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CRÓNICAS DE ÁVALON

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A la Reina de las Tempestades, por su generosa y espléndida
hospitalidad. A Merlyn por su enseñanzas y compañerismo. Y ambos por su
cariño.

A Nimue, amada en mí y por mí, por tantas cosas.

A Morgana, amado en ella y por ella, por Todo.

A la Sacerdotisa que me dio su Corazón, en otro tiempo y en otro lugar,


cuando tuve que marchar. Volverá a mi Corazón de la mano de Morgana
cuando el Nuevo Mundo esté a punto de cristalizar. Sobre el Tor de Ávalon me
encontrará.

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ÍNDICE

Página

La Isla de Cristal 3

Ritmo de vida 7

Merlín 13

Iapetus y Nibiru 21

Viaje al Centro Galáctico y a mi interior 29

Fanum 39

Vamos a contar mentiras 47

Práctica del ahora 56

Ho´oponopono 66

Campos morfogenéticos 74

Dimensionis 83

El Principio Holográfico 91

El Gran Teatro del Mundo 98

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La Isla de Cristal

Busco la inspiración para estas líneas oteando por el amplio ventanal que
configura una de las cuatro paredes, de idéntico tamaño, que conforman mi
habitación, orientada al este y situada en la planta más alta y noble del castillo
de la Reina de las Tempestades. Contemplo el despertar de la mañana y al Sol
enamorándola con sus refulgentes atractivos. La Luna se resiste a salir del
escenario celeste y observa impasible estos devaneos matutinos, como
pensando para sus adentros “¡todos los días lo mismo!”. Al fondo, la
inmensidad del Océano Atlántico parece embravecerse cuanto más me
concentro en su azul intenso. Y cercano, al alcance de la mano, se abre en
extensión el multicolor paisaje de Ávalon, la isla en la que me dispongo a
disfrutar de unas prolongadas vacaciones, ¡medio año sabático!, gracias a la
invitación de Nimue.

Sobre el variado verdor de las lomas, que se suceden de forma raramente


armónica hasta perderse en el horizonte, destaca la bella estampa de los
manzanos, que en enorme número dan aquí durante todo el año sabrosas
frutas. Nimue las llama “abal”, aunque sus dos mejores amigas, las también
hadas Elaine y Igraine, prefieren denominarlas “aval” -remarcando la “v”- y
“afal” -pronunciando la “f” entre “f” y “v”-, respectivamente. Según me
explican, estas diferencias fonéticas obedecen al distinto origen geográfico,
cultural e idiomático de cada una de ellas, pues Nimue nació en una ciudadela
celta de Finisterre, muy próxima al lugar donde la conocí hace algunos años,
Elaine en la Bretaña francesa e Igraine en las costas de Gales. En lo que sí
coinciden las tres es en que el nombre de la isla deriva precisamente del
otorgado a la fruta y no, como a veces se oye, de la palabra celta “Annawyn” (o
“Annauvin”), que significa literalmente “Reino de Hadas”, por más que aquí
vivan las tres citadas junto a otras seis reinas hadas más.

Hace ya unos días que llegue a Ávalon, no me pregunten exactamente


cómo. Pero hasta ahora no había tenido un rato de sosiego en el que encender el
portátil y meditar como más me gusta: vaciando mi mente de pensamientos en
la medida en que me vuelco mi Ser en el teclado del ordenador. Sé que soy un
privilegiado al poder residir durante unos meses en esta isla, vedada
rotundamente a foráneos y escondida a extraños con un mágico velo que simula
una densa bruma, curioso disfraz para una tierra tan llena de brillo. Por ello,
tengo la intención de redactar y distribuir entre l@s amig@s una especie de
crónicas, así las llamare, Crónicas de Ávalon, de lo que aquí vea y experimente.
Es lo menos que puedo hacer en solidaridad con quienes no comparten mi
suerte. Y, en esta primera entrega, he de contar lo más excitante que me ha
acontecido hasta ahora: el encuentro con Morgana, la mayor de las
mencionadas nueve reinas hadas.

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Nimue, para que no me dejara engañar por las mentiras que se cuentan
sobre Morgana –personificación, según algunos, del mal, el odio y la venganza-,
me había hablado tanto de ella que creía que ya la conocía sobradamente. ¡Qué
ingenuidad!. Estaba en aviso acerca de su belleza ardiente y el deseo, la
tentación y la pasión que enciende, pero la realidad de Morgana supera
cualquier expectativa. Su cara, moldeada con luz incolora; sus gestos, expresión
del equilibrio mismo; sus palabras, precisas y cargadas de plenitud; su porte,
ángel de fuego; su risa, imán de alegría; su aura, explosión cósmica; y sus
lágrimas, cascada de amor. Sí, sus lágrimas, que la asaltan en cuanto empieza a
hablar de su hermanastro Arturo, el célebre y mítico rey, cuyo cuerpo fenecido
reposa desde hace quince siglos en una holgada cama dorada ubicada en medio
de la Sala del Trono del castillo palaciego que Morgana, ella sola, habita: Arturo
quedó moribundo en la Batalla de Camlann, en el año 537; y casi muerto fue
traído a Ávalon en un navío pilotado por la propia Morgana, a la que Nimue,
La Reina de Gales del Norte y la Reina de las Tierras Baldías acompañaron en
tan triste travesía

Para que la conociera, Nimue convenció a Morgana de que organizara


una cena para un puñado de comensales y me incluyera entre los invitados. Al
terminar la sobremesa, me adentré en el Salón del Trono y me dirigí al lecho
donde yace Arturo. Al acercarme, quedé paralizado por una fuerza invisible
que me impedía continuar mi aproximación. Desde la distancia que me vi
forzado a respetar, contemplé el cuerpo de Arturo, incorrupto y hermoso a
pesar de las centurias transcurridas desde su fallecimiento. En un momento
dado, Morgana se situó a mi espalda para tomarme luego de la mano y alejarme
a un rincón de la estancia, lejos del resto de contertulios. Me ofreció asiento en
un confortable sillón, a la par que ella se dejaba caer en otro contiguo. Y,
clavando sus ojos en los míos, me dijo:

-Querido Emilio, en tu entrecejo es muy visible el Tercer Ojo, que me indica que
eres una persona en la que se puede confiar. Y antes de que te enteres por
terceros, prefiero contártelo yo-.

-A que te refieres, Morgana-, le pregunté sorprendido.

-A mi hermanastro Arturo y a su enfrentamiento con Mordred, que llevó a la


muerte a los dos-, afirmó con visible dolor.

-¿Mordred?-, musité.

-¿Nimue no te ha contado nada?-, me inquirió a la par que cruzaba las manos


sobre su regazo.

-No, Morgana, nada en absoluto-, le contesté tranquilo, pues era la verdad.

-Lo debí suponer, dada su discreción. Mejor así, que lo sepas por mí-.

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Y tras unos segundos de silencio y respiración profunda, prosiguió:

-Lady Igraine fue madre de Arturo y mía. De su primer matrimonio, con


Gorlois, duque de Cornualles, nací yo. Y Arturo de sus segundas nupcias, con
Uther Pendragon. Nunca nos encontramos antes de ser jóvenes. Y cuando lo
hicimos, no nos reconocimos como hermanastros e, increíblemente, nos
enamoramos. Apasionadamente, Emilio, locamente…-.

Aunque calló, no pude articular palabra y me limité a hundirme un poco


más en mi asiento. Afortunadamente, pronto continuó:

-De nuestro amor nació un lindo bebe, al que pusimos como nombre Mordred.
Pero cuando Arturo se dio cuenta de que éramos hermanos y nuestro hijo fruto
del incesto, perdió la cabeza y quiso asesinarlo-.

-¡Cielos!-, exclamé sin poderlo evitar.

-Como madre, Emilio, no podía consentirlo y puse al pequeño a salvo, en los


dominios de mi hermana Morgause. Sin embargo, Arturo era ya otra persona,
nada que ver con el hombre honesto y generoso del que me enamoré. Inmerso
en la demencia, mutó en Herodes y promulgó un bando ordenando que todos
los niños que hubieran nacido por esa época fueran abandonados en una barca
a merced del océano. Muchos inocentes perecieron por tan vil decisión.
Aunque, protegido por su tía, Mordred logró sobrevivir. Y, ya de adulto,
Morgause lo envío de retorno a la corte de Arturo para que ejerciera sus
derechos reales.

-Y Arturo, ¿qué hizo?-, pregunté con el corazón dándome brincos ante la


sinceridad de Morgana y la confianza que mostraba a pesar de acabarme de
conocer.

-Nunca lo reconoció ni como hijo ni, mucho menos, como sucesor. Y cuando la
confrontación entre Arturo y su caballero Lanzarote, a causa de los amores de
Ginebra, debilitó al reino, Mordred aprovechó para proclamarse soberano. Lo
que provocó la contienda entre sus partidarios y los de Arturo. ¡Padre e hijo en
guerra abierta!. Por fin, en la Batalla de Camlann, Arturo mató a Mordred,
aunque él también quedó herido de muerte-.

-Fue entonces cuando lo trajiste a Ávalon-, apostille.

-Efectivamente. Y aquí falleció poco después. Desde entonces he custodiado y


cuidado de su cuerpo esperando el día en que su alma asuma el reto de
encarnarse en un nacido en Ávalon. Esa será la señal de que, en la cadena de
vidas que constituye nuestra verdadera existencia, estará ya preparada para
afrontar las asignaturas de índole espiritual que dejó pendiente cuando encarnó

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cual rey. Y yo estaré aquí para ayudarla y, a la vez, atar los cabos existenciales
que, igualmente, tengo por cerrar-.

Llegados a este punto de la conversación, Morgana se levantó con


lentitud y, sin mediar más palabras, puso el dedo índice de su mano izquierda
sobre mis labios, me beso en el entrecejo y se alejó.

De retorno al castillo de la Reina de las Tempestades, Nimue me


acompañó en silencio. Era consciente de que Morgana me había abierto su
corazón. E intuía el efecto que ello había causado en el mío.

Aquella noche no quería dormir, sino refugiarme en el sueño. Pero me


costó. No obstante, me levanté, como acostumbro, al amanecer y con una idea
clara que emanaba pletórica y entusiasta de mi interior: si había llegado a
Ávalon con unas ganas inmensas de acumular experiencias y conocimientos,
ahora sabía que en la isla me aguardaba algo más trascendente. Exactamente
aquello que Nimue me había anunciado al invitarme, pero entonces no entendí:
-En la isla tendrás la oportunidad de pasar al otro lado del espejo. En libertad,
Emilio, siempre conforme a tu voluntad y en libre albedrío, en Ávalon podrás
cruzar al otro lado del espejo. Es por eso que también la llamamos Ynys Witrin,
es decir, la Isla de Cristal-.

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Ritmo de vida

Esclarece. El Sol empuja la maitinada. Por el ventanal de mi habitación


siento su energía y la de la excitación de la Naturaleza por la alborada. Al
repasar la agenda, una nota en ella me recuerda que me corresponde escribiros
la segunda Crónica desde Ávalon. Lo que quiere decir, a su vez, que son 30 los
días que suma mi estancia en esta singular tierra. ¿Treinta ya?, ¡imposible!, me
digo a mí mismo. Pero repaso el calendario y confirmo la veracidad de lo que la
agenda reseña, por más que mi percepción íntima me condujera a pensar que
son bastante menos las fechas en las que llevo disfrutando de la hospitalidad de
los pobladores de la isla, en general, y de la Reina de las Tempestades y su
castillo, en particular.

En un primer momento, he responsabilizado de tal discordancia entre


percepción y realidad a la distinta forma de medir el tiempo que se usa en
Ávalon. Verán. Como nosotros, sus habitantes utilizan cual parámetro de
referencia el intervalo entre dos pasos sucesivos del Sol tanto por el mismo
meridiano –un día, que llaman “Dywrnad”- como por el equinoccio medio (por
ejemplo, de primavera a primavera) –un año trópico (365,24 días), que
denominan “Flwdad”–. Pero, por lo demás, su cuenta del tiempo es muy
distinta al no emplear ni el segundo, ni el minuto, ni la hora, ni las semanas, ni
los meses.

Al “Dywrnad” lo dividen en 3 periodos iguales o “Wymrod” (puede ser


traducido como “dedicación”), equivalente cada uno a 8 horas nuestras: el
“Wymrod-Gwed” (“dedicación al descanso”), que abarca la noche cerrada y el
amanecer e incluye dos tiempos de meditación personal, al comienzo y al final
del periodo, así como el desayuno; el “Wymrod-Kajer” (“dedicación al Amor”),
que sucede al anterior y en el que se realizan trabajos al servicio a la comunidad
conforme a la vocación y talentos particulares (cuenta con una interrupción
para la comida); y el “Wymrod-Agos” (“dedicación íntima”), que ocupa la
tercera y última parte del día y se centra en el recogimiento interior, el silencio,
la lectura e, igualmente, el encuentro con los demás (se produce en torno a la
cena) para compartir tanto reflexiones y experiencias como juegos,
divertimentos y expresiones artísticas individuales y grupales.

A su vez, cada “Wymrod” se reparte en 4 “gustynt” (“soplo de viento”),


compuesto cada uno por 1560 “hanadles”. Éste término significa
“respiraciones” y tal cifra es, de hecho, las veces que un ser humano normal y
en estado sereno reproduce el ciclo inspiración-expiración a lo largo de un
“gustynt”, esto es, durante dos horas.

Y, por fin, 91,3 “Dywrnad” configuran cada una de las cuatro “Tymrau”
(“estaciones”) del “Flwdad”, empezando a contar cada nueva fase anual en

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coincidencia con el solsticio de invierno, fecha que, metafóricamente, identifican
con el Nacimiento del Sol.

En resumen, esta es la escala de tiempo usada en Ávalon:


+Unidad base: 1 “hanadles” (respiración), 5,62 segundos nuestros.
+1560 “hanadles”: 1 “gustynt” (soplo de viento), 2 horas.
+4 “gustynt”: 1 “Wymrod” (dedicación), 8 horas.
+3 “Wymrod”: 1 “Dywrnad” (día), 24 horas.
+91,3 “Dywrnad”: 1 “Tymrau”, cada una de las estaciones del año.
+4 “Tymrau”: 1 “Flwdad” (año) (365,24 “Dywrnad” o días).

Por mi propia vivencia, puedo asegurar que esta forma de medir el


tiempo, quizá por tener su soporte primigenio en el lapso de la respiración,
provoca la sensación de su mayor duración, razón por la que no es de extrañar
que achacara a ello la aludida discordancia. Sin embargo, recapacitando sobre el
asunto, he desembocado en una conclusión que ahora que la escribo me resulta
obvia: la escala enunciada no es la causa, sino la consecuencia del ritmo de vida
que se sigue en Ávalon. Un ritmo bastante más sosegado y lento (empleando el
calificativo de modo no peyorativo, sino descriptivo) del habitual en nuestra
sociedad.

Esta conclusión me ha hecho rememorar una de las primeras


conversaciones que mantuve con Nimue, no mucho después de conocerla. Fue
una apacible tarde de otoño, en un pequeño y oculto recoveco de uno de los
acantilados que se agrupan en torno al cabo de Finisterre. En soledad,
esperábamos codo con codo la puesta de Sol. Nimue, a propósito de un
comentario mío acerca de la paz que impregnaba la ocasión y nos llenaba a
nosotros mismos, me dijo con la agudeza que la caracteriza:

-La civilización, Emilio, a la que perteneces y la visión que la domina


ensalzan el exceso como ninguna otra cultura lo había hecho antes. Por lo que
hemos hablado y por lo que sin necesidad de palabras de ti se desprende, sé
que eres plenamente consciente de ello. Pero la mayoría de tus congéneres están
cegados por una visión productivista, consumista, vacía de valores y antagónica
a cualquier percepción trascendente y espiritual de vuestro ser. Es más, como si
fuera lo más normal, en torno al exceso habéis configurado una retórica,
algunos pretenden que hasta una épica, amplificada por la publicidad y los
medios de comunicación. El exceso –sea en acumular riqueza, o en ganar
medallas olímpicas- se ha elevado prácticamente a la categoría de heroicidad. Y
los periódicos y los informativos, por ejemplo, no destacan el quehacer de los
verdaderos héroes –que hay muchos, multitud de hombres y mujeres, por todo
el planeta y en los más diversos contextos- sino el “éxito” del “triunfador”, que
suele ser un señor o señora que aporta mucho a sí mismo y casi nada a los
demás-.

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Lejos de sentirme herido por esta crítica a nuestro mundo, me identifiqué
absolutamente con ella. Es más, apliqué al caso los años que he dedicado al
estudio de la Economía:

-Tienes toda la razón, Nimue. Y el sistema económico tiene mucho que ver
con lo que señalas. La Economía-Mundo lo contamina todo con su aroma
mercantilista y sus reglas del comercio sin alma: poco importa el verdadero
valor de las cosas –su valor intrínseco o de uso- y todo se reduce a su precio –su
valor de cambio y, a menudo, especulativo-. Es una auténtica subversión del
orden natural de valores-.

-Pero no te quedes ahí-, me interrumpió. –Lo más grave es que para


conseguir que las personas asuman tal subversión, se promueve un modelo de
vida que mira siempre al mañana, a lo que pueda deparar el futuro, jamás al
presente. El objetivo es claro: que al colocar la mirada en un futuro virtual y
frecuentemente quimérico, no observéis la realidad tal cual es. Todo os alienta a
plantearos constantemente metas y retos para el mañana, sin capacidad de
crítica, sin saber de verdad si son vuestros o impuestos por otros, sin miraros
nunca al espejo del hoy, de lo real. Igualmente, se os anima a transgredir límites
y fronteras en un contexto de culto a la velocidad. Y a esto se le llama disfrutar
la vida. A costa de lo que sea, incluso de vosotros mismos y vuestra auténtica
identidad; y sin conocer por qué y para qué-.

-Efectivamente-, ahora fui yo el que corté su exposición. -De este modo, se


nos llena la mente de ruido, del ajetreo incesante provocado por un mundo “en
progreso”, “en avance”, aunque nadie sepa bien hacia dónde. Todo vale, en
definitiva, con tal de que no tengamos la mente limpia, quieta, que es lo que nos
permitiría conectar con nuestra dimensión profunda, nuestro Yo Verdadero-.

Apartando un momento mi atención del horizonte, giré la cabeza y


contemplé la corta melena trigueña de Nimue, que daba la sensación de querer
volar siguiendo los impulsos del viento que nos regalaba en abundancia el
océano. Estaba a punto de acariciar sus cabellos, que asemejaban finos hilos
dorados empeñados en jugar entre sí, cuando torció hacia mí su torso para
continuar la conversación:

-Y casi nadie se sorprende por tanto dislate, aunque, paradójicamente, os


escandalicéis cotidianamente ante los nocivos efectos e impactos, individuales y
colectivos, de tanta proclama aparentemente rompedora. Os habéis
acostumbrado al cómodo ejercicio de seguir la corriente, transitando por la vía
rápida de los extremos y renunciando a lo que Aristóteles definió y defendió
como el “justo medio”, “in media virtus”, lugar de excelencia, según él, para la
ética y la razón. De esta forma, el equilibrio está quedando fuera del alcance de
cada persona y de vuestra sociedad-.

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-“In media virtus”- repetí mecánicamente, a la par que veía como al Astro
Rey le faltaba poco para zambullirse en las aguas atlánticas.

-En última instancia, la elección no es entre felicidad o no-, afirmó Nimue


acelerando sus palabras, como si quisiera completar sus razonamientos antes de
que el Sol se despidiera hasta mañana. -Todo el mundo, sin excepción, quiere
ser feliz. La clave radica en lo que se entiende por felicidad. Y aquí sí que hay
que optar: entre un modelo de felicidad ajeno a nosotros, impuesto, como os
pasa a vosotros, por la visión y sistema dominantes; y la felicidad tal como la
vemos y percibimos honesta, sincera y conscientemente desde nuestro interior.
La experiencia de los triunfadores, de los rompedores y de los se aplican un
modelo de felicidad ajeno a ellos mismos indica con rotundidad lo que espera al
final de ese camino: frustración, insatisfacción, nostalgia sin objeto, estrés,
depresión, vacío. Y la de los que han optado por el “in media virtus” también es
contundente: felicidad equilibrada, duradera, armoniosa y hasta contagiosa-.

-Y aunque es difícil transitar por el sendero del medio cuando la sociedad


nos impone un ritmo frenético-, dije con convicción, -son muchas las personas
que se han percatado del desatino y comienzan a intentarlo. Yo también lo
procuro cada día-.

La plenitud del ocaso nos absorbió. Nimue tomó mis manos y las
acurrucó entre las suyas. El Sol se sumergió en el horizonte incendiándolo con
tal vigor que parecía que todo el océano no sería suficiente para apagar el fuego
que había provocado. El espectáculo sobrecogía por su belleza. Y sus influjos
energéticos nos mantuvieron en silencio un buen rato, hasta que comenzó a
bajar el telón de las estrellas. En aquellos instantes me sentí radicalmente libre,
incorpóreo. Con la mente callada, sin pensamiento alguno. Gozando por existir,
ni más ni menos. Sin nada que enturbiara la simple y honda sensación de Ser.
Soy y soy por siempre: esto era lo único que emanaba de mi interior. Pero no en
forma de ideas o conceptos, sino como luz. Una luz que brotaba de mi pecho,
me rodeaba de los pies a la cabeza y se lanzaba a continuación hacia cuanto me
rodeaba. ¿También hacia Nimue?. La busqué con la mirada. Y aquella fue la
primera vez que asistí a lo que le sucede a las hadas cuando contemplan la
puesta de Sol.

Nimue tardó en recuperar su configuración física. Sus ojos de verde


aceituna fueron lo que antes se materializó en medio de la gran bola de luz,
esplendorosamente blanca, en la que se había transformado. Posteriormente, sin
prisa alguna, todo su cuerpo fue reapareciendo. Trozo a trozo, trazo a trazo,
como si su hermosa estampa fuera surgiendo del pincel tocado al óleo de un
invisible e inspirado pintor. Completada la obra, como si tal cosa, me sonrío. Y,
sonrojada por haber desnudado su esencia en mi presencia, retomó la
conversación que habíamos dejado atrás:

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-Algún día tienes que venir conmigo a Ávalon. Comprobarás que es
perfectamente posible vivir con un ritmo de vida distinto. En la isla prima la
moderación y el sentido común en la delimitación y cobertura de nuestras
necesidades; se paladean las pequeñas cosas y los detalles, con alto valor de
uso, pero bajo valor de cambio; se buscan y hallan espacios para el encuentro
interior y experiencias de silencio; se constata que la transformación interior es
la llave del cambio social y que se precisan ojos nuevos para lograr un mundo
nuevo; se incrementa el compromiso con la Naturaleza y la Madre Tierra,
nuestro gran hogar; y se disfruta por compartir con los demás y practicar el
Amor Incondicional, incluso hacia el que en un momento dado nos hace daño.
Sabemos, Emilio, que el Amor contra Resistencia es la gran enseñanza que nos
corresponde en un planeta, autentico ser consciente, que se ha vestido de
dualismos para propiciar nuestro aprendizaje, para que unamos el polo positivo
con el negativo y la luz se haga en nosotros, iluminando, a la par, la Creación-.

Tienes que venir conmigo a Ávalon. Aquellas palabras me parecieron


entonces puramente protocolarias, pues no podía imaginar que la isla me
abriera sus secretos. No sabía que un hada no entiende de protocolos ni de
cumplimientos. Así que ya estoy en Ávalon. Y he podido comprobar de primera
mano que lo revelado por Nimue es una magnífica realidad. Se saborea aquí la
espera de las cosas, disfrutando del momento cuando llegan. Y se práctica una
arte casi desconocido ya en nuestra civilización: el arte de no hacer nada, que
abre la puerta al silencio, la meditación y el crecimiento interior. Para nosotros,
no hacer nada es sinónimo de falta de referencias, lo que provoca nerviosismo,
pánico al vacío y urgencia por encontrar algo que hacer. En lugar de no pensar,
permitiendo que nuestra dimensión interior inspire la mente, o de
concentrarnos en una idea para que madure en nuestra inteligencia, nos hemos
convertidos en adictos al pensamiento rápido y, por tanto, superficial y
fácilmente manipulable por terceros y por influencias externas. En Ávalon, sin
embargo, la gente se concentra en no hacer nada. Y he constado con ellos que,
aunque parezca increíble para nuestra mentalidad, es entonces cuando más
cosas se hacen, aunque pertenecen a otra dimensión: la del Amor.

Ciertamente, no es preciso ser un genio para percatarse que hacer las cosas
más despacio significa hacerlas mejor. Y ofrece la oportunidad de gozar con la
acción de hacerlas, lo que se sitúa estrictamente en el presente, y no con los
teóricos resultados de la acción, que pertenecen al ámbito de lo futurible, de lo
que está por venir. Un futuro al que nos lanzamos aceleradamente para ni
siquiera ser muy conscientes de cuando llegamos a él. Todo mejora, hasta la
salud, cuando se prescinde del apresuramiento.

La Reina de las Tempestades me lo resumió muy bien en uno de los


desayunos con los que me agasaja desde mi llegada y compartimos cada
mañana:

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-Las palabras “rápido” y “lento” representan dos filosofías de vida muy
distintas. Rápido equivale a atareado, controlador, agresivo, apresurado,
superficial, estresado e impaciente, es decir, todo aquello en lo que la cantidad
prima sobre la calidad. En cambio, lento está asociado a sereno, cuidadoso,
receptivo, silencioso, intuitivo, pausado, paciente y reflexivo, esto, es, donde la
calidad prevalece sobre la cantidad. Por ello, la filosofía de vida de la lentitud
puede resumirse en dos cualidades: equilibrio interior y armonía exterior. Esta
es la filosofía y el ritmo de vida que rigen en Ávalon-.

Tal sería mi cara de sorpresa ante tan efusivo elogio de la lentitud que, de
inmediato, me preguntó:

-¿Qué te aconsejo hacer para introducirte en el ritmo aquí vigente y tan


extraño en tu sociedad?. Pues, ante todo, sé coherente: cuando se trata de ir más
despacio, no se pueden tener prisas, por lo que conviene comenzar poco a poco.
Por ejemplo, es aconsejable empezar con algunas prácticas de “salida del
tiempo”, es decir, actividades como la meditación, el silencio interior o, incluso,
sentarse en un lugar público o pasear plácidamente observando lo que nos
rodea. Igualmente, aplicar la pausa y el sosiego a la hora de comer, de leer,...
hasta para hacer el amor-.

Me ruboricé ante este comentario, pues no pude evitar recordar los


ejercicios de sexo tántrico en los que Nimue me venía aleccionando con pericia.
Seguro que mi cambio de color no pasó desapercibido para la Reina de las
Tempestades, que, por otra parte, debía estar perfectamente al tanto de que
Nimue pasaba con frecuencia la noche en mi habitación y, por tanto, en su
castillo. No obstante, prosiguió como si tal cosa para finiquitar sus consejos:

-Si un pequeño acto lento te hace sentirte bien, pasa paulatinamente a lo


importante, hasta llegar al punto de replantear tu agenda cotidiana de
“actividades múltiples y veloces”. !Ah!: Y no te dejes embaucar por la falsa
sensación que trasmiten las noticias negativas. No permitas que te arrastren a la
oscuridad y la tensión. Si es preciso, elimina de tu vida las fuentes que insisten
en divulgar las mismas. En el planeta y en tu cotidianeidad ocurren muchísimas
más cosas positivas que negativas. Concéntrate en las positivas para aumentar
su impacto en tu interior y en el mundo exterior. Te harás un favor a ti mismo y
también a la Madre Tierra-.

Desde entonces, vengo aplicando estas sencillas recetas y me he dejado


contagiar por el ritmo pausado que impera en la isla. Y ello me ha permitido
experimentar algo aún más trascendente: que tal ritmo conduce directamente a
vivir en el presente, en el ahora, comprobando que es el único sitio donde la
vida realmente existe. Pero sobre ello os escribiré en otra Crónica. Sobre todo
porque Nimue me ha anunciado que próximamente nos visitará Merlín, todo
un maestro, me asegura, en la práctica del ahora.

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Merlín

Como adelanté en la anterior Crónica de Ávalon, hace un par de semanas


conocí a Merlín, que arribó a la isla para efectuar su anunciada visita. No la
pisaba desde hacía tiempo, aunque ahora parece dispuesto a permanecer en ella
durante varios meses. Para mi suerte, se ha hospedado en el mismo castillo, el
de la Reina de las Tempestades, que a mi me acoge, aunque su habitación se
ubica en otra ala del recinto, en una zona prácticamente soterrada.

Varios Dywrnad antes de que se produjera mi primer encuentro con él,


Morgana fue la encargada de ponerme en antecedentes sobre tan singular
personaje. Con un clima fresco y melancólicamente nuboso, habíamos quedado
al poco de comenzar el Wymrod-Agos para dar un paseo por la serpenteante
senda que atraviesa la pradera de manzanos más próxima a su residencia.
Morgana lucía una especie de delantal, con un gran bolsillo en medio en el que
ir alojando los frutos y plantas que preveía recolectar aprovechando la
caminata.

-Con Merlín no sólo se aprende, sino que, además, es muy simpático y


tremendamente jocoso- fue lo primero que me dijo. –Y con gran corazón. Me
ayudó a superar la muerte de Arturo y fue idea suya la de alojar el cuerpo
incorrupto de mi hermanastro en la Sala del Trono. Él se encargó de todo,
incluida la generación del campo de fuerza que lo protege-.

-Perdona, Morgana, si te molesta mi observación-, la interrumpí, -pero, desde


que Nimue me informó de su próxima venida, he estado leyendo sobre Merlín
en distintos blogs y webs. Y son numerosos los que subrayan que tú y él
mantenéis una rivalidad rayana en la enemistad-.

-¡Ja, ja ja!-, se río de forma franca. –Quizá, Emilio, tuvimos nuestros roces al
principio. No en balde, fue Merlín quien advirtió a Arturo de que éramos
hermanastros, aconsejándole por ello que pusiera fin a nuestra historia de amor.
Pero esto no fue sino el preámbulo de una buena relación personal, que ha ido
echando raíces con el transcurrir de los siglos. Hoy somos magníficos amigos y
siento por él una enorme admiración y un profundo cariño-.

-No me extraña-, le comenté sin ocultar mi satisfacción por lo que había oído-.
Por Internet circulan abundantes bulos y falacias sobre los temas más variados.
Tendemos a otorgar veracidad a todo lo que encontramos y leemos en la Red,
pero normalmente sabemos poco o nada acerca de sus fuentes-.

-La mejor fuente de sabiduría se halla en el interior de uno mismo. En tu


sociedad, tanto más racionalista cuanto más ignorante, se ha olvidado una
verdad tan notable y sencilla. La meditación, el silencio y el recogimiento son
espléndidas fuentes de conocimiento, las mejores posibles. Y la inspiración y la

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intuición, sus plasmaciones más elaboradas-, afirmó mientras se detenía y
estiraba su brazo derecho para alcanzar una abal especialmente hermosa que
pendía en lo más alto de uno de los manzanos. –Y con relación a Merlín, te
aconsejo que te acerques a él sin prejuicios. Comprobarás fácilmente el elevado
rango consciencial y vibratorio de su alma. Y se abrirá a ti generosamente. Lo
hace con todo el mundo y no serás una excepción-.

-Así lo haré, Morgana-, le aseguré, a la par que también yo cogía una rojiza abal
que pedía a gritos ser degustada.

-No obstante, como mero adelanto de lo que sólo por él debes conocer-, me dijo
con dulzura, -sí es conveniente que sepas que nació en Gales, en los últimos
años del siglo V, cuando el Imperio romano se caía a trozos. Y que Merlín no es
su nombre, sino su apelativo. Antiguamente, se otorgaba la categoría o título de
“Merlín” a aquellas personas cuyos talentos les hacían destacar en la triple
condición de magos, druidas (guías espirituales celtas) y bardos (poetas del
pueblo y de su historia). Como ya dio prueba de ellos en su más tierna infancia,
se le tildó cual Merlín desde muy joven, tanto como para que el epíteto
sustituyera a su verdadero nombre-.

-Entonces, ¿cuál es?-, pregunté con curiosidad.

-Emrys Pendragon-, me contestó sabiendo perfectamente que no me pasaría


inadvertida la trascendencia del dato.

-¿Pendragon?. ¿El mismo apellido que Arturo?- la interrogué expectante.

-Eso es, Emilio. Merlín es hijo bastardo de Aurelius Ambrosius Pendragon,


hermano mayor de Uther, el padre de Arturo-, me respondió saboreando cada
palabra.

-O sea, que Arturo y Merlín fueron primos hermanos-, la deducción era obvia,
pero deseaba que Morgana me la confirmará.

-Exactamente-, aseveró aparentando seriedad, aunque bien sentía yo que se


estaba regocijando interiormente al constatar la cadena de reacciones mentales
que había provocado en mi cerebro.

-¿Hay algo más, Morgana, que deba saber sobre Merlín antes de encontrarme
con él personalmente?-, le pregunté quizá algo molesto por la citada sensación,
pero también agradecido por la información.

Morgana pareció pensárselo antes de contestar:

-Sólo dos cosas de las que has de ser consciente. Por un lado, de la colosal
envergadura de sus poderes. Y, por otro, de una vetusta herida que aún sangra

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en su corazón. Sobre lo primero, lee la novela medieval Lanzarote y Ginebra. La
escribió alguien que trató estrechamente a Merlín y la puedes localizar en la
biblioteca de la Reina de las Tempestades. En cuanto a lo segundo, Nimue te
dará detalles antes de que Merlín se presente en Ávalon-.

Al regresar al castillo en el que me alojo, me apresuré a buscar la novela en


la biblioteca. Gracias a que está perfectamente ordenada y clasificada, la hallé
sin dificultad. Aquella misma noche la devoré con fruición. De entre sus
páginas, subrayé este párrafo relativo a Merlín y sus poderes: "Conocía la
esencia de todas las cosas, su transformación y su renovación; el secreto del Sol
y de la Luna, las leyes que rigen el curso de las estrellas en el firmamento; las
imágenes mágicas de las nubes y el aire; los misterios del mar. Conocía los
demonios que envían sueños bajo la Luna. Comprendía el grito áspero de la
corneja, el volar cantarín de los cisnes, la resurrección del fénix. Podía
interpretar el vuelo de los cuervos, el rumbo de los peces y las ideas ciegas de
los hombres; y predecía todas las cosas que sucedían después".

Probablemente por el influjo de la novela, casi desapareció de mi memoria


la referencia de Morgana a la antigua herida que todavía fluye en el corazón de
Merlín. Pero como también ella había vaticinado, Nimue se encargó de
recordármelo. Fue la noche antes de que Merlín apareciera en la isla. Habíamos
pasado la tarde en su casa, una coqueta villa campestre ubicada en el sur de la
isla. Tras cenar, disfrutábamos del calor de la chimenea que preside el salón
principal. No sé como la conversación derivó en ello, pero en un momento dado
Nimue me besó con fuerza e inició su confesión:

-Mañana conocerás a Merlín. Estoy convencida de que congeniaréis


perfectamente. Es un ser de luz, como tú. No obstante, quizá al comienzo le
cueste asumir tú relación conmigo-.

La miré sorprendido. Iba a decir algo, pero con gestos me pidió que no la
interrumpiera:

-Cuando Merlín peinaba ya canas y las arrugas de su cara expresaban su


ancianidad, conoció a una joven de la que se enamoró locamente. Hacia tiempo
que pensaba que tal sentimiento era para él algo pasado y hasta superado, pero
el amor de pasión lo desbordó. Era hija del Rey de Nothumberland y Merlín
perdió la cabeza por ella. Y no dudó en alardear de sus saberes para que la
admiración condujera a la chica a sus brazos. Así, comenzó a enseñarle todo
tipo de encantamientos poderosos. Incluso le edificó un palacio en el fondo de
una laguna y le dio el nombre de Dama del Lago-.

-La Dama del Lago…-, musite para mis adentros, rememorando que había leído
algo al respecto.

16
-Vivieron juntos varios años. Pero la evolución espiritual de la joven y los
poderes que aprendió de Merlín la transformaron en hada. Y, como tal, quiso
gozar de independencia, rompiendo con él. Merlín cayó en una honda
depresión y se retiró al bosque de Brocelianda, en Bretaña. Allí permaneció tres
lustros en absoluta soledad, hasta que decidió volver al mundo sabiendo que no
se había recuperado de aquel mal de amor y que quizá nunca lo lograría-.

-Es una historia triste, Nimue- afirmé conmovido, -pero, ¿qué tiene que ver con
nosotros?-.

Nimue tomó mis mejillas entre sus manos y vertió sus ojos aceitunas en
los míos:

-Esa mujer de la que Merlín se enamoró vehementemente y de la que aún sigue


prendado… soy yo-.

Estas últimas palabras aún martilleaban en mi cabeza cuando a la mañana


siguiente me presentaron a Merlín. Físicamente era tal como me lo había
imaginado. De hecho, su imagen es muy similar a la que han divulgado de él
tantas novelas y películas. Pero sí me sorprendió que de inmediato centrara su
atención en mí. Hasta el punto de que, tras los saludos colectivos de rigor, me
pasó su brazo derecho por encima de los hombros y me apartó del grupo de
personas que nos habíamos congregado para darle la bienvenida:

-Morgana, la Reina de las Tempestades y Nimue me han hablado mucho y bien


de ti, Emilio, cosa en ellas nada frecuente tratándose, como es tu caso, de un
mortal-, dijo con parsimonia. –Me gustaría que fuésemos amigos. Sé que ya
estás al tanto de mis sentimientos hacia Nimue. Pero los mismos, lejos de
llevarme a confrontar contigo, me inclinan a brindarte mi amistad. Aunque me
pese, mi historia de amor con Nimue finalizó hace largo tiempo y lo hizo para
siempre. Soy plenamente consciente de ello. Y como la conozco, no dudo que
debes ser una persona muy especial para que se haya enamorado de ti-.

Creo que notó que mis ojos se humedecían ligeramente por la emoción
que sus palabras generaron en mi interior:

-Para mi sería un honor contarme entre tus amigos-, fue lo único que pude
responderle.

-Pues manos a la obra-, apostilló acelerando su ritmo expresivo. –Si te apetece,


como creo que nos alojamos en el mismo castillo, quedamos antes de la cena
para comenzar a charlar-.

Y así fue. Nos encontramos en la biblioteca. No tenía ni idea de como


enfocar la conversación. Pero sí sabía que quería tener a Merlín como Maestro
durante el tiempo que coincidiéramos en la isla. Opté por permitir que las cosas

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fluyeran. Y lo hicieron con rapidez. Sentados en sillones contiguos al fondo de
la sala, el coloquio pronto entró en unos derroteros en los que Merlín se movía
con soltura:

-No debes creer, Emilio, que en el intercambio de reflexiones que estamos


iniciando y que continuaremos durante los Dywrnad, espero que sean muchos,
que compartamos en Ávalon, yo soy el que da y tú el que recibes.
Normalmente, quien más recibe es el que teóricamente da, y viceversa. Es una
ley cosmogónica que marca incluso la interacción entre el Creador y la
Creación: somos lo que damos; lo que damos es lo que recibimos; lo que
recibimos construye lo que somos; y vuelta a empezar en un momento presente
continuo en el que lo eterno se desenvuelve.

-Procuraré no olvidarlo, Merlín-. Me detuve unos segundos para mirarlo


fijamente, pues quería que constatase que mis palabras no eran protocolarias. -
Aunque te confieso que me costará trabajo interiorizar una relación de
igualdad. Eres todo un Maestro. No te regalo los oídos; es la verdad.
Experiencias y Sabiduría se acumulan en ti con plenitud y abundancia. Por
superar, hasta has vencido a la muerte y tu vida transita por siglos-.

-¡Sí, ja, ja, ja…!-, se regocijó con estridencia, mientras daba pequeños golpes con
sus manos en mis rodillas. –La inmortalidad llama mucho la atención a los
mortales… hasta que comprendéis que, en realidad, también sois inmortales. La
única diferencia es que mi alma, en su evolución consciencial y vibratoria, no
cambia de cuerpo físico y la de cada uno de vosotros sí. Pero somos idénticos en
todo lo demás, en lo auténticamente importante, en la hermosa trinidad que en
cada uno de nosotros se hace unidad en armonía: cuerpo, alma y espíritu. Y éste
nos unifica a todos, pues nuestro Ser profundo es realmente el mismo, el único,
el Ser Uno-.

-Torpemente he escrito al respecto en un libro titulado Buscadores-, me atreví a


apuntarle.

-Lo sé, Emilio. Morgana me lo envío cuando le mostré mi sorpresa porque


hubiera abierto las puertas de Ávalon a un extraño-. Su semblante se hizo más
serio. -Te reconozco que el aval hacia tu persona por parte de Nimue no me
pareció motivo suficiente. Expuesto sin ningún tipo de resentimiento: ¡es parte
interesada y su opinión es, por tanto, objetivamente subjetiva!. ¿Me entiendes?.
Pero a través de la lectura de tu texto pude observar tu interior. Me gustó lo que
vi y comprendí a Morgana. Por eso te hablo en estos términos tan precisos y
rotundos-.

-Te lo agradezco-, le dije con sincera gratitud.

-Nada hay que agradecer-. Su expresión se tornó de nuevo muy jovial. –


Además, me apetece mucho hablar con un mortal. Es aburrido andar siempre

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entre tanta hada y tanto duende, ¡ja, ja, ja!-. La carcajada volvió a ser
estruendosa. –Y confesión por confesión: tu mundo me atrae cada vez más
porque cada vez lo entiendo menos-.

-Pues me temo que en eso no podré serte de mucha ayuda-, le apostillé sin
poder aguantar la risa, en la que de inmediato estallamos los dos.

Tras unos pocos hanadles, Merlín retomó la conversación:

-Estoy estupefacto, no te exagero, por el estado de volatilidad que ha alcanzado


vuestra sociedad, sin valores sólidos, donde lo que eran nexos potentes se han
convertido en lazos provisionales y frágiles; y en la que la incertidumbre, por la
vertiginosa rapidez de los cambios, ha debilitado los vínculos humanos-.

-Tus palabras describen lo que algunos pensadores contemporáneos han


denominado la “sociedad líquida”. ¿Has oído hablar al respecto?-.

Al negármelo con la cabeza, prolongué mi reflexión:

-Es un concepto no demasiado divulgado. Su origen se halla en las aportaciones


del sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Él es el autor de la llamada
“modernidad líquida” y, por extensión, de la citada noción de “sociedad
líquida”. Sus reflexiones y conclusiones son muy notables para entender los
tiempos de cambio y de “red” en los que andamos metidos. Particularmente,
para comprender este concepto, el de “red”, más allá de su transfondo
tecnológico, ahondando en sus implicaciones en la sociedad contemporánea y la
vida de la gente-.

-¿Podrías darme más detalles?-, me preguntó francamente interesado.

-Mira, Merlín, en el presente, la “sociedad” se ve y se trata como una “red”, en


vez de como una “estructura”: la sociedad se percibe como una matriz de
conexiones y desconexiones aleatorias y de un número esencialmente infinito
de permutaciones posibles. Los vínculos humanos son cada vez más frágiles y
se aceptan como provisionales. La exposición de los individuos a los caprichos
del mercado laboral y de bienes premia las actitudes competitivas, al tiempo
que degrada la colaboración y el trabajo en equipo al rango de estratagemas
temporales que deben abandonarse o eliminarse una vez que se hayan agotado
sus beneficios.

-De ahí el colapso del pensamiento, de la planificación y de la acción a largo


plazo, junto a la desaparición o el debilitamiento de aquellas estructuras
sociales que deberían pensar en esos términos-, puntualizó.

-Efectivamente-, continué. -La historia política y las vidas individuales se


reducen a una serie de proyectos de corto alcance y de episodios que no se

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combinan de manera compatible con conceptos
como “desarrollo” o “maduración”. Una vida tan fragmentada estimula
orientaciones “laterales” antes que “verticales”. Los éxitos pretéritos no
suponen mayor probabilidad de futuras victorias, y mucho menos las
garantizan. Para el éxito futuro lo más importante puede ser “olvidar”.

-¡Espectacular!-, refunfuñó,

-Ahora la responsabilidad recae en los individuos, de quienes se espera que


sean “electores libres” y que soporten las consecuencias de sus elecciones, pese
a que los riesgos implícitos en cada elección pueden ser causados por fuerzas
que trascienden la comprensión y la capacidad individual para actuar. La
virtud más útil no es la “conformidad” a las normas, sino la “flexibilidad”: la
presteza para cambiar de tácticas y estilos en un santiamén; para abandonar
compromisos y lealtades sin arrepentimiento; y para ir en pos de las
oportunidades según la disponibilidad del momento, en vez de seguir las
propias preferencias consolidadas.

-Es decir, que estáis en pleno proceso de separación, de divorcio, entre el poder
y la política-. Se detuvo un momento. -Y esta pareja había sustentado hasta
ahora lo que llamáis el Estado Moderno-.

-¡Exacto!-, exclamé entusiasmado por la fluidez del coloquio. -Hasta ahora


el “progreso” era una promesa de felicidad universal y duradera, la
manifestación extrema del optimismo radical. Pero ahora, representa la
amenaza de un cambio implacable e inexorable que, lejos de augurar paz y
descanso, presagia una crisis y una tensión continuas que imposibilitan el
menor momento de respiro. El progreso se ha convertido en algo así como un
persistente juego de las sillas en el que un segundo de distracción puede
comportar una derrota inapelable. En lugar de grandes expectativas y dulces
sueños, el progreso evoca un insomnio lleno de pesadillas en las que uno sueña
que se queda rezagado, pierde el tren o se cae por la ventanilla de un vehículo
que va a toda velocidad y que no deja de acelerar-.

-¡Tremendo!-, espetó mientras volcaba la espalda en el respaldo de su asiento. –


Las consecuencias lógicas de todo ello son el cortoplacismo, la evanescencia, la
falta de compromiso, la carencia de estructuración real, el exceso y la ausencia
de medida, el ritmo alocado y el culto a la velocidad-.

-Venga señores, que la cena se enfría. Ya está bien de cháchara-, nos


interrumpió la voz de la Reina de las Tempestades.

Observé a Merlín, atento a lo que hiciera.

-¡Pues venga, vamos!-, fue su reacción. –Una plática tan grata me han abierto el
apetitito. En cuanto tengamos ocasión charlaremos, Emilio, de la significación

20
que en todo lo que hemos comentado ostenta la incapacidad de tus congéneres
para vivir el presente-.

-Trato hecho-, le contesté complacido.

Seguro que en futuras Crónicas de Ávalon podré ofreceros noticias al


respecto.

21
Iapetus y Nibiru

Ya me he referido en una Crónica anterior a la villa rural en la que Nimue


reside. Lo que no os he contado todavía es que en la parte superior de la
chimenea que domina el salón principal, protegida a buen recaudo en una urna
de cristal empotrada en la pared de piedra, reposa un objeto muy singular.
Seguro que habéis oído hablar de él. Se trata de la ilustre espada que perteneció
al rey Arturo, la afamada Excalibur. Aunque éste no es su verdadero nombre,
sino Scaledflwch.

-Scaledflwch-, me indicó Nimue la primera vez que me habló de ella, -no tiene
una traducción directa, sino que es la suma de dos significados: por un lado,
“scaled”, cuya traducción es “cortar de un tajo” o “corte profundo”; y, por otro,
“flwch”, que puede ser interpretado como “fulgor” o “rayo”. Por tanto,
Scaledflwch, o Excalibur cual tú la llamas, hace referencia a un rayo que
produce un corte duro, seco y hondo. De hecho, en esto se convertía en manos
de Arturo, dándole un poder que lo hacía casi invencible -.

-¿Qué edad tenía Arturo cuando logró sacarla de la piedra en la que estaba
incrustada-, le pregunté basándome en la leyenda que he visto reflejada en
tantas producciones cinematográficas.

-Scaledflwch no es aquella espada clavada en una roca y que sólo Arturo, como
legítimo sucesor de Uther Pendragon, pudo arrancar-, me contestó Nimue con
un cierto tono de cansancio, mostrando que no era precisamente la primera vez
que tenía que explicar aquello a alguien.

-¿No?-, me limité a decir.

-No, Emilio. Scaledflwch fue creada expresamente para Arturo bajo las
directrices de Viviana, una Maestra de Hadas que fue compañera de Merlín
cuando éste aún era joven. Al morir Arturo, Merlín decidió que yo la
custodiara. Y me explicó que se forjó fundiendo metales no existentes en la
Tierra y que fueron traídos desde otro planeta-.

Observando mi cara de extrañeza, exclamó:

-¡No creerás que la Tierra es el único lugar del Cosmos donde habitan seres
inteligentes!-.

Aquella conversación quedó ahí. Pero su contenido se grabó en mi


memoria. Tanto como para que fuera uno de los asuntos que traía en la cabeza
cuando arribé a Ávalon, dispuesto a profundizar en él en cuanto tuviera
ocasión.

22
Y esta se presentó hace unas pocas fechas. Aproveché que Nimue me
invitó a comer a su casa y que, por el frío reinante, colocó la mesa muy cerca de
la chimenea sobre la que luce Scaledflwch. Mientras nos deleitábamos con un
espléndido arroz con setas cocinado por ella y bebíamos cerveza de doble malta
regalada por Morgana, en un punto de la conversación saqué a colación la
composición metálica de la espada, recordándole lo que me había comentado en
su momento al respecto. Tras lo cual, afirmé con convencimiento:

-No tengo dudas de que existe inteligencia extraterrestre. Es obvio que el


Universo es Vida. Y seguro que ésta se manifiesta en multitud de modalidades
de existencia desparramadas por sistemas solares y galaxias-.

-Haces bien en creerlo, pues así es-, me interrumpió. -Pero no tienes que irte tan
lejos. Hay vida alienígena en nuestro propio sistema solar, llamado Ors por
vosotros y Oort en Ávalon. Y no porque venga de fuera del mismo, sino porque
está en él, desde ¡vete a saber cuándo!. Aunque no lo divulguen, muchos
científicos y astrofísicos contemporáneos saben ya, por ejemplo, que Jápeto o
Iapetus, el octavo, en distancia, satélite de Saturno, es realmente un objeto
manipulado artificialmente-.

-¿Iapetus?-, la interrogué.

-Mide aproximadamente 1.500 kilómetros de diámetro; y es, tras Titán y Rea, el


tercero en tamaño de los que orbitan Saturno. Tarda exactamente 79,33 días en
completar una vuelta alrededor del planeta, a una distancia media de 3.5
millones de kilómetros. Fue descubierto, en 1671, por Giovanni Cassini, en cuyo
honor se denominó la sonda espacial que lleva su nombre. Y la comunidad
científica lo considera el satélite más misterioso y chocante de Ors. La propia
NASA ha reconocido su rareza, aunque argumenta que su formación se debe a
residuos ancestrales de cuerpos sólidos o colisiones cósmicas durante el origen
de nuestro sistema solar. Pero hay quienes han ido más allá en sus indagaciones
y conclusiones. Es el caso de Richard C. Hoagland, que en 2005 acometió el
análisis más completo y detallado que hasta ahora nadie haya efectuado sobre
Iapetus-.

-Veo, Nimue, que eres una experta en esta luna saturniana-, proferí
entusiasmado en tanto me daba un descanso en mi mano a mano con el arroz y
apoyaba mi espalda en el duro, pero cómodo, respaldo de la silla de madera de
roble en la que me había acomodado.

-Es algo que sabemos todas las hada-, alegó con soltura a la par que me lanzaba
una guiñó con su ojo izquierdo y llenaba mi vaso con más cerveza de espesa
malta para reponer la que me sirvió al poco de sentarnos a comer.

23
-¿Y qué demostró Hoagland?-, le inquirí tras dar un largo trago al tostado y
turbio líquido, que en la Isla de Cristal, en afinidad con arcaicas culturas,
valoran cual bebida sagrada.

-Pues lo que aquí sabemos hace siglos. Primero, gracias al examen de la


configuración y características del satélite respecto de la reflexión de la luz
solar, constató su particular forma geométrica dodecaedral-esferoidal. Y
seguidamente, comprobando su rotación, se percató de una peculiaridad única
en Ors: Iapetus tarda exactamente lo mismo, los 79,33 días que te apunté antes,
tanto en completar una vuelta en torno a Saturno como en rotar sobre su propio
eje. Es como si la Tierra se tomara en girar sobre sí misma no 24 horas, sino los
365 días que tarda en hacer una rotación completa alrededor del Sol-.

-¡Sorprendente!- exclamé.

-Y la cosa no termina ahí. Estudiando las fotos tomadas precisamente por la


sonda Cassini el 31 de Diciembre de 2004, a 65.000 kilómetros de Iapetus,
Hoagland detectó zonas que revelan una geometría artificial, con planos cuya
morfología geométrica es incompatible con un satélite natural. Destaca, en
especial, una inmensa arista rectilínea que supera los 18.000 metros de altura,
algo más del doble que el Monte Everest, que divide su ecuador, conformando
una gran cordillera o pliegue central. Y asombrosas formas rectilíneas
tridimensionales que se repiten por toda la superficie del astro, así como
vestigios de torres y arquitecturas verticales muy elevadas que nada tienen que
ver con la naturaleza-.

-¿Estás al tanto de lo qué la NASA opina al respecto?-.

-¡Qué quieres que opine!-, respondió evidenciando la candidez de mi pregunta.


-Nunca ha aclarado el por qué de estas “anomalías”, ya que no existe una
explicación “natural” que alcance a explicar la configuración esferoide de
Iapetus, ni su enorme pliegue central, ni las demás singularidades que te he
resumido. Eso sí, en 1980, Donald Goldsmith y Tobias Owen escribieron
textualmente en un informe para la NASA que “esta inusual luna es el único
objeto del sistema solar que podemos seriamente considerar como un signo
alienígena, un objeto natural deliberadamente modificado por una avanzada
civilización”-.

-¿Qué conclusión alcanzó Hoagland?-, la interpelé sin poder ocultar mi emoción


por lo que estaba escuchando.

-Una muy parecida: que la geometría y rotación de esta luna de Saturno implica
algún mecanismo interno de automotricidad, que desafía rotundamente los
patrones conocidos de todos los demás satélites de Oort y pone de manifiesto la
existencia de algún tipo de propulsión interna que le hace describir un
movimiento programado respecto de Saturno. Y concluyó aseverando que

24
Iapetus fue construido fuera de nuestro sistema solar y traído después a
Saturno-.

-¿Y fueron los “habitantes” de Iapetus los que acarrearon a la Tierra los metales
con los que se fraguó Scaledflwch?-.

-No, Emilio, el material con que se forjó la espada proviene, efectivamente, de


nuestro sistema solar, pero de un astro más lejano que Iapetus. ¿Has oído
hablar de Nibiru?-.

Nimue había terminado de comer y se limitaba a beber, de vez en cuando,


pequeños sorbos de cerveza para acompañar la plática. Tenía el rostro
iluminado lateralmente por el refulgir de las llamas en la chimenea, de modo
que podía ver la comisura de su boca ligeramente estirada, como si esbozara
una sonrisa. Su belleza aturdía. Y en la expresión facial, en los ademanes y en el
tono de voz se le notaba que no es que creyera lo que me estaba desvelando,
sino que lo sabía con la certeza de quien hubiera estado en esos remotos parajes
del espacio exterior.

-Lo que conozco de Nibiru-, le respondí, -lo he leído en Crónica de la Tierra, la


monumental obra de doce volúmenes del investigador ruso Zecharia Sitchin,
experto en lenguas muertas. Su nombre significa "lugar que cruza" o "lugar de
transición" y para los antiguos babilonios era un cuerpo celeste asociado al dios
Marduk. Sitchin recorrió el mundo traduciendo miles de tablillas de arcilla
localizadas en distintos museos de los cinco continentes. Y en ellas encontró
descrito el origen del ser humano, tal como hoy lo concebimos, según los
sumerios, la primera civilización conocida en la historia de la humanidad, que
responsabilizan de la creación de la especie humana a seres extraterrestres, los
anunnaki (el Libro del Génesis (6,4) los denomina nefilim), que habrían
provocado un salto en lo evolución de los primates hominoideos mediante la
manipulación genética-.

Miré a Nimue a los ojos, comprobando que me observaba con atención,


por lo que continué mi disertación:

-Uniendo las aportaciones de Sitchin a las de Drunvalo Melchizedek, vertidas


en el primer volumen de su libro El antiguo secreto de la flor de la vida, los nefilim,
seres gigantes, de hasta cuatro metros y medio de altura, capaces de vivir
muchos miles de años, recalaron por vez primera en la Tierra hace unos 450.000
años. Su objetivo era extraer oro, mineral que precisaban con urgencia para la
supervivencia de su mundo y del que habían localizado grandes betas en el
sudeste del actual continente africano. Durante milenios hicieron este trabajo
ellos mismos, hasta que, al surgir conflictos, optaron por utilizar a criaturas
nativas, hominoideos aún simiescos, para lo que tuvieron que realizar en ellas
actuaciones de ingeniería genética dirigidas a incrementar su capacidad e
inteligencia. Fue así como apareció el ser humano hace unos 200.000 años-.

25
Por su semblante, me daba la impresión de que no estaba informando a
Nimue de nada que no supiera de sobra, por lo que no me extrañó su pregunta:

-Y, según Sitchin, ¿dónde se localiza Nibiru?-.

-En su descripción de la cosmología sumeria, se refiere Nibiru como el “12º


planeta” o “Planeta X”, que incluye la descripción de 10 planetas, más el Sol y la
Luna. Igualmente, indica que en la antigüedad se habría producido una colosal
colisión de uno de sus satélites con Tiamat, un planeta que habría estado
situado entre Marte y Júpiter. De esta catástrofe cósmica nació el cinturón de
asteroides y el propio planeta Tierra y su satélite, la Luna. Como consecuencia
del choque, Nibiru habría quedado atrapado en el sistema solar, volviendo al
lugar de la colisión periódicamente en una órbita excéntrica. Sitchin cita algunas
fuentes que, según él, hablarían sobre el planeta, describiéndolo como una
estrella, concretamente una estrella enana marrón ubicada en una órbita
sumamente elíptica alrededor del Sol, de unos 3.600 a 3.760 años. Sitchin
atribuye estos datos a los astrónomos de la civilización maya-.

Nimue asintió con la cabeza, pero no parecía satisfecha. Me dio el tiempo


justo para que apurara mi plato e, inmediatamente, me cuestionó con su
habitual contundencia:

-¿Algo más?-.

¿Aún más?, pensé para mis adentros:

-Agregar quizá que el escritor e investigador turco Burak Eldem ha sugerido


que, realmente son 3.661 años los que duraría el período orbital del supuesto
planeta, anunciando su "fecha de vuelta" para el año 2012. Según él, 3.661 es un
séptimo de 25.627, que es el ciclo total "de 5 años mundiales" según el
calendario maya extendido. Añade que el último paso orbital de Nibiru sucedió
en el año 1649 a.c., causando grandes catástrofes sobre la Tierra, como las
erupciones que dieron forma al archipiélago volcánico de Santorini, la antigua
Thera, en el mar Egeo-.

-Bueno… -, Nimue apuró su cerveza antes de proseguir, -veo que también tú


eres un experto en estos temas. Aunque hay varios extremos que, si quieres, te
puedo precisar y hasta corregir-.

-¡Por supuesto!. Soy todo oídos-, expresé con franqueza, ya que tenía verdadero
interés en que me revelara todos sus conocimientos sobre el asunto, que
presumía apabullantes.

-Intentaré ir al grano, Emilio. Para empezar, la colisión con Tiamat, de la que


surgió la Tierra o Gaia, la Luna y el anillo de asteroides entre Marte y Júpiter, se

26
produjo hace miles de millones de años, mientras que, por los anales que
manejamos en Ávalon, la fecha de la manipulación genética acometida por los
anunnaki para gestar la especie humana es mucho más reciente, pues tuvo
lugar en el año 198.214 a.c.. Ahora bien, este es el momento de la operación
final, por expresarlo de algún modo, pues antes habían hecho otros
experimentos genéticos cuyos resultados no fueron satisfactorios para los
nefilim, bien porque se quedaron cortos en su objetivo de dotar a los primates
hominoideos con el nivel de inteligencia y capacidad física pertinentes para que
pudieran serles útiles, bien porque las criaturas resultantes eran demasiado
inteligentes, excesivamente parecidos a ellos mismos. Prueba y error.
¿Comprendes?-.

-Perfectamente. Continúa, por favor-.

-Por otra parte, Nibiru no es una estrella, sino un planeta que gira en torno a
una estrella apagada, una enana marrón, que es hermana de nuestro Sol, en el
sentido que conforma con él nuestro sistema solar-.

-Perdona, Nimue, pero no te entiendo-.

-Es sencillo. Las investigaciones mas recientes evidencian que un elevado


porcentaje de estrellas son parte de sistemas de, al menos, dos astros. Y muchos
de los sistemas solares que nos rodean son binarios: están compuestos por dos
estrellas que orbitan mutuamente en torno a un centro común. Ors no es una
excepción a esta regla y nuestro querido Sol cuenta con una compañera. Aquí la
denominamos Soldwarg-.

-¿Por qué no la vemos?-, fue lo primero que se me vino a la cabeza.

-Un científico te contestaría que debido a que estamos en un sistema solar


binario astrométrico, es decir, sistemas dobles en los que sólo es visible un
componente. El otro objeto, el invisible, suele ser un cuerpo de luz muy baja o
de luminosidad nula, normalmente una enana roja o una enana marrón. La
acompañante del Sol es esto último, una enana marrón, tipología de estrella que
los astrofísicos definen como de masa subestelar e incapaz, por tanto, de
mantener reacciones nucleares continuas de fusión del hidrógeno de su núcleo.
Es una especie de estrella “fallida”, pues contienen los mismos materiales que el
Sol, pero ostenta una masa insuficiente para brillar. Además, tampoco su
volumen es muy grande, similar al triple de Júpiter. Y si podemos detectar que
existe es por el tirón gravitatorio que produce, sobre todo cuando se acerca al
Sol, lo que explica determinadas anomalías gravitatorias existentes en Ors para
las que la ciencia “oficial” no tiene respuesta-.

-¿Y a qué distancia del Sol se localiza Soldwarg?-.

27
-Depende del momento de la órbita mutua, que marca un periodo de rotación
de 3.600 años. En la fase de mayor alejamiento, la distancia entre ambos astros
va más allá de las 70 unidades astronómicas (una unidad astronómica –ua- es
igual a la distancia media entre la Tierra y el Sol, casi 150 millones de
kilómetros). Y en los de más acercamiento, ronda los 40 ua-.

-Esto significa que la velocidad media de aproximación entre ambos supera el


millón de kilómetros al año-.

-En concreto, 1.250.000 kilómetros anuales: en 36 siglos la distancia oscila en


unos 4.500 millones de kilómetros, 30 ua. Pero esto no es lo trascendente, sino
otros dos hechos. Por un lado, hay que tener en cuenta que Plutón se halla a
39,5 ua, por lo que, en el periodo de mayor cercanía, la estrella marrón se sitúa
adyacente a la frontera de lo que asumimos como nuestro sistema planetario,
delimitado por la serie de planetas que van desde Mercurio al referido Plutón.
Y, por otro, la enana marrón no viaja sola, sino que la acompañan varios
planetas que giran a su alrededor. Uno de ellos es precisamente Nibiru, que se
caracteriza por una órbita bastante extraña, con un movimiento elíptico que
presenta grandes parecidos, a su escala, con el de Iapetus-.

-De ahí que, en la protohistoria cósmica, Nibiru llegara incluso a introducirse


entre Júpiter y Marte, colisionado con Tiamat-, le apostillé.

-Efectivamente. Y muchísimo tiempo después, los habitantes de Nibiru


aprendieron a usar en beneficio propio la aproximación de la enana marrón al
Sol, aprovechando esos estadios del ciclo para efectuar sus incursiones en la
Tierra-.

-¿Y el Sol, Nimue, se ve afectado de algún modo durante la fase en la que se


reduce al máximo la distancia entre él y Soldwarg?-.

-Sí, sensiblemente. Sufre una especie de balanceo ocasionado, por los impactos
de la interacción gravitatoria, alterando su radiación electromagnética-.

Visto lo cual, la siguiente pregunta estaba cantada:

-¿Y en qué periodo de la órbita del sistema binario nos encontramos?-.

Nimue guardó silencio. Por unos segundos creí que no me iba a


responder. Finalmente dijo:

-Nos estamos acercando al de mayor vecindad-.

-Esto explica-, me pareció una conclusión obvia, -los cambios climatológicos y


atmosféricos que parecen afectar a todos los planetas del sistema solar, incluida
la Tierra-.

28
-Es un factor notable a la hora de comprender el auténtico origen del cambio
climático que vive Gaia, si bien hay una razón de bastante más peso que,
teniendo también perfil cosmogónico, se relaciona con el tránsito periódico de
Oort por la Vía Láctea. Pero sobre este asunto específico, Merlín es el experto.
Pregúntale a él-.

Como podéis imaginar, le hice caso a Nimue e interrogué al Gran Mago en la


primera oportunidad que tuve. ¿Qué me desveló?. Pues cosas tan asombrosas
que bien merece la pena que les dediqué la próxima Crónica.

29
Viaje al Centro Galáctico y a mi interior

La velada en casa de Nimue que os relaté en la Crónica precedente dejó


una fuerte huella en mi interior. Durante días, Iapetus, Nibiru, los nefilim, el Sol
y su compañera Soldwarg agitaron mi mente y mi alma. Se me aparecían
incluso en sueños y llegue a temer que se convirtieran en algo obsesivo.

Como consecuencia de esta ansiedad y también porque intuía que era el


mejor medio de superarla, abordé a Merlín en la primera oportunidad que se
presentó, compartiendo con él lo hablado con Nimue y rogándole que me
explicara lo que ella me había adelantado para, finalmente, remitirme a él como
verdadero experto en el tema. No sé por qué, pero intuía que conversar con el
Gran Mago no sólo me aportaría nuevos saberes, sino que, muy especialmente,
me devolvería la serenidad.

Fue una mañana de cielo limpio y azul, viento calmado y temperatura


propicia para un paseo largo y sosegado. Sin embargo, me hallaba
voluntariamente enclaustrado en mi habitación escribiendo unos apuntes –
Variaciones, los he denominado- a propósito de dos obras centradas en la
práctica de la meditación contemplativa, ambas anónimas inglesas del siglo
XIV, que habían llamado mi atención en la biblioteca de la Reina de las
Tempestades: La Nube del No-Saber y el Libro de la Orientación Particular. En
un descanso del trabajo, me asomé al ventanal que ilumina mi aposento para
disfrutar del paisaje y divisé la figura de Merlín caminando pausadamente,
pero a pasos largos, como acostumbra, en dirección al océano, que dibuja su
estampa cerca del castillo donde los dos residimos durante nuestra estancia en
Ávalon. Sin pensarlo dos veces, abandoné cuanto tenía entre manos y salí
disparado de la habitación dispuesto a darle alcance antes de que su rastro se
perdiera en uno de los muchos recodos y vías alternativas que adornan la costa.
Cuando logré tenerlo a tiro de piedra, grité su nombre:

-¡Merlín!-, me salió con tintes jadeantes, pues, más que andar, casi trotaba en mi
afán de reducir su ventaja.

De inmediato y sin dejar de caminar, giró su marcha 180 grados,


orientando su rumbo en dirección a mí. Tuve la certeza de que, antes de que lo
llamara, sabía de sobra que lo seguía.

-Buenos días, Emilio. Qué alegría verte-, me saludó agitando el largo bastón de
madera de almez que asía con su mano derecha, mientras descansaba la otra en
la parte de arriba de una especie de zurrón pardo que colgaba de su hombro
izquierdo. -Has aparecido justo cuando pensaba lo bien que me vendría
compañía en la ruta por los acantilados a la que quiero dedicar la mañana. ¿Te
apetece venir conmigo?-.

30
-¡Claro!. Hace unos días que deseo charlar contigo. Te he visto desde mi cuarto
y no he dudado en salir detrás tuya. La senda de los acantilados es un marco
idóneo para plantearte algunas preguntas derivadas de una reciente
conversación que he mantenido con Nimue-.

-¡Pues a qué esperamos!-, exclamó con voz muy alta.

El litoral de la Isla de Cristal experimenta una curiosa transformación a la


altura del Castillo de las Reina de las Tempestades. Hacia el norte de la teórica
línea recta que conforma con el mismo, se extiende una alfombra de playas lisas
y suaves y arenas blancas que se prolonga durante kilómetros. En cambio, hacia
el sur, arranca de improviso una batería de elevados acantilados por cuyos
enfilados bordes es posible pasear, oteando pequeñas calas de acceso imposible,
salvo para las gaviotas, y, sobre todo, espectaculares desprendimientos que, al
caer a las aguas marinas, han formado numerosos islotes, de muy diversos
tamaños, con grandes rocas diseminadas que salpican la costa. Impresionantes
vistas jalonan todo el recorrido que se desenvuelve durante cuarenta
kilómetros, aunque Merlín había previsto una ruta de ida y vuelta hasta el
Templo de la Roca, un antiquísimo lugar de culto druida colgado sobre uno de
los acantilados y a poco menos de siete mil metros de distancia.

-La marcha hasta el Templo es muy segura, a pesar de lindar con los
desfiladeros-, fue Merlín quien inició la plática. –No obstante, no te asomes
demasiado a los bordes, porque la piedra es porosa y en cualquier momento se
puede desprender. Y ten en cuenta que a veces las piedras, debido a la erosión
del mar, que ha penetrado por el subsuelo, se desprenden hacia el interior,
conformando lagares, es decir, hondos agujeros. Algunos son enormes. Pero
otros son pequeños y apenas se atisban-.

Absorto en el camino, viví aquel presente disfrutando de la belleza que


penetraba a raudales por mis ojos y del profundo sonido y olor a mar que
impregnaban el ambiente. El Sol refulgente, el cielo abierto en canal de luz, el
azul oscuro, casi añil, de un océano que simulaba ser infinito, las altas olas que
parecían nacer por arte de magia en la lejanía del horizonte, el bailar de cientos
de gaviones (gaviotas de la especie Larus Marinus, me informó Merlín)
planeando su vasta envergadura sobre nuestras cabezas, la hermosa vegetación
de mimosas que se deslizaba por los barrancos, pequeños tejones (aquí los
llaman tasugos) que a veces mostraban entre las plantas sus prominentes
hocicos,… . Todo era un pletórico regalo de la Naturaleza que, siendo la vida
misma, cantaba con energía a la vida.

Casi sin darnos cuenta, llegamos al Templo de la Roca, donde Merlín


propuso que descansáramos un rato y aprovecháramos para tomar un
tentempié. Nos sentamos en el amurallamiento que hace de linde del recinto
por el lado en el que se asoma en altura al mar. El Gran Mago depositó con

31
cuidado en el suelo el zurrón que traía consigo y extrajo de él dos pequeñas
garrafas de barro, como de un litro de capacidad cada una:

-Es la mejor cerveza que beberás en tu vida-, me indicó a la par que me ofrecía
una de las garrafas. –Me ensañaron a fabricarla hace varios siglos unos monjes
germanos. Como los antiguos babilonios y otras culturas arcaicas, estos clérigos
consideraban a la cerveza una bebida sagrada. Está hecha con mucho lúpulo, lo
que no sólo le da sabor y consistencia, sino que, además, contribuye a la
longevidad. Aunque esto, a mí, no me hace falta, ja, ja, ja…-

Como siempre, su risa era franca y estridente; y la cerveza estaba


espléndida. Con su sabor en la boca y su influjo en la mente, creí llegado el
momento de abordar a Merlín con las diatribas que pululaban en mi interior.
Antes mis preguntas, él fue directo al grano:

-Empezando por los nefilim o anunnaki, estos, efectivamente, llegaron a la


Tierra desde Nibiru, pero sus ancestros remotos procedían de Orión, lo que
explica que algunos pueblos antiguos los denominaran también Uros. En
cuanto a la manipulación genética que llevaron a cabo sobre primates
hominoideos, es crucial que sepas que fue contemplada con suma atención por
otras civilizaciones extraterrestres con una evolución espiritual muy por encima
de la de ellos y una visión de la ciencia fundamentada en esa misma
espiritualidad, por lo que su tecnología era, lo es también ahora, de perfil
interdimensional, exponencialmente superior a la derivada de cualquier clase
de avance “técnico”. Específicamente, el experimento de los nefilim fue
observado muy de cerca por seres de Sirio, la quinta estrella más cercana a
nuestro sistema solar, aunque realmente es una estrella binaria, Sirio A y Sirio
B. Se trató, en concreto, de seres a los que los Anales que custodiamos en
Ávalon dan el nombre genérico de Hab, provenientes del tercer planeta de los
que giran en torno a Sirio B. Y su interés no fue fruto de la curiosidad, sino que
obedeció a una razón de indudable calado-.

Merlín se calló de improviso. Bebió un largo trago de cerveza, se mesó con


parsimonia su barba nevada por el tiempo y fijo la mirada en el océano. Tuve la
seguridad de que esperaba que yo continuará su línea argumental. Pero era la
primera vez que tenía acceso a los conocimientos que me estaba transmitiendo.
O, al menos, eso creía. Así que me mantuve en silencio hasta que volvió a tomar
la iniciativa haciéndome una pregunta que me desconcertó:

-En tu memoria interior y trascendente, Emilio, ¿no atesoras alguna


reminiscencia de tales avatares?-.

-¿Reminiscencia?. No sé a que te refieres-, le respondí con voz queda.

-Bueno. Todo llegará-, dijo en un tono que interpreté entre lo burlón y lo


intrigante.

32
Y otra vez silencio. Ante lo que, nuevamente, opté por no pronunciar
palabra. La verdad es que me sentía confuso y hasta algo incómodo. Por fin,
Merlín retomó su exposición:

-Nuestro sistema solar, Oort u Ors, no se halla estático en la Vía Láctea, sino que
viaja por ella, moviéndose elípticamente con relación al Centro Galáctico. Y este
viaje cósmico no lo hace en solitario, sino en compañía de un pequeño grupo de
sistemas solares, Sirio entre ellos, con los que conforma un “paquete” o
“cluster” sistémico, cual viajeros dentro de un automóvil o un tren. Todos
juntos y en sintonía, como buenos hermanos, orbitan con respecto al Centro
Galáctico siguiendo idéntica ruta-.

-Sí, esto sí lo sabía-.

-Ya, pero lo más importante no son las repercusiones físicas o astrofísicas de tal
hecho, sino sus impactos energéticos y espirituales, pues todas las formas de
vida que bullen en ese “cluster”, la infinidad de modalidades de existencia que
conviven en los sistemas, astros, soles, planetas y satélites que lo configuran,
guardan una íntima relación, una estrechísima interacción de carácter
consciencial-.

-¿Consciencial?-, le inquirí para animarle a que ahondara en sus argumentos.

-Mira, los seres humanos han comenzado a entender que hay una interrelación
entre cada miembro de una especie animal cualquiera y la totalidad de sus
componentes. La teoría de los llamados campos mórficos y morfogenéticos lo
ilustra muy bien. En otra ocasión podemos departir sobre ella. Ahora lo que te
quiero subrayar es que, igualmente, existe una interacción constante y
permanente entre cada persona y los demás seres humanos que configuran la
Humanidad. Es más, del mismo modo, también hay una estrecha interconexión
entre la Humanidad y la Madre Tierra. Y tal interrelación se extiende desde la
Tierra a la globalidad de Oort y al referido cluster de sistemas solares. Todo está
espectacularmente interconectado, como una gigantesca red de influencias e
interdependencias mutuas-.

-Y, por lo que antes apuntaste, no es una interacción meramente biológica y


material, sino mucho más profunda, de tipo consciencial, como tú la has
denominado-.

-¡Exacto!. En particular, el citado cluster de sistemas solares y todos los astros y


modalidades de vida que lo pueblan formamos una inmensa y holística red
consciencial. Como tal, viajamos de la mano por la Vía Láctea. Y lo que sea de
los unos, repercute en los otros, pues en el Universo rigen dos reglas
cosmogónicas bien conocidas por los seres de mayor avance espiritual: todo es
suma de partes y forma parte de una suma superior, aunque cada parte es a su

33
vez el Todo; y los saltos evolutivos conscienciales, de una dimensión de
existencia a otra, no son individuales, sino grupales, requiriéndose que en el
grupo o suma en cuestión se configure una masa crítica mínima de consciencia
para que el salto sea factible. En nuestro caso, el grupo no es la Humanidad, ni
Gaia, ni siquiera Oort, sino el colosal hervidero de vida que constituye el cluster
de sistemas solares del que venimos hablando-.

-¿Por esto los seres de Sirio estuvieron muy atentos al experimento genético de
los anunnaki?-.

-¡Imagínate!. Por intereses puramente materiales, los nefilim estaban


propiciando el surgimiento en la Tierra de una nueva especie que, por sus
capacidades físicas e inteligencia, podía ser muy beneficiosa para la evolución
consciencial del planeta, de Oort y, por ende, del paquete de sistemas en el que
el propio Sirio se integra. La protohistoria de Gaia y Oort, que se hunde hace
miles de millones de años, está cargada de incidentes y anomalías que habían
impedido un discurrir consciencial equiparable al acontecido en Sirio y otros
sistemas del cluster. Ante ello, los sirianos contemplaron el experimento
anunnaki como la oportunidad de hacer algo al respecto. Ellos nunca hubieran
interferido en la evolución del planeta mediante manipulaciones genéticas de
sus habitantes. Es algo que choca frontalmente con su percepción espiritual de
las cosas. Pero, por lo mismo, tampoco podían evitar las actuaciones de los
nefilim. Así que, dada la situación, decidieron fomentar el grado de consciencia
de los homínidos creados por los anunnaki-.

El Gran Mago derrochaba entusiasmo en cada una de sus palabras y, si


bien gesticulaba parsimoniosamente, denotaba alegría y jovialidad. Por mi
parte, sentía cada vez más claramente una extraña sensación que me bullía
profundamente, difícil de conceptualizar con palabras. Me dije a mí mismo que
era como si empezara a despertar de una larga, muy larga amnesia. Me distraje
unos instantes en mi interior, pues quería descifrar esa peculiar sensación.
Cuando volví del ensimismamiento, me encontré a Merlín muy cerca y
mirándome directamente a los ojos, casi introduciéndose por ellos para saber lo
que me ocurría por dentro. Sonrío levemente. Lo mismo hice yo y retomé la
conversación con una pregunta cuya respuesta intuía no me era en absoluto
ajena:

-¿Cómo se las arreglaron los seres de Sirio para impulsar consciencialmente a


los recién creados homínidos?-.

-De una manera no demasiado complicada para ellos, pero casi incomprensible
desde la mentalidad humana actual. Llegó a la Tierra una primera comitiva
procedente, como te señalé antes, del tercer planeta de Sirio B. Nuestros Anales
precisan que la componían 32 seres, repartidos por igual entre machos y
hembras y que componían una familia según los usos del planeta en cuestión.
Su altura física era semejante a la de los anunnaki, pero con una biología mucho

34
más sutil, menos densa, en concordancia con su mayor evolución consciencial.
Y, sencillamente, transfirieron sus almas a cuerpos de homínidos: utilizando al
máximo su gran dimensión espiritual y los saberes a ello debido, almas antes
encarnadas en sirianos pasaron a estarlo en homínidos, y viceversa. Así, en
miembros de la nueva especie humana se establecieron almas “viejas”, de alto
nivel vibratorio y consciencial, que ayudarían a sus congéneres, los seres
humanos, a avanzar en el plano espiritual-.

-Y esto ocurrió en el año 198.295 a.c.-, le apostillé rememorando la velada con


Nimue.

-Sí. En el presente continuo en el que lo eterno se desenvuelve, ese fue el


momento en el que almas que habían estado encarnadas en habitantes de Sirio,
auténticos seres de luz, se encarnaron por vez primera en humanos. Los
anunnaki ni sabían de qué iba la cosa. Pero almas de una elevada gradación
vibracional y espiritual se encarnaron en cuerpos muy toscos, los homínidos,
con la finalidad de que la nueva especie estuviera en condiciones, con el paso
de los milenios, de aportar fuerza consciencial al planeta, contribuyendo a la
configuración de la citada masa crítica en el cluster de sistemas solares al que el
propio Sirio pertenece-.

-Es muy bello, Merlín, pero resulta increíble. Ninguno de mis “paisanos” me
creerá cuando se lo cuente-, le expresé en tono de humor, pero con sinceridad.

-Pues a lo mejor te llevas una sorpresa, pues son muchos los seres humanos
actuales cuyas almas estuvieron antes encarnadas en Sirio. De hecho, a aquellos
32 le siguieron otros 64, que hicieron lo mismo. Y a partir de ahí, las almas antes
encarnadas en seres de Sirio, y ahora en homínidos, se fueron incrementando
exponencialmente cada dos mil años aproximadamente: 128, 256, 512, 1024,
2048,… Si coges la calculadora y efectúas las operaciones, constatarás que de esa
manera se pueden transferir 250 millones de almas en menos de 50.000 años. Y
no fueron necesarias en tal número, pues el crecimiento demográfico de los
homínidos fue mucho más lento. Sólo contemporáneamente, 200.000 años
después de aquellos sucesos, la población mundial ha aumentado
exponencialmente en menos de dos siglos: 1.000 millones de personas en 1850;
2.000 millones en 1925; 4.000 millones, en 1965; y 8.000 millones que se prevén
para el año 2035. Son tantas las almas, querido Emilio, que anhelan encarnarse
en el ahora de este planeta…-.

-Esto me recuerda algo que leí en un libro de Carl Sagan-, lo interrumpí. –Este
divulgador científico elaboró la llamada Escala Sagan. En ella se describe la
existencia en el Cosmos de varios niveles de inteligencia: Nivel 0,
correspondiente a la humanidad de hoy; Nivel 1, con más desarrollo técnico;
Nivel 2, seres con mucho mayor progreso tecnológico, pero que han perdido
facultades emotivas, sentimientos y capacidad de amor; Nivel 3, modalidades
de existencia que han logrado un desarrollo espiritual y esto le ha abierto las

35
puertas a adelantos inalcanzables desde el punto de vista de la dinámica
tecnológica y material; y Nivel de Inteligencia Interdimensional, cuyas
características vibracionales y espirituales escapan de la comprensión humana.
En este escala, Merlín, ¿dónde están los sirianos y dónde los humanos?-.

-Ellos, en el N3. Vosotros, en el N0-, respondió tajantemente.

-O sea, que almas de alto rango vibratorio y trascendente encarnadas en seres


de nivel 3 pasaron a estarlo en seres situados biológicamente en el nivel 0. Y ello
con la finalidad de que la nueva Humanidad, surgida de la manipulación
genética de los nefilim, gozara de un desarrollo espiritual capaz de aportar
energía consciencial a la Tierra, a Ors y al cluster de sistemas solares,
contribuyendo a que éste alcance la reiterada masa crítica que permita el salto
interdimensional del cluster en su conjunto-.

-¡No lo podrías haber sintetizado mejor!. Aunque debo completarlo con otro
dato: las almas antes encarnadas en seres Nivel 3 y ahora en Nivel 0 no sólo
apoyan la evolución de la Humanidad y Gaia en los términos que tú has
sintetizado, sino que, igualmente, viven de ese modo una experiencia que,
volviendo a la Escala Sagan, les prepara para saltar al Nivel de Inteligencia
Interdimensional. Expresado coloquialmente: el alma de elevada evolución
espiritual que, al encarnarse en ser humano y, a pesar de la densidad de la
existencia en la Tierra y la enorme carga de dualismos que la caracterizan, es
capaz de actuar en este mundo desplegando Amor Incondicional, está
mostrando su capacidad para pasar a encarnarse en modalidades existenciales
de Inteligencia Interdimensional. Es una especie de “examen final” que el alma
se pone a sí misma: habiendo evolucionado vibracional y espiritualmente hasta
llegar a encarnarse en modalidad de existencia N3, pasa a una forma de vida
N0 para comprobar que, incluso en esas condiciones “adversas”, es capaz de
hacer valer sus más elevados atributos y potestades, encuadrables en el
concepto de Amor Incondicional, y de trabajar no “para ella”, sino de manera
creadora al servicio de la consciencia del planeta y la suma en la que se integra-.

-Pero, Merlín, si esto es así y tantas almas muy evolucionadas subyacen en seres
humanos, ¿cómo se explica que la Humanidad sea tan materialista y nuestro
mundo esté tan lleno de dolor e injusticias y tan falto de Amor-.

-Me encanta tu perspicacia. Y te podría dar cuantiosos detalles al respecto que


tienen mucho que ver con lo que ha acontecido en la Tierra y a la Humanidad
en los últimos 150.000 años. Pero, para no apartarnos del hilo de nuestra
conversación, te lo resumo con una única expresión: el Gran Olvido-.

A Merlín no le pasó inadvertida mi cara de pasmo. Quizá por ello siguió


hablando con voz aún más sosegada que la que venía usando:

36
-Un Gran Olvido provocado por la densidad del mundo tridimensional y la
fuerza de arrastre de las oposiciones y dicotomías (bueno y malo, alto y bajo,
superior e inferior, positivo y negativo,…) que en él campan a sus anchas. Bajo
su influjo, almas tan avanzadas se han enredado en las experiencias de
dualidad y extraviado la noción de Unidad de cuanto existe; se han identificado
con una realidad puramente virtual, ilusoria, fragmentada, perecedera y
efímera; y han quedado engatusadas con los anhelos y apegos materiales, tanto
los que proporcionan placeres como los que originan sufrimientos, que más
atan los segundos que los primeros. El libre albedrío preside la Creación. Y
haciendo uso de él, han olvidado su auténtica Esencia y el verdadero propósito
de su encarnación en la Tierra: desplegar el Amor Incondicional en un escenario
hostil, Amor contra Resistencia, como modo de aportar consciencia al planeta y,
a la par, autoprobarse que están en condiciones de saltar al Nivel de
Inteligencia Interdimensional. Han perdido la consciencia de su naturaleza
divina, eterna y omnipotente; y se hunden en los miedos y en el desconcierto
cuando ésta aflora mediante intuiciones, sensaciones e inspiraciones-.

No sabía que decir, ni me apetecía decir nada. Necesitaba silencio para


asimilar tanta información. Además, las garrafas estaban vacías y el mediodía
ya había sido sobrepasado. Era momento de retornar al Castillo de las Reina de
las Tempestades. Nos pusimos de pie dispuestos a volver sobre nuestros pasos.
No obstante, Merlín me pidió que meditáramos, aunque fuera poco tiempo, en
del Templo de la Roca. Dentro de sus paredes estuvimos un buen rato. Al
concluir y antes de salir del recinto, el Gran Mago me dijo:

-¿Sientes la energía que emana de este lugar?.

-Sí, con fuerza-, le contesté de inmediato, pues ciertamente la había notado


durante la meditación.

-Junto al Gran Olvido, que es un fenómeno mayoritario, siempre ha habido


también almas despiertas. Y hace mucho tiempo que actúan para que el
despertar sea masivo. La construcción de sitios como este obedece a tal objetivo
de mantener vivos determinados saberes y energías. Y otras muchas cosas se
han hecho con idéntica meta. Gracias a esto, en el presente hay un número
significativo de seres humanos, esparcidos por Gaia, que han superado el Gran
Olvido. Y, aunque algunos ni siquiera se den cuenta, están uniendo sus fuerzas
en forma de red consciencial para que la Humanidad y el planeta entero
puedan aprovechar la oportunidad que el momento actual representa-.

-¿A qué te refieres?-, le interrogué intrigado.

-Tiene que ver con el tránsito del cluster de sistemas solares por la Vía Láctea y
con la aplicación analógica del célebre principio hermético de cómo es arriba es
abajo, y viceversa. Piensa en el cuerpo humano y proyecta su funcionamiento a
escala galáctica. Y, así como la sangre en su circulación atraviesa los pulmones,

37
que la oxigenan y la limpian, ese paquete de sistemas solares pasa,
periódicamente, muy cerca del Centro Galáctico, rozándolo, y recibe de éste
una colosal fuerza energética regeneradora de espectro electromagnético y
vibracional. A su vez, los soles que se integran en el cluster distribuyen esta
fuerza entre los planetas que giran en sus respectivos sistemas. Y, por fin, cada
planeta impregna con la misma energía vibracional y frecuencial a los seres que
lo habitan.

-¿Cómo funciona esto exactamente en el caso de la Tierra y los seres humanos?.

-Muy sencillo. La Tierra acumula principalmente esa fuerza en la ionosfera. Y


los humanos la recibís por medio de la glándula pineal, que es una auténtica
antena de radiofrecuencia, lo que, en función de vuestro grado consciencial y
mayor o menor estado consciente, activa componentes durmientes de vuestro
ADN, concretamente de ese 97% del mismo que algunos genetistas tildan de
“chatarra” y que, en verdad, es un ADN sutil e inefable, depositario de
capacidades y facultades impensables para la Humanidad actual-.

El Gran Mago hizo una pausa y me escrutó con la mirada para percibir el
impacto que lo que acaba de enunciar había tenido en mí. Me limité a gesticular
para que no interrumpiera su exposición:

-Por tanto, Emilio, cada paso del cluster de sistemas solares por el Centro
Galáctico representa una bella y espléndida ocasión de salto consciencial para el
conjunto de mundos y modalidades de existencia que lo pueblan. Pero como
existe una interacción entre todas, su mejor rentabilización energética acontece
cuando la totalidad del cluster ha alcanzado una determinada masa crítica
consciencial. De ahí la significación que para los sirianos ostenta lo que ocurre
en la Tierra, y viceversa.

-Pero mientras que nosotros no somos conscientes de algo tan espectacular y


maravilloso, ellos sí lo son-, apostillé.

-Y, en estos momentos, el cluster de sistemas se está acercando a enorme


velocidad al Centro Galáctico. Es algo que ocurre cada 13.000 años. Ahora
vuelve a repetirse. Y numerosos seres de muchas modalidades de existencia se
han movilizado para que la Tierra y Oort aprovechen esta oportunidad. Ha sido
un trabajo concienzudo y meticuloso, de carácter energético, que ya está
concluido. Sólo queda esperar los resultados, que dependerán, en última
instancia de lo que hagan los propios habitantes de Gaia, en general, y la
Humanidad, en particular-.

-¿Me estás diciendo, Merlín, que tanto la Humanidad como el planeta que nos
acoge nos acercamos a una especie de hito histórico, a una gran oportunidad de
cambio-.

38
-No es ya futuro, sino presente, Emilio. Son tiempos extraordinarios, cargados
de posibilidades para comprender y descubrir las verdades eternas que cada
uno guarda en su interior y actuar en consonancia con ellas. Y el Universo es el
cómplice de los seres humanos para que superen el Gran Olvido, para que
despierten las consciencias y para que los corazones se abran hacia una
transformación evolutiva superior. Para conseguirlo, la traba mas notable no es
la ignorancia, sino el miedo y el falaz sentimiento de culpa. El Poder de
Decisión y el Maestro están en cada ser humano. No hay que tener miedo a
equivocarte. El miedo frena, inhibe y te ata a lo ya conocido, aunque no te
guste. El miedo y el sentimiento de culpa cierran los ojos a un presente
espléndido, donde tú y todos… juntos, seremos los hacedores del Milagro-.

Las palabras del Gran Mago agitaban mi interior y humedecían mis ojos.
Allí, en el Templo de la Roca, lo había entendido todo, todo había encajado. Se
puso exactamente frente a mí, con sus ojos a la altura de los míos, y su voz
retumbo con potencia en mis oídos y en mi interior:

-Tienes que reinventarte. Es necesario y puedes hacerlo. Es un momento único


para conseguirlo. Debemos ascender sobre la opaca densidad que ha cubierto al
planeta. Acepta la Luz que está llegando, vívela, deja que te inunde y que
conecte con tu chispa divina. Gaia ascenderá, y nosotros con ella, elevando su
nivel de vibración de la tercera a la cuarta y, muy rápidamente, a la quinta
dimensión. Y tú eres un receptor adecuado para sintonizar con su nueva
frecuencia. Abre tu corazón hacia esta nueva realidad y, simplemente, sé lo que
eres. Es el momento de Ser-.

Me abracé con fuerza a Merlín y noté como él se volcaba, igualmente, en


mí. Enlace mi brazo izquierdo con el derecho suyo. Y así hicimos el trayecto de
retorno al castillo. Sin conversación, sin palabras. Ya no eran precisas. Sentí
como los brazos no sólo unían nuestros cuerpos, sino nuestras almas sirianas.

39
Fanum

Tras la excursión con Merlín relatada en la Crónica precedente, los


Dywrnad se sucedieron velozmente. Puse en común con Nimue todo lo que
aconteció durante la misma. Y en varias ocasiones noté como el Gran Mago,
aprovechando algún encuentro casual o nuestras citas habituales a las horas de
las comidas, que solemos compartir en compañía de la Reina de las
Tempestades, me escrutaba con discreción, queriendo atisbar cómo había
asimilado aquellas vivencias al borde de los acantilados. Sin embargo, ni me
preguntaba ni hablaba al respecto. Yo tampoco, pues andaba atando cabos
conmigo mismo.

Por fin, el asunto surgió durante una de las charlas que mantenemos con
ocasión de los desayunos. El que disfruto cada mañana es sencillo: una taza
mediana de café con poca leche y un par de tostadas del exquisito pan de
pueblo que se amasa en Ávalon, bien regadas con abundante aceite –aunque no
hay muchos olivos, el que aquí se produce es de gran calidad- y algo de azúcar.
Merlín, por su parte, se prepara personalmente una especie de huevos con
migas de maíz: bate dos huevos en un tazón, añadiéndoles algo de sal; en
paralelo, en una sartén con poco aceite, sofríe dos tortitas de maíz en trocitos,
sin dejar que se doren, y media cebolla picada fina; finalmente, incorpora los
huevos batidos a la sartén y revuelve todo hasta cuajarse. Y la Reina de las
Tempestades, en el arranque de cada jornada sólo ingiere líquidos: primero, un
jarrito de barro lleno de café con canela, que elabora calentando una olla con
agua y agregando, cuando está hirviendo, café soluble y dos palitos de canela
en rama; y, después, un vaso grande de zumo de naranja en el que ha licuado
dos trazos de papaya. En pleno disfrute de este sustento matinal, Merlín fue
directo al grano:

-Hasta hora no he creído oportuno sacar a colación la conversación que hilamos


en nuestro paseo al Templo de la Roca. He supuesto que necesitarías tiempo
para reposar tanto sus contenidos como la experiencia de meditación que
disfrutaste en tan magnífico recinto energético-, dijo en un determinado
momento sin que nada de lo que los tres veníamos hablando le ofreciera pie
para ello y, lo que aún me sorprendió más, dando por hecho que nuestra
anfitriona no era ajena al asunto. –No obstante-, continuó, -ya han transcurrido
un puñado de Dywrnad y, en la confianza que tenemos, me gustaría saber
como lo has interiorizado y cuáles son tus actuales sensaciones-. Y adivinando
lo que podía ser una actitud de reserva por mi parte al no estar solos, se
apresuró a añadir: -En cuanto a la reina de las Tempestades, está al tanto de
todo. Y no porque se lo haya contado, sino porque, de manera innata y
espontánea, nada escapa a sus facultades telepáticas, psíquicas, intuitivas e
inspirativas-. Ante lo que ella se limitó a mirarme con afecto, a la par que
desplegaba una suave sonrisa en la que leí que también estaba interesada en
mis reflexiones al respecto.

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-No tengo inconveniente alguno en contaros detalles-, respondí con sinceridad,
-pero se pueden resumir en una sencilla frase: ¡todo encaja!. Os confieso que
sentí un cierto desconcierto inicial, cargado de emociones contradictorias, pero
pronto le siguió el hondo sentimiento de que lo que afloró aquella mañana era
ya para mi perfectamente conocido, aunque se mantenía escondido en una
dimensión de mi ser más profundo que el plano racional-.

Bebí unos sorbos de café con leche y guardé unos instantes de reflexión
antes de continuar:

-Gracias a ello, ahora entiendo cosas que antes me aparecían veladas; y me


explico hechos y circunstancias de mi presente vida física que siempre presentí
que echaban sus raíces en otro tiempo y lugar. Y he logrado sistematizar
determinadas meditaciones y percepciones que se venían acumulando en mi
interior de manera inconexa, con lo que se han transformado en diáfanas y
transparentes, llenando de luz lo que antes permanecía en nebulosa-.

Las palabras salían de mi boca a borbotones, sin titubeos y sin ningún


pensamiento previo que marcara su hilo conductor, como un acuífero que de
golpe hubiera roto la superficie de la tierra y fluyera cual manantial. Observé a
la Reina de las Tempestades y a Merlín. Era obvio que mis comentarios les
habían llenado de satisfacción. Y fue el Gran Mago quien tomó la iniciativa:

-No dudaba de que así sería, pero no tenía claro el tiempo que tardarían en
germinar el sentimiento y el convencimiento íntimo que acabas de compartir
con nosotros. Me alegro de que el proceso haya sido rápido y nada traumático.
Y, por esto, te pido dos cosas-.

-Dime Merlín-, le expresé en un tono que manifestaba mi absoluta disposición a


dar cumplimiento a sus deseos.

-Primero, que rindas el homenaje que se merece al punto energético en el que


estalló tu interior.-

-Te refieres al Templo de la Roca…-.

-Su origen remoto radica en un arcaico enclave dedicado a Astarté, apelativo


griego coincidente con la Ashtart fenicia, la Inanna sumeria, la Ishtar acadia y
un amplio etcétera. Más allá del nombre otorgado en cada época, se trata de
una deidad femenina que simboliza el culto a la Vida y a la Madre Naturaleza y
que todas las culturas han asociado invariablemente al planeta Venus. Por ello,
en tiempos antiguos, al Templo de la Roca se le denominó Luciferi Fanum-.

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-¿Qué significa?-, pregunté con los ojos puestos en Merlín, que se disponía a
apurar los huevos con migas de maíz, aunque fue la Reina de las Tempestades,
que ya había dado buena cuenta del café con canela, quien cogió el testigo:

-En latín, “lucifer -era –erum” puede ser traducido como “luminoso” o
“brillante”; y “lucifer –eri” como “estrella matutina”, “lucero” o, más
exactamente, el planeta Venus. Y “fanum, i” remite a un “lugar sagrado” o
“Santuario de la Divinidad”. En tu idioma, aunque poco utilizado, pervive el
término “fano”, sinónimo de templo. Por tanto, la interpretación más correcta
de Luciferi Fanum es Santuario de Venus; y de Fanum, sin otros aditivos,
Santuario de la Divinidad-.

-Pues fijaros-, moví la cabeza alternativamente en dirección a ambos, -mientras


os escuchaba he recordado que el geógrafo e historiador griego Estrabón cita en
su obra Geografía el topónimo Luciferi Fanum cual apelativo de un lugar
ubicado en la provincia Bética romana, la Andalucía de hoy. Puede tratarse de
la actual Sanlúcar de Barrameda, ciudad gaditana próxima a donde resido, que
como Luciferi Fanum fue nombrada en alguna bula papal y que tal lema exhibe
en su escudo. En su término municipal se descubrió, en unas excavaciones
arqueológicas realizadas hace varias décadas, las ruinas de un arcaico templo
dedicado precisamente a Astarté-.

-Curioso,…-, ahora fue Merlín quien terció en la plática. -Quizá se trató de una
denominación común hace dos milenios. Por ejemplo, también el genial
arquitecto e ingeniero romano Marco Vitruvio, que vivió en el siglo I a.c. y es
famoso por el célebre Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci, describió en su
libro De Architectura la Basílica de Fanum, asegurando que la construyó en la
colonia Julia Fanestris. Distintos expertos la han relacionado con la basílica de
Ordona, en Italia, cuyas medidas, aunque se halla prácticamente destruida,
coinciden con las descritas por el arquitecto latino-.

-Pero bueno, Merlín-, le interrumpí en tono amable temiendo que tantas


divagaciones terminarán por alejarnos del norte de la conversación, -¿qué
deseas exactamente que haga para dar al Templo de la Roca el homenaje que
mencionabas?-.

-Muy sencillo: que el día que abandones Ávalon y regreses a tu hogar, crees allí
algún tipo de entidad, asociación o figura similar a la que llames “Fanum” y
que, como “Santuario de la Divinidad”, centre su actividad en promover y
difundir los saberes que adquieras en la Isla de Cristal y poner un grano de
arena en la expansión consciencial de tus congéneres.-

Sentí como, si de pronto, el Gran Mago hubiera echado sobre mis espaldas
una pesada carga. Pero también que no podía replicar con una negativa:

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-La propuesta me pilla totalmente de improviso y no tengo ni idea de cómo
podré plasmarla en la realidad, pero basta que tú me lo solicites para que me
comprometa a llevarla a cabo en cuanto retorne a mi tierra. La Providencia me
ayudará-.

-Muchas gracias, Emilio. Seguro que lo harás muy bien-, concluyó Merlín, a la
par que se levantaba de la mesa dando por finiquitado el desayuno y con
evidente intención de cerrar nuestra charla.

-Pero…-, reclamé su atención antes de que saliera de la pequeña sala anexa a la


cocina donde acostumbrábamos a compartir la primera ingesta del día, -… me
hablaste de dos peticiones y sólo has formulado una-.

-Tienes razón. La segunda te la planteará nuestra querida anfitriona-, exclamó


en voz alta mientras se alejaba de nosotros-.

Sin permitir la más leve pausa, la Reina de las Tempestades acercó su silla
a la mía asiendo su parte superior con la mano derecha, mientras con la
izquierda sostenía el vaso, aún medio lleno, de zumo de naranja con papaya, y
prosiguió como si tal cosa la conversación.

-Es algo más simple e inmediato que lo de “Fanum”. Y está motivado por el
cariño que has sabido granjearte entre todos los que conformamos la pequeña
comunidad de Ávalon-.

-El que yo siento por vosotros no es menor…-.

-Aunque lo hayas asimilado adecuadamente, lo que descubriste junto a Merlín


en la ruta de los acantilados forzosamente ha tenido que romper muchos de tus
esquemas vitales, externos e internos. Ya en sí, la reencarnación de las almas
resulta un dislate en la visión de numerosas personas. Y tildarían de auténtica
locura la hipótesis de que haya algunas que, previamente a su encarnación en el
plano humano, lo estuvieran en seres de Sirio que, hace 200.000 años,
“aterrizaron” en la Tierra en el marco de una misión dirigida a aportar energía
consciencial a la Humanidad y al planeta-.

-Sí, efectivamente. Yo sé, siento y experimento íntimamente que es la verdad,


pero reconozco la imposibilidad de su aceptación para la mayoría de las
personas-.

-Y tú mismo-, la Reina de las Tempestades hizo su entonación especialmente


incisiva, -corres el riesgo de dejarte arrastrar por esa verdad, en el sentido de
anclarte en tan singular pasado que ahora conoces, obsesionándote con él y
gastando muchas fuerzas en el intento de poner orden a lo acontecido desde
entonces y la cadena de vidas que te ha traído hasta ser hoy quien eres-.

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Lo que me advertía la Reina de las Tempestades no distaba demasiado de
algunos temores e inclinaciones que ya habían brotado en mí, por lo que dejé
que continuara con un leve gesto de asentimiento:

-Es algo que debes evitar, pues la vida no es el ayer, por intenso que haya sido,
por atractivo o enigmático que te parezca, sino el ahora. Todo lo que has sido,
está en ti y lo eres ahora, no tienes porque mirar hacía atrás. Es crucial que lo
tengas muy en cuenta. Y para apoyarte en ello, lo que te pido es que nos
acompañes al encuentro que próximamente mantendré con un nutrido grupo
de hadas jóvenes en el que procuraré ilustrarlas acerca de la importancia de
vivir el presente y no caer en las falacias derivadas de esas ilusiones mentales
que llamamos pasado y futuro. No quiero obligarte, ven con nosotras sólo si te
apetece, pero de verdad considero que te vendría muy bien-.

La Reina de las Tempestades me pareció un ser muy profundo cuando la


conocí. Desde entonces, de múltiples formas, me había venido confirmando tal
impresión. Sin embargo, es bastante callada, desde luego mucho menos abierta
que Nimue, Merlín o Morgana. Por ello, la posibilidad de acceder a algunos de
los saberes que atesora constituía un valor añadido a sumar al interés que el
tema a abordar, atendiendo a las circunstancias, ostentaba para mí. Debido a
todo lo cual, le contesté casi sin pensarlo:

-Dalo por hecho. Te agradezco la invitación y la acepto encantado-.

-Magnífico,… Eso sí, te pido que hasta la fecha del evento desempolves tus
conocimientos acerca del funcionamiento de la mente, pues es la base para
entender e interiorizar lo que en él desarrollaremos. ¿Qué sabes al respecto?-.

-Hace años leí bastante sobre la mente, su poder y su actividad. Como todo el
mundo, sé que se sitúa orgánicamente en el cerebro y que es un maravilloso
producto de la evolución de la vida orgánica en la Tierra. Constituye una
avanzadísima computadora biológica con unas prestaciones tan extensas,
diversas y especializadas que, como la ciencia reconoce, aún no han podido ser
suficientemente analizadas ni comprendidas. Para hacer factible esta amplia
gama de funcionalidades, el cerebro se estructura en dos hemisferios, izquierdo
y derecho, que se ocupan de cosas diferentes debido a una división del trabajo
resultado de la citada evolución. Están separados, uniéndose sólo por medio de
un cuerpo calloso compuesto por 300 millones de fibras-.

-Recuerdas cómo se articula exactamente esa división del trabajo-.

-En el hemisferio izquierdo radican las prestaciones fundamentales para el


adecuado discurrir de la esfera material de las personas y su quehacer cotidiano
en el mundo tridimensional al que el cuerpo físico pertenece. Este hemisferio
piensa lineal y metódicamente y se centra en el pasado y el futuro. Registra el
colosal collage de cuanto ocurre y acontece; analiza detalles y más detalles de

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los mismos detalles; clasifica y organiza toda esa información; la asocia con
todo lo que aprendimos en el pasado; y la proyecta hacia el futuro con sus
posibilidades y alternativas. Para ello, utiliza los datos facilitados por nuestros
sentidos, es decir, los que derivan de ver, palpar, oír, oler y degustar; procesa la
experiencia adquirida y los instintos básicos, como el de conservación, que cual
mamíferos poseemos; y, como herramienta de supervivencia en el medio
tridimensional, posibilita que cada uno se considere un ser individual y
fabrique mentalmente la noción de un yo y una personalidad. Es el ego con el
que, olvidando otras dimensiones de su ser, muchos humanos transitan por un
mundo hacia el que vuelcan sus deseos, apegos miedos y frustraciones, pero
que contemplan, a la par, como ajeno y hostil-.

-Y, en consonancia con ello, el hemisferio izquierdo piensa en clave de lenguaje-


afirmó taxativamente la Reina de las Tempestades.

-Se trata del diálogo interno que continuamente pone en conexión el yo con el
mundo exterior. Esto hace posible que nuestras ideas y sueños estén conectados
a una realidad compartida, evitando que se conviertan en delirios
(esquizofrenia, trastorno bipolar,...). También es la vocecilla que me indica “no
olvides pasarte por el supermercado y comprar esto y aquello para la comida de
mañana”; la inteligencia que me recuerda cuándo tengo que ir a una cita o
planchar la ropa. Y es la voz que me dice que existo como yo. Bajo su influjo,
me contemplo como una sola persona sólida, fragmentada del flujo de energía
que me rodea, separada del otro y de lo otro y con sentido de sus límites
corporales, dónde empiezan y dónde terminan, dejando de ser átomos y
moléculas que se mezclan con los de los objetos y cosas que me rodean-.

-¿Y qué me dices, Emilio, del hemisferio derecho?-.

-Pues que si bien es menos conocido, sólo en la actualidad algunas


investigaciones empiezan a mostrarlo, la mente proporciona igualmente
utilidades de excelencia al servicio de la dimensión no estrictamente física del
ser humano; esto es, para lo que en términos trascendentes se denomina
Espíritu, Ser o Yo verdadero. De ello se ocupa precisamente el hemisferio
derecho, que se centra en el aquí y ahora y mantiene abierto los conductos y
canales que permiten que el ser humano y su cuerpo interactúen con la unidad
material y no material a la que pertenece y en la que se integra. En este orden,
aporta funciones y mecanismos que se mueven en el campo de lo irracional,
intuitivo, inspirativo y sensitivo; vive plenamente el presente más allá del
tiempo y el espacio; y percibe y trata información que los sentidos físicos no
pueden aportar-.

-Y ahí el lenguaje pierde significación-, me apuntó.

-¡Y tanto!. No en balde, el hemisferio derecho piensa en imágenes. La


información le llega en forma de flujos de energía de manera simultánea desde

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todos nuestros sistemas sensoriales, hasta conformar el cuadro completo de la
apariencia del momento presente: cómo se ve, a qué huele, a qué sabe, qué se
siente y cómo suena el presente. Permite que nos contemplemos como seres de
energía, conectados a la de nuestro entorno y a la familia humana y al planeta,
que estamos aquí para hacer del mundo un lugar mejor. Y, con esta percepción,
nos vemos perfectos y hermosos-.

-Bien, bien,…-, la Reina de las Tempestades apuró su zumo. –Y recuerda que a


los hemisferios izquierdo y derecho se le suma la glándula pineal, que según
Descartes conecta el cuerpo con el alma. Está situada entre los tubérculos
craneales y con sus 5 milímetros es una espléndida antena de radiofrecuencia. Y
vía ganglio cervical, se une a la retina, con lo que convierte la información
lumínica en secreción hormonal. La conjugación de estas funciones la
convierten en el célebre “Tercer Ojo” del que nos hablan tantas tradiciones.
Todo lo cual conduce de nuevo la conclusión fundamental que tú antes
señalaste: la mente no sólo está al servicio de nuestra dimensión física, sino
también de la energética y espiritual. En el encuentro con las hadas explicaré
hasta que punto esto es así-.

-No me has dicho cuándo y dónde tendrá lugar…-.

-Dentro de cinco Dywrnad, tras el desayuno, en el Tor. Ya sabes, la edificación


que hay en la colina que colmata el Laberinto de las Diosa-.

-¡Allí estaré!-, le aseguré besándola en la mejilla y despidiéndome de ella.

-¡Estupendo!-, dijo devolviéndome el beso, tras lo que me guiñó su ojo


izquierdo y me apostilló: -Por cierto, varias hadas “mayores” colaborarán
conmigo para que la reunión sea lo más fructífera posible. Nimue será una de
ellas-.

El llamado Laberinto de la Diosa es una serpenteante y empinada senda


de kilómetro y medio, aproximadamente, que hunde sus raíces en un camino
iniciático diseñado por druidas y druidesas hace miles de años. Arriba se
localiza el Tor, una estilizada torre anclada en medio de una construcción de un
solo cuerpo, a medias entre fortín, palacete y monasterio medieval, que los
habitantes de Ávalon estiman ligado históricamente a la energía femenina y al
mundo de la Diosa-Madre. En la actualidad se usa como escuela-residencia de
hadas.

Según me contó Morgana al poco de mi llegada a la Isla de Cristal, el Tor


se ubica encima de una gran falla telúrica a la que denominan Línea del
Dragón. Arranca en la India, cerca del Himalaya y de ella recibe el Tor una
energía muy especial que lo ha convertido en el sitio predilecto para la
formación de hadas. La edificación está rodeada de un extenso bosque repleto
de árboles de origen celta, destacando los frondosos robles que jalonan el

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Laberinto de la Diosa. Los más emblemáticos reciben del nombre de Dog y
Madog, a los que se considera guardianes de la Torre del Tor.

Sobre el encuentro con las hadas jóvenes que disfrutaré en tan excepcional
lugar os informaré pormenorizadamente en la próxima Crónica.

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Vamos a contar mentiras

Me desperté de muy buen humor el Dywrnad del encuentro organizado


con las hadas jóvenes, que os anuncié en la anterior Crónica. Estaba alegre ante
la perspectiva de la jornada que tenía por delante, que presentía llena de
hermosas sorpresas. Al desayuno faltó la Reina de las Tempestades, que muy
temprano había marchado ya en dirección al lugar del evento para cerrar los
últimos detalles. Merlín me deseó que la experiencia fuera muy fructífera. Y,
nada más levantarme de la mesa, también yo me encaminé hacia el Tor, que no
está muy alejado de donde resido.

Tras recorrer el Laberinto de la Diosa, accedí a la edificación, entrando por


su puerta frontal. Al poco de atravesarla, fue Nimue quien me salió al paso:

-¡Hola, Emilio. Bienvenido a la Casa de las Hadas!-, me saludó con entusiasmo


y utilizando el sobrenombre con el que al Tor se le conoce en la Isla de Cristal.

-¡Buen Dywrnad, Nimue!-, le respondí para después unirme a ella en un beso


en el que volqué la felicidad que me inundaba.

Cogidos de la mano nos dirigimos al salón principal del recinto. La noche


anterior cenamos juntos, por lo que Nimue ya me había adelantado algunos
pormenores de la reunión, recalcándome que las hadas con las que me
encontraría ostentaban el calificativo de jóvenes no en razón de la edad, sino
porque era recientemente cuando habían experimentado la transformación en
tales, siendo aún noveles en el uso de sus poderes y dones. Por esto, además, no
habían perdido su condición esencial de seres humanos, por lo que las
enseñanzas que se les impartirían valen igualmente para cualquier persona. Las
encargadas de ello serían la Reina de las Tempestades, que actuaría cual
Maestra de Hadas, y la propia Nimue y sus íntimas amigas Elaine e Igraine, que
harían la labor de Maestras Auxiliares. Las convocadas superaban el medio
centenar y procedían de una gran variedad de puntos de Europa y Norte de
África. Desde luego, suponía un privilegio en toda regla participar como
invitado en una cita tan singular y plena de fuerza femenina. –No te inquietes.
Tienes tu lado femenino muy desarrollado. Recuerda que tu primera
encarnación humana fue en una mujer-, me animó Nimue durante la cena para
que diluyera cualquier tipo de recelo.

Cuando entramos, el salón estaba repleto, con todas las hadas ya


instaladas en cómodas sillas que configuraban un gran círculo multicolor, dada
la variedad y viveza cromática de sus atuendos. La Maestra de Hadas se hallaba
de pie en medio del mismo. Su indumentaria contrastaba con el resto, pues
vestía una austera veste de terciopelo negro, sin dibujo o distintivo alguno, que
le cubría desde el cuello hasta los tobillos, amén de los brazos. Me saludó
alzando y moviendo el derecho e indicándome con el izquierdo el sitio que

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debía ocupar, frente a ella y en lado opuesto al asignado a Nimue, que se sentó
a su espalda, junto a Elaine y Igraine. Tomé asiento un tanto ruborizado, pues,
por motivos obvios, era el centro de atención de todas las miradas. Y de uno de
mis bolsillos saqué una pequeña grabadora que puse en funcionamiento, ya que
la Reina de Tempestades me había autorizado a registrar lo que se allí se
hablara al objeto de facilitar su posterior transcripción en esta Crónica.

Tras unas breves palabras introductorias, la Maestra de Hadas entró en


materia. Su voz era calida y pausada:

-El potencial operativo de la mente es colosal, inmenso. Tanto que, como si de


un ordenador de última generación se tratara, su rendimiento no depende
estrictamente de ella, sino de la cualificación del usuario. Y si en los
ordenadores tal cualificación viene definida por los conocimientos y pericia del
operador, en el caso de la mente está en función del grado de consciencia de la
persona. Por lo que cabe afirmar que la mente está al servicio de la consciencia.
La manifestación de la Consciencia es el “Ser Consciente” que se atribuye a
Buda, o el “Yo Soy el que Soy” con el que Jehová responde a Moisés en el pasaje
bíblico del Libro del Éxodo. En el plano de los seres humanos, está relacionada
con la honda interiorización de lo que somos: una unidad energética y
vibracional, integrada a su vez en la Unidad de cuanto existe, en la que
confluyen de manera armoniosa y equilibrada una dimensión interior y
espiritual (alma y espíritu) y otra exterior y material (cuerpo). La consciencia
hace factible tal confluencia y plasma la adecuada conexión entre esas dos
dimensiones.
Con esta base, cuando el nivel consciencial es bajo, la conexión falla: la persona
está desconectada de su Ser profundo y carece de una dirección consciente.
Ante esta ausencia del Yo interior en el timón, la mente activa una especie de
piloto automático, valga el símil, que suple tal déficit. Se trata del ego, que
desarrolla un yo y una personalidad ante las necesidades de conservación y
actuación en el mundo tridimensional. Frente al Yo interior, creación divina y
de esencia divinal, es un yo no sólo pequeño, sino también falso, en el sentido
de que es una creación de la mente, un objeto mental. Pero no es menos cierto
que resulta imprescindible para la supervivencia y actividad del ser humano
ante la ausencia de un mando consciente.
En cambio, cuando la persona disfruta de consciencia, la conexión entre sus
componentes trascendente y material está operativa; y el Yo Verdadero asume
la dirección. El piloto automático, el ego, no es preciso, por lo que la mente lo
mantiene desactivado. Además, en vez de usar y canalizar su energía y
capacidad para el funcionamiento y desarrollo del ego, las pone al servicio del
Yo profundo-.

La Reina de las Tempestades interrumpió su disertación para beber un


poco de agua. Tras lo cual, se giró sobre si misma y se dirigió hacia una silla que
se había mantenido vacante entre Nimue y Elaine, exactamente frente a mí,

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quedando la primera a su derecha y la segunda a su izquierda, mientras Igraine
permanecía codo con codo con Nimue. Ya sentada, continuó su exposición:

-Por lo enunciado, es la cualificación consciencial del usuario lo que determina


el papel y el rendimiento de la mente, que está siempre a nuestra entera
disposición en su vasta capacidad funcional. No obstante, al igual que distintas
tradiciones y culturas religiosas se han empeñado a lo largo de la historia en
satanizar el cuerpo físico, el desconocimiento de lo que se acaba de explicar ha
provocado que otras dirijan sus fobias contra la mente, culpándola de la
existencia del ego y de la interminable sucesión de pensamientos que por ella
fluyen sin control. Pero cuerpo y mente son, como el espíritu o el alma,
creaciones divinas; nada “malo” hay en ellos. La mente, en particular, es un
prodigioso tesoro biológico-tecnológico a nuestro servicio, incluida nuestra
esfera espiritual. Y es un instrumento neutro, cuyo potencial resulta más o
menos rentabilizado dependiendo de la cualificación del operador, esto es, del
grado de consciencia de cada cual.
Eso sí, cuando tal grado es reducido, el funcionamiento del piloto automático
sumerge a la persona en un mundo de creaciones mentales. Al ego, una
creación mental, no se le puede pedir otra cosa, no da más de sí. Lo que provoca
que muchos seres humanos vivan en un mundo de ilusiones mentales
mayoritariamente marcado por la insatisfacción y la infelicidad. Pero es de
género estúpido responsabilizar a la mente de esto, cuando se limita a cumplir
con su obligación: activar un mecanismo supletorio por la carencia de dirección
consciente y ante necesidades primarias de conservación y actuación en la
tridimensionalidad.
La mente, pues, está libre de “culpa” y somos nosotros los que debemos mirar
hacia nuestro interior y elevar el grado de consciencia. Para lograrlo, un buen
procedimiento consiste en poner en evidencia las ficciones mentales en las que
las personas se introducen cuando el ego asume el mando y, a partir de ello,
escudriñar en nuestra dimensión profunda.
Bajo el control del piloto automático, la vida cotidiana de muchísimos seres
humanos discurre sumida en una serie de mentiras que afectan sensiblemente a
su sentido del yo, a la consciencia acerca de sí mismos y a la percepción sobre
cuestiones tan primigenias como lo que significa pensar o lo que es vivir el
presente. Entre tales mentiras, sobresalen la media docena que se enunciarán de
manera sintética a continuación. En ellas habéis creído hasta ahora. Y en ellas
viven encarceladas la mayoría de las personas. Elaine, Nimue e Igraine serán las
encargadas de contárnoslas.

Inmediatamente, Elaine se puso en pie y comenzó a hablar. Su pelo largo,


liso y negro, como sus ojos, armonizaba perfectamente con el ceñido vestido de
intenso azul turquesa que lucía, dejando al aire sus brazos, buena parte de la
espalda y las piernas por debajo de las rodillas. Su dicción desprendía una
cierta musicalidad, al remarcar cada pocas palabras la sílaba final de alguna de
ellas. No obstante, sabía captar el interés del auditorio:

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-Solemos creer que es natural tener una voz en la cabeza que habla sin parar.
Pero esto no es verdad; es la primera de las mentiras.
Cuando el ego está al mando, basta con que se reflexione o medite un momento
para constatar que los pensamientos acuden a la mente sin previo aviso, de
manera espontánea y sin autorización por nuestra parte, sin que intervenga
nuestra voluntad. Parecen obedecer al dictado de algo o alguien ajeno a
nosotros mismos, como si estuviéramos poseídos por una entidad extraña con
sus propios deseos y prioridades.
Nos cuesta un trabajo tremendo cortar este flujo permanente y descontrolado
de pensamientos. También resulta difícil concentrarse en uno concreto, pues
enseguida otros pugnan por entrar en escena. Y su autonomía llega al extremo
de que ni siquiera podemos evitar aquéllos que nos desagradan; por más que
nos fastidien, vuelven a aparecer cuando les viene en gana. Es más, los
pensamientos han logrado tal poder que aceptamos su dominio como lo más
normal del mundo. Cada uno de nosotros y la civilización y cultura vigentes, la
visión imperante, estima lógico que no podamos poner coto a su ritmo
incesante, centrarnos en uno específico o liberarnos de los que nos disgustan.
Pero es una gran mentira: no es un hecho consustancial tener en el interior de la
cabeza una especie de voz que habla sin parar y con autonomía y criterio
propios. Esto se produce cuando el referido piloto automático está encendido.
Si elevamos nuestro grado de consciencia, el piloto se desactiva y el Yo
verdadero toma la dirección, teniendo capacidad sobrada para controlar la
mente, ya sea para acallarla o para concentrarla en un tema o asunto concreto,
sin interferencias o injerencias de pensamientos no invitados. Cuando
aumentamos el nivel consciencial, los pensamientos están a nuestro servicio y
no nosotros al servicio de ellos-.

Elaine se calló y tomó asiento, dando el relevo a Nimue. Había elegido


para la ocasión un sencillo atuendo a modo de túnica de color rojo apagado que
le colgaba hasta los tobillos. El cabello trigueño y muy corto hacia juego con el
verde aceituna de sus iris y con el color de su indumentaria. Se le veía risueña y
hasta divertida. Sin importarle las miradas, me guiño descaradamente su ojo
derecho y arrancó la disertación:

-Nos identificamos con nuestros pensamientos. Pero esto es mentira, la segunda


del listado. Lo cierto es que nuestro Yo y nuestros pensamientos no son lo
mismo.
Nuestra rendición ante los pensamientos ha llegado al extremo de que
confundimos su voz con nosotros mismos. Nos identificamos con ellos,
permitimos que nos capten hasta el punto de unir a ellos nuestro sentido del yo
y tejemos lo que pomposamente denominamos personalidad sobre un crisol de
pensamientos que fluyen, refluyen, juzgan, prejuzgan, etiquetan y clasifican a
su entero antojo.
Es ciertamente sorprendente, pues es obvio que los pensamientos campan a sus
anchas. Pero, aún así, terminamos creyendo que nosotros somos nuestros
pensamientos, identificándonos con ellos. De este modo, los pensamientos

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fabrican en nosotros un falso ego: el reiterado piloto automático, totalmente
ficticio y de carácter puramente ilusorio, que afirmamos solemnemente como
nuestro yo.
Pues bien, ésta es otra gran mentira, la segunda del listado. La realidad es que
nuestro verdadero Yo nada tiene que ver con ese falso y pequeño yo, ni con
nuestros pensamientos. Tenemos un Yo profundo absolutamente ajeno a ese
ego y a los pensamientos; y para el que éstos no son sino instrumentos para la
acción en el mundo en el que vivimos-.

Nimue bajó ligeramente la cabeza, como agradeciendo la atención que le


habíamos prestado, y ocupó su silla. Enseguida, Igraine se levantó de la suya.
Había sabido encontrar el vestido con el tono anaranjado exacto que encajaba
con su caballera pelirroja y sus ojos azul esmeralda. Destacaba por su altura,
pero se movía con coordinación y gracia. Tomó la palabra con voz muy dulce.

-No es verdad que exista el pasado. La existencia del pasado es otra mentira, la
tercera.
Y es que el absurdo no termina en lo resaltado por Elaine y Nimue, sino que es
ahí donde empieza. Primero, porque no se trata de una voz en el interior de la
cabeza, sino de muchas voces que pugnan y discuten entre sí, pues tenemos
muchos pensamientos a menudo contradictorios y enfrentados. Y en segundo
lugar, porque los pensamientos están condicionados no por el presente, sino
por el pasado, por nuestras experiencias y recuerdos. Esto nos introduce en un
espectacular embrollo porque el pasado no existe ni existirá. Creer en la
existencia del pasado es la tercera gran mentira, asumida sin rechistar cuando
es escaso el grado de consciencia sobre quién se es y lo que es real.
El pasado existió cuando fue presente. Y las experiencias que en él vivimos las
llevamos incorporadas en el ahora. No es necesario recodarlo. La memoria del
pasado es algo que surge como forma mental en el momento presente. Además,
tal memoria ni siquiera es certera, pues muchos sucesos del pasado los
rememoramos desde la interpretación subjetiva de nuestra pequeña historia
personal -sufrimientos y goces, éxitos y fracasos.-. Y ésta suele estar marcada
por la insatisfacción, bien por no haber alcanzado lo deseado o porque,
habiéndolo conseguido, inmediatamente aspiramos a algo más, a algo nuevo
que haga nuestra vida más placentera, completa o genuina.
De este modo y aunque no nos percatemos del desatino, nuestra identidad,
personalidad y sentido del yo quedan a merced de unos pensamientos
contradictorios que responden a la interpretación subjetiva por parte del ego
insatisfecho de un pasado inexistente. Ante esto, no puede sorprendernos que
nuestro sentido del yo se halle estrechamente ligado a una sensación de
frustración o, al menos, de carencia de algo, de emociones o cosas. El piloto
automático, a falta de una dirección consciente, no da para más. Por lo que una
gran parte de las personas notan que sus vidas no están llenas, se sienten
incompletas. Cunde el desasosiego, configurado ya como santo y seña de la
sociedad actual-.

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Igraine concluyó su intervención con un gesto de cabeza semejante al de
Nimue. Tras lo cual, volvió a tocarle el turno a Elaine:

-Tampoco es verdad que exista el futuro. La existencia del futuro es la cuarta de


las grandes mentiras entre las que tanta gente pasa sus días.
Fijaos: ¿qué hacer ante el desasosiego que acaba de citar Igraine?. Pues como el
ayer no nos satisface, miramos hacia el mañana. Se trata de una huida hacia
adelante en toda regla. Sobre ella se construye otra falacia, la cuarta gran
mentira: el futuro.
Puenteando el presente, pasando por encima de él, proyectamos el pasado, con
sus frustraciones y carencias, hacia el futuro. Pero éste es sólo otra invención de
la mente. El futuro sólo es real cuando ya no es un objeto mental, es decir,
cuando deja de ser futuro y se transforma en el momento presente.
Sin embargo, al observar el mundo que nos rodea, es fácil constatar que el
futuro se ha convertido en una droga a la que se mantienen enganchadas
demasiadas personas, que se aferran al futuro cual tabla de salvación. Lo
consideran imprescindible para salir del agujero emocional en el que han caído,
para experimentar nuevos sentimientos y sensaciones, para poseer los objetos
que precisan o les ilusionan, para ser felices.
Desde luego, el futuro es útil para las cosas prácticas, pero más allá no tiene
ningún sentido. Está claro que cada cosa que hacemos requiere tiempo para
completarse; y que hay acciones que han de ejecutarse hoy con la mirada en el
mañana o que forman parte de una cadena de tareas que transcienden el ahora.
Pero en lo que corresponda hacer en este ahora, no son futuro, sino presente. Y
en éste me debo ocupar de lo que me tengo que ocupar, sean cuales sean sus
implicaciones o consecuencias en el tiempo. Son las ocupaciones del momento
presente, no las pre-ocupaciones por el mañana.
La realidad es que gastamos muchísima energía en las pre-ocupaciones,
mientras que ponemos escasa atención en llevar a cabo las ocupaciones de la
mejor manera posible. En lugar de diferenciar entre ocupaciones y pre-
ocupaciones y centrarnos exclusivamente en las primeras, nos metemos en una
cadena sin fin donde el pasado condiciona el futuro; y éste, cuando llega, se
añade al pasado y vuelve a condicionar el futuro. La droga del futuro nos tiene
desquiciados.
El futuro no existe, excepto en la mente, como un pensamiento. El pequeño yo,
el ego, está siempre esperando encontrarse a sí mismo en algo que hallará en el
momento próximo; anda siempre en camino hacia lo que sea. Y esto,
lógicamente, provoca el llamado estrés: la enfermedad mental más común y
extendida en la civilización humana-.

Al terminar Elaine, Nimue volvió a sucederle en la exposición. Esta vez,


afortunadamente, no hubo guiño de ojo:

-No es verdad que vivamos en el presente. Creemos que vivimos en el presente,


pero es mentira, la quinta.

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Ciertamente, si a cualquier persona se le pregunta si vive en el antes, en el
ahora o en el después, nos mirará con cara de sorpresa por la teórica
imbecilidad de la cuestión y contestará de inmediato que en el ahora. Es lógico,
pues en nuestra carencia de consciencia estamos convencidos de que vivimos
en el hoy; ni en el ayer, ni en el mañana, sino en el presente. Sin embargo, esto
es mentira, la quinta de la relación.
Ojalá fuera verdad que vivimos el presente, pero, como consecuencia de las
cuatro mentiras anteriores, por el bajo grado de consciencia, la mayoría de
hombres y mujeres estiman en su fuero interno, aunque sea inconscientemente,
que el momento próximo es más importante que el actual. Y pasan sus días en
plena incapacidad para vivir en el único sitio donde la vida existe: el momento
presente.
La razón es sencilla de entender. El ego es una creación mental surgida de la
identificación con nuestros pensamientos. Como tal, se nutre y se recrea en las
invenciones y objetos mentales, espantándole todo lo que sea real. Por eso anda
siempre dando bandazos entre el pasado y el futuro, meros objetos mentales. Y
por eso no le gusta el momento presente, que es lo único auténticamente real.
El falso yo vive en constante oposición al momento presente o, simplemente, lo
niega. Ha convertido el momento presente en su enemigo. Para él nunca es
suficiente. Rara vez hay algún momento que le guste. Y cuando esto ocurre, el
momento presente pasa rápidamente y se queda en el mismo estado que antes.
Las quejas mentales son una manifestación de esta confrontación con el
momento presente. El ego está instalado en un estado casi permanente de queja
mental. Nada le agrada ni parece bastarle. Halla defectos y motivos de protesta
hasta en lo más placentero o deseado. Así es como se alimenta el falso y
pequeño yo: posicionándose y reafirmándose contra lo que es, contra la vida.
Imponemos juicios y reducimos a las personas a un puñado de etiquetas y
conceptos mentales. Y al encarcelar a los otros con los pensamientos, nosotros
mismos entramos en la prisión mental.
El ego se percibe a sí mismo contra la vida, contra el Universo, contra el resto de
lo que existe, que, en su labor como piloto automático, contempla cual amenaza.
Es una colosal locura que aún se hace mayor debido a que el ego también
necesita el mundo que le rodea para cumplir su misión y satisfacer sus
aspiraciones. El ego pasa sus días -y los seres humanos que con él se identifican-
en el conflicto descomunal y permanente derivado de rechazar el momento
presente, lo único real, la vida. Y lo agudiza necesitando de un mundo que, a la
par, estima una amenaza-.

Nimue había hablado con mucha elocuencia. Parecía evidente que era la
mejor expositora de las tres. Igraine la sustituyó dispuesta a contarnos la sexta y
última de las mentiras:

-No es verdad que seamos lo que somos. Estamos convencidos y nos parece una
obviedad que somos lo que somos. Pero esta es otra mentira. Y hace de
corolario de las cinco precedentes, siendo el máximo exponente de las
consecuencias del reducido nivel consciencial. Radica en el hecho de que cada

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uno está convencido de que vive su vida. No puede ser de otra manera, nos
decimos. Nos consideramos conscientes de lo que hacemos, de lo que
queremos,... de lo que somos. Pero tampoco esto es verdad.
No tenemos consciencia de nuestro ser real, el verdadero Yo, sino del piloto
automático con el que nos identificamos; algo que nuestra mente, ante la
ausencia de mando consciente, ha tenido que inventar por necesidades de
supervivencia y actuación en la tridimensionalidad. Hemos desarrollado una
consciencia de los objetos: no somos lo que somos, sino lo que pensamos que
somos; nos vemos a nosotros mismos como objetos mentales. El ego es una
creación de la mente: mi pequeño yo, mi pequeña historia, mis emociones. Y
busca su felicidad en los objetos mentales, sean teorías, creencias, suposiciones,
preocupaciones, emociones estimulantes,…
Sin duda, todas estas cosas tienen su lugar en este mundo, pero no para que nos
identifiquemos con ellas, no para que creamos que esos objetos y formas
mentales constituyen nuestro ser, el “nosotros mismos”. Pero lo hacemos. Y el
resultado final es la frustración, la insatisfacción: la demencia ante la pérdida de
conexión con la genuina dimensión del ser humano, nuestro verdadero Yo-.

-¿Cómo activar tal conexión?-. Completada por las tres Maestras Auxiliares el
listado de mentiras, era la Reina de las Tempestades quien, sin incorporarse de
su silla, tomaba otra vez la palabra. –Para conseguirlo, resulta de gran ayuda
examinar nuestra dimensión profunda a través de su relación con el único sitio
donde la vida realmente existe: el ahora. Para ahondar en ello nos volveremos a
ver mañana, aquí mismo y a idéntica hora que hoy. Vaya por delante que esa
dimensión profunda existe fuera del tiempo; que nada tiene que ver con los
pensamientos, conceptos, juicios y definiciones; y que no se identifica ni se llena
con objetos materiales, mentales y emocional. Os pido que lo que queda de
Dywrnad lo utilicéis para reflexionar en silencio y meditar interiormente sobre
lo que Elaine, Nimue e Igraine os han expuesto. ¡Muchas gracias por vuestra
atención!-.

Las hadas jóvenes prorrumpieron en un fuerte aplauso al que yo me uní


de inmediato, aunque la Maestra de Hadas se apresuró a indicarnos con sus
gestos que cesáramos en ellos. No obstante, la batida colectiva de palmas no era
una reacción protocolaria, de mero cumplimiento, sino signo de reconocimiento
ante el fondo y la forma de las intervenciones, por lo que aún se prolongaron
varios hanadles más.

Antes de abandonar la sala, me acerqué a la Reina de las Tempestades


para expresarle mi enhorabuena por la marcha del encuentro, agradeciéndole
nuevamente que me hubiera invitado al mismo. Y felicité también a las
Maestras Auxiliares, que, la verdad, habían estado brillantes. Nimue se colgó de
mi brazo derecho y me susurró en el oído:

-Tras el trabajo, el descanso. Con tanto hablar, me ha entrado mucha hambre.


Vámonos a comer los dos solos a algún sitio tranquilo-.

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Dicho y hecho, nos alejamos del Tor hasta el Dywrnad siguiente. Lo que
aconteció en él será ya materia de otra Crónica.

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Práctica del ahora

El tiempo pasó con inusitada rapidez. Casi sin darme cuenta, de nuevo me
hallaba en el salón del Tor, sentado en la misma silla e inmerso en idéntico
contexto multicolor, dispuesto a disfrutar la segunda jornada de aquel muy
singular encuentro de hadas jóvenes en el que me había colado gracias a la
invitación de mi anfitriona en Ávalon, la Reina de las Tempestades. Fue
precisamente ella, al igual que en la sesión anterior, la encargada con sus
palabras de romper el fuego.

-Os recuerdo que terminamos ayer planteando la necesidad de activar la


conexión con nuestra dimensión más profunda, nuestro verdadero Yo,
incrementando nuestro nivel de consciencia. Y que, para esto, es muy útil
examinar tal dimensión a través de su relación con el único sitio donde la vida
realmente existe: el ahora. La vida llena y abundante es la eterna. No está sujeta
al tiempo; es el momento presente continuo en el que lo eterno se desenvuelve.
Nuestra dimensión profunda se encuentra donde el ego nunca la buscaría: en el
aquí y ahora-.

Vestía la misma veste negra que el Dywrnad precedente. Observé que


Elaine, Nimue e Igraine tampoco habían mudado sus ropajes. Me agradó este
hecho, pues nunca he llegado a comprender la necesidad, aparentemente
femenina, realmente egóica, de no repetir ropaje ante un mismo público. Ahora
bien, más allá de esta similitud formal, se les notaba mucho más concentradas,
incluso con cierto aire de preocupación. Deduje que barruntaban interiormente
que los contenidos de la sesión de hoy resultarían más difíciles de interiorizar
por parte del auditorio.

-No obstante-, continuó la Maestra de Hadas, -el momento presente cuenta


también con dos dimensiones: la superficial y cambiante; y la subyacente y fija.
La primera es la forma del momento presente, sus contenidos percibidos por
nuestros sentidos. Y es cambiante. De un momento a otro varían los sonidos,
silencios y ruidos; las luces y las sombras; la respiración y otras facetas
corporales; las circunstancias personales y del entorno; las situaciones, lugares y
paisajes; los estados de ánimo; la temperatura y la climatología; los olores y lo
que el tacto toca; los pensamientos que transitan por la mente; los sentimientos
y emociones; etcétera. La segunda, la esencia subyacente por debajo de las
formas, es la existencia, la vida misma, que siempre es ahora y nunca será no
ahora. La existencia es “ser” y “ser” es ahora; no cuando fue, ni cuando será; no
es un pensamiento o un objeto mental. Es el ahora; es “Ser”; es lo “Real”.
El ego, en su pilotaje automático, transitando entre creaciones mentales, ni sabe
en qué consiste la esencia subyacente del momento presente. Sólo reconoce su
aspecto superficial, la forma del ahora, que muta permanentemente. Por ello, el
pequeño yo cree que es el propio momento presente el que se transforma de

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momento en momento. Casi ni existe, llega a pensar, dada su volatilidad,
oscilando entre el momento que ya ha pasado y el que después vendrá.
Pero hay una esfera no superficial del momento presente que escapa a la
comprensión del ego. Valga el ejemplo de un río, verbigracia el muy milenario
Danubio, cantado en tantas piezas musicales, que fluye desde tiempos remotos
por tierras europeas. El falso yo, sentado a su orilla, sólo atiende a las formas y
observa el curso de sus aguas, que en un punto concreto varía a cada momento
o baja más o menos caudaloso. Es incapaz de entender que el río, por encima de
tales cambios, es el río; que el Danubio existe y es con independencia de las
formas que adopte, más allá del discurrir de sus aguas, de las modificaciones de
su caudal y del transcurrir del tiempo-.

Elaine se incorporó y comenzó a hablar a la par que la Reina de las


Tempestades tomaba asiento. Era obvio que se mantendría el turno de
intervenciones de la primera jornada.

-Lo mismo ocurre con el ser humano, que, como el momento presente, cuenta
con una dimensión superficial, su forma percibida por los sentidos, y otra
subyacente. La primera es la persona temporal, cuya fisonomía y circunstancias
mutan a cada momento y cuyo fin, al cabo de unas pocas décadas, se halla en el
cementerio. Allí serán enterrados o quemados todos sus anhelos, dramas,
temores, ambiciones, éxitos y fracasos; allí quedará su forma reducida a polvo o
ceniza. Por el contrario, la esencia subyacente no sabe de variaciones ni de
muertes. Es inalterable, es la existencia, es el ser; el verdadero Yo, no el falso y
pequeño yo; lo único real.
Contemplar lo transitorio y efímero del momento presente, sea de un río o de
un ser humano, es una buena manera no sólo de percibir la forma, sino,
igualmente, de percatarse de la esencia subyacente: el ser; el ahora ajeno a las
formas y sus modificaciones. Se “es” en el ahora, en el momento presente. La
forma de éste sí se transforma continuamente, pero sólo la forma. Por debajo
del cambio hay algo que no tiene forma. Y ese algo no es “algo”; es sólo algo
cuando pensamos en él y pretendemos llevarlo al mundo del ego. Pero,
realmente, carece de forma, no es un objeto mental: es Existir, este momento,
ahora, Ser-.

La musicalidad de su voz, subrayando de manera cíclica las sílabas


últimas de las palabras, era hoy aún más notoria que ayer. Jugó un segundo con
un mechón de su abundante y hermosa cabellera negra y continuó la
exposición.

-No se puede ir más allá de este punto con el entendimiento. De hecho, ni hace
falta ni es conveniente. Paramos el ajetreo incesante de los pensamientos, nos
contemplamos a nosotros mismos y sentimos internamente que ser es existir y
existir es ser. ¡Ya está!. Ni más, ni menos. No necesitamos pensar en que
existimos y somos. Se trata, sencillamente, de tomar consciencia de ser, de
existir. La mente está a nuestro servicio, no al revés; la mente está al servicio del

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ser, no a la inversa. Y ser conlleva atributos y potestades que pierden su esencia
-se desnaturalizan- si son mentalmente tratados. Ser, existir, no precisa de
racionalización alguna. Cuando intentamos situarlo al nivel del entendimiento
lo convertimos mentalmente en “algo”, lo empaquetamos en un objeto mental;
y desvirtuamos de modo lamentable su esencia y entidad. Si lo nombramos,
clasificamos y etiquetamos, ya no es real, sino una interpretación mental que
nada tiene que ver con lo real-.

Aún vibraba en la sala el “al…” con el que Elaine había cerrado su último
vocablo cuando ya Nimue le había dado el relevo en el uso de la palabra. Y
como el Dywrnad anterior, me guiñó un ojo con desparpajo antes de comenzar.
Ella sabía que me incomodaba; y yo sabía que lo hacía precisamente por esto.

-Por todo lo visto, hay una estrecha ligazón entre el momento presente, su
forma y su dimensión subyacente, y la esencia subyacente del ser humano. Es
obvio que si el momento presente existe, con sus dos dimensiones, es porque Yo
existo. Si Yo no existiera, no habría momento presente ni en su forma ni en su
fondo. Verbigracia, si estás aquí y ahora, oyendo estas palabras en un
determinado contexto de luz, temperatura, atención,…, es porque tu “eres”
(ser), porque existes. Si no existieras (ser, lo subyacente) no habría este
momento en ninguna de sus posibles y cambiantes circunstancias (la forma). Y
cuando terminemos la exposición y salgamos al exterior, la forma del ahora será
distinta a la del momento en el que inició este encuentro o la del momento
actual. Sin embargo, “algo” no habrá cambiado: el hecho de que tú eres y
existes-.

Nimue guardó silencio por unos instantes, logrando que ese “existes”
resonara con fuerza en el interior de todos los oyentes. Me sentía francamente
bien, feliz. Parecía que cada nueva palabra pronunciada en aquella estancia
fuera una llamada a mi despertar interior.

-Por tanto-, prosiguió Nimue, -el momento presente está absorbido en el Ser. Es
en el Ser en donde existe la dimensión profunda del momento presente, su
esencia subyacente y fija, la existencia, la vida. Y también es en el Ser donde
existe la dimensión superficial y cambiante del ahora, su forma, sus contenidos.
Por ello se puede afirmar que el Ser es el “espacio” en el que emanan las formas
del momento presente.
Para que exista el momento presente en sus dos dimensiones es imprescindible
que Yo exista. Y este hecho tan obvio nos acerca espectacularmente al Yo
verdadero, al que es y existe más allá de las formas cambiantes del continuo
momento presente. Más allá de lo variable y mutable que hay en nuestra vida
actual o, incluso, en la cadena de vidas que podemos transitar en nuestra
encarnación en este plano, hay “algo” que no cambia: el hecho de que Yo existo;
y de que si no existiera, todo lo demás tampoco existiría, pues mi Ser es la
referencia obligada para que exista todo lo demás que muta y se transforma de
un momento a otro. Mi dimensión subyacente, ser, existir, es la esencia de la

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dimensión subyacente del ahora, del momento presente. Y conforma el espacio
en el que el momento presente se desenvuelve-.

Igraine se levantó de su silla con extraordinaria agilidad y movió con


desenvoltura la proporcionada envergadura de su cuerpo. Fijando su mirada al
fondo de la sala, como si buscará algo o a alguien, arrancó su intervención.

-El que la dimensión subyacente conforme el espacio en el que el momento


presente se desenvuelve es un hecho de enorme trascendencia para la vida
cotidiana de cualquiera de nosotros; y son muchas y muy notables sus
implicaciones en nuestra existencia, en el ahora. Al ego le parece una locura,
pero hay que volver a subrayar que la única demencia es la suya cuando intenta
filtrar todo por el único plano que él conoce, el mental. Pero lo real es el Ser, el
Yo verdadero. Y su existir explica el momento presente en sus dos dimensiones.
El Ser es el espacio en el que surgen las formas del ahora.
El Ser es la consciencia misma que permite afirmar “soy el que soy”. Todo lo
demás es consciencia de objetos. La consciencia del Ser significa estar
concentrado en Ser; existir en alerta y en el único sitio en donde la vida es
posible: el ahora. El ahora es el Ser y en su espacio surgen las formas del
momento presente, aunque el Yo verdadero esté más allá de las formas y no se
llene de sus contenidos-.

De golpe, Igraine vibró de los pies a la cabeza, desplegando una extraña


combinación de colores que oscilaban entre el rojo de sus cabellos y el azul
turquesa de sus ojos. Impasible antes estas manifestaciones de esencia, siguió
profundizando en su disertación.

-Para vislumbrar lo que significa Ser sirve un sencillo ejercicio. Basta con dejar
un lapso entre dos pensamientos de los que bullen en nuestra mente.
Concentrémonos e intentemos que haya un instante, uno sólo, por pequeño que
sea, entre ambos. Cada uno de estos pensamientos es un objeto mental. El lapso
que conscientemente dejamos entre ellos es la presencia del Ser, el Yo
verdadero. Los pensamientos van y vienen incluso cuando dormimos. En el
lapso en el que los interrumpimos radica la consciencia: estar muy despierto sin
nombrar o interpretar el momento. Simplemente, quietud en alerta. Una
quietud que está presente, igualmente, en el movimiento, en la acción. Para el
Yo verdadero, la quietud es movimiento y el movimiento es quietud.
Y estamos en condiciones de lograr que en nuestra vida la consciencia que
percibimos durante el referido lapso sea no sólo un corto instante entre dos
pensamientos, sino que florezca e impregne toda ella, de modo que el Yo
verdadero coja las riendas, en lugar del ego, y que la mente esté a nuestro
servicio, no al revés. En realidad todo consiste en ser consciente de que Yo soy,
de que existo, y de que mi ser y existencia es tanto la dimensión subyacente del
ahora –inmutable, inalterable- como el espacio en el que surge y se despliega la
forma del momento presente, mutable, variable. Y con esta toma permanente de
consciencia se produce la conexión entre nuestro Yo profundo –interior, eterno

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y situado más allá de la mente- y el mundo y circunstancias que nos rodean
(exterior, efímero y mental), que quedan así bajo el mando del Yo verdadero-.

Completada una ronda completa de intervenciones, la Maestra de Hadas


empezó un nuevo ciclo.

-La nueva visión que esta toma de consciencia aporta es extraordinaria. Yo Soy;
y todo es y se desenvuelve porque Yo soy. Si Yo no fuera, nada sería. Yo soy es
la razón de cuanto existe. Y mi Yo soy es idéntico al Yo soy del otro y sólo se
explica y se sostiene en la Unidad del Ser Uno.
La citada nueva visión eleva nuestro grado de consciencia por arriba del
correspondiente a la consciencia de los objetos y transforma el “no”
inconsciente y demente a la vida en su “sí” consciente y cuerdo; plasma en el
ahora una nueva interacción con la vida que conlleva un rotundo sí a la misma
que no es sólo mental, sino consciente, interiormente sentido. Esta nueva
interacción radica en abandonar toda oposición o resistencia contra el momento
presente y la forma y contenidos con las que aparece. La práctica que ello
conlleva es fácil de exponer: dejar de nombrar, etiquetar y clasificar todo lo que
nos rodea y a nosotros mismos; cesar de interpretar y enjuiciar cada cosa del
mundo de los objetos, cada persona que encontramos, cada situación o
acontecimiento, cada acción propia o ajena, cada pensamiento,...-.

La Reina de las Tempestades hacía gala en su semblante de un hondo


convencimiento acerca de lo que decía. Oyéndola, entendí el por que de la paz y
la armonía que sentía siempre junto a ella.

-Se trata de dejar de discutir con lo que es-, aseveró como si tal cosa. -Es una
práctica elemental: es lo que hacen las plantas, los árboles o los animales. Y es
una práctica espiritual: hace que aflore el Ser, el Yo profundo. Conseguimos la
alineación interior con el momento presente; aceptamos su forma, sus
contenidos cualesquiera que sean, de manera abierta y amistosa. No
polemizamos con lo que es y que no puede ser de otra manera que como ya es.
Lo cual no supone ni resignación ni inacción. Al contrario, hace la acción mucho
más eficiente, pues se actúa alineado con la vida, no desde la negatividad del
ego. Al no poner a otras personas en prisión mental, tampoco me meto en ella
yo mismo. Y al no juzgar, siento y genero una paz que se convierte en bendición
para cada persona que encuentro.
Comprobaremos que esta práctica, ejercitada de modo continuo en el presente,
proporciona una gran sensación de libertad. No en balde, dejamos de estar
atrapados en la pequeña historia del ego. Ya no hay piloto automático: El Ser
toma el mando-.

La Maestra de Hadas parecía haber finiquitado su turno. No obstante,


antes de sentarse, lanzó una mirada alrededor de la sala. Comprendí que
buscaba captar el efecto energético que sus palabras habían provocado entre las
hadas jóvenes allí reunidas. Por los ademanes con los que tomó asiento, estaba

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muy satisfecha del resultado. Y lo mismo dejaba translucir la expresión con la
que Elaine afrontó su turno.

-Al ego le parecerá increíble que mediante prácticas tan primarias se pueda
expandir la dimensión espiritual del ser humano. Le gustan prácticas
espirituales más complicadas, especialmente las que proponen multitud de
pasos que se extienden durante Tymrau (estaciones del año) o Flwdads (años)
de ejercitación. Como le aterra el presente y se alimenta de la confrontación con
la vida, con el ahora, le encanta la idea de estar largo tiempo practicando cómo
llegar al futuro, cómo ser mejor. El pequeño yo se nutre de tiempo y desea
tiempo para llegar a donde sea, incluso a Dios. Demasiados buscadores
espirituales responden inconscientemente al mismo patrón y, en lugar de coger
por los cuernos el toro del momento presente y vivir y ser de verdad en él,
transitan por un laberinto de lecturas, escuelas, prácticas meditativas y
experiencias esperando conseguir la iluminación en un futuro próximo.
Pero la consciencia del Yo soy y no oponerse a la vida no precisa de tiempo,
pues sólo requiere el ahora. Tampoco de libros, ni conocimientos, ni estados
meditativos. Nada de eso. Todo es simple e inmediato: Ser y existir, en paz con
la vida; dejar de enjuiciar y etiquetar; aceptar lo que es; permanecer
continuamente alineado con la forma del momento presente, un momento que
es siempre el mismo, el ahora, aunque adopte formas diferentes. Desaparecen
los pensamientos que antes surgían involuntariamente para juzgar y etiquetar
cuanto nos rodeaba y ocurría, incluido a nosotros mismos. Fluye sin obstáculos
la dimensión profunda de nuestro ser, abriéndose el espacio interior que
permite al momento presente, incluida su forma y contenidos, ser lo que es.
Siento íntimamente, no sólo mentalmente, el sí al ahora. Y percibo, lo que no
tiene forma, el verdadero Yo, el atemporal, el que nada tiene que ver con la
pequeña historia personal del falso yo cuando funcionábamos bajo la batuta del
ego-.

Elaine acompañó estas últimas palabras con un exagerado movimiento de


brazos y unas estridentes muecas que pretendían parodiar la puesta en escena
que tanto gusta a algunos directores de orquesta. Las carcajadas fueron
generalizadas.

-Al verdadero Yo lo siento como presencia. Es la consciencia pura de Ser, un


estado que es alerta y, a su vez, espacio-, aseveró solemnemente mientras el
ruido de las risas se disipaba. -Muchas personas, tras años de prácticas
meditativas, no captan tal presencia porque buscan un objeto mental. Pero no es
esto ni se le parece. Es “consciencia”: “alerta” y “espacio”. Nos percatamos de
que somos el espacio para todo lo que sucede, para cada situación, sea de gozo
o de dolor; constatamos que somos el espacio para el mundo exterior y traemos
a él nuestra dimensión profunda.
La práctica del ahora, tan directa y sencilla, nos ayuda a elevar el grado de
consciencia mucho más que cien libros o técnicas de meditación. Cuando el
nivel consciencial aumenta se establece la conexión entre la dimensión interior y

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exterior, espiritual y material, del ser humano. Y la mente, en su sabiduría,
apaga el piloto automático del ego. La toma de consciencia permite que el
verdadero Yo tome la dirección consciente del ser humano y se transforme en lo
que somos: el espacio en donde todo es-.

Nimue se levantó de su silla con idénticos movimientos de brazos y


muecas usados por Elaine poco antes, De nuevo las carcajadas brotaron del
auditorio. Cuando se fueron apagando, Nimue inicio su intervención elevando
poco a poco el tono de voz.

-La “consciencia” se relaciona con “ser” y cuenta con dos esferas


inseparablemente unidas: “consciencia de lo que se es” y “consciencia de lo que
es”. En términos que se acaban de citar, la primera se refleja en estar “alerta”: sé
y siento lo que soy (toma de consciencia de lo que se es). Y la segunda, con el
“espacio”: sé y siento lo que es, sé que soy el espacio en el que surgen las
formas del ahora (toma de consciencia de lo que es). “Yo soy el que soy”
sintetiza de modo rotundo la consciencia de ser en su doble perspectiva:
consciencia de lo que soy (consciencia de Ser), esto es, alerta; y consciencia de lo
que es (consciencia de lo Real), es decir, mi ser como espacio en el que surgen
las formas.
Como escribió William Shakespeare y puso en boca de Hamlet, “ser, o no ser:
este es el dilema” (“to be, or not to be: that is the question”) (Hamlet. Acto
Tercero, Escena I). Y ser significa poder afirmar con legitimidad y certeza “soy
el que soy”. Permanecer alerta siendo y sintiendo en el ahora mi ser verdadero
y subyacente, eterno, inmutable. Y constatar cómo mi ser es la forma del
momento presente, lo que explica y en donde se despliegan los contenidos
cambiantes del ahora. Nada es, por tanto, ajeno a mí mismo: ni, por supuesto,
mi Yo verdadero, pues es mi ser; ni tampoco las formas mutables del ahora
continuo, pues yo soy el espacio en el que existen y se desenvuelven-.

Llegado este punto, Nimue se sentó de improviso en el suelo y adoptó con


gran naturalidad la postura tradicional de la meditación za-zen. En esta pose,
continuó hablando.

-Y tomo consciencia de que cada situación cuenta con estas dos dimensiones,
que no están confrontadas, sino en armonía: la profunda y multidimensional
del Ser y la de las formas del mundo tridimensional. Nuestro componente
corporal está en el mundo tridimensional y, desde luego, en él hay que actuar y
hacer cosas. Y, bajo el mando del Yo verdadero, acometo las ocupaciones que
correspondan, pero sin perder la consciencia de Ser. Por esto precisamente, la
mente no activa el piloto automático, ignora las pre-ocupaciones y sitúa los
pensamientos a nuestro servicio. Los que aparezcan en ella, serán los útiles y
pertinentes para el ejercicio de las ocupaciones; si surgen otros, ya no tienen
importancia porque no pueden hacernos infelices. Podremos seguir usando la
mente muy eficazmente cuando la necesitemos, pero con la capacidad de ir más
allá del pensamiento-.

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Aún Nimue no había abandonado su postura za-zen cuando ya Igraine
estaba incorporada de su silla para iniciar su nueva disertación. Intuí que era
algo preparado para transmitir una sensación de celeridad que debía
caracterizar la fase a la que habíamos llegado.

-Los conceptos ya no son importantes. Disfrutamos de un saber mucho más


profundo que el que se plasma en conceptos mentales. Una sabiduría innata
para el Ser interior que emana del estado sin pensamiento, en quietud y alerta.
Actuamos libres de culpa y sin estrés; sin los apegos e insatisfacciones del ego; y
sin resistencia al momento presente. En el fondo sentimos un estado de alerta
que es la esencia del Ser. Y al adquirir esta conexión con el Yo verdadero no
utilizo el ahora en otra cosa (ni acumular conocimientos, ni meditar, ni
experimentar,…) que no sea Amar.
En el momento presente nuestra acción será sólo y absolutamente Amor
incondicional. Un Amor que no es de este mundo, porque el mundo
tridimensional es forma y este Amor radica en lo que no tiene forma, en nuestra
dimensión profunda que proyectamos a las formas del momento presente.
Observamos sin enjuiciar que en el mundo exterior cada persona tiene sus
ocupaciones, pero que en el interior todos tenemos un mismo y único
propósito: traer el Cielo a la Tierra; vivir en las dos dimensiones y ser una
puerta para que la dimensión informe fluya y entre en el mundo de las formas
para convertirlo no en algo hostil, sino bondadoso, con Amor-.

Igraine se detuvo unos handles y fijó su vista en mí antes de reanudar la


exposición. En su mirada contemplé la misma pureza, belleza y paz que
inundan toda Ávalon.

-Ya alcancé el “conócete a ti mismo”: soy consciente de lo que soy (alerta) y de


lo que es Real (espacio); y siento mi Ser profundo estrecha e inseparablemente
ligado a la Unidad. Un estremecimiento de quietud y movimiento me recorre
energéticamente cuando me inunda tal conocimiento de mí mismo. ¡Tantas
travesías buscándolo por fuera en piloto automático y resulta que lo encuentro
en mi interior cuando conscientemente decido tomar el mando de mi vida!.
Y “ahora” que lo siento sé que es un estado más allá de los pensamientos e
imposible de captar como objeto mental. Tal es así que esta es la mejor manera
de expresar el conocimiento de uno mismo: uno no puede conocerse a sí mismo
porque uno no es uno, sino Uno. Indefinible, innombrable, indescriptible e
infinito; no admite definición porque ningún pensamiento, ninguno, puede
abarcarlo. Y entre ese Uno y Yo no hay diferencia ni separación alguna-.

Ahora sí hubo un intervalo, incluso largo, entre la toma de asiento de


quien había hablado y la incorporación de la ponente que asumía la
responsabilidad, en este caso, la Reina de las Tempestades.

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-Yo soy el Ser Uno hasta el punto de que no puedo explicar con palabras la
realidad de la Unión. Soy la Sabiduría y, sin embargo, me es imposible utilizar
los conceptos, no tengo ningún pensamiento o definición de quién Soy porque
lo real escapa de las categorías mentales. Soy un continuo momento presente en
el que lo eterno se desenvuelve. Soy Creación. Soy la Consciencia e Inteligencia
que me hacen Creador. Soy Creación y Soy Creador. Soy el Espacio en el que
todo surge. Soy el Amor incondicional que el ego no entiende y que Yo, un
estado de Dios, Dios mismo, plasmo en el plano humano para que el Amor
Incondicional, Contra Resistencia, fluya en la tridimensionalidad.
Siento en lo más íntimo que Yo soy el Milagro. El mundo es, ni más ni menos,
un reflejo de mi consciencia; y lo transformo por medio del incremento del
grado consciencial. Y mi vida es mi responsabilidad al 100 por 100, tanto mis
actos y pensamientos como los de aquéllos que se relacionan conmigo-.

La Maestra de Hadas repitió la mirada sobre la globalidad de la sala con la


que cerró su intervención precedente. Aunque en esta ocasión fue el preámbulo
para dar una vuelta de tuerca final a su disertación.

-El mundo no se puede cambiar pensando cómo hacerlo, con programas; no


hace falta pensar cómo transformar el mundo. Descubro que para hacer otro
mundo mejor posible sólo se precisan ojos nuevos (elevación del grado de
consciencia) para “Ver” el mundo. La esencia del Ser es la nueva consciencia
que cambia el mundo (las formas) a través mía.
El verdadero Yo dirige conscientemente mi persona. De hecho, vivo una Vida
Impersonal. Actúo y realizo las ocupaciones del ahora y, al hacerlo sin cargas,
en libertad plena, no doy otra cosa que lo que esencialmente soy, es decir,
Amor. Así, transformo el mundo invisiblemente. También mediante palabras
escritas o habladas que, de repente, vienen a mi pluma o a mi boca aunque no
son mías; y por las acciones que tomo en el mundo ante ciertas situaciones,
sabiendo que proceden de lo profundo del Ser y llevan energía de paz.
El nuevo mundo es el reflejo de este cambio interior. Y lo estoy construyendo
Yo contigo, que eres Yo, como Yo soy Tú. Este es nuestro destino en el
momento presente más allá de los pequeños destinos personales de cada uno.
Concentrados en el Ser, desplegamos Amor y conectamos la tridimensión con
esa dimensión que no tiene forma, con la Consciencia, Ser, Amor-.

La Reina de las Tempestades guardó silencio, aunque no se sentó. Y


Elaine, Nimue e Igraine se levantaron de sus puestos y permanecieron de pie
junto a ella. Se cogieron las cuatro de las manos y la Maestra de Hadas elevó la
voz para indicar que esta segunda jornada del encuentro de hadas jóvenes
había finalizado. E, inmediatamente, informó de lo que depararía la tercera.

-Para completar lo examinado en estos dos Dywrnad, mañana centraremos


nuestra atención en una práctica milenaria denominada ho´oponopono.
Morgana será la responsable de enseñarnos sus contenidos-.

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Y de ellos daré cumplida cuenta en una nueva edición de estas Crónicas.

66
Ho´oponopono

Hacia semanas que no veía a Morgana y me alegró saludarla en la puerta


principal del Tor, poco antes de comenzar la tercera jornada del encuentro de
hadas jóvenes, en la que ella sería la encargada de ilustrarnos acerca del
denominado ho´oponopono.

-También yo me alegro de volver a verte-, respondió con cariño a mi saludo, -


así como de que asistas a la charla. Seguro que te gustarán sus contenidos. Y
como ha ocurrido en Dywrnad precedentes con las intervenciones de la Reina
de las Tempestades y sus maestras auxiliares, estás autorizado a grabar mis
palabras y transcribirlas para tus amigos-.

-Muchas gracias, Morgana-.

-En absoluto, Emilio. Soy yo quien te agradezco que difundas mi exposición,


que así podrá ser de ayuda para personas que viven en lugares muy lejanos de
Ávalon-.

Correspondí a su comentario con un ligero gesto de cabeza y, antes de


que pudiera decir algo, continuó hablándome:

-Como no tendré ayudantes y seré la única ponente, para evitar que las hadas
jóvenes se duerman-, se río sonoramente de su propio comentario,-haré un
breve descanso en el ecuador de la disertación. Si te parece bien, podemos
aprovecharlo para compartir un rato de plática en el Chalice Well-.

-¡Magnífico!-, le contesté señalando ligeramente con mi brazo derecho la


dirección del referido lugar, un pequeño, bello y muy cuidado jardín,
considerado por las hadas cual lugar mágico, anexo a la parte delantera de la
edificación del Tor.

Sin más preámbulos, nos adentramos en el salón de celebración de la


reunión, el mismo que se había usado en las fechas anteriores. La totalidad de
las hadas aguardaban ya en sus respectivos asientos. Y casi antes de que
hubiera podido acomodarme, Morgana arrancó su discurso.

-El denominado ho´oponopono se fundamenta en la consciencia de ser y en la


doble dimensión de ésta como “alerta” y “espacio” que ya fue resaltada en las
intervenciones de la Maestra de Hadas y sus auxiliares. Como ellas han
subrayado, la consciencia se relaciona con “ser” y cuenta con dos esferas
indisolublemente ligadas: “consciencia de lo que se es” y “consciencia de lo que
es”. La primera se refleja en estar “alerta”: sé y siento lo que soy (toma de
consciencia de lo que se es, de quien soy). Y la segunda, con el “espacio”: mi ser
es el espacio en el que surgen las formas del ahora (toma de consciencia de lo

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que es, de lo que es la realidad). “Yo soy el que soy” sintetiza esta doble
perspectiva. Permanezco en alerta siendo y sintiendo en el ahora mi ser
verdadero y subyacente, eterno, inmutable. Y constato cómo mi ser es la forma
del momento presente, el espacio, el terreno de juego en el que acontecen y se
despliegan los contenidos tan variopintos como cambiantes del ahora.
Nada es, por tanto, ajeno a mi Ser: ni mi Yo verdadero, pues es mi Ser mismo; ni
las formas mutables del ahora continuo, pues yo soy el espacio en el que existen
y se desenvuelven. Al adquirir esta conexión con el Yo verdadero, no utilizo el
ahora en otra cosa que no sea para Amar. Y comprendo y acepto que tengo el
100 por 100 de la responsabilidad de todas las cosas que me ocurren y suceden
a mi alrededor y de la globalidad de las formas mutables del momento
presente, del ahora, de la vida. El pecado no existe, ni nadie nos juzga, pero
cada uno tiene la completa responsabilidad de su vida y de los hechos,
relaciones, encuentros y eventos que en ella se producen.
Este convencimiento estaba presente en antiguas culturas que creían
firmemente, utilizando un símil actual, que la vida de cada cual es una película
en la que uno mismo es el guionista, director, cámara y protagonista. Y en ese
mismo convencimiento se basa precisamente el ho´oponopono, que nos
recuerda que la vida es realmente una cadena de vidas físicas y que guardamos
en nuestra memoria trascendente, en el “disco duro” sutil de cada uno, todos
los pensamientos generados y experiencias acontecidas a lo largo de la citada
cadena vital. Son estos pensamientos (los plenos de Amor, pero también los
dolorosos y funestos) y experiencias (las llenas de Amor, pero igualmente las
carentes de él y que han causado daño a nosotros mismos o a los demás) los que
mantenemos en nuestro disco duro y proyectamos hacia la dimensión
superficial (formas y contenidos) del momento presente y del mundo exterior.
Así, esa dimensión superficial y ese mundo exterior son moldeados por
nosotros mismos a semejanza nuestra-.

Gracias a la autoridad y al convencimiento con el que lanzaba sus


palabras, Morgana se había ganado pronto al auditorio. Ataviada con una veste
negra idéntica a la usada por la Reina de las Tempestades, se paseaba entre el
publico a la par que desgranaba sus mensajes. Verla y escucharla eran un
autentico placer.

-El ho´oponopono proviene de tradiciones indígenas del Pacífico, en general, y


de la cultura hawaiana, en particular. Literalmente significa “acertar el paso” o
“corregir el error”. De acuerdo con arcaicas creencias, el error proviene de
experiencias dañinas y pensamientos frustrantes desplegados en otras vidas y
que se acumulan en la memoria donde almacenamos nuestra existencia (cadena
de vidas). Esta memoria trascendente, incluida la parte de la misma
contaminada por tales experiencias y pensamientos faltos de Amor, aflora y se
manifiesta en nuestra vida actual, reflejándose y explicando multitud de actos,
sucesos y circunstancias que vivimos y nos rodean. Ante esto, la práctica del
ho´oponopono nos enseña a agradecer conscientemente a nuestro Ser profundo
las cosas bellas y hermosas que ahora vivimos, cual modo de subrayar y poner

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en valor la parte (archivos del disco duro) repleta de Amor que la memoria
trascendente atesora. Y nos enseña, igualmente, a reconocer y a asumir como
responsabilidad propia la totalidad de las vivencias dolorosas del presente, cual
forma de eliminar y borrar la parte (archivos del disco duro) carente de Amor
que la misma memoria guarda. De esta manera, ho´oponopono ofrece la
posibilidad de revalorizar los archivos con Amor y eliminar los sin Amor,
liberando la energía de experiencias y pensamientos cargados de daño y error
que son causa y origen de desequilibrios, desasosiegos, insatisfacciones, enojos,
enemistades y enfermedades.
El ser humano es una unidad energética y vibracional en la que conviven tres
gamas o modos vibratorios: Espíritu o Yo verdadero (en terminología
ho´oponopono, “Aumakua”, “Superconsciente” o Padre); cuerpo físico, con la
mente y el intelecto como componentes más desarrollados (“Uhane”,
“Consciente” o Madre); y alma, que, junto al ADN sutil (“células del alma”),
almacena las experiencias acumuladas durante la cadena de vida (en
ho´oponopono se llama “Unihipili”, Subconsciente” o “Niño Interior”).
Pues bien, éste último componente es el responsable de todo lo que
proyectamos desde nuestro disco duro hacia las formas del mundo exterior. El
Unihipili acumula los archivos de memoria, tanto de esta vida como de las
restantes de la cadena de vidas que recorremos en nuestra encarnación en el
plano humano; y lanza sus contenidos a las formas del momento presente,
moldeándolas a nuestra semejanza. Sin embargo, el ser humano consciente está
en condiciones de incidir sobre esa memoria y los archivos para afianzar las
experiencias y pensamientos plenos de Amor (que se manifiestan en hechos
positivos y hermosos de nuestra vida de ahora) y eliminar los llenos de odio,
frustración y resentimiento (que se plasman en circunstancias y vivencias
negativas y dolorosas de la vida presente).
¿Cómo hacerlo?. Por medio del Uhane o Consciente, que es a quien
corresponde decidir que aceptamos al 100 por 100 la responsabilidad de nuestra
vida. Esta aceptación posibilita que trabajemos en el archivo que haya generado
la situación que nos afecta en la actualidad, en la idea de que todo en nuestra
vida nos llega para que borremos energías perniciosas guardadas en la
memoria trascendente o afiancemos los archivos llenos de Amor que también
atesora-.

Morgana interrumpió su exposición y permaneció en silencio varios


hanadles. Por fin, dio una pequeña palmada y exclamó:

-¡Bueno, llegó el momento de hacer un breve descanso!. Lo necesitáis vosotras y


lo preciso yo. Nos tomamos el tiempo justo para resarcirnos con un tentempié y
disfrutar tanto del entorno del Tor como de la hermosa climatología con la que
se ha engalanado hoy la Naturaleza-.

A la par que Morgana se volvía sobre sí misma, pasando a dar la espalda


al auditorio, las hadas jóvenes se levantaron de sus sillas y ordenadamente
empezaron a abandonar el salón. Yo me fui hacia ella y la felicité por la marcha

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de la exposición. Sin mediar palabra por su parte, me cogió de la mano y me
arrastro con suavidad hacia el exterior, en dirección al Chalice Well, al que nos
encaminamos en silencio dando un lento paseo. En cuanto llegamos al coqueto
jardín, Morgana se acomodó en el banco más cercano al Pozo del Cáliz y me
invitó a hacer lo mismo.

El Pozo del Cáliz está siempre rebosante de agua fresca y cristalina gracias
a un rico manantial que brota de las profundidades de Ávalon. Acostumbra a
estar tapado por una plancha de piedra sobre la que luce uno de los signos más
notables de la geometría sagrada: el Vesica Piscis o Símbolo de la Creación, que
es también interpretado en la isla cual signo de las almas gemelas, que es lo que
todas las hadas consideran que son.

Nadie se hallaba por las cercanías, pues las hadas se habían dirigido a la
parte trasera del Tor para degustar el tentempié que allí se estaba sirviendo.
Imperaba el silencio, sólo salpicado por el canto y el jolgorio de una camada de
gorriones. Esperé a que fuera Morgana quien arrancara la conversación, pues
supuse que le gustaría aprovechar la pausa para dar reposo a sus cuerdas
vocales y relajarse. Sin embargo, no tardó en hablarme:

-He observado que interiorizas con facilidad los contenidos de mi intervención.


Para que lo añadas a tus propias meditaciones, te invito a que tengas en cuenta
que la vida física se desarrolla en lo que la ciencia tilda cual Tercera Dimensión,
que está definida por el espacio-tiempo finito, la dualidad y la materialidad.
Inmersos en ella, la gente tiende a creer que las Dimensiones de mayor rango
que puedan existir, a las que llaman celestiales y angelicales, son más sutiles,
abstractas y difusas que la Tercera. Sin embargo, en absoluto es así, pues esas
otras Dimensiones son radicalmente reales, mientras que la Tercera es
puramente holográfica. Esto es muy importante para comprender como opera
el ho´oponopono. La Tercera Dimensión conforma un escenario virtual
revestido falazmente de solidez por medio de una materialidad que no es tal,
sino energía y vibración de bajo nivel frecuencial-.

-Y en ese escenario cada uno representa su papel-, la interrumpí.

-En el escenario virtual de la Tercera Dimensión-, insistió en el concepto, -cada


uno y en cada momento interpreta un papel y un guión definido por el grado
de consciencia con el que se identifica y la visión del mundo y de su propia vida
que a tal grado consciencial va asociada.
De instante en instante, de momento en momento, cada persona proyecta el
grado de consciencia que hace suyo sobre el marco virtual en el que se
desenvuelve, configurando lo que denomina realidad, que, no obstante,
considera algo objetivo y ajeno a ella misma. Pero esa realidad nada tiene de
objetiva, al contrario, es totalmente subjetiva y carece de entidad real, es pura
ilusión. Desde su consciencia interior, aunque no se percate de ello, el ser

70
humano moldea y configura el exterior, que, sin embargo, estima algo
impuesto, extraño a él mismo-.

-Me recuerda el célebre “la vida es sueño”, de Calderón de la Barca. Pero somos
muchas las personas que hacemos lo mismo, que soñamos-.

-Exacto. Al ser multitud las personas que actúan en el escenario virtual, las
proyecciones conjuntas de todas ellas conforman una gran Matriz Holográfica-
Virtual. La coherencia o proximidad entre las distintas proyecciones es la base
la Ley de Atracción.
La Madre Tierra, auténtico ser viviente, cumple la función para la Humanidad
de gigantesco Teatro-Matriz Holográfico donde cada persona interpreta el
papel ligado al grado de consciencia que en cada momento asume,
interactuando con los papeles y guiones desplegados por sus demás
congéneres-.

-¿Y cuál es el propósito, si es que lo hay, para que exista tamaño Teatro
Holográfico?-, le pregunté intuyendo la respuesta.

-El propósito es el aprendizaje de algo maravilloso: el Amor. La experiencia del


Amor Incondicional y el ejercicio de tal Amor en la cotidianeidad y a menudo
“contra resistencia” es la razón de ser en la Creación de tan espectacular Matriz
Holográfica. Para aprender a Amar incondicionalmente nos encarnamos en la
Tercera Dimensión y “jugamos” en la reiterada Matriz Holográfica, en el Gran
Teatro del Mundo-.

-Todo lo cual engarza perfectamente con los contenidos del ho´oponopono-, le


apunté.

-Si señor, ¡perfectamente!. Y hablando del ho´oponopono, es momento de


retornar a la sala. Las hadas jóvenes deben estar impacientándose.-

Efectivamente, cuando regresamos al lugar del encuentro, la totalidad de


las hadas ocupaban ya sus asientos. Y Morgana retomó de inmediato su
exposición.

-Ante del descanso os indicaba que el Uhane o Consciente es el responsable de


decidir que aceptamos al 100 por 100 la responsabilidad de nuestra vida, lo que
posibilita que trabajemos en nuestros archivos en el convencimiento de que
todo lo que en ella nos llega y sucede tiene como objetivo que afiancemos los
que están llenos de Amor y eliminemos aquellos en los que Amor falta.
Pues bien, para la puesta en práctica del Uhane con esta finalidad, debemos
dejar a un lado la racionalidad, confiar en nuestra dimensión subyacente
(Espíritu, Amor) y trabajar con las herramientas que el ho´oponopono ofrece.
Son sencillas y directas. La más fructífera consiste en establecer una

71
comunicación fluida y constante entre el Uhane o Consciente y el Aumakua o
Ser profundo.
Así, para fijar y potenciar en la memoria trascendente los pensamientos y
experiencias de Amor, es suficiente con que desde el Uhane digamos “gracias”
o “te quiero” a nuestro Ser interior por las cosas hermosas de nuestra vida
cotidiana. Y para borrar los pensamientos y experiencias sin Amor, basta con
que digamos “lo siento, perdóname por la parte de mí que ha creado esto y lo
ha traído aquí, lo ha puesto en mí o lo ha proyectado hacia ti o los demás”. Y
recordando siempre que damos gracias o pedimos perdón a nosotros mismos,
no a alguien o algo ajeno a mí. No hay nada fuera que nos traiga nada; no
somos pecadores ni culpables; nadie nos juzga. Nuestro Espíritu sólo nos pide
que desde el Consciente digamos “gracias” o “lo siento”. Creas lo que crees; y si
Yo lo he creado, Yo lo puedo cambiar. Esto es aceptar al 100% la
responsabilidad de nuestra vida.
Ho´oponopono impulsa, por tanto, una comunicación consciente con nuestro
Ser interior para que éste tome el mando y afiance o borre, según el caso, partes
concretas de nuestra memoria trascendente. Y la respuesta ante tal
comunicación es automática, aunque no la proporciona el intelecto, sino nuestra
energía divina, a la que conscientemente dejamos fluir y operar para recalcar o
eliminar componentes de esa memoria. El intelecto y la mente no tienen
capacidad para incidir en la memoria trascendente: ni saben donde está ni
conocen el archivo dañado. Por lo mismo, tampoco debemos permitir que forjen
expectativas sobre los efectos e impactos de la respuesta que se produzca, pues
el intelecto carece de información para ponderar lo que determinada
circunstancia realmente nos reporta: hay situaciones negativas que evitan otras
peores, acontecimientos dolorosos que nos abren las puertas de la felicidad o de
la consciencia, etcétera.
Ni siquiera tengo que pensar qué archivos del disco duro son los que deseo
afianzar o borrar; sólo dar las gracias o pedir perdón ante los avatares,
situaciones y contactos de la vida. Nuestro Espíritu o Aumakua conoce muy
bien la parte de nuestra memoria que a continuación se debe poner en valor o
limpiar. No hay que saber ni pensar. Ho´oponopono es aceptar que hay una
parte de mí que es más sabia. Hay que aprender a confiar en uno mismo, en
nuestro Ser interior; mientras mayor sea la confianza, más intensa será la toma
de mando por parte del Yo verdadero. Y mejores resultados se obtendrán en el
trabajo con nuestra memoria trascendente-.

Las hadas jóvenes estaban absortas por la disertación. Sin duda, los
contenidos de la exposición estaban llenos de profundidad y luz, pero creo que
era sobre todo la extraordinaria personalidad de Morgana, que manifestaba en
cada gesto, en cada palabra y en cada silencio, lo que más atraía al auditorio.

-Cuando confiamos, algo pasa, algo se transforma. Sólo tenemos que “observar”
y potenciar o limpiar constantemente, repitiendo las palabras o frases que
sabemos que impulsan el afianzamiento o el borrado. Hay que potenciar o
eliminar archivos permanentemente hasta que llegue un momento en el que el

72
Unihipili o Niño Interior lo haga de forma automática. En ese trabajo interior
iremos encontrando nuestra verdadera Esencia.
Y asumir la responsabilidad íntegra de nuestra vida implica, igualmente,
aceptar la responsabilidad por los pensamientos y acciones de las demás
personas que aparecen en ella. Lo cual, lejos de ser una rémora agotadora, es
una magnífica oportunidad, pues si soy responsable lo puedo cambiar. La gente
que llega a nuestras vidas y con las que nos relacionamos de un modo más o
menos familiar y estrecho no lo hace por casualidad, sino porque compartimos
archivos con Amor, sin Amor o de ambos tipos. Esto es lo que nos une en la
dimensión de las formas, pues en la dimensión subyacente estamos unidos en la
Esencia divina. Cuando son archivos dañinos, la otra persona dirá cosas que
nos molestan, realizará actuaciones que nos causan dolor o padecerá
enfermedades. Ante ello, lejos de contrariarnos y reaccionar defensivamente o
con agresividad, seamos conscientes de que no es sino una proyección de mí; y
una ocasión para borrar tales archivos. Así que digo “te quiero” o “lo siento,
por la parte de mí que ha creado esto y lo ha traído aquí o a ti” para desactivar
el archivo contaminado, que se eliminará no sólo para mí, sino también para el
otro. Quien toma la responsabilidad es el que borra.
A muchos les parecerá increíble, pero el camino más fácil es asumir la
responsabilidad completa de nuestra vida, incluidos todos los hechos,
circunstancias y personas que nos rodean: los pensamientos y actos propios y
los de aquéllos que se relacionan con nosotros. En todo lo que llega y acontece
hay que ver una preciosa oportunidad para que el Ser interior coja el mando y
potencie o limpie los archivos (pensamientos, actos, experiencias,…) con o sin
Amor, respectivamente, guardados en nuestra memoria trascendente.
Ho’oponopono apoya la restauración del equilibrio y la armonía en la persona
y, a través de ella, en la Creación. Ayuda a que el ser humano sea
permanentemente consciente de su Ser profundo, desactivando el piloto
automático del ego, generando paz y consiguiendo que nuestros actos se basen
en la inspiración. En este orden, hay que diferenciar bien entre intuición e
inspiración. La primera procede de la memoria trascendente: algo que ya pasó
puede volver a repetirse y se nos avisa de ello (los sueños premonitorios son un
exponente de esto). La inspiración, en cambio, es algo nuevo, una guía que
emana desde nuestro Yo verdadero y nos ofrece algo novedoso para nosotros y
para nuestra vida.
Y nunca olvidéis que, en última instancia y por encima de todo, la razón de ser
y la esencia del ho´oponopono es el Amor Incondicional. Gracias por vuestra
atención. Espero que mi intervención haya respondido a vuestras expectativas y
a las que la Maestra de Hadas depositó en mí al solicitarme que compartiera
este rato con vosotras. Muchas gracias-.

Una atronadora ovación cerró la reunión y la jornada. Cuando salí del Tor,
era completamente consciente de que las palabras de Morgana me habían
calado muy hondo. Tanto como para saber que nunca volvería a ver y
experimentar la vida de la misma manera que antes. Estaba dispuesto a asumir

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al 100 por 100 la responsabilidad de mi existencia. Y todo había adquirido para
mi otro significado. Más profundo, más luminoso, más Real.

74
Campos morfogenéticos

Los Dywrnad se sucedieron de manera trepidante tras las jornadas que


ocuparon el encuentro de hadas jóvenes. Me propuse interiorizar realmente y lo
antes posible todo lo que en él había aprendido. Así se lo trasmití a Merlín en la
primera ocasión que tuve. Y el Gran Mago se apresuró a darme un consejo:

-Ya has oído hablar de los campos morfogenéticos. Nosotros mismos hemos
intercambiado algún comentario al respecto-, me dijo con su afable
gesticulación, mientras yo me limitaba a confirmar sus palabras con un ligero
gesto de cabeza.

-Pues para avanzar en la práctica del ahora y del ho´oponopono-, continuó, -te
aconsejo que profundices en lo que dichos campos son y representan. Al
principio te parecerá que poco tienen que ver con vivir el momento presente o
con la realización del tradicional ejercicio hawaiano, pero te aseguro que
llegarás a un estadio en el que percibirás claramente la estrecha conexión
existente-.

Por supuesto que le hice caso. Busqué información al respecto tanto en


Internet como en la nutrida biblioteca del Castillo de la Reina de las
Tempestades. La localicé con facilidad y en abundancia.

Lo primero que pude constatar es que los campos morfogenéticos son


parte de los llamados campos mórficos. Y que estos pueden ser definidos como
patrones, modelos o estructuras de tipo inmaterial que se hallan en la
Naturaleza, en general, y en cada una de las distintas especies, en particular. El
biólogo Rupert Sheldrake fue uno de los pioneros en defender su existencia.
Indagó para ello acerca de las causas por las que un árbol de una determinada
familia se estructura de manera idéntica en cualquier punto del planeta, a pesar
de las enormes diferencias geográficas, climatológicas y ambientales; o por las
que miembros de una misma especie animal reproducen cambios de conducta o
procesos de aprendizaje aunque no haya contacto alguno entre ellos y los
separen miles de kilómetros.

En uno de sus experimentos, Sheldrake introdujo unas ratas de laboratorio


en un laberinto especialmente complicado. Tras numerosísimos intentos,
lograron encontrar la salida. A partir de lo cual, empiezan los datos llamativos:
las crías de esas ratas fueron capaces de salir del laberinto en su primer intento;
y, todavía más curioso, lo mismo ocurrió con ratas de la misma especie a las que
se sometió a ese experimento ¡en las antípodas!. A partir de aquí, Sheldrake
acuñó el concepto de “campos morfogenéticos” para tratar de explicar los
cambios que ocurren entre miembros de una misma especie sin que haya
mediado contacto “físico”, desplegando un amplio abanico de investigaciones
que volcó, finalmente, en lo que llamó Teoría de la Causación Formativa.

75
Esta teoría examina cómo las cosas adoptan sus formas o patrones de
organización, sean galaxias, átomos, cristales, moléculas, células, plantas o
animales. A diferencia de las maquinas, que son artificialmente ensambladas
por los humanos, todas estas entidades se organizan por sí mismas, esto, es,
cuentan con formas, patrones o estructuras que disfrutan de propiedades auto-
organizativas: un átomo o una molécula se organizan solos; cada proteína tiene
su propio campo mórfico (un campo de hemoglobina, un campo de
insulina,…); un cristal cristaliza autónomamente y cuenta con una organización
inherente; los animales crecen espontáneamente; etcétera. Por tanto, su teoría
aborda los sistemas naturales auto-organizados y el origen mismo de las formas
que adoptan, concluyendo que la causa de éstas radica en la influencia de
campos organizativos o campos formativos que denominó campos mórficos. Y
las formas y patrones que asumen galaxias, átomos, células, cristales,...
dependen de la manera en que tipos similares han sido organizados en el
pasado. Hay una especie de memoria integrada en los campos mórficos de cada
cosa auto-organizada, concibiendo las pautas y regularidades mucho más como
hábitos que gobernadas por leyes físicas o matemáticas preexistentes.

Igualmente, llamó mi atención el hecho de que los campos mórficos o


morfogenéticos contienen información que, una vez creados, está disponible y
es utilizable con independencia del tiempo y el espacio y sin pérdida alguna de
intensidad. Son campos no físicos que ejercen influencia sobre sistemas que
presentan algún tipo de organización inherente. Gracias a ello, permiten la
transmisión de tal información entre organismos de la misma especie sin
mediar ni proximidad física ni sincronicidad temporal. Es como si dentro de
cada especie de las innumerables que pueblan nuestro planeta -o el Universo-
existiese un vínculo que actuara instantáneamente en un nivel subcuántico, es
decir, fuera del espacio/tiempo y de la esfera tridimensional (la Tercera
Dimensión de la que nos habla la ciencia) en la que trascurre nuestra vida física.

Una tarde en la que compartíamos un tranquilo paseo por uno de los


bosques cercanos a su casa, hice una primera puesta en común con Nimue
sobre mi aproximación a la obra de Sheldrake. En un momento dado de la
conversación, me sorprendió con una contundente afirmación:

-La Isla de Ávalon es una perfecta manifestación de la memoria espiritual de la


Madre Tierra y, por ende, de los campos mórficos; y una colosal prueba de la
existencia y el modus operandi de los mismos. Desde aquí hemos seguido con
atención los avances del biólogo y filósofo británico y hemos aplaudido desde
nuestro voluntario retiro su convencimiento de que la memoria es inherente a la
Naturaleza, que la guarda, preserva y transmite por vías no materiales y, por
tanto, aparentemente situadas fuera de la racionalidad-.

-Cuesta trabajo asimilar tal aseveración-, me sinceré, -cuando la gente corriente


tiene dificultades para recordar lo que hizo la semana pasada o para rememorar

76
objetivamente, sin dejarse arrastrar por las percepciones subjetivas, un
determinado hecho o circunstancia-.

-Ja, ja, ja… Así es, Emilio, y tiene su gracia. Pero la verdad es que lo que la
mente de un ser humano pierde, arrincona, disfraza o reinterpreta no es
olvidado, en cambio, por la Humanidad, ni por la Madre Tierra, ni por el
Cosmos, ni por la Creación. Y la memoria de la Naturaleza y, en el caso que
estamos abordando, de la Humanidad están siempre ahí, tanto a disposición de
cualquiera que de manera consciente quiera utilizarla como influyendo en el
comportamiento de las personas, aunque sean absolutamente inconscientes al
respecto. Son influjos e impactos no visibles y cuasi virtuales que actúan a
través del tiempo y el espacio.

-Es algo incomprensible-, corroboré, -desde la visión egóica que prevalece en la


sociedad actual: yo (sujeto) frente al mundo (objeto) y el mundo como algo
separado y hasta enfrentado con mi yo-.

-Y totalmente normal y lógico desde la Consciencia de Unidad que configura la


Realidad de cuanto es y existe y constituye la esencia de Ávalon, llenando
cotidianamente de energía, sabiduría innata y equilibrio la existencia en la isla.
Los campos mórficos son otra muestra de la Unidad que todo engloba e integra.
Y aunque hay una enorme variedad de campos o patrones, porque muchas son
las modalidades de vida, la sistemática siempre es similar, lo que, por otro lado,
cuestiona la selección natural darwiniana al mostrar que, habiendo multitud de
combinaciones y alternativas posibles, los organismos recurren siempre a una
común-.

-Este último extremo, Nimue, me ha interesado especialmente al leer a Rupert


Sheldrake. Siguiendo sus reflexiones, la información que albergan los campos
mórficos se comunica interactivamente a todos y entre todos los componentes
de la especie, lo que demuestra una propensión a la colaboración, no a la lucha
por la supervivencia-.

-Exacto. Sheldrake otorgó el nombre de resonancia mórfica al modo específico


en el que se produce tal comunicación. A diferencia del instinto o morfogénesis,
tal resonancia evoluciona de forma colectiva, observándose adaptaciones en
gran escala y a enormes distancias en todo el planeta. Hace medio siglo, los
caballos solían lastimarse con las vallas alambradas de los campos, pero en este
tiempo toda la especie ha aprendido a evitar el alambre de púas. Y no
solamente actúan de manera diferente frente a este obstáculo, sino que en
general no reaccionan ya como sus predecesores ante otros avatares-.

-Esto me recuerda-, la interrumpí, -una entrevista efectuada a Noam Chomsky,


el célebre lingüista norteamericano, en la que indicaba que es imposible explicar
la rapidez y la creatividad en la adquisición del lenguaje solamente por vías de
imitación. El concepto de resonancia mórfica permite comprender mejor como

77
se produce ese proceso de aprendizaje humano del lenguaje. Y, en un sentido
similar, explica por qué los rendimientos medios en los tests de inteligencia
tienden aumentar: no es que las personas sean cada vez más inteligentes, sino
que la resonancia transmite a la especie el aprendizaje logrado al respecto por
una parte de sus miembros. Valga como botón de muestra el Test de Matrices
Progresivas de Raven, que mide la capacidad intelectual de sujetos de 12 a 65
años: tras ser usado durante decenios, hoy se considera prácticamente obsoleto
debido a que, aunque los nuevos usuarios no lo conozcan y no tenga un mayor
nivel medio de inteligencia, tanto los adolescentes como los adultos los
resuelven con mucha más facilidad que antes-.

-Sí, sí,… Emilio. Es francamente espectacular. ¡Y tan bello!-, expresó Nimue


sinceramente emocionada. -Si un aprendizaje ocurre en un campo concreto en
algún punto espacial, esta información queda disponible en cualquier
manifestación de este campo en cualquier tiempo y lugar. Y, a través de los
hábitos, los campos morfogenéticos van variando su estructura, dando pie, así,
a los cambios estructurales de los sistemas a los que están asociados. El campo
actúa como una especie de radio emisora que siempre está emitiendo en una
franja de frecuencias específicas que define precisamente a ese campo. Por un
lado, la radio, sus ondas, está permanentemente en el aire, propagando y
haciendo disponibles las informaciones; por otro, también está constantemente
recibiendo y almacenando nuevas informaciones lanzadas por otras radios que
funcionan en la misma franja. Se configura, así, una compleja red de
informaciones, con constantes “inputs” y “outputs”. A medida que van siendo
repetidas y guardadas, el campo se configura en patrón morfogenético: algo así
como la memoria de la especie o del individuo, lo que algunas escuelas llaman
“Akasha” o “archivos akásicos”-.

Tras aquella velada, llegué a pensar que mi inmersión en los campos


mórficos ya no me podía deparar más sorpresas. Me equivoqué. Y fue Merlín el
encargado de hacérmelo ver durante la sobremesa de una de nuestras
habituales comidas, disfrutando de la hospitalidad de la Reina de las
Tempestades y compartiendo mantel y conversación con ella.

-¿Has reflexionado acerca de que los campos mórficos funcionan también en


nuestra propia genética, en el ADN?-, me interrogó en un momento dado.

-¿Nuestro ADN?-, le inquirí sin entender muy bien la pregunta.

-Y tanto, Emilio. El ADN codifica la secuencia de aminoácidos que forman las


proteínas, pero existe una gran diferencia entre codificar la estructura de una
proteína y programar el desarrollo de un organismo entero. Es la misma
diferencia que hay entre fabricar ladrillos y construir una casa con ellos. Los
ladrillos son necesarios para edificar la vivienda; y la calidad de ésta dependerá
de la de aquéllos. No obstante, el plano de la casa no está contenido en los
ladrillos. Análogamente, el ADN codifica los materiales, pero no el plano, la

78
forma, la morfología del cuerpo. Y es precisamente en este punto donde los
campos morfogenéticos juegan su papel. ¿Entiendes?.-

-Los campos mórficos definen la existencia de un patrón o estructura energética


que organiza la vida de los miembros de todas y cada una de las especies
existentes-, dije pensando en voz alta. -Y se encargan de informar a las células
sobre cómo deben disponerse para formar al individuo de cada especie,
determinando de manera sutil los movimientos, comportamientos y tendencias
de todos los ejemplares de la misma-.

-Luego-, el Gran Mago volvió a coger la batuta, -el campo mórfico no se halla en
los genes, en el ADN biológico, sino en el exterior de cada individuo concreto,
como una especia de holograma envolvente, interactuando con su interior a
través del ADN sutil, siendo el depositario de la información esencial que
permite que la vida se desarrolle-.

-Sí, lo comprendo...-.

-Pues claro,… Sólo aquellos que mantienen su mente llena de prejuicios se


resisten a aceptar la existencia de los campos mórficos y piden pruebas
racionales. Sin embargo, la existencia de los campos mórficos se puede probar
más por sus efectos que de forma directa. La mejor manera de entenderlos es
trabajando directamente con grupos de organismos estructurados. Estas
sociedades de individuos pueden transmitirse información a distancia sin estar
conectados por medios sensoriales conocidos. No es sencillo comprender por
medios tradicionales cómo se comunican las bandadas de pájaros para cambiar
de dirección con rapidez y sin chocar unos con otros. De la misma forma, es
difícil conocer la naturaleza real de numerosos vínculos humanos,
interpersonales y comunitarios. Se puede inferir que los campos mórficos
trascienden el cerebro, nos unen a los objetos que percibimos y nos
proporcionan la capacidad de afectarlos con nuestra atención e intención-.

-Lo que me trae a la cabeza, Merlín, un experimento que leí en un libro de


Edgard Morin. En él, los investigadores quitaron a un árbol todas sus hojas.
Ante ello, como era previsible, el árbol empezó a segregar más savia, con el fin
de reemplazar las hojas que había perdido, así como una sustancia protectora
contra los parásitos. Curiosamente, los árboles vecinos de la misma especie
empezaron a segregar la misma sustancia antiparasitaria que el árbol agredido-.

-Las consecuencias de todo lo que estáis hablando son fabulosas-, terció en el


diálogo la Reina de las Tempestades, -y se muestran espléndidamente en el
famoso experimento del centésimo mono”, divulgado por la obra de Lyall
Watson. En 1952, en la isla Koshima, próxima a Japón, los científicos empezaron
a proporcionar a los monos de la especie Macaca Fuscata patatas dulces que
dejaban caer en la arena. Les gustó su sabor, pero las rechazaron al estar sucias
por la arenilla, hasta que una mona joven las lavó y comió. Enseñó el truco a su

79
madre y a otros compañeros jóvenes. Los monos mayores no aprendieron,
excepto aquellos que tenían hijos jóvenes, quienes enseñaron el truco a sus
padres. Pero poco a poco, entre 1952 y 1958, todos los monos jóvenes y sus
padres incorporaron este avance. Un día de otoño de 1958, cierto número de
monos -se desconoce la cantidad exacta, pero supongamos que eran 99- lavaban
las patatas dulces. Y al día siguiente (supongamos también) por la mañana, el
mono número cien aprendió a lavarlas. Por la tarde, todos los monos de la tribu
lavaron sus patatas antes de comerlas. La suma de energía de aquel centésimo
mono creó, en cierto modo, una masa crítica y, a través de ella, una eclosión
ideológica. Pero lo más sorprendente es que las colonias de monos de otras
islas, sin contacto con los anteriores, así del continente asiático empezaron
también a lavar sus patatas dulces-.

Merlín, que había escuchado con atención y deleite las palabras anteriores,
se apresuró a lanzar una potente conclusión:

-Fundamentado en este experimento y otros similares, podemos afirmar que


cuando un número limitado de individuos conocen un nuevo método, sólo es
propiedad consciente de ellos mismos. Pero, ¡ojo!, existe un punto en el que, con
un individuo más que sintonice con el nuevo conocimiento, éste llega a todo el
colectivo y se socializa para el conjunto de la especie. Lo que permite deducir
que la conexión existente entre todos los seres vivos de una misma especie
posibilita que todos los miembros logren un avance compartido al alcanzar lo
que se conoce como “masa crítica”, consistente en un número suficiente de
miembros que hayan asimilado la enseñanza en particular. Aplicada al plano
espiritual, esta interacción explica el funcionamiento del denominado Cuerpo
Místico o Crístico, así como el momento que vive actualmente la Humanidad,
cuando está alcanzando la masa critica que posibilitará un gran despertar
general y el salto consciencial junto con la Madre Tierra-.

La claridad y hermosura de estas apreciaciones sellaron mi boca. Tras


unos segundos, fue la Reina de las Tempestades la que rompió el silencio:

-Nuestras conexiones con los demás son mucho más fuertes de lo que creemos;
y nuestro grado de determinación e influencia en el mundo, mucho más potente
de lo que nos parece. Maharishi Mahesh Yogi tiene toda la razón cuando
sostiene que si el 10% de la población mundial meditase, se lograría que el
restante 90% de los habitantes del planeta cambiaran su forma de pensar. Y es
innegable que el presente, también el despliegue de éste que llamamos futuro,
de la Humanidad y del planeta dependen de que el ser humano crezca en
consciencia. O, dicho con más propiedad, de que podamos pasar de una
“consciencia egóica” a otra “consciencia de Unidad”. Todo lo que hagamos en
esta dirección contribuye a acrecentar la “masa crítica” que hace posible el
cambio, incluido lo que personal y humildemente llevemos a cabo en nuestra
cotidianeidad más inmediata. Vivir el presente, acallar la mente, buscar
espacios de silencio y recogimiento interior, optar por un estilo de vida distinto

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del ritmo estresante que quiere imponer la sociedad actual, calibrar nuestras
verdaderas necesidades y satisfacerlas con austeridad, compartir bienes, tiempo
y experiencias con los demás, desarrollar hábitos de vida saludables que nos
proporcionen energía y alegría o practicar técnicas como el ho´oponopono…
¡Son actos de Amor hacia uno mismo y hacia toda la Humanidad que
coadyuvan a la transformación y expansión de la consciencia del género
humano, la Madre Tierra y la Creación en su totalidad y Unidad!-.

Tras esta conversación, percibí de manera meridiana que la meta de


interiorizar cuanto antes y en profundidad lo aprendido durante el encuentro
de hadas jóvenes vibraba dentro de mí aún con más fuerza que fechas atrás. Sin
duda, los conocimientos acerca de los campos mórficos me habían ofrecido
nuevas perspectivas. Y tomé la decisión de pasar el mayor tiempo posible en mi
habitación, para que la soledad y el aislamiento forjaran el marco idóneo en el
que avanzar en tal interiorización.

La meditación, la música clásica, la lectura y la escritura se configuraron


en los pilares de un recogimiento que sólo interrumpía para gozar de un largo
paseo matinal por los alrededores del castillo, en los desayunos y comidas para
compartir un rato de charla con mi anfitriona y Merlín y a la caída de la tarde,
cuando Nimue me recogía para dar otro paseo, éste más corto, y cenar luego en
su casa. Fue así como pude vivenciar íntimamente todo lo que la Maestra de
Hadas, sus maestras Auxiliares y, finalmente, Morgana, habían enseñando
durante las sesiones del Tor.

Es muy difícil describir con palabras, máxime vertidas sobre un papel, lo


que me fue sucediendo en el transcurso de los siguientes Dywrnad.

Mi primer empeño consistió en ejercitar a conciencia la Práctica del Ahora.


Soy de naturaleza perseverante y apliqué este don para lograr que estar alerta
en el momento presente se convirtiera en una experiencia constante y
espontánea. Cuando esto comenzó a ocurrir, me embargó una felicidad muy
distinta, mucho más genuina, a cualquier estado o instante feliz que hubiera
podido disfrutar anteriormente. Sin embargo, no hubo tregua y, sin darme
cuenta, me metí en una especie de montaña rusa en la que lo que daba
bandazos era mi propio interior. Sus efectos traspasaron lo emocional, para
materializarse físicamente, con mareos y arcadas. Llegué a pensar que había
enfermado.

Afortunadamente, el malestar no duró mucho y pronto empecé a percibir


claramente, por una vía ajena a lo mental y radicalmente desconocida para mí
hasta ahora, que yo mismo, mi Ser Profundo divino y eterno, es el espacio en el
que surgen y se despliegan las formas cambiantes del momento presente. Y de
nuevo la felicidad fue la playa de blancas arenas y cielo azul a la que me
arrastró esa tempestad. Entonces, sólo entonces, las puertas del ho´oponopono,
su hondo significado, se me abrieron de par en par. Y en mi interior estalló una

81
sensación de libertad y alegría sin límites y el convencimiento de que había
asumido, sin interrogantes ni fisuras, el 100 por 100 de la responsabilidad de mi
vida.

Se trató, por tanto, de una experiencia consciencial en cadena situada fuera


de la razón, de los juegos de la mente y de los conocimientos teóricos. No pude
evitar compartirla con Nimue, la Reina de las Tempestades y Merlín. Y la
respuesta de los tres, en conversaciones bis a bis, fue prácticamente la misma:

-Bien, Emilio. Ya estás preparado-.

-¿Preparado?, ¿para qué?-, reaccioné casi en tono de queja, pues daba por hecho
que había llegado al final del camino iniciado en las jornadas del Tor.

-Ten paciencia, sigue usando la perseverancia y confía en la Providencia-, fue la


contestación de los tres.

Debo reconocer que me inundó la frustración. Quería descansar en esa


playa de arenas blancas que me proporcionaba tanta felicidad íntima. Había
cogido el timón de mi vida; y lo había hecho no desde el ego, sino desde mi Yo
Verdadero. ¿Había más que lograr, otros objetivos a alcanzar?. ¡Imposible!, me
decía. No deseaba volver a navegar, ni que me asolaran nuevas sensaciones
enfermizas. No obstante, quizá porque no tenía otro remedio, les hice caso.
Tuve paciencia, fui perseverante.

Y llegó un momento en el que empecé a notar la necesidad de realizar


cortos periodos de descanso a lo largo del Dywrnad, como si fueran pequeñas y
numerosas siestas. Un anochecer, en particular, sentí una intensa vibración
entre el corazón y el ombligo, en el plexo solar, y una enorme necesidad de
dormir. Entré en un sueño muy hondo, prolongado, reparador…

… Al despertarme ya había amanecido y, sencillamente, todo era distinto.


Sí, ¡otra Realidad!. Seguía en Ávalon, físicamente continuaba siendo Emilio y mi
habitación era como siempre; fuera de ella, la Naturaleza y el paisaje no habían
cambiado; y la Humanidad, la Madre Tierra, la Luna, el Sol y el Cosmos entero
permanecían inalterables. Sin embargo, ¡todo era diferente!. Lo sentí con nitidez
incluso antes de abrir los ojos. Y cuando empecé a despegar los parpados, lo
hice en la completa consciencia de que contemplaba todo con ojos nuevos, que
se había descorrido el velo y que tal hecho era absolutamente irreversible:
nunca nada volvería a ser igual.

En esta ocasión no se trataba de un descubrimiento de tipo interior, como


había vivenciado tras la excursión realizada con Merlín al Templo de la Roca de
la que dejé constancia en otra Crónica. Era algo de mucho más calado. Nada
había cambiando y, sin embargo, yo mismo y el mundo se habían
transformado, metamorfoseado. En mi entorno, la paz fluía por doquier y casi

82
la podía tocar con mis dedos. Y me noté lleno de Amor. Es más, me desbordó la
certeza de que Todo, sin excepción, es Amor y que la existencia –ya no la podía
llamar “mía”- consiste en realizar lo que Es: Amor.

Me incorporé de la cama muy despacio. Ya en pie, por la ventana de mi


cuarto, en el horizonte, al fondo, divisé el mar. En cada choque de cada ola
podía oír algo. Jamás lo había escuchado. Lentamente, dí unos pocos pasos de
tanteo y viví por primera vez la experiencia, tan extraña como placentera, de
moverme conscientemente por la Matriz Holográfica en la que los seres
humanos pasamos nuestros días.

83
Dimensionis

Sobre la Matriz Holográfica me había hablado Morgana en el Chalice Well,


el jardín aledaño al Tor, durante el descanso de su intervención en el encuentro
de hadas jóvenes. El mensaje central de sus palabras quedó grabado en mi
interior: “La vida humana se desarrolla en la Tercera Dimensión. Inmersa en
ella, la gente tiende a creer que las Dimensiones de mayor rango que puedan
existir, a las que llaman celestiales y angelicales, son más sutiles, abstractas y
difusas. Sin embargo, en absoluto es así, pues esas otras Dimensiones son
radicalmente reales, mientras que la Tercera es puramente holográfica y
conforma un escenario virtual revestido falazmente de solidez por medio de
una materialidad que no es tal, sino energía y vibración de bajo nivel
frecuencial. En ese escenario, cada uno y en cada momento interpreta un papel
y un guión definido por el grado de consciencia con el que se identifica y la
visión del mundo y de su propia vida a tal grado asociada. De instante en
instante, cada persona proyecta el grado de consciencia que hace suyo sobre el
marco virtual en el que se desenvuelve, configurando lo que denomina
realidad, que, no obstante, considera algo objetivo y ajeno a ella misma. Pero
esa realidad nada tiene de objetiva, al contrario, es totalmente subjetiva y carece
de entidad real, es pura ilusión. Al ser multitud las personas que actúan en el
escenario virtual, las proyecciones conjuntas de todas ellas conforman una gran
Matriz Holográfica-Virtual”.

¡Quién me iba a decir entonces que llegaría a sentir esa Matriz Holográfica
con la claridad que ahora la percibía!. Para que pudiera extraer de la
experiencia todo su jugo y comprender exactamente lo que me estaba
ocurriendo, Nimue me aconsejó dos cosas.

Por un lado, que conociera lo que los avances científicos más innovadores
estaban poniendo de manifiesto acerca del denominado Principio Holográfico.
Para lo cual sería suficiente con una charla distendida con su íntima amiga la
hada Igraine, toda una experta en el paradigma holográfico, pues hacía unos
años, tras concluir la licenciatura de Física en la Universidad de Londres, se
trasladó a la californiana de Berkeley para hacer allí su doctorado bajo la
dirección de Raphael Bousso, uno de los investigadores de mayor
reconocimiento mundial en las formulaciones y consecuencias del citado
paradigma.

Y, por otro, incluso antes de la reunión con Igraine, que me adentrara en el


estudio de lo que la propia física y las matemáticas tildan como “dimensiones”,
pues sólo así podría entender el funcionamiento de la Tercera Dimensión y el
juego en ella del mencionado Principio Holográfico. Para lo cual se ofreció a
prestarme un libro muy singular titulado Dimensionis, que guarda en el “sancta
sanctórum” de su biblioteca personal.

84
Ni que decir tiene que le hice caso en ambos consejos y por el orden que
me había indicado. Así que pronto pude acceder al indicado libro, por llamarlo
de alguna forma, ya que su portada y contraportada las componen unas toscas
tapas de algún tipo de piel, en muy mal estado, atadas entre sí por uno de sus
laterales, engarzando un conjunto de viejísimos legajos escritos por las dos
caras y cortados y numerados a modo de páginas.

Descorriendo la lámina de fino cristal que le daba protección, Nimue lo


extrajo con mimo de la parte superior de una de las estanterías de madera de
ébano que conforman su biblioteca, que sin contar con la envergadura en
cantidad y calidad de la de la Reina de las Tempestades, se halla
magníficamente surtida. Al dármelo, me aseguró que su centenar de páginas
eran fiel transcripción al latín de una serie concadenada de arcaicos rollos de
pergamino, redactados inicialmente en griego, hebreo, arameo y, sobre todo, en
eme-ku, el más remoto de los dialectos sumerios. Habían sido salvados de la
destrucción de la Biblioteca de Alejandría, a donde recalaron dentro del lote de
decenas de miles de manuscritos, traídos desde la Biblioteca de Pérgamo (en la
actual Turquía), que Cleopatra donó a la institución alejandrina en el año 40
a.c..
Atónito por la información y emocionado por poder disponer de aquella
joya, pero lamentando mi ignorancia, agradecí a Nimue su deferencia a la par
que le confesaba mi absoluto desconocimiento de la lengua latina, lo que me
incapacitaba para disfrutar de sus contenidos. En ese momento su cara dibujó la
mueca entre divertida y traviesa que tan bien yo conocía y que solía ser el
preámbulo de algún comentario o iniciativa que ella estimaba jocoso y que a mí
raramente me lo parecía. Sin embargo, en esta ocasión sus palabras me llenaron
de alegría:

-Creo que no vas a tener problemas-, afirmó mientras tomaba otro libro, éste de
configuración moderna, de una mesita cercana. -Aquí tienes su traducción a tu
idioma. Yo misma me encargué de realizarla hace ya tiempo como deferencia al
lugar donde el texto latino fue escrito. Tuve que pedir permiso para ello a mis
amigos de Ávalon, que me autorizaron con la condición de que ni el texto
primigenio ni la copia en español abandonaran nunca la Isla-.

Rápidamente abrí el libro original y busqué la cronología de su edición en


sus primeras páginas. Mis ojos no daban crédito a lo que veían: su redacción se
había efectuado en Sevilla, mi lugar de nacimiento y residencia, ¡en el año 635!.
Ante mi ostensible extrañeza, Nimue no me dio respiro:

-No tengo ni idea de cómo llegaron hasta él los rollos de pergamino, ni con qué
tipo de colaboradores contaba, expertos en lenguas tan antiguas, pero está fuera
de duda que el coordinador de su transcripción al latín fue Isidoro de Sevilla,
uno de los grandes eruditos de la temprana Edad Media y arzobispo de tu
ciudad desde el año 599 hasta su muerte en 636. Y culminó la obra poco antes
de fallecer y tras haber concluido su trabajo fundamental, las Etimologías, colosal

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compilación en la que sistematiza y condensa todo el saber de la época.
Probablemente, él y su equipo nunca llegaron a comprender sus contenidos,
pues la Humanidad ya había perdido los conocimientos imprescindibles al
respecto, pero el transcriptor-autor de Dimensionis fue Isidoro de Sevilla, santo y
doctor de la Iglesia y, desde 2001, patrón de Internet -.

Pasmado por la causalidad y asombrado por lo que tenía en mis manos,


los siguientes Dywrnad los pasé absorbido en la lectura de la versión española,
pero con el texto en latín siempre a mi vera, para poderlo tocar, oler,… sentir. Y
consciente de que en algún momento debería devolverlo a su propietaria, opté
por realizar un resumen de sus contenidos. Por su extensión, no puedo
recogerlo en el marco de estas Crónicas, aunque sí ofreceros una síntesis de lo
resumido. Para ello me he permitido ciertas licencias lingüísticas, determinadas
adaptaciones a la terminología científica moderna y, puntualmente, alguna
interpretación o aclaración personal. Pero, en lo básico, os garantizo que respeta
los contenidos transcritos por Isidoro y sus colaboradores.

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Dimensionis
(Síntesis del texto original, adaptada al lenguaje común y a la terminología científica
contemporánea)

En recuerdo y honor del Tres Veces Maestro, del Alma Pluriconsciencial de Sexta
Dimensión que tras la Gran Caída de la Madre Tierra y la Humanidad se manifestó y
encarnó como Hermes, el Inefable Trismegisto. Fue su Mensaje: “Nada reposa, todo se
mueve; todo vibra. Desde el Todo, Eminente Ser Uno, a la modalidad más densa de
materia, todo está en vibración. Todo es Vibración y la Creación se conforma en
Dimensiones según los niveles vibratorios en las que el Ser Uno consciencialmente se
manifiesta, configurándose en la Matriz del Universo”. Y tú que accedes a estas
palabras, no dejes que se extinga la llama. Sustentada generación tras generación en los
Templos Sagrados de los Sacerdotes del Amor, no permitas que se extinga la llama.

Es un hecho casi inabarcable para la mente humana, pero en la Creación


proliferan los Multiversos, configurado cada uno por cuantiosos Universos. Los
Multiversos se distinguen entre sí por el grado de complejidad vibracional y
dimensional: en los más simples, conviven unas pocas Dimensiones y los
distintos Universos que los componen se diferencian tan sólo por las
condiciones iniciales; en los más complejos, coexisten muchas Dimensiones y
varían la naturaleza intrínseca y las leyes físicas de cada Universo. Además, en
los Multiversos, los Universos nacen a cada instante: no hubo una sola
explosión (“big-bang”), las hay continuamente. Y la experiencia humana se
despliega en una pequeña burbuja inmersa en una burbuja mayor dentro de
una inmensa sopa de burbujas de infinidad de tamaños. O, lo que es lo mismo,
en una Dimensión de una de las distintas Dimensiones existentes en uno de los
muchos Universos que se integran en uno de los numerosos Multiversos que
constituyen el Omniverso y la Creación.

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La organización subyacente en todo ello es Trascendente (cuántica y
subcuántica), de modo que no hay nada superior o inferior, sino interior y
exterior. Desde la óptica del plano humano, lo interior sería homologable a lo
superior; y lo exterior, a lo inferior. La Realidad es que lo interior absorbe a lo
exterior en la Unidad, lo superior absorbe a lo inferior en la Unidad, la Luz
absorbe a la oscuridad en la Unidad, el Amor absorbe al No-Amor en la Unidad
y todo es absorbido en la Unidad por el Amor.

Y existen distintas Dimensiones, de manera que los Multiversos, los Universos


y las Dimensiones interaccionan hasta conformar una “Hiper-Matriz” de
complejidad infinita. Por ella fluye Consciencia unificada y Amor en estado
puro, que como energía vibratoria se despliegan piramidalmente desde dentro
(interior, superior) hacia fuera (exterior, inferior). Pero, ¿qué son las
Dimensiones?. Pues el grado de libertad para realizar un movimiento en el
espacio. Efectivamente, una Dimensión superior (más interior) supone una
mayor toma de Consciencia y, por ende, una “mayor” capacidad para Crear,
esto es, para cristalizar (decretar) efectivamente (vibracional y materialmente) la
Voluntad, que es la Intención plasmada en Acción consciente.

(Nota personal de Isidoro de Sevilla: Por lo que no le faltaba razón a Cristo-


Jesús cuando repetía a cuantos les rodeaban que “nada nos es imposible”. Así lo
expresa en el pasaje narrado por Mateo (17:14-19) donde Jesús apela a la
dimensión crística que atesora el ser humano y a la necesidad de que las
personas interioricen su divinidad no cual reflexión intelectiva, sino como
convicción profunda e íntima que llena la existencia. Y lo hace mostrando su
cansancio ante la pereza y parsimonia que al respecto muestra la Humanidad:
“¡Generación perversa e infiel!. ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros?.
¿Hasta cuándo os tendré que soportar?”. Palabras duras que no evitan que, de
inmediato, exprese con un hermoso y sencillo ejemplo lo que está a nuestro
alcance: “Si vuestra fe fuera como un grano de mostaza, le diríais a aquella
montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible”).

En este orden, las Dimensiones son los diferentes estados de activación y


expansión de la consciencia que se experimentan en el proceso de crecimiento y
evolución del alma, lo que la lleva a encarnarse en distintos planos
dimensionales.

¿Cuántas Dimensiones hay?. Según la perspectiva que se adopte, pueden


distinguirse unas pocas Dimensiones o varias decenas (la moderna Teoría de
Cuerdas contempla entre 10 y 26). Lo cierto es que postular cualquier
clasificación supondría encerrarse en las categorizaciones lineales, parciales y
engañosas que abundan en Tercera Dimensión. Con todo, aún sabiendo lo
precedente y dado que las diferencias interdimensionales son de carácter
vibratorio, es factible acudir al lenguaje musical para acometer su tabulación.

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Concretamente, aunque sea de manera aproximativa, cabe considerar
alegóricamente que todas las Dimensiones configuran una octava.

En la notación musical, una octava es la distancia que recorre la escala después


de siete pasos desiguales de tono y semitono. Como los intervalos se cuantifican
por una cifra que expresa el número de notas que comprende, incluidas las dos
de los extremos, este intervalo se denomina octava (como el archiconocido do-
re-mi-fa-sol-la-si-do). Con este telón de fondo, cabe referirse a ocho
Dimensiones, asociada cada una simbólicamente a una nota musical, por más
que realmente haya otras muchas dentro de cada una de ellas y que la totalidad
-desde la primera a la última, sin exclusión alguna- se encuentren
interconectadas y en constante intercambio dinámico y vibracional:

+Primera Dimensión (Dimensión “Do” o “D-Do”) o Consciencia Funcional: Es


la esfera vibracional donde el Verbo se condensa y la energía se transforma en
materia, por lo que se le conoce, igualmente, como Microcosmos. Los niveles
conscienciales son en ella elementales y prácticamente in-conscienciales o
mecánicos, estando ligados al cumplimiento automático y espontáneo de
funciones y tareas. Los minerales y el agua vibran en estas frecuencias, siendo
los primeros su aspecto cristalino y el agua su aspecto liquido. En el seno del
cuerpo humano, esta Dimensión se halla presente en los fluidos y las corrientes
eléctricas, activa el código genético e impulsa energéticamente el sistema
celular. Tomando al ser humano como ejemplo, “D-Do” equivaldría
metafóricamente a la etapa pre-fetal, donde se es, por encima de cualquier otra
cosa, un conjunto de potencialidades con un programa de división celular y
mantenimiento de funciones.

+Segunda Dimensión (“D-Re”) o Consciencia Grupal: Se desenvuelven en ella


las experiencias vivenciales de la mayoría de plantas, animales y formas
animadas semejantes. Las vibraciones de esta Dimensión propician las fuerzas
primarias de la Naturaleza e impulsan la variedad y la identidad biológica en
todos los Universos, aunque en cada uno según sus propias pautas y
modalidades de vida, manteniendo la unión entre las especies, fijando los
campos que interconexionan a los miembros de cada una y permitiendo que sus
componentes se reconozcan para vivir en común y cumplir funciones
reproductoras. Aquí la consciencia carece de referencias temporales y espaciales
y continúa rayando en la inconsciencia, en cuanto a que la pertenencia al grupo
se asume de manera innata, no como consecuencia de un acto de voluntad
consciente, y hay ausencia de diferenciación individual o auto-reconocimiento.
Siguiendo con el ejemplo del ser humano, “D-Re” es comparable con la etapa
fetal, en la que se flota en el seno materno siendo uno con el entorno en un
estado no egóico y sin noción temporal ni espacial.

+Tercera Dimensión (“D-Mi”) o Dimensión Uniconsciencial: En ella se inserta,


entre otras muchas, la experiencia humana y el planeta Tierra. En “D-Mi” se
desarrolla la identidad individual y el auto-reconocimiento, pasando el sentido

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grupal a un plano secundario. Se crean así las condiciones propicias para que
surja la consciencia, en sentido estricto, que faltaba en las dos primeras
Dimensiones, si bien es de perfil uniconsciencial y, por tanto, muy menguada y
constreñida. Es como percatarse de la existencia de uno mismo y de la Creación,
pero contemplando y filtrando todo por la pequeña mirilla de la propia
identidad física, en la que la mente ocupa un lugar destacado. La consecuencia
es que se llama realidad a la interpretación subjetiva y mental de lo Real, cuya
auténtica naturaleza y envergadura queda fuera de la capacidad de percepción.
La Tercera Dimensión se configura, así, como un ámbito de intersección e
interactividad entre las Dimensiones esencialmente físicas (Primera y Segunda)
y las puramente no físicas (Quinta y sucesivas), lo que es la razón de ser de que
“D-Mi” sea una gigantesca Matriz (holográfica) en las que modalidades de
existencia como los seres humanos despliegan experiencias vitales y espirituales
que posibilitan la toma de consciencia a cerca de uno mismo como individuo
(ego, personalidad) en la suposición de “vivir” singularmente, particularmente,
fragmentadamente, ajeno a la íntima Unidad de lo que Es. De hecho, esta es la
Dimensión donde la idea ficticia de separación de la Unidad alcanza su máxima
expresión, si bien esto es, a la par, lo que permite la aparición de la consciencia,
aunque se encuentre atada a los dualismos y dicotomías derivados de la
afirmación egóica del “yo”, que conlleva la confrontación con lo que es “no-yo”
u “otro”, y a una percepción lineal del tiempo (pasado-presente-futuro) y el
espacio. En el ejemplo de los seres humanos, empiezan a vivenciar esta
Dimensión a los pocos meses del nacimiento -cuando el bebe se concibe como
“yo” (por tanto, frente al “otro”), comenzando a expresar deseos y a forjar su
ego y su personalidad- y, en bastante casos, se mantienen en este nivel
consciencial el resto de su vida física.

+Cuarta Dimensión (“D-Fa”) o Consciencia Arquetipal: Presenta analogías con


la Tercera, en cuanto continúa rigiendo la experiencia uniconsciencial. Sin
embargo, aquí ya no es egóica y ahonda en la consciencia de unidad. Para ello,
“D-Fa” se conforma en Escenario Trascendente (cuántico), pues la perspectiva
uniconsciencial puede experimentar simultáneamente en él diferentes
alternativas y posibilidades vivenciales, lo que fomenta la paulatina expansión
de la consciencia hacia modalidades pluriconscienciales que abren las puertas,
como se verá de inmediato, a otras Dimensiones. Esto significa que en la Cuarta
conviven las nociones de pertenencia grupal, por un lado, y de individualidad,
por otro, existentes en la Dimensiones Segunda y Tercera, aunque con
características distintas. Específicamente, en lo que a la pertenencia grupal
respecta, ya no es inconsciente, sino que trasciende lo grupal cual especie
biológica para alcanzar un estadio en el que se constata como las acciones de
cada cual afectan a la Totalidad. En cuanto a la individualidad, se mantiene la
experiencia de vivir en un cuerpo (la Cuarta es la última Dimensión en la que
esto sucede), pero el yo no se liga a lo físico, sino a lo arquetípico -emociones,
sentimientos, sueños,…-, desarrollándose la empatía, la telepatía, la
sincronicidad (constatación del papel de las causalidades, del principio de
causa-efecto y de la Providencia), la capacidad de afectar y hasta moldear la

89
realidad física y una visión del tiempo no lineal, sino en oleadas cíclicas o en
forma de espiral.

+Quinta Dimensión (“D-Sol”) o Dimensión Pluriconsciencial: Es la primera


Dimensión estrictamente energética, no física, y escapa a cualquier
conocimiento intelectual y mental humano. En ella se empieza a vivir la
experiencia de conexión íntima y existencial con el Todo, con la Fuente y su
Sabiduría, lo que permite acercarse a lo Real. Tal experiencia ostenta tres
importantes consecuencias. Por un lado, se diluye cualquier noción de
individualidad, sea física (Tercera Dimensión) o arquetípica (Cuarta). Por otro,
se transita de una visión uniconsciencial (la pequeña mirilla de la propia
identidad) a otra donde la consciencia individual propia de las Dimensiones
precedentes se contempla integrada en un Ente energético y vibracional
pluriconsciencial (como si oteara a través de múltiples mirillas), de modo que la
existencia que en las Dimensiones anteriores se hubiera calificado de
individual, se contempla aquí como una manifestación consciencial más de las
múltiples que ese Ente despliega, por mas que las diversas manifestaciones
conscienciales no mantengan entre sí una conexión consciente y esté limitada su
capacidad de movimiento interdimensional. Y, por fin, el tiempo se percibe
como un continuo en el que sólo existe el ahora eterno.

+Sexta Dimensión (“D-La”) o Consciencia Multidimensional: Al igual que la


Cuarta y Tercera Dimensión, no siendo homólogas, sí ofrecen analogías debido
al juego en ambas de la perspectiva uniconsciencial, la Sexta y Quinta, no
siendo semejantes, si presentan analogías dado que en las dos se despliega la
experiencia pluriconsciencial, que en “D-La” adquiere connotaciones
multidimensionales. En concreto, con el devenir en esta Dimensión culmina la
conexión con el Todo y su Sabiduría, provocando la desaparición de cualquier
concepto o noción de identidad, sea personal (individualidad física, arquetípica
o existencial) u ontológica (idea de ser en cualquiera de sus posibles variantes),
y la expansión de la consciencia pluriconsciencial, que se hace más compleja y
completa y adquiere libertad y poder para moverse y fluir
multidimensionalmente. Por ello, por vez primera en el discurrir por las
Dimensiones, Ser equivale a No-Ser, contemplándose la existencia cual
manifestación consciencial de un Campo o Macro-Vórtice energético, integrado
absolutamente, a su vez, en el Hiper-Campo Crístico o Espíritu divino, que se
desenvuelve de manera multidimensional y más allá de cualquier limitación
temporal, espacial o existencial, en numerosas manifestaciones conscienciales.
La conexión entre éstas sí logra aquí, a diferencia de en “D-Sol”, una
interconexión plenamente consciente e interdimensional, por distintos que sean
los planos en los que desenvuelven sus experiencias.

+Séptima Dimensión (“D-Si”) o Consciencia Unificada: Es la frecuencia Omega


(Crística o Búdica). El Espíritu, que siempre ha sido tal en cualquiera de las
Dimensiones y modalidades de vida y existencia, “regresa al Hogar”. Aquí no
hay Entes, ni Campos energéticos, por pluriconscienciales o multidimensionales

90
que sean, sino única y exclusivamente el Espíritu emanado del Ser Uno, sin
división o fraccionamiento consciencial alguno y con toda su potencia creadora.
El proceso de evolución del Ser y el Todo se experimentan como Uno hasta un
nivel que no puede ser descrito con palabras. Amor, Paz Absoluta, Silencio
Profundo, Consciencia Perfecta, Concentración Completa, Quietud y
Movimiento, Todo y Vacío y Ser y No-Ser son atributos de esta Dimensión, en
la que todo es Creación Creadora. Sobre la triada Unidad – Consciencia – Amor,
se crean y generan aquí los patrones y matrices de luz y creadores de vida que
en otras Dimensiones, como la Tercera, se manifiestan y materializan en las
formas geométricas y energéticas y las redes que conforman la Geometría
Sagrada.

+Octava dimensión (“D-DO”) o Absorción: La integración es total y el Espíritu


es absorbido en el Ser Uno. Todo es Él: Él es todas las Dimensiones y
subdimensiones y cada una en particular (retomando el ejemplo, Él es la octava
musical, en su conjunto, y, por ende, cada nota musical y todas a la vez); y Él es
la experiencia consciencial que se expresa y desenvuelve en infinitas
experiencias y manifestaciones conscienciales que fluyen por las Dimensiones,
los Multiverso y la Creación.”D-Do” es la Fuente, en toda su Pureza. No hay
formas, sólo Amor; no hay “estar”, sino “Ser”, que indisolublemente es también
“No-Ser”. Es lo Absoluto y lo Indeterminado: Todo y Vacío, Ser Uno (Nota de
Isidoro de Sevilla: Concluye en esta Dimensión el proceso descrito en la
parábola del sembrador de Cristo-Jesús: el fruto de la semilla, tras un colosal
recorrido experiencial, consciencial y multidimensional que acontece en un
momento presente continuo en lo que lo eterno se desenvuelve, es el propio
sembrador, sin separación ni disociación posible. No hay vuelta al Hogar, pues
Todo, sin excepción, es el Hogar).
Dixit Dominus

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Espero que hayáis disfrutado de los contenidos de esta breve síntesis de


Dimensionis. En la próxima Crónica os daré cumplida cuenta del encuentro que,
tras el estudio de tan antiguo texto y siguiendo lo aconsejado por Nimue,
mantuve con Igraine a propósito del Principio Holográfico.

91
El Principio Holográfico

Tras la inmersión en las Dimensionis de San Isidoro y en las Dimensiones


de la astrofísica narrada en la Crónica precedente, me sentí con ganas y en
condiciones de afrontar la charla con Igraine propuesta por Nimue, al objeto de
conocer en detalle los avances científicos en el ámbito del denominado Principio
Holográfico.

La cita fue en casa de la propia Nimue, que propició el encuentro haciendo


de anfitriona con una sabrosa cena conformada por una miscelánea de platos
fríos y templados preparados en su totalidad con setas (champiñones,
gurumelos, níscalos, gallipiernos, oronjas,…) que ella misma había recogido en
los terrenos húmedos de un bosque cercano, que descollaba por la frondosidad
de sus arboleda.

Igraine no vino acompañada por su íntima amiga Elaine, como Nimue y


yo esperábamos, por lo que, finalmente, fuimos tres a la mesa, sobre la que
antes de sentarnos ya descansaban los platos compitiendo por el espacio con
tres jarras medianas de cerveza de abadía y otras dos, de mayor volumen, de
vino rosado de la tierra con las que Nimue había dispuesto que regáramos los
hongos. La conversación fue directa al grano al poco de empezar el ágape,
siendo Igraine la que presentó con solvencia sus credenciales acerca de su
conocimiento de la materia:

-Tras concluir mis estudios de Física en la Universidad de Londres, me desplacé


a California para hacer el doctorado. Concretamente, a la Universidad de
Berkely, en la que permanecí casi tres años, desde comienzos de 2001 hasta
finales de 2003. Allí fui testigo de excepción de una serie de indagaciones
dirigidas por mi director de tesis, Raphael Bousso, y coordinadas a nivel
mundial por los físicos Gerardus ´t Hooft, Premio Nobel en 1999, y Leonard
Susskind. Poco antes de que regresara a Ávalon, ambos decidieron difundir
públicamente los resultados de sus trabajos, mostrando como en el origen de la
Naturaleza puede haber únicamente ultra-pequeños paquetes de información
pura. Las revistas científicas e incluso la prensa diaria lo resumieron en un gran
titular: “la información es el componente fundamental de la Naturaleza”
(“información” significa en este caso bytes esenciales de materia y las leyes
físicas que los gobiernan). Con ello pusieron los cimientos de la hoy conocida
como teoría del Principio Holográfico, que desde entonces ha ido adquiriendo
credibilidad e influencia entre la comunidad científica. Por ejemplo, el físico
Nassam Haramein defiende abiertamente que el Universo se basa en un
holograma; e investigadores de todo el planeta, con los científicos japoneses a la
cabeza, manipulan hologramas creando imágenes 3D o explican el
funcionamiento del mundo físico en función de campos de energía e
información-.

92
Mientras la escuchaba, no pude remediar que mi imaginación fantaseará
acerca del impacto que una mujer de sus características intelectuales y físicas
debió haber causado en las aulas californianas, en la también yo estuve cuando
era joven cursando estudios de economía. Por si la dulzura de su voz, el
profundo encanto de sus ojos azul esmeralda y el esplendor de su melena
pelirroja fueran pocos reclamos, Igraine sobresalía por la altura tanto de su
inteligencia como de su cuerpo, en el que las curvas se desenvolvían entre
medidas de auténtica modelo. Por tanto, atractivos más que suficiente como
para que no pasará en absoluto inadvertida para estudiantes y profesores por
muy dedicados que estuvieran a la física teórica.

Afortunadamente, Igraine proseguía su alocución ajena a mis


pensamientos, aunque Nimue, por la mirada con la que me sacó de los mismos,
sí se había percatado tanto de mi abstracción como del por qué de la misma:

-En buena medida, la idea de que vivimos en un holograma se deriva de la


comprensión de los agujeros negros y cuenta con una base teórica bastante
firme. Los hologramas de las tarjetas de crédito y billetes están impresos en
películas de plástico bidimensionales. Cuando la luz rebota en ellos, recrea la
apariencia de una imagen tridimensional. Lo que está haciendo la ciencia es
sugerir que el mismo principio puede aplicarse a todo el Universo. Así, nuestra
experiencia cotidiana sería una proyección holográfica de procesos físicos que
tienen lugar en una lejana superficie bidimensional. Desde hace algún tiempo,
los físicos han mantenido que los efectos cuánticos podrían provocar que el
continuo espacio-tiempo convulsionara descontroladamente a escalas muy
pequeñas. A estas escalas, la red espacio-temporal podría granularse y estar
compuesta de diminutas unidades (similares a los píxeles) de un tamaño de
aproximadamente cien trillones de veces el tamaño del protón-.

-Fascinante...-, la interrumpió Nimue. -No estoy versada en la materia, pero


recuerdo haber leído en algún sitio que, para los seguidores del Principio
Holográfico, el “big-bang” que dio lugar al nacimiento del Universo tendría
más que ver con una gigantesca “bajada” de bytes de información por parte de
un “superordenador” que con una explosión masiva de materia.-

-Así es-, respondió rápidamente Igraine. –Por lo que la Naturaleza estaría


realmente configurada por pequeños paquetes de información, que son los que
especifican el cuándo, dónde, cómo y cuánto del espacio, el tiempo y la materia-
.

-Tampoco los círculos alternativos que propugnan la existencia de una unión


íntima entre ciencia y espiritualidad-, ahora fui yo quien se sumo al diálogo, -
han sido ajenos a estos avances. Recuerdo que Deepak Chopra habla del ámbito
cuántico como el campo de información de donde parte todo lo conocido
(materia, emociones, pensamientos,...). Y el influjo del Principio Holográfico ha
llegado hasta la esfera farmacéutica, donde hay laboratorios que fomentan la

93
“farmacología holográfica”. Igualmente, hay que tener en cuenta que en esos
círculos El Kybalion es una obra de referencia obligada. Y sus explicaciones
acerca del “principio hermético del mentalismo” están impregnadas de lo que
hoy tildaríamos percepción holográfica de la Realidad: “el Universo es una
creación mental sostenida en la mente del Todo”, enuncia literalmente. Lo que
deriva en una de las máximas más famosas del texto: “la mente infinita del
Todo es la Matriz del Universo”-.

-Esto es, precisamente, lo que la física parece estar revelando-, Igraine volvió a
la carga en un tono que evidenciaba lo mucho que le apasionaba el tema. -En el
núcleo del mundo material y cuanto la compone hay una realidad no física que
puede ser denominada ondas de probabilidad, información, consciencia o
pensamiento. Por ejemplo, el físico Jeffrey Satinover ha señalado que “la
materia, sea lo que fuere, no tiene nada en esencia; es completamente
insustancial; lo más sólido que se puede decir sobre ella es que se parece mucho
a un pensamiento, es como una pizca de información concentrada”. Nikolas
Tesla recalcó que en el núcleo de lo material hay una realidad no física que se
expresa como vibración y tiene su razón de ser en información, consciencia o
pensamiento. Y el antropólogo y lingüista Gregory Bateson ha llegado a llegó a
afirmar que “la mente es la esencia de la vida”-.

–Personalmente-, Nimue entró de nuevo en la conversación, -destacaría las


contribuciones de alguien a quien admiro: el profesor de física teórica David
Bohm. Convencido de que existen otros planos de la realidad a los que sólo
podemos tener acceso a través de estados místicos (éxtasis, alteración del estado
de consciencia,…), subrayó que la globalidad de la Creación y todas sus
Dimensiones están conectadas “en un estado de interminable flujo o doblado y
desdoblado”, siendo la evolución un signo de la inteligencia creadora
explorando estructuras diferentes que van mucho más allá de lo que se precisa
para sobrevivir. Para Bohm, existe un orden implicado plegado en la naturaleza
que se despliega gradualmente a medida que evoluciona el Universo. Algo
parecido a un holograma, aunque prefirió hablar de “holomovimiento”: forma
parte de la realidad que se envuelve y se desenvuelve constantemente, entre el
orden implicado y el orden manifestado, a un ritmo tal que el mundo visible
aparece como uniforme. Todo ello fuerza a replantear lo que entendemos por
“real”. Ya lo manifestaron antiguas culturas: el mundo percibido por los
sentidos físicos es pura ilusión (“maya”) y por debajo hay algo más poderoso y
fundamental y, desde luego, más real, aunque sea totalmente intangible-.

-Gracias a científicos como los que habéis nombrado-, Igraine retomó el


protagonismo tras haber ingerido un buen trago de cerveza, -en el siglo XXI se
empieza a describir la realidad substancial de cuanto existe como energía
vibratoria asociada a alguna modalidad de información, idea o pensamiento. La
Teoría de Cuerdas, por ejemplo, sostiene que las partículas fundamentales no
son puntos, como ha mantenido la teoría de partículas convencional, sino
objetos extensos y vibratorios. Para el físico David Gross, Premio Nóbel en 2004

94
y uno de los máximos expertos en dicha teoría, partículas como el electrón o la
radiación electromagnética corresponden sencillamente a las vibraciones de
menor energía. En palabras de Fritjof Capra, prestigioso físico fundador del
Instituto Elmwood, “no resulta inverosímil pensar que todas las estructuras del
Universo, desde las partículas subatómicas hasta las galaxias y desde las
bacterias hasta los seres humanos, sean manifestaciones de la dinámica
autoorganizadora del Universo que hemos identificado como la Mente
Cósmica”.

-Entonces, Igraine, la Teoría de Cuerdas y la del Principio Holográfico son muy


semejantes-, expresé más como duda que cual conclusión.

-No tanto, Emilio. Mira…, según la Teoría de Cuerdas el espacio está descrito
por la vibración, en miles de maneras y frecuencias, de diminutas cuerdas de
una determinada dimensión: una cuerda vibrando arriba y abajo a cierta
frecuencia podría crear un átomo de helio o una ola gravitacional, tal y como las
cuerdas de una guitarra crean diferentes sonidos a diferentes frecuencias. Los
partidarios de esta teoría han mantenido hace mucho tiempo que estas cuerdas
son el componente fundamental de la Naturaleza. Frente a ello, el Principio
Holográfico considera que, observando más de cerca una cuerda, se ven bytes
cuánticos llamados “baldosas de Planck” (distancia o escala de longitud por
debajo de la cual se espera que el espacio deje de tener una geometría clásica).
Son estos los que engarzados indican a las cuerdas como tienen que vibrar.
Estas “baldosas” son bytes cuadrados que delimitan un “área de Planck”, o lo
que es lo mismo, un trillón de un trillón, de un trillón de un trillón de un trillón
de un trillón de un centímetro cuadrado. Una cuerda de baldosas de Planck
sería la versión natural de un byte. Y el Principio Holográfico nos permite saber
cuántos datos (bytes) son necesarios para decirnos con detalle cada cosa que
ocurre en cualquier zona o parte del espacio.

-¿Quiere esto decir, en definitiva, que la Naturaleza es un conjunto de bytes


preprogramados?-. Empezaba a entender los fundamentos holográficos y me
invadía la euforia.

-¡Exacto!. Lo que enlaza con lo que antes hablamos de que el “big-bang” tiene
más que ver con una gigantesca descarga de bytes de información por parte de
un superordenador que con una explosión masiva de materia-. Igraine me miro
incisivamente a los ojos antes de continuar. –El Principio Holográfico toma su
nombre de una ingeniosa predicción. Un holograma es una fotografía generada
por láser que aparece como de tres dimensiones, pero que, en realidad, contiene
toda su información en una superficie plana de sólo dos dimensiones. Es decir,
toda la información necesaria para crear una imagen en 3-D está codificada en
la superficie del holograma. En los años 90 del pasado siglo XX, distintos físicos
de partículas, trabajando separadamente, llegaron a la conclusión de que el
Universo en sí tendría que almacenar información de la misma manera. El
mundo sería, pues, un holograma tridimensional configurado por las dos

95
Dimensiones que en el texto de San Isidoro se llaman Octava y Séptima. Los
teóricos, una vez asumido que la cantidad e información requerida para
describir un objeto de tres dimensiones (ya sea un libro, una agujero negro o el
Universo en su conjunto) está relacionada con el volumen del objeto, sospechan
que dicha información puede ser codificada sobre la superficie del objeto. Todo
lo cual ha sido conceptualmente refinado por mi maestro en Berkely, Raphael
Bousso, que ha ayudado a formular de un modo más preciso este Principio
señalando que el mundo no aparece ante nuestros sentidos físicos como un
holograma, pero en términos de información necesaria para describirlo sí que se
puede afirmar que el mundo es un holograma. La cosa más asombrosa es que el
“Principio Holográfico” funciona para todos los ámbitos y todos los posibles
espacios-tiempo.

-¿Qué tiene que ver todo ello con el GEO-600 y los trabajos de un tal Hogan?-,
preguntó de pronto Nimue.

-Bastante…-, contestó Igraine de modo reflexivo. -El GEO-600, localizado en


Hanóver (Alemania), se puso en marcha en 2006 en el convencimiento de que
revolucionaría la astronomía. Su misión consiste en detectar de manera directa
lo que nunca antes había sido percibido: las elusivas ondas gravitacionales, que
son ondulaciones del espacio-tiempo producidas por un cuerpo masivo
acelerado (como un agujero negro o una estrella de neutrones) y que se
transmiten a la velocidad de la luz. Estas ondas gravitacionales fueron
predichas por la Teoría de la Relatividad de Einstein, pero sólo se han podido
recoger evidencias indirectas de ellas. Tampoco el GEO600, en sus años de
funcionamiento, las ha conseguido detectar de forma directa, pero quizá
casualmente se haya topado con el más importante descubrimiento de la física
en los últimos 50 años al registrar un extraño ruido de fondo, con frecuencias
entre los 300 y 1.500 hertzios, que ha traído de cabeza a los investigadores que
en él trabajan y que para el físico Craig Hogan podría probar que,
efectivamente, vivimos en un holograma-.

-¿Un ruido de fondo?. ¡Esto parece una película de ciencia–ficción!-, exclamé


francamente sorprendido por el derrotero que había tomado nuestra charla.
-Ja, ja, ja-. Igraine rió con fuerza. -Pero esto es real. Bueno,… todo lo real que
puede ser algo que acontece en un holograma, ja, ja, ja-.

Los tres prorrumpimos en carcajadas. Por un instante todo mi ser fue


consciente de lo feliz que era en Ávalon. No se trataba sólo del acceso a
conocimientos, la compañía de Nimue, la condición tan singular de los demás
pobladores o la hermosura de su geografía. No, nada de eso. Era cuestión de
energía. Lo sentía nítidamente en mi interior. La energía de la Isla, su frecuencia
vibracional, era muy distinta a la de cualquier otro lugar en el que hubiese
estado. Comprendí entonces que en un plano dimensional puede haber áreas
concretas de una Dimensión mayor (esto es, más interior, como se vio en la

96
última Crónica). Y este es el caso de Ávalon en el contexto de la Tercera
Dimensión.

-El dichoso ruido-, mi atención retornó a las palabras de Igraine, -trajo de


cabeza a los investigadores hasta que Hogan afirmó que el GEO600 se había
tropezado con el límite fundamental del espacio-tiempo: el punto en el que el
espacio-tiempo deja de comportarse como el suave continuo descrito por
Einstein para disolverse en “granos” (más o menos de la misma forma que una
imagen fotográfica puede verse granulada cuanto más de cerca la observamos).
Por tanto, el ruido proviene de los confines del Universo, del rincón en que éste
pasa de ser un suave continuo espacio-temporal a ser un borde granulado. De
ser cierto, dicho ruido sería, como el propio Hogan ha aseverado, la primera
prueba empírica de que vivimos en un Universo holográfico, en un gigantesco
holograma cósmico-.

Probablemente por que notó signos de extrañeza tanto en la cara de


Nimue como en la mía, Igraine insistió al respecto, aunque dando un giro más
de tuerca a sus argumentos:

-Según Hogan, parece como si el GEO600 hubiese sido golpeado por las
microscópicas convulsiones cuánticas del espacio-tiempo, siendo el ruido
captado el registro de tales convulsiones. Esto supondría considerar el espacio-
tiempo como un holograma granulado y describirlo como una esfera cuya
superficie exterior estaría cubierta por unidades del tamaño de la longitud de
Planck. Cada una de estas “piezas” del mosaico universal sería, asimismo, una
unidad de información. Y la cantidad total de información que cubre el exterior
de dicha esfera habría de coincidir con el número de unidades de información
contenidas en el volumen del Universo-.

-Pero teniendo en cuenta que el volumen del Universo esférico sería mucho
mayor que el volumen de la superficie exterior-, la cabeza me daba tumbos,
aunque todo en mi interior resonaba armónicamente como queriéndome
confirmar la veracidad de todas estas disquisiciones, -este galimatías se
complica aún más-.

-Ya, pero Hogan también señala una solución para este punto. Si ha de haber el
mismo número de unidades de información o bytes dentro del Universo que en
sus bordes, los bytes interiores han de ser mayores que la longitud de Planck.
Enunciado de otra forma, el Universo holográfico sería borroso. La longitud de
Planck ha resultado demasiado pequeña para ser detectada hasta la fecha, pero
Hogan afirma que el GEO600 ha podido registrarla porque la proyección
holográfica de la granulosidad podría ser mucho mayor, de alrededor de entre
10 y 16 metros. En definitiva, lo que ha detectado el GEO600 podría ser la
borrosidad holográfica del espacio-tiempo desde el interior de este Universo
holográfico. Según publicó la web del GEO600, para probar la teoría del ruido

97
holográfico, la sensibilidad máxima del detector ha sido modificada hacia
frecuencias incluso más altas-

-O sea, que desde la experiencia observacional de los seres humanos y sus


indagaciones científicas-, habíamos finiquitado la cena y quería apurar los
razonamientos, -la Tercera Dimensión, no sabemos si también otras, es, en
verdad, una Matriz Holográfica. Su solidez es sólo un engaño de los sentidos y
en verdad, como gusta en recordar Morgana, es un gran teatro, el Gran Teatro
del Mundo.-

-Chapó por Morgana-, exclamó efusivamente Igraine, a la par que se ponía de


pie en dirección a Nimue, obsequiándole con un beso en el Tercer Ojo en señal
de agradecimiento por la cena y despedida.

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El Gran Teatro del Mundo

Tras la cena con Nimue e Igraine, regresé de inmediato al Castillo de la


Reina de las Tempestades y me fui a la cama con ganas de dormir y disfrutar
del sueño. Y descansé profundamente. Pero me desperté muy temprano,
cuando la noche aún cubría la Isla de Ávalon, empujado por la perentoria
necesidad de plasmar en un texto las reflexiones, conclusiones, intuiciones e
inspiraciones que bullían en mi mente y, sobre todo, en mi corazón una vez
interiorizadas las Dimensionis y comprendido el significado y la significación
del Principio Holográfico. Había podido “ver” el Gran Teatro del Mundo, su
escenario y su tramoya. Y también la puerta que permitía salir y volver a entrar
en él. Me urgía describirlo como manera de afianzar y asentar esa visión.

El denso silencio de las horas más hondas de la madrugada y la fuerte


energía que sentía alrededor y fluía por todo el dormitorio provocaron que mis
dedos empezaran a bailar sobre el teclado del ordenador casi con autonomía
propia, dando pequeños y breves golpes llenos de Amor y entusiasmo. He aquí
el resultado, que, ante mi sorpresa, adoptó una forma a medio camino entre lo
que son las pautas de un breve ensayo y las propias de un poema.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------
I
La vida física se desarrolla en la Tercera Dimensión,
definida por el espacio- tiempo finito,
la materialidad y la dualidad en tensión.
Inmersos en ella, hombres y mujeres tienden a creer
que las Dimensiones de mayor rango,
a las que llaman celestiales y angelicales,
son más sutiles, abstractas, difusas y difíciles de “ver”.
Nada más lejos de la verdad,
pues esas Dimensiones son radicalmente reales,
mientras que la Tercera es puramente holográfica.
La Tercera Dimensión conforma un escenario virtual
revestido falazmente de solidez
por medio de una materialidad que no es tal,
sino energía y vibración de bajo nivel frecuencial.

II
En el escenario virtual de la Tercera Dimensión,
cada cual interpreta un papel y un guión
definido en cada momento
por el grado de consciencia con el que se identifica
y la visión del mundo y de su propia vida a tal grado consciencial asociada.
De instante en instante, de momento en momento,
cada persona proyecta el grado de consciencia que hace suyo

99
sobre el marco virtual en el que se desenvuelve,
configurando lo que denomina realidad,
que, no obstante, considera algo objetivo y ajeno a ella misma.
Pero esa realidad nada tiene de objetiva,
al contrario, es totalmente subjetiva y carece de entidad real, es pura ilusión.
Desde su consciencia interior, aunque no se percate de ello,
el ser humano moldea y configura el exterior,
que, sin embargo, estima algo impuesto, extraño a él mismo.
Y al ser multitud las personas que actúan en el escenario virtual,
las proyecciones conjuntas de todas ellas
conforman una gran Matriz Holográfica-Virtual.
La coherencia o proximidad entre las distintas proyecciones
es la base la Ley de Atracción.

III
La Madre Tierra, auténtico ser viviente,
cumple la función para la Humanidad de gigantesco Teatro-Matriz Holográfico
donde cada persona interpreta el papel
ligado al grado de consciencia que en cada momento asume,
interactuando con los papeles y guiones
desplegados por sus demás congéneres.
La adquisición de consciencia individual, primero,
la cualificación altruista de ésta, después,
y, finalmente, la experiencia del Amor Incondicional
y el despliegue de tal Amor en la cotidianeidad
constituyen la razón de ser en la Creación
de tan espectacular Matriz Holográfica.

IV
Confeccionadas con Esencia divina en forma de vibración,
como quien teje una red con ondas de energía,
y basadas en unos mismos principios
emanados del Diseño Inteligente de cuanto Es y Existe,
hay múltiples Dimensiones en la Creación
y muchos Multiversos, cada uno con multitud de Universos.
Todos tienen en tal Esencia su anatomía sutil,
por lo que el Amor fluye por la totalidad de las Dimensiones
y explica el por qué de cada una de ellas, sea cual sea su rango específico,
impregnando la globalidad de modalidades de vida
y experiencias conscienciales que en ellas se desarrollan.
El Amor es Uno,
no admite distinciones interdimensionales,
identifica y fusiona la Creación hasta hacer imposible su separación en partes
y constituye lo único Real
que un ser humano puede proyectar sobre el escenario virtual
de la Tercera Dimensión en el que despliega su vida física.

100
V
Muchas personas, desde el grado de consciencia que asumen,
quieren cambiar el mundo para adaptarlo a su visión particular del mismo.
Y se plantean actuaciones y maneras
para transforma la realidad material en la que viven.
Pretenden, con ello, transformar lo exterior desde el exterior,
lo material desde lo material, el océano desde las olas.
Nada consiguen con ello, salvo continuar enredados en el juego virtual
que es la naturaleza intrínseca de ese mundo,
la esencia innata de esa aparente realidad.

VI
El ser humano sí puede cambiar el mundo,
pues cuenta con fuerza y energía suficientes
para transformar la Matriz Holográfica en la que se desenvuelve.
Pero el poder para ello radica en su interior:
es desde su interior y desde la metamorfosis profunda
como las personas pueden cambiar el exterior.
La clave para ello es el Amor.
Si proyectas Amor en el escenario virtual, éste mutará fehacientemente.
Y si proyectas constantemente Amor Incondicional,
sin excepciones, absoluto y puro,
alcanzarás el Gran Cambio:
la Matriz Holográfica empezará a diluirse ante tus ojos
y dejarás de interpretar un grado de consciencia
para ser Consciencia plena, comprobando que Todo es Perfecto.

VII
En la Matriz Holográfica en la que cada uno representa el papel
que corresponde al grado de consciencia que asume
y la visión del mundo que hace suya,
la Experiencia Consciencial es lo único Real.
Ni la identidad personal, ni la idea de ser son verdaderas,
sólo la Experiencia Consciencial.
Por ello se puede afirmar:
no disfruto de la felicidad, Soy la Felicidad;
no siento alegría, Soy la Alegría;
no experimento dolor, Soy el Dolor;
no tengo sentimientos, Soy el Sentimiento;
no noto sensaciones, Soy Todas las Sensaciones;
no Amo: Soy el Amor;
no existo: Soy.
Y Soy sin Ser,
pues No Ser es la manifestación perfecta de Ser.
Soy porque no Soy:

101
Soy porque Cristo Es.
No Soy, sino que Soy Él,
pues Él, y no yo, y el Padre/Madre a través de Él,
es quien vive en mi la Experiencia Consciencial.

VIII
La Experiencia Consciencial subyace en la Matriz Holográfica
y fluye en ella energética e interactivamente,
configurando una Red Consciencial.
En el Gran Teatro del Mundo,
esta Red Consciencial es lo único Real, lo único que Es.
En cambio, nada de lo que la Matriz muestra,
con apariencia de solidez material,
existe en realidad.
Los objetos, cosas y cuerpos físicos
que nuestra mente intelectualiza
y de los que nuestros sentidos racionales se percatan
conforman sólo el escenario virtual de ese Teatro.
Son meros hologramas generados por ondas vibratorias
con diferentes gradaciones frecuenciales.

IX
La Red Consciencial produce en sí misma
una condición profundamente Inteligente,
una Consciencia absoluta, pura y sin límites.
En ella se integra la dimensión espiritual del ser humano,
aunque su mente y sus sentidos físicos suelan permanecer ajenos a ello
y sólo perciban los hologramas virtuales.
La llamada racionalidad no da más de sí.

X
Nada de lo que tu mente pueda intelectualizar existe en la Realidad;
nada de lo que tus sentidos puedan racionalizar es Real.
Lo que parece ser, no es; lo que aparenta no ser, es.
Es una auténtica Paradoja de Consciencia
que sólo el Amor puede resolver.

XI
Falsa es cualquier cosa que surja de una observación
donde tú estés por un lado y el mundo por otro;
falaz es cualquier idea que emane de un diálogo
entre un sujeto, lo que tú piensas que eres,
y un objeto, lo que tú crees que no eres.
Mientras te mantengas en estas dicotomías,
tú y el mundo, sujeto y objeto,
todo lo verás en clave de separación y dualidades

102
y permanecerás ciego ante la verdad.
Para percatarte de la esencia de la Experiencia Consciencial
has de ir más allá de la intelectualización de la mente;
para percibir la naturaleza de la Red de Consciencia
debes trascender de la racionalidad de tus sentidos.

XII
Cuando no contemples separación alguna,
ninguna dicotomía entre sujeto y objeto,
alcanzarás otras formas de percepción mucho más genuinas y certeras.
En ellas no hay observador ni observado y se expande la Consciencia.
Esto se llama No Dualidad:
permite que aflore nuestra Sabiduría innata,
posibilita que fluya la intuición y la inspiración
y hace que rija la Providencia divina.
En la práctica, la percepción basada en la No Dualidad
se traduce en estar presente, alerta y atento,
en experimentar acorde con la intensidad de cada instante,
en convertir cada momento en único,
en vivir conscientemente la Vida
y disfrutar plenamente de ella.

XIII
La mente genera la separación entre sujeto y objeto,
funciona a través de imágenes y actúa siguiendo hábitos.
La separación entre tú y lo que no eres tú
produce el rechazo a una parte de la Vida
y, con ello, a la Vida misma, la Vida Real,
que nada sabe de dicotomías y dualidades.
Las imágenes hacen que concibas el mundo
de manera superficial, por las apariencias,
que etiquetes a cosas y personas y efectúes juicios y prejuicios.
Los hábitos mentales producen condicionamientos
y limitan tu capacidad de comprensión de la Realidad,
encasillándote en esa forma habitual de percibir
e interpretar los hechos y situaciones.

XIV
La separación entre sujeto y objeto, las imágenes y los hábitos
no son la Realidad,
sino la forma de operar que sigue la mente.
Tú no eres ni estás separado de nada que sea, haya existido o existirá.
Y la Realidad no es ni las imágenes ni los hábitos
que usa la mente en su funcionamiento
Tampoco eres tus pensamientos,
pues se generan y fluyen por la mente a su antojo,

103
incluso aquellos que no te gustaría tener,
sin que tengas control sobre ellos.
¿Quieres sentir la libertad que está en tu Esencia
y disfrutar de la Providencia divina?.
Pues no fragmentes la Vida con dualidades;
mira más allá de las imágenes;
actúa más allá de los hábitos;
no te identifiques con tus pensamientos;
y vive sin preocupaciones en el ahora,
el único sitio donde la Vida existe.

XV
Existo por encima de dualidades, imágenes, hábitos y pensamientos.
He superado cualquier identidad personal
y he trascendido de la propia idea de ser.
Soy manifestación de la Consciencia Perfecta.
Yo Soy Consciencia: aquello que siempre permanece, aquello que siempre Es.
Con un libro entre tus manos,
quedas absorto en su trama, personajes y situaciones.
¿Donde estas tú?, ¿quién eres tú en ese momento de total abstracción?.
Pues lo que eres: no una persona, no un ser,
sino Consciencia en estado puro más allá del tiempo y del espacio.
Contemplas un paisaje o una puesta del sol y te concentras en su belleza.
¿Donde estas tú?, ¿quién eres tú en ese instante de absoluta concentración?.
Consciencia fuera del tiempo y del espacio.

XVI
Concentrado en la experiencia, la que sea, y viviendo en el momento presente,
te vuelcas en la percepción de la misma y sientes lo que eres y Es: Consciencia.
Puedes constatar entonces nítidamente que no hay nada más en tu Vida,
ni en el Universo, ni en la Creación.
No existe tu pretendida personalidad, ni sujeto ni objetos, ni ser.
Fluye la Consciencia y se plasma en Experiencia Consciencial.
No hay más; no hay menos.
Tu querido yo y cuanto te rodea se desvela como lo que Es:
un Gran Teatro, una fabulosa Matriz Holográfica
minuciosamente moldeada y configurada
en el contexto del Diseño Inteligente del Universo
con un único objetivo:
que la Consciencia experimente y, experimentando, se expanda.

XVII
Concentrado y abstraído en la experiencia,
ocurre un hecho mágico y misterioso para la racionalidad:
no tienes consciencia de ti; tu mí mismo, se diluye, desaparece.
A la par, adquieres plena Consciencia de la Experiencia en sí,

104
que deja de ser algo ajeno a ti, para ser tú mismo,
por encima de tu identidad personal y de tu ser.
En ese momento presente, no hay dualismos;
y decimos que el tiempo pasa volando.
Y tanto, pues la Experiencia Consciencial es interdimensional
y está más allá del tiempo y del espacio.
La Experiencia Consciencial fluye entonces
con toda su fuerza, belleza y pureza,
mostrando que es lo único que Existe en el Gran Teatro del Mundo,
donde todo lo demás es virtual,
incluida tu realidad física y el papel que asumes y llamas personalidad.

XVIII
De tu Voluntad, que es intención plasmada en acción,
y sólo de ella depende cómo quieres vivir
tu actual encarnación en el plano humano.
Puedes instalarte en un grado de consciencia,
con la visión de ti mismo y del mundo que conlleva,
y subir al escenario virtual para interpretar el papel a tal grado asociado.
Asumirás, así, como real lo que sólo es ficción,
incluida la falacia de tu propio yo.
Y defenderás con vehemencia y entusiasmo
meras ilusiones y creencias imaginarias
que dimanan de la Matriz Holográfica que conforma el Gran Teatro del Mundo.
O puedes optar por la Consciencia Perfecta,
no un grado de consciencia, sino todos y ninguno a la vez,
sin incorpórate al escenario virtual ni interpretar papel alguno,
sólo disfrutando de la Experiencia Consciencial,
lo único que verdaderamente Es.

XIX
¿Qué te impide disfrutar de la Consciencia Perfecta?.
Nada real, sólo tus miedos y autobloqueos conscienciales.
En ella y desde ella, puedes caminar o cocinar, sentir, dormir, amar,…
De hecho, en Consciencia Perfecta es como mejor harás todas estas cosas,
pues es un estado de percepción pura en el que se vive el aquí y ahora
y se logra ser plenamente humano.
Todo tendrá la misma apariencia, pero todo será absolutamente diferente.
La Matriz Holográfica se manifestará ante ti con claridad meridiana,
dejando de ser el laberinto en el que enredas tu existencia,
la cárcel en la que te encarcelas,
y convirtiéndose en un instrumento de tu acción consciente
al servicio de la expansión de la Consciencia y de tus congéneres.

XX
Todo es tan bello y sencillo.

105
Sólo la inmersión en el Gran Teatro del Mundo,
dificulta contemplar lo simple y hermoso que es todo.
Sí, lo dificulta, pero no lo imposibilita…
Los sentidos físicos y la mente están diseñados para moverse por esa Matriz,
no para captar la verdad que hay tras ella.
Pero la dimensión interior del ser humano sí puede percibirla.
Cuando se logra, sólo puede salir de la boca:
¡no vivo yo, es Cristo quien vive en mí!.
Y ese mí, enaltecido de Felicidad,
se diluye unificado en la energía crística
y, a través de ella, en el Padre/Madre.
Entonces, los miles de millones de galaxias y de flores,
los Universos multidimensionales y las bandadas de pájaro,
todo, todo sin excepción se plasma en algo único,
lo único que realmente Es,
la Esencia del Padre/Madre:
Amor.
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Redacté la veintena de “poemas” anteriores de un tirón, sin pausa alguna


y lejos de cualquier parámetro temporal. Al terminar, la luz de la mañana
inundaba la habitación y era exactamente la hora del desayuno. Me apresuré a
imprimir el texto, pues tenía la urgente necesidad de compartirlo y nadie mejor
para ello que la Reina de las Tempestades y Merlín, en cuya compañía, como ya
sabéis, suelo disfrutar del primer sustento de cada Dywrnad.

Cuando entré en la estancia anexa a la gran cocina del castillo, mi


anfitriona y el Gran Mago ya estaban a la mesa, ella saboreando el café con
canela con el que comienza cada jornada y él dando buena cuenta de los huevos
con migas de maíz con los que tradicionalmente coge energía para empezar el
nuevo día. Tras saludarlos y antes de sentarme, deposité sobre el mantel, a la
derecha de cada uno, sendas copias de lo que acababa de escribir.
-Cuando podáis, le echáis un vistazo. Me gustaría saber que os parece-, me
límite a solicitarles-.
-Con mucho gusto, Emilio-, contesto rápidamente la Reina de las Tempestades,
a la par que Merlín, con gesto risueño, asentía con la cabeza, pues las migas le
impedían en ese momento pronunciar palabra-.

Y ante mi sorpresa, nada más concluir el desayuno y aún en la mesa,


ambos acometieron la lectura del texto.

-No tenéis porque leerlo ahora-, les indiqué un tanto apurado.

-Y por qué no-, respondió Merlín. –No veo mejor manera de arrancar la
mañana-.

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Tras un buen rato, que se me hizo especialmente largo, la Reina de las
Tempestades se incorporó de su silla, me besó en la frente y, antes de
despedirse, me miró fijamente a los ojos diciéndome entre en broma y en serio:
-Bienvenido al club. Las entradas preferentes del teatro están a tu disposición.
Con gusto las compartiremos contigo-.

En cuanto a Merlín, esperó a que nos hubiéramos quedado solos para


hacerme una extraña propuesta:

-Dentro de unos Dywrnad visitará Ávalon un buen amigo. Su nombre es


Oamas y es un ser intraterreno, mago como yo y con profundos saberes sobre
los mal llamados misterios de la Creación, a los que a él y a mí nos gusta
denominar Física de la Deidad. ¿Te apetecería conocerlo y departir con él?-

No hace falta que os diga cual fue mi respuesta. En la próxima Crónica os


pondré al tanto del encuentro con este ser proveniente de la Tierra Hueca.

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