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Facultad de Teología
Pontificia Universidad Católica de Chile
PUBLICACIÓN TRIMESTRAL
Estudios
Studies
3
Cf. Is 11, 6-7; 61, 1; Ez 48, 15; Zac 9, 10. Se puede apreciar la presencia de estas
mismas citas bíblicas, por ejemplo, en Justino, Diálogo con Trifón, Tertulliano,
Adversus Iudaeos y Orígenes, Princ., IV, 2, 1.
4
Así Ignacio de Antioquía se mostrará poco interesado por el Antiguo Testamento,
cf. A los Filadelfios VIII,2. Por su parte, el Ps.-Bernabé desconocerá el valor literal
de la ley, Epístola, IV, 6-7; XIV, 1-4; IX, 1-6; X, 1-12.
5
Cf. Tertuliano, Adversus Marcionem, I, 19, 4: “La separación de la Ley y el Evan-
gelio es la tarea propia y principal de Marción (Separatio legis et evangelii proprium
et principale opus est Marcionis), sus discípulos no pudieron negar lo que poseen al
inicio del documento (instrumentum), por el que son iniciados y fortalecidos en
esta herejía. Estas son las Antítesis de Marción, es decir, las oposiciones de [afirma-
ciones] contrarias (id est contrariae oppositiones), que intentan mostrar la discordia
del Evangelio con la Ley, de modo que, basándose en la diversidad de las afirmacio-
nes de uno y otro documento, se pruebe la diversidad de los dioses” (CCL I, 460).
Las traducciones son propias.
6
Orígenes se refiere a Marción como “cui per allegoriam nihil placet intellegi”, In
Rom. Com., II,13 (PG XIV,910a); cf. A. v. Harnack, Marcion. Das Evangelium vom
fremden Gott (TU, 45, Leipzig 1924) 260*-261*.
Pablo, maestro de exégesis bíblica, según Orígenes 607
c. El tercer grupo ante el cual se sitúa la Iglesia son los paganos, que
también proponen dificultades respecto de la Escritura. La actitud de
un pagano culto, hostil a la Biblia, está representada por Celso, filósofo
neoplatónico, que por el año 175 escribió el Discurso verídico, que con-
siste en una despiadada crítica del cristianismo y del judaísmo7. Celso
ridiculiza la escritura y se refiere al relato de la creación como “la leyenda
más absurda y sin gracia de cierto hombre plasmado por las manos de Dios
e insuflado; de una mujer sacada del costado del hombre”8. Respecto de
los seis de la creación, se pregunta: “¿Qué días podía haber cuando no se
había creado aún el cielo, ni estaba asentada la tierra, ni el sol giraba en
torno a ella?” 9. La lectura literal de la escritura ofrece a Celso abundante
material para la sátira: ridiculiza los episodios del Arca de Noé, de las
hijas de Lot, de las inmoralidades de los patriarcas, etc.10. Celso critica
el carácter antropomórfico del Dios de la escritura, de un Dios que “se
irrita, se enfurece y amenaza”11. Afirma también que los evangelios se
contradicen12. Celso sabe que judíos y cristianos recurrían a la alegoría,
para resolver sus dificultades, pero rechaza su proceder:
“Los moderados entre judíos y cristianos tratan de explicar todo esto
alegóricamente, avergonzados de tales historias, buscando refugio en
la alegoría [...]. Pero hay cosas que no admiten alegoría, sino que son
cuentos simplemente tontísimos”13.
En síntesis, el arma que le permite ridiculizar las afirmaciones bíbli-
cas es, una vez más, la interpretación literal.
d. El último grupo, los simpliciores, son cristianos que miran con
desconfianza la razón, prefieren una fe ciega y practican la lectura literal
7
Orígenes respondió este ataque en su célebre Contra Celso, escrito por el año 235.
En él se conservan numerosos fragmentos que permiten reconstruir el Discurso verí-
dico. Abundante información sobre Celso se encuentra en A. Le Boulluec, Vingt ans
de recherches sur le Contre Celse: état des lieux, en Discorsi di Verità. Paganesimo, giu-
daismo e cristianesimo a confronto nel Contro Celso di Origene. A cura di L. Perrone
(Roma 1998) 9-28; S. Benko, «Pagan Criticism of Christianity During the First Two
Centuries A.D.», en ANRW, II 23/2 (Berlin-New York 1980) 1055-1118.
8
Orígenes, C. Cels., IV,36 (GCS, I 306).
9
Orígenes, C. Cels., VI,60 (GCS, II 130); cf. VI,49-50.61.
10
Cf. Orígenes, C. Cels., IV,41-47.
11
Orígenes, C. Cels., IV, 73 (GCS, I 342); IV, 72; VIII, 13.
12
Cf. Orígenes, C. Cels., II, 27.
13
Orígenes, C. Cels., IV, 48.50 (GCS, I 320.323); cf. I, 27; IV, 51.
608 Samuel Fernández Eyzaguirre
14
Cf. G. af Hällström, Fides Simpliciorum according to Origen of Alexandria
(Helsinki 1984).
15
Orígenes, In Ioh. Com., V, fr. VIII (GCS, IV 105).
16
Orígenes, Princ., IV, 2, 1 (GCS, V 308).
17
Cf. Orígenes, In Ct. Com., prol., II,14; In Mt. Com., XVII, 35.
18
Orígenes, In Gen. hom., XII, 4 (GCS, VI 110).
19
Cf. Orígenes, In Gen. hom., VI, 3; XIII, 3; In Nm. hom., XII, 2. En otro contexto,
los filisteos representan a los judíos que no permiten que se excaven los pozos del
Nuevo Testamento, cf. In Gen. hom., XIII.
Pablo, maestro de exégesis bíblica, según Orígenes 609
20
Orígenes, Princ., IV, 2, 1 (GCS, V 307).
21
Éx 20, 5.
22
Cf. Orígenes, Princ., IV, 2, 1.
23
Cf. Orígenes, Princ., IV, 2, 1.
24
Orígenes, Princ., IV, 2, 2 (GCS, V 308).
610 Samuel Fernández Eyzaguirre
25
Cf. F. Cocchini, Il Paolo di Origene. Contributo alla storia della ricezione delle
epistole paoline nel III secolo (Studium, Roma 1992) 117-148.
26
1Co 9, 9; Dt 25, 24. Cf. 1Tim 5, 18.
27
1Co 9, 10.
28
Orígenes, Princ., IV, 2, 6 (GCS, V 316).
Pablo, maestro de exégesis bíblica, según Orígenes 611
29
1Co 10, 11.
30
Orígenes, Princ., IV, 2, 6 (GCS, V 316); 1Cor 10, 4.
612 Samuel Fernández Eyzaguirre
les seguía; esta roca era Cristo». Ya veis cuánto se distingue la lectura
histórica de la interpretación de Pablo: lo que los judíos piensan que
es el paso del mar, Pablo lo llama bautismo; lo que ellos consideran
nube, Pablo lo presenta como el Espíritu Santo”31.
Lo que más nos interesa es el hecho que Orígenes ve en este texto de
1Cor 10 una “regula inteligentiae” de los libros de la ley proporcionada
por Pablo, al que llama “Doctor gentium in fide et veritate”. Por ello, pos-
teriormente, pregunta al auditorio:
“¿Qué haremos, pues, nosotros que hemos recibido de Pablo, maes-
tro de la Iglesia, tales enseñanzas de interpretación? ¿Acaso no es jus-
to que observemos en diversos casos esta regla que nos ha transmiti-
do en un ejemplo similar? ¿O bien, como algunos quieren, debemos
volver a las fábulas judaicas, abandonando lo que nos ha transmitido
tan grande e ilustre Apóstol? […] Por tanto, cultivemos las semillas
de la inteligencia espiritual recibidas del santo apóstol Pablo”32.
Lo propio de la comprensión origeniana del pasaje paulino de 1Co
10 es afirmar que el texto ofrece una regla que se debe aplicar sistemáti-
camente en la interpretación del AT. De hecho, tanto las homilías sobre
el Éxodo como en las sobre los Números, interpreta espiritualmente la
caminata de Israel por el desierto, y más ampliamente la historia del
pueblo de Dios.
Otro texto que Orígenes considera como una demostración de la
legitimidad de la interpretación alegórica del AT es el pasaje de Gál 4,
21-24:
“Además, en la carta a los Gálatas, como reprochando a los que pre-
sumen leer la ley y no la comprenden, juzgando que aquellos no
comprenden, en la medida que suponen que no hay alegorías en las
escrituras: «Decidme –afirma– los que queréis estar bajo la ley, ¿no ha-
béis escuchado la ley? Pues, está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno
de la esclava y uno de la libre. Pero el de la esclava nació de acuerdo a la
carne, mientras el de la libre, [nació] a causa de la promesa. Estas cosas
son dichas alegóricamente, pues ellas equivalen a las dos alianzas»33, y
lo que sigue”34.
31
Orígenes, In Ex. hom., V, 1 (GCS, VI 183-184).
32
Orígenes, Éx. hom., V, 1 (GCS, VI 184-185).
33
Gál 4, 21-24.
34
Orígenes, Princ., IV, 2, 6 (GCS, V 316-317).
Pablo, maestro de exégesis bíblica, según Orígenes 613
35
Orígenes, In. Mt. Com., X, 14 (GCS, X 17).
36
Orígenes, In Mt. Com., XI,17 (GCS, X 62).
614 Samuel Fernández Eyzaguirre
37
Cf. S. Fernández, Cristo Médico, según Orígenes. La actividad médica como metáfora
de la acción divina (Roma 1999) 61-71; 255-264.
38
Orígenes, In Ct. hom., II,4 (GCS, VIII 49).
39
Orígenes, In Ioh. Com., XXVIII,vii,54 (GCS, IV 397).
40
Orígenes, Princ., IV, 2, 6 (GCS, V 317); Col 2, 17.
41
Cf. Orígenes, Princ., IV, 2, 6; Heb 8, 5; 9, 24; 10, 1.
42
1Co 10, 18. Cf. Orígenes, Princ., IV, 3, 6.
43
Cf. Orígenes, Princ., IV, 3, 7; 1Co 15, 47; Ef 5, 31-32.
44
Cf. Orígenes, Princ., IV, 3, 8: Gál 4, 26; Heb 12, 22-23.
45
Cf. Orígenes, Princ., IV, 2, 6.
Pablo, maestro de exégesis bíblica, según Orígenes 615
46
Orígenes comprende πνευματικοῖς como neutro plural (las realidades espirituales),
a diferencia de Ps.-Hipólito, que lo comprende como masculino plural (los hom-
bres espirituales), cf. Refut. V, 8, 26; F. Cocchini, Il Paolo di Origene, 119-120.
47
Para este principio exegético, cf. R. Pfeiffer, Historia de la filología clásica. Desde
los comienzos hasta el final de la época helenística (Madrid 1981) 400-403.
616 Samuel Fernández Eyzaguirre
48
Orígenes, In Sal. hom., XXXVI, I,1 (Prinzivalli, 32). Cf. 1Co 2, 13.
49
Orígenes, In Ef. Com., 11 (Pieri, 72).
50
Porque este (¿mismo?) hebreo realiza una interpretación trinitaria de Is 6, 1, lo que
muestra su carácter cristiano, cf. Orígenes, Princ., I, 3, 4; IV, 3, 14; In Is. hom., I,
2; IV, 1; IX; In Nm. hom., XIII, 5. Cf. F. Cocchini, Il Paolo de Origene, p. 120.
Pablo, maestro de exégesis bíblica, según Orígenes 617
aprendido del hebreo, sino que encuentra analogías entre el método del
hebreo y el método que Orígenes ve en el texto paulino. De todos mo-
dos, una neta diferenciación entre ambiente judío y helenístico en Ale-
jandría, es inadecuada.
51
Cf. F. Cocchini, Il Paolo di Origene, 125.
52
Orígenes, In Gen. hom., VI,1 (GCS, VI 66).
53
Según Orígenes, esta convicción es común también a los profetas y a los sabios, cf.
Orígenes, Rom.Com., VI,vii (1071AB).
54
Cf. Orígenes, In Rom. Com., II,xi (917AB). De acuerdo a nuestra documentación,
este versículo, como criterio exegético, no está presente en las obras alejandrinas,
sino a partir de Cesarea.
618 Samuel Fernández Eyzaguirre
55
Orígenes, In Is. hom., VI,6 (Biblioteca de Patrística 89, 113).
56
Orígenes, In Lv. hom., I,1 (GCS, VI 280).
57
Orígenes, In Lv. hom., I,1 (GCS, VI 280-281).
Pablo, maestro de exégesis bíblica, según Orígenes 619
58
Orígenes, In Ct. Com., III,14, 19 (GCS VIII, p. 220, 7-11).
59
Orígenes, In Ex. hom., VII, 1 (GCS, VI 206).
60
Cf. Orígenes, In Nm. hom., XXVII, 1.
620 Samuel Fernández Eyzaguirre
“Puesto que toda Escritura, siendo inspirada por Dios, es útil, res-
pecto a estos pasajes, debes aceptar una de dos: o que no son inspira-
dos por Dios, porque no son útiles, como supondría el incrédulo; o
bien, como creyente, aceptar que son útiles porque son inspirados”61.
Según Orígenes, la utilidad de toda la escritura se deduce de su carác-
ter inspirado. De este modo, establece sobre la base del texto de Pablo,
un principio hermenéutico: todo texto bíblico es útil, es decir, es edifi-
cante, beneficia al lector. Y así, cuando se lee un texto y no se encuentra
utilidad en él, es porque no se lo ha comprendido. Este principio le sirve
para pasar del sentido literal al espiritual: en muchas ocasiones, cuando
la letra de un texto parece que no ofrece utilidad, retóricamente, se pre-
gunta: ¿De qué me aprovecha? Por ejemplo, cuando se habla del corazón
blando o limpio, la comprensión espiritual no ofrece beneficio, mientras
la espiritual sí. Por eso, al explicar Is 7, 14, declara: “Estas cosas han sido
dichas no a la Casa de David, sino a nosotros”62.
61
Phil XII,2 (Robinson, 63, 23-27). El texto corresponde a In Jos. hom., XX, 2.
62
Orígenes, In Is. hom., II,1 (Biblioteca de Patrística 89, 67).
63
Cf. Orígenes, In Ex. hom., I,1.
64
Orígenes, Princ., IV, 2, 3 (GCS, V 310); 1Co 2, 16. 12-13.
Pablo, maestro de exégesis bíblica, según Orígenes 621
a veces de modo directo y otras veces por medio de otro. Así lo afirma
en un interesante pasaje, en que enfrenta un problema de crítica textual,
que contiene válidos elementos de método para la teología bíblica:
“Cuando no entendemos lo que se ha dicho [en la Escritura], ni lo
corrijamos, ni optemos por lo más fácil, sino que esperemos para que
la gracia de Dios nos sugiera, por la iluminación del conocimiento,
la explicación de las dificultades; o bien, al menos, por medio de
quien quiera, la gracia de Dios nos ilumine nuevamente para que
ya no investiguemos, sino que nuestra dificultad sea resuelta. Pero
si queremos obtener la comprensión sin Dios, rápidamente nosotros
mismos nos lamentaremos”65.
Muchos otros maestros pueden ayudar a comprender el texto bíblico.
Pero, a diferencia de ellos, Pablo no es presentado por Orígenes como
uno que sugiere el contenido de determinados versículos, sino como el
modelo del lector que comprende que la ley espiritual (Rom 7, 14), que
reconoce que la ley contiene la sombra de los bienes futuros (Heb 10, 1),
y que comprende la escritura con la ayuda del Espíritu Santo66.
III. Conclusión
Llega el momento reunir los frutos de la presente investigación.
1. Los casos de interpretación simbólica en la obra de Pablo están
a la vista, pero la novedad de Orígenes es aplicar estos casos de modo
sistemático, es decir, transforma algunos casos de interpretación sim-
bólica que encuentra en Pablo en una verdadera regla de hermenéutica,
pues afirma que Pablo propone estos ejemplos para que la escritura en
su totalidad sea comprendida con el mismo método. Según Orígenes,
el apóstol no solo aclara tal o cual punto, sino que enseña cómo se debe
leer la escritura en la Iglesia, tanto el AT como el NT.
2. El carácter fuertemente polémico del contexto de Orígenes mues-
tra que el recurso a la interpretación espiritual es una necesidad urgente.
No hay aquí una discusión de dos escuelas de hermenéutica bíblica, sino
que está en juego la aceptación o el rechazo del AT, es decir, está en juego
la idea de Dios y la fisonomía de la Iglesia. Orígenes está convencido que
solo por medio de la exégesis espiritual es posible ser fiel a la regla de fe
65
Orígenes, In Is. hom., II, 1 (Biblioteca de Patrística 89, 66-67).
66
Cf. Orígenes, Princ., IV, 2, 4; IV, 3, 12; IV, 3, 14.
622 Samuel Fernández Eyzaguirre
Resumen: El presente artículo busca mostrar hasta qué punto la exégesis bíblica
de Pablo influenció a Orígenes de Alejandría. Para ello, en primer lugar, se busca
aclarar los motivos que impulsaron a Orígenes a interpretar la Escritura de modo
simbólico y sus tensiones con los partidarios de su lectura literal. Luego, se presen-
ta la relevancia de Pablo en la teoría exegética origeniana, en especial, por medio de
un texto clave: De principiis IV,2. Y, finalmente, se estudia el uso de los versículos
paulinos en que Orígenes reconoce ciertas reglas de exégesis bíblica (1Co 2, 13;
Rom 7, 14; 2Co 3, 6; 2Tim 3, 16).
Palabras clave: Pablo, Orígenes de Alejandría, De principiis, Historia de la exégesis.
Abstract: The article aims to illustrate how Paul’s biblical exegesis influenced Origen
of Alexandria. At first, it seeks to clarify the reasons that led Origen to interpret
Scripture symbolically and the tensions with supporters of literal exegesis. Then,
it presents the relevance of Paul in Origen’s exegetical theory, especially through
a key text: De principiis IV, 2. And finally, the article studies the interpretation of
Pauline verses in which Origen recognizes certain rules of biblical exegesis.
Keywords: Paul, Origen of Alexandria, De principiis, History of exegesis.
Teología y Vida, Vol. LIV (2013), 625-650 625
1
Este artículo forma parte del proyecto de investigación FONDECYT n° 11110194.
626 Marcelo Aguirre Durán
raíces mismas, una noción profunda del fin del mundo que, a su vez, le
proporcionó la continuidad con el pasado en tanto que decadencia de
este último2. Esta idea concebida como un déclin inévitable3, común-
mente afincada en el pensamiento de la época, habría permanecido en
el concepto de la historia cristiana y habría mutado a partir de la virtud
de la esperanza, virtud teologal que se constituye en articuladora del
tiempo y de la historia. De este modo, los tempora christiana habrían
permitido la evocación de un futuro esperanzador, despojado de las cer-
tezas terrenales y con una única orientación escatológica que les daría
su sentido.
Con la aparición del cristianismo y la posterior conversión del Impe-
rio, los autores cristianos adoptaron un particular interés por la reflexión
histórica y, a través de los distintos géneros literarios y de la visión pro-
videncialista de la historia, hicieron posible la descripción y análisis de
todos los acontecimientos del mundo ordenados en clave teológica. Asi-
mismo, en esta visión cristiana de un Dios Providente y Regidor del
mundo, la naturaleza caída del hombre y la acción del pecado en ella
constituyen el punto axial de la infidelidad humana.
Es así como, dentro de este contexto y con el amplio repertorio de
escritores latinos de los siglos V y VI, las figuras de Avito de Vienne y
Gregorio Magno resultan particularmente ilustradoras, tanto por el sen-
tido pastoral de sus obras como por la profundidad espiritual de ellas.
En estos dos autores se conjugarían, según nuestro parecer, un par de
elementos que se podrían considerar como fundamentales al momento
de intentar un análisis de la visión cristiana de la historia de los últimos
siglos de la Antigüedad: a) ambos responden a una formación de una
élite intelectual, aunque en dos ámbitos geográficos y temporales dis-
tintos (Italia y Galia); b) si bien ambos pensadores no son historiadores,
sí escribieron relatos que consideramos se podrían entender dentro de
la dinámica de la historia salutis, pues proponen a modelos de hombres
virtuosos como los verdaderos protagonistas de la historia.
Sin permanecer ajenos a las preocupaciones de sus días, tanto Avito
como Gregorio ponen de manifiesto un particular interés por la historia,
2
H.-I. Marrou, “La fin du monde antique vu par les contemporaines”, en G.
Suffert y otros (eds.), Les terreurs de l’an 2000 (Actes du colloque international de
Jouy-en-Josas, 27-30 septembre 1975) (Hachette, París 1976) 13-15.
3
H.-I. Marrou, “La fin du monde antique…”, 13.
Los uiri Dei en el De spiritalis de Avito de Vienne y en los Dialogi de Gregorio Magno 627
4
Cf. E. Mitre, “Roma y el fin del mundo antiguo desde la Edad Media”, en G. Bravo
(ed.), La caída del Imperio Romano y la génesis de Europa (Editorial Complutense,
Madrid 2001).
5
Cf. H.-I. Marrou, L’Église de l’Antiquité tardive (303-604) (Le Seuil, París 1985)
218-234.
6
U. Moricca, Storia della letteratura latina cristiana, vol. III, parte II (Società
editrice internazionale, Turín 1934) 1703.
7
H. Inglebert, Les romains chrétiens face à l’histoire de Rome. Histoire, christianisme
et romanités en Occident dans l’Antiquité tardive (IIIe-Ve siècles) (Études
Augustiniennes, París 1996) 6-7. Para una aproximación a los escritores latino-
cristianos de los siglos V y VI se puede consultar: J. Fontaine, La littérature latine
chrétienne (Presses universitaires de France, París 1970); P. de Labriolle, Histoire
de la littérature latine chrétienne (Les belles lettres, París 1924); U. Moricca, Storia
de la letteratura…, 1934.
8
El tema de la tipología cristiana puede ser abordado, por ejemplo, en J. Daniélou,
“Qu’est-ce que la typologie?”, en L’Ancien Testament et les chrétiens (Éditions du
628 Marcelo Aguirre Durán
Cerf, París 1951); J. Daniélou, Sacramentum futuri. Études sur les origines de la
typologie biblique (Beauchesne, París 1950).
9
J. Pépin, “Le challenge Homère-Moïse aux premiers siècles chrétiens”, en Revue des
sciences religieuses 29 (1955) 105-122.
10
Sobre el tema de la historia en el mundo monástico, véase J. Leclercq, L’amour des
lettres et le désir de Dieu. Initiation aux auteurs monastiques du Moyen Âge (Éditions
su Cerf, París 2011) 145-160.
11
Cf. C. Leonardi, “I modelli dell’agiografia latina dall’epoca antica al Medioevo”,
en Passaggio dal mondo antico al Medio Evo: da Teodorico a S. Gregorio Magno (Atti
dei convegni Lincei, 45) (Accademia Naz. Dei Lincei, Roma 1980).
Los uiri Dei en el De spiritalis de Avito de Vienne y en los Dialogi de Gregorio Magno 629
12
J. Daniélou, “Qu’est-ce que…”, 201. Cristo aparece como el Nuevo Adán, el
verdadero Noé y el segundo Moisés.
13
E. Sánchez Salor, Historiografía latino-cristiana. Principios, contenido, forma
(L’Erma di Bretschneider, Roma 2006) 132-136.
14
H. Goelzer, Le latin de saint Avit (F. Alcan Éditeur, París 1909) 3-11.
15
D. Shanzer - I. Wood, Avitus of Vienne: Letters and Selected Prose (Liverpool
University Press, Liverpool 2002) 13.
16
La lucha de Avito contra la herejía arriana en el reino burgundio ha sido
recientemente estudiada en: U. Heil, Avitus von Vienne und die Homöische Kirche
der Burgunder (De Gruyter, Berlín 2011); L. Pietri, “Les lettres d’Avit de Vienne.
La correspondance d’un évêque politique”, en Correspondances. Documents pour
l’histoire de l’Antiquité tardive (Maison de l’Orient et de la Méditerranée, Lyon
2009) 311-331. También pueden consultarse D. J. Nodes, “Avitus of Vienne’s
Spiritual History and the Semipelagian Controversy. The Doctrinal Implications
of Books I-III”, en Vigiliae Christianae 38 (1984); M. Reydellet, La royauté dans
la littérature latine: de Sidoine Apollinaire à Isidore de Séville (École Française de
Rome, Roma 1981) 87-137.
630 Marcelo Aguirre Durán
17
Véase: M. Roberts, “Rethoric and Poetic Imitation in Avitus’ Account of the
Crossing of the Red Sea (‘De Spiritalis Historiae gestis’ 5.371-702)”, en Traditio
39 (1983). Para el caso del prólogo, véase: M. Roberts, “The prologue to Avitus
‘De Spiritalis Historiae Gestis’: Christian Poetry and Poetic License”, en Traditio
36 (1980).
18
En la actualidad, los principales aspectos de la poesía épica de Avito han sido
recogidos en la edición crítica editada por la colección Sources Chrétiennes: Avit de
Vienne, Histoire Spirituelle, vols. I y II, N. Hecquet-Noti (ed.) (Éditions du Cerf,
París 1999 y 2005). Para el texto latino hemos seguido esta edición.
19
F. Stella, Poesia e teologia. L’occidente latino tra IV e VIII secolo (Jaca Book, Milán
2001) 129-137; M. Simonetti, La produzione letteraria latina fra romani e barbari
(sec. V-VIII) (Institutum Patristicum Augustinianum, Roma 1986) 127-131.
20
La caída de Adán ha sido estudiada, desde un ámbito más bien filológico, en tanto
que paráfrasis y diálogo dramático. Sin embargo, resulta de interés la lectura del
texto a partir de la idea de la responsabilidad adánica y la toma de conciencia del
significado del primer pecado. Véase: P.-A. Deproost, “La mise en scène d’un
drame intérieur dans le poème sur le péché originel d’Avit de Vienne”, en Traditio
51 (1996) 70-73.
Los uiri Dei en el De spiritalis de Avito de Vienne y en los Dialogi de Gregorio Magno 631
21
N. Hecquet-Noti, “Introduction”, en Histoire Spirituelle (Éditions du Cerf,
París 1999) 38-51. Para lo relacionado con el público de la obra y su proyecto de
creación, véanse las páginas 33-37.
22
De spiritalis, I, 318: facilis custodia recti est.
23
De spiritalis, II, 107-109: haec mihi deiecto tantum solacia restant. Si nequeo clausos
iterum conscendere caelos, his quoque claudantur.
24
Cf. N. Hecquet-Noti, “Introduction”, 40-45. Particularmente interesantes
resultan sus observaciones con relación a la figura de Cristo y a la tipología.
632 Marcelo Aguirre Durán
multipliquen las razones para morir, a los corazones que gimen y que te
confiesan a Ti”25.
La historia humana, en el sentido cristiano transmitido por el obispo
de Vienne, se reduciría a dos grandes etapas que abarcan dentro de sí la
totalidad del tiempo vivido por el hombre: la caída de Adán y la salva-
ción llevada a cabo con el sacrifico redentor de Cristo, y que se prolonga
hasta su Parusía. Sin embargo, a lo largo de todo el poema no es posible
apreciar un desarrollo explícito de la segunda venida, sino más bien una
prefiguración a partir de la tipología bíblica que, como hemos mencio-
nado, es característica de la literatura patrística de los primeros siglos.
En el De spiritalis se volvería a repetir, entonces, la dinámica propia de la
teología de la historia, dinámica que se podría llegar a entender a partir
de la “relación” entre el pecado del hombre y la gracia salvífica. Recién
comenzado el texto, y poniendo en evidencia su proyecto literario y
la profundidad de su “poesía de la introspección”26, el poeta plasma la
responsabilidad de Adán en el pecado original y su culpabilidad como
causa de todas las calamidades de la humanidad y de la historia27: “tú,
primer padre, que por la semilla de la muerte privaste a la posteridad
caída del germen de la vida”28.
El autor se toma la libertad de poder escribir de manera alegórica los
acontecimientos bíblicos, con el fin de poder llevar a buen término su
objetivo religioso-moralizador y, además, estético29. Esta misma liber-
tad propiciada por la creación literaria le posibilita la elección de los
sucesos del Antiguo Testamento, así como la forma de su exposición, lo
que se encuentra en relación directa con lo que él quiere mostrar como
25
De spiritalis, III, 407-408: suscipe, qui non uis moriendi crescere causas, quos confessa
tibi gemitus pia pectora fundunt.
26
J. Fontaine, Naissance de la poésie dans l’Occident chrétien. Esquisse d’une histoire de la
poésie latine chrétienne du IIIe au VIe siècle (Études Augustiniennes, París 1981) 258.
27
F. Capponi hace notar la carencia de una conceptualización sobre el pecado que se
halla en la poesía de Avito. Sin embargo, esto podría ser mejor explicado a partir
de la proposición de Stella en cuanto a la culpa como motor de la obra del Poeta.
Véase: F. Capponi, “I limiti didascalici nella poesia di A. E. Avito”, en Latomus 26
(1967) 158-160; F. Stella, Poesia e teologia…, 129-137.
28
De spiritalis, I, 7-8: qui semine mortis tollis succiduae uitalia germina proli.
29
A. Roncoroni, “La epica biblica di Avito di Vienne”, en Vetera Christianorum 9
(1972) 305-306.
Los uiri Dei en el De spiritalis de Avito de Vienne y en los Dialogi de Gregorio Magno 633
36
C. Dagens, Saint Grégoire le Grand. Culture et expérience chrétiennes (Études
Augustiniennes, París 1977) 257; Cf. F. Capponi, “I limiti didascalici…”, 160.
37
A modo de introducción a la relación milagro-historia, véase: M. Modica, “Il mira-
colo come oggeto di indagine storica”, en Miracoli. Dai Segni alla storia (Viella, Roma
2000).
38
De spiritalis, II, 379-380: caruit iam parte bonorum qui mala cognouit.
39
P.-A. Deproost, “La mise en œuvre du merveilleux épique dans le poème De Diluuio
Mundi d’Avit de Vienne”, en Jahrbuch für Antike und Christentum 34 (1991) 103.
40
De spiritalis, IV, 584-585: simplex indicio purumque pius sic comperit orbem.
Los uiri Dei en el De spiritalis de Avito de Vienne y en los Dialogi de Gregorio Magno 635
41
Apc. 21, 5.
42
De spiritalis, V, 67: legifer heros.
43
N. Hecquet-Noti (ed.), Histoire Spirituelle, vol. II, 174, nota 1.
44
De spiritalis, V, 221-222: instruit hos sacris simul informatque Creator, mystica
sollemnem quo pandat uictima ritum.
45
J. Daniélou, Sacramentum futuri…, 48.
46
Como estudio histórico-biográfico, véase: R. A. Markus, Gregory the Great and
his World (Cambridge University Press, Cambridge 1997); S. Boesch Gajano,
Grégoire le Grand: aux origines du Moyen Âge (Éditions du Cerf, París 2007).
636 Marcelo Aguirre Durán
47
J. M. de la Torre, Literatura cristiana antigua, entornos y contenidos. Desde las
postrimerías del Imperio romano de Occidente hasta los albores de la ‘oscura Edad
Media latina’, vol. V (Ediciones Monte Casino, Zamora 2009) 345.
48
U. Moricca, Storia della letteratura..., 1677. La cuestión de la hagiografía ha
sido difusamente tratada. Para remitirse a la labor hagiográfica de Gregorio en
sus Dialogi, se sugiere consultar el completísimo estudio de: S. Boesch Gajano,
Grégoire le Grand hagiographe. Les Dialogues (Éditions du Cerf, París 2008).
Junto a ello, podemos mencionar, entre otros: S. Boesch Gajano, “La proposta
agiografica dei Dialogi di Gregorio Magno”, en Quaderni Medievali 21 (1980); S.
Boesch Gajano, “Dalla storiografia alla storia”, en Miracoli. Dai segni alla storia
(Viella, Roma 2000); M. Heinzelmann, “Studia sanctorum. Éducation, milieux
d’instruction et valeurs éducatives dans l’hagiographie en Gaule jusqu’à la fin de
l’époque merovingienne”, en Haut Moyen-âge: culture, éducation et société (Publidix,
Nanterre 1990). También se puede consultar: Hagiographie, cultures et sociétés: IVe-
XIIe siècles (Études Augustiniennes, París 1981).
49
H. de Lubac, Exégèse médiévale. Les quatre sens de l’Écriture, vol. II (Aubier, París
1959) 467.
Los uiri Dei en el De spiritalis de Avito de Vienne y en los Dialogi de Gregorio Magno 637
50
E. Sánchez Salor, Historiografía…, 28-29. Véase también: P. J. Galán (ed.),
Vida de san Benito y otras historias de santos y demonios. Diálogos. Gregorio Magno
(Trotta, Madrid 2010) 15: “no puede perderse de vista, en efecto, que para los
autores cristianos, especialmente de los primeros siglos, hagiografía e historiografía
se confunden inextricablemente”.
51
E. Sánchez Salor, Historiografía…, 28-29.
52
U. Moricca, “Prefazione”, en Gregorii Magni Dialogi. Libri IV (Istituto Storico
Italiano, Roma 1924) XV.
53
A. de Vogüé, “Martyrium in occulto: le martyre du temps de paix chez Grégoire
le Grand, Isidore de Séville et Valerius du Bierzo”, en Fructus centesimus. Mélanges
offerts à Gérard J. M. Bartelink à l’ocasión de son soixante-cinquième anniversaire (In
abbatia S. Petri, Steenbrugis 1989)140.
54
U. Moricca, “Prefazione”, LXIV-LXX. Con relación a la mentalidad de los hombres
del siglo VI y la dinámica entre creencia y razonamiento, se puede consultar: M.
van Uytfanghe, “Scepticisme doctrinal au seuil du Moyen Âge? Les objections
du Diacre Pierre dans les Dialogues de Grégoire le Grand”, en Grégoire le Grand.
Chantilly, Centre culturel Les Fontaines, 15-19 Septembre 1982. Actes (Éditions
du CNRS, París 1986) 315-326. Este artículo propone la estructura narrativa
de los Dialogi como una herramienta de gran utilidad para la comprensión de la
religiosidad de los hombres del período estudiado.
638 Marcelo Aguirre Durán
55
C. Dagens, “L’Église universelle et le monde oriental chez saint Grégoire le Grand”,
en Istina 20 (1975) 474.
56
Véase: C. Dagens, “Grégoire le Grand et la culture: de la sapientia huius mundi à
la docta ignorantia”, en Revue des Études Augustiniennes 14 (1968) 17-18.
57
C. Dagens, Saint Grégoire le Grand…, 233.
58
S. Boesch Gajano, Grégoire le Grand hagiographe…, 42.
59
A. de Vogüé, “Introduction”, en Grégoire le Grand. Dialogues, vol. I (Éditions du
Cerf, París 1978) 44-45, 80. La cuestión sobre el público de los Dialogi ha sido
nuevamente tratada por S. Boesch Gajano, quien es partidaria de la existencia de
diferentes niveles de lectura de la obra. Para ella, así como para C. Dagens, el texto
está pensado y escrito para distintos tipos de lectores. Véase también: G. Cremas-
Los uiri Dei en el De spiritalis de Avito de Vienne y en los Dialogi de Gregorio Magno 639
coli, “Infirmantium persona (Gregorii Magni Dialogi 4, 4, 9). Sui dubbi del diaco-
no Pietro”, en Gregorio Magno. Esegeta e pastore d’anime (Centro italiano di studi
sull’alto Medioevo, Spoleto 2012) 65.
60
Cf. G. Freyburger - L. Pernot (eds..), Du héros païen au saint chrétien (Études
Augustiniennes, París 1997) 24.
61
U. Moricca, Storia della letteratura..., 1680-1681. Cf. G. Cremascoli, “I viri Dei
dell’Umbria nei Dialogi di Gregorio Magno”, en Gregorio Magno. Esegeta e pastore
d’anime (Centro italiano di studi sull’alto Medioevo, Spoleto 2012) 112: “il secon-
do libro dei Dialogi può essere definito un vero trattato sulla santità”.
62
El tema de lo maravilloso ha sido abundantemente trabajado. Sin embargo, hace-
mos referencia al señero trabajo de P. Boglioni, “Miracle et nature chez Grégoire
le Grand”, en Cahiers d’études médiévales 1 (1974).
63
Cf. W. F. Bolton, “The Supra-Historical Sense in the Dialogues of Gregory I”, en
Aevum 13 (1959) 209; C. Dagens, Saint Grégoire le Grand…, 230.
64
Dialogi, I, 1, 7: infirmis ueneranda sunt, non imitanda. Si bien hemos tenido acceso
a la edición de Moricca, para la citación del texto latino hemos utilizado la edición
640 Marcelo Aguirre Durán
70
Dialogi, II, 35, 6: quia ipsa luce uisionis intimae mentis laxatur sinus, tantumque
expanditur in Deo, ut superior existat mundo. Fit uero ipsa uidentis anima etiam super
semetipsam. Cumque in Dei lumine rapitur super se, in interioribus ampliatur.
71
Dialogi, II, 35, 7: uidentis animus dilatatus, qui, in Deo raptus, uidere sine difficultate
potuit omne quod infra Deum est […] quae uidentis animum quia ad superiora rapuit,
ei quam angusta essent omnia inferiora monstrauit.
72
El término conuersio, frecuentemente presente en nuestros autores, se entiende como
el paso de la increencia o del pecado a la fe y al arrepentimiento. Cf. C. Dagens,
“La conversion de saint Grégoire le Grand”, en Revue des Études Augustiniennes 15
(1969) 157.
73
M. Modica, “Il miracolo...”, 23; S. Pricoco, “Introduzione”, en Storie di santi e
di diavoli. Dialoghi, vol. I (Mondadori, Roma 2005) XXXIII.
74
C. Dagens, “La conversion de saint Benoît selon saint Grégoire le Grand”, en Rivista
di storia e letteratura religiosa 5/2 (1969) 390-391; A. de Vogüé, “Introduction”, 84.
75
Cf. J. Stern “Israël et l’Église dans l’exégèse de saint Grégoire le Grand”, en L’esegesi
dei padri latini. Dalle origini a Gregorio Magno. XXVIII incontro di studiosi dell’anti-
chità cristiana, vol. II (Institutum Patristicum Augustinianum, Roma 2000) 676.
642 Marcelo Aguirre Durán
76
P. Maymó i Capdevila, “Política de lo sacro y sacralización de la política según
el epistolario de Gregorio Magno”, en Correspondances. Documents pour l’histoire
de l’Antiquité tardive (Maison de l’Orient et de la Méditerranée, Lyon 2009) 383;
B. Luiselli, “Indirizzo universale e indirizzi nazionali nella storiografia latino-
cristiana dei secc. V-VIII”, en La storiografia ecclesiastica nella tarda Antichità
(Centro di studi umanistici, Messina 1980) 526-527; G. Cracco, “Tra gerarchie
di Dio e gerarchie della storia: le avventure di un testo-chiave di Gregorio Magno”,
en Rivista di Storia e Letteratura Religiosa 47/1 (2011) 9.
77
P. Courcelle, “La vision cosmique de saint Benoît”, en Revue des Études Augusti-
niennes 13 (1967) 117. Courcelle hace un interesante paralelo entre autores paga-
nos (Macrobio, Séneca, Cicerón, por ejemplo) y el libro II de los Diálogos, desta-
cando particularmente la imagen de la ascensión celeste de san Benito. En cuanto
a la idea de la contemplatio como virtud aprendida por el santo de Nursia, véase: J.
H. Wansbrough, “St. Gregory’s Intention in the Stories of St. Scholastica and St.
Benedict”, en Revue Bénédictine 75 (1965) 147.
78
A. de Vogüé, “Introduction”, 86; G. Cremascoli, “Il genus narrandi nei Dialogi
di Gregorio Magno”, en Gregorio Magno. Esegeta e pastore d’anime (Centro italiano
di studi sull’alto Medioevo, Spoleto 2012) 127.
79
Cf. W. F. Bolton, “The Supra-Historical…”, 211.
80
C. Dagens, “La fin des temps et l’Église selon saint Grégoire le Grand”, en
Recherches de science religieuse 58 (1970) 284.
81
Véase A. de Vogüé, Saint Benoît. L’homme et l’œuvre (Abbaye de Bellefontaine,
Bégrolles-en-Mauges 2001) 11.
Los uiri Dei en el De spiritalis de Avito de Vienne y en los Dialogi de Gregorio Magno 643
82
F. Tateo, “La struttura dei Dialoghi di Gregorio Magno”, en Vetera Christianorum
2 (1965) 127.
83
Dialogi, II, 8, 9: ut coram superbis mori dignaretur, coram humilibus resurgere,
quatenus et illi uiderent quod contemnerent, et isti quod uenerantes amare debuissent.
En cuanto al tema del juicio y el infierno, véase G. Cremascoli, ‘Novissima hominis’
nei ‘Dialogi’ di Gregorio Magno (Pàtron, Bolonia 1979) 93-94.
84
J. Leclercq, L’amour des lettres…, 38.
85
Cf. U. Moricca, “Prefazione”, LXIX: “Tra le virtù, le più pregiate, dopo la castità,
sono l’umiltà e la modestia”.
86
G. Cracco, “Tra gerarchie di Dio...”, 9.
644 Marcelo Aguirre Durán
tipología bíblica. Por tanto, no hay más que un único actor de la historia
que se manifiesta a través de los patriarcas87.
El hombre justo logra un amplio conocimiento de sí mismo y de su
participación en la obra salvífica a través de la interioridad que le pro-
porciona la ascesis. En los Dialogi, por ejemplo, el conocimiento íntimo
aparece reflejado de modo prístino con la figura de san Benito, quien de
manera insigne, y superando toda posibilidad humana, mira el mundo
a partir de una óptica atemporal: “el mundo entero, como concentrado
bajo un solo rayo de sol, fue puesto ante sus ojos”88. Esta visión pondría
en evidencia el conocimiento de las realidades del mundo alcanzado por
el santo de Nursia a través de la contemplación, la que se constituye en
una elevación del alma a la interioridad de Dios a través de un progreso
moral y espiritual que rechaza el pecado y que se encuentra en el núcleo
de la historia de la salvación89.
San Gregorio relata este espíritu de contemplación dando cuenta de
la visión de san Benito y de la dilatatio de su espíritu a través de lo con-
templado en un rayo de luz. Es de suponer, más allá del acontecimiento
mismo, la profundidad del mensaje propuesto por el autor romano. Esta
dilatación, que permitió a san Benito ver todo el mundo en un solo acto,
se podría entender bajo la premisa de la comprensión total de la historia
en un sentido profético al modo de los grandes profetas del Antiguo
Testamento90. En otras palabras, aparecería la dinámica del hombre que
desde el tiempo logra ver la eternidad, acercándose a la comprensión,
asimismo, de la temporalidad de lo humano. Por esto el protagonismo
del santo sería un protagonismo fundado en un anonadamiento, ya que
87
Véase el comentario de N. Hecquet-Noti (ed), Avit de Vienne. Histoire Spirituelle,
vol. I (Éditions du Cerf, París 1999) 254.
88
Dialogi, II, 35, 3: omnis etiam mundus, uelut sub uno solis radio collectus, ante oculos
eius adductus est.
89
Cf. C. Dagens, Saint Grégoire le Grand…, 166 y 257; J. H. Wansbrough, “St.
Gregory’s Intention…”, 149-150. El autor señala cómo Gregorio habría tomado
los modelos del profeta Daniel, de los Padres del Desierto y de los apóstoles Pedro
y Pablo para ilustrar, de este modo, los ejemplos de renuncia, ascetismo y predica-
ción, entre otros.
90
La lectura de la historia que hace Gregorio es, sin lugar a dudas, una lectura mística.
Las virtudes de los patriarcas se actualizan en las virtudes de los santos. Cf. M.
Reydellet, La royauté…, 490-492; V. Recchia, “La visione di S. Benedetto...”, 50.
Los uiri Dei en el De spiritalis de Avito de Vienne y en los Dialogi de Gregorio Magno 645
La pedagogía de la historia
Si continuamos en la dinámica de la teología de la historia, ¿el poema de
Avito no querría constituir, de modo íntegro, todo un compendio único
de la historia de la derrota del hombre por el pecado y del triunfo de este
a través de la salvación de Cristo? Con todo, ¿la comprensión del mundo
no se iluminaría a la luz de los acontecimientos narrados en el libro del
Génesis? En este sentido, la figura de Moisés aparecería representando la
cercanía y el conocimiento íntimo del corazón del pueblo de Israel y del
querer de Dios, con quien hablaba cara a cara.
En efecto, el valor de la obediencia aparece constantemente mencio-
nado en las obras en cuestión. La dinámica de la historia salutis se podría
definir, en cierto modo, y siguiendo el poema de Avito y los relatos gre-
gorianos, como la relación permanente entre la fidelidad a la voluntad
de Dios, en contraposición a la desobediencia propia del pecado. Así, la
oposición Providencia-obediencia versus desobediencia-envidia explica-
rían, en gran medida, la idea de la historia humana como un relato en
91
“La compunción es el medio para alcanzar la contemplación”: P. J. Galán (ed.),
Gregorio Magno. Vida de san Benito…, 287, nota 198.
92
A. de Vogüé, Histoire littéraire du mouvement monastique dans l’Antiquité, vol. X
(Éditions du Cerf, París 2010) 183-184.
93
Dialogi, III, 15, 13: ipsa puritate ac simplicitate cogitationis quasi ex quadam iam
similitudine concordant.
646 Marcelo Aguirre Durán
94
S. Boesch Gajano, Grégoire le Grand hagiographe…, 174.
95
P. J. Galán (ed.), Gregorio Magno. Vida de san Benito…, 15.
96
Cf. G. R. Evans, The Thought of Gregory the Great (Cambridge University Press,
Cambridge 1988) 14-15; C. Dagens, Saint Grégoire le Grand..., 230-231; S.
Pricoco, “Introduzione”, XXIX; G. Cremascoli, “Sul significato dei Dialogi di
Gregorio Magno”, en Gregorio Magno. Esegeta e pastore d’anime (Centro italiano di
studi sull’alto Medioevo, Spoleto 2012) 382.
97
De spiritalis, IV, 190-192: est ille in caelis numero praestantior omni angelicus sine
fine chorus, qui laude perenni conclamat celebratque Deum.
98
De spiritalis, II, 50-52: nam crimen acerbat auctor: in ignoto minor est peccante
reatus, durius atque malum, quod maior fecit, habetur.
99
Dialogi, II, 1, 3: Benedictus, plus appetens mala mundi perpeti quam laudes, pro Deo
laboribus fatigari quam uitae huius fauoribus extolli.
Los uiri Dei en el De spiritalis de Avito de Vienne y en los Dialogi de Gregorio Magno 647
100
Dialogi, III, 7, 10: utique sic oportet et de Dei nos semper miseratione confidere, et de
nostra infirmitate formidare.
101
De spiritalis, II, 73-74: maior adhuc etiam saeuo permissa potestas, ut sanctum fingat.
102
C. Dagens, Saint Grégoire le Grand..., 230-231.
103
A. de Vogüé, Histoire littéraire du mouvement monastique…, 151.
104
Dialogi, III, 12, 4: qui se superbe contra praecepta ueritatis eleuant, eorum ceruicem
ueritas per humiles premat.
105
S. Boesch Gajano, Grégoire le Grand hagiographe…, 213-214.
106
En cuanto al tema de pecado original y la responsabilidad adánica, véase nota n° 20.
648 Marcelo Aguirre Durán
107
Dialogi, II, pról. 1: scienter nescius et sapienter indoctus.
108
Cf. De spiritalis, IV, 291-292.
109
Dialogi, I, 12, 4: uitae namque uera aestimatio in uirtute est operum, non in ostensione
signorum.
110
W. F. Bolton, “The Supra-Historical…”, 208.
111
A. de Vogüé, “Introduction”, 124-126.
112
Véase C. Leonardi, “Modelli di santità tra secolo V e VII”, Santi et demoni nell’alto
Medioevo occidentale (secoli V-XI) (Centro italiano di studi sull’alto medioevo,
Spoleto 1989) 261-283.
Los uiri Dei en el De spiritalis de Avito de Vienne y en los Dialogi de Gregorio Magno 649
113
G. Penco, “Le figure bibliche...”, 1-2; G. Cremascoli, “Sul significato dei
Dialogi...”, 382-383.
650 Marcelo Aguirre Durán
1. Introducción
Anselmo de Canterbury es, sin duda, la figura intelectual más relevante
del siglo XI en el occidente latino y aunque ha pasado a la historia de
la filosofía por el famoso argumento a favor de la existencia de Dios,
llamado por Kant ontológico, hay mucho más que decir acerca de él en
materia filosófica. Es el autor del primer tratado sistemático en la filo-
sofía occidental que tiene por objeto exclusivo la cuestión de la verdad.
El diálogo De Veritate (DV), escrito hacia el año 1085, repercute en el
pensamiento de Tomás de Aquino, casi doscientos años después. En su
Cuestión Disputada sobre la Verdad, escrita entre los años 1256-1259,
el Aquinate dedica la primera cuestión al tema de la verdad y en ella se
hace cargo de la definición anselmiana de la verdad como rectitud. An-
tes, en el Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, había también
comentado esta definición y posteriormente lo hará en la Suma Teológica
al tratar este asunto.
Ambos autores conciben la verdad como una cierta relación de co-
rrespondencia entre dos miembros. En este trabajo nos proponemos
comparar el modo en que cada uno de ellos entiende esta relación. Para
poder comprender adecuadamente los aspectos comunes y divergentes,
exponemos la noción de verdad de cada uno separadamente. La compa-
ración destaca dos coincidencias y la divergencia entre la comprensión
652 Patricia Moya Cañas - Cristián Rodríguez Rodríguez
1
Anselmo de Canterbury, De veritate [DV] I, 176: Quoniam deum veritatem esse
credimus, et veritatem in multis aliis dicimus esse, vellem scire an ubicumque veritas
dicitur; deum eam esse fateri debeamus. (Citaremos siguiendo la edición de las Obras
Completas de S. Anselmo: S. Anselmi Cantuarensis Archiepiscopi Opera Omnia. F.
S. Schmitt (ed.), (Friedrich-Fromann Verlag, Stuttgart-Bad Canstatt, 1968), in-
dicando en números romanos el capítulo correspondiente y luego la página de
acuerdo a esta edición).
2
Nótese que esta identificación es asumida por Anselmo expresamente desde la fe,
sin intentar hasta este punto, hacer una demostración racional de ella. En Monolo-
gion XVIII (Opera Omnia I, 33), Anselmo solo llega a mostrar que es necesario que
exista una verdad eterna siguiendo un argumento semejante al de Agustín en los
Soliloquios (cf. I, 15, 28-29 y II, 2, 2).
3
DV I, 176-177: [S]i vis quaeramus per rerum diversitates in quibus veritates dicimus
esse, quid sit veritas.
La rectitud es una cierta adecuación:... 653
una definición requiere de un concepto que sea el mismo para todos los
ejemplares definiendum, y “no contenga ni más ni menos”4. Esta misma
metodología opera en el DV, puesto que un concepto formal tiene que
ser responsable de darle unidad a las distintas acepciones de verdad que
se irán examinando. Para esto, Anselmo utiliza una metodología tópica,
esto es, una investigación pretendidamente exhaustiva de los “lugares de
la verdad” (sedes veritatis5), es decir, de todos y cada uno de los distintos
tipos de X en los que se puede decir “X es verdadero”. Esta suerte de
inducción permitirá comprender qué es lo que queremos decir cuando
decimos que algo es verdadero y qué relación guarda esto con Dios, en-
tendido como la summa veritas.
En el diálogo se encuentra esta enumeración de todos los lugares de
la verdad: la proposición verdadera (cap. II), la opinión o pensamiento
verdadero (cap. III), la voluntad (cap. IV) y la acción verdadera (cap.V
y IX), la verdad de los sentidos (cap.VI), la verdad de las esencias de las
cosas (cap.VII) y la summa veritas (cap.VIII y XIII). En estos capítulos
se buscará articular las verdades particulares con la suma verdad. Como
se puede apreciar en esta lista, las sedes veritatis incluyen categorías que
usualmente no se consideran como sujetos de verdad, por ejemplo, la
verdad de la voluntad y de la acción6. Como esperamos mostrar, la es-
tructura anselmiana de la verdad permitirá entender también la predica-
ción de verdad en el ámbito práctico a través del concepto de rectitudo.
Con este objetivo analizaremos la rectitud en dos de las formas princi-
pales de la verdad: la proposicional y la práctica. Luego examinaremos la
definición de verdad como rectitud para terminar explicando cómo toda
verdad se subordinaría a la summa veritas.
4
Anselmo de Canterbury, De Libero Arbitrio I, 208: Licet enim animal differat
ab animale siue substantialiter siue accidentaliter, definitio tamen secundum nomen
animalis omnibus animalibus est eadem. Quapropter talem oportet dare definitionem
libertatis arbitrii, quae nec plus nec minus illa contineat.
5
DV VI, 183: Putasne nos praeter summam veritatem omnes sedes invenisse veritatis?,
M. Enders en Über die Wahrheit. Übersetzung, Einleitung und Anmerkungen,
(FelixMeinerVerlag, Hamburg, 2001), xviii-xxvii desarrolla las características de
este método tópico y sus antecedentes latinos en Cicerón.
6
Ya en Ética a Nicómaco VI, 2 Aristóteles había desarrollado su doctrina sobre la
verdad práctica. Sin embargo, no parece haber evidencia de que el Cantuarense
haya tenido contacto con textos de Aristóteles fuera del Organon, cf. J. Marenbon,
«Anselm and the Early Medieval Aristotle», en J. Marenbon (ed.) Aristotle in
Britain during the Middle Ages (Turnhout, Brepols, 1996), 1-19.
654 Patricia Moya Cañas - Cristián Rodríguez Rodríguez
7
DV II, 177: Quaeramus ergo primum quid sit veritas in enuntiatione, quoniam hanc
saepius dicimus veram vel falsam.
8
DV loc. cit.: Quando est quod enuntiat, sive affirmando sive negando. Esta fórmula
remitiría a la descripción aristotélica de la verdad en Metafísica IV, 4, aunque no
tenemos certeza si es que Anselmo tuvo acceso a este texto, cf. J. Marenbon,
«Anselm and the Early Medieval Aristotle». Lo que sí podemos afirmar que la
inspiración original de la investigación anselmiana por la verdad se encuentra en
Agustín, específicamente en Soliloquii y en De Doctrina Christiana, como se ve en
J. Hopkins, «Anselm of Canterbury», en J. Gracia-T. Noone (eds.), A Companion
to Philosophy in the Middle Ages, (Blackwell, Oxford, 2002), 138-151. A. D’Ors
examina esta dependencia agustiniana en «“Non erat veritas”, “non erit veritas”.
Sobre las pruebas anselmianas de la eternidad de la verdad», en S. Castellote
(ed.). Verdad, Percepción, Inmortalidad. Miscelánea en homenaje al Profesor Wolfgang
Strobl (Facultad de Teología San Vicente Ferrer, Valencia, 1995), 203-205.
9
Los términos enuntiatio y significatio en este autor no son en absoluto idénticos.
La enuntiatio es la proposición, mientras que la significatio es la relación entre la
enuntiatio y las cosas mentadas por ella. Cf. J. Marenbon, «Anselm and the Early
Medieval Aristotle», 1-19; cf. Enders, Über die Wahrheit. Übersetzung, Einleitung
und Anmerkungen, 81-83.
10
DV II, 178: Magister [M]:Ad quid facta est affirmatio? Discipulus [D]: Ad
significandum esse quod est. M: Hoc ergo debet. D: Certumest. M: Cum ergo significat
esse quod est, significat quod debet.
11
DV II, 179: M: Ergo non est illi [sc. significationi] aliud veritas quam rectitudo. D:
Aperte nunc video veritatem hanc esse rectitudinem. La introducción del concepto de
rectitud no es una innovación de Anselmo, sino se encuentra presente a lo largo
de la tradición cristiana, como también platónica y estoica. Cf. M. Dreyer, «Veri-
La rectitud es una cierta adecuación:... 655
su tipo, pero su ejemplar individual o token será verdadero o falso conforme a las
circunstancias y al uso de esa proposición.
16
DV II, 179: M:[C]um significat esse quod est, dupliciter facit quod debet; quoniam
significat et quod accepit significare, et ad quod facta est. Sed secundum hanc rectitudinem
et ueritatem qua significat esse quod est, usu recta et uera dicitur enuntiatio; non
secundum illam qua significat esse etiam quod non est. Plus enim debet propter quod
accepit significationem, quam propter quod non accepit. Non enim accepit significare
esse rem cum non est, uel non esse cum est, nisi quia non potuit illi dari tunc solum
modo significare esse quando est, uel non esse quando non est.
La rectitud es una cierta adecuación:... 657
17
DV loc. cit.: M: Alia igitur est rectitudo et ueritas enuntiationis, quia significat ad
quod significandum facta est; alia uero, quia significat quod accepit significare. Quippe
ista immutabilis est ipsi orationi, illa uero mutabilis. Hanc namque semper habet,
illam uero non semper. Istam enim naturaliter habet, illam uero accidentaliter et
secundum usum. Véase también D’Ors, “«Non erat veritas»”, “«non erit veritas»”.
Sobre las pruebas anselmianas de la eternidad de la verdad», 206-208.
18
DV loc. cit.: M: Quamuis in quibusdam enuntiationibus inseparabiles sint istae duae
rectitudines seuueritates; ut cum dicimus: homo animal est, aut: homo lapis non est.
19
Cf. Jn 8, 44 y 3, 21, respectivamente. Cf. G.R. Evans, Getting it Wrong. The Me-
dieval Epistemology of Error (Brill, Leiden, 1998), 201. Recordemos que el fin de
este diálogo filosófico es intentar esclarecer un problema de motivación teológica y
exegética.
20
DV IV, 181: M: Nam si quamdiu uoluit quod debuit, ad quod scilicet uoluntatem
acceperat, in rectitudine et in ueritate fuit, et cum uoluit quod non debuit, rectitudinem
et ueritatem deseruit: non aliud ibi potest intelligi ueritas quam rectitudo, quoniam
siue ueritas siue rectitudo non aliud in eius uoluntate fuit quam uelle quod debuit.
21
DV V, 181: M: [S]ententia est omnium quia qui facit quod debet, bene facit et
rectitudinem facit. Unde sequitur quia rectitudinem facere est facere ueritatem.
658 Patricia Moya Cañas - Cristián Rodríguez Rodríguez
Tal como se aprecia en todos estos casos, se puede ver que Anselmo
entiende la rectitudo como un cierto cumplimiento de la finalidad pro-
pia de cada uno de estos sujetos, indicado por la expresión “hacer lo que
debe”. Por lo tanto, que un sujeto X sea verdadero dependerá de que X
realice efectivamente aquella función que se le fue dada22.
22
Según la hipótesis de Söhngen, tal noción de rectitudo tendría su origen en el con-
cepto teológico-jurídico de la satisfactio que Anselmo desarrolla en Cur Deus Homo
I 19-20 (II, 84-88), cf. G. Söhngen, “Rectitudo bei Anselm von Canterbury als
Oberbegriff von Wahrheit und Gerechtigkeit” en H. Kohlenberger (ed.), Sola
Ratione. Anselm Studien für Pater F. S. Schmitt OSB zum 75.Geburtstag (Friedrich
Frommann Verlag, Stuttgar-Bad Canstatt, 1970), 71-77. Cf. también M. Dre-
yer, «Veritas-Rectitudo-Iustitia. Grundbegriffe ethischer Reflexion bei Anselm von
Canterbury», 80-81.
23
DV XI, 191: M: Dic ergo mihian tibi videatur esse aliqua rectitudo praeter has quas
contemplati sumus. D: Non alia praeter has nisi illa quae est in rebús corporeis, quae
multum est aliena ab istis, ut rectitudo virgae. M: In quo illa tibi videtur differre ab
istis? D: Quia illa visu corporeo cognosci potest, istas rationis capit contemplatio. (…)
[E]adem quae sic ratione intelligetur, visu sentitur in subiecto. Illae vero non nisi sola
mente percipi possunt. M: Possumus igitur; nisi fallor, definiré quia veritas est rectitudo
mente sola perceptibilis.
La rectitud es una cierta adecuación:... 659
24
La terminología de truthbearer (portador de la verdad) y truthmaker (lo que hace
verdad) se ha estandarizado en las discusiones contemporáneas en teoría de la co-
rrespondencia. Cf. M. David, «The Correspondence Theory of Truth», en Stanford
Encyclopedia of Philosophy. En http://plato.stanford.edu/entries/truth-correspon-
dence/ revisado el 24 de julio de 2013.
25
Williams & Visser, “Anselm’s Account of Freedom”, 223: “Rectitude (correctness)
is a fundamentally teleological notion: statements are correct when they do what
they were designed to do”.
26
E. J. Ashworth, “Language and Logic” en A.S. McGrade (ed.), The Cambrid-
ge Companion to Medieval Philosophy, (Cambridge University Press, Cambridge
2003), 92. Este autor interpreta la correspondencia como una relación entre la
proposición, las cosas y las ideas divinas. En los textos referentes al problema de
la verdad no encontramos referencia a una doctrina de las Ideas en relación a la
rectitudo, lo que no quita que en último término el referente sea la summa veritas,
es decir, Dios mismo.
660 Patricia Moya Cañas - Cristián Rodríguez Rodríguez
27
DV XIII, 197: [N]on existente significatione non perit rectitudo qua rectum est et qua
exigitur, ut quod significandum est significetur.
28
DV V, 182: Si ignis ab eo a quo habet esse accepit calefacere: cum calefacit, facit quod
debet.
29
Cf. A. Hubert, «El enigma del hombre según Anselmo de Canterbury», en
Teología y Vida, 45 (2004), 509-510. Este autor incorpora la idea de rectitud como
recepción al modo de clave antropológica para comprender la estructura del ser
humano según Anselmo. Su noción central es la correspondencia entre Dios y el
hombre, a través de la rectitud: “la verdad es algo que hay que recibir. Además, la
rectitud es el actuar correcto. Aquí es el actuar correcto para recibir”, 510.
30
En este punto hay consenso en los intérpretes. Cf. D.S. Theron, «Morality as
Right Reason», en The Monist, 1/66 (1983), 26-38; Evans, Getting it Wrong. The
Medieval Epistemology of Error, 56.
La rectitud es una cierta adecuación:... 661
blema fundamental de este tratado: ¿qué relación hay entre la verdad crea-
da y Dios, la summa veritas? Porque si detenemos el diálogo aquí, tendría-
mos que asumir que Dios es, en efecto, el fundamento de la verdad porque
es el origen de donde proceden las diversas funciones que cada cosa debe
cumplir para ser verdadera. Sin embargo, ¿es Dios verdadero en este mis-
mo sentido teleológico? “No negarás que la suma verdad es una rectitud”,
afirma el maestro31. ¿Tendría que ser Dios, entendido como suma verdad,
una rectitud respecto de otra cosa y cumplir un fin? Más bien al revés: la
summa veritas no debe corresponderse o adecuarse a nada, sino que todos
se deben a ella en cuanto causa, y por tanto, en cuanto finalidad. La ver-
dad de las cosas es efecto de la summa veritas, y toda otra verdad, en último
término, es causada por las cosas. Como afirma el discípulo:
“Al ser la verdad que está en la existencia de las cosas es efecto de la
suma verdad, la misma también es causa de la verdad que está en el
pensamiento, y a su vez ella de la que está en la proposición. Estas
dos verdades, por su parte, no son causa de ninguna verdad”32.
Podemos trazar una doble relación de causalidad entre la suma ver-
dad y la verdad de las cosas, y la verdad de las cosas, y las demás sedes
veritatis. En definitiva, toda rectitud remite a Dios como causa de toda
rectitud. Pero ¿es en sí mismo una rectitud? Si es summa veritas, tiene
que serlo. Entonces, cabe aplicar una distinción de los comentaristas
entre dos sentidos del término rectitudo en Anselmo: 1) rectitud como
concepto relacional, y 2) rectitud como concepto de identidad33. En el caso
de la summa veritas tendríamos que explicar que hay una identidad com-
pleta entre el portador de verdad y lo que este portador de verdad debe-
ría llevar a cabo, lo cual está determinado por su finalidad, como dijimos
antes. En el caso de Dios, entonces, se identifica lo que es y lo que debe
ser, puesto que su misma esencia es la que determina lo que las cosas
deben ser34. Esta identidad es, no obstante, una rectitud consigo mismo,
31
DV X, 189: Summam autem ueritatem non negabis rectitudinem esse.
32
DV X, 190: Ut cum ueritas qua est in rerum existentia sit effectum summae ueritatis,
ipsa quoque causa est ueritatis quae cogitationis est, et eius quaeest in propositione; et
istae duae ueritates nullius sunt causa ueritatis.
33
Cf. Enders, Über die Wahrheit. Übersetzung, Einleitung und Anmerkungen, LXVI -
LXX. Véase también, E. Recktenwald, Die ethische Struktur des Denkens von Anselm
von Canterbury (Carl Winter Verlag, Heidelberg, 1998).
34
Esta idea anselmiana de una rectitud idéntica a sí misma y, por tanto, fuente de toda
rectitud tuvo una fuerte repercusión en el pensamiento teológico de Karl Barth,
662 Patricia Moya Cañas - Cristián Rodríguez Rodríguez
37
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae [STh.] I, 16, 2.
38
Tomás de Aquino, Quaestio Disputata De Veritate [De veritate] I, 1: Hoc est ergo
quod addit verum super ens, scilicet conformitatem sive adaequationem rei et intellectus.
39
De veritate I, 1: Omnis autem cognitio perficitur per assimilationem cognoscentis ad
rem cognitam ita quod assimilatio dicta est causa cognitionis, sicut visus per hoc quod
si ponitur secundum speciem coloris cognoscit colorem.
40
De veritate I, 1: «Verum est id quod est»; “sic dicit Hilarius quod «Verum est
declarativum et manifestativum esse».F. Canals en Sobre la esencia del conocimiento,
(PPU, Barcelona, 1987), 553-555 enfatiza el hecho de que el ser, la actualidad del
ente, es el fundamento del ser conocido.
41
STh, I, 16, 1 ad 3: Et similiter ese rei, non veritas eius, causat veritatem intellectus.
664 Patricia Moya Cañas - Cristián Rodríguez Rodríguez
42
Cf. Jan A. Aertsen, La filosofía medieval y los trascendentales (Eunsa, Pamplona,
2003), 242: “La idea básica que atraviesa la exposición de Tomás, es que la relación
con el intelecto es esencial para la verdad. En los tres escritos en los que presenta
un estudio sistemático de la verdad, cita un texto del libro VI de la Metafísica de
Aristóteles (c. 4, 1027b 25) a propósito de que «la verdad y la falsedad no existen,
como el bien y el mal, en las cosas, sino en la mente». El lugar propio de la verdad
está en el intelecto. Esta tesis constituye un gran obstáculo para cualquier concep-
ción puramente ontológica de la verdad”.
43
De veritate, I, 2: unde etiam si intellectus humanus non esset, adhuc res verae diceren-
tur in ordine ad intellectum divinum; sed si uterque intellectus, rebus remanentibus
per impossibile, intellegeretur auferri, nullo modo ratio veritatis re maneret. A. Llano
hace ver la dependencia del ser veritativo, propio de la verdad lógica, del ser verda-
dero ontológicamente considerado. Pero también esta distinción permite compren-
La rectitud es una cierta adecuación:... 665
der mejor el caso de las negaciones o privaciones que se dicen con verdad, pero que
no se corresponden con un ser real. Ver «“Being as True” according to Aquinas», en
Acta Philosophica, 1/ 4 (1995) 73-82.
44
De veritate, I, 2, ad 3: similiter et veritas, quae est in anima causata a rebus, non
sequitur aestimationem animae sed existentiam rerum «quoniam eo quod res est vel non
est, dicitur oratio vera vel falsa», similiter et intellectus.
45
Aristóteles, Metafísica, IX, 10, 1051b 3-9. Tanto la doctrina aristotélica de la ver-
dad como correspondencia como la tomasiana no son estrictamente equiparables a
las teorías contemporáneas en las que la correspondencia se entiende, en la mayoría
de los casos, al interior de un lenguaje previamente fijado y no por la relación con
la realidad entendida como existente en sí misma. Además, en Tomás la doctrina
de la correspondencia tiene un matiz especial pues depende de la realización, en
aquello que es, del ser dado por el Creador. En este sentido, no se puede decir que
lo verdadero “sea el caso” como en las teorías contemporáneas, sino más bien que
lo verdadero imita a Dios del cual participa en el ser. Cf. Milbank & Pickstock,
Truth in Aquinas (Routledge, London and New York, 2001), 9 y 15.
46
Cf. Aristóteles, Metafísica II, 1, 993b 20-30 donde se trata la verdad desde una
perspectiva ontológica. Por otra parte en Metafísica IX, 10, 1051b 1-17, se alude
propiamente a la verdad lógica.
666 Patricia Moya Cañas - Cristián Rodríguez Rodríguez
47
Encontramos un enfoque que destaca la teoría de la participación en J. Milbank
and C. Pickstock, Truth in Aquinas, 3: “For it will be shown that Aquinas’s
fundamental theory of truth is as theological as it is philosophical, and is only a
correspondence theory in a sense which depends entirely upon the metaphysical
notion of participation in the divine Being. […] more generally he supposes that
any truth whatsoever is a participation in the eternally uttered Logos”.
48
De veritate, I, 2: sic ergo intellectus divinus est mensurans non mensuratus et non
mensurans, res autem naturalis mensurans et mensurata, sed intellectus noster
mensuratus et non mensurans res quidem naturales, sed artificiales tantum.
49
Cf. De veritate, I, 4. En pocas ocasiones Tomás de Aquino parece centrar la atención
en la verdad de la cosa, por ejemplo cuando afirma que “la realidad de las cosas es,
por decirlo así, su luz” (In de Causis, 1, 6). En este caso alude a que la razón de la
inteligibilidad de las cosas está en su ser, el que, de alguna manera, expresa su verdad.
La rectitud es una cierta adecuación:... 667
50
Cf. De veritate, I, 2, corpus.
51
Cf. De veritate, I, 7, corpus; S. Th., I, 39, 8, corpus.
52
De veritate, I, 7, corpus: Intellectus autem divinus et essentia divina non adaequantur
ad invicem sicut mensurans et mensuratum.
668 Patricia Moya Cañas - Cristián Rodríguez Rodríguez
53
Cf. De veritate, I, 3, corpus.
54
Cf. J. F. Wippel, «Truth in Thomas Aquinas», en Review of Metaphysics, 43
(December 1989), 295-326, 299. «Truth in Thomas Aquinas II», en Review of
Metaphysics, 43 (March 1990), 543-567, 546-549.
La rectitud es una cierta adecuación:... 669
55
De veritate, I, 3, corpus: idem autem non adaequatur sibi ipsi sed aequalitas diverso-
rum est.
56
De veritate, I, 3: ubi primo intellectus incipit aliquid proprium habere quod res extra
animam non habet. En cambio esto propio no se da en la simple aprehensión:
quod quamvis formatio quidditatis sit prima operatio intellectus, tamen per eam
non habet intellectus aliquid proprium quod possit rei adaequari et ideo non est ibi
proprie veritas: Ibid. ad 1. En el Comentario al Peri hermeneias Tomás de Aquino
se refiere a la doble acepción de la verdad y al lugar propio de la verdad lógica
en el juicio: Ad huiusmodi igitur evidentiam considerandum est quod veritas in
aliquo invenitur dupliciter: uno modo, sicut in eo quod est verum: alio modo, sicut in
dicente vel cognoscente verum. Invenitur autem veritas sicut in eo quod est verum tam
in simplicibus, quam in compositis; sed sicut in dicente vel cognoscente verum, non
invenitur nisi secundum compositionem et divisionem (Libro I, Lectio 3, n. 6).
57
Cf. A. Llano, quien hace ver la paradoja de que lo verdadero se da gracias a la
no identidad entre el conocimiento o el juicio y la cosa. En este sentido el ser
verdadero no es el mismo ser de la cosa, aunque se fundamente en este. Cf. «“Being
as True” according to Aquinas», 79 y 81.
58
De veritate, I, 9: cognoscitur autem ab intellectu secundum quod intellectus reflectitur
super actum suum, non solum secundum quod cognoscit actum suum sed secundum
670 Patricia Moya Cañas - Cristián Rodríguez Rodríguez
quod cognoscit proportionem eius ad rem, quae quidem cognosci non potest nisi cognita
natura ipsius actus. […] unde secundum hoc cognoscit veritatem intellectus quod supra
se ipsum reflectitur. Ver texto paralelo en STh.I, 16, 2.
59
Cf. A. Millán-Puelles, La estructura de la subjetividad (Rialp, Madrid, 1967); C.
Segura, La dimensión reflexiva de la verdad: una interpretación de Tomás de Aquino,
(Eunsa, Pamplona, 1991).
60
Cf. J. F. Wippel, «Truth in Thomas Aquinas II», 562.
61
Cf. Jn 14, 6.
La rectitud es una cierta adecuación:... 671
Es decir, una propiedad del hecho de que algo sea verdadero es que, al
mismo tiempo, tiene que ser necesariamente perceptible por la mente.
Este aspecto, no obstante, no significa que el lugar de la verdad sea el
intelecto propiamente tal, puesto que lo que la definición designa es que
lo verdadero es apto de ser percibido por la mente, y no necesariamente
percibido en acto65. Por tanto, el lugar propio de la verdad es la cosa
puesto que es el sujeto que realiza formalmente lo verdadero.
En el pensamiento de Tomás de Aquino, la realización de la verdad
no se da formalmente en la cosa, sino en la conformidad actual, no me-
ramente posible, con el intelecto. Así, lo verdadero es lo ya adecuado y
no lo meramente adecuable. No es una propiedad intrínseca de la cosa lo
que la constituye como verdadera, sino el hecho de que ella se conforme
a un intelecto. Ahora bien, en cuanto todas las cosas se conforman al
intelecto divino que las mide, todo lo existente y lo posible, realiza for-
malmente lo verdadero. Propiamente tal, afirma Tomás, hay verdad en el
juicio verdadero, es decir en la afirmación o negación de un cierto estado
de cosas66. Los demás órdenes de verdad, como por ejemplo el sentido,
reciben el predicado de verdadero de forma impropia. Para Anselmo,
por el contrario, no hay una diferencia fundamental entre los distintos
sujetos de la verdad, aunque reconoce que utilizamos con mayor fre-
cuencia el término verdadero en el juicio o enunciado67. Por lo demás,
en el mismo diálogo De Veritate el Cantuarense muestra una preferencia
por analizar problemas particulares siguiendo el modelo de la rectitud
de la enunciación68. La verdad del enunciado no es más propia que la de
la acción, sin embargo, Anselmo reconoce en ella con mayor claridad la
estructura fundamental de la rectitudo.
65
Agradecemos al profesor Santiago Orrego Sánchez habernos llamado la atención
sobre este punto.
66
Cf. supra 3.5.
67
Cf. DV II, 177; supra nota 6.
68
Por ejemplo, DV IX, 188: [R]edeamus ad ueritatem significationis, a qua ideo incepi,
ut te a notioribus ad ignotiora perducerem. Cf. también DV XIII, 197 y ss.
La rectitud es una cierta adecuación:... 673
69
I Sent d19q5a1 in c: Sic ergo patet quomodo diversae definitiones de veritate dantur.
70
I Sent loc. cit.: Quaedam autem datur de veritate, comprehendens omnes veritatis
acceptiones, scilicet: veritas est rectitudo sola mente perceptibilis. In rectitudine tangitur
commensuratio; et in hoc quod dicitur sola mente perceptibilis, tangitur id quod complet
rationem veritatis
71
De Veritate I, 1: Uno modo secundum illud quod praecedit rationem veritatis, et in
quo verum fundatur (...) Alio modo definitur secundum id in quo formaliter ratio
veri perficitur (...) Tertio modo definitur verum, secundum effectum consequentem.
Cf. También C. Kann, «Wahrheit als “Adaequatio”. Bedeutung, Deutung und
Klassifikation» en Recherches de Théologie et Philosophie Médiévales, 2/66, (1999),
209-224.
72
De Veritate I, 1: Alio modo definitur secundum id in quo formaliter ratio veri perficitur;
et sic dicit Isaac quod veritas est adaequatio rei et intellectus; et Anselmus in Lib. de
674 Patricia Moya Cañas - Cristián Rodríguez Rodríguez
veritate: veritas est rectitudo sola mente perceptibilis. Rectitudo enim ista secundum
adaequationem quamdam dicitur (...). (El subrayado es el del original).
73
STh. I, 16, 1: (…) veritas diversimode notificatur.
74
Ibid. Et hoc pertinet ad veritatem secundum quod est in intellectu. Ad veritatem autem
rei secundum ordinem ad intellectum, pertinet definitio Augustini in libro de vera
Relig., veritas est summa similitudo principii, quae sine ulla dissimilitudine est. Et
quaedam definitio Anselmi, veritas est rectitudo sola mente perceptibilis; nam rectum
est, quod principio concordat. Et quaedam definitio Avicennae, veritas uniuscuiusque
rei est proprietas sui esse quod stabilitum est ei. (El subrayado es el del original).
75
Ibid.:Quod autem dicitur quod veritas est adaequatio rei et intellectus potest ad
utrumque pertinere.
La rectitud es una cierta adecuación:... 675
76
I Sent d19 q5 a1 arg 4: Anselmus dicit, quod veritas est rectitudo sola mente perceptibilis.
Constat autem quod loquitur metaphorice de rectitudine, quia rectitudo proprie dicta
est passio continui.
77
Tomás de Aquino, Sententia libri Metaphysicorum V, lectio 13, n.14: Rectitudo
enim est per se passio lineae, levitas autem superficiei, linea vero naturaliter est prior
superficie.
78
Cf. DV Cap. XII.
79
I Sent d19 q5 a1. ad 4: (…) dicendum, quod rectitudo dicitur de bonitate, justitia et
veritate, metaphorice, secundum diversas rationes. Invenitur enim in recto quaedam
aequalis proportio principii, medii et finis.
80
I Sent d19 q5 a1. ad 4: (…) secundum autem quod non egreditur ordinem
commensurationis rei et intellectus, dicitur rectitudo veritatis.
676 Patricia Moya Cañas - Cristián Rodríguez Rodríguez
81
Cf. STh, I, 5, 4 donde Tomás vincula intrínsecamente la noción de bien y la de fin.
82
Como ya anotamos, se discute si es que adaequatio y correspondencia, en el sentido
preciso que es utilizado en teorías contemporáneas sobre la verdad, son concep-
tos idénticos. Cf. Kann, «Wahrheit als “Adaequatio”. Bedeutung, Deutung und
Klassifikation».
La rectitud es una cierta adecuación:... 677
Resumen: Dos de los hitos más importantes sobre el tema de la verdad en el medioe-
vo son el diálogo De Veritate de Anselmo de Canterbury y la Cuestión Disputada
acerca de la verdad de Tomás de Aquino escritos con casi dos siglos de distancia. El
artículo expone las ideas centrales de ambos textos y revisa la relación entre ambos.
En su texto Tomás retoma la definición anselmiana de la verdad como “rectitud
solo perceptible por la mente” sin asumirla completamente. Más bien ofrece una
nueva comprensión de la verdad como “adecuación entre el entendimiento y la
cosa”, en la que los elementos característicos de la rectitud anselmiana se diluyen.
Palabras clave: Anselmo de Canterbury, Tomás de Aquino, verdad, rectitud, ade-
cuación o correspondencia.
Abstract: Two of the most relevant milestones on the subject of truth in the Middle
Ages are the dialogue De Veritate of Anselm of Canterbury and the Disputed
Question on Truth of Thomas Aquinas, written within two centuries. This article
presents the core ideas of both of these milestones and explores the relationship
between them. In his text, Aquinas reintroduces the Anselmian definition of truth
as “rectitude only conceivable by the mind”, without wholly taking it up. Rather,
he offers a new understanding of truth as “adequacy between intellect and thing”,
in which the characteristic features of the Anselmian rectitude are diminished.
Keywords: Anselm of Canterbury, Thomas Aquinas, truth, rectitude, adequacy,
correspondence.
Teología y Vida, Vol. LIV (2013), 679-706 679
1
Este trabajo forma parte de una investigación más amplia patrocinada por Fonde-
cyt (proyecto de postdoctorado 3140035).
2
Cf. Tomás de Aquino, Super Epistolam Pauli Primam ad Timothaeum, 1, 3.
3
En este sentido, escribe Robert P. George: “la verdad es que la ley sería necesaria
para coordinar el comportamiento de los miembros de la comunidad en la búsque-
da del bien común, aun en una sociedad de ángeles. Por supuesto, en semejante
sociedad, las sanciones legales (la amenaza de castigo por quebrantar la ley) serían
innecesarias, pero las leyes, en sí mismas, todavía serían necesarias”. R. George,
“Derecho natural y derecho positivo”, Persona y Derecho, 39 (1998), 229-230.
680 Sebastián Contreras Aguirre
4
R. George, “Kelsen y Santo Tomás sobre «la doctrina de la ley natural»”, Persona y
Derecho, 42 (2000), 82.
5
R. George, Kelsen y Santo Tomás sobre «la doctrina de la ley natural», 82.
6
Cf. J. Finnis, “On The Critical Legal Studies Movement”, en J. Eekelaar (ed.),
Oxford Essays in Jurisprudence. Third Series (Oxford University Press, Oxford,
1987), 145-146.
7
F. Olgiati, El concepto de juridicidad en Santo Tomás de Aquino (Eunsa, Pamplona,
1977), 262.
8
Cf. Tomás de Aquino, Super Epistolam Pauli ad Philippenses, n. 119.
9
Cf. Tomás de Aquino, In Politicorum, I, lect. 4, n. 47.
10
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 104, a. 1.
11
Esta misma distinción se repite, mutatis mutandis, en el Comentario al Libro de los
Salmos, donde Santo Tomás distingue entre preceptos que suponen una regla divi-
na “a la que estamos obligados a seguir, y así cae bajo el deber aquello sin lo cual el
La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino 681
16
Cf. J. Martínez, Reconsideraciones sobre el pensamiento político de Santo Tomás de
Aquino (Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de
Cuyo, Mendoza, 1999), 208.
17
Cf. M. Villey, Compendio de filosofía del derecho. Los medios del derecho (Eunsa,
Pamplona, 1979), 235.
18
Cf. D. Herrera, La noción de derecho en Villey y Kalinowski (Educa, Buenos Aires,
2005), 210.
19
Cf. G. Kalinowski, Concepto, fundamento y concreción del derecho (Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1982), 69.
20
G. Kalinowski, Concepto, fundamento y concreción del derecho, 69.
21
J. Hervada, Introducción crítica al derecho natural (Eunsa, Pamplona, 201111), 173.
22
J. Hervada, Introducción crítica al derecho natural, 173.
La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino 683
23
Cf. R. Fernández Concha, Filosofía del derecho o derecho natural (Tipografía Ca-
tólica, Madrid, 1887-1888), 171.
24
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 60, a. 5.
25
Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1020.
26
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 57, a. 2.
684 Sebastián Contreras Aguirre
es lícito robar o adulterar. Y por eso exclama Isaías: ¡Ay de aquellos que
redactan leyes inicuas!”27.
Santo Tomás explica la naturaleza de la derivatio per modum deter-
minationis apelando solamente al caso de la especificación de las penas
y a la analogía entre la tarea del legislador y la actividad del artesano28.
La principal referencia a esta comparación se encuentra en la q. 95, a.
2 de la I-II, pero esta idea ya está presente en los comentarios al Liber
Sententiarum29, que son la primera gran obra de Santo Tomás30. Si bien
el empleo de esta comparación como medio para explicar la naturaleza
de la determinación es insuficiente, no obstante ello parece interesante,
porque, en efecto, no existe una única manera de diseñar una casa31.
Muchos diseños diferentes son, sin ninguna duda, bastante razonables.
Y es más: mientras que ciertas características del proyecto serán deter-
minadas por las necesidades de la persona o la familia que ocupará la
vivienda, otras serán, simplemente, materia de estilo y gustos32.
27
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 57, a. 2. Según esto, observa Santo
Tomás que “antes que se instituyeran las leyes, en nada difería hacer esto o aquello.
Pero una vez instituidas […] las cosas cambiaron, porque desde entonces lo justo va
a consistir en observarlas y lo injusto en pasarlas por alto, como en cierta ciudad fue
instituido que el cautivo sea redimido pagando un cierto precio, y que se sacrificara
una cabra pero no dos ovejas”.
28
También se ha propuesto otra comparación para dar cuenta de esta proximidad en-
tre la tarea legislativa y las obras del arte. Francesco Carnelutti ha indicado que las
actividades de determinación del derecho son similares a la tarea de un anatomista
que disecciona un cuerpo al hacer la autopsia: así como no se puede diseccionar
sin preparar los bisturíes, tampoco se puede ejercer esta tarea de construcción de
las normas positivas sin considerar los principios morales que subyacen a las reglas
del derecho positivo o civil y las diversas circunstancias en las que el legislador lleva
a cabo su tarea de determinación. Cf. F. Carnelutti, Discorsi in torno al diritto,
(Cedam, Padua, 1961), 266 ss.
29
Cf. Tomás de Aquino, In Sententiarum, III, d. 37, q. 1, a. 3.
30
Cf. J. Torrell, Iniciación a Tomás de Aquino: su persona y su obra (Eunsa, Pamplona,
2002), 357.
31
Cf. J. García-Huidobro, “La recepción de la doctrina aristotélica sobre el derecho
natural en el Comentario de la Ética a Nicómaco de Santo Tomás de Aquino”,
Anuario Filosófico, 32/1 (1999), 238-239.
32
Cf. R. George, Entre el derecho y la moral (Aranzadi-Thomson, Navarra, 2009),
51-52.
La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino 685
33
Cf. Tomás de Aquino, In Politicorum, I, proemium. Por supuesto que el concep-
to de arte usado en este pasaje no equivale al empleado por Santo Tomás en sus
comentarios a la Ética: arte significa acá, no un hábito o disposición del intelecto
práctico, sino un principio general de todas las acciones humanas. Cf. Tomás de
Aquino, De Regno, 1, c. 2.
34
Cf. A. Vendemiati, San Tommaso e la legge naturale (Urbaniana University Press,
Roma, 2011), 137.
35
Tomás de Aquino, De Regno, 1, c. 2. Sin embargo, escribe Santo Tomás que la
naturaleza “solo dispone algunos principios y presta en cierto modo a los artífices
el modelo para obrar”. Tomás de Aquino, In Politicorum, I, proemium.
36
Tomás de Aquino, In Politicorum, I, lect. 4, n. 47 (énfasis añadido).
686 Sebastián Contreras Aguirre
37
Tomás de Aquino, In Politicorum, I, proemium. De acuerdo con esto, concluye
Santo Tomás: “por todo esto es evidente que la razón humana, frente a aquellas
cosas que existen por naturaleza, solo es cognoscitiva, en cambio, frente a aquellas
cosas que son a causa del arte, no solo es cognoscitiva, sino también productora.
Por esto, es necesario que las ciencias humanas que se refieren a las cosas naturales
sean especulativas, en cambio las que se refieren a las cosas que el hombre produce,
sean prácticas, es decir, que procedan imitando a la naturaleza”.
38
Y, en este sentido, “todo factor cultural, toda cosa hecha o constituida por el hom-
bre depende, en su radical posibilidad de existir, de un factor natural. Toda activi-
dad del hombre, toda posibilidad suya de hacer o tener algo depende de su propio
ser, de las tendencias y capacidades a él inherentes y de los bienes que lo constitu-
yen”. J. Hervada, Introducción crítica al derecho natural, 112.
39
Cf. Tomás de Aquino, In Politicorum, I, proemium.
40
Cf. Tomás de Aquino, In Physicorum, II, lect. 13, n. 174.
41
Cf. Tomás de Aquino, In Politicorum, I, proemium.
42
Cf. Tomás de Aquino, In Politicorum, I, proemium.
43
Cf. Tomás de Aquino, In Politicorum, I, proemium.
44
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 100, a. 1.
45
Cf. J. Finnis, Natural Law and Natural Rights (Clarendon Press, Oxford, 1989), 284.
La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino 687
46
J. Finnis, Natural Law and Natural Rights, 284.
47
F. Olgiati, El concepto de juridicidad en Santo Tomás de Aquino, 262. En este sen-
tido, señala Robert George: si bien el poder del Estado puede adoptar un gran
número de soluciones, compatibles con la finalidad que está llamado a servir –el
bien común social–, “esa libertad de ningún modo implica una independencia
total de la ley positiva con respecto a la ley natural (igual que la libertad creadora
del arquitecto no supone su completa independencia con respecto a los principios
generales de la arquitectura, que deben ser observados si se desea que una casa sea
estructuralmente correcta y por tanto adecuada para ser habitada; ni con respecto
a los términos del acuerdo previo)”. R. George, Kelsen y Santo Tomás sobre «la
doctrina de la ley natural», 85.
48
Cf. G. Graneris, La filosofía del derecho a través de su historia y de sus problemas
(Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1979), 146.
49
R. George, “Natural Law”, Harvard Journal of Law & Public Policy, 31 (2008), 189.
50
Cf. J. Finnis, Natural Law and Natural Rights, 284.
688 Sebastián Contreras Aguirre
Todo esto nos permite sostener que Santo Tomás está lejos de me-
nospreciar el papel constructor de la prudencia en materia legislativa.
El momento normativo de la prudencia regnativa no es una simple apli-
cación teoremática del derecho natural. Es una instancia creadora, que
representa, sobre todo, una opción histórica de parte de la autoridad51.
Solo así se entiende que el Aquinate haya insistido en que el ordena-
miento de justicia emanado de las determinaciones no es una inventio, o
hallazgo, sino una adinventio52, un aedificatum53, una constructio54, en el
sentido fuerte de los términos55.
Un ejemplo de esto lo vemos a propósito de la división de la pro-
piedad: la comunidad de los bienes se atribuye al derecho natural, no
porque este disponga que todas las cosas deban ser poseídas en común y
que nada deba poseerse como propio, “sino porque la distinción de po-
sesiones no es según el derecho natural, sino según la adiventio humana,
lo cual pertenece al derecho positivo”56. De este modo, la propiedad de
las posesiones no está contra el derecho natural, sino que es un desarro-
llo de este hecho por la razón humana, una aplicación o concreción de lo
justo natural según las necesidades particulares de una sociedad política
que aspira a la felicidad común.
En definitiva, las materias sobre las que recae la derivación por de-
terminación no son sino aquellas que, de suyo, no requieren una deci-
sión en algún sentido determinado, sino simplemente una decisión que
51
Cf. J. Hervada, Lecciones propedéuticas de filosofía del derecho (Eunsa, Pamplona,
2008), 606. Ahora bien, las determinaciones representan opciones históricas, por-
que ante el legislador se muestran una serie de posibilidades distintas e igualmente
razonables para dar concreción y especificación a los principios naturales. Como se
trata de posibilidades igualmente válidas, cuando la autoridad construye la norma
positiva, elige uno de los tantos caminos posibles para realizar su tarea de determi-
nación. Luego, escoge, decide, según las condiciones históricas de su comunidad,
por tales o cuales salidas.
52
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 91, a. 3.
53
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 90, a. 1.
54
Cf. Tomás de Aquino, In Analytica Posteriora, I, lect. 14.
55
Cf. L. Lachance, Humanismo político. Individuo y Estado en Tomás de Aquino
(Eunsa, Pamplona, 2001), 323.
56
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 66, a. 2.
La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino 689
57
Cf. J. Alvarado, La determinación del derecho en Santo Tomás (Pontificia Universi-
dad Católica de Chile, tesis de licenciatura, Santiago, 1993), 14.
58
En este sentido, escribe Juan Carreras y Arañó: “como el hombre tiene obligación
de conformar todas sus acciones particulares a los preceptos de la ley natural, es
claro que la ley humana, hecha por y para hombres, se ha de hallar en armonía
con aquella, para que no se convierta en elemento de perturbación”. J. Carreras y
Arañó, Filosofía de la ley según Santo Tomás de Aquino (Reus, Madrid, 1919), 156.
59
Tomás de Aquino, In Sententiarum, IV, d. 15, q. 3, a. 1.
60
Cf. Tomás de Aquino, In Politicorum, II, lect. 13, n. 178.
61
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 95, a. 2.
690 Sebastián Contreras Aguirre
62
Erradamente, a nuestro entender, autores como Francisco Carpintero llegan a de-
clarar que en este pasaje de la Summa Santo Tomás enfatiza en el carácter deductivo
de la creación del derecho. Nos parece que este es un juicio equivocado, y que re-
presenta una lectura inadecuada del texto del Aquinatense. Cf. F. Carpintero, “La
«adaequatio hermeneutica» en Tomás de Aquino”, Philosophica, 35 (2009), 117.
63
Hablamos de contenido específico, porque, de alguna manera, en la determinación
sí existe una forma de derivación del contenido de la norma positiva, en la medida
que las leyes humanas, o bien explicitan las prescripciones naturales, o bien dispo-
nen contenidos que no son contrarios al derecho natural.
64
Es por esto que la proposición de derecho natural puede ser, verdaderamente, prin-
cipio de la derivación de las leyes positivas. En caso contrario, solo podría hablarse
de una derivación conclusiva o deductiva desde los communissima.
65
Cf. M. Rhonheimer, Ley natural y razón práctica. Una visión tomista de la autono-
mía moral (Eunsa, Pamplona, 2000), 279.
66
Cf. Tomás de Vio (Cayetano), In Primam Secundae, q. 95, a. 2.
La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino 691
67
Cf. J. Finnis, Natural Law and Natural Rights, 284 ss.
68
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 95, a. 2.
69
Cf. J. Finnis, The Truth in Legal Positivism, 177.
70
Cf. J. Finnis, The Truth in Legal Positivism, 177.
692 Sebastián Contreras Aguirre
que sea correcto, sino de decidir un modo de obrar adecuado para la co-
munidad de que se trate, esto es, de elegir uno entre los muchos medios
disponibles para lograr un mismo fin. Ahora bien, porque una conse-
cuencia necesaria de la ley natural, por muy lejana que se encuentre de
sus principios más generales, pertenece a la ley natural71, las leyes del
derecho positivo no pueden derivarse de esos principios de justicia por
vía de conclusión, ya que en estas siempre existe un elemento creativo
por parte de la autoridad política. Por esta causa, además de las normas
deducidas desde la ley natural por vía de conclusión, que traducen más
o menos inmediatamente esos preceptos de justicia72, deben darse una
serie de reglas concretas que cubran todos esos casos de la vida social en
donde la tarea del legislador no consiste en una traslación tan directa del
derecho natural al sistema jurídico73.
Esto solo puede tener lugar si aceptamos la posibilidad de un agregado
de normatividad que no puede ser reducido a una tarea lógico-deductiva
por parte del legislador, tal como se muestra en el siguiente ejemplo:
ante un problema ambiental concreto, el derecho natural podría exigir
que se adoptase alguna medida para solucionarlo, pero sin prescribir
ningún modelo en particular entre las diversas posibilidades razonables
para tratar el asunto74. Elegida la alternativa que se considere más ade-
cuada, el derecho natural tampoco dictará una única solución correcta
si, por ejemplo, se tuviera que realizar una elección entre tolerar un
determinado grado de contaminación ambiental y sacrificar una medida
determinada de desarrollo económico, u otro tipo de compromiso pru-
dencial. “En aquellos casos en que se debe llegar a este tipo de medidas
prudenciales, la justicia natural exige únicamente que las decisiones se
adopten mediante procedimientos que tengan adecuadamente en cuen-
ta los derechos e intereses de todas las partes afectadas”75. Lo anterior
71
Cf. Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1023.
72
Cf. R. George, Il diritto naturale nell’età del pluralismo (Lindau, Turín, 2011), 89 ss.
73
Cf. R. George, Entre el derecho y la moral, 79.
74
Cf. R. George, Entre el derecho y la moral, 81.
75
R. George, Entre el derecho y la moral, 81. De la misma manera, escribe George:
“entender el principio práctico básico que identifica la salud como un bien […] y la
preservación de la salud humana como una meta importante es una operación fácil.
Partiendo de esto, un legislador moderno podrá ver sin dificultad, por ejemplo, la
necesidad de idear un sistema de regulación de la circulación de vehículos como
forma de proteger la salud y la seguridad de los conductores y los peatones. En este
La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino 693
aspecto, el bien común –al que el legislador debe servir y fomentar– claramente
exige tal sistema, pero del derecho natural no se podrá deducir directamente un
modelo perfecto de regulación del tráfico”.
76
Cf. J. Finnis, The Truth in Legal Positivism, 179 ss.
77
Cf. J. Finnis, On the Incoherence of Legal Positivism, 1607 ss.
78
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 95, a. 2.
79
Cf. J. Finnis, Legal Reasoning and Practical Reason, en su Reason in Action (Oxford
University Press, Nueva York, 2011), 219-220.
80
Cf. Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1021.
81
Cf. C. Massini, Filosofía del derecho. La justicia (Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
2005), 42.
82
C. Massini, La ley natural y su interpretación contemporánea (Eunsa, Pamplona,
2006), 171.
694 Sebastián Contreras Aguirre
83
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 60, a. 5.
84
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 60, a. 5.
85
El propio Santo Tomás ha señalado que lo justo legal y lo justo positivo son dos
maneras distintas de llamar a la misma realidad: el derecho que se origina en la
autoridad de la ley. Cf. Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1017.
86
Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1023.
87
Cf. Tomás de Aquino, In Sententiarum, IV, d. 15, q. 3, a. 1.
88
Cf. Tomás de Aquino, De Malo, q. 13, a. 4.
89
Cf. Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1023.
90
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 95, a. 2.
91
Cf. E. Gallego, Fundamentos para una teoría del derecho (Dykinson, Madrid,
2005), 53.
La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino 695
92
Cf. Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1020.
93
J. García-Huidobro, La recepción de la doctrina aristotélica sobre el derecho natural
en el Comentario de la Ética a Nicómaco de Santo Tomás de Aquino, 237.
94
Cf. Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1021.
95
Cf. Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1021.
96
J. García-Huidobro, La recepción de la doctrina aristotélica sobre el derecho natural
en el Comentario de la Ética a Nicómaco de Santo Tomás de Aquino, 237.
97
Cf. J. García-Huidobro, La recepción de la doctrina aristotélica sobre el derecho
natural en el Comentario de la Ética a Nicómaco de Santo Tomás de Aquino, 237.
696 Sebastián Contreras Aguirre
98
Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1024.
99
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 94, a. 4.
100
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 94, a. 4.
101
En sus Comentarios a la Ética, Santo Tomás habla de una mujer cuando trata del
sacrificio de Brasidas, pero Aristóteles se está refiriendo, en estricto sentido, a un
general. Esto, en todo caso, no cambia la naturaleza del ejemplo.
La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino 697
102
Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1018.
103
Cf. Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1018. Es importante notar
que, como escribe el iusfilósofo argentino Carlos-Ignacio Massini, uno de los prin-
cipales aportes de la reflexión tomista sobre el derecho natural en estos comenta-
rios, radica en la posibilidad de precisar ciertas relaciones entre la justicia legal y la
justicia natural que no habían sido tematizadas por el Estagirita. Porque, “atenién-
dose literalmente al texto de la Ética Nicomaquea, pareciera que, para Aristóteles,
una norma jurídica positiva puede tener valor en cuanto tal aunque resulte contra-
dictoria con un principio de justicia natural”. C. Massini, Filosofía del derecho. La
justicia, 69-70.
104
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 104, a. 1.
105
Cf. Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1020.
106
Cf. Luis de León, De Legibus, q. 5, a. 3.
107
Cf. Luis de León, De Legibus, q. 5, a. 3.
698 Sebastián Contreras Aguirre
108
Luis de León, De Legibus, q. 5, a. 3. Esta obligación de obediencia de las leyes
positivas, no se puede entender como el deber absoluto de obediencia propuesto
por el positivismo jurídico. Este consiste en una obligación que, incluso, debe
cumplirse frente al derecho injusto, como observa Hart.
109
Cf. L. Elders, Autour de Saint Thomas d’Aquin (Tabor, París-Bélgica, 1987), 200 ss.
110
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 97, a. 1.
111
A. González, Claves de ley natural (Rialp, Madrid, 2006), 57.
112
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 94, a. 3.
113
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 60, a. 5.
114
A. González, Claves de ley natural, 155-156.
La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino 699
Esta idea nos parece la más acertada. Hay quienes, sin embargo,
defienden la posición contraria: que, existiendo buena fe, prima facie,
dicho contrato tendría validez, aun no cumpliéndose las leyes de la re-
pública. Pero esta afirmación causa el problema de convertir al derecho
humano en un ordenamiento de justicia trivial e irrelevante, y que, en
el fondo, no obliga en conciencia a los ciudadanos. Si bien podría darse
una situación en donde el contrato, luego de un proceso judicial, fuera
considerado como efectivamente vinculante, no nos parece que la regla
general sea la de restar autoridad normativa al derecho positivo: ese tipo
de casos deben resolverse según la equidad115, porque hay cosas que se
deben juzgar fuera de las reglas comunes del derecho116.
Puede suceder, de esta forma, que la ley “esté bien dada en general,
pero que falle en un caso particular […] sobre todo cuando el cumpli-
miento de la ley por razón de las circunstancias particulares no solo no
favorece al bien común, sino que resulta perniciosa”117. Esto se debe,
no a la falta de rectitud o injusticia de las leyes, sino a su radical imper-
fección para prever correctamente todos los casos que registra la vida
115
Cf. Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 16, n. 1083. Y así, señala Santo
Tomás: “al ser infinitos los casos particulares, no pueden ser todos ellos abarcados
por el intelecto humano, de tal manera que la ley se aplique a cada caso en parti-
cular […] Pero es evidente que nuestro intelecto puede decir algo verdadero sobre
algunos casos en universal, como sucede con lo necesario, en lo que no puede ocu-
rrir defecto. Pero, de otros, no es posible decir algo verdadero en universal, como
sucede con lo contingente, en lo cual, aunque algo sea verdadero en la mayoría de
los casos, en unos pocos no obstante falla”. Esto no quiere decir que la ley humana
pierda su rectitud: “aunque en algunos casos haya una falla proveniente de la obser-
vancia de la ley, sin embargo, la ley es recta. Pues esa falla no proviene de parte de
la ley que fue razonablemente dada, ni proviene de parte del legislador que habló
según la condición de la materia, sino que es una falla que proviene de la naturaleza
de las cosas. Pues tal es la materia de las acciones humanas, que no se da universal-
mente del mismo modo, sino que en algunos pocos casos se diversifica”. Tomás de
Aquino, In Ethicorum, V, lect. 16, nn. 1083-1085.
116
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 51, a. 4. Ahora bien, como
indica Santo Tomás, “la epiqueya no descuida la justicia sin más, sino lo justo es-
tablecido en una ley particular. Tampoco se opone a la severidad que surge cuando
es pertinente el cumplimiento de la ley. Pero es vicioso ser esclavo de la ley cuando
esto no procede”. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 120, a. 1.
117
Luis de León, De Legibus, q. 7, a. 5.
700 Sebastián Contreras Aguirre
118
Cf. C. Massini, Sobre el realismo jurídico (Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1978), 85.
En este sentido, es importante recordar las enseñanzas de Platón, quien escribe: “una
ley no podrá nunca abarcar a un tiempo con exactitud lo ideal y más justo para todos
y luego dictar la más útil de las normas; porque las semejanzas entre los hombres y
los actos y el hecho de que nada goza jamás, por así decirlo, de fijeza entre las cosas
humanas, no permiten que ningún arte, sea el que sea, imponga algún principio
absoluto valedero para todas las cosas y para todo tiempo”. Platón, Politicus, 294b.
119
G. Grisez y R. Shaw, La vida realizada en Cristo (Palabra, Madrid, 2009), 143.
120
Cf. Tomás de Aquino, In Sententiarum, IV, d. 36, a. 5.
121
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 96, a. 4.
122
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 60, a. 5.
123
Cf. Tomás de Aquino, In Ethicorum, V, lect. 12, n. 1033.
La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino 701
4. Consideraciones finales
Al cierre de esta exposición sobre la doctrina tomista de la determi-
nación del derecho natural, nos ha parecido adecuado presentar las si-
guientes conclusiones:
i. Entre las ideas que defiende el iuspositivismo se encuentra la exis-
tencia de un ordenamiento de justicia sin lagunas, lógicamente comple-
to, y que tiene respuestas para todos los casos jurídicos. La exposición
tomista del derecho natural, por el contrario, acepta “el inevitable vacío
de regulación que se produce con frecuencia en todo sistema jurídico
concreto y real”124, que pone en evidencia que el derecho es un fenó-
meno parcialmente incompleto, y que está llamado a concretarse por la
discrecionalidad de los gobernantes.
ii. El derecho exhibe un inevitable espacio de indeterminación. Tal
espacio de indiferencia es deseable y necesario, dada la contingencia de
la vida humana. No nos referimos, solamente, a la indefinición lingüísti-
ca que pueda darse en las leyes del Estado, o a la vaguedad que se puede
presentar en el sistema de derecho positivo. También el derecho natural
está afecto a una forma de indeterminación o generalidad tal que debe
ser subsanada, de acuerdo con los intereses sociales, por la prudencia de
la autoridad.
iii. Esta indeterminación (o indiferencia) no equivale, en todo caso, a
falta de objetividad, puesto que los preceptos de la razón natural existen
como puntos de referencia normativos dotados de una objetividad en
sentido fuerte125, de modo tal que sus disposiciones son el verdadero
fundamento del razonamiento moral y judicial126.
124
F. Puy, “Iusnaturalismo y iuspositivismo”, en J. Ramos Pascua y M. Rodilla
(eds.), El positivismo jurídico a examen (Eusal, Salamanca, 2006), 949.
125
Cf. C. Massini, “La objetividad en la interpretación jurídica. La objetividad jurídi-
ca modesta y sus problemas”, en J. Etcheverry y P. Serna (eds.), El caballo de Troya
del positivismo jurídico. Estudios críticos sobre el Inclusive Legal Positivism (Comares,
Granada, 2010), 119 ss.
126
Es solo a partir de una objetividad de este tipo que resulta posible fundamentar,
de modo suficiente, las realidades prácticas y los absolutos morales que defiende la
doctrina del derecho natural. Cf. C. Massini, El derecho natural y sus dimensiones
actuales (Ábaco de Rodolfo Depalma, Buenos Aires, 1998), 125.
702 Sebastián Contreras Aguirre
127
Cf. R. George, Kelsen y Santo Tomás sobre «la doctrina de la ley natural», 83.
128
J. Finnis, “Aristóteles, Santo Tomás y los absolutos morales”, en A. García Marqués
y J. García-Huidobro (eds.), Razón y praxis (Edeval, Valparaíso, 1994), 334.
129
Cf. L. Palacios, La prudencia política (Gredos, Madrid, 1978), 24-26. Tal indetermi-
nación de los principios morales puede verse, en opinión de Palacios, en el análisis de
la temperancia: cuando las normas naturales mandan que el hombre sea temperante,
no nos dicen cuántas y cuáles acciones debe realizar para alcanzar la virtud. Tampoco
cuáles son los medios para conseguir esa disposición. Por eso, escribe el autor, “para
ser temperante no me basta con el mandamiento de la sindéresis, diciéndome des-
de su altura que debo sujetar y medir mis pasiones concupiscibles, ni tampoco un
bello estudio sobre la naturaleza de la templanza, tejido por los razonamientos de la
ciencia moral; es menester que conozca, además, las condiciones íntimas en que se
desenvuelve mi apetito concupiscible, las repercusiones que en él produce el bien
deleitable, mi estado, mi salud en aquel momento, las relaciones con mis semejantes,
mis experiencias del pasado, etc., y solamente a la vista de estas circunstancias podré
saber cuál es la acción que debo poner aquí y ahora”.
La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino 703
130
Cf. G. Grisez y R. Shaw, La vida realizada en Cristo, 91.
131
J. Widow, “Ley natural y conciencia”, en M. Ayuso (ed.), Dalla geometria
legale-statualistica alla riscoperta del diritto e della política (Marcial Pons, Madrid-
Barcelona, 2006), 412.
132
Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 94, a. 4.
133
Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 94, a. 4.
134
Cf. J. García-Huidobro, El acceso a la ley natural. Comentario a un texto de Aquino
(S. Th. I-II, 94, 2e), 213-214.
135
Cf. J. Finnis, “Natural Law. The Classical Tradition”, en J. Coleman y S. Shapiro
(eds.), The Oxford Handbook of Jurisprudence and Philopsophy of Law (Oxford
University Press, Oxford, 2002), 23.
704 Sebastián Contreras Aguirre
136
Cf. C. Pereira, La autoridad del derecho. Un diálogo con John M. Finnis (Comares,
Granada, 2008), 186.
137
A. Rodríguez Luño, Ética general (Eunsa, Pamplona, 20065), 263.
138
Cf. A. Gehlen, Prospettive antropologiche (Il Mulino, Bolonia, 1987), 32.
La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino 705
139
J. Finnis, On the Incoherence of Legal Positivism, 1604.
140
Cf. J. Finnis, On the Incoherence of Legal Positivism, 1604.
141
Pedro de Aragón, De Justitia et Jure, q. 85, a. 1.
142
Sobre este asunto: Cf. J. Finnis, “Sobre los caminos de Hart: el derecho como
razón y como hecho”, en M. Kramer, C. Grant, B. Colburn y A. Hatzistavrou
(comps.), El legado de H.L.A. Hart. Filosofía jurídica, política y moral (Marcial
Pons, Madrid-Barcelona-Buenos Aires, 2012), 43-44.
706 Sebastián Contreras Aguirre
Abstract: A basic principle of Aquinas’ philosophy of law postulates that all positive
laws, the rational human laws, are derived from natural law. The natural just is the
normative principle that makes obligatory to human laws. This form of derivation
of positive law from natural law is known as determinatio. We wanted to address
this issue with the next paper. For this, we focus on two of the passages of the
work of Aquinas: the q. 95 a. 2 of the I-II and the comments to the Vth book of
Aristotle’s Ethics.
Keywords: Determination of natural law, Aquinas, derivatio per modum
determinationis, positive law, classical iusnaturalism.
Teología y Vida, Vol. LIV (2013), 707-727 707
Introducción
El contexto cultural e intelectual en el que nos encontramos, en el que
predomina la desconfianza en el logos, en la razón, ha pasado factura
al cristianismo desde hace por lo menos dos siglos. Este “movimiento
religioso”, que no solo influyó sino que marcó muchos derroteros de
la cultura occidental, se ha identificado con la verdad revelada (el Lo-
gos creador) y se ha considerado a sí mismo como compatible con la
racionalidad “natural” humana (el logos humano). Además, siempre ha
afirmado contar con una base racional o filosófica como precondición
de la legitimidad y universalidad de su mensaje salvífico y de la teología
desarrollada alrededor del mismo.
Es de todos sabido que la racionalidad se exacerbó en la Moderni-
dad y de hecho los pensadores de ese periodo histórico se apropiaron y
secularizaron al logos, para interpretar desde él el decurso de los acon-
tecimientos humanos hacia una promesa de emancipación intrahistó-
rica. En la primera parte de este ensayo mostraremos el horizonte en
el que parece avizorarse el fracaso de la razón moderna. En el siguiente
apartado revisaremos cómo el cristianismo se ha concebido a sí mismo
como una religión ilustrada, cuya fe ha echado mano de la racionalidad
crítica –que en los primeros siglos de su aparición dicha racionalidad se
identificaba con la filosofía griega–. En el tercer apartado analizaremos
la necesidad que tiene la religión cristiana, o cualquier propuesta reli-
giosa, de mantenerse adscrita a la racionalidad si es que dicha creencia
quiere presentarse como “creíble”, como “razonablemente aceptable”, en
708 Ricardo Marcelino Rivas García
1
Cfr. J. Habermas, “Apostillas sobre una sociedad post-secular” en Revista
colombiana de sociología, N° 31, Bogotá, Colombia 2008, 169-183.
Joseph Ratzinger y el binomio “Fe y Racionalidad...” 709
2
Cfr. R. Rivas, “¿Superación de la metafísica? Una introducción problemática al
‘pensamiento posmetafísico’ de Habermas y Apel”. Efemérides Mexicana, vol. 28,
n° 83 mayo-agosto 2010, 296-335.
3
Cfr. M. Heidegger, Superación de la metafísica, en Heidegger, Conferencias y
artículos, Serba, Barcelona, 1994. [ed. orig. 1936-1946], § XXVI; Heidegger, M.
1998, Ser y tiempo, F.C.E., México [ed. orig. 1927], 32-33.
710 Ricardo Marcelino Rivas García
4
M. Heidegger, Introducción a la metafísica, Gedisa, Barcelona [curso de 1935,
publicado hasta 1987] 1988, 43.
5
Cfr. R. Rivas, Ensayos críticos sobre la posmodernidad. La crisis del sentido de la vida
y la historia, Universidad Intercontinental, México 2013.
6
Esta es la tesis que nos proponemos desarrollar en el presente trabajo, para reflexionar,
al mismo tiempo, sobre la necesidad de la racionalidad para el cristianismo hoy más
que nunca.
7
Cfr. M. Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, FCE, México
[ed. orig. 1904-1905] 2003; S. Bruce, “Secularization”, en R. Segal (comp.),
The Blackwell Companion to the Study of Religion, Malden, Blackwell 2006; M.
Borghesi, Secularización y nihilismo. Cristianismo y cultura contemporánea,
Encuentro, Madrid 2007; Ch. Taylor, A Secular Age, Harvard University Press,
Cambridge 2007.
Joseph Ratzinger y el binomio “Fe y Racionalidad...” 711
8
Latet omne verum.
9
Sabiduría 13, 1-9.
712 Ricardo Marcelino Rivas García
10
Romanos 1, 18-23
11
El libro de la Sabiduría, escrito originalmente en lengua griega, pertenece a la
tradición de la Biblia griega o De los Setentas (traducida y conjuntada en Alejandría,
siglos II-I a. C.), muestra el esfuerzo de su autor por integrar la espiritualidad
hebrea con la mentalidad helénica.
12
Cfr. J. Ratzinger, “Theologia perennis? Über Zeitgemä eit und Zeitlosigkeit in
der Theologie”, Wort und Wahrheit, N° 15, 1960, 180; J. Ratzinger, El Dios de
la fe y el Dios de los filósofos, Taurus, Madrid 1962, 43 [lección dictada en 1960];
J. Ratzinger, Introducción al Cristianismo, Sígueme, Salamanca 2001 [ed. orig.
1968] 11; J. Ratzinger, Natura e compito della teologia, Jaca Book, Milán 1992; J.
Ratzinger, “¿La verdad del cristianismo?” (Lectura impartida en la Sorbona de París
el 27 de noviembre de 1999. Traducción del francés: Lucía Segovia). Istor, México,
año 1 núm. 2, 2000, 11-25; J. Ratzinger, Fe, verdad, tolerancia. El cristianismo y
las religiones del mundo, Sígueme, Salamanca 2005 [ed. orig. (2003) Fede, verità,
tolleranza. II cristianesimo e le religioni del mondo, Cantagalli, Siena]. Benedicto
XVI, “Fe, Razón y Universidad. Recuerdos y reflexiones” en Benedicto XVI, G.
Bueno, J. Prades, Farouq, Juaristi, Nusseibe, Spaemann, Weiler, Dios salve
Joseph Ratzinger y el binomio “Fe y Racionalidad...” 713
17
Hechos 17, 16-34.
18
Eclesiástico (Sirácida) 4, 11 ss.
19
Clemente de Alejandría, Stromata I, 5, citado en C. Fernández, Los filósofos
medievales. Selección de textos N° I, BAC, Madrid 1979, 59. Cfr., H. Zagal, “Fe
Joseph Ratzinger y el binomio “Fe y Racionalidad...” 715
22
J. Ratzinger, “¿La verdad del cristianismo?”…, 18.
23
J. Ratzinger, “¿La verdad del cristianismo?”…, 16. (recuérdese el Discurso a
Diogneto).
24
J. Ratzinger, Introducción al Cristianismo…, 121.
Joseph Ratzinger y el binomio “Fe y Racionalidad...” 717
25
También desde sus orígenes mismos cuestionó el clericalismo judío, la obsesión
cuasi patológica e inhumana de legalismo hebreo.
26
Justino Mártir, Diálogo con Trifón en Ruiz Bueno, D. Padres apostólicos y
apologistas griegos (s. II), BAC, Madrid 2002, 1108.
718 Ricardo Marcelino Rivas García
27
J. Ratzinger, “¿La verdad del cristianismo?”…, 23.
28
Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος.
29
J. Ratzinger, El Dios de la fe y el Dios de los filósofos…, 40.
Joseph Ratzinger y el binomio “Fe y Racionalidad...” 719
30
J. Ratzinger, “¿La verdad del cristianismo?”…, 17-18.
31
Colosenses 1, 15-17.
32
P. Blanco, “La razón en el cristianismo. Una reivindicación de Joseph Ratzinger”
en Scripta Theologica, XXXVII, 2005/2, 646.
720 Ricardo Marcelino Rivas García
33
J. Ratzinger, “¿La verdad del cristianismo?”…, 18-19.
34
Romanos 2, 14
35
J. Ratzinger, Introducción al Cristianismo…, 122.
Joseph Ratzinger y el binomio “Fe y Racionalidad...” 721
36
“It was six men of Indostan / To learning much inclined, Who went to see the
Elephant. (Though all of them were blind), That each by observation / Might
satisfy his mind. The First approached the Elephant, And happening to fall /
Against his broad and sturdy side, At once began to bawl: God bless me! but the
Elephant / Is very like a wall! The Second, feeling of the tusk, Cried, Ho! what
have we here / So very round and smooth and sharp? To me tis mighty clear / This
wonder of an Elephant / Is very like a spear! The Third approached the animal,
722 Ricardo Marcelino Rivas García
And happening to take / The squirming trunk within his hands, Thus boldly up
and spake: I see, quoth he, the Elephant / Is very like a snake! The Fourth reached
out an eager hand, And felt about the knee. What most this wondrous beast is like
/ Is mighty plain, quoth he; / This clear enough the Elephant / Is very like a tree!
The Fifth, who chanced to touch the ear, Said: Even the blindest man / Can tell
what this resembles most / Deny the fact who can / This marvel of an Elephant
/ Is very like a fan!? The Sixth no sooner had begun / About the beast to grope /
Than, seizing on the swinging tail / That fell within his scope / I see, quoth he,
the Elephant / Is very like a rope! And so these men of Indostan / Disputed loud
and long, Each in his own opinion / Exceeding stiff and strong, Though each was
partly in the right / And all were in the wrong! MORAL: So oft in theologic wars,
/ The disputants, I ween, / Rail on in utter ignorance / Of what each other mean, /
And prate about an Elephant / Not one of them has seen!. [J. G. Saxe, “The Blind
Men and the Elephant; John Godfrey Saxe’s version of the famous Indian legend.
Pictures by Paul Galdone”, Whittlesey House, New York 1963, (ed. orig. 1873)].
En la conferencia de 1998, Joseph Ratzinger nos remite a su propia versión de esta
historia (Véase: J. Ratzinger, “¿La verdad del cristianismo?”…, 11).
37
J. Ratzinger, “Lo que cohesiona al mundo. Los fundamentos morales y prepolíticos
del Estado liberal”, en J. Habermas–J. Ratzinger, Entre razón y religión. Dialéctica
de la secularización, FCE, México 2008, 43 [ed. orig. (2005) Editrice Vaticana,
Roma; (2005) Herder Verlag, Freiburg i. B.]. Véase al respecto del encuentro en
la Academia Católica de Baviera: M. Urrea C. “Las etapas del diálogo Habermas
/ Ratzinger y sus implicaciones para la filosofía de la religión”, en Efemérides
mexicana, vol. 31, n° 91, 2013, 151-180.
Joseph Ratzinger y el binomio “Fe y Racionalidad...” 723
38
J. Ratzinger, “Lo que cohesiona al mundo. Los fundamentos morales y prepolíticos
del Estado liberal”…, 43-44.
39
S. Freud, Introducción al narcisismo (1914); Una dificultad del psicoanálisis (1917).
40
J. M. Mardones, ¿Adónde va la religión?: cristianismo y religiosidad en nuestro
tiempo, Sal Terrae, Santander 1996.
724 Ricardo Marcelino Rivas García
4. Acotaciones finales
La fe cristiana tiene que hacer honor a la razón humana, con la que se
ha comprometido en el momento mismo de su sistematización y tiene
que dar razón de su esperanza. Hoy, ante la vuelta de fundamentalismos
e irracionalismos pseudo-científicos, de objetivismos que monopolizan
la verdad y de subjetivismos ingenuos e intransigentes, este reto es es-
pecialmente urgente43. Occidente, desde hace mucho, está amenazado
41
M. Borghesi, Secularización y nihilismo…, 38; J. M. Mardones, Posmodernidad y
cristianismo. El desafío del fragmento, Sal Terrae, Santander 1988; J. M. Mardones,
Síntomas de un retorno. La religión en el pensamiento actual, Sal Terrae, Santander
1999.
42
J. Ratzinger, “¿La verdad del cristianismo?”…, 24.
43
Cfr., J. Moltmann, El Dios crucificado, Sígueme, Salamanca 1975.
Joseph Ratzinger y el binomio “Fe y Racionalidad...” 725
44
Cfr., Benedicto XVI, “Fe, Razón y Universidad”…, 42.
45
“«La fe viene de la escucha» (Romanos 10, 17), es esta una afirmación estructural
permanente [...] que establece la diferencia fundamental con la simple filosofía,
hasta el punto de que –en su espacio interior– puede desafiar la búsqueda filosófica
de la verdad. Se podría decir: de hecho la fe viene del «escuchar», no del «reflexionar»
–como la filosofía– y su ser consiste en el re-pensar (nach-denken) lo que se ha
escuchado. Lo cual significa que en esta la palabra precede al pensamiento; en la
filosofía, el pensamiento precede a la palabra”: J. Ratzinger, Natura e compito della
teologia…, 137; Cfr., J. Ratzinger, Introducción al cristianismo…, 80-81.
46
Cfr., P. Ricoeur, Freud. Una interpretación de la cultura, Siglo XXI, México 2002,
32-35.
726 Ricardo Marcelino Rivas García
47
Tract. Ev. Io., 29.6, en Agustín de Hipona, Opera omnia: “Si quis crediderit; et hoc
consilium dederam: Si non intellexisti, inquam: Crede. Intellectus enim merces est
fidei. Ergo noli quaerere intelligere ut credas, sed crede ut intelligas: quoniam nisi
credideritis, non intelligetis. (Nisi credideritis, non intelligeti: Is. 7, 9)”.
48
Proslogium 1 “Non tento, Domine, penetrare altitudinem tuam; quia nullatenus
comparo illi intellectum meum, sed desidero aliquatenus intelligere veritatem
tuam, quam credit et amat cor meum. Neque enim quaero intelligere, ut credam;
sed credo, ut intelligam. Nam et hoc credo quia nisi credidero, non intelligam” .
Joseph Ratzinger y el binomio “Fe y Racionalidad...” 727
Abstract: The purpose of this paper is to reflect, from a few key texts by Joseph
Ratzinger, about the relationship that Christianity has always had to philosophy
and the type of rationality that developed in the West. Christianity has never been
assumed to be a more religious approach, but as “the revealed Truth”. Since its
inception has had to live with multiple religious offerings and today can not escape
it in a context marked by pluralism, as in our time. This condition now impels
it to vindicate its rational nature and face the challenges inherent to a certain
irrationality of postmodern culture puts before it.
Keywords: Crisis of Reason, Faith-Reason, Postmodern Irrationalism, Illustrated
Religion.
Teología y Vida, Vol. LIV (2013), 729-761 729
1
Cf. Sínodo de Obispos de la XIII Asamblea General Ordinaria, Mensaje de
conclusión, 2. Disponible en: <http://www.vatican.va/news_services/press/sinodo/
documents/bollettino_25_xiii-ordinaria-2012/04_spagnolo/b30_04.html>.
2
“Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su iden-
tidad más profunda”. Cf. Pablo VI, Evangelii nuntiandii: exhortación apostólica
sobre la evangelización en el mundo contemporáneo, 14.
730 Marcelo Gidi Thumala
3
Benedicto xvi, Porta Fidei: Carta apostólica en forma de Motu proprio, 2. Un docu-
mento importante con el cual se da inicio al Año de la Fe con el deseo de introducir
a todo el cuerpo eclesial en un renovado impulso en la misión. El M.p. Porta Fidei
de Benedicto XVI, enfatiza en esta línea, que la puerta de la fe, se atraviesa cuando
“La Iglesia en su conjunto, y en ella sus pastores, anuncia […] la Palabra de Dios
[…]” (nn.1-2). Que la evangelización, como acto de fe, “es un acto personal y al
mismo tiempo comunitario. En efecto, el primer sujeto de la fe es la Iglesia” (n.10).
Por eso, continúa la Carta Apostólica, también hoy es necesario un compromiso
eclesial más convencido de todos, pastores y fieles, en favor de una nueva evangeli-
zación (n.7), por la que todos podrán adquirir una “exacta conciencia de su fe, para
reanimarla, para purificarla, para confirmarla y para confesarla” (n.4). Lo anterior,
porque la fe nunca es solo un hecho privado o personal, sino comunitario, y el
anuncio de la Palabra nunca es un hecho individual, no es una empresa individua-
lista y solitaria, sino más bien un evento comunional y comunitario que cuestiona
a toda la Iglesia en su ser y en su vivir.
4
Cf. Sínodo de Obispos de la XIII Asamblea General Ordinaria, Lineamenta,
2 “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”
5
El 25 de marzo de 2013, el papa Francisco escribe a los obispos argentinos: “Una
Iglesia que no sale, a la corta o a la larga, se enferma en la atmósfera viciada de su
encierro [...]. Ante esta alternativa, les quiero decir francamente que prefiero mil
veces una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma. La enfermedad típica de la
Iglesia encerrada es la autorreferencial; mirarse a sí misma, estar encorvada sobre
sí misma como aquella mujer del Evangelio. Es una especie de narcisismo que
nos conduce a la mundanidad espiritual y al clericalismo sofisticado, y luego nos
impide experimentar «la dulce y confortadora alegría de evangelizar»”, Francisco,
Carta a los participantes en la 105ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal
Argentina.
6
Cf. S. Silva, Sínodo de los Obispos, XIII Asamblea General Ordinaria, Relación de los
Círculos Menores Hispanicus. [Fecha de consulta: marzo de 2013]. Disponible en:
<http://www.vatican.va/news_services/press/sinodo/documents/bollettino_25_
xiii-ordinaria-2012/04_spagnolo/b24_04.html>
El rostro misionero de la parroquia 731
7
Nuestra tesis es que la Nueva Evangelización no solo se realiza una actividad, sino
que, además, se edifica el cuerpo de las Iglesias particulares y más en general de
cada comunidad cristiana. Es un instrumento y un medio espiritual y jurídico por
el cual la Iglesia debe configurarse como una real comunidad, como verdadera fra-
ternidad, como cuerpo (IL 39).
8
Algunos documentos conciliares señalan los elementos fundamentales que forman
parte del concepto estático (qué es), y otros, al concepto dinámico (qué hace) la
parroquia: Cf. SC 41-42; LG 26 y 38; CD 30; AG 27; PO 5. En este sentido son
varias las formas con las cuales el CVII define la parroquia: es como la célula de la
Iglesia particular (AA, 10), en cierto modo, representa la Iglesia visible establecida
en toda la tierra (SC, 42); es la comunidad parroquial, CD 10g, 30bf, AG 37, SC
42; la comunidad de fieles, SC 42b, LG 26 y 28; PO 5; la asamblea local de fieles,
LG 16, 28b. En esta perspectiva explicativa, los documentos conciliares describen
a la parroquia de su constitución, como una determinada comunidad de fieles,
desde su finalidad pastoral, para una mejor cura de las almas, desde una perspectiva
misionera, como el lugar en el cual cada uno de los fieles adquiere conciencia de
732 Marcelo Gidi Thumala
ser miembro activo del pueblo de Dios (SC 42 y AA 30c); modelo de apostolado
comunitario (AA 18b; AA 10, 2; 18, 1-2; AG 15, 2).
9
Esta communitas fidelium, que es la parroquia, no se comprende solo desde sus
estructuras puramente jurídicas, sino que principalmente desde la diversidad de
carismas, vocaciones y ministerios que la integran; no desde la separación párroco-
fieles, sino desde la interacción e integración, unitaria y orgánica, de la variedad y
diversidad de personas, que forman la única parroquia, el párroco junto a los demás
fieles. Cf. F. Coccopalmerio, “Il concetto di parrocchia”, en Il Codice del Vaticano
II, La Parrocchia e le sue strutture (Bologna 1987) 64.
10
Congregación para el clero, Instrucción: El presbítero, pastor y guía de la comu-
nidad parroquial, 4-8-2002. Documento que se sitúa dentro de la gran corriente
misionera del “duc in altum”, que marca la obra indispensable de la nueva evan-
gelización del Tercer Milenio cristiano, en su n.18, afirma que: “los rasgos eclesio-
lógicos más significativos de la noción teológico-canónica de parroquia han sido
concebidos por el Concilio Vaticano II a la luz de la tradición, de la doctrina
católica y de la eclesiología de comunión, y traducidos más tarde en leyes por el
Código de Derecho Canónico”. [Fecha de consulta: diciembre de 2012]. Dispo-
nible en: <http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/
rc_con_cclergy_doc_20020804_istruzione-presbitero_sp.html>
11
Referido a la parroquia, el término communitas expresa claramente su dimensión
personal y su naturaleza relacional; naturaleza que se da con la Iglesia universal y
particular, con las otras parroquias, asociaciones y otros movimientos, y con todas
las categorías de fieles que forman parte de esa determinada comunidad eclesial
(cann. 515 y 519). Cf. Communicationes, 13 (1981), 147.
El rostro misionero de la parroquia 733
12
El Código señala de diversas maneras este carácter misionero y la índole comunitaria
del apostolado parroquial, como parte fundamental del apostolado de aquella diócesis
de la cual forma parte (cann. 518 y ss). En el documento de la Conferencia epis-
copal italiana, Nota Pastorale: Il volto missionario, 3, se lee: “La parrocchia è dunque
una scelta storica della Chiesa, una scelta pastorale, ma non è una pura circoscrizione
amministrativa, una ripartizione meramente funzionale della diocesi: essa è la forma sto-
rica privilegiata della localizzazione della Chiesa particolare” . Nuestra traducción: “La
parroquia es una elección histórica de la Iglesia, una opción pastoral, pero no es una
simple circunscripción administrativa, una repartición meramente funcional de la dió-
cesis: ella es una forma histórica privilegiada de la localización de la Iglesia particular”.
En ella aparece eminentemente la dimensión local, concreta y cercana de la eclesia-
lidad, es comunidad de fe, de celebración, de caridad y de misión: PO 5-6; AG 15;
LG 28, AA 30, SC 42; CD 32. Es clara esta opción eclesiológica para la Congre-
gación de los obispos, Directorio para el Ministerio de los Pastoral de los Obispos
Apostolorum Sucesores, 214 a.
734 Marcelo Gidi Thumala
13
Juan Pablo II, Christifideles laici: Exhortación apostólica post-sinodal, 25-26, que en
adelante abreviaremos ChL.
14
Juan Pablo II, Ecclesia in America: Exhortación apostólica post-sinodal, que en ade-
lante abreviaremos EA.
El rostro misionero de la parroquia 735
del “esfuerzo de renovación que la Iglesia está llamada a hacer para estar
a la altura de los desafíos que el contexto sociocultural actual pone a la fe
cristiana” (Lin. 5)20. Este documento se estructura desde dos realidades:
La Nueva Evangelización y la Fe. Ambas son, en relación a la parroquia,
los conceptos teológico-jurídicos que estructuran todo el desarrollo de
este artículo21. El documento describe una imagen clara y propone una
estructura organizacional dinámica de la parroquia22.
La Nueva Evangelización recuerda a la parroquia que su actividad
pastoral y su estructura administrativa están destinadas a la misión. En
20
En los Lineamenta, que tienen por finalidad suscitar el debate sobre el tema si-
nodal en el ámbito de la Iglesia universal y quieren ayudar a las Iglesias locales a
reflexionar sobre los aspectos positivos, pero también sobre los mencionados de-
safíos y dificultades en la transmisión de la fe, se señala que Desde el punto de vista
eclesiológico, es preciso reafirmar que la evangelización atañe a la naturaleza misma de
la Iglesia, así como a toda su actividad. Por lo tanto, el anuncio del Evangelio no es
cuestión de estrategias de comunicación o de elección de destinatarios prioritarios,
como podrían ser los jóvenes. Concierne a la capacidad de la Iglesia de configurarse
“como real comunidad, como verdadera fraternidad, como un cuerpo y no como
una máquina o una empresa” (Lineamenta 2). Mons. Eterovic afirma en su Relación
que “De hecho, toda la Iglesia es misionera por naturaleza. Existe para evangelizar.
Para cumplir esa tarea de modo adecuado, la Iglesia comienza evangelizándose a
sí misma. No solo se reconoce como agente, sino también como fruto de la evan-
gelización, convencida de que el protagonista principal es Dios, que la guía en la
historia por medio del Espíritu de su Hijo unigénito, Jesucristo. La evangelización,
por tanto, requiere una acción de discernimiento. La Iglesia, en su conjunto, está
llamada a la escucha, a la comprensión, a la revisión y a la revitalización de su man-
dato evangelizador, especialmente frente a los grandes cambios del mundo contem-
poráneo”. Disponible en: <http://www.vatican.va/roman_curia/synod/documents/
rc_synod_doc_20110304_lineamenta-xiii-assembly-conf_sp.html>
21
Importantes elementos interpretativos de este Sínodo lo constituyen distintos
acontecimientos eclesiásticos, pasados y presentes. Durante su desarrollo se celebra,
en efecto, el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico
Vaticano II, el vigésimo aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia
Católica y se abre el Año de la Fe, convocado por el papa Benedicto XVI.
22
El deber de anunciar la verdad salvífica no es solo responsabilidad del clero y los
religiosos. Al contrario, este Sínodo ha resaltado el importante papel de cada dis-
cípulo de Cristo en la misión de transmitir la fe. El debate ha acentuado esta
participación crucial y vital de todo católico a la misión evangelizadora, sobre
todo mediante la participación solícita y los dones de los fieles laicos. Cf. Card.
Donald William Wuerl, Relatio post disceptationem, 1. Disponible en: <http://
www.vatican.va/news_services/press/sinodo/documents/bollettino_25_xiii-ordi-
naria-2012/04_spagnolo/b21_04.html>
738 Marcelo Gidi Thumala
23
Documento que es resultado de todas las respuestas que hicieron llegar a los Li-
neamenta por parte de 13 Sínodos de Obispos de las Iglesias orientales católicas sui
iuris, de 114 Conferencias episcopales, 26 Dicasterios de la Curia Romana y de la
Unión de Superiores Generales, algunos laicos y otras instancias eclesiales.
24
IL 81: “En esta línea se espera mucho de las parroquias, consideradas como la
puerta más capilar de ingreso en la fe cristiana y en la experiencia eclesial […] son
las primeras comunidades en las cuales se experimenta la alegría de ser congregados
por el Espíritu y preparados para vivir el propio mandato misionero”.
25
Es lo que lleva al cuerpo episcopal reunido a afirmar en el Mensaje Final al Pueblo
de Dios, que ante este desafío “Hemos de constituir comunidades acogedoras, en
las cuales todos los marginados se encuentren como en su casa, con experiencias
concretas de comunión”. Sínodo de Obispos de la XIII Asamblea General
Ordinaria, Mensaje Conclusivo, 3. [Fecha de consulta: marzo de 2013]. Dispo-
nible en: <http://www.vatican.va/news_services/press/sinodo/documents/bolletti-
no_25_xiii -ordinaria-2012/04_spagnolo/b30_04.html>
26
R. S. Schevchuk, Arzobispo Mayor de Kyiv-HalyČ, Jefe del Sínodo de la Igle-
sia Greco-Católica de Ucrania. Disponible en: <http://www.vatican.va/news_ser-
vices/press/sinodo/documents/bollettino_25_xiii-ordinaria-2012/04_spagnolo/
b12_04.html>.
27
Cf. Sínodo de Obispos de la XIII Asamblea General Ordinaria, Relación de
los Círculos Menores Anglicus, R. P. Tartaglia, Arzobispo de Glasgow. Disponible en:
<http://www.vatican.va/news_services/press/sinodo/documents/bollettino_25_
xiii-ordinaria-2012/04_spagnolo/b23_04.html>
El rostro misionero de la parroquia 739
28
Como afirma Benedicto XVI en la homilía de inauguración del Sínodo de los
Obispos XIII Asamblea ordinaria: “Esta temática responde a una orientación pro-
gramática para la vida de la Iglesia, la de todos sus miembros, las familias, las comu-
nidades, la de sus instituciones”. Disponible en: <http://www.vatican.va/news_ser-
vices/press/sinodo/documents/bollettino_25_xiii-ordinaria-2012/04_spagnolo/
b03_04.html>
29
Cf. Sínodo de Obispos de la XIII Asamblea General Ordinaria, Proposición
44, en final list of propositions. Disponible en: <http://www.vatican.va/news_
services/press/sinodo/documents/bollettino_25_xiii-ordinaria-012/02_inglese/
b33_02.html>
30
Sínodo de Obispos de la XIII Asamblea General Ordinaria, Instrumentum
laboris, 81.
740 Marcelo Gidi Thumala
31
Una diócesis italiana, Rovigo, va a captar anteriormente esta intencionalidad del
Sínodo y va a señalar que la parroquia debe transformarse “Da comunità clericale a
comunità di partecipazione. E’ necessario che la comunità diventi sempre di più luogo
di partecipazione responsabile, dove tutti sono stimolati a diventare adulti, attivi e
responsabili (cf. Ef 4, 11-16), e dove ogni operatore pastorale aiuta gli altri battezzati
a svolgere il proprio servizio, secondo i propri carismi. Da comunità chiusa in se stessa a
comunità in missione. E’ necessario mettere le parrocchie in missione, al servizio del Re-
gno. Parrocchia e Nuova Evangelizzazione alla luce degli Orientamenti pastorali della
CEI «Comunicare il Vangelo in un mondo che cambia”, Diocesi di Adria-Rovigo,
Rovigo, 9 dicembre 2006, pags. 4-5. Disponible en: <http://www.diocesi.rovigo.
it/omelie/anno2004/parrocchia-evangel-091204.pdf>
32
La Nueva Evangelización pasa por una parroquia de rostro nuevo, capaz de acompa-
ñar en la fe y en el mundo personal y afectivo a la gente, de lo que más se carece hoy
en nuestra sociedad. Las parroquias debieran ser una red de comunidades eclesiales
que, en sus concretos contextos, sustenten la fe en Cristo Jesús y su seguimiento
y, por lo mismo, el crecimiento en la dimensión humana integral. Estos cuerpos
eclesiales (las parroquias y sus comunidades) son los llamados a mostrar al Señor
resucitado, que da vida y sentido a la existencia. Quizás el problema más acuciante
de la Nueva Evangelización es la constitución y acompañamiento de estas pequeñas
comunidades eclesiales. Cf. S. Silva, Sínodo de los Obispos, XIII Asamblea Gene-
ral Ordinaria, Relación de los Círculos Menores Hispanicus. Disponible en: <http://
El rostro misionero de la parroquia 741
www.vatican.va/news_services/press/sinodo/documents/bollettino_25_xiii-ordi-
naria-2012/04_spagnolo/b24_ 04.html>.
33
“La parroquia es, además, lugar privilegiado del anuncio de la palabra de Dios. Este
anuncio se articula en diversas formas, y cada fiel está llamado a participar activamen-
te en él, de modo especial con el testimonio de la vida cristiana y la proclamación
explícita del Evangelio, tanto a los no creyentes, para conducirlos a la fe, como a
cuantos ya son creyentes, para instruirlos, confirmarlos e impulsarlos a una vida más
fervorosa”, en: Congregación para el clero, Instrucción El Presbítero, 4.
34
Cf. B. Forte, Sínodo de los Obispos, XIII Asamblea General Ordinaria, Relación de los
Círculos Menores Italicus B. Disponible en: <http://www.vatican.va/news_services/
press/sinodo/documents/bollettino_25_xiii-ordinaria-2012/04_spagnolo/
b23_04.html>
35
Señala Coccopalmerio que la parroquia es un sujeto unitario: “più persone sono unite
tra loro e per tale motivo sono una sola realtà composta da più persone; in altre parole,
742 Marcelo Gidi Thumala
sono un insieme (universitas; cf. cc. 114-115). Non sono due o cento, ma uno solo.
Questo uno è il soggetto di cui sopra...”, en F. Coccopalmerio, “Il parroco» «pasto-
re» della parrocchia”, en QDE, 4(1993), 15. Concluye su excelente artículo Mons.
Coccopalmerio con las siguientes afirmaciones: Pertanto nella nostra visione soggetto
di azione ecclesiale, in ultima e più profonda istanza, non sono né il parroco né gli altri
fedeli intesi come singoli, ma è la parrocchia stessa intesa come comunità, come soggetto
unitario. In questo senso, possiamo ricorrere anche al c. 515, par. 3, dove si afferma che
la parrocchia è persona giuridica: orbene la parrocchia, in quanto è persona giuridica,
è precisamente soggetto unitario ed è soggetto che agisce per l’attuazione delle finalità
che le sono proprie, en F. Coccopalmerio, “Il parroco...”, 21.
36
“Parochum dari populo non populum parocho”, citado en A. Marzoa, “La figura
del párroco: su estatuto jurídico”, en La Parroquia desde el nuevo Derecho Canónico
(Salamanca 1991), 31.
37
Es conveniente recordar, en este sentido, lo que establece Juan Pablo II en la Exh.
ap. Ecclesia in America, cuando afirma que si se quiere renovar la parroquia hay que
renovar la figura del párroco. Lo que: “[...] supone […] que, en primer lugar, tenga
una profunda experiencia de Cristo vivo, espíritu misional, corazón paterno, que
sea animador de la vida espiritual y evangelizador capaz de promover la participa-
ción. La parroquia renovada requiere la cooperación de los laicos, un animador de
la acción pastoral y la capacidad del pastor para trabajar con otros”. Cf. Juan Pablo
II, Ecclesia in America: Exhortación apostólica, 41. El mismo Pontífice afirma que
no solo el párroco, sino también la misma parroquia debe renovarse en su forma de
auto comprenderse cuando establece que las parroquias están llamadas a ser recep-
tivas y solidarias, lugar de la iniciación cristiana, de la educación y la celebración
de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de
modo comunitario y responsable, integradoras de los movimientos de apostolado
ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los pro-
yectos pastorales y superparroquiales y a las realidades circunstantes.
En la misma línea, la Congregación para el clero establece que para servir a la
Iglesia –comunidad orgánicamente estructurada por fieles dotados de la misma
dignidad bautismal, pero con carismas y funciones diversa– es necesario conocerla
y amarla, Cf. Congregación para el Clero, Instrucción El Presbítero, 16.
El rostro misionero de la parroquia 743
38
El ministerio de los presbíteros es, ante todo, de comunión y colaboración respon-
sable y necesaria y está totalmente al servicio de la Iglesia; está para la promoción
del ejercicio del sacerdocio común de todo el Pueblo de Dios; el presbítero está
ordenado no solo para la Iglesia particular, sino también para la Iglesia universal
(PO, 10). Su tarea, por lo tanto, es procurar que todos cumplan el papel propio.
39
F. Coccopalmerio, “Il párroco…”, 8.
40
“Toda la vida de la parroquia, así como el significado de sus tareas apostólicas ante la
sociedad, deben ser entendidos y vividos con un sentido de comunión orgánica entre
el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial, y por tanto, de colaboración fraterna
y dinámica entre pastores y fieles en el más absoluto respeto de los derechos, deberes
y funciones ajenos, donde cada uno tiene sus propias competencias y su propia res-
ponsabilidad” en: Congregación para el clero, Instrucción El Presbítero, 18.
41
Cf. A. Montan, “La funzione di insegnare della Chiesa”, en C. Cappelleni (ed).
La normativa del nuovo Codice (Brescia, 1985²) 147-175; íd. «Il Libro III. La
funzione di insegnare della Chiesa», en ScCatt. 112 (1984) 252-277, También en
A. Urru, La funzione di insegnare (Roma 2001²).
42
Las raíces de la proclamación de la Buena Nueva están en la comunión (koinonia)
y también en el servicio (diakonia). Tanto el Motu proprio Porta Fidei (n. 14)
como el Instrumentum laboris de este Sínodo (n. 123) recuerdan que la fe y la cari-
dad están vinculadas la una a la otra. La relación intrínseca entre evangelización y
diakonia. Cf. S. Em. R. Card. Robert Sarah, Presidente del Pontificio Consejo Cor
Unum. Disponible en: <http://www.vatican.va/news_services/press/sinodo/docu-
ments/bollettino_25_xiii-ordinaria-2012/04_spagnolo/b12 _04.html>
744 Marcelo Gidi Thumala
43
Cf. Sínodo de Obispos de la XIII Asamblea General Ordinaria, Mensaje Fi-
nal, 8. Disponible en: <http://www.vatican.va/news_services/press/sinodo/docu-
ments/bollettino_25_xiii-ordinaria-2012/04_spagnolo/b30_04.html>
44
Cf. Sínodo de Obispos de la XIII Asamblea General Ordinaria, Instrumen-
tum Laboris, 77.
45
Las raíces de la proclamación de la Buena Nueva están en la comunión (koinonia)
y también en el servicio (diakonia). Tanto el Motu proprio Porta Fidei (n. 14)
como el Instrumentum laboris de este Sínodo (n. 123) recuerdan que la fe y la ca-
ridad están vinculadas la una a la otra. La relación intrínseca entre evangelización
y diakonia. Cf. S. Em. R. Card. Robert Sarah, Presidente del Pontificio Consejo
«Cor Unum». Disponible en: <http://www.vatican.va/news_services/press/sinodo/
documents/bollettino_25_xiii-ordinaria-2012/04_spagnolo/b12_04.html>
El rostro misionero de la parroquia 745
46
Cf. Juan Pablo II, Audiencia del 19 Mayo 1993: Insegnamenti XVI, 1 (1993) 1254.El
fin esencial de la cura pastoral que le es propia y de la autoridad pastoral con la cual ha
sido investido es el de conducir a un pleno desarrollo de vida espiritual y eclesial la co-
munidad que se le ha encomendado mediante el ejercicio del ministerio de la Palabra.
47
Cf. Juan Pablo II, Pastores dabo bobis: Exhortación posinodal, 18. Ver, además, Juan
Pablo II, “Discorso alla Congregazione Plenaria della Congregazione per il Clero”,
en Insegnamenti (1984), 984-985. La importancia jurídica del aspecto comunitario
del ministerio del sacerdote se manifiesta en los cann. 245, §2; 495, §1; 499; 529,
§2; 713, §3; 757.
48
Cf. G.F. Mariconti, “Il Parroco…”, 250.
49
El párroco debería conseguir que las distintas vocaciones y carismas, personales
y comunitarios, las asociaciones, movimientos y agrupaciones presentes en la pa-
rroquia tengan el espacio adecuado para ofrecer su específica contribución con
respecto a la función de anunciar el Evangelio, de modo que la parroquia aparezca
ya no como un centro de servicios sacramentales, sino como un claro ejemplo de
apostolado comunitario.
50
Quienes colaboran en la actividad parroquial, se reúnen en unidad y toman parte
activa, cada uno según su modo propio, de acuerdo con la diversidad de carismas,
funciones y ministerios. Ellos asumen y cumplen, con absoluta responsabilidad, los
746 Marcelo Gidi Thumala
61
Creo importante para el objetivo de nuestro artículo tener presente lo que afirma
el Documento final de la V Asamblea General del Episcopado Latinoamericano,
sobre las comunidades eclesiales de base en sus nn.178-179.
62
“Aunque es verdad que se puede catequizar en todas partes, quiero subrayar –con-
forme al deseo de muchísimos obispos– que la comunidad parroquial debe seguir
siendo la animadora de la catequesis y su lugar privilegiado”. Juan Pablo II, Cate-
chesi tradendae, 67.
63
El párroco llama a todos a profundizar y potenciar sus propias iniciativas y acti-
vidades pastorales, a través de la promoción de especiales carismas y ministerios:
promueve en los presbíteros, diáconos y laicos la conciencia de la propia misión y a
desarrollarla con libertad y responsabilidad, cultivando en sus miembros el deseo y
la capacidad de la misión. “Toda la vida de la parroquia, así como el significado de
sus tareas apostólicas ante la sociedad, deben ser entendidos y vividos con un sen-
tido de comunión orgánica entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial
y, por tanto, de colaboración fraterna y dinámica entre pastores y fieles en el más
El rostro misionero de la parroquia 749
absoluto respeto de los derechos, deberes y funciones ajenos, donde cada uno tiene
sus propias competencias y su propia responsabilidad”, en Congregación para el
clero, Instrucción El Presbítero, 18.
64
Sínodo de Obispos de la XIII Asamblea General Ordinaria, IL.66.
65
Afirma el Directorio Apostolorum successores n. 211, que la parroquia es: “[...] un
excelente modo de existencia de la comunidad eclesial; un lugar teológico de en-
cuentro y unidad de fieles, grupos, asociaciones y movimientos, en la cual están
todos invitados a asumir decididamente la tarea misionera de la Iglesia, por me-
dio de la colaboración presbiteral y participación de los fieles (clérigos, consagra-
dos y laicos) en la actividad parroquial en la comunión eclesial vivida jerárquica y
apostólicamente”.
66
Juan Pablo II, Pastor Dabo vobis, del 25 de marzo de 1992, 26b.
750 Marcelo Gidi Thumala
67
Leemos en un documento parroquial de la Parroquia de la Divina Gracia que: La
parroquia es Misionera cuando: 1) Realiza un proceso integral de evangelización en
todos los niveles: Evangeliza con todo a todos en su comunidad; Realiza su servicio
con un proceso que armoniza el anuncio del kerigma, la catequesis, la liturgia,
el servicio de la caridad, la animación de la comunidad y el servicio misionero;
evangeliza a todas las personas, las comunidades eclesiales; busca que sus feligreses
y sus comunidades se comprometan como evangelizadores; evangeliza la cultura e
incultura la fe. 2) Asume, organiza y realiza adecuadamente la pastoral misionera,
integrándola como elemento primordial dentro de su pastoral ordinaria. 3) Orga-
niza y realiza los tres servicios de la pastoral misionera: la animación misionera; la
formación misionera; y la promoción de la cooperación misionera. 4) Ayuda a sus
miembros. 5) Promueve las vocaciones misioneras. 6) Promueve pequeñas comu-
nidades eclesiales. 7) Penetra las estructuras y organismos pastorales de la parroquia
con espíritu misionero. 8) Realiza, con énfasis misionero, dentro de la comunidad
local, las acciones pastorales, saliendo a buscar a los más necesitados. 9) Dinamiza
la comunión y participación evangelizadoras dentro de la parroquia. 10) Integra y
forma un comité parroquial de misiones. 11) Organiza y anima los servicios y gru-
pos. 12) Asigna suficiente recursos materiales para la pastoral misionera parroquial.
13) La parroquia es misionera cuando evangeliza, también, más allá de sus fronteras.
[Fecha de consulta: marzo de 2013]. Disponible en: <http://www.parroquiamadre-
deladivinagracia.org/adviento/haciaunaparroquiamisionera.pdf>
El rostro misionero de la parroquia 751
68
Sínodo de Obispos de la XIII Asamblea General Ordinaria, IL 81.
69
Congregación para el clero, Instrucción El Presbítero, 20.
70
La Chiesa è casa, edificio, dimora ospitale che va costruita mediante l’educazione a una
spiritualità di comunione…Soltanto se sarà davvero “casa di comunione”, resa salda dal
Signore e dalla Parola della sua grazia, che ha il potere di edificare (cf. At 20, 32),
la Chiesa potrà diventare anche “scuola di comunione” en Conferencia Episcopal
italiana, Orientamenti pastorali: “Comunicare il Vangelo in un mondo che cambia”,
per guidare il cammino delle nostre comunità nel primo decennio degli anni 2000, n. 65.
71
Afirma el DA en su n. 203 que: “Una parroquia, comunidad de discípulos misio-
neros, requiere organismos que superen cualquier clase de burocracia. Los Consejos
Pastorales Parroquiales tendrán que estar formados por discípulos misioneros cons-
tantemente preocupados por llegar a todos. El Consejo de Asuntos Económicos,
junto a toda la comunidad parroquial, trabajará para obtener los recursos necesa-
rios, de manera que la misión avance y se haga realidad en todos los ambientes.
Estos y todos los organismos han de estar animados por una espiritualidad de
comunión misionera: Sin este camino espiritual de poco servirían los instrumentos
externos de la comunión. Se convertirían en medios sin alma, máscaras de comu-
nión más que sus modos de expresión y crecimiento”.
72
Creo que para promover esta nueva actitud ministerial en el íntegro anuncio del
Evangelio, el párroco deberá realizar en su persona y ministerio, como, también, en
su comunidad parroquial, la necesaria conversión eclesiológica que exige el CVII
y los últimos documentos de la Iglesia, los que manifiestan que la Iglesia es una
752 Marcelo Gidi Thumala
7. Conclusión
En estas páginas, desde una reflexión teológica en el contexto del Año
de la Fe y a la luz de las sugerencias que ha ofrecido la XIII Asamblea
General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangeliza-
ción para la transmisión de la fe cristiana, hemos explicitado que existen
parroquias en las cuales las estructuras y estilos pastorales no siempre
ayudan a afrontar con éxito el desafío misionero que tienen por delante.
Si no se toma en serio la íntima relación que existe entre la palabra de
Dios y la misión de la Iglesia, como el esfuerzo de favorecer el encuentro
de cada ser humano con la palabra de Dios, la Nueva Evangelización
corre el riesgo de no ser el hecho eclesial de comunión en la misión.
La llamada Nueva Evangelización, en cambio, recuerda que la parro-
quia, y, en ella, el párroco, existen para proveer al cuidado pastoral de los
fieles y para la realización del mandato misionero que Jesús encomendó
a su Iglesia. Lo que pretende esta propuesta eclesiológica, programática
y paradigmática, es poner en clave misionera el hacer de la parroquia,
para que ella se replantee su verdadero significado a la luz del ejercicio
del ministerio de la palabra de Dios. Habiendo sido congregada por
la palabra de Dios, es, simultáneamente, una comunidad de fe y una
comunidad evangelizadora, un lugar en donde los fieles forman parte
pero a la vez desde donde deben salir. La Nueva Evangelización quiere
reavivar en la parroquia toda una dinámica de reforma de las estructuras
eclesiales como consecuencia de la misionariedad. Si no ocurre esta re-
novación, dichas estructuras y modos parroquiales seguirán manifestan-
do más bien el desánimo, el cansancio, la dificultad, la burocratización
y el funcionalismo.
Las categorías pastorales de encuentro, de diálogo y de envío son el
mejor modo que tiene la parroquia para vivir eclesialmente el discipu-
lado misionero. Debe predominar en la nueva organización parroquial
una lógica predominantemente integradora y no agregativa, que dé ori-
gen a unidades pastorales coordinadas que ayuden a superar la incapaci-
dad de muchas parroquias de realizar por sí solas su propuesta pastoral.
Hoy, más que antes, es imprescindible que cada una de ellas entre en la
73
Papa Francisco, Encíclica Lumen Fidei 39.
El rostro misionero de la parroquia 761
Abstract : Parishes are becoming less significant in front of other, more recent,
pastoral institutions. It seems necessary to stress its missionary dimension. The
present paper offers a theological, canonical and pastoral view of the parish in-
tended for the New Evangelization. This means a renewal of the structure of the
parish, so as to be less a coordination centre of liturgical and catechetical services
and more a support of spirituality and apostolate. This also means an openness to
new ministries and charisms.
Keywords: Parish, encounter, communion, mission, new evangelization, shared re-
sponsibility, collaboration.
Teología y Vida, Vol. LIV (2013), 763-779 763
Introducción
En las últimas décadas se han expandido enormemente las técnicas
utilizadas por los científicos para estudiar el funcionamiento del cere-
bro humano. La emergencia de nuevas y poderosas técnicas como las
neuroimágenes (e.g. RNM, PET, SPECT), les han permitido descubrir
cómo los estados mentales, la cognición y las emociones están mapeadas
en un circuito neuronal que se asienta en el cerebro.
Cada minuto del día, los millones de células de nuestro cerebro en-
vían y reciben señales que influyen nuestra vida mental, desde nues-
tros recuerdos hasta nuestras emociones. Los neurotransmisores actúan
como mensajeros que traspasan información. Mediante el estudio de la
comunicación entre células nerviosas, los neurocientíficos han podido
obtener una mejor comprensión de los quiebres que llevan a enferme-
764 Edmund Runggaldier
camente idénticos. Las razones decisivas que nos llevan a plantear este
punto de vista, incluyen la experiencia subjetiva de ser agentes intencio-
nados que planificamos nuestro futuro y recordamos nuestro pasado. Es
decir, los supuestos de la racionalidad práctica, la agencia y la subjetivi-
dad, entre otros, son los que sustentan esta ontología tridimensionalista.
La ciencia natural debe excluir la subjetividad. Lo que, empero, pue-
de ser interpretado como una mera abstracción metodológica. Por lo
tanto, no estamos limitados a concluir que la subjetividad y las entidades
tridimensionales son ilusorias. Pero veamos primero cómo Wittgenstein
intenta responder al desafío naturalista proveniente de las neurociencias.
La posición wittgensteiniana
Una manera de responder al desafío naturalista es apuntar a las peculia-
ridades del lenguaje religioso. Debido a que tiene un estatuto especial,
no puede haber una real contradicción entre las sentencias científicas y
los actos y creencias del discurso religioso. Este tipo de respuesta está
relacionada con la filosofía del lenguaje de Wittgenstein. Aun cuando
algunos pasajes de sus escritos son oscuros y algunos de sus dichos so-
bre el lenguaje requieren de interpretación, podemos distinguir entre el
Wittgenstein temprano y el tardío. En el Tractatus el autor asume que
existe una cierta relación o referencia entre los signos lingüísticos y los
entes en la realidad extra-lingüística, mientras que en Investigations hace
hincapié en el rol pragmático de las expresiones lingüísticas.
Si lo aplicamos a la filosofía de la religión, ambas posiciones sostie-
nen la tesis de que no puede haber una oposición real entre ciencia y
religión, pero por diferentes razones. En el primer caso, no puede haber
oposición, porque los actos del discurso religioso apenas parecen ser afir-
maciones, mientras que, en realidad, son expresiones de sentimientos y
actitudes; en el segundo caso esto es así, porque los actos del discurso
religioso pertenecen a un juego lingüístico distinto. Veamos con más
detalle cada uno de estos argumentos.
Entre los filósofos de la religión hay un largo debate sobre el estatuto
o el carácter típico de la posibilidad de hablar sobre Dios. Los orígenes
de las posiciones más radicales pueden ser rastreados hasta la antigua
teología negativa: no podemos hacer ninguna afirmación positiva res-
pecto de Dios. A lo más podemos decir lo que Él no es. Esta posición es
aprobada por los filósofos que siguen al Wittgenstein del Tractatus: uno
768 Edmund Runggaldier
debe distinguir entre lo que se puede afirmar con certeza y lo que solo
puede ser mostrado. Lo místico no puede ser descrito. Todo intento, por
lo tanto, de hacer proposiciones descriptivas sobre Dios, inevitablemen-
te falla.
Los neo-positivistas tienen una posición similar. Las afirmaciones so-
bre Dios son pseudo-afirmaciones ya que no son ni empírica ni lógica-
mente verificables. Basándose en este método de verificación, uno debe
concluir, por tanto, que las oraciones religiosas no pueden ser adecua-
das toda vez que no son capaces de expresar proposiciones verdaderas o
falsas.
De acuerdo con el Wittgenstein temprano, la mejor opción es final-
mente guardar silencio en el ámbito de la religión. Hay un claro punto
de clivaje entre lo que se puede decir y lo que no se puede decir. Es
imposible describir lo divino o lo místico. Es bien conocida la senten-
cia de Wittgenstein: “Ahí donde uno no puede hablar, se debe guardar
silencio”1.
Esta posición aparentemente neutraliza los desafíos provenientes de
las neurociencias y el naturalismo. Los teólogos que adhieren a ella sos-
tienen que no hay tensión entre las oraciones científicas y los actos del
discurso religioso ya que estos actos no son descriptivos. Con ellos las
personas no hacen ninguna afirmación cognitivamente relevante. La
función de esas afirmaciones es, a lo más, expresiva. El lenguaje religioso
es significativo en la medida que expresa un modo particular de aproxi-
mación a la realidad. El lenguaje religioso es confesional –una confesión
de lo que alguien siente o cree–, más que una afirmación de la verdad.
Por lo tanto, la religión no puede ser denunciada como equivocada. Esta
postura tiene ventajas para los creyentes, pero importa una considera-
ción anti-cognitivista de la religión. No puede haber oposición entre
ciencia y religión, pero solo porque en la religión no describimos nada.
A largo plazo, esta posición no puede ser satisfactoria. La principal
objeción a una consideración anti-cognitivista de la religión, es que la
gente religiosa sí reclama afirmar la verdad. Muchos creyentes no solo
consideran que su religión está llena de sentido y de verdad en su propio
contexto, además asumen que ellos tienen la verdad por sobre otras cos-
movisiones. Si la postura anti-cognitivista fuera correcta, sería imposible
1
“Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man schweigen” (Tractatus §7).
Crónicas 769
debe ser aceptado, lo dado, son –uno podría decir– las formas de vida”
(Investigations II, xi). El término ‘formas de vida’ es de fundamental
importancia para entender la comprensión de Wittgenstein sobre la irre-
ductibilidad de los juegos del lenguaje. “…el término ‘juego de lenguaje’
es puesto para recalcar el hecho de que hablar un lenguaje es parte de
una actividad, o una forma de vida”. (Investigations § 23).
Algunos wittgensteinianos afirman que el Wittgenstein tardío recha-
zaba la noción de referencia como una relación entre los signos lingüísti-
cos y los objetos en la realidad. El mundo de los objetos no es separable
del mundo del lenguaje. Ellos cuestionan la noción de ‘realidad existien-
do en sí misma’: los signos lingüísticos y los objetos son incorporados a
la totalidad del desempeño de la acción humana. Así, algunos seguidores
de este autor parecen rechazar por completo el concepto de verdad ob-
jetiva atemporal.
La evaluación, la crítica o la corrección de los actos del discurso de-
ben hacerse al interior de un juego de lenguaje, un texto o una narrativa.
Una consideración hecha desde fuera no puede ser adecuada. Prove-
niente del campo de la crítica literaria, conocemos el término ‘intra-
textualidad’. Este alude a cómo el significado es generado al interior
de los textos sin referencia alguna a circunstancias o consideraciones
extra-textuales (Nicholson 1996, 627). Para esta manera de comprender
las cosas, el significado y la autoridad de un texto son cuestiones estric-
tamente internas.
Esto nos recuerda la distinción neo-positivista entre preguntas in-
ternas y externas. Al distinguirlas, Carnap sitúa preguntas significativas
y pseudo-preguntas. Las primeras son abordadas dentro de un marco
de referencia con criterios claros, mientras que las segundas se refieren
a la situación de los mismos marcos referenciales (Carnap 1950). Una
pregunta interna en un marco referencial empírico propio de la vida
cotidiana podría ser, por ejemplo: “¿Hay un papel blanco encima de
mi escritorio?”. La respuesta puede ser encontrada usando el método
empírico de mirar a la mesa. Otro ejemplo, es el marco lingüístico de
los números naturales: “¿Existe un número primo menor a 20?”. En este
caso, la respuesta puede ser encontrada por un método lógico.
Las preguntas que no se hacen al interior de un marco referencial,
como por ejemplo: “¿Existen los números como tal?” deben ser reinter-
pretadas como cuestiones prácticas acerca de si aceptan o no el marco
772 Edmund Runggaldier
Ontología
Los neurocientíficos naturalistas suponen una ontología tetradimensio-
nal: la realidad se extiende no solo en el espacio, es decir, en dimensiones
de profundidad, altura y longitud, sino también en el tiempo. Cada
entidad real está extendida en el tiempo, esto es, compuesta de etapas
o partes temporales (ver, por ejemplo, Quine 1960). Todo es como un
proceso y, por tanto, no puede haber identidad diacrónica. Los tetradi-
mensionalistas deben reducir la persistencia en el tiempo a una especie
de relación de continuidad entre etapas temporales. La relación de con-
tinuidad es más débil que la identidad diacrónica y no es ni reflexiva,
ni transitiva. Permite diferencias de grado. En este contexto ontológico
nosotros también somos tetradimensionales y, en consecuencia, com-
puestos de diversas ‘partes temporales’.
Esta ontología tetradimensionalista, llamada “perdurantismo”, se
debe, al menos parcialmente, al triunfo en la ciencia del sistema tetradi-
mensional espacio-tiempo. Sería imposible trabajar científicamente, sin
los vectores temporales. El sistema tetradimensional temporal es esencial
para los propósitos científicos y para la representación de la realidad. El
hecho de que se aplique satisfactoriamente no implica necesariamente,
sin embargo, que el mundo tenga, efectivamente, cuatro dimensiones.
De acuerdo a la otra posición ontológica, llamada “endurantismo”,
las cosas reales –incluidas las personas humanas– son tridimensionales.
Ellas enduran y, por lo tanto, son llamadas enduradoras, que están de
acuerdo con el ‘ahora’. Estando enteramente presentes en cada instante
de su existencia no están ni extendidas en el tiempo ni compuestas por
partes temporales.
El tetradimensionalismo constituye un empirismo convencionalista.
En esta postura es un lugar común aceptar que los individuos –seres vi-
vos y seres humanos incluidos– deben ser constituidos por o construidos
desde ‘lo dado’, esto es, el dato de la experiencia. La constitución de los
individuos es convencional, siendo sus restricciones solo pragmáticas.
Un convencionalismo consistente asume esto, también para la dimen-
sión temporal. No hay algo así como un ‘hecho de la causa’ acerca de la
identidad diacrónica. En realidad, no hay individuos que vayan con el
‘ahora’.
Crónicas 775
Consideraciones finales
Si los logros de las neurociencias en la comprensión del funcionamien-
to del cerebro y en la identificación del sustrato biológico de estados
mentales son interpretados de un modo naturalista, plantean un desafío
778 Edmund Runggaldier
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Edmund Runggaldier
Edmund.Runggaldier@uibk.ac.at
Teología y Vida, Vol. LIV (2013), 781-789 781
Estas palabras anhelan ser una memoria agradecida de don Antonio Mo-
reno Casamitjana pronunciadas en nombre de la Facultad de Teología, a
la cual estuvo vinculado la mayor parte de su vida. Don Antonio fue un
hombre íntegro, sin dobleces. Un profesor de excelente calidad académica;
un buen sacerdote y posteriormente obispo; pero sobre todo un creyente
apasionado, que aprendió a confiarse en Dios en todos los momentos de
su vida.
Comencemos recordando los grandes hitos de su vida1. Nació en San-
tiago el 9 de julio de 1927. Hijo de Antonio y María2. Cursó sus estudios
primarios y secundarios en el Instituto Alonso de Ercilla, de los Hermanos
Maristas. En su juventud fue un activo participante de la Parroquia Nues-
tra Señora de Andacollo. Una vez concluidos sus estudios secundarios in-
gresó al Pontificio Seminario Mayor de Santiago, cursando sus estudios de
teología en esta Facultad en los años 1945 a 1949, obteniendo al término
de ellos el grado canónico de Licenciado en Teología3. Fue ordenado sa-
cerdote en Santiago, el 4 de diciembre de 1949. El Papa Juan Pablo II lo
designó obispo auxiliar de Santiago4, recibiendo la ordenación episcopal el
9 de julio 1986, al cumplir 59 años de edad. Tres años después fue nom-
brado Arzobispo de Concepción, servicio que ejerció hasta fines de 20065.
Falleció en Concepción el pasado 31 julio 2013, a los 86 años de edad.
1
Cf. Barrios Valdés, Marciano La Facultad de Teología de la Pontificia Universidad
Católica de Chile. Sesenta años de historia al servicio de Chile (1935-1995). Santiago:
Ed. Sociedad de Historia de la Iglesia en Chile 1995.
2
Ambos nacidos en España. Su padre nacido en Andalucía y su madre en Cataluña. Se
conocieron en Chile y aquí contrajeron matrimonio.
3
Grado de Licenciado obtenido con fecha 26 abril 1950, siendo Decano el P. Ramón
Echániz.
4
Designado Auxiliar de Santiago, y Obispo Titular de Mades, el 22 abril 1986.
5
Designado Arzobispo de Concepción el 14 octubre 1989, tomó posesión de la sede
el 12 noviembre 1989. Fue aceptada su renuncia al cargo el 27 diciembre 2006, a
la edad de 79 años y medio.
782 Eduardo Pérez-Cotapos Larraín
rios y Universidades, con fecha 10 febrero 1967 (Prot 1860/60). El primer paso
de su carrera académica había sido el nombramiento como «Profesor Docente» a
partir de 1 marzo 1961 (Decreto 328/61 del rector Mons. Alfredo Silva Santiago,
de fecha 8 agosto 1961), contando con el Nihil obstat de la Sagrada Congregación
de Seminarios y Universidades, del 13 septiembre 1960 (Prot 1860/60). Nombra-
miento renovado el 23 marzo 1965, por Decreto 35/65; nuevamente renovado el 13
mayo 1966, por Decreto 148/66; y el 3 enero 1967, por Decreto 11/67.
10
Asumió como Decano el 20 diciembre 1976. Nombrado por Decreto del Pro Gran
Canciller 39/76, de fecha 22 octubre 1976; previo Nihil obstat de la Sagrada Con-
gregación para la educación católica, de fecha 21 octubre 1976 (Prot 797/68/12).
El Prot 797/68/13, de fecha 1 diciembre 1976, de la misma Sagrada Congregación
señala que este Nihil obstat se ha dado para subsanar una situación de hecho, da-
tándolo en una fecha previa al nombramiento.
Estos fueron años de muchas tensiones entre el alumnado, la dirección de la Facul-
tad, la Rectoría de la Universidad y la Conferencia Episcopal. Especialmente por
la suspensión por un semestre de un numeroso grupo de alumnos, decretada por
la rectoría, en el primer semestre de 1979. Ver detalles en Barrios Valdés, Mar-
ciano La Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sesenta
años de historia al servicio de Chile (1935-1995). Santiago: Ed. Sociedad de Historia
de la Iglesia en Chile 1995; pp. 131-133.
11
Los últimos meses de su vida los dedicó a preparar una edición de estos textos, en
conjunto con la Universidad de la Santísima Concepción. Aún no se ha llegado a
la edición de los textos.
784 Eduardo Pérez-Cotapos Larraín
17
Publicado en Anales de la Facultad de Teología, volumen 39, 1988, Anunciaré tu verdad.
Homenaje a los profesores Antonio Moreno y Beltrán Villegas. p. 29
786 Eduardo Pérez-Cotapos Larraín
19
Cf. Barrios Valdés, Marciano La Facultad de Teología de la Pontificia Universidad
Católica de Chile. Sesenta años de historia al servicio de Chile (1935-1995). Santiago:
Ed. Sociedad de Historia de la Iglesia en Chile 1995; pp. 85-97.
20
Se trataba de una gran moto BMW, comprada por don Antonio en su tiempo de
estudiante en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, luego la llevó a Israel para sus
tiempos de estudio en la École Biblique de Jerusalén, y finalmente la trajo a Chile.
La conserva hasta hoy su hermano José Moreno Casamitjana.
788 Eduardo Pérez-Cotapos Larraín
punto que perdía la noción del tiempo; lo vi quedarse por horas conver-
sando animadamente con grupos de parroquias populares, en torno a una
taza de té y un queque.
Estas pequeñas descripciones nos ayuden a agradecer a Dios por la vida
de monseñor Antonio Moreno, don de Dios para esta Facultad de Teolo-
gía. Tanto en su condición de profesor exigente y bien formado, como en
su actividad de pastor bondadoso, a quien las formalidades y las ambigüe-
dades le costaban mucho y lo hacían entrar en tensión, pero que mostraba
todo su corazón y su calidad espiritual cuando podía entrar en un diálo-
go de honda raíz humana. Gracias también a su familia, que lo formó y
acompañó, representada en sus hermanos que hoy nos acompañan.
Publicaciones
«El misterio de la Palabra de Dios» en Teología y Vida 1 (1960) 21-28.
«Jesús, ¿admite el divorcio?» en Teología y Vida 1 (1960) 101-106.
«La historia, en el Antiguo Testamento, género literario» en Teología y Vida 2
(1961) 162-167.
«Para una lectura cristiana de la Biblia» en Teología y Vida 2 (1961) 235-243.
«Una polémica sobre la moderna exégesis católica» en Teología y Vida 2 (1961)
183-186.
«La Biblia frente a la ciencia» en Mensaje 1961, pp. 140-145.
«El mito de Jesús» en Mensaje 1961, pp. 469-476.
«Amós. Una presentación exegética» en Teología y Vida 4 (1963) 23-35.
«La paz en la Sagrada Escritura» en Mensaje 1963, pp. 215-222.
«Génesis 1,1 - 2,4a» en Teología y Vida 5 (1964) 36-44.
«Génesis 2,4b - 2,24» en Teología y Vida 5 (1964) 207-222.
«Acerca de las relaciones con los judíos» en Teología y Vida 8 (1967) 313-319.
«Jesús ben Sira. Un judío en tiempos de crisis» en Teología y Vida 10 (1969)
24-42.
«Jeremías. La política en la vida de un profeta» en Teología y Vida 12 (1971)
187-208.
«Falsos profetas en el Antiguo Testamento» en Teología y Vida 14 (1973) 129-148.
«El misterio de la unidad en los relatos patriarcales» en Teología y Vida 14 (1974)
258-280.
Moreno Casamitjana, Antonio; Moreno Garrido, Jaime; Villegas
Mathieu, Beltrán. Introducción a la Biblia: curso de iniciación teológica. San-
tiago: Pontificia Universidad Católica (TELEDUC) 1975. 226 pp.
Crónicas 789
dad con las normas editoriales de la revista. Estas reglas se encuentran en la pá-
gina web de la Facultad en la sección destinada a la revista bajo el título Normas
editoriales para colaboradores1. Los evaluadores no saben quién es el autor del
trabajo que se les ha pedido calificar ni los autores saben quién evaluó su obra.
La revista informará a estos últimos si su trabajo fue aceptado o no.
Los originales publicados en TyV son propiedad de la Facultad de Teología
de la Pontificia Universidad Católica de Chile, por lo cual es preciso citar su
procedencia en cualquier reproducción total o parcial de ellos.
1 http://teologia.uc.cl/images/stories/Documentos/Normalizaci%C3%B3n_Edito-
rial.pdf