaz de dar la vida y la muerte, y si nos centramos en los tópicos seleccionados,
podemos ver que la idea de estos tres últimos tercetos puede resumirse en ellas, pues tienen
una carga esencial que consiguen trasmitir el significado que quiere dar a entender el poeta.

En conclusión, Garcilaso nos ofrece un claro ejemplo de lo que es el amor cortés,


pues ayudándose de algunos elementos estructurales y las diversas características divinas con
las que describe a su amada, permiten al lector esclarecer el tema expuesto en el soneto.

2
El Encabalgamiento es una figura retórica que consiste en no terminar las frases al final del verso sino en el
siguiente. La parte de la frase que queda en el verso que le corresponde es el encabalgante y la parte que pasa
al verso siguiente es el encabalgado.

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