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n domingo de abril de 1889, Enrique Granados y el pia- nista Ricardo Vines alquilaron un triciclo de dos plazas con el que recorrie- on los lugares mas singulares de Paris, La estampa un tanto cémica de los dos amigos encaramados a este vehiculo “prehistérico como un fandau y tan pesado como un autobiis” bien podria trascender la travesura de dos jévenes estudiantes libres de la vigilancia paterna para constituir una metéfora: la de la buisqueda de los muisicos espanoles que se introdujeron en el contexto internacional con medios limitados, repletos dle talento y curiosidad pero escasos de apoyos y recursos. Para la mayor parte de los protagonistas de estas pag parisino fue una fuente de estimulos, la oportunidad de adquirir forma- cin especializada y un lugar desde el que proyectarse al mundo con el respaldo del reconocimiento de critica y publico. A cambio, corres- pondieron estimulando la actividad as el ambiente musical musical de la sociedad que les acogi y aportando algunas de las mejores obras del repertorio de su época. LA ESTAMPA UN TANTO COMICADE LOS DOS AMIGOS ENCARAMADOS [EN SU TRICICLO] ... (CONSTITUYE] UNA META- FORA: LA DE LA BUSQUEDA DE LOS MUSICOS ESPANOLES QUE SE INTRODU- JERON EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL CON MEDIOS LIMITADOS, REPLETOS DE TALENTO Y CURIOSIDAD PERO ESCASOS DE APOYOS Y RECURSOS. En las tltimas décadas del siglo XIX, la salida al exterior permitié y social conservadora, robustecida lo largo de los gobiernos monér- quicos borbdnicos, y sustraerse a un ambiente intransigente ensi- mismado en el espafolismo. La zarzuela concentraba el éxito de Piiblico, y los debates en torno a la naturaleza del teatro lirico nacio- nal y el aleance del wagnerismo monopolizaban los asuntos musica- les. No obstante, con el desarrollo vineulado a la revolucin indus- trial, una nueva clase social ~entre ella la asociada al _modernismo catalin- habia aleanzado la pros- peridad econémica y demandaba nuevos articulos culturales que nutrieran los cafés y los salones. Es el momento del surgimiento de las corales, de las revistas, scuelas y asociaciones musicales. Las incipientes carreras wr de una situacién politica a pianisticas de Isaac Albéniz y Enrique Granados transcurren igo de las sociedades burguesas y gran parte de su éxito proviene de haber podido cumplir tanto las expectativas de la critica como las de los intérpretes aficionados. Por su trayectoria vital -especialmente en el caso de Albéniz, que, fanta- seando respecto a su biografia, se acercaba a los personajes ave ros de las novelas de Julio Verne-, por Ia consanguinidad de su obra con Ia tradicién pianistica curo- pea y por el peso de los estimulos extramusicales, ambos son figuras caracteristicamente _roménticas. Su estilo, aglutinador de los dis- tintos espacios sonoros hispanos, introducfa las dosis imprescindi- bles de exotismo en un lenguaje plenamente vigente y europeo. Fue el compositor y musicdlogo Felipe Pedrell el que abrié las perspectivas de los mas destacados compositores

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