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| a sensibilidad arstica del espoctadon persse todavia. Ne cesitase de la gruesa presencia de un emico para logear ee ee ofr a una girrula recitadora, por incapacidad de apreciar Ia plc es doris : eee ee nor smismno géner, eindispensables al hombre de pesada diges- tn ara, Ena enfermedad ec cca sree a difusin de aqudllss. Un drama y un poera llevan ya en si poder de evocacidn sufiiente para que no necesitemoste- currir a intéprete alguno, distance las més de Tas Veces un milli de leguas del personaje ccado. No a todas las perso- nas, sin embargo, les es dado consinuar viendo las estrellas cuando se ha cerrado los ojos. Como realizacién de caracteres por medio del dilogo, cl drama posee una fuerzaesuperior a la de cualquier otro géneroliterario, Pero su finalidad queda cumplida en la pd gina impresa. Alli nace y esplende su poder evocador. El resto: pantomima y simulacién infantil de la realidad, de- sempefia funciones de un orden muy distint. No es creacién nuestra ~por desgracia y por suerte~ el aforismo por el cual toda picza de ceatro que no resiste ala lectura, es mala como obra de arte. Pero puede ser un eS pecticulo halagiefio para nuestros cinco sentidos = Concedido Jo anterior, es Ficil ahora explicarse el flujo creciente irresistible y resistence a las mas duras injue sias que el teatro ha lanzado sobre &, de ese democrdtio |cine, donde la realidad de expresion y de ambiente ha ale canzado limites insospechados, y que coincide justamente la senectud de su teatral nodriza iil 30 de septiembre de 1927 Teatro y cine El cine)pues, ha aportado a Ja representacién un ele: emt el ao a dea de rradumente hasta hoy. Este elemento cs la verdad del esce- ree La peeentacion de a cass de slidas y rales pavedes, cuando de un interior se trata; de un jardin 0 una Derspectiva de montaa, sas! lo exige el drama, de wn bat fo, de una fabrica, de an cementerio 0 una cempestady si tn tal ambiente deben moverse los personajes; cols estas cosas y fenémenos reales, vstos, rcados, habitados y seni- dlos con una dosis minima de ilusibn, constivuyen la fuerza fexclusiva que ha llevado al cine al primer plan entre los pectadores de ate ‘Ni la modicidad de los precios nila tremenda medio- cridad de las cineas explican el afin febril con que se vive a Tas pueras de las sas, La razéin exclusiva radica en la ien- praign de realidad sin engi, de vida conocia y tal cual {que halagaigualmente alos nifios, a los adultos y a los an- ‘Nada comprucba mejor esto que [a aceptacién por parte del piblico de los filmes de novedades mundiales y {fe las Ilamadas cintas naturales. Ni en unos nien otras caste trama sentimental que engafie. Y si es cierto que el inverés por los primeros puede atribuirse en parte a la sim- 181 > g ple curiosidad de ver personas y acontecimientos de relieve, en as cntas naturales de gran ambiente lo tnico que atrac, seduce y encanta cs a certidumbre de que tal pasaje, tal pi- ‘agua polinésica, tal caravana de rudos mineros son real y cfectivamente cosas vivas, sin trucs de bambalinas y rem- pestades de hojalata, s6lo toleradas en gracia de una fuerte dais de ilusién que los adultos estan ya dificilmente en es- ‘ado de rendir. Comparese un segundo, a estos efectos, el dlesfilecriunfal de Aida ~ponemos por caso~ con las danzas gucrreras de los reyezuelos de Aftica expuesios en la pant lia, No son estas danzas salvajes més decorativas que las que offece el teatro. Antes bien: cuanto de seduccién teatral en brillo, metales, colores, misica y gestos de gran estilo pue- de concebir el hombre, ha sido puesto al servicio del ene canto artsticn. Ya pesar de esto, el pablico de cine, llama do demécrata porque paga barato su especticulo, e inculto Porque resiste ala seduceién del escenario, prefiee ver las

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