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Todo lo que está en Dios, como conocido por Él, es su mismo vivir y su vida; y por
esta razón, como todo lo que ha sido hecho por Dios, está en Él mismo de esta
manera; dedúcese que todas las cosas son en Él su Vida Divina.
Biografía
Es muy difícil hacer una síntesis de quien es Tomás si conocemos que en 21 años
escribió 10530 artículos.
Es uno de los pilares del pensamiento medieval, es la figura que sobresale de las
dos corrientes espiritualistas de la edad media: San Francisco de Asís (1181-1226),
fundador de la orden de los franciscanos, y Santo Domingo de Guzmán (1170-1221)
de la orden de los dominicos.
Nació en la primera mitad del siglo XIII, en 1226, en una época de cambio de la
sociedad europea, entre la crisis de la sociedad feudal y el surgimiento de la Europa de
las ciudades, es decir, la sociedad urbana.
Tomás nace en el seno de una familia noble, el padre pertenecía a la dinastía de
los Aquino del sur de Italia, y la madre era de origen alemán.
Como costumbre de la época, a uno de los hijos se lo consagraba a la religión
colocándolo en una determinada abadía, con el propósito de realizar alianzas religiosas;
es así que Tomás, a la edad de cinco años, se lo manda a la abadía de Montecasino para
que se integrara con los monjes benedictinos en reemplazo de un hermano mayor que
había fracasado en su intento; el fin último era lograr de él un futuro abad. Ya de chico
se mostró muy piadoso, de carácter austero, silencioso e inclinado a la vida espiritual.
En Montecasino Tomás permaneció durante nueve años, en 1239 fue a la Universidad
de Nápoles para continuar sus estudios de filosofía, donde conoció algunos religiosos de
la orden de los predicadores mendicantes, fundada por Santo Domingo de Guzmán,
decidiendo entrar en ella pese a que su familia, que tenía la esperanza que hiciera
carrera en la jerarquía eclesiástica, no estaba de acuerdo con tal decisión. Su madre (su
padre había fallecido recientemente) se opone firmemente a su propósito, ya que no le
parecía digna esa orden por ser mendicante y donde debería hacer voto de pobreza.
Tomás, por el contrario, se sentía atraído por el nivel intelectual de la orden que
satisfacía plenamente su sed de conocimientos, y así logró su ingreso como novicio a
la edad de 18 años, permaneciendo en ella hasta su muerte.
Su madre no dispuesta a que Tomás renunciara a un destino prestigioso para la
familia, mandó a sus hermanos a que lo secuestraran y llevaran a la fortaleza de
Roccaseca, donde permaneció desde 1244 hasta fines de 1245; finalmente, Tomás, con
la complicidad de sus hermanas, logró huir deslizándose durante la noche desde la
ventana de su habitación, con una especie de cuerda hecha con sábanas y cortinas
anudadas. Con su director espiritual, fray Juan de San Julián, se dirigió a Nápoles.
Luego de completar su noviciado, Tomás fue enviado a Colonia para completar
sus estudios de Teología con el maestro San Alberto Magno (1206-1280), Alberto de
Bollstädt o de Colonia, desde 1248 a 1251 como discípulo y luego, una vez ordenado
sacerdote, como maestro hasta 1252.
Luego es enviado como profesor del bachillerato bíblico en la cátedra de
extranjeros, que los dominicos tenían en Paris. En ese tiempo, tenía 26 años y no lo
querían admitir por su escasa edad.
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GRANDES FILÓSOFOS II
Los dominicos disponían de dos cátedras y los franciscanos una, el resto de las
cátedras eran impartidas por profesores seglares, que cada vez hacían más resistencia a
los mendicantes, primero por que consideraban humillante que los maestros salieran a
mendigar, y por otro lado recelan, ya que sus cátedras eran las más concurridas; los
disturbios llegaron a ser muy violentos y el papa se vio obligado a intervenir; Tomás fue
designado para defender a su orden. Mientras tanto encontró tiempo para escribir varias
obras, entre ellas la primera parte de “Summa contra gentiles”, que comenzó a redactar
en 1252. Fue encargada por un dominico amigo de él, Raimondo de Peñafort, luego
santo, preocupado por los moros de España. La Summa no tenía un fin académico para
sus alumnos, sino que su propósito era de discusión, charla, diálogo respecto de las
verdades de la fe, característica que diferiría con su obra monumental, la “Summa
Teológica”, la más difundida y conocida.
En 1259 fue llamado a la corte pontificia siendo nombrado Predicador General,
en esa función recorrió varias ciudades italianas; también asesor en teología del papa y
en esos años completó su “Summa contra gentiles”, así como otros textos. En 1269
regresa a Paris para hacerse cargo de la cátedra para extranjeros. En 1272 profesó en la
Universidad de Nápoles, pero en mayo del año siguiente sufrió un éxtasis prolongado y
uno más profundo en diciembre del mismo año; a raíz de ello, abandona toda escritura,
limpia su escritorio, guarda sus libros y dice que todo lo que ha escrito es paja, luego de
lo que se le ha revelado en el día de San Nicolás.
Durante todo ese año está cada vez más enfermo y muere el 7 de marzo de 1274.
Había sido invitado a participar de un concilio en la ciudad francesa de Lión y hay quien
habla de un accidente, otros de una enfermedad inexplicable para esa época como la
causa de su fallecimiento.
La fecha de su muerte, el 7 de marzo, fue instituida como el día de Santo Tomás,
y en el concilio Vaticano II, que instituyó cambios litúrgicos, se trasladó el festejo al 28
de enero, ya que la fecha original a veces coincidía con la época de Cuaresma.
Pensamiento y obra
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griego, la cultura presocrática, pero la Judea-cristiana aporta el aire fresco que es para el
hombre el poder liberar la mirada hacia el cielo como lugar de Dios y además a un Dios
que entre en la historia en un Dios encarnado, que es Jesús. La tarea ingente de Santo
Tomás, es recoger esas dos tradiciones y darle forma en el pensamiento.
Para recuperar el sentido original de la filosofía aristotélica y depurarla de las
interpretaciones musulmanas, Tomás encargó al dominico Guillermo de Marbeque,
importante helenista, que tradujera del griego los libros de Aristóteles. Tuvo la
precaución de trabajar sobre estas versiones directas y no las de Averroes, así le fue más
fácil conciliar la filosofía griega con el pensamiento cristiano.
Nosotros accedemos al conocimiento a través de imágenes, imágenes que
traemos de los objetos y que son empíricas y transformadas por el intelecto en
conceptos metafísicos; Tomás en esto sigue la tradición aristotélica, y no sabemos si
enriqueció o cambió en algo esta concepción gnoseológica de Aristóteles, lo importante
es que la concepción del conocimiento de Tomás, está enraizada en esta tradición que
sostiene que para que haya conocimiento en el orden humano, es necesario que ese
conocimiento se inicie en la percepción sensible.
Lo más importante de rescatar en la teoría del conocimiento, es la antropología
que está detrás, es la visión del hombre. Es esa imagen del hombre donde el alma
espiritual, donde el espíritu encarna, hecha raíces en el cuerpo. Con el supuesto de un
hombre concebido en lo que técnicamente se llama como una unidad substancial, pero
quiere decir en un lenguaje más llano que el alma que anima al hombre, el espíritu que
mora en el hombre, ha echado raíces en él.
Resumiendo, para Tomás siguiendo a Aristóteles, el hombre es una unidad
substancial, no es un alma que se une al cuerpo y está encarcelado en él (como en
Platón), si no que es una unidad, constituyendo un punto concreto relacional entre
aristotelismo y cristianismo.
No faltaba quienes consideraban a Aristóteles como un pagano, incluso peligroso
para la fe y la doctrina cristiana; esta fue la misión de Tomás, quien “cristianizó” a
Aristóteles, en la misma forma que San Agustín lo había hecho con Platón.
Con su asimilación del aristotelismo, Tomás cambió el modo de hacer filosofía
en el mundo cristiano de su época, modificó para siempre la manera en que el
cristianismo se pensaba a si mismo.
A Tomás le fascinaba el método científico en la obra aristotélica y el modo en
que en el “Corpus” todo se relacionaba con todo. En Tomás la existencia de Dios está
probada en las relaciones de causalidad. Tomás establece cinco pruebas en la existencia
de Dios que hacen, digamos, caminos ascendentes desde las cosas que conozco por los
sentidos, hasta la trascendencia de la divinidad; esas cinco vías nos dicen que pensamos
a Dios como el primer motor, el motor inmóvil, primera causa incausada, sumo bien, ser
necesario y causa fina.
En la primera prueba, la prueba de la existencia a través del movimiento, dice
que todo lo que se mueve, se mueve movido por otro, remontándose así más allá de la
experiencia hasta los entes trascendentales, cuya culminación es Dios.
Hacia 1272 había ya concluido con la primera y segunda parte de la “Summa
teológica” y fue entonces cuando se desplazó a Nápoles, donde comenzó a escribir la
tercera parte de esa obra, pero a consecuencia de los episodios antes relatados,
abandonó su escritura, así, la “Summa” quedó inconclusa en la cuestión 90 de la tercera
parte y fue concluida, en base a apuntes por él dejados, por su secretario fray Reginaldo
de Piperno.
Hoy podemos decir que es un monumento ineludible de la historia universal; de
hecho ha sido declarada su filosofía como la oficial de la Iglesia, no solo eso, sino que
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en el siglo siguiente a su muerte fue declarado Santo por el papa Juan XXII, quien ante
la necesidad de mostrar milagros para su canonización manifestó: “qué más milagro
que cada artículo de la Summa Teológica”.
Santo Tomás de Aquino es la cumbre del pensamiento medieval y su obra, la
Summa, la expresión objetiva de esa forma de pensar.
5. GUILLERMO DE OCKHAM
Ningún Universal es algo existente fuera de la mente, de uno u otro modo; sino
que todo aquello que es predicable de muchas cosas está por su misma naturaleza
en la mente, sea subjetiva u objetivamente y ningún universal pertenece a la
esencia de ninguna sustancia.
Guillermo de Ockham
Biografía
Pensamiento y obra
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Dios, Dios uno y trino; se consideraba, además, el tema de la creación, los ángeles, el
hombre, el mundo en general etc.; en un segundo año se trataban ya la Encarnación y
los Sacramentos. Ockham realiza este estudio, comenta las “Sentencias”, comenzándose
ya a sentir cierta tendencia hostil hacia él; el ambiente de Oxford estaba influenciado
por el realismo de otro teólogo franciscano Juan Duns Escoto (1266-1308), que
enseñaba de acuerdo con la tradicional interpretación cristiana de la doctrina platónica,
la realidad de los “universales” entendida como modelos o ideas en la mente de Dios.
Ockham no aceptaba este planteo; en el comentario a las Sentencias, afirmaba
que los “universales” no tenían existencia alguna fuera de nuestras mentes y que no
corresponden a ideas divinas. Lo único real son los individuos particulares.
Su temática principal, para diferenciarlo de toda la metafísica medieval, es una
afirmación radicalizada del individuo y del singular, de la persona singular y real;
mientras que en la filosofía de la época, era un concepto más universal donde el hombre
era una criatura divina, integrada en la naturaleza. Así la filosofía de Ockham va a abrir
en política el camino hacia el liberalismo individualista, donde el hombre estaba aislado,
solo.
En ruptura con toda la metafísica llena de principios generales, de géneros y
especies, afirma un empirismo radical de la experiencia inmediata, de lo que se puede
obtener del hecho de la percepción. Los “términos” de nuestras proposiciones lo único
que significan son “conceptos” de nuestra mente, por eso el único lugar donde existen
los universales son en el ánima, en nuestra mente. Los géneros y especies, hombre y
animal, si algún tipo de existencia tienen es en nuestra alma, o sea, son puros conceptos
mentales; de ahí que fuera llamado “Venerabilis Inceptor invictissimae scholae
nominalium” (el venerable fundador de la nunca derrotada escuela nominalista). Otros
indican que no fue, propiamente hablando, nominalista, ni tuvo nada que ver con el
movimiento de los “moderni”, siendo más bien su aspiración la de depurar el
aristotelismo de elementos agustinianos.
Este tema de los “universales”, forma parte de un “totum” que constituyen los
tres principios fundamentales de su pensamiento:
Primer principio: En la realidad todas las cosas son individuales, no hay realidades
universales. Es incuestionable el individuo, dice Ockham, tan incuestionable es, que
querer objetarlo sería algo semejante a querer observar la luz del sol y para ello prender
una candela: a lo único que puede llevarnos este acto es a una ofuscación de la vista.
Negar al individuo es negar una evidencia inmediata, pero al mismo tiempo, si tratamos
de hacer una ciencia, tenemos que hacer una ciencia universal, ¿y cómo podemos hacer
una ciencia universal si estamos partiendo de los singulares? Este es el gran desafío de
Ockham, tratar de elaborar una nueva epistemología sobre una fundamentación distinta.
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Los entes no van a estar organizados y clasificados según una previa atribución
dada por la naturaleza con un carácter definitivo, sino por una clasificación y una
categorización que el mismo científico va a imponer a su hipótesis de trabajo.
Así el realismo metafísico de los géneros y las especies queda cortado con esta
vuelta a los singulares, lo individual, y la clasificación serial de los individuos se hará
de acuerdo a como al científico le interese agrupar a los entes para una determinada
investigación.
Ockham pretende elaborar una ciencia que esté basada en una perspectiva
distinta, que esté basada en el individuo, y esa ciencia es un modo de reaccionar, su
defensa ante la omnipotencia divina.
Esta posición de Ockham, a mi se me asemeja a la cuestión de la Alopatía (la
medicina tradicional) y la Homeopatía. La primera cura en base al principio del
universal: si hay una epidemia de resfrío a todos se les da igual tratamiento (reposo,
descongestivos etc.), en cambio la Homeopatía dice que la enfermedad es individual, es
personal, es “propiedad” exclusiva de cada uno, y por lo tanto, a cada individuo se le da
una medicación distinta, que es propia y exclusiva.
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modo de pensar que penetra toda la lógica y la teoría del conocimiento de nuestro autor.
Es el modo de pensar expresado en el principio de la economía y que ha dado origen a
la expresión – Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem – En efecto, Ockham
ha procedido a prescindir de “entidades”, entes, entre Dios y Su creación.
Congruentemente, Ockham prescinde de toda “entidad” entre los términos concebidos o
aprehendidos y las realidades a que se refieren. Usamos indistintamente las expresiones
término y concepto, pero aclaramos, que por la terminología aplicada, es claro que
Ockham, aunque puede ser considerado como un nominalista, no lo es en el sentido en
que los términos o conceptos sean meras expresiones habladas o escritas (flatus vocis).
La supresión de “intermediarios” entre los términos y las cosas es paralela a la supresión
de intermediarios entre la mente y lo aprehendido por ella.
Pulsión: En Psicoanálisis, energía psíquica profunda que orienta el comportamiento hacia un fin
y se descarga al conseguirlo.
Política
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