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Economía, sociedad y estado en el orden colonial consolidado

Profesor Daniel Omar De Lucia

El sistema colonial de Indias: minería y circuitos comerciales

Los españoles organizaron la economía de su inmenso imperio americano en


función de los intereses de la metrópoli. Sus dos dominios más importantes eran
Nueva España y Perú de donde provenía la riqueza minera que sostenía el
imperio, financiaba las guerras europeas de los reyes y permitía comprar todas las
cosas que España no producía. Ambas zonas mineras representaban las regiones
con mayor concentración demográfica de la América española así como los dos
más importantes centros políticos y administrativos hasta finales del siglo XVIII.
El gran centro de la minería andina fue Potosí, en el Altiplano, donde en 1545 se
descubrió oro. Mas al norte en la sierra peruana Huancavelica era el principal
yacimiento de mercurio, componente vital para la amalgama del oro y la plata. En
meso América los grandes centros mineros eran Zacatecas y San Luis Potosí.
Según las leyes de Indias las minas y demás riquezas subterráneas eran de
propiedad de la corona que las entregaba en concesión a particulares (Azogueros)
que tenían derecho a explotarlo pagando el quinto real o canon perteneciente a la
corona equivalente al 20% de las ganancias. En un principio el mundo de los
Azogueros era cerradamente español. Más tarde empresarios criollos lograrían
hacerse un espacio en las minas. Los Azogueros reinvertían sus ganancias
comprando tierras o estableciendo talleres de manufacturas como los que existían
en las ciudades del centro-norte de Nueva España y en algunas ciudades de los
Andes. Se casaban con hijos de hacendados para pasar a formar parte de los
clanes terratenientes de sus regiones.
La mano de obra de las minas estaba constituida por indios sometidos a
distintas formas de prestaciones. El repartimiento en Nueva España y la Mita en
los Andes constituían un sistema de prestaciones rotativas a la que estaban
obligadas las comunidades indígenas de las provincias cercanas a los centros
mineros. Este sistema acelero el proceso de desarticulación de algunas
comunidades al provocar la muerte de muchos hombres sometidos a las duras
condiciones de trabajo en la mina o fomentando la dispersión de los mitayos que
huían de sus obligaciones o que no regresaban a sus comunidades una vez
terminado el turno. A fines del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII en Nueva
España, donde el proceso de mestizaje fue mas profundo, surgió un nuevo tipo de
mano de obra libre en las minas: los barreteros. Estos eran mestizos que se
conchababan temporalmente para hacer el trabajo de arrancar pedazos de
metales de las paredes de las minas con una barreta. En los Andes, hasta
después de terminado el periodo colonial el sistema de Mita siguió proveyendo el
grueso de la mano de obra. Pero en el colorido mundo de las minas de Potosí
apareció en el periodo colonial un equivalente del barretero novo hispano conocido
como Minga. También en el cerro del Potosí se dieron fenómenos de pequeños
explotadores clandestinos de los socavones conocido como Kajcha que extraían
pequeños trozos de plata para cambiarlos en los mercados indios.
La corona busco rodear a las zonas mineras de periferias agrícola-ganaderas
que producían comestibles para abastecer a la población de los centros mineros y
las grandes ciudades administrativas. De esta manera el sur agrícola novo
hispano, el istmo de Centroamérica y el norte ganadero de Nueva España
abastecían a las ciudades del centro del virreinato y los centros mineros de
Zacatecas y San Luis Potosí. A la vez el sur de la actual Bolivia y la lejana
provincia del Tucumán en el actual noroeste argentino abastecían los centros
mineros de Potosí y la sierra peruana y a Lima gran capital del imperio español en
América del sur.
La riqueza minera y los otros productos que los españoles importaban de
América convergían en dos puntos que concentraban todo el comercio de Indias
con la metrópoli. Estos eran Veracruz que concentraba todo él trafico de Nueva
España y Centroamérica y Porto Belo (actual Panamá) que concentraba todo él
trafico de América del Sur, hasta que a comienzos del siglo XVIII fue suplantado
en esa función por Cartagena de Indias (Colombia). De la misma forma del otro
lado del Océano la ciudad de Sevilla y luego la de Cádiz concentraban todo el
comercio de Indias con destino a España. El sistema de puertos americanos se
completaba con el puerto de Acapulco, en la costa pacífica del virreinato de Nueva
España, de donde salía un circuito comercial que llegaba a Manila, capital del
dominio español de Filipinas y enlace con el comercio de los países asiáticos. Este
complejo sistema, que ordenaba de manera jerárquica el espacio económico del
imperio, estaba pensado para garantizar la llegada del oro y la plata a Europa. En
lo concerniente a los demás productos de Indias que se trasladaban a América el
sistema era un poco más flexible. En las zonas alejadas del imperio donde la
actividad económica languidecía se autorizaba o se toleraba de hecho algún tipo
de comercio con España sin pasar por los dos únicos puertos autorizados. En el
caso del puerto de Buenos Aires que desde fines del siglo XVI hasta 1622 estuvo
autorizado a vender cueros y a comprar esclavos. Las islas de las Antillas, en
general, tuvieron pocas trabas para comerciar directamente con España. Lo
mismo sucedería con el puerto de Santo Tomas en Guatemala o el de Caracas en
Venezuela. A la vez en la metrópoli los comerciantes de distintas provincias
realizaban gestiones ante la corona para que se les autorizara a comerciar
directamente con Indias como hacían los comerciantes de Sevilla y Cádiz. Los
puertos de Galicia, del País Vasco y de Cataluña fueron adquiriendo distintas
franquicias en ese terreno.
Siempre fue problemático él poder organizar el transporte de los metales a
España. Las rutas por donde pasaban los galeones eran acechadas por corsarios
habidos de adueñarse de estos ricos cargamentos. Los españoles idearon el
sistema de convoyes o flotas de barcos mercantes protegidos por barcos de
guerra para disuadir los ataques de los piratas ingleses, franceses u holandeses.
Las flotas provenientes de distintos puntos del imperio se encontraban a la entrada
del golfo de México, al norte de Cuba, y formaban una larga caravana de barcos
rumbo a Europa. Este sistema se combinaba con él envió de navíos de permisos o
naves ligeras que llegaban a cada tanto a puertos alejados a los que el lento
sistema de convoyes no podía cubrir regularmente. El sistema de convoyes o
flotas y galeones fue entrando en crisis en el siglo XVIII. Si había sido efectivo
para disuadir a los navíos piratas con la consolidación de flotas de guerra más
poderosas resultaba obsoleto. La guerra con Inglaterra en 1739 marco el inicio de
su ocaso. Para ese entonces la corona había comenzado a diseñar reformas
tendientes a sustituir el sistema de puertos únicos por otro esquema mercantil más
ágil y moderno.
A partir del siglo XVIII el centro de la economía se desplazo de los ejes mineros
hacia las zonas con economías primarias exportadoras que producían cultivos u
otras materias primas que necesitaba la metrópoli (cacao en Venezuela, azúcar en
las Antillas, añil y colorantes en Centro América, cuero en el Río de la Plata) Esta
política atlántica fue completada por una importante reforma del sistema de
puertos llevada adelante por el rey Carlos III. Este monarca y sus ministros
ilustrados estudiaron la necesidad de terminar con el sistema de dos únicos
puertos en América (Veracruz y Porto Belo-Cartagena de Indias) y un único puerto
en España (Sevilla-Cádiz) para comerciar con Indias. Para eso realizaron una
primera experiencia piloto autorizando en 1765 a algunos puertos del Caribe a
comerciar directamente con España. Luego de observar los efectos positivos de
este experimento, en 1778 el rey dicto el Auto de Libre Internación. Por medio de
este instrumento real se autorizaba a varios puertos de la península y de Indias
para comerciar entre sí. No fueron gratuitas estas mejoras. En muchos casos el
despegue de estas nuevas economías fue acompañado por el arribo de grupos
económicos peninsulares que enquistados en la administración colonial
establecían monopolios de hecho sobre el comercio ultramarino. Tomando como
conjunto todo el imperio, los cambios fueron acompañados de una mayor presión
fiscal para recaudar mas para el tesoro de la corona como para sufragar el
fortalecimiento del aparato político militar en Indias.

La sociedad colonial
Como hemos señalado luego de las primeras décadas de instaurado el orden
colonial en Hispanoamérica la complejidad de las relaciones sociales desbordó el
esquema original basado en la oposición binaria entre República de españoles/
República de Indios. Los esquemas heredados del medioevo que dividían a la
sociedad en castas, ordenes y status múltiples fueron los ordenadores con que las
autoridades coloniales intentaron encuadrar un cúmulo de procesos y situaciones
de hecho nacidos en las relaciones económicas entre conquistados y
conquistadores, los cruces biológicos entre distintos grupos étnicos y situaciones
heredadas del pasado europeo de los colonos o producto de conflictos producidos
en el nuevo mundo. A la hora de intentar clasificar los distintos grupos que
formaban la sociedad colonial nos topamos con una mezcla de situaciones en
donde se cruzan el rol jugado en el proceso de producción, el origen racial y los
status heredados dentro de cada grupo étnico. Proponemos el siguiente esquema
como un ensayo de corte transversal de la sociedad colonial:
Españoles
Criollos
Castas
Nobleza indígena
Indios del común
Esclavos

Este esquema no puede ser leído de una manera lineal, porque dentro de cada
uno de estos grupos convivían situaciones sociales muy distintas. Ni siquiera el
orden de preeminencia propuesto se extendía a todos los ordenes de la vida
social. Para explicar mejor estas contradicciones proponemos pasar revista a las
características de conjunto de cada uno de estos estamentos sociales.
Españoles
Durante todo el periodo colonial los españoles nacidos en la península gozaban
de una seria de privilegios de tipo legal, del monopolio de algunos espacios
corporativos y predominaban en determinados nichos económicos por sobre los
criollos blancos sin mezcla de sangre. Por empezar la alta burocracia fue durante
todo el periodo colonial un coto casi exclusivo de los españoles a la vez que tenían
una presencia muy importante en los escalones más bajos de la administración.
Este predominio era mas marcado en las altas dignidades eclesiásticas y en
buena parte de la oficialidad del ejercito. Un sector económico tan importante
como el de la minería (azogueros) fue en sus orígenes un coto privilegiado de los
españoles aunque esa situación fue variando. En cambio en las zonas donde las
redes de poder económico y social se fueron cerrando los hombres nacidos en
España solían tener desventajas para convertirse en hacendados respecto a los
criollos descendientes de los primeros pobladores que controlaban el Cabildo.
Algo parecido pasaba en las elites de algunas ciudades mercantiles aunque con
los cambios producidos en el espacio económico durante el periodo borbónico
(siglo XVIII) grupos de peninsulares recién llegados pasaron a controlar el gran
comercio de los puertos ligados al comercio ultramarino.
Criollos
Los criollos descendientes de españoles y sin mezcla de sangre constituían el
grueso de la elite económica y social en Indias. De la misma manera que estaban
en desventajas en relación con los españoles respecto a las posibilidades de
ocupar posiciones en la burocracia, el clero, él ejercito y lagunas actividades
económicas mas especificas, los criollos constituían la elite privilegiada en el
sistema de tenencia de tierra en la mayoría de las regiones hispanoamericanas.
En general a lo largo del sistema colonial los criollos pujaron por ganar espacios
en los cotos reservados a los españoles. Esta puja sorda se dio en los escalones
bajos y medios de la burocracia, en los claustros universitarios, en las filas del
clero regular y secular, en donde los cuerpos militares y con particular fuerza en el
espacio de las Audiencias donde durante los siglos XVII y XVIII los letrados criollos
lograron ocupar espacios importantes y convertirlos en un espacio para la defensa
de sus intereses frente al bloque compacto de la burocracia peninsular. En
términos generales los municipios o cabildos fueron un espacio de poder de las
oligarquías de criollos descendientes de los primeros pobladores.
Por debajo de la elite económica los criollos más pobres contaban con algunas
inmunidades que los ponían en una situación por encima de los otros grupos
étnicos. No estaban sometidos a los tributos y prestaciones que pesaban sobre los
indios. Tenían el privilegio de llevar armas y no podían ser sometidos a tormento.
Solían ser el grupo dominante en el comercio mayorista y del menudeo en muchas
ciudades. En el universo de los oficios manuales de muchas ciudades también
predominaban los maestros criollos. En los colegios de oficio solían hacer valer
sus privilegios de vasallos sin mezcla de sangre prohibiendo o limitando el
ejercicio de la profesión a negros libres, mestizos, etc.
Castas
Las castas nacidas de los cruces entre blancos, indios y negros constituían un
mundo complejo y heterogéneo. Existía una verdadera tabla de categorías que
establecía rangos y jerarquías dentro del cúmulo de personas con sangre
mezclada. Obviamente aquellas castas en donde el grado de presencia de sangre
blanca era mayor y el fenotipo racial indio o africano no presentaba huellas visibles
tenían mayor posibilidad de ir con el tiempo borrando su pasado. Por otra parte
había un cúmulo de factores imponderables que podían determinar destinos muy
distintos para los mestizos. Pensemos en la diferente situación del hijo de un
español y una india al que el padre elegía para llevar a vivir a su hacienda de otro
que se quedaba viviendo con su madre en un pueblo de indios. Es en este tipo de
fenómenos donde se puede comprobar la diferencia que media entre el mestizaje
biológico y el mestizaje social.
O si se prefiere ente la ascendencia racial de una persona y la forma en que era
considerado por el resto de la sociedad. Una practica muy extendida en toda la
América hispana fue la de las mujeres indias que anotaban sus hijos de padres
indios en los libros de bautismo parroquial anotándolos como de padre blanco. De
esa manera muchos considerados mestizos eran indios de sangre pura. Por otra
parte es bueno señalar que el racismo hispano conocía matices importantes con
relación a las parejas de gente distinta raza comparado con otras sociedades
coloniales. Durante mucho tiempo la corona vio como positivos los casamientos
entre españoles e indias y si con el tiempo el criterio fue variando las normas que
se tomaron para desalentarlos nunca fueron muy efectivos. Una pauta bastante
extendida en las elites indianas fue el de los hombres que reconocían a sus hijos
tenidos con concubinas indias o negras.
En lo concerniente a los nichos económicos y los espacios laborales ocupados
por las castas es indudable que las reglas de pureza de sangre de la legislación
española impusieron una fuerte barrera en las posibilidades de ascenso social
aunque nunca fueron una frontera del todo infranqueable. Según varios analistas
las reglas de exclusión racial pigméntocraticas fueron mas fuertes hacia el final del
periodo colonial cuando la complejidad del estado colonial y de sus distintos
aparatos de estado agudizo la puja por ocupar cargos y el bloque de los blancos
busco cerrarle el paso a las castas. Por otra parte las castas tenían fuerte
presencia en una serie de profesiones de cierto prestigio al que no hubieran
podido acceder indios o negros puros. Entre ellos mayordomos, cirujanos, sastres,
empleados de los municipios, pintores, imagineros, etc, en donde los mestizos
hacían valer su ascendencia blanca para prevalecer sobre indios y negros.
En el mundo rural existía una correlación muy fuerte entre al condición de
mestizo y la pertenencia a los sectores del campesinado que no estaban
sometidos a tributaciones y cargas como los indios. En muchas regiones de
América la masa mestiza constituyo la base de los campesinos arrendatarios,
aparceros y peones temporales de hacienda. En el mundo de las minas formaron
el grueso de la mano de obra libre temporaria. Un caso con rasgos muy
particulares es el de la formación de la población rural desheredada en el Río de la
Plata. En esta región poblada de ganado cimarrón donde la encomienda había
fracasado y los indios autóctonos se habían ido extinguiendo se formo un
proletariado rural nacido de la mezcla de distintas castas y grupos étnicos
desplazados de otras regiones. Fueron los antepasados de los gauchos. Mezcla
de cazadores de ganado cimarrón y labradores sin titulo sobre la tierra que se
conchababan en las estancias en la época del cuereo de los animales.
Nobleza indígena
Los linajes indios que tenían una posición predominante en sus grupos étnicos
antes de la llegada de los españoles fueron reconocidos en sus privilegios por las
leyes de Indias. Sin duda alguna las autoridades étnicas constituían una piedra
angular del orden colonial al servir de correa de transmisión de la corona y las
elites indianas hacia la masa indígena. Ellos eran los garantes del cumplimiento de
las prestaciones indígenas, de la fidelidad de sus comunidades a la corona y para
que los misioneros pudieran cumplir sin interferencias su misión. A cambio de
cumplir esta función los caciques, curacas o indios principales constituían una
casta dentro del orden colonial. Ellos y sus familias estaban exentos de tributar en
trabajo y a la vez seguían gozando las prestaciones que los indios de su clan le
debían en el periodo prehispánico. Al igual que los hidalgos españoles la nobleza
indígena estaba fuera de la jurisdicción de los tribunales comunes y solo podían
ser juzgados ante las Audiencias. Sus hijos tenían derecho a estudiar en los
Colegios para caciques.
La situación social de la nobleza indígena variaba mucho según las regiones,
tendiendo a ser mas sólida su situación en aquellas regiones donde las
estructuras sociales y políticas eran mas sólidas en el periodo prehispánico. Por
otra parte la nobleza indígena de las zonas nucleares distaba mucho de constituir
un grupo social homogéneo. Tanto en Nueva España como en Perú existía un
grupo formado por unos pocos linajes que constituían una elite separada del resto
de los indios principales. En México los descendientes de los señores de los
principales estados prehispánicos (Technotitlan, Texcoco, Tlaxcala, etc) recibieron
importantes mercedes de tierras y encomiendas. Los descendientes del
emperador Moctezuma incluso recibió él titulo de condes. Estos linajes se
emparentaron por matrimonio con los sectores más poderosos de la elite
española. Algo semejante paso en Perú con los linajes emparentados por los
señores de Cuzco que fueron colaboracionistas de los conquistadores Pizarro y
Almagro y que ofrecieron menos resistencia en convertirse en cristianos y
abandonar sus cultos familiares. Es el caso de Paullu, Inca títere que se acomodo
al apoyo de las distintas facciones de españoles en los conflictos de la post
conquista y termino recibiendo encomiendas y haciendas como la de los
españoles mas encumbrados. Es también el caso de los señores aymarás del
reino Quillaca-Asanaque a los que los españoles premiaron por ayudarles a
consolidar su predominio en el sur del Altiplano.
Por debajo de esta elite estaba un sector medio cuyo poder político y
económico tenían un marco local. Eran caciques o curacas de pequeños pueblos
de indios que usufructuando las prestaciones que le debían los indios de sus
comunidades lograban convertirles en pequeños hacendados o comerciantes. Es
el caso de los curacas que organizaban grupos de arrierías con los indios de su
Ayllu en Perú, de los caciques aymáras que organizaban él trafico de coca de los
cultivadores de su comunidad y luego invertían el dinero para comprarse tierras.
También existieron caciques pobres que fueron descendiendo en la escala social.
Especialmente los de aquellas comunidades que no pudieron resistir las presiones
del sistema de repartimientos y mitas y se terminaron despoblando.
Indios del común.
En toda Hispanoamérica en el periodo colonial existió una relación muy
estrecha entre población indígena y campesinado. De hecho el grueso de los
indios del común constituía la masa campesina que explotaba la tierra para su
consumo y venta de sus productos en mercados urbanos y otros circuitos menores
a la vez que estaban obligados a tributos especiales a la corona o a particulares.
Por supuesto que la realidad material de las comunidades variaba mucho según
las regiones y aun dentro de cada región existían comunidades con distinto status.
En las zonas mas densamente pobladas de Nueva España y los Andes la mayoría
de las comunidades privilegiadas que estaban puestas en “cabeza del rey”. Un
caso particular es el de los indiosproteParaguay a los que las gestiones de la
orden habían conseguido que estuvieran exentos de servir a encomenderos.
Por debajo de las condición de indios pobleros o miembros e las comunidades
existían otras muchas categorías sociales nacidas de la desarticulación de las
comunidades, la guerra y la presión de las elites de españoles. Es el caso de los
indios forasteros como se llamaba en el Altiplano a los indios que habían
abandonado a sus comunidades huyendo de la mita o como consecuencia de la
dispersión que provocaba el trabajo en las minas. Los forasteros solían trabajar de
arrieros o se confundían con la masa mestiza que trabajaban como peones de
hacienda o de jornaleros temporales en las minas. Desde los primeros tiempos de
la conquista hubo indios desarraigados de sus comunidades y sometidos a
servidumbre personal en las haciendas de los españoles. Eran los yanaconas
andinos, tomados como prisioneros de guerra o descendientes de sirvientes
prehispánicos. Un status semejante era el de muchos guaraníes encomendados
del Paraguay donde la voracidad de los encomenderos los sometió a una
condición cercana a la esclavitud. Desde los comienzos de la conquista la corona
prohibió convertir a los indios en la misma condición que los africanos. No
obstante se reconocían algunas excepciones a esta prohibición. Se podía
esclavizar a los indios caribes, que eran antropófagos, y a las tribus pertinazmente
insumisas como por ejemplo los Araucanos (mapuches) del sur de Chile. Poco
importante dentro del conjunto del imperio español la esclavitud indígena tuvo
cierto peso en zonas marginales de Hispanoamérica durante todo el periodo
colonial. Se trataba de indios tomados prisioneros en escaramuzas con indios
hostiles o cautivos comprados a tribus que los habían tomado prisioneros
previamente durante guerras entre distintas etnias.
Ya conocemos como eran las autoridades que según el ordenamiento de la
República de indios gobernaba los pueblos de Indios (corregidores, curas
doctrineros, cabildo indígena) Pero fuera de este espacio el estado colonial incluía
una serie de instituciones e instancias que tenían que velar por el cumplimiento de
las leyes que protegían a los indios. Por ejemplo el Protector de Naturales en las
Audiencias y en los Cabildos. Las principales poblaciones tenían una parroquia de
naturales donde se congregaban los indios que vivían en las ciudades. Todo el
complejo sistema legislativo dedicado a regular la vida de las poblaciones
indígenas constituyo tal vez el ordenador legal más sólido y con mayor continuidad
del orden colonial. De hecho en aquellas regiones de densa población indígena y
de persistencia de las comunidades las autoridades étnicas y la organización
comunitaria perduraron hasta mucho después de la independencia.
Esclavos
Los esclavos negros eran africanos cautivos de guerra y vendidos como
esclavos por los traficantes negreros para ser usados como mano de obra en
América, fundamentalmente en las plantaciones de las zonas tropicales. El
esclavo era una propiedad del amo que lo compraba. Trabajaba bajo coerción en
una tierra que no le pertenecía y de donde no sacaba ningún beneficio. Se lo
alimentaba con el excedente de lo producido en la propia plantación. Amplias
zonas del imperio español conocieron el predominio de este tipo de relaciones
sociales: Antillas, Venezuela, costa de Colombia, partes de América central. En las
otras zonas del imperio español donde la base de la mano de obra era de otro tipo
también existían esclavos negros variando su numero e importancia.
Desde el punto de vista social el esclavo era un ser desprovisto de todo
derecho. Era una condición que se heredaba, incluso si el padre del esclavo era
un hombre libre. Podía ser vendido y castigado físicamente, aunque la legislación
española le vedaba a los amos el derecho de ejecutar a sus esclavos. Otra
particularidad distintiva de la esclavitud en los dominios españoles era que la
legislación de Indias reconocía la legalidad de los matrimonios entre esclavos y
previa que ante determinadas actitudes de los amos los esclavos podían apelar
ante las autoridades para reclamar su emancipación. Sin embargo los casos
exitosos de este tipo de procedimientos fueron muy pocos. El mundo de los
esclavos no era uniforme. La situación de los esclavos rurales era mas dura que la
de los esclavos urbanos. Aun sin salir del mundo de las plantaciones la situación
de los esclavos que hacían de capataces u cumplían otras funciones semejantes
era muy distinta de la de los que trabajaban de sol a sol en los cultivos. En las
ciudades los que eran diestros en oficios manuales solían ser alquilados por sus
amos en talleres o comercios (esclavitud rentista) y aprovechaban este sistema
para realizar trabajos por su cuenta y juntar dinero para comprar su libertad. Los
amos solían liberar a los esclavos que pagaban esa suma y promediaban la
cuarentena ya que el tiempo de aprovechamiento de su fuerza de trabajo esta
terminando. También existía una minoría de esclavos domésticos (mayordomos,
chóferes, niñeras, etc) que constituían una minoría privilegiada entre los hombres
y mujeres de condición servil. La concubina negra de los amos que conseguía la
emancipación e incluso el derecho a educar a sus hijos era un personaje social
arquetípico del mundo de los “esclavos de la casa”.
El mundo de los negros libertos representaba un ámbito particular dentro del
universo de las castas. El estigma de la ascendencia afro era más difícil de borrar
que el de la ascendencia india. Las leyes de Indias les vedaban a los libertos
muchas mas posiciones que a los mestizos. También los obstáculos para ingresar
a ordenes religiosas eran más grandes que en el caso de las castas hispano
indias. Los colegios y muchas corporaciones de oficios no los aceptaban en su
seno. En la iglesia solían congregarse en cofradías solo de negros. En las últimas
décadas del periodo colonial la legislación endureció las limitaciones para los
negros emancipados cuya presencia en varias ciudades coloniales iba en
aumento.
Tipología de los conflictos sociales en Hispanoamérica colonial.
Los tipos de conflictos sociales en el periodo colonial eran muchos y muy
variados. Cada región conocía tipos de conflictos específicos que reflejaban los
equilibrios y tensiones producto de la estructura económica y social regional. En
las zonas de predominio de las relaciones esclavistas los conflictos típicos fueron
el cimarronaje y la revuelta violenta. Se denomina cimarronaje a la huida de
esclavos de las plantaciones y su adaptación a una vida de fugitivos en zonas
selváticas y montañosas. Podemos distinguir entre pequeño cimarronaje y gran
cimarronaje. El primero consistía en fugas individuales o de pequeños grupos de
esclavos. El segundo era la formación de comunidades de cimarrones que
creaban su propia economía agrícola, saqueaban las plantaciones y se
organizaban militarmente para defenderse de los ataques de los plantadores y las
tropas coloniales. Dentro del imperio español existieron grandes comunidades
cimarronas en Cuba, Santo Domingo, Colombia, Panamá, Venezuela, etc.
En las zonas de predominio de campesinado indígena o mestizo la tipología de
los conflictos era más compleja. En Nueva España y los Andes las comunidades
luchaban contra los hacendaos que ocupaban sus tierras, se rebelaban contra
encomenderos y corregidores y a veces también contra los representantes de la
corona cuando crecía la presión aría sobre los indios. El rol de los caciques y
autoridades étnicas ante estos conflictos nunca fue unánime. Existían curacas
estrechamente identificados con el orden colonial que le garantizaba sus
privilegios y los de su linaje, pero también se conocen casos de caciques que para
no perder autoridad moral frente a los indios de comunidad se vieron obligados a
liderar revueltas y motines. La resistencia y huida ante la mita y el repartimiento
fueron un conflicto recurrente de las áreas mineras. En San Luis de Potosí (Nueva
España) y en la ciudad casi homónima de Potosí (Altiplano) los trabajadores
temporarios mestizos protagonizaron distintos tipos de motines y desordenes en
los siglos XVII y XVIII. También algunas de las grandes ciudades indianas
conocieron motines de hambre de la plebe multi racial. Es el caso de la ciudad de
México que en medio de una gran hambruna rural fue invadida en 1692 por una
masa de indios, mestizos y mulatos que asaltaron los graneros estatales.
Las zonas de predominio del campesinado blanco español o criollo también
tuvieron conflictos que le eran característicos y que se agudizarían hacia él ultimo
siglo del periodo colonial. Levantamientos anti fiscales, contra monopolios públicos
y privados que pesaban sobre los agricultores y por conflictos de intereses con
hacendados y otros grupos poderosos. Entre ellos podemos citar; a) la revuelta de
los tabacaleros canarios en Cuba (1717-1723); b) las revueltas comuneras del
Paraguay (1717-1735); c) la revuelta de los productores canarios de cacao en
Venezuela (1749-1752); la revuelta de los Comuneros del Socorro (Colombia)
(1780-1782); y los conflictos entre hacendados y ganaderos centroamericanos
contra los comerciantes guatemaltecos (1780-1800)
Las instituciones del imperio español en América
Una vez consolidado el orden colonial se terminaron de definir las líneas
generales de lo que seria el aparato estatal español en América. Las numerosas y
frondosas instituciones creadas por España para controlar su imperio americano
constituían una compleja red que comenzaba en la metrópoli y llegaba en sus
terminaciones capilares hasta las localidades mas apartadas de los dominios
americanos.
Las instituciones coloniales con sede en España
Casa de Contratación
La primer institución creada por los españoles para el gobierno de Indias desde
la metrópoli fue la Casa de contratación establecida en Castilla en 1503. Este
organismo tenia la función de organizar las comunicaciones y los transportes de la
corona y de los particulares entre Europa e Indias así como la recaudación de
tributos y rentas que les correspondían a la Corona por este trafico. Dirigida por un
grupo de letrados y un plantel de funcionarios heredados de la tradición de los
organismos de control mercantiles y navieros medioevales la Casa constituía
también una serie de oficinas que realizaban estudios geográficos y náuticos así
como una Academia de cosmografía y náutica para formar a los pilotos de los
barcos del rey.
Consejo de Indias
En las primeras décadas que siguieron al descubrimiento fue ganando
importancia otro organismo de gobierno que habría de ir reuniendo cada vez mas
atribuciones en los asuntos de Indias hasta superar en importancia a la Casa de
Contratación. Este fue el Consejo de Indias cuyo origen primero se remonta a
1495 cuando los reyes católicos le encargaron al capellán Juan Rodríguez de
Fonseca que ordenara las cuestiones relacionadas con las nuevas tierras. Hacia la
tercera década del siglo XVI la complejidad de los problemas que presentaban los
dominios ultramarinos cada vez más extensos obligaron a crear a un cuerpo
colegiado para ocuparse del gobierno de Indias. De esta manera en 1524 nace del
Consejo de Indias creado tomando como modelo el Consejo de Castilla. El
Consejo de Indias aconsejaba para la designación de todos los funcionarios que
iban a América, redactaba las cedulas reales y leyes para los dominios
americanos (Leyes de Indias), aprobaba las bulas papales y nombramientos de
obispos, era el tribunal de última instancia en las causas civiles y criminales
producidas en América y centralizaba toda la información que llegaba del Nuevo
Mundo alrededor de este organismo que imprimió su sello a la administración
colonial durante los dos primeros siglos de la dominación española en América.
Las instituciones con sede en América
Gobernaciones
El primer tipo de organización dependiente de la corona con que se suplanto al
sistema de Adelantazgo fueron las gobernaciones. Apenas esto era posible la
provincia conquistada era provista de un gobernador designado por la corona por
un plazo usual de tres a ocho años. El gobernador estaba dotado de funciones
administrativas, judiciales y a veces militares. Contaba con la asistencia de un
lugarteniente (Teniente del gobernador), un jurista (teniente letrado) que se
encargaba de las cuestiones legales. Pronto las zonas fronterizas o conflictivas
pasaron a ser denominadas Capitanías Generales y su gobierno seria cubierto de
militares que ostentarían el cargo de Capitanías Generales.
Audiencia
Las Audiencias eran organismos colegiados con funciones judiciales y de
gobierno y que administraban grandes regiones que abarcaban varias
gobernaciones. Eran el tribunal de alzada de todos lo pleitos civiles y criminales
y con el tiempo fue el consejo asesor de los virreyes. Estaba integrada por
letrados especializados en distintas funciones y con igualdad de jerarquía entre sí
(Oidores). Las Audiencias fueron la primera forma de gobierno centralizado en
grandes unidades antes que se consolidara el sistema de virreinatos.
La primera Audiencia del Nuevo Mundo fue la de Santo Domingo establecida en
1511 con jurisdicción en las Antillas. En 1529 se creo la Audiencia de Nueva
España la primera que debió encargarse del gobierno de un extenso territorio
continental. El ideal del Consejo de Indias era que los oidores no mantuvieran
contactos estrechos con las elites locales. Por eso las leyes de Indias les
prohibían casarse con mujeres de su jurisdicción. Tampoco podían tener
propiedades o actividades económicas en su destino. Al principio se trataba de
una institución formada exclusivamente con letrados españoles pero con el tiempo
las elites universitarias de los virreinatos de Nueva España y Perú comenzaron a
presionar para que los letrados criollos ocuparan funciones en estos organismos
consiguiendo su objetivo. Pronto las Audiencias tendrían fuertes conflictos de
poderes con la otra institución que se iría consolidando en el gobierno de las
grandes unidades políticas indianas: los virreyes.
Virrey
Hacia la segunda mitad del siglo XVI la corona decidió centralizar el gobierno de
sus dominios indianos en dos grandes unidades al norte y al sur del istmo
panameño. Estas fueron los virreinatos de Nueva España y el del Perú. Los únicos
dos virreinatos de la América española hasta el siglo XVIII en que se crearían
nuevas divisiones administrativas de este rango. El gobierno de un virreinato fue
confiado a un solo magistrado que reunía todos los poderes políticos y militares en
representación del rey. Era un jefe militar y político a la vez que presidía la
Audiencia de la capital virreinal pero sin inmiscuirse en las funciones judiciales
propias de los oidores. También cumplían las funciones de vice patronato o
gobierno real sobre la iglesia en el territorio de su virreinato. Su mandato solía
durar unos pocos años. Vivían en cortes fastuosas rodeados del boato que
acompañaba a los soberanos en Europa. Los caciques y autoridades étnicas
debían jurarle fidelidad en su carácter de representantes del rey. Entre sus
obligaciones se contaba realizar detallados memoriales de los problemas de su
jurisdicción al Consejo de Indias. También debían dejarles detallados informes
sobre el estado del virreinato a sus sucesores en el cargo. Se trataba de una
magistratura monopolizada por españoles casi sin excepción, ya que solo cuatro
virreyes en tres siglos de administración española en Indias fueron criollos. Los
virreyes solían tener conflictos con la Audiencia. Las leyes de Indias no
delimitaban claramente las funciones de ambos órganos de gobierno
produciéndose fuertes conflictos que debían ser apelados ante el Consejo de
Indias.
Cabildos o municipios
Los cabildos o municipios de Indias eran otras de las instituciones indianas con
frondosas raíces en el medioevo español. Según las leyes de Indias un municipio
estaba formado por una ciudad y la campaña circundante. Este territorio era
gobernado por el Cabildo. Este era una corporación formada por un numero
variable de magistrados por lo común divididos en: regidores (consejeros
municipales), alguacil mayor (jefe de policía), alcalde de la hermandad (jefe de
policía), fiel ejecutor (intendente), escribano (secretario y notario) y el alférez
(heraldo publico). Según las leyes de Indias los Cabildos se encargaban del
gobierno edilicio de las ciudades, del abasto y la reglamentación del comercio
local. También cuidaban el orden de la campaña y otorgaban mercedes de tierras
y permisos de explotación de los recursos naturales que se consideraban
propiedad común de los descendientes de los fundadores de la ciudad. Por
ejemplo el Cabildo de Buenos Aires entregaba permisos para realizar corambres
es decir procedes a la caza y el faenamiento del ganado cimarrón que vagaba en
los alrededores de la ciudad. El poder real y la importancia de los Cabildos
variaron mucho según las zonas y periodos. En términos generales podemos decir
que los Cabildos de zonas apartadas tendieron de hecho a concentrar mayor
poder, mientras los municipios de las ciudades capitales de gobernaciones o
virreinatos soportaron distintos grados de presión de los gobernadores y virreyes.
Uno de los rasgos más importante de los Cabildos es que era la única
institución integrante de un estado autoritario y vertical, como era la administración
colonial en Indias, en donde resonaba la voz de las elites locales que presionaban
por sus intereses. Esto pese a que los municipios no eran democráticos ni por su
forma de elección, ni por los limites legales de quienes tenían derecho a formar
parte de la corporación. Según las leyes de Indias solo eran vecinos aquellas
personas descendientes de los fundadores de la ciudad y que contaran con un
solar con casa puesta en el ejido urbano. Los demás eran solamente moradores y
no se les reconocía derecho a intervenir en los problemas del municipio. En los
primeros tiempos de la conquista en algunos municipios los vecinos ejercieron por
privilegio legal o de hecho el derecho a elegir a los miembros del Cabildo. Pero
poco a poco los Adelantados usurparon esa función y luego la corona creo un
sistema según el cual los regidores salientes elegían a los nuevos. De esta
manera hacia el comienzo del siglo XVII los Cabildos eran un espacio
monopolizado por oligarquías capitulares que se perpetuaban en el poder. Esto
convirtió a los municipios en un estratégico espacio de poder que convertía a los
clanes familiares que lo ocupaban en árbitros de la vida social en su región. La
legislación de Indias preveía que en circunstancias graves o de crisis política los
regidores podían convocar al Cabildo abierto o asamblea del conjunto delos
vecinos de un municipio para deliberar sobre los problemas comunes. No eran
frecuentes estas asambleas y aquí también las características de cada región en
cada periodo marcan la mayor o menor importancia de este tipo de
procedimientos. En la remota y aislada ciudad de Asunción del Paraguay los
vecinos habían recibido del rey el privilegio de elegir en Cabildo abierto a un
gobernador provisional para el lapso de tiempo que mediaría entre la muerte en el
cargo de un gobernador y la llegada de un nuevo gobernador designado por el
virrey residente en la lejana Lima. Los asunceños hicieron uso de este privilegio en
varias ocasiones durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Durante los últimos años del
periodo colonial los Cabildos abiertos fueron los foros en donde se escucharon las
voces de los patriotas que cuestionaban la dominación española.
Gobierno de los Pueblos Indios
Como vimos después de la conquista los pueblos de indios pasaron a ser
administrados de forma indirecta por un funcionario español denominado
Corregidor, auxiliado por el cura doctrinero, y con la colaboración de los caciques y
el Cabildo indígena. Este esquema general siguió teniendo vigencia hasta el fin del
periodo colonial pero con importantes adaptaciones a las nuevas realidades
derivadas de la evolución de la sociedad colonial y de las cambiantes relaciones
entre la República de indios y la República de españoles. El papel del Corregidor
como garante de las prestaciones de los indios debía a los españoles. El papel
del Corregidor como garante de las prestaciones que los indios debían a los
españoles es toda una radiografía del sistema de dominación colonial y sus lacras.
Los corregidores eran magistrados a los que la corona no le asignaba sueldo por
sus funciones. Pero en cambió un código no escrito le concedía un derecho tácito
para acumular dinero utilizando la autoridad que su cargo le confería sobre los
indios. Una de las formas mas comunes de la corrupción de los corregidores era
recibir sobornos de los azogueros para enviar a la mita contingentes mayores de
los que la ley establecía y por periodos mas dilatados de tiempo. Los corregidores
eran, por lo general, comerciantes y consideraban a los indios pobleros como su
mercado cautivo. Les solían vender a los indios artículos suntuarios a sobre
precio. La posibilidad de ser enviado eternamente a la mita tenia un efecto
disuasorio ante cualquier intento de rebeldía. Los Corregidores, al igual que los
curas doctrineros, en muchos casos parientes suyos, utilizaban a las indias para el
servicio domestico de sus casas y como tejedoras de ponchos u otros tipos de
prendas que luego vendían fuera del pueblo. También era común que corregidores
y doctrineros obligaran a las indias a ejercer la prostitución. Este tipo de
explotación solía tener como cómplices a los curacas indios u otros miembros del
cabildo indígena que eran los auxiliares naturales de los Corregidores y que
recibían migajas de estas maniobras a cambio de utilizar su autoridad moral para
convencer a los indios que los aceptaran sumamente.
En Nueva España, pero más aun en los Andes, el corregidor representaba para
los indios el rostro más negro del sistema colonial. El famoso tratado sobre la
realidad andina Nueva crónica y buen gobierno escrito por el curaca Hueman
Poma de Ayala describe a los corregidores como los peores expoliadores de los
indios. Cuando estallaban motines o revueltas anti-españolas el corregidor solía
ser la primera victima de la ira de los indios. Numerosos motines producidos en los
Andes en el siglo XVII comenzaron con la ejecución de un corregidor. Entre ellos
la celebre revuelta de Tupac Amaru, iniciada cuando este curaca, descendiente de
los señores del Cuzco, hizo ahorcar al corregidor Arriaga en la plaza de Tinta.
El Estado español en Indias: teoría y practica
Es difícil ensayar una definición del Estado colonial español en América ya que
fue un sistema en continua transformación. Un sistema basado en tradiciones
jurídicas y políticas del medioevo europeo adaptadas para solucionar los
problemas de un continente no hecho a escala human y habitado por poblaciones
que hablaban otro idioma, tenían otra cultura y otra concepción de las relaciones
sociales y las relaciones de poder. Un sistema pensado para cumplir los objetivos
de la corona que muchas veces entraban en fuerte colisión con los intereses
objetivos de las elites de los españoles en Indias. Los rasgos que primero llaman
la atención en cualquier análisis prolijo del estado en Hispanoamérica colonial son:
a) las borrosas fronteras entre la esfera de la administración burocrático estatal y
la esfera que actuaban los particulares y b) la superposición de funciones entre
distintos organismos de estado y los conflictos que esta situación creaba.
Para explicar el primero de estos rangos debemos tener en cuenta que en esa
época los sistemas estatales se ocupaban de muchas menos funciones que en la
actualidad. No existía un sistema administrativo completo. Por eso muchas
funciones de gobierno como la recaudación de impuestos eran entregadas a
particulares. Por ejemplo en una localidad el Cabildo decidía asignar el derecho a
cobrar el diezmo eclesiástico. Distintos oferentes ofrecían dinero para ganar ese
derecho. El Cabildo por lo general aceptaba la oferta más alta y le entregaba al
oferente el derecho a cobrar el diezmo. Este le entregaba al cabildo la suma que
había ofrecido y luego se recompensaría quedándose con la recaudación del
impuesto que le cobraba a la población sin ningún control estatal. Muchas veces
los beneficiados de estas asignaciones eran parientes o aliados de los clanes de
regidores que controlaban el Cabildo. Estos mecanismos respondían a una
concepción del Estado según la cual el magistrado que detentaba un cargo no era
una persona que cumplía un servicio al cambio de una remuneración sino de
alguien que tenia potestad sobre el cargo y derechos a sacar beneficios de ello.
Nadie objetada que un clan que detentaba un Cabildo beneficiaria a sus parientes
y aliados usando de su autoridad como magistrados. Durante todo el periodo
colonial existió esa confusión entre lo publico y lo privado, si bien las reformas
borbónicas del siglo XVII atemperaron un poco la discrecionalidad de estos
manejos.
Este estado en el que no estaban claros los limites entre lo publico y lo privado
tampoco delimitaba bien las funciones entre las distintas instituciones. El tipo de
conflicto más clasico entre poderes coloniales fueron las luchas entre los virreyes
y gobernadores con las Audiencias y los conflictos entre los dignatarios de la
iglesia, brazo espiritual del Estado colonial, con las autoridades seglares. Distintos
estudios han señalado que esta delimitación poco clara de las atribuciones de
cada órgano de gobierno formaba parte de una estrategia tácita de la corona, ya
que los continuos conflictos entre los magistrados indianos obligaban a la continua
apelación ante el Consejo de Indias/Virreyes-Audiencias/Gobernadores/Cabildos.
Estos eran los visitadores y los Juicios de Residencia. Los visitadores eran
magistrados invitados a distintos reinos de Indias a recabar información sobre la
región y lo actuado por los magistrados reales. Los visitadores recababan informes
de todos los sectores, castas y grupos étnicos recogiendo sus quejas con relación
a las autoridades. Un mecanismo semejante era el Juicio de Residencia. Cuando
terminaba el mandato de un virrey se iniciaba un proceso en el cual todos los
habitantes del virreinato podían realizar quejas sobre su actuación. Otro recurso
que utilizaba el Consejo de Indias para tener distintas versiones del o que sucedía
en América era la correspondencia de los Cabildos y Gobernadores. Las Leyes de
Indias autorizaban a los municipios y a las gobernaciones a escribir directamente a
la Corona enviando informes sin tener que pasar por la centralización del Virrey.
De esta manera los conductos por lo cual el Consejo de Indias centralizaba la
información eran múltiples permitiendo contrastar unos con otros y reforzar el
control sobre las distintas instituciones.
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