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DERECHO
Sub –Eje temático 1: Derecho Penal y Constitución. Garantías
constitucionales:
Principios del Derecho Penal
Noción: integran el modelo constitucional penal, un conjunto de principios que se traducen
en los límites de la potestad punitiva del Estado de derecho, y conforman condiciones
necesarias tanto pata la atribución de la responsabilidad penal como para la imposición de
la pena.
Principio de legalidad: Se expresa con el aforismo “nullum crimen, nulla poena sine lege”
(ningún delito, ninguna pena sin ley). Este principio consagra la ley penal previa como única
fuente del derecho penal.
Del principio de legalidad surgen los siguientes aspectos a considerar: una garantía criminal,
una garantía penal, una garantía jurisdiccional o judicial y una garantía de ejecución.
La garantía criminal exige que el delito (= crimen) se halle determinado por la ley
(nullum crimen sine lege).
La garantía penal requiere que la ley señale la pena que corresponda al hecho (nulla
poena sine lege).
La garantía jurisdiccional o judicial exige que la existencia del delito y la imposición de la
pena se determinen por medio de una sentencia judicial y según un procedimiento
legalmente establecido.
La garantía de ejecución requiere que también el cumplimiento de la pena se sujete a
una ley que lo regule.
Asimismo, la norma jurídica (ley) reguladora del hecho delictivo y su sanción, debe
cumplimentar los requisitos de ser ley previa, escrita y estricta.
Con la exigencia de ley escrita, queda excluida la costumbre como posible fuente de delitos
y penas. Es por eso que se trate de una ley emanada del Poder Legislativo, en su condición
de representante del pueblo, sea nacional, provincial o municipal.
En tercer lugar, el requisito de ley estricta, impone en cierto grado de precisión de la ley
penal y excluye la analogía en perjuicio del imputado (analogía in malam partem). La
precisión se exige tanto respecto de la delimitación de la tipicidad como respecto de la
determinación de la pena (mandato de determinación).
Este principio, derivado del principio de legalidad, implica la idea política de «... reservarles,
a los individuos, como zona exenta del castigo, la de aquellos hechos que por inmorales o
perjudiciales que sean, no están configurados y castigados por una ley previa a su acaecer».
Tratándose de una garantía individual, debe estar claramente trazada. Esto se logra,
fundamentalmente, mediante la enumeración taxativa por la ley de los hechos punibles y
de las penas pertinentes, de manera que aquéllos y éstas representen un numerus clausus
en recíproca e inalterable correspondencia.
Principio de Lesividad: El principio de lesión jurídica o lesividad (art. 19, primer párrafo,
CN.), configura la base de un derecho penal liberal y tiene como regla esencial aquélla que
impide prohibir y castigar una acción humana si ésta no perjudica o de cualquier modo
ofende los derechos individuales o sociales de un tercero, la moral o el orden público.
La separación axiológica entre derecho y moral veda, por otra parte, el castigo de
comportamientos meramente inmorales o de estados de ánimos pervertidos, hostiles o
incluso, peligrosos. Correlativamente, impone la tolerancia jurídica de toda actitud o
comportamiento no lesivo para terceros.
Principio del Non bis in ídem: Este principio, por el que se prohíbe perseguir penalmente
más de una vez por el mismo hecho, adquiere el rango de garantía constitucional a partir de
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Material extraído bibliografía obligatoria: Lascano Carlos, “Derecho Penal, Parte General”.
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la Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 8.4), así como por el Pacto de
Derechos Civiles y Políticos (art. 14.7), incorporados a la Constitución Nacional (art. 75, inc.
22).
El primero de los tratados citados prohíbe que el inculpado absuelto sea procesado de
nuevo por el mismo hecho; mientras que el segundo abarca la doble hipótesis del
condenado y el absuelto, prohibiendo en ambos casos que se proceda a posterior
juzgamiento y sanción.
Asimismo, la C.SJ.N. ha entendido que se vulneraría dicha garantía, no sólo para el caso de
cosa juzgada, sino también para el supuesto de propiciarse un juzgamiento por separado de
presuntos delitos resultantes de un único hecho (caso «Rava», del 9/2/88).
Además de los tratados expuestos la garantía del non bis in ídem, puede ser considerada
una derivación del principio de inviolabilidad de la defensa (art. 18 C.N.).
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La ley comienza a ser obligatoria después de su publicación y desde el día que determine, y si no lo determinara, será
obligatoria después de los ocho días siguientes a su publicación oficial.
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responsabilidad, sólo así puede acomodarse a la ley y disfrutar de seguridad en su posición
jurídica. A su vez, sólo si el legislador se acomoda a este principio podrá estimarse que
actúa racionalmente y de acuerdo con el sentido material de su propio instrumento
jurídico: motivar en el ciudadano un comportamiento determinado de hacer u omitir algo.
La validez temporal de la ley penal exige determinar cuál es el momento de comisión del
delito, a los fines de establecer cuál era la ley vigente en ese momento y en consecuencia la
aplicable al caso. En nuestro ordenamiento, a diferencia de la legislación comparada, en el
Código no se encuentra previsto expresamente dicho criterio. Sin embargo, la doctrina
dominante sostiene que deberán tenerse en cuenta: en el caso de tipos de comisión, el
momento de ejecución de la acción y en el caso de tipos de omisión, el momento en que
debía realizarse la acción omitida.
Sin embargo, la determinación del momento de comisión del delito, plantea una
problemática especial cuando nos encontramos frente a un delito continuado, es decir, el
formado con un solo delito a partir de sucesivos hechos dependientes, idénticos o similares
que se extienden en el tiempo, o frente a un delito permanente, el cual no se concluye con
la realización del tipo, sino que se mantiene, por la voluntad delictiva del autor, tanto
tiempo como subsiste en el estado antijurídico creado por él.
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Del ejemplo anterior surgen los siguientes interrogantes: a) ¿Cuál fue el momento de
comisión del delito? ¿Al comenzar la privación de libertad en el mes de enero, al concluir
dicha conducta en el mes de marzo, o, en su caso, durante el período comprendido entre
los meses de enero y marzo?; b) ¿Qué ley debe aplicarse? La que estuvo vigente en los
meses de enero y febrero, que es más benigna, o ¿la que empezó a regir en el mes de
marzo?
No existe una regulación expresa en nuestro ordenamiento para tales hipótesis. La postura
doctrinaria mayoritaria sostiene que se debe aplicar la ley más benigna, existente al
comienzo de la actividad voluntaria, en preferencia a la más gravosa vigente al momento en
que los actos delictivos dejan de cometerse, razón por la cual en el caso de sucesión de
leyes más desfavorables, a los fines de su aplicación, debe tenerse en cuenta el comienzo
de la actividad voluntaria. Así, Fontan Balestra sostiene que la aplicación de la ley más
benigna “cubre todos los momentos del delito, desde el comienzo de la acción hasta el de
la consumación y aun los de la prolongación de la segunda, característica esta de los delitos
permanentes y continuos”. En el mismo sentido, De La Rúa sostiene: “La sucesión de leyes
en el curso de la consumación (permanencia)… da lugar a la aplicación de la ley más
benigna, pues los límites temporales del art. 2° se inician en el tiempo de comisión, no de
consumación”.
Estos supuestos de excepción al principio general se dan cuando al fallar se aplica la ley
vigente a dicho momento procesal, pero que es distinta a la que regía al momento de
comisión del hecho (retroactividad) o, por el contrario, cuando se aplica una ley que no está
vigente al momento de la sentencia, pero que sí lo estaba al momento de la comisión del
hecho o en la etapa intermedia (Ultractividad).
Sin perjuicio de las distintas posturas elaboradas por la dogmática jurídico-penal, pueden
señalarse algunos rasgos distintivos del concepto acción, a saber:
- Exterioricidad: sólo pueden ser alcanzadas por el derecho penal aquellas conductas
humanas que trascienden la esfera interna de la persona, en tanto sólo a través de ellas
es factible lesionar los bienes jurídicos que la ley tutela. Constitucionalmente, el
principio de exterioricidad surge de lo dispuesto en el art. 19, primera parte, de la C.N., y
se desprende implícitamente del principio de legalidad.
- Sujetos de accion: sólo las personas físicas pueden ser sujetos activos del derecho penal,
pues sólo a ellas se les puede atribuir la comisión de un hecho delictivo. Se excluye así la
responsabilidad penal de las personas jurídicas.
- Formas de conducta: la conducta – acción en sentido amplio- en tanto primer elemento
del delito, es susceptible de asumir dos modalidades: o bien, bajo la forma de acción en
sentido estricto, o bien, como una omisión. El primer supuesto implica una actividad de
la persona que vulnera una norma prohibitiva. La omisión, por su parte, se configura
como una inactividad violatoria de una norma preceptiva, es decir, de una norma que
manda implícitamente realizar una conducta determinada (véase, por ejemplo, los arts.
108, 249, 250 C.P.)
Positivismo Jurídico: Fueron sus principales exponentes Von Liszt, Beling y Radbruch y,
entre nosotros, es la concepción sostenida por Núñez, Soler y Fontán Balestra, entre otros.
La acción se concibe como “toda conducta humana voluntaria que causa un cambio en el
mundo exterior” (Von Liszt). De lo dicho se desprenden sus elementos: 1) manifestación de
voluntad, y 2) resultado.
Se entiende por manifestación de voluntad, toda conducta del hombre comisiva u omisiva
que, libre de violencia física o psicológica, está determinada (motivada) por las
representaciones. Consiste en la inervación muscular proveniente de los centros superiores
del cerebro. No debe confundirse esa manifestación de voluntad con su contenido, que
pertenece al campo de la culpabilidad. De esta manera el causalismo generó una voluntad
sin contenido, recurso que fue objeto de las más importantes críticas que recibió esta
corriente.
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Por otra parte, sólo el hombre es capaz de realizar una manifestación de voluntad que
trascienda al derecho.
El concepto de acción así entendido es comprensivo tanto del hacer (acción propiamente
dicha) cuanto del no hacer (omisión).
Normativismo neokantiano o sistema neoclásico: surge a principios del siglo XX, bajo la
influencia del pensamiento filosófico neokantiano en la versión de la Escuela Sudoccidental
alemana. La acción pasa a ser un concepto referido a un valor y no un simple concepto
natural. Su principal expositor, Mezger, considera a la acción como la “conducta humana
valorizada de determinada manera”, este concepto engloba el hacer y el omitir.
Pero Mezger aclara que la valoración del contenido de la voluntad debe dejarse para el
momento de la culpabilidad, llegando a sostener que el concepto de acción sea
estructurado y construido como un concepto natural. Es decir, que a pesar de su referencia
valorativa, el concepto de acción sigue siendo causal.
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Welzel rechaza la concepción mecanicista de la acción, propia del causalismo, con el
argumento de que el concepto de acción del derecho penal, ha de ser un concepto
ontológico, proveniente del campo del ser y, por ello, preexistente a toda valoración;
concepción que armoniza con su teoría de las estructuras lógico-objetivas. Es decir, este
autor considera que no hay un concepto jurídico- penal de la acción humana distinto del
concepto óntico- ontológico.
Para el finalismo, la esencia de la acción humana no reside en una causalidad ciega que
prescinde del contenido de la voluntad, sino en la finalidad que constituye ese contenido.
Dice Welzel: “acción humana es ejercicio de actividad final”. Esta finalidad consiste en que
“el hombre, gracias a su saber causal, puede prever, dentro de ciertos límites, las
consecuencias posibles de su actividad, ponerse, por tanto, fines diversos y dirigir su
actividad, conforme a su plan, a la consecución de estos fines”. Por ello, “… actividad final
es un obrar orientado conscientemente desde el fin”.
Conforme al concepto finalista de acción, ésta abarca dos etapas. La primera trascurre en la
esfera del pensamiento y comprende la proposición del fin por el autor, la selección mental
de los medios para obtenerlo y la consideración de los efectos concomitantes. Luego viene
la segunda etapa (realización externa), en la que el autor pone en movimiento, conforme a
un plan, los medios de acción (factores causales) escogidos con anterioridad, en dirección a
la producción del resultado.
En contraste con la relación causal, en la cual todas las consecuencias están determinadas
causalmente, pertenecen a la relación final sólo aquellas que han sido incorporadas a la
voluntad anticipadora de realización.
El desarrollo de la bio- cibernética ha puesto de manifiesto que en toda conducta hay una
programación a partir de una anticipación de resultado.
Por ello Welzel, en sus últimos años, consideró más conveniente hablar de una
“anticipación biocibernética del resultado”, en lugar de acción final.
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Se desarrollan a partir de los 70, otorgando prevalencia a las consideraciones teleológico-
normativas en el sistema jurídico del delito. Se ha dicho que implican un retorno al
neokantismo y una renormativización de las categorías del delito. El funcionalismo busca
abrir el derecho penal a los criterios de valoración que proporciona la política criminal.
Deben mencionarse:
Por otro lado, dicho concepto abarca sólo las manifestaciones que pueden ser atribuidas a
un ser humano como centro anímico – espiritual de acción, excluyéndose de su ámbito
aquellos efectos que no están gobernados por “la instancia conductora anímico- espiritual
del ser humano” (efectos provocados por fuerza física irresistible, en el transcurso del
sueño, en un delirio, etcétera).
Dicho concepto de acción opera, a su vez, como elemento sistemático de enlace o unión,
pues permite vincular a todas las concretas categorías del delito. La acción es el sustantivo
que se va dotando de predicados valorativos cada vez más ricos en contenido como acción
típica, antijurídica, culpable y punible.
El concepto de acción debe ser neutral frente a los demás elementos del delito, a los que
sólo se relacionará en etapas ulteriores, en las que recibirá el aporte valorativo de cada uno
de dichos elementos. No obstante, Roxin advierte que en el caso de ciertas conductas
omisivas no puede considerarse a la acción en forma neutra al tipo, pues en dichos casos
“no hay acción antes del tipo, sino que el tipo es el presupuesto de aquélla”. Se trata de
omisiones que tienen como base expectativas de acción no fundadas socialmente, sino
exclusivamente en el precepto jurídico.
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Funcionalismo radical y sociológico (Jakobs): para Jakobs la acción debe concebirse como
“expresión de sentido”. Acción consiste en causación individualmente evitable, esto es,
dolosa o individualmente imprudente de determinadas consecuencias, que no se
producirán si concurriese una motivación dominante dirigida a evitarlas.
A partir del concepto de acción como causación evitable del resultado y del correlativo
concepto de omisión como no evitación evitable de un resultado, se puede formar un
supraconcepto de comportamiento que en la respectiva diferencia de resultado, evitable
abarque la comunidad entre actuar y omitir.
Por ende, para que una acción sea típica esta debe coincidir con la descripción contenida en
la ley penal. (Lascano, 2005, págs. 261,262)
Tipo objetivo
El tipo objetivo comprende el aspecto externo del comportamiento humano prohibido por
la norma, que abarca no sólo su descripción abstracta sino también valoraciones de distinta
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índole. Se excluye pues lo que se encuentra situado dentro de la esfera anímica del autor,
que corresponde al tipo subjetivo.
El núcleo del tipo objetivo está constituido por la conducta o la acción descripta por el
verbo (matar, apoderarse, defraudar, falsificar, etc.).
Pero encontramos además – como elementos que describen procesos u objetos captables
sensorialmente que acompañan a la acción – diferentes circunstancias como su relación
con personas o cosas, su vinculación con el tiempo y espacio, la forma y modo de ejecución
y sus nexos con otras acciones.
1. Tipos de pura actividad: son aquellos que sólo requieren el comportamiento del autor,
sin exigir un resultado – potencial o efectivo- separable de aquél. Por ejemplo: la
violación de domicilio, art. 150 C.P.2
2. Tipos de resultado: en ellos la modificación sensible del mundo exterior –tanto en el
plano físico como psíquico- está separada espacial y temporalmente de la acción del
sujeto. Para que exista homicidio no basta con la conducta del autor tendiente a privar
de la vida a otra persona, pues el tipo exige como resultado la muerte de la víctima.
Estos a su vez se subclasifican en:
Tipos de lesión: son aquellos en que la conducta debe haber producido la lesión del bien
jurídico mediante el daño o la modificación del objeto material sobre el cual recae. Por
ejemplo, la estafa exige un perjuicio patrimonial derivado de la conducta engañosa del
autor; el aborto requiere la muerte del feto.
Tipos de peligro: en estos no se exige que la conducta haya ocasionado un daño sobre
su objeto, pues es suficiente que el bien jurídicamente protegido haya sido puesto en
riesgo de sufrir la lesión que se quiere evitar. El peligro puede ser concreto, cuando se
produce la posibilidad real y efectiva de lesión al bien jurídico (ejemplos, disparo de
arma de fuego, art. 104 C.P.3, incendio, art. 186 C.P.4), o abstracto, cuando el tipo se
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ARTICULO 150. - Será reprimido con prisión de seis meses a dos años, si no resultare otro delito más severamente penado, el que entrare en
morada o casa de negocio ajena, en sus dependencias o en el recinto habitado por otro, contra la voluntad expresa o presunta de quien tenga
derecho de excluirlo.
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ARTICULO 104. - Será reprimido con uno a tres años de prisión, el que disparare un arma de fuego contra una persona sin herirla.
Esta pena se aplicará aunque se causare herida a que corresponda pena menor, siempre que el hecho no importe un delito más grave.
Será reprimida con prisión de quince días a seis meses, la agresión con toda arma, aunque no se causare herida.
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ARTICULO 186. - El que causare incendio, explosión o inundación, será reprimido:
1º Con reclusión o prisión de tres a diez años, si hubiere peligro común para los bienes;
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limita a describir un comportamiento que generalmente representa en sí mismo un
peligro para el interés penalmente tutelado (ejemplo, el art. 200 C.P. 5).
Conforme con este punto de vista – que expuso Roxin en 1962 como la teoría del
incremento del riesgo y tiene sus precedentes en los trabajos de Larenz (1927) y Honig
(1930)- “se intenta establecer ciertos criterios valorativos que permitan, específicamente
en el ámbito del derecho penal, esclarecer cuándo una causación se puede calificar como
acción típica desde el punto de vista objetivo (imputación objetiva). Para esta concepción
existen dos categorías sucesivas e independientes en el tipo penal: la causalidad y la
imputación. La primera es condición necesaria pero no suficiente para la tipicidad. Puede
haber causalidad sin imputación pero no imputación sin causalidad.
Se ejemplifica diciendo que conducir un automóvil constituye una conducta peligrosa, pero
si el autor produce lesiones corporales a otra persona sin haber infringido los reglamentos
2º Con reclusión o prisión de tres a diez años el que causare incendio o destrucción por cualquier otro medio:
a) De cereales en parva, gavillas o bolsas, o de los mismos todavía no cosechados;
b) De bosques, viñas, olivares, cañaverales, algodonales, yerbatales o cualquiera otra plantación de árboles o arbustos en explotación, ya sea
con sus frutos en pie o cosechados;
c) De ganado en los campos o de sus productos amontonados en el campo o depositados;
d) De la leña o carbón de leña, apilados o amontonados en los campos de su explotación y destinados al comercio;
e) De alfalfares o cualquier otro cultivo de forrajes, ya sea en pie o emparvados, engavillados, ensilados o enfardados;
f) De los mismos productos mencionados en los párrafos anteriores, cargados, parados o en movimiento;
3º Con reclusión o prisión de tres a quince años, si hubiere peligro para un archivo público, biblioteca, museo, arsenal, astillero, fábrica de
pólvora o de pirotecnia militar o parque de artillería;
4º Con reclusión o prisión de tres a quince años, si hubiere peligro de muerte para alguna persona;
5º Con reclusión o prisión de ocho a veinte años, si el hecho fuere causa inmediata de la muerte de alguna persona.
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ARTICULO 200. - Será reprimido con reclusión o prisión de TRES (3) a DIEZ (10) años y multa de PESOS DIEZ MIL ($ 10.000) a
PESOS DOSCIENTOS MIL ($ 200.000), el que envenenare, adulterare o falsificare de un modo peligroso para la salud, aguas
potables o sustancias alimenticias o medicinales destinadas al uso público o al consumo de una colectividad de personas.
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de tránsito – manteniéndose dentro de los límites del peligro permitido- el resultado no le
será objetivamente imputable.
En ambos casos nos encontramos frente a cursos causales irregulares donde el riesgo
creado no está jurídicamente desaprobado. Tampoco lo está en la denominada prohibición
de regreso, como en el caso del comerciante que – cumpliendo los recaudos legales que lo
autorizan – vende un rifle a un comprador aparentemente normal; por ello, no le es
imputable objetivamente el homicidio que el comprador ejecuta usando el arma.
Se han elaborado los siguientes criterios o pautas, que tienen carácter enunciativo:
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llegar a tiempo a una cita; a consecuencia de la conducción imprudente se produce un
accidente, en el que resulta muerto el acompañante.
Tampoco hay imputación objetiva en los supuestos en que el propio titular del bien
jurídico lo ha puesto en riesgo con su conducta intencional (cooperación en una
autopuesta en peligro dolosa). Ejemplo de Roxin: A entrega a B para su propio consumo
heroína, cuya peligrosidad tienen en claro ambos; B se inyecta la sustancia y muere por
ello.
5) No hay imputación objetiva si el resultado queda fuera de la esfera de protección de la
norma. Por ello, A, el conductor del automóvil que imprudentemente atropelló al
peatón B, causándole la muerte, no debe responder por la muerte de B producida por
un síncope cardiaco sufrido al enterarse de la mala noticia. La tutela del bien jurídico –
en este caso la vida o la integridad física- sólo busca impedir consecuencias directas
lesivas de aquél y no incluye preservar a personas distintas del afectado, de las
repercusiones psíquicas del suceso.
El momento en que debe hacerse el juicio sobre el peligro para el bien jurídico es aquel
en que el autor ha obrado, pues allí – ex ante- deben tomarse en consideración los
conocimientos de que disponía el agente.
Tipo Subjetivo
En el otro grupo- tipos culposos- el agente no pretende lesionar el bien jurídico, pero su
conducta descuidada produce su afectación. Por ejemplo, el conducto del automotor – con
la intención de llegar a destino antes de cierta hora- aumenta la velocidad por encima del
límite reglamentariamente admitido, causando la muerte del peatón que cruzaba la calle,
resultado que aquél no quería alcanzar.
Ambas conductas son estructuralmente distintas, pues las dolosas son dirigidas por la
voluntad contra la norma que le prohíbe dañar el bien jurídico de que se trate. Por su parte,
las culposas se limitan a infringir una norma de cuidado.
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El dolo:
Elementos:
El cognoscitivo: conocimiento, es decir, el autor debe saber que realiza el hecho, qué
hecho realiza y las circunstancias que lo rodean.
El volitivo: intención o voluntad de realización del tipo penal, es decir, el sujeto debe
querer realizar el hecho.
Clases: Los elementos cognoscitivo y volitivo del dolo se pueden dar con distintas
intensidades. La combinación de sus variantes, permiten diferenciar tres clases de dolo:
La Antijuricidad
Concepto: Con la denominación antijuricidad se designa la característica del supuesto de
hecho concreto que lo torna contradictorio con el ordenamiento jurídico en general y,
específicamente, con la ultima ratio del sistema: las normas jurídico- penales.
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Podemos clasificar la antijuricidad en formal o material. La antijuridicidad formal hace
referencia a la relación entre la acción u omisión y la norma penal de determinación; la
antijuricidad material al contenido disvalioso de ésta (contradicción con la norma de
valoración en el sector que ésta excede a la de determinación).
Causas de justificación
Legítima defensa
Concepto: es un caso especial del estado de necesidad que implica la acción y efecto de
defender o defenderse, significando: amparar, librar o proteger. Jurídicamente, esa acción
de amparo o de protección debe ser la consecuencia de una agresión ilegitima previa.
Es la defensa que resulta necesaria para apartar de uno mismo o de otro una agresión
actual y antijurídica.
Requisitos:
6) El que obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que concurriesen las siguientes
circunstancias:
a) Agresión ilegitima;
b) Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla;
c) Falta de provocación suficiente por parte del que se defiende…”
Clases:
Estado de necesidad
Concepto: estado de peligro actual para intereses legítimos que sólo puede ser conjurado
mediante la lesión de los intereses legítimos de otro.
Requisitos:
El Código Penal en su art. 34 dispone: “No son punibles… 1) El que causare un mal por
evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño…”
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De allí surgen los requisitos de este instituto:
Clases:
La culpabilidad
Concepto: La culpabilidad o atribuibilidad individual como categoría o elemento del delito,
es concebida como la actitud anímica jurídicamente reprochable del autor respecto de la
consumación de un hecho penalmente típico y antijurídico (concepción normativa), o bien
como un puro juicio de reproche al autor (concepción finalista).
Imputabilidad
Requisitos:
Presupuestos biológicos:
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1) Madurez mental: es el desenvolvimiento intelectual y volitivo suficiente para
comprender la criminalidad del acto ejecutado y dirigir las propias acciones. Esta
establecida en la Ley N° 22.278 (art. 1°) en distintas categorías:
a) Menor de dieciséis años: es considerado –sin admitir prueba en contrario- inimputable.
b) Menor de edad, entre dieciséis y dieciocho años: es considerado imputable con relación
a delitos de acción privada o reprimidos con pena privativa de la libertad que no exceda
de dos años, con multa o inhabilitación.
c) Mayor de dieciocho años: es considerado imputable.
2) Salud mental: el autor goza de salud mental cuando no se encuentra afectado por
ninguno de los estados mencionados en los a, b y c del “presupuesto biológico”. Esta
falta de salud mental le impide al sujeto comprender la criminalidad del acto y la
posibilidad de dirigir sus acciones. Supuestos:
a) Insuficiencia de las facultades mentales: es entendida como una deficiencia mental u
oligofrenia que impide el desarrollo de esas facultades (imbecilidad, debilidad mental,
etc.). Núñez la explica como la detención, preferentemente intelectual, del desarrollo
psíquico del individuo.
b) Alteración morbosa de las facultades: comprende las enfermedades de la mente que
alteran o transforman las facultades – mentales- ya desarrolladas por el sujeto. Abarca
todo tipo de perturbaciones patológicas de la vida mental.
Presupuestos psicológicos:
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además requiere que las posea en una medida tal que, en el momento del hecho, tenga
la posibilidad de comprender la criminalidad del acto y dirigir sus acciones (presupuesto
mixto bio-psicológico).
La imposibilidad de comprender la criminalidad del acto sólo concurre cuando el autor
que sufre alteración morbosa de sus facultades mentales o estado de inconsciencia, aún
tiene posibilidad de contactar con la norma. Este contacto no será causa suficiente para
motivar al autor en la norma (carece de eficacia a tal efecto), debido- justamente – a la
falta de normalidad en sus capacidades psíquicas que provocan una deficiente
comprensión de la ilicitud del hecho.
De esta manera toda la doctrina escinde al iter criminis en dos partes. Una primera parte
impune, que comprende las fases internas del sujeto, tales como la ideación, deliberación o
reflexión sobre la idea y decisión; y las fases externas que no signifiquen una manifestación
clara y directa de la voluntad criminal (los llamados actos preparatorios del delito). Hasta
aquí el sujeto ha imaginado, planeado y decidido cómo llevar adelante su obra delictiva,
incluso hasta la puede haber preparado, disponiendo de los medios elegidos para obtener
su finalidad, como cuando se fabrica la ganzúa, se compra la escalera, se confecciona la
máscara, se acondiciona el arma que se utilizará en el delito a cometer. Estos actos
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preparatorios si bien no son punibles como delitos suelen algunas veces ser materia de
infracciones contravencionales.
La tentativa punible
Concepto:
Artículo 42.- El que con el fin de cometer un delito determinado comienza su ejecución, pero no lo consuma
por circunstancias ajenas a su voluntad, sufrirá las penas determinadas en el artículo 44.
Elementos constitutivos:
La pena de la tentativa:
Artículo 44.- La pena que correspondería al agente, si hubiere consumado el delito, se disminuirá de un
tercio a la mitad.
Si la pena fuere de reclusión perpetua, la pena de la tentativa será reclusión de quince a veinte años. Si la
pena fuese de prisión perpetua, la de tentativa será prisión de diez a quince años.
Si el delito fuera imposible, la pena se disminuirá en la mitad y podrá reducírsela al mínimo legal o eximirse
de ella, según el grado de peligrosidad revelada por el delincuente.
El desistimiento voluntario:
Artículo 43.- El autor de tentativa no estará sujeto a pena cuando desistiere voluntariamente del delito.
En cuanto al aspecto subjetivo del desistimiento voluntario, podemos afirmar que requiere
de la decisión no coacta u obligada del autor, de no consumar el delito, es decir, de
abandonar la idea de ejecutarlo pese a la posibilidad real y aún existente de llevarlo a cabo.
Esto no significa que deba existir interiormente en el autor un móvil ético, valioso, altruista,
sino que será suficiente que éste haya abandonado definitivamente su criminal empresa
por propia decisión, aunque sea por miedo a la pena o por pereza, siempre que al momento
de desistir y teniendo en cuenta las circunstancias que rodean cada caso, el autor haya
podido continuar su obra.
Participación
Concepto: la voz participación, en el ámbito del derecho penal, puede ser entendida en dos
sentidos diferentes: uno amplio y el otro restringido.
El autor
Concepto: también denominado autor directo, inmediato o primario. Es el que realiza el
tipo ejecutando por sí mismo la acción típica; es el que comete por si mismo el hecho
punible.
El autor tiene el dominio del hecho, dirige la totalidad del suceso a un fin determinado.
Requisitos:
Coautoría
Concepto: existe coautoría cuando varias personas, de común acuerdo, toman parte en la
fase ejecutiva de la realización del tipo, codominando el hecho entre todos (art. 45 CP) 6.
6
ARTÍCULO 45.- Los que tomasen parte en la ejecución del hecho o prestasen al autor o autores un auxilio o cooperación sin los
cuales no habría podido cometerse, tendrán la pena establecida para el delito. En la misma pena incurrirán los que hubiesen
determinado directamente a otro a cometerlo.
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En la coautoría rige el principio de imputación reciproca mediante el cual a cada uno de
ellos se le imputa la totalidad del hecho con independencia de la concreta aportación que
cada autor haya realizado.
Requisitos:
Subjetivos:
Objetivos:
Codominio del hecho: se debe haber coincidido hasta el último momento acerca de la
realización del hecho típico.
Aporte realizado en fase ejecutiva: es indispensable que preste su aporte en el
momento de la ejecución del hecho.
Esencialidad del aporte, bien o función: es coautor quien ha ejercido una función,
quien ha prestado un aporte o ha contribuido con una cosa o una actividad esencial y
necesaria, difícil de reemplazar.
Autoría mediata
Concepto: en ella un sujeto realiza el tipo utilizando a otro como instrumento que será
quien lo ejecutará. Se trata de supuestos de dominio de voluntad. El suceso debe aparecer
como obra de la voluntad rectora del “hombre de atrás”. Este debe tener las características
especiales de la autoría: elementos objetivos de dominio (ej., la infracción del deber en los
delitos especiales; realización por sí mismo de la acción, en los delitos de propia mano) y
elementos subjetivos de cualificación típica (ej. Ánimo de lucro).
Instrumento que obra sin dolo: se trata de casos en que el autor aprovecha o provoca el
error de tipo del instrumento. Sea el error invencible o vencible, el “hombre de atrás” es
autor doloso en autoría mediata. En cuanto al instrumento, en el primer caso no es
responsable; en el segundo, es autor imprudente del delito (en caso de que se
encuentre expresamente previsto).
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Instrumento que obra lícitamente: en este caso el instrumento actúa conforme a
derecho aunque con falta de todos los conocimientos necesarios del hecho que, por el
contrario son poseídos por el “hombre de atrás”.
Instrumento que actúa bajo coacción: en estos casos el instrumento actúa con dolo,
teniendo la posibilidad de obrar de otra manera.
Instrumento que obra sin culpabilidad:
- Instrumento inimputable: aquí el instrumento actúa en estado de incapacidad de
culpabilidad (menores de 16 años de edad, insuficiencia o alteraciones morbosas de
las facultades). No obstante, si el inimputable ha conservado el dominio del hecho, a
pesar de su inimputabilidad, sólo habrá instigación.
- Instrumento que actúa en error de prohibición: en estos casos el instrumento no
comprende la criminalidad de su acto (art. 34, inc. 1 C.P.). Aun cuando el error de
prohibición haya sido evitable puede darse autoría mediata.
Instrumento que obra dentro de un aparato de poder: existe autoría mediata en el caso
de que un sujeto (no coaccionado ni engañado) que forma parte de una organización de
poder actúa como intermediario (fácilmente reemplazable) en la ejecución de una
decisión delictiva determinada.
Formas de complicidad
Complicidad necesaria o primaria: es cómplice primario quien presta un auxilio o
cooperación sin los cuales no habría podido cometerse el hecho.
Artículo 45.- Los que tomasen parte en la ejecución del hecho o prestasen al autor o autores un auxilio o
cooperación sin los cuales no habría podido cometerse, tendrán la pena establecida para el delito. En la
misma pena incurrirán los que hubiesen determinado directamente a otro a cometerlo.
Criterios de distinción:
Concurso de delitos
Concepto: la idea central sobre la que se construye la distinción entre unidad y pluralidad
de delitos es la de unidad o pluralidad de hechos.
La noción de hecho (uno o varios) surge del factor normativo, toda vez que es el producto
de la desvaloración o prohibición que la ley penal realiza de la conducta, por medio de los
respectivos tipos. Hecho es el resultado de un juego dialectico entre los tipos penales y la
acción desarrollada por el agente.
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Por ejemplo: el hecho de acceder carnalmente a una menor, que lesión su integridad
sexual, también implica un incesto – en el caso de que estuviere reprimido penalmente por
nuestra legislación- por la circunstancia de que la accedida era pariente del autor.
El del médico que para deshonrar al paciente revela la enfermedad venérea de éste, no
hace más que una manifestación que constituye el delito de violación de secreto
profesional, pero además comete el delito de injuria, por las circunstancias del carácter
vergonzante de la enfermedad y del ánimo del autor.
El que formula una denuncia falsa ante una autoridad judicial, en la que realiza una
imputación de un delito de acción pública contra una persona determinada, por esta
circunstancia comete el delito de falsa denuncia (art. 245 C.P. 7), pero también el tipo de
calumnia (art. 109 C.P.8).
Artículo 54 CP: Cuando un hecho cayere bajo más de una sanción penal, se aplicará solamente la que fijare
pena mayor.
Delito continuado
Concepto: es la concurrencia de varios hechos (cada uno de ellos delictuosos en sí mismos)
que por su dependencia entre sí, están sometidos a una sola sanción legal. En ellos el sujeto
7
Artículo 245 C.P.: Se impondrá prisión de dos meses a un año o multa de SETECIENTOS CINCUENTA PESOS a DOCE MIL
QUINIENTOS PESOS al que denunciare falsamente un delito ante la autoridad.
8
Artículo 109 C.P: La calumnia o falsa imputación a una persona física determinada de la comisión de un delito concreto y
circunstanciado que dé lugar a la acción pública, será reprimida con multa de pesos tres mil ($ 3.000.-) a pesos treinta mil ($
30.000.-). En ningún caso configurarán delito de calumnia las expresiones referidas a asuntos de interés público o las que no
sean asertivas.
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realiza concomitante o sucesivamente varias infracciones entre las cuales existe
homogeneidad (varios hechos dependientes entre sí), por lo que jurídicamente se las
computa como una sola.
Por ejemplo: el ladrón que en una misma noche sustrae varios objetos del mismo negocio,
penetrando una y otra vez al lugar; en tal caso, la consumación delictiva representa una
unidad material y subjetiva, pues el propósito del autor fue uno solo (sustraer las
mercaderías existentes en ese comercio), pero no pudiéndolo hacer de una sola vez porque
cuenta con un vehículo pequeño, lo hace en varios “viajes”.
Requisitos:
Pluralidad de hechos: exige que la misma persona cometa dos o más hechos
discontinuos, incluso en tiempos y lugares distintos. La prolongación discontinua de la
conducta delictiva diferencia el delito continuado del permanente.
Dependencia de los hechos entre sí: los varios hechos deben concurrir o proseguir en
relación a una sola y misma delincuencia que no se ha agotado (homogeneidad
delictiva).
Unidad de culpabilidad.
Sanción legal: la totalidad de esos hechos merecen la misma calificación delictiva, debe
darse una homogeneidad conceptual.
No hay dificultad alguna cuando se trata de los mismos tipos delictivos en juego, pero la
cuestión puede complicarse en el caso de continuidad delictiva entre hechos tentados y
consumados, o entre hechos simples y agravados. En tales casos se impondría el principio
de absorción consagrado en el arto 54 C.P., debiéndose aplicar la pena mayor.
Requisitos:
Pluralidad de hechos: el mismo sujeto debe haber cometido varios hechos definidos
como delitos por la ley penal, es decir haber causado materialmente dos o más
modificaciones del mundo exterior tipificadas penalmente.
Independencia entre sí: el obrar del autor debe traducirse materialmente en varias
modificaciones del mundo externo independientes entre sí, de modo que si suprimimos
cualquiera de ellas, la otra subsiste porque el otro delito tiene vida propia pues consiste
en un comportamiento distinto. Por ejemplo, penetrar al domicilio constituye una
materialidad autónoma y diferente a la de sustraer efectos que se encuentran en su
interior, razón por la cual se consuman los delitos de violación de domicilio y hurto.
Punibilidad:
A pesar de que en el concurso real sería posible imponer al autor varias penas porque se le
puede imputar haber cometido una pluralidad delictiva, nuestro CP ha consagrado el
sistema de pena única, que rige tanto si cada uno de los distintos delitos está reprimido con
una sola pena, como si alguno de ellos o todos lo están con penas alternativas.
La pena única fija una escala abstracta para graduar la pena en función de los arts. 40 y 41
CP, que establece los sistemas de punición.
ARTICULO 40.- En las penas divisibles por razón de tiempo o de cantidad, los tribunales fijarán la
condenación de acuerdo con las circunstancias atenuantes o agravantes particulares a cada caso y de
conformidad a las reglas del artículo siguiente.
1. La naturaleza de la acción y de los medios empleados para ejecutarla y la extensión del daño y del
peligro causado;
2. La edad, la educación, las costumbres y la conducta precedente del sujeto, la calidad de los motivos que
lo determinaron a delinquir, especialmente la miseria o la dificultad de ganarse el sustento propio
necesario y el de los suyos, la participación que haya tomado en el hecho, las reincidencias en que
hubiera incurrido y los demás antecedentes y condiciones personales, así como los vínculos personales,
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la calidad de las personas y las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión que demuestren su
mayor o menor peligrosidad. El juez deberá tomar conocimiento directo y de visu del sujeto, de la
víctima y de las circunstancias del hecho en la medida requerida para cada caso.
Sistema de punición:
Principio de acumulación jurídica: si los tipos delictivos en que encuadran los plurales
hechos independientes están conminados con penas divisibles de la misma especie, las
penas correspondientes a tales hechos no se suman de modo aritmético sino que tienen
un tope: el máximo de la escala de la pena única no podrá exceder el máximo legal de la
especie de pena que se trate. Por ejemplo, si la pena es privativa de la libertad, no podrá
ser superior a veinticinco años. El mínimo de la escala del concurso real es el mínimo
mayor de las escalas penales de los tipos en juego, aunque pertenezca a un tipo cuyo
máximo de pena sea inferior al de los otros.
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Si concurren penas privativas de libertad divisibles con una pena de igual naturaleza no
divisible, se aplicará únicamente esta pena, salvo el caso en que concurran “la de prisión
perpetua y la de reclusión temporal, en que se aplicará reclusión perpetua” (art. 56,
segundo párrafo, C.P.).
El último párrafo del art. 56 C.P. establece que si alguno de los tipos conmina penas de
inhabilitación o multa, éstas se aplicarán siempre, sumándose a la pena privativa de
libertad que resulte de las reglas precedentes.
Artículo 55.- Cuando concurrieren varios hechos independientes reprimidos con una misma especie de
pena, la pena aplicable al reo tendrá como mínimo, el mínimo mayor y como máximo, la suma aritmética
de las penas máximas correspondientes a los diversos hechos.
Sin embargo, esta suma no podrá exceder de (50) cincuenta años de reclusión o prisión.
Artículo 56.- Cuando concurrieren varios hechos independientes reprimidos con penas divisibles de
reclusión o prisión se aplicará la pena más grave, teniendo en cuenta los delitos de pena menor.
Si alguna de las penas no fuere divisible, se aplicará ésta únicamente, salvo el caso en que concurrieren la
de prisión perpetua y la de reclusión temporal, en que se aplicará reclusión perpetua.
Artículo 57.- A los efectos del artículo anterior, la gravedad relativa de las penas de diferente naturaleza se
determinará por el orden en que se hallan enumeradas en el artículo 5.
Artículo 5.- Las penas que este código establece son las siguientes: reclusión, prisión, multa e inhabilitación.
Artículo 24.- La prisión preventiva se computará así: por dos días de prisión preventiva, uno de reclusión;
por un día de prisión preventiva, uno de prisión o dos de inhabilitación o la cantidad de multa que el
tribunal fijase entre TREINTA Y CINCO PESOS Y CIENTO SETENTA Y CINCO PESOS.
La acción pública (Promovible de oficio): Por regla la acción penal es pública y se ejerce de
oficio. El artículo 120 CN otorga al ministerio público la función de promover la actuación
de la justicia en defensa de la legalidad de los intereses generales de la sociedad.
Características:
Oficiosidad
Legalidad
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Indivisibilidad
Articulo 71.- Sin perjuicio de las reglas de disponibilidad de la acción penal previstas en la legislación
procesal, deberán iniciarse de oficio todas las acciones penales, con excepción de las siguientes:
La acción pública (Promovible a instancia de parte): existen acciones públicas en las que el
ofendido no tiene el ejercicio de la acción penal, sino un derecho pre-procesal y también
sustantivo, que es la facultad de provocar la promoción.
La instancia a través de la cual se puede realizar este derecho es la denuncia o acusación del
agraviado por el delito.
Artículo 72.- Son acciones dependientes de instancia privada las que nacen de los siguientes delitos:
1) Los previstos en los artículos 119, 120 y 130 del Código Penal cuando no resultare la muerte de la
persona ofendida o lesiones de las mencionadas en el artículo 91.
2) Lesiones leves, sean dolosas o culposas.
Sin embargo, en los casos de este inciso se procederá de oficio cuando mediaren razones de seguridad o
interés público.
En los casos de este artículo, no se procederá a formar causa sino por acusación o denuncia del agraviado,
de su tutor, guardador o representantes legales. Sin embargo, se procederá de oficio cuando el delito fuere
cometido contra un menor que no tenga padres, tutor ni guardador, o que lo fuere por uno de sus
ascendientes, tutor o guardador.
Cuando existieren intereses gravemente contrapuestos entre algunos de éstos y el menor, el Fiscal podrá
actuar de oficio cuando así resultare más conveniente para el interés superior de aquél.
Artículo 73.- Son acciones privadas las que nacen de los siguientes delitos:
1) Calumnias e injurias;
2) Violación de secretos, salvo en los casos de los artículos 154 y 157;
3) Concurrencia desleal, prevista en el artículo 159;
4) Incumplimiento de los deberes de asistencia familiar, cuando la víctima fuere el cónyuge.
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Asimismo, son acciones privadas las que de conformidad con lo dispuesto por las leyes procesales
correspondientes, surgen de la conversión de la acción pública en privada o de la prosecución de la acción
penal por parte de la víctima.
La acción por calumnia e injuria, podrá ser ejercitada sólo por el ofendido y después de su muerte por el
cónyuge, hijos, nietos o padres sobrevivientes.
En los demás casos, se procederá únicamente por querella del agraviado o de sus guardadores o
representantes legales.
Sin embargo, que la pena sea conceptualmente un castigo no implica que su función última
sea la retribución. Es cierto que, en cuanto respuesta a un injusto, no deja de tener un claro
significado retributivo, como normalmente percibe la sociedad y evidencia el estigma que,
en este ámbito, imprime en el condenado; algo que resulta imperativo tener presente para
prevenir excesos. Por otra parte, la idea de retribución es la que permite diferenciar la
sanción penal de las respuestas reparatorias civiles. Pero la pena cumple funciones que
están más allá de la reacción punitiva.
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Teorías relativas o preventivas: para estas elaboraciones, la pena se orienta hacia el futuro.
Su función no se satisface con la respuesta al delito cometido, sino que busca prevenir
nuevos delitos, dirigiéndose a sus posibles autores para que no los cometan. Su origen se
encuentra en las teorías de la ilustración y sus creencias en la explicación científico–causal
de todo el comportamiento de las personas, la fe en la capacidad – también de los adultos-
para ser educados mediante la apropiada actuación pedagógica social, y el rechazo a
cualquier intento de interpretación metafísica de los problemas de la vida social.
Su rasgo sobresaliente es precisamente en que la pena sea tenida como un medio para el
fin de prevenir futuros delitos. Ahora bien, ese objetivo puede perseguirse dirigiéndose a la
comunidad toda, como sostienen las concepciones de prevención general; o sólo al autor
del delito, como refieren elaboraciones de prevención especial
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tratamiento del condenado, idea que junto a la de resocialización, definen el medio y el
objeto perseguido por esta modalidad.
Individualización de la pena:
Para esto, para aplicar la norma penal general y abstracta al caso concreto, el Juez debe
tener en cuenta una serie de elementos. A este ejercicio se lo denomina individualización
judicial de la pena. La ley determina la pena (tipo y escala) y el juez la individualiza
(eligiendo tipo y monto).
1) La naturaleza de la acción y de los medios empleados para ejecutarla y la extensión del daño y del
peligro causados;
2) La edad, la educación, las costumbres y la conducta precedente del sujeto, la calidad de los motivos que
lo determinaron a delinquir, especialmente la miseria o la dificultad de ganarse el sustento propio
necesario y el de los suyos, la participación que haya tomado en el hecho, las reincidencias en que
hubiera incurrido y los demás antecedentes y condiciones personales, así como los vínculos personales,
la calidad de las personas y las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasión que demuestren su
mayor o menor peligrosidad. El juez deberá tomar conocimiento directo y de visu del sujeto, de la
víctima y de las circunstancias del hecho en la medida requerida para cada caso.
Clases: Atendiendo a la naturaleza de los bienes que afectan, las penas pueden clasificarse
en:
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tres clases de penas restrictivas de la libertad: la prisión, la reclusión y la expulsión del
país.
b) Penas pecuniarias: en esta clase de sanción, la coerción estatal recae sobre el
patrimonio del condenado. Entre ellas encontramos la multa y el decomiso.
c) Penas impeditivas o privativas: importan la pérdida, la imposibilidad de ejercer o la
supresión, de un empleo, cargo, derecho o profesión. Tales casos de la inhabilitación
absoluta y especial.
d) Penas humillantes: son las que afectan el honor del condenado. Nuestro ordenamiento
contempla la retractación.
Por su duración:
a) Penas perpetuas: en principio significa que se trata de una pena indivisible que se
aplicará mientras viva el condenado. Pueden tener ese carácter la reclusión, la prisión y
la inhabilitación. Sin embargo en el derecho penal argentino, la reclusión y prisión
perpetuas pueden cesar a los veinte años por libertad condicional y la inhabilitación
perpetua a los diez o cinco años, según se trate de inhabilitación absoluta o especial.
b) Penas temporales.
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b) Penas accesorias: son aquellas cuya imposición resulta inherente a una pena principal.
La reincidencia
Concepto: es la reiteración o repetición de conductas delictivas (caer nuevamente en el
delito). Será reincidente aquél que habiendo sido juzgado por un delito, vuelve a delinquir.
Es una condición del sujeto, que no se cancela, revoca o prescribe.
Articulo 50.- Habrá reincidencia siempre que quien hubiera cumplido, total o parcialmente, pena privativa
de libertad impuesta por un tribunal del país cometiere un nuevo delito punible también con esa clase de
pena.
La condena sufrida en el extranjero se tendrá en cuenta para la reincidencia si ha sido pronunciada por
razón de un delito que pueda, según la ley argentina, dar lugar a extradición.
No dará lugar a reincidencia la pena cumplida por delitos políticos, los previstos exclusivamente en el
Código de Justicia Militar, los amnistiados o los cometidos por menores de dieciocho años de edad. La pena
sufrida no se tendrá en cuenta a los efectos de la reincidencia cuando desde su cumplimiento hubiera
transcurrido un término igual a aquél por la que fuera impuesta, que nunca excederá de diez ni será inferior
a cinco años.
Efectos: la reincidencia es un estado en que cae el sujeto. Como tal, produce efectos que
influyen en la situación del condenado, aparejándole condiciones siempre desventajosas
tales como la aplicación de pena de cumplimiento efectivo en casos en que procedería la
condenación condicional, la exclusión de los beneficios de la libertad condicional, la
posibilidad de ser merecedor de una pena más alta al momento de la individualización, o la
imposición de reclusión por tiempo indeterminado cuando la reincidencia fuere múltiple.
En síntesis:
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2) Delitos contra la integridad sexual, previstos en los arts. 119, 120, 124, 125, 125 bis, 126, 127, 128
primer y segundo párrafos, y 130 del Código Penal.
3) Privación ilegal de la libertad coactiva, si se causare intencionalmente la muerte de la persona ofendida,
previsto en el artículo 142 bis, anteúltimo párrafo, del Código Penal.
4) Tortura seguida de muerte, artículo 144 ter, inciso 2, del Código Penal.
5) Delitos previstos en los artículos 165 y 166, inciso 2, segundo párrafo, del Código Penal.
6) Secuestro extorsivo, si se causare la muerte de la persona ofendida, conforme a los supuestos previstos
en el artículo 170, antepenúltimo y anteúltimo párrafos, del Código Penal.
7) Delitos previstos en los artículos 145 bis y ter del Código Penal.
8) Casos en que sea aplicable el artículo 41 quinquies del Código Penal.
9) Financiamiento del terrorismo previsto en el artículo 306 del Código Penal.
10) Delitos previstos en los artículos 5°, 6° y 7° de la ley 23.737 o la que en el futuro la reemplace.
11) Delitos previstos en los artículos 865, 866 y 867 del Código Aduanero.
Artículo 27.- La condenación se tendrá como no pronunciada si dentro del término de cuatro años,
contados a partir de la fecha de la sentencia firme, el condenado no cometiere un nuevo delito. Si cometiere
un nuevo delito, sufrirá la pena impuesta en la primera condenación y la que le correspondiere por el
segundo delito, conforme con lo dispuesto sobre acumulación de penas.
La suspensión podrá ser acordada por segunda vez si el nuevo delito ha sido cometido después de haber
transcurrido ocho años a partir de la fecha de la primera condena firme. Este plazo se elevará a diez años, si
ambos delitos fueran dolosos.
En los casos de sentencias recurridas y confirmadas, en cuanto al carácter condicional de la condena, los
plazos se computarán desde la fecha del pronunciamiento originario.
El código dispone su procedencia para los casos de condena a pena de prisión (no de
reclusión) que no exceda de tres años, excluyendo las penas de multa e inhabilitación.
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Requisitos: Para el juez es facultativo conceder el beneficio, pero para disponerlo la ley
exige:
Que se trate de la primera condena (comprende tanto a la primera condena sufrida por
el sujeto, como a una segunda condena después de transcurrido el término legal de 10
años si ambos delitos fuesen dolosos, u 8 cuando uno de ellos fuese culposo) a la
especie de prisión no mayor de tres años.
Que la condena sea establecida por sentencia que quedó firme.
Artículo 26.- En los casos de primera condena a pena de prisión que no exceda de tres años, será facultad
de los tribunales disponer en el mismo pronunciamiento que se deje en suspenso el cumplimiento de la
pena. Esta decisión deberá ser fundada, bajo sanción de nulidad, en la personalidad moral del condenado,
su actitud posterior al delito, los motivos que lo impulsaron a delinquir, la naturaleza del hecho y las demás
circunstancias que demuestren la inconveniencia de aplicar efectivamente la privación de libertad. El
tribunal requerirá las informaciones pertinentes para formar criterio, pudiendo las partes aportar también
la prueba útil a tal efecto.
Igual facultad tendrán los tribunales en los casos de concurso de delitos si la pena impuesta al reo no
excediese los tres años de prisión.
Artículo 27.- La condenación se tendrá como no pronunciada si dentro del término de cuatro años,
contados a partir de la fecha de la sentencia firme, el condenado no cometiere un nuevo delito. Si cometiere
un nuevo delito, sufrirá la pena impuesta en la primera condenación y la que le correspondiere por el
segundo delito, conforme con lo dispuesto sobre acumulación de penas.
La suspensión podrá ser acordada por segunda vez si el nuevo delito ha sido cometido después de haber
transcurrido ocho años a partir de la fecha de la primera condena firme. Este plazo se elevará a diez años, si
ambos delitos fueran dolosos.
En los casos de sentencias recurridas y confirmadas, en cuanto al carácter condicional de la condena, los
plazos se computarán desde la fecha del pronunciamiento originario.
Artículo 27 bis.- Al suspender condicionalmente la ejecución de la pena, el Tribunal deberá disponer que,
durante un plazo que fijará entre dos y cuatro años según la gravedad del delito, el condenado cumpla
todas o alguna de las siguientes reglas de conducta, en tanto resulten adecuadas para prevenir la comisión
de nuevos delitos:
Las reglas podrán ser modificadas por el Tribunal según resulte conveniente al caso.
Si el condenado no cumpliere con alguna regla, el Tribunal podrá disponer que no se compute como plazo
de cumplimiento todo o parte del tiempo transcurrido hasta ese momento. Si el condenado persistiere o
reiterare el incumplimiento, el Tribunal podrá revocar la condicionalidad de la condena. El condenado
deberá entonces cumplir la totalidad de la pena de prisión impuesta en la sentencia.
Artículo 28.- La suspensión de la pena no comprenderá la reparación de los daños causados por el delito y
el pago de los gastos del juicio.
Para la procedencia de la suspensión de la ejecución penal, el juez deberá fundar bajo pena
de nulidad. Los fundamentos consisten en la valoración que haga el juzgador en la misma
sentencia, de circunstancias subjetivas y objetivas que “demuestren la inconveniencia de
aplicar efectivamente la privación de libertad” – art. 26 C.P.
Las circunstancias que deberá valorar el juez, son las relacionadas al sujeto: su personalidad
moral, actitud posterior al delito, motivos que lo impulsaron a delinquir; y con respecto al
hecho la naturaleza de éste.
La ley 24.660 de ejecución de la pena privativa de la libertad, tal como lo hacía la ley
penitenciaria nacional (decr. ley 412/58 del 14/1/58, ratificado por ley 14.467), derogada
por la primera (art. 230), ha unificado la ejecución de la reclusión y de la prisión,
consultando así la tendencia universal y de la legislación de nuestro país, y respondiendo a
lo que – de hecho- se venía practicando en las cárceles nacionales y provinciales.
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La modalidad particular de ejecución penal no depende ya de la clase de pena impuesta,
sino que es un resultado de la individualización administrativa del tratamiento. De tal modo
han quedado virtualmente sin efecto los arts. 6°, 7° y 9° C.P. Pero la unificación no ha
borrado toda la diferencia ejecutiva entre ambas penas privativas de la libertad, lo que
determina que la reclusión siga siendo una pena más severa que la prisión.
Sobre las características del régimen penitenciario dispone el art. 6° de la ley 24.660: “El
régimen penitenciario se basará en la progresividad, procurando limitar la permanencia del
condenado en establecimientos cerrados y promoviendo en lo posible y conforme a su
evolución favorable su incorporación a instituciones semiabiertas o abiertas o a secciones
separadas regidas por el principio de autodisciplina”.
Principio de resocialización:
Es el período durante el cual el penado sale de su encierro, pero está sometido a una serie
de obligaciones. Es una característica del sistema progresivo y forma parte de la pena.
La libertad condicional es una suspensión condicional del encierro que se cumple como
pena (art. 13 C.P.) o medida de seguridad (art. 53 C.P.), la cual, por consiguiente, no es una
ejecución de la pena o medida, sino precisamente lo contrario. El liberado
condicionalmente no ha cumplido su pena o medida, pero tampoco la está cumpliendo
liberta. Solo está sometido a un término de prueba destinado a decidir si la sanción ha de
declararse extinguida por el encierro sufrido (arts. 16 y 53 C.P.) o si el condenado debe
seguir cumpliendo (arts. 15 y 53 C.P.). Pero la libertad condicional no modifica la condición
de penado o de sometido a medida de seguridad del que goza de ella, ni influye en el
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sistema de la pena o medida más allá del ámbito del encierro y de lo relacionado con el
cese de éste (art. 12 C.P.).
La libertad asistida permitirá al condenado sin la accesoria del art. 52 del C.P., el egreso
anticipado y su reintegro al medio libre tres meses antes del agotamiento de la pena
temporal.
El juez de ejecución o juez competente, a pedido del condenado y previo los informes del
organismo técnico-criminológico y del consejo correccional del establecimiento, podrá
disponer la incorporación del condenado al régimen de libertad asistida (art. 54 ley 24.660).
1. Presentarse, dentro del plazo fijado por el juez de ejecución o juez competente, al
patronato de liberados que le indique para su asistencia y para la supervisión de las
condiciones impuestas.
2. Cumplir las reglas de conducta que el juez de ejecución o juez competente fije, las cuales
sin prejuicio de otras que fueren convenientes de acuerdo a las circunstancias
personales y ambientales del condenado, podrán ser:
a) Desempeñar un trabajo, oficio o profesión, o adquirir los conocimientos necesarios
para ello;
b) Aceptar activamente el tratamiento que fuere menester;
c) No frecuentar determinadas personas o lugares, abstenerse de actividades o de
hábitos que en el caso, se consideren inconvenientes para su adecuada reinserción
social.
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3. Residir en el domicilio consignado en la resolución judicial, el que podrá ser modificado
previa autorización del juez de ejecución o juez competente, para lo cual éste deberá
requerir opinión de patronato respectivo,
4. Reparar, en la medida de sus posibilidades, los daños causados por el delito, en los
plazos y condiciones que fije el juez de ejecución o juez competente.
Prisión domiciliaria: establece el Código Penal que la pena de prisión que no exceda de
seis meses puede hacerse cumplir por simple detención domiciliaria, cuando se trata de
mujeres honestas o de personas mayores de sesenta años o valetudinarias, esto es,
enfermizo, delicado, de salud quebrantada (art. 10).
Concordantemente, la ley 24.660, en el art. 32, dispone: El juez de ejecución o el juez
competente confiará la supervisión de la detención domiciliaria prevista en el art. 10
C.P. a un patronato de liberados o servicio social calificado de no existir aquél. En ningún
caso estará a cargo de organismos policiales o de seguridad.
Si el condenado a prisión con beneficio a detención domiciliaria llegara a quebrantarlo le
será revocado el beneficio y quedará sometido al régimen de prisión discontinua (art. 35
inc. A).
Prisión discontinua y semidetención: el juez de ejecución o juez competente, a pedido o
con el consentimiento del condenado, podrá disponer la ejecución de la pena mediante
la prisión discontinua y semidetención.
La discontinua consiste en la permanencia del condenado en una institución basada en
el principio de autodisciplina, por fracciones no menores de 36 horas, procurando que
ese período coincida con los días no laborables de aquél (art. 36, ley 24.660).
La semidetención consiste en la permanencia ininterrumpida del condenado en una
institución basada en el principio de autodisciplina, durante la fracción del día no
destinada al cumplimiento (en la medida de lo posible) de sus obligaciones familiares,
laborales o educativas. Sus modalidades podrán ser la prisión diurna y la prisión
nocturna.
Medidas de seguridad
Concepto: son los medios de que dispone el derecho penal moderno, distinto de las penas
y que cumplen una función de prevención especial. Es otra forma de reacción penal dirigida
a aquellos sujetos inimputables o en los cuales la pena no ha cumplido el efecto esperado.
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Material extraído bibliografía obligatoria: Lascano Carlos, “Derecho Penal, Parte General”.
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En nuestro derecho positivo, de acuerdo con su fin específico, se distinguen: medidas de
seguridad educativa, curativa y eliminatoria. Las primeras, llamadas también tutelares, se
aplican a los menores, consistiendo en su internación en un establecimiento de corrección
(ley 22.278); las curativas que se encuentran en el art. 34 inc. 1 C.P. hacen referencia a
enajenados e inconscientes y las eliminatorias destinadas a multirreincidentes, en el art. 53
del mismo cuerpo legal.
Duración de las medidas y cese de ellas: las medidas de seguridad son, por regla,
indeterminadas.
En nuestro derecho no existe un único término de duración, sino que cada medida
posee una característica particular por la que se produce su cese.
Las medidas curativas dependen de la desaparición de la causa que le dio origen, debe
establecerse la desaparición del peligro, no siendo necesario demostrar la total curación
del enfermo mental. Sólo cesan por resolución judicial de la autoridad que impuso la
medida. Puede ser de oficio o a pedido de parte y con audiencia del Ministerio Público y
dictamen en los peritos.
En las medidas educativas, la regla para que la medida cese es el paso del autor del
ilícito de la minoridad a la adultez y lo dispuesto en la ley para los diferentes grupos
etáreos, además, el Código Procesal Penal de la Provincia de Córdoba, en su art. 525
exige que el tribunal para ordenar la cesación de una medida tutelar deberá oír al
Ministerio Público, al interesado, o cuando éste sea incapaz a quien ejercite su
responsabilidad parental, tutela o curatela, lo mismo que en su caso, al Consejo
Provincial de Protección al Menor.
Las medidas eliminatorias presuponen el cumplimiento de la pena establecida en la
última condena y del transcurso de cinco años más con la especial consideración del
grado de peligrosidad del condenado en el cumplimiento de los requisitos establecidos
en el art. 53 C.P. Cumplidos los cinco años mencionados puede accederse a la libertad
condicional.
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Material extraído bibliografía obligatoria: Lascano Carlos, “Derecho Penal, Parte General”.