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Tractatus Logico-Suicidalis

Matarse uno mismo


Tractatus Logico-Suicidalis. Hermann Burger. Editorial Pre-Textos, 2017
Traducción, epílogo y notas de Andreas Lampert
Hermann Burger, poeta, novelista y ensayista suizo, se suicidó mediante una sobredosis de
barbitúricos el 28 de febrero de 1989 en el castillo de Brunegg.

1. No existe la muerte natural.

13. La muerte nunca es natural, ni siquiera para el hombre de noventa y


siete años. En cuanto está a la vista, se convierte, para el candidato, en un
disgusto insoportable, en una guillotina.

41. La meta de toda vida es la muerte, la vida es la muerte vestida de bufón,


lo inanimado estuvo ahí como algo animado, la pulsión de muerte aspira a
una restitución de lo arcaico.

Al no existir la muerte natural, toda vida no es más que un recorrido, más o


menos largo, hacia la muerte.

53. La partida de nacimiento del lactante es, al mismo tiempo, su


certificado de defunción. La vida inscribe en su rúbrica vacía un número de
años que se encogen hasta formar una nada a la vista del infinito.
74. Améry dice que la libre inclinación al suicidio no es ninguna
enfermedad de la que uno tendría que ser curado, como si se tratase de un
sarampión. Por eso jamás le diríamos a un suicidario: '¡Que se mejore
usted!

99. Si consigue su propósito, al suicida se lo tilda de criminal; si fracasa, de


loco."

137. Las desconsoladoras chapuzas de los nuestros y los psiquiatras solo


pueden verse como un grave insulto. Tenemos que prohibirle a toda esa
pandilla, del modo más estricto, inmiscuirse en nuestra muerte.

243. Frente a la amenaza nuclear y ecológica que se cierne sobre el mundo,


la del omnicidio inminente, la solución del suicida es un acto artístico-
revolucionario: él anticipa -pars pro toto y pro mortología- lo que, con toda
probabilidad, habrá de consumarse, más tarde o más temprano, a nivel
global. En ello le lleva un decisivo paso por delante del sano incurable
apegado a la existencia.
288. La muerte lo deja a uno sin habla; el suicidio, sin aliento.
295. La vida no es el más preciado de los bienes: el más preciado es la
obra, porque suprime y sobrevive a los azares de la existencia en un sentido
hegeliano.

302. La 'seriedad del disfrute de la vida' es como un ridículo petardo de frente


a la tarea de dar forma y legar una obra.

314. La muerte no tiene remedio, el suicidio sí: la muerte.

512. El asesinato perfecto: jamás se podrá probar la culpabilidad del autor del
delito. El suicidio perfecto: no hay motivo alguno.

568. El exhibicionista vital nunca entenderá al suicida; el sucidante, sin


embargo, sí entiende al exhibicionista vital, y en ello reside el sentido del
humor de aquél.

932. No es necesario que nos matemos, antes deberíamos matar nuestras


teorías, diría un optimista incorregible. El Tractatus logico-suicidalis no es,
en sentido estricto, una teoría. Una teoría siempre es transferible a otros
casos. Nuestro Tractatus es la fundamentación única de un suicidio único.

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